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Introducción
La ley es para el Derecho una forma de cimentar el valor de la justicia, por tanto
dicho valor tiene que someterse a las limitaciones del Estado. Estas limitaciones y
libertades se mantuvieron en un principio con base en la consideración de que el
Estado y la persona física se debían de regir conforme al derecho del lugar en
donde se encontraba establecido el domicilio de la persona.
El domicilio, al poco correr del tiempo, se mostró insuficiente para fundamentar esa
libertad jurídica que es cónsona al sujeto del derecho. Su permanencia, al no
coincidir con la vida material del sujeto, era transitoria y, además, no revelaba el
verdadero carácter de la unión entre estado e individuo. Fue evidente que no todos
los domiciliados dentro del territorio merecían idéntica protección, ni que sus
derechos fueran iguales; ni podía, por los demás, pretenderse que el simple hecho
de residir, en forma más que menos permanente, pudiera ser tomada en cuenta
1
por otros estados. Fue pues necesario, indispensable incluso, elevarse hasta la
nacionalidad.1
El objeto que tiene el estudio de la nacionalidad es la relación o el vínculo político
y jurídico que compone la población de un Estado. Por ello es importante analizar
los conceptos de nación y Estado para poder apreciar la diferencia con el de la
nacionalidad.
La nación es aquella colectividad que está compuesta por un conjunto de
individuos que comparten características como son el idioma, la historia,
tradiciones y costumbres, y en su mayoría son de una sola raza, aunque esta
última no es absoluta, ya que es un término que se aborda desde distintos
enfoques, filosófico, jurídico, político, social, cultural, antropológico, etc.
Mi colega Péreznieto afirma que la nación “[…] es la voluntad de un grupo
de individuos de permanecer unidos, de desarrollar juntos un proyecto de vida
social que irán construyendo de acuerdo con las épocas y las circunstancias, y a
lo largo de ese camino surgirá la ‘conciencia nacional’, que será el vinculo que
profundice su vida en común y le dé un sentido definido de transcendencia”. 2
La nacionalidad está vinculada con el Estado al ser el individuo el que
conforma la población por lo que hay que definirlo. El concepto de Estado también
es abordado por diferentes disciplinas pero al DIPr interesa la concepción jurídica,
según la cual el Estado es el conjunto de instituciones que ejerce el gobierno y
aplican las leyes sobre la población residente en un territorio delimitado, provistos
de soberanía, interna y externa, el cual tiene el monopolio de la coacción y
competencia discrecional.
El Estado es el que otorga la nacionalidad al individuo en el sentido
internacional, de manera soberana y autónoma, razón por la cual se habla de la
competencia discrecional y unilateral del Estado, con respecto de los requisitos
que se solicitan para otorgarla. Por tanto el derecho a tener una nacionalidad es
un derecho humano que tiene todo individuo siendo este el vinculo y el nexo entre
el Estado y el particular y la forma de identificación entre los individuos.
1
Francisco Cuevas Cancino, Manual de Derecho Internacional privado mexicano, Editorial Porrúa, México,
2007, pág. 297.
2
Leonel Pereznieto Castro, Derecho internacional privado. Parte general, Oxford, México, 2012, Novena
edición, pág. 45. 2
3.3.1. El concepto de nacionalidad
Es abordado el tema dentro del Derecho Internacional Privado como un importante
punto de conexión personal, el cual ayuda a determinar la norma jurídica que es
aplicable en los países con respecto al estado civil y la capacidad que tienen las
personas. Por tanto se habla de una relación que converge en el Derecho
internacional público, y por consecuente, rebasa la naturaleza propia del Derecho
Internacional Privado. “La razón de su inclusión es el poder entender la
prominencia del término de la nacionalidad, entender la técnica, y abordar el
método conflictual”.3
Los hombres se encuentran sometidos ante las autoridades soberanas de
un país con base en “razón de su persona, por razón de sus bienes [de las cosas
que posee], por razón de sus hechos [su conducta]”. 4
Por razón de la persona se le sujeta a la ley por medio de circunstancias
que sirven para poderla vincular con la norma jurídica, por ejemplo la nacionalidad,
el domicilio, su origen, razón por la cual es tomada la nacionalidad como un punto
de conexión dentro de nuestra disciplina.
La palabra nacionalidad tiene dos significados uno social y otro jurídico,
además de cultural y antropológico, por lo que es difícil tener una sola
conceptuación. La nacionalidad se utiliza no solo “para designar el punto de
conexión que relaciona al individuo persona-física con una ley extranjera, sino
también se emplea para aludir al principio político cuya meta es elevar a la
categoría de sujetos de Derecho Internacional a las Naciones en lugar de los
Estados con la pretensión de lograr una división más natural de la comunidad
internacional”.5
La nacionalidad es entendida como aquel vínculo, político y jurídico, que
tiene una persona en relación con un Estado, sin incluir dentro de esta definición a
las personas morales. Sin embargo, se debe de tener cuidado ya que verlo como
un vínculo que es político se presta para confundirlo con el término ciudadanía, y
3
Ídem, pág. 6.
4
Carlos Arellano García, Derecho Internacional Privado, Editorial Porrúa, México, 1999, pág. 179.
5
Ídem, pág. 180. 3
en cuestión de la nacionalidad no hay un lazo político forzosamente ya que no
todas las personas físicas tienen la ciudadanía y sin embargo tienen nacionalidad.
En términos sociológicos, el vínculo hace referencia a una participación del
individuo con el alma de la patria, un nexo sentimental de identificación entre el
individuo y el Estado. Por el lado del vínculo jurídico, esta expresión es demasiado
amplia y se debe de hacer una diferencia específica con respecto a otras
vinculaciones que se pueden dar y que de igual manera generan derechos y
obligaciones.
Otra definición sobre nacionalidad indica que es “la institución jurídica a
través de la cual se relaciona una persona física o moral con el Estado, en razón
de pertenencia, por sí sola, o en función de cosas, de una manera originaria o
derivada”.6
8
5
Carlos Arellano García, Derecho Internacional Privado, Editorial Porrúa, México, 1999, pág. 185.
Por lo que si se dan varios grupos sociológicos surgirán dos clases de
nacionalidad, la sociológica la cual es el grupo que se sentirá identificado con la
Nación, y la jurídica la que será el lazo jurídico con el Estado. Esto significa que
pueden existir distintos grupos con características diferentes (como son la lengua,
las costumbres, las tradiciones, etc.) pero solo habrá una nacionalidad
jurídicamente hablando, nacionalidad que desde el punto de vista sociológico
excluye a las personas morales y las cosas.
Si se llegara a aceptar el concepto sociológico de nacionalidad no se
podría permitir el cambio de nacionalidad bajo la voluntad del individuo porque al
haber estado ya en contacto con la original, estaría influido por ésta y por tanto la
nueva adoptada seria artificial.
Por tanto esta acepción tiene un interés histórico y político, por lo que la
acepción jurídica se cimenta con las normas jurídicas y evita que las diferentes
nacionalidades sociológicas separen al Estado como tal.
Y a diferencia del concepto sociológico, “[…] el jurídico finca la relación
con base con normas jurídicas independientemente de los factores no jurídicos
que pudieran ligar o separar a los grupos humanos”. 9
La ventaja de la acepción jurídica sobre el concepto sociológico de
nacionalidad es que en ella se toma en cuenta a las personas morales y las cosas,
haciendo posible dárseles nacionalidad, y por consiguiente derechos y
obligaciones; también da unificación a la población en su conjunto lo que le da al
Estado aceptación ante los demás Estados.
Un ejemplo de estas dos acepciones es el caso de Reino Unido, el cual se
encuentra conformada por cuatro naciones: Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales,
en donde cada uno de estos países se denominan con forme a su nacionalidad de
provincia, sin embargo como nacionalidad jurídica todos son ingleses.
9
Fragmento tomado del trabajo realizado por una compañera estudiante de Relaciones Internacionales,
6
Iliana González, la cual se baso en el libro sobre Derecho Internacional Privado del Doctor Carlos Arellano.
Son conceptos que tienen cierto parecido con el de nacionalidad y por tanto se
pueden llegar a confundir, por lo que hay que definirlos:
Domicilio de origen: el cual es el lugar al que pertenece la nación y por
tanto esa ley sería la competente al necesitar su uso en algún conflicto o problema
del individuo (de otra forma es un tecnicismo que nos refiere a la nación a la que
se pertenece).
Ciudadanía: Es derivada del latín civitas, actualmente es la expresión de
pertenencia de un individuo hacia una sociedad organizada en la cual participa, de
otra forma es cuando el nacional obtiene los derechos políticos al tener reunidos
los requisitos que se le establecen.
Por lo que la nacionalidad y ciudadanía no pueden ser usados como
sinónimos. En nuestra constitución el articulo 30 nos determina quién es nacional
mexicano, ya sea por nacimiento o por naturalización, a quienes se les especifica
en el artículo 31 constitucional las obligaciones que tiene todo mexicano, y el
articulo 32 las competencias y facultades que tienen los nacionales, mientras que
en el articulo 34 nos dice los requisitos para obtener la calidad de ciudadanía, en
el articulo 35 los derechos que tienen y en el 36 se presentas las obligaciones que
tiene todo ciudadano mexicano. Y en algunos casos se puede perder tanto la
nacionalidad (por naturalización) y la ciudadanía mexicana, la cual viene
especificada en el artículo 37 constitucional.
Sin embargo, se debe de tomar en cuenta que se puede ser nacional de
un Estado y ser ciudadano de otro país, no necesariamente teniendo que ser
nacional de éste. La nacionalidad es un hecho que sucede después del
nacimiento, y la ciudadanía es un derecho como consecuencia de la nacionalidad.
Sujeción: es una contención de algo, el cual ha sido usado
equívocamente ya que “La sujeción es una relación entre gobernado y gobernante
mientras que la nacionalidad es una vinculación jurídica entre el individuo y
Estado”.10
Protección: cuando se establecía un protectorado, el Estado protegido no
adquiría la nacionalidad del Estado protector sino que era subordinado y por tanto
10
Idem, pág. 189. 7
sus habitantes no tenían los mismos derechos que los nacionales del Estado
protector.
Pertenencia: por pertenencia se puede entender que es el sentimiento de
identificación que se tiene hacia algún grupo sociológico, sin embargo, también
“[…] se entiende generalmente la sujeción de un individuo a un orden normativo
no dimanado del Estado”.11
Para Carlos Arrellano la pertenencia presenta un vinculo entre el individuo
con un grupo social el cual se encuentra sujeto a un ordenamiento jurídico que se
origina del Estado, y en la nacionalidad, el vinculo no solo es con el grupo sino
además una identidad con el Estado.
Indigenato: es también conocido como regionalidad, el cual “[…] es una
fórmula de vinculación de los individuos con alguna de las regiones en que jurídica
o sociológicamente se divide un Estado’. Esta vinculación puede derivar del hecho
del nacimiento en un lugar o de la fijación de la residencia en el territorio de alguna
región”.12 Se hace una pequeña escala sobre la nacionalidad con referencia a las
provincias existentes dentro de los Estados.
14
Ídem, pág. 194. 9
El elegir entre uno de los dos, el ius sanguinis o el ius soli, es difícil ya que
hay distintos intereses del Estado que lo convierten en complejo: 1. El interés por
parte de la nacionalidad a la que pertenecen los padres; 2. El interés del lugar en
donde sucede el nacimiento; 3. El interese por parte de los padres; 4. Y el interés
del propio individuo al que se le otorga la nacionalidad; además están las variantes
sobre los lazos sanguíneos, los factores geográficos, lo cual influye la
susceptibilidad del individuo a cualquiera de estos o de algunos otros actores que
pueden llegar a influir al respecto de su nacionalidad.
Dentro de algunos países que simpatizan con el sistema del jus sanguinis
podemos referenciar a Alemania, Austria, China, Suecia, Suiza, Hungría, Japón,
Noruega y Rumania.
Dentro de los que se inclinan por el sistema del jus soli están el Salvador,
Panamá, Paraguay, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Chile, Venezuela y Uruguay.
Y aquellos que destacan un tercer sistema son aquellos que simpatizan y
utilizan los dos sistemas como son Brasil, Bulgaria, Bélgica, Colombia, Dinamarca,
Estados Unidos de América, España, Francia, Grecia, México, Holanda, Inglaterra,
Italia, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Rusia y Turquía.
Existen dos teorías que nos dan explicación de la naturaleza que tiene la
nacionalidad: la que nos dice que la nacionalidad es tomada como un contrato
bilateral entre el individuo y el Estado ligándolos uno con el otro, conocida como
Teoría contractualista, y la otra teoría, que es la contraparte, en donde la
nacionalidad es un acto unilateral del propio Estado, la cual nos referimos como
Teoría del acto unilateral de voluntad.
En la primera teoría hay una localización de una doble voluntad del Estado
las cuales son expresadas a través de una ley o un contrato, y la voluntad del
particular es expresada por medio de una solicitud para otorgar la nacionalidad; “y,
10
tácitamente cuando el individuo no realiza actos que tiendan a sustraerlo de la
aplicación de la nacionalidad”.15
Sin embargo, ninguna de las dos teorías puede precisar la intervención
que tiene tanto la voluntad del Estado como la voluntad del particular en la
institución de la nacionalidad.
“[…] la regulación jurídica de la nacionalidad a través de la ley o de un tratado
internacional puede darle, conforme a lo que el legislador discrecionalmente haya
establecido, relevancia o no a la voluntad de los particulares, luego entonces, la
voluntad con mayor potencia, es, sin duda, la voluntad estatal, la que en un acto
de soberanía impone su voluntad a los particulares cuando así lo desea. La
voluntad de los particulares está sometida a la voluntad estatal y sólo recupera su
posibilidad de expresión cuando el Estado lo permite”.16
[…] ni la teoría contractual, ni la unilateral, están capacitadas aisladamente para
precisar la intervención de la voluntad estatal y del particular en la institución de la
nacionalidad, ya que si bien la expresión de voluntad del Estado a través de los
actos jurídicos es una facultad discrecional propia, no podría asumirse aunque así
pudiera ser que el Estado ignore la voluntad de sus particulares ([…] ciertos casos,
como en el interés de nacionalizarse; o bien, en tanto ningún Estado tiene una
discreción absoluta, ya que se encuentra en un medio internacional regulado a
través de normas Juridicas internacionales, por ejemplo la Declaración de los
Derecho Humanos).17
Por lo tanto para poder explicar esa naturaleza jurídica que tiene la nacionalidad a
partir del enfoque de aquellas voluntades que intervienen en esta institución, la
voluntad que es expresada por el Estado por medio de los actos jurídicos es una
facultad discrecional que tiene el Estado ejercida a través de los gobernantes que
aprecian lo más conveniente para los intereses estatales con lo que se puede
decidir si se da o no mayor relevancia a la voluntad del particular.
En este aspecto hay dos condiciones importantes: aquella en donde
puede haber excepciones por parte del Estado para darle relevancia a la voluntad
del particular y además ningún Estado puede tener una discreción que sea
15
Ídem, pág. 196.
16
Ibídem.
17
Iliana Gisela, González Martínez, 3.3.- Concepción integral de nacionalidad, Trabajo de exposición para el
Seminario de Derecho Internacional Privado, pág. 5. 11
absoluta con respecto al otorgamiento de la nacionalidad, así que dicho
otorgamiento no hace uso de capacidad absoluta “sino que se procura atender las
necesidades demográficas o de otra índole que constituyen la ratio legis de sus
normas juridicas”.18
18
12
Carlos Arellano García, Derecho Internacional Privado, Editorial Porrúa, México, 1999, pág. 198.
3.3.8. El problema de la apatridia y la doble nacionalidad
En primer instancia de acuerdo a los principios de la nacionalidad todos los
individuos tienen y deben obtener una, por lo que en teoría no deberían haber
apátridas los cuales son individuos que no tienen nacionalidad por ningún Estado
y que por lo tanto carecen de derechos, obligaciones y la protección de tal ente
jurídico.
Para referirse a los apátridas (apatridia)algunos autores señalan que son
personas no ciudadanos, que viven en Estados donde no tienen derecho para
permanecer, pero que sí cuentan con una nacionalidad, pero sin poder recurrir a la
protección que brinda el Estado a sus individuos. Por otro lado, se refieren al
apólide (apolitismo) como el individuo que no tiene nacionalidad, es decir, la
persona que pierde su nacionalidad original y que no ha adquirido una nueva. Y
señalan al Heimatlos (hemaitlosismo), como el individuo que carece de patria. El
término Statelessness hace referencia a la Apatridia como una institución mientras
que el Stateless es la persona que perdió su nacionalidad. Para mi colega
Guerrero Verdejo ambas denominaciones del derecho anglosajón tienen un
significado parecido, pero en realidad no es asi, tal y como se muestra en las
convenciones internacionales aplicables.
La mayoría de los autores señalan la existencia de dos tipos de apátridas:
de iure, personas que no reciben nacionalidad por ningún Estado esto en varias
ocasiones por la forma que tienen las leyes nacionales; y de facto, que son las
personas que no pueden demostrar su nacionalidad o de igual manera la perdida
de ésta.
Los apátridas son de varios tipos: a) aquellos individuos nómadas de la
modernidad mejor conocidos como gitanos; b) individuos donde cuyo origen es
desconocido; c) individuos que realizan actos que los hacen perder la nacionalidad
sin la adquisición de otra; d) individuos originarios en Estados donde no se puede
otorgar nacionalidad, por ejemplo (el Vaticano); e) los individuos que son hijos
nacidos de apátridas natos; f) individuos que tenían nacionalidad pero la perdieron
por desaparecer el Estado que se las otorgó originalmente; g) derivado de lo
13
anterior, quienes no pudieron o no quisieron ejercer el derecho de opción ofrecido
por el Estado sucesor (situación de sucesión de Estados).
Las causas por lo que las personas se vuelven apátridas son: por
disposición de la ley (cuando en la misma ley se establece las causas de la
nacionalidad y el individuo no tiene con que sustituirla, aquí se presenta casos
como el nacimiento, el matrimonio, el divorcio, la falta de registro, el abandono del
país de origen), por conflicto a la hora de la redacción de las leyes, por factores
políticos (como viene siendo la desaparición, disolución y sucesión de Estados,
transferencia de territorios, por desnacionalización, por sanción del Estado,
motivos de guerra), por circunstancias sociales (discriminación de raza, etnia,
religión o genero) y por causas que provoca el medio ambiente (ejemplo de esto
puede ser la desaparición de un Estado por cuestiones climatológicas como puede
ser el caso de los Estados insulares que en cualquier momento pueden hundirse),
por lo que para este tipo de cuestiones una solución para evitar la apatridia es que
se les ceda un territorio en otra parte con el que garantizaría la continuidad del
Estado y por lo tanto seria el mismo; otra es la unión con algún otro Estado.
Actualmente se busca que desaparezcan los casos de apatridia son por
los problemas que traen consigo ya que el individuo al no tener nacionalidad no
hay un lazo con el que dicho individuo se sienta identificado con el Estado, así
como al no estar registrado ante este ente no existe jurídicamente hablando, lo
que como ya se mencionó redunda en la pérdida de Derechos como son en la
salud, el trabajo, propiedad, educación, seguridad social, así como sus derechos
políticos., sin embargo estos los ejercen pero de una manera informal ya que si a
estos les incurre en algún acto de omisión no pueden reclamar ya que no forman
parte del Estado y por ende no tiene protección por éste.
En cuanto toca al problema de la doble nacionalidad, otro de los
principios que se abordaron anteriormente es el de la elección libre del particular a
cambiar su nacionalidad, además de no poseer múltiples nacionalidades, sin
embargo, actualmente no es una realidad absoluta.
“Los casos de la doble nacionalidad pueden contemplarse en dos situaciones
distintas: a) casos en la que la doble nacionalidad proviene desde el momento del
14
nacimiento, y b) casos en la que la doble nacionalidad surge con posterioridad al
nacimiento por la adquisición de otra nacionalidad diversa a la de origen. Este
segundo caso admite dos posibilidades: 1°. Adquisición voluntaria de una nueva
nacionalidad, y 2°. Adquisición automática de una nueva nacionalidad”.19
16
Otro argumento es que es un punto de conexión importante para esta rama
en materia de estado civil y la capacidad de las personas y, en mi opinión,
este tema no es un conflicto de leyes que es a lo que se avoca el Derecho
Internacional Privado, sin embargo, en un determinado tiempo puede
acontecer y desarrollar conflictos.
e) Algunos doctrinarios, como Peré Raluy, opta por la idea de crear un
Derecho de nacionalidad, para que este sea independiente y se pueda
alcanzar un ordenamiento.
Al ser la nacionalidad una institución tan amplia, algunos autores estiman que no
hay gran relevancia que se determine específicamente el otorgamiento de su
abordaje a una rama del Derecho en específico, ya que cada una de las ramas
que lo estudian lo hacen desde distintos enfoques y por tanto resultan distintas
connotaciones en cada una de ellas.
Conclusiones
La nacionalidad es el origen del lazo que tienen todo individuo para su identidad y
formar parte de una comunidad organizada a la cual nos referimos como Estado,
por tanto sin nacionalidad no hay forma de que el individuo pueda obtener los
derechos, obligaciones y protección que da el Estado a sus nacionales, claro que
por el simple hecho de nacer automáticamente obtenemos derechos
fundamentales que llamamos derechos humanos, sin embargo, cada Estado tiene
un sistema jurídico distinto y formas de regirse totalmente distintas, por lo que
dentro de ese ente no habría forma de defender ciertos privilegios que se tienen
por ser nacional de un determinado Estado.
Como observamos la nacionalidad ha prevalecido desde el origen de la
antigua Roma y trascendido durante los siglos, cambiando y evolucionando a la
concepción moderna de dicha palabra, bajo la influencia de dos acepciones el jus
17
sanguinis y el jus soli sobre los cuales no se puede inclinar el Estado aceptar
totalmente uno por encima del otro, por lo que el individuo tiene la voluntad de
elegir sobre la nacionalidad, al nacer por los progenitores, al crecer por uno
mismo, sin embargo, el Estado es el que tiene el poder de decidir si se da o no la
nacionalidad al particular.
No se puede como tal hacer un Derecho de la nacionalidad ya que el
hacerlo se debería concretar las normas que seguirían y por tanto buscar una
determinación para el otorgamiento de la nacionalidad, y por ende ya no habría
porque darse la existencia de casos de apatridia y de doble nacionalidad, que
como podemos observar dentro de los principios no se aceptan tales situaciones.
Aunque hay determinaciones muy claras como las que se mencionaron
durante esta breve reflexión que dicté a manera informal para evitar las múltiples
nacionalidades, no es absoluto ya que actualmente muchos individuos tiene
otorgadas varias nacionalidades, y convergen muchos intereses particulares, por
lo que la nacionalidad es un hecho importante para nuestra rama ya que en un
futuro puede desatar conflictos de leyes que son abordados y estudiados por el
Derecho Internacional Privado.
Fuentes consultadas:
Arellano García, Carlos, Derecho Internacional Privado, Editorial Porrúa,
México, 1999, pp. 1001.
Contreras Vaca, José, Derecho internacional Privado. Parte General, Oxfod
University Press Harla, México, 1996.
Cuevas Cancino, Francisco, Manual de derecho internacional privado
mexicano, Editorial Porrúa, México, 2007, pp. 485.
González Martín, Nuria (Coordinadora), Lecciones de derecho internacional
privado mexicano. Parte General, Editorial Porrúa, México, 2007, pp. 586.
Guerrero Verdejo, Sergio, Los Apátridas, su Status Jurídico y los Derechos
Humanos, Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de
Estudios Superiores Aragón, México, 2013, pp. 124.
18
Pereznieto Castro, Leonel, Derecho internacional privado. Parte general,
Oxford, México, 2012, Novena edición, pp. 462.
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