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ADVERTENCIA: Este trabajo no pretende ser original sino tan solo un resumen ordenado de las enseñanzas
contenidas fundamentalmente en las obras de Derecho de Familia de los profesores Rene Ramos, María Sara
Rodríguez, María Soledad Quintana y los apuntes de los profesores Orrego y Céspedes, por lo que su uso es
exclusivamente académico.
1) A los bienes sociales, o
2) A los bienes propios de la mujer.
Sigamos el mismo orden.
1.- Administración de los bienes sociales.
El Código trata la administración de los bienes sociales en el artículo 1749 CC,
norma que, en su primera parte, según acabamos de ver, sienta el principio de
que el marido es el jefe de la sociedad conyugal y en tal carácter administra
estos bienes.
El artículo 1749 no menciona las facultades del marido en la administración de
los bienes sociales, pero sí menciona las limitaciones que tiene la
administración del marido, la forma en que debe contar con la autorización de
la mujer y las sanciones a que está expuesto por obligarse sin esta autorización.
Dice el artículo 1749 CC, luego de establecer la administración del marido, que
aquello se encuentra “sujeto empero, a las obligaciones y limitaciones que por
el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las
capitulaciones matrimoniales”.
Por lo tanto, hay dos clases de limitaciones:
A.-Limitaciones del marido en la administración de los bienes sociales.
Las limitaciones pueden ser de dos tipos:
a) Las establecidas por los esposos en las capitulaciones matrimoniales; y
b) Las impuestas por la ley (Título XXII del Libro IV del Código Civil)
Veremos cada una de estas clases de limitaciones.
a) Limitaciones a la administración del marido impuestas en las
capitulaciones matrimoniales.
Podrían mencionarse los siguientes ejemplos:
- Que los cónyuges estipularen que la mujer dispondrá de una determinada suma
de dinero, o de una determinada pensión periódica (art. 1720 inciso 2º CC)
- Que los cónyuges estipulen que la mujer administre separadamente alguna
parte de sus bienes (art. 167 CC)
- Que se estipulen limitaciones a la administración del marido que sean mayores
a las que establece la ley en el artículo 1749 CC.
b) Limitaciones a la administración del marido impuestas por la ley.
De acuerdo al artículo 1749 CC, el marido necesita de la autorización de la
mujer para realizar los siguientes actos jurídicos:
i) Gravar o enajenar voluntariamente bienes raíces sociales (art. 1749 inciso
3º CC).
Sobre el particular, queremos hacer las siguientes precisiones:
- Se refiere exclusivamente a la enajenación voluntaria, no a la
forzada. Ello es lógico, pues, en caso contrario, los acreedores sociales no
podrían hacer efectivos los créditos que tuvieren en contra de la sociedad o del
marido. Se desvirtuaría su derecho de prenda general.
- La limitación dice relación únicamente con los bienes raíces
sociales.
El marido puede con absoluta libertad enajenar los bienes muebles,
cualquiera sea su valor, sin necesidad de la autorización de la mujer.
Puede tratarse de una cosa corporal o incorporal. La ley no hace
distinciones. Así por ejemplo se requiere autorización de la mujer para enajenar
una concesión minera, o cualquier otro derecho real sobre inmuebles; como
también para ceder el derecho a exigir la entrega de la finca adeudada, porque
también es inmueble (art. 580 CC)
Tiene que tratar de bienes raíces sociales. De consiguiente, la limitación
no opera tratándose de bienes raíces propios de cada cónyuge, sin perjuicio de
que tratándose de bienes raíces propios de la mujer va a ser necesario cumplir
ciertas exigencias para su enajenación de
acuerdo al artículo 1754, que luego veremos.
- Algunos sostienen que la autorización de la mujer se requiere
también para la celebración del respectivo título traslaticio que antecede a
la tradición. Esto porque la tradición (enajenación) no es sino la consecuencia
necesaria del título traslaticio respectivo.
- Se ha señalado que también se requiere de autorización de la mujer
para para resciliar la compraventa de un bien raíz social, porque el artículo
1567 CC exige capacidad de disposición, y claramente no la tendría el marido
si la mujer no lo autoriza.
- En lo que respecta a la constitución de gravámenes de bienes raíces
sociales, sólo se requiere autorización de la mujer cuando son voluntarios. Por
lo tanto, no se exige autorización si se impone una servidumbre legal o forzosa
a un predio social, o un usufructo sobre un bien raíz social impuesto como forma
de pago de una pensión alimenticia, de acuerdo al artículo 9 de la Ley Nº 14.908.
Tampoco se requiere para alzar una hipoteca, por ejemplo, porque la
autorización es sólo necesaria para constituir los gravámenes.
ii) Prometer gravar o enajenar voluntariamente bienes raíces sociales.
iii) Enajenar o gravar voluntariamente o prometer enajenar o gravar los
derechos hereditarios que correspondan a la mujer.
Esto se relaciona con la discusión en torno a la naturaleza del derecho real de
herencia: mueble o inmueble. Lo que su vez se relaciona con el problema de la
comunicabilidad.
- Algunos lo consideran inmueble, con lo que esta parte del artículo
1749 habría incurrido en un error porque se trataría de un inmueble adquirido a
título gratuito (sucesión por causa de muerte), que ingresaría al haber propio de
la mujer, y el artículo 1749 CC se refiere a la administración de los bienes
sociales.
- Otros consideran que el derecho real de herencia no puede ser
calificado de mueble o inmueble, por lo que debería regirse por las normas de
los muebles, que constituyen el estatuto jurídico general de los bienes
(Leopoldo Urrutia); y siendo un derecho mueble adquirido a título gratuito
durante la vigencia de la sociedad conyugal, ingresaría al haber aparente o
relativo de la misma y no al haber propio de la mujer heredera, con lo que el
precepto del art. 1749 no habría incurrido en error. Se trataría sin embargo de
un caso excepcional en que el marido requeriría de autorización de la mujer para
enajenar una cosa mueble.
iv) Donar ni prometer donar parte alguna de los bienes sociales, raíces o
muebles.
Dice el artículo 1749 inciso 4º que. “No podrá tampoco (el marido), sin dicha
autorización (de la mujer), disponer entre vivos a título gratuito de los bienes
sociales, salvo el caso del artículo 1735…”.
Es decir, el marido no puede hacer ninguna donación de bienes sociales sin
autorización de su mujer, salvo la excepción del artículo 1735 CC, relativa a
donaciones de poca monta atendida las fuerzas del haber social.
Si bien el legislador no distingue si la limitación se refiere tanto a bienes
muebles como inmuebles, deberíamos entender que está referida
exclusivamente a los bienes muebles, puesto que si se tratare de inmuebles, la
situación ya está contemplada en el inciso 3º del 1749 CC.
v) Dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales por más
de 5 años si son urbanos o por más de 8 años si son rústicos, incluidas las
prórrogas que se hubiere pactado (art. 1749 inciso 4º)
Este caso merece las siguientes precisiones:
- Se refiere a bienes inmuebles sociales;
- La limitación rige para el arrendamiento o para cualquier otro contrato que
implique ceder la tenencia de esos bienes. Ramos cree que este caso comprende
el contrato de comodato sobre un inmueble social.
- Deben computarse las prórrogas (incluso las automáticas) para el cálculo de
los 5 u 8 años, cuando las prórrogas superan esos plazos.
vi) Constituirse en aval, ni codeudor solidario, ni fiador o prestar
cualquiera otra caución sobre bienes sociales, en garantía de obligaciones
contraídas por terceros. (art. 1749 inc. 5º y 6º CC).
Debe tratarse de garantías constituidas por el marido en forma voluntaria y
directamente encaminada la voluntad a ese fin: garantizar una obligación
contraída por un tercero. No como una consecuencia de la celebración de otro
acto jurídico que no requiere de la autorización de la mujer, como por ejemplo
la celebración de una sociedad colectiva civil o el endoso traslaticio de una letra
de cambio o del pagaré.
vi) Derechos de la mujer en una sociedad de personas.
Dice el inciso 2º del artículo 1749 CC lo siguiente:
“Como administrador de la sociedad conyugal, el marido ejercerá los derechos
de la mujer que siendo socia de una sociedad civil o comercial se casare, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 150”.
- La hipótesis que contempla la norma es que la mujer, siendo socia de una
sociedad comercial o civil, se casa. Pues bien, los derechos sociales son bienes
muebles que ingresan al haber relativo de la sociedad conyugal (art. 1725 Nº 4
CC), y por lo tanto, quedan bajo la administración del marido.
-Esta administración habilita al marido para recibir los dividendos que pague la
sociedad, pero sólo cuando se devengan por el ejercicio del giro social anterior
al matrimonio (título anterior al matrimonio) puesto que en ese caso serían
frutos civiles de bienes muebles que también ingresan al haber relativo (art.
1725 Nº 2 CC).
- Los dividendos que se devengan con posterioridad al matrimonio ingresan al
patrimonio reservado de la mujer casada, pues son el producto del trabajo de la
mujer separada de su marido. A eso se refiere el precepto cuando señala “sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 150”.
- El marido no puede tomar la administración de una sociedad civil o comercial
en la que tenga interés o participación la mujer que se casa siendo socia. Esto
porque la mujer es plenamente capaz y el mandato (para administrar) no se
extingue por el matrimonio.
- Nada impide que la mujer pueda constituir sociedades civiles o comerciales
ya que como se ha señalado, es plenamente capaz. Eso sí, el aporte que realice
debe hacerlo con cargo a su patrimonio reservado, de lo contrario necesitaría la
autorización del marido como administrador de los bienes sociales, ya que en
este caso la mujer obligaría bienes sociales (arts. 349 C. de Com. y art. 4º inciso
3º Ley 3.918 sobre Sociedades de Responsabilidad Limitada).
B.- Requisitos o características de la autorización de la mujer.
De acuerdo al artículo 1749 inciso 7º CC, esta autorización tiene las siguientes
características:
a) Debe ser específica;
b) Es solemne;
c) Debe ser previa a la celebración del acto.
d) Se puede prestar personalmente o a través de mandatario;
e) Puede suplirse por la autorización judicial, si la mujer la negare sin justo
motivo o estuviere impedida de prestarla.
Ahondaremos e cada uno de estos requisitos:
a) La autorización debe ser específica. El artículo 1749 inciso 7º CC señala
en su primera parte: “La autorización de la mujer deberá ser específica…”.
Específica significa que la mujer debe dar autorización para celebrar un acto
jurídico determinado en condiciones también determinadas. No puede dar una
autorización general, para todos los actos jurídicos en que se requiera de la
autorización de la mujer.
Así, por ejemplo, la mujer debe autorizar la enajenación del inmueble ubicado
en tal parte, inscrito a fojas tanto número tanto año tanto, no siendo idónea una
autorización genérica, para enajenar todos los inmuebles que pertenecen o
pertenezcan en el futuro a la sociedad, sin que ellos sean debidamente
singularizados.
Todo lo anterior carece de importancia, si la mujer comparece al acto mismo de
venta, pero cobra trascendencia, si su autorización la otorga por instrumento
separado o a través de un mandatario, como luego se verá.
Digamos finalmente que la doctrina mayoritaria sostiene que se cumple con este
requisito de especificidad cuando la mujer autoriza el otorgamiento de una
garantía general hipotecaria, porque si bien este tipo de hipotecas se
caracteriza porque se constituyen para garantizar obligaciones futuras de
carácter indeterminado, en realidad lo que la mujer autoriza es la caución y no
las obligaciones específicas que ella cubre.
b) La autorización es solemne. Dice el artículo 1749 inciso 7º CC que “la
autorización de la mujer deberá ser ……otorgada por escrito o por escritura
pública si el acto exigiere esta solemnidad…”.
En consecuencia, la autorización puede ser dada por escrito o por escritura
pública según lo sea el acto para el cual se va a dar la autorización.
Así, por ejemplo, si se da la autorización para vender o hipotecar un bien raíz,
debe darse por escritura pública; en cambio, si se requiere para celebrar un
contrato de promesa sobre un bien raíz social o para dar en arriendo un bien raíz
social, bastará con que se de por escrito, porque ni la promesa ni el arriendo
requieren de escritura pública.
Normalmente la mujer da su autorización expresa en el mismo instrumento en
el que se celebra el contrato, compareciendo en él.
Pero del artículo 1749 inciso 7º CC pareciera desprenderse que la autorización
podría ser incluso tácita, ya que la norma acepta que se otorgue “interviniendo
[la mujer] expresa y directamente de cualquier modo”, en el contrato. La
expresión “de cualquier modo”, estaría indicando que la mujer puede
comparecer como parte o de otra manera en el acto. Se ha sostenido que la
simple comparecencia de la mujer, cualquiera sea la calidad en que intervenga,
constituye autorización tácita.
c) La autorización debe ser previa. Esto no lo exige el artículo 1749 CC pero
la doctrina está conteste en este punto.
Se trata de una autorización y no de una ratificación. Por lo tanto, debe ser
anterior al acto que el marido pretende celebrar o coetánea o simultánea con su
celebración. Lo segundo ocurre cuando la autorización resulta de la
intervención expresa o directa de la mujer en acto.
d) La autorización puede ser dada personalmente o a través de mandatario.
El inciso 7º del artículo 1749 CC en su parte final así lo dice: “Podrá prestarse
[la autorización] en todo caso por medio de mandato especial que conste por
escrito o por escritura pública según el caso”.
- El mandato debe constar por escrito o en escritura pública, según el caso,
lo que significa que si se otorga para una autorización de las que deben darse
por escritura pública, el mandato también debe cumplir esa solemnidad; en
cambio, si se confiere para una autorización que debe darse por escrito, bastará
con que el mandato se sujete sólo a esa solemnidad.
- El mandato tiene que ser especial. Es decir, la mujer debe otorgar el mandato
con la facultad específica de autorizar la celebración de un contrato
determinado. Se aplica aquí lo dicho respecto de la especificidad de la
autorización.
e) La autorización de la mujer puede ser suplida por la justicia. El inciso
final del artículo 1749 CC, permite la autorización judicial en dos casos:
i) En caso de negativa de la mujer; y
ii) Si la mujer está impedida para otorgarla.
Veamos ambos casos:
i) Autorización judicial dada por negativa de la mujer. Dice el artículo 1749
inciso final CC, primera parte: “La autorización a que se refiere el presente
artículo podrá ser suplida por el juez, previa audiencia a la que será citada la
mujer, si ésta la negare sin justo motivo”.
De esto se desprende que:
- La mujer debe ser oída. El juez debe decidir con audiencia previa de la
mujer; y
- La negativa de la mujer debe ser justificada. Por ejemplo, porque vive en
el inmueble con sus hijos menores y existe en el mismo un pequeño
comercio que les reporta una renta.
- Si la mujer no tiene un justo motivo para negarse, el juez dará la
autorización.
ii) Autorización judicial dada por impedimento de la mujer. El inciso final
del artículo 1749 señala: “Podrá asimismo ser suplida (la autorización de la
mujer) por el juez en caso de algún impedimento de la mujer, como el de menor
edad, demencia, ausencia real o aparente u otro, y de la demora se siguiere
perjuicio”.
En este caso el marido tendrá que probar:
- Que la mujer está impedida;
- Que de la demora de la mujer se siga perjuicio;
En este caso se procede no es necesario citar a la mujer, por cuanto no está en
situación de poder comparecer ante el tribunal justamente por el impedimento
que le afecta.
Será juez competente el civil, del domicilio de la mujer
Finalmente, el inciso 8º del artículo 1749 CC señala: “Pero no podrá suplirse
dicha autorización si la mujer se opusiere a la donación de los bienes sociales.”
C.- Sanción para el caso de que se omita la autorización de la mujer.
- La sanción es por regla general la nulidad relativa, según lo señala el
artículo 1757 CC: “Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos
prescritos en los artículos 1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad
relativa…”.
En relación a la nulidad se deben tener presente las siguientes reglas:
- La titularidad activa le corresponde a la mujer, a sus herederos o
cesionarios (art. 1757 CC en relación art. 1684 CC)
- El plazo de cuatro años para impetrarla se cuenta desde la disolución de
la sociedad conyugal o desde que cese la incapacidad de la mujer o la de
sus herederos (art. 1757 inc. 3º)
- En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez
años desde la celebración del acto o contrato (art. 1757 inc. 4º)
- La sanción es otra en dos situaciones:
i) Cuando la mujer no autoriza el contrato de arrendamiento (o aquel
en que se cede la tenencia de un inmueble social) por más de 5 años si es urbano
o por más de 8 si es rústico. La sanción es la inoponibilidad de esos contratos
más allá de los plazos máximos señalados. Así lo dice el artículo 1757, inciso
1º, segunda parte: “En el caso del arrendamiento o de la cesión de la tenencia,
el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y 1756”.
Podrán alegar la inoponibilidad la mujer, sus herederos o cesionarios (art. 1757
inc. 2º).
ii) Cuando el marido constituye cauciones para garantizar
obligaciones de terceros. La sanción consiste en que sólo obliga sus bienes
propios. Esto equivale a decir que la caución es inoponible a la sociedad
conyugal porque no se puede hacer efectiva en los bienes sociales (art. 1749
inc. 5º CC).
Por ejemplo, el marido constituye una prenda sobre un bien mueble de la
sociedad conyugal, para garantizar la obligación de un tercero, sin la
autorización de la mujer. El acreedor no podría en la práctica hacer efectivo su
derecho real sobre el bien prendado, porque es social, debiendo limitarse a
intentar el embargo de los bienes propios del marido, sobre los cuales,
obviamente, carece de toda preferencia en el pago de su crédito. En los hechos,
la prenda sería en tal caso completamente ineficaz.
D.- Situaciones excepcionales en que la mujer participa en la
administración de los bienes sociales y los obliga.
Hay algunas situaciones en que, por excepción, la mujer participa en la
administración de bienes sociales y los obliga. Es decir, en estos casos la ley le
otorga a ciertos actos de la mujer (en régimen de sociedad conyugal) plena
eficacia contra la sociedad conyugal y por tanto, contra el marido.
Veamos estos casos:
a) Las compras que la mujer haga al fiado de objetos muebles
naturalmente destinados al consumo ordinario de la familia (art. 137 inciso
b) Contratos u obligaciones contraídas por la mujer con autorización del
marido, con mandato general o especial del marido, actuando de consuno
con el marido u obligándose solidaria o subsidiariamente con él (arts. 1751
y 1750 inc. 2º CC). Por ejemplo, tarjetas de casas comerciales y de crédito
abiertas a nombre de la mujer, en las que se presume la autorización del marido
y el destino de las compras.
c) Actos o contratos celebrados por la mujer por impedimento temporal
del marido (no de larga o indefinida duración), con autorización de la
justicia con conocimiento de causa, cuando de la demora se siguiere perjuicio
(art. 138 inc. 2º y 3º CC).
La misma autorización se puede dar a la mujer, sin que sea necesario que
acredite el perjuicio a que se refiere el preceto citado, cuando constare en el
expediente sobre alimentos que en contra del alimentante (marido) se hubiere
decretado dos veces alguno de los apremios señalados en los artículos 14 y 16
de la Ley 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias
(art. 19 Nº 2 Ley 14.908).
d) Ventas u otros actos de disposición realizadas por la mujer sobre bienes
muebles a título oneroso, cuando se ha hecho la entrega o tradición de ellos a
un tercero de buena fe, a menos que se trate de bienes sujetos a registro que
aparezcan a nombre del marido (art. 1739 inc. 4º y 5º CC)
Pongamos un ejemplo para entender la situación: un tercero compra a una mujer
casada un refrigerador, un piano o un televisor, y se le hace la correspondiente
tradición. Esos bienes son sociales y por ende la mujer no podía disponer de
ellos. Por la misma razón, tales ventas son inoponibles a la sociedad conyugal,
y el marido podría reivindicarlos. Sin embargo, el CC, con el claro propósito de
proteger a los terceros de buena fe que contrataron con la mujer, establece que
“quedarán a cubierto de toda reclamación que éstos pudieren intentar fundada
en que el bien es social”. En el fondo, con esta frase “quedarán a cubierto de
toda reclamación” presume de derecho que el bien era de la mujer y que por lo
mismo podía venderlo.
Para que opere esta situación tan excepcional, se deben cumplir los siguientes
requisitos que indica la norma:
i) Que se trate de bienes muebles;
ii) Que el tercero esté de buena fe, esto es, que no sepa que el bien es social;
iii) Que se haya efectuado la tradición del bien (justamente este requisito es el
que justifica la buena fe del tercero); y
iv) Que no se trate de bienes sujetos a régimen de inscripción, pues si así fuere
y el bien está inscrito a nombre del marido, desaparece la presunción de buena
fe desde que el tercero tenía la forma de saber que el bien no era de la mujer
(1739 inciso 5º). Contrario sensu, si el bien está inscrito a nombre de la mujer
–situación muy corriente en el caso de los automóviles– y la mujer lo vende, el
tercero adquirente queda a cubierto de toda reclamación del marido.
e) La mujer puede disponer de los bienes sociales, por causa de muerte a
través de un legado de especie o cuerpo cierto. Si en la liquidación de la
sociedad conyugal la especie legada es adjudicada a sus herederos, el
asignatario de dicha especie podrá perseguirla sobre la sucesión del testador ;
pero en caso contrario sólo tendrá derecho para perseguir su precio sobre la
sucesión del testador (art. 1743 CC).