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Manager Coach

El cambio desde dentro: de alumno a maestro


Quería ser líder y gestor del cambio. Su jefe lo apoyó en sus estudios y cuando surgió la oportunidad, le planteó el desafío
de aplicar lo que había aprendido. Y el reto no era fácil, pues incluía conectar a racionales ingenieros con sus emociones y
su cuerpo.

Cuando Miguel Ángel Rojas se inscribió en el Diplomado en Liderazgo y


Coaching de la UAI hace poco más de un año, lo que buscaba era
ampliar su “caja de herramientas” para ejercer liderazgo estratégico en
su ámbito de acción. A este Ingeniero Informático y Comercial,
Subgerente de la Oficina de Proyectos y Calidad de la Gerencia de
Desarrollo Tecnológico del Grupo Falabella le interesaban especialmente
los temas de gestión de cambios, en los que estaba inmersa la gerencia.

Según sus palabras, lo que encontró en el Diplomado no fue


exactamente lo que esperaba, o al menos no de la forma en que se lo
imaginaba. Al contrario, siente que recibió mucho más y que se le abrió
un mundo nuevo, el de la posibilidad de conectarse mejor con sus tres
dimensiones. Y el coaching lo llenó de entusiasmo y curiosidad. Tanto
así que ya graduado del diplomado, a fines del año pasado, en el verano hizo la certificación como coach en Newfield,
donde se encontró con varios compañeros que estaban en lo mismo.

“Ármate algo”
Y la oportunidad de oro de aplicar en forma práctica lo que había estado estudiando y experimentando durante meses vino
casi por casualidad y en el momento oportuno. “Un día recibimos un mail en que una organización nos ofrecía un curso de
Liderazgo en un día. A mí me pareció que el temario era fantástico y muy atingente, pero ¿en un día? ‘Imposible’, le dije
a mi jefe, ‘eso es inabarcable en una jornada y nadie puede internalizar todos esos cambios en un solo día’. Mi jefe me
miró y me dijo: ‘Ya pues, ármate algo con lo que aprendiste en el diplomado’”, cuenta Miguel Ángel.

Y así fue como de pronto se vio con el desafío y la responsabilidad de traspasar a su jefe, colegas y algunos
colaboradores parte de lo que había aprendido. Para este ingeniero que se define muy organizado y hasta “cuadrado”
había sido un proceso enriquecedor e intenso y quería que para sus “alumnos” también lo fuera. ¿Cómo armar algo que
no se fuera diluyendo en el camino? “Me puse a pensar, pero sobre todo, me escuché a mí mismo, para determinar qué
había cambiado en mí, qué era importante y cómo poder transmitirlo”, relata.

Finalmente decidió replicar un módulo llamado Taller de Aplicación, en el cual sentía que no había dado el 100% durante
sus estudios y esta sería una buena oportunidad para hacerlo mejor. Consistía en tomar los 9 grandes temas del estudio y
abordarlos con un grupo externo en igual número de sesiones (en el diplomado se hacía en un día y cada uno escogía con
qué grupo de su comunidad, trabajo o familia, lo hacía). Así, como buen ingeniero, se hizo una planilla, estableció el plan
de acción, las fechas y el programa de cada una de las sesiones, que quedaron fijadas cada 15 días en un lugar fuera de
la oficina. Los participantes elegidos para el taller fueron 12, desde su jefe hasta varios colaboradores, pasando por
algunos pares. La mayoría de profesión ingenieros del área informática.

“Estaba un poco nervioso. ¿Sería capaz de interesarlos y de generar en los participantes los cambios que se habían
producido en mí? Sabía que esto era mucho más acotado que realizar estudios durante un año, pero no quería perder la
oportunidad de ‘tocarlos’, de traspasarles algo de lo que yo había aprendido, en cuanto a observar, escuchar, conectarse
con uno mismo”, señala Miguel Ángel.

Como se sentía algo inseguro aún, se le ocurrió una idea brillante que sería decisiva en el resultado: invitar a cada una de
las nueve sesiones propuestas a alguno de sus compañeros de estudios, de diversos ámbitos, para que relataran sus
experiencias.

“Entre los invitados ha habido empresarios, psicólogos, ingenieros como ellos, hasta un pastor…Conversar con gente
diversa acerca de sus propios procesos de cambio durante la última parte de cada sesión que hacemos ha sido muy
enriquecedor”, indica hoy. “Pueden ver que el ejercicio del liderazgo genera cambios en cualquier área”, agrega.

Emociones en OFF
Módulo 1- El cambio desde dentro: de alumno a maestro eClass®
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Manager Coach

Los nueve grandes temas que se propuso abordar Miguel Ángel en las sesiones del taller de liderazgo para la acción son:

1.- Qué es liderazgo y cómo se ejerce; 2.- Coherencia entre lenguaje, cuerpo y emociones; 3.- En el lenguaje: las
aclaraciones, afirmaciones, transparencia, quiebres, fenómeno y explicación; 4.- Pedidos, ofertas, promesas, quejas,
reclamos; 5.- Emociones y estados de ánimo; 6.- Conversaciones para la acción; 7 y 8.- Liderazgo estratégico, qué es y
cómo aplicarlo; y 9.- Liderazgo como coach.

Dado que el taller comenzó en mayo y termina en agosto, hasta el momento se han realizado seis sesiones y siente que
ya se pueden observar ciertos cambios entre los participantes. Las reuniones incluyen ejercicios corporales con música,
mucha conversación e interacción. “Al principio yo era más rígido y me interesaba cumplir el programa. He aprendido a
‘olfatear’ el ambiente, a escuchar mejor a los participantes, a ver qué les interesa profundizar y si tengo que desviarme
un poco de la pauta ya no me complico. Entiendo que el resultado será mucho más efectivo si soy capaz de ‘escuchar’
bien lo que está pasando en cada sesión. Es parte también de mi proceso de ser más flexible”, explica.

En lo concreto, siente que en un grupo en que prima lo racional y el lenguaje, han sido capaces de abrirse a lo emocional y
a lo corporal, estando más conscientes de esas dimensiones. “Hay varios que están cambiando la mirada, que antes
tenían sus emociones y su cuerpo en OFF, que sólo estaban trabajando con su lado racional y ahora están haciendo el
‘click’, conectando otras dimensiones, detectando más sutilezas en los pedidos que reciben y respondiendo de otra
forma. Siento que están escuchando distinto porque han tomado conciencia de que hay un cuerpo, que hay emociones,
que no todo es el lenguaje cuando se hace una petición”.

Esto se vio reforzado además con un taller extra de un día con el coach Pablo Fuenzalida, dedicado específicamente a la
corporalidad (conciencia y conexión corporal) y que fue muy atingente y en el momento apropiado. “Quedamos todos muy
contentos, sintiendo que nuestras almas fueron tocadas. Y eso es muy importante en cualquier proceso de crecimiento”,
explica el ingeniero.

Agrega que “para mí también ha sido un proceso interesante, porque he podido aplicar todo lo que antes era más teórico.
Yo no les estoy haciendo coaching propiamente tal, sino que uso algunas herramientas, mi escuchar es distinto en una
conversación, indago más acerca de lo que hay detrás, chequeo mejor si estoy entendiendo bien. Todo eso redunda al
final en un mejor ambiente y en establecer compromisos de mejor calidad”.

Miguel Angel está agradecido de la recepción que ha tenido tanto de su jefe, que lo desafió a traspasar al grupo las
nuevas herramientas sin inmiscuirse ni en la forma ni en el contenido ni en los tiempos, como de los participantes, que han
llegado a hablar de que constituyen hoy una “comunidad de aprendizaje”. Esto lo llenó de orgullo. “Me encantó el
concepto, porque sienten que de alguna forma somos un cuerpo integrado”, afirma Rojas.

¿Cómo mantener esta comunidad sin perder la mística luego de que termine el taller? Miguel Angel no tiene aún un
“plan” para ello, pero espera que de alguna forma se haga un seguimiento que potencie el cambio personal que
finalmente es clave e indispensable para el cambio organizacional. “Lo que quiero transmitir con todo esto es que todos
tenemos recursos para crecer, para cambiar, para movilizar. Simplemente hay que conectarse, aprender y creerse el
cuento. Todo lo demás, las sincronías que permiten ir avanzando, viene por añadidura como parte del proceso y en el
momento justo”.

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