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TEMA 69. LA POESÍA HISPANOAMERICANA EN EL SIGLO XX.
ÍNDICE.
1. INTRODUCCIÓN.
2. MODERNISMO Y POSMODERNISMO.
3. LA VANGUARDIA POÉTICA.
4. LA POESÍA PURA Y LA POESÍA NEGRA.
5. LA POESÍA HISPANOAMERICANA EN LOS ÚLTIMOS DECENIOS.
6. CONCLUSIÓN.
7. BIBLIOGRAFÍA Y APLICACIÓN DIDÁCTICA.
1. INTRODUCCIÓN.
2. EL MODERNISMO Y POSMODERNISMO.
2.1 MODERNISMO.
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mismo. Uno de los máximos exponentes de esto en España es Juan Ramón. Si el arte no
necesita remitir a la vida, se caracterizará por su forma, no por su contenido; no es
necesario que signifique la vida, sino que será pura abstracción.
José Martí (1853-1895) es una de las voces más importantes de América Latina.
No todos los críticos lo consideran un escritor modernista, sino que hay quien ve en él a
un posromántico. No buscó la evasión o huida a paraísos artificiosos, ni se siente atraído
por la refinada sensualidad y los ambientes exóticos que tanto gustaban a los
modernistas. Sus versos están enraizados en la realidad política y social de su pueblo. Su
primer libro de poesía es Ismaelillo (1881), cuyo motivo de inspiración es el hogar
abandonado y el hijo ausente, realidades que desembocan en el miedo a la soledad. El
niño es un ideal de pureza y libertad dentro de un mundo que considera corrupto, oscuro
y angustioso. Siguiendo con las mismas ideas publica en 1891 Versos sencillos, aunque
es un libro más positivo. Tiene un estilo muy popular (romances, coplas, seguidillas).
Versos libres aparece póstumamente, en 1913. Es un libro realmente difícil, en el que la
angustia vital y la sensación de que el mundo es algo corrupto que limita al hombre,
aparece de forma muy encrespada. Los poemas están escritos en verso libre. Sus
imágenes apuntan a la modernidad. Son poemas muy simbólicos, con imágenes muy
doloridas.
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Rubén Darío (1867-1916) es la encarnación de la lírica modernista. Lleva al
máximo todos los postulados de este movimiento. Su concepción de la vida y el arte
empieza siendo cosmopolita y parisina, interesada por los jardines versallescos, las
porcelanas y los ambientes aristocráticos, galantes y refinados. Pero, con el paso del
tiempo, su universo poético se torna más íntimo, amargo y dolorido. Las imágenes se
vuelven más hirientes. Busca incluso un cierto prosaísmo para dotar a sus versos de
mayor expresividad.
2.2. POSMODERNISMO.
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! La primera, Alfonsina Storni (Argentina, 1882-1938) evoluciona desde el
intimismo próximo a Bécquer hasta un simbolismo más hermético. Sus libros iniciales,
La inquietud del rosal y El dulce daño, siguen la estela de la sencillez expresiva y la
vida sentimental como único tema. En Ocre, Poema de amor y Mascarilla y trébol los
textos se vuelven más difíciles y asoman preocupaciones religiosas, próximas al
esoterismo. Siempre planea sobre su sentir poético la sombra de la fatalidad.
3. LA VANGUARDIA POÉTICA.
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días (1941) y En la masmédula (1956). Estos últimos poemas apuntan al tipo de poesía
que se escribe a partir de la década de los 30, en cuya fecha, con la entrada del
Surrealismo, cambia la poesía vanguardista y se pasa a una rehumanización de la poesía.
Son muchos los poetas vanguardistas de aquellos años pero los más importantes
son, sin duda, César Vallejo y Pablo Neruda. De todos los movimientos vanguardistas,
el surrealismo fue el que dejó en América una huella más profunda. En algunos poemas
de Vallejo y en muchos de Neruda podrán verse ejemplos muy personales de tal
influencia, que ha sido igualmente decisiva en otro autor de gran importancia, Octavio
Paz.
Su actitud de rebeldía se refleja en Trilce, en el que rompe por completo con las
fórmulas literarias precedentes. Es puramente experimental. En su acumulación de
irregularidades gramaticales, de sonidos onomatopéyicos y difíciles neologismos, llega a
veces al hermetismo. Pero en medio de esa dificultad, se advierte su visión personal sobre
temas como la soledad, el sufrimiento y angustia del ser humano. Póstumamente, en 1939
ve la luz Poemas humanos, su libro más personal y representativo, en el que cultiva un
surrealismo instrumental. Una de las secciones más interesantes es la titulada «España,
aparta de mí este cáliz», con 15 poemas inspirados en la Guerra Civil. El poeta
profundiza en la realidad humana de esos seres sacrificados, las víctimas inocentes.
Es uno de los poetas más importantes de la literatura hispanoamericana con una obra
muy numerosa. Su verdadero nombre era Neftalí Ricardo Reyes Basoalto. Su obra ha
sido dividida en 4 etapas:
1ª) Etapa juvenil: uno de los primeros libros que hace que se le empiece a
conocer es Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), aunque
anteriormente había publicado La canción de la fiesta (1921) y Crepusculario (1923).
Son versos adolescentes de tono neorromántico.
2ª) Etapa surrealista y de compromiso político: se inicia con los dos volúmenes
de Residencia en la tierra, en las que el empleo predominante del verso libre le permite
dar rienda suelta a su pensamiento, plasmado en construcciones sintácticas de extrema
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libertad. Vendrá luego una Tercera residencia. El impacto de la Guerra Civil española se
refleja sobre todo en España en el corazón (1937). El hito clave en su trayectoria es el
Canto general (1950), formada por dos partes: en la primera se cuenta la historia de
Latinoamérica y en la segunda la de Chile. En la célebre sección titulada «Alturas de
Macchu Picchu» se remonta a la civilización precolombina en busca de las raíces.
3ª) Ciclo elemental: a él pertenecen Los versos del capitán y Las uvas y el viento.
El núcleo esencial son Odas elementales (1945), seguidas de Nuevas odas elementales y
Tercer libro de las odas. Abandona el Surrealismo y la complejidad de las obras
anteriores para dirigirse a la gente sencilla y cantar las realidades más simples de la vida
cotidiana.
4ª) Ciclo autobiográfico: se orienta hacia la reflexión autobiográfica. Además de
su autobiografía poética en cinco volúmenes titulada Memorial de Isla Negra, nos dejó
unas memorias en prosa, Confieso que he vivido, publicadas póstumamente.
Bajo el rótulo de poesía “pura” suele reunirse a una serie de poetas que se sitúan al
margen de las estridencias vanguardistas, si bien, en muchos casos, proceden de ellas o
han tenido en cuenta sus aportaciones, especialmente la imagen de tipo surrealista. En
cierto modo, presentan un paralelismo con nuestro «grupo poético del 27»: influencia de
Válery o de Juan Ramón Jiménez; admiración por Góngora y otros clásicos españoles;
gusto por la perfección formal; eco de las ideas de Ortega y Gasset sobre la
«deshumanización del arte»,.. Sin embargo, y también como en nuestros poetas del 27, la
deshumanización no llegó a ser total: el calor humano está presente en ellos, aunque
depurado por la inteligencia y la mesura. En suma, se observará en estos poetas un
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equilibro entre tradición y renovación, entre clasicismo y modernidad que nos resultan
conocidos en poetas como Guillén, Salinas y sus compañeros de grupo.
Forman parte de este grupo figuras como José Gorostiza, Jaime Torres Bodet,
Xavier Villaurrutia,.. Destaca Carlos Pellicer, quien tiene una veta lírica exuberante,
musical y colorista, que fluye con extrema agilidad. Usa vistosas imágenes. Canta a la
naturaleza como reflejo de la divinidad, como paraíso de los trópicos. Esa brillantez
plástica no está reñida con un intenso lirismo. El predominio de la vida sobre la muerte,
rasgo que lo diferencia de otros compañeros de grupo, no le impide detenerse en
melancólicas reflexiones existenciales sobre el paso del tiempo. Material poético recoge
lo mejor de su producción.
La temática refleja los aspectos más variados de ese mundo negro o mulato. Junto a
ello, es frecuente el acento social: denuncia de discriminaciones y defensa de una libertad
común. La métrica se inspira en el marcado ritmo del «son», a la vez que utiliza formas
tradicionales castellanas (es típica la décima). En el léxico, destaca la incorporación de
términos y expresiones de sabor africano es base de efectos onomatopéyicos y musicales,
aspectos esenciales de la poesía negra. Lo popular y lo culto se dan la mano, como
sucedía en la poesía de Lorca o Alberti.
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Los principales cultivadores del género son el puertorriqueño Luis Palés Matos, el
cubano Emilio Ballagas y, sobre todo, su compatriota Nicolás Guillén, cuyos primeros
libros fueron Motivos del son (1930) y Sóngoro cosongo (1931). En ellos están las
características de su arte: un prodigioso sentido del ritmo, la estilización de lo popular a
través de un lenguaje lleno de sorpresas y un decidido enfoque social, junto a poemas de
pura intención lírica. Así ha seguido siendo en sus libros siguientes, entre los que se
cuentan El son entero y La paloma de vuelo popular. En su última etapa alcanzan mayor
proporción los poemas de lucha política. Ha manejado además, con igual fortuna, formas
tan diversas como el soneto o el poema en versículos de corte surrealista.
Aunque son muchos los poetas, podemos destacar al chileno Nicanor Parra (1914),
cuya poesía es a la vez integral (por su objetivo y temática) y fragmentaria (porque está
hecha de impresiones, fragmentos); es la expresión de un mundo desintegrado, que se
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mantiene gracias al humor. Destacamos su libro Poemas y antipoemas (1954), donde el
escepticismo es cada vez mayor. Su poesía es un testimonio de un recorrido por un
mundo que aceptó primero por concreto para descubrir luego que es irreal.
6. CONCLUSIÓN.
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