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Muy cerca del centro de Lima, en una de las salas del Museo de Historia Natural de San
Marcos, se encuentran los fósiles del dinosaurio más grande que habitó el Perú. Su
enorme húmero y algunas vértebras permitieron que los paleontólogos pudieran
conocer cómo era esta megabestia.
“Eran animales herbívoros de cuello largo, con patas elefantoides, colas muy
largas, grandes de hasta 15 metros de largo”, detalla Gismondi, responsable del modelo
a escala de este dinosaurio que también se encuentra en el Museo de Historia Natural.
Además, esta mole tenía una pequeña cabeza, lo que hace presumir a los paleontólogos
que tenía una limitada capacidad cerebral, al igual que la mayoría de animales
herbívoros de la época.
El Titanosaurio se alimentaba principalmente de hojas y los ejemplares más grandes
podían consumir cerca de 300 kilos al día. Los expertos también estiman que estos
dinosaurios tragaban rocas para poder moler los alimentos en sus estómagos, pues “no
tenían un mayor procesamiento de la comida en su boca”.
“Tenían dientes finos, delicados, que servían para apresar las plantas, y alcanzaban las
hojas de las copas de los árboles gracias a sus largos cuellos”, agrega Salas Gismondi.
En cuanto a su reproducción, este saurópodo ponía huevos cerca de las riveras de los
ríos, lagunas o alrededor de pantanos, lugares donde solían habitar.
Sus crías podían alcanzar un metro de largo al momento de su eclosión y recibían la
protección de la manada en la que se movían sus padres.
El Titanosaurio era considerado un animal de mediano tamaño, pero pese a ello no
estaba libre de ataques de depredadores. Su principal arma de defensa era su larga cola,
que funcionaba como un látigo. También contaba con una piel llena de placas óseas a
modo de coraza.