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NUESTRA NATURALEZA, ¿ES NATURAL?

Ningún problema ha preocupado tanto a la especie humana como la comprensión de sí


misma. Ahora bien, esta comprensión no solamente pasa por la explicación de la
conciencia humana, con la ayuda de las ciencias sino por su comprensión en totalidad
con el apoyo de las disciplinas hermenéuticas.
No cabe duda de que el término cubre un ingente campo semántico. Como es sabido, el
término latino natura traduce el griego physis. Ambos aportan la idea básica de
nacimiento y movimiento autónomo. Se han utilizado tanto para referirse a la esencia de
algo, lo que ese algo es de por sí, desde su nacimiento, como para nombrar el conjunto
de las cosas sometidas a la dinámica autónoma del nacimiento, el movimiento y la
corrupción. Así, una cosa es preguntarnos por la naturaleza del ser humano, valga decir
por su esencia, y otra cuestionarnos si pertenece o no a la naturaleza, es decir, al
conjunto de las cosas naturales, lo cual es tanto como preguntar si su naturaleza es
natural. Y esta cuestión admite diversas respuestas, por más que parezca tautológica a
primera vista. En este pequeño ensayo podremos apreciar el análisis de la naturaleza del
hombre y del mismo propiamente dicho.

EL HOMBRE COMO SER NATURAL


Muchos consideran la conciencia como un fenómeno que cuenta con una naturaleza
bipartita. Con esto no justifican un tipo de aproximación dualista al problema, sino
confirman que existe evidencia que nos hace innegable el hecho de aceptar que en ella
conviven elementos biológicos con elementos fenomenoló-gicos. Ante esto se nos
impone una gran dificultad que hemos de sobrepasar: la de unir los principios
fisiológicos subyacentes a la actividad consciente, con la subjetividad emergente que
caracteriza la experiencia de la misma
Como ser natural, y como ser natural vivo, está, de una parte, dotado de fuerzas
naturales, de fuerzas vitales, es un ser natural activo, estas fuerzas existen en él como
talentos y capacidades, como impulsos; de otra parte, como ser natural, corpóreo,
sensible, objetivo, es, como el animal y la planta, un ser paciente, condicionado y
limitado; esto es, los objetos de sus impulsos existen fuera de él, en cuanto objetos
independientes de él, pero estos objetos son objetos de su necesidad, indispensables y
esenciales para el ejercicio y afirmación de sus fuerzas esenciales. El que el hombre sea
un ser corpóreo, con fuerzas naturales, vivo, real, sensible, objetivo, significa que tiene
como objetivo de su ser, de su exteriorización vital, objetivos reales, sensibles, o que
sólo en objetos reales, sensibles, puede exteriorizar su vida. Ser objetivo natural,
sensible, es lo mismo que tener fuera de si objeto, naturaleza, sentido, o que ser para un
tercero objeto, naturaleza, sentido. El hambre es una necesidad natural; necesita, pues,
una naturaleza fuera de si, un objeto fuera de si, para satisfacerse, para calmarse. El
hambre es la necesidad objetiva que un cuerpo tiene de un objeto que está fuera de él y
es indispensable para su integración y exteriorización esencial. El sol es el objeto de la
planta, un objeto indispensable para ella, confirmador de su vida, así como la planta es
objeto del sol, como exteriorización de la fuerza vivificadora del sol, de la fuerza
esencial objetiva del sol.
Un ser que no tiene su naturaleza fuera de si no es un ser natural, no participa de ser de
la naturaleza. Un ser que no tiene ningún objeto fuera de sí no es un ser objetivo. Un ser
que no es, a su vez, objeto para un tercer ser no tiene ningún ser como objetivo suyo, es
decir, no se comporta objetivamente, su ser no es objetivo.
BIBLIOGRAFÍA

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Fromm, Georg (2005), Hegel y el Joven Marx,” El hombre como un ser natural humano”,
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