“Cierre del Cutzamala: El día que Tláloc abandonó Tenochtitlán” El Gobierno de la Ciudad de México había anunciado el corte de agua con más afectaciones en la capital mexicana el pasado 22 de enero creando gran preocupación en lo ahora llamados “mexiqueños” puesto que afectaría a cerca de 140 colonias en las 16 delegaciones que la conforman. Daban las 11:30 de la mañana en la Escuela de Periodismo Carlos Septien García cuando empezaron las señales de que el corte al suministro de agua había empezado, entre los pasillos se podía escuchar frases como “ya no hay agua güey”, “no entres, cortaron el agua” o “ya lo taparon”. Mientras salía de la escuela muchos alumnos revisaban internet buscando que su colonia no fuese afectada por los trabajos de mantenimiento del sistema de aguas Cutzamala, entre risas de burla y llantos con la misma intención me dirigí a mi casa recorriendo media ciudad hasta llegar a la delegación con más afectaciones… Iztapalapa. Mi destino tenía de paisaje casi media ciudad, al llegar a la estación del metro Aculco se podía observar grandes pipas de agua trasladándose por el Eje 3, seguramente con destinos a lo largo de la delegación Iztacalco e Iztapalapa. Arribo en la estación Atlalilco, en la intersección de la línea 12 las típicas goteras a lo largo de esta no estaban y tampoco el servicio de limpieza, quiénes cargan diariamente cubetas repletas de agua para mantener limpia el transborde de casi 1 kilómetro de distancia. Al llegar a la polémica línea 12 inició mi recorrido, pasando por las estaciones elevadas a partir de Culhuacán se puede ver cómo la gente empieza a recoger baldes de agua para racionarla todo un fin de semana. Bajo en Periférico Oriente y todo el alboroto alrededor de la ciudad cesa, como si no hubiese pasado nada, camino la “avenida de las torres” y pasa una pipa de agua a moderada velocidad en dirección a Canal de Chalco, al parecer mi condominio estaba a salvo del corte del líquido vital. Sin embargo al salir por el típico mandado la siguiente colonia a lo lejos se ve abarrotada de gente formada con cubetas y tambos de basura vacíos, la sequía había pasado rozando mi casa, regresé a mi casa y llene mi lavadora con agua, así como una cubeta verde gigante que suelo usar para bañar a mis perros, mientras escuchaba como se llenaban me quedé pensado que valía más prevenir, pues el lugar que menos imaginaba sin agua, había sido el primero en caer ante el abandono de la bendición de Tláloc.