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MIDRASH ESTHER

Yo Hamán, hijo de Hamdasa, descendiente de Agog rey de Amalek, y primer ministro del reino entero de Persia y
Media, a través de este medio le imploro a Su Majestad el Rey que me permita implementar ¡la “solución final” al
problema judío!”.
Con estas palabras, Hamán tragó su copa de vino y brindó por el futuro del reino. “Mi fiel Hamán”, contestó el rey,
“¿puedes corroborar tu afirmación de que los judíos no son leales al reino?”.
Ante este desafío, Hamán utilizó su vasto conocimiento sobre “asuntos judíos”. “Por supuesto, Su Alteza”,
respondió, “Una vez por semana es el Shabat donde no realizan ningún trabajo. Cada semana por medio hay una
“fiesta judía”. Ellos dicen “¡Hoy es Pesaj y debo tomarme una semana libre de trabajo… hoy es Rosh Hashaná …y
luego viene Iom Kipur, después Sucot y finalmente Simjat Torá! Esto es muy negativo para el bienestar económico
de nuestra nación.
“Además, los judíos desprecian a nuestros reyes y a nuestra religión. Si una mosca cae en su copa de vino
simplemente la quitan y continúan tomando el vino. Sin embargo, si el rey toca su vino, inmediatamente lo botan.
Sólo hay una nación dispersa y esparcida a través de su reino y ¿qué es lo que los diferencia? Ellos proclaman que
¡Dios es Uno!” (basado en el Midrash y el Talmud, Meguilla 13b).
Nuestros enemigos reconocen nuestra lealtad a Dios y a su Torá; por otra parte, ¡fueron los profetas judíos los que
dieron crítica constructiva! (Rabino Avigdor Miller)
Introducción
Ester es el único libro de la Biblia que no menciona el nombre de Dios ni siquiera una vez. No se describen
milagros revelados. Cada evento se puede explicar en términos de causa y efecto natural.
Sólo cuando uno ve la historia completa (por esta razón desenrollamos toda la meguilá antes de empezar a leerla),
se da cuenta de que estuvo la mano de Dios todo el tiempo. El Creador está oculto en el Libro de Ester, y esta es la
razón de los disfraces y las máscaras en Purim. ¡Observa debajo de la superficie y percibe la mano de Dios!
Capítulo Uno: La Fiesta
La invitación estaba grabada en relieve de oro y pegada en cada poste de luz de la zona judía de Shushán:
Su Alteza Real, el Rey Ajashverosh (el Primero) invita a sus leales ciudadanos judíos a participar del
banquete de triunfo del rey. La comida que se servirá será estrictamente casher, supervisada por el Rabino
Jefe Mordejai el Judío, ex-miembro del Sanhedrin (Corte Suprema Judía).
El Rey Ajashverosh, un ex-trabajador de caballerizas en la monarquía babilónica anterior, había hecho un golpe de
estado y había ganado la guerra. Después de tres años de consolidar su reinado, estaba listo para invitar a sus
oficiales y aliados a cenar y tomar, y a recibir a cambio de eso su lealtad. Ajashverosh, al igual que otros déspotas
de la historia, tenía un miedo creciente a los complots de asesinato. Su primera preocupación era ser popular entre
su población, particularmente entre aquellos que podían informarles de cualquier conspiración inminente.
Por seis meses completos, se llevó a cabo una fiesta en todo el reino donde la gente se emborrachaba cada noche.
Cuando eso terminó, Ajashverosh estableció una fiesta de siete días en su jardín real para los ciudadanos de
Shushán.
Sin embargo en la zona judía, otro aviso decía en hebreo: “En el nombre de la santa Torá, está prohibido para
cualquier judío acudir al banquete del Rey Ajashverosh, ya que a pesar de ser técnicamente casher, es
completamente ajeno al “espíritu de la ley””. La nota estaba firmada por nada menos que el Rabino Mordejai el
Judío.
Los judíos estaban muy firmes en su posición: “¡¿Cómo puede Mordejai prohibirnos una fiesta que él mismo ha
certificado como casher?! Y además de eso, estar ausente dejaría la impresión de que los judíos no son leales al
rey. ¿Acaso hay escasez de antisemitismo como para tener que destacar este punto? Parece que estos rabinos no
están en contacto con el “mundo real”. Por el contrario, ¡todos tenemos que ir!”.
La fiesta era elegante; Ajashverosh realizó un despliegue impresionante de riqueza – no de las “Joyas de la Corona
de Persia”, sino de su riqueza privada. Él quería ser una monarquía absoluta, no limitada por los caprichos de una
junta de consejeros tal como habían sido los reyes anteriores. Las bebidas eran abundantes y los participantes ya
no eran forzados a brindar por la salud del rey y tomar todo de un trago como en el pasado. El Rey Ajashverosh
quería que el pueblo lo quisiera.
¿Por qué una fiesta ahora? Ajashverosh había hecho un cálculo de 70 años desde el exilio de los judíos. El profeta
Jeremías había predicho un exilio corto de 70 años al que seguiría la reconstrucción del Templo Judío. De acuerdo
a Ajashverosh, los 70 años habían pasado, indicando que los judíos se iban a quedar en forma permanente en
exilio (Dios no lo permita), abandonados por Dios.
El monarca de Babilonia, Belsasar, también había hecho su cálculo y no dio en el blanco. Dado que el exilio judío
ocurrió en varias etapas, ellos no sabían desde que punto empezar a contar los 70 años. Belsasar había celebrado
la ocasión vistiendo las prendas del Sumo Sacerdote y esa misma noche fue asesinado.
El Rey Ajashverosh cometió el mismo error. Él vertió vino en los utensilios del Templo y vistió las ropas
sacerdotales para su propia diversión. No es necesario decir, que los invitados judíos estaban muy molestos pero
no tenían ningún poder para protestar. Parecía ser que la advertencia del Rabino Mordejai tenía bases fuertes
donde apoyarse.
La Negación de Vashti
Mientras tanto, al otro lado del jardín había una “fiesta de mujeres” presidida por la reina Vashti, la única
sobreviviente de la monarquía Babilónica. Ajashverosh se había casado con ella para ganar prestigio, pero ella aún
sentía la honra de ser nieta de Nebujadnetzar quien había destruido el primer Templo.
Cuando comenzaron los trabajos de reconstrucción del Templo, Vashti convenció a Ajashverosh para que
desechara el plan y el proyecto fue abandonado a mitad de camino. Vashti era una persona malvada y cruel,
especialmente cuando se trataba de los judíos. Ella disfrutaba especialmente desnudar a mujeres judías y hacerlas
trabajar en Shabat.
Por encima de las murallas del jardín, la plática de las mujeres se parecía al sonido de un grupo de pájaros.
Ajashverosh, atontado por la borrachera, se levantó y dijo a los otros hombres, “Ustedes tontos, no saben nada
sobre belleza. Las mujeres más hermosas son de Babilonia y la más hermosa de todas es mi esposa, Vashti. Y si
no me creen, ¡se las voy a mostrar ahora mismo!”.
Al decir eso, el rey hizo que sus sirvientes le ordenaran a Vashti que se presentara ante él vistiendo solamente su
corona real. A pesar de que Ajashverosh estaba borracho, los comentaristas explican que él aquí tenía otra
intención. Él desesperadamente quería ser un monarca absoluto, no simplemente un rey por el hecho de haberse
casado con la heredera real. Él quería demostrar que Vashti era reina sólo por decisión del rey y que la corona en
su cabeza era solamente por el mérito de él.
La respuesta de Vashti fue: “¡Ese mozo de caballerizas! ¡Cómo se atreve a insultarme de una forma tan vulgar!”.
No piensen que ella estaba actuando así por recato. Sino que ella tenía vergüenza de aparecer: ¡el Talmud dice
que su cuerpo se cubrió con una erupción cutánea y que le salió una cola!
Vashti también estaba enojada porque Ajashverosh había enviado simples sirvientes a llamarla en vez de
honorables oficiales. “¡Díganle al mozo de caballerizas que mi padre podía tomar mucho más que él!”.
Cuando el mensaje de la reina se hizo público, el rey se puso furioso. Su plan había fallado. No sólo se había
negado la reina a cumplir su pedido sino que al insultarlo ella estaba afirmando el mensaje opuesto: Él era el rey
precisamente porque ella era la reina. Ahora se debían tomar medidas drásticas.
El Comité de Consejeros
“La reunión del comité de consejeros del rey va oficialmente comenzar”. Por ley, toda decisión importante que el rey
tome debe ser aprobada por este comité. En ese momento, aún borracho, el rey se sentía románticamente atraído
a su reina y estaba incluso sugiriendo a su comité que oficialmente la perdonara. “Después de todo, caballeros, ella
es de sangre real y no debe ser juzgada como una ciudadana común. Mi petición era de hecho inapropiada y
atrevida. Vashti debe ser públicamente reprochada y olvidémonos de todo el asunto”.
En ese momento, Memujan (también conocido como Hamán), el miembro menos prominente de este comité, saltó
para dirigirse al comité. Hamán, un orgulloso descendiente de Amalek, también tenía problemas matrimoniales. Su
esposa Zeresh, una persa, era mucho más brillante que él y se negaba a cumplir con sus pedidos. Ella incluso se
negó a hablar su lengua amalekita e insistió en que se hablara Persa en su casa. Hamán estaba buscando la
ocasión correcta para vengarse de ella. Ahora llegó su oportunidad.
“Su Alteza y honorables miembros del comité: Debemos mostrar responsabilidad nacional en nuestra decisión. El
respeto y honor de todos los ciudadanos está en riesgo. Las mujeres que escucharon la despreciable respuesta de
la reina no tienen la capacidad de apreciar todos los matices del asunto. Ellas no entienden si él es rey porque ella
es reina o ella es reina porque él es rey. Ellas sólo saben una cosa: La reina se negó a presentarse frente al rey.
Entonces, ¿por qué habría de obedecer cualquier esposa a su marido? ¡Tendremos el primer movimiento mundial
de liberación femenina sobre nosotros! Por eso, mi consejo es que la reina sea ejecutada por su crimen ¡y que se
proclame un edicto para que cada hombre sea el que se pone los pantalones en la familia!”.
Esto complació al rey, y el comité, por miedo a insultar al rey, también estuvo de acuerdo. Los comentaristas leen
entre líneas y explican que Hamán le sugirió al rey que asumiera el rol de monarca absoluto, queriendo decir que
de ahí en adelante, él tomaría sus propias decisiones. El comité, en efecto, votó por su propia disolución.
Se realizó el acto y se publicó el edicto. El pueblo estaba asombrado con la ingenuidad del rey. “¡No se puede
prescribir la paz en el hogar! Si una esposa no respeta a su marido, ningún decreto va a cambiar eso. ¡Qué rey tan
tonto tenemos!”.
Capítulo Dos: El Concurso de Belleza
“¡Vashti! ¿Dónde está mi café? ¡Vashti!” exclamó el rey mientras se levantaba con la resaca. “¿Dónde está
Vashti?”. Lentamente recordó los eventos de la tarde anterior “¡Oh no! ¡La mandé a decapitar! ¿Quién me va a
preparar ahora mi café de la mañana?”.
Los sirvientes estaban muy nerviosos. Ahora que el comité de consejeros se había disuelto y el rey era libre de
tomar sus decisiones, cualquiera que provocara la ira del rey podía ser rápidamente ejecutado. Por eso todos los
anteriores consejeros estaban manteniendo su distancia con el rey. Sólo los sirvientes jóvenes, los que tenían que
alimentarlo y vestirlo, no tenían opción. Ellos hicieron su mayor esfuerzo para calmar al rey, sólo para salvar su
propio pellejo.
“¿Por qué está Su Alteza tan enojado? Es cierto, Vashti era muy hermosa, pero en su vasto reino deben haber
muchas mujeres hermosas disponibles. Organicemos un concurso de belleza ¡y la ganadora se convertirá en la
próxima reina!”.
El rey inmediatamente estuvo de acuerdo. Reunieron a las mujeres a través de todo el reino (muchas contra su
voluntad) y las mandaron al palacio del rey, donde se requería que se remojaran en perfume y se mantuvieran bajo
supervisión médica por todo un año, para asegurar que estaban sanas y hermosas. Luego iban donde el rey en la
tarde y volvían en la mañana a la casa de las concubinas, con la prohibición de casarse y sin poder ver al rey
nuevamente a menos que él las llamara por su nombre.
Para inducir a las mujeres a ir voluntariamente (en vez de pegando y gritando), se les dio tanto dinero y ropa como
desearon y una banda de 10 piezas las acompañaba en su camino hacia el rey.
Aparece Mordejai
Ahora se nos presenta al brillante y piadoso Rabino Jefe, Mordejai el Judío. A pesar de que el término “Judío”
denota a la tribu de Yehuda, Mordejai era realmente de la tribu de Binyamin. Después de la muerte de Salomón,
ocurrió una rebelión en la cual 10 tribus se separaron y fueron eventualmente exiliadas y se perdieron. Ellas se
pusieron como nombre el “Reino de Israel”. El reino original de David era conocido como el Reino de Yehuda, a
pesar de que también incluía a las tribus de Binyamin y Levi. Esa es la etimología del nombre “judío”.
Mordejai era miembro del Sanedrín. Él fue exiliado por Nebujadnetzar, Rey de Babilonia, y ahora residía en la
ciudad de Shushán con su prima adoptada Hadassa (también conocida como Ester). Los sabios nos informan que
ellos estaban realmente casados, pero la Meguilá, que fue originalmente una carta enviada a los judíos durante el
reinado del rey, no podía divulgar este hecho por razones obvias.
Mordejai y Ester eran descendientes del Rey Saúl, cuyo error de mantener con vida por una noche al rey amalekita
Agog (el abuelo de Hamán) causó gran sufrimiento al pueblo judío. Por eso, Mordejai y Ester tenían que rectificar el
error de su ancestro.
Ester, quien a pesar de su tez verde era muy hermosa, así como extremadamente piadosa, fue forzada a participar
en el “concurso de belleza”. Para su consternación, ella fue elegida como la nueva reina. Mordejai vio esto como un
acto divino y le aconsejó que no divulgara su nacionalidad, ya que podría ser de utilidad en el futuro.
El Remedio antes de la Enfermedad
“Mi querido Bigtan”, proclamó Seresh en su lengua nativa de Tarshish, “¿no crees que es un descaro de parte de
nuestro obeso monarca que a un judío se le permita sentarse en las rejas de palacio, sólo porque fue el guardián
de la nueva Reina Ester – mientras que los guardias leales deben estar parados todo el día?”.
“Sabes, Seresh” respondió Bigtan, “¿Por qué no envenenamos al rey y terminamos con esto?”. Entonces, hablando
abiertamente en su lengua nativa, ellos planearon los detalles de poner veneno en el vino del rey.
Mordejai, como miembro del Sanedrín, conocía todos los 70 lenguajes del mundo y entendió exactamente lo que
decían. Inmediatamente le reportó a Ester, que a su vez informó al rey, en nombre de Mordejai. Los antes asesinos
fueron arrestados y cuando se les ofreció, se negaron a tomar el vino que ellos habían preparado para el rey.
Cuando un poco del vino fue dado a un perro, éste inmediatamente cayó muerto. Los conspiradores fueron
rápidamente colgados en la horca y este evento se registro en las crónicas del rey.
Los sabios nos informan que en ese momento, Dios plantó la semilla de un futuro milagroso. Antes de una
operación, uno quiere asegurarse que todo está preparado con anticipación (vendajes, jeringas, etc.). Aquí
también, “se dio el remedio antes de la enfermedad”. Esa es la forma en la cual Dios cuida a Su pueblo.
Capítulo Tres: Aparece Hamán
En este punto, Ajashverosh designó a Hamán como primer ministro, una posición que estaba sobre todos los otros
oficiales. De hecho, el rey incluso decretó que todos los que estaban en las rejas del palacio debían inclinarse
delante de él.
Pregunta: ¿Por qué Ajashverosh elevó repentinamente a Hamán?
Respuesta: El rey estaba obsesionado con descubrir la nacionalidad secreta de la reina, quien tercamente se
negaba a revelar su origen. Dado que Hamán fue el que ordenó la muerte de Vashti, él fue fundamental en la
elección de Ester como reina. Tal vez, razonó el rey, Ester se va a sentir bien si elevo a Hamán en su honor y
finalmente me revelará su historia.
Los comentaristas sugieren otro enfoque. Hamán había borrado el nombre de Mordejai del libro de crónicas que
estaba en el archivo público. Había escrito “Hamán” en su lugar y de alguna manera había convencido al rey que él
era la única persona leal y responsable de haber salvado su vida. Por eso Ajashverosh le dio un ascenso a Hamán
a primer ministro.
(Desafortunadamente para Hamán, había otra copia “delante del rey” dentro de su recámara y nadie podía tocarla.
Al final, ese documento reveló que fue realmente Mordejai el que salvó la vida del rey.)
El Zapato de Mordejai
Fecha: Años antes.
“Mi querido amigo Mordejai, podrías por favor darme algunas de tus porciones de comida para que no muera de
hambre”, rogó el Cabo Hamán, que estaba en el campo de batalla con el Sargento Mordejai.
“Corrupto y vago Hamán, realmente debería hacerle un favor al mundo y dejar que murieras de hambre. Pero si
aceptaras ser mi sirviente, de ahora en adelante, podríamos arreglar algo”. El Cabo Hamán inmediatamente estuvo
de acuerdo, pero no podían encontrar un pedazo de pergamino donde registrar el acuerdo. Mordejai se sacó su
zapato y el documento se escribió en su zapato: “Yo, Hamán hijo de Hamdasa, soy el sirviente del Rabino Mordejai
el Judío”.
Cuando Hamán caminaba por las puertas de palacio, todos se inclinaban delante de él. Sólo Mordejai permanecía
sentado y por una buena razón. Hamán tenía un anillo con un sello que tenía grabado un ídolo y lo mostraba
cuando todo estaban de rodillas. Mordejai se negó a inclinarse ante esta persona de mala clase y de su ídolo. De
hecho, Mordejai levantaba su zapato para recordarle a Hamán de su acuerdo. Esto encendía la ira de Hamán al
mayor nivel.
Los judíos también estaban enojados, porque sentían que la negación de Mordejai a inclinarse al ídolo les
generaba peligro. A pesar de que ese tipo de inclinación estaba prohibido por la Torá, el pueblo aún culpaba a
Mordejai.
Lotería y Decreto
Dado que no iba acorde a la dignidad del Primer Ministro Hamán enojarse porque un viejo rabino se negaba a
inclinarse ante él, Hamán tenía un problema. Estaba profundamente enojado y sin embargo, no podía hacer que
ejecutaran a Mordejai. Sin embargo, siendo un Amalekita acreditado, Hamán no tenía reparos en matar judíos. Esto
llevó a Hamán a la única conclusión posible. Simplemente eliminaría a todos los judíos a través de un genocidio.
Siendo supersticioso, Hamán realizó una lotería (por eso el nombre Purim, que significa “lotería”) para determinar
qué día era el más ominoso. La lotería cayó en el 13 de Adar, casi un año después. Hamán necesitaba ahora el
permiso del rey para llevar a cabo su malvado plan.
Después de convencer al rey de lo malvados que eran los judíos (ver introducción), Hamán ofreció un soborno de
10.000 ladrillos de plata por su destrucción. El rey se quitó su anillo de sello de su dedo y se lo dio a Hamán,
confiriéndole así el consentimiento a cualquier cosa que Hamán decretara.
¡Nuestros sabios nos afirman que esta entrega del anillo causó que más judíos se arrepintieran que los esfuerzos
de todos nuestros profetas combinados!
Hamán estaba preocupado tendrían un año para planear y protegerse. Entonces, decidió declarar dos decretos por
separado. El primer decreto afirmaba que el pueblo Persa debía prepararse para el 13 de Adar: entrenar a las
tropas, afilar las espadas y preparar las municiones – porque se les va a ordenar liquidar a una nación
indeterminada. El segundo decreto estaba sellado y sólo se abriría el 13 de Adar. En él, los judíos serían
identificados como las presuntas víctimas. De esta forma, nadie sabría sobre el malvado plan hasta que ya fuera
demasiado tarde.
Ajashverosh y Hamán hicieron un brindis por su maquinación diabólica y la ciudad de Shushán estaba “perpleja” ya
que nadie podía adivinar la identidad de la nación que sería eliminada.
Capítulo Cuatro: Mordejai Revela el Secreto
“¡Qué alboroto!”, dijo Ester. “¿Por qué todo ese griterío?”. Desde su departamento en el último piso del palacio, ella
podía ver a un hombre parado afuera de las puertas, vestido con tela de saco, con su cabeza cubierta con cenizas,
gritando a todo pulmón. “¿Quién podrá ser?”, se preguntó Ester.
Su sirvientas distinguieron la forma del Rabino Mordejai. Ester mandó a llamar a Hasoj (de acuerdo a la tradición,
Daniel), con instrucciones de contactar a Mordejai. Dios le informó a Mordejai que la nación designada para ser
destruida eran los judíos, como castigo por disfrutar en la fiesta del rey. Mordejai rápidamente divulgó esta
información confidencial y la noticia se esparció por todo el reino.
La Misión de Ester
Ester pidió que Mordejai se quitara la ropa de saco para que pudiera informarle a ella directamente, sin embargo él
se negó a interrumpir sus rezos ni siquiera por un momento. Mordejai mandó a Ester una copia del decreto de
Hamán y le dio órdenes de pedirle inmediatamente al rey que aboliera el decreto.
Ester contestó, “Todos los súbditos del rey están conscientes del miedo que tiene a las conspiraciones de
asesinato. Cualquiera que se atreva a entrar en su recámara privada sin invitación perderá su cabeza, a menos que
el rey extienda su cetro de oro. Ajashverosh no me ha llamado desde hace un mes y seguramente me llamará
pronto. Dado que aún tenemos un año para actuar, por qué arriesgar mi vida ahora, cuando incluso pensando que
me perdonara, no estaría en una posición de pedirle favores. ¿Por qué no esperar hasta que me llame?”. Una
lógica impecable, ¿cierto?
Mordejai contestó: “No pienses que cuando los matones de la SS rodeen a todos los Juden tú vas a estar segura
en el palacio. Ellos van a descubrir tus orígenes y te van a llevar a ti también a los campos de trabajo. El pueblo
judío no está dependiendo de ti o de tu lógica. Dios puede salvarnos de un millón de formas, pero justo ahora tú
tienes la oportunidad. ¡Esta es la razón por la que te convertiste en reina!”.
Cuando Ester escuchó que los judíos iban a sobrevivir de todas maneras, ella estuvo dispuesta a arriesgar su vida
pero tuvo un pedido. “Que todos los judíos de Shushán ayunen por tres días y yo también ayunaré con mis
sirvientas y luego iré donde el rey para tratar de salvar a mi pueblo”. (Hoy en día nosotros ayunamos antes de
Purim, en parte para conmemorar ese ayuno).
Capítulo Cinco: El Plan de Ester
Después de tres días de ayuno, Ester estaba débil, flaca y apenas podía moverse. Dos ángeles tuvieron que
apoyarla. Se vistió de “realeza”, en vez de llevar sólo la corona, lo que reflejaba su elevado estado mental, e hizo
su aparición en la recámara privada del rey.
El rey estaba sentado mirando hacia la entrada (lo que no era su costumbre habitual). Cuando reconoció a Ester, le
sobrecogió su belleza y extendió su cetro. (De acuerdo a la tradición se extendió hasta alcanzarla) “¿Cuál es tu
pedido, querida Ester? ¡Incluso te daría la mitad de mi reino alegremente!”.
Los sabios explican que Ajashverosh puso un límite a su generosidad que correspondía al Santo Templo en
Jerusalem a medio construir, y que estaba ubicado en la otra mitad del reino: ¡conseguir permiso para reconstruirlo
sería imposible!
“Si está bien ante los ojos del rey, solicito que Su Alteza venga con Hamán a una fiesta hoy”. Ester no estaba lista
para hacer su pedido real todavía; estaba esperando una señal del Cielo de que era el momento adecuado.
Pregunta: ¿Por qué Ester invitó también a Hamán a su fiesta?
Respuesta: Ella quería: 1) despertar los celos del rey. 2) mostrar que ella no tenía nada personal contra Hamán y 3)
atrapar a Hamán desprevenido, cuando se sentía en la cima del mundo – para que fuera inmediatamente ejecutado
sin tener que primero ir a arrestarlo.
El rey exclamó, “Que Hamán se apure para llegar a la fiesta, es una orden” (y no “¡se requiere el honor de su
presencia!”).
En la fiesta, el rey reiteró su oferta, diciendo “incluso la mitad de mi reino” pero no el Templo. Nuevamente, Ester
sintió que necesitaba una señal del Cielo, por lo que pidió otro día. “Mañana, por favor vengan a mi segunda fiesta
y ahí cumpliré el deseo del rey”. En ese momento ella le prometió informarle de su secreta nacionalidad.
El Dilema de Hamán
Por primera vez en su vida, Hamán se sintió feliz y bueno de corazón. Había alcanzado el clímax de su carrera y
tenía el rango más alto en la corte del rey. “Incluso la reina me quiere en su fiesta, entonces voy a convencer al rey
para que le conceda su pedido, ¡sea lo que sea!”.
Pero la euforia de Hamán no duró mucho. Tan pronto como pasó frente a Mordejai, Mordejai hizo brillar su zapato y
Hamán se deprimió otra vez. Él tuvo que literalmente contenerse de atacar a Mordejai en el momento.
Cuando Hamán volvió a su casa él convocó a su comité de consejeros (su esposa Zeresh y sus amigos). “Me
siento tan frustrado. Yo soy tan grande, incluso en los ojos de la reina y aún así no puedo deshacerme de Mordejai
el judío, ya que es muy bajo para mi dignidad reconocer que mis sentimientos fueron heridos”.
El comité de consejeros le dijo a Hamán que construyera una horca de 50 codos (aproximadamente 30 metros) de
altura, para que su parte más alta fuera visible desde el departamento de Ester. “De esa forma puedes colgar a
Mordejai como una lección a todos los sujetos que se nieguen a obedecer las órdenes del rey. Luego, ¡anda a la
fiesta de la reina y observa a Mordejai colgando de la cuerda!”.
Hamán inmediatamente tomó una viga de su casa (o de acuerdo a la tradición mandó traer del Monte Ararat una
viga del arca de Noaj).
Durante toda la noche, Hamán construyó su horca y al amanecer probó el nudo corredizo. Salió una voz del Cielo y
declaró que era un “¡calce perfecto!”
Capítulo Seis: El Insomnio del Rey
Esa noche el rey no podía dormir. Su mente estaba trabajando horas extras. “¡Por qué Ester invitó a Hamán a
nuestra fiesta? ¿Acaso no se da cuenta que dos son compañía y tres son multitud? ¿Tal vez es un complot de
asesinato? ¿Tal vez ellos son amantes y quieren sacarme del camino? ¿Por qué nadie me informa? ¿Acaso mis
súbditos ya no me quieren?
“Un momento, recuerdo vagamente que hace algún tiempo trataron de asesinarme y alguien reveló el complot. No
puedo acordarme quien me informó. ¿Fue esa persona recompensada adecuadamente? Tal vez no ¡y tal vez es
por eso que nadie tiene un incentivo para informarme de complots actuales!”.
En ese momento el rey solicitó que se le leyera el libro de crónicas (la copia que él mantenía en su recámara
privada que nadie podía haber adulterado).
Los que atendían a Ajashverosh no eran otros sino los hijos de Hamán. El libro de forma supernatural se abrió justo
en el complot de asesinato frustrado revelado por Mordejai. Los hijos de Hamán rápidamente cambiaron la hoja,
pero el libro volvía a esa página y el rey se estaba inquietando. Finalmente las páginas mismas leyeron en voz alta
la historia de cómo Mordejai salvó la vida del rey.
“¿Fue Mordejai recompensado por salvar mi vida?” preguntó el rey. Cuando obtuvo una respuesta negativa, el rey
empezó a entender el curso de los eventos.
“¡Ese vago Hamán! ¡Él me dijo que fue él quien salvó mi vida! Ahora entiendo. Mordejai era el guardián de Ester
por lo que probablemente ella pediría una gran suma como recompensa después de todo este tiempo. ¡Si sólo
pudiera recompensar a Mordejai de alguna forma más barata antes de la fiesta de esta noche!”.
Repentinamente, se escuchó un ruido en el jardín. Hamán había llegado al amanecer para ser el primero en la fila y
pedir la ejecución de Mordejai. “¡Guardias! ¿Quién está afuera? ¿Es este otro intento de golpe de estado?”.
Al escuchar que no era sino Hamán, el rey sonrió astutamente y le ordenó entrar. Antes de que Hamán tuviera la
oportunidad de explicar el propósito de su visita, el rey declaró: “Mi querido y leal Hamán, estoy tan feliz de verte.
Tengo un gran problema y necesito tu ayuda para resolverlo”.
Con esto, Hamán se sintió muy aliviado. “¡A su servicio, mi señor!”.
A Quién Desea Honrar el Rey
El rey Ajashverosh explicó, “Hay alguien que merece un honor especial. ¿Me puedes sugerir una forma adecuada
de hacerlo?”.
Hamán pensó en su corazón, “¡¿A quién puede querer honrar el rey más que a mí?!” De forma muy ceremoniosa y
sin más preámbulos, Hamán aclaró su voz y empezó: “El hombre que el rey desea honrar, ¿acaso hay un honor
más grande que el simple hecho de que el rey quiera honrarlo? Todo lo que se requiere es anunciarlo en público.
Que el hombre sea vestido con las ropas reales, monte el caballo del rey y que se ponga la corona del rey
(después de recibir una “mirada enojada” del rey, Hamán eliminó lo de la corona), y que sea llevado alrededor de la
ciudad por un ministro importante que grite: “¡Así se hará al hombre que el rey quiera honrar!””.
Hamán estaba imaginándose elogiosamente a sí mismo en el caballo real, cuando el rey interrumpió su fantasía.
“¡Es una idea perfecta! ¡Apúrate y haz todo eso a Mordejai!”.
“¿Mordejai? ¿A qué Mordejai se refiere? ¡Conozco muchos Mordejais!”.
“¡Mordejai el judío!”.
“Conozco a muchos Mordejais judíos. ¿Podría por favor ser más específico?”.
“¡El que está sentado en el patio del rey justo ahí!”.
“¡Oh no, él es mi peor enemigo! Escuche rey, he cambiado de opinión. Un mejor honor sería nombrarlo gobernador
de una provincia y darle un millón de dinares”.
“¡Excelente idea! ¡Haz eso también! Y no omitas nada de lo que dijiste”.
Con esto, se envío a un guardia para acompañar a Hamán y asegurar que cumpliera su misión de forma
satisfactoria.
Tres Puñados de Grano
Mientras tanto, Mordejai estaba con sus estudiantes, ayunando, rezando y estudiando Torá. Estaban en la mitad de
un tema llamado “kometz” los tres puñados de grano que se quemaban en el altar cuando se llevaba una ofrenda
de harina en el Templo.
Cuando Mordejai vio a Hamán acercarse, estaba seguro que venía a colgarlo.
“Mi querido Mordejai”, comenzó Hamán, “¿qué estás estudiando?”.
“Cuando se reconstruya nuestro Templo, vamos a llevar una ofrenda a Dios”.
“Debe ser una ofrenda muy bonita y cara la que llevan a su Señor”, infirió Hamán.
“No, solo tres puñados de grano”.
Hamán dijo depresivamente: “Tus tres puñados de grano pesan más que mis 10.000 ladrillos de plata”.
El Barbero
Ester había anticipado el evento próximo y le había dado un día libre a todos los sirvientes de los baños y a los
barberos. Cuando Hamán estaba a punto de vestir a Mordejai, él se negó a vestir las prendas del rey sin antes
cortarse el pelo y bañarse. (Después de todo, él estaba ayunando por tres días por pedido de Ester).
Dado que los sirvientes no estaban trabajando. Hamán tuvo que bañar a Mordejai y ser su barbero (la anterior
profesión de Hamán). Esto era una humillación para el primer ministro, pero el guardia tenía su espada lista para
asegurar que Hamán hiciera todo lo que el rey había ordenado.
Al montar el caballo del rey, Mordejai tuvo que pararse en la espalda de Hamán (¡y convenientemente le dio una
linda patada en el trasero!).
“¡Así se hará al hombre al que el rey quiera honrar!”, dijo Hamán débilmente mientras comenzaban el desfile.
“¡Más fuerte!”, le ordenó el guardia del rey.
“Así se hará,” dijo Hamán un poco más fuerte.
“¡Más fuerte!”.
Cuando pudo sentir el filo de la espada del guardia en su espalda, Hamán empezó a gritar a todo pulmón: “¡Así se
hará al hombre que el rey quiera honrar!”.
La Hija de Hamán
La multitud que estaba en las puertas del palacio observó con asombro. “¿Qué está ocurriendo?”. Al ver a Hamán,
empezaron a inclinarse, pero cuando se dieron cuenta a quién estaba llevando se echaron a reír.
Cuando la procesión se acercaba a la casa de Hamán, su propia hija escuchó la conmoción desde su alto balcón.
“¿Qué está sucediendo?”. Se asomó para ver. Finalmente pudo discernir a un hombre vestido de blanco que
estaba siendo llevado en un caballo blanco a través de las calles de Shushán. “Ya sé, mi padre debe estar
humillando a Mordejai antes de colgarlo. Mordejai debe estar llevando a mi padre a caballo. Tengo una idea digna
de la hija de Hamán…”.
Y con eso ella fue a la letrina. Mientras la procesión pasaba por abajo, ella vacío el contenido del baño en la cabeza
del que llevaba el caballo. Hamán, bañado en excremento, miró hacia arriba y gritó: “¿Quién hizo esto?”.
La hija de Hamán, reconociendo la voz de su padre, se sintió desesperada y humillada y pensó que era mejor
suicidarse saltando desde el balcón que enfrentar a su enfadado padre.
Finalmente Mordejai volvió a su ropa de saco y a su ayuno, mientras Hamán volvió a su casa “de duelo” (por su
hija) y “cubierto” (con excremento).
Arena y Estrellas
Hamán reunió a sus consejeros y les explicó, “No vayan a pensar ni por un minuto que el rey se negó a mi pedido.
Simplemente no tuve la oportunidad de preguntarle. Parece que Mordejai le hizo un favor al rey y él quería
compensarlo antes de que Ester se enojara. Cuando las cosas se tranquilicen, voy a tratar otra vez”.
La esposa de Hamán y sus simpatizantes le advirtieron sobre esta jugada. “Los judíos son comparados a la arena y
a las estrellas. Cuando caen, caen profundo, pero cuando suben, van hasta arriba. Ahora que Mordejai está
ascendiendo, mejor deja de lado tus planes y hazte amigo de él”.
“¡Nunca!”, contestó Hamán, un hijo legítimo de Amalek. “En esta horca estará colgado Mordejai el Judío”.
En ese instante, tocaron a la puerta. Los oficiales de la corte habían llegado para acompañar a Hamán a la fiesta
de Ester. “¡Oh no!”, dijo Hamán. “¡Huelo horrible!”. Les rogó que primero lo dejaran lavarse el excremento. Sin
embargo, era muy tarde, y todos se taparon la nariz cuando Hamán hizo su entrada a la lujosa fiesta de la reina.
Capítulo Siete: La Última Fiesta
Nuevamente el rey le preguntó a Ester por su pedido, en ese momento ella respondió. “Pido que mi vida y la vida
de mi pueblo sea salvada”, declaró Ester. “Hemos sido vendidos al asesino y ni siquiera le conviene al rey desde un
punto de vista financiero”.
Ajashverosh estaba impresionado. “¿Quién podría tener la desfachatez de planear el asesinato de mi querida
reina?”.
“Un enemigo malvado”, dijo Ester con su dedo apuntando a Ajashverosh – pero el ángel cambió su dedo de
dirección hacia Hamán. “¡Este malvado Hamán!”.
“Y Hamán estaba pasmado delante del rey y la reina”. A pesar de que pensaba rápido y hablaba ágilmente, Hamán
estaba en una situación terriblemente incómoda. Si el rey hubiera estado solo él se podría haber disculpado,
explicando que tenía en mente lo mejor para el país, porque los judíos son perjudiciales. Sin embargo, esto no lo
podía decir delante de la reina.
A la reina sola él le podría haber prometido revocar su decreto y de ese momento en adelante hacerse amigo de
los judíos, pero delante del rey, al que había convencido de que eran desleales, ¡él no podía revocar su decreto!
El Jardín de Rosas
Ajashverosh estaba extremadamente enojado. Pero a pesar de todo lo enfadado que estaba con Hamán, en lo más
profundo de su ser él aún quería matar a los judíos y se negaba a matar a Hamán. Por eso se fue al jardín de rosas
para calmar sus nervios. El ángel Gabriel se apareció con forma humana y estaba cortando los árboles.
“¡Detente!”, gritó Ajashverosh. “¿Por qué estás cortando todos mis árboles que son tan caros?”.
“¡Hamán me dijo que lo hiciera!”.
“¡Hamán, ese bueno para nada!” gritó el rey. “¡Una cosa es cometer genocidio – pero mis árboles!”.
El rey volvió a la recámara, donde Hamán estaba de rodillas rogando a la reina por su perdón. El ángel Gabriel le
dio una patada a Hamán y él se cayó sobre la reina. “¿Acaso estás tratando de conquistar a la reina en mi
presencia?”, gritó Ajashverosh.
Con esto, cubrieron la cabeza del hombre condenado. Sin embargo, Ajashverosh aún no podía lograr condenar a
su querido Hamán.
Justo en ese momento, uno de los sirvientes llamado Jarvona llamó la atención del rey para que mirara por la
ventana. “¿Se da cuenta Su Alteza que frente a la casa de Hamán hay una horca de 50 codos de alto? ¿Sabe para
quién se supone que es? El único amigo del rey, Mordejai el Judío, que salvó la vida del rey”. (Algunos dicen que
Jarvona es el sirviente que llevó a Hamán a la fiesta y que escuchó sin querer que Hamán juraba colgar a Mordejai
en el árbol. Otros dice que era un sirviente anterior de Hamán ¡que estaba tratando de salvar su pellejo!).
En ese momento el rey no pudo controlarse más. “¡Que lo cuelguen a él!” gruñó.
Ellos colgaron a Hamán en el momento (sin necesidad de comité de consejeros) y la presión arterial del rey bajó.
Primero el rey eliminó a su esposa a causa de sus consejeros; ahora él eliminó a su consejero a causa de su mujer.
¡Esa es pura Divina Providencia!
Capítulo Ocho: El Decreto Corregido
La casa de Hamán y todas sus posesiones (que normalmente entrarían a la propiedad al rey) fueron otorgadas a
Mordejai como muestra pública de aprobación a los judíos. Mordejai se convirtió en el nuevo primer ministro y Ester
le rogó al rey que anulara el malvado decreto de Hamán. “Por lo menos el mensaje que todavía no ha sido leído
puede ser pedido de regreso”, argumentó Ester.
“Mi querida reina”, contestó el rey, “¿acaso no te das cuenta que revocar un decreto real implica que los reyes son
mortales y cometen errores? Eso no se discute. ¡Los reyes son infalibles!” (¡no tienen goma de borrar en sus
lápices!)
Luego el rey ofreció una nueva solución. “Escribe sobre los judíos tal como te parezca” – como diciendo, explica la
palabra “judíos” de una forma positiva. El propósito de la segunda carta será explicar los puntos poco claros de la
primera. Cuando la carta ordena matar y saquear a los judíos, la palabra “judíos” no es el objeto de la sentencia
sino el sujeto. No matar y saquear a los judíos sino que los judíos serán los que mataran y saquearan a sus
enemigos. Mordejai también cambió sutilmente las palabras del primer decreto para permitir que se saqueara sólo
ese día, cuando sabía que los judíos no tendrían tiempo. Sería mejor para las relaciones públicas que los otros
tomaran el botín.
Ellos esperaron hasta que los mensajeros originales volvieran y mandaron la segunda carta con ellos, lo que
demostraba que el mensaje era auténtico.
El verso dice: “Los judíos tuvieron luz, alegría, goce y honor”. Al presenciar el milagro de cómo su destino se había
revertido, los judíos se alegraron y apreciaron las mitzvot que conectan con Dios. Ellos vieron la luz que había en la
Torá, la alegría de las fiestas, el goce de realizar la circuncisión y el honorde ponerse los tefilin.
Capítulo Nueve: Llega el Gran Día
Finalmente fue el 13 de adar, el día que los enemigos de los judíos habían esperado. Ahora la situación se revirtió.
Sólo algunos persas realmente trataron de pelear, y los judíos los vencieron con la ayuda pasiva o activa de los
locales. Esto significó el fin del KKK de la época.
Shushán Purim
Ester pidió que se les diera un día adicional (14 de Adar) en la ciudad de Shushán para terminar con los
antisemitas locales y para colgar a los 10 hijos de Hamán (que ya habían sido asesinados) en la horca de 50 codos
con su infame padre. Esto fue concedido y por eso Shushán y todas las ciudades rodeadas de murallas desde la
época de Yehoshua (particularmente Jerusalem) celebran Purim el día siguiente, el 15 de Adar, mientras que todas
las otras ciudades celebran el 14.
Estos días deben permanecer para todas las generaciones y es necesario que pensemos también en el prójimo.
Damos regalos a nuestros amigos (al menos dos formas diferentes de comida a un amigo) y regalos a los pobres
(al menos un regalo a dos personas pobres).
Reaceptación de la Tora
Ahora los judíos llegaron a la conclusión de que “puedes confiar en los Sabios” (después de todo, los milagros
obviamente se realizaron por el mérito del piadoso Mordejai y Ester), los judíos aceptaron sobre sí y sobre todas las
futuras generaciones, no sólo la fiesta de Purim sino que toda la Ley Oral por amor.
Mordejai tenía razón al prohibir la asistencia a la fiesta original de Ajashverosh y al negarse a inclinarse frente a
Hamán. Mordejai actuó con la motivación de prevenir la asimilación y los Sabios con sus interpretaciones y
decretos han asegurado la supervivencia judía.
Capítulo Diez: Epílogo
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El rey Ajashverosh aumentó los impuestos en sus provincias, aparentemente para compensar las pérdidas de las
generosas reducciones previas. (Gaon de Vilna)
Aquí termina el libro de Ester. Ajashverosh murió poco tiempo después y su hijo Darius II (el hijo de Ester, ¡por lo
que es técnicamente judío!) dio permiso para reconstruir el Segundo Templo al final exacto de los 70 años.
La historia de Purim es la historia de la supervivencia judía en contra de las probabilidades. Cuando Federico el
Grande pidió una prueba concreta de la existencia de Dios, la respuesta que recibió fue, “¡Los judíos, Su Alteza, los
judíos!”. La supervivencia de un cordero en el centro de 70 lobos es el tributo más grande al Pastor. Esta es una
lección eterna – en esos días y en los nuestros. ¡Amén!
 

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