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LOS MITOS DE LA MÚSICA NACIONAL PODER Y EMOCIÓN EN LAS MÚSICAS

POPULARES COLOMBIANAS

Laura Lizeth Pinzón Yazo

Reseña

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Colombia, tierra de mestizajes, razas, músicas y emociones, una patria diversa en manos de
unos pocos, encargados de ordenar las conductas de las gentes, pueblos y ciudades, de lo que
se debe transmitir, escuchar y ver para construir el hecho de ser nación. La alegría del trópico
y la melancolía de lo andino ¿ha sido acaso una noción perceptiva del individuo frente a lo
que ve, siente, escucha o reacciona de la realidad? y si la realidad durante el periodo de la
Violencia fue marcada por conflictos armados, desplazamientos forzados y un régimen 1
político desbordado entre lo conservador y lo liberal ¿las músicas escuchadas estaban
relacionadas con la realidad? o realmente ¿Cuál era la vivencia colectiva e identitaria de
Colombia que aún nos une como una patria entre la alegría - felicidad - y la melancolía -
muchedumbre - y las músicas?.

Actualmente, lo transmitido en las comunicaciones, la televisión, radio, las redes sociales y


los medios digitales, muestra un mundo comprendido por acciones de poder alrededor de
intereses políticos y económicos incitando a la sociedad al consumo; sociedad que juega un
intercambio de gustos, emociones y niveles de pertenencia - para corresponder a un grupo
social, lugar, institución, etc.- búsqueda en el que individuo queda atraído por las ofertas del
mercado, la demanda cultural, y el consumo de materiales tangibles e intangibles, tanto la
escucha, compra de música y shows musicales.

Desde el punto de vista del libro que circula en una investigación basada en una indagación
entre el poder y la emoción de las músicas populares colombianas, se ha detectado una
problemática que ha sido construido a través de los años, atravesado por procesos de
identificación, realidad social y relaciones de poderes entre clases dominantes, medias y bajas.
El consumo de músicas desde la llegada de la industria musical y la era digital permite situar
la sociedad y el capital que ha sido integrado a través del tiempo por el interés del estado,
anteriormente, se puede decir que se vendía la “elegancia” y “alegría” en las músicas
populares de Lucho Bermúdez o José Barros, hoy se vende “experiencias” y “pertenencias”
como J-Balvin o Jhonny Rivera,(actual más escuchado). El consumo cambia según la

1
Violencia, periodo comprendido entre 1948-1958 Salamanca, Manuel Ernesto. Violencia Política y
Modelos Dinámicos: Un Estudio Sobre el Caso Colombiano. Volumen 9 de Derechos Humanos - Giza
Eskubideak. Editorial Alberdania, 2007.
sociedad, según el lugar en el que se encuentre, pero a pesar de esto, la raíz del capitalismo de
Marx está comprendido por una lógica aparente de poder en el mercado y ejercicios de poder
que según autores como Adorno, Middleton y Simon Firth dialogan con Hernández para
articular el poder y emoción de las músicas populares colombianas.

Oscar Hernández en el libro “Mitos de la música nacional poder y emoción en las músicas
populares colombianas” contrapone un mito discutido en la sociedad, en el cual se cataloga la
música del Atlántico y Caribe con emociones alegres, mientras que las músicas del área
andina muestra un carácter melancólico. Esta exposición de dicha mitología, Hernández la
trata en el libro, con un punto de vista sociológico y sobre un diálogo basado en distintos
autores como Peter Wade, Blanco, Ronald Barthes, Foucault, Horkheimer, Becker, entre
otros, e investigadores relacionados a la música como Theodor Adorno, Richard Middleton,
Simon Firth, Ana María Ochoa, Leonard Meyer, entre otros. En el primer capítulo, realiza un
debate desde la sociología entre el empirismo en la especulación de la música, y las teorías de
la semiótica que se relacionan al deseo y la emoción, brindándonos una aproximación
conceptual a lo que se refiere como Thymo-política. Frente a este debate y punto de vista, en
el segundo capítulo el autor expone la relación interna entre la degeneración de la raza, el
mito y el espectro de la relación emocional de la melancolía que se ha desarrollado de manera
colectiva en Colombia. En el tercer capítulo, contextualiza el proceso socio-histórico de las
industrias musicales y los intereses transmitidos en la radio, frente a la emoción “alegre” en
las cumbias de las músicas del Atlántico y Caribe. Para terminar, en el cuarto capítulo, hace
un análisis crítico acerca de la nueva generación que llega en los años 60 con el consumo del
“Chucu chucu”, lo que lo cataloga como “el encuentro de dos mundos”: entre una letra
melancólica y un ambiente festivo, aspectos que se relacionan a la bidimensionalidad de la
realidad.

Frente a este recorrido de diálogos, indagaciones y análisis tanto musicales como


antropológicos-sociológicos, Hernández nos da más que un estudio de las relaciones sociales,
políticas, culturales y musicales, reflexiones sobre los ejercicios de poder que la sociedad está
activamente viviendo. Desde el consumo de la era radial en la industria musical, su lectura
permite indagar sobre el contraste de la globalización y la nueva era digital, con la
deliberación de tener consciencia sobre el consumo de la música, las producciones y la
proyección de las músicas hacia el pueblo y para el pueblo. Se deja en tela de juicio a la
sociedad actual para mejorar la calidad de consumo pero antes se deja a la tarea, en traer a la
memoria la historia, la melancolía, la alegría y las emociones que aún están en latente
estímulo para desafiar el futuro de la música y la sociedad.

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