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Reuniones o tenidas.
Las primeras logias masónicas se reunían en tabernas y discutían sus asuntos mientras
cenaban. La principal forma de instrucción era la lectura, una especie de catecismo que
incluía los elementos de la metafísica occidental, tal y como estaban representados por
los símbolos masónicos. Los rituales, que se celebraban con los hermanos alrededor de
la mesa, eran muy sencillos. Tras la fundación de la “Gran Logia” se pasó de las
lecturas a unos rituales más complejos y, a comienzos del siglo XVIII, la mayoría de las
logias trabajaban ya con un sistema que tenía dos grados más o menos comparables a
los actuales de “aprendiz” y “maestro”; a mediados de siglo la práctica se hizo casi
universal. En la tercera década del siglo XVIII muchas logias de Inglaterra, Francia,
Escocia y Suecia seguían un ritual que incluía tres grados de la forma común que se
sigue utilizando en nuestros días. En todos los países sólo puede existir una obediencia
masónica regular, es decir, reconocida por todas las obediencias del mundo; en España,
ésta es la “Gran Logia de España”, y su referente es Inglaterra. Una “Gran Logia” o un
“Gran Oriente” es el nombre que representa la agrupación de todos los estamentos de
una institución masónica de un país. La “Gran Logia de España” agrupa a las logias
provinciales; a su vez, éstas, concentran a todas las logias de la provincia. Las logias
pueden trabajar en el rito que hayan escogido en el momento de su fundación los siete
“maestros” masones, obligatorios para fundarlas. Los grados en los que se trabaja en
una logia, sea el rito que sea, son:“aprendiz”, “compañero” y “maestro”. Los grados
superiores a partir del de maestro están integrados en otros organismos independientes,
aunque deben estar integrados en una “Gran Logia” o en un “Gran Oriente”. El “Rito
Escocés Antiguo y Aceptado” es el más practicado actualmentey el de mayor contenido
iniciático, permite que en sus tenidas se presenten se presenten escritos (planchas es el
nombre simbólico de los documentos masónicos) por parte de los hermanos que lo
deseen, que son discutidos por todos los asistentes. Las planchas presentadas por los
aprendices son dirigidas por el llamado Segundo Vigilante, que es el encargado dentro
de la logia de instruir a los aprendices. Abrir los trabajos (o tenida) en una logia no es
más que el consentimiento de los miembros activos que se reúnen para empezar las
sesiones.
Una logia es una agrupación de masones, dentro de un edificio de cuatro caras, cuyo
fundamento es la educación y formación de sus miembros, un taller (nombre dado en la
masonería a todos los cuerpos iniciáticos, ya se trate de logias que trabajen en los tres
primeros grados, o de entidades constituidas por los grados superiores) de
perfeccionamiento de los hermanos que la componen. En él se procura mejorar la
condición moral, humana y social. Cada logia es igual en derechos y obligaciones y es
soberana e independiente con las limitaciones impuestas por los Estatutos y
Reglamentos Generales de la obediencia de quien dependa. Una obediencia es una
agrupación voluntaria de logias que se establece bajo la coordinación y tutela de un
organismo superior. La constitución de una logia requiere que sean siete los maestros
fundadores.
Cada logia tiene una Comisión de Hacienda que confecciona los presupuestos; una
Comisión de Beneficencia que estudia las peticiones de socorro de los hermanos,
ayudas a familiares, a enfermos, etc.; una Comisión de Asuntos Generales que cuida de
la redacción del Reglamento Interno de la logia y de las memorias del taller masónico;
una Comisión de Justicia que es la encargada de incoar los procesos masónicos
necesarios; la Comisión de Instrucción forma a los hermanos, no sólo en el mecanismo
de la logia y en el saber masónico, sino también en el conocimiento iniciático, que
dependerá de la tendencia de cada logia; también puede haber Comisiones de
publicaciones y bibliotecas. Finalmente están los trabajos y tenidas en los talleres.
Las tenidas pueden ser semanales, quincenales o mensuales y en éstas se puede trabajar
con el grado de “aprendiz”, “compañero” o “maestro”. Las tenidas pueden ser
Ordinarias, donde se discuten asuntos de interés general y se llevan a cabo trabajos de
iniciación o afiliación; Extraordinarias, para una finalidad concreta; de Instrucción,
sobre estudios de simbolismo, mecánica de la logia e iniciación; de Familia, dedicadas
al examen de cuentas y gestión; de Boda, donde se celebra una boda masónica;
Fúnebres, dedicadas a la muerte de algún hermano; y Blancas, en la que la logia se abre
a los profanos (no masones).
Por último, cabe destacar que todas las Grandes Logias (organismo que engloba a las
logias de un país) tienen sus órganos de gobierno, que funcionan como el Consejo de
Administración de una empresa civil. El equivalente del presidente del consejo es
llamado “Gran Maestro de La Logia”. La máxima representación de una obediencia
masónica es la “Gran Asamblea” (Junta General para los profanos), compuesta por
todos los miembros de la institución, que se reúne una vez al año y es presidida por el
“Gran Maestro”. Por lo general, las grandes decisiones sobre rituales, patrimonio, etc.,
se toman en la “Gran Asamblea”.
Las obligaciones de todo masón son seguir las normas concernientes a: Dios y a la
Religión, al Magisterio Supremo y Subordinado, a las Logias, a los “Maestros”,
“Compañeros” y “Aprendices”, a la Conducta de la Corporación durante el trabajo, a la
Conducta cuando la logia esté constituida, cuando esté cerrada, entre los Hermanos y en
presencia de extraños o de un extranjero.
Las constituciones de Anderson
Literatura masónica.
Durante el pontificado de Juan XXIII, se notó un cambio radical; hubo más tolerancia.
En la reforma del Código Canónico de 1983, iniciada a raíz del Concilio Vaticano II, la
mención expresa de excomunión a los masones desapareció. Gran parte de los masones
de España, América del Sur, Irlanda, Italia y otros países, son católicos, y muchos de
ellos practicantes. En obediencias de muchos países, como “La Gran Logia de España”,
la más numerosa y más reconocida en el mundo masónico internacional, es preceptivo
creer en el Gran Arquitecto Del Universo ((G.A.D.U.) – versión masónica de Dios),
trabajar en las tenidas con la Biblia, y prestar los juramentos, sobre los Evangelios,
dando a éstos una gran importancia. Antes de que Joseph Ratzinger fuese elegido Papa
con el nombre de Benedicto XVI, era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe (sucesora de la antigua Inquisición), y consejero de moral de Juan Pablo II, y durante
el pontificado de éste último, publicó en 1983, de forma casi simultánea al nuevo
Código de Derecho Canónico, un artículo en el que dejaba claro que la masonería estaba
incluida implícitamente en el apartado de asociaciones nocivas, aunque no supusiera la
excomunión, como antes.
En 1983, la Santa Sede precisó que los católicos “que se adhieran a asociaciones
masónicas se encuentran en estado de pecado grave y no pueden acceder a la Santa
Comunión”. El 3 de mayo de 2005, los medios de comunicación filipinos difundieron la
noticia de que el obispo de la diócesis de Davao Oriental, Patricio Alo, había prohibido
a los afiliados a la masonería entrar en las iglesias de la provincia de la isla de
Mindanao.
Ritual masónico
Rituales masónicos.
La logia masónica es una representación del universo, mucho más que las ordinarias
ideas de longitud, latitud y altura. En un plano masónico, la longitud de la logia se
extiende de Oriente a Occidente, de Norte a Sur y, desde el cenit al centro de la Tierra.
La forma del local de la Logia ha de ser un paralelogramo de al menos una tercera parte
más largo de Oriente a Occidente que de Norte a Sur. Debidamente orientado, aislado
de cualquier otro edificio y muy alto de techo, a fin de que al mismo tiempo de ser
saludable, dé la impresión de una espaciosa sala. El acceso al local ha de ser oblicuo,
porque “una entrada recta es antimasónica y no debe tolerarse”. Debe tener dos entradas
situadas en Occidente, a cada lado del sitio del Primer Vigilante. La entrada de la
derecha sirve para los hermanos del cuadro y los visitantes, y se llama puerta externa o
del Templo;la de la izquierda se llama interna o puerta Noroeste, y se comunica con la
“sala de preparación”. El pavimento de la logia es un mosaico de cuadros blancos y
negros en la que su forma exacta es un doble cuadrado, rectángulo de doble longitud
que de anchura, como un doble cubo con el pavimento por base.
El ritual expone tres razones del porqué la logias han de estar orientadas de Este a
Oeste. En primer lugar, el Sol sale por Oriente que en la masonería es el símbolo de la
Divinidad. Segundo, todas las naciones occidentales reconocen en Oriente el manantial
de su sabiduría, y en tercer lugar, los masones siguen el precedente del templo de
Salomón, que estaba orientado de Este a Oeste. El techo de una logia masónica es una
bóveda celeste de diversos colores, y a su alrededor los signos del zodíaco, que puede
simbolizar el cielo estrellado que cubre el verdadero templo de la humanidad, cuando
consideramos la logia en su significado universal. El altar se puede colocar bien en el
centro del pavimento, un poco al Oriente del centro o en el medio, o puede no haber
altar, y en ese caso se pone un taburete junto al pedestal del Venerable Maestro de modo
que cuando el candidato presta juramento, se arrodilla ante dicho pedestal. Todo
dependiendo de las distintas obediencias. En el altar o cerca del mismo, o pendiente
sobre él, en el centro del cuadrado oriental, hay una pequeña luz encendida, con
bombilla de cristal de rubí, que simboliza el reflejo de la Divinidad en la materia y que
corresponde exactamente a la lámpara que en las iglesias católicas arde perpetuamente
ante el Sagrario, dentro del cual está la Sagrada Hostia.
El adorno interior de una logia son los ornamentos, las joyas y los utensilios. Los
ornamentos son el pavimento de mosaico, símbolo del espíritu y la materia; la Estrella
Flamígera, que constantemente recuerda la presencia de Dios en su Universo, y la franja
festoneada o Pared protectora. El pavimento de mosaico es el enlosado de losetas
cuadradas, alternativamente blancas y negras, que simbolizan el ritual de la Orden y su
diversidad, la de los seres animados e inanimados, que decoran la Creación. La Estrella
Flamígera es de seis puntas, de cristal y se coloca en el centro del techo, iluminada por
dentro por luz artificial, en el suelo y debajo directamente de ella, ha de haber otra
móvil. Es el símbolo de la Divinidad y en la misma hay grabada la letra “G”, que
significa Dios. También simboliza al Sol, dispensador de grandes beneficios a los seres
humanos y al mundo en general.
Las joyas son: la escuadra, el nivel, la plomada, la biblia, dos plumas de ave cruzadas,
dos llaves cruzadas, una alabarda, el templo, la cornucopia, el mercurio, dos espadas
cruzadas. Los utensilios de la logia sonel martillo o mallete, la regla de 24 pulgadas, el
mandil, el cincel, la escuadra, el compás, el nivel, la plomada, la cuchara de albañil, las
espadas, el Libro Sagrado que incluye la Biblia de los cristianos y las Sagradas
Escrituras de otras religiones. Los utensilios están destinados a ayudar en la andadura.
Entre las joyas, la más importante es la Espada, que luce el Venerable Maestro, y
simboliza la tercera oleada de vida divina procedente de la Primera Persona de la
Trinidad.
Iniciación de un neófito
Saludo masón
Ritual femenino.
Ritual fúnebre.
Siglo XVIII.
Sin embargo, durante la mayor parte del siglo XVIII no se llegó a crear una masonería
organizada y estable en España ya que las escasas logias que se fundaron tuvieron una
vida breve y precaria debido a que la Inquisición española se ocupó muy pronto de
perseguirlas, haciendo cumplir las bulas papales.
No fue la Santa Sede, ni el gobierno de Fernando VI los primeros, ni los únicos en
condenar y prohibir la masonería. En 1735 lo hizo Holanda; en 1736, el Cantón de
Ginebra; en 1737, Francia y Suecia; en 1738, la ciudad de Hamburgo; en 1739, los
Estados Pontificios; en 1743, Austria; en 1744; las ciudades de Avignon, París y
Ginebra; en 1745, el Cantón de Berna; las ciudades de Hannover y Paris, en 1748;
Constantinopla, en 1763; Dantzig, en 1770; las islas Madeira, en 1784; Mónaco, en
1794; y en 1798, Prusia, por citar los más conocidos. Las razones alegadas
prácticamente en todos los casos que corresponden a gobiernos protestantes, católicos e
incluso musulmanes coinciden con las expuestas por Clemente XII y Benedicto XIV.
Los motivos de su prohibición se reducían al secreto riguroso con que los masones se
envolvían, así como al juramento hecho bajo graves penas y la jurisdicción de la época
– basada en el derecho romano – por la que toda asociación o grupo no autorizado por el
gobierno, eran considerados ilícitos. En consecuencia, los masones fueron prohibidos y
perseguidos a pesar de que las múltiples comisiones en distintos países, empezando por
Holanda, decían que “en verdad no habían averiguado nada en la hermandad de los
masones que fuera contrario al buen orden y deber de los buenos súbditos”.
El siglo XIX.
Durante el período 1815-1823 había tres vertientes de la masonería española: una con
ribetes conservadores, difundida por los franceses; otra liberal, de reminiscencias
inglesas; y, otra sustentada por militares, con ideas más o menos liberales. Ya en este
siglo se diferenciaban la masonería anglosajona o regular y la latina. La primera
abarcaba la inglesa, americana, alemana, danesa, noruega y holandesa y todas aquellas
“reconocidas” o legalizadas por la “Gran Logia de Inglaterra” o las Grandes Logias
Norteamericanas.
En los países donde se implantó la masonería anglosajona, gozó de una situación oficial
y de una elevada posición. Al actuar a cielo abierto, contó con personalidades
eminentes, de forma que en algunos países, incluso en nuestros días, el “Gran Maestre”
es el rey o en quien él delegue. Es el caso de Dinamarca y Suecia. En Inglaterra siempre
lo ha sido un miembro de la familia real (actualmente el duque de Kent). En Estados
Unidos, hasta la fecha, al menos 17 presidentes han pertenecido a la masonería,
empezando por el propio George Washington.
Sin embargo, los “Protocolos” se siguen publicando en nuestros días como si fueran
auténticos. Quienes muestran tanta preocupación por el problema judeomasónico, no
solo no aportan pruebas dignas y convincentes en apoyo de sus asertos, sino que en
muchos casos, las interpretaciones son perfectamente contradictorias. Tan pronto la
judeomasonería, identificada con la plutocracia, es acusada de asegurarse el dominio del
mundo por las finanzas,la alta Banca, o incluso la moda, como esta misma
judeomasonería es vilipendiada porque ella es la que organiza y sostiene la revolución
proletaria, al mismo tiempo que inspira toda la doctrina marxista.
Comunismo y masonería.
Fascismo y masonería.
Franco y la masonería.
En 1935, Franco, como Jefe del Estado Mayor Central del Ejército, cesó a seis generales
masones, todos ellos altos jefes militares. En septiembre de 1936, dos meses después de
la sublevación, decretó en Santa Cruz de Tenerife que la masonería y demás sociedades
clandestinas eran declaradas contrarias a la ley y sus militantes eran considerados
criminales de rebelión, obligando a los masones, bajo penas severas, a quemar todo tipo
de papeles masónicos, emblemas, escritos de propaganda, etc., al tiempo que se
confiscaban los bienes de la masonería. En 1938 decretó otro bando similar. Durante la
Guerra Civil, se puede decir que, salvo muy raras excepciones, casi todos los masones
que no pudieron huir de la zona nacional fueron fusilados. El mero hecho de ser masón,
durante la Guerra Civil, fue considerado “delito de lesa Patria” y fue suficiente para que
muchas personas fueran pasadas por las armas, sin previo aviso.
Acabada la contienda, la primera ley dictada en contra de “todas las logias masónicas”
fue la Ley de Responsabilidades Políticas, de febrero de 1939, que incluía también a
todos los diputados que en 1936 hubieran pertenecido a la masonería. En marzo de
1940, dictó la “Ley para la Represión de la Masonería, Comunismo y demás sociedades
clandestinas” que en su preámbulo justifica históricamente los males que la masonería
ha producido en España, desde la pérdida del Imperio colonial, la Guerra de la
Independencia, las Guerras Civiles, la caída de la Monarquía, etc. Toda propaganda que
exaltara los principios o beneficios de la masonería era castigada con incautación de
bienes y la pena de reclusión mayor. Además los masones quedaron separados
definitivamente de cualquier cargo estatal, corporaciones públicas, entidades
subvencionadas, gerencia y consejos de administración de empresas privadas, cargos de
confianza y su inhabilitación perpetua para los cargos citados y su confinamiento o
expulsión. También imposibilitaba formar parte de cualquier “Tribunal de Honor” a
quienes tuvieran algún familiar en segundo grado de consanguinidad o afinidad, que
hubiera sido masón. Para hacer cumplir esta norma se creó el Tribunal Especial para la
Represión de la Masonería y el Comunismo
Pétain y Hitler.
Con la llegada de los alemanes a Francia, se catalizaron viejos odios franceses derivados
de los “affaires” Dreyfuss (el capitán ingeniero politécnico del ejército francés, Alfred
Dreyfus, de origen judío-alsaciano, acusado de trabajar para los servicios secretos
alemanes, desató una oleada de antisemitismo impresionante en Francia, juzgado y
condenado en 1894, fue degradado y expulsado del ejército, y enviado a una prisión a la
isla del Diablo – cerca de la Guayana francesa – aunque el final, después de varios años
y diversos juicios, fue totalmente rehabilitado) y Stavisky(sucedido en diciembre de
1933, es el nombre dado a una crisis política francesa, acontecida como consecuencia de
la muerte en circunstancias misteriosas del judío ucraniano, Alexander Stavisky,
alias “El bello Sacha”, un conocido estafador bien relacionado con círculos próximos a
la clase política dirigente cuyo escándalo simbolizó la crisis de un régimen inestable,
bajo sospechas de corrupción de la Tercera República Francesa, y que llevó a la caída
del Gobierno de Camille Chautemps y al desencadenamiento de los disturbios
antiparlamentarios del 6 de febrero de 1934) y algunos adversarios destacados de la
masonería aprovecharon el gobierno de Vichy para relanzar el grito de alarma con el
“complot judeo-masónico”.
Apenas constituido el nuevo Estado, tras entrar los alemanes en Paris, se señaló a los
“responsables” de la derrota, y entre ellos, los primeros fueron los participantes del
Frente Popular, los francmasones, los judíos, los anglosajones y finalmente los
bolcheviques. La legislación antimasónica del gobierno de Vichy – impuesta por los
alemanes – debía recorrer tres fases: desenmascarar el lazo de unión entre judíos y
masones; dar a conocer los peligros de la Orden masónica y disolución de la masonería,
publicando los nombres de sus dignatarios. Se siguió la misma pauta antimasónica que
en Italia y Portugal, prohibiendo toda clase de actos masónicos y de cualquier tipo de
sociedad secreta, persiguiendo y deteniendo a sus miembros, confiscando sus bienes,
etc.
La otra masonería.
Frente a la visión negativa de las diferentes posturas antimasónicas que desde el siglo
XVIII han tenido especial empeño en presentar la masonería con tintes negativos y
tenebrosos, los llamados apologistas ofrecen otra visión muy edulcorada, en la que
destacan la gran importancia de las obras de beneficencia que atienden algunas
masonerías como hospitales, residencias de ancianos, residencias-talleres para niños
abandonados, cementerios, experiencias campesinas, etc., y en la que no suele faltar el
panteón de masones ilustres – aunque alguno lo fueran sólo durante un periodo breve de
su vida – que desde el siglo XVIII hasta nuestros días destacaron en diversos campos.
La masonería nace a raíz de las guerras de religión, después de un periodo de
intransigencia y de intolerancia político-religiosa. La “paz masónica” es la paz como
base de la fraternidad y de la tolerancia, la paz como lucha contra la superstición y
contra todo tipo de intransigencia o intolerancia. Lo que implica que resulte
incompatible con todo tipo de fanatismo racial, político o religioso de las tiranías e
intransigencias de ayer, y de las dictaduras y fundamentalismos de hoy. Solo puede
existir donde haya libertad, de ahí que haya podido desarrollarse únicamente en las
democracias y no con los absolutismos intolerantes o las dictaduras del tipo que sean,
especialmente las fascistas.
Destacable es la aparición del capitán de corbeta, Ángel Rizo Bayona (1887- 1959), en
la escena masónica. Aparte de crear las “logias flotantes” en la Marina – autorizado por
el masón Diego Martínez Barrio – en Cartagena, Vigo, Marín y Ferrol, ideó el Pacto de
San Sebastián, para conspirar en 1930 contra la Monarquía y sustituirla por una
República. Componentes de este comité, sin éxito, fueron Indalecio Prieto, Diego
Martínez Barrio, Francisco Largo Caballero, Alejandro Lerroux y Manuel Azaña, todos
masones. Una vez instalada la Segunda República en 1931, presidido por Niceto Alcalá
Zamora, la masonería copó diversas carteras en el gobierno provisional: Lerroux,
iniciado, Diego Martínez Barrio (maestro del “Gran Oriente Español”), Casares
Quiroga, Marcelino Domingo (vicepresidente del Oriente anterior), Álvaro de Albornoz,
José Giral y Fernando de los Ríos, todos pertenecían a la masonería y, a éstos se
añadieron 15 directores generales, cinco subsecretarios, cinco embajadores y 21
generales, también todos masones, sin contar los masones colocados y elegidos en las
diferentes listas electorales. De los 470 diputados electos – según el jesuita Ferrer
Benimeli – 183 tenían conexión con la masonería. En otras palabras, la masonería
extendió su influencia sobre partidos de izquierdas, derechas y nacionalistas, incluso
entre los marxistas revolucionarios.
Durante los meses siguientes y por influencia de la masonería, se trató el tema religioso
(expulsión de las órdenes religiosas “extranjeras” – léase los jesuitas, ya expulsados en
tiempos de Carlos III – y eliminar la presencia de la Iglesia Católica de la enseñanza)
por encima de la gran problemática de la reforma agraria. Se inició la redacción de una
nueva Constitución en la que se recogía, entre otras cosas, la libertad de cultos y la
separación de poderes Iglesia-Estado, defendida especialmente por Ortega y Gasset. Si
no llegó a buen término se debió de una manera indiscutible a la influencia masónica.
La nueva Constitución de 1931, después de multitud de reuniones y “sugerencias” de las
logias españolas, ya declaraba el laicismo del Estado y la disolución de la compañía de
Jesús, entre otras muchas cosas, todas favorables al pensamiento masónico de la época.