Está en la página 1de 7

El cuerpo humano posee unos cincuenta billones de células.

Éstas se agrupan en
tejidos, los cuales se organizan en órganos, y éstos en aparatos o sistemas:
locomotor (muscular y óseo), respiratorio, digestivo, excretor, circulatorio, nervioso
y reproductor.
El curso pasado vimos el aparato locomotor (huesos y músculos). Este curso
vamos a aprender tres más: el aparato digestivo, el aparato respiratorio y el
aparato circulatorio.
EL APARATO DIGESTIVO

La digestión comprende tres etapas:

1) Una etapa de preparación del alimento, que tiene lugar en la boca;


2) Otra de tratamiento del alimento que se efectúan en el estómago y primera
parte del intestino;
3) Una tercera en que los componentes útiles y asimilables se separan de
los residuos e ingresan en la sangre;
4) y por último, la fase en la que esos desechos son expulsados  del cuerpo.

El tracto o tubo digestivo es un conducto muscular constituido por la boca,


faringe, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso y ano. Su función
es descomponer la comida en sustancias que puedan ser absorbidas en la
corriente sanguínea para su distribución a las células, y eliminar los productos de
desecho.
El alimento que se ingiere por la boca necesita ser reducido a partículas pequeñas
para que los jugos digestivos actúen con mayor efectividad. Esta función de
desmenuzar la comida es realizada por los dientes.

La boca se encuentra rodeada por unos pliegues de la piel, llamados labios.


Dentro de la boca se encuentran los dientes cuya función es cortar, trozar y triturar
los alimentos

. En la boca encontramos también la lengua -con gran cantidad de papilas


gustativas-, cuya función es la de mezclar los alimentos y facilitar su tránsito hacia
el esófago. En la cavidad bucal desembocan las glándulas salivales, que secretan
la saliva, cuyas funciones son:

 Actuar como lubricante.


 Destruir parte de las bacterias ingeridas con los alimentos.
 Comenzar la digestión química de los glúcidos mediante una enzima
-proteína que acelera un cambio químico- llamada amilasa o ptialina, la cual
cataliza el almidón (hidrato de carbono presente en los vegetales) y lo transforma
en maltosa, un tipo de azúcar que se produce como consecuencia de esta
degradación.

La saliva está formada, en un 95 por ciento por agua, y el 5 por ciento restante


por sustancias disueltas en agua, tales como iones sodio, potasio, cloruro,
bicarbonato y fosfatos. Posee además una sustancia formada por suero llamada
mucus y dos enzimas que son la amilasa salival y la lisozima.

El resultado de la masticación es una masa homogénea denominada bolo


alimenticio, que ya ha comenzado su proceso de fermentación. Dicha mezcla
atraviesa un grueso tubo -demorando entre cinco y diez segundos-, que es el
esófago, e ingresa al estómago, donde es agitada y mezclada con el jugo gástrico
que secretan unas glándulas situadas en la pared estomacal, y cuya finalidad es
romper las grandes moléculas de proteínas y convertirlas en otras más sencillas.

La faringe

La faringe es un tubo musculoso situado en el cuello y revestido de membrana


mucosa; conecta la nariz y la boca con la tráquea y el esófago. Por la faringe
pasan tanto el aire como los alimentos. En el hombre mide unos trece centímetros,
ubicándose delante de la columna vertebral.

Como arranca de la parte posterior de la cavidad nasal, su extremo más alto se


llama nasofaringe. La inferior, u orofaringe, ocupa la zona posterior de la boca.
Termina en la epiglotis, un pliegue cartilaginoso que impide la entrada de
alimentos en la tráquea, pero no obstaculiza su paso al esófago. Para que las vías
respiratorias permanezcan cerradas durante la deglución (o acción de tragar), la
epiglotis obstruye la glotis para impedir que el alimento se introduzca en el sistema
respiratorio.

El esófago

Este conducto muscular se sitúa entre el extremo inferior de la laringofaringe y el


superior del estómago. Tiene una longitud que oscila entre los 23 y los 25
centímetros, siendo su principal función la de transportar el alimento hacia el
estómago. Está formado por varias capas que desde el exterior hacia el interior
son la adventicia, la muscular (con fibras longitudinales y circulares), la
submucosa (con tejido conectivo, vasos sanguíneos y glándulas mucosas) y la
mucosa, que también contiene este tipo de glándulas.

El alimento avanza por el esófago hacia el estómago mediante un movimiento


muscular involuntario denominado peristaltismo, originado en la capa muscular. El
peristaltismo -controlado por el sistema nervioso- supone una serie de
contracciones y relajaciones del esófago, que en forma de ondas se desplazan
hacia abajo y propulsan el bolo alimenticio hacia el estómago. Este proceso se ve
facilitado por el moco secretado por las glándulas mucosas.

El estómago

El estómago es un saco hueco y elástico con forma de J, siendo la parte más


ancha del tubo digestivo. Su superficie externa es lisa, mientras que la interna
presenta numerosos pliegues que favorecen la mezcla de los alimentos con los
jugos digestivos.

En este lugar las sustancias alimenticias permanecen almacenadas durante un


tiempo antes de pasar al intestino en un estado de digestión avanzado.

En el estómago el alimento permanece entre tres y seis horas. Luego, pasa al


intestino, donde se le agregan otros jugos desintegradores procedentes del
páncreas y la pared intestinal. A estas alturas del proceso digestivo estamos frente
a una masa compleja en la que los elementos iniciales se han convertido en otros
más simples. Por ejemplo, las proteínas se han simplificado en aminoácidos, el
almidón en glucosa y las grasas en ácidos grasos y glicerina. Estos compuestos
más sencillos ya son capaces de atravesar la pared intestinal e incorporarse a la
sangre mediante las vellosidades intestinales.

El estómago se encuentra compuesto por una región cardíaca, que limita con el
esófago mediante un esfínter llamado cardias; una región media, llamada cuerpo o
antro, y una región pilórica que comunica con el intestino a través del esfínter
pilórico.

El estómago es musculoso, por lo que gracias a sus contracciones se completa la


acción digestiva mecánica. Además, en él se realiza también parte de la digestión
química, gracias a la acción del jugo gástrico secretado por las glándulas que
existen en sus paredes.

Todo el proceso de digestión dura entre 16 y 24 horas, lo que quiere decir que
para que esta operación se realice en forma óptima, la selección de los alimentos
que se comen debe ser igualmente óptima.

El estómago se sitúa en la zona superior de la cavidad abdominal, ubicado en su


mayor parte a la izquierda de la línea media. La gran cúpula del estómago,
llamada fundus, descansa bajo la bóveda izquierda del diafragma. El esófago
penetra por la zona superior, o curvatura menor, a poca distancia bajo del fundus.
La región inmediata por debajo del fundus se denomina cuerpo.
La porción inferior, o pilórica, se incurva hacia abajo, hacia adelante y hacia la
derecha, y está formada por el antro y el conducto pilórico. Este último se continúa
con la parte superior del intestino delgado, que es el duodeno.

Los tejidos del estómago incluyen una cubierta externa fibrosa que deriva del
peritoneo y, debajo de ésta, una capa de fibras musculares lisas dispuestas en
estratos diagonales, longitudinales y circulares. En la unión del esófago y el
estómago, la capa muscular circular está mucho más desarrollada y forma un
esfínter, el cardias. La contracción de este músculo impide el paso de contenido
esofágico hacia el estómago y la regurgitación del contenido gástrico hacia el
esófago. En la unión del píloro y el duodeno existe una estructura similar, el
esfínter pilórico.

La submucosa es otra capa del estómago, formada por tejido conjuntivo laxo, en
el cual se encuentran numerosos vasos sanguíneos, linfáticos y terminaciones
nerviosas del sistema nervioso vegetativo. La capa más interna, la mucosa,
contiene células secretoras, algunas de las cuales producen ácido clorhídrico, que
no solo neutraliza la reacción alcalina de la saliva, sino que proporciona un
carácter ácido al contenido gástrico y activa los jugos digestivos del estómago.

Las enzimas que se encuentran en el jugo gástrico son la pepsina, que en


presencia de ácido fragmenta las proteínas en peptonas; la renina, que coagula la
leche, y la lipasa, que rompe las grasas en ácidos grasos y glicerol. Un tercer tipo
de células producen mucosidades para proteger al estómago de sus propias
secreciones. Cuando un trastorno psicosomático o patológico impide la secreción
adecuada de mucosidad, la mucosa gástrica se erosiona y se forma una úlcera.

La penetración en el estómago de productos alimenticios digeridos en parte,


estimula la secreción de jugo gástrico. Los alimentos inducen la formación -en el
extremo pilórico del estómago- de una hormona llamada gastrina, que cuando se
absorbe estimula las glándulas secretoras. Este estímulo también se puede
presentar por la simple visión u olor de la comida, lo que se denomina
estimulación refleja o cefálica.

La porción cardíaca del estómago almacena la comida ingerida y las ondas de


contracción -que pueden ocurrir a una frecuencia de tres por minuto- maceran y
mezclan por completo el alimento con el jugo gástrico.

El alimento pasa periódicamente desde el estómago hacia el duodeno, proceso


generado por la contracción de los músculos de la pared del estómago. Estos
músculos están inervados por el nervio vago, que estimula la contracción de la
musculatura gástrica y permite la apertura del esfínter situado entre el estómago y
el duodeno, llamado píloro.

 
Intestino delgado

Situado en la cavidad abdominal, el intestino delgado es un tubo alargado y hueco


con paredes más delgadas que las del estómago. Mide entre siete y nueve metros
de largo, plegado varias veces. Se divide en tres partes: duodeno, o parte más
cercana al estómago; yeyuno, o porción media; e íleon, tramo final.

Al igual que el estómago, el intestino delgado tiene músculos que, al moverse,


hacen que los alimentos vayan avanzando. La pared interior del intestino delgado
no es lisa, sino que presenta una gran cantidad de vellosidades intestinales, las
que están irrigadas internamente por pequeños vasos sanguíneos.

El páncreas produce el jugo pancreático, y el hígado, la bilis. Estos dos jugos son
vertidos al intestino delgado. La bilis ayuda a disolver las grasas, lo que facilita su
asimilación. Mientras, el jugo pancreático completa la digestión de las proteínas y
los azúcares, proceso que comenzó en el estómago, junto al jugo intestinal
producido por las paredes del intestino delgado. Una vez digeridos los alimentos,
sus componentes deben pasar a la sangre para ser distribuidos a todos los
órganos del cuerpo. Cuando las enzimas digestivas han disociado las grandes
moléculas de proteínas, polisacáridos, ácidos nucleicos y lípidos en unidades
constituyentes, los productos son absorbidos por la pared del intestino,
especialmente del delgado. Pequeñas fracciones en forma de dedo, llamadas
vellosidades intestinales, cubren toda la superficie de la mucosa intestinal, cada
una de las cuales contiene una red de capilares sanguíneos y un capilar linfático
en su centro, al cual son transferidos los nutrientes. La mucosa del intestino
delgado también secreta la hormona secretina, que estimula al páncreas para
producir las enzimas digestivas.

El colon o intestino grueso

Una vez que han sido absorbidos los nutrientes, las materias restantes pasan del
intestino delgado al grueso, dispuesto en el abdomen en forma de U invertida, de
mayor diámetro y paredes mas gruesas que los segmentos anteriores.

El intestino grueso desemboca en el colon. A poca distancia de la terminación del


intestino se encuentra un área denominada ciego de cuyo extremo sobresale una
porción del tamaño de un dedo meñique, llamada apéndice. Desde la unión de los
dos segmentos del intestino, el colon ascendente, como su nombre lo indica, se
extiende en dirección vertical por el lado derecho del abdomen hasta llegar a nivel
del hígado. En ese lugar cambia de dirección en ángulo recto y se denomina colon
transverso, el que cruza la cavidad abdominal por debajo del hígado y estómago.
Ya a la izquierda del abdomen, vuelve a doblarse en ángulo recto y a tomar
dirección descendente (colon descendente) hasta llegar al recto.
El colon elimina productos digestivos de desecho, que el cuerpo excreta como
heces por el recto y ano. Cuando la comida llega al colon, ya se han absorbido los
nutrientes esenciales para las funciones del cuerpo

La función principal del colon es convertir en heces el líquido del intestino delgado,
llamado quimo. Los millones de bacterias del colon producen vitaminas K y B, así
como los gases de hidrogeno, anhídrido carbónico, sulfuro de hidrógeno y metano.
El recubrimiento del colon secreta mucus para lubricar el interior del intestino y
facilitar el paso de las heces. Pero además crea anticuerpos que protegen el
sistema contra posibles enfermedades, y corresponden a la inmunoglobulina A
secretora.

El sodio, el cloruro y el agua son absorbidos a través del recubrimiento del colon y
pasan a la circulación, de modo que las heces se hacen más secas.

En el tracto intestinal viven miles de millones de bacterias, que si se mantienen en


esta parte del cuerpo son totalmente inofensivas para el individuo. Estos
microorganismos se alimentan de la fibra no digerida de la materia fecal y ayudan
a reducir así la cantidad de heces que se producen.

Aunque las materias que llegan al colon han perdido mucha parte de sus
componentes, el conjunto todavía es líquido. Cierta cantidad de agua es absorbida
en el intestino delgado, aproximadamente la equivalente a la aportada por la bilis y
el jugo pancreático. La principal función del colon es absorber agua y reducir los
desechos a consistencia semisólida. En el colon se producen también
movimientos peristálticos, aunque de frecuencia más lenta. Cada cierto tiempo, los
movimientos peristálticos más enérgicos impelen las materias hacia el recto,
siendo más frecuentes después de haber comido, debido a un mecanismo reflejo
por el cual la contracción del estómago estimula el vaciamiento del colon.

La defecación en parte es voluntaria, debido a la contracción de los músculos de


la pared abdominal, del diafragma y a la relajación del esfínter externo del ano, y
en parte involuntaria, dependiente de la relajación del esfínter interno del ano y de
la contracción del intestino grueso y el recto, que impulsan las heces hacia el ano.
La distensión del recto y el estímulo resultante de los nervios de sus paredes es lo
que despierta el deseo de defecar.

Recto y ano

El recto forma parte del intestino grueso y está situado a continuación del mismo.
Su forma es cilíndrica, excepto en su parte inferior, llamada ampolla. La parte
terminal del intestino o recto mide unos 15 centímetros de longitud y debe este
nombre a su forma casi recta.

 
La salida del recto se llama ano. Posee una longitud de trece centímetros y está
cerrada por un músculo que lo rodea, el esfínter anal. En su interior presenta dos
especies de válvulas (válvulas de Houston), una de las cuales (válvula de
Kohlrausch) es bastante visible en el lado derecho. En su parte inferior hay una
serie de repliegues curvilíneos, denominadas válvulas semilunares de Morgagni,
separadas entre sí por las columnas del mismo nombre.

Por debajo del recto está el canal anal, de unos cuatro centímetros de longitud,
revestido de crestas verticales llamadas columnas anales. En las paredes del
canal anal hay dos fuertes hojas planas de músculos, llamados esfínteres interno
y externo, que actúan como válvulas y que se relajan durante la defecación.

También podría gustarte