Está en la página 1de 2

El viejo cuento de los impuestos

César Félix Sánchez

Pedro Francke, el ministro de economía del actual (des)gobierno, ha desempolvado la


propuesta electoral de su líder Verónika Mendoza, la doblemente fracasada candidata a la
presidencia del Perú del Grupo de Puebla de aumentar los impuestos, supuestamente a las grandes
fortunas y empresas mineras. Como siempre, el “sentido común” progresista, expresado por algunos
jóvenes tuiteros que no experimentaron las “delicias” del estatismo que destrozó política,
económica y moralmente al Perú entre 1968 y 1991, saludó esta promesa y, con la característica
intolerancia de la cancel culture, “viralizó” la consigna de que todo aquel que se opone a esta
medida no es más que un avaro demencial o un lacayo de millonarios de características
prácticamente genocidas.

Pero, ¿es viable esta propuesta? ¿Sería, entonces, Francke una especie de Robin Hood
peruano que quita a los ricos para dar a los pobres?

Lo cierto es que el problema del Perú no es que al Estado le falten recursos. Hace ya
bastante tiempo que el gobierno peruano firmó un sospechoso contrato con la Universidad Nacional
de Ingeniería (UNI) para fabricar 47 plantas de oxígeno por más de 26 millones de dólares Y aunque
los plazos para la entrega se han superado largamente, no hay señal alguna del cumplimiento de
este proyecto y los indicios de corrupción usuales en el gobierno del justamente vacado Martín
Vizcarra se han vuelto a asomar.

De esta manera, dos organismos estatales (el gobierno y la UNI) han demostrado su
ineficiencia acostumbrada, a pesar de contar con recursos económicos inéditos en la historia del
Perú para enfrentar la emergencia, mientras la sociedad civil, la Iglesia y la empresa privada sí
lograron conseguir las anheladas plantas incluso durante los peores momentos de la pandemia.

¿Cómo entonces meter aún más la mano en el bolsillo de los ciudadanos podría cambiar esta
situación? ¿No será, más bien, que, como ha venido siendo hasta ahora, estos impuestos nuevos
acabarán sirviendo para engordar las billeteras de figuras como Richard Swing y Mayra Couto, que
recibieron subsidios de decenas de miles de soles durante la pandemia, por obra del Ministerio de
Cultura, ahora en manos de una persona de pasado extremista experta en canalizar recursos
estatales hacia el mundo oenegero izquierdista?

Como se ha demostrado a lo largo de la historia, si un gobierno logra tener éxito en


aumentar los impuestos a un sector de la población, no parará nunca y comenzará un proceso que
acaba con una socialización de la confiscación, que se desborda hacia las clases medias y los sectores
trabajadores.

Es curioso que todavía haya quien haga caso en el Perú a Pedro Francke o Verónika
Mendoza. No habría que remontarnos mucho en la historia reciente de este país, llena de
destrucciones de toda índole auspiciadas por la izquierda desde posiciones de poder o desde la
subversión, sino solo a la pésima gestión de la pandemia durante los gobiernos de Martín Vizcarra y
Francisco Sagasti (2020-2021), que ha estado a cargo de izquierdistas en los puestos clave. Tenemos
el caso del tristemente célebre Víctor Zamora, ministro de salud de Vizcarra en 2020, militante y
miembro del equipo técnico del partido de Mendoza en las elecciones de 2016; Farid Matuk, asesor
suyo e ideólogo de la contraproducente cuarentena de género, fue candidato al congreso en las
elecciones congresales de 2020 por el izquierdista Frente Amplio y, finalmente, el exministro de
salud, Oscar Ugarte, responsable en una anterior gestión del monopolio de oxígeno que sufre desde
hace quince años el Perú, es miembro fundador de Juntos por el Perú y candidato al congreso por
esta fuerza en 2020.

En conclusión, la izquierda nos envenena y luego pretende vendernos el antídoto, que,


como siempre, es peor que la intoxicación.

También podría gustarte