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EXPRESSO CORTADO

Gilberto Medina Casillas

YATROGÉNESIS.

Segunda de dos partes.

El enfoque de Iván Illich se dirige hacia el control político y económico que


significa la salud de la población y cómo los mecanismos típicos del liberalismo
económico terminan por generar un gran negocio para grandes emporios
farmacéuticos transnacionales.

En la entrega anterior comentamos que los médicos de consulta exprés, con base
en los síntomas que declara el paciente, piensan en los medicamentos a
prescribir. Los cuales se hayan limitados por la oferta de determinados
laboratorios.

Yo siempre he pensado bien de los laboratorios como SYNTEX, BAYER, PFIZER,


NOVARTIS, ROCHE, LILLY, AZTRA-SENECA, SANOFI y otras marcas
importantes, creo que son confiables, sus medicamentos seguros, benéficos y su
labor de investigación farmacéutica es, casi casi, filantrópica.

A estas grandes marcas se les han opuestos los similares, que llevan 20 años de
retraso y que, por lógica comercial, no tienen medicamentos especializados.

Pero, bueno, fuera de las políticas públicas que deben amparar los servicios de
salud a la población abierta y los de trabajadores (IMSS e ISSSTE), el negocio de
los medicamentos es ‘la gallina de los huevos de oro’.
Y viene a cuento, como reflexión colateral, aquella anécdota del médico joven que
ya egresado de la escuela de medicina de la capital y hecho el internado en el
hospital 20 de noviembre de la ciudad de México, va a su pequeña ciudad
provinciana, llega a casa de sus padres, es recibido con cariño, pero el padre,
médico también, que tiene su consultorio pegado a la casa, le dice que le encarga
el consultorio porque él debe salir un par de días a un asunto. Pues se va y el
joven médico atiende el consultorio de su padre. En esas está, cuando llega un
señor sesentón, pregunta por el médico, su padre, él joven se identifica y se ofrece
a atenderlo.

- Vengo para la curación semanal – dice el paciente.


- A ver déjeme ver, súbase a la cama esta, a ver, aquí en la ingle, está fea la
herida, pero puedo curarla.

Acto seguido realizó un procedimiento y curó la herida. Le dio unas pastillas para
el dolor e indicaciones de cómo ponerse árnica durante tres días.

Al cabo de su viaje regresó el médico, su padre, alegre de tener a su hijo allí. Salió
la plática y el joven contó a su padre la curación del ‘viejo’.

- ¡Ay, mijo! - se lamentó el galeno y agregó – de ese paciente salía para la


leche de la semana.

Para concluir este tema, la yatrogénisis es provocada por procedimientos médicos


estandarizados, no fallidos necesariamente, que son aplicados a casos médicos
atípicos (que no corresponden a la enfermedad supuesta) o en forma equivocada,
o, peor, queriendo curar una enfermedad generar otra, medicando un órgano,
dañar otro.

La negligencia médica y la incapacidad técnica no son yatrogénas precisamente,


pero muchas veces traen como consecuencia un padecimiento que el paciente no
tenía antes de la intervención médica, entonces, ya lo son.

Y al final de cuentas, amigo lector, solamente nos resta esperar a que el sistema
de salud pública mejore y la medicación esté al alcance de todos los bolsillos.
Al final de ‘Némesis médica’, Iván Illich termina diciendo, a su modo, vehemente:
‘La fragilidad, la individualidad y la capacidad de relación conscientemente vividas
por el hombre hacen de la experiencia del dolor, la enfermedad y la muerte una
parte integrante de su vida. El verdadero milagro de la medicina moderna es
diabólico. Consiste en que no sólo los individuos, sino poblaciones enteras,
sobreviven con niveles inhumanamente bajos de salud’.

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