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Teoría Sociológica – Cátedra Twaites Rey

Joaquín Elías Sálzberg

Marx y Amércia Latina


José M. Aricó - Mexico, 1980
Fondo de Cultura Económica – 1º Edición 2010
Precio de lista: $57

¿Qué mejor que la lectura de José Aricó si el objetivo es embarcarse


en la búsqueda de los rastros de ideas sobre Latinoamérica en torno
de la monumental obra de Karl Marx? Este Argentino, que nació en
1931 y falleció en 1991, fue un intelectual socialista que dedicó su
vida al estudio del socialismo. Fuertemente influenciado por la obra
de Antonio Gramsci, fue uno de los fundadores de una corriente de
marxismo crítico en Latinoamérica. Su tarea frente a la revista Pasado
y Presente, como docente de FLACSO1, como investigador principal
del CONICET2, como traductor de Antonio Gramsci y como autor de
numerosos libros y ensayos sobre Marx3, le guarda un lugar especial
en el panteón de los pensadores socialistas latinoamericanos.
La presente obra, original y polémica, es publicada en 1980. Aricó,
exiliado en Mexico, escribe en el contexto de las dictaduras de
derecha que cierran la etapa de gobiernos populistas de la segunda
mitad del siglo XX en toda la región. La obra se enmarca en la
búsqueda, que también habían emprendido otros como Portantiero,
de nuevos espacios de reflexión para la nueva izquierda. Ésta,
desorientada ante la derrota de las organizaciones armadas y los
movimientos populares promediando la década del 70’, daba en esos
momentos un nuevo debate sobre las características de las
sociedades latinoamericanas.

* * *

1
FLACSO: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
2
CONICET: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
3
Por ejemplo: "Mariátegui y los orígenes del marxismo
latinoamericano" y "La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en
América Latina"
1
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En este contexto surge la pregunta por la forma en que América
Latina aparece en el pensamiento de Marx. “A Marx, como pensador –
decía Ernesto Che Guevara–, como investigador de las doctrinas
sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir, pueden,
evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los
latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su
interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de
los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas teorías de las razas
o las nacionalidades inadmisibles hoy”4. Por su parte, Aricó sostiene
que, debido a la escasa producción teórica sobre la región en la obra
del filósofo moderno y la visión excesivamente crítica que manifestó
acerca de algunos sucesos locales, no vamos a poder explicar mucho
a partir de lo dicho. La cuestión podrá resolverse a partir de la
reflexión sobre la forma en que Amércia Latina no aparece en esos
textos, la forma en la que fue ignorada y desechada para el análisis.
Lo limitado y prejuicioso de su producción sobre Latinoamérica lo
lleva a indagar a Aricó si Marx sostuvo un pensamiento eurocéntrico a
la hora de escribir sobre lo que sucedía fuera de la metrópoli
capitalista. Pero encuentra que las ideas y conceptos desplegados por
Marx en los textos sobre Rusia, España, China, Irlanda y Turquía son
profundamente innovadores, incluso respecto de su propio
pensamiento en tiempos pasados, y no replican lo elaborado para
países como Inglaterra. Entonces se pregunta si existirá la posibilidad
de qué Marx quedara atrapado en una lógica hegeliana de
pensamiento que le imposibilitara ver la existencia de un capitalismo
industrial y uno colonial. Pero esto tampoco podría ser así pues
existe abundante referencia en su obra acerca del papel del mundo
colonial en el proceso de liberación.
La razón del rechazo de Marx a la realidad latinoamericana parece
encontrarse en otro lugar. Su obra al respecto abunda en prejuicios
simplistas y una gran incomprensión del proceso político que se

4
Ernesto Guevara, Notas para el estudio de la ideología de la
Revolución Cubana, Verde Olivo, 8 de Octubre 1960, La Habana
2
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desarrolla desde las guerras de la independencia en adelante. Por eso
su visión negativa parece situarse en el campo de una opción política.
Aricó sintetiza:
“Nuestra tesis es que no fue la ‘superficialidad’ del periodista ni el
‘desconocimiento’ del historiador, ni las limitaciones del ‘metodólogo’,
ni finalmente el desprecio del ‘eurocentrista’ las que pueden
explicarnos la paradójica actitud de Marx frente a América Latina.
Todas estas limitaciones pudieron emerger y desvirtuar sus
reflexiones porque una previa y prejuiciosa actitud política obnubiló
su mirada”5

* * *

Pasemos a un análisis pormenorizado de los ocho capítulos en los


que Aricó distribuye su ensayo. En los primeros dos de ellos se dedica
a fundamentar la empresa teórica que está a punto de emprender.
Allí señala como objetivo “indagar las razones que pudieron conducir
a Marx a no prestar atención o a mantener una cierta actitud de
indiferencia frente a la naturaleza específica, propia, de las
sociedades latinoamericanas”6 mientras que efectúa un gran esfuerzo
por entender otras regiones extra-europeas, como la asiática. Más
allá de esto, con la ayuda de Rosa de Luxemburgo, apunta como el
marxismo comienza a experimentar dificultades para su aplicación a
partir del momento en el cual inicia cuando su expansión a lo ancho y
largo del planeta. Se hace necesaria la interpretación, ya que el
corpus teórico de Marx aún interpela en innumerables aspectos a la
realidad contemporánea.
Entonces: ¿era Marx eurocéntrico? Aricó señala que esta pregunta
tiene tradicionalmente dos razones para contestarla en términos
afirmativos. La primera sostiene que en Europa existía una

5
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, página 156.
6
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, página 84.
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“generalizada ignorancia de la realidad latinoamericana”7. Sin
embargo parecen existir numerosas pruebas que demuestran la
falsedad de esta idea ya que, por ejemplo, en el Museo Británico, al
que Marx tenía acceso, existía abundante documentación acerca del
nuevo mundo. La otra de las razones señala la creencia de época de
que la historia se sucedía en Europa y que América, por lo tanto
estaba situada por fuera, justamente, de esa historia. Esto implicaría
un fuerte condicionamiento del pensamiento de Marx al contexto en
el que escribe, y en todo caso, a partir de escritos como el de Irlanda,
claramente toma postura a favor de la valorización de los sucesos
extra-europeos.
Es así que Aricó emprende un recorrido por todos aquellos textos8
que para él representan este giro copernicano en la teoría Marxista9,
en los cuales Marx comienza a dudar acerca de la posibilidad del
“triunfo de una revolución socialista en Europa mientras el
movimiento de la sociedad burguesa siguiera en ascenso en el área
inmensamente mayor de los países dependientes y coloniales”10. Es
así que Marx y Engels, a partir de 1867, “extraen precisas
conclusiones políticas de su reconocimiento de que el movimiento
obrero inglés era tributario del sistema de expoliación colonial
instituido por Gran Bretaña. En adelante (…) será la emancipación
nacional de Irlanda la condición primordial para la emancipación
social del proletariado inglés”. Es en esta etapa cuando Marx incluso
critica a aquellos que hacen de El Capital, “su esbozo de la génesis
del capitalismo en Europa-Occidental, una teoría histórico filosófica de
la marcha general impuesta fatalmente a todos los pueblos en
cualquier situación histórica en que se encuentren.”11

7
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, Página 91
8
“Grundrisse”, “La revolución en China y en Europa”, “Imperio y
colona. Escritos sobre Irlanda”, “Carta a Vera Zasúlich”, etc.
9
Capítulo IV: “¿?De te fabula narratur?”
10
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, Página 102
11
Carta a la Revista Rusa Otiéchestviennie Zapiski
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De esta forma Marx termina defendiendo la necesidad de incluir, con
los suficientes recaudos teóricos y políticos, la dinámica nacional en
la teoría de la revolución social. Es así que se puede dilucidar el
reconocimiento de la existencia de cierta autonomía nacional desde
la cual debe pensarse, en términos concretos, la conjunción de la
emancipación nacional con la lucha de clases: la revolución. Para eso
el pueblo debe ser vital, debe pugnar por ser una nación histórica. Es
de esta forma que “los residuos eurocentristas quedan de hecho
superados en Marx cuando evita identificar con el desarrollo
capitalista y la presencia de una clase obrera internacionalmente
homogénea las condiciones de liberación de los pueblos dominados y,
además, cuando no supedita este al comportamiento del proletariado
europeo occidental”12. Es en estos presupuestos donde es posible
pensar desde el marxismo la autonomía latinoamericana.
Frente a esta posibilidad real de pensar una dinámica propia para
Latinoamérica desde su propia construcción conceptual, Marx se topó
con los límites de su propio edificio teórico. Señala Furet13: “por efecto
de la inversión feuerebachiana [en Marx] existe una prioridad de la
sociedad civil sobre el Estado, y es esta misma prioridad la que
constituye la modernidad por excelencia”. Esta preeminencia de la
sociedad civil priva a Marx de comprender la dinámica
Latinoamericana, en donde un contexto de debilidad de la misma
obliga al Estado a ganar grados altos de autonomía sobre la misma.
La región era así, para Marx, “una inexplicable multiplicación de
Estados extremadamente débiles, manejados por estrictas oligarquías
carentes de espíritu nacional (…) incapaces de impedir la
fragmentación territorial y de asegurar la presencia de un poder
nacional.”14
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
12

Buenos Aires 2010, Página 135


13
Francoise Furet, Marx y la Revolución Francesa, Mexico, Fondo de
Cultura Económica, 1992, Página 20
14
José Aricó, Marx y Amércia Latina, Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires 2010, Página 146

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Marx se encontró así ante una realidad de características muy
similares al bonapartismo que tanto desdeñaba. Aquí residen las
razones políticas para la crítica feroz que realiza a Bolivar,
extensamente analizada por Aricó hacia el final del ensayo, y para
excluir a Latinoamérica de un análisis más pormenorizado que
detallara aquellos actores que podrían funcionar como focos de la
revolución.

* * *

La apuesta es osada. Aricó busca explicar a partir de los silencios de


Marx qué podría pensar él de Latinoamérica. Las preguntas
planteadas al inicio del trabajo resultan más que relevantes. La
ausencia de una región tan relevante para el desarrollo europeo a
partir del siglo XV en los escritos del teorizador del funcionamiento
del capitalismo es algo difícil de comprender e incluso de perdonar.
Así, a partir de una extensa revisión de la producción intelectual del
filósofo, Aricó construye un cuerpo argumentativo formidable y digno
de ser tomado en cuenta para la discusión del marxismo.
Su análisis de los textos sobre Irlanda, China, Rusia y otras regiones
extra-europeas tiene como fruto una serie de apreciaciones teóricas
que aportan, y mucho, a la explicación Marxista de la realidad. Es de
relevancia sustantiva la localización precisa de la idea de “autonomía
nacional” en el pensamiento marxista porque la misma destruye
argumentos ampliamente extendidos de un gran poder
contrarrevolucionario. La afirmación de la necesidad de leer las
dinámicas nacionales de las revoluciones sociales comprendidas
como la convergencia de la lucha de clases y los procesos de
emancipación nacional abre nuevos horizontes al accionar del
socialismo tanto en los países centrales como en la periferia.
En este sentido, la relevancia del presente trabajo se sitúa en su
capacidad de descomprimir las estructuraciones que proliferan en el
marxismo ortodoxo. Aricó sale airoso de la empresa. El logra abrirnos

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las puertas, a partir de un ejercicio intelectual atrapante y llevadero,
para pensar otro socialismo. De esta forma el lector se verá ante un
texto que interpela la realidad, interpela a Marx e interpela al
marxismo. Aricó logra hacerle decir a Marx muchas cosas sobre
Latinoamérica. El lector puede concordar o no con las conclusiones
del autor, pero la perspectiva de futuro que implican sus
conclusiones, el impacto que han tenido en la tradición socialista
latinoamericana (ejemplo de ello es esta reedición treinta años
después de su publicación) hacen obligada la lectura de este libro
para aquel que desee pensar el marxismo en nuestro continente.

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