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Los centros presidenciales son entendidos como instancias relevantes, y hasta
necesarias, a las que los titulares del ejecutivo recurren para asegurarse espacios de
poder propio. Centros fuertes e institucionalizados incrementarían las posibilidades de
una gestión política más eficaz y redituable. Pero, ¿cuál es el sentido de tal centro en
situaciones latinoamericanas de presidencialismos con jefes de gobierno fuertes tanto
en el papel como en la práctica? ¿Para qué construir o reforzar espacios acotados de
poder autónomo cuando el poder presidencial puede ser transversal a toda la
arquitectura del ejecutivo nacional?
Con el objeto de examinar de qué modo se organiza y funciona el centro
presidencial (CP) en condiciones de bajos incentivos, este capítulo ofrece un análisis
exploratorio del rol y relevancia de las secretarías presidenciales argentinas desde la
transición democrática en 1983 hasta 2014. En particular se analiza longitudinalmente
la organización, funcionamiento y estilo de gestión del centro presidencial, en el
marco del poder ejecutivo en su conjunto, y se indagan sus posibles factores
explicativos.
El trabajo se organiza en cuatro secciones. En la primera se identifican los
enfoques predominantes en la literatura, de los que luego extraeremos las hipótesis
que orientarán nuestro análisis. En la segunda sección se propone un modelo de
análisis descriptivo para regímenes presidenciales, distinguiendo al total de las
unidades presidenciales según su ubicación y funciones, se explicitan las hipótesis a
examinar, y se presentan los datos y criterios de operacionalización utilizados para el
estudio del caso argentino. En la tercera se desarrolla el análisis y, por último, se
presentan las conclusiones.
Los jefes de gobierno o los titulares de los ejecutivos son asistidos por
estructuras formales o informales que le responden en forma directa y lo asisten para
llevar a cabo sus funciones. El análisis de este espacio diferenciado dentro del poder
ejecutivo, que parece tender a incrementar su tamaño e influencia, ha generado un
creciente interés académico que trasciende los diferentes sistemas de gobierno
(Alessandro 2013; Alessandro et al 2014; Dickinson y Lebo 2007; Peters et al 1997;
Dahlström et al 2011). En el caso de los sistemas presidenciales, la mayor parte de la
literatura académica sobre la organización y funcionamiento del centro presidencial
proviene de los Estados Unidos. A partir de la presidencia de Franklin Roosevelt, a
fines de los años 30, la transformación y expansión tanto en recursos como en
importancia política de la estructura de apoyo al presidente en ese país fue objeto de
una gran cantidad de trabajos que describen y explican este proceso desde distintas
perspectivas y marcos teóricos. De modo esquemático, estos abordajes pueden
encuadrarse en alguno de los siguientes tres enfoques predominantes.
Un primer enfoque, de tipo sistémico-funcionalista observa la evolución del
centro presidencial como una reacción a la creciente complejización de las sociedades
modernas y, en ese marco, de las mayores responsabilidades que deben enfrentar los
presidentes. Los desafíos contemporáneos conllevan a la diversificación y
especialización organizativa en torno al titular del poder ejecutivo con vistas a hacerlo
más efectivo. Así, el análisis del surgimiento y evolución de la “presidencia moderna”
en los Estados Unidos ha enfatizado en el crecimiento sostenido del número de
unidades, la formalización de jerarquías y procesos y la institucionalización de esas
organizaciones (Ragsdale y Theis 1997). En tanto la complejidad es
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predominantemente unidireccional, este enfoque prevé un patrón incremental del
cambio organizacional. A mayor complejidad, mayor cantidad de asuntos que el
presidente debe atender, mayor diferenciación funcional, más unidades y mayor
institucionalización.
Un segundo enfoque, de tipo neoinstitucionalista, relaciona el desarrollo del
centro presidencial con las estrategias de centralización del proceso decisional,
entendida ésta como la transferencia de unidades y funciones desde el Poder
Ejecutivo hacia el centro presidencial (Rudalevidge 2002: 6). La centralización sería
una estrategia de los presidentes con el fin de asegurarse autonomía en el manejo de
su agenda de gobierno y en el proceso de políticas públicas. Dentro de este mismo
enfoque se distinguen dos líneas de estudios. Una primera línea considera a la
centralización como un fenómeno inherente al presidencialismo, en tanto la
separación de poderes y las crecientes expectativas sobre el desempeño presidencial
configuran los incentivos para que el presidente procure una estructura propia que
refleje sus intereses (Moe y Wilson 1994). En este marco, los presidentes toman
decisiones unilaterales modificando las estructuras que de ellos dependen: designan
personal afín y leal -‘politizan‘- y concentran la coordinación para incrementar su
influencia -’centralizan‘- (Moe 1985; Moe y Wilson 1994). Una segunda línea
observa a la centralización como un fenómeno de tipo contingente a cada
administración de gobierno, pudiendo variar según los contextos y los intereses
individuales de los presidentes. De este modo, la organización y funcionamiento del
centro presidencial, aún dentro de una misma administración, puede evidenciar tanto
dinámicas de centralización como de descentralización. (Rudalevidge 2002; Ponder
2000)
Un tercer enfoque observa a la organización de la presidencia como el reflejo
de los estilos de liderazgo o de management del presidente de turno y le otorga a los
factores individuales un papel central en la configuración de la institución (Neustadt
1990; Johnson1974; Janis 1971; George y Stern 1998). Una de las tipologías de
mayor referencia identifica tres modelos de organización del sistema de asistencia del
presidente: el competitivo, implementado por el presidente Roosevelt, donde las
responsabilidades de los colaboradores no están bien definidas y se superponen, el
presidente se ubica en el centro e impulsa las rivalidades entre ellos con el fin de
obtener mayor creatividad pero también mayor poder; el formalista, ejemplificado
con los presidentes Eisenhower y Nixon y conformado por un sistema jerárquico y
formal, con procesos rígidos y atribuciones bien delimitadas y la existencia de un jefe
de gabinete; el colegiado, identificado con el presidente Kennedy, basado en el
trabajo en equipo y en la generación de consensos a partir de visiones divergentes, sin
instancias jerárquicas de coordinación (Burke 2009).
El estudio de los centros presidenciales, ya consolidado en los Estados Unidos,
comienza a desarrollarse también en los países latinoamericanos. En los últimos años
se analizaron diferentes dimensiones de la presidencia y su organización [Alessandro
2013; Gilio 2013; Coutinho 2013; Siavelis 2013; Méndez 2007; Rennó 2013), e
incluso también se realizaron estudios comparados, como el de Inácio y Llanos
(2015), que analizan la evolución de la organización de la presidencia en Argentina y
Brasil desde los años 1980.
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En primer lugar, para observar de modo sistemático cualquier tipo de
variación del fenómeno en cuestión es necesario tener una definición del mismo.
Estimar qué crece, cuándo y cómo requiere precisar ante todo definir qué vamos a
contar. Sin embargo nos encontramos con una alta dispersión de criterios de
definición, ilustrada por la variedad de denominaciones en circulación tales como
'presidencia institucional', 'oficina presidencial', 'centro de gobierno', 'centro
presidencial'. Esta dificultad se ve agravada por la variación de configuraciones que
presentan los distintos países, muchas incluso sin precisión normativa (Alessandro et
al. 2014). Entre las principales definiciones se encuentran las que refieren al CP como
el conjunto de instituciones o agencias que: operan directamente bajo la autoridad
presidencial y están a cargo de asistir a su liderazgo brindando soporte administrativo,
asesoramiento y expertise (Dickinson 2005); proveen apoyo directo y asesoramiento a
la mas alta autoridad política en la cima del ejecutivo y al consejo de ministros”
(OECD, 2004: 3); se encuentran físicamente cercanas y responden inmediatamente a
los deseos del presidente y, en contraste con los ministerios, no tienen presupuestos
que administrar, gente que contratar, o políticas para gestionar (Pfiffner 1994, 133);
brindan asesoramiento y asistencia administrativa, se vinculan con los medios, el
congreso y grupos de interés, y no tienen responsabilidades ministeriales (Moe y
Wilson 1994: 17); tienen misiones, recursos y habilidades diferentes a la de los
ministros, tienen como único constituent al propio presidente del que se encuentran
físicamente cercanos (Rudalevidge 2002; 23). Se observa así que, si bien existe alto
consenso en lo que respecta a los criterios de subordinación directa al presidente y de
apoyo exclusivo al mismo, en lo que toca a las funciones los diferentes catálogos
propuestos raramente coinciden entre sí, entrando incluso en contradicción en su
consideración de la función de gestión de políticas.
En segundo lugar, el examen de procesos como los de centralización y
descentralización, entendidos como la transferencia de un punto hacia otro, exige
adoptar una indagación sistemática del CP en relación a lo que no es CP. Este es un
aspecto que todavía no ha sido considerado de modo exhaustivo por la emergente
literatura latinoamericana. Incorporar este aspecto implica ampliar el foco de análisis
al conjunto del poder ejecutivo nacional y considerar la necesidad de realizar
distinciones internas de las unidades que lo componen.
En la siguiente sección se proponen algunas distinciones para lidiar con estas
limitaciones.
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bajo el control y al servicio del presidente. Proponemos mantener estos dos criterios y
extenderlos al resto del poder ejecutivo recurriendo a los diseños normativos
presidenciales. En general, estos diseños permiten distinguir tres grandes arenas de
decisión para el poder ejecutivo nacional. Por orden de cercanía al presidente, éstas
son las siguientes.
Una primera arena es la presidencial, nuestro objeto de estudio. Su objetivo es
atender los asuntos del presidente a título individual. Las unidades organizacionales
que la componen son las secretarías presidenciales y otras unidades tanto sin función
ejecutiva (diferentes tipos de consejos y comisiones) como con función ejecutiva
(como organismos descentralizados). Estas unidades presentan alta subordinación al
presidente tanto en composición como en ejercicio.
Una segunda arena es la gubernamental. De carácter colectivo, tiene como
objetivo prioritario la definición y coordinación de políticas, programas y acciones de
gobierno nacionales o transversales. Sus unidades organizacionales características son
el gabinete y diferentes instancias interministeriales. Sus referentes son el ‘gobierno’,
el ‘Estado, o la ‘nación’.
Una tercera arena es la ministerial, cuyo objetivo es la gestión de políticas
sectoriales. La unidad organizacional característica son los ministerios, con el
ministro como autoridad máxima y principal referente.
En relación a las funciones propias del centro presidencial existe, como fue
evidenciado, un amplio desacuerdo que incluye desde abordajes restringidos –con un
preciso y reducido número de funciones- a abordajes más abiertos -con elencos de
funciones amplios-. El carácter exploratorio de nuestro estudio nos mueve a optar por
una categorización alargada que permita observar cualquiera de las funciones
consideradas por las definiciones existentes. Al igual que con la delimitación de las
unidades, extendemos esta categorización al conjunto del poder ejecutivo.
De esto modo sostenemos que todas las unidades organizacionales del poder
ejecutivo, sin importar la arena de ubicación, desempeñan tareas que pueden ser
categorizadas en alguna de las siguientes cinco funciones elementales.
La más característica de los órganos ejecutivos es la función de gestión de
políticas, programas y acciones. Esta función incluye un ciclo de variadas fases
interrelacionadas, que básicamente cubren los momentos de formulación,
implementación y evaluación.
A su vez, la gestión de políticas requiere de la complementación de dos
funciones transversales. Una es la función de coordinación de unidades que sean
similares, sea por tarea realizada (e.g., participación de la gestión de una misma
política) sea por localización física (e.g., ubicadas en una misma o cercana área de la
estructura organizacional).
Una segunda función transversal al ciclo de la gestión es la función de
interrelación con actores externos. La gestión ejecutiva suele implicar en algún
momento comunicar, deliberar y acordar con diferentes actores y públicos en sus
diferentes fases.
Finalmente, la gestión de políticas requiere para su accionar diario de servicios
de asistencia específicos. Aquí distinguimos entre función de asistencia técnica en un
sentido amplio, que incluye tanto las tareas burocráticas básicas (gestión de recursos
físicos y de personal varios, secretariado, correspondencia, etc.) como el servicio de
expertos en materias concretas (asistencia legal, provisión de seguridad personal,
información), y función de asistencia política (provisión de información y
asesoramiento de carácter político).
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Cada una de estas funciones puede ser desagregada en diferentes
subfunciones. Por ejemplo, la de interrelación puede ser tratada diferenciadamente de
acuerdo a los actores externos involucrados, como el Parlamento, con instancias
internacionales o los medios de comunicación. De este modo, el foco de desempeño
de una determinada unidad organizacional puede variar desde específicas sub-
funciones a una o más funciones, adquiriendo diferentes grados de ‘poli-
funcionalidad’. Por su parte, una misma función puede ser desempeñada
simultáneamente por más de una unidad, dando lugar a configuraciones que pueden
variar desde la complementariedad (diversas unidades desempeñando diversas
funciones o subfunciones) hasta la redundancia (diversas unidades desempeñando
similares funciones o sub-funciones)
*
Con diferentes sujetos destinatarios y de subordinación, la mayoría de estas
cinco funciones puede encontrarse en cualquier de las tres arenas (Tabla 1). Así, la
función de coordinación es distinguida de acuerdo a si afecta a unidades internas del
área presidencial (Arena I), del gabinete u otras instancias interministeriales (Arena
II), o de los ministerios (Arena III). La función de interrelación es distinguida de
acuerdo a si la comunicación, negociación o acuerdos se realizan en nombre del
presidente, del gabinete o de ministerios particulares. La función de asistencia tanto
técnica como política es distinguida de acuerdo a si los asistidos son el presidente a
título individual, el gabinete o los ministerios. La función de gestión puede ser
realizada desde los ministerios particulares, cuando se trata de típicas políticas
sectoriales, o desde el propio gabinete o alguna instancia interministerial para el caso
de políticas generales, transversales e intersectoriales. Dado que la ejecución de
políticas, acciones y programas no son competencia del presidente a título individual,
la tabla deja vacante el primer casillero (función de gestión en la arena I). Como se
explicita más abajo, con esta última consideración se pretende indicar no que la
ejecución de políticas desde el área de presidencia sea imposible o indeseada sino que
no sería conforme a los diseños normativos del presidencialismo.
Interrelación Del Presidente con Del Gabinete con actores De un ministerio con
actores externos externos actores externos
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El modelo analítico presentado ofrece criterios para evaluar empíricamente el
grado en que se aplican las expectativas de los enfoques predominantes en la
literatura. Expresamos estas expectativas en seis hipótesis descriptivas. La primera
refiere a una expectativa básica, evidenciada o asumida por la mayoría de la literatura.
En este caso, los cambios ocurren en puntos concretos de la línea temporal lo que
podría estar indicando la puesta en juego de comportamientos estratégicos de los
actores políticos, o la apertura contingente de diferentes tipos de brecha de
oportunidades, o simplemente algún tipo de irracionalidad el sistema. Finalmente, si
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bien nuestro modelo no lo contempla, agregamos una última hipótesis para indagar la
incidencia de los estilos de gestión del proceso decisional.
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los ministerios, las secretarías (presidenciales, de la JGM y de los ministerios), y las
subsecretarías (presidenciales, de la JGM y de los ministerios).
Todas las unidades fueron codificadas según su ubicación física fuera en la
Arena I (secretarías, subsecretarías y otras unidades dependientes de presidencia), la
Arena II (JGM y respectivas secretarías y subsecretarías); y la Arena III (ministerios y
respectivas secretarías y subsecretarías).
Por su parte, las secretarias presidenciales fueron codificadas de acuerdo a las
funciones predominantes que desempeñan. Por funciones predominantes entendemos
aquellas desempeñadas de modo destacado por una determinada unidad. Cada unidad
puede participar en más de una de nuestras cinco funciones. La variable ‘gestión’
registra si y en qué arena la unidad tiene una participación relevante en alguna de las
fases del ciclo de aplicación de políticas, programas y acciones políticas,
diferenciando por arena de participación. La variable ‘coordinación’ registra si y en
qué arena la unidad realiza tareas de articulación de unidades e instancias internas de
similar jerarquía. La variable ‘interrelación’ registra sí y para qué arena estas unidades
desempeñan funciones de vinculación con actores externos. La variable ‘asistencia
técnica’ registra si y en qué arena realiza tareas de asistencia técnica (servicios
administrativos y servicios de expertos en materias específicas). La variable
‘asistencia política’ registra si y en qué arena desempeña alguna formas de asesoría
política. Los criterios utilizados para realizar las codificaciones de estas variables
están basados en la normativa correspondiente, ajustados por valoraciones subjetivas
derivadas de la observación participante.
Los diferentes estilos de gestión (concentrado, radial, jerárquico y colegiado),
no especificados en el diseño organizativo formal, fueron identificados con base en
fuentes secundarias y observación participante.
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La remoción requiere la mayoría absoluta de cada una de las cámaras (C art 101).
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Por su parte, los ministros desempeñan sus funciones, tanto a título individual,
como autoridad máxima de su propio ministerio (L.M. art.2), como de modo
conjunto, en el marco del Gabinete Nacional (L.M. art.2; art.3) u otras instancias
interministeriales (L.M. art.4#12). Si bien es definido como un espacio colectivo, el
gabinete nacional no constituye una instancia colegiada de toma de decisiones
vinculantes ya que no tiene facultades decisorias propias.
Las unidades propias de la arena presidencial, sin consideración en la Carta
Magna, son dispuestas por la Ley de Ministerios. Esta establece que "las tareas
necesarias para posibilitar la actividad del Presidente de la Nación" son atendidas por
los secretarios presidenciales, que actúan bajo dependencia directa del presidente
quien determina sus funciones y organización (L.M. arts. 9 y 10). Los secretarios
presidenciales, algunos con rango y jerarquía de ministros, integran el gabinete
nacional, con funciones similares a las que se les asigna a los Ministros aunque
restringidas básicamente a la instancia de definición de políticas, programas y
proyectos (L.M. art.10). Las disposiciones de las secretarías ("decretos, mensajes y
proyectos") deben ser suscriptas y refrendadas por el ministerio competente (L.M.
art.11). A su vez, el poder ejecutivo nacional puede "disponer la creación de
comisiones nacionales de asesoramiento o simples asesorías permanentes o
transitorias con dependencia directa del presidente de la Nación sin funciones
ejecutivas (L.M. art.12).
La Ley de Ministerios establece la cantidad, denominación y competencias
tanto de las secretarías presidenciales como de los ministerios. Las modificaciones
pueden ser realizadas por Decretos de Necesidad y Urgencia pero luego deben ser
convalidadas por el Poder Legislativo. A su vez, la estructura organizativa de los
ministerios y de las secretarías presidenciales se establece por decreto del Poder
Ejecutivo hasta el primer nivel operativo.
[Gráfico 1.1]
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identidad perfecta del tamaño absoluto entre el año inicial y el final de del período
observado, el peso relativo del CP se reduce a más de la mitad, pasando a representar
del 15% al 6% del PEN.
Por su parte, la arena ministerial comienza y termina con una participación
similar, equivalente al 85% del poder ejecutivo en 1983 y 83% en 2014. Su evolución
inicial es bastante progresiva, salvando el pico de 1990, esta vez de signo negativo,
hasta alcanzar el 64% en 1999, con un crecimiento subsiguiente algo errático entre
1999 y 2001 con De la Rúa, y a partir de allí un crecimiento progresivo desde el 73%
al 83%.
Por su parte, la arena gubernamental representa al momento de su creación en
1995 el 10% del total del poder ejecutivo. Nuevamente (aunque esta vez se trata de
participación relativa), esta participación es casi idéntica a la del último año de
observación. A continuación exhibe una evolución oscilante hasta 2003, con picos
que llegan al 13% (1999) y al 4% (2003). Inicia el gobierno de Kirchner con un
participación del 8% y se mantendrá relativamente estabilizado, con variaciones entre
el 7% (2005) y el 12% (2009).
Así, la configuración de esta arena parece producirse a expensas del CP. Sin
embargo este proceso se da de modo lento y oscilante, alcanzando y superándolo en
tamaño en 2009. Cabe notar que la comparación en términos absolutos del primer y
último año de observación, sin diferencias para el CP, muestra para el conjunto del
PEN un aumento más del 120%, pasando de 111 a 247 unidades.
[Gráfico 1.2]
[Gráfico 2.1]
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secretarías con funciones de interacción presentan una dinámica similar (se inicia con
el 33% hasta llegar a 0 en 2003), aunque con algunos picos decrecientes (1987-1990,
1994-1995, 2000-2001). Por su parte, la proporción que se dedica a la función de
asistencia política es continua para todo el período, entre 7% y 17%, oscilante hasta
2002, cuando se estabiliza en torno al 10%. La dedicación a la función de gestión de
políticas presenta una dinámica similar a la anterior aunque con un volumen de
participación mayor, estabilizándose a partir del 2003 en torno al 20%. No
registramos ninguna unidad dedicada al desempeño de asistencia política.
[Gráfico 2.2]
[Gráfico 2.3]
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; y una unidad de planificación económica, continuación de la Secretaría de
Planeamiento del gobierno precedente -Secretaría de Planificación-.
Todas estas unidades prestaban asistencia técnica al presidente en cuestiones
de su competencia específica pero además algunas de ellas también tenían
responsabilidades propias de la arena gubernamental e incluso ministerial como fue el
caso de la Secretaría de la Función Pública, la Secretaría de Planificación y la de
Inteligencia (gráfico 3.1).
[Gráfico 3.1]
En 1986 se introduce una modesta diversificación funcional con la creación de
la Secretaría Legal y Técnica, responsable del servicio jurídico del presidente que
hasta ese momento era una subsecretaría de la Secretaría General de la Presidencia,
que se mantendrá hasta la actualidad.
La evolución de la organización CP durante la administración fue bastante
volátil (gráficos 1, 2 y 3). A partir del segundo año de mandato se crean unidades que
surgieron en torno a las prioridades de la agenda presidencial, vinculadas
especialmente a la gestión económica: la Secretaria de Promoción del Crecimiento -
destinada a promover inversiones y proponer un proyecto de ley de privatización de
empresas y bienes en poder del Estado nacional-, la Secretaría de Control de
Empresas Públicas –orientada a centralizar el manejo de las empresas y sociedades
estatales -, y la Secretaría de Asuntos Especiales. También se creó una Secretaría de
Turismo y el Consejo para la Consolidación de la Democracia, un órgano de carácter
consultivo, que desarrolló proyectos centrales como la reforma constitucional, el
traslado de la capital y una nueva ley de radiodifusión.
A partir de 1987 el CP se reduce progresivamente tanto en términos absolutos
como relativos. Se eliminan algunas de las secretarías vinculadas con los programas
de reformas estructurales (la Secretaria de Control de Empresas Públicas y la de
Promoción del Crecimiento) y la Secretaría de Prensa y Difusión.
Para el último año de la administración el CP estaba compuesto por 21
unidades (con sólo una secretaría más que en 1983), reduciendo su peso relativo al
14% del total del poder ejecutivo.
El presidente mantenía una relación radial con sus colaboradores,
participando personalmente de las principales negociaciones y definiciones, y
reservándose la última palabra y el derecho a veto. Con frecuencia apelaba a
designaciones cruzadas, compensando espacios de poder evitando de esta manera que
un ministro manejara todos los resortes de su área (Masi 2014: 203; De Luca 2011;
Heredia 2006). Esta dinámica afectaba por igual tanto al CP como al gabinete de
ministros sin predominio de uno sobre otro, aunque en ocasiones el primero operaba
como una zona de exclusiva reserva presidencial.
El difícil contexto económico y el condicionamiento que ejercía el partido
radical sobre la política económica, favorecieron la centralización en la arena
presidencial. El presidente creó nuevas unidades con competencias en cuestiones
económicas y designó funcionarios ajenos a la tradición partidaria del radicalismo.
Este es el caso de la secretaría de Planificación Económica y de su responsable Juan
Sourrouille, que encabeza un equipo de economistas jóvenes, independientes y con
perfil técnico que reemplaza la etapa “partidaria” del gobierno (Heredia 2006). Desde
las otras nuevas secretarías del CP surgieron propuestas destinadas a reformar el
sector público, reducir el aparato estatal y privatizar empresas públicas, que
recomendaban los organismos multilaterales de crédito. La creación de la Secretaría
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de Turismo en 1986 y la designación de un dirigente del Partido Federal se enmarcan
en una estrategia presidencial de realizar acuerdos con otros partidos.
Carlos Menem, del Partido Justicialista (PJ), electo en 1989, fue presidente
durante dos períodos constitucionales consecutivos, como consecuencia de una
reforma constitucional en 1994 que habilitó su reelección por un segundo mandato.
La reforma fue el producto de un acuerdo entre el presidente Carlos Menem y el ex
presidente Raúl Alfonsín, líder del principal partido de la oposición (UCR) que
incluía además algunos cambios en el diseño institucional del presidencialismo
argentino. Entre estas innovaciones, la más relevante para nuestro análisis es la
creación de la Jefatura de Gabinete de Ministros (JGM) que alteró la organización y el
funcionamiento del Ejecutivo y del CP.
[Gráfico 3.2]
Los primeros dos años de gestión fueron muy inestables, tanto en términos
económicos como políticos y se llevó a cabo una profunda reestructuración estatal. Si
bien la cantidad de ministerios no fue alterada, en tanto regía todavía la imposibilidad
constitucional de modificar su número, el traslado de unidades entre el gabinete y el
CP fue la norma, alternando movimientos centralizadores y descentralizadores.
La drástica reforma organizativa que se implementó en el ejecutivo no afectó
el tamaño del CP el cual, por el contrario, incrementó la cantidad de unidades. Con la
creación en 1991 de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano –
SRNAH– se perfila una tendencia que en el segundo período tendrá rasgos aún más
definidos: crear unidades con competencias en políticas públicas en el ámbito
presidencial. En esta línea, la Secretaría de Deportes vuelve al CP y se crea la
Secretaría de Desarrollo Social y la Secretaría de Seguridad y Protección a la
Comunidad.
El CP vuelve a tener un área de comunicación – Secretaría de Medios de
Comunicación- y en 1992 se institucionaliza la Unidad Presidente con una estructura
específica que pasa a denominarse Coordinación General Unidad Presidente, que
incluía la secretaria privada, ceremonial, audiencias y los asesores presidenciales.
Hacia fines del primer mandato en 1995 el CP presentaba 14 secretarías y 31
subsecretarías, representando el 26% del poder ejecutivo
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La Secretaría General de la Presidencia continuó siendo el centro indiscutido
del esquema de asistencia del presidente y de la coordinación gubernamental y
mantuvo las atribuciones ya descritas en la anterior administración: la coordinación de
los ministros, las relaciones parlamentarias, y la asistencia política al presidente.
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en el primer período la Secretaría General y en el segundo, sumó a ésta la flamante
Jefatura de Gabinete.
La centralización en el área presidencial a expensas de los ministerios ha sido
el rasgo más saliente de esta administración. El Centro Presidencial absorbió unidades
y secretarías desde distintos ministerios que abordaban las más variadas cuestiones:
desde la política ambiental, los programas sociales y la política de telecomunicaciones
hasta la relación con los distintos cultos. En algunos casos la decisión parece obedecer
a la necesidad de jerarquizar cuestiones de la agenda tal como fue el caso de la
SRNAH que apuntaba a llenar un vacío en el manejo de la cuestión ambiental. En
otros, fue el producto de algún evento crítico como la creación de la Secretaría de de
Seguridad y Protección a la Comunidad en 1994 a partir del atentado a la entidad
judía AMIA. Las disputas internas entre funcionarios del gobierno explican el
traslado desde la Cancillería de la Secretaría de Culto y de la Comisión Cascos
Blancos4. También entendemos que al centralizar el presidente buscó mayor
autonomía y economía de intermediación en el manejo de determinadas políticas que
suponían negociaciones con grupos de interés, como la Secretaría de Comunicaciones
-responsable del diseño de la desregulación de las telecomunicaciones- o bien que
implicaban el manejo de estratégicos recursos y programas como la Secretaría de
Desarrollo Social, que concentraba los planes y programas sociales. Por otra parte, la
oportunidad elegida para centralizar no fue casual. En algunos casos la cercanía de las
elecciones incidió en la decisión.
[Gráfico 3.4]
A pesar de lo breve de la gestión los cambios en la organización del Ejecutivo
fueron frecuentes y con marchas y contramarchas. En el CP la Secretaría General
absorbió el área de Comunicación de la Secretaría de Cultura y Comunicación la cual,
días antes de finalizar el mandato, fue transferida a un nuevo Ministerio de Turismo,
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Diario Clarín, 19/8/1998
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Cultura y Deportes. La Secretaría de Ciencia y Tecnología fue transferida al
Ministerio de Educación.
La Jefatura de Gabinete registró una reducción inicial inédita, de 16 a 6
unidades (una secretaria y 5 subsecretarías). Una innovación importante, aunque
fugaz, es la transferencia a su ámbito de la agencia recaudadora (AFIP),
tradicionalmente en el Ministerio de Economía. Al finalizar el mandato el tamaño
absoluto del CP se reduce de 9 secretarias a 6.
Tratándose de un gobierno de coalición, la estrategia inicial de conformación
del gabinete tuvo la intención de reflejar la viabilidad de la alianza electoral
distribuyendo cargos de forma más o menos equitativa entre la UCR, el FREPASO y
los sectores afines al presidente.
En contraste, al inicio de la gestión el área presidencial estaba conformada por
funcionarios muy cercanos al presidente, incluso familiares. Pero luego, en una
estrategia inédita, el presidente utilizó este espacio para reforzar su autoridad en la
crisis que terminó con la renuncia del vicepresidente y luego designó a representantes
de una coalición ya desdibujada con el fin de demostrar su continuidad. El resultado
es que la Secretaría General presentó un nivel de inestabilidad inédito ya que en el
término de dos años tuvo seis titulares, uno de los cuales duró solo 24 horas. Hacia el
final de su gestión, cuando el gobierno intentaba sobrevivir, el presidente volvió a
recurrir a un hombre de su entorno.
Por otra parte, el primer Jefe de Gabinete –Rodolfo Terragno- fue uno de los
socios fundadores del espacio político pero ajeno al sector interno del presidente. Esto
significó su aislamiento en el proceso de toma de decisiones y luego su
desplazamiento.
Con tendencia al aislamiento y poco proclive a delegar decisiones De la Rúa
mantuvo una relación radial con algunos ministros, especialmente con los más
cercanos pero además tendió a cerrarse en un círculo íntimo conformado por
allegados, parientes y dirigentes sin raíces partidarias (Bonvechi y Palermo 2000, De
Luca 2011). Si bien realizaba periódicas reuniones de gabinete, eran solo de carácter
informativo. A diferencia de la experiencia anterior, el escaso protagonismo de las
instancias institucionales de coordinación, la Secretaría General en el área
presidencial y la Jefatura de Gabinete en el ámbito gubernamental, profundizaban el
aislamiento del presidente. En este sentido puede caracterizarse el estilo como
concentrado.
Con la excepción del diseño inicial, que contaba con cierto acuerdo de los
miembros de la coalición, las múltiples modificaciones que se realizaron en la
organización del CP y del gabinete fueron respuestas unilaterales del presidente a las
diversas crisis que atravesaba el gobierno. En cada una de ellas, a través de nuevas
designaciones o innovaciones en el diseño organizacional, el presidente se proponía
sancionar o premiar a los diferentes sectores al tiempo que intentaba dar señales de
autoridad, severamente cuestionada.
Así se explica la eliminación de las unidades del CP como la Secretaría de
Cultura y Comunicación y la de Ciencia y Tecnología, ambas transferidas al ámbito
ministerial. Los nuevos ministerios creados a escasos días antes de renunciar, fueron
presentados como una estrategia para generar un gabinete homogéneo y cercano al
presidente. Es decir los motivos que inspiraron estas nuevas unidades prestaban
mayor atención a sus titulares que a sus competencias.
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Eduardo Duhalde, entonces senador bonaerense del PJ, fue designado
presidente interino por la Asamblea Legislativa el 1 de enero de 2002 para completar
el período de Fernando De la Rúa, después de una serie de presidentes provisorios que
se sucedieron en apenas unos días. La elección fue posible a partir de una alianza
parlamentaria entre el PJ y un sector de la UCR de la Provincia de Buenos Aires.
La gestión que duró algo más de un año fue un gobierno de transición inmerso
en una emergencia social, política y económica, sin precedentes. En el plano político
institucional era prioritaria la reconstrucción de la autoridad política y en el plano
social, manejar la tensión entre contención del deterioro de las condiciones sociales y
el conflicto. Esto último, la conflictividad social, fue el factor crucial que determinó el
adelantamiento de las elecciones.
El CP incrementó su tamaño relativo respecto a la gestión anterior. Contaba
con 11 secretarías, 17 subsecretarías, y un consejo nacional, lo que representaba un
22% del Poder Ejecutivo. A las tradicionales secretarías y unidades del área
presidencial se agregaron otras que expresaron las prioridades de la gestión y las áreas
que el presidente quería administrar en forma directa y centralizada. Así el CP
absorbió la Secretaria de Seguridad Interior desde el Ministerio del Interior, se creó
el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, la Secretaría de Obras
Públicas pasó del Ministerio de Infraestructura y Vivienda al área presidencial y se
unificó la Secretaría de Turismo y Deportes.
La Jefatura de Gabinete de Ministros estaba compuesta por una secretaria y
cuatro subsecretarías, en tanto que la cantidad de ministerios se elevó a 10. La
principal innovación fue la creación del Ministerio de la Producción que absorbió
funciones del Ministerio de Economía.
[Gráfico 3.5]
Como frágil gobierno de la crisis, y condicionado por la red de apoyo, el
presidente se vio obligado a concertar en forma permanente entre diversas posiciones.
El gabinete reflejó la coalición representando sectores propios del justicialismo
bonaerense, del radicalismo y de los gobernadores justicialistas. El CP en cambio, fue
un espacio netamente presidencial.
Duhalde mostraba flexibilidad y disposición a escuchar propuestas divergentes
(Novaro, Bonvecchi, Cherny, 2014). Se apoyaba en su círculo más íntimo, pero esto
no significaba la exclusión del esquema decisorio de los integrantes del gabinete en
los temas de su competencia. Solía realizar reuniones de gabinete y en las decisiones
participaban los distintos sectores representados. En este sentido, puede decirse que,
sin llegar a un modelo estrictamente colegiado el presidente tendía a concertar.
Con un gabinete acordado con otras fuerzas políticas y frente a una profunda
crisis y conflictividad social, Duhalde centralizó deliberadamente algunas unidades
estratégicas en el CP. El traslado de la Secretaría de Seguridad Interior desde el
Ministerio del Interior y de la Secretaría de Obras Públicas desde el Ministerio de
Infraestructura y Vivienda se inscriben en una estrategia para evitar la delegación del
manejo del conflicto social y de la obra pública, en ministros que no le respondían
directamente. La creación del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales
dependiente del presidente a cuyo cargo estuvo su propia esposa, sigue la misma
línea. Este Consejo era una instancia transversal al diseño del gabinete para coordinar
la política social, especialmente el Plan Jefas y Jefes de Hogar, principal herramienta
de intervención social de la gestión. El Ministerio de la Producción fue una
innovación en el diseño del Ejecutivo que responde tanto a la orientación
programática del presidente como a la necesidad de sellar una alianza con el sector
18
productivo a través de la designación del entonces titular de la Unión Industrial
Argentina (UIA).
[Gráfico 3.6]
Durante su mandato Kirchner no realizó importantes innovaciones en la
organización del CP. Pero en 2004, la Unidad Presidente se desdobla en dos
coordinaciones y se realiza una redistribución de funciones al interior del CP que
implicó una concentración de funciones en manos de la Secretaria General de la
Presidencia. Por su parte, la organización de la JGM respeta la del gobierno
precedente pero incorpora la mencionada Secretaría de Medios de Comunicación, una
innovación que se extenderá hacia los próximos períodos presidenciales y la
Secretaría de Medio Ambiente, antes en el Ministerio de Salud.
El CP al finalizar la gestión contaba con 9 secretarías y 10 subsecretarías,
representando el 12% del total del poder ejecutivo nacional.
Kirchner reestructuró y recuperó los espacios institucionales de coordinación
en la arena presidencial y en la gubernamental y se apropió de ellos. El CP, a través
de la Secretaría General, la Secretaría Legal y Técnica y las dos coordinaciones de la
unidad presidente, intervino activamente en la estrategia de construcción político
partidaria, que incluía tanto las negociaciones con el partido justicialista, que Kirchner
inicialmente no dominaba, como un acercamiento a sectores ajenos al peronismo,
como los nuevos movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil
vinculadas con el movimiento de los derechos humanos. La Jefatura de Gabinete,
cumplía un papel equivalente en la articulación de la coalición política de Kirchner.
La combinación de una presidencia institucional compacta y una Jefatura de Gabinete
activa configuró una presidencia fuerte y con alta capacidad para imponer agenda.
Néstor Kirchner desplegó un estilo radial y poco articulado para la toma de
decisiones (Cherny, Feierherd y Novaro, 2010). El vínculo con sus ministros se
mantenía a través de reuniones bilaterales según las cuestiones que debían abordar.
Nunca realizó reuniones de gabinete y desconfiaba profundamente de este
instrumento. Para tomar decisiones se apoyaba fundamentalmente en un círculo
19
pequeño que incluía a su esposa- entonces Senadora Nacional-, el Secretario Legal y
Técnico, el Ministro de Planificación Federal y el JGM. Si bien este entorno no
necesariamente reemplazaba la relación con los ministros, en ocasiones las decisiones
eran delineadas previamente y luego comunicadas para la implementación. La
economía en la intermediación fue su sello: cuantos menos actores intervenían, mayor
era la garantía de autonomía presidencial. No obstante el CP y la JGM fueron sólidas
instancias de intermediación.
La Secretaría General de la Presidencia absorbió funciones de apoyo de otras
unidades del CP, - de la Unidad Presidente y de la Casa Militar- dotándolo de una
organización más jerárquica. La Coordinación Unidad Presidente se desdobló en dos
unidades y se convirtió en un espacio de operadores políticos presidenciales: uno
dedicado a manejar cuestiones del partido oficial y el otro, una suerte de canciller en
las sombras para asuntos sudamericanos. Por otra parte, la transferencia de unidades
del CP a la JGM señala el inicio de un proceso que se profundizaría en las
administraciones siguientes: la tendencia a centralizar en la arena gubernamental tanto
funciones típicas de la presidencia como unidades con responsabilidades en políticas
públicas. En esta línea se produce la transferencia de la Secretaría de Ambiente desde
el Ministerio de Salud que respondió a la crisis diplomática con Uruguay a raíz de la
instalación de una pastera en el Río Uruguay.
Con la transferencia de la Secretaría de Medios de Comunicación a la JGM
Kirchner diferenció roles de las áreas de difusión y medios de comunicación que
tradicionalmente han estado integradas en una sola estructura: una, la difusión de la
actividad presidencial y gubernamental, desempeñada por un vocero y la otra, más
policy oriented, la administración de medios oficiales y la política de medios de
comunicación en manos de la Secretaría mencionada.
5
En 2015 se fusionaron las dos Coordinaciones de la Unidad Presidente en una sola: la Coordinación
General de Asuntos Técnicos y Políticos de la Unidad Presidente. Decreto 407/2015
20
En contraste, tanto la JGM como el área ministerial ampliaron la cantidad de
unidades. En 2007 la JGM llevó a 5 la cantidad de secretarías y a 13 las subsecretarías
(decreto 21/2007). Pero fue en la arena ministerial donde se produjeron la mayor parte
de los cambios en el diseño del Ejecutivo. En los ocho años los ministerios pasaron de
11 a 16: Las nuevas carteras son: el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva, el Ministerio de la Producción que luego se divide en tres: de Industria, de
Agricultura y de Turismo; el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de Cultura.
[Gráfico 3.7]
Cristina Fernandez mantuvo el esquema decisorio de su antecesor y realizó
escasas innovaciones en el equipo de gobierno. En el CP, mantuvo una Secretaría
General que predominaba en la coordinación de la asistencia presidencial. La
Secretaría Legal y Técnica, tenía la responsabilidad no solo de velar por la legalidad
de los actos de gobierno sino que disponía de una voz autorizada en la formulación de
políticas públicas y en el diseño de la estrategia política y electoral del oficialismo. El
esquema se completaba con los coordinadores de la Unidad Presidente con los mismo
roles que en la gestión de Néstor Kirchner. En la JGM, hasta 2008, el titular fue el
mismo, quien manejaba sin competencia la coordinación gubernamental. Pero a partir
de su salida la influencia real del JGM en el entorno presidencial se vio disminuida.
Un indicador es la inestabilidad que sufrió este cargo: en casi 8 años hubo 6 Jefes de
Gabinete de Ministros. A partir de ese momento el vínculo radial con los ministros no
sufriría ningún tipo de intermediación.
Cristina Fernandez no realizaba reuniones de gabinete y mantenía con sus
colaboradores un vínculo bilateral que incluso penetraba hacia el interior de los
ministerios hacia las segundas líneas. La presidente se apoyaba en una “mesa chica”,
que en un momento incluía al ex presidente Kirchner y que luego de su muerte en
2010, fue aun más pequeña. El estilo de CFK se acerca a un modelo concentrado ya
que presentaba rasgos menos jerárquicos, con menor participación de instancias
institucionales de intermediación que el de su antecesor.
Llevó la cantidad de ministerios a un record transfiriendo unidades desde el
CP. Para explicar esta estrategia podemos recurrir a las mismas razones que llevaron a
otros presidentes a ubicarlos en el área presidencial: jerarquización de una cuestión o
respuesta a una crisis. Los Ministerios de Ciencia y Tecnología, de Turismo, de
Industria y de Cultura se explican por el primer factor, el de Seguridad y el de
Agricultura por el segundo. Sin embargo el argumento de que la centralización en la
presidencia puede ser un instrumento de los presidentes para garantizarse autonomía
(Coutinho, 2013), parece volverse más débil. Un presidente que concentra el proceso
de toma de decisiones puede predominar a lo largo de las tres arenas sin necesidad de
un centro propio.
4. Conclusiones
21
análisis exploratorio del caso argentino para el período que va de la transición
democrática hasta la actualidad. Luego de identificar las expectativas de los enfoques
predominantes y argumentar sobre la necesidad de contar con una definición precisa
que encuadre al fenómeno como parte del poder ejecutivo nacional, se propuso un
marco de análisis para testear la validez de 6 hipótesis descriptivas derivadas de la
literatura existente.
Contra la mayoría de las expectativas existentes, el CP argentino no crece ni
centraliza funciones de otras arenas. El número de unidades que lo componen en 2014
es casi idéntico al de 1983 mientras que su participación relativa al resto del poder
ejecutivo se reduce a más de la mitad. Algo similar ocurre con las funciones
desempeñadas. Esta tendencia general decreciente se da de modo oscilante y
discontinuo también entre y dentro de las diferentes administraciones, lo que estaría
evidenciando la presencia tanto de dinámicas institucionales de mediano y largo plazo
como de dinámicas estratégicas de los actores políticos. Sin embargo, la frecuencia de
la variabilidad es altísima, en particular para el periodo anterior a 2003. Casi no hay
año en el que el CP se mantenga igual al año anterior. Esta variabilidad constante
podría ser indicador de cierta irracionalidad del sistema, ineficacia o fracaso de las
estrategias implementadas que llevaría a su ajustes continuos o bien un síntoma de
una débil institucionalización. De modo diferente, el poder ejecutivo en su conjunto
evidencia un crecimiento de más del 120% de su tamaño, así como también una
complejización interna con la creación de la arena gubernamental. Los datos muestran
que la reducción proporcional del CP se produce por el surgimiento de la nueva arena
mientras que la arena ministerial finaliza el período analizado con valores similares a
los de 1983. En términos estrictos, está configuración representaría un proceso de
descentralización desde la arena presidencial a la arena gubernamental y ministerial.
Sin embargo, dado la efectiva subordinación del jefe de gabinete y los ministros al
presidente, en la práctica nos encontramos con una reubicación de agencias que
siguen siendo controladas por el presidente.
¿Porqué algunos presidentes incrementaron el tamaño del CP mientras que
otros lo redujeron? La creación de unidades en el CP con competencias en políticas
públicas parece responder a tres grupos de factores: generar mayor autonomía
presidencial en el manejo de políticas, recursos y programas; jerarquizar y otorgar
visibilidad a determinadas cuestiones de la agenda haciéndolas depender en forma
directa del presidente y dirimir internas en el gabinete generando espacios
institucionales para determinados funcionarios. El calendario electoral en algunas
ocasiones afectó la oportunidad de los cambios generando incentivos para que los
presidentes centralizaran. Por otra parte, las reformas administrativas y los esfuerzos
para reducir el aparato estatal no parecen tener fuerza explicativa ya que no lograron
afectar el tamaño del CP. Factores institucionales – como la creación de la JGM, o la
eliminación en la constitución de la restricción para crear nuevos ministerios- no
incidieron de forma inmediata en la decisión de aumentar el tamaño del CP pero el
impacto se observa en el mediano o largo plazo. La JGM implicó inicialmente una
redistribución de funciones desde el centro presidencial pero recién varios años
después de su creación comenzó a absorber unidades presidenciales y ministeriales.
La descentralización desde el CP hacia la arena gubernamental o ministerial
que caracterizó al diseño del ejecutivo en los últimos años, debilita la hipótesis de que
el presidente busca autonomía creando unidades en la arena presidencial. Del análisis
del caso argentino surge que los presidentes que detentan un estilo concentrado tienen
menores incentivos para utilizar la arena presidencial como espacio de autonomía y
resuelven los desafíos a su hegemonía sin necesidad de alterar la distribución de
22
unidades. En este sentido, más allá de las limitaciones que presentan los enfoques
basados en los estilos de liderazgo pueden resultar complementarios para explicar
diferentes resultados ante condiciones similares.6
6 Para una crítica de estos enfoques ver Ponder 2000 y Burke 2009
23
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ciudadanos: el rol del Centro de Gobierno en América Latina y el Caribe.
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24
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25
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Argentina: INAP, pp. 269-297.
26
El Centro Presidencial Argentino
Complejización, Centralización, Estilos o Qué?
GRAFICOS
27
Grafico 2.1: Funciones Propias de la Arena Presidencial, desempeñadas por el CP
28
Gráfico 3.1: CP inaugural de la Administración Alfonsín (1983)
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
29
Gráfico 3.3: CP inaugural de la Administración Menem II (1995)
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
30
Gráfico 3.4: CP inaugural de la Administración De la Rúa (1999)
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
31
Gráfico 3.6: CP inaugural de la Administración Kirchner (2003)
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
32
Gráfico 3.7: CP inaugural de la Administración Fernández II (2011)
*
Secretarias, con representación gráfico proporcional al número de respectivas subsecretarías
**
Función 1: coordinación, 2:interacción, 3:asist. técnica, 4:asist. política, 5:gestión de políticas
33