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Libro I Sistemas de Enjuiciar
Libro I Sistemas de Enjuiciar
TEMA I
El vocablo proceso, es dentro del ámbito jurídico como en toda relación, tanto social
como en la naturaleza, una continuidad, una serie o sucesión de fenómenos, de actos, de
momentos caracterizados y por los cuales se llega a un resultado. Como expresa el
diccionario de términos españoles, proviene del latín “procesus”, es el transcurso del
tiempo, es la serie de fases de un fenómeno, es la evolución de una serie de fenómenos.
Dentro del Derecho Penal las normas del Derecho sustantivo van orientadas a señalar
las conductas que el Estado, en cuanto representante de los intereses sociales, ha de
prohibir bajo el establecimiento de represión de las mismas si éstas se producen. Esto
quiere decir que, la función del Estado en este sentido es enunciativa y constituye el
Derecho Penal Material; en términos más sencillos, es el encargado de establecer lo que
se considera, en cada momento histórico concreto, como delito, como la acción u
omisión socialmente peligrosa y las medidas o consecuencias que, como sanción, se
fijan para esos actuares, lo cual se hace análogamente al señalamiento del tipo delictivo,
de forma abstracta y general.
Resumiendo, podemos decir que lo primero que hace el Estado en el campo del Derecho
Penal, es una función enunciativa (Derecho Penal Sustantivo, material) y lo segundo es
la formulación de la forma de ejecución de ese Derecho Sustantivo, función operativa,
formal, Proceso Penal.
Para poder aplicar la Ley sustantiva y restablecer el orden social quebrantado, no basta
el simple enunciado de la misma; en primer lugar cómo el órgano juzgador necesita
averiguar si los hechos acaecidos constituyen tal o cual conducta encuadrada en un tipo
penal. Este primer paso o acción de informarse, precisa de una serie de actos que le
lleven a determinar lo que objetivamente ocurrió. Seguidamente se requiere el análisis
de toda otra serie de elementos y circunstancias que pueden hacer variar los hechos o
llegar al establecimiento de algunas variantes en los mismos (agravantes, atenuantes,
etc) y por último llegar a dictar la Resolución que, consecuentemente, deberá ser
aplicada (Sentencia sancionadora o absolutoria, etc).
Como refiere Viada en su obra : “Lecciones de Derecho Procesal Penal”, citando a
Calamandrei: “ el modo como se desarrolla el proceso, consiste en una serie de
actividades de los hombres que colaboran a la consecución de un fin común, que es el
pronunciamiento de la sentencia y la adopción de medidas ejecutivas, pero esta
colaboración, advierte que, no es simultánea, sino sucesiva, de modo que las diferentes
actividades de las personas que toman parte en el proceso se distribuyen en el tiempo y
en el espacio siguiendo cierto orden lógico...”
Para Prieto Castro, como cita Viada, el procedimiento indica únicamente el lado externo
de la actividad procesal, como pueden serlo la legislativa, administrativa, etc y no puede
abarcar el conjunto de las teorías que comprende el estudio del proceso.
Hasta ahora hemos dado algunos datos para lograr una visión, bastante general, de lo
que es el procedimiento, pero resumiendo lo anteriormente expuesto podemos lograr
una definición de procedimiento penal, como el conjunto de actuaciones reglamentadas
por normas previamente establecidas, cuyo objeto es la determinación de las conductas
que pueden ser calificadas como hechos delictivos y, consecuentemente, aplicar la
sanción que corresponda a las mismas.
Sin entrar en debates teóricos, que bastante se han dado ya, queremos expresar que hay
criterios que se afilian al planteamiento de que el proceso penal finaliza con la sentencia
(firme), o sea, que sacan a los Tribunales de la función de ejecución de la misma, no se
responsabilizan con ella alegando que esa función es totalmente potestad del Estado y
que el mismo la ejerce a través de órganos especializados. Otros autores señalan que no,
que al igual que esos órganos estatales, los tribunales continúan sus funciones en la
ejecución de las sentencias y la reinserción de los sancionados en la sociedad. Esto a
nuestro entender es correcto, habida cuenta de que un sinnúmero de actividades de los
órganos juzgadores e incluso de la parte acusadora, pueden producirse cuando se está
ejecutando la sentencia y más aún, porque ésta ya se haya extinguido, como pudieran
ser las libertades condicionales, las variaciones de medidas, la peligrosidad post-
delictiva, etc.
En cuanto a la naturaleza del proceso penal podemos decir que, la
misma tiene un carácter jurídico, en tanto que para todas las personas
que intervienen en el mismo existe una serie de relaciones de derecho,
deberes y obligaciones, determinadas por la ley.
Existen criterios que plantean que el proceso penal es una relación jurídica y de ahí su
naturaleza, y a ella se encaminan los planteamientos de Chiovenda, Birkmayer, Kisch y
otros. Nosotros seguimos un criterio diferente, consideramos al proceso como un
conjunto de actos normados jurídicamente, donde los actores son la trilogía formada por
el tribunal y las partes y del cual se derivan o devienen una serie de relaciones jurídicas.
Es una institución jurídica que preside la actuación y la finalidad, en común, de
solucionar una situación de carácter penal.
Evolución Histórica
Si nos referimos al Derecho en el sentido jurídico del término, como expresara Federico
Engels en su obra: “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”...”En el
Estado primitivo de la sociedad no existía aún el Derecho”..., lo cual no quiere decir que
no se presentaran situaciones que provocaran la lógica reacción defensiva del grupo, sin
contar aún con un órgano del Estado que ostentara la facultad de reprimir conductas que
no se avenían a sus reglas, aclarando que esas reglas, de carácter moral, aceptadas por la
comunidad y que tenían un carácter tradicional, se puede afirmar que ya tenían los
gérmenes de lo que en su evolución constituiría el magisterio punitivo.
Según fue evolucionando la sociedad, vemos como se van destacando algunos de sus
miembros y pasan a ser dirigentes del grupo, que ya se va organizando como tribu, gens,
clan, etc. Estos individuos, por lo regular los más fuertes y aptos, van asumiendo
algunos papeles de índole representativa, aunque aún sus miembros son iguales ante
“derechos y obligaciones”, pero ya comienza el establecimiento de una autoridad que va
sustituyendo la forma individual, defensiva, de reacción ante un ataque u ofensa, en
principio por una reacción de defensa del grupo y con posterioridad, por la función
coercitiva ejercitada en nombre del colectivo por el jefe tribal, el patriarca, el chaman,
etc.
Hubo sociedades que evolucionaron por distintos derroteros; en algunas de ellas esas
funciones correspondían a los consejos de ancianos, la gerusia o gerontocracia, a los
cuales se les respetaba por sus experiencias y conocimientos, aunque en la mayoría de
los casos esas funciones, tanto de los jefes iniciales como la de los ancianos, se
constreñían a las cuestiones de las guerras, ante la inminente destrucción del grupo por
el ataque de otros grupos enemigos.
En cuanto empezaron a aparecer las diferencias entre los hombres, lo que se denomina
la división del trabajo, empezaron a surgir igualmente los elementos de la división
clasísta de la humanidad. Con el trueque mercantil y las guerras entre grupos rivales, los
que resultaban prisioneros van a convertirse en fuerza de trabajo esclava, brindando así
un excedente a los amos.
De acuerdo con las condiciones socio-históricas de cada grupo, se ven más acentuados o
más limitados los progresos en las formas de evolución del Derecho, pero ya a partir de
determinado momento, en cuanto el Estado toma partido en este desarrollo, lo va a
hacer en interés de la clase dominante con la ya utilización de los medios de poder
coercitivo. Comienza a plantearse la obligatoriedad de las normas que esa clase
determina, primeramente en forma de tradición oral y ya con posterioridad surge la
“norma escrita”, dictada por el poder estatal.
Siguiendo la línea histórica que, tradicionalmente ha sido la aceptada por los autores
cubanos, vamos a referirnos sucintamente al desarrollo de la legislación procesal
hispánica y finalizaremos, este punto, tocando los aspectos más relevantes de nuestro
procedimiento post-revolucionario.
Seis siglos después del Fuero Juzgo, fue dictado el denominado Fuero Real, el cual, en
gran medida fue una copia del anterior sobre la base de los intereses de los monarcas
castellanos e incorporando por primera vez la “Lex loci delicti”, o sea, el principio de la
competencia de los tribunales del lugar del hecho para el conocimiento del mismo.
Principio que ha regido en todos los ordenamientos penales hasta nuestros días.
Todos los principios establecidos por estos cuerpos normativos habrían de ser recogidos
posteriormente en la que se ha dado por llamar “la obra magna de la legislación
hispana”: “Las Partidas”, cuerpo legislativo de la época del feudalismo español, en las
cuales aparecen por vez primera, las regulaciones sobre el funcionamiento y
competencia de los jueces, las de los pesquisadores, las de los abogados y el
establecimiento del tormento como medio para la obtención de la confesión, iniciando
de esta forma lo que se pudiera plantear como las bases del sistema inquisitorial,
perfeccionado posteriormente por la Iglesia Católica al establecer el procedimiento de
los tribunales del “Santo Oficio”, la “Inquisición”, por el concilio de Verona en 1183,
esencialmente, en esos momentos, contra los herejes albigenses en Languedoc, Francia,
pero que tuvo una fuerza terrible en la Italia y España feudal a partir del siglo XIII, y
sobre todo a partir de la tristemente célebre figura del dominico Tomás de Torquemada,
la cual, fue suprimida siglos después al invadir Napoleón la península Ibérica en el 1808
y restablecida por algunos años (1814 a 1834) con la restauración en España.
Este procedimiento tuvo sus iniquidades pero también sus logros, ya que el mismo
estableció el sistema de escritura en el proceso, la secretividad de la fase sumarial, la
investigación para le instrucción de cargos, etc, pero también la tortura, las penas a la
hoguera y al potro, la confidencia y otros males que duraron siglos y son un baldón para
el catolicismo, ya que violaba el principio universal de la libertad de conciencia, esencia
misma del cristianismo.
La sublevación contra la dominación napoleónica y la puesta en vigor de la
Constitución de 1812, Constitución de Cádiz, la cual proclamaba las ideas del
liberalismo burgués, son las que minan el Sistema Inquisitivo y reforman el
procedimiento penal, introduciendo en el mismo, elementos del Sistema Acusatorio, el
cual, conjuntamente con una serie de garantías procesales, ha de establecer el
denominado “Sistema Mixto”, que con algunas variantes mínimas se ha de trasladar al
reglamento para la Administración Provincial de Justicia del 1835, habida cuenta de que
ya referimos del 1814 al 1834, se reinstauró el Sistema Inquisitivo. Esas variantes, las
que instituyó ese Reglamento, establecen la publicidad en los juicios criminales, no sin
determinadas limitaciones en la participación, y una segunda instancia, la cual aparece
por vez primera en la Península Ibérica.
Ese cuerpo procesal, con algunas modificaciones no esenciales, rigió en nuestro país
hasta que fue sustituída por la Ley 1251 del 26 de junio del 1973, la cual establecía los
principios procesales socialistas y era el trabajo de las Comisiones de Estudios
Jurídicos, creadas en abril de 1968, que fueron presididas por el entonces Comandante
Sergio del Valle y su secretariado, por Blas Roca, el cual fuera alma del movimiento
legislativo cubano. Los proyectos de la Ley de Procedimiento Penal fueron discutidos
por los trabajadores en sus centros laborales, por los Comités de Defensa de la
Revolución de todo el país, en todos sus niveles y en los centros de estudio de nivel
universitario; incluso en los proyectos, a través de subcomisiones, trabajaron alumnos y
profesores de las universidades, al igual que de otras esferas sociales del país.
La primera de las modificaciones fue la establecida por el decreto Ley Nro. 87, de 22 de
julio de 1985, que modificaba lo referente al Procedimiento Especial de Revisión; la
segunda referida al Procedimiento de los Tribunales Municipales Populares y del
Procedimiento para aplicar las medidas de seguridad establecidas por el Decreto Ley
128, del 18 de junio de 1991, y por último el Decreto Ley Nro.151 del 10 de junio de
1994, donde, dentro de otras establece lo que constituye una verdadera revolución
procesal, el Procedimiento Abreviado. Así como también el Decreto Ley 208/99, que
modificó el Procedimiento contra los acusados ausentes.
Todo lo anterior nos lleva a concluir que, el estudio lógico del desarrollo de aquel
instinto de reacción de defensa del hombre primitivo, decursando el tiempo y por
innumerables caminos, nos ha llevado a la elaboración de un alto y complicado sistema
de instituciones procesales, de leyes que constituyen el edificio del moderno magisterio
punitivo y la forma de actuación de los encargados de su aplicación, habida cuenta que
el problema de la responsabilidad humana y su función represiva está, en lo esencial,
ligado indisolublemente a la necesidad de la propia conservación de la sociedad,
separándonos de lo que clásicamente venía planteándose de justicia reparadora o
retributiva, entrando en el camino de justicia humana objetiva y necesaria, educativa y
revolucionaria.
Ya hemos visto como se sucedieron históricamente los sistemas de enjuiciar, con sus
altas y bajas, retomándose uno u otro en diferentes momentos, de acuerdo a la
concepción de política criminal que siguiera el Estado en cuestión. De ahí que aunque el
sistema puramente acusatorio se diera antes que el llamado inquisitivo, el mismo, con
sus variantes, volvía a resurgir históricamente en las llamadas sociedades liberales
cuando la tendencia era, como se plantea por Carlos Viada en su libro” Derecho
Procesal Penal”, “el predominio del interés de evitar la condena de inocentes, mientras
que cuando predominaba el interés del aseguramiento del castigo del acusado, se
restableció el inquisitivo”.
Aunque hay criterios en contra, se estudian como procesos penales el llamado sistema
acusatorio, que como ya dijimos es el primero en surgir en el tiempo y el inquisitivo, al
cual muchos no lo conceden carácter de verdadero proceso y lo consideran “un mero
sistema de enjuiciar que, basándose en la instigación del juez, puede culminar con la
imposición de una pena al delincuente pero falta en él la construcción formal del
mismo con la obligada intervención de partes y la resolución de la Causa por un tercero
imparcial”. (Carlos Viada O.C.).
Ellero, en su obra “Opus Coli Criminali,” 1874, plantea que: “Bástenos recordar a
Sócrates y Folión, condenados a muerte por el Tribunal de los Eliasti, que precisamente,
usando y abusando de una judicatura soberana, se convertían en hidra legislativa e
inventaban delitos y penas según su ira les aconsejaba, lo cual habla que ya desde la
antigua Roma, el sistema precisamente inquisitivo en sentido estricto, se manifestaba y
era la imposición del Estado sobre los ciudadanos a los que aplicaba las leyes y en el
mismo, por tanto, no existían las partes, característica contraria al acusatorio, donde sí
están presentes los intereses ciudadanos a través de las partes.
Veamos algunas características del sistema acusatorio. Se plantea que el mismo tiene
como rasgos fundamentales, que vienen desde sus inicios, la igualdad de las partes ante
la ley, en el debate, ya que el perjudicado o denunciante, y el presunto culpable
manifestaba sus intereses ante el juzgador, ya bien ante el grupo o ante la autoridad del
mismo, jefe tribal, consejo de ancianos, etc.
Este sistema, como explicamos anteriormente al referirnos a los aspectos históricos, fue
la representación por excelencia de la justicia de la sociedad feudal y esencialmente de
la iglesia de aquellos tiempos la cual era, dentro de la misma, el señor feudal más
poderoso.
En cuanto al denominado Sistema Mixto y particularmente dentro de éste, nuestro
sistema de enjuiciar, es menester referir que el mismo toma lo más positivo de los
anteriores, o sea, dentro de un todo armónico y lógico mezcla aquellos rasgos y
elementos que se consideran como los mejores del acusatorio y del inquisitivo, lo cual
vamos a exponer teniendo en cuenta la legislación adjetiva cubana.