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Gallardo. Clacso. Clase 11. Texto
Gallardo. Clacso. Clase 11. Texto
CLACSO/CAEU-‐OEI
Clase 11. La Internacionalización de los Estudios Curriculares de William Pinar
En
esta
última
clase,
los
contenidos
a
desarrollar
para
cerrar
el
curso,
giran
en
torno
a
la
perspectiva
teórica
de
William
Pinar
sobre
los
estudios
curriculares.
Es
por
demás
interesante,
debido
al
alcance
político
académico
que
su
propuesta
representa
y
por
ello,
su
potencia
para
articularse
al
pensamiento
curricular
latinoamericano
que
hemos
trabajado
a
lo
largo
del
seminario.
“La
globalización,
por
supuesto,
no
es
una
cosa,
y
los
múltiples
procesos
que
reconocemos
como
la
globalización
no
son
unificados
o
unívocos.
Nuestra
tarea
política
no
es
simplemente
resistir
estos
procesos,
sino
reconocerlos
y
redirigirlos
hacia
nuevos
fines”.
Ante
este
panorama,
durante
el
discurso
de
formación
de
la
Asociación
Internacional
de
Estudios
Avanzados
sobre
el
Curriculum
(IAACS)
,
Pinar
afirma:
“Mi
agradecimiento
a
los
miembros
del
Consejo
para
invitarme
a
hablar
con
ustedes
hoy.
Aprovecharé
esta
oportunidad
para
describir
un
movimiento
intelectual
y
de
organización
en
curso,
que
llamaré
‘la
internacionalización
de
los
estudios
curriculares’.
Si
bien
este
movimiento
es,
sin
duda,
estimulado
por
las
fuerzas
de
la
"globalización",
su
intención
y
propósitos
son
opuestos.
Es
pues,
un
campo
de
conocimiento
que
está
emergiendo,
el
cual
tiene
sus
orígenes
en
los
estudios
curriculares
que
el
Dr.
William
Doll
ha
trabajado
desde
hace
varias
décadas
y
ha
culminado
con
la
inauguración
en
2001
de
la
Asociación
Internacional
para
el
Avance
de
los
Estudios
Curriculares
(www.iaacs.org).
Los
participantes
asistentes
de
aquella
reunión,
provenían
de
todos
los
continentes
y
las
siguientes
naciones:
Argentina,
Australia,
Botswana,
Brasil,
Canadá,
China,
Colombia,
Costa
Rica,
Dinamarca,
Estonia,
Finlandia,
Alemania,
India,
Israel,
Japón,
Corea,
Malasia,
Países
Bajos,
Nigeria,
Noruega,
Filipinas,
Polonia,
Rumania,
Sudáfrica,
Suecia,
Turquía,
Sudáfrica,
y
(por
supuesto)
de
los
Estados
Unidos.
En
mi
discurso
de
apertura,
sugerí
a
los
participantes
encontrarnos
al
finalizar
el
Congreso,
para
valorar
si
la
experiencia
había
valido
la
pena
y
tomar
el
siguiente
paso:
constituirnos
como
un
‘Comité
de
los
100’
para
explorar
la
posibilidad
de
una
asociación
internacional
de
estudios
curriculares.
Ahí
planteé
las
siguientes
preguntas:
-‐
¿Por
qué
alguien
debería
estar
interesado
en
esa
posibilidad?
-‐
¿No
hay
ya
demasiados
congresos,
demasiadas
organizaciones
sobre
el
tema?
-‐
¿No
estamos
ya,
abrumados
por
las
exigencias
de
nuestras
situaciones
locales,
como
para
buscar
lo
que
sucede
en
otros
países?
-‐
¿Es
este
proyecto
simplemente
otro
esfuerzo
de
Estados
Unidos
para
ampliar
su
mercado
de
propiedad
intelectual,
en
este
caso
el
mercado
mundial
de
sus
productos
conceptuales
sobre
la
educación
y
el
curriculum?
-‐
Incluso
si
esta
‘llamada
para
una
conversación’
(así
se
llamó
el
título
de
la
conferencia)
es
sincera,
dada
la
complejidad
cultural
y
lingüística
de
la
"aldea
global",
¿cómo
puede
darse
un
diálogo
democrático
sin
el
formalismo
acartonado
de
los
intercambios
diplomáticos
asociados
con,
por
ejemplo,
los
representantes
ante
las
Naciones
Unidas,
o
con
las
manipulaciones
políticas
más
descaradas,
asociadas
con
el
imperialismo
cultural
y
económico?”
Estos
dos
últimos
puntos
son
muy
importantes
para
nuestro
curso,
porque
Pinar
concuerda
con
De
Alba
(2007)
en
que
la
tensión
constitutiva
de
los
estudios
curriculares
está
entre
la
globalización
como
proyecto
social
amplio
y
la
crisis
estructural
generalizada
en
donde
hay
nuevos
rasgos
y
contornos
que
se
rearticulan
a
la
necesidad
de
pensar,
diseñar
y
operar
el
curriculum
desde
otros
registros,
como
lo
hemos
visto
con
los
distintos
proyectos
en
los
que
ustedes
participan.
Lo
segundo
es
que
Pinar
aseverará,
que
por
la
razones
citadas,
este
movimiento
político
académico
adopta
el
nombre
de
"internacionalización",
en
lugar
de
"globalización"
o
simplemente
"todo
el
mundo".
Y
aunque
internacionalización
corra
el
riesgo
de
un
aparente
retorno
a
los
nacionalismos,
vale
la
pena
correrlo
justo
porque
el
propósito
es
señalar
un
distanciamiento
relevante:
nuestro
trabajo
local
se
inserta
en
un
contexto
globalizado
que
fragmenta
esos
localismos.
La
idea
de
la
internacionalización
supone
un
punto
de
partida
común
a
tales
localismos,
esto
es,
nuestra
resistencia
a
la
globalización
económica
y
en
este
caso
al
imperio
conceptual
que
el
campo
del
curriculum
en
Estados
Unidos
ha
ejercido,
nos
une,
que
no
uniformiza.
Por
tanto,
la
internacionalización
supone
que
nuestro
trabajo
sobre
los
estudios
curriculares
(limitado
por
las
políticas
curriculares
dominantes)
se
sitúe
en
los
límites
de
esos
localismos
y
que
de
manera
crítica
podemos
conversar.
La
conversación
curricular
necesariamente
reconoce
la
complejidad
de
los
intercambios
locales,
tomándolos
como
contactos
culturales
,
diría
Alicia.
En
este
mismo
tenor
Pinar,
profundiza:
“Uno
de
mis
motivos
para
participar
en
la
"internacionalización"
es
para
disputar
el
narcisismo
de
los
estudios
curriculares
estadounidenses.
Probablemente
no
es
un
defecto
personal
de
aquellos
que
trabajan
en
el
campo;
parece
más
bien
venir
con
la
ciudadanía
estadounidense.
El
campo
del
currículo
como
nosotros
los
estadounidenses
sabemos,
es
un
asunto
bastante
americano,
aunque
dudo
que
pocos
estadounidenses
hayan
pasado
mucho
tiempo
pensando
en
ese
hecho.
Una
conversación
internacional
-‐
un
campo
de
todo
el
mundo-‐
podría
contribuir,
aunque
sea
modestamente,
a
que
los
estadounidenses
reconozcamos
que
nuestro
propio
campo
es
profundamente
internacional
y
multicultural.
Permítanme
enfatizar
que
cuando
me
refiero
a
un
campo
de
los
estudios
curriculares
en
todo
el
mundo,
no
me
refiero
a
uno
uniforme,
ni
espero
que
se
asemeje
al
campo
estadounidense.
Para
repetir,
reconozco
-‐
y
no
como
un
problema
a
superar
-‐
que
en
esta
etapa
de
las
cosas
y
en
el
futuro
previsible,
la
investigación
curricular
se
producirá
dentro
de
las
fronteras
nacionales,
a
menudo
influida
por
las
políticas
y
prioridades
gubernamentales
(así
como
por
las
culturas
nacionales),
por
tanto
no
estoy
buscando
–
“nuevos
mercados"
para
los
productos
conceptuales
estadounidenses.
Más
que
cualquier
otra
cosa,
reconozco
como
un
hecho,
la
agresión
económica
y
cultural
de
Estados
Unidos
que
deja
a
muchos
estudiosos
sospechosas
sobre
el
proyecto
más
grande
de
la
internacionalización.
Es
este
hecho
el
que
hace
que
los
estudios
estadounidenses
sean
problemáticos
y
con
ello
su
capacidad
de
liderazgo
en
la
internacionalización.
Por
lo
anterior,
recalco
la
idea
democrática
de
la
"conversación".
Por
eso
insisto
en
que
cada
uno
de
nosotros
debe
plantear
preguntas
y
responderlas,
juntos
y
por
separado,
en
una
conversación
disciplinada
y
complicada.
Por
supuesto,
no
hay
manera
para
mí,
de
escapar
de
ser
estadounidense,
y
mi
definición
del
currículo
como
una
"conversación
complicada"
(Pinar,
Reynolds,
Slattery,
Taubman
1995,
848)
es
en
el
fondo
(aunque
no
exclusivamente)
una
idea
estadounidense.
Sin
embargo,
el
"cambio
de
paradigma"
que
se
produjo
en
los
estudios
curriculares
estadounidenses
hace
casi
treinta
años,
nos
dejó
una
visión
más
estrecha
e
institucional
(algunos
dirían
burocrática)
y
esa
concepción
de
nuestro
trabajo,
ha
dejado
de
lado
la
necesidad
de
reflexionar
más
allá
de
un
esfuerzo
de
erudición”.
Este
esfuerzo
intercultural
de
la
internacionalización
es
sumamente
interesante
tanto
por
sus
planteamientos
como
por
el
origen
de
quien
lo
propone:
• ¿Cómo
se
posiciona
el
pensamiento
curricular
latinoamericano
frente
a
esta
propuesta?
• ¿Qué
le
aporta
la
internacionalización
a
lo
que
hacemos,
a
la
experiencias
que
nos
han
relatado
durante
el
curso?
De
ello
platicaremos
con
mayor
profundidad
en
el
foro
de
la
Clase
11.