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¿OLVIDADOS DE DIOS?

La historia de Zacarías y Elisabet

(Lucas 1:5-25; 57-80)

Los primeros escogidos de Dios para el desarrollo de sus planes relacionados


con la encarnación y el futuro ministerio del Señor Jesucristo ante la nación de Israel
fueron un matrimonio, ya bastante entrados en años. Fueron escogidos por Dios para
ser los padres del heraldo principal del Mesías de Israel. El nombre del hombre era
Zacarías, que significa “Dios recuerda”, y el de su esposa era Elisabet (o Isabel), que
significa “Dios del juramento”. A esta pareja Dios le agradó distinguirles al concederles
el honor de ser los padres del que habría de anunciar la llegada del Mesías de Israel, es
decir de Juan el bautista, como se le conocería más adelante.

1.- Su condición de familia (Vs. 5-7)

- Sacerdotes del Señor.

Zacarías, era un sacerdote de la clase de Abías, mientras que Elisabet, su


esposa, era descendiente de Aarón, es decir, hija de sacerdotes. No deja de llamarme
la atención que Zacarías, siendo sacerdote, es decir, ministro de Dios, alguien llamado
por Dios para servirle de una manera especial, se casó con una mujer que tuviese el
mismo llamado, formación y visión espiritual que él. Todos los hijos de Dios deberían
seguir su ejemplo.

- Su condición espiritual.

Se nos dice que ambos eran justos delante de Dios. No solo Zacarías, el
sacerdote, sino también Elisabet, su esposa. Que bendición cuando una pareja de
esposos pueden vivir su fe a un mismo nivel de compromiso y espiritualidad. Se nos
dice además que eran irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del
Señor. No sólo cumplían con algunos mandamientos, o con los principales, sino que
cumplían con todos. Vivían de manera tal que nadie podía señalar con razón nada
negativo de su proceder y vivir en Dios. Este era el testimonio de la Escritura para con
ellos: Justos delante de Dios, e irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas
del Señor.

- No tenían hijo (ella era estéril y estaban ya viejos).

La imposibilidad de tener hijos en aquellos tiempos representaba un problema


nada fácil de sobrellevar. Era una situación humillante para la mujer. No pocos esposos
abandonaban a sus esposas por esta causa. Se pensaba y decía que Dios le había
cerrado la matriz a estas mujeres, y en parte se les consideraba como olvidadas y
desechadas de Dios. Pero para el hombre no era menos penosa la situación. El no
poder tener hijos significaba la desaparición del nombre de la familia, la imposibilidad
de transmitir el legado de la familia, y en este caso el legado sacerdotal.

2.- Sirviendo al Señor en todo tiempo, circunstancia y oportunidad (Vs.8-10)

Algunos hijos de Dios pasan toda su vida preparándose para una tarea o un
servicio que parece nunca llegar. Es como si Dios se hubiese olvidado de lo que ellos
querían hacer para su causa y reino. Otros deciden renunciar a la posibilidad de servir
al Señor por causa de las incomodidades y situaciones que les “complican la vida”.

Zacarías pasó toda su vida preparándose para servir y sin poderlo hacer como
quizá hubiese deseado. Había envejecido sin quizá haber tenido la oportunidad de
realizar muchas cosas para Dios. Pero lo que nos debe admirar de este hombre es que
a pesar de su avanzada edad seguía presentándose como un instrumento dispuesto
para servir al Señor. Podría haber muchos otros instrumentos dispuestos, más jóvenes,
más fuertes, más brillantes, más capaces, pero allí también estaba el sencillo y siempre
dispuesto Zacarías. Yo quiero aprender a ser como él…¿tú?

- “…Según el orden de su clase”.

Zacarías era un verdadero sacerdote, instruido y preparado desde su infancia


para ese sagrado honor, sin embargo era uno más de entre quizá varios miles de
sacerdotes que integraban las 24 órdenes o grupos de sacerdotes (1Crónicas 24:1-19).
Desde los tiempos del rey David así funcionaba el sacerdocio. Dos veces al año cada
orden o grupo de sacerdotes tendría la oportunidad de asumir el privilegio de servir al
Dios de Israel encargándose de los oficios sacerdotales del templo.

- “…le tocó en suerte ofrecer el incienso”.

Zacarías vivía en Hebrón, en aquellos tiempos una aldea de poca importancia


enclavada en una montaña de la región de Judá, a unos 930 metros sobre el nivel de
mar, y distante a unos 30 Km de Jerusalén. Pero a ese hombre sencillo, por “suerte”
esa semana le tocó ofrecer el incienso en el templo de Jerusalén, probablemente la
primera y única vez que tendría tal privilegio en toda su vida.

- “…la multitud del pueblo estaba afuera”.

Toda la multitud estaría afuera mientras él entraba delante de la presencia de


Dios. Si en verdad deseamos tener un encuentro con Dios y poder servirle en verdad y
no en apariencia, tendremos que dejar a todas las personas que nos acompañan y
rodean afuera, y decidir entrar solos en presencia de nuestro Señor y Dios. No
podremos estar delante de su altar acompañados. El encuentro de Dios con los suyos
tiene lugar en la intimidad y la separación de los otros.
3.- La experiencia con Dios y su propósito (Vs. 11-14)

La relación con Dios es una que se vive por fe y no por vista. Esto quiere decir
que decidimos relacionarnos con Dios por la confianza depositada en lo que su Palabra
escrita nos comunica y enseña. De ella recibimos todo conocimiento e idea sobre Dios
y su voluntad para nuestras vidas.

Zacarías había pasado toda su vida relacionándose con la palabra de Dios,


guardando y poniendo en práctica todo lo que sabía y comprendía de ella. No
esperaba que Dios le sorprendiese con algo más fuera de la normalidad de su vivir, por
lo que la experiencia de encontrarse con un ángel del Señor dentro del santuario le
llenó de temor y consternación (Vs. 11-12). Nosotros somos muy dados a hablar con
facilidad de experiencias y revelaciones sobrenaturales, como si esas cosas sucediesen
de manera corriente y con frecuencia, pero la verdad es que tales sucesos son muy
eventuales y esporádicos, incluso en la Biblia. Están limitados a situaciones muy
específicas en relación con los propósitos soberanos y siempre insospechados de Dios.

El mensajero angelical toma la iniciativa (cosa que Dios siempre hace) y le


tranquiliza y le expresa que su “oración ha sido oída” y que su esposa Elisabet le daría
un hijo (Vs. 13-14).

Yo creo que Zacarías hacía mucho tiempo que había dejado de orar por su
esposa y por ese hijo. Pienso (por las palabras que luego pronunció) que hacía mucho
tiempo que él se había resignado a terminar su vida en esa condición. Por lo que me
asombra más este maravilloso hecho de que Dios no se olvida de nuestras oraciones.
Nosotros podemos olvidar que oramos un tiempo por algo, pero Dios no se olvida
jamás lo que sale de nuestros labios delante de su presencia.

4.- Misión de vida (Vs-15-17)

Dios es un Dios de propósitos, y cada uno de sus hijos tiene un lugar y una
misión que desempeñar en los propósitos de Dios. El hijo que Dios le va a dar a
Zacarías y Elisabet no viene a sus vidas únicamente para alegrar sus vidas, lo cual de
seguro sucedería (Vs. 14), pero viene además, y esta es la parte más importante, para
responder a los santos propósitos de Dios. De manera similar cada uno de nosotros
debemos tratar de que nuestras vidas respondan al propósito de Dios, de otra manera
estaremos fracasando en nuestro vivir. Por otro lado, el ángel le revela a Zacarías la
misión de vida del hijo que van a tener, para que ellos como sus padres hagan todo lo
que esté a su alcance para que su hijo se prepare y pueda responder a su tiempo ha
llamado y misión que Dios tenía preparada para él. Veamos algunos aspectos de la
misión de vida del hijo de Zacarías y Elisabet:

- Sería “…Grande delante de Dios…”. Juan sería grande delante de Dios por
causa de su misión para con los propósitos de Dios en relación al Señor Jesucristo. Este
hecho de la singular grandeza de Juan fue conformado por el Señor Jesucristo cuando
declaró que entre los nacidos de mujer no había nadie mayor que Juan (Lucas 7:28).

- Haría que los hijos de Israel se convirtiesen al Señor. Es cuando menos


paradójico que el pueblo de Dios, los hijos de Israel tuviesen necesidad de convertirse
al Señor, pero esa era realidad: a pesar de haber sido separados de los otros pueblos
de la tierra para ser una nación santa para Dios, a pesar de haber sido un linaje
escogido, a pesar de ser el pueblo del pacto y las promesas divinas, estaban tan mal
espiritualmente y tan alejados del propósito de Dios para sus vidas que tenían
necesidad de convertirse nuevamente al Señor su Dios. ¿Será esa la necesidad de
muchos de los hijos de Dios y de la iglesia del Señor en este tiempo también?

- Haría volver los corazones de los padres a los hijos. Este aspecto de su misión
respondía a las palabras con las cuales cierra el último de los profetas del antiguo
testamento, pronunciada unos 450 años antes del nacimiento de Juan (Malaquías 4:6).
Hay un aspecto importante para Dios escondido en la reconciliación familiar. Dios obra
en el seno de las familias. El primer ministerio es el que se realiza en la familia. El
testimonio más importante es el que se da ante la propia familia. Y Lamentablemente
muchos de nuestros fracasos más grandes están en la forma cómo vivimos nuestra fe y
el evangelio dentro en nuestras casas y familias. Todavía hoy Dios quiere que los
padres vuelvan sus corazones hacia sus hijos y los hijos hacia sus padres ¿lo haremos?

- Haría volver los corazones de los rebeldes a la prudencia. Una de las cosas más
difíciles de tratar y sobrellevar es la rebeldía, pero en los propósitos de Dios aún los
rebeldes están en la lista de los que el Señor quiere ayudar y restaurar. La mayor
necesidad del rebelde parece ser la prudencia. La prudencia que pone un freno, que
valora y decide cultivar el respeto. La prudencia que decide dar lugar a la disposición
de honrar a Dios y apartarse definitivamente del mal.

- Prepararía al Señor un pueblo bien dispuesto. Hay un misterio en el hecho de


cómo la palabra de Dios proclamada (que era lo que Juan iba a hacer) llamando al
arrepentimiento y la fe, a la reconsideración y la consagración a Dios, logra obrar una
buena disposición en los corazones de las personas para que estas puedan responder
positiva y productivamente para Dios y su reino, para Dios y sus propósitos. De allí la
importancia de la enseñanza y proclamación de la palabra de Dios, y de que los hijos
de Dios se congreguen regularmente, tales actividades nos ayudan a que nosotros
podamos también presentarnos y ser hallados como un pueblo bien dispuesto para
Dios.

5.- La persistencia de los propósitos de Dios (Vs. 18-20)

Zacarías no creyó de inmediato a la palabra de Dios para con él. Argumentó que
él pensaba que Dios no podría hacer esas cosas porque, tanto él como su esposa,
estaban viejos. Tal actitud no deja de sorprendernos, pues nos muestra que sin
importar por cuánto hayamos caminado con el Señor en nuestras vidas, si no somos
cuidadosos con nuestros propios pensamientos, podemos dejar de honrar a Dios y
actuar como los que no le conocen.

El ángel le dice que él es Gabriel, quien sirve delante de Dios, que fue enviado a
comunicarle esas buenas noticias. Los verdaderos mensajeros del Señor son aquellos
que aprenden a estar primero delante de Dios antes de abrir su boca para hablar a los
hombres. Sólo después de haber estado en presencia del Señor y haber recibido de Él
la encomienda es que son enviados a comunicar sus mensajes y buenas noticias.

Como castigo/disciplina por no haber creído a la palabra que de parte de Dios


se le comunicaba, Zacarías quedaría mudo hasta que se cumpliese la palabra
anunciada. Un castigo suave pero suficientemente significativo para el sacerdote,
siervo del señor, quien al salir del templo estaría impedido de pronunciar la bendición
sacerdotal para el pueblo que le esperaba afuera del santuario. Pero ¿Cómo puede
pronunciar la bendición del Señor alguien que tiene problemas para creer en la misma
palabra de Dios?

La palabra anunciada se cumpliría sin falta “a su tiempo”, aunque Zacarías no la


hubiese creído (vs.20). Dios cumplirá todos sus propósitos aunque los hombres, aún
sus hijos y escogidos, no estén preparados y a la altura de su llamado y misión. Dios el
Señor ha establecido el gran marco y fundamento en el que se desarrollan todos los
propósitos relacionados con su reino y voluntad en esta tierra. ¿Responderemos
nosotros a los pequeños detalles que nos son dados para que participemos en ellos?
¿Tomaremos las oportunidades que Dios nos presenta para que participemos de sus
propósitos? ¿Estamos dispuestos a creer en las buenas nuevas que Dios nos anuncia a
través de su Palabra?

En Zacarías y Elisabet Dios demostró que los que viven para Él, aunque estén en
un lugar anónimo y de poca importancia, no dejarán de ser tomados en cuenta en sus
planes. Su historia también recuerda a aquellos que piensan que el tiempo de ver las
bendiciones de Dios en sus vidas es cosa del pasado, que pueden ser sorprendidos
cuando menos lo esperan al recibir una visita inesperada de parte de Dios en sus vidas.
En ellos se cumplió fielmente el hecho de que “Dios recuerda” (significado del nombre
Zacarías) y jamás falta a sus palabras pues Él es el “Dios del juramento” (significado del
nombre Elisabet).

En diciembre de 2021

Antonio Vicuña.

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