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Texto: Habacuc 3
Introducción
El profeta empieza su libro en el valle. Lucha con la voluntad de Dios. Luego sube a lo más alto y, se para
como atalaya, esperando que Dios le responda. ¡Después de escuchar la Palabra de Dios y ver su gloria,
se convirtió en un venado que saltaba confiadamente en las alturas de las montañas! (3.19). Sus
circunstancias no habían cambiado, pero él había cambiado, y ahora caminaba por fe y no por vista.
Vivía de las promesas del Señor y, no de explicaciones.
No es fácil escalar más alto en la vida de fe, pero ¿Quién quiere vivir en el valle?
¿Qué llevó a Habacuc desde el valle hasta la cima? Estas son las disciplinas espirituales:
Este es un salmo de oración. El profeta ahora ora al Señor y no discute. Su oración pronto se convirtió en
alabanza y adoración. Saber la voluntad de Dios debe motivarnos a orar “Hágase tu voluntad”. El mismo
Dios que orden el fin, también ordena los medios para el fin. La Palabra de Dios y la oración siempre
deben ir juntas. Habacuc oró porque estaba abrumado por el esplendor de Dios. “Oh Jehová, he oído tu
palabra, y temí”. Moisés tembló al recibir las tablas de la ley. Lo mismo ocurrió con Josué, David, Daniel,
Pedro, Juan y Santiago en el monte de la transfiguración y, Juan en la visión del Apocalipsis. Habacuc oró
porque quería que la obra de Dios tuviera éxito. Dios le dijo que estaba trabajando una obra en el
mundo. Habacuc aceptó la voluntad de Dios. Finalmente, Habacuc oró para que la obra de Dios siguiera
viva. Oraba para que su fe creciera y, para que Dios tuviera misericordia de su pueblo.
Ponderar la grandeza de Dios. Es probable que Dios no nos muestre una visión como la que vio Habacuc,
pero como está registrada en la Palabra de Dios, podemos reflexionar sobre ella y dejar que el Espíritu
nos enseñe a partir de ella.