Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DE MENDANDIA:
Ocupaciones mesolíticas y neolíticas
entre el 8500 y el 6400 b.P.
COLABORADORES
G. Adán; A. Cava; P. Castaños; R. Domínguez; J. Fernández Eraso; M. García Díez;
M. J. González Amuchástegui; M. J. Iriarte; C. Mazo; L. A. Ortega; L. Peña-Chocarro; A. Tarriño;
I. Yusta; L. Zapata y M. C. Zuluaga.
Capitulo 18
Resumen
Trabajando nivel por nivel sobre la totalidad de los bienes arqueológicos se trata de observar regularidades en
la distribución de los materiales, con el fin de determinar áreas de usos diferenciados en el espacio interior del
abrigo, y su variación en el tiempo. Nos basamos en el análisis de superficie mediante generalización de cua-
drícula con especial incidencia a los restos de fauna, líticos –tallados y no– y cerámicos. En general se retienen
espacios dedicados al abandono de desperdicios –junto a la pared del abrigo–, a la generación de hogares –con
o sin delimitación de estructuras– e incluso posibles áreas para la talla del sílex. Las asociaciones entre, por
ejemplo, fragmentos cerámicos que casan entre sí, son argumentos añadidos que confirman la escasa migración
postdeposicional de los elementos arqueológicos, asegurando la buena conservación del depósito.
complejos como sabemos que hicieron en Atxoste, y por encontrarse junto a la pared del abrigo, multiplicamos
sospechamos hubo en Kanpanoste Goikoa, a tenor de la el valor real por un factor de corrección que atiende al
ubicación de los fuegos de su nivel III. Como se reitera, tamaño cierto de la unidad de medida.
ambos campamentos citados y el propio de Mendan- Tres consideraciones de partida habrán de tenerse en
dia, comparten secuencias cronoculturales y modelos cuenta antes de leer los datos que la analítica nos ofrezca:
de ocupación y gestión del territorio circundante.
– La superficie de excavación fue de 13 metros cuadra-
Si bien se han dado a conocer en la bibliogrfía espe- dos, quizá demasiado pequeña como para generalizar
cializada diversos modos de análisis de superficie, he- las conclusiones que se obtengan a la totalidad de lo
mos optado por la técnica llamada de generalización de que pudo ser el yacimiento. Supone tan sólo una cuarta
cuadrícula: aquella que en el cálculo de densidad de los parte del área techada del abrigo, cuando estimamos se
artefactos de una cuadrícula dada atiende al promedio de ocupó la totalidad del mismo y tal vez de una parte, no
la densidad absoluta de las adyacentes (por media sim- desdeñable y no cubierta, de la terraza donde se asien-
ple o por interpolación estadística generando una media ta. Las tareas de campo afectaron, aproximadamente,
móvil). Los fundamentos básicos del sistema ya fueron al centro del abrigo, de visera más desarrollada y con
ensayados en la memoria de Kanpanoste Goikoa (Alday mayor luminosidad, lo que por supuesto no excluye
1998), donde, además, se discutieron varios de los pro- que en zonas no trabajadas por nosotros se oculten ele-
blemas inherentes al método (fundamentalmente sobre la mentos representativos de actividades no detectadas.
elección de la trama de medida)1. El propio sistema de ex- Debe retenerse también el hecho de que en todos los
cavación seguido en Mendandia nos marca, y condiciona, cuadros abiertos la potencia particular de cada uno de
el camino metodológico a seguir. Tomamos como unidad los niveles era aproximadamente idéntica –excepto en
de gestión de análisis de superficie los propios sectores en sectores concretos de la banda Y como se expone en el
que fueron divididos los cuadros de la grille: áreas de 33 capítulo que refiere los valores sedimentológicos del
por 33 centímetros de extensión. En el proceso de retirada lugar– sin que hallamos atisbado discontinuidades o
de las tierras la toma de datos (profundidades iniciales y vacíos lineales. En la lectura de los datos deberá tenerse
finales de cada semitalla, coordenadas relativas, mues- siempre presente que los sectores tocantes a la pared
treos de sedimentos, recuentos malacológicos...) dependía del abrigo –sectores 1, 2 y 3 de los cuadros Y3, Y1 e
directamente de esta división, considerando los espesores Y2– contaban con una superficie menor –y variable por
ideales de exhumación cinco centímetros –de no topar con semitallas según la morfología que adoptara la pared
discontinuidades litoestratigráficas que exigían un mayor del refugio– que el resto de las unidades de excavación:
detalle–. Aunque se han diseñado métodos de trabajo más tal hecho distorsiona los mapas de densidad mostrando
complejos –por ejemplo a partir de círculos superpuestos una tendencia ficticia, de menor densidad. En aquellos
(Marsac 1985)– el que nosotros usamos nos permite una puntos debieran tal vez corregirse al alza –proporcio-
reconstrucción suficientemente fidedigna del reparto de nalmente según la superficie no excavada– los cómpu-
los ítems prehistóricos (tal y como los hallamos durante tos de materiales –se anotará en el texto los casos en los
las tareas de campo) y así mismo proponer diversas aso- que así se haya operado–.
ciaciones entre ellos. Y si bien puede cuestionarse, como
inherente al método, el tamaño de la trama y los rangos – Tratamos cada unidad estratigráfica como un conjun-
de medida (de 10 en 10, de 20 en 20...) el uso de idénticos to distribuyendo la totalidad de sus efectivos líticos,
principios en cada horizonte sedimentológico2 permitirá cerámicos o faunísticos, cuando en realidad supone-
cuando menos contrastar el empleo que del recinto hizo mos que la ocupación de Mendandia fue estacional
cada uno de los grupos que en él se estableció. –nomadismo recurrente–, tal y como parece demostrar
la pirámide de edad del componente faunístico. Así se
Respecto a lo que en su tiempo hicimos en Kanpano- fueron acumulando sin interrupción los residuos de su-
ste Goikoa hemos automatizado las rutinas con la ayuda cesivas visitas de duración variable –y puede suponerse
de diversas soluciones computerizadas. La versión infor- la llegada de grupos de composición numérica distinta
matizada del inventario de excavación –bajo el programa en cada caso– que nosotros evaluamos en bloque. Nos
File Maker– nos permite extraer con agilidad y fiabilidad es imposible discriminar lo perteneciente a cada una
los datos requeridos –de conjunto y específicamente de de estas visitas– ni siquiera, como es obvio, fijar su
industria lítica, cerámica, faunística y por niveles según número– sólo pretendemos marcar las tendencias gene-
vamos deseando– siendo sus valores absolutos trasladados rales de los grandes episodios industriales (mesolíticos
por el programa a la propia cuadrícula de excavación. Los pregeométricos, geométricos y neolíticos), nada más.
recuentos son exportados a una hoja de cálculo –hemos En casos concretos, aunque no lo reflejemos siempre
preferido por su universalidad el programa Excel– desde en la presente memoria, tratamos con unidades meno-
la cual pueden diseñarse con facilidad los gráficos de ten- res –con semitallas– para detallar asociaciones que nos
dencia. En ocasiones concretas los valores absolutos de parecieron significativas u observar acumulaciones
lo recogido en un sector deben se corregidos para obtener materiales llamativas. No es descabellado pensar que
una muestra homogénea. Por ejemplo: cuando la exten- quienes acuden reiteradamente a Mendandia aprove-
sión total de un sector es menor de 33 por 33 centímetros chan las estructuras y los espacios ya hablitados (quizá
1
Puede ser de interés la consulta de varios textos que se han ocupado en profundidad del tema: Marsac 1985; Orton 1988 y Hodder y Orton 1990.
2
Reflexionaremos sobre lo observado en los niveles IV, III-inferior, III y II, excluyendo tanto el V como el I.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 513
poco tiempo antes por ellos mismos): los hogares aún Recordemos, como se apunta al describir los caracte-
en condiciones, los basureros, los camastros... res sedimentológicos del yacimiento, nuestra convicción
sobre que el espesor de los horizontes sedimentarios de
– Es cierto que en la distribución de los útiles arqueo-
Mendandia se relaciona estrechamente con la intensidad
lógicos es mucho lo que se debe a la acción humana
y duración de los asentamientos: es escaso el aporte de
–generadora de la propia sedimentación–: al desarrollo
elementos naturales durante el proceso de formación de
de actividades concretas y repetidas en el sitio (talla,
los estratos y mucho lo que se debe a acciones antrópi-
carnicería, cocina...) y a su voluntad por delimitar espa-
cas –de hecho una vez abandonado el lugar y hasta la
cios. Además, habrán de tenerse en cuenta los procesos
actualidad apenas si se ha formado suelo alguno–. Los
postdeposicionales que afectaron al yacimiento. En el
histogramas granulométricos de los cuatro horizontes que
caso concreto de Mendandia debe anotarse que:
aquí se consideran, definen una estructura polimodal que
a) la horizontalidad de los sedimentos –sin apenas bu- descarta la presencia de un agente sedimentario claro, y
zamiento– elimina los riesgos de migración de los de origen natural, en la génesis de los depósitos.
objetos arqueológicos. Retengáse que ni los sílex, ni
Como ejercicio evaluatorio inicial hemos dispuesto en
los restos óseos, ni las cerámicas, citando los ítems
la gráfica adjunta (figura 1) el cómputo de las evidencias
mayores, muestran estigmas de rodamientos en sus
líticas no retocadas según las semitallas de excavación
bordes o superficies;
en los cuatro niveles centrales del abrigo: el tramo ini-
b) el grado de conservación de los materiales parece cial (1) corresponde a la cota –95 / –100 y el final (16) a
ser en general bastante óptimo –recordemos que se –170 / –175. El límite entre los niveles II y III-superior
cuentan por decenas de mil los residuos faunísticos y se da, aproximadamente pues depende de la potencia de
líticos–, aunque sospechamos una pérdida significati- los estratos en cada sector, hacia las semitallas 3 y 4; entre
va de información para los restos más perecederos3; III-superior y III-inferior hacia las semitallas 5 y 6; por
fin entre III-inferior y IV hacia las semitallas 9 y 10. Ad-
c) fue constante el hallazgo en cada uno de los estratos
virtiendo que hay un sesgo en la información presentada
de abundantes raicillas, pero en general de tan esca-
–pues lo correcto hubiera sido tal vez sumar los efectivos
sas dimensiones que no puede pensarse provocaran
cerámicos para los niveles II y III superior, fases en las
remociones significativas. Mayor poder distorsiona-
que la industria lítica entra en receso tomando significado
dor habría que conceder a los moluscos terrestres: se
protagonismo la alfarería– puede apuntarse que:
enterraron para hivernar en colonias muy localiza-
das, en extensión y profundidad, por lo que es fácil – Será en las semitallas inferiores, entre 10 y 16, cuando
aislar las áreas sobre las que influyeron y detectar se haga notar una mayor actividad en la producción
en estos puntos, si los hubiera, movimientos entre lítica. Coincide dicho tramo con la formación del nivel
los materiales. IV, momento que registra, además, un importante nú-
mero de restos faunísticos –cerca de 50.000 fragmen-
Para una evaluación más justa del reparto en superfi-
cie de los restos prehistóricos debe de tenerse en cuenta
la potencia de cada nivel estratigráfico, y de la posible
presencia en ellos de elementos particulares –depresiones
u hoyos, costras, encharcamientos...– que lo alteren. El
asunto ya fue anotado por Marsac, proponiendo alguna
solución al respecto. En Mendandia excepto por un par
de bolsadas en el contacto entre los niveles V y IV que
engrosan puntualmente su tamaño (Capítulo 2 figuras 3 a
6 y forografías 4 a 7), más los restringidos procesos bre-
choides junto a la pared del abrigo, no hay discontinuida-
des litoestratigráficas dignas de mención. En el presente
capítulo se irán ofreciendo a la manera de curvas de nivel
(figuras 2, 15, 21 y 26) las profundidades de inicio de
cada uno de los estratos con un doble fin:
a) observar el grado y dirección de los buzamientos –si
existen– dado que pudieran condicionar las acumula-
ciones;
b) comprobar el espesor de los horizontes en cada punto,
Figura 1. Representación gráfica del volumen de los restos silíceos no reto-
cotejando los datos que suministramos para cada uno cados en los tramos centrales de la excavación: obsérvese el peso del nivel
de ellos. IV y el descenso posterior de las evidencias.
3
Anotamos como hipótesis el uso frecuente de la madera al menos entre los habitantes del nivel IV, dado el tipo de útiles líticos que desarrollan. Tampoco ha
sido abundante la recogida de semillas, de restos de frutos o de pequeños carbones, a pesar de los esfuerzos acometidos que nos llevó a flotar una parte de
los sedimentos, ni del polen –muy escaso en la columna levantada-. La propia naturaleza de los sedimentos nos informan de su carácter grasiento y la parti-
cipación importante de material orgánico, tal y como revelan fehacientemente los muestras analizadas por la geomorfóloga Mª. J. Gongález Amuchástegui
y el geólogo Iñaki Yusta. La descomposición de esta importante masa cárnica quedará integrada como factor activo en la propia estructura sedimentaria.
514 ALFONSO ALDAY RUIZ
4
La relación entre restos de talla y piezas sobre sílex es aquí de 15,3 por 30,9 en IV, 11,1 en III-superior y 11,7 en II.
5
De hecho, considerando la totalidad del estrato, no va a ser en la banda B –la más espesa, específicamente en B2 y B4- donde se acumule el grueso de la
información.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 515
Figura 3. Disposición de la totalidad de los elementos arqueológicos sobre Figura 4. Disposición de la totalidad de los elementos arqueológicos sobre
el nivel IV el nivel IV aplicando factores de corrección
6
La figura 4 muestra el dibujo de isodensidades usando los factores de correción para los sectores cuya superficie era menor a 33 por 33 cms. dada la
existencia de costras o a la progresión de la pared del abrigo. Se observa entonces una distribución más homogénea, sin vacíos llamativos junto a la pared
del refugio.
516 ALFONSO ALDAY RUIZ
Figura 6.– Isodensidades de los restos faunísticos del nivel IV. Figura 7.– Isodensidades de los restos faunísticos del nivel IV aplicando
los factores de corrección.
7
Y como se aprecia en la figura 7, la acumulación de restos faunísticos sobre la pared del refugio es mayor si en vez de atender a los valores absolutos apli-
camos los correspondientes factores de corrección
8
El área marcada de la banda A supone un 4,3% de la superficie excavada cuando acopia el 37% de la información de los restos líticos no retocados.
9
En B3 localizados procesos de encharcamientos sobre los sectores más orientales, al quedar parcialmente desprotegidos de la techumbre, explican la
parquedad de su registro material.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 517
Figura 15: curvas de nivel iniciales del nivel III-inf. Figura 16: Isodensidades de los objetos arqueológicos de III-inferior.
sílex. Sin embargo en otras estrategias, por ejemplo sobre 4 que no fue objeto de rebuscas por nuestra parte, lo que
el uso que se dará al abrigo, se observa una tendencia al no ocurría en IV–. Y ahora también la desproporción entre
continuismo. el componente faunístico, más de 15.000 evidencias, y el
lítico, unas 4.000 y su desigual reparto sobre la superficie
Muy probablemente las visitas al abrigo durante este objeto de excavación explica esta situación. Siendo nota-
mesolítico geométrico fueron menos reiterativas respecto bles las evidencias de fuegos a todo lo largo del nivel no
a lo que ocurrió en el IV, de ahí que sea menor la potencia pudo delimitarse estructuras muy consolidadas: el rastro
sedimentaria del tramo. No obstante aunque el volumen de fuego más llamativo pertenece al cuadro A2, justa-
material adjudicado al presente horizonte ha disminuido mente en un área en el que se reduce el número de ítems
significativamente, la actividad desarrollada parece fue arqueológicos –sobre el rango 200-300-. No parece, em-
aún bastante intensa –figura 1–. La disposición de las tie- pero, que el fuego jerarquizara en exceso la organización
rras busca la horizontalidad tanto en su muro (figura 15) del espacio que nosotros excavamos.
como en su techo (figura 21): la base del estrato se sitúa
en el tramo –140 / –150 en el área central de excavación, Efectivamente, la posición de los restos óseos, tal y
con ligeras fluctuaciones en la banda Y generadas por la como comprobamos en la figura 17 ofrece un dibujo prác-
ticamente igual al obtenido al evaluar la totalidad de los
presión de las costras calizas que desvirtúan ligeramente
residuos prehistóricos del nivel. Nuevamente se destina
el perfil estratigráfico junto a la pared del abrigo. Al mar-
el área tocante a la pared de la oquedad como basurero
gen de esta circunstancia puntual no se han observado
aunque no con tanta intensidad como vimos en el estrato
depresiones, pozos o irregularidades, ni el buzamiento
IV: ahora el cómputo de huesos de la banda Y y sectores
de las tierras es llamativo: no se encuentran señales de
1, 2 y 3 de Z suma el 45% del total cuando antes alcanzaba
procesos postdeposicionales serios que hayan alterado la al 58% –13 puntos más–. La sensación de tapiz óseo no
ubicación topográfica de los elementos arqueológicos. era tan marcada aunque en alguna ocasión, como en Y1.4
La disposición general de los materiales prehistóricos, la concentración fuera francamente llamativa.
sin discriminar entre categorías industriales y residuales, Los hallazgos líticos del III-inferior conocen su ma-
ofrece diversos focos modales que gustan concentrarse yor nudo sobre A1.3, con algo más de 200 evidencias,
sobre las bandas Z e Y (figura 16): cuadro y sectores Y3.4, y sectores adyacentes: de hecho es en la banda A donde
Y1.4, Y2.4, Z1.2, Z2.2-5; A1.3. Ciertos vacíos sobre la el material silíceo está mejor representado –computa el
banda Y que distorsionan la gráfica se explican por la es- 44% de su inventario–. La dispersión de los restos de
casez de la superficie de excavación en Y3.1, Y3.2 e Y3.3 talla (figura 18) es francamente diferencial respecto a los
o la presencia de costra en Y2.2-510. En conjunto parece paleontológicos: da la impresión de que el área de talla
mayor la ocupación o uso del fondo del refugio que de y de uso de las piezas –es prácticamente idéntico el di-
su exterior, tal y como habíamos visto sobre el horizonte bujo de dispersión de las piezas retocadas, pues la banda
IV: los objetos van disminuyendo de oeste a este a la vez A aglutina al 41% de los útiles– se ha voluntariamente
que se concentran sobre la banda 2 –y probablemente la diferenciado.
10
Aunque no insertamos la correspondiente figura, la aplicación de factores de corrección sobre aquellos sectores disminuidos, ofrece unas isodensidades
más homogéneas que salvan los vacíos del área occidental de la excavación.
522 ALFONSO ALDAY RUIZ
Figura 17 Isodensidades de los restos faunísticos de III-inferior. Figura 18 Mapa de isodensidades de los restos de talla en III-inferior.
En concreto la distribución de la totalidad de las piezas con sílex de Treviño; A2.1.130 con sílex de Treviño
de III-inferior muestra una tendencia clara a su disposi- (en este caso son tres piezas las reunidas, dos geomé-
ción sobre el centro del área de excavación, con mayor tricos y un microburil); A2.6.136 con sílex de Trevi-
fuerza si cabe sobre A2 y Z2 y sectores determinados de ño y; Z2.7.130 con sílex de Treviño Un ejemplo muy
A1 –y recordemos que en IV este era precisamente el particular lo encontraremos en A1.3.132-135 donde se
lugar con menos concurrencia de utensilios silíceos-. Es reunen dos G5, uno del Flysch y de Treviño el otro y
escasísimo el material tocante a la pared del abrigo y debe dos microburiles, de Urbasa y Treviño. En general se
destacarse, también, la concentración sobre seis sectores observa un mínimo orden zonal entre los microburiles,
contiguos de B2-B4 (hasta 21 piezas). Referenciando las puesto que todos se localizaron en áreas concretas de
categorías industriales que pudieran ser más significativas cinco cuadros sobre los trece abiertos: en realidad a
dentro del conjunto debería indicarse que: 15 de los 117 sectores sobre los que se trabajó –esta-
a) las muescas y denticulados, que promedian el 33,3% mos hablando de 20 ejemplares–. En conclusión, se
del inventario diseñan en su distribución similar di- percibe una relación bastante fuerte en la distribución
bujo al resultante al computar todos los efectivos, con seguida por geométricos y microburiles, de tal manera
cierta pérdida de masa sobre Z2: al contrario que en que en varios de los casos donde coinciden llegan a
IV su organización parece azarosa. compartir la materia prima. Y, además, se manifiesta
una deliberada acción antrópica, muy probablemente
b) las raederas se concetran fundamentalmente en sec- relacionada con la talla, pues la abundancia de micro-
tores concretos de B2 y A2, desplazando ligeramente buriles es conicidente con la acumulación de restos
el centro de atención respecto al conjunto de piezas silíceos no retocados.
retocadas.
Si nos detenemos en la evaluación de la relación a
c) por su parte la distribución de los geométricos es, en establecer entre piezas retocadas y materias primas reten-
sus concentraciones, idéntica a lo retenido al observar dremos el hecho de que el 6% de los útiles del nivel se han
toda la colección, con una pequeña nota de interés: elaborado partiendo de bases materiales de, al parecer,
de las seis piezas que se acumulan en B1.3 y B2.1 origen distante a Mendandia: nueve de Urbasa, una de
(sectores tocantes entre sí) cuatro son geométricos. Flysch, y tres de procedencia incierta. Pero en detalle el
En cuanto a las variantes de geométricos, mientras los juego no aporta derivaciones particulares: parece ser aza-
triángulos se recogieron sobre áreas dispersas –nunca rosa la relación entre masa silícea y categorías industria-
en sectores aledaños, quizá por lo bajo de su número–, les. Con soporte de Urbasa se conocen raederas, dorsos,
los trapecios concentran más sus individuos. muescas, denticulados y raspadores.
d) interesa también observar la relación específica entre Más interés tiene sin duda el reparto de las eviden-
geométricos y microburiles. La mitad de estos últimos cias sobre sílex alóctonos entre los cuadros / sectores que
se concentran sobre el mismo cuadro, sector y profun- guiaron la excavación del asentamiento:
didad que otros tantos geométricos: en algunos casos
tanto la pieza propiamente dicha como el desecho a) los extraídos de la altiplanicie de Urbasa, que suman
comparten, además, la misma base material. Ocurre 11 elementos, se concentran sobre la banda A, mientras
en (nombrando los cuadros, sectores y profundidades que los de origen desconocido, tan sólo cuatro, lo hacen
correspondientes a cada pareja de G y M) A1.8.141 en la B, siendo dos los elaborados en sílex del Flysch.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 523
Figura 19. Distribución de los carbones de Urbasa en el nivel III-infe- Figura 20. Distribución de los carbones de Urbasa en el nivel III-supe-
rior rior.
En concreto los casos Urbasa pertenecen dos a A1, seis 3. 2. Las estructuras de combustión
a A2 –de ellos dos microburiles–, uno a A3 y dos a B2.
Aunque los rastros de fuego van a ser constantes en
En su conjunto las concentraciones –y algunas asocia-
todo el nivel III-inferior –afectan a los restos óseos, silí-
ciones– son muy marcadas: porque todas las evidencias
ceos y varios de los clastos que componían el depósito–
se reunen sobre la banda A –excepto las del cuadros
tan sólo hemos podido aislar un fuego propiamente dicho.
B2–; porque se disponen a las siguientes profundidades
–130 (dos), –132 (dos), –134, –135 (tres), –136, –137 Como se ha indicado, la posición de los restos arqueo-
y –140; y por que sobre este soporte se confeccionan lógicos hace suponer que buena parte de las actividades
exclusivamente geométricos (uno), microburiles (dos), se llevaron a cabo sobre la banda 2 y probablemente las
dorsos (uno), denticulados (tres), raspadores (uno) y contiguas hacia el norte que no hemos excavado. Quizá
elementos con retoques de uso (tres) –pero no láminas esta circunstancia explique la escasez de fuegos consoli-
de dorso, ni perforadores, ni raederas, ni muescas–. dados en el horizonte. Se definió:
Puede defenderse que todo el sílex de Urbasa, o la ma- –en A2 en la semitalla –130/–136. La mancha oscura
yor parte del mismo, fue aportado en una de las visitas se concentra sobre el sector 8 del cuadro con algunas pro-
que el grupo realizó a la Sierra; longaciones hacia los contiguos de A2 y B2. De tendencia
b) por su parte los indeterminados serán de B1. 3 y 6 claramente circular con un diámetro de unos 55 centí-
–ambos a la misma profundidad– y B2.9, más un mi- metros y sin segura delimitación externa: su interior se
croburil de A2.5; encontraba repleto de lajas y cantos calizos de pequeñas
dimensiones –raro es que superen los diez centímetros en
c) no puede dudarse que los objetos sobre sílex de Flys- su dimensión máxima–. Se aportó a sus inmediaciones
ch, una truncadura y un geométrico, llegaron a Men- una roca de mayor tamaño (25 por 30 centímetros): no
dandia en un mismo momento, pues ambos se reco- puede asegurarse la función de la misma, ¿tal vez como
gieron sobre el cuadro A1 a similar profundidad (–132 asiento? (Figura 20b)
y –135);
Hemos ido viendo como, en la superficie excavada
d) en definitiva, el uso de materiales silíceos alóctonos para el horizonte III-inferior, el espacio bajo techumbre
a lo largo de la formación del nivel III-inferior, debió de Mendandia, fue organizado en dos grandes áreas:
producirse en un tiempo muy concreto pues las tres
variantes (aglutinando como un todo los indetermi- a) una reservada para el depósito de los huesos faunís-
nados) se localizan en la semitalla superior y entre los ticos junto a la pared del abrigo, cuando ya se habría
cuadros A –casi siempre– y B -1 y 2- faltando tanto en aprovechado de los animales aquello que requerían
los Z como en los Y y en la mitad de los B. y;
Comparamos gráficamente la situación descrita para b) otra medial donde abundan los restos de talla. En este
los sílex de Urbasa de este nivel con la que posteriormente sentido se sigue similar estrategia que la denunciada
podremos inferir en III-superior (figuras 19 y 20): es fácil para el nivel IV, hasta el punto de que ubican el ho-
observar la desigual distribución que los mismos ofrecen gar en similar posición (recordemos que el C-14 no
entre uno y otro horizonte, con dos áreas de concentrac- observa distancia cronológica apreciable entre uno y
ción que, en profundidad, se hallan separados unos 15 otro episodio). Dado que entre una y otra facies, la
centímetros. de muescas y denticulados y la de geométrico, no se
524 ALFONSO ALDAY RUIZ
Figura 22: Isodensidades de los objetos arqueológicos de III-superior. Figura 23: Isodensidades de los restos faunísticos de III-superior.
lizamos un verdadero hogar, sobre el cuadro B2, es decir b) la fuerza de los sectores 1, 2 y 3 de los cuadros B1,
hacia el exterior del refugio, y sin que llegara a condicio- B2, B3 y B4 ya que, siendo colindantes, aglutinan 26
nar el espacio interno atrajo hacia sí una buena parte de piezas: esto es, una cuarta parte de la colección en el
las actividades cotidianas. 9% de la superficie excavada.
La figura 23 que refleja la distribución de los residuos Pero si del conjunto de la industria lítica retenemos las
faunísticos no se distancia del dibujo de isodensidades de piezas más significativas (dorsos, raspadores, raederas,
la totalidad de los ítems del estrato: no podía ser de otra geométricos y microburiles) los diagramas particulares
forma, puesto que aporta el 80% de la información ar- matizan el dibujo general. En detalle,
queológica. Aunque se sigue reservando el espacio junto a
la pared del abrigo para abandonar los huesos, las acumu- a) los raspadores, cuyo peso se acerca al 12% del inven-
laciones no son tan exageradas: así la banda Y y sectores tario de aperos retocados, se ubican claramente hacia
1, 2 y 3 de Z participa ahora con el 36% –ha descendido el exterior del refugio
nueve puntos respecto a III-inferior–. El resto de los sec- b) los cinco dorsos de A1.3 representan la totalidad de ítems
tores de Z, y varios de B2 y B4 alcanzan rangos altos (de localizados en este punto a lo largo de todo el nivel,
hasta 150-200) lo que supone una verdadera novedad.
c) es curiosa la distribución de las raederas por cuanto
La posición mayoritariamente exterior que presentan son mayoría en la banda B. De hecho a B2 pertenecen
los restos líticos no viene sino a reafirmar la tendencia ob- nueve de las catorce (el 64% de ellas), cuando las 23
servada desde el nivel IV (figura 24): sobre la banda B se piezas del cuadro supone sólo un quinto de toda la
recogió el 45% de los restos de talla (aquí la fauna es jus- colección de III-superior,
tamente un cuarto de la suma total del nivel), mientras que
la banda A alcanza el 25% (cuando en III-inferior repre- d) las muescas y denticulados también permiten, por su
sentaba al 44%). Los núcleos modales vamos encontrarlos ubicación, alguna reflexión, inevitablemente de tono
en el centro del cuadro B2, que organiza buena parte del menor al ser una categoría poco desarrollada en el
inventario silíceo y en A2.1: en la figura se define un cla- presente horizonte. Ocurre no obstante que se con-
ro triángulo (superior izquierda) con un rango de objetos centran junto a la pared del abrigo observando que se
muy bajo (entre 0 y 10). Por tanto también en el presente han clasificado como tales todas las piezas de Y3.4,
depósito distinguieron los habitantes de Mendandia entre dos de las tres de Y3.6, o las únicas de Y1.4, Y1.7 e
lugares de talla y retoque y depósitos para el abandono de Y1.8. Esta posición sobre el tramo más resguardado
la fauna, aunque ésta esté menos focalizada. del abrigo se opone netamente a la distribución gene-
ral de los restos de talla,
Individualizado los componentes retocados del ni-
vel III-sup, retendremos un dibujo sin nudos de especial e) los segmentos se disponen, en neta contraposición con
densidad, debido sin duda a lo escaso de la colección: el muescas y denticulados, sobre la banda B. Al contrario
gráfico resultante es en realidad escasamente uniforme. que en III-inf no observamos relación alguna entre los
Puede resaltarse tan sólo: geométricos y los microburiles –estos en retroceso–:
no son coincidentes en cuadros/sectores.
a) que B2 acumula un porcentaje no desdeñable de pie-
zas líticas, como también ocurre en el caso de las ce- Siendo numerosas la piezas retocadas del nivel alte-
rámicas; radas por fuegos, será alto el número de ocasiones en los
526 ALFONSO ALDAY RUIZ
Fig. 25. Hogar sobre el cuadro B2 del nivel III-superior. Figura 26: curvas de nivel iniciales del nivel II.
Figura 27: Isodensidades de los objetos arqueológicos del nivel II. Figura 28 Distribución de los carbones mayores del nivel II.
en los tramos sedimentarios inferiores: el primero con del horizonte. Nuevamente se aprovecha el espacio cercano
epicentro en Z1.4, Z1.5, Z1.6, Z1.8 y Z1.9; el segundo a la pared del abrigo para abandonar los restos de comida,
se desarrolla a partir de Y3.4 e Y3.5. Advirtamos que en aunque, como se vio en III-superior, con menos fuerza que
cierta medida el resultado deriva de la toma de rangos antes: Y más sectores 1, 2 y 3 de Z suponen un tercio de
de corto recorrido: de 25 en 25 unidades, cuando antes la colección –han perdido 3 puntos según lo conocido en
basculaban entre los 200 en 200 del nivel IV y los 50 III-superior, 12 con III-inferior y 25 con IV.
en 50 del III-superior. Pero también es producto de la
desigual posición que adoptan los restos paleontológicos Los productos resultantes de la talla del sílex ocupan
respecto a los líticos y cerámicos cuando la proporción una posición central sobre el área de excavación, tal y
entre los efectivos se va equilibrando: poco más de 4.800 como se desprende de la consulta de la figura 30: efecti-
elementos faunísticos por algo más de mil los silíceos y vamente mientras en Y apenas si se recuperaron objetos
casi 800 los cerámicos. Como consecuencia de la men- de esta familia y en B su rango es, mayoritariamente 5-10
cionada uniformidad distributiva la participación de las (aunque hay zonas de 10-15), la suma de A y Z alcanza
bandas Z y A serán muy parejas, respectivamente del 36 al 77% de la colección. La situación nos remite más a
y 32%, menor será la de Y, 21%, pues seis de sus sectores los parámetros de III-inferior que de III-superior. El foco
no fueron objeto de excavación, y la de B, tan sólo el modal esta centrado sobre Z1.9 y sectores contiguos de
12%, por que allí la ocupación o fue menor o restringida Z2 y A2.
a acciones que no dejan residuos aparentes.
El nivel II es el que menos rastros de fuego nos ha de-
jado de entre los que son analizados en este apartado: no se
detectó ninguna estructura de combustión (¿acaso levanta-
da sobre alguna área no afectada por nuestra excavación?)
y las señales térmicas sobre huesos y piedras eran menos
frecuentes. De las ocho decenas y media de carbones que
recogimos a mano (figura 28), 56 (justamente sus dos
tercios) pertenecen a la banda B, recordemos que era aque-
lla con escasez de materiales arqueológicos: se concentran
principalmente en B2.2-B2.8; B1.5-B1.8; y B3.4-B3.7. Si
tal distribución quiere indicarnos que por esa área se debió
encender algún fuego no podemos asegurarlo.
A primera vista la imagen de isodensidades de la fauna
del nivel II (figura 29) sería asimilable a la de la suma de
todo el inventario. En detalle se perciben diferencias me-
nores: la banda B sigue sin aportar demasiados vestigios,
y aunque el tramo central acumula bastante información la
concentración mayor se dará en Y3, rompiendo ligeramen-
te el equilibrio que habíamos definido: Y representa el 27%
de la fauna, cuando sumaba el 21% de todo el inventario Figura 29: Isodensidades de los restos faunísticos de II.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 529
En Mendandia, abrigo de tamaño grande para lo que es rio en el día a día de los grupos. Afecta así a buena
usual en el territorio, lo analizado nos permite observar: parte de los restos arqueológicos y llega a organi-
zar, al menos por momentos, los hábitos cotidianos
a) la deposición estática de los objetos arqueológicos:
de los asentados. Percibimos además en Mendandia
las asociaciones de sílex, según categorías industria-
una tendencia que habíamos observado también en
les o bases materiales, cerámica, huesos, cantitos,
Kanpanoste Goikoa: los hogares pertenecientes a los
lajas... aseguran la no migración interna del registro
niveles mesolíticos, IV y III-inferior en Mendandia y
prehistórico más allá de lo que sería habitual por las
III-superior en Kanpanoste Goikoa (no lo hay en su
acciones cotidianas del grupo asentado. No hay tam-
III-inferior) están más elaborados –en general círculos
poco alteraciones estratigráficas –pozos, madrigueras,
de piedras bien trabadas– que los pertenecientes a los
escondrijos...– que perturben a posteriori la correcta
horizontes neolíticos –donde solemos topar con man-
localización de las piezas. La ubicación de estas será,
chas de morfología circular u oval rellenos de placas
pues, un reflejo de las actividades realizadas en el si-
y piedras, pero sin un verdadero límite externo –más
tio.
allá de la propia mancha carbonosa–. Aunque es pron-
b) que los primeros pobladores tienden a reservar el es- to para aseverarlo con certeza, esta misma parece ser
pacio cercano a la pared del abrigo para el depósito de la situación que van describiendo los hallazgos que se
los restos de comida, pero según se avanza el tiempo, realizan en Atxoste. Es necesario, en cualquier caso,
ya en el Neolítico, se prefiere vivir más al exterior y no un estudio más detallado para explicar la relación en-
ser tan drástico en la separación de los espacios: así las tre la morfología de las estructuras y los usos de las
isodensidades de los materiales referidos a estas épo- mismas –o de los niveles en que están integrados–:
cas parecen indicar un desplazamiento hacia el norte ¿acaso están indicando unas estancias más duraderas
del abrigo. Si en un futuro fuera preciso recoger más en estos tipos de yacimientos en el Mesolítico que en
información sobre este periodo reexcavando el abrigo el Neolítico? Dentro de una semitalla concreta del ni-
debería actuarse sobre aquel lugar. vel IV se aislaron sendos hogares: uno sobre el cuadro
A2, bien elaborado atrayendo a su entorno restos de
c) que la gran masa ósea rescatada condiciona el resul-
talla, y otro en Z1, poco más que dos manchas carbo-
tado global de dispersión de los materiales de cada
nosas, asociadas a numerosísmos fragmentos óseos.
nivel, pero al detenernos en las familias específicas
¿Se destinaría este segundo para acciones de cocina
notaremos: (1) como en el horizonte IV restos de talla
mientras el primero busca obtener calor y luz para
y piezas retocadas adoptan distribuciones diferencia-
el grupo? También el hogar del nivel III-inferior, de
das, y entre estas últimas muescas y denticulados por
pobre arquitectura, se asocia a restos de comida.
una parte, y burilles por otra se van asociando entre
sí; (2) la fuerte relación entre geométricos y microbu-
riles del mesolítico geométrico; (3) que en la primera
fase neolítica, correspondiente a III-superior, cada
categoría industrial relevante tiende a aparecer en un
área concreta de la excavación, presentándose como
no casual la relación entre sílex de origen desconocido BIBLIOGRAFÍA
y laminitas de dorso, sílex éste, como el de Urbasa,
Alday, A. (dir), 1998, El depósito prehistórico de Kanpa-
fruto de alguna entrada puntual y controlada. Por otra
noste Goikoa (Vírgala, Álava). Memoria de las
parte en el horizonte también la cerámica concentra
actuaciones arqueológicas 1992-1993, colección
sus efectivos sobre áreas concretas del yacimiento
Memoria de yacimientos alaveses, 5, pp. 161-172.
–como ejemplo más paradigmático puede citarse la
dispersión de los fragmentos del recipiente con de- Cava, A., 1988, “Ocupaciones de la prehistoria reciente
coración mediante dos líneas incisas paralelas; y (4) en Urbasa, Navarra”, en Trabajos de Arqueología
que sin estar tan claro el desarrollo espacial en la capa Navarra, 7, pp. 25-117.
II, alguna diferencia se estableció al dinstinguir dos
Hodder, I, y Orton, Cl, 1990, Análisis espacial en arqueo-
zonas: una para el tratamiento de lo cazado, otra vin-
logía, Crítica, Barcelona, 295 págs.
culada a restos de talla y piezas líticas. En cualquier
caso perduran un par de constantes apuntadas en el Marsac, Ph, 1985, “Questions de methodologie
estrato subyacente: las aportaciones menores de sílex d’analyse des sols d`habitats: l’exemple d’une
alóctonos y la acumulacón de los fragmentos alfare- strcture du Néolithique final du Languedoc” en
ros. L’Anthropologie, 89, 4, 561-567.
d) que para cada uno de los niveles litoestratigráficos Orton, Cl., 1988, Matemáticas para arqueólogos, Alianza
definidos, el fuego fue un ingrediente vital, necesa- Universal, Madrid, 257 págs.