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Chile Violento y Educado, prospectiva de un país con dos caras.

Por Luis Gatica Valdés

La Cultura de la Violencia1:

Los últimos acontecimientos llamados por los medios o la sociedad “violentos” que
Chile ha presenciado, o ha vivido si se quiere, no son actos o consecuencias de éstos, que
surgen desde muy poco tiempo, sino que son el resultado de toda una historia que no se ha
querido reconocer. Pero antes de ahondar en el tema, se debe definir qué es la violencia;
según la RAE2: “Cualidad del que está fuera de su natural estado, situación o modo. Que
obra con ímpetu y fuerza. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y
justicia.”; según las ciencias psicológicas3: Es el resultado de los reiterados estímulos -
enseñanzas con contenidos violentos, impuestos en el hogar, en la escuela, y en la
sociedad, obligando al modificar naturalmente al cerebro y a todo el organismo, para el
almacenamiento de dichos contenidos como memorias patológicas.

Más allá de las definiciones, hay que destacar que los actos violentos son el
resultado de estímulos que los provocan. A lo largo de la historia de Chile, ha habido
violencia. En la época de la conquista española, el país se vio enfrentado en una cruel
guerra invasora donde unos “civilizados” trataban a toda costa doblegar las razas indígenas
del país, humillándolos, violándolos, matándolos, todo en el nombre de Dios; esto no tan
sólo ocurrió, ocurre ahora. Después se preguntan por qué hay violencia en Arauco; es toda
la consecuencia de siglos de lucha que ahora no es entendida como tal, sino como
terrorismo ¿Cuál es la diferencia entre el heroísmo de muchos caciques en la Guerra de
Arauco y de la de los presos políticos mapuches acusados por la Ley Antiterrorista? No lo
hay, la única quizás, es que antes los españoles eran “malas personas” por ser como fueron,
y que ahora los chilenos, sólo estamos protegiendo el Estado de Derecho y la Paz Social del
país, que es mucho más importante que el derecho de los indígenas a vivir en plenitud.
Como se ve, esta “violencia” es por consecuencia de algo.

También hubo violencia cuando el país era una República naciente, tal es el caso de
la Guerra Civil de 18914, donde las fuerzas del Congreso Nacional derrotaron al
presidencialismo de José Manuel Balmaceda. Pero en ese caso fue “patriotismo”, por amor

1
La Cultura de la Violencia en Chile, Jorge Vergara Estévez.
2
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición (www.rae.es)
3
El Concepto de Psicología Colectiva, Pablo Fernández Christlieb. Facultad de Psicología, Universidad
Nacional Autónoma de México. Edición año 2006
4
Fronda Aristocrática en Chile, Alberto Edwards, 1928
a la Patria; el hecho es que, históricamente, Chile siempre ha acudido a la fuerza, la
violencia para solucionar problemas que podrían solucionarse sólo con voluntad política.

En 1973, como se sabe, el Golpe Militar al gobierno de Salvador Allende, es una


demostración de lo anterior. Se inauguró en Chile un período de extrema violencia. El
bombardeo aéreo del Palacio de la Moneda fue un signo inequívoco del nuevo poder
autoritario. Desde el comienzo ha carecido de límites políticos y éticos y se ha regido por el
cálculo de la eficacia. Su proyecto era el de construir un nuevo orden social y político,
fundado en el dominio de un bloque de poder conservador de carácter militar y civil, capaz
de dirigir un proceso radical de modernización capitalista. Los sectores conservadores
vivieron los conflictos sociales y políticos que se produjeron durante el gobierno del
presidente Allende como una amenaza radical, no sólo a su estatus y poder social, sino,
incluso, a su sobrevivencia personal. Percibieron la mantención de ese gobierno como un
peligro catastrófico. Interpretaban su pérdida de hegemonía y poder como decadencia de la
sociedad chilena y como disolución de sus valores fundamentales. La única solución
radicaba en la recuperación de dichos valores y la restauración modernizante del orden
social amenazado. Dicho orden fue idealizado y se le atribuyeron todos los valores: encarna
a la plena libertad, la verdadera justicia, la prosperidad, la grandeza nacional, etcétera. Sus
opositores fueron exorcizados, y declarados enemigos de la civilización occidental, la
propiedad, la moral, la familia, Dios y la Iglesia.

Se ha señalado5 que la angustia que provocan los períodos de conflicto social puede
transformarse en angustia persecutoria cuando un grupo social se siente amenazado, sin
lograr comprender el proceso social que está viviendo. Dicho grupo puede asumir actitudes
emocionales regresivas. La más importante es la de la teoría de la conspiración, que
personifica el proceso histórico. «El odio, el resentimiento y el miedo que crean los grandes
cataclismos se concentra en ciertas personas, a las cuales se denuncia como perversos
conspiradores, como enemigos auténticos que es necesario extirpar.

Lo que en un pasado no tan lejano, los conservadores consideraban una herramienta


(violencia) para el orden y la “restauración de la democracia”, capitalista por cierto, ahora
es uno de mayores temores en Chile actual. Es decir, justificaron la violencia organizada y
estatal porque la protegía de sus intereses sociales y económicos, pero ahora, cuando se ven
enfrentados a una violencia que proviene de otro ente social, mas bien estrato social, creen
que el caos absoluto, que estamos en una guerra. Es lo que se dice por ahí… el karma.

Los hechos violentos de hoy en día, y lo que se considera como delincuencia común
y corriente, responde o es consecuencia de lo acontecido durante la dictadura militar; es
decir, todas las políticas impartidas durante esa época que eran para proteger la propiedad
5
“Angustia y política”, en el Estado democrático y en el Estado autoritario. Franz Neumann, 1968
privada de las personas, llevaran a que Chile sea un Estado totalmente capitalista y de libre
mercado, lo que, por supuesto, conlleva a que sea un país despreocupado de la sociedad en
su conjunto.

La privatización de los recursos estratégicos del país (minería, agua potable,


electricidad, salud, previsión, educación, etc.) durante dictadura, conlleva a un descontento
social por parte de la multitud trabajadora, que en un comienzo se vio reflejada por
protestas pacíficas con resultados sangrientos, con la caída de la dictadura gracias a la
fuerza del voto de los chilenos, es ahora una violencia que no se entiende, o que ha perdido
su razón de ser.

Específicamente, la delincuencia, violencia cotidiana que surge en la calle, en las


interacciones entre los automovilistas, en los conductores o choferes de la locomoción
colectiva hacia los peatones y los pasajeros, en los bares, en el hogar con la esposa e hijos,
en las fiestas, hacia las mujeres y los niños; en suma, en cualquier lugar y situación. En la
mayoría de los casos es ocasional, desproporcionada o injustificada. Ella está condicionada
por los altos niveles de tensión y frustración que se vive, particularmente en las grandes
ciudades del país.

Es lo anterior lo que parece no tener fundamento alguno, pero lo hay. La


desprotección social a la ciudadanía por parte del Estado ha tenido como causa lo anterior.
Los delincuentes que los medios muestran con tan morbo, no nacieron así; algunos lo hacen
por necesidad, otros porque es lo que le tocó vivir, y otros porque no saben hacer otra cosa.
Pero el asunto es que por la falta de preocupación del Estado de Chile por brindar una
buena calidad de vida a sus habitantes, sean estos educativos, de salud, socio-culturales,
etc; por ocuparse del ser humano de forma integral, eso ayudaría mucho a evitar que sigan
surgiendo esta violencia sin fundamento. Pero vemos día a día que las autoridades
parecieran que no quieren entender que esa es la solución a este “problema”, si se sigue así,
vamos a tener una sociedad que cada vez más descontenta, y que por lo tanto, más violenta.

… y ahora qué?

De aquí a veinte años más habrá una sociedad más violenta en todo sentido, por las
causas ya mencionadas; las autoridades verán este fenómeno como un hecho sin referentes,
como si no tuviese una razón de peso para existir, por lo que ellos en vez de ser más
inteligentes y tener una mirada más sistémica de las situaciones, se apuntarán hacia los
hechos puntuales, a los resultados, y tratarán de evitarlos, sólo a ellos. No verán, por
ejemplo, que el costo de la vida es causa de ello, o que la desigualdad también; sino lo
verán como situaciones que, “un país en vía del desarrollo”, no se pueden tolerar, por lo
que sus políticas de acción no será otra que ya se ha empleo anteriormente: la represión, la
violencia policial, y el Estado que “protege” de los males de la sociedad.

No sabrán que como consecuencia de sus decisiones, habrá más violencia social
aún. Pero la solución se debe empezar a ser realidad ahora; y ésta debiera ser, en gran parte
la educación. Una educación gratuita, de calidad e igualitaria es la clave.

Con una buena educación, además de otras políticas complementarias que aporten a
la buena calidad de vida, las personas tendrán otra visión de cómo afrontar la vida, tendrán
herramientas útiles para llevar una vida socialmente aceptable y podrán dejar lo que los
conlleva a la violencia. Esta es una medida a largo plazo, pero muy útil, si se empieza en
los próximos años, tendremos un futuro muy auspicioso: más igualdad social, económica y
cultural, mayor producción y por lo tanto, más fondos para el Estado para seguir con estas
políticas, buena calidad de vida de los chilenos, mayor y mejor salud pública, entre otros
beneficios.

Además, con políticas sociales que realmente se preocupen y ocupen de los


chilenos, como la salud pública de calidad, habrá más calidad de vida y mayor esperanza de
vida; con educación sobre la drogadicción y el alcoholismo tendremos más personas
responsables para su consumo; educación sexual, habría menos embarazos adolescentes y
abortos innecesarios y por lo tanto, menos riesgo de muertes innecesarias.

Sería ideal que todo lo anterior, y más, se hicieran realidad por el bienestar de toda
la sociedad, pero siendo realista, no creo que se cumpla. A lo más se avanzará algo, pero
siempre habrá autoridad que no les interesen realmente las vidas de los chilenos y evitarán
a toda costa que cualquiera de las posibles medidas antes mencionadas, no se lleven a cabo;
y los motivos pueden ser múltiples, pero siempre provenientes de la misma fronda o elite
política de siempre, es decir los capitalistas, conservadores y neoliberales. A ellos les
preocupa que la sociedad esté más educada y preparada, ya que atentan directamente a sus
necesidades de lucrar con lo que sea y con sus necesidades de estatus y elitistas. Mayor aún,
si se sigue con el comportamiento de los chilenos por votar, ignorantemente, por gente de
ese tipo.

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