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EL CAMPAMENTO PREHISTÓRICO

DE MENDANDIA:
Ocupaciones mesolíticas y neolíticas
entre el 8500 y el 6400 b.P.

ALFONSO ALDAY RUIZ


EL CAMPAMENTO PREHISTÓRICO
DE MENDANDIA:
Ocupaciones mesolíticas y neolíticas
entre el 8500 y el 6400 B.P.

ALFONSO ALDAY RUIZ

COLABORADORES
G. Adán; A. Cava; P. Castaños; R. Domínguez; J. Fernández Eraso; M. García Díez;
M. J. González Amuchástegui; M. J. Iriarte; C. Mazo; L. A. Ortega; L. Peña-Chocarro; A. Tarriño;
I. Yusta; L. Zapata y M. C. Zuluaga.

Beca de investigación José Miguel Barandiarán 1998


La Beca de Investigación José Miguel de Barandiarán está patrocinada
por el Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca,
el gobierno de Navarra y las Diputaciones de
Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.

HEZKUNTZA UNIBERTSITATE DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN


ETA IKERKETA SAILA UNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN

FICHA BIBLIOGRÁFICA RECOMENDADA

ALDAY RUIZ, Alfonso


El campamento prehistórico de Mendandia: ocupaciones mesolíticas y
neolíticas entre el 8500 y el 6500 B.P. / Alfonso Alday Ruiz ; colaborado-
res G. Adán... [et al.] . – Ataun: José Miguel de Barandiarán Fundazioa;
Vitoria - Gasteiz: Diputación Foral de Alava, 2005

660 p. : el col y n . – (Colección Barandiarán; 9 )


ISBN .....

1. Mendandia (Condado de Treviño) – Excavaciones arqueológicas


2. Mesolítico
3. Neolítico I. Adán, G. II. Fundación José Miguel de Barandiarán III.
Diputación Foral de Alava

903 (460.182 Treviño) “633/634”

Edita: Diputación Foral de Álava


Departamento de Cultura, Juventud y Deportes.
ISBN: 84-7821-608-1
Depósito Legal: VI - 189/05
Fotocomposición: Arriaga Fotocomposición, S.L.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 511

Capitulo 18

LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA:


ESPACIOS DE USOS Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN
Alfonso Alday Ruiz

Resumen
Trabajando nivel por nivel sobre la totalidad de los bienes arqueológicos se trata de observar regularidades en
la distribución de los materiales, con el fin de determinar áreas de usos diferenciados en el espacio interior del
abrigo, y su variación en el tiempo. Nos basamos en el análisis de superficie mediante generalización de cua-
drícula con especial incidencia a los restos de fauna, líticos –tallados y no– y cerámicos. En general se retienen
espacios dedicados al abandono de desperdicios –junto a la pared del abrigo–, a la generación de hogares –con
o sin delimitación de estructuras– e incluso posibles áreas para la talla del sílex. Las asociaciones entre, por
ejemplo, fragmentos cerámicos que casan entre sí, son argumentos añadidos que confirman la escasa migración
postdeposicional de los elementos arqueológicos, asegurando la buena conservación del depósito.

1. EL MÉTODO DE TRABAJO tuno, a la distribución que alcancen en superficie o por


Y SUS POSIBILIDADES EN MENDANDIA profundidades, las distintas materias primas líticas –en
Parece lógico pensar que los habitantes de Mendandia especial las de origen alóctono, muy minoritarias, según
usaron de manera diferencial las diversas áreas del amplio los recuentos establecidos por A. Tarriño completados
abrigo para la realización de tareas específicas, organi- con reflexiones propias–. El ensayo cruzará los datos
zando así mínimamente el espacio interno a todo lo largo sincrónicos, de supuesta contemporaneidad, y diacró-
de las sucesivas ocupaciones: reservando tal vez una parte nicos, para examinar la evolución habida con el paso del
para la transformación de las materias primas acarreadas, tiempo. Se entiende que la sedimentación condicionada,
otra para la manipulación y el consumo de los alimentos, provocada, o seleccionada, por el grupo humano en cada
aquella para la realización de áreas de combustión, la de una de las fases de ocupación, determina en alguna medi-
más allí para el descanso... Pretendemos ahora la evalua- da el establecimiento de la siguiente visita, por lo que el
ción espacial, sobre la superficie objeto de excavación, de ensayo puede servir, por añadidura, en la comprensión de
los diferentes elementos arqueológicos, reales y latentes, los fenómenos estratigráficos locales. Podemos adelantar
que concatenados entre sí tal vez dejen entrever cómo aquí que en este estudio, ciertamente minucioso, no se
pudo acotarse el campo interior del yacimiento. En el han detectado migraciones de lotes materiales, más bien
ensayo se atenderá principalmente a: al contrario, las asociaciones que se describirán garanti-
zan la correcta deposición de los objetos: agrupaciones
– la distribución de los distintos lotes materiales según cerámicas, de piezas líticas, de masas silíceas... vacíos y
las unidades culturales que se han aislado –los niveles / o concentraciones en torno a hogueras avalan lo estático
estratigráficos– o, en casos específicos, según tramos de la deposición arqueológica.
de excavación –semitallas de trabajo–. Con el ánimo de
observar sí en la dispersión de los componentes prehistó- – la ubicación, potencia y diseño de las arquitecturas,
ricos existe voluntariedad humana definible (previsión) bastante simples, que sucesivamente construyó el hom-
o si, por el contrario, esta es azarosa, expresaremos grá- bre. En este sentido, las únicas estructuras detectadas
ficamente a la manera de un mapa de isobaras (en rea- en el proceso de excavación de Mendandia fueron del
lidad una cartografía de curvas de nivel uniforme) los tipo hogares –en sus diferentes tipologías–. Quizá los
valores faunísticos, de la industria lítica retocada y no, propios caracteres de habitablidad del refugio, su am-
del componente cerámico y de las masas carbonosas, se- plitud y la presencia de una visera amplia que resguarda
gún creamos conveniente en cada caso particular por su con suficiencia de las inclemencias meteorológicas, ex-
significado. Se atenderá también, cuando se estime opor- cluía la necesidad de elaborar cierres o paramentos más
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complejos como sabemos que hicieron en Atxoste, y por encontrarse junto a la pared del abrigo, multiplicamos
sospechamos hubo en Kanpanoste Goikoa, a tenor de la el valor real por un factor de corrección que atiende al
ubicación de los fuegos de su nivel III. Como se reitera, tamaño cierto de la unidad de medida.
ambos campamentos citados y el propio de Mendan- Tres consideraciones de partida habrán de tenerse en
dia, comparten secuencias cronoculturales y modelos cuenta antes de leer los datos que la analítica nos ofrezca:
de ocupación y gestión del territorio circundante.
– La superficie de excavación fue de 13 metros cuadra-
Si bien se han dado a conocer en la bibliogrfía espe- dos, quizá demasiado pequeña como para generalizar
cializada diversos modos de análisis de superficie, he- las conclusiones que se obtengan a la totalidad de lo
mos optado por la técnica llamada de generalización de que pudo ser el yacimiento. Supone tan sólo una cuarta
cuadrícula: aquella que en el cálculo de densidad de los parte del área techada del abrigo, cuando estimamos se
artefactos de una cuadrícula dada atiende al promedio de ocupó la totalidad del mismo y tal vez de una parte, no
la densidad absoluta de las adyacentes (por media sim- desdeñable y no cubierta, de la terraza donde se asien-
ple o por interpolación estadística generando una media ta. Las tareas de campo afectaron, aproximadamente,
móvil). Los fundamentos básicos del sistema ya fueron al centro del abrigo, de visera más desarrollada y con
ensayados en la memoria de Kanpanoste Goikoa (Alday mayor luminosidad, lo que por supuesto no excluye
1998), donde, además, se discutieron varios de los pro- que en zonas no trabajadas por nosotros se oculten ele-
blemas inherentes al método (fundamentalmente sobre la mentos representativos de actividades no detectadas.
elección de la trama de medida)1. El propio sistema de ex- Debe retenerse también el hecho de que en todos los
cavación seguido en Mendandia nos marca, y condiciona, cuadros abiertos la potencia particular de cada uno de
el camino metodológico a seguir. Tomamos como unidad los niveles era aproximadamente idéntica –excepto en
de gestión de análisis de superficie los propios sectores en sectores concretos de la banda Y como se expone en el
que fueron divididos los cuadros de la grille: áreas de 33 capítulo que refiere los valores sedimentológicos del
por 33 centímetros de extensión. En el proceso de retirada lugar– sin que hallamos atisbado discontinuidades o
de las tierras la toma de datos (profundidades iniciales y vacíos lineales. En la lectura de los datos deberá tenerse
finales de cada semitalla, coordenadas relativas, mues- siempre presente que los sectores tocantes a la pared
treos de sedimentos, recuentos malacológicos...) dependía del abrigo –sectores 1, 2 y 3 de los cuadros Y3, Y1 e
directamente de esta división, considerando los espesores Y2– contaban con una superficie menor –y variable por
ideales de exhumación cinco centímetros –de no topar con semitallas según la morfología que adoptara la pared
discontinuidades litoestratigráficas que exigían un mayor del refugio– que el resto de las unidades de excavación:
detalle–. Aunque se han diseñado métodos de trabajo más tal hecho distorsiona los mapas de densidad mostrando
complejos –por ejemplo a partir de círculos superpuestos una tendencia ficticia, de menor densidad. En aquellos
(Marsac 1985)– el que nosotros usamos nos permite una puntos debieran tal vez corregirse al alza –proporcio-
reconstrucción suficientemente fidedigna del reparto de nalmente según la superficie no excavada– los cómpu-
los ítems prehistóricos (tal y como los hallamos durante tos de materiales –se anotará en el texto los casos en los
las tareas de campo) y así mismo proponer diversas aso- que así se haya operado–.
ciaciones entre ellos. Y si bien puede cuestionarse, como
inherente al método, el tamaño de la trama y los rangos – Tratamos cada unidad estratigráfica como un conjun-
de medida (de 10 en 10, de 20 en 20...) el uso de idénticos to distribuyendo la totalidad de sus efectivos líticos,
principios en cada horizonte sedimentológico2 permitirá cerámicos o faunísticos, cuando en realidad supone-
cuando menos contrastar el empleo que del recinto hizo mos que la ocupación de Mendandia fue estacional
cada uno de los grupos que en él se estableció. –nomadismo recurrente–, tal y como parece demostrar
la pirámide de edad del componente faunístico. Así se
Respecto a lo que en su tiempo hicimos en Kanpano- fueron acumulando sin interrupción los residuos de su-
ste Goikoa hemos automatizado las rutinas con la ayuda cesivas visitas de duración variable –y puede suponerse
de diversas soluciones computerizadas. La versión infor- la llegada de grupos de composición numérica distinta
matizada del inventario de excavación –bajo el programa en cada caso– que nosotros evaluamos en bloque. Nos
File Maker– nos permite extraer con agilidad y fiabilidad es imposible discriminar lo perteneciente a cada una
los datos requeridos –de conjunto y específicamente de de estas visitas– ni siquiera, como es obvio, fijar su
industria lítica, cerámica, faunística y por niveles según número– sólo pretendemos marcar las tendencias gene-
vamos deseando– siendo sus valores absolutos trasladados rales de los grandes episodios industriales (mesolíticos
por el programa a la propia cuadrícula de excavación. Los pregeométricos, geométricos y neolíticos), nada más.
recuentos son exportados a una hoja de cálculo –hemos En casos concretos, aunque no lo reflejemos siempre
preferido por su universalidad el programa Excel– desde en la presente memoria, tratamos con unidades meno-
la cual pueden diseñarse con facilidad los gráficos de ten- res –con semitallas– para detallar asociaciones que nos
dencia. En ocasiones concretas los valores absolutos de parecieron significativas u observar acumulaciones
lo recogido en un sector deben se corregidos para obtener materiales llamativas. No es descabellado pensar que
una muestra homogénea. Por ejemplo: cuando la exten- quienes acuden reiteradamente a Mendandia aprove-
sión total de un sector es menor de 33 por 33 centímetros chan las estructuras y los espacios ya hablitados (quizá

1
Puede ser de interés la consulta de varios textos que se han ocupado en profundidad del tema: Marsac 1985; Orton 1988 y Hodder y Orton 1990.
2
Reflexionaremos sobre lo observado en los niveles IV, III-inferior, III y II, excluyendo tanto el V como el I.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 513

poco tiempo antes por ellos mismos): los hogares aún Recordemos, como se apunta al describir los caracte-
en condiciones, los basureros, los camastros... res sedimentológicos del yacimiento, nuestra convicción
sobre que el espesor de los horizontes sedimentarios de
– Es cierto que en la distribución de los útiles arqueo-
Mendandia se relaciona estrechamente con la intensidad
lógicos es mucho lo que se debe a la acción humana
y duración de los asentamientos: es escaso el aporte de
–generadora de la propia sedimentación–: al desarrollo
elementos naturales durante el proceso de formación de
de actividades concretas y repetidas en el sitio (talla,
los estratos y mucho lo que se debe a acciones antrópi-
carnicería, cocina...) y a su voluntad por delimitar espa-
cas –de hecho una vez abandonado el lugar y hasta la
cios. Además, habrán de tenerse en cuenta los procesos
actualidad apenas si se ha formado suelo alguno–. Los
postdeposicionales que afectaron al yacimiento. En el
histogramas granulométricos de los cuatro horizontes que
caso concreto de Mendandia debe anotarse que:
aquí se consideran, definen una estructura polimodal que
a) la horizontalidad de los sedimentos –sin apenas bu- descarta la presencia de un agente sedimentario claro, y
zamiento– elimina los riesgos de migración de los de origen natural, en la génesis de los depósitos.
objetos arqueológicos. Retengáse que ni los sílex, ni
Como ejercicio evaluatorio inicial hemos dispuesto en
los restos óseos, ni las cerámicas, citando los ítems
la gráfica adjunta (figura 1) el cómputo de las evidencias
mayores, muestran estigmas de rodamientos en sus
líticas no retocadas según las semitallas de excavación
bordes o superficies;
en los cuatro niveles centrales del abrigo: el tramo ini-
b) el grado de conservación de los materiales parece cial (1) corresponde a la cota –95 / –100 y el final (16) a
ser en general bastante óptimo –recordemos que se –170 / –175. El límite entre los niveles II y III-superior
cuentan por decenas de mil los residuos faunísticos y se da, aproximadamente pues depende de la potencia de
líticos–, aunque sospechamos una pérdida significati- los estratos en cada sector, hacia las semitallas 3 y 4; entre
va de información para los restos más perecederos3; III-superior y III-inferior hacia las semitallas 5 y 6; por
fin entre III-inferior y IV hacia las semitallas 9 y 10. Ad-
c) fue constante el hallazgo en cada uno de los estratos
virtiendo que hay un sesgo en la información presentada
de abundantes raicillas, pero en general de tan esca-
–pues lo correcto hubiera sido tal vez sumar los efectivos
sas dimensiones que no puede pensarse provocaran
cerámicos para los niveles II y III superior, fases en las
remociones significativas. Mayor poder distorsiona-
que la industria lítica entra en receso tomando significado
dor habría que conceder a los moluscos terrestres: se
protagonismo la alfarería– puede apuntarse que:
enterraron para hivernar en colonias muy localiza-
das, en extensión y profundidad, por lo que es fácil – Será en las semitallas inferiores, entre 10 y 16, cuando
aislar las áreas sobre las que influyeron y detectar se haga notar una mayor actividad en la producción
en estos puntos, si los hubiera, movimientos entre lítica. Coincide dicho tramo con la formación del nivel
los materiales. IV, momento que registra, además, un importante nú-
mero de restos faunísticos –cerca de 50.000 fragmen-
Para una evaluación más justa del reparto en superfi-
cie de los restos prehistóricos debe de tenerse en cuenta
la potencia de cada nivel estratigráfico, y de la posible
presencia en ellos de elementos particulares –depresiones
u hoyos, costras, encharcamientos...– que lo alteren. El
asunto ya fue anotado por Marsac, proponiendo alguna
solución al respecto. En Mendandia excepto por un par
de bolsadas en el contacto entre los niveles V y IV que
engrosan puntualmente su tamaño (Capítulo 2 figuras 3 a
6 y forografías 4 a 7), más los restringidos procesos bre-
choides junto a la pared del abrigo, no hay discontinuida-
des litoestratigráficas dignas de mención. En el presente
capítulo se irán ofreciendo a la manera de curvas de nivel
(figuras 2, 15, 21 y 26) las profundidades de inicio de
cada uno de los estratos con un doble fin:
a) observar el grado y dirección de los buzamientos –si
existen– dado que pudieran condicionar las acumula-
ciones;
b) comprobar el espesor de los horizontes en cada punto,
Figura 1. Representación gráfica del volumen de los restos silíceos no reto-
cotejando los datos que suministramos para cada uno cados en los tramos centrales de la excavación: obsérvese el peso del nivel
de ellos. IV y el descenso posterior de las evidencias.

3
Anotamos como hipótesis el uso frecuente de la madera al menos entre los habitantes del nivel IV, dado el tipo de útiles líticos que desarrollan. Tampoco ha
sido abundante la recogida de semillas, de restos de frutos o de pequeños carbones, a pesar de los esfuerzos acometidos que nos llevó a flotar una parte de
los sedimentos, ni del polen –muy escaso en la columna levantada-. La propia naturaleza de los sedimentos nos informan de su carácter grasiento y la parti-
cipación importante de material orgánico, tal y como revelan fehacientemente los muestras analizadas por la geomorfóloga Mª. J. Gongález Amuchástegui
y el geólogo Iñaki Yusta. La descomposición de esta importante masa cárnica quedará integrada como factor activo en la propia estructura sedimentaria.
514 ALFONSO ALDAY RUIZ

tos–. Debió ser el período de ocupación más activa en


Mendandia, y, como veremos, en el se han detectado,
quizá no casualmente, las estructuras de combustión
más elaboradas y en mayor número.
– El lugar de Mendandia gozaba aún de bastante interés
durante el mesolítico geométrico –nivel III-inferior–.
Las semitallas que se corresponden con esta unidad in-
dustrial aportan aún abundante información. Quizá en-
tonces las visitas fueron menos numerosas, la potencia
del estrato es menor, o sus fines eran más específicos
–desciende el número de los restos de talla bien por que
decayó tal actividad o bien por que las técnicas emplea-
das dejasen menos residuos–4. Los hogares detectados
en el área excavada están menos consolidados que los
conocidos en el nivel IV.
– Descienden muy notablemente los restos líticos con la
llegada del Neolítico: ahora bien si sumáramos aquí
el componente cerámico –que tiene sin duda un gran
significado cultural– la curva adoptaría un perfil menos Figura 2: curvas de nivel iniciales del nivel IV.
acusado. Parece no obstante que siguiendo la regresión
vista entre los horizontes IV y III-inferior, también aho-
ra va decayendo el interés por el abrigo, o se fueron
espaciando sus visitas –aunque como juzgaremos más
adelante, de posible mayor duración–: en el volumen al capítulo 2, el muro del estrato varía en su profundidad
de los restos óseos se hace notar este descenso, pues los según zonas: alcanza sus cotas más bajas sobre la banda
pertenecientes a momentos mesolíticos suman 64.161 B, una posición intermedia sobre A y Z –donde topamos
fragmentos (77,8%) y los del neolítico 18.328 (22,2%). en contacto con el nivel V con brechas fuertemente ce-
Los fuegos que se encontraron durante las tareas de mentadas– y las más altas en Y, detectándose bolsadas en
campo no se caracterizaron precisamente por su solidez, Y1 y Z3. Dicho buzamiento Oeste-Este no es, empero,
ofreciendo una imagen de mayor provisionalidad. muy pronunciado, está originado por los caracteres del
estrato V, y no condiciona la posición de los elementos
En resumen, tras unos asentamientos aparentemente arqueológicos5. A techo el nivel gana notablemente en
esporádicos –recogidos sobre el estrato V– conoce Men- horizontalidad –véase la figura 15– sin apenas desniveles.
dandia una intensa ocupación a lo largo de todo el Me- El hallazgo de 13 cantitos rodados de cuarzo de pequeñas
solítico de muescas y denticulados. Sin interrupciones
dimensiones, seleccionados en sus dimensiones y recu-
llamativas se regresa con frecuencia al lugar a lo largo
perados en sectores contiguos (nueve en B2, tres en B1
del Mesolítico geométrico y durante el Neolítico antiguo,
y otro en Z1) y a similares profundidades es, probable-
y aunque parecen ir disminuyendo el ritmo de las activi-
mente, ejemplo de la escasa movilidad de los objetos ar-
dades no deja de ser este refugio el que mayor número
de evidencias prehistóricas nos ha dejado, para aquellas queológicos, al menos en aquel punto: la observación será
épocas y en ese territorio –teniendo en cuenta lo publica- completada con varios datos más que iremos aportando
do hasta la fecha–. en esta misma sección
Contrariamente a lo que pudiera suponerse atendiendo
a los caracteres generales descritos, el mayor espesor del
horizonte hacia el este del abrigo no supondrá un acúmulo
de evidencias prehistóricas sobre este lado: es justamente
2. ESPACIOS DE USO Y ARQUITECTURAS DE al contrario, la concentración material es llamativamen-
COMBUSTIÓN SOBRE EL HORIZONTE IV te más compacta cuanto más nos acercamos a la pared
del abrigo (figura 3), dato que, al no poder ser explicado
2.1. La distribución de los materiales arqueológicos por fenómenos postdeposicionales, deja traslucir inten-
Ya se ha informado que el nivel IV parece represen- cionalidad antrópica. Como se observa claramente en
tar el momento de mayor intensidad en la ocupación la mencionada figura las matrices modales se ubican en
de Mendandia, y que, así mismo, es el de potencia más Y3, Y1-Z1 e Y2 –y las diferencias respecto al resto de
desarrollada. Como puede observarse en la figura 2, y los sectores serían mayores de haberse podido excavar al
comprobarse en los cortes estratigráficos incorporados completo los sectores 1, 2 y 3 de la banda Y, en realidad

4
La relación entre restos de talla y piezas sobre sílex es aquí de 15,3 por 30,9 en IV, 11,1 en III-superior y 11,7 en II.
5
De hecho, considerando la totalidad del estrato, no va a ser en la banda B –la más espesa, específicamente en B2 y B4- donde se acumule el grueso de la
información.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 515

Figura 3. Disposición de la totalidad de los elementos arqueológicos sobre Figura 4. Disposición de la totalidad de los elementos arqueológicos sobre
el nivel IV el nivel IV aplicando factores de corrección

apenas si tocados6–. Desde la pared, y progresivamente,


va descendiendo el número absoluto de los restos: los
moradores de Mendandia preferían entonces las áreas más
resguardadas del refugio, seguramente por que el grado de
humedad era entonces más acusado que en la actualidad,
y por tanto, también la necesidad de protegerse.
Se hace notar, no obstante, un vacío llamativo sobre
el centro del cuadro Z2, lugar donde las evidencias por
sector se sitúan en el rango 200-400. La presencia de un
fuego en cubeta en ese lugar, más la cercana existencia, en
A2, de un hogar circular bien delimitado explica tal fenó-
meno: esta última estructura, más que la primera, parece
condicionar en alguna medida el uso de las distintas áreas
del yacimiento. El hogar se encontraba abierto hacia el
oeste, al haber perdido parte de su arquitectura, por lo que
una buena parte de los restos carbonosos mayores, aque-
llos que fueron recogidos a mano durante el proceso de
excavación, se posicionaban precisamente sobre Z2 (fi-
gura 5) –más adelante queda reflejada la distribución ma-
Figura 5. Distribución de los carbones mayores sobre el nivel IV.
terial en torno a este fuego–. En cualquier caso la mayoría
de los restos líticos y una buena parte de los faunísticos
están afectados por alteraciones térmicas, independien-
temente del lugar de hallazgo, dado que fue constante el
encendido de fuegos –poco más adelante describimos, en
como verdadero tapiz óseo en los respectivos diarios de
este mismo capítulo, las unidades de combustión–.
los cuadros, la situación que encontrábamos al excavar
Tomando como punto de reflexión el mapa de isoden- aquella zona –especialmente entre las cotas –135/–140 y
sidades que recoge la distribución de la fauna en este nivel –140/–145 (Capítulo 20 fotografía 1)–. Da la sensación de
(figura 6), se deduce con facilidad cómo la organización que los habitantes de Mendandia usaban el área colindan-
de los elementos arqueológicos en el estrato IV está con- te a la pared del abrigo como basurero, donde acumulaban
dicionada por la abundancia y disposición de los restos fundamentalmente los restos de comida, a pesar de que
óseos. Efectivamente, los residuos ososos se acercan a los podían ser arrojados o abandonados con facilidad sobre
50.000 efectivos, por 13.000 de la industria lítica –retoca- cualquier punto de la amplia terraza, y despejar así una
da y no–: el 58,5% de la fauna se recogió sobre la banda de las zonas más protegidas del yacimiento a la par que
Y y sectores 1, 2 y 3 de la banda Z. De hecho definíamos evitar los fuertes olores que provocaría la descomposición

6
La figura 4 muestra el dibujo de isodensidades usando los factores de correción para los sectores cuya superficie era menor a 33 por 33 cms. dada la
existencia de costras o a la progresión de la pared del abrigo. Se observa entonces una distribución más homogénea, sin vacíos llamativos junto a la pared
del refugio.
516 ALFONSO ALDAY RUIZ

Figura 6.– Isodensidades de los restos faunísticos del nivel IV. Figura 7.– Isodensidades de los restos faunísticos del nivel IV aplicando
los factores de corrección.

actividades de talla se focalizaban sobre el área central


de la superficie excavada: los núcleos modales están lo-
calizados hacia A3.5-A3.6, A1.3 y A2.28. La banda B,
proporcionalmente con escasez de elementos faunísticos,
tiene ahora una presencia notable, específicamente B29.
Por otra parte al cotejar los restos de talla con las pie-
zas retocadas observaremos algunos puntos de interés.
No será ahora la banda A quien aglutine los items, sino
la Z (acumula 119 objetos frente a 66 de A), siendo espe-
cialmente intensa la reunón de materiales en Z3, sectores
1, 7 y 8. Sin que de ello estemos seguro puedan derivarse
consideraciones específicas, no queremos dejar de anotar
cuales son lás áreas que centralizan buena parte de los
útiles retocados, diferenciándose hasta tres: Y3.9 + Z3.1
+ Z3.2 + Z3.3; Y1.9 +Y2.7 + Y2.8 +Y2.9 +Z1.3+ Z2.2;
B1.9 + B2.7 + B2.8 + B2.5 + B2.9. Es decir en las áreas
Figura 8: isodensidades de los restos de talla sobre el nivel IV
interiores (dos casos) y exteriores del abrigo, estando, lla-
mativamente libre de objetos retocados el área central de
la excavación (muy especialmente el cuadro A1 y parte de
A2 y Z2), donde denunciábamos un importante número
de restos de talla.
de una masa cárnica de tal magnitud7. Otra opción sería
el abandono de los despojos una vez descuartizadas las Ampliamos el ejercicio sobre distribución de las evi-
presas para su posterior transporte a otros campamentos dencias materiales fijándonos en lo que de particular pu-
del grupo. dieran indicar la disposición de las categorías mayores
entre los utensilios:
En contraposición a lo descrito sobre la fauna de este
horizonte significativo es, a nuestro entender, la dispersión a) los denticulados, que aportan la mayor cantidad de
que alcanzan los restos líticos en el estrato. La siguiente información del nivel, se ubican sobre dos claros fo-
figura (figura 8) expresa las isodensidades de los restos cos: el primero, muy llamativo, en el cuadro Z3 y su
líticos no retocados: se observa un claro desplazamiento prolongación por Y3.9 reuniendo en torno al 25% de
hacia la banda A, de donde pudiéramos deducir que las todos los denticulados del nivel (recordemos que esta

7
Y como se aprecia en la figura 7, la acumulación de restos faunísticos sobre la pared del refugio es mayor si en vez de atender a los valores absolutos apli-
camos los correspondientes factores de corrección
8
El área marcada de la banda A supone un 4,3% de la superficie excavada cuando acopia el 37% de la información de los restos líticos no retocados.
9
En B3 localizados procesos de encharcamientos sobre los sectores más orientales, al quedar parcialmente desprotegidos de la techumbre, explican la
parquedad de su registro material.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 517

era, precisamente, una de las áreas con más sílex re-


tocados); el segundo, de menor densidad, gravita en
torno a Z2.9. Conviene indicar que tales asociaciones
no serán compartidas por las restantes categorías in-
dustriales.
b) los perforadores, al conformar una categoría con poca
representatividad, no puede ofrecer seguras pautas de
distribución, pero sí interesa retener la existencia de
dos núcleos principales: en Y2, sectores 7, 8 y 9; y en
B2, sectores 4 a 9. Sobre el primero serán abundanes
también los restos faunísticos, siendo escasos en el
segundo, por lo que es aventurado trazar una relación
entre ambos componentes.
c) los buriles son categoría ciertamente minoritaria en-
tre la colección lítica del nivel IV, y sin embargo su
distribución, en extensión y profundidad, aporta ca-
racteres muy propios. Así 7 de ellos, sobre los nueve
de la colección, pertenecen a siete de los dieciocho
sectores de Z1 y Z3, y fueron hallados prácticamen-
te a las mismas profundidades (entre dos semitallas),
fabricándose indiferentemente en sílex de Loza y de
Treviño. Los dos buriles restantes se rescataron, con-
juntamente, en B2.8, y también usaron como materia
prima recursos locales. ¿Estaremos asistiendo a dos
momentos de específica fabricación o uso de buriles
en el transcurso de formación del estrato? No se nos
ocurre con que tipo de actividad pudieran asociarse.
En la relación que pudiera establecerse entre materias
primas y categorías industriales del nivel no es fácil dis-
cernir caracteres singulares:
a) porque sobre sílex de Urbasa, del Flysch o de oríge-
nes desconocidos –pero alóctonos en su mayor par-
te– se elaboraron tanto raederas como truncaduras,
denticulados, perforadores, raspadores geométricos
y dorsos;
b) porque su distribución en el área objeto de excavación
no oferta núcleos densos: dos casos en Y2, cuatro en
Z1, tres en Z3 –siempre para muescas–, uno en A2,
dos en A3, uno en B1, uno en B2 y uno más en B3. Es
apreciable una posición “extendida” para estas masas
silíceas de procedencia no inmediata;
Figura 9. Hogar en el cuadro B4, nivel IV.
c) porque se hace notar su presencia, en aproximada
regularidad, a lo largo de toda la potencia del nivel:
citando los casos extremos desde la cota –140 hasta
–169; grasienta a las tierras: en la mayor parte del material se
d) porque sólo para el caso del sílex de Urbasa puede reconocen señales de dichas prácticas –en el sílex deshi-
anotarse alguna peculiaridad ya que: sobre esa base dratación, presencia de cúpulas y fisuras, alteración de los
material se confeccionaron dos de los geométricos del colores, en hueso ennegrecimiento de las superficies–. La
nivel –es decir su mitad–; tres de las cuatro evidencias recogida de carbones era constante durante la exhumación
se localizaron en aproximadamene la misma profundi- de las tierras –figura 5– y se multiplicaba en aquellos cua-
dad (entre –149 y –152) para cuadros contiguos, dan- dros que fueron flotados para conseguir determinaciones
do la impresión de un mismo momento de llegada. antracológicas y carpológicas.
Se han podido aislar espacios que se corresponden con
lugares donde las hogueras fueron más intensas o estaban
2. 2. Las estructuras de combustión más consolidadas. A saber:
El uso del fuego fue habitual a todo lo largo de la for- – en B4, entre –165 y –175 (figura 9): se delimitó centra-
mación del nivel IV, de hecho en zonas aporta una textura da sobre el sector 8 del cuadro, más prolongaciones por
518 ALFONSO ALDAY RUIZ

el 5, 7 y 9, para introducirse en el cantil este. La mancha


carbonosa tiende a lo circular con un eje norte-sur de
unos 60 centímetros en su máximo desarrollo por, le
calculamos, unos 50 en la dirección este-oeste. Se le
asocian piedras calizas –de unos 10 centímetros aunque
las hay mayores– a la manera de lajas en unas ocasio-
nes y de cantos rodados en otras: más que delimitar la
periferia del fuego, si en algunos casos, se incorporan
a su interior.
– en Y3 sobre la semitalla –135/–140: el sedimento ad-
quiría una coloración negruzca muy intensa asociada a
varios restos carbonosos –y también a una gran cantidad
de fauna, de hecho era el sector con mayor presencia de
huesos en este tramo–. En sus inicios denunciamos una
concentración de clastos calizos que, por su ubicación,
no sabemos si realmente formaban parte del fuego, en
cualquier caso no llegaban a conformar anillo alguno u
otra morfología discernible.
– en Z1 en la semitalla –145/–150: más que verdaderos
hogares lo que pudo aislarse fueron sendas manchas
oscuras de tierra carbonosa sobre los sectores 1 y 9. A
ninguna de las dos pudimos asociar estructura pétrea
alguna. Tal vez se trataron de fuegos muy ocasionales,
o restos de rescoldos apartados.
– en Z2 sobre tres semitallas contiguas, –160/–165,
–155/–160 y –150/–155 (figura 10), prácticamente so-
bre la base del nivel. Centrado sobre los sectores 1, 2 y
3 con prolongaciones sobre el 5 y el 7, 8 y 9 del cuadro
Y2. De disposición en cubeta oval algo deformada al-
canza unos diámetros máximos de en torno al metro y
una potencia de 18/20 centímetros. De base restringida
va ampliando su superficie: localizamos algunas rocas
calizas en el interior del fuego –con señales muy evi-
dentes de haber sido sometidas a altas temperaturas– y
unas pocas y de pequeño tamaño se ubicaban en su pe-
rímetro. Como puede consultarse en la figura 5 sobre
esta superficie, en esas profundidades, se encuentra la
concentración más densa de los carbones recogidos a
mano.
– en A2, sobre la semitalla –145/–150, en los centíme-
tros de cierre del estrato, si bien los restos carbonosos
afectan también a los tramos 150/155 y, parcialmente
155/160. La delimitación del hogar es muy nítida (figu-
ra 11 y fotografía 1) tanto por la coloración diferencial
de las tierras según los sectores estén o no afectados,
como por la textura de la matriz. Un círculo de lajas y
cantos calizos fijaba la estructura del hogar: con unos
70 centímetros de diámetro lo encontramos abierto,
extendido, hacia el oeste, pues faltaban varias de las
rocas que lo cerraban. Interpretamos tal circunstancia
como fruto de alguna limpieza intencionada –¿se abrió
y vació conscientemente el hogar?–. Parece se puso
cuidado en la selección de las piedras, seguramente re-
cogidas en las inmediaciones, siendo mayoritarios los
cantos rodados de entre 10 – 15 centímetros de longi-
tud por unos 5 – 10 de anchura. No los hallamos muy
trabados entre sí tal vez por que las altas temperaturas
alcanzadas deformaron la propia arquitectura: la mayor
parte de los cantos estaban fracturados por el fuego, Figura 10. Hogar en Z2, nivel IV.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 519

Figura 11. Hogar en A2, nivel IV

y sus fragmentos ligeramente desplazados. Los restos


arqueológicos de su entorno presentan alteraciones tér-
micas muy marcadas.
La disposición del conjunto material perteneciente a
la semitalla sobre la que se de dispuso el presente hogar
(de –145 a –150), revela un patrón distributivo aparen-
temente significativo del uso del espacio del abrigo en
esta fase: sus valores generales y particulares discrepan
de lo conocido al considerar la totalidad del nivel IV. Así,
se define claramente un agrupamiento modal en torno a
Z1, sectores 2 y 3 organizando en su entorno los residuos
prehistóricos: los mismos diminuyen, muy notablemente,
a partir de la banda A, en una regresión que afectará a la B
(figura 12). El hogar se incluye, precisamente, dentro de
esta área de menor concentración de elementos. Sin duda
en este dibujo de isodensidades es determinante el papel
jugado por los restos faunísticos, en cuanto que ofrece una
gráfica mimética respecto a la anterior, dado el volumen
en cifras absolutas de sus efectivos (figura 13): un núcleo
en Z1, sectores 2 y 3 cuando al considerar antaño la to-
talidad del estrato IV se nos ofrecían hasta tres nudos en
cuadros / sectores tocantes a la pared del yacimiento.

Figura 12. Distribución de los restos arqueológicos en torno al hogar de A2.

Fotografía 1. Vista del


hogar de A2 nivel IV Figura 13. Distribución de los restos faunísticoa en torno al hogar de A2.
520 ALFONSO ALDAY RUIZ

la colección cuando para la totalidad del nivel los núcleos


no identificables representan el 61%); los seis elementos
restantes se reparten equitativamente entre sílex de Loza
y de Treviño.
Entre las 95 piezas rescatadas en la presente semi-
talla, cinco usaron sílex extraños a las inmediaciones a
Mendandia, siendo posible indicar un par de anotaciones,
ciertamente de calado menor:
a) materia prima de Urbasa se usó en tres ocasiones, para
confeccionar dos geométricos del horizonte y uno de
los múltiples perforadores –ya se anotó que sobre esta
base material son cuatro los objetos retocados del ni-
vel–;
b) con material silíceo de origen desconocido se forma-
tearon un perforador y un denticulado;
Podemos así especular con la posibilidad de que esta
estructura de combustión, la más elaborada de todas las
Figura 14. Distribución de los restos líticos no retocados en torno al hogar consignadas en las tareas de excavación, determine en
de A2.
cierta medida el disfrute del refugio: a su alrededor pudie-
ron acometerse tareas de la talla del sílex, según despren-
demos del acúmulo de restos tallados en su perímetro,
excepto en el extremo noroeste; por su parte los desperdi-
La resolución de las densidades de los restos líticos cios del consumo de la caza se retiraban, o amontonaban
no retocados ofrece un panorama bien diferente ahora si con regularidad, sobre Z1 lugar donde, para esta misma
se coteja con la globalidad del horizonte. No se definen semitalla, hemos descrito sendas manchas carbonosas sin
concentraciones llamativas, sino una regulación difusa asociación aparente a estructuras pétreas y cuya razón de
con, para nosotros, un principal foco de interés, el que, ser quedaría explicada por el tratamiento realizado sobre
quizá no casualmente, se organiza en torno al fuego que los productos cárnicos.
nos interesa (figura 14). En su centro, y hacia el suroeste
serán sospechosamente escasos los objetos silíceos, au- En definitiva, la superficie excavada y perteneciente
mentando su número al exterior del círculo de piedras: al nivel IV se articula a partir de tres elementos priorita-
precisamente el grueso de dichos ítems se genera en esta rios:
semitalla en A2, sector 3, es decir, en el lado noroeste del a) un basurero donde se reúne una buena parte de la rica
hogar. colección paleontológica, situado junto a la pared del
Opuesta a esta será, sin embargo, la relación que puede abrigo;
establecerse entre objetos líticos retocados y la posición b) un territorio central con derivación hacia el Este donde
del fuego: sin que los útiles manifiesten en su distribución nos encontraremos el grueso de la colección lítica y
evidente preferencia por uno u otro lugar, si está clara
su ausencia en torno a la hoguera: así, no los hay en el c) varias unidades de combustión: una cercana a la base
cuadro A2 siendo escasos en A1 y Z2. Tienden a reunirse del nivel sobre el cuadro Z2 y otra a techo del estrato
en A3 – Z3, con algunas notas de interés para categorías que parece condicionó la organización espacial en su
industriales concretas: los tres buriles de la semitalla se correspondiente tramo. Las unidades de servicio es-
localizan en Z3, sectores 1, 2 y 8; es alta la presencia de taban pues bien delimitadas sobre el sitio.
los perforadores tendiendo a concentrarse estos en B2
(seis de las 12 piezas de este cuadro-semitalla son perfo-
radores, recogidos en los sectores más al este); por últi-
mo, las dos únicas bitruncaduras fueron fabricadas sobre
sílex de Urbasa –no hay en el nivel otros geométricos
realizados bajo esta base material–. Sobre esta semitalla 3. ESPACIOS DE USO Y ARQUITECTURAS DE
se rescataron hasta 22 núcleos, si bien su disposición pa- COMBUSTIÓN SOBRE EL HORIZONTE
rece aleatoria sobre la superficie de excavación retenemos III-INFERIOR
la circunstancia de su presencia en A2: porque en dicho 3.1. La distribución de los materiales arqueológicos:
cuadro no hay elementos tallados pero si abundantes res-
tos de talla. El estado de conservación de los núcleos, en De salida, y en su cotejo con el depósito infrayacente,
general muy agotados, ha impedido a A. Tarriño la iden- hay que retener en este nivel III-inferior un evidente cam-
tificación de sus bases materiales: las alteraciones, gene- bio tecnológico, traducido en el uso de soportes laminares
ralmente debidas a fuego (lo que obviamente encaja a la en la industria lítica, en detrimento del tipo lasca, y en
perfección con la densidad de la estructura que estamos la confección de nuevas categorías industriales, lo que
describiendo) afectan a 16 de las 22 evidencas (al 72% de sin duda condicionó el número de residuos en la talla del
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 521

Figura 15: curvas de nivel iniciales del nivel III-inf. Figura 16: Isodensidades de los objetos arqueológicos de III-inferior.

sílex. Sin embargo en otras estrategias, por ejemplo sobre 4 que no fue objeto de rebuscas por nuestra parte, lo que
el uso que se dará al abrigo, se observa una tendencia al no ocurría en IV–. Y ahora también la desproporción entre
continuismo. el componente faunístico, más de 15.000 evidencias, y el
lítico, unas 4.000 y su desigual reparto sobre la superficie
Muy probablemente las visitas al abrigo durante este objeto de excavación explica esta situación. Siendo nota-
mesolítico geométrico fueron menos reiterativas respecto bles las evidencias de fuegos a todo lo largo del nivel no
a lo que ocurrió en el IV, de ahí que sea menor la potencia pudo delimitarse estructuras muy consolidadas: el rastro
sedimentaria del tramo. No obstante aunque el volumen de fuego más llamativo pertenece al cuadro A2, justa-
material adjudicado al presente horizonte ha disminuido mente en un área en el que se reduce el número de ítems
significativamente, la actividad desarrollada parece fue arqueológicos –sobre el rango 200-300-. No parece, em-
aún bastante intensa –figura 1–. La disposición de las tie- pero, que el fuego jerarquizara en exceso la organización
rras busca la horizontalidad tanto en su muro (figura 15) del espacio que nosotros excavamos.
como en su techo (figura 21): la base del estrato se sitúa
en el tramo –140 / –150 en el área central de excavación, Efectivamente, la posición de los restos óseos, tal y
con ligeras fluctuaciones en la banda Y generadas por la como comprobamos en la figura 17 ofrece un dibujo prác-
ticamente igual al obtenido al evaluar la totalidad de los
presión de las costras calizas que desvirtúan ligeramente
residuos prehistóricos del nivel. Nuevamente se destina
el perfil estratigráfico junto a la pared del abrigo. Al mar-
el área tocante a la pared de la oquedad como basurero
gen de esta circunstancia puntual no se han observado
aunque no con tanta intensidad como vimos en el estrato
depresiones, pozos o irregularidades, ni el buzamiento
IV: ahora el cómputo de huesos de la banda Y y sectores
de las tierras es llamativo: no se encuentran señales de
1, 2 y 3 de Z suma el 45% del total cuando antes alcanzaba
procesos postdeposicionales serios que hayan alterado la al 58% –13 puntos más–. La sensación de tapiz óseo no
ubicación topográfica de los elementos arqueológicos. era tan marcada aunque en alguna ocasión, como en Y1.4
La disposición general de los materiales prehistóricos, la concentración fuera francamente llamativa.
sin discriminar entre categorías industriales y residuales, Los hallazgos líticos del III-inferior conocen su ma-
ofrece diversos focos modales que gustan concentrarse yor nudo sobre A1.3, con algo más de 200 evidencias,
sobre las bandas Z e Y (figura 16): cuadro y sectores Y3.4, y sectores adyacentes: de hecho es en la banda A donde
Y1.4, Y2.4, Z1.2, Z2.2-5; A1.3. Ciertos vacíos sobre la el material silíceo está mejor representado –computa el
banda Y que distorsionan la gráfica se explican por la es- 44% de su inventario–. La dispersión de los restos de
casez de la superficie de excavación en Y3.1, Y3.2 e Y3.3 talla (figura 18) es francamente diferencial respecto a los
o la presencia de costra en Y2.2-510. En conjunto parece paleontológicos: da la impresión de que el área de talla
mayor la ocupación o uso del fondo del refugio que de y de uso de las piezas –es prácticamente idéntico el di-
su exterior, tal y como habíamos visto sobre el horizonte bujo de dispersión de las piezas retocadas, pues la banda
IV: los objetos van disminuyendo de oeste a este a la vez A aglutina al 41% de los útiles– se ha voluntariamente
que se concentran sobre la banda 2 –y probablemente la diferenciado.

10
Aunque no insertamos la correspondiente figura, la aplicación de factores de corrección sobre aquellos sectores disminuidos, ofrece unas isodensidades
más homogéneas que salvan los vacíos del área occidental de la excavación.
522 ALFONSO ALDAY RUIZ

Figura 17 Isodensidades de los restos faunísticos de III-inferior. Figura 18 Mapa de isodensidades de los restos de talla en III-inferior.

En concreto la distribución de la totalidad de las piezas con sílex de Treviño; A2.1.130 con sílex de Treviño
de III-inferior muestra una tendencia clara a su disposi- (en este caso son tres piezas las reunidas, dos geomé-
ción sobre el centro del área de excavación, con mayor tricos y un microburil); A2.6.136 con sílex de Trevi-
fuerza si cabe sobre A2 y Z2 y sectores determinados de ño y; Z2.7.130 con sílex de Treviño Un ejemplo muy
A1 –y recordemos que en IV este era precisamente el particular lo encontraremos en A1.3.132-135 donde se
lugar con menos concurrencia de utensilios silíceos-. Es reunen dos G5, uno del Flysch y de Treviño el otro y
escasísimo el material tocante a la pared del abrigo y debe dos microburiles, de Urbasa y Treviño. En general se
destacarse, también, la concentración sobre seis sectores observa un mínimo orden zonal entre los microburiles,
contiguos de B2-B4 (hasta 21 piezas). Referenciando las puesto que todos se localizaron en áreas concretas de
categorías industriales que pudieran ser más significativas cinco cuadros sobre los trece abiertos: en realidad a
dentro del conjunto debería indicarse que: 15 de los 117 sectores sobre los que se trabajó –esta-
a) las muescas y denticulados, que promedian el 33,3% mos hablando de 20 ejemplares–. En conclusión, se
del inventario diseñan en su distribución similar di- percibe una relación bastante fuerte en la distribución
bujo al resultante al computar todos los efectivos, con seguida por geométricos y microburiles, de tal manera
cierta pérdida de masa sobre Z2: al contrario que en que en varios de los casos donde coinciden llegan a
IV su organización parece azarosa. compartir la materia prima. Y, además, se manifiesta
una deliberada acción antrópica, muy probablemente
b) las raederas se concetran fundamentalmente en sec- relacionada con la talla, pues la abundancia de micro-
tores concretos de B2 y A2, desplazando ligeramente buriles es conicidente con la acumulación de restos
el centro de atención respecto al conjunto de piezas silíceos no retocados.
retocadas.
Si nos detenemos en la evaluación de la relación a
c) por su parte la distribución de los geométricos es, en establecer entre piezas retocadas y materias primas reten-
sus concentraciones, idéntica a lo retenido al observar dremos el hecho de que el 6% de los útiles del nivel se han
toda la colección, con una pequeña nota de interés: elaborado partiendo de bases materiales de, al parecer,
de las seis piezas que se acumulan en B1.3 y B2.1 origen distante a Mendandia: nueve de Urbasa, una de
(sectores tocantes entre sí) cuatro son geométricos. Flysch, y tres de procedencia incierta. Pero en detalle el
En cuanto a las variantes de geométricos, mientras los juego no aporta derivaciones particulares: parece ser aza-
triángulos se recogieron sobre áreas dispersas –nunca rosa la relación entre masa silícea y categorías industria-
en sectores aledaños, quizá por lo bajo de su número–, les. Con soporte de Urbasa se conocen raederas, dorsos,
los trapecios concentran más sus individuos. muescas, denticulados y raspadores.
d) interesa también observar la relación específica entre Más interés tiene sin duda el reparto de las eviden-
geométricos y microburiles. La mitad de estos últimos cias sobre sílex alóctonos entre los cuadros / sectores que
se concentran sobre el mismo cuadro, sector y profun- guiaron la excavación del asentamiento:
didad que otros tantos geométricos: en algunos casos
tanto la pieza propiamente dicha como el desecho a) los extraídos de la altiplanicie de Urbasa, que suman
comparten, además, la misma base material. Ocurre 11 elementos, se concentran sobre la banda A, mientras
en (nombrando los cuadros, sectores y profundidades que los de origen desconocido, tan sólo cuatro, lo hacen
correspondientes a cada pareja de G y M) A1.8.141 en la B, siendo dos los elaborados en sílex del Flysch.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 523

Figura 19. Distribución de los carbones de Urbasa en el nivel III-infe- Figura 20. Distribución de los carbones de Urbasa en el nivel III-supe-
rior rior.

En concreto los casos Urbasa pertenecen dos a A1, seis 3. 2. Las estructuras de combustión
a A2 –de ellos dos microburiles–, uno a A3 y dos a B2.
Aunque los rastros de fuego van a ser constantes en
En su conjunto las concentraciones –y algunas asocia-
todo el nivel III-inferior –afectan a los restos óseos, silí-
ciones– son muy marcadas: porque todas las evidencias
ceos y varios de los clastos que componían el depósito–
se reunen sobre la banda A –excepto las del cuadros
tan sólo hemos podido aislar un fuego propiamente dicho.
B2–; porque se disponen a las siguientes profundidades
–130 (dos), –132 (dos), –134, –135 (tres), –136, –137 Como se ha indicado, la posición de los restos arqueo-
y –140; y por que sobre este soporte se confeccionan lógicos hace suponer que buena parte de las actividades
exclusivamente geométricos (uno), microburiles (dos), se llevaron a cabo sobre la banda 2 y probablemente las
dorsos (uno), denticulados (tres), raspadores (uno) y contiguas hacia el norte que no hemos excavado. Quizá
elementos con retoques de uso (tres) –pero no láminas esta circunstancia explique la escasez de fuegos consoli-
de dorso, ni perforadores, ni raederas, ni muescas–. dados en el horizonte. Se definió:
Puede defenderse que todo el sílex de Urbasa, o la ma- –en A2 en la semitalla –130/–136. La mancha oscura
yor parte del mismo, fue aportado en una de las visitas se concentra sobre el sector 8 del cuadro con algunas pro-
que el grupo realizó a la Sierra; longaciones hacia los contiguos de A2 y B2. De tendencia
b) por su parte los indeterminados serán de B1. 3 y 6 claramente circular con un diámetro de unos 55 centí-
–ambos a la misma profundidad– y B2.9, más un mi- metros y sin segura delimitación externa: su interior se
croburil de A2.5; encontraba repleto de lajas y cantos calizos de pequeñas
dimensiones –raro es que superen los diez centímetros en
c) no puede dudarse que los objetos sobre sílex de Flys- su dimensión máxima–. Se aportó a sus inmediaciones
ch, una truncadura y un geométrico, llegaron a Men- una roca de mayor tamaño (25 por 30 centímetros): no
dandia en un mismo momento, pues ambos se reco- puede asegurarse la función de la misma, ¿tal vez como
gieron sobre el cuadro A1 a similar profundidad (–132 asiento? (Figura 20b)
y –135);
Hemos ido viendo como, en la superficie excavada
d) en definitiva, el uso de materiales silíceos alóctonos para el horizonte III-inferior, el espacio bajo techumbre
a lo largo de la formación del nivel III-inferior, debió de Mendandia, fue organizado en dos grandes áreas:
producirse en un tiempo muy concreto pues las tres
variantes (aglutinando como un todo los indetermi- a) una reservada para el depósito de los huesos faunís-
nados) se localizan en la semitalla superior y entre los ticos junto a la pared del abrigo, cuando ya se habría
cuadros A –casi siempre– y B -1 y 2- faltando tanto en aprovechado de los animales aquello que requerían
los Z como en los Y y en la mitad de los B. y;
Comparamos gráficamente la situación descrita para b) otra medial donde abundan los restos de talla. En este
los sílex de Urbasa de este nivel con la que posteriormente sentido se sigue similar estrategia que la denunciada
podremos inferir en III-superior (figuras 19 y 20): es fácil para el nivel IV, hasta el punto de que ubican el ho-
observar la desigual distribución que los mismos ofrecen gar en similar posición (recordemos que el C-14 no
entre uno y otro horizonte, con dos áreas de concentrac- observa distancia cronológica apreciable entre uno y
ción que, en profundidad, se hallan separados unos 15 otro episodio). Dado que entre una y otra facies, la
centímetros. de muescas y denticulados y la de geométrico, no se
524 ALFONSO ALDAY RUIZ

Figura 21: curvas de nivel iniciales del nivel III-superior.

Figura 20b. Hogar sobre el cuadro A2 Trasladamos a la figura 21 la representación gráfica


nivel III-inferior. como curvas de nivel del muro del estrato. Si ya se había
advertido una tendencia a la horizontalidad en III-inferior
esta se va a mantener, si no a reforzar, durante el III-su-
perior: un ligero buzamiento oeste – este y una mínima
depresión sobre Z1-Z3. No se han percibido tampoco aquí
originan suelos naturales que enmascaren las antiguas irregularidades que pudieran alterar la disposición de los
áreas de actividad tiende a seguirse similar jerarqui- elementos arqueológicos una vez fueron abandonados: al
zación espacial. La única variación que se percibe es contrario, son numerosos los fragmentos cerámicos per-
un ligero desplazamiento de interés hacia el norte del tenecientes a una misma vasija que se recuperaron muy
abrigo (hacia la banda 4 de la cuadrícula). próximos entre sí, garantizando en esos casos la nula mo-
vilidad de los artefactos: veremos una repetición de tal
fenómeno entre otros objetos.
Puede consultarse en la figura 22 cual ha resultado ser
4. ESPACIOS DE USO Y ARQUITECTURAS la distribución de los objetos arqueológicos según se han
DE COMBUSTIÓN SOBRE EL HORIZONTE ido rescatando en las labores de excavación. El diseño
III-SUPERIOR de las isodensidades nos ofrece a primera vista un dibujo
4.1. La distribución de los materiales arqueológicos menos uniforme que lo conocido en IV y III-inferior con
varios grupos modales diseminados, principalmente sobre
El nivel III-superior aporta novedades culturales sig- los cuadros: Z1.3 y sectores aledaños, Z1.8, Y2.6-Y2.8,
nificativas respecto a los que le preceden, tal cual es la B2.2-B2.3-B2.5 y B4.2. Estamos frente a una estructura
incorporación de una nueva familia industrial y variacio- claramente polimodal. En contra se percibe un cierto va-
nes en la participación de la industria lítica en relación cío en sectores meridionales de Z3 y septentrionales de
a los restos faunísticos. Parece lógico pensar que tantas A3 (en el rango 0-50) –¿áreas no activas o de descanso?
novedades tendrán su repercusión en la intrahistoria de
Mendandia, lo que bien pudiera reflejarse en el uso de su Al escrutar la disposición particular de la fauna, de la
espacio. industria lítica y de la cerámica, con preferencia cada lote
sobre áreas concretas, podremos explicarnos lo irregu-
Al abordar el análisis de la organización interior del lar de la figura. Debe tenerse en cuenta que sigue siendo
refugio en este estrato debe recordarse el descenso en los desproporcional la participación de cada conjunto: suman
materiales arqueológicos: respecto a III-inferior, para una más de 10.000 las evidencias paleontológicas, por 2.100
potencia media bastante similar, hay una pérdida de más las líticas y algo más de 300 las cerámicas. Globalmente
de 6.500 registros, lo que viene a representar una merma pierde fuerza la banda Y, donde se acumulaba un buen
de un tercio de la colección. No implica, sin embargo, que porcentaje de los restos prehistóricos de los horizontes
estemos ante un nivel pobre, al contrario, al día de hoy IV y III-inferior, a favor de la banda exterior. El fuego
representa el depósito Neolítico antiguo más rico de los también fue protagonista en la formación de este nivel,
publicados en nuestro entorno inmediato. aunque sus rastros son más débiles que antaño. Solo loca-
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 525

Figura 22: Isodensidades de los objetos arqueológicos de III-superior. Figura 23: Isodensidades de los restos faunísticos de III-superior.

lizamos un verdadero hogar, sobre el cuadro B2, es decir b) la fuerza de los sectores 1, 2 y 3 de los cuadros B1,
hacia el exterior del refugio, y sin que llegara a condicio- B2, B3 y B4 ya que, siendo colindantes, aglutinan 26
nar el espacio interno atrajo hacia sí una buena parte de piezas: esto es, una cuarta parte de la colección en el
las actividades cotidianas. 9% de la superficie excavada.
La figura 23 que refleja la distribución de los residuos Pero si del conjunto de la industria lítica retenemos las
faunísticos no se distancia del dibujo de isodensidades de piezas más significativas (dorsos, raspadores, raederas,
la totalidad de los ítems del estrato: no podía ser de otra geométricos y microburiles) los diagramas particulares
forma, puesto que aporta el 80% de la información ar- matizan el dibujo general. En detalle,
queológica. Aunque se sigue reservando el espacio junto a
la pared del abrigo para abandonar los huesos, las acumu- a) los raspadores, cuyo peso se acerca al 12% del inven-
laciones no son tan exageradas: así la banda Y y sectores tario de aperos retocados, se ubican claramente hacia
1, 2 y 3 de Z participa ahora con el 36% –ha descendido el exterior del refugio
nueve puntos respecto a III-inferior–. El resto de los sec- b) los cinco dorsos de A1.3 representan la totalidad de ítems
tores de Z, y varios de B2 y B4 alcanzan rangos altos (de localizados en este punto a lo largo de todo el nivel,
hasta 150-200) lo que supone una verdadera novedad.
c) es curiosa la distribución de las raederas por cuanto
La posición mayoritariamente exterior que presentan son mayoría en la banda B. De hecho a B2 pertenecen
los restos líticos no viene sino a reafirmar la tendencia ob- nueve de las catorce (el 64% de ellas), cuando las 23
servada desde el nivel IV (figura 24): sobre la banda B se piezas del cuadro supone sólo un quinto de toda la
recogió el 45% de los restos de talla (aquí la fauna es jus- colección de III-superior,
tamente un cuarto de la suma total del nivel), mientras que
la banda A alcanza el 25% (cuando en III-inferior repre- d) las muescas y denticulados también permiten, por su
sentaba al 44%). Los núcleos modales vamos encontrarlos ubicación, alguna reflexión, inevitablemente de tono
en el centro del cuadro B2, que organiza buena parte del menor al ser una categoría poco desarrollada en el
inventario silíceo y en A2.1: en la figura se define un cla- presente horizonte. Ocurre no obstante que se con-
ro triángulo (superior izquierda) con un rango de objetos centran junto a la pared del abrigo observando que se
muy bajo (entre 0 y 10). Por tanto también en el presente han clasificado como tales todas las piezas de Y3.4,
depósito distinguieron los habitantes de Mendandia entre dos de las tres de Y3.6, o las únicas de Y1.4, Y1.7 e
lugares de talla y retoque y depósitos para el abandono de Y1.8. Esta posición sobre el tramo más resguardado
la fauna, aunque ésta esté menos focalizada. del abrigo se opone netamente a la distribución gene-
ral de los restos de talla,
Individualizado los componentes retocados del ni-
vel III-sup, retendremos un dibujo sin nudos de especial e) los segmentos se disponen, en neta contraposición con
densidad, debido sin duda a lo escaso de la colección: el muescas y denticulados, sobre la banda B. Al contrario
gráfico resultante es en realidad escasamente uniforme. que en III-inf no observamos relación alguna entre los
Puede resaltarse tan sólo: geométricos y los microburiles –estos en retroceso–:
no son coincidentes en cuadros/sectores.
a) que B2 acumula un porcentaje no desdeñable de pie-
zas líticas, como también ocurre en el caso de las ce- Siendo numerosas la piezas retocadas del nivel alte-
rámicas; radas por fuegos, será alto el número de ocasiones en los
526 ALFONSO ALDAY RUIZ

Tal hecho es coincidente con lo desprendido de la lectura


macroscópica que Fernández Eraso efectuó sobre la tota-
lidad de los restos de talla, pues distingue nueve casos de
sílex desconocidos (por ninguno de Urbasa o del Flysch)
ubicados en las proximidades de las piezas aludidas (dos
en A3, una en B2, cinco en B3 y otra en Z2). A diferencia
de lo indicado para los sílex de Urbasa ahora si es factible
pensar en una concreta actividad de talla, partiendo, tal
vez, de una única matriz, que no ha podido localizarse
(o que bien se agotó tras un intenso trabajo, o por ser de
pequeño tamaño).
Decíamos que novedad industrial significativa es en
III-superior el hallazgo, por primera vez en la secuencia
sedimentaria, de cerámica, como componente parcial
pero relevante de lo neolítico. Son 343 fragmentos cuya
disposición sobre el nivel fue ya analizada en el capítulo
nueve, allí se indicaba: la concentración de la loza sobre
B2 por una parte y sobre sectores contiguos de Z1-Y1
Figura 24 Mapa de isodensidades de los restos de talla en III-superior. –aproximándose a la distribución general de los restos
líticos–. Además se observaba como frecuente que frag-
mentos correspondientes a una misma vasija se recupe-
raron sobre un mismo sector –o sectores contiguos–: 10
que no se ha podido determinar la base material de los del grupo VIIA en Y1.8 entre –120/125; 11 del VIII sobre
soportes: 14 casos sobre 100. Hay además 8 piezas para B2; 55 del XI sobre 0,6 metros cuadrados de Z1-Z2; 33
la que, aún estando perfectamente identificadas a nivel de recipiente pertenecen a B2.1. Es fácil defender, con
pétreo, se ignora el lugar de procedencia. El conjunto silí- los datos en la mano, que apenas debió haber migración
ceo es mayotirario de Loza y Treviño (suman el 70%), por postdeposicional de los elementos arqueológicos en este
nueve casos de sílex de Urbasa. Resulta, a nuestro pare- nivel, rescatados los barros sobre los lugares donde se
cer, muy interesante la disposición espacial de esta última rompieron. Hay además algunos otros argumentos que
base material, pues todos los útiles pertenecen a la banda vienen a confirmar tal aseveración:
B de la excavación, excepto una de la A, y encajan dentro a) siete fragmentos de arenisca fina con moscovita, per-
de la misma semitalla . En cocnreto: A1 (1,2 y 3); B1 3 y tenecientes a cuatro cuadros distintos (B1, B2, B3 y
5; B2. 2, 3 y 7; B3.2 y B4.3 y 8 (véase la figura 20). Z3) y recogidos a la misma profundidad, –125, como
De los datos se infiere un único momento de “acogida” si definieran un piso. Su recolección es posible a no
de sílex de Urbasa, a partir de la cual se confeccionaron, demasiada distancia del yacimiento;
indistintamente, raederas, dorsos, geométricos y mues-
b) nueve cristales de roca dentro del tramo –115 / –120
cas-denticulados –o las piezas llegaban ya perfectamente
con estigmas de haber sido tallados con técnica muy
conformadas–. No puede hablarse estrictamente de una
similar y en un momento bien determinado.
actividad de talla pues no se han localizado en el estrato
(al menos a nivel macroscópico) ni núcleos ni desechos
bajo dicha base material. Interesa reconocer que en la me-
4. 2. Las estructuras de combustión
seta de Urbasa se conocen estaciones prehistóricas cuya
cronología, si no atenemos a criterios de tipología lítica, Sin haber llevado a cabo un examen preciso del uso
se aproxima al complejo industrial de Mendandia III-su- del fuego en cada nivel –computando los elementos con
perior: Urb.11 con abundancia de segmentos en doble evidencias térmicas– da la impresión de que en los niveles
bisel (Cava 1988). superiores su utilización fue menor. En III-superior pudo
aislarse solamente una única estructura de combustión:
En el estudio de la dispersión de materiales y su re-
lación con industrias y materias primas hay, al menos, – en B2 en las semitallas –120/–125 y –125/–130: adop-
otra circunstancia que no debe de pasarse por alto. Alu- ta una morfología oval con epicentro en el sector 8 y
de ahora a las laminitas de borde abatido, pues entre sus derivaciones al 5, 9 y 2 y 3 de C2 –no excavado–, cal-
22 componentes cinco se formatearon sobre sílex cuyos culándose un diámetro mayor de 70 centímetros por 60
orígenes no han podido ser determinados: esto es, que el menor (Figura 25). Sin delimitación lítica expresa o
con bastante seguridad no son autóctonos (entendidos por cubeta que lo acoga, su interior fue rellenado con lajas y
tales los de Treviño y Loza) ni tampoco se ajustan a los cantos rodados de caliza: desde la semitalla –125/–130
conocidos de Urbasa, Flysch o evaporíticos (propios del y con más profusión –¿condenándole? en la –120/–125.
Valle del Ebro). Representan el 22% de dichos abruptos, La tipología es, como se ve, muy similar al reconocido
cuando en el total de las piezas esta base material supone en el cuadro A2 para el nivel III-inferior. El fuego se
tan sólo el 7% de los identificados. Son, además, piezas encuentra ligeramente apartado del área de acumula-
recuperadas sobre una superficie muy restringida de la ción de las evidencias paleontológicas –¿la preparación
semitalla que va de –125 a –130: B2.5, 6, 7 –dos– y B4.7. de alimentos no sería su función?– y en su entorno hay
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 527

Fig. 25. Hogar sobre el cuadro B2 del nivel III-superior. Figura 26: curvas de nivel iniciales del nivel II.

un ligero descenso de la producción lítica y cerámica. A lo largo de la formación de la estructura sedimen-


¿Serviría para el calentamiento del grupo? taria en Mendandia, desde el nivel inferior al superior, se
va notando una merma significativa de los materiales ar-
En conclusión puede retenerse que también los indi-
queológicos: en el horizonte II la suma de los fragmentos
viduos que se asentaron en Mendandia en las primeras
cerámicos, en crecimiento, de la industria lítica y de los
fases neolíticas gustaron de organizar mínimamente el
restos paleontológicos, en descenso, es del orden de los
espacio que ofrece el abrigo, aunque al parecer con más
6.700 registros, esto es, la mitad de lo que se contabilizaba
flexibilidad que antes. Manifiestan una preferencia por el
en III-superior, y bastante menos de lo propio de las facies
exterior del abrigo, en vez del interior como venía siendo geométricas y de muescas y denticulados del mesolítico.
norma: ¿buscarían mayor luminosidad? Así: Dos consecuencias se extraen de tal hecho:
a) los desperdicios, con una acumulación menos exage- a) desde un punto de vista metodológico, en el análisis
rada, encuentra su foco modal en el centro del abri- de las isodensidades estamos obligados a trabajar con
go; rangos más estrechos: de 20 en 20 para la fauna y de
b) las mayores concentraciones de sílex, tallado y no, 5 en 5 para las evidencias silíceas;
así como de cerámica –bastante unidas– tienen lugar b) la potencia del nivel será menor, por que como ya se
en la banda B, específicamente en B2 donde se ubica dijo, el grosor de los estratos está directamente vincu-
el único hogar que se pudo aislar durante las excava- lado a la intensidad y duración de las acciones antró-
ciones. Dicho fuego atrajo hacia sí buena parte de las picas. Ambas situaciones deberán ser contempladas
actividades cotidianas. a la hora de extraer conclusiones sobre los espacios
latentes y sus usos.
El depósito, en su base, toma un desarrollo práctica-
mente horizontal (figura 26): una mínima ondulación, de
5. ESPACIOS DE USO Y ARQUITECTURAS DE cinco centímetros, se percibe en Z3, Z1 y A1. El perfil
COMBUSTIÓN SOBRE EL HORIZONTE II de su techo es prácticamente similar. En ningún caso hay
irregularidades microtopográficas que alteren o condicio-
5.1. La distribución de los materiales arqueológicos nen la disposición de los residuos, ni se perciben movi-
Desde un punto de vista cultural el nivel II no mantie- mientos postdeposicionales –lo confirmaremos de nuevo
ne una gran distancia respecto al III-superior: encuadrado gracias a los fragmentos cerámicos–: las desigualdades en
en el Neolítico inicial contiene en su interior elementos la concentración de los diversos restos prehistóricos, si las
materiales muy similares (cerámica y segmentos en la hay, debieran ser reflejo de actos humanos planificados.
industria lítica) y practica sobre el sitio una caza que pi- La traslación a un mapa de curvas de nivel de la posi-
vota sobre semejantes criterios (mismas especies aunque ción de los restos materiales del nivel (figura 27) nos ofre-
en desigual proporción). Pudiera esperarse por tanto, y ce una imagen muy uniforme: excepto por lo que respecta
a priori, una articulación espacial muy pareja en ambos a la banda exterior del abrigo, donde la recuperación de
episodios, pero, como enseguida veremos, no es exacta- piezas arqueológicas fue menor, resulta ser muy regular
mente esa la situación que describe la dispersión de los el diseño de las isodensidades. Hay dos grandes focos
productos arqueológicos. modales, no tan restringidos en su extensión a lo visto
528 ALFONSO ALDAY RUIZ

Figura 27: Isodensidades de los objetos arqueológicos del nivel II. Figura 28 Distribución de los carbones mayores del nivel II.

en los tramos sedimentarios inferiores: el primero con del horizonte. Nuevamente se aprovecha el espacio cercano
epicentro en Z1.4, Z1.5, Z1.6, Z1.8 y Z1.9; el segundo a la pared del abrigo para abandonar los restos de comida,
se desarrolla a partir de Y3.4 e Y3.5. Advirtamos que en aunque, como se vio en III-superior, con menos fuerza que
cierta medida el resultado deriva de la toma de rangos antes: Y más sectores 1, 2 y 3 de Z suponen un tercio de
de corto recorrido: de 25 en 25 unidades, cuando antes la colección –han perdido 3 puntos según lo conocido en
basculaban entre los 200 en 200 del nivel IV y los 50 III-superior, 12 con III-inferior y 25 con IV.
en 50 del III-superior. Pero también es producto de la
desigual posición que adoptan los restos paleontológicos Los productos resultantes de la talla del sílex ocupan
respecto a los líticos y cerámicos cuando la proporción una posición central sobre el área de excavación, tal y
entre los efectivos se va equilibrando: poco más de 4.800 como se desprende de la consulta de la figura 30: efecti-
elementos faunísticos por algo más de mil los silíceos y vamente mientras en Y apenas si se recuperaron objetos
casi 800 los cerámicos. Como consecuencia de la men- de esta familia y en B su rango es, mayoritariamente 5-10
cionada uniformidad distributiva la participación de las (aunque hay zonas de 10-15), la suma de A y Z alcanza
bandas Z y A serán muy parejas, respectivamente del 36 al 77% de la colección. La situación nos remite más a
y 32%, menor será la de Y, 21%, pues seis de sus sectores los parámetros de III-inferior que de III-superior. El foco
no fueron objeto de excavación, y la de B, tan sólo el modal esta centrado sobre Z1.9 y sectores contiguos de
12%, por que allí la ocupación o fue menor o restringida Z2 y A2.
a acciones que no dejan residuos aparentes.
El nivel II es el que menos rastros de fuego nos ha de-
jado de entre los que son analizados en este apartado: no se
detectó ninguna estructura de combustión (¿acaso levanta-
da sobre alguna área no afectada por nuestra excavación?)
y las señales térmicas sobre huesos y piedras eran menos
frecuentes. De las ocho decenas y media de carbones que
recogimos a mano (figura 28), 56 (justamente sus dos
tercios) pertenecen a la banda B, recordemos que era aque-
lla con escasez de materiales arqueológicos: se concentran
principalmente en B2.2-B2.8; B1.5-B1.8; y B3.4-B3.7. Si
tal distribución quiere indicarnos que por esa área se debió
encender algún fuego no podemos asegurarlo.
A primera vista la imagen de isodensidades de la fauna
del nivel II (figura 29) sería asimilable a la de la suma de
todo el inventario. En detalle se perciben diferencias me-
nores: la banda B sigue sin aportar demasiados vestigios,
y aunque el tramo central acumula bastante información la
concentración mayor se dará en Y3, rompiendo ligeramen-
te el equilibrio que habíamos definido: Y representa el 27%
de la fauna, cuando sumaba el 21% de todo el inventario Figura 29: Isodensidades de los restos faunísticos de II.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA EN MENDANDIA: ESPACIOS DE USO Y ESTRUCTURAS DE COMBUSTIÓN 529

Sin embargo, el dibujo no es coincidente con el resul-


tante de analizar en exclusividad los objetos retocados
–por otra parte no muy numerosos en este tramo sedimen-
tario–: sectores colindantes de Z2 y A2 agrupan la mayor
parte de su inventario, pero también en B3 y B4 se locali-
zaron un número no desdeñable de objetos. No obstante
estas concentraciones el juego por categorías industriales,
o explícitamente entre geométricos y microburiles, no
ofrece ninguna lectura razonable.
Como hemos ido viendo en los otros horizontes es-
tratigráficos, también puede establecerse en este nivel II
relaciones entre los tipos de sílex, las piezas y sus lugares
de recogida dentro del área de excavación. Al margen de
los mayoritarios sílex de Loza y de Treviño, de los que es
tradición se vayan nutriendo los moradores de Mendan-
dia, se reconoce en el horizonte representantes de Urbasa
y del Flysch. Este, con cuatro representantes, está muy
ligado al cuadro A2 –tres son de aquí, el cuarto de A3– en
lo que parece fue una deposición simultánea: ¿una úni- Figura 30. Mapa de isodensidades de los restos de talla en II.
ca base que sirvió para elaborar, según lo detectado, una
raedera, un segmento y una lámina de dorso? Similar es
la situación que nos topamos al fijarnos en los dos útiles
bajo sílex de Urbasa: sendas raederas con retoques de del grupo VIII en A y Z; todos los componentes del grupo
uso pertenecientes a sectores contiguos del cuadro Z3 y a XI sobre menos de medio metro cuadrado.
idéntica profundidad. Por tanto si algún tipo de organización espacial debe
Muy abundantes son los útiles sobre sílex que no han anotarse partiendo de la distribución de las evidencias ar-
podido determinarse su origen, y que se suponen extraños queológicas en el nivel II, deberá de tenerse en cuenta:
a la región inmediata a Mendandia. Proporcionalmente el a) la disposición de la fauna en zonas tocantes a la pa-
nivel es el que más elementos de este tipo contiene: 20 red del abrigo, lugar que nuevamente vuelve a actuar
objetos, es decir una cuarta parte de los útiles del estrato. como basurero, aunque el fenómeno no es tan marca-
Recordemos que no se han reconocido en los horizontes do como en III-inferior y en IV;
extremos (V y I), y que representan menos del 3% en
b) tanto los restos de talla, como las piezas propiamente
IV, del 2% en III-inferior y del 7% en III-superior. Se
dichas y los fragmentos cerámicos son mayoría en
distribuyen con aparente indiferencia a todo lo largo de
las bandas centrales, A y Z, de la excavación, con una
la secuencia, por las bandas A, B y Z –ya se anotó que
ligera tendencia, más marcada para la cerámica, a po-
apenas hay objetos retocados sobre la Y– sin asociarse a
sicionarse hacia el norte de la zanja que abrimos. Este
concretos tipos industriales.
lugar parece ser el de mayor actividad;
Había venido siendo constante que los ocupantes de c) parece circunstancial el aporte de sílex alóctono du-
Mendandia establecieran una jerarquía entre sitios con rante la formación del horizonte: es abusiva la partici-
acumulación de fauna y con elementos silíceos, en cada pación de masas silíceas de Loza y Treviño, y puntual,
una de las etapas mesoneolíticas: el fenómeno se va a ceñido a un momento preciso, la llegada de rocas de
repetir en el horizonte II. Urbasa y Flysch. Si participan con un interés en tono
El número de los fragmentos cerámicos del nivel II ha al 25% el ecléptico grupo de sílex no determinados;
duplicado los pertenecientes a III-superior: proceso inver- d) no se localizó ninguna estructura de combustión, está,
so al observado en la industria lítica cuyos efectivos van de existir, debió ocupar alguna área que no fue excava-
disminuyendo, como constante, a todo lo largo del neoe- da, queriendo insinuar los restos mayores de carbones,
neolítico y edad de los metales. Como podemos compro- su presencia hacia el exterior del abrigo.
bar en el capítulo nueve de esta memoria, la dispersión de
la alfarería tiene un recorrido zonal, con mayor presencia
en la banda 2 (A2 y Z2 aportan el 41% del inventario): en * * * * *
buena medida reproducen lo descrito para los restos de ta-
lla, si bien A2 y Z2 alcanzan el 30% del catálogo silíceo.
Son numerosos los trozos cerámicos que, perteneciendo Las elucubraciones sobre la organización interna de
presumiblemente a un mismo recipiente o integrando al- un yacimiento concreto no pueden ser nunca extrapola-
gunos de los grupos – familias en los que hemos ordenado das a otros lugares de caracteres aparentemente similares,
la producción, se recogieron en áreas contiguas, confir- pues obviamente la gestión de cada lugar está en directa
mando la horizontalidad del sedimento. Así: 14 de las 20 consonancia con las posibilidades que ofrece el sitio en
unidades del grupo VI en A2; el 80% de 104 elementos cuanto a habitabilidad y entorno inmediato.
530 ALFONSO ALDAY RUIZ

En Mendandia, abrigo de tamaño grande para lo que es rio en el día a día de los grupos. Afecta así a buena
usual en el territorio, lo analizado nos permite observar: parte de los restos arqueológicos y llega a organi-
zar, al menos por momentos, los hábitos cotidianos
a) la deposición estática de los objetos arqueológicos:
de los asentados. Percibimos además en Mendandia
las asociaciones de sílex, según categorías industria-
una tendencia que habíamos observado también en
les o bases materiales, cerámica, huesos, cantitos,
Kanpanoste Goikoa: los hogares pertenecientes a los
lajas... aseguran la no migración interna del registro
niveles mesolíticos, IV y III-inferior en Mendandia y
prehistórico más allá de lo que sería habitual por las
III-superior en Kanpanoste Goikoa (no lo hay en su
acciones cotidianas del grupo asentado. No hay tam-
III-inferior) están más elaborados –en general círculos
poco alteraciones estratigráficas –pozos, madrigueras,
de piedras bien trabadas– que los pertenecientes a los
escondrijos...– que perturben a posteriori la correcta
horizontes neolíticos –donde solemos topar con man-
localización de las piezas. La ubicación de estas será,
chas de morfología circular u oval rellenos de placas
pues, un reflejo de las actividades realizadas en el si-
y piedras, pero sin un verdadero límite externo –más
tio.
allá de la propia mancha carbonosa–. Aunque es pron-
b) que los primeros pobladores tienden a reservar el es- to para aseverarlo con certeza, esta misma parece ser
pacio cercano a la pared del abrigo para el depósito de la situación que van describiendo los hallazgos que se
los restos de comida, pero según se avanza el tiempo, realizan en Atxoste. Es necesario, en cualquier caso,
ya en el Neolítico, se prefiere vivir más al exterior y no un estudio más detallado para explicar la relación en-
ser tan drástico en la separación de los espacios: así las tre la morfología de las estructuras y los usos de las
isodensidades de los materiales referidos a estas épo- mismas –o de los niveles en que están integrados–:
cas parecen indicar un desplazamiento hacia el norte ¿acaso están indicando unas estancias más duraderas
del abrigo. Si en un futuro fuera preciso recoger más en estos tipos de yacimientos en el Mesolítico que en
información sobre este periodo reexcavando el abrigo el Neolítico? Dentro de una semitalla concreta del ni-
debería actuarse sobre aquel lugar. vel IV se aislaron sendos hogares: uno sobre el cuadro
A2, bien elaborado atrayendo a su entorno restos de
c) que la gran masa ósea rescatada condiciona el resul-
talla, y otro en Z1, poco más que dos manchas carbo-
tado global de dispersión de los materiales de cada
nosas, asociadas a numerosísmos fragmentos óseos.
nivel, pero al detenernos en las familias específicas
¿Se destinaría este segundo para acciones de cocina
notaremos: (1) como en el horizonte IV restos de talla
mientras el primero busca obtener calor y luz para
y piezas retocadas adoptan distribuciones diferencia-
el grupo? También el hogar del nivel III-inferior, de
das, y entre estas últimas muescas y denticulados por
pobre arquitectura, se asocia a restos de comida.
una parte, y burilles por otra se van asociando entre
sí; (2) la fuerte relación entre geométricos y microbu-
riles del mesolítico geométrico; (3) que en la primera
fase neolítica, correspondiente a III-superior, cada
categoría industrial relevante tiende a aparecer en un
área concreta de la excavación, presentándose como
no casual la relación entre sílex de origen desconocido BIBLIOGRAFÍA
y laminitas de dorso, sílex éste, como el de Urbasa,
Alday, A. (dir), 1998, El depósito prehistórico de Kanpa-
fruto de alguna entrada puntual y controlada. Por otra
noste Goikoa (Vírgala, Álava). Memoria de las
parte en el horizonte también la cerámica concentra
actuaciones arqueológicas 1992-1993, colección
sus efectivos sobre áreas concretas del yacimiento
Memoria de yacimientos alaveses, 5, pp. 161-172.
–como ejemplo más paradigmático puede citarse la
dispersión de los fragmentos del recipiente con de- Cava, A., 1988, “Ocupaciones de la prehistoria reciente
coración mediante dos líneas incisas paralelas; y (4) en Urbasa, Navarra”, en Trabajos de Arqueología
que sin estar tan claro el desarrollo espacial en la capa Navarra, 7, pp. 25-117.
II, alguna diferencia se estableció al dinstinguir dos
Hodder, I, y Orton, Cl, 1990, Análisis espacial en arqueo-
zonas: una para el tratamiento de lo cazado, otra vin-
logía, Crítica, Barcelona, 295 págs.
culada a restos de talla y piezas líticas. En cualquier
caso perduran un par de constantes apuntadas en el Marsac, Ph, 1985, “Questions de methodologie
estrato subyacente: las aportaciones menores de sílex d’analyse des sols d`habitats: l’exemple d’une
alóctonos y la acumulacón de los fragmentos alfare- strcture du Néolithique final du Languedoc” en
ros. L’Anthropologie, 89, 4, 561-567.
d) que para cada uno de los niveles litoestratigráficos Orton, Cl., 1988, Matemáticas para arqueólogos, Alianza
definidos, el fuego fue un ingrediente vital, necesa- Universal, Madrid, 257 págs.

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