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Desayuno

La primera línea de sol divide la mesa del desayuno.


Hay una especie de porvenir en el fulgor de la mermelada
una convicción todavía incompleta entre las tazas
y en el entusiasmo del perro
lamiendo cada cosa que empieza a moverse.
Lo soñado se disuelve
en la profundidad burocrática de la vida real.
El tintineo de la vajilla ¿es una buena señal
para aceptarlo todo nuevamente?
Si todo está bien, si el día vuelve a tragarme,
¿por qué busco un motivo para salir a la calle
y alcanzar sin morirme la esquina próxima?
Posible desatino de la creación
¿soy algo más digno que el perro de la familia
para negar esta nueva oportunidad, un alimento
donde todos van a morder por una ciega razón?

De Principios de incertidumbre, 1980.

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