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LO S D ES AR RO L LO S D EL JA RD I N C LÁ S IC O

El jardín de Veitshö chheim, iniciado por Balthasar Neumann


en '7s 3, refleja el gusto espléndido y un poco caprichoso del Ro-
cocó germá nico. Tiene una implantació n regular que es bastante
libre en la disposició n de los díversos elementos y, sobre todo,
muy variada y elaborada en sus temas decorativos (figura 6. i o).
Incluye una encantadora lá mina de agua, un teatro de vegetació n,
un laberínto, una cascada bastante pintoresca, un bosquete de ti-
los y gran nú mero de hermosas estatuas.
Los jardines de Potsdam, diseñ ados por el arquitecto Georg
Wenzeslaus von Knobelsdorff (*750-I76o) incluyen la célebre
disposició n en terrazas descendentes situada frente al pabelló n de
Sanssouci, que evoca temas del jardín renacentista italiano.
El parque de Schö nbrunn cerca de Viena (figura 6.i i ) —cuya
implantació n general se atribuye a Johann Bernhard Fischer von
Erlach, autor del palacio, pero cuya forma actual es obra de Jo-

6. i i. Vierts,
Schönbrunn. a la
derecha, vista del
parque desde el palacio,'
deba)o, uno de los
paseos diagonales, con
one genre.
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Fariello, F. (2004). La arquitectura de los jardines: de la antigüedad al siglo XX. Barcelona,


Spain Editorial Reverté. Recuperado de https://eIibro.net/es/ereader/uguayaquiI/46803?
page=187.
*88 LA A R Q U I TE C TU RA D E LO S J A R D INES

6.i z.
Karlsruhe
(Baden), plan

urbanístico de
la
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hann Ferdinand Hetzendorf von Hohenberg (›775)- trasluce por 6. i 3. Ludwigsburg


igual las influencias francesas e italianas. El jardín consta de una
parte llana con ocho magníficos parterres profusamente decora- urbanístico de
dos, delimitados lateralmente por bosquetes, y de una extensa la ciudad-
residencia.
pendiente coronada por un pabelló n a modo de belvedere con
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pó rtico (la gloriette . A los pies de la colina está la gran fuente de


Neptuno, una fastuosa composició n plá stica enmarcada por ar-
boledas y flanqueada por rampas. La mayor virtud de este parque
radica en el feliz aprovechamiento escenográfico de la colina y
del paisaje circundante.
Una manifestació n característica de la arquitectura barroca
germá nica fue la creació n de numerosas ciudades-residencia, con-
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cebidas como conjuntos unitarios en los que a los jardines se les


asignaba un papel preponderante. Por primera vez en la historia
de la arquitectura, la vegetació n se considera como un elemento
esencial de la composició n urbana.
La ciudad de Karlsruhe, en la regió n de Baden, surgida entre
los añ os '7› s y x7›9 de los proyectos del arquitecto Jakob Frie-
drich von Betzendorf, es el ejemplo má s significativo de esas
rea- lizaciones. Presenta un plano de esquema radioconcéntrico
con la
torre del palacio en el centro; de ésta parten paseos y directrices
radiales que definen tanto la planta de la ciudad como la disposi-
ció n de los jardines y el parque (figura 6. i z).
Ludwigsburg —otra ciudad-residencia, si bien menos grandiosa
que Karlsruhe, levantada en ›76J- ha de considerarse la má s pre-
ciada obra del urbanismo paisajista de la época. Carente de in-
tenciones monumentales, está dimensíonada a escala humana y se
articula sobre dos directrices principales que convergen en el pa-
lacio; los jardines y el arbolado constituyen un elemento
primor- dial de la estructura compositiva (figura 6. i $ ).

El arte del jardín en Inglaterra se desarrolló con cierto retraso res-


pecto a los demá s países europeos. La influencia italiana, llegada
en el siglo xvI a través de los modelos renacentistas franceses,
aparece en este caso parcialmente mitigada; de hecho, en un pri-
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mer momento se aceptó lo que en el estilo italiano había de sun-


tuoso, manteniendo el cará cter familiar y utilitario del tipo me-
dieval en buena pafte del jardín.
Después, el jardín renacentista se afianzó definitivamente a
principios del siglo xvii, tras el viaje de Inigo Jones a Italia. La in-
fluencia francesa prevaleció en la segunda mitad del siglo, y a
esta siguió una manera de hacer procedente de Holanda, caracteri-
zada por el empleo incontrolado de formas topiarias.
El primer jardín realizado con formas completamente rena-
centistas fue el de Nonsuch, promovido por el rey Enrique vin.
Pero mucho má s importante fue la creació n, poco después, de
los jardines de Hampton Court, comenzados por el cardenal
Wolsey con la participació n de artistas italianos. Pasados luego a
manos de la Corona, estos jardines se fueron ampliando y
enriqueciendo de manera continua, adoptando su ordenació n
definitiva a fina- les del siglo XvII por obra de los jardineros
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George London y Henry Wise; aú n hoy constituyen el mejor


ejemplo de jardín clá- sico en Inglaterra. El tema principal es un
vasto y precioso parte- rre semicircular, situado frente al palacio,
adornado con trece es- tanques circulares. Desde el punto central
de la visió n salen tres directrices radiales que definen otros
tantos paseos; éstos dan co- mienzo en el límite del parterre con
unas cancelas de hierro artís-
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6. 1 5. Chats
mouth, perspectiva del
coTI¡fJZf IO (de un
gyabado de Johannes
Kip).

tícamente adornadas, para luego prolongarse exteriormente en el


parque. El paseo central, de dimensiones mayores que los otros
dos, es como una avenida de agua, ya que incluye un gran canal
de unos mil metros de longitud. Con sus amplias líneas, este jar-
dín tiene un aspecto noble y grandioso (figura-6.'4)
Ademá s de Hampton Court, otras numerosas intervenciones
hacen referencia al estilo francés; muchas de ellas han desapare-
cido o han sido sustancialmente alteradas en épocas
posteriores, como Badminton o Hatfield, y otras han quedado
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documentadas en los grabados de Johannes Kip.*


Entre los jardines de finales del siglo xvn tienen merecido re-
nombre los de Chatsworth, en Devonshire; aunque fueron am-
pliamente remodelados por Joseph Paxton a principios del si-
glo XIX, tOdavía conservan su estructura original de concepció n
clá sica (figura 6. i $). Obra de London y Wise, se extienden sobre
una parte llana, frente al palacio, y sobre una parte en pendiente,
situada a un costado. Los autores supieron adaptarse bien a esta
situació n, colocando en la parte llana una profusa decoració n su-
perficial a base de parterres, y en la parte inclinada una especta-
cular ordenació n a la italiana, con una secuencia de motivos
acuá ticos a base de cascadas, fuentes y surtidores, alimentados
por los generosos manantiales existentes en el lugar. Esos motivos
acuá ticos, enhebrados en una ú nica directriz, constituyen aú n
hoy el principal atractivo de este magnífico parque.
También a London y Wise se atribuye la primera ordenació n
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del parque de Blenheim (› 7 9). que incluía un magnífico parterre


hexagonal posteriormente destfuido por ‘Capability’ Brown. Es-
tos dos artistas de excepció n tienen el mérito de haber llevado el
" J oha unes Kip y Leo-
jardín clásico en Inglaterra a un alto grado de elaboració n, con
nard Knyff, Briiannia lllus- formas no puramente imitativas respecto a los modelos del otro
tYB f2 y ° 7 7•
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lado del canal de la Mancha. De hecho, supieron mitigar el exce-


sivo esquematismo de la fórmula clásica, adecuándolo a esa sen-
sibilidad naturalista, típicamente británica, que más adelante da-
ría origen al jardín paisajista.

El jardín del siglo xvili en Italia

Dado que suponían un desarrollo de la concepció n renacentista,


las obras de Le Nó tfe influyeron también en Italia, en mayor o
menor medida en cada una de las regiones, dependiendo de las
condiciones ambientales o de las tradiciones locales. En general,
las regiones del norte -donde predominan los terrenos llanos—,
sacaron má s partido del estilo francés. Las regiones peninsulares,
en cambio, se mostraron menos receptivas a la nueva fó rmula.
Puede afirmarse que en el siglo xvIII el jardín italiano, aun
aceptando las aportaciones externas, continuó evolucionando
también segú n sus propias formas, heredadas de los siglos ante-
riores, pero con cierta tendencia hacia la bú squeda de efectos de
gracia, de elegancia y de cromatismo. El jardín, considerado
cada vez má s como un lugar de diversió n y deleite, y como un
escena- rio para fiestas y representaciones teatrales, refleja el
refina- miento de la vida y las costumbres, y la predilecció n por
las artes menores y por la mú sica.
Por lo que respecta a la jardinería propiamente dicha, no se
in- troducen nuevas formas salvo las de procedencia francesa —
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como los parterres ornamentales y los motivos acuá ticos de


formas pla- nas— y los elementos de la tradició n se emplean con
parquedad y con un gusto má s delicado. Así, en las cascadas, en
los ninfeos y en las fuentes se acentú an los efectos pictó ricos
escenográficos con preferencia por el género rú stico, y el jardín
se puebla de es- tatuas y de escenas escultó ricas completas, con
representaciones mitoló gicas y figuraciones varias, para ofrecer así
un aspecto de animació n permanente.

Italia septentrional
Los jardines de Píamonte se distinguen por su cará cter claramente
aristocrá tico y por su estrecha conexió n con el palacio, que ade-
cua sus líneas y su disposició n a las exigencias del propio jardín.
El palacio de Stupínigi y su parque anejo, creado en '7•9. es
el mejor y má s completo ejemplo de este tipo. Filippo Juvarra
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—que fue su autor- concibió los edificios y los jardines como una
unidad admirablemente tendida y articulada (figura 6. x 6). Dis-
tribuyó las partes más decoradas del jardín entre el patio delan-
tero y el frente interior del palacio, a semejanza del conjunto co-
etá neo que formaban el parque y el palacio de Karlsruhe.
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En Lombardía, este siglo supone la época dorada dcl arte dcl


jardín. Srtrgen casi por dtiquier parques y vil las, preferentemente
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a tirillas dc ltis lagos o en las colinas, pcro t iinbicn en la llanura.


Las novedades del otro lado de los Alpes, ampliamente acep-
tadas, aparecen, sin eml arlo, reelal oradas con gracia y perfecta-
mente ccjuiparadas a los clcmcntos típicos dc la tr idicitin itrlliana.
La implantació n del jardín se estructura siempre sobre una acom-
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6.*7 Dos grabados del


libro Ville di delizia
nello stato di Milano,
de Marc’Antonio dal
Re: a la izquierda, la
Villa della Somaglia, en
Ono, deba|o, la Villa
Novati, en Merate.
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pasada urdimbre arquitectó nica, pero se le da variedad con una


inusítada riqueza de motivos decorativos de todo género (elabo-
rados, como arriates, arabescos y motivos de agua; y pintorescos,
como escaleras amplias y animadas, elegantes cancelas, estatuas
y esculturas) que pueblan los puntos má s sensibles del jardín.
Una perfecta documentació n iconográ fica nos permite valorar
el grado de esplendor alcanzado por la arquitectura del jafdín en
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Lombardía. Se trata de la obra Ville di delicia nello sinfo di Mi-


lano, de Marc’Antonio dal Re, editada por primera vez en '7•6
y luego en x743. que ilustra con grabados precisos los jardines
má s renombrados de la época, en buena parte destruidos o
trans- formados en periodos posteriores (figura 6.›7)-
LO S D ES AR RO L LO S D EL JA RD Í N C LÁ S IC O #9S

6. i 8. CoJorno,
Villa harnesio, ristn
general (de una
pintura),

Fue célebre el jardín Farnesio en Colorno, cerca de Parma, de


clara derivació n francesa, que tuvo una decoració n suntuosa: un
‘bufete’ de agua similar al existente en el Trianó n (luego trasla-
dado a Parma y colocado en la plaza del teatro Reinach), un tea-
trillo de Bibiena y las famosas grutas mágicas (figura 6. x 8).
En la regió n del Véneto, el jardín de la villa Trissino es el
me- jor ejemplo de esta época; realizada por Francesco Muttoni,
es el resultado de la ordenació n de dos encantadoras víllas
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comunica- das mediante una serie de terrazas y ninfeos (figura


6.*9)-
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6.•9 Trissino, Villa


Trissino da Porno, vista
de Una de las escaleras
que comunican las
distintos tsrrnzos en la
villa inferior.
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LO S D ES AR RO L LO S D EL JA RD Í N C LÁ S IC O *97

Por lo grandioso de las construcciones y la extensió n del par-


que, la villa Pisani en Stra es la mayor del Véneto. Surgida entre
736 y 17 y 6 segú n los diseñ os de Gerolamo Frigimelica, sufrió
luego notables transformaciones. Sin embargo, aú n conserva la
implantació n general original, ademá s del célebre laberinto y las
bellísimas entradas (figura 6.zo).
El jardín de la villa Rizzardi en Negrar, organizado sobre un
terreno salpicado de colinas, es notable pof el inteligente
aprove- chamiento de los desniveles, la variedad de las
perspectivas, la elegancia de los motivos acuá ticos y, sobfe todo,
por el bellísimo teatro de vegetació n, diseñ ado por el arquitecto
Luigi Trezza (fi- gura 6. z x).
Entre los jardines desaparecidos o transformados, fueron ex-
tensos y lujosos los de la villa Sagredo en Mogliano Veneto (figu-
ra 6. z z) y los de la villa Manin en Passariano (figura 6.2•3 ).

6. z z. Mogliano
Veneto, Villa
Sagredo, ristn
axial del Jardín.
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6.z . Passariano, Villa


Manin, vista aérea
del conjunto.
*9# LA A R Q U I TE C TU RA D E LO S J A R D INES

6. z4. Padua,
Prato della Valle.- a la
izquierda, detalle del
canal,' abajo, vista aérea
del conjunto.
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El Prato della Valle, en Padua, es una obra de jardinería ur-


bana realizada por Domenico Cerato (i 75 ). Consiste en una isla
de forma oval circundada por un canal y adornada con elemen-
tos varios —como pequeñ os puentes, estatuas y piná culos— que,
fe- lizmente compuestos con elementos arbó reos, confieren al
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con- junto un ofiginal efecto escenográ fico (figura 6. •4-)

Italia central
La contribución de Toscana en este periodo fue modesta. El
jar- dín se mantiene sencillo y menudo, y acusa muy poco la
evolu- ción general, permaneciendo fiel a sus elementos
tradicionales.
LO S D ES AR RO L LO S D EL JA RD Í N C LÁ S IC O 99

En cambio, el jardín romano proporciona, aunque sea con es-


casas realizaciones, algunos ejemplos notables y formativos que
reafirman la inagotable vitalidad de la tradició n italiana.
La villa Albani, levantada por Marchionní en i y6o, representa
todavía hoy un hito de esta tradició n. Es modesta en sus dimen-
siones y carece de elementos verdaderamente espectaculares; no
obstante, refleja algunas novedades de la época, anunciando así
ese gusto neoclá sico que tendrá luego su desarrollo posterior en
los primeros decenios del siglo siguiente.
LOS jafdines se feparten en dos ejes que determinan los princi-
pales componentes (figura S.zy). El primero de éstos, hacia la en-
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6.zJ. Roma, Villa


Albani: arriba,
planimetría general; a la
derecha, vista aérea del
parterre; abajo, detalle
del paseo neoclásico,
Copyright
IOO LA AR Q U I TE C TU RA D E L O S JA R D INES

6. z6. Roma, Jardín de


la Academia de la
Ar‹:adia, planta y
sección longitudinal,
según J. C. Shepherd y
G. Jellicoe.

trada, se caracteriza por un motivo de esquema estrellado, con


una plazoleta central elíptica rodeada de pinos, que se extiende
por una ligera pendiente y termina en una amplia terraza. Esta
te- rraza se asoma a un parterre llano inferior, orientado
perpendi- cularmente, que tiene como telones de fondo por un
lado la villa y por el otro un pabelló n porticado en forma de
exedra; al otro lado de esta exedra había una cadena de agua
ahora desapare- cida. En el centro del parterre se eleva una
preciosa fuente de fac- tura ya neoclá sica. Paseos, escaleras y
balaustradas reciben una ornamentació n a base de hermas o de
elementos escultó ricos an- tiguos, sabiamente distribuidos por
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Johann Joachim Winckel- mann.


Entre los jardines de esta época en Roma, alcanzaron renom-
bre los de la villa Corsini en el Janículo y los de la villa Patrizi en
el exterior de Porta Pia; pero de la primera se conserva muy
poco y la segunda ha desaparecido completamente.
No debe olvidarse el pequeñ o jardín de la Academia de la Ar-
cadia, en las laderas del Janículo, una auténtica joya de la arqui-
tectura de jardín diseñ ada por Francesco de Sanctis, el autor de
la escalinata de la Trinitá dei Monti.* Se compone de una modesta
ordenació n en pronunciada pendiente con un teatrillo al aire li-
bre colocado en la cima, al que se accede por unas escaleras cur-
vilíneas há bilmente encajadas entre dos pequeñ as terrazas ador-
nadas con algunas plantas de alto porte (pinos y cipreses) y una
modesta fuente (figura 6. z6).
La villa Costanzi en Spello, atribuida a Piermarini -que en ella
vivió y murió -, es tal vez la ú ltima obra notable del jardín clá sico
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italiano; de hecho, puede datarse en el añ O I 8oo. Tiene como mo-


tivo principal un gran paseo en cuesta, de una anchura de eua-
fenta metros, delimitado pOf Cipreses y con un lujoso teló n de
* El diseno de este jardín
fondo en el extremo má s alto, precedido por amplias escaleras (fi- se atribuye a ctual mente a
gura 6.i7). El paseo, una alfombra verde, se dispone a ambos la- Antonio Canevari.
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1O1 LA AR Q U I TE C TU RA D E L O S JA R D INES

dos a base de gradas pautadas por un sencillo y elegante motivo


geométrico formado por cuadros de boj.

Italia meridional
El siglo xVIIi fue un periodo de fervor hacia el arte de los
jardines en el sur de Italia y especialmente en los alrededores de
Ná poles, donde surgieron algunos de los parques má s extensos
de Italia.
El Parque Real de Caserta constituye la realizació n más impo-
nente del jardín italiano y mafCa la feliz conclusió n de la
tfadició n renacentista gracias a una serie de experiencias
italianas y france- sas, reelaboradas por una ú nica mente
creadora. Concebido de manera unitaria con la monumental
residencia promovida por el rey Carlos de Borbó n, su trazado se
debe a Luigi Vanvitelli, que comenzó las obras en x7s z (figura
6.z8).

6. z8. Caserta, Parque


Real: perspectiva del
palacio con el parque
(izquierda) y planta de
los jardines situados en
las proximidades del
palacio (debajo),- de
Luigi Vanvitelli,
Dichiarazione dei
disegni de1 Reale
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Palazzo di Caserta.
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tiran €:ascada v
FtICI4te UC D ialla

Fuente ite Ceres

Fuente de EOlo

€.’ scad. de los Deliines

Bostl etes

Palacio

Mets que cl rcciicrdti de las obras coctancas dcl jardín francis,


a Vanvitell i le basto con una cliwa visió n de las posibilidades que
ofrecía cl lug ir: un paisaje abicrtti a nicdiodía, hacia la llanura y
el mar, y cerra do al norte por un semicírculo de colinas cubiertas
por una tupida vegetació n.
El parque sc dcsplicga dctras dcl palaciti (figura 6.zp), primero
sobre un terreno llano y luego reducidO a Lilia franja de i zo me-
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4
L A A R Q U I T E C TU RA D E L O h J A R D I N E S
LO S D ES AR RO L LO S D EL JA RD Í N C LÁ S IC O 1O§

tros de anchura que va subiendo progresivamente la pendiente


hasta llegar a los pies del monte de Briano, situado al término de
la línea visual. A la izquierda de la parte llana se extiende un
bos- que ya existente de encinas, conocido como el ‘bosque
viejo’. La primera parte, llana y cercana al palacio, tiene un
desarrollo de qoo metros, y la segunda, en cuesta, tiene hasta el
monte una di- mensió n doble, es decir, unos i.8oo metros; así
pues, el eje pers- pectivo mide en total unos z 7 metros.
Vanvitelli, fiel a los modelos de los jardines renacentistas, des-
plegó toda la composició n sobre una directriz ú nica, dispuesta a
eje con el palacio. Pensó colocar en la parte llana un gran parte-
rre con un motivo terminal en exedra, flanqueado por
bosquetes, y dístinguió la segunda parte con una serie de
motivos acuá ticos entrelazados en una armó nica secuencia.
El parterre que debería haber decorado la parte llana nunca
se llegó a realizar y actualmente está organizado de manera má s
sen- cilla, con césped y grupos de encinas. Así pues, el imponente
pa- ralelepípedo del palacio parece estar apoyado sobfe una
vasta su- perficie de hierba que resalta las cá lidas tonalidades
ambarinas del ladrillo y el travertino. El enlace de esta parte y la
siguiente se realiza con un motivo a base de rampas que abrazan
una fuente. Desde este punto empieza la cuesta, con un
grandioso paseo deli- mitado por una doble hilera de encinas
escuadradas en escalones, flanqueadas a su vez por plantas
rísticas que forman un bosque. En su parte media, el paseo
alberga motivos acuá ticos que, há bil- mente graduados en su
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efecto diná mico y decorativo, componen una especie de


gigantesca cadena, alimentada por una gran cas- cada situada a
los pies de la colina.
Avanzando hacia la cascada encontramos cuatro fuentes (fi-
gura 6. 5O): la primera es la de los Delfines, precedida por un
gran canal (de 48o x 4 metros); le segunda, la de Eolo, con
estatuas
6. $ i. Caserta, Pnrqoe
Real.- vista de la Gran
Cascada con la T-
uimte de Diana y
Acteón.
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zofi LA AR Q U I TE C TU RA D E L O S JA R D INES

que representan los vientos; la tercera, la de Ceres; y la cuarta, la


de Venus y Adonis. Las dos ú ltimas, precedidas por lá minas de
agua y gradas en cascada, reciben su ornamentació n de grupos es-
cultó ricos y estatuas animadas por surtidores.
El agua se precipita desde la cima del monte y, saltando de es-
collo en escollo, se vierte en un estanque inferior, donde hay una
representació n mitoló gica (Diana y Acteó n) con grupos de már-
mol palpitantes de vida y movimiento, que forman con la cascada
una admirable composició n plástica (figuras 6. $ x y 6-y z)-
El viejo bosque existente fue cortado con un sistema de calles
que convergen en la Castelluccia, una pequeñ a construcció n oc-
togonal que reproduce una fortaleza en miniatura; al norte de
ésta hay un vasto vivero de peces (de •7 i i o metros) con una
isla en medio que debería haber albergado un templete circular.
En esta soberbia obra, Vanvitelli demostró una gran maestría
técnica y una sutil sensibilidad paisajista para dominar los ele-
mentos de la naturaleza, superando incluso situaciones topográ -
ficas desfavorables como la presencia de algunas carreteras que

s Cascata, Parque
Real: vista del paseo
central desde la Grau
Cascada con el grupo
de Diário y las ninfas
en primer término.
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