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El Toque Más Oscuro

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El Toque Más Oscuro

Los Señores del Inframundo

Feroz guerrero inmortal. Guardián del demonio Enfermedad. Cada toque de


Torin causa enfermedad y muerte... y una plaga en todo el mundo. El placer carnal
le está totalmente prohibido, y aunque siempre ha superado la tentación con
voluntad de hierro, su control está a punto de romperse.

Ella es Keeley Cael. La Reina Roja. Cuando la poderosa belleza con


vulnerabilidades impactantes se escapa de un encarcelamiento que ha durado
siglos, el deseo que se crea entre ella y Torin es abrasador.

Su toque podría significar el final para ella, pero resistirse a ella es la batalla
más dura que jamas haya luchado... y la única batalla que el teme no poder ganar.

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Querido lector:

¿Alguna vez has querido algo que no podría tener, y no debes anhelar? Bienvenidos al mundo
de Torin. Para él, cada día es un estudio en la negación. Él desea contacto con otra persona
más que el aire que respiramos, los alimentos para comer o de beber agua, pero es prohibido.

Bueno, no exactamente prohibido, pero definitivamente desastrosa. Un segundo de contacto


piel a piel con él significa una muerte segura

Pero finalmente, los guantes están saliendo.

Él nunca ha querido a nadie como él quiere Keeley. Alerta Spoiler: va a la cueva de la


tentación, y él puede tocarla

¿Qué no se enferman? o ¿es ella la única mujer en el planeta inmune a su demonio?

Estas son las dos preguntas que me han hecho más. Dos preguntas que se me he negado a
responder. Todavía me niego. ¿Qué cosa admito? Volví a escribir este libro tres veces en busca
de la heroína perfecta para él.

El resultado final fue todo lo que había soñado y más. Pero más importante, Keeley era todo
Torin necesitaba.

Aquí está el amor, la risa y vivieron felices para siempre y por siempre!

Te deseo lo mejor

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“¿Cual es mi signo? Cancer”


-Torin, Señor del Inframundo

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CAPÍTULO 1
“No te mueras. No te atrevas a morir.” Frenético, Torin escarbaba a través de una mochila
embutida de ropa, armas y provisiones medicinales. Él la había empacado días atrás, a ciegas
rellenándola con todo lo que pensaba que pudiera necesitar. No había protector bucal. Bien.
Procedería sin uno. Se apresuró a la figura inmóvil de su compañera, se sentó a horcajadas en
su cintura. Su preciosa vida se extinguía con cada segundo que pasaba. La reanimación
cardiopulmonar era el último recurso, pero de pronto su única esperanza, y debido a que
estaban encerrados en un calabozo, sin nadie más dentro de la celda, la responsabilidad le
pertenecía únicamente a él. El tipo que raramente se acercaba a otra persona. Llámame
doctor Maravilla. Él aplanó sus manos enguantadas sobre el delicado pecho de Mari- Quieto,
demasiado quieto. Sin embargo más que proceder como debía, se encontró deteniéndose a
saborear la rara y extraordinaria conexión con el sexo opuesto. Tan suave. Tan deliciosa. ¿Qué
demonios estoy haciendo? Con la mandíbula apretada, él oprimió. Crujido. Demasiado fuerte.
Acababa de romperle el esternón y probablemente varias costillas. La culpa perforó a través de
su corazón, y si el órgano no hubiera sido ya triturado más allá de cualquier arreglo, debería
doler. El sudor goteó por sus sienes mientras él presionaba contra el pecho de Mari más
cuidadoso. Nada más se rompió. Bueno. Bien. Él apretó una y otra vez, aumentando su
frecuencia gradualmente. ¿Pero qué tan rápido es demasiado rápido? ¿Qué ayudaba? ¿Qué
dañaba? “Vamos, Mari.” Ella era humana, pero fuerte. Frágil, pero resistente. “Quédate
conmigo. Puedes sobrevivir a esto, yo sé que puedes.” Su cabeza cayó hacia un lado, sus ojos
vidriosos mirando fijamente la nada. “¡No! ¡NO!” Él la revisó en busca de pulso, esperó… pero
nunca sintió siquiera el más débil de los latidos. Mientras regresaba las manos al pecho de ella
para comenzar nuevamente, su mirada se trabó en los labios salpicados de sangre de Mari; su
mente quería separarlos, un tosido de esperanza. Significaría que la enfermedad aún la
contaminaba, pero la enfermedad era mejor que la muerte cualquier día de la semana. “Mari,
por favor.” Él oyó la desesperación en su voz, no le importaba. No puedo ser el que mate a
alguien tan dulce. Torin presionó más fuerte, escuchó otro crujido. Demonios. Él no era ningún
mariquita llorón, pero maldita sea si las lágrimas no escaldaban desde el reverso de sus ojos. Él
había llegado a pensar en esta chica como una amiga, y pese a los numerosos siglos que había
vivido, no tenía demasiados de esos. Así que siempre protegía a los que tenía. Hasta ella. De
no ser por él, ella nunca hubiera enfermado en primer lugar.

De nuevo él palpó en busca de pulso. Aún no latía. Maldiciendo, se apartó para trabajar. Cinco
minutos… diez… veinte. Él era el soporte de vida de Mary, la única cosa que se interponía entre
ella y la muerte; él haría esto sin importar el tiempo que fuera necesario.

Sal de esta, Mari. Sal de esta. “¡Pelea!” Pero una nueva eternidad transcurrió sin ningún
cambio en ella, él finalmente admitió que sus esfuerzos no estaban haciendo ningún bien. Ella
ya se había ido. Muerta. Y no había nada que él pudiera hacer para traerla de regreso. Con un
rugido, Torin giró y caminó la celda de un lado a otro, como el animal enjaulado que era. Sus
brazos agitados. Su espalda y muslos doloridos. ¿Pero que era el dolor físico en comparación
con el mental? ¿Emocional? Esto era su culpa. Él sabía lo que podía suceder si tocaba a la chica
y la atrajo más cerca de todos modos. ¡Monstruo! Con otro rugido golpeó el muro,
disfrutando el constante palpitar de dolor mientras la piel se cortaba y los huesos se

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fracturaban. Él golpeó una y otra vez, rasgaduras aparecieron en la piedra, el polvo


anublándose a su alrededor. Si tan solo hubiera dejado de preguntarse por qué una chica
como Mari estaría tan ansiosa por compañía que aceptaría estar con él, probablemente ella
seguiría con vida. Presionó su frente contra la pared magullada. Soy el guardián del demonio
Enfermedad ¿Cuándo voy a aceptar el hecho de que estoy destinado a volar en solitario?
Negado por siempre a lo que más anhelo. “Mari, cielo.” Una voz ligeramente acentuada se
oyó. Femenina… deliciosa- aún calada por el pánico y el dolor como estaba- “El lazo está roto
¿Por qué está roto?” La sangre en las venas de Torin se convirtió en combustible,
encendiéndose como si un cerillo en llamas hubiera sido justamente arrojado dentro suyo. Él
se volvió cada vez más consciente de su propio palpitar, acelerándose, la necesidad de acechar
la puerta de la celda y desgarrar cada barra metálica consumiéndolo; lo que fuera con tal de
eliminar la distancia entre él y la hablante. Una reacción extrema. Lo sabía. Justo cuando supo
que tal atroz conocimiento de otra persona era extraordinario para él. Fue también
incontrolable e imparable, su mundo entero centrándose en torno a esta mujer. Y no era la
primera vez que había sucedido. Cada vez que hablaba, sin importar las palabras que hubiera
empleado, la ronquedad de su tono llevaba siempre una promesa de placer absoluto. Como si
no hubiera nada que quisiera más que besarlo, lamerlo y chuparlo. Los instintos masculinos,
que él había pasado incontables años negando, gritaron. Ven pequeña polilla. Ven más cerca
de mi llama. O yo iré hacia ti. Zanqueó hasta los barrotes y, como mil veces antes quiso obligar
a las sombras entre sus celdas a retroceder. Pero no lo hizo bien. Su apariencia seguía siendo
un misterio. Como fuera, su enfermiza obsesión con ella solo se intensificaba… y él pensó, que
solo por cinco minutos de ese besuqueo, lameteo y chupeteo, se hubiera arriesgado
felizmente a una plaga mundial. Me odio. Alguien debería colgarlo por la clavícula y azotarlo.
Otra vez. “¡Mari!” Dijo su obsesión “Por favor.” Enfermedad se alborotó, golpeando contra el
cráneo de Torin, repentinamente desesperado por escapar.

¿Escaparse? Otra reacción inesperada. Usualmente el demonio adoraba tal cercana


proximidad con una víctima potencial. Así como había burlado a Mari… Lo odio, también.
“Mari no puede hablar ahora,” Exclamó Torin. Ni nunca. La admisión… como sal lloviendo
sobre mis heridas. Los barrotes se agitaron. “¿Qué le hiciste?” Nada… todo. “¡Habla!” gritó la
mujer. “Le di la mano.” Las palabras detonaron de él, amargas y mordaces. “Solo eso.” Pero él
había hecho mucho más que eso, ¿Verdad? Había invertido mucho tiempo y esfuerzo en
cautivarla. Alimentándola. Hablando y riendo con ella. Eventualmente ella se había sentido
suficientemente cómoda como para quitarse uno de sus guantes y entrelazar sus dedos con él.
A propósito. No pasará nada malo, había dicho ella. O quizás su mirada lo había hecho. Los
detalles estaban nublados por la bruma de su entusiasmo. Ya lo verás. Él le había creído.
Porque había querido creerle más de lo que hubiera querido tomar su siguiente respiro. Se
había sujetado a ella tan firmemente, un hombre sediento que acababa de descubrir el último
cristal de agua en un mundo ardiendo en ceniza, casi llevado de rodillas por la fuerza de su
respuesta física. Sensación tras sensación lo habían abrumado. Femenina suavidad ten cerca a
su masculina rigidez. Una esencia floral en su nariz. Las puntas de su sedoso cabello
cosquilleando su muñeca. Su calidez combinando con la suya propia. Su respiración
cruzándose con la de él. Experimenté una conexión instantánea, felicidad inmediata, y por
muy poco encremo mis malditos pantalones. Por un apretón de manos. Ella había muerto por
eso. Con él, nunca importaba si el roce era accidental o intencional, o si la víctima era humana

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o animal, joven o vieja, hombre o mujer… buena o mala; cualquier criatura viviente enfermaba
pronto después del contacto con él. Incluso los inmortales como él. La diferencia era que los
inmortales a veces sobrevivían, convirtiéndose en portadores de cualquier enfermedad que
contrajeran de él, capaces de propagarla a otros. Como una humana, Mari nunca tuvo
posibilidad alguna. “Dime la verdad,” demandó su obsesión. “Cada detalle.” Él no sabía su
nombre o si era humana o inmortal. Solo sabía que Mari había hecho un trato con el diablo
para salvarla. Las dos mujeres habían sido encarceladas aquí durante siglos –dondequiera que
sea “aquí”- por ningún crimen real, Torin pudo percibirlo. Cronos, el dueño de la prisión, nunca
había necesitado una razón real para arruinar la vida de alguien. Él ciertamente había
contribuido en la ruina de Torin. Él le había debido un favor a Torin, y Torin, siendo Torin,
había escogido pasar por alto la sombría reputación del hombre y había requerido una mujer
que no enfermara con su toque. Cronos, siendo Cronos, no se había molestado en buscar una
candidata adecuada y sencillamente había reclutado a una de sus prisioneras –dulce, inocente
Mari. “Cronos hizo un trato con la chica.” Dijo Torin. “Ya sé eso.” Su obsesión enojada y
sofocada, una verdadera gran loba mala. “Mari fue condenada a destellar a tu cuarto una hora
al día por casi un mes, todo con las esperanzas de convencerte de que la tocaras.” “Sí,” él
graznó. Y en devolución, Cronos había prometido liberar a su amiga más amada –la mujer que
actualmente interrogaba a Torin en busca de respuestas.

No era una gran sorpresa que Cronos hubiera mentido

Después de todo él había tenido lo suyo al final. Torin había querido salir zumbando al hospital
en el momento en que se dio cuenta de que Mari estaba enferma, pero esa estúpida maldición
la había atado a esta prisión con cadenas invisibles. Ella había tenido que regresar. Despojado
de cualquier otra opción, Torin se había sujetado a ella mientras se movía de una ubicación a
otra en un parpadeo, viajando con ella. Él la había atendido con lo mejor de su habilidad. Pero
su mejor no había sido suficientemente bueno. Nunca sería suficientemente bueno. “No me
importan los porqués,” dijo la mujer. “Solo el resultado ¿Qué está haciendo Mari ahora?”
Descomponiéndose. No puedo decirlo… no puedo. Silencioso, se quitó los guantes y usó sus
manos como una pala, arrojando montículo tras montículo de mugre por encima de su
hombro. No es la primera tumba improvisada que he cavado, pero juro por la presente que
será la última. No más amistades espontáneas. No más esperanzas y sueños de lo que nunca
podría ser. He terminado. “¿Me ignoras?” inquirió ella. “¿Tienes la menor idea de a que ser
estás provocando?”

Torin nunca se detuvo en su tarea. Él enterraría a Mari. Encontraría una salida de este agujero
del infierno. Continuaría con el trabajo que había abandonado cuando decidió venir con la
chica. La búsqueda y rescate de Cameo y Viola, quienes habían desaparecido varias semanas
atrás –amigas que comprendían su necesidad de distanciarse. “Soy Keeleycael, la Reina Roja,
y estaría más que feliz de tomar una percha y pescar todos tus órganos internos… a través de
tu boca.” Enfermedad iba quieto y tranquilo, demasiado, era un comienzo. La Reina Roja. El
título era algo familiar para Torin. De un libro de cuentos para niños, sí, pero había algo más
que eso. Él lo había escuchado… ¿Dónde? Una imagen centelleó a través de su mente. Un bar
ruinoso en los cielos. Sí, por supuesto, mientras trabajaba para Zeus, el rey de los griegos, él
había rastreado varios inmortales fugitivos allí. Las palabras la Reina Roja habían sido
susurradas detrás de manos temblorosas de temerosos hombres y mujeres, acompañadas de

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loca y despiadada. Él siempre había disfrutado medir sus habilidades contra los más fuertes y
viles predadores, y tal reacción visceral a la supuesta Reina Roja lo había intrigado. Sin
embargo cuando había preguntado a los murmuradores quién era ella y qué podía hacer, se
habían quedado callados. Quizás la prisionera era de quienes ellos habían hablado, quizás no.
Difícilmente importara ya. Él no la combatiría. “Keeleycael,” repitió él. “Es un poco mucho
¿Qué tal si mejor te llamo solo Keeley?” “Ese es un honor reservado únicamente para mis
amigos. Hazlo bajo tu propio riesgo.” “Gracias. Lo hare.”

Ella emitió un suave gruñido. “Deberías llamarme Su Majestad. Yo te llamaré Mi Siguiente


Víctima.”

“Por lo general prefiero Torin, Bocado Ardiente o El Magnífico.” Los motes le ayudaban a
sonreír a través del dolor. Probablemente debería haber sugerido Proctalgia Fugax –siendo
que el significado era literalmente Dolor en el Culo. “¿Por qué Mari está tan callada, Torin?”
Keeley lo preguntaba como si no tuvieran nada más importante que discutir que el menú de la
cena de mañana. (Rata a la cacerola). Ella sabía que Mari estaba muerta ¿Cierto? Hacerle a él
admitirlo era alguna clase de castigo. “Antes de que respondas,” añadió, “deberías saber que
prefiero salvar al enemigo que me dice la verdad que al amigo que me miente.” No era un mal
lema. Mentir y morir pasaron a ser sus opciones. Y, realmente, si la situación fuera al revés, él
hubiera querido la misma cosa: respuestas. Pero de nuevo, si la situación fuera a la inversa y
ella hubiera dado muerte a alguno de sus amigos, él habría removido cielo y tierra para
ajusticiarla. Sin embargo atrapados como estaban en estas celdas creadas para los inmortales
más fuertes, no había nada que ella pudiera hacer excepto montar en cólera, inútil mientras la
emoción crecía más oscura cada vez, quizás hasta volverla loca. Era un cruel destino. Y también
era una excusa. Hora de calzarme mis pantaloncillos de niño grande. “Mari está… Muerta. Ella
ha muerto.” Silencio. Ese opresivo silencio y, con él, la oscuridad, como si estuvieran cayendo
de algún modo en una cisterna de privación sensorial. Él habló en un intento desesperado por
calmar su tristeza creciente, explicándose. “Por lo que sabes, Cronos hizo un trato con Mari,
debes saber que yo soy un Señor del Inframundo. Uno de los catorce guerreros responsables
por robar la caja de Pandora y abrirla, desatando los demonios que moraban en su interior.
Como castigo, cada uno de nosotros fue maldecido a hospedar en su cuerpo a alguno de esos
demonios. A mi me fue dado Enfermedad, la peor SSTD1 del mundo. El solo contacto piel con
piel transmite la enfermedad. Enfermo a la gente. Eso es lo que hago, y no hay nada que pueda
detenerlo. Ella me tocó, como te dije. Nos tocamos. Pero eso fue todo. Ella murió. Está
muerta,” lo repetía vacíamente. Otra vez silencio. Él trabó su mandíbula para prevenirse de
admitir que los otros Señores albergaban males como Violencia, Muerte y Dolor. Esos miles de
inocentes que habían muerto por sus manos y los otros miles que habían vivido para lamentar
la vileza de sus actos. A pesar de todo, ninguno de sus amigos era desgraciado como
Enfermedad. Ellos escogían a sus víctimas. Torin no lo hacía. Que jodido premio soy. ¿Quién lo
querría? Soltero. Inmortal masculino buscando alguien a quien amar –y asesino. No podía
siquiera confortarse con los recuerdos de amantes del pasado. Cuando vivía en los cielos había
estado enfocado en sus tareas y muy poco más, las mujeres no eran más que una ocurrencia…
hasta que su cuerpo demandaba atención. Pero cada vez que escogía una amante, sus
instintos de guerrero lo dominaban y lo sometían tomando el control, y su rudeza involuntaria
hacía llorar a las mujeres antes de que acabaran de quitarse la ropa. Lo que significaba que sus
ropas nunca se quitaban. Quizás él podría haber persuadido a las chicas de continuar, pero su

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disgusto consigo mismo había sido demasiado grande ¿Él sobresalía en el campo de batalla
pero no era capaz de dominar las mecánicas del sexo? Humillante. Ahora él intercambiaría lo
poco que le quedaba de su integridad por un mínimo contacto piel con piel, desesperado por
tener lo que una vez había desdeñado, incapaz de combatir a sus enemigos en las bajas y
sucias formas que alguna vez –todavía- hubo adorado. “Torin,” dijo Keeley, y a pesar de lo
extraño que sonaba, él aún reaccionaba con el mismo feroz anhelo que antes. “¿Te das cuenta
de que mataste a una niña inocente, cierto? Él se instaló en el hoyo que había cavado, jaló de
sus guantes y descansó su cabeza contra sus palmas elevadas. “Sí.” Su mirada se desvió hacia
Mari. Ella debía saber sobre la condición de él, pero alguna parte de ella debía haber confiado
en que la mantendría a salvo. Ahora mírala. “Torin,” prosiguió Keeley. “¿También te das
cuenta de que voy a hacerte pagar por tu crimen?” “No puedes herirme más de lo que yo me
estoy hiriendo ahora mismo.” “Eso no es verdad. He oído sobre ti y tus amigos, sabes.” ¿Qué
tenía eso que ver con nada? “Explica a donde quieres llegar con eso, y puede que decida
invertir en el resto de la conversación.” Si no, era momento de encontrar su vía de escape.
“Puede que tú tengas la peor SSTD del mundo,” dijo, “pero yo puedo echar el peor berrinche
del mundo.” Interesante, pero no aplicable. “¿Me estás desafiando o aplicando para ser mi
secuaz?” “¡Silencio!” Enfermedad retrocedió como el cobarde que era. “Estoy segura de que
has oído sobre la Atlántida,” continuó livianamente. “Lo que probablemente no sepas es que
me aseguré de que la isla fuera engullida por el océano simplemente porque estaba un
poquito molesta con su gobernante.” ¿Verdad? ¿O exageración? De cualquier modo… lo
excitaba con la misma intensidad que su voz. Por fin. La contrincante de mis sueños. “Tú te
has Ganado más que mi enfado, guerrero. Yo tenía una amiga aquí. Solo una. Ella es –era- mi
familia.” Hizo una pausa para sorber las lágrimas. “No por la sangre, sino por algo mucho más
grande. Una vez fui una criatura del odio, pero ella me enseño a amar. Y tú me la arrancaste.”
Su dolor lo rebanó. “Torin,” exclamó, y él supo instintivamente que esa era la calma final que
antecedía a una enorme y terrible tempestad. “Sí, Keeley.” Si ella le pedía su corazón –una
vida por una vida- él se lo entregaría. La tormenta se desencadenó, revelando el
temperamento del que se había jactado. “Voy a matarte,” chilló. “Matarte tan muerto.” Los
barrotes de su jaula repiquetearon con creciente fervor. “Experimentaras la agonía en formas
que ni siquiera has imaginado posibles, por lo que te haré lo que he hecho a tanto otros antes.
Te despellejaré con un rallador de queso y meteré tus órganos en una licuadora para hacerme
un batido. Te aporrearé el cráneo tan duro que el cerebro te supurará por las cuencas vacías
de los ojos.” “No sé… cómo responder a eso.” “No te preocupes. Pronto te cortaré la lengua y
la usaré como trapo de limpieza –¡no tendrás que responderle a nadie nunca más!” Una roca
derrapó dentro de su celda… la primera de una avalancha, furia y aflicción dándole a ella la
fuerza que siglos de aprisionamiento seguramente le habían robado. Estoy perdido. Él le había
quitado, a esta mujer, su única y mejor amiga, dejándola con nada excepto dolor y miseria. La
historia de mi vida. Deseó que su próximo acto lo matara, sin embargo sabía que morir solo
podía ser un deseo. Cualquier herida que recibiera dañaba su resistencia al demonio y de esta
manera su propia inmunidad, permitiendo que Enfermedad se levantara y lo infectara. Al
menos por un rato. Tranquilo. Entonces Torin hizo lo que se había imaginado. Se abrió camino
a través del pecho, se sacó el corazón… y lo hizo rodar hacia la celda de Keeley.

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CAPÍTULO 2
No estaba segura cuántos días o semanas habían pasado desde que el guerrero había ofrecido
su todavía latiente corazón como un regalo macabro, las partes más oscuras de ella realmente
lo habían apreciado. Lo único que sabía era que sin embargo él se la había pasado gimiendo
sin importarle el tiempo en agonía, si tuviera que adivinar, escupía partes de sus pulmones.

Enfermo por su propio demonio? Merecido.

Y mientras que su sufrimiento había embotado los bordes agudos de su rabia, ella todavía
planeaba matarlo. NO LO OLVIDARE, no lo hare, no lo hare, no lo hare. "Eso es lo correcto a
hacer. No estás de acuerdo, Wilson?", le Preguntó a la roca que le gustaba observar cada uno
de sus movimientos.

Él permaneció en silencio, siempre en silencio. Ignorar era su especialidad. Ella estaba molesta
por su actitud. Ellos nunca se llevarían bien.

"Tenía planes para liberar a Mari, lo sabes. Yo sólo necesitaba tiempo. Solo unas semanas, en
realidad… " O meses. Tal vez años. El tiempo había dejado de existir. Pero Mari no se
preocupaba de sí misma, ella se preocupaba solo por Keeley.

La chica había sabido lo que Keeley se estaba haciendo a sí misma día tras día. Bueno, tal vez
no era “sabia” la palabra correcta. Ella tenía sospechas. Y había odiado la idea de Keeley en
cualquier tipo de dolor. Así que Mari, la dulce Mari, había decidido actuar, tomar la oferta
suicida de Cronos y procurar la liberación de Keeley de la única manera que podía. A pesar de
las protestas de Keeley.

"Cronos ni siquiera mantuvo su parte del trato ", le explicó a Wilson. Mari había muerto en
defensa de los suyos, y sin embargo, Keeley no había sido liberada.

El odio se enterró profundamente dentro de ella, echando raíces en la oscuridad de su alma y


la alimentación en el rico suelo de su amargura. Hay tanto que hacer. Primero ella se haría
cargo de Torin. Luego se haría cargo del rey de los Titanes como una vez lo hizo con
Prometeo, quien no era el chico bueno que todos pensaban que era. El no había bañado la
tierra con fuego. Que risible. Pero él había tratado de hundir cada centímetro de ella en
llamas.

"Pero yo le castigué, no lo hice? "Ella se rió con regocijo maníaco. "Corté su hígado cada vez
que se regeneraba y alimente una bandada de pájaros”. Día tras día... año tras año. Zeus, por
supuesto, había tomado el crédito por la hazaña. Pero no esta vez.

Yo soy la Reina Roja. El mundo entero va a aprender de mí, por fin y…temerán "Pronto”, dijo.

Wilson podría haber esnifado. "ya verás". Keeley se acurrucó en un rincón de su celda,
apuñalando la parte inferior de su brazo con la roca afilada como una navaja. La sangre
manaba de la herida punzante, y negras telas de arañas a la deriva a través de su visión. Aun

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así, ella siguió adelante, el corte más duro, y más profundo. Había experimentando cosas peor
que esto.

Cómo perder a Mari... el único rayo de sol en una vida tan negra como la boca del lobo.

"Mari siempre ofrecía comodidad en lugar de censura. Ni una sola vez me dijo una palabra
cruel. "Keeley señaló con la sangrienta navaja a Wilson, y agregó: "Pero tú... oh, tú. Ni siquiera
pienses en negar el hecho de que lo único que alguna vez me da es dolor."

El hijo de puta le sonrió.

"Tú siempre me has engañado, pero ella constantemente me alimentaba. No puedo contar el
número de roedores que ella me Arrojó. "¿Cuántas personas comparten de manera
desinteresada, regalando la única comida que era probable que encontrara, sabiendo que
eventualmente moriría de hambre? Nadie!

Era de extrañar que un vínculo literal se había formado entre ellas, atándolas juntas? Pero
entonces, tal lazo fue el alma de la gente de Keeley los curadores. O, como otras razas gustaba
llamarlos, los parásitos. El lazo era imperceptible para el ojo humano y, como tentáculos
místicos, aferrado a los demás, con o sin la aprobación de desviar la fuerza... y todo lo que la
persona en el otro extremo tenía que ofrecer.

Entre más lazos Keeley adquiría, más poder ejercía y tenía mayor control sobre ese poder.
Pero tenía que tener cuidado. Los lazos trabajaban en ambos sentidos. Ella tomaba, pero
también daba.

Nunca fue divertido tener su propia fuerza utilizada en su contra.

"Pero el vínculo no ayudó a Mari, no lo hizo. " y ahora no se puede…la rabia de Keeley volvió a
redoblarse. Gritó, dejando caer la navaja. El Cautiverio hacía tiempo que había cercenado su
humanidad, y sospechaba que nunca había sido más evidente mientras se levantaba y
arrancaba trozos de roca de las paredes, hasta que no quedó nada de sus uñas. Lágrimas
calientes fluyeron por sus mejillas.

La realeza no llora La realeza no llora

Eso es correcto. Las lágrimas eran una debilidad que no podía permitirse. Ella se secó los ojos,
sus brazos temblando. Su más reciente herida protestó, sangrado más profundamente.
Inhala... exhala.

Actualmente Keeley tenía solamente un lazo restante. A la tierra a su alrededor. Tendría que
ser suficiente para todo lo que había planeado. Ella se hundió junto a Wilson, diciendo: "me
fortaleceré. Voy a tener éxito."Lo harás? El parecía preguntar.

Ella levantó la barbilla. "Nadie me roba y vive para contarlo."

Ella había tenido tan pocas cosas que valiera la pena atesorar. Un reino... Que eventualmente
la había rechazado. Un Maravilloso prometido, hasta que le mintió y le traicionó. Y luego Mari,
que nunca le había herido... Ahora se fue. Para siempre. Un sollozo se liberó.

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La realeza no llora. La realeza perdura.

"Sólo soy una chica. "Las palabras arrasaron su garganta, haciéndola sentir como si hubiera
tragado acido. "Una chica sin su amiga”.

Torin dio un gemido de agonía. "Lo siento. Lo siento tanto”.

Ya ha sanado? Demasiado pronto! "tus disculpas nunca serán lo suficientemente buenas." Ella
golpeo fuertemente sus manos, arrojando más escombros en su celda. Wilson, también, salió
de su jaula. Gritando, "Wilson!" Ella frenéticamente lo persiguió. Él se detuvo en el pasillo –
donde permaneció inmóvil, una vez más mirándola, como siempre fuera de su alcance.

"Bien", le dijo ella, con la barbilla temblorosa. "Sé de esa manera. Tú eres nada sin mí.
Realmente nunca te he gustado de todos modos”.

"Keeley?", Preguntó Torin.

Rechazada por una roca. "Mantente fuera de esto, guerrero. Es entre Wilson y yo." Demasiada
agitada para sentarse, ella se detuvo en el centro de su celda. Fuera de la vista, fuera de su
mente.

Al menos en teoría. Estoy sola. Una vez más.

"Hemos estado aquí siglos," murmuró para sí misma. "Wilson se quedó conmigo a pesar de
todo. Incluso cuando fui encadenada a la pared. "Con ningún arma, ella había tenido que cavar
a través de sus muñecas para liberar sus brazos, y luego, después de que sus manos habían
vuelto a crecer, ella había tenido que afilar rocas y huesos en cuchillas y cortarse sus pies para
liberar sus piernas. "Y él me abandona ahora? Él es tan bastardo como Cronos".

Bueno, se perdería la gran final. Ella iba a terminar el laborioso proceso de cortar la marca del
azufre... y todo iría como un BOOM. Las cicatrices tenían un nombre... un nombre... pupilos! Sí.
Eso es lo que su gente los llamaba. Los pupilos! Aunque Costó, sus dedos casi demasiado
hinchados para cerrarse en torno a las cuchillas, se las arregló para recoger el arma.

"pupilos estúpidos y tonto azufre", se quejó. De algún modo ellos eran la kryptonita de su raza
entera. Básicamente, la peor pesadilla de Keeley.

La corriente de las rocas sulfúricas marcaría el espíritu y la carne hasta de un inmortal, pero en
ella, esas cicatrices vinieron acompañadas por debilidad. Si tenía tantas de ellas, serían negar
totalmente su poder. Incluso tan inmenso como era.

Tocando fondo por tan poco.

Ella no podía castigar a Torin y Cronos correctamente hasta que todos y cada uno de sus
pupilos fueran eliminados. Y tenían que ser castigados. Teniendo en cuenta que su carne a
veces se unía de nuevo, con las cicatrices aún intacta, era un, trabajo frustrante y meticuloso.
Todo siempre dependía de la condición de su cuerpo. Bien alimentada, ella podría crear células
nuevas. Famélica, ella simplemente regenera las antiguas cicatrices.

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Exactamente por lo que guarde todos los bichos que pasaron a través de mi celda en las
últimas semanas. Muertos escarabajos rastreros. Tenía un gran desayuno esta mañana.

Una vez, los pupilos habían cubierto cada centímetro de ella. Para eliminarlos de su espalda,
ella había tenido que tratar las paredes como blocs de notas del infierno y frotar, frotar, frotar.
Su rostro, el torso y las piernas habían sido más fácil, aunque no menos insoportable. Todo lo
que ella había dejado eran unas cuantas cicatrices pequeñas en el brazo... que se regeneraba
una y otra vez No esta vez.

"Realmente lo siento," dijo Torin.

Habría encontrado la gutural, voz de tenor masculino emocionante si no lo hubiera odiado


tanto. Era su remordimiento incluso genuino?

"Por lo menos tu todavía tienes a Wilson", agregó. "Quienquiera que sea."

"Mi roca mascota. Recientemente nos separamos”.

"Oh. yo ... uh, lo siento por eso, también."

"No lo hagas. Fue una decisión mutua”.

Una pausa. Entonces, "yo aun lo siento”.

"Sólo... guarda tu aliento, ya que pronto será el último." Su mano se tensó sobre la navaja. Lo
que se hizo, fue hecho y nunca podría ser deshecho. Nunca, nunca, nunca. "Cometí el error de
perdonar a alguien que me perjudicó una vez antes. "El hombre que ella amaba y con el que
había planeado casarse. "He tenido que vivir con las consecuencias desde entonces. "

Aunque... ella probablemente debería estar agradecida con Hades. Antes de ella haberlo
conocido, había tenido muy poco control de sus habilidades. Con una sola ráfaga de poder
había sacrificado más de la mitad de su gente… en menos de un segundo. El resto de su
pueblo había buscado venganza.

Hades se abalanzó al rescate, llevándola al mundo subterráneo, su domicilio. Le había enseñó


todo lo que necesitaba saber para no sólo sobrevivir, sino prosperar. Él incluso le alabó cuando
había arrasado con su palacio y el tuvo que construir uno nuevo. Esa es mi temible chica.

Keeley empuño la navaja tan profundo que golpeó hueso.

"Yo sé que tu anhelas la venganza", dijo Torin, su voz una balsa salvavidas de calma en el mar
de su montaña de ira, "pero incluso si salimos de aquí, tu no serás capaz de enfrentarme. No
puedes tocarme o enfermaras".

Parecía arrepentido por eso, también. Una mentira, seguramente.

"Matarte a ti es la única forma de obtener venganza, guerrero”.

Una pausa crepitante con tensión. "Qué estás diciendo?"

Gena Showalter Página 13


El Toque Más Oscuro

"Te dije que había oído hablar de ti, ¿no?" Galen, el guardián de los celos y falsas esperanzas,
fue uno de los mayores enemigos de los Señores del Inframundo... y fue un prisionero aquí. Lo
fue durante meses. Ellos pasaron las primeras semanas de su asociación intercambiando
información y hubiesen continuado haciéndolo si él no se hubiese quedado en silencio por el
deterioro de la enfermedad y el hambre. Lo cual era lamentable. El conocimiento era más
precioso que el oro, y ella siempre ansiaba más.es por esa misma razón que una vez configuro
una red de espías que se extendía desde una esquina del mundo a otra. Ella sabía las cosas
aún antes que los Titanes y los griegos. Sólo tenía que recordarlas.

"Ama a Tus amigos", dijo. "Provees para ellos.los proteges”.

"¿Qué tiene eso que ver con nada?"

Como ex soldado real para los griegos, que hacía ver a los gladiadores romanos como
malvaviscos, él tenía que saber a dónde iba con esto. "detenme si has escuchado esto antes,
pero... Puedo matarlos ".

Los barrotes de su jaula se sacudieron. Impacto directo.

"No te acerca a ellos ", bramó él con el regresó de toda sus fuerzas, ahora su creciente rabia lo
dominaba. "Ellos no te han hecho nada”.

"Al igual que Mari no te había hecho nada a ti?"

"Tú no estabas allí. No sabes cómo las cosas sucedieron. Me estás culpando por un
accidente."

"Los dos sabemos que te culpas. ¿Por qué no lo haría yo?"

Pasó un momento, y cuando volvió a hablar, era frío y sereno, una vez más, su tono lánguido.
"no te pongas toda psicoanalítica conmigo, princesa. Yo me culpo a mí mismo, sí. Puedes
echarme la culpa, también. Pero lo sacas de mí, de nadie más. "

A pesar de que él no podía verla, ella levantó la barbilla. "Soy una reina. Llámame "princesa"
de nuevo y te castrare antes de matarte. "Durante muchos años, la castración había sido su
método preferido de castigo. El secreto estaba en el giro de la muñeca.

Murmuró, "deberías estar agradecida, princesa es todo lo que te estoy llamando. "

"Y tienes que saber que voy a hacer todo lo que yo considero apropiado a quien considero
merecerlo."

"Tu actitud me hace pensar en que aun no eres consciente del gran error que estas
cometiendo "su voz paso de la calma al encanto, pero ni siquiera eso embotaba el acero
afilado que acompañaba cada una de sus palabras. " puedes o no puedes ser la temible e
inmortal Reina Roja, pero yo soy un guerrero, uno sin un tornillo. En el campo de batalla, me
gusta la sensación del corte de la cuchilla a través de mi oponente. Me gusta el olor de la
sangre. Me vigoriza. Incluso creo que los gritos de dolor hacen una hermosa banda sonora
mientras yo estoy trabajando”.

Gena Showalter Página 14


El Toque Más Oscuro

En su mundo, la fuerza importaba. Y la forma en que se acababa de describir a sí mismo...Sexy.


No, no es sexy!

"Bostezo", fue todo lo que se permitió decir.

"Bostezas?" Las barras se sacudieron más fuertemente. "¿Me acabas de bostezar?"

"Para que lo sepas, yo he comido guerreros como tú para el desayuno”.

Él no perdió el ritmo. "Bien, ¿tu escupes o tragas? No importa. Tu respuesta. Tu sexual


perversidad no tiene relación con esta situación. Te agradecería que te enfocaras. "

Calor flameado sus mejillas. "Yo no estaba hablando de eso!"

"Hey, No estoy aquí para juzgar. Yo estoy aquí porque esperaba…"Se detuvo, una palpable
sensación de asombro espesandon el aire que nunca perdió el hedor de cuerpos sucios y
suciedad.

¿Qué estaba ocurriendo? “esperabas que ... ¿qué? Ayudar a Mari? Bueno, es demasiado tarde.
No pudiste. se ha ido, y " la barbilla de Keeley tembló con tanta violencia que sus siguientes
palabras tenían problemas para salir. "Y alguien tiene que pagar. Varios alguien”.

"Confía en mí. YO estoy-"clic..."-pagando." El gemido de las bisagras oxidadas acompañó la


última palabra. Entonces... golpes de pasos sonaron? Ella frunció el ceño, confundida. ¿Podría
él sólo haber… Escapado!

Keeley se puso de pie, la navaja cayendo de su mano. Torin se paró frente a su celda, una
mochila colgando en su hombro. O ... mi. Él era todo lo que una chica podría desear y más.
Mercenario…alto y de sangre fría… filoso… asesino. Mi favorito. Mi debilidad.

Ella había pasado siglos sin ver a otra persona... sin tocarse. ¿Por qué tiene Torin que ser tan
magnífico? Su cabello era blanco como la nieve, pero sus cejas y pestañas eran noches oscuras,
y el contraste era un deleite sensual. Pero, oh, sus ojos... eran su característica más
sorprendente. Ellos eran la más rara de las esmeraldas, entrelazados con diferentes tonos de
verde, todo ello sin un solo defecto.

Las terminaciones nerviosas de ella, amortiguadas durante mucho tiempo, se agitaron a la


vida y se estremecieron. La humedad inundó su boca.

La sangre en sus venas se volvió a fundir.

Cierra la distancia... tocarlo... Definitivamente no... bueno, tal vez.

Había un rasguño en el cuello de su camisa, haciendo que el material se abriera ampliamente,


mostrando ese musculoso pecho completamente curado de su auto-cirugía improvisada. Me
gusta...

"¿Cómo escapaste de una prisión ineludible?" …preguntó Ella. Estoy privada. Eso es todo. Un
oso hormiguero habría tenido este efecto en ella.

Gena Showalter Página 15


El Toque Más Oscuro

"Un secreto que olvide", respondió.

"Eso No es una respuesta”.

"¿no estaba destinada a serlo. "Su mirada pasó sobre ella, la intensidad de la misma
asombrosa agresión en su forma más pura. Sus pupilas se dilataron, el negro eclipsando
rápidamente el verde. El eclipse más exquisito. Uno causado por... la lujuria? ¿Acaso este chico
malo la encontraba atractiva a pesar de sus rarezas?

La sangre en sus venas completamente hirviendo de deseo. ¿Qué hay de su crimen?

El calentó disminuyendo drásticamente. ”Harías bien en correr mientras puedas, guerrero."

"O que princesa?"

"te dañare, peor”.

Pasando la lengua por un incisivo. Luchando por la tranquilidad que tan fácilmente antes
parecía mostrar? te advertiré una vez. Sólo una vez. Nunca más una amenaza para mis amigos.
Lo haces y yo voy a terminar contigo. YO no quisiera hacerlo, e incluso me odiaría a mí mismo
después, pero lo haré. Lo entiendes? "

Oh, sí. Ella entendió. "eres aún más protector de lo que yo me había dado cuenta."

Por un momento, ella experimentó unos celos entusiastas dirigidos a sus amigos. Ellos eran
amados por este hombre de todo corazón, nada lo impedía. Con la partida de Mari… cuchillas
en mi pecho, acuchillándome –no había nadie en el mundo que defendería a Keeley. No es que
ella necesitaba ser defendida. Soy, y seré por siempre, un barril de pólvora sin igual. Pero el
gesto hubiera sido bienvenido.

Él hizo temblar las barras. "dije, ¿me entiendes?"

Tan feroz... Respiró profundamente; el cuero y el almizcle de su olor deberían haber sido un
bienvenido indulto, pero la piel de gallina que rompían a lo largo de sus brazos la agravaban. Si
el hubiese sido cualquier otro hombre, ella habría llamado su atracción, como reacción animal.
Pero él no lo era. Y si ella hubiera poseído una voluntad débil, habría cedido a su antojo,
acercándose más.

Recordó cómo se sentía al ser una mujer en lugar de un prisionero. Pero era la reina roja y no
poseía una voluntad débil. Plantó sus pies y se quedó en su lugar. El macho la perturbaba.
Tomó nota. No había ninguna razón para empeorar la situación por coquetear con la
tentación.

Esa hermosa tentación. Nada le impediría vengar a Mari. "Keeley," él replico. "Préstame
atención a mí."

Órdenes? "Dime qué hacer de nuevo y voy a arrancarte la columna vertebral a través de tu
boca."

Él ni siquiera parpadeó. "Eso es más difícil de hacer de lo que tu realmente te das cuenta".

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El Toque Más Oscuro

"Oh, lo sé. Se necesita experiencia… que tengo. En espadas”.

Una vez más, ni un parpadeo. "La arrogancia no es nunca un buen estilo."

"Yo no estoy vistiendo arrogancia. Estoy vestida de verdad." Calma. "Esto es lo que yo
entiendo, guerrero. Una vez que me Prometo hacer daño a cualquier persona que me hizo
daño, lo hago. yo nunca miento. Sobre todo a mí misma. "Ella levantó la barbilla, sabiendo que
era la pura imagen de una mujer terca. "tu, Torin, me has hecho daño."

Suspiró con abatimiento, y sin embargo la emoción brillaba en sus ojos. La yuxtaposición la
confundió.

"Así que estamos en la guerra?", Preguntó.

Ella le ofreció una fría sonrisa. "Nosotros ya estamos en guerra, guerrero. "

"En ese caso, sería prudente matarte ahora."

"Por Favor. Inténtalo "Él Tendría que abrir la puerta de la misma forma en que él había abierto
la suya... algo que ella había intentado mil veces. ¿Cómo logro hacer lo que yo no pude?

Él frunció el ceño. " realmente piensas que una mujer como tú me puede derrotar?"

Una mujer como ella? ¿Qué significa eso? Las gotas de ira rodaron a través de ella. "Yo he
derrotados a hombres más grande y mejores que tú”.

"Más grandes tal vez, pero mejores? Dudoso, teniendo en cuenta que no hay nadie mejor ".

La arrogancia ciertamente le sentaba bien. "¿Has oído hablar de Tifón, el supuesto padre de
todas las monstruosidades? Mitad dragón, mitad serpiente. Todo actitud. A Zeus le gusta
presumir de haberle derrotado, pero yo fui quien le rasgó en mil pedazos y lo metí debajo de
una montaña. ¿Y sabes ¿por qué? Porque él me frunció el ceño cuando caminaba junto a él”.

"Bostezo", dijo Torin.

Su columna vertebral se puso rígida. ”Has subestimado a tu oponente. Un error fatal, muchos
antes que tú lo han hecho. Les podrías puede preguntar acerca de la experiencia... pero estás
muerto. "

Su mirada se movió entre la cerradura de la puerta y la herida en su brazo. Finalmente dijo: "tu
estas en duelo por la pérdida de tu amiga. Te voy va a dar un pase. Esta vez. No te daré otro."

Aw, el feroz guerrero creía que estaba siendo amable? "tienes una opción. Quedarte en este
reino o partir. Un día dentro de poco voy a derribar toda esta prisión. En el momento en que lo
haga, voy a ir por ti. Si te has quedado, concluiremos nuestro negocio aquí en este reino.
Tienes mi palabra. Si no, voy a cazarte a ti y tus amigos… comenzare con ellos”.

El perforo una de las barras. Ira, mal humor. Un escalofrío le camino a través de ella. "no
puedes ganar contra mí, Keys. ¿Por qué te plantas a través de esta batalla? "

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El Toque Más Oscuro

Ella ignoró su familiaridad, diciendo: "te sugiero que utilices el tiempo que te queda de vida
creando trampas para mí. "No importaba lo que él hiciera, él perdería. Pero el esfuerzo podría
hacer que se sintiera mejor acerca de la derrota por venir. O no. Probablemente no.

Sus ojos se estrecharon. "Muy bien. Hasta que nos encontremos de nuevo... su majestad.
"Con una mirada final que, sorprendentemente, fundio su aliento, salió de la mazmorra.

Keeley trabajó a un ritmo infernal, cortando y escavando hasta el final en la cicatriz de azufre.
Esto es para ti, Mari. Ella habría terminado ya, pero su mente se había desplazado
constantemente a Torin.... Lo odio!

Y sin embargo, ella no podía dejar de preguntarse si sus cabellos rubios blancos eran tan
suaves como parecían. O si sus labios malvados serían firmes contra los de ella o blando. O si
su piel bronceada se quemaría oh, tan bueno, sus músculos se endurecerían bajo su tacto
cada vez que le toque.

Un temblor de todo el cuerpo se apoderó de ella. Mala Keeley. Mala! Pero después de todo lo
que había sufrido, se merecía placer. Y realmente, Torin le debía un poco… De ninguna
manera. No vayas allí.

Torin estaba para siempre fuera de los límites, no importa lo desesperada que ella estaba. Él
era bastante, no se podía negar, pero tenía que mantener las cosas en perspectiva. Mira a
Hades. Unos centímetros más alto que Torin, con una fuerza que nunca había visto en otro. Su
cabello negro no estaba nunca atractivamente desordenado, y su ojos medianoche siempre
prometieron una indulgencia carnal salvaje, y el estaba equipado perfectamente para
ofrecerla. Y sin embargo, Hades era tan probable que pelara la piel de su pareja en la cama
como a su ropa.

Keeley, la reina que nunca había conocido el afecto, había sido impotente contra su apelación.
Ella había estado enamorada de él. Duro. Un romance que chisporroteaba había florecido, y
abarco siglos.

"Eres tan poderosa, mascota," él le había dicho un día. "Pero ese poder es inestable. Tú
podrías hacerme daño accidentalmente... a menos que la guerra silencie lo peor de tus
habilidades. Sólo entonces voy a estar a salvo de ti. Y yo quiero estar a salvo. Quiero pasar mi
eternidad contigo. No lo deseas, también?"

Ella lo había amado, y también había estado de acuerdo con él. Sus poderes habían sido
inestables. Las cosas malas sucedían cada vez que sus emociones habían tomado lo mejor de
ella, cualquiera que fuera la temporada, el clima había respondido en especie de tsunamis, de
huracanes, Vórtices polares, Tornados, incendios forestales. Si alguna vez hubiera perjudicado
al macho con el que iba a casarse, habría querido morir.

Cuando le había indicado a el que podía estar a salvo de su poder marcándose así misma con
azufre, negando su poder específicamente sobre él, él hubo señaló que su pueblo nunca
estarían a salvo, y Ella no podía esperar que todos bajo su mando fueran a tales extremos,
¿podría ahora?

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El Toque Más Oscuro

Tan razonable. Tal manipulador.

Hades, el guerrero más feroz en la existencia, el macho con cientos de ejércitos de demonios
bajo su mando y, literalmente, el ex del infierno, había temido que su poder se hubiera crecido
mayor que el suyo, nada más y nada menos. Él simplemente no hubiera sido capaz de
soportarlo. Pero las cicatrices no fueron incluso el peor de sus crímenes. Después de que él la
había debilitado, la vendió a Cronos…por un barril de whisky.

Hay dos cosas que "nunca voy a olvidar. Los crímenes cometidos contra mí y mi poder. Y Hades
va a pagarlo muy duramente. Ella planeaba cortar su cabeza y sacar su cerebro. Estaba
pensando usarlo como calabaza y llenarla de entrañas en Halloween. Establecería un puesto
en el nivel más bajo de los cielos y permitir que todo el mundo al que alguna vez Hades había
hecho daño viniera y usara su cráneo como un inodoro.

En una palabra: mágico.

Keeley silbó cuando la navaja salió por el otro lado de su brazo. Inestable, puso a un lado el
arma y levantó el trozo recién afeitado de la piel marcada. Cuando la sangre se filtró hacia
abajo, estudió su brazo bajo la luz. Volvería esta última cicatriz?

Esperó, un minuto marcando otro. El tejido de su piel se unió de nuevo junta, sin dejar cicatriz!
Ella... lo había logrado? Sucedió? No podría ser ....

Se llevó una mano al pecho, donde su corazón martilleaba erráticamente. Soy yo de nuevo?
Siglos de trabajo, por fin terminado? avanzó pesadamente sobre sus pies, esperando que un
aumento repentino de poder golpearla en cualquier... segundos .... pero no había nada.
Faltaba mucho.

Ella también esperaba una abrumadora sensación de triunfo, pero... no sintió eso, tampoco.
Resolución lleno sus brazos, sin dejar espacio para nada más. No había mucho más para que
hiciera. Matar a Torin. Matar a Cronos. Mata a Hades. Llorar a Mari. Ella metió el trozo de piel
que se había acabado de quitar en el bolsillo de lo que quedaba de su vestido. Mi trofeo.
Tendría que tener cuidado de no tocarlo hasta que el azufre se debilitaría contra el contacto.
Pero también no podía desecharlo y permitir que cualquiera se lo encontrara y quizás usara en
su contra.

Se acercó a los barrotes de su celda, cada paso más seguro que el anterior, con la mente más
clara. Tratando de mantenerse sobre las corrientes de poder…el metal de los barrotes
ampliándose al instante.

Realmente soy yo de nuevo. Una mareante anticipación reemplazó a su voluntad, y sin


detenerse en sus pasos, ella recogido a Wilson.

"Si te hubieras quedado conmigo", le dijo, "yo te hubiera protegido. Ahora? Olvídate de eso".

Con un apretón, ella lo volvió polvo y se centró en la celda de Mari. Otra corriente de poder
causado que esas barras se ensanchen, también.

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El Toque Más Oscuro

El recinto era del mismo tamaño que el de Keeley, las paredes más suave y no manchadas por
la sangre. En el centro había un montículo de tamaño de un ataúd de suciedad. La ira disparó a
través de ella, y cuando lo hizo, relámpagos explotaron de sus poros, crepitando todo
alrededor de ella. ¡Sí! Esto! Un segundo más tarde, cayó a sus pies por una ráfaga de viento, su
piel chisporroteando deliciosamente y su sangre corría efervescentemente mientras flotaba en
el aire.

Todo el calabozo empezó a temblar, el polvo y los escombros a llover desde el techo.
Demasiado pronto, el caos fue demasiado para que las paredes antiguas pudieran cargarlo. Se
derrumbaron, una por una, las barras de la puerta doblándose, Luego arrugándose, el techo
agrietándose, luego caían.

Ni un solo pedazo de roca o concreto se atrevió a arremeter en su contra. Calma... constante...


no quieras destruir todo el reino. No todavía.

Respirando profunda dentro... fuera.... El temblor se desvaneció lentamente, luego se detuvo,


el polvo despejándose poco a poco. Keeley flotó hacia abajo, abajo, al calabozo de nada, era
más que un montón de nada a su alrededor. Aterrizó en una roca, el viento azotando su pelo.
Cerrando los ojos, disfrutaba de su primer sabor de la libertad de siempre. El sol asomó por
detrás de una pared de nubes, acariciando su rostro a pesar del frío invierno. Glorioso.

El chasquido de una ramita hizo eco, y ella se puso rígida, escudriñando el bosque que la
rodeaba. Árboles ennegrecidos, tierra arrasada. Bocanadas de humo y cenizas.

Bienvenidos al reino de las Lágrimas de las Lamentaciones, donde la felicidad viene a morir.

Entonces llovió sin la ayuda de las emociones Keeley, llovió, abnegadamente sobre todo el
reino. Ella había perdido la cuenta del número de veces que casi se había ahogado dentro de
su celda.

Una vez la casa de Cronos, actualmente el hogar de los Tácitos, una raza de criaturas tan
sanguinarias y viles que casi nadie se atrevía nombrar su nombre. Y sin embargo los Tácitos
temen mencionar mi nombre. Sonrió, y conocía todo aquello que miraba que creía que era
pura maldad. Tan cierto. Pobre Torin.

Se había asegurado que el haría cualquier cosa para permanecer detrás, aunque sólo sea para
acabar con ella y salvar a sus amigos de su locura. Lo que significaba que estaba en alguna
parte, esperando. Anticipando...

No podría ser mas emocionarse. Así era el negocio. Sangriento, sangriento negocio.

Una idea formándose. Pronto, Hades enviaría sus secuaces tras ella. Cada pocas semanas,
llegarían a verla y asegurarse que ella seguía siendo un prisionero. Verlos a ellos masticar a
Torin podría ser divertido. Él experimentaría una retorcida agonía, y ellos enfermarían.
Entonces podría eliminar cada una de sus cabezas. El final ideal para muchos de sus enemigos.
Estaba decidió.

Bueno. No hay nada más que hacer. Estoy emocionada.

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El Toque Más Oscuro

CAPITULO 3
CHICO. LA REINA ROJA, pensó Torin incrédulo.

Con razón los inmortales en los cielos apenas y susurraban sobre ella. ¿Loca? ¿Cruel?
Demonios sí. Ellos probablemente asumían que decir su nombre en voz alta tenía un efecto
Beetlejuice y la invocaría Ahora al menos, él entendía el título. Con tal poder ella podría
matar ejércitos enteros con un chasquido. Y esta es la mujer que amenaza a mis amigos. Mi
única familia

En serio, amigoooo El demonio se estremeció

Oculto por un árbol nudoso con extremidades llenas de espinas y hojas quebradizas que lo
mordían con dientes de verdad. Torin veía a Keeley desde la distancia como un fenómeno,
completamente estupefacto por ella. Ella se detuvo mientras pedazos de la mazmorra llovían
a su alrededor, ni tenía un solo rasguño. Bueno eso no era completamente verdad. Su brazo
estaba roto. Pero aun así ella había derribado la prisión, justo como había dicho, y parecía que
no había levantado un dedo para hacerlo

¿Qué más podía hacer?

Algo se movió dentro de él. La misma ferocidad que él solía sentir en el campo de batalla, la
misma sensación por la que una vez él había vivido- y que nunca pensó tener de nuevo,
Sonrió.

¡Idiota! Esta era una batalla que tal vez el no sería capaz de ganar. ¿Podría alguien? Él no había
liberado a los otros prisioneros en su camino a la salida, todos y cada uno de ellos había
muerto hoy. A ella ¿le importaba? Definitivamente no

Hablando de los prisioneros… uno de los hombres le había resultado familiar, demacrado pero
familiar, reviviendo un sentimiento de enojo dentro de él. Torin no era capaz de reconocerlo o
después encontrar a este hombre

No es como si todavía importara. Él tenía un asunto más grande en manos. En más de una
manera, perdió la cuenta de veces que el casi había regresado a Keeley. No para herirla o
gritarle, como habría querido. Pero simplemente para verla de nuevo, para bromear con ella.
Para rogarle perdón. Para demostrar que ella no era tan bella, que te paraba el corazón como
recordaba. Para cortar el estúpido lazo. Un cordón invisible que constantemente lo
apremiaba a acercarse. Para solo… estar con ella

¿Qué estúpido era eso? Tengo que matarla

Una oleada de angustioso remordimiento barrio a través de su pecho mientras imaginaba a la


poderosa belleza en peligro de muerte. Demonios el no debería de sentir preocupación acerca
de su destino. Y no debería de tener que recordarse que ella era una amenaza para su familia.

Momento para un pequeño refuerzo negativo. Torin movió los dedos alrededor de la gruesa
rama del árbol permitiendo que el follaje se alimentará de el. Dientes rasposos y afilados

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El Toque Más Oscuro

lastimaban su piel, la sangre goteaba de su mano. Las hojas entraron en un frenesí alimenticio
como pirañas, dejando nada más que hueso. Dolía como el demonio mientras el jalaba su
brazo lejos. No tenía que preocuparse porque la planta diseminara la enfermedad- moriría en
una hora.

Mientras se curaba, estudiaba a Keeley mas atentamente, dos cosas quedaron


incómodamente claras. El refuerzo negativo no había ayudado. El deseo de matarla seguía
curiosamente ausente. Y el deseo de arrojarla al piso y probar su fuerza crecía. Una prueba de
fuerza- eso era todo.

Sus ojos eran grandes y sensualmente arqueados, como si hicieran señas al hombre alrededor
de su cama. Desnúdame decían. Hazme lo que quieras, a pesar de que su cabello estaba
apelmazado con suciedad y enredado. Las hebras destellaban un brillante azul cobalto a la luz
de los rallos opacos del sol. Sus labios eran rojos eróticamente gruesos. Del tipo que una mujer
estaría dispuesta a pagar una fortuna por tenerlos… y un hombre pagaría una fortuna por
tenerlos sobre todo el cuerpo. Su piel era perfecta pura como hielo y también con tonos azules
Extraordinaria. Un hada del azúcar viva y respirando, edición mazmorra Linda banda sonora de
un porno Gimió, esto no, lo que sea menos esto.

Siglos atrás. Torin pasaba la mayoría del tiempo follando con todas las mujeres que conocía –
en su mente Y él era bueno. Un dios entre los hombres. Nada como el demasiado rudo
soldado, que era incapaz de cerrar el trato. El tomo amantes contra las paredes, dobladas
sobre mesas de café y sobre el suelo tan salvaje como animal. Y ellas lo amaban Mi tortura.
Abrir puertas que nunca sería capaz de cruzar. Burlándose de mí con lo que nunca podría
tener.

Keeley levanto su brazo y extendió el dedo índice, relámpagos cruzaron el cielo y golpearon la
punta de su dedo ella no se cayó ni siquiera se movió, pero sonrió.

¿Qué demonios era?

Enfermedad golpeo contra la cabeza de Torin. Imprudente en un intento de alejarse de la


chica.

Por primera vez. Torin estaba de acuerdo con el demonio. Pelear con Keeley no sería el rápido
agarrar y apuñalar que él había esperado. Llevaría tiempo. Tiempo que no tenía. Cameo y
Viola no se encontrarían solas. Y no olvidemos la necesidad de encontrar y destruir la caja de
Pandora. Era la única cosa en este mundo o en cualquier otro, capaz de matarlo a él y a sus
amigos en un simple golpe.

O algo así pensaban

A pesar de que no hizo ningún ruido, Keeley volteo en su dirección. Su mirada de hielo azul se
detuvo y se estrecho en él. A pesar de la distancia entre ellos- aproximadamente cien yardas-el
sintió como si lo hubiera golpeado en el estómago. Y le gusto.

Solo mátala y vete

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El Toque Más Oscuro

-¿Escondido? – Pregunto ella – me decepcionas.

Demonios en su tiempo separados, él no había desarrollado inmunidad a su solo- quiero-


lamberte voz aunque probablemente no haría mucha diferencia si lo hubiera hecho. Ella
vestía un andrajoso vestido que se había quedado sin mangas estaba deshilachado hasta el
muslo era totalmente la sexy Jane de Tarzan. el se paró bajo un haz de luz - Bueno tengo
curiosidad, ¿cómo derribaste un edificio completo? y ¿porque espéraSte tanto para hacerlo?

- Torin, Torin, Torin – ella chasqueo la lengua. A pesar de su postura calmada sus ojos ardían
con odio- Tu estas poseído por un demonio. Matas gente con un toque. Usar mis secretos en
mí contra esta demasiado fuera de tus límites. Entenderás que me reusé a contestar.

- Claro, pero con tus habilidades. Estoy sorprendido de que no sepa más gente de ti.

- Rara vez dejo supervivientes, hay menos chismes de esa manera.- Ella lo miro una, dos veces
yendo más lento la segunda vez. Se lamio los labios, haciéndolo pensar…

No. No pienses. Él ya estaba duro como el acero, Ni siquiera Cameo la hermosa guardiana de la
miseria lo había afectado tan fuerte y con tan poco. y ellos se vieron por meses - ¿Te sientes
como para hacerle un favor a una chica? – pregungo Keeley- dime como abriste la puerta de tu
celda. La celda estaba diseñada para responder a Cronos y tu Señor Del Inframundo no eres el.

Le había tomado solo un segundo abrir la puerta, y quiso patearse por no escapar días antes.
¿Cómo se le pudo olvidar que Cronos había sellado, la llave que todo lo abría dentro de su
pecho? Ella podía abrir cualquier cerradura en cualquier momento en cualquier lugar

- No hay favores – dijo- no hoy- atácala ¡ahora!

- Claro- dijo ella sonriendo, y él pensó que no había nada más malévolo que su sonrisa, fue
como si ella hubiera encontrado escondido, un botón mágico que conectaba directamente con
su sistema reproductivo.

“Para una intensa y candente excitación presione aquí”

El retrocedió un paso. No era por ella, no podría ser por ella. Sus pasatiempos normalmente lo
mantenían distraído de sus no deseados deseos. Pero últimamente no había tenido acceso a
una computadora o a videojuegos, o a una cocina, o una cámara, o a una mesa de billar, o a un
tablero de ajedrez, o a un paquete de cartas o a otras miles de cosas. wow.

Aparentemente no pensar en sexo, no intentar tener sexo y en realidad no tener sexo


equivalía a montones de tiempo libre para Tor Tor. Pero pensándolo no era por ella- de
verdad, de verdad no podía ser ella- él no podía dejar de imaginarla vestida de cortesana, con
un bra brillante, combinado por supuesto con unas pantaletas, no mejor bragas…En su mente,
él la obligaba a hincarse y le exigía que se devorara cada palpitante pulgada suya.

Después de todo era aficionada a devorar

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El Toque Más Oscuro

Ella lo obedecería ansiosamente- no podría vivir otro minuto sin saber el sabor de Torin-
abriendo su boca, tomándolo profundamente. Todo hasta alcanzar la base, ella gemiría y el
sonido vibraría a lo largo de su pierna, intensificando su placer, Sí. Eso es. Lo que él quería.

Él tuvo que rechinar los dientes ante la magnificencia de las sensaciones que lo atravesaban. El
anhelo de lo que nunca podría tener- y que no debería desear. El calor. El aumento de sus
pulsaciones…Suficiente. ¡Basta!

¿No le había enseñado nada Mari? ¿No lo había hecho Cameo? Ella nunca se había mostrado
insatisfecha con su arreglo, pero él sentía la emoción como si fuera otro ente en la habitación.
Ella tenía necesidades. Para ser atendidas por su amante. Caricias, masajes, placer, manoseos,
apretones que recibir, necesidades que él no podía cubrir.

Destinado a la decepción. Siempre.

Además esta mujer tenía la intención de matarlo. Y si no a él, a sus amigos. Por un crimen que
el cometió.

Esto no era un tonto mal entendido que podían resolver con una simple conversación corazón
a corazón, Keeley separo sus manos como diciendo miren que increíble soy.

-Te voy a hacer un favor y te dejare escoger como terminara esto. ¿Prefieres que te remueva
ambos brazos, o que te obligue a sacar cada órgano con tus propias manos? -De alguna
manera ella parecía más calmada y las llamas de su odio incluso más ardientes.

- ¿cómo planeas hacer cualquiera de las dos cosas si no puedes tocarme?

- ¿Por qué decírtelo? – Dijo ella- ¿cuándo puedo mostrártelo? Alerta de spoiler: el siguiente
truco va a ser la última nuez-patada.

-¿Nuez-patada?- si no fuera por su rabia asesina, ella sería la mujer perfecta – las verdaderas
reinas no hablan en esa forma.

-Esta reina lo hace.

Un segundo después, el suelo bajo sus pies desapareció. No, eso no era verdad, no había
desaparecido, él había sido catapultado por el aire donde se dio la vuelta, sus extremidades
estaban tirantes… más tirantes… Hasta que sus hombros se salieron de su lugar. Su piel se
empezó a rasgar. Dolores agudos, por todos lados. En cualquier momento el perdería cada
extremidad.

¿Lo más perverso de la experiencia? Le gustaba la presión, la saboreaba. - - ¿Cómo es que


haces esto?-pregunto a través de respiraciones jadeantes Ella le soplo un beso duro, como
juego preliminar para los guerreros…Soy un hombre enfermo

- En este momento- dijo ella- estas experimentando una pelea de impotencia. La misma
impotencia que Mari debió sentir mientras tu enfermedad saqueaba y apaleaba su sistema
inmune.

Placer olvidado. La culpa lo golpeo.

Gena Showalter Página 24


El Toque Más Oscuro

La barbilla de Keeley temblaba-Tú la hiciste llorar, guerrero. A veces juro que aun la puedo
escuchar sollozando.

El cerró los ojos herméticamente -Hazlo entonces. Termíname- él lo merecía. Ella quedaría
satisfecha y sus amigos estarían seguros de su ira.

- ¿Tan rápido? – pregunto ella- no. Apenas estamos empezando Algo de la presión disminuyo

- Vamos- le grito mientras sus extremidades se iban sanando- ¿que estas esperando? No
volverás a tener una oportunidad así.

- En realidad, tendré tantas oportunidades como yo quiera.

- ¿Tan segura estas de tus habilidades?

- Quizá, estoy segura de tu falta de habilidad.

Esa burla quemo tanto que podría haber usado un poco de aloe vera en su alma. Siempre
esperando en la banca, nunca en el juego. Forzando un tono tranquilo dijo-he sido bueno
contigo en honor a tu perdida y todo.

- perdida que fue tu culpa- escupió Keeley, la presión creció de nuevo.

- pero mi buena voluntad oficialmente termino.

Un rugido de animal de repente hizo eco por el bosque, interrumpiendo el inicio de un largo y
confuso discurso que no tenía otro propósito que el de posponer y darle oportunidad de
pensar la manera de salir de esto. Torin cayo, estrellándose contra el suelo. Incluso aunque
perdió su aliento, brinco sobre sus pies, trás de él las ramas crujieron. Juntando sus
extremidades. Otro rugido sonó, este fue más fuerte y cercano.

Algo venia por este camino- y rápido. Él había estado en estos bosques por días, y no había
habido señal de vida. Bueno salvo por las plantas carnívoras. ¿Y ahora esto?. Miro a Keeley.
Ella puso sus manos sobre su cadera, todo un trocito de enojo femenino. Cosa graciosa. Incluso
eso era sexy.

El golpeo un lado de su cráneo en un esfuerzo por aclarar sus pensamientos, y en realidad


funciono. Palmeo la daga que había traído desde casa, listo para hacer frente a este nuevo
reto.

La criatura llego rodeada por una nube de polvo. La realidad lo golpeo- era un Unspoken.
Mitad hombre mitad bestia, en lugar de cabello, serpientes bailaban y siseaban en su cuero
cabelludo. Y en lugar de piel, tenia partes carbonizadas de lo que alguna vez fue pelaje. Dos
largos colmillos salían del final de sus labios hasta su sien como sables. A pesar de que tenía
manos humanas, sus pies eran pezuñas afiladas como navajas. Su oscura mirada vagaba sobre
Torin, catalogando cada detalle, y su lengua bifurcada lamia sus labios

– mio- dijo.

Gena Showalter Página 25


El Toque Más Oscuro

Keeley estudio a su nuevo oponente, que cosa tan fea. El Unspoken debió escuchar que la
prisión se había derrumbado y decidió ir a ver qué pasaba, y ahora él había aparecido ansioso
por tener una bonita cena a la Torin.

Estrictamente, ella podría no ser carnívora como el Unspoken, pero ella le podría dar a Torin
una mordida o diez… Deja de coquetear con la idea de seducción y ¡pelea! Ella pensó en todas
esas ocasiones que esa criatura y sus subordinados habían invadido la prisión, frenéticos por
romper los barrotes y alimentarse de los prisioneros, aunque ellos nunca lograron pasarlo, se
habían estirado a través de los barrotes y habían agarrado a todo aquel que estuviera lo
suficientemente cerca. Ella había escuchado los horrendos frutos se sus trabajos. Los gritos.
Los ruegos por piedad nunca concedida los victoriosos graznidos de júbilo.

La venganza iba a doler. Mientras se preparaba para dar el primer golpe. Torin voló a través
del polvo y atravesó una daga por la garganta de la criatura… solo para desaparecer. ¿A dónde
había ido? Debería estar cerca. De acuerdo a Galen. Torin no era un inmortal capaz de
desaparecer.

El Unspoken permanecía sobre sus pies, sanando rápido y enojándose cada vez más. Torin
reapareció y golpeo – una, otra vez, otra vez y otra vez- causando más daño cada vez. El
Unspoken trataba de atraparlo, trataba era la palabra clave. Torin exudaba emoción más que
miedo, agachado, siempre buscando el momento perfecto. Y Por más que ella odiaba
admitirlo, la maestría del guerrero la impresionaba.

El problema era que él no podía hacer contacto real con la bestia arrojarlo o pegarle, ni
siquiera darle patadas en las piernas. ¿Estaba determinado a prevenir una plaga? ¿Incluso con
una criatura vil como el Unspoken?

Tal vez el de verdad él se sentía mal por lo que le había hecho a Mari. Keeley presiono la mano
contra su estómago para detenerlo porque de repente se había revuelto- eso no cambiaría su
destino. No podía.

Aun le quedaba una cualidad: su integridad. Ella prometió exterminarlo, y lo haría.

El Unspoken golpeo con sus garras a Torin. Y esta vez Keeley lo tomo personal. Torin era suyo
para matarlo. De nadie más. Cualquiera que si quiera pensara en lastimarlo. Automáticamente
firmaba su sentencia de muerte.

-Te daré 5 segundos de ventaja- le grito al Unspoken – te sugiero que corras… y rápido.

Al sonido de su voz la criatura se congelo. Su negra mirada se giró hacia ella y se estrechó – tu
–dijo.

-cuatro – keeley esponjo su cabello- estoy segura de que has escuchado rumores sobre mi
afición por viseras y mi disgusto por mostrar piedad. Bueno, te aseguro que ambas son verdad.
Solo pregúntale a tu hermano. Oh, espera. No puedes. Él se acercó a mi celda y lo destripe.
Tres veces. Torin voló por el aire atravesando el ojo del Unspoken. Un bramido de dolor salió
de él.

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El Toque Más Oscuro

La bestia pateo a Torin, golpeándolo en el pecho. Torin, salió disparado sobre lo que quedaba
del puente levadizo directo al fangoso lago que estaba abajo. Orden de muerte firmada,
sellada y a punto de ser entregada. – Dos. Uno.

-Siempre pensé que tu serias la más sabrosa- grito la bestia, regresando su atención a ella. El
avanzo hacia ella. Y a pesar de que en un momento cientos de yardas los separaban, estuvo
frente de ella al siguiente. Alzándose sobre ella, su fétido aliento golpeando su cara,
quemando su piel.

– finalmente puedo descubrir si tenía razón

- Veo que nadie te enseño la importancia de un buen cepillo de dientes- ondeo su mano
debajo de su nariz.

- No te preocupes. Limpiare mis dientes con tus huesos- el salto sobre ella- al Unspoken le
gustaba ablandar sus comidas.

Ella le envió una carga de poder golpeado su pecho, causando que todo su cuerpo vibrara. Ella
estaba a punto de lanzar otra carga, cuando algo duro la golpeo en un costado, quitándola del
camino. Ese algo mantenía un apretado e intraspasable dominio, viajando con ella girando en
medio del aire, tomando el impacto, cuando aterrizaron ella contuvo el aliento y recupero el
equilibrio- solo para darse cuenta de un jadeante, ceñudo Torin se alzaba sobre ella, un
musculo palpitaba en su mandíbula.

- ¡Tonto! ¿por qué hiciste eso?- exigió saber ella

- ¿Que clase de estúpida mujer, permanece solo parada cundo una bestia del triple de su
tamaño se prepara para sacarle el cerebro a través del agujero de la oreja?

¿Él está… ayudándome? ¿Por qué?

Sus pensamientos se descarrilaron. Cabello mojado se aferraba a la cara de Torin, gotas de


agua cayendo, bajando, lavando las manchas de mugre, rayos de luz fragmentaban sus ojos
esmeraldas, brillando con sensualidad y una mezcla de peligro y lujuria.

Era sexualidad cruda, proveía masculinidad salvaje suficiente para azotar a través de cualquier
mujer. Las defensas que alguna vez construyo, dibujaban una caliente y carnal respuesta en
ella.

Temblores, falta de aliento. Hambre sin fin. Sabiendo que el Unspoken estaba fuera de
combate, al menos por unos pocos minutos más. Ella se estiro para trazar las líneas de los
hermosos labios de Torin. Él se mantuvo, atrapado por la misma necesidad desesperante, que
ella sentía. Definitivamente retándola a hacerlo, retándola a tomar lo que ella quería. Pero en
el último segundo, él se tambaleo hacia atrás. Como si ella planeara golpearlo en lugar de
acariciarlo.

- No lo hagas- le espeto- mientras haya ropa entre nosotros, estarás bien, pero contacto piel
con piel te destruiría.

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El Toque Más Oscuro

Rabia. Contra de él, contra de ella. Como se había olvidado de su infección Alivio. Debilidad en
cualquier tipo no estaba permitida. Rabia otra vez. Él era el asesino de Mari. El Enemigo. El
deseo por Torin no podía ser más fuerte que su deseo de revancha .Sus huesos comenzaron a
vibrar, el suelo tembló. El aire azoto con un frenesí peligroso, Truenos tuvieron auge y el cielo
se oscureció en un negro opresivo. Torin busco la fuente del tumulto, no se daba cuenta de
que era ella.

El Unspoken se recuperó antes de lo esperado y se transportó a donde estaban. Quitando a


Torin que estaba distraído del camino y tomando a Keeley por el cuello. Ella no forcejeo
mientras era levantada del piso. No había necesidad.

- ¿Ya no eres tan altiva eh mujer?

- ¿Alguien tiene el trabajo de papel de baño por un día no?

Una afilada lanceta de dolor en su cuello. Oh. Él le había de roto su espina dorsal -Quiero que
sepas el gran placer que tendré de exprimirte tan fuerte, que tu cabeza se caerá. Su voz era
como navajas cortando a través de ella, su sonrisa lenta y triunfal… y todo lo malvada posible -
usare esa herida como pajilla y te drenare hasta secarte.

Creativo - se necesita… más que tu... para terminarme.

Las vibraciones alrededor de ellos se intensificaron, se centraron en el. La confusión surco su


frente, justo antes de que el suelo se abriera, amenazando con tragárselo completo, la libero
un poco, permitiéndole saltar para ponerse a salvo, a pesar de que ella no se movió más de
una pulgada, ella permaneció en el aire, el viento se arrecio, azotando las puntas de su cabello
y el dobladillo de su vestido arruinado.

Las nubes oscuras de la noche ondulaban, gritos como si estuvieran en labor de parto… y
finalmente haya dado a luz una violenta tormenta. Dagas de hielo acribillaban la tierra y al
Unspoken. Cuchillada. Cuchillada. Cuchillada. Los cortes eran más profundos que los que
Torin le había hecho. Su piel lloraba, la sangre se fugaba. Sonriendo, torció un dedo hacia él. El
Unspoken intento plantar sus rodillas y mantenerse en el lugar. Pero él no era lo
suficientemente fuerte para oponerse al golpe de su poder. Y de repente él estuvo a solo unas
pulgadas lejos de ella, al final del acantilado, él había esperado hacerle daño. Había esperado
hacerle daño a Torin.

Ahora él había muerto Torin se había ido por el precipicio, atravesando su daga por los tobillos
del Unspoken, con un bramido, la bestia se había caído sobre sus rodillas, pero justo antes de
aterrizar, él se volteo y una vez más, lanzo su fornido brazo contra el guerrero. Torin rodo
varias yardas lejos, e incluso a pesar de que el hielo también lo golpeo causando el mismo
daño severo. El mantuvo su mirada estrecha sobre el Unspoken preparándose para lanzarse
de nuevo al ataque.

No podía dejarlo. Sus emociones… casi demasiado fuertes para controlar. Si ella no era
cuidadosa, Torin podría morir en un momento de caos.

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El Toque Más Oscuro

¿Dónde está la justicia en eso? Respiración profunda… afuera… adentro… pero “casi” lo había
aplastado y quemado. Ella sintió mucho por demasiado tiempo, sin ningún tipo de liberación.
Intento transportar a Torin fuera del lugar. Tal vez tuvo éxito. Tal vez no. La rabia había
derribado las paredes de sus defensas y exploto dentro de ella. Ella perdió la pista de lo que la
rodeaba. Su espina dorsal se realineo. Se sano y arqueo. Provocando que su cuerpo se
doblara…Aullidos de dolor erupcionaron- y no venían de ella.

Los rasgones de piel. El estallido de huesos rotos. Los pops de un cuerpo estallando, el sonido
de la sangre corriendo. Las salpicaduras. La lluvia de pedazos de órganos. Liquido caliente la
salpico. Como metralla golpeando contra ella.

Pero tan rápido como la tormenta había venido, se calmó. Keeley floto hacia el suelo. Limpio
sus ojos para ampliar su campo de visión. El Unspoken se había reducido a hebras- Y ni una de
ellas era identificable. El no sería capaz de recuperarse de esto. Nunca se regeneraría. Esto era
todo para él. El final bien librado.

Pero… no había señal de Torin. Ya fuera que ella lo hubiera transportado como esperaba o
hubiera muerto, sus intestinos mezclados en la carnicería. El remordimiento golpeo directo en
su corazón. Porque ella no había tenido la clase de revancha que había esperado.

No por el – no, imposible- subyacente sentido de perdida No podía extrañarlo.

¿Oh podía? Torin era el asesino de Mari. Si pero también era el único lazo que Keeley tenía con
la chica. El único lazo con la tierra de los vivos. Ella intento transportarlo. Cuando todo
permaneció como estaba. El pánico golpeo. Murió su calma. Ella podía vincularse con
cualquiera menos con los muertos.

Bueno él no podía estar muerto. Él era un feroz Señor Del Inframundo, el simplemente podría
estar moviéndose muy rápido para que ella lo ubicara...Si eso era. Ella avanzo. El andaba por
ahí y ella lo encontraría. No importaba donde se hubiera escondido. Ellos terminarían su
guerra. Y ella encontraría otro lazo con el mundo de los vivos Vida, les presento a la
perfección.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Cuatro
Torin corrió a través de la selva, con cuidado para evitar las trampas que había puesto…
trampas que habría establecidos incluso sin la sugerencia de Keeley, gracias. Ramas
abofeteándole en la cara y las hojas tratando de morder sus mejillas, pero apenas se dio
cuenta. En un segundo el había estado preparado para lanzar un ataque final contra el
Unspoken, y al siguiente había estado a una buena distancia de la acción. Keeley le debe haber
destellado.

¿Por qué iba a hacer una cosa así? Ella lo quería muerto, ¿no?

Importa realmente la respuesta? Necesitaba su mochila, como, ayer. No podía permitir a


Keeley cerca de sus amigos-su única familia, y si eso significaba que tenía que poner una bala
en su cerebro, que así sea.

“Y el premio para el peor enemigo en la Historia de siempre es para... la Reina Roja.”

No porque ella fuese lo suficientemente poderosa como para derribar un edificio, aunque
eso ciertamente la puso en la parte superior de la pirámide -sino porque ella podría hacer una
bestia reventar por las costuras, lloviendo sangre y tripas.

En serio. Ella había golpeado al Unspoken como una erección mañanera, y con el mismo
resultado final: una explosión.

Torin podía imaginar el discurso de aceptación de Keeley. ―Me gustaría agradecer a mi


víctima. Sin él y sus órganos internos, yo no estaría aquí.”

En todos los siglos de su vida, él había pensado que había visto lo peor de lo peor cuando se
trataba de horripilante.

Se había equivocado.

Se estrelló contra un muro de espeso follaje que ayer por la mañana había pasado horas en
erigir. La defensa era lamentable, pero un chico tenía que trabajar con lo que tenía. Tres de los
presos que él había liberado, esperaron en el campo a pesar de sus amenazas de matar
primero y preguntar después si alguien se acercaba. Ellos esperaban que el encontrara una
manera de salir del reino.

Hasta ahora no había tenido suerte. No importa las amenazas de Keeley. Torin sabía que había
cientos de diferentes reinos, algunos al lado del otro, algunos apilados uno encima de Uno y
otro, y algunos incluso envuelto alrededor de los demás. Sólo que no estaba seguro de cómo
llegar de uno a otro sin la capacidad de destellar.

-Hola, amigo-, dijo Cameron. -Qué bueno que te unas a nosotros.- El trío formado por dos
machos y una hembra. Cameron, el guardián de la obsesión. Irish, guardián de indiferencia. Y
Winter, la guardiana del egoísmo.

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El Toque Más Oscuro

Ellos fueron maldecidos con los demonios a pesar de que no habían estado entre los
inmortales que habían abierto la Caja de Pandora.

Pero. Cuando se trataba del mal, siempre había un -pero-. En aquel momento, eran
prisioneros del reino subterráneo del Tártaro. Y como había habido más demonios que
señores, una buena parte de los internos se quedaron con las sobras.

-Es hora de abandonar el barco-, dijo. Keeley vendría detrás de él, y si el trío estaba en
cualquier lugar cerca de él, serían atrapados en el fuego cruzado. Nadie parecía captar su
urgencia.

Lo Que Sea. No había firmado como su custodio. Si ellos no escuchaban, merecerían lo que
conseguirían. Cameron se acomodo al lado de Winter, ofreciéndole un plato de estofado de
herbaje. Los dos eran hermanos, tal vez incluso gemelos. Ambos tenían los mismos ojos
lavanda bordeados de plata, la misma piel bronceada y el mismo tono de cabello.

-Este pequeño claro tiene la mejor primavera fría en todo el bosque-, dijo Cameron, -y papa
necesita su tiempo de ducha feliz. – el Cogió el arma de tatuaje que había creado con piezas de
metal que había encontrado tirado en el suelo y continuó entintado una imagen actualmente
indistinguible en su muñeca. Al parecer, tenía una compulsión ―obsesiva‖ de hacer la crónica
de cada uno de sus encarcelamientos en su carne.-No nos iremos.-

-Entonces ustedes pronto experimentaran la alegría de la auto-combustión.- era tan simple


como eso.

Irish se alzó sobre un tronco de árbol horizontal, ocupado tallando una rama en una flecha. No
era tan civilizado como sus amigos. Dos cuernos se extendían desde la coronilla de su cabeza.
Oscuros, rectos como su pelo colgando a la cintura, múltiples navajas entretejidas en las
hebras. Tenía pómulos afilados. Negros ojos misteriosos. Manos con garras de forma
permanente. Y mientras en su mayor parte tenía la mitad superior de una hombre, tenía la
mitad inferior de una cabra. Piel y pezuñas.

Era parte sátiro, parte otra cosa, Torin detuvo su escrutinio cuando, levantó la vista. -Jodete,-
él Dijo en su rico acento isleño. De ahí el apodo. Nombre Real…Puck algo. O tal vez Puke algo.
Es difícil de decir cuando no podría importarte menos.

Torin se encogió de hombros. -Como he dicho, es su funeral. Disfrútenlo. O no. -Él se puso de
rodillas delante de su mochila y vació los bolsillos. Cuando él había tirado a Keeley al suelo, le
había cacheado y robado, él frunció el ceño mientras miraba el único elemento que se había
llevado -un trozo de piel ensangrentado con cicatrices.

Bueno, ¿por qué no? Un trozo de piel era justo el tipo de recuerdo para llevar de alguien que
fue tortura. Excepto, cuando la mente de Torin regresó al derribe de la mazmorra, la nuve de
polvo entonces recordó la herida en el brazo de Keeley, un lío de músculo carmesí empapado.
Como si un trozo de piel había acabado de ser cortado.

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El Toque Más Oscuro

Observando más de cerca las cicatrices, se dio cuenta que Miles de diminutas motas
anaranjadas brillaban dentro del tejido. El frunció el ceño cuando pasó el pulgar sobre la carne.
Estaba caliente, un calor natural. De las... llamas?

Puede Ser. Probablemente. Pero ¿por qué no se estaba derritiendo la carne? Realmente solo
los trozos de azufre podrían quemar el tejido corporal….Azufre. Por supuesto. Rocas sulfúricas
con venas de lava corriendo por todas partes, encontradas en lo profundo de la tierra…y el
infierno. La parte inferior de su estómago se apretó. Esta iba a ser una guerra. El tipo de guerra
utilizada para derrotar a los curadores.

Era Keeley un curador? Un parásito? O tenía que protegerse de uno?

Si era un curador, era uno de los últimos de su especie, si no la última, y aún más peligroso que
se hubiera dado cuenta. Los curadores crean lazos invisibles con los que les rodean, y al igual
que los vampiros, succionan, secan.

El vínculo se rompe, ella gritó.

Oh... maldición. Lo era. Ella era una curador.

Enfermedad se estremeció

-¿Has oído hablar de los curadores?-, Preguntó a sus invitados no deseados.

Una fuerte inhalación de cada uno.

-No- Irish finalmente dijo, con un tono seco. -Somos idiotas sin una pista.-

Tomare eso como un sí. -Uno de ellos acaba de escapar de la prisión, y aunque eso es bastante
malo, ella está decidida a matarme. –lo hubiera hecho ya, si no fuera por el Unspoken.

-Entonces es como si estuvieras muerto, mi amigo.- Cameron nunca levantó la vista de su


tarea. - Porque si estoy adivinando Keeley es la curador, y para confirmar, esa chica es una loca
demente. Captas lo que estoy diciendo, mi hombre? Su ascensor sólo llega a los pisos de F y
-

-Lo tengo. Gracias. –Imbécil.

Torin podía hablar mal de ella todo lo que quisiera. Pero al parecer, si alguien más lo hacía
quería agujerear su hígado y llenarlo con rocas. Se ocupó así mismo, en retirar de la
semiautomática que había embalado, luego las piezas de un largo rifle de alcance.

-Me enredé con una Curador una vez.- Cameron, termino con su... ducha de lluvia? Océano de
lágrimas? -Ella estuvo a punto de destruir toda mi familia, pero era una gata salvaje real en un
saco. Los locos siempre lo son. Por eso es que Probablemente son mis favoritos. -Una pausa. -A
pesar de que, una vez dormí con un centauro que le gustaba…—

-No empieces con una de tus historias.- Irish tiró un palo hacia él. -Además, nunca son tuyas.
Las recoges de otras personas -.

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El Toque Más Oscuro

Con el ceño fruncido, Cameron dijo, -¿Y cómo lo sabes?-

-Porque la que estás contando es mía, idiota.-

-¿A quién llamas idiota, imbécil?-

-Yo no soy un imbécil, idiota.-

Niños.

¿Qué más conocía Torin sobre su nuevo enemigo? …Los Curadores fueron creados antes que
los humanos. Una vez espíritus de luz, que se encargaron de la custodia de la tierra, fijados a
ella y sus estaciones. Pero todo cambió cuando traicionaron a su líder, el Altísimo, y se
aparearon con los ángeles caídos que habían intentado usurparlo como gobernante supremo
de los cielos. Lo que los curadores no habían entendido hasta que fue demasiado tarde? Los
caídos fueron maldecidos con oscuridad eterna del alma, y esa maldición pronto se extendió
entre su raza.

Sus descendientes, como los de los seres humanos y los ángeles caídos, eran conocidos como
Nephilim ...e incluso demonios.

Al inicio. Los Curadores eran espíritus…sin cuerpos. Cómo Keeley había conseguido uno, no
podía comprenderlo. Pero ella lo había hecho. De lo contrario no podría haber sido
encarcelada o arrojado esas piedras hacia él. O acabado debajo de él cuando la había
empujado fuera de peligro...

No vallas allí. Estaba duro… de nuevo.

Necesitaba azufre. Pero tan abrasadoramente caliente como las rocas estuvieran, no había
manera de que pudiera llevar una roca hasta a Keeley, sujetarla y frotarla contra ella. Y, de
todos modos, no le gustaba la idea de cicatrizar toda esa piel perfecta. La solución más simple
era una cicatriz a sí mismo. La guerra trabajaba en ambos sentidos, después de todo.

Envainó la pistola en su cintura y robó el equipo de tatuaje de Cameron. –voy a tomar


prestado esto. Espero que no te importe -. El guerrero de inmediato actuó como una
suplantación de Chuck Norris. Él hizo una vez un gri
enemigo con un teléfono inalámbrico. Destruyó la tabla periódica porque sólo reconocía el
elemento sorpresa

Pero estoy peor.

La sonrisa de Torin era una fría invitación al infierno mientras se quitaba los guantes. –eres
bienvenido a tratar de recuperar tus cosas, pero entonces caminaras devuelta con una tos
seca y una incapacidad para nunca más tocar a otro ser viviente sin iniciar una plaga.
Totalmente es tu decisión -.

Silencio. Eso es lo que yo pensaba.

Descolgó cuidadosamente el motor, luego jugando con ella para darle más jugo. Encontró un
grueso tubo de acero, y con algunas piezas más, creó un martillo improvisado para romper a

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El Toque Más Oscuro

través de capa tras capa de dura tierra. El sudor manaba de él, pero era un buen sudor. Por el
trabajo honesto… Omite eso.

Cuando el motor se murió, él usó sus manos. Sus compañeros nunca emitieron incluso una
oferta para brindarle ayudar, sólo continuaron comiendo su guiso. Bien. No quiero compartir la
recompensa. E iba a ser recompensado. Dos metros más abajo... cuatro... seis... ocho,
asegurándose de dejar surcos a lo largo de la pared para que pudiera salir, descubrió una
pequeño pieza de azufre. Las rocas trimestre de tamaño eran exactamente como él recordado,
negro con las grietas de oro a lo largo y caliente, muy cerca de causarle ampollas.

Él salió del agujero y se metió los guantes en el bolsillo de atrás, luego trabajó un poco más de
magia con el tubo de acero, usándolo con una rama para crear pinzas. De regreso al interior, se
las arregló para recoger una de las rocas. La rama se incendió en el camino, pero él la tenía a
nivel del suelo antes de que al final la rama se convirtiera en cenizas y la roca cayera.

Victorioso, se sentó al lado de ella. El Trío Terrible lo miró boquiabierta.

-Aquí-, dijo Winter, hablando por primera vez. Ella se acercó a él con una arrogancia femenina
Que había visto a muchos tratan de emular pero sólo algunos pocos perfeccionaban… y se
acento entre sus piernas.

Él debería haber respondido a eso, pero no había nada de vigor, nada de nada, nada sucedía
allá abajo, y zarcillos de molestia se colaba a través de él. ¿Por qué Keeley y no a ella?

Winter llegó a él, diciendo: -Deja que te ayude.-

Torin se deslizó lejos de ella, rompiendo el contacto, -Esta es la última advertencia. Ven tan
cerca de nuevo, y perderás una mano. Has contacto con la roca, y perderás aún más -.

Cameron resopló. -Algo que tú debes saber acerca de mi hermana. Ella siempre quiere lo que
la otra gente tiene -.

Sus ojos brillaban con determinación y, es cierto, incluso era una hermosa vista. Ella era una
maravilla.

Levantate. Nada de nada. Nada.

No le gustaba la idea de que Keeley, y sólo Keeley, pudiera afectarle. Su reacción con ella
haría un gran título porno, sin embargo. La polla solitaria…Chico. ¡Basta!

-Ahórrate a ti mismo una batalla-, dijo, agitando los dedos hacia él. -Dame el azufre.-

-Hazlo-, dijo el Irish. -No quiero tener que tomar partido.-

Como había hecho ya. Él podría ser el guardián de indiferencia, pero una parte de él valoraba a
la chica. El anhelo en la mirada de ella no le había pasado desapercibido.

-tu deberías haberme ayudado a cavar-, dijo Torin.

-¿Y estas uñas sucias?- Ella negó con la cabeza. -Nunca-.

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El Toque Más Oscuro

-Te lo dije,- dijo Torin. -No te voy a dar el azufre, y a cambio de tu comprensión, No te matare.
¿Qué tal eso? –

Lentamente, como si cada paso fuera una agonía, ella se alejó de él. -Lo suficientemente
justo.-

Palabras bonitas. Pero ella ya estaba planeando esa batalla que le había prometido,
garantizado. Por extraño que parezca, no estaba entusiasmado con la perspectiva de otro
digno oponente. Distraídamente, Torin frotó el brazo contra la roca. Una vez en la parte
delantera, una vez en la parte posterior. Solo eso basto. Había una quemadura inmediata, su
carne y sus músculos quemados. Casi gritó.

Bien. Casi sin aliento. Él gritó y maldijo, luego cayó sobre su espalda. El olor en el Aire... lo
suficiente como para vomitar. Pedazos de azufre unidos al tejido, cicatrizándose en él, sin
permitir la total regeneración.

Winter se zambulló por la roca…. Uh, uh, uh. Le dio una patada hacia el agujero antes de que
pudiera agarrarla y se apresuró a cubrirla con tierra.

-Como dije,- anunció cuando terminó. -tú no ayudaste a cavar.-

-Como he dicho,- se hizo eco winter. -guerra-.

-Error, mi hombre.- Irish chasqueó la lengua.

-Compartir es bueno-, dijo Cameron. -La avaricia te matara.-

-Yo soy su único aliado aquí- Torin les recordó. –Dejan fuera las amenazas o salen de mi
campamento.-

Winter frunció el ceño. Los otros dos se encogieron de hombros. A ellos no les gustaba, pero
lo necesitaban. Y tengo que encontrar a mi Curadora. ¿Dónde estás, Keeley?

Se había comprometido en innumerables disputas mortales durante toda su larga vida, pero
esta podría ser la primera que en realidad había considerado alguna vez... divertida. Él no se
merecía tener diversión, y sin duda era mal de él, dada la naturaleza y gravedad de la
situación, pero ya es demasiado tarde para echarse atrás. Esta vez él estaría listo para lo que
Keeley le diera.

***

Una cuerda enganchada alrededor del tobillo de Keeley. En un solo latido, era llevada en el aire
y colgaba al revés. ¿En serio? Esto de nuevo? Ella se destello al suelo.

Una marca más en el libro mayor de los crímenes de Torin.

Sólo cuarenta y seis horas en su caza, y ella ya estaba en el borde. Estaba vivo, sí, pero la había
evadido. Sus trampas le habían molestado. Truenos retumbaron por encima. El sonido le
molestaba, recordándole que otra lluvia se esperaba cualquier día. Una que no tendría nada
que ver con sus emociones. Tenía que haber desaparecido para entonces.

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El Toque Más Oscuro

¿Y dónde estaban los esbirros de Hades? Ella había abandonado su plan de darles de comer
pedazos de Torin. Sólo los quería muertos para poderse concentrar plenamente en el guerrero.
Caminó hacia adelante, empujando a las corrientes de poder, talando los árboles en su
camino. Voy a buscarlo.

¿Cuántas veces tuvo que rastrear a un enemigo con Hades? Incontables. Ella era buena. Lo
mejor. Un poco oxidada, tal vez, pero ella tomaría la determinación sobre la habilidad en
cualquier día.

Whoosh!

saltando de las ramas de un árbol aún en pie. Tenía la cabeza de un hombre, el cuerpo de un
león y una ballesta por cola. Ella lo atrapó con una corriente de poder, sosteniéndolo en su
lugar. Luego, con sólo un pensamiento, ella le quitó La piel, dejándola en una sola pieza, y
rellenando su sangriento cadáver, de adentro hacia afuera. Cuando golpeó el suelo, se quedó
allí, retorciéndose.

Las palabras del Unspoken muerto se había extendido, y las criaturas iban en tropel, al parecer
listo para una cena cinco estrellas. Ellos no deben haberse dado cuenta de que ella era la
infame Reina Roja.

Un clic clac fuerte capturó su atención, sus oídos crispados. Un laelap


Haciendo fuego para ella. Un perro de metal que nunca se rendía una vez que había visto a su
presa. Podría ser cegado, sus piernas cortadas, sangrando por las heridas, pero aún sería capaz
de encontrar una manera de llegar a su víctima.

No tengo la paciencia para esto.

Suspirando, Keeley lanzo otra corriente de poder, aplastó a la criatura en una bola y lo
aplastó Como un panqueque. Partes de metales Diminuto volaron en todas direcciones. El
aroma masculino de Torin floto en un hilo de viento, reclamando su atención. Estaba cerca!

Venga, sal de donde quiera que estés.

Mientras olfateó, cogió el olor de otros tres presos, también. Dos machos, una hembra.
Keeley se mordió la lengua hasta que probó la sangre. ¿Quién era la mujer con Torin? Su
última Novia? Probablemente. Era demasiado bonito para pasar sus noches solo.

La idea le molestaba, pero no podía entender por qué. A menos que... Sí, por supuesto. A Mari
se le había sido negado para siempre la oportunidad de un vivieron felices para siempre
después de todo, por lo que a Torin también. No tenía nada que ver con la atracción que
chisporrotea de Keeley a él. Una atracción que no habían disminuido con el paso del tiempo,
pero si crecido.

Soy demasiado inteligente para ir detrás de otro pedazo de chico malo. ¿Sí? Por Favor? Pero
se estaba volviendo más y más difícil convencerse de que el atractivo de Torin que se centrada
alrededor de ella desesperaría, que cualquier hombre la habría afectado con la misma fuerza.
Sólo un hombre tenía los ojos color esmeralda mezclados con diferentes tonos de verde, cada

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El Toque Más Oscuro

uno más brillante que el anterior. Sólo un hombre tenía esos sensuales labios... ¿Cómo se
sentirían en su piel? ¿Preferiría ella un toque suave... o uno demandante?

¡No! No placer. No de él. Sólo venganza. Ella… trastabillo en una vid entretejida
estratégicamente y tropezó. Cuando recuperó su equilibrio, oyó otro zas. A unos quince
metros de distancia una ballesta era anclada a una rama que estaba conectado a la vid. Ella
atrapo la flecha por el eje antes de que la punta de metal pudiera hundirse en su latiente
corazón.

Bueno, bueno. Otra marca contra Torin.

Destellos de ira. En auge de Truenos. Tal vez ella necesitaba ampliar su plan de matar a Torin.
Encontralo, torturarlo por ser tan irresistible, y luego matar a la novia delante de él.

Los hombros de Keeley cayeron, todo el pecho dolorido de nuevo. En realidad, Mari la habría
regañado por tal complot. La chica habría dicho, en su tono suave, -Keeley, amor, tu misma
has matado muchas personas, y todas las víctimas tenían un mejor amigo que dejaba atrás.
Sabes esto. No odies a otra persona por cometer el mismo pecado. Y no te regodees en el
pasado. Es como arena movediza y te mantendrá atrapada. Perdona y sigue adelante -.

Tan sabia, su Mari. Pero ... podría Keeley permitirle a Torin marcharse lego de lo que había
causado?

No puedo hacerlo. Simplemente no se puede.

Su corazón estaba roto. Sólo venganza pegaría las piezas juntas de nuevo. Entonces ella se
perdio a lo largo de sus pensamientos, se subió a una tabla en ruinas. El centro se rompió y Ella
se cayó, estrellándose en el fondo de un pozo, incluso antes de que ella se diera cuenta de lo
que había sucedido. Su tobillo torcido, y sus rodillas rotas. Dolores agudos explotaron a través
de ella, pero no eran tanto que no pudiera manejar.

Estrella de oro, Torin. Había hecho bien su trabajo.

Una sombra cayó sobre ella. -No tenía que ser así, lo sabes.-

Su piel pincho con una cantidad increíble de calor, miró hacia arriba. El guerrero diabólico se
situó en el borde superior del pozo, el cañón de un fusil dirigido a su cabeza. El aliento se le
trabo en la garganta, pero no por el arma.

Él es aún más hermoso de lo que recordaba.

Él es también un ladrón. Me robó a Mari. Mi sol. Mi felicidad.

-De verdad, Torin? ¿En serio?-, Preguntó, como si estuviera decepcionada, con la esperanza
de ocultar su humillante reacción a él. Su Sangre, calentándose junto con su piel. Cada célula
cantando, rogando por una oleada de sensación que solo presionar la dureza de los hombres
contra la suavidad femenina podría dar. Las manos, picaban. Tocarlo. No, no. Para matarlo. Por
supuesto. Por Mari. Dulce Mari. -Llevar un arma a una lucha de poder? Eso no es sabio -.

-Tú no quieres saber todo lo que traje, princesa.-

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El Toque Más Oscuro

-Tienes razón, porque nada de esto te ayudará.- Ella se destello a la parte superior de la fosa y
golpeó el arma de su mano antes de que tuviera la oportunidad de disparar. La fragancia de
sándalo y especias flotaba de él, y su boca salivo. Una probada, sólo una. Y entonces... Querré
más.

¿Cómo hicia esto? ¿Cómo la barría y levantaba en una tormenta de furor de imparable

Química, causando y construyendo expectación dentro de ella hasta que ella se estremeció?

¡Sólo con estar cerca de ella!

El desplazo su acariciante mirada en blanco y caliente sobre ella. Sus respiraciones


comenzaron a llegar poco profundas, y él se lamió los labios.

¿Lujuria hacia mí?

Bien podría haberla tocado, tan fuertemente no reaccionaría al pensamiento oscuro


embriagador. El dolor... demasiado, demasiado intenso. Abrumador. ¡No! Simplemente no.

-Tengo que decir, señorita Keys. Te ves muy bien -.

No reveles nada. Ocultalo todo. -Obviamente,- dijo ella, luego arruinó la declaración audaz
por cuenta propia peinando inconscientemente los dedos por su pelo. Desde que se habían
enfrentado, ella se había limpiado de pies a cabeza con tanta fuerza que se despellejo a si
misma…y de nuevo. A pesar de que la tierra se había ido, había sido incapaz de encontrar ropa
nueva y todavía llevaba los mismos harapos. Keeley preferiría empezar todas las
conversaciones que había tenido con -¿Quieres ver mis grandes y gordas bolas femeninas? -
que no lucir lo mejor posible. Sus propias gente la habían encontrado carente de todo sentido,
y los secuaces de Hades la utilizaban para deleitarse con las burlas acerca de su coloración
extraña; ella nunca le había sacudido el corazón… el aplastante sentido de no ser lo
suficientemente buena, de no encajar.-Pero, ¿qué tiene eso que ver con nada?-, Terminó.

-Te voy a decir... después de que me digas lo bien que me veo-, dijo, y él parecía estar
luchando contra una sonrisa.

Trampa! No respondas. Por otro lado, explorándolo con su mirada,... Llevaba una camiseta
negra de mangas largas en la que se leía -UNA DE ESTAS COSAS NO PERTENECE: WILLIAM.
BRAGAS. MUJERES -. Sus pantalones de cuero estaban rotos. Guantes negros cubrían sus
manos. Una cadena de metal colgaba alrededor de su cintura. El típico uniforme de chico malo
no había cambiado, eso parecía... y todavía le aceleró los motores.

Perdóname, Mari. Ella se encontró diciendo, -Te ves cómo... la cena.- Ella había querido decir
las palabras como un insulto. Un recordatorio que las bestias carnívoras estaban por ahí, a la
espera de devorarlo, pero cada sensación ya corriendo a través de su pobre cuerpo descuidado
repentinamente aumentada, casi arrancando un gemido de ella.

Su voz le recordaba a quitar el polvo del humo sobre la grava, suave pero áspero, cuando él
dijo, - ¿Quieres comerme, ¿eh? –

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El Toque Más Oscuro

Lo hago. Realmente lo hago. Quiero mi boca sobre él. -No voy a rebajarme a tu nivel por
responder-. O mortificarme a mí misma con la verdad.

-Bueno, entonces, ¿tienes algún interés en un negocio?-, Preguntó, sorprendiéndola.-

-Qué quieres decir?-

-En lugar de tratar de matarme, puedes obtener tu libra de carne de otra manera. Como, por
ejemplo, una paliza? ¿No? ¿Qué tal una buena flagelación? Veinte latigazos? Treinta? -Cuando
ella se quedó en silencio, añadió:- ok, cuarenta. Pero esa es mi última oferta -.

Era... tentador. Una manera de satisfacer su necesidad de derramamiento de sangre, mientras


que ponía fin a la lucha entre ellos. Excepto, que se recuperaría de una paliza, mientras que
Mari no se había recuperado de su enfermedad. Tiene que ser igual por igual.

-Debo declinar respetuosamente,- dijo ella.

-Bien. Cincuenta latigazos -.

¿Por qué estaba el… mal entendiéndola ?-Oh, lo entiendo. Viste mi poder en la acción. Tienes
miedo de mí -.

Sus fosas nasales se abrieron, y de hecho retrocedió de ella. -Miedo? Princesa, yo estaba
tratando de hacerte un favor, ahorrarte un poco de vergüenza por la derrota importante que
estas a punto de sufrir. Por alguna razón, Ya no me siento tan magnánimo. -Él cuadró los
hombros. -Vamos a hacer esto. Toma tu golpe de una parte cubierta por la ropa -.

Ella apretó su puño, sólo para vacilar. –tu coge tu golpe. Estás usando guantes. Lo que me
parece extraño, ahora que lo pienso. no quieres hacer que me enferme? Eso resolvería todos
tus problemas -.

-No, te sumaría a ellos. No me gusta saber que soy responsable de la muerte de Mari. Anadir la
tuya a la mezcla no es mi idea de un buen momento -.

Las palabras la ponían nerviosa. Pero tal vez ese era su plan. Tirala por un bucle y luego
atacarla mientras ella estaba demasiado mareada para darse cuenta. Bueno, ella le mostraría!

Keeley estiró ambos brazos hacia él, diciendo: -Voy a hacerlo. Voy a golpearte con Una ráfaga
de poder, y tú vas a retorcerse en el peor dolor de tu vida. Nada te calmara -.

-Grandioso-. Luego, cuando ella vaciló, tuvo el descaro de añadir: -Estoy esperando....-

-Debes ser ejecutando.-

-¿Por qué? ¿Quieres mirar a mi culo? –

¿Cómo se suponía que iba a reaccionar a su falta total de miedo? -¿Unas últimas palabras?-

-Claro.- Su mirada rastrillado sobre ella lentamente, tan maravillosamente lento, y la próxima
vez que hablo, su voz goteo miel derretida. -Si yo tuviera un último deseo, me gustaría

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El Toque Más Oscuro

utilizarlo para poner mis manos sobre ti, cero consecuencias. Diablos, mi boca, también. Me
gustaría tocarte y que te gustara y te hiciera explotar -.

De repente, sin aliento, dijo, -No hables así.-

-Haz lo que tienes que hacer, Keys. Estoy listo. –

-Bien. Lo haré. -Esta fue, entonces. La primera huelga en su guerra. Un poco de venganza por
Mari. Uno de los puntos facturado fuera de la lista de tareas pendientes de Keeley. Así que
¿por qué el remordimiento la abrazara inmovilizándola? -Nada me detendrá-, dijo.

-No creo que lo haga.-

Yo puedo hacer esto. Ella movió los hombros, sacudió las manos. Está bien, está bien. No lo
voy a hacer sufrir. Por ti, Mari, voy a hacer que sea rápido y sin dolor y simplemente lo
terminare aquí. Ella extendió los brazos, rayos se dispararon desde sus palmas. Torin se
tambaleó hacia atrás, pero en lugar de freírse crujiente como ella había planeado, él parecía
absorber el calor y la energía. Su boca se abrió y se cerró durante varios segundos antes de que
le espetara:

-Yo no puedo creer que en realidad lo hicieras. –

-Te dije que lo haría.- Confundida, Keeley le disparó otro rayo. De nuevo, se tambaleó hacia
atrás sin freírse. -No entiendo lo que está pasando.-

Él agarró el cuello de su camisa y tiró el material por encima de su cabeza para mirarse a sí
mismo. Los rayos deberían haber dejado grandes agujeros negros, pero no había incluso vetas
de color rosa para indicar que había sido golpeado. Pero había músculos. Montones y
montones de músculos. Un bulto llenó su garganta. Ella había pensó que él era hermoso
antes... pero esto era lo hermoso. Nadie tenía un físico como el suyo. Marcado como con una
cuerda, la piel pálida y sin defectos, una mariposa negra tatuada en su estómago.

-Estas mirando-, dijo.

Y, probablemente, babeando. -¿Y?-

-Así que es hora para mí de compartir con el resto de la clase.- Él desprendió uno de sus
guantes, revelando cicatrices gruesas que corrían de un lado de su brazo a otro. Cicatrices con
manchas de color amarillo naranja salpicada por todas partes. -Es por esto que no pudiste
matarme.-

El bulto se disolvió y ella respiró hondo. Sabía que era una curadora, y había tomado
precauciones en su contra. Y lo que había pensado para hacer de su muerte rápida y sin dolor.
Un error que no repetiría.

-¿Crees que eres tan inteligente?,- escupió. –Bueno, tengo noticias para ti…-

-Cállate, Keys-, espetó, hablando sobre ella.

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El Toque Más Oscuro

Tan Frustrada con él, que en realidad apretó los labios. Muy poca gente le habían hablado a
ella así, demasiado miedo de su reacción. Tan dominante...

No te rompas. Preferiría morir.

-Una vez me diste una elección.- Sus ojos de infiernos gemelos, quemando todo lo que
tocaban. Y parecían tocarla por todas partes. -Ahora te voy a dar una. Aléjate de mí y tu
venganza o sufrirás. -

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Cinco
Sí, puse la "diversión" es disfuncional. Torin probablemente debería llamar a un médico. Ni
siquiera Cialis se supone que causa una reacción tan intensa.

¿Qué tiene ciento treinta y dos dientes y retiene el increíble Hulk? Mi cremallera.

Por un momento, se encontró con la diversión en el hecho de que su pene había decidido
actuar como una tercera rueda en una cita y saltaba para complicar las cosas, se metía en
conversaciones privadas y la demanda de atención en el momento más inapropiados. Pero la
diversión no duró mucho.

Keeley había tratado de asesinarlo con su estremecedor poder de la tierra –dos veces- Y
habría tenido éxito si no estuviera rodeada por azufre. Así que el hecho de que tenía una
erección del tamaño de un ariete, todo porque ella lo había mirado con esos ojos de hielo,
desafiándolo a tomar un golpe de ella, estaba mal. Incluso para él.

Pero el truco? Estaba tratando de engañarla con un truco mental Jedi para que eligiera la
opción B: Sufrir. Debido a que era la única manera de que conseguiría pasar más tiempo con
ella. Soy peor que un monstruo.

No, no. Tenía todo mal. Sus razones para querer pasar más tiempo con ella eran
completamente altruistas. Si ella estaba ocupada con Torin, no se concentraría en sus amigos.
Y eso, señoras y señores, es como trabaja cualquier situación a su favor. La belleza teñida de
azul levantó la barbilla, el estudio perfecto de terquedad femenina.

-YO elijo... sufrimiento -, dijo ella, moviéndose a una posición de batalla. –tal vez me debilitaste
con lo hiciste, pero todavía soy el ser más poderoso que jamás hayas encontrado. He matado a
reyes, derrocado reinos.-

No debia sonreír. El demonio se golpeó contra su cráneo, impaciente por alejarse de la chica.
No iba a pasar.

-Estas más que debilitada, princesa. Estas muy limitada. - El azufre en realidad la había
detenido de hacerle daño, porque su poder era una extensión de ella. -¿Segura que no quieres
tomar un momento y reconsiderar esto? ¿Tal vez hacer una lista pros-y-contras? - -¿Es que
se trata de un debate o una batalla física? Ya lo he considerado .-

OK, está bien, entonces.

-No se te olvide. Si tocas mi piel, te enfermaras. Y si, milagros de milagros, sobrevives a la


fiebre altísima y tos con sangre, te convertirás en un portador e infectaras a otros.-

-Hablar, hablar, hablar, bla, bla, bla-, dijo ella, y golpeó. Ella debió haber aparecido con una
rama en su mano porque un segundo movió un puño a su cara, y al siguiente una rama
irregular se estrelló contra su mandíbula.

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El Toque Más Oscuro

Sangre en la boca. Una lanza de dolor. Tropezó, se enderezó y se limpió los labios ya
hinchados. Tendría que haber estado molesto. O enojado. Sí, la ira era probablemente la
respuesta correcta. En su lugar, fue…sorpresa! –vigorizante. Había obstaculizado a la chica,
pero ella había encontrado una forma de liberación de todos modos.

Tal vez los extraterrestres se apoderaron de su cerebro.

-Si quieres tener la oportunidad de ganar esto-, dijo, - tendrás que golpear más fuerte."

-Oh. Está bien. -Whack!

Estrellas detrás de sus ojos, y sin embargo, él tenía ganas de reír. Ella simplemente le había
dado lo que él le había pedido, y no podía culparla por ello. Definitivamente alienígenas.
Cuando ella volvió por tercera vez, él estaba listo, para controlar el palo y sacudirlo de su
agarre. Ella aulló, sobresaltada por el desarme. ¿No había esperado que él fuera un rival digno,
lo creía ella? Soltó el lindo mazo, pero desapareció antes de que cayera al suelo.

No tenía que preguntarse qué había sucedido. Se había transportado a otro lugar.

-No me puedes derrotar-, dijo ella, dando vueltas. Un depredador con comida a la vista. La
adrenalina se derramó en su sangre, surfeando las olas en sus venas.

-puedo... pero estaría dispuesto a aceptar que te rindas -.

Un grito agudo de repente se hizo eco. Él y Keeley levantaron la vista al unísono para ver
como una esfinge volaba en círculos, esquivando nubes con precisión experta. La criatura con
el torso desnudo tenía las ancas de un león, las alas de un gran pájaro, y el torso de una mujer.
Bajando- del- tubo- tratando- de -darte –el- baile –de- la -vida –sobre- el – regazo Vamos
pequeño T. tienes que estar interesado en obtener un poco de eso.

Nada. La esfinge desnudó la boca llena de colmillos, extendió sus garras y movió su cara,
bajando en picado, con la clara intención de tomar un poco de comida para llevar. Keeley agitó
una mano en el aire y ambas alas de la criatura se arrugaron como una lata bajo un pie
pisando fuerte. La esfinge caía en espiral, estrellándose en las copas de los árboles a una
buena distancia.

Santo infierno. Keeley podría utilizar grandes cantidades de poder para convertir cualquier
cosa o persona en un arma a pesar de la cercanía de las marcas del azufre. Qué bueno saberlo.

Termina esto.

Le dio una patada en la pierna, golpeo mientras estaba distraído. Ella cayó hacia atrás y se
habría caído en el hoyo si él no la hubiera agarrado por la mitad del vestido jalándola. La soltó
rápidamente. Tropezó con una raíz de árbol, cayendo sobre su culo.

-¿todavía piensas que voy a perder?- preguntó, permitiéndole por fin a su sonrisa hacer acto
de presencia. Cuando levantó su cabeza, sus ojos…esos ojos tan fríos como el hielo…se
redujeron a pequeñas rendijas. Había un momento de la más sorprendente conexión, hombre
y mujer... un momento de deseo visceral más fuerte que su enojo. Se tambaleó, un trueno

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El Toque Más Oscuro

comenzó de nuevo y la tierra se sacudió de debajo. Era lo que había sentido momentos antes
de que la prisión se viniera abajo. Lo que había sentido antes que el Unspoken hubiera
explotado.

-Te advertí acerca de mi temperamento, Torin.-

-Aw ¿está la pequeña princesa, enojada porque está recibiendo unos golpecitos? - El
temblor se intensificó. ¿Venía de...ella? ¿Debido a que la princesa estaba enojada?

-Te lo dije. No soy una simple princesa -mientras Keeley se ponía de pie, el viento azotaba
alrededor ella. Una rama tras otra apareció, golpeándolo. ¿Qué estoy esperando? Has algo! Él
podría haber luchado y darle un puñetazo en la cabeza para dejarla inconsciente, ella sería
incapaz de defenderse, y que podría hacer lo que quisiera con ella.

Como, digamos, atarla y… No vas allí.

Pero no se atrevía a hacerle daño físicamente. Lo que era increíblemente inconcebible


Cuando había trabajado con Zeus, que había sido en igual medidas un torturador y asesino.
Nada lo había detenido. ¿Ahora esto?

-¿Esto es todo lo que tienes?-, Dijo. Las ramas se desvanecieron mientras él y Keeley se
rodeaban.

-Oh, no te preocupes.- Ella frunció el ceño. -Tengo más. Sonaron pasos desde la izquierda
y desde la derecha. No tuvo que mirar para saber que la caballería había llegado, y ya no había
ninguna necesidad de atacar.

Keeley se volvió.

Cameron atravesó la línea de follaje en un lado, Irish y Winter a través de la otra línea de
follaje. Keeley se había centrado en el dúo, dejando a Cameron para hacer lo que Torin no
había hecho y golpearla en un lado de la cabeza. Ella se desplomó en el suelo, cerró los ojos.
Los truenos y los temblores cesaron.

De cero a máximo en un solo segundo. Eso es lo rápido que la rabia hirvió dentro de Torin.

-¡Ese no era el plan!- Usando toda su considerable fuerza, golpeó su puño enguantado en la
nariz de Cameron. El cartílago no simplemente se disloco, se hizo añicos. La sangre brotó del
guerrero y se tambaleó hacia atrás.

-Jamás le hagas daño.

Winter e Irish se enfrentaron a Torin, sin atreverse a tocarlo -¿De qué te quejas,
Enfermedad?- dijo Winter tronando sus manos. –somos los orgullosos dueños de un curador.
Es lo que todos queríamos.

-Es verdad. Lo que siempre quisimos. Tú estabas de maricon, y vinimos al rescate -, dijo
Cameron gruñéndole a Torin. -La chica estaba a segundos de arrasar el bosque, que es nuestra
única fuente de protección. Hice lo que era necesario.

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El Toque Más Oscuro

Razonable, pero que no lo salvaría de la ira de Torin. Mientras Keeley permaneciera sobre
sus pies, sin dolor y concentrada en él, el bosque y todo lo que había en él podía caer. Y no
tenía nada que ver con su erección por ella. O su necesidad de tocarla, toda ella. Duro al
principio. Después suave. Pellizcar y amasar. Para descubrir si su piel era tan fría como
parecía, o si estaba al rojo vivo. Pero solo porque ella se merecía el derecho de castigar al
asesino de Mari. O al menos intentarlo.

Torin apretó su puño, su rabia multiplicándose. -golpea a mi hermano de nuevo-, dijo


Winter, su tono lacerante y amenazante. – y veras lo que pasa.-

Irish cruzó los brazos sobre su masivo pecho, sus garras brillando en la luz. en silencioso
pero mortal desafío. Anticipación. Impaciencia. No se podía distraer. Debía proteger a la Reina
Roja.

-La curadora está fuera de los límites-, dijo. -de cada uno de ustedes.

El trío bien podría haber corrido a través de la hierba. Estaban más que listos para cargar
contra él. Abrió los brazos. A estas alturas ellos deberían de conocer su fuerza.

-¿Qué van a hacer al respecto, ¿eh? Venga. Intenten algo. Por Favor. –

Él no debería de estar preocupado por estas tres cargas. Él los tocaría, sí, se enfermarían.
Pero, antes de que pudieran entrar en contacto con un inocente, iba a matarlos.

-no me quieren como su enemigo- dijo Cameron, escupiendo a sus pies.

-Veo que no recibiste el memo.- Torin le lanzo una mirada dura. -Ya somos enemigos -.
Después de lo que este tipo le había hecho a Keeley, eso no cambiaría. Nunca. Rompiendo el
silencio.

-Ella es un parásito- dijo Winter… te va a destruir y también a todo lo que amas-

-Un riesgo que estoy dispuesto a tomar- dijo, sorprendiéndose a sí mismo.

¿Qué me está pasando?

-un error- dijo Cameron. -un Gran error-

-No será el primero-

-Venga. Vámonos- Winter jalo a su hermano lejos. -Él va a ver la verdad muy pronto-

¿Debido a lo que ella planeaba hacerle ver?

Irish se quedó allí por un momento más, frotando su pulgar por su mandíbula mientras
consideraba sus opciones. Entonces él también retrocedió. Los tres desaparecieron en el
follaje. Ellos estarían de vuelta, sin duda. Pero simplemente recibirían más de lo mismo.

Torin se agachó junto a Keeley y cuidadosamente la acomodó sobre su espalda. Un corte en la


sien había dejado un cardenal carmesí en la frente. Las sombras proyectadas por las pestañas
no podían ocultar el moretón en la dulce elevación de su mejilla. Debería haber matado a

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Cameron mientras tenía la oportunidad. Torin se estiro, pero contrajo los dedos antes que
pudieran rozar la piel delicada de Keeley. Usando guantes, ¿recuerdas? No le harás daño.

Él resopló. La voz de la tentación era siempre oh, tan dulce. Y esta vez, resultaba que era
verdad. Él podía tocarla, podía aprender el contorno de su rostro exquisito. Él no le haría
daño. No de esta manera. Una chispa floreció en su pecho, tan fuerte que no podía detener su
gemido. Pero no debería tocarla. Sólo querría hacerlo una vez... y otra vez... hasta que su ya
dañada resistencia revelara el resto del camino, era como un adicto por su contacto de piel a
piel. Escaneo la zona. Árboles por todas partes. No realmente despejado para ver si un
enemigo viene. Él tendría que...

Keeley expulso su pierna, deslizando sus pies por debajo de él. Él cayó, aterrizando con un
golpe duro mientras rodaba con su impulso y terminó en cuclillas, la rodilla derecha y el pie
izquierdo en el suelo. Una mano se preparó para mantener su peso mientras que la otra se
dirigido a la ballesta. Irish había cortado la cola de una maticora que ella debió haber robado.
Giro una flecha y listo.

***

-Bueno, bueno -dijo KEELEY. Se regodeo. No debería regodearse. -Nuestro público se ha ido, y

te tengo en lo que se conoce como un

Una vena le sobresalía en la frente, un testimonio de su creciente indignación

-cuando quieras siéntete libre de comer mi pepinillo, princesa. ".

¿Era la ira dirigida a ella? O a si mismo? -¿esa fue una broma sobre penes? Y ya te dije. No
soy una simple princesa. -Ella se había ganado su título de la manera difícil, gracias.

De repente, los recuerdos que había encerrado dentro de una caja sin tiempo peleaban por la
libertad. ¡No! No, no, no. No aquí, no ahora. Ella necesitaba concentrarse en Torin, en su
batalla. Pero... ya era demasiado tarde, la marea demasiado poderosa. El pasado se derramado
y la consumió.

Durante su dieciseisavo verano, asistió a una gala real. Y al igual que cualquier otra chica en
la audiencia, paso la mayor parte de su tiempo babeando por el príncipe de los curadores. Él
coqueteó con ella, incluso le pidió a bailar…que fue cuando su padre, el rey, se fijó en ella.
Como era un inocente de la clase alta, el rey no pudo tenerla sin casarse con ella. Las reglas
eran las reglas, incluso para la realeza. Así lo hizo. Mató a su esposa actual y se casó con
Keeley.

A pesar del hecho de que ella rechazó su propuesta.

Pero entonces la elección nunca fue suya. Lo que el rey Mandriael quería, lo recibía.
Siempre. Podía igualar el derecho, y él había sido el más fuerte entre ellos. No por el destino,
sino por la fuerza. Todos los Curadores tenían una pequeña custodia al nacer, salvo el rey. De
esta forma los ciudadanos nunca serían más fuertes que su gobernante.

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El Toque Más Oscuro

Obligarla a decir sus votos había sido tan fácil para él. Un simple rayo de su poder,
lastimándola, había dicho un desesperado "¡Sí!"…Durante años el controlo todas sus acciones,
castigándola cada vez que le desagradaba. Ella habría dado cualquier cosa por liberarse de él,
escabullirse y no regresar jamás, pero en el día de su boda, un vínculo se había formado entre
ellos. Ella lo había odiado, pero aun así lo había necesitado.

Y para su sufrimiento, no fue coronada reina durante su gobierno. Él se lo había negado.


También había matado a sus herederos, entre ellos el apuesto príncipe, por lo que nadie
tendría ningún derecho a su trono. Contra el conocimiento de Mandriael, Keeley había tomado
medidas para prevenir el embarazo su única rebelión; ninguno de los niños muertos había sido
suyo.

No, su título había llegado después de que el rey la desnudo y azotó. En público. Por
atreverse a mirarlo a los ojos mientras hablaba con él. Agonizado y sangrienta, desesperada,
había roto su custodia…Sólo Quería una muestra de poder. Pero un océano de energía había
llenado sus brazos y explotó de ella….explotando al rey.

Tuvo lo que se merecía.

Pocas horas después de su coronación, sin embargo, la gente que había planeado liberar se
había revelado.

Reina por menos de un día.

La Habían emboscaron, pululando en la sala del trono rodeándola en el estrado real. Nadie
había portado un arma. Pero, no habían necesitado espadas y dagas, ya no. Ellos, también,
habían eliminado sus custodias y su poder peleaba contra ella, una vorágine. Pero el suyo era
todavía mayor, mucho mayor, y ella les había catapultado en el aire todos a la vez, sin ningún
esfuerzo verdadero.

Había habido rumores entre los Curadores, que afirmaban que el rey se había anulado.
Algunos supuestamente nacían con la capacidad no sólo de manejar la energía alrededor de
ellos, si no que se conectaban con ella, la manipulaban, incluso la controlaban y evitaban que
otros la usasen. Esas aclamaciones “profecías” fueron escritas en un libro que habían
desaparecido décadas antes, de que lo robaran o destruyeran. Se había preguntado si podía
hacer esas cosas... incluso mientras su gente le arrojaba precipitadamente obscenidades
llenas de odio y amenazas.

No eres más que una puta!

No puedes mantenernos aquí para siempre. En el momento en que caigamos, estás muerta.

¡Voy a bailar en tu sangre!

La ira se había fermentado dentro de ella, al final había explotado. Una violenta tormenta se
había levantado, aplastando todo a su paso, incluso el palacio. Los Curadores se quedaron en
el aire, maltratados por el hielo, el agua y escombros. Pero Keeley no. Ella se mantuvo intacta,
ilesa. Los aldeanos habían dejado de correr para mirar con horror cómo, uno por uno, la clase
alta entera estalló en pedazos espeluznantes.

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El Toque Más Oscuro

Ella temía lastimar a otros, inocentes, y decidió que no había más remedio que correr. Los
aldeanos la siguieron, decididos a acabar con ella y salvarse de un destino similar. Había
pasado semanas en la selva, oculta, por su cuenta, por primera vez en su desgraciada
existencia, buscando que comer, sin resultados, haciendo todo lo posible para sobrevivir-
fallando.

Fue entonces cuando Hades la encontró.

Una vida puede cambiar en un solo latido. El mundo entero podría cambiar en un solo
latido.Hades era el príncipe oscuro que había considerado demasiado guapo para resistir,
dándose cuenta demasiado tarde que le había drogado cada comida en un esfuerzo por
mantener su mente empañada para que cada decisión pudiera ser fácilmente manipulada. No
sabía que los medicamentos eran innecesarios, que ella había estado tan hambrienta de afecto
como por la comida. ¡Oh, cómo la irritaba! Lo presa fácil que había sido. Desesperada por
aferrarse a él, y hacerlo feliz. Sólo para ser traicionada. Creyendo ciegamente todo lo que dijo.
Dispuesta a hacer todo lo que pidió.

¡Nunca más! Ella había aprendido su lección. Las decisiones no deben basarse en la
emoción. Sólo la lógica. De lo contrario, se cometían errores. Y he cometido un gran error con
Torin, se dio cuenta. Ella había dudado en darle el golpe mortal simplemente porque él tenía
una cara bonita e hizo sus entrañas cantar con placer….

-Keeley- dijo, chasqueando los dedos en frente de su cara. Ella parpadeó, ladrando, -
¿Qué?-

Él le sonrió, sus ojos esmeralda brillantes. Siguió la conversación como si nunca se hubiera
detenido. -Piensa en mi comentario del pepinillo como una invitación. Y tú no quieres herir mis
sentimientos al negarte, ¿verdad? Creo que he leído en alguna parte que la realeza está
obligada por las formas más estrictas de la etiqueta no como nosotros la gente normal –

¿Cómo la hacía querer devolverle la sonrisa en lugar de atacarlo? ¿Y por qué no la había
desarmado y la había matado mientras ella había estado perdida en su cabeza? -Esta reina va
a rechazar, la etiqueta se puede ir al demonio. Preferiría no comer un pepinillo que viene con
fiebre tifoidea-.

El brillo se desvaneció, y ella realmente lloró su pérdida.-¿O es que viene con un poco de
peste negra?- Se obligó a continuar. -¿No? ¿Qué tal botulismo? ¿Fiebre de Lassa? ¿Estoy
cerca? –

-Oh, te estás acercando demasiado…- dijo. -a una paliza que nunca olvidarás-

-Los dos sabemos que el único que conseguirá una paliza hoy eres tú.-

-Hablar, hablar, hablar- Él golpeó su brazo fuera del camino, y luego la agarró por el cuello al
mismo tiempo enganchó su pierna detrás de sus tobillos, haciéndola tropezar. Al caer, se
retorció para detener la caída. Pero lo siguiente que supo, era que ella estaba de bruces en el
suelo, sin aliento, con los brazos entrelazados detrás de la espalda.

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El Toque Más Oscuro

Guardo silencio aturdida mientras recuperando sus sentidos… se dio cuenta que su duro
cuerpo estaba presionado contra ella. Luchó contra la decadencia de la nueva posición. No. La
humillación de la posición.

-¿llamas a esto un pepinillo?- Le preguntó casualmente.

- - dijo tan casualmente. -


Enfrentamiento implica que ambas partes tienen a la otra en una situación precaria. Con
nuestra posición actual, Yo no me siento precisamente amenazado.-

Calor radiaba de él, envolviéndola. Y su olor... todo sándalo y especias. Todo un hombre. Sus
células hicieron la cosa de cantar, su sangre comenzó a hervir con el deseo.

Lo siento mucho, Mari.

Debes tener control. -Vamos a ver si puedo hacer algo para cambiar tu perspectiva.-

Se transportó detrás de él- tal vez no. Ella permaneció en su lugar. ¿Por qué? la compresión se
cristalizó pronto. ¡El azufre! Mientras que estuviera incrustado en su piel y mantenía su control
sobre ella, sería impotente contra él... contra todo.

Impotente... indefensa. Parpadeos de pánico, ardor en el pecho.

No puedes estar indefensa. No otra vez. Ella lanzo su pierna, su talón chocando contra su
trasero. -Estate quieta-ordenó.

Impotente... tan impotente... pronto la encarcelarían. Dejada en la oscuridad, obligada a


comer restos de la tierra, pudriéndose en su propia suciedad, sucia tan sucia, hambrienta tanta
hambre. Olvidada. ¡No, no, no!

Ella se resistió, dio una patada, se sacudió. Los copos de nieve se vertieron desde el cielo,
acumulándose alrededor de ellos. Él apretó su abrazo. -Keeley. Detente. –

Tenía que liberarse. Ignorando el dolor en su hombro mientras se apretaba aún más en su
abrazo, luchó sobre su espada. Luego el la libero-¡sí! -pero Sólo el tiempo suficiente para
tomar sus dos muñecas y ponerlas sobre su cabeza.

Copos de nieve en sus pestañas, en su piel... en la de ella. Frío, muy frío. Desamparada.

-Yo no quiero hacerte daño.- Él le enseñó los dientes, su ceño amenazante... casi
desesperado - Quiero hacerte cosas... estoy Tratando de no pensar en ellas... y no estoy
teniendo éxito. Estate quieta. Por favor, estate quieta-.

-Déjame ir.- Una súplica se formó, pero ella se la trago. En una ocasión había rogado a Hades
por su libertad, y él se había reído de ella. No daría a Torin la misma oportunidad. -Déjame ir!

-No hasta que hayamos llegado a algún tipo de acuerdo.-

Ella siguió luchando, ganando nada nuevo. ¡Tan impotente! No podía respirar, tenía que
respirar. Ella movió sus caderas, se resistió un poco más. Cuando intentó acuñar una de sus

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El Toque Más Oscuro

piernas entre ellos y colocar su pie desnudo contra su pecho desnudo, se distancio justo antes
del contacto.

Finalmente libre.

Ella estaba en el suelo duro, aspirarando aire precioso. "tu gr-gracias."

Se acercó a ella de nuevo, pero esta vez no la sujeto. No la tocó de alguna manera, por lo
que no peleo contra él. El Simplemente le protegió de la avalancha de nieve, sus rasgos
oscuros con preocupación.

-¿Estás bien?-, Preguntó.

Extraña pregunta, viniendo de él. Sus latidos se desaceleraron, aunque sus miembros se
volvieron más pesados con cada segundo que pasaba.

-No lo sé- ella respondió con honestidad.

Torin miraba hacia el cielo, y luego hacia ella. El cielo, ella. Él asintió con la cabeza, como si
hubiera sólo un resuelto un misterio, y se alejó de ella.

-No lo hagas- dijo ella, sorprendiéndose a sí misma. ¿Lo quiero más cerca? -Yo... necesito tu
calor- Verdad. En parte. Ella anhelaba la conexión con otro ser vivo... a él. Había pasado tanto
tiempo.

Permaneció en el lugar. Su mirada se cruzó con la de ella, y fue tanto tortuoso como
entusiasta. Sin el pánico, su deseo por él… la sensación no tenía ningún filtro, convirtiéndose
en una fuerza motriz que no podía negar.

No hagas esto. Debes…

- la mujer con la que has estado viviendo es tu amante?- Preguntó.

Él parpadeó hacia ella. -¿Mujer? Oh. ¿Quieres decir Winter. No. –

¿Estoy aliviada...? Tal vez. Con su condición era difícil de vender para cualquier mujer,
verdad, pero Keeley no era cualquier mujer. Ella podía contar con él.

Pero ¿por qué lo quiero? Lo odio. Aun así las urgentes ganas de estirarse y rastrillar sus
dedos a lo largo de las elevaciones de su pecho la bombardeaban... así que ella lo hizo, ella se
estiro. Soy demasiado fuerte para enfermar. Se detuvo a mitad de camino calibrando su
reacción. Su mandíbula se apretó con fuerza.

–No lo hagas-, graznó, pero permaneció en su lugar, como si quisiera que lo hiciera-
necesitando que lo hiciera. -Lo digo en serio. No… -

-Me lo agradecerás- de verdad, su demonio no sería rival para ella. ¿Cómo podría?

Recorrió el resto del camino y presiono su palma justo sobre su corazón. Piel a piel. Él se
estremeció pero no se apartó. Apretó los dientes mientras gemía. Como si la conexión
repentina entre ellos fuera igual parte dolor y bendición. El infierno y el cielo.

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El Toque Más Oscuro

-Keeley.- Una demanda raspada... y necesidad. Pidiendo más. Tiene que ser.

Era lo suficientemente caliente como para quemar, suave como la seda y duro como el acero,
y nada se había sentido tan bien. Un simple toque la había derribado.

-Tú eres ...- Todo lo que siempre quise o necesitaba o esperaba que fuera posible. Ella trazó
las yemas de los dedos a lo largo de su clavícula, hasta el cuello... a los labios. Se separaron y
ella se aprovechó, presionando al sentir el calor húmedo dentro de su boca.

El aspiró, duro, y ella gimió. El sonido lo sacó de la bruma mágica que había tejido por ella. Se
echó hacia atrás, el horror que irradia de él. El mismo tipo de terror que los aldeanos habían
tenido de ella -¿Torin?- Dame más.

-Kelly.- Él negó con la cabeza, se frotó el pecho, como si todavía pudiera sentirla. -no
deberías haberme tocado. No debí dejarte. Incluso si sobrevives a la infección, lo que es poco
probable, tal vez seas inmune a ella, pero todavía serás capaz de difundirla. La misma razón
por la que voy a tener que matarte, aunque te recuperes.

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Capítulo Seis
Las palabras resonaron en la mente de Torin mientras el encendía una fogata. Eran como
tomar puños en el pecho. Keeley se sentó en el fuego, viendo todos sus movimientos. Él lo
sabía, porque pudo sentir el calor de su mirada perforando agujeros en su espalda. Desde-el
Incidente-, ella no había tratado de luchar contra él. Era como si se hubiera ido, permanecía
tranquila.

Pronto se enfermaría. Al igual que todos los demás. Y él maldeciría completamente su


existencia. Busco una sensación de adormecimiento mientras cavaba a través del paquete que
había escondido detrás de un árbol, sacando cada pedacito restante de medicina. Unos pocos
antibióticos, menos antivirales. Inhibidor de la tos, antihistamínicos, descongestionantes.
Analgésicos. Incluso tiras de vitaminas de las que se disuelven en la lengua. Le arrojo los
antibióticos y tiras a ella, además de una cantimplora con agua.

-Toma dos de las píldoras, chupa una de las tiras. Te ayudaran a evitar la infección.

En un mundo perfecto, eso sería suficiente. Pero su mundo no estaba ni siquiera cerca de ser
perfecto. Ella no respondió.

Si tenía que obligarla a…

Oyó el roce de su ropa, un trago de agua siendo ingerido. Buena chica. Él no estaba seguro de
cómo habría reaccionado al obligarla... a poner sus manos sobre ella de nuevo. No había mujer
más suave…. La culpa pincho en él, determinada a arruinarlo como Enfermedad. Éste no
estuvo nunca lejos de la superficie, siempre en busca de un momento para escupir su veneno.

A continuación vendría el dolor... la rabia. En Keeley. En él. Sobre todo consigo mismo. Él había
querido su toque más de lo que nunca había deseado nada. Mientras Enfermedad había
gritado para permanecer lo más lejos posible de ella, él había estado prácticamente al filo de la
navaja de la tentación, diciéndose a sí mismo que Keeley era tan poderosa como para ser
inmune. Que él finalmente podría tener todo lo que en secreto había anhelado siempre.

Pero era una mentira. Siempre fue una mentira.

¿Por qué había alentado una batalla con ella? ¿Por qué había intentado consolarla después de
su pánico? El único posible desenlace había ocurrido. ¡Que sorpresa!

Ahora Keeley pagaría el precio más alto por su debilidad, y él sería responsable por matar a
alguno de los Curadores restantes o crear otro portador. Y mientras que en un mundo perfecto
él deseaba vivir con una portadora femenina, lo cual significaría que él finalmente tendría a
alguien para tocar, sostener, besar y complacer, sin ninguna otra consecuencia, Así no era
como funcionaba.

Si Torin la tocaba una segunda vez, pasaría a una enfermedad diferente. El demonio no se
especializaba en una única dolencia, sino en incontables.

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El Toque Más Oscuro

Enfermedad a menudo cambiaba las cepas con el tiempo. La peste negra del 1300 había dado
camino a la pandemia de cólera del siglo diecinueve. Haciéndolo más difícil para que el mundo
combatiese el mal. Más difícil incluso para que Torin lo hiciera.

-¿Alguna vez alguien no se ha enfermó después de enredarse contigo?- Pregunto Keeley.

La esperanza en su voz... lo derrumbo, en completa agonía.-No.-

-Pero yo soy, como, super poderosa.-

Ella no era solamente super poderosa; ella era la persona más poderosa con la que él jamás se
había encontrado. -Enfermedad se alimenta de ciertos tipos de poder. ¿Cómo sino crees que
crece?

Ella se mordisqueo el labio inferior, jugueteando con la botella de píldoras. -Me siento bien.-

-Eso no va a durar.- Sus hombros se hundieron.

-¿Cuánto tiempo suelen sobrevivir tus víctimas?- dijo ella

-Alrededor de una semana. Rara vez por más tiempo.-

Él se colocó en el otro lado del terreno. No seguro de poder sostenerse a sí mismo. -¿Cómo
conseguiste un cuerpo humano real sin un humano en él?- pregunto, con la esperanza de una
distracción.

-Los Curadores fueron…son… espíritus.- Una llamarada de ira en su expresión, el mundo


alrededor de ellos tembló.

-Alguien me lo dio. ¿Por qué?-Él ignoro su pregunta.

-¿Quién te lo dio? ¿Y cómo?

-No importa.- Anhelante, agrego, -Yo solía ser capaz de comunicarme con los animales, sabes.
No, realmente sorprendente. Así que tenía todo lo demás de princesa de cuentos.

-Estoy seguro que tú y tus amigos animales tenían conversaciones realmente estimulantes.

-Si.- Ella suspiro. -El cuerpo cambio todo.

-¿No puedes dejarlo atrás?- Algo que podría salvarla. -Difícilmente. Estoy fusionada a él.- Su
mirada se agudizo en él. -¿Por qué estas todavía aquí? ¿Por qué no estas abandonándome a mi
terrible suerte?-

Él eligió la frivolidad sobre la brevedad.

-No hay manera de que yo te abandone cuando estamos a punto de jugar mi juego favorito.-
Medico Incompetente y Paciente Que No Coopera.- Pero fallo en lograr los resultados
deseados.

Ella frunció el ceño. -Así que... ¿vas a ayudarme? ¿De nuevo?

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-Voy a intentarlo.- Pero, ¿sería suficiente? No lo había sido con Mari.

El rechino sus molares. Humano versus supe villano. Hay una gran diferencia. Esto era un
nuevo juego completamente diferente. Mírame. Esperando el mejor de los casos, aunque lo
sabía mejor.

-¿Por qué?- pregunto ella. -Yo solo te pagare con dolor y agonía, y eventualmente la muerte.

Ella había expresado las palabras de manera tan simple, como si ellos estuvieran simplemente
discutiendo sobre las uñas de sus pies-las cuales brillaban como diamantes. Él casi sonrió. Casi.

-Entiendo tus razones para querer hacerme daño. Tu queja contra mí es legítima, y harás lo
que sea necesario para hacer bien las cosas. Bueno, tan bien como puedan ser, considerando
la profundidad de mis crímenes. Pero no voy a dejarte aquí fuera para sufrir -para morir-sola.-
Él experimento un agudo sentido de perdida que no entendía muy bien. ¿Al pensar en su
muerte? ¿Por qué? Apenas la conocía. Ella no era una amiga. Debía sentir la culpa, sí, pero
nada más.

-¿Pero por qué?- ella insistió. -Me advertiste. Yo elegí sufrir de esta manera. ¿Recuerdas?- Ella
decía valorar la verdad, así que eso es lo que le dio: la verdad como él la sabia.

-Lo siento por la muerte de Mari. Siento haberla tocado. Siento que enfermara y muriera esa
terrible muerte. Siento que hayas perdido a una querida amiga. Siento no haber sido lo
suficientemente fuerte como para apartarme de ella… o de ti.- El aguijón en su pecho
demostraba ser mucho más letal que una cuchilla... o unas garras. -Especialmente cuando yo
sabía que nada bueno podría venir de esto. Lo siento mucho por todo, y aun así no hay nada
que pueda hacer para cambiarlo. El pasado es el pasado. Terminado, hecho. Como tú, yo solo
puedo abrirme paso hacia adelante y hacer mi mejor esfuerzo para hacer las cosas bien.-

Ella volteo su cabeza lejos de él. ¿Para ocultar lágrimas? El aguijón dentro de él se agudizo.
Pero él le dio la bienvenida al dolor, se lo merecía. -No llores. Por favor, no llores.

-¡Nunca!-, ella gruño, su cabello erizado.

Mejor.

Ella inhalo con gran fuerza, luego exhalo con mayor fuerza.

-Quizás necesito apartarme de ti e ir por Cronus. Tendré tiempo para pensar.- Ella arrastro su
dedo a través de la suciedad, creando un símbolo que no reconoció.

-Yo lo escuche negociando con Mari. Después el trato de negociar conmigo. Él sabía que ella
moriría, y a pesar de mis protestas y disposición para cambiar lugares con ella, él le permitió ir
tras de ti de todos modos. Él debe ser castigado.

-Cronus está muerto.- Y el mundo era mucho mejor por eso. -Él fue decapitado.-

-¿Quién se atrevería a negarme mi venganza?- su conmoción sorprendentemente adorable.

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-No fue intencional. Mi amiga lo llevo a cabo en el campo de batalla. Ella ahora es la líder de
los Titanes.

Parpadeo, parpadeo. -¿Una mujer?-Él asintió con la cabeza. -La compañera de un Señor del
Inframundo.

-¿Y los Titanes no se han rehusado a servirle a ella?

-No. ¿Por qué lo harían?-

Asombro en sus ojos. Envidia. -¡Porque... solo porque si!

Allí había una historia. Infiernos, allí había probablemente un montón de historias, y a él le
hubiera gustado escuchar cada una.

-¿Qué hay de tu gente?- el pregunto. -¿Hay otros allá fuera?-

-Por lo que yo sé, soy la última de raza pura que queda, los Curadores restantes se han
emparejado con ángeles caídos, creyendo que esto los harían más fuertes. Pero todo lo que
lograron hacer fue diluir su linaje y extinguirse.-

Una respuesta honesta, a pesar que ofreció cero pistas acerca de sus emociones. ¿Extrañaba a
los otros? ¿Lamentaba su perdida? Y otra pregunta: ¿Por qué él deseaba poder abrazarla?
Amigo. Abrazar podría derivar en besar y besar en sexo. No era como si fuera una ciencia
exacta. Ya no sería el virgen más antiguo de la historia. Finalmente él conocería la sensación de
las paredes internas de una mujer. La tensión caliente. El húmedo apretón que el dudaba que
alguna vez su mano fuese capaz de repetir.

Se agarró a la raíz del árbol a su lado, en un intento de mantenerse a sí mismo lejos de ella-
para poder hacerlo, no tomarla. A pesar de que todavía se estremecía donde ella lo había
tocado... ¿Sería ceder a su atracción por Keeley realmente tan terrible? ¿Sobre todo ahora? Lo
peor del daño ya estaba hecho. Ella iba a morir de todos modos y… ¡Basta! No podía
arriesgarse a darle dos enfermedades al mismo tiempo. No habría ninguna posibilidad de
sobrevivir. Si es que había alguna posibilidad en absoluto. -¿Por qué no te emparejaste con
algún ángel caído?- pregunto

-Ya tuve un prometido, y en el momento que nos separamos, se habían dado cuenta de la
verdad. Los ángeles caídos son veneno para los Curadores, difundiendo su maldición de
oscuridad. Ah, y me encerraron lejos.-

Algo tiro caliente y oscuro a través de él. -¿Tú estabas comprometida? ¿En eso es en lo que
me enfoco?

-Sí,- dijo ella. -¿Por qué?- Ella lanzo una ramita hacia él. -¿Es una gran sorpresa que alguien
alguna vez me haya encontrado tan atractiva como para querer conservarme?.

-Enfunda las garras, gata montesa. No quise ofenderte.- No podía esa cosa caliente y oscura
dentro suyo llamarse celos. No había razón para estar celoso. Él lo llamaría... indigestión.
Porque eso es lo que era. ¿Qué tipo de hombre había ganado su corazón? El tipo quien la

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había adulado, seguramente. Tan suave y delicadamente como ella parecía, Torin bien podría
imaginarla como la baratija sexual favorita de algún gilipollas, para ser sacada fuera y jugar con
ella cada vez que el humor golpeaba. Y habría sido golpeado probablemente a menudo. Su
indigestión aumento sus dientes y roía sus órganos.

-¿Dónde está el tipo ahora?

-No lo sé. Probablemente en algún lugar donde él pueda decapitar cachorritos y destripar
gatitos sin que nadie se queje.

La relación había terminado mal. Lo tengo.

-Mira,- dijo ella, y suspiro. -Aprecio la conversación. Realmente lo hago. Nunca voy a ser tu
mayor fan, pero estoy dispuesta a admitir que no eres el perro del infierno que pensé que
eras. Que es por lo que todavía creo que será mejor que nos separemos y reanudemos nuestra
guerra en alguna fecha posterior.

-Quédate. Permíteme cuidar de ti.-

-No estoy enferma.

-Hemos cubierto eso. Lo estarás.

-No. Te lo digo, soy demasiado poderosa. Nunca has conocido a nadie como yo, así que no
puedes saber cómo voy a reaccionar a- Una tos desgarradora interrumpió su negación. Se
encorvo, con la fuerza de esta, fue demasiado grande para su cuerpo, y se cubrió la boca.
Pasaron minutos antes de que ella se tranquilizara. Extendió sus manos temblorosas. Manchas
de color carmesí embadurnaban sus palmas.

La Nieve comenzó a caer de nuevo, y esta vez, acompañada de los brillantes destellos de
relámpagos, rayando el cielo. Se había dado cuenta que el tiempo acompañaba a sus estados
de ánimo y esto debía ser un signo de temor y dolor. Ella miro a sus ojos y sacudió su cabeza.

-No. No.-

Sí. - Estas infectada.

***
En menos de una hora, ella estaba tosiendo ríos de sangre. En menos de dos, fue devastada
por la fiebre. Ella trato de decirle algo, diciendo cosas como yo-lluvia-,-ahogar- y-secuaces-,
pero el significado se perdió en Torin. Lo único que entendía era-no... Matar.-

Él le había dicho que la mataría si ella se convertía en un portador. Y debería, sería lo mejor.
Para ella, para el mundo. Entonces ¿por qué tratar de salvarla? Porque él no podía evitar la
tentación de abrazarla. Porque él se lo debía. Porque él no podría tenerla, jamás, si ella moría.

Golpeo el suelo, arrojando suciedad. Ellos se ocuparían de la cosa del transporte, si y cuando
fuese necesario. Lo más suavemente posible, él la atiborro con la medicina. Utilizo una parte
del agua de la cantinflora para mantener su frente fría y derramo el resto en su garganta. Pero
por la mitad del día siguiente el agua se había acabado y ella necesitaba más. Su tos empeoro y

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su fiebre se intensifico, creciendo peligrosamente alta. La mujer que había sido lo


suficientemente poderosa como para derrumbar una prisión para inmortales debilitada hasta
que ya no podía incluso retorcerse del dolor, su pecho apenas subía y bajaba, su respiración
dificultosa... a veces incluso traqueteante.

El repiqueteo de la muerte. Él lo sabía. ¿Pero la señal más clara de muerte inminente? Cerca
de veinte pies a su alrededor, la hierba se había marchitado. Los arboles cercanos se habían
caído y secado, dejando nada más que hojas quebradizas y corteza ennegrecida. Al menos
había dejado de nevar. Pequeño consuelo.

-Solo aguanta, princesa- dijo, sabiendo que no podía oírlo, pero obligado a hablar de todos
modos. Él la levanto, con cuidado de asegurar que sus ropas seguían siendo una barrera
constante.

Pero incluso sin el contacto de piel a piel, ella se las arregló para inundarlo con endorfinas, ola
tras ola del más intenso éxtasis que jamás había conocido le estaban saturando. Él palpitó.
Necesitaba sus manos sobre el de nuevo.

¡Suficiente! La llevo a través del bosque, en dirección al claro que él había compartido con el
Terrible Trío. Ellos lucharían contra él. No entenderían por qué estaba tan determinado a
ayudar a una mujer tan decidida a matarlo. Apenas se entendía a sí mismo. Pero no estaban
allí, y parecía como si hubieran desaparecido por un tiempo, ahorrándole la molestia del
combate. Torin deposito suavemente a Keeley sobre el borde del oasis. Metió un trapo en el
agua fría antes de cubrir su frente sudada-salpicada de gotas con el mismo vendaje. Le
castañeaban los dientes, y cada pocos segundos ella convulsionaba, pero la fiebre nunca
disminuyo.

Él la recogió y la metió en el centro de la piscina, con vestido y todo. El líquido ondulo y rodó
todo el camino hasta su barbilla... pero el calor que proyectaba realmente calentaba el agua.
La frustración y el miedo le carcomían.

-Hades-, murmuro, su voz poco más que un roto chirrido. - mío...-

Un terrible silencio se apodero de él. Hades, ¿él es gobernante del Inframundo? Un hombre al
cual Torin no confiaría ni un chicle, mucho menos una vida? ¿Pura maldad? El padre de William
el Siempre Randy y Lucifer, ¿rey de los demonios? Aunque, para ser justo, Hades no era el
padre natural de William y Lucifer. Él los había reclamado a través de una sospechosa,
adopción sobrenatural. Pero para ser aún más justo, eso lo hacía peor.

¿Keeley llamo a ese tipo? ¿En serio?

-No lo hagas-, ella rogó. -Por favor, no hagas esto.- ¿Hades le había hecho daño? No era una
gran sorpresa, y sin embargo, Torin hizo crujir sus nudillos. Cualquier cosa que le hubiese
hecho seria retribuida al macho cien veces más.

-Shh.- En un esfuerzo por calmarla, Torin aliso una mano enguantada a lo largo de la curva de
su mejilla. Esto no es por mí, es por ella. ¿Ahora me miento?. Se maravilló de la delicadeza de

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sus huesos y tuvo que luchar contra un millar más de olas de éxtasis, cada una más
embriagadora que la anterior.

-Estoy aquí. Torin está aquí. Nada malo va a pasarte, princesa. No voy a permitirlo.

-Te amo. Tú me amas. Nuestra boda... por favor.

Se puso rígido, varios hechos se esclarecieron como el cristal. Hades era el prometido que ella
había mencionado antes. Ella en realidad había planeado un futuro con el tipo. Había rogado
por él. Los celos. Sí, los siento. Los celos, y no la indigestión. Él ya no podía negar la verdad. Sin
embargo, no toleraría tal emoción. Keeley no era suya. Ella no le pertenecía y nunca lo haría.
Porque incluso si trabajaban sus problemas -poco probable- él nunca sería capaz de
satisfacerla. Lo que tenía para ofrecer nunca sería suficiente. Lo había aprendido de la manera
difícil. ¿Para ver descontento fijo en sus ojos? Él prefería morir. Había experimentado
suficiente humillación en ese frente.

-Indefensa-, ella susurro. -Tan indefensa.

-Shh-, dijo de nuevo. -Te tengo. Yo no voy a ninguna parte.-

-¿Torin?- Su cabeza se inclinó hacia él. Sus brazos flotaban a lo largo de la superficie del agua,
cepillando contra los extremos de los rizos de su cabello. Mojadas, las hebras parecían de color
miel en lugar de azul. Se vería tan bonito envuelto alrededor de mi puño. La doblaría en el
Angulo justo, tomaría su boca con una habilidad que ella jamás habría encontrado antes y-
Nada.

Él lanzo una respiración entrecortada, solo entonces se dio cuenta que el agua se había
enfriado considerablemente. ¿Su fiebre había bajado al final? La levanto del oasis y la
acomodo sobre un parche de césped, tenso con miedo mientras esperaba que las hojas se
marchitasen. Cuando un minuto marcaba a otro y se mantuvo verde y exuberante, él se relajó.

Su mirada se deslizo sobre ella. El color de su piel había mejorado mucho, el rubor de la fiebre
se había ido. Pero su vestido estaba pegado a su piel, delineando cada magnifica curva. Todo
Duro de nuevo... tenía que mirar hacia otro lado. Pero no importaba cuan diligentemente lo
intentara, su mirada se mantuvo pegada a ella. Sus pechos eran deliciosos, con necesidad de
ser amasados. Sus pezones estaban moldeados por gotas, prácticamente suplicando por ser
chupados. Tenía el estómago cóncavo, permitiendo que el agua se asentase en su ombligo.

Agua que él podría lamer. Deja esto. Era malo en todos los niveles. Sus piernas eran largas y
ágiles, la longitud perfecta para envolver alrededor de su cintura. O sus hombros. Ella no tenía
cicatrices o tatuajes, su piel como kilómetros y kilómetros de seda cobalto. La promesa de
sexo hervía en ella. Su control ya deshilachado amenazaba con romperse.

¡No! Él se pasó una mano por la cara, rompiendo por fin el hechizo que ella había tejido de
alguna manera. SÍ. Culpala. ¡Idiota! ¿Qué demonios había mal con él? Ella estaba enferma,
posiblemente muriendo, ¿y él estaba fantaseando con ella? Yo apesto.

Obtener su recuperación. Luego deshacerse de ella. Después él podría continuar con su


búsqueda para encontrar a Cameo y a Viola con la conciencia tranquila. Al igual que el Trió

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Terrible, Viola había sido encarcelada en el Tártaro en el momento equivocado y había recibido
uno de los demonios sobrantes. Se estremeció. Ella había recibido a Narcisismo. Lo peor de lo
peor. Viola era una pesadilla viva cuando andaba cerca, pero también era parte de la familia.
Un hombre protegía a su familia.

Mari había sido la única familia de Keeley, pensó. Y yo me la lleve. Le debía a la Curadora más
que venganza. Le debía otra familia. Pero no había forma de que él pudiese introducir un
portador a inocentes. Sería como pescar en un barril con una propulsión por cohete.

Sus amigos, por otro lado... Ellos sabían cómo tratar con los portadores. Habían estado
tratando con Torin durante siglos, y ninguno de ellos jamás se había puesto enfermo. Eran
expertos en evadirlo. Quizás ellos podrían ser la familia de Keeley, él no tendría que matarla.
La idea... no le disgusto….Ella amenazo su seguridad.

Sí, pero Torin sabía que no les haría daño. Había visto el núcleo de honor por debajo de su
rabia. Ella podría incluso encontrar una medida de felicidad con el grupo. Dos de sus amigos
estaban saliendo con Harpías, una raza de mujeres conocidas por causar derramamiento de
sangre masivo... y por hacer que los hombres adultos se measen de miedo en sus pantalones.
Eso tenía que ser un material de ensueño para mejor amigo para Keys. Y, no es que importara,
ninguno de los hombres haría una jugada hacia ella; todos estaban tomados.

Bueno, excepto por William el Siempre Randy, que vivía con ellos, pero el tipo había estado
observando a su custodia, Gilly, mucho más intensamente últimamente. La chica era un ser
humano a punto de cumplir dieciocho pronto, muy pronto. Torin no estaba seguro de lo que
iba a pasar entre los dos el día de su cumpleaños, el solo sabía que algo iba a pasar. No era
importante. Keeley probablemente protestaría por el traslado a Budapest. ¿Probablemente?
Ja! Pero él tendría que encontrar una manera de convencerla para hacerlo. Dado que no había
mejor solución... y ninguna otra forma de poder quedarse con ella.

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Capítulo Siete
Cameo, guardiana de miseria, tiró de la cerradura de la parte trasera de una vieja furgoneta de
helados. Las bisagras oxidadas crujieron cuando la puerta se abrió. Saltó al interior del vehículo
y buscó en el congelador a cada lado hasta que los dedos se le entumecieron por el frío.
Seguramente encontraría lo que estaba buscando. –Maldición!- Liberando un gruñido, recordó
cuando sus amigos la apodaron -deprimente-

Cameo golpeó su puño en la parte trasera del asiento del conductor. Si no encontraba
chocolate pronto, iba a cometer un asesinato a sangre fría. Cualquier tipo de chocolate.
Caramelo. Sándwich de helado, napolitana. Y ella tenía un objetivo en mente -¿Vas a llorar? Le
preguntó el objetivo en cuestión. –Apuesto que vas a llorar. Él se puso de pie en la puerta
abierta, mirando el interior del camión, mirándola con su sonrisa patentada. Su nombre era
Lazarus, y llevaban siendo compañeros desde… no sabía cuándo. El tiempo había dejado de
existir.

En un intento por recuperar a su… amiga? Ugh. No. ¿Conocida? Mejor. En un intento por
recuperar a su conocida Viola, Cameo tocó la vara de Partir, un artefacto antiguo creado por
los Titanes; era una especie de puente entre dos mundos, supuestamente un camino para
llegar a la Caja de Pandora. ¡No podía esperar a destrozar la caja en miles de pedazos! Era muy
peligrosa.

En un segundo estaba tocando la vara y al siguiente estaba en otra dimensión… reino… ¡lo que
sea!.

Lazarus, también había tocado la vara, sólo que él lo había hecho meses atrás. Había
encontrado la manera en la oscuridad para salir al otro lado con ella. Ella no estaba segura
cómo o porque él lo había hecho. Se lo preguntó. Pero no daba respuestas. O comprensión. O
compasión. ¿Lo que ella sabía? Habían encontrado una salida a otro reino y habían caminado a
través de él. Allí, encontraron otra salida, otro reino. Ninguno le resultaba familiar.

Algunas áreas eran primitivas. Algunas tenían bastante población y eran modernas. Todas
peligrosas. - - preguntó Lazarus. -Se supone que ayuda con los
ataques de llanto. O eso es lo que he oído. También puede ayudarte con la voz. ¿He
mencionado que tu voz es trágica?-

Unas mil veces.

Ella cerró la distancia entre los dos. Era un hombre guapo. Uno de los más guapos jamás
creado; sólo convidando con él.

Pero era intenso. Y salvaje, y cuando mata, mata. Después de jugar un poco. Ni siquiera sus
endemoniados amigos luchaban tan brutalmente o jugaban con tanta violencia y eran
conocidos por arrancar la espina dorsal de sus enemigos, por la boca.

Estando ella dentro del vehículo como estaba –mientras sus pies estaban bien plantados en la
carretera- ella que debería haber sido la más alta de los dos, no lo era. Y eso la irritaba. Ella

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medía un metro y setenta centímetros, no era bajita, pero era una pequeña pelusa comparada
con Lazarus.

-¿Has considerado el hecho de que tengo dagas y no me da miedo usarlas?- preguntó Cameo.

Él se encogió, y su pelo manchado de tinta le cayó por la frente. -¿Por qué usar dagas? Tu voz
es suficiente arma.

Ella sabía que cada palabra que decía iba con capas de tristeza, sumergida en el lamento y
rodeada de dolor, muchas gracias. -Si mi voz hace que quieras quitarte la vida y ahorrarme el
problema de darte el golpe final… bueno, ¿Por qué no pasarme las próximas horas contándote
mi vida?.

Sus labios se curvaron. Él la tomó de la cintura y la hizo girar dejándola en el suelo. Sus manos
se quedaron dónde estaban y sus ojos oscuros brillaron. -¿Por qué iba yo a quitarme la vida?
Estar a tu lado es una tortura, sí, pero también es muy entretenido.

Cameo intimidaba a la mayoría de los hombres. Sus amigos eran protectores con ella y hacían
todo lo posible por proteger sus sentimientos. Pero éste chico la provocaba a cada paso sin
miedo a las consecuencias. Ella le dio una palmada en las manos, pero él se aferró a ella
durante varios segundos más, sólo para molestarla, apostaría ella.

Pero…esto. Ésta era la razón por la que no se permitía a ella misma sentirse atraída por él –no
importa lo guapo que fuera-. La personalidad importaba y la suya apestaba. Lo mismo ocurre
con la mía. ¿No significa que somos perfectos el uno para el otro? ¡NO!

-Déjame- pidió ella.

-Todavía no-

Pasó un minuto. Dos. Podía pelear con él, pero ¿para qué gastar fuerza…especialmente si
estaba disfrutando dónde estaba? La soltó cuando decidió que estaba listo. Ella se alejó de él.

Hoy se encontraba en un mundo parecido al que estaba acostumbrada. Sólo que no había
gente. Los coches estaban destrozados y abandonados. Las calles desiertas. Los árboles y el
follaje abandonados. Los edificios derrumbados. Los huesos de la gente estaban por todas
partes. Pero las líneas de energía aún funcionaban y las baterías no se habían agotado. Era
extraño.

-¿Has tenido novio alguna vez?- preguntó Lazarus manteniendo el ritmo detrás de ella.

-Tengo miles de años. ¿Tú qué crees?-

-Creo que eres una virgen solterona hambrienta de un poco de carne de hombre-.

Ella inspiró hondo…aguanta…aguanta…y despacio lo soltó. Soy una mujer tranquila, racional.

-He tenido varios novios, y no soy virgen. Y si me llamas puta, te cortaré la lengua.-.

-No, no lo harás. Quieres mi lengua donde está. Confía en mí. Soy curioso. ¿Cuántos novios?

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-No te importa-

-Mucho para contar. Anotando. ¿Cómo eres en la cama?-

-Nunca lo sabrás-

-Por favor. Puedo adivinarlo. Cada vez que un tipo ha estado dentro de ti, has gemido pero no
de placer. Lo estabas fingiendo, porque eres triste. Él inmediatamente perdió su erección y se
salió fuera, soltándote tonterías sobre otro sitio donde tendría que estar. Tú quedaste
insatisfecha, y no volvió a hablarle otra vez-.

Ella se habría enfurecido…si no hubiera estado en lo cierto. En su mayor parte. Ella había
intentado tener relaciones, pero sólo una vez por amor. Con un humano sordo el cual sus
enemigos habían matado después. En dos ocasiones, de respeto mutuo y de admiración. Con
guerreros poseídos inmortales como ella. Incontables veces, por desesperación. Con
cualquiera que le mostró el más mínimo interés y parecía capaz de hacer caso omiso de sus
defectos.

-Me han satisfecho en la cama-, dijo ella -y también lo fue mi hombre-

-Hombre. En singular. Interesante-

¿Cómo le da tantas vueltas?

-He estado con otros-

-Si pero no has mencionado nada de tu satisfacción con ellos-

Y no podría hacerlo sin mentir.

-Cállate- le espetó.

-¿He dado en el clavo, cielo?-

Sólo el más crudo que poseía. Añoraba a Alexander, su humano, todos los días de su vida. A
pesar de lo que él hizo al final de su relación. Le habían echado de casa a los ocho años cuando
enfermó y perdió la audición. De alguna manera, sin embargo, sobrevivió a los barrios bajos de
la antigua Grecia para convertirse en un hombre guapo, fuerte y honorable. Él había sido su
única oportunidad de felicidad. No podía pensar en él. Sólo haría a su demonio más fuerte,
alimentando su necesidad de miseria.

-Sólo… cállate- dijo ella.

Pero sabía que Lazarus no lo haría nunca. Nunca lo hizo. La presionaría hasta que explotara, y
luego se sentaría y reiría mientras ella luchaba por controlar sus emociones. Le gustaba reír. Y
quería unirse a él. Parecía divertido. Pero no estaba de humor para ser su entretenimiento.

-¿Qué hay de ti y de tu mujer, eh? ¿Le dabas placer?

Él contuvo el aire. -No la llames así-.

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Al fin. Ella también dio en el clavo. -¿Por qué no? Es lo que es Juliette, no?-

-Ella es enemiga. Aprenderás la diferencia cuando la encuentre-.

Juliette era una arpía. Y las arpías se comprometían de por vida. La chica había echado el ojo a
Lazarus y decidió que era para ella. Su consorte: había hecho todo lo posible para mantenerlo
a su lado, de alguna manera, esclavizando al poderoso guerrero. Para escapar, Lazarus había
permitido a Strider, amigo de Cameo y guardián de Derrota, decapitarlo, y la vara de Partir
absorbió su cuerpo y su espíritu en el interior…donde las dos partes se habían unido y sanado.

Ella no lo entendía pero así era.

¿Por qué he tenido que encontrarme con él y no con Viola? Estúpida vara.

-Mis amigos me encontrarán- Torin la había visto desaparecer. Él la estaba viendo, lo sabía, y
nunca se rendiría. Él la quería. Como amiga. Quizás…como novia.

Torin era uno de los inmortales con los que Cameo se había involucrado. Trabajando un poco
con lo de no tocar, la cosa había sido difícil. Pero lo habían hecho dándose placer uno frente a
otro. Había sido divertido, excitante…al principio.

Pero ambos mantuvieron una parte de ellos al margen, lo que les impedía pasar a un nivel más
profundo. En ese momento, no sabía porque. Mirando atrás, veía claramente que el miedo era
el culpable. Él había esperado que se cansara de su arreglo, deseara algo mejor y lo
abandonara. Ella había esperado que se disgustara con su voz, deseara algo mejor y la dejara.

-A este punto del camino, yo soy tu único amigo- dijo Lazarus, con una gota de rabia en su voz.
- No sobrevivirás sin mí-.

-En realidad, podría conocer la verdadera felicidad por primera vez en mi vida sin ti-

Él se puso las manos sobre el corazón -Ay!! Es como si me hubieras apuñalado con una de esas
dagas de las que alardeas-

Ojalá!

-Pero para que quede claro-añadió- ¿me estás diciendo que nunca has conocido la verdadera
felicidad, incluso cuando tu hombre te daba todo es increíble placer?-´

¿Ella no le podía esconder nada?

-¿Por qué estás tan interesado en mi vida sexual?

-No te hagas ilusiones, cielo. No he llegado a ninguna conclusión todavía, pero estoy
considerando darte una oportunidad-.

Incrédula, se paró delante de él. -¿Darme una oportunidad?.

Sus ojos brillaron de alegría. -Sí, y de nada. Pero como he dicho, no te hagas ilusiones.
Actualmente me inclino hacia la caja del no-.

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Ella apretó la lengua en el paladar -Déjame que le ahorre el trabajo de pensar a tu ya abusado
cerebro con los pros y los contras. Eres el último hombre en la tierra con el que me acostaría.
Preferiría acostarme con un puercoespín-.

-¿Así que te gusta el dolor? Captado-

Bah. Le dejó allí.

Él corrió tras ella llamándola, -¿Hay alguna otra agradable sorpresa que deba conocer? Debida
a esta pequeña revelación te ha puesto más cerca de la caja del si-.

Ella tiró de él sin mirarlo.

-Afinidad por el dolor y es fría. Es como si me hubiera tocado la lotería- dijo él. -no voy a tener
que preocuparme por situaciones incómodas. Todo lo que tengo que hacer es pincharte y tú
saltarás solita-.

La ira la llenó. Se detuvo completamente sorprendida. Eso es. La ira la llenaba. Y no había
espacio para la tristeza. Era la ley del desplazamiento en acción. Si se va lleno de una cosa no
hay sitio para nada más. ¿Había sido este su plan desde el principio? No. No, por supuesto que
no. El habría tenido que preocuparse por sus sentimientos.

Pero era la primera vez en mucho tiempo que no había sentido rastro de depresión o angustia
o pena o cualquiera de las miles de variaciones de Miseria.

Cerró sus ojos y saboreó, la inhalación del aire más fresco y el calor del sol no era tan
abrasador. Pero demasiado pronto, un tapón fue retirado y la ira se fue. La tristeza regreso.
Siempre volvía. Nunca había sido capaz de sentir ningún tipo de provecho… o de diversión… o
felicidad por más de unos pocos segundos.

Mayormente era bombardeada con las cosas irritantes de un día determinado. Un sonido muy
alto, muy constante, la temperatura no estaba bien, un dolor en el pecho que no se iba. Cada
cosa se juntaba para formar algo horrible: una miseria que no se podía combatir. Era una
existencia horrible.

¿Por qué no te das por vencida?

Palabras del demonio, no suyas. Púdrete.

No le daría ese placer al bastardo.

Lazarus no dijo nada más y continuo con la marcha, y eso le salvó la vida.

Llegaron a un supermercado abandonado que aún no se había derrumbado. El polvo cubría el


cristal agrietado de la puerta.

Cameo se tocó una de las armas y miró dentro.

-Me pregunto si la farmacia estará abastecida- dijo Lazarus.

-¿Vas a drogarte?-

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-Consigue el Zoloft del que hablamos-

Le odio.

Agarró uno de los carros y se marchó por los pasillos, renunciando a las latas de fruta y de agua
a pesar de no haber comido en días y su estómago gruñía de hambre. Fue derecha a la sección
de refrigerados y después de vaciar dos latas de cerveza, tiró dos paquetes de seis en el carro.
Luego siguió a la sección de los dulces. Ositos de goma, red hots, chicles… pero no chocolate.

¿Por qué yo?

Lazarus lanzó al carro un bote de cacahuetes, una pistola de juguete y un par de esposa falsas.

-¿En serio?-

-¿Qué? Me gusta jugar a policías y ladrones-

-No voy a jugar a policías y ladrones contigo-

-Cómo sólo es un juego, jugaré contigo-

Soy una mujer tranquila, racional- es mi nuevo mantra. -yo no veo a nadie más ¿y tu?

-Por supuesto-

Ella se puso rígida -¿Qué se supone que significa eso?-

El suspiró abatido. -Pensé que eras valiente, sin preocuparte por lo que pasa a tu alrededor,
pero resulta que eres ciega. Es casi doloroso-. Se puso la mano en el corazón. -Odio decirte,
cielo, que tus puntos frescos caen en picad…-.

-¡Dime!!- insistió Cameo.

La última vez que le dijo que veía lo que pasaba a su alrededor, había un gigante.

-Haré algo por ti. Te lo demostraré-.

De repente se puso serio, se agachó a su altura, nariz con nariz y mirándola a los ojos. -Puedo
ver espíritus y puedo compartir mi habilidad contigo por un rato uniendo mi mente a la tuya.
Bienvenida-.

Trató de apartar la mirada, pero era demasiado intenso, demasiado fascinante, y cada instinto
que poseía gritó que si no tenía cuidado, se perdería por completo a sí misma y nunca se
encontraría.

Pero él la tomó de la barbilla y la mantuvo en su lugar manteniendo la conexión.

Pequeñas llamas saltaron a la vida en sus ojos negros, sin fondo. Chisporroteando, fumando
literalmente. Zarcillos emanaban de él y saturaban el aire entre ellos. Cada vez que respiraba,
inspiraba el olor de la turba y cenizas. Su mente se nublaba y sus pensamientos se
descarrilaron. Él se convirtió en todo lo que ella vio, todo lo que sabía. Todo lo que ella quería.

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-¿Qué estás haciendo?…para. dijo ella, y pensó que se balanceaban sus pies.

El la liberó, rompiendo el hechizo. Ella parpadeó rápidamente y sacudió la cabeza. La bruma se


despejó y el aroma se desvaneció.

-Mira- dijo Lazarus en un tono sombrío.

-No vuelvas a hacer… ¿Qué demonio?

¿Qué eran esas cosas?

Ellos. Estaban. En todas partes. Cuerpos de cocodrilo, cabezas de zombies con cuerpos de
humanos. Escalaban las estanterías, avanzaban por el suelo, y cada uno la miraba como si
fuera un buffet libre.

-¿Sabías que casi doscientas mil personas mueren al día?- dijo ella, con una voz carente de
emoción. -En nuestro mundo quiero decir. Nuestro otro mundo-.

-Y desde que estamos en este, definitivamente estamos juntos, ¿Es lo que quieres decir?-.

Ella se palmeó las dagas. -No. Lo que quiero decir es que voy a cumplir con la cuota de hoy
matando esas cosas-

***

Baden, anterior guardián de Desconfianza, se puso de pie en medio de un círculo de piedras.

niebla, y jugando en diferentes áreas de la niebla había escenas de amor de películas. Escenas
de la vida de sus amigos.

Cameo necesitaba su ayuda. No podía ver más allá del exterior robusto de su compañero, no
sabía que eran más de un monstruo los que le rodeaban. Y Baden no podía avisarla. Estaba
atrapado allí. La vida apestaba no sólo porque estaba atrapado, estaba atrapado con Cronos,
anterior guardián de Avaricia, y de Rea anterior guardiana de Lucha, ambos de la realeza
desplazada buscando sirviente. No van a encontrar ninguno allí. Y también estaba Pandora.
Nunca había guardado un demonio en su interior-chica con suerte- pero siempre había sido un
dolor en el culo.

Los cuatro habían sido decapitados en su vida natural, y sus cuatro espíritus habían dejado
abandonados sus cuerpos y flotaban por ahí, incapaces de detener el viaje, ahora, sin poder
salir…de donde fuera que estaban.

-¿Por qué te torturas de esta forma?-

La voz dulce y suave venía desde detrás de él. La cadencia era un engaño. Uno que conocía
bien. Se volvió y vio cómo Pandora atravesaba la niebla.

Era un metro ochenta de mala actitud con un pelo negro y brillante que la llegaba a los
hombros. Sus rasgos eran bastante duros y era casi tan musculosa cómo él. En conjunto era un
buen paquete si te gustaban las mujeres con corazón de hielo.

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Él prefería un golpe en la cabeza.

Desde el momento de su llegada, habían mantenido una guerra, golpeándose mutuamente de


todas formas imaginables. Pero en el momento en que llegaron Cronos y Rea, se unieron, para
golpearles.

-Torin esta con la Reina Roja- dijo -Y ella…-

-¿Qué? ¿la Reina Roja? Déjame ver-

Pandora se trasladó a la sección donde se mostraba a Torin interactuando con la legendaria


mujer cuyo inmenso poder habían creado de alguna manera el misterio del triángulo de las
bermudas, cuyo templo marcó el comienzo de la edad de hielo.

Una mujer que había creado una red de espías en casi todos los ámbitos de la existencia,
dentro de cada casa real, dentro de todas las carreras de mortales e inmortales por igual.
Había pocas cosas que no supiera. Pocas que no podía hacer. Si dos clanes luchaban y ella se
ponía a favor de uno, el otro se rendía.

Para un hombre muerto como Baden, ella era una mina de oro.

Ella y Torin estaban en el reino de las lágrimas, donde jugaban al Dr. Ken y la Barbie maniaca
homicida. Baden nunca había visto a Torin tan decidido a curar a alguien. ¿Tratando de echar
un polvo a pesar de las consecuencia? No se le puede culpar. Aunque si Baden pudiera escoger
entre bellezas, escogería en una menos…asesina.

Había estado pegado a una víbora de cabello oscuro durante miles de años.

Alguien más -dulce- sería un buen cambio. De todos modos, Baden sabía que Torin quería
recuperar a Cameo y Viola y regresa con sus amigos.

-¿Crees que la Reina Roja puede salvarnos?- preguntó Pandora frotándose las manos.

-Si sobrevive a la enfermedad y Torin comprende la magnitud del conjunto de sus


habilidades…si, se asegurará de que lance una búsqueda y rescate con éxito-.

En primer lugar, Keeley sería capaz de conseguir un par de coronas de serpiente que Hades
había robado, tomado y matado por conseguir cada set forjado. Las reliquias podían ser usadas
por humanos o inmortales y harían que los espíritus fueran tangibles para ellos. Pero lo más
importante era que las reliquias podían ser usadas por un espíritu como Baden, haciéndolo
tangible para todo y todos.

Puedo reclamar todo lo que he perdido.

-pero panda- añadió con una sonrisa -los dos sabemos que vendrá sólo por mí. Tú te quedarás
atrás, al menos que decida llevarte conmigo. Piensa eso la próxima vez que quieras atacarme-.

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Capítulo Ocho
Tengo otra elección que hacer, ¿no?

Durante tres días Torin había cuidado mejor a Keeley que sus padres negligentes, marido
sádico y amante engañoso. Combinados! Había atendido a todas sus necesidades, le
proporcionó comida y agua, la protegió de los animales carroñeros, y limpio su frente cuando
el sudor se atrevió a salir encima de ella. Incluso había tallado todo un zoológico de animales
en miniatura de tablas de madera, cada uno un tesoro de detalles exquisitos.

Había empujado las piezas hacia ella con un gruñido -Aquí-, como si no estuviese seguro de
cómo iba a recibir los regalos.

Mío! Yo nunca voy a compartirlo!

Ahora ella le debía la muerte y le debía la vida. Y ella no tenía idea de qué hacer al respecto.
¿Había el cuidado a Mari así, también?

Keeley recordó la forma en que había gritado, -No te mueras. No te atrevas a morir. -Y,-
Vamos, Mari. Quédate conmigo. - se dio cuenta que él se había ocupado de Mari,. En su dolor
había pasado por alto completamente el dolor de él.

De vuelta en la prisión el debió haberse sacado el corazón como un medio de supervivencia,


porque ya que estaba roto y el no era capaz de hacerle frente.

Mi estomago se aprieta.

Una vez más, ella escucha el consejo de Mari en su mente. Perdonarlo. Borra sus deudas. Es lo
que hay que hacer.

Trató de pensar en una protesta, pero su visión del mundo estaba demasiado ocupada
cambiando. Torin había cometido un error. Uno que había lamentado. Él había sido dañado,
probablemente herido por el resto de su vida. Ella no necesita hacer nada más, ¿verdad?

-Torin,- dijo ella.

Él estaba ocupado preparando su próxima comida, de espaldas a ella. Sus hombros se


expandieron, como si los músculos acabaran anudada por la tensión. -Sí, Keys?-

-¿Estoy completamente fuera de la zona de peligro?- Como nunca había experimentado tanto
más que un caso de un resfriado, había estado mal preparada para una ronda con el demonio
de Torin. La sensación de ingestión de ácido en repetidas ocasiones? Comprobado. La
sensación de ser quemada viva? Comprobado. La garantía de que todos los huesos de su
cuerpo habían sido roto y las grietas habían filtrado de hielo... más fuego... y hielo de nuevo?
Comprobado, Comprobado, compañero.

Pero al menos estoy viva.

¿Eran todas las enfermedades tan viles?

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-Es posible que desee lo contrario-, dijo. - eres una portadora, pero sí. vas a sobrevivir-.

-Bien.- ¿entonces, así era? Ser portadora significaba que ahora podría enfermar a las personas.

Ella tendría que abandonar sus secretos deseos y grandes sueños: la conquista de un pequeño
reino de inmortales, gobernando como su reina benevolente y luego casarse con un hombre
agradable que nunca haría explotar su temperamento, finalmente, la creación de una familia
propia.

Por primera vez, Keeley seria adorada y mimada.

Se tragó el nudo en su garganta. -No me siento como un portador.-

-Lo que sientes no importa. ¿Recuerda? Usted no puedes permitirte el lujo de equivocarte-.

-Así como lo hiciste?-

-Exactamente-, graznó.

Ella causo un temblor, -Sólo espera. Voy a demostrar que te equivocas-.

-Por favor, no lo hagas. La gente va a morir-.

-No lo harán.-

Él la ignoró, diciendo: -Lo primero que tenemos que hacer es encontrar un par de guantes.-

No. ¡No! El suelo dio una pequeña sacudida. -Tengo bastantes desventajas. No voy a tolerar
otra- .

-Lo siento, princesa, pero no podemos deshacer lo que se ha hecho.-

Pero podrían encontrar una cura. Seguramente. No se me dio tanto poder simplemente para
ser presa de una enfermedad miserable. -Dijiste que me matarías si acababa siendo un
portador. Por qué no lo has intentado? -

-Cambie de idea.-

-¿Por qué?-

El silencio siguió goteaba con terquedad.

Bien. cambió de dirección. -¿Puedo hacer que te enfermes?- ¿Podría tocarle sin
consecuencias?

¿Quería tocarlo otra vez?

Recordó la forma en que la había protegido durante la lucha con el Unspoken, cómo su dureza
había presionado contra su suavidad. Cómo de voluptuosa se había sentido al ser deseada por
el más feroz de los guerreros.

Cómo su contacto había sido tan maravilloso como su enfermedad había sido horrible.

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Cómo no podía respirar más sin recoger toques de sándalo y especias. No podía cerrar los ojos
sin ver esos ojos esmeraldas brillantes, brillando traviesamente, o la cascada de pelo blanco
nieve caer sobre su frente, jugando al escondite con sus cejas negras. O esos labios tan rojos y
blandos.

Una corriente de ardiente necesidad se extendió por cada centímetro de ella. si. Quiero
tocarlo. Y quería que la tocara... en todas partes.

-No,- dijo. -Ya soy un portador. Pero puedo hacerte enfermar más-.

La decepción enfriando su deseo. Ella abrió sus brazos, preguntando, -¿Cuáles son tus planes
ahora que estoy mejor?-

-¡salir de este reino. Llegar a casa. -Hizo una pausa. -llevarte conmigo.-

Quería quedarse juntos? -Pero, Torin,- dijo ella, sorprendida por su repentina falta de aliento.

-Sí, Keys-.

La ronquera de su voz era una sedosa, caricia íntima, de alguna manera abriendo de una
patada una puerta mental, lo que permite suspirar y retornar. Ella quería decirle -Eso no es
sabio.- En cambio, dijo, -¿Alguna vez has tenido una novia? Y si es así, durmieron juntos? -
Tema peligroso. Proceda con precaución.

Y ella había pensado que estaba tenso antes. -Sí... y no.-

-¿Cómo ella- o ellas-atendieron de tus necesidades? ¿Cómo atendiste a las suyas? -

-No estamos teniendo esta conversación, Keeley.-

-Porque te da vergüenza?-

-Debido a que no es de tu incumbencia.-

-Mal El mundo me pertenece, estoy unido a él, lo que significa todo de todos es mi negocio-.

El agita una mano en el aire, un despido inconfundible. -Hablando de lazos, no crees uno
conmigo.-

Ocho palabras. Un rechazo. Un dolor más fuerte de lo que hubiera creído posible. Ella lo
rompió.

-No te preocupes. Un lazo permanente con la peste bubónica no es lo más alto en mi lista de
prioridades-.

-Bien-, espetó el.

Una ligera bruma comenzó a bañarlos. -¿Las mujeres te dejan porque no podías satisfacer sus
necesidades físicas?-, Preguntó. Debo herirle de la misma forma en que me hirió a mí.

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Se volvió y cerró su mirada con la de ella. Las gotas de agua atrapadas en sus pestañas. Furia
irradiaba de él, y sin embargo su piel palideció y no tiraba. -Sí-, admitió en voz baja. -Ellas lo
hicieron. Feliz ahora? -

Ni siquiera cerca. Lo que la dejo desconcertada. Acababa de dar ojo por ojo, y sin embargo ella
deseaba disculparse.

¿Qué hay de malo en mí? -Así que nunca les ha tocado? Incluso con tus guantes? -

-Muy rara vez.- Él frunció el ceño. -¿Qué pasa contigo y Hades?-

-¿Qué hay de nosotros?-, Preguntó, la niebla se disipa tan rápidamente como había llegado.

-Han dormido juntos, ¿verdad?-

¿Había oído hablar de su noviazgo tumultuoso? -Lo hicimos. También nos separamos-.

-¿Por qué?-

-Porque, como tú y tus novias anteriores, no podía satisfacer mis necesidades.- Es decir, las de
evitar cicatrices de azufre y mazmorras.

Torin se pasó la lengua por los dientes. -¿eres difícil de complacer, entonces?-

-Difícilmente. Yo soy lo más sencillo-.

-Casi-, se burló. -He estado cuidando de ti por días, princesa. Si usted podría haber sonado una
campana para llamar mi atención cada vez que decidió que quería algo, nunca se ha dejado de
sonar él. A pesar de que sólo he estado un par de metros de distancia-.

Dijo que como si fuera algo malo. -Yo soy una reina. Eso es lo que hacemos. -

-Bueno, entonces, no es de extrañar realeza tiene tan mala fama.-

Oh, no, no lo hizo. No podía insultarla sin sufrir las consecuencias. -Usted tiene el honor de
estar en mi presencia, guerrero. Dígalo. -

-¿O qué? Usted me explotaras? Lo siento, princesa, pero la amenaza tenía una vida útil y ya
está caducada. -

Corrientes de ira, un trueno. -¿Quiere decir que no puedo hacerle daño a causa del azufre?

Debido a que hemos hablado de esto. Puedo encontrar una manera, te lo prometo-.

Tono bajo, casi triste, dijo, -Estoy diciendo que no tengo miedo de la posibilidad. La muerte le
sucede a todos nosotros en algún momento u otro-.

Bueno. ¿Cómo se suponía que debía hacer frente a este hombre? Nunca había tenido
problemas para intimidar a un oponente antes.

Otro trueno, aún más fuerte que la primera.

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Con un suspiro, Torin se colocó delante de ella y le enmarcaba el rostro entre las manos
enguantadas. -Mírame, princesa. Por Favor. -

Me está tocando. Y es bueno, todo bien. Necesito más. Tienen que tener más. Ella no podía
concentrarse en él.

-Tengo algo que decirte-, dijo. -Algo que va a cambiar su vida.-

No me lo dejes ir. -O-bien.-

-El conocimiento está sabiendo que un tomate es una fruta-sabiduría no lo está poniendo en
una ensalada de frutas.-

Ella parpadeó, su mente no puede calcular su significado. -Yo... no sé cómo responder a eso.-

Sus pulgares remontar la costura de sus labios. Miró hacia el cielo, asintió con la cabeza y la
soltó, las comisuras de la boca temblores. -Creo que nuestra tormenta decidió irse.-

-Eso está bien.- Tócame otra vez.

Regresó a la hoguera.

Tentarlo... otras cosas para pedir otra conexión física.

Auto-perseveranci habló. ¿No hemos aprendido la lección? ¿Debemos ser enseñados dos
veces? Los chicos malos hacen cosas malas.

No me importa.

Quería Torin. Y así ella lo tendría.

Ayer ansiaba matarlo. Hoy deseamos seducirlo?

Así que? Soy una chica. Yo estoy autorizada a cambiar de opinión.

Serían una pareja, ella decidió. Tocar-placer-se lo había sido negado durante demasiado
tiempo. Un hecho que su presencia tuvo nunca le permitió olvidar. Había tenido otras novias
así que sabía cómo manejar una relación romántica. Ellos podrían hacer esto, podría hacer
este trabajo. Y estarían vigilantes, cauteloso, el peligro nunca cortejaría.

Todo lo que tenía que hacer era que estuviera de acuerdo.

No había mejor momento para probar. -Estoy sucio-, anunció. -Absolutamente sucio, y me voy
a tomar un baño.-

-Bien por usted.-

Así burlona.

Así inconsciente de su próximo otoño.

-Sea tan amable de ayudarme a eliminar mi vestido-, dijo.

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Un sonido estrangulado lo dejó. -No tiene ningún vínculo, sin cremallera. Usted tira y fuera. -

-Bueno, buenas noticias, entonces. Tan fuerte como eres, no deberías tener ningún problema-.

Su mirada recorrió ella y caliente. Se lamió los labios, como si ya podía saborearla. -¿A qué
estás jugando, princesa?-

-¿Importa?-

-Sí. ¿Y por qué diablos estás mirando a mí de esa manera? -

-Como qué?-

-Como si fuera un héroe. Yo no soy un héroe. Soy un villano-.

¿No se dan cuenta de que sólo la hizo él quiere más? -Bueno, es un buen pequeño villano y me
ayude a salir de mi vestido.-

-No.- Su tono encajaba en gutural mientras añadía: -Yo no voy cerca de usted.-

Él definitivamente estaba tentado. Qué delgada era su control?

-Muy bien. Voy a cerca de usted. -sus caderas en un vaivén, ella cerró la distancia entre ellos.
Alargó la mano.

Él se apartó sólo para volver más estrecha.

Ella envolvió sus dedos alrededor de sus muñecas y guió sus manos a sus caderas.

Se resistió. Al principio.

-Relájese, guerrero. Estamos protegidos por la ropa-.

Sus dedos se apretaron alrededor de ella y agarró con fuerza. ¿Pensaba que iba a flotar como
un globo olvidado?

-¿Cuál es... la próxima?-, Le apretó.

No exactamente rendirse, pero lo suficientemente cerca.

Ella se inclinó hacia delante, con cuidado de que su aliento abanicó sobre la oreja. -Todo lo que
necesitas hacer es sentirse bien.-

-Yo puedo hacer eso.- Él tiró de ella contra él. De repente estaban al ras, las partes más
blandas de sus partes acunaban las partes más difíciles de él. Un gruñido se levantó de baja en
el pecho, como si, en este momento robado, que había retrocedido en poco más que un
animal. -Lo estoy haciendo en este momento.-

El placer... pensamientos de ser cuidadoso evaporó como la niebla. -¿Quieres hacer más?-

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-Más. Sí. -Sus labios se separaron mientras luchaba por respirar. Ojos de acristalamiento con
un salvajismo que nunca había visto en nadie que no sea los condenados, le apretó con fuerza
suficiente para dejarle moretón. -Voy a tomar más, y te vas a gustar.-

Cualquier otro día, ella le habría encantado esa presión implacable. Pero la fiebre había dejado
su cuerpo frágil y dolorido y no había muchas posibilidades de que, estando tan cerca del
azufre, se debilitara más con cada segundo que pasaba.

-Ten cuidado conmigo,- susurró.

Era como si ella lo hubiera golpeado. Maldijo y dio un paso atrás, cortando el contacto.

Inaceptable. Ella lo siguió, y cuando él no podía ir más lejos, ella envolvió sus brazos alrededor
de sus hombros. -Yo no le dije que lo deje, guerrero.-

-Usted debe tener.- Sus párpados bajaron lentamente, encapuchar a los ojos. -¿Qué pasa con
su cuerpo duele?-

¿Qué pasa con ella? Su sangre se calienta mientras se frotaba, se frotó contra él. La deliciosa
fricción aumentaba su necesidad de él, la tensión aumentaba más profundo de su vientre.
¿Qué pasaría si ella mordisqueó sus labios... metió la lengua en la boca?

Debe resistir la tentación!

-Keeley.-

-No hables-, dijo. -Sólo tienes que moverte contra mí.-

Un momento de la inacción. Luego se ondulaba sus caderas, su erección presionando contra su


centro. Mientras ella se quedó sin aliento, se retiró. Dio la vuelta hacia atrás y otro suspiro
dejó. Él la atrajo aún más cerca, ella se frota aún más.

Sí. ¡Sí! Esto era exactamente lo que ella había necesitado. Pero sus manos la apretaron con
más fuerza, también, y dolió un poco, y ella gimió. Un segundo después estaba en apagado?

Él la apartó, y cerraba los puños mientras luchaba por respirar. -Voy a decir esto una vez, y sólo
una vez. Nada va a pasar entre nosotros, princesa. Si intenta algo así de nuevo, verás una parte
de mí incluso monstruos temen-.

Sus rodillas temblaban, amenazando con hebilla. -Bien. Haz lo que quieras-. Por ahora. No iba a
renunciar, ella sonrió lo que esperaba fuera una sonrisa de sirena y se quitó el vestido mientras
él observaba. -Voy a cuidar de mí misma.-

Sus fosas nasales se abrieron, y una vez más se alejó de ella. Pero su mirada... su mirada
permaneció encerrado en ella, caliente... como si comiera un bocado sabroso a la vez.

-Entra en el agua-, dijo él. -Ahora-.

-¿Por qué? ¿Me encuentras repulsiva? -Lentamente se dio vuelta y se pavoneaba en el


manantial. Pero ella no se metió en el agua. Puso un pie contra las rocas y le devolvió la

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mirada, orando para que hubiera algo en ella que le resultara suplicante. Pasando una mano a
lo largo de su costado, dijo ella, -¿O me encuentra irresistible?- ***

Le tomo a Keeley una eternidad sumergirse bajo el agua, Torin tuvo que luchar contra sus
instintos más básicos del guerrero. Tocar. Tomar. Mía. Entonces nunca la dejaría ir.

Ella sería suya, sólo suya.

La mujer era tan hermosa su interior se despedazaba cada vez que la miraba. Pero la atracción
fue más allá de su apariencia. Ella estaba abierta y honesta, una rareza. Ella también tenía
miedo, el primer amante potencial mencionar el demonio gigante en la sala-qué tus amigas te
dejan porque no podía satisfacer sus necesidades, como las físicas casualmente como si
estuvieran discutiendo el clima.

Todo el mundo siempre había andado de puntillas alrededor de la cuestión como si la verdad
de alguna manera lo rompería, sin darse cuenta de que ya estaba roto. Pero esta chica... ella
no parecía entender que nunca sería suficiente para ella. Que pronto necesitaría más de lo que
podía darle.

Demonios, ¿por qué no entiendes? Sus manos aún le picaban por ella. Esos pechos... la mata
de cobalto entre sus piernas... que podrían jugar con ella... hundir sus dedos en un agradable y
profundo. No sería demasiado agresivo para ella, no otra vez. No iba a apretar con demasiada
fuerza o empujar con demasiada fuerza. No dejaría el control a sí mismo. A ella le gustaría lo
que hizo.

O no.

La decepción era su especialidad. Como acababa de probar.

Keeley se inclinó sobre el borde de la primavera y rebuscó en su mochila. Las puntas de sus
exquisitos pechos asomaban por encima de la línea de agua, sus pezones como pequeños
arándanos maduros.

Dudo. Mirar hacia otro lado.

Ella sacó una pastilla de jabón y la sostuvo en alto como un premio, sonriendo
seductoramente. Pero entonces todo en ella era seductor, robaba pedazos de su cordura.

-Estoy a punto de convertirme en la reina de la limpieza, lo se-, cantó. Luego, con voz ronca
voz, la mirada barriendo sobre él, añadió, -Pero sin duda podría ser convencido a ensuciarse de
nuevo.-

¿Había un hombre muerto por exceso de deseo o sería Torin el primero?

¿Qué quería de él?

¿Cómo había Hades le agradó?

Pregunta estúpida. Uno Torin la despreciaba. El tipo estaba en la parte superior de su lista de
próximos a matar. Enemigo uno.

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Necesitas distancia. Ahora! -Cazaré algo para cenar y vuelvo.-

Keeley sacudió, jadeando, -Pero--

-Usted va a quejarse de mí que falta, princesa?- Puso la cantidad justa de mueca en su tono,
garantizado para irritarla. -¡Qué dulce.-

Sus ojos se estrecharon a pequeñas rendijas. -Si soy una princesa, entonces eres el Príncipe
Azul. Así que a seguir adelante y tomar todo el tiempo que necesite, Encantador. Ahora mismo
estoy bastante segura de que voy a tener más diversión en mis propias manos de todos
modos-.

Impacto directo.

Se volvió para irse.

-Torin,- ella llamó, su voz sexy- ya no regalar nada.

-¿Qué?-, Espetó.

-Es debido a la lluvia pronto. Confía en mí, queremos que se haya ido de largo desde el reino
antes que eso suceda-.

-¿Por qué?-

-¿Te gustaría ahogarte?-

-¿Hay alguien?-

-Es por eso.-

¿Qué le dijo un poco de lluvia tiene que ver con el ahogamiento?

-Vuelvo cuando regreso.- Se fue como si sus pies estuvieran en llamas. El resto de él sin duda
lo era.

¿Por qué le estaba haciendo esto a él? Actuando como si todo fuera perdonado? Como si ella
se preocupaba por su bienestar... y moriría si no lo consiguió en su cama? O en el suelo. O en
la bañera.

Castigo? Puede Ser. Pero él no lo creía. La forma en que ella lo había mirado antes de entrar en
ese baño... como si ya lo sentía empujando dentro de ella...

Él tuvo que reajustar sus pantalones antes de que su erección se liberara.

¿Estaba realmente atraída por él? Él no era irresistible como su amigo París, el guardián de
Promiscuidad, o determinado como Strider, el guardián de la derrota, pero estaba bien, sí, él
guerrero feroz.

Desde su posesión, muchas mujeres habían tratado de conseguir un poco de algunos de sus
bienes y servicios. Pero ni siquiera puedo seguir la línea de peligroso con Keeley. Guantes que
toca aquí... allí. No podría vivir con las consecuencias si me equivoco.

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Caminó por el bosque durante más de una hora antes de que finalmente recogiera el rastro
de... algo. Un grupo de bestias de cuatro patas, sus orígenes indeterminados. Le dio
seguimiento a la combinación de las pezuñas y de patas hasta que vio a su presa. El mugido de
un venado, a su espalda, ni idea que acababan de convertirse en el plato principal de su cena
buffet.

Se dio cuenta, que había dejado el campamento sin la pistola o el rifle. Tendría que usar su
daga. Bien. Lo Que Sea. Una batalla le haría bien. Trepo uno de los árboles, se posicionó para el
ataque, y silbó.

Todas las criaturas se pusieron rígidas. Las más grandes de ellas se volvieron cautelosamente
en busca de la fuente del sonido, y fue entonces cuando Torin se percató de la verdad. Él no
estaba tratando con cualquier tipo de venado; estaba tratando con algo completamente
distinto. Una amalgama de un león, demonio, gorila y un tejón de miel, no importa.

Torin se quedó en silencio. Tal vez pueda pasar inadvertido.

Por supuesto, que fue cuando la criatura alzó la vista y lo miró a los ojos… rojo Neón contra un
verde de otro mundo.

Demasiado tarde.

Aquí no vale nada, pensó, y saltó.

***

Las vibraciones alertaron Keeley de un visitante inminente. Esbirros de Hades por fin?

Murmullo enojado le hicieron saber exactamente quién era ese visitante, y no era una horda
de demonios.

Tal vez un poco demasiado teniendo en cuenta sus dulces palabras de despedida, ella se puso
de pie y se alisó los pantalones de camuflaje que había encontrado dentro de la mochila, lista
para enfrentar Torin.

Rompió a través de una pared de follaje y lo vio. Se detuvo abruptamente, su mirada


rastrillando sobre ella, estrechándola y erupciónandola con calor.

Ella esperaba que los elogios empezaran

-Hubo una tormenta mientras me fui-, dijo.

Bueno. No era el inicio que ella esperaba, pero no era una pérdida total, tampoco. -Sí.- durante
su vida, ella había aprendido a dirigir cualquier conversación en la dirección que quería. -La
lluvia hacen que las flores florezcan, mucho…-

-Aun así, no duro- él la interrumpió.

-Correcto.- Debido a que no había salido de la tierra, sino de de ella. -Al igual que mi baño-

-no te ahogaste.-

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Argh! -No.- Ella trazó una mano por su costado rápidamente-Yo florecí- antes de que pudiera
interrumpir de nuevo. -¿No te parece?-

Él la miró por segunda vez y se encogió de hombros. -Supongo.-

Supuso?

La decepción la golpeó.

Ella le miro de arriba abajo, pensando que necesitaba insultarlo. Igual por igual. Pero quedó
atrapada por el ceño oscureciendo sus rasgos y encontró que ella sólo quería calmarlo. -Estás
bien?- -preguntó ella. Tenía rasguños por todo el cuello y los brazos, y en su mano la pierna del
Nephilim que había estado arrastrando.

-Estoy bien. Aquí está la cena -, dijo, lanzando a la criatura al fuego que había formado. –no
tienes que preocuparte por enfermarte por yo haberlo tocado. La enfermedad murió con él-.

-volviendo atrás sólo un poco. Tu no tiene que preocuparte... como yo? -Ella golpeó su pecho
para dar enfatizar. -Yo no tengo que preocuparme?-

-Sí, Tu. Tu cocinas. Nosotros comemos-.

Debido a Hades y su veneno, sólo comía lo que ella encontraba.

-Mientras tanto,- Torin añadió: -Necesito bañarme.-

¿Baño? -¡No!-, Gritó. -No te acerques al manantial.- Todavía no. Sería matar el ambiente
HOLA- COMO ESTAS- que había entre ellos.

El frunció el ceño y, como el terco, obstinado guerrero que estaba demostrando ser, miro al
manantial.

-En serio?-, Le gritó.

-Bien.- Ella se movió de un pie al otro. -Dos de los presos que liberaste se presentaron, y a
pesar de que yo fui una perfecta anfitriona mediocre, ellos pensaron en desalojarme… pero
después terminaron deslumbrando.- La razón de la tormenta. -Me encontraron irresistible-, se
quejó.

Examinó el camping, y deseó poseer la capacidad de alterar la percepción de una persona. Un


lío de sangre y tripas le rodeaba. Afortunadamente el manantial tenía algún tipo de sistema de
filtrado y ya no estaba... tan pesado.

-Les Has matado antes de que te hayan tocado?-, Preguntó.

-Soy la invencible Reina Roja. ¿Qué piensas tú? -La detestable mirada en sus ojos cuando se
habían acercado a ella, junto con las palabras repugnantes que salían de sus bocas, la había
enfurecido al punto de no retorno.

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-Bien.- Torin se inclinó para pellizcar lo que parecía ser un trozo de intestino delgado entre
sus dedos enguantados. Arrojó la cosa en la maraña más alejada de árboles. -Creo que ellos
tienen lo que se merecen.-

Él no tenía miedo de su poder, no estaba huyendo de ella, pero luego, cuando lo había hecho
alguna vez?

Lo quiero más que nunca.

-Ahora-, dijo para distraerse a ella misma. -Acerca de la cena. Ya te he preparado una festín. Lo
sentimos, pero no hay entrañas en el asado-.

Había oído que el camino al corazón de un hombre es a través de su estómago. Lo cual era un
refrán extraño, porque ella había perforado su camino a través de más de un torso masculino,
y sabía a ciencia cierta que el camino al corazón era en medio de la cuarta y quinta costillas,
pero ella entendía el espíritu de la frase. Si era capaz de suavizar las emociones de Torin hacia
ella, tal vez podría tentarlo con mayor facilidad al placer de ella.

Me lo debe, después de todo. ¿No lo había puesto ella triste? ¿No estaba el obligado a hacerla
feliz? La única manera para salir completamente de su libro mayor.

-Yo sé que no estoy sobrevendiendo esto cuando digo que estás a punto de tener la mejor
experiencia de tu vida.- Acercándose a Torin, ella levantó una placa de piedra amontonada con
golosinas. -De nada.-

Hizo una mueca mientras miraba por encima de su oferta. -Ramitas. Hojas. Setas. bicos? Paso -

-Me lo tomaré como un sí, por favor, y gracias.-

-Tómalo como un no.-

-Un suave, no? ¿Como un tal vez? -

-Un duro NO. Al igual que absolutamente no-.

-Así que... yo debería ahorrar algo para más tarde?-

-Ahorrar algo para nunca.-

-Pero...- lo busque para ti. -No importa.- Ella se encogió de hombros para ocultar su malestar, y
se metió un hongo en la boca. –Te lo pierdes.-

-yo Gano.-

-Alguien está claramente de humor para discutir-, dijo.

-¿Qué puedo decir? Usted sacas lo peor de mí-.

Una repentina, y ligera niebla comenzó a caer sobre ellos. -¿Te sientes orgulloso de ti mismo?-,
le preguntó en voz baja. -Yo ahora estoy a cinco minutos segundos de matarme y luego
matarme.-

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Torin miró a su alrededor, suspiró. -¿Sabías tu que el cincuenta y uno por ciento de todas las
estadísticas son inútiles?-

-Uh... ¿no?-

-Sí, y siete…cinco por cierto de las personas no entienden fracciones.-

-Eso es... malo?-

La niebla se detuvo, y Torin, dijo, -Estaré tomando ese baño.- Él agarró su camisa por el cuello
y la tiró.

Una protesta murió antes de que nunca abandonara sus labios. Mirar lejos resultaba
imposible. La calidez se arremolinaba en su mente, haciéndola marearse antes de correr por el
resto de ella.

Él se quedó quieto, con las manos en la cintura de sus pantalones. Él la miró a los ojos y arqueó
una ceja. –date la vuelta.-

-¿Por qué? ¿Eres tímido? -

-Tal vez yo creo que no hay razón para tentar a una mujer muerta de hambre con lo que nunca
tendrá.-

Un recordatorio punzante de su resistencia, la intención de desalentarla. Bueno, ella lo dejaría


pensar que había sucedido. Por ahora. Cada victoria llegaría con un plan patea culos. Ya era
hora de que ella creara uno.

-Voy reconsiderar en tu oferta para cocinar-, dijo ella, dándole la espalda.

El roce de la ropa pinchaba en sus orejas. -No recomiendo que hagas eso. Estoy muerto de
hambre, y como puedes notar probablemente -, agregó oscuramente,- Me pongo de mal
humor cuando estoy muerto de hambre. -

-¿De verdad quieres que te alimente una descendente de un ángel caído?-

-¿Discúlpame?-

Como se metió al agua, ella dio la vuelta. Él se sumergió hasta los hombros. -¿Cuántos años
tienes?-

Un inmortal mayor habría reconocido la bestia que el había matado.

-Bastante vieja para conocer mejor. Suficientemente antigua que sólo puedo utilizar una línea
coqueteo…hey baby…, es mejor que le des una alerta a tu vida, porque me enamoré de ti y no
puedo deshacerlo-.

Recuperate...alerta de vida. Ella se devanó los sesos hasta que encontró una explicación y se
iluminó. –La mía sería… las rosas son rojas, las violetas son azules, si no haces lo que te digo te
voy a matar.-

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Él parpadeó hacia ella por un largo rato, mirando a punto de estallar en carcajadas o
maldiciones.

-En serio,- dijo ella. -¿Cuántos años?-

-Voy a decir por lo menos tres mil y deja las cosas así.-

-Así que... básicamente eres un feto.- No es de extrañar que estuvieras demasiado


avergonzado para decirlo.

Cuando él simplemente tomó la pastilla de jabón, ella lo empujó de su mente, el gasto La


siguiente media hora eliminando el Nephilim, no quería que el hedor de su cadáver en
descomposición diera el aviso de sus amigos. Y tenía amigos. Ellos siempre corrían en
manadas. El mal era un parásito, dependiente de otros para sobrevivir.

¿Cómo veía el mundo exactamente a los Curadores?, pensó con un suspiro. ¿Era así como
Torin la veia?

Sí. Probablemente. Su actitud sobre el vínculo...

La unión con él era posible. Siempre era posible. Tendría que tener más cuidado que nunca,
sobre todo con la nueva dirección de su relación.

-¿Cómo vamos a salir de este reino?-, Preguntó Torin.

-No te gustaría saber-, le espetó, irritada con él.

-Um, sí. Eso por eso que te pregunte-.

Calma. Despacio. Él está haciendo nada malo…por el momento.

Ella no pudo resistirse otro vistazo hacia él. Ya se había puesto un par limpio de pantalones,
pero estaban bajo en su cintura, dejando al descubierto un rastro de bello oscuro, igual que
sus cejas. Tan hermoso.

-Es muy sencillo-, dijo. -Encontramos la llave y abrimos la puerta.-

-¿Qué pasa si ya tengo una llave? ¿Dónde está la puerta? -

Una llave, había dicho. No la llave. Interesante elección. ¿Cuál era su juego?

-Es en el borde de la esfera. Cerca de tres días a partir de aquí. O te puedo destellar allí. No
tomara mucho, un segundo. Todo lo que necesitas hacer es cortar tus cicatrices de azufre-.

Él le sonrió, irritándola de nuevo. -Gracias, pero prefiero caminar.-

Ella se encogió de hombros como si fuera algo del otro mundo. Mientras tanto, era una gran
maldita cosa! -Más tiempo para que pasemos juntos, entonces.-

Se puso una camisa, diciendo secamente, -mejor para mí-.

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El Toque Más Oscuro

Un destello de ira, un retumbe de truenos. -Estoy sintiendo que no te das cuenta de lo


afortunado que eres. Cómo privilegiado. La gente me ha pagado fortunas para permanecer a
su lado durante la guerra-.

-Excepto que soy tu oponente.-

-no lo creo, pero ciertamente podría ser convencida para cambiar mi mente otra vez.-

Cuando abrió la boca para responder, los tres presos que habían tratado de someterla de
repente atacaron el camping. Instintivamente, convocó a una gran ráfaga de viento para
enviarlos hacia atrás, pero debían haber tenido azufre cicatrices para bloquear sus poderes, ya
que entraron derechos a través de él, acercándose a ella y Torin-que había sacado una daga y
se plantaba en frente a ella, dispuesto a protegerla.

Algo de su enojo hacia él se dreno.

Antes de que el trío pudiera llegar a él, se lanzado cientos de ramas en su camino como antes
había hecho con Torin, pero esta vez, agregó árboles. Así que muchos de los guerreros no
podían encontrar su camino a través. Pero lo intentaron, con diligencia, con violencia, más
decididos a llegar a ella de lo que ella se había dado cuenta.

-¿Cómo te gustaría terminar esto?-, le Preguntó a Torin. -Estoy abierto a sugerencias.-

-Vamos a hacer nuestro camino a la puerta.-

-Puedo mantenerlos a raya con árboles incluso cuando salga al campo, pero los inmortales
seguros se librarán muy pronto y nos seguirán-.

-Si todo sale de la manera que me gustaría, vamos a estar en el siguiente reino antes de
ponerse al día.-

-Vamos a tener que darnos prisa. Las cicatri….

-Se van a quedar.-

-Muy bien.- Pero cuando por fin te meta en mi cama, encanto, esas cicatrices serán lo primero
que se deberán ir, estés de acuerdo o no....

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Capítulo Nueve
Los próximos días resultaron ser los más duros en la vida de Torin. Literalmente. Keeley era la
tentación envuelta en deseo, sumergida en éxtasis y enrollada en satisfacción, y no había duda
en su mente de que ella había sido diseñada simplemente para torturarlo.

Su manera de hablar y caminar- sexo viviente. La forma en que olía- comestible. Las cosas que
irradiaba feromonas y crack, sin duda. Su fortaleza incomparable. Su sentido del humor, un
poco retorcido. Para él la combinación perfecta. Su forma de pensar. Él no estaba siempre
seguro de lo que pasaba dentro de esa hermosa cabecita suya, y el misterio lo intrigaba. Las
cosas que a veces decía le desconcertaban, a veces le divertían, a veces incluso le enojaban,
pero nunca le aburrían. La lealtad a su amiga a veces superaba a la suya. Los pequeños
sonidos que hacia cuando disfrutaba de lo que estaba comiendo- una caricia audible. No es
que ella comiera mucho, lo cual él no entendía, pero ella lo había callado cuando le había
preguntado al respecto. Ella no era como él había asumido al principio. No era cruel, no estaba
loca... no realmente. Bueno, no para él. Ella era... perfecta.

Él fue consumido por la necesidad de protegerla, incluso de sí misma. Quería estar cerca de
ella, por si acaso lo necesitaba, para calmar la peor de sus emociones antes de que el mundo
alrededor de ellos tuviera tiempo de reaccionar. Las tormentas cuando ella se enojaba. La
nieve cuando se entristecía. El resplandor del Sol cuando estaba feliz. Un muy raro caso. Sólo él
parecía ser capaz de despertar estas emociones en ella, como si tuviera su corazón en la palma
de su mano y pudiera torcerlo de la manera en que él quisiera. Y eso, allí mismo, era otra razón
para anhelarla. Porque él la afectaba- y a él eso le gustaba.

Mientras ellos paseaban a través del campo, él intentó enfocarse en sus pasatiempos.
Cualquier cosa para conseguir mantener su mente fuera de estos deseos nada entretenidos.
Talló todo un conjunto de piezas de ajedrez en forma de gnomo. Plegó mil hojas en forma de
flores. Keeley las robó. Otra cosa que le gustaba de ella. Tomaba lo que quería.

-Esta lloviendo,- dijo ella a sus espaldas.

-Me di cuenta.- La fuerte tormenta no tenía nada que ver con sus emociones. Había empezado
en la mañana de ayer y no había dado tregua ni una sola vez. Los charcos de agua -lagos
realmente- ahora le llegaban hasta sus tobillos. Pero incluso la constante ducha fría no pudo
ayudar a su situación. Le dolía… Él anhelaba. Y no estaba seguro de poder dejar pasar otra hora
y mucho menos un minuto más sin poner sus manos sobre Keeley. El usaría guantes, no
permitiría que su piel rozara la de ella. Ahuecaría sus pechos ligeramente, y jugaría entre sus
piernas gentilmente, y eso sería suficiente…Tendría que ser suficiente. Pero no lo sería, ¿o si?

El agua helada corría entre sus omóplatos mientras él macheteaba a través de una gruesa
pared de follaje con más fuerza de la necesaria, despejando el camino. Miró por encima del
hombro para asegurarse de que ella no se hubiera rezagado- de nuevo. Ella se había detenido
para comprobar sus cutículas- de nuevo.

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Tendría que haber sido molesto. Necesitaba una buena toalla, no una manicura. Él solo estaba
agradecido de que ella no se hubiera ido por su cuenta. Con el Trío Terrible marcado con
azufre y suelto, ella necesitaba un fuerte, fornido guerrero para que la protegiera.

Era una excusa. Él lo sabía. Keeley había demostrado con creces que podía defenderse contra
cualquier persona, en cualquier momento. Pero la dura verdad de la cuestión era esta: ella no
podía actualmente cuidar de ella misma. Ella nunca comía al menos que se le indicara. Sólo
dormía cuando estaba enferma. A menudo se deslizaba dentro de su cabeza, el resto del
mundo olvidado.

¿En qué pensaba en esos momentos?

¿En Hades?

Quería arrancarle sus bolas y meterlas en su garganta.

-Keeley,- Torin espeto. -Camina.-

Ella frunció sus labios mientras se contoneaba más allá de él. -¿Demasiado gruñón?-

Maldición. El balanceo de sus caderas... ¿estaba su lengua fuera? Tenia que ser un hombre, no
un cachorro enamorado. Él nunca había actuado de esta manera antes y decidió que podía
haber una sola razón por la que lo haría ahora. Apretando sus dientes, le pregunto.

-¿Te has vinculado conmigo?-

Le echo una mirada irritada por encima del hombro, el agua cayendo por sus mejillas como si
fueran lágrimas. -Como una de las personas más inteligentes del planeta, con mucho gusto
puedo decir que no.-

-Bien,- respondió mientras tomaba la delantera. No era decepción lo que estaba sintiendo.
Copos de nieve comenzaron a caer, integrados a la lluvia, flotando a su alrededor. El había
herido sus sentimientos, se dio cuenta. ¡Genial! Tenía que lidiar con la culpa encima de todo lo
demás. Tiempo para distraer a los dos. -¿Has notado que las criaturas del bosque se han
mantenido lejos de nosotros?-

-Noticias de mis hazañas claramente se han extendido.-

Una explicación tan buena como cualquier otra. -¿Crees que se pregunten por qué matamos
gente que mata a gente por matar gente?- -Probablemente no. Quiero decir, si las criaturas
aquí sólo tienen dos dedos de frente, son realmente inteligente.-

Él resopló, y luego ella se echo a reír, y luego ambos estaban riendo abiertamente. La nieve se
detuvo, demostrando que él había logrado lo que había previsto. Cortó un nuevo muro de
follaje en pedazos, las ramas de los árboles extendiéndose hacía el, hojas voraces
rompiéndose. -Después de ti.-

-Mi malvado héroe -, dijo Keeley, moviéndose más allá de él. -¿Tu madre sabe que eres un
caballero la mitad del tiempo?-

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Un dolor en el pecho. -Yo no tengo una madre.-

-¿Qué?- ella se volvió hacia él. No había piedad en sus ojos, sólo curiosidad. -¿Nunca has
tenido nadie con quien acurrucarte por las noches, tampoco?-

¿Tampoco? -Yo vine a este mundo completamente formado. -¿Qué hay de ti?-

-A la manera antigua, aunque no he disfrutado pensando en mi madre sin emociones y mi


padre ambicioso siendo juguetones.-

Sin emociones y ambicioso. Él no disfrutaba de la idea de la pequeña Kee Kee sometida a tales
cosas. El Hada del Azúcar debería haber sido mimada.

Él extendió la mano para alisar el cabello mojado pegado a su mejilla, pero termino
empuñando su mano y dejando caer su brazo. No podía olvidar. Ni por un momento. Pero se
estaba volviendo más y más difícil detenerse a sí mismo.

-¿Ellos eran crueles contigo?- pregunto, caminando alrededor de ella y tomando la iniciativa.

-Durante las mejores veces, sí.- Ella se acerco a su lado, manteniendo el ritmo. -Durante lo
peor, ellos no me prestaban atención en absoluto. Que es probablemente el porque me
aseguré que hubiera tantas mejores veces como fuese posible.-

Rompió mi corazón. Una hija tan descuidada que prefería ser castigada que ignorada. -Lo
siento.-

Un falso casual encogimiento de hombros cuando dijo: -El pasado me ha moldeado en quién
soy. ¿Cómo me puedo arrepentir?-

Nada de lástima. Pero él quería saber más acerca de ella. Quería saber todo sobre ella.
Porque... no debería admitir esto... no puedo ayudarme a mí mismo... ella le agradada.
Estúpidamente, tontamente, pero ahí estaba. No había duda de que le gustaba su aspecto- su
erección constante era prueba de ello. Pero lo más importante, le gustaba. Quién era ella,
incluso qué era ella.

Nunca una relación había sido más condenada.

-He oído que los Curadores fueron creados antes que los humanos,- dijo, -¿Verdadero o falso?-

-Es cierto. La tierra era nuestra. Pero como ustedes saben, los ángeles caídos desafiaron al
Altísimo, perdieron y vinieron aquí. Los Curadores quienes se unieron a ellos perdieron su luz y
no pasó mucho antes de que la mayoría de la tierra fuera infectada.-

La mayoría, ella dijo. -¿No toda?-

-Había una sección amurallada, un jardín, donde fueron creados los seres humanos. Pero el
líder de los ángeles caídos más tarde encontró una manera de entrar allí, también.-

¿Lucifer? -Estas luces-, dijo. -He oído hablar de ellas, pero no estoy seguro de entenderlas.-

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-Imagina que los Curadores son bombillas. Literalmente brillamos. Es un signo externo de la
conciencia que poseemos dentro de nosotros-.

-¿Y sin la luz?-

-Oscuridad absoluta. Sin conciencia.-

-¿Cómo has mantenido tu luz todos estos siglos?-

-¿Qué te hace pensar que no la he perdido? Quiero decir, no puedes verla. Está oculta dentro
de mi cuerpo.-

-Pensé que la tenías. Al principio. ¿Ahora?- ¿La explicación más simple? -Yo sigo vivo.-

Los minutos pasaban sin una respuesta. -La verdad es,- dijo finalmente. -Yo casi la pierdo.
Durante un tiempo, la oscuridad era mi mejor amiga y me sofocaba. Entonces Mari apareció y
la ahuyento lejos. Pude respirar de nuevo, podía pensar con claridad, y me di cuenta que
habría soportado unos mil encarcelamientos simplemente por conocerla.-

Y yo me la llevé. Él pensaba que había llegado a calmarse acerca de eso. Pero, ¿podría alguien
alguna vez realmente calmarse después de haber destruido a quien era solamente una fuente
de alegría?

-¿A dónde nos lleva esta puerta?-, grazno.

-Hacia el próximo reino.-

-¿Cuál es?-

-Algún lugar diferente a éste.-

Tal fuente de información. -Quiero ir a casa.-

-No hay problema.- Ella parpadeó, toda inocente. -Recorta las cicatrices y te destello allí.-

Él estaba tentado. La extracción de una libra de carne ya no parecía ser su objetivo. Pero si ella
se encendía contra él, las cicatrices serían su única arma contra ella. Un guerrero nunca rendía
sus armas.

-Quiero ir a casa sin recortar las cicatrices.-

Ella dejó escapar un suspiro. -Bueno, entonces, tengo buenas y malas noticias.-

-Empieza por las buenas.-

-Malas noticias-, dijo ella y el puso los ojos en blanco. -Destellar es la única manera de saltar a
través de los reinos. Bueno, eso, y los portales de apertura. Pero no puedo destellarte y no
puedo abrir un portal sin las herramientas necesarias. Eso significa que tendremos que viajar
de reino en reino hasta llegar a tu casa, y eso podría llevar años.- Ella marcho frente a él y le
tendió la mano, deteniéndolo. -Pero la buena noticia es que hemos llegado a la puerta.-

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El Toque Más Oscuro

No era posible. Se quedaron en el borde de un acantilado, un mar de nada se extendía por


millas hacia adelante.

-Déjame adivinar,- dijo secamente. -Se supone que nosotros debemos saltar y te gustaría que
yo fuera primero.-

Ella puso los ojos en blanco. -Pensar siempre lo peor de la gente es una enfermedad, sabes.
¿Es Cortesía de tu demonio?-

-Cortesía mía.-

-Bueno, supongo que tomará alguien más amable que yo para curarte de eso.-

-Tú eres amable.-

Por favor. -La adulación es solo otra forma de mentir y te conseguirá un puñal en el estómago.-
¿Cuan lindo fue eso?

-Una persona promedio no me hubiera advertido. Una persona promedio simplemente habría
golpeado.-

Claramente peleando contra una sonrisa, ella se giró y extendió su mano. Sonidos crepitantes
de electricidad partían de las puntas de sus dedos y se cernían en el aire, cada vez más amplio,
más largos, creando grietas en la atmósfera, cada pulsación con una gama de colores
vibrantes. Una sola ráfaga de luz brillante se expandió a través de los colores como una bala,
haciéndose más amplia... antes de ser succionada hacia el interior, dejando... ¡Una puerta!

Si bien aún podía la nada negra alrededor de sus bordes y la lluvia que le acompañaba, pudo
ver un mundo nuevo en el centro de la puerta. Uno sin lluvia.

-Tu llave-, dijo Keeley, haciendo un gesto hacia el portal.

Aunque a él no le gustaba la idea de usar la Llave de Todo delante de otra persona, teniendo
en cuenta el número de personas que habían intentado matar a Cronos para poseerla, se
dirigió hacia adelante. Al no ver ninguna perilla y no saber qué más hacer, aplastó su palma
contra el centro de la puerta. Era sólida al tacto... al principio. Pronto la fibra bajo su mano
comenzó a brillar, olas ondulando de arriba hacia abajo. Después, tan fácil como eso, el
bloque desapareció y sólo había aire entre él y el siguiente reino.

-Entonces. Tú tienes la Llave de Todo-, dijo. -Tomada de Cronus antes de morir, supongo. No
me asombra que fueses capaz de escapar de la prisión.-

Sin comentarios. No había razón para promover una conversación que invariablemente
conduciría a Mari. -¿Qué sigue?-

-Esto puede parecer un poco salvaje, pero... caminar a través de eso.-

Culo inteligente. Él entró en la tierra seca y casi aulló de alivio. Keeley se mantuvo cerca de sus
talones. Demasiado cerca para su comodidad. Miró a su alrededor, viendo otro bosque, éste
salido de una pesadilla. Los árboles eran negros desde el tronco hasta la punta, con las vides

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El Toque Más Oscuro

torcidas deslizándose a lo largo de las ramas como serpientes. Pequeñas fogatas ardían en
todas las direcciones. El humo se elevaba, espesando el aire.

-Bienvenido al Reino de Perdido y Encontrado-, dijo Keeley, extendiendo los brazos para
abarcar el paisaje en ruinas.

Mientras se movía, ella... cambió. Su Cabello zafiro oscuro a un profundo y rico rojo, varios
mechones gruesos de color chocolate tejidos a través de su cabellera. Su Piel helada adquirió
un resplandor durazno-con-crema, y sus ojos... aquellos se oscurecieron hasta un ámbar
dorado exquisito.

El había pensado en su belleza antes. Pero esto era... Impresionante.

-¿Qué demonios te ha pasado?-, le preguntó, furioso. ¿Cómo iba a resistirse a ella ahora?

Ella palideció, y no necesitaba un cambio en el clima para decirle que una vez más tenía el
distinguido honor de haber herido sus sentimientos.

-Se debe caer aquí-, dijo ella con frialdad.

Suspiró. -Lo siento, fui grosero.-

Ella mascullo algo y comenzó a avanzar. -Andando. Hay una cabina justo sobre el hormiguero.-

Las puntas de su pelo rojo alcanzaban su cintura y se rizaban, y se preguntó si iban a hacerle
cosquillas a su estómago cuando ella se sentara a horcajadas y lo montara, duro y rápido,
y…Torin gimió.

Enfermedad protestó. En voz alta. ¡Cállate! A Torin todavía le parecía extraño que el demonio
quisiera escapar de la chica, y sin embargo, el demonio no se había excitado por golpearla con
enfermedad cuando la oportunidad se presento. O quizás no tan extraño. Como un perro
rabioso escondido tras un rincón, Enfermedad había atacado.

Los perros rabiosos necesitaban ser soltados.

Un pensamiento más que bienvenido. -Si esto es un hormiguero,- Torin balbuceo, -No quiero
ver a las hormigas.-

-Inteligente.-

Después de unos minutos de silencio, el dijo, -¿Cómo cambiaste de color así? Nunca me lo
contaste-

-Realmente, lo hice. El cambio ocurre naturalmente. Yo soy la estación a mi alrededor.-

Okey. Eso tenía sentido. Él se preguntaba como luciría ella en la primavera y en el verano. Una
vid se estiro, para merodear cerca de ella como si la olisqueara, preparándose para atacar.
Torin fue a por esta. Sin girar su cabeza, Keeley la atrapo antes de que él pudiera hacer
contacto. Un alto y agudo chillido hizo eco mientras la vid se secaba hasta ser sólo cenizas.

-Impresionante-, dijo él.

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El Toque Más Oscuro

-Obviamente.-

No sonrió. Eso únicamente la hubiera animado. -Tú una vez preguntaste mi edad. Ahora es mi
turno. ¿Cuántos años tienes?-

-Mucho más vieja que tú. He estado envejeciendo vergonzosamente desde el principio de los
tiempos. Lo que significa que soy mucho más inteligente que tú, también. Sé cosas que tu
pequeña mente no podría ni siquiera empezar a comprender.-

Probablemente la verdad. -¿Insultando la belleza de mi cerebro cuando ni siquiera lo has visto


desnudo? Grosera.-

Ella se puso rígida, después suspiro. -Dijiste la verdad. Mis disculpas.-

La pequeña rama de dinamita lo había tenido mejor al controlar su temperamento. Antes, su


declaración la habría enviado dentro de una diatriba acerca de que las reinas nunca estaban
equivocadas.

Su mente se sujeto a un pensamiento. Tan inteligente como era ella, tanto como parecía saber
y tanto tiempo como había estado alrededor, ella podría ser capaz de encontrar a Cameo y a
Viola... y a la caja de Pandora. Haber estado buscando por tanto tiempo. Haberse casi rendido.
¿Pero podía él confiar en esta mujer con esta tarea tan crítica?

Realmente... sí. Si ella decía hacer algo, lo hacía. Su sentido del honor no podía permitir nada
menos. En la guerra, él nunca había tenido un sentido real y propio del honor. Él siempre había
peleado sucio. Indecente, incluso. l no tenía escrúpulos en golpear por detrás. Ningún recelo
acerca de patear a alguien mientras estaba indefenso. Con ella, todo se había volteado del
revés y al revés.

En la parte superior de la montaña, él consiguió su primer vistazo a la -cabaña-, una estructura


de troncos descomunal capaz de albergar a un equipo de fútbol entero más el campo. El humo
se elevaba de la chimenea, y el aroma de algo asado delicioso perfumaba el aire, lo que te
hacia la boca agua. Torin había estado viviendo de hojas, setas y bichos que nunca hubieran
estado en su menú y eso ya no era lo suficientemente bueno.

¿Acaso un amigo o enemigo esperaba dentro? -¿Conoces al dueño?-

-Probablemente no.-

-¿Probablemente? ¿No lo sabes?-

-Guerrero, mi mente es como un tablero de corcho. Tengo millones de recuerdos clavados en


ella. Fotos, conversaciones, planes, batallas, esperanzas, sueños, dolores, tristezas, y en
ocasiones la información se pierde. A veces hay demasiada y tengo que guardar ciertos años
en una carpeta de tiempo fuera.-

Qué... adorable.

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Infierno. -Lo que sea. Déjame manejar esto-, dijo, siguió adelante.

-¿Estás segura de que eso es inteligente? Este reino en particular está lleno de una raza de
gigantes.-

-¿Fortalezas? ¿Debilidades?-

-Sí. Las tienen.-

Puso los ojos en blanco. -¿Cuáles son?-

-Ya te lo dije. Gigantes.-

-¿Y tú eres la más inteligente de nuestro pequeño dúo? Princesa, me refería a cuáles son las
fortalezas y debilidades de los gigantes.-

-Oh. Bueno, deberías haber sido más claro. Pero no lo hiciste, entonces el error es tuyo. De
todos modos. Su fuerza está, por supuesto, en su tamaño. Su debilidad está en sus
articulaciones. Llevan tanto peso sobre sus articulaciones que se debilitan rápidamente.-

Bueno, está bien, entonces. Él llamo a la puerta. Apretó su agarre sobre su daga, listo para ir
por las rodillas de los gigantes. No había ninguna razón para utilizar sus armas y llamar la
atención no deseada de cualquier persona que pasara cerca.

Pasos como martilleo. Las bisagras gritaron cuando la puerta se abrió. Torin tenía que mirar
hacia arriba, arriba,
otros gigantes.

- no debiste haber recibido la nota humano. Me gusta cazar mi comida.- La voz de Mack Truck
resonó como un trueno. -No me gusta que mi comida se aparezca en el umbral de mi puerta.
Le quita toda la diversión.-

-Yo no sé acerca de mi acompañante-, dijo Keeley , jugando con un mechón de su cabello, -


pero yo soy tan dulce que ciertamente sería un buen postre.-

Mack Truck miró y gritó como una niña asustada. -¡Tú!-

-Yo diría que te conoce,- Torin murmuró.

-Victima probable de la caja de tiempo muerto-, ella adjudicó.

-Me rehusé a espiar para ti, así que me arrancaste uno de mis riñones y me lo hiciste comer,-
Mack Truck dijo a través del castañeo de sus dientes.

-Y estoy segura que te encantó. En cuanto a hoy, estoy aquí…-

-Me harás comer el otro, tal como lo prometiste-, le espetó. -¡Lo sé!- El no esperó a que ella le
respondiera, pero salió disparado para afuera y corrió. Sólo corrió.

Torin se pellizcó el puente de la nariz. -Tengo la sensación de que esto va a ser un incidente
común contigo.-

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El Toque Más Oscuro

-Gracias.-

-Sí, porque totalmente lo dije como un cumplido. Quédate aquí mientras yo reviso por
cualquier otro ocupante.-

-¿Esperar aquí? Sabes que soy como el hombre del saco del que se ocultan, ¿verdad?-

-¿Y tú sabes que el hombre del saco es un ser despreciable, verdad?- Tío, sonaba como hacer
sonar los timbres y esconderse en los arbustos.

-Correcto. Pero aún así…-

Oh, esta chica. -Sé que eres una mujer aterradora, pero tu particular conjunto de habilidades
será un recurso de último momento.- Si ella tenía que pelear, destruiría la casa y a todo dentro
de esta, y él estaba buscando tres cosas: una comida decente, una cama blanda y, en sus
fantasías, una mujer dispuesta. -Sólo fingiremos que soy tu humilde servidor y velaré por tu
comodidad.-

-Ja! No es como si hubiésemos entrado en el Reino de lo Imposible es Finalmente Posible.-


Hombre. Él no era tan malo.

Torin acechó a través de la enorme sala de estar, la incluso más grande cocina, y los
dormitorios estas bromeando conmigo. Cabezas de animales colgadas de las paredes, sus
pequeños y brillantes ojos que examinaban cada uno de sus movimientos. La mayoría eran
criaturas que nunca había visto antes y que no quería volver a ver. Al menos nadie estaba
esperando en las sombras.

En su camino de vuelta al vestíbulo, descubrió que Keeley no sólo había entrado en la casa,
sino que también había hecho su hogar en la cocina, la mochila descansando a sus pies. -¿No
entiendes el significado de espera aquí?- pregunto, llenando dos cuencos con la sopa
cocinándose a fuego lento en la estufa. Un caldo claro con lo que parecía ser una variedad de
verduras. Nada de carne había sido añadida, todavía. Al lado de la olla descansaba un bloque
gigante de algo; era tan negro como el alquitrán y tenía que haber procedido de algún animal
enfermo. O de los humanos que le gustaba cazar.

Torin tiró eso por la ventana y lavo sus guantes antes de espiar la mesa. Capto el aroma de las
hojas de otoño y la canela, y se tensó. La fragancia dulce vino de Keeley, como si ella solo
hubiera sido rociada con Obsesion por la Madre Naturaleza; esto era tan diferente y tentador
como su nueva apariencia, llenando su cabeza y pulmones, trayendo consigo una niebla de
vertiginosa excitación.

Tengo que poner mis manos sobre ella… Pronto.

Nunca. Él planto su cuenco frente a ella, y luego se dejo caer en su asiento con un golpe duro.
Enfermedad golpeó contra su cráneo.

-Yo no entendí mal,- Keeley finalmente dijo. -Tú, sin embargo, estas bajo la errónea idea de
que puedes darme órdenes.- Ella jugó con su comida, en realidad nunca tomaba un bocado. -

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Por cierto, voy a dejarte... pero sólo en la cama. Una chica tiene que trazar una línea en alguna
parte.

Se agarró a los brazos de su silla con una fuerza mortal, el esfuerzo por permanecer en su
lugar, lejos de ella, desgarrador. El sudor le corría por las sienes. Su corazón casi se salió de su
pecho. - Come. Y nosotros nunca terminaremos en la cama, Keys. Es una promesa. Confía en
mí, es por tu propio bien.-

-Lo sé-, se quejó, girando su cuchara alrededor de todo su caldo. -Pero eso no hace a la
abstinencia nada fácil.-

¿Ponía esa mala cara porque no podía dormir con él? El Sueño de Todo Hombre….Mi sueño.
Respira profundo adentro y fuera. Tenía que cambiar de tema. -¿Tú alguna vez alquilaste tus
servicios?-

-¿Mis excelentes habilidades sexuales?-

-¡No!- Los brazos de la silla se rompieron en sus manos.

Ella frunció el ceño. -Actúas como si yo no tuviera ninguna razón para ir allí, y sin embargo era
una conclusión lógica teniendo en cuenta lo que dijiste antes de preguntar.-

-Tienes razón.- Mátame. Dejó caer las piezas de madera astilladas al suelo. -Me refería a tus
habilidades superiores como Curador.-

-¿Por qué? ¿Tienes algún enemigo que te gustaría que golpease?-

-Necesito ayuda para encontrar a mis amigas desaparecidas. Las amo de la misma manera en
que tú amabas a Mari.-

-Bueno, bueno. Mírate. Demostrando que los demonios son expertos manipuladores. Buen
trabajo.-

-Sólo estoy demostrando un hecho. Haré lo que sea por encontrarlas.- Ella arqueó una ceja, de
repente intrigada.

-¿Cualquier cosa?- El bajo tono de su voz... ahora ronca por la excitación... disparó una lanza
de placer directamente a su entrepierna. ¿Cuántas de esas lanzas él sentiría antes de que
terminara esta conversación?

-Cualquier cosa excepto poner tu vida en riesgo-, dijo.

***

Cuidando de ella. Protegiéndola otra vez. ¿Cómo se supone que una chica mantenga cualquier
tipo de distancia emocional con él? Mejor pregunta: ¿Cómo se supone que una chica
mantenga cualquier tipo de distancia física lejos de el?

Keeley lo había visto machetear a través del bosque, sus músculos tensos y ondulantes, y todo
lo que ella había querido hacer era arrojarse sobre él. Después tuvo que verlo merodear a

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través de la casa, decidido a descubrir algún enemigo y, ¿qué? ¿Protegerla? ¿Se supone que
ella tenía que pasar por alto a su más salvaje fantasía viniendo a la vida justo ante sus ojos?

Lo necesitaba tanto. Cada delicioso centímetro de él.

Las consecuencias comenzaban a importar cada vez menos. Estúpido enfermedad. Era la
privación que la mataría. Y, en realidad, podría estar equivocada. ¿Y qué si pudieran estar
juntos y ella no se enfermara por segunda vez? Ella había combatido los efectos de su demonio
y ganó, ¿o no? Eso tenía que significar algo.

Tengo que romper su resistencia de la forma en que él rompió la mía…Además, me lo debe.

En realidad, no. No lo hacía. Por el momento, el no le debía nada en absoluto. La verdad me


hará libre. ¿De qué lo culpaba ella? Ella no tenia que. Mari habría encontrado una manera de
tocar a Torin incluso si él le hubiera dicho que no- incluso si él hubiera tomado medidas para
detenerla. Mari, a pesar de su bondad, había sido terca y testaruda.

Keeley finalmente acepto la culpabilidad de su amiga por lo que había pasado. La chica había
accedido a los términos de Cronos. Cualquier resentimiento persistente que había albergado
hacia Torin estaba completamente seco, su libro de contabilidad limpio y tan blanco como la
nieve. El problema era que ella había perdido su única defensa contra su apelación. No habría
nada para parar la formación del enlace.

El se pondría como loco, la odiaría.

No podía dejar que eso pasara. Su cabeza se inclino hacia un lado mientras ella consideraba su
próximo movimiento. -No te entiendo-, ella admitió.

Su mirada bajó a sus labios, se demoró y la calentó. -Eso es bueno porque yo no te entiendo
tampoco- Empujó más cerca el cuenco de sopa que le había dado. -Come. Por favor.- El ―por
favor‖ casi la convenció.

Disfrutar el momento. Aprovechar el día. Tomar lo que pueda, mientras pueda.

-¿Tú quieres saber qué tomaré para conseguir que te ayude a encontrar a tus amigas?-
pregunto. - Bien. Por cada una que encuentre, tú me tocarás. Me complacerás. Cuando lo diga,
como lo diga.- El no debía, pero lo haría.

Él estaba decidido a resistirse a ella, y eso, al menos, era algo que entendía. No se mantendría
así. Él necesitaba un empujón, y ella iba a dárselo.

***

¿Poner mis manos en Keeley? Sí, por favor. ¿Complacerla? Mil veces sí.

Torin encantado habría pagado por el privilegio, sin embargo, aquí estaba ella dispuesta a
pagarle. ¿Acaso la vida se ponía mejor? ¿O peor? Procede con precaución, o más.

-¿Me quieres?-

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Un guiño lento de ella.

-¿Por qué yo?-, pregunto. Tenía que saber.

-¿Por qué no?-

Por qué no, de verdad. Apretó su mandíbula. -¿Quieres las diez principales razones, la mayoría
de las cuales ya las hemos discutido, una o dos serán suficientes?- Ella se echo hacia atrás,
tamborileando con los dedos sobre los brazos de la silla. Prácticamente podía ver las ruedas
girando en su cabeza mientras reflexionaba sobre la respuesta apropiada.

-¿Tú eres irritante e incluso defectuoso?- dijo. -Sí. Pero también eres caliente. Y sí, yo sólo soy
una pequeña frívola. Yo también estoy desesperada.-

La palabra defectuoso fue veneno en su mente, infectando todo lo que encontró. -Tú estás
desesperada, ¿lo estás?- Ya lo sabía. ¿Por qué estaba tan molesto por ello? -Guau. Estoy
halagado.-

Luciendo como una pequeña niña que acaba de cumplir con un proyecto de arte, sin saber si
había creado basura o una obra maestra, ella dijo. -¿No debería haberlo admitido?-

-¡No! A un tipo le gusta pensar que es especial.- Torin se paso una mano por la cara. ¿Habían
esas palabras salido seriamente de su boca?

-Me malentendiste. Eres especial,- ella dijo, seria. -¿Te he mencionado que me gusta mirarte?-

Él se burló. -¿Es el aspecto físico en lo único que piensas?-

-¿Mencione que soy frívola?- dijo. Una nota burlona había entrado en su voz, enfriando lo peor
de su ira.-Pero lo que estaba tratando de decirte,- añadió, cada palabra medida como si no
quisiera revelar demasiado, -es que, mientras tú eres todas esas cosas, también eres fuerte y
feroz, incluso despiadado. Y mientras eres tan duro como una roca, también eres dulce. Eres
una contradicción andante, y me encuentro a mi misma fascinada. A veces tengo la certeza de
que te sientes atraído por mí, a veces no estoy segura, pero por tu demonio. Estoy segura de
que nunca harás nada al respecto incluso si lo estas. Esto coloca la responsabilidad en mis
manos. Quiero placer. Tú estás aquí. Tú puedes dármelo.-

La primera parte de su discurso le calentó. La segunda parte le heló. Él era una conveniencia,
nada más. -Dime,- apunto. -¿Por qué iba a querer yo dar placer una mujer que es agravante y
también defectuosa?-

Ella jadeó y dijo: -No soy defectuosa.- -Princesa, tus rabietas te hacen tan defectuosa como a
un condón abierto.- Él no podía ayudar pero agrego: -Pero eres ingeniosa y divertida, frágil e
increíblemente incondicional. Eres un peligro para cada regla que me he impuesto a mí mismo.
Y también eres más que caliente. Me gusta mirarte, también.-

Su mandíbula cayó.

-¿Qué? Si me dices que nadie hablo con elocuencia acerca de cuan hermosa eres, yo
personalmente cazaré a todos aquellos a quienes has conocido y los llamaré idiotas.-

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-¿Más que caliente?- Su mano cayo al pulso ahora martillando en su cuello. -¿En serio?-

Consigue que este tren desenfrenado vuelva a su camino. -Pero tengo que rechazar tu oh, tan
generosa oferta. Declinada, no importa cuán insípido o soso sea, pondrán tu vida en riesgo.-
Como si pudiera ser soso con ella. - debería recordarte que apenas te has recuperado de la
primera enfermedad.-

-Pero…-

-Sin peros. Odiaba verte retorcerte de dolor. Odiaba oírte llorar por una misericordia que
nunca recibiste. Estas mejor ahora pero quién sabe si te recuperarás de una segunda vez.-

Ella se movió en su silla, con la escalofriante mirada fija en él. -¿Estás tratando de decirme
cortésmente que no disfrutaste el tocarme?-

El demonio se golpeó contra su cráneo, gritando obscenidades, todavía decidido a dejarla.

-No. No estoy tratando cortésmente de decirte algo. No sé ser cortés. ¿No lo has notado?-

La situación habría sido un infierno mucho más fácil si pudiera haberse despojado de su
conciencia y mentido por ella, pero nooo. Por cualquier otra persona, seguro. Pero no para
ella. Un rayo de sol se filtraba por la ventana.

-¿Alguna vez piensas acerca de tocarme?-, preguntó, vacilante.

Todo. El. Condenado. Tiempo. -Princesa, me quemo por ti.- Que no haya malentendidos entre
ellos en ese aspecto.

Ella se movió lentamente hacia abajo en su silla hasta que sus rodillas se rozaron, y tuvo que
tragarse un casi rugido animal. Tuvo que agarrar la mesa para no ir a por ella... pero el borde
de la misma se desprendió también.

Otro suspiro la dejó... uno de sorpresa, tal vez incluso de excitación. Pero hay que pensar en
las consecuencias antes de viajar por esta ruta.- ¡Maldita sea! ¿Desde un no rotundo a esto?

-Los accidentes pueden ocurrir, incluso si los guantes están en su lugar y ambos seguimos
estando plenamente vestidos. También, tus expectativas pueden estar muy altas.- Ella frunció
el ceño. -¿Qué quieres decir? ¿Demasiado alta?-

Él no iba a explicarle, tenía demasiado orgullo, y agitó su mano en el aire. -Sí o no. ¿Estás
dispuesta a tomar esta oportunidad?- ¿Qué diablos estoy haciendo?

Hubo sólo un latido de vacilación en ella. -Sí,- dijo con una inclinación de cabeza, -lo estoy.-

Él enjaulo la tentación de tirar de ella en su regazo. Necesitaba planear la mejor manera de


proceder... para ver sus necesidades sin perjudicarla. -Ahora que el plan de pago se ha
establecido...- Ella se enderezó, de repente todo negocio, y preguntó: -¿Cuántos amigos
faltan?-

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-Dos. Tres si sabes cómo hacer el seguimiento de espíritus desde la muerte.- Torin había
estado buscado al antiguo guardia de Desconfianza desde que había sabido que el espíritu de
Baden aún estaba allá afuera, atrapado en otro reino. -Él fue asesinado muchos siglos atras.-

-Yo hago el seguimiento de espíritus de la misma manera que sigo a todos los demás.
Fácilmente.- Ella enganchó un mechón de pelo detrás de la oreja, tan inherentemente
femenina que los instintos masculinos más profundos de Torin respondieron. Como siempre. -
Voy a esperar el mismo pago.-

Él le pagaría. Él le pagaría tan duro. No, gentilmente. Tenía que proceder con cuidado con ella.
Él prefería morir antes que asustarla, dañarla, o hacer que se arrepienta de su deseo por él. -Lo
conseguirás.-

Con una intensa mirada, ella dijo, -¿Eso es todo? ¿Sólo tres tareas?-

¿Esperando por más pago? En demasiado profundo ya. Pero aún así él respondió: -Otra, si es
posible. Localizar y destruir la caja de Pandora.-

-DimOuniak, querras decir.- El ―nombre oficial‖ Él asintió.

Ella pensó por un momento. -Puedo hacer eso, también. ¿Con cuál tarea te gustaría que
empezara?-

-Cameo y Viola.- El tamborileo de sus uñas se puso en marcha de nuevo. -¿Son tus novias?-

¿Celosa? La idea le excitaba….Oh, qué sorpresa. No era como si todo acerca de ella lo excitase
ni nada.

-No,- dijo el.

Bien. ¿Qué pasó con ellas?- -Ellas tocaron algo que no deberían y desaparecieron.-

-Necesito más detalles.-

-¿Sabes lo que es la vara de Paring?-, preguntó.

-¿No lo hace todo el mundo?-

Está bien, entonces. -¿Sabes lo que hace?-

-Definitivamente.-

Bueno, nadie más lo hacía. -Dime.-

-Funciona en conjunto con otros tres artefactos. La Jaula de la Compulsión, la Capa de la


Invisibilidad y el Ojo Que Todo Lo Ve. Necesito los tres artefactos para hacer lo que me pediste,
pero no es ningún problema porque sé dónde están. Yo los robé y escondí hace mucho tiempo
y…-

-En realidad, tú no sabes dónde están. Mis amigos y yo los encontramos.-

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-Espera. Quiero asegurarme de que te he oído bien.- Ella se inclinó hacia adelante, aplastando
sus manos sobre sus muslos. -¿Ya los tienes?-

El calor de su piel se filtraba a través de la tela de sus pantalones, y dijo entre dientes.
Demasiado... no es suficiente.,,. Necesitaba más. Necesito más. Debo tener más.

-Correcto.- De alguna manera encontró la fuerza para mantener sus manos alejadas de él. Él le
pagaría cuando el tiempo llegará- le pagaría tan duro... maldita sea, gentilmente. Pero no
podía permitir que nada más pase entre ellos. Nada de manoseos espontáneo. Sería su caída.

Pero qué camino tomar.

-Tú no me necesitas,- ella dijo con un puchero. -Puedes encontrar a las mujeres, al difunto y a
la caja sin mí.-

El masajeo su cuello, diciendo. -No sabemos cómo hacer que los artefactos funcionen.-

-¿Me estás diciendo que tienes la intención de localizar a cualquier persona o cosa en el
mundo, incluyendo el más deseado objeto de la existencia, así como abrir un portal a cualquier
lugar en este mundo, y aún así no sabes cómo proceder?-

-Explícate. Por favor,- él agrego. -¿Cuál es el objeto más deseado? ¿La caja?-

Por un momento, nubes rodaron a través de sus ojos. -¿Cómo pude haberlo olvidado? ¿Incluso
por un momento?,- dijo ella, reverencia en su tono. -Él es parte de una guerra que ni siquiera
entiende, lo que significa, gracias a mis espías, que tengo respuestas que el ni siquiera sabe
preguntar.-

Por favor no retraigas mentalmente.

Afortunadamente las nubes se aclararon un segundo después y ella agrego, -Tendrás que
darme los artefactos a mí. Los cuatro. Debo tenerlos. No puedo encontrar y liberar a tus novias
sin ellos .- -Ellas no son mis…- Él suspiro. ¿Por qué discutir? -Bien. Ellos están con guerreros
poseídos por demonios. Todos a quienes debes jurar no matar. O herir de ninguna manera. O
dejar que alguien más los mate o hiera.-

Una pausa. Después, con la voz desprovista de emociones, dijo, -¿Qué si ellos me atacan?-

Fuera, una lluvia luminosa comenzó a caer.

Bien, infierno. ¿Qué hice esta vez? -No lo harán.-

-¿Cómo puedes estar tan seguro?-

-No lo permitiré.- La lluvia paró tan pronto como había comenzado. ¿Ella pensó que él se
quedaría atrás y ver como sus amigos intentaban hacerla caer?

Nunca.

-Muy bien,- ella dijo con un asentimiento de cabeza. -Lo juro.-

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Él soltó un respiro que no sabía haber estado conteniendo. Mucho había dependido de su
respuesta. -Cuéntame acerca de esta guerra que no comprendo.-

Un brillo calculador en sus ojos. -Esa información no era parte de nuestro trato, guerrero. Te
costará.- Eso hacía cinco pagos en total. Pero éste... éste ella podría insistir en ser pagado hoy.
Él lo sabía.

Solo así, su resistencia se desmoronó. ¿Había realmente una razón para retrasarlo? Su mano
salió disparada y la agarro del cabello, tirando de ella hacia él. -Keeley.-

Su cálida respiración acaricio su cara. -Sí, Torin.-

Su mente gritó, -¿Qué estas haciendo?-, incluso a pesar de que el deseo de empujar su lengua
profundo dentro de su boca lo fastidiaba mucho peor que cualquier enfermedad que haya
tenido. - Yo quiero-Tu seguridad, pensó . Pero un simple momento de debilidad podía costarle
a los dos.

Un rápido regreso de su resistencia. La ayudo a sentarse en su silla. -De acuerdo,- el concordó.

Estremecimientos la sacudían, y él se pregunto si lo que ella temía había estado a punto de


suceder- o si deseaba que él se dejara llevar.

-Los Titanes y los griegos quieren la caja,- ella dijo. -No porque esperen terminar con el reino
de terror tuyo y de tus amigos -eso sería sólo un bonos- sino porque ellos quieren lo que aún
hay dentro de ésta.-

¿Aún? -Nunca ha habido nada más que demonios dentro, y te aseguro, que no quieres uno de
esos.-

-Estás equivocado.-

-Estoy en lo cierto,- insistió.

-No, tú estás muy, muy equivocado.-

-En lo correcto.-

-¡Escucha!- ella dijo mientras una ráfaga de viento enredo su cabello. -Zeus no le ordeno a
Pandora que resguardar la dimOuniak por los demonios atrapados dentro. ¿Eso realmente
sonaba como a él? Él es un egoísta. Hambriento de poder. No se preocupa por el destino de los
humanos e incluso de los Griegos. Él se preocupa de si mismo y de nada más.
Indiscutiblemente nada mas. -¿Entonces porque alguien resguardo la caja?...Por lo que aún
está dentro.-

Frustrado, él dijo: -Y ahora nosotros hemos llegado a un círculo completo. Los Demonios que
estaban dentro. Fueron liberados y ubicados dentro de mis amigos y yo. La Caja esta ahora
vacía.-

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El Toque Más Oscuro

-Hay un gran hueco en tu razonamiento, guerrero.- Ella froto su sien, su propia frustración
claramente creciendo. -Hay demonios a montones. ¿Por qué preocuparse por los que estaban
en la caja y no por los otros aún corriendo descontrolados?-

-Porque los nuestros son más poderosos.-

-¿Un intento de halagarte a ti mismo?- Ella sacudió su cabeza, claramente poco impresionada.
- Piensa acerca de esto. Los demonios no fueron puestos dentro de la caja para salvar al
mundo del mal. El mal ya estaba aquí. Los demonios fueron puestos dentro para guardar a la
gente de obtener el tesoro.-

La palabra tesoro fue como un anzuelo en su mente, atrayéndolo más profundo dentro de la
historia. -¿Cuál tesoro?-

Su semblante entero suavizado, y ella dijo venerablemente. -La Estrella de la Mañana.-

El retorció su cerebro, de repente vacio. -¿Y eso es?- -Algo que el Altísimo creo, una extensión
de su poder... un poder mucho más fuerte del que incluso yo ejerzo. Con este, nada es
imposible. Los muertos pueden ser revividos. Cualquier enfermedad puede ser curada. Los
Demonios pueden ser removidos sin ninguna consecuencia adversa.-

Lo que ella describía... era su sueño venido alarmantemente a la vida. El podría ser liberado de
Enfermedad y regresado a su antigua gloria. Podría tener la vida que siempre había deseado...
podría tener todo lo que había deseado. Él podría traer a Mari de vuelta a la vida. Él podría
tener a Keeley en su cama. Desnuda. Suya para hacer lo que quisiera. Sin consecuencias.
Pondría sus manos en toda ella. Delinearía cada una de sus curvas y disfrutaría de la calidez y
suavidad de su piel. Podría hacerla gemir y retorcerse. Más fuerte y duro que antes. Él pondría
sus dedos dentro de ella, la tomaría de esa manera primero. Bebería de la miel que ella le
ofrecería.

El plan entero de vida de Torin cambiado. Su meta cambiada. Esperanza encendida. No se


detendría ante nada para obtener la Estrella de la Mañana.

-Sabía que te gustaría,- Keeley dijo con una sonrisa. -Los humanos originalmente poseían la
Estrella de la Mañana, pero Lucifer la robo y la situó dentro de la caja junto a los demonios,
más para espantar a los ladrones lejos. De alguna manera Zeus la obtuvo.-

-Pero si esta Estrella de la Mañana es tan importante. ¿por qué dársela a Pandora? Ella era sólo
una guerrera. Y una incompetente, en eso.-

-Piensa acerca de esto,- Keeley dijo de nuevo. -No se le fue dada la caja por lo que ella podía
hacer, sino por lo que no podía… resistir su encanto. He oído hablar de su insaciable
curiosidad.-

-Pero si eso es verdad, ¿por qué Zeus no abrió la caja el mismo? ¿Y por qué castigar a mis
amigos y a mí por hacer eso?-

-Guerrero tonto. Él quería la Estrella de la Mañana, no la ira de los demonios. Y tú no fuiste


castigado por abrir la caja... fuiste castigado por perderla.-

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El Toque Más Oscuro

Torin absorbió la inundación de nueva información, noqueado hasta su alma. -Si Zeus había
estado esperando para que esta fuera abierta, ¿por qué no cogerla mientras nosotros
estábamos ocupados peleando contra los demonios?-

-Alguien lo venció en eso.-

-¿Quién?-

-No importa.- Ella se puso tensa, su atención echada a algún lado. Sus orejas se crisparon,
recordándole a un perro que acabo de oír un sonido extraño- y él nunca, nunca admitiría eso
en voz alta. Incluso aunque fuera tierno como el infierno. Ella frunció el entrecejo .Él apenas
reprimió un gemido, pensando que ella estaba a punto de retraerse de nuevo. Pero ella dijo, -
Los secuaces de Hades me han encontrado,- y salto a sus pies, sacando una cuchilla de la
cocina.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Diez
Las emociones demasiadas veces han tomado lo mejor de mí. Keeley apretó su agarre en el
cuchillo. Los esbirros la rastrearon a este otro reino. Ellos no se conformarían con burlarse de
ella, como se veían forzado a hacer dentro de la prisión.

¿Me Inclino ante Usted, Su Inmundicia?

Aquí Perrito, Perrito. Una rata fue lanzada a través de las barras. Ten una merienda deliciosa.

Cacareo, cacareo. Oh, como odiaba el cacareo.

No, hoy venían a pelear con ella.

¿A quién –o a qué– ha enviado Hades esta vez? Había tantos tipos de esbirros diferentes para
elegir. Casi animales. Humanoides. Nephilim. Espíritus. Y todo en el medio.

— ¿Tienes alguna experiencia en una batalla real? — Preguntó Torin, deslizando una cuchilla
del contador de la cocina.

¿No recordaba ser golpeado en la cara con una rama? —Algo— como sea, la mayoría de las
peleas con ellas terminaban en segundos, ella nunca había tenido que lanzar un puño. Pero no
podía ir por esa ruta; derribar la casa. Torin podía salir herido –Por su estúpida cicatriz de
azufre, ella no podría ser capaz de destellarlo a la seguridad.

—Si te vas. — Ella dijo, —Podría…—

El levanto su mano, hablando por encima de ella. —No voy a ninguna parte. —

—Pero…—

—No, princesa. Si tú estás aquí, yo estoy aquí. Fin de la discusión. — Un tono tan duro como el
metal.

Ella pisoteó su pie. — ¡No es el final! — La casa comenzó a temblar. — Tengo locas habilidades
y voy a usarlas. Tu presencia me obstaculiza. Así que te vas a ir lejos, o yo voy a…voy a…—

—Ahora, princesa, —dijo el, y trazó una línea en su barbilla con un dedo enguantado. — ¿Te
estás concentrando en mí? —

Me está calmando…

Me conoce demasiado bien…sabe que es mi debilidad.

—Me doy cuenta que eres una Mujer Súper Maravilla Poderosa y todo, — Él continuó, todo
seducción y calor, —pero he tenido una picazón por un combate. Lo necesito. Así que hazme
un favor y déjame hacer esto. ¿Por favor? —

Debo pasar por alto el pequeño aleteo en mi corazón.

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El Toque Más Oscuro

El temblor se desvaneció… ceso completamente. —Un plan terrible— murmuró. —No seré
capaz de controlar mi reacción si sales perjudicado. Tal vez es mejor no pelear para nada. — Sí.
Excelente idea. Ella se apartó de él, sin duda la cosa más difícil que jamás había hecho y corrió
hacia la puerta, cortando su muñeca en el camino.

— ¿Qué estás haciendo? —

Gotitas de grasa de color carmesí se agruparon en frente de la puerta. Pero en el momento en


que llegó a la primera ventana, la herida se había sellado y tuvo que cortar de nuevo. —Estoy
bloqueando la entrada de los demonios. —

—Bueno, déjalo en este mismo segundo. Si el enemigo no es capaz de llegar a nosotros aquí,
sólo nos perseguirán a otros lugares. —

Ella no le hizo caso, diciendo: —El mal no puede entrar a una casa marcada con la sangre de
los puros. Y como todavía tengo la luz de un curador dentro de mí, todavía soy considerada
pura. — Mientras corría a la última ventana, ocho esbirros irrumpieron a través del cristal.
Fragmentos rociaron la habitación, varios mordiendo su carne.

Ella se detuvo en seco.

Las creaturas eran de la variedad de animales. Su menos favorita. Casi araña con diez patas
cada una, arrastrándose por las paredes. Pero el final de esas patas no era suave y pegajoso;
eran ganchos de metal y arañaban todo lo que tocaban.

Todos los secuaces la miraron, sus labios peludos se levantaron en burlonas sonrisas,
revelando colmillos largos y afilados. Algo le impedía destellarse cada uno a otro reino... y sólo
había una respuesta viable. Fueron custodiados. Hades está haciéndolo, sin duda.

—Nuestro rey se enteró de tu escape y quiere hablar contigo, Keeleycael. No hay que esperar
para unírsele. —

Hades podía destellar a cualquiera en cualquier lugar, excepto a ella. Él siempre había odiado
eso. —Oh, no te preocupes. Voy a tener una charla con tu rey lo suficientemente pronto. —
Calma en el exterior mientras ella temblaba por dentro. No estaba lista para enfrentarse a él.
Todavía no. Pero pronto.

Antes de su conversación con Torin, se había olvidado de la Estrella de la Mañana. Si, cuando,
la poseyera, ella sería capaz de matar a Hades, librar a Torin y todos sus amigos de sus
demonios y traer a Mari de vuelta a la vida. Todo de una sola vez.

Entonces Keeley podría crear el reino de sus sueños. Vasto, impenetrable y diversificado. Un
hogar para los inmortales que habían sido rechazados por su propio pueblo.

Ella podría repensar su decisión de casarse con un amable, dulce, hombre, sin embargo. Estaba
empezando a pensar que iba a hacerlo mejor con alguien... volátil.

—Voy a darles chicos cinco segundos para salir. — Torin reclamó una posición frente a ella, su
postura una de desafío, agresión y de emoción. Había agarrado otra hoja y se apoderó de los

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El Toque Más Oscuro

dos con sus manos enguantadas. —Quédate, y voy a redirigir sus intestinos, a través de su
boca. —

La amenaza no le sentó bien a los esbirros. Ellos le silbaron.

—Uno. — La voz de Torin llamó, ansiosa. —Cinco. — Él no dio ninguna otra advertencia, solo
se lanzó hacia adelante.

Las arañas cayeron desde el techo y las paredes y se dirigieron directamente hacia él, Keeley
momentáneamente olvidada. La preocupación se arraigó... desconocida para ella. Si un solo
pelo de la cabeza de su guerrero era…

Guau. Bueno.

No tenemos por qué preocuparnos.

Torin se zambulló de rodillas y se deslizó el resto de la distancia, pasando por debajo de uno de
los esbirros y corriendo la punta de su espada a través del torso de la criatura. Los intestinos
salpicaron en el piso; los órganos hicieron un ruido sordo al caer.

Uno menos. Y de manera tan espectacular.

Ella saltó arriba y abajo, aplaudiendo y siete pares de ojos pequeños y brillantes
repentinamente se centraron sobre ella.

Sonriendo con frialdad, dijo, —No pueden culpar al guardián de Enfermedad por sus acciones.
Él les avisó—.

Diferentes grados de rabia siguieron a sus palabras. Cada uno de los esbirros pateó dentro de
una marcha, acercándose a ella. Raya eso. No "cada uno". Torin había agarrado dos por las
piernas y les tiró detrás de él. A medida que las criaturas se agitaban, tratando de encontrar
agarre, les soltó, sólo para apuñalarle a cada uno a través del cráneo.

Tres abajo.

Deja de ver con adoración. ¡Participa!

Correcto. Cinco esbirros, casi al alcance. Keeley entró en acción, cortando una garra dirigida a
su cuello, así como una garra dirigida a su corazón. Una tercera garra se estrelló contra su
brazo, pero ella fluyó con el impulso, yendo de rodillas y girando fuera del círculo de lucha.

Jab. Jab. Ella apuñaló a un esbirro por detrás, triturando ambos de sus riñones.

Cuatro abajo.

Esto era casi divertido.

Una garra la golpeó fuertemente. Con una mano, Torin tiró de ella fuera del camino. Con la
otra, cortó en el culpable. Otro ruido sordo sonó.

Música para mis oídos.

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El Toque Más Oscuro

—Detente— Torin ladró.

Ladró... ¿a ella? No más música. —Yo estaba haciéndolo tan bien. —

—Pero es mi turno. — Cuando Torin bailó a través de los esbirros, los brazos moviéndose
rápidamente, cruzándose luego enderezándose, quitando siempre una parte de cuerpo que
pertenece a una de las arañas, él le lanzó una mirada dura. ¿Para asegurarse de que ella lo
miraba?

¿Tratando de impresionarme?

Un cálido hormigueo en su pecho. Nadie había hecho una cosa así por ella. El rey Mandria él
había estado tan impresionado con él mismo, que había asumido que todo el mundo lo estaba,
también. Hades simplemente no le había importado lo suficiente.

Su lema: me tomas o me dejas, infierno, sólo sigue adelante y déjame ya.

Espero. Caliente Hormigueo….¿el comienzo de un enlace? Ella tragó saliva, negó con la cabeza.
¡No! No aquí, no ahora.

Nunca. No con él. Pero el calor se hizo más intenso, el hormigueo más fuerte.

Tienes que parar esto.

Un corazón aun latiendo rodó en su dirección.

Fue un regalo.

El calor dentro de ella pateó a otro nivel hasta la transpiración creando un brillo en su piel.

Si me enlazo a él, va a echarme de su vida.

Otra garra se unió a la creciente pila de golosinas, luego, una médula espinal... un páncreas.
Yyyy, aquí viene un estómago chapoteando.

Más cálido... no, más caliente. Tan caliente. Quemándola, el hormigueo más como roce de
dagas. Va a pasar en algún momento... me guste o no...

Quizás Torin cambiara de opinión sobre el vínculo. Él había tallado sus piezas de ajedrez,
después de todo. Él había sostenido ramas fuera de su camino y buscado golosinas, sin darse
cuenta de que en secreto había tirado cada bocado, no queriendo arriesgarse a un
envenenamiento. Aun así. Lo había hecho. Por ella.

También se había asegurado de que tenía un suave colchón de pajas cada noche. Había
preguntado si tenía frío y avivó el fuego cuando ella dijo que sí.

— ¿Ni siquiera estabas mirando? —, Exigió.

Su voz, fuerte y llena de incredulidad, tiró de ella desde el temor y la esperanza de sus
reflexiones.

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El Toque Más Oscuro

Se puso de pie frente a ella, cubierto en la sangre del enemigo. Su pelo, empapado de rojo,
estaba pegado a su cuero cabelludo.

Su camisa tenía varias rasgaduras, revelando profundas heridas en el pecho.

Nunca había lucido más hermoso...

—Los demonios…—, comenzó.

—Están muertos. No pueden convertirse en portadores. —Él frunció el ceño. —No miraste. —

—Lo hice—, le aseguró ella, tratando de no traicionar el hecho de que sus rodillas se habían
puesto débil. —Un trabajo sucio verdaderamente impresionante, Encantador. Uno de los
mejores que he visto en mi vida —.

Su expresión se neutralizo incluso mientras su pecho se hincha de orgullo, una reacción que
había visto en él una vez antes. Me gustó entonces, realmente me gusta ahora. —Puedo ser
temible—, dijo.

¿Alguien le había dicho lo contrario? ¡Forzare al culpable a arrodillarse ante él y pedir una
misericordia que nunca llegará! —Puedes serlo… y lo fuiste. —

Él asintió con la cabeza, satisfecho con eso. — ¿Vendrán más demonios a cazarte? —

—Probablemente no hoy. Pero pronto. — Cuando las arañas no pudieran volver a Hades, él
sabría que habían sido asesinadas. Él buscaría venganza.

No era uno de dejar que siquiera el más leve de los delitos pase.

— ¿Por qué te atacan? —, Preguntó Torin.

—Ellos tienen la tarea de informar a Hades de mi condición. —

Él plantó sus pies bien separados, como si se preparara para otra batalla. — ¿Por qué? ¿Él
todavía te quiere? —

—Puede Ser. Pero no porque me ama, si eso es lo que estás pensando. Él ni siquiera me amó
mientras estábamos juntos o no me habría vendido a Cronos para un barril de whisky. — La
amargura apareciendo. —Yo soy una amenaza para él, y no le gustan las amenazas. —

La rabia detonó en los ojos de Torin. — ¿Un barril de whisky? ¿Tú, que no tienes precio?—

Y solo así, el enlace hizo clic en su lugar.

Un grito de dolor abrió sus labios, un infierno furioso dentro de ella. Su poder impulsado,
crujió, y la necesidad por Torin de repente se intensificó a un nivel casi insoportable.

— ¿Qué está mal? — Torin exigió. — ¿Qué pasó? —

¿Cómo pude haber permitido esto?

No puedo decirle. No debería siquiera pensar en ello.

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El Toque Más Oscuro

Nunca debe confiar en ello.

—Estoy... bien—, dijo sin aliento, todos los circuitos se van. —Está bien. — Nunca había visto
algo tan delicioso.

Debo tocarlo.

No, no.

Un agudo silbido de aliento salió de él. —Tus ojos son brillantes. Eso es bastante malo, pero
emparejado con la forma en que me estás mirando... —

Se lamió los labios. Debo darle un beso. — ¿Cómo te estoy mirando? —

—Como si yo no solo fuera un héroe... como si yo fuera algo especial. — Escupió las palabras
como si no pudiera creerlas aun mientras las decía.

—Eso no debería ser una sorpresa. Ya te dije que lo eras. —

— ¡Pero yo no lo soy! — Estalló. —Todavía no. —

¿Todavía? No hasta... ¿qué?

Debo tocarlo.

—Soy una mala apuesta en este momento—, dijo y se alejó de ella. —Sabes esto, pero estás
permitiendo al deseo influir en tu pensamiento. Pensé que eras más inteligente que eso—.

¿Culpándola?

¿O luchando contra sus propias emociones?

Eso. Su deseo palpitaba a través del enlace, alimentando el deseo de ella.

Tengo que fingir que no puedo sentirlo.

No puedo fingir. Demasiado desesperada. —Y yo que pensé que eras más inteligente—, ella
dijo. —No puedes decidir lo que sucede entre nosotros. Ya no es así. —Ella se acercó a él
lentamente, a propósito. Ella podría haberse rozado contra él, pero no lo hizo, no todavía. Se
detuvo a un susurro de distancia. —eres el depredador en esta situación. Yo también lo soy.
Tomo lo que quiero—.

Siguió tratando de distanciarse aún mientras la fiebre de la pasión enrojeció sus mejillas.

Ella lo siguió, decidida. —No me negaran mi premio. —

Su mirada cayó a su boca, sus pupilas se extendieron como tinta derramada sobre su iris. El
calor que irradiaba de él era un golpe magnífico. —Premio... ¿para obtener información? —

—Usa cualquier excusa que te guste. — Por primera vez en mucho tiempo, no le importaba el
mañana, sólo hoy. Este momento. El estar con este hombre. —Pero esto va a suceder. — Por
ultimo Keeley rozó sus pechos contra el suyo.

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El Toque Más Oscuro

Él no retrocedió, no esta vez. Él permaneció en su lugar, rechinando los dientes mientras


luchaba por el control.

Voy a ayudarle a perderse. Trazó la punta del dedo desde el cuello de su camisa hasta la
cintura de sus pantalones, con cuidado de evitar las heridas. Él la maldijo, pero aun así no se
movió lejos de ella.

— ¿Más? —, Preguntó ella, aplanando las dos palmas en su pecho. Su corazón latía rápido,
irregular. Lentamente movió sus manos en alto... arriba... hasta que sus brazos estaban
envueltos alrededor de su nuca.

—Keeley, — dijo en un gemido. Entonces el negó con la cabeza. —Deberíamos esperar. La


Estrella de la Mañana. —

—No quiero esperar. Ya no más. — Se puso de puntillas, sus labios acercándose cada vez más
con cada segundo que pasaba. Cada vez más cerca al punto de no retorno. —Quiero lo que
quiero cuando lo quiero. —

El dejó de respirar. Ella dejó de respirar. Se cernían allí, perdidos en un momento suspendido
de absoluta agonía. Agonía y el placer. Mmm, el placer. No estaban realmente haciendo nada,
y sin embargo, la promesa de más era una tentación irresistible... aun así llevándola más y más
cerca... hasta que no pudo aguantar el enrollado de tensión un momento más y apretó sus
labios contra los suyos.

Él se sacudió. Ella lamió. Sus labios permanecieron cerrados a ella, pero ellos se ablandaron.
¿Aún piensa en resistirme?

Ella se disolvió en su contra, fusionando sus cuerpos, y lamió otra vez; esta vez su lengua se
asomó para encontrar la suya.

Eso es todo lo que necesitó. Con un gemido, él se abrió para ella. Sus lenguas se empujaron
juntas, una marea de éxtasis la superó por completo... ahogándola y obligándola a que le
guste... incluso haciéndola anhelar el final.

Su beso fue rudo y crudo, desesperado mientras él la empujaba contra una pared. La agarró
por la cintura y la levantó, su boca nunca dejó la de ella. De repente, sus cuerpos estaban en
perfecta alineación. Dos piezas del rompecabezas encajaban. Mientras ella envolvió sus
piernas alrededor de él, sus manos se movían en su cabello, empuñando las hebras. Pero no se
quedaron allí por mucho tiempo. Ellas vagaron sobre ella, apretando sus hombros, ahuecando
sus pechos.

La parte inferior de él frotándose contra la parte inferior de ella. —Eres tan maravillosamente
duro—, se quedó sin aliento.

—Eres tan increíblemente suave. — Él amasó con fuerza más decadente.

Ella gimió su nombre con toda la necesidad reprimida en su interior, y él…

…rugió con agonía y perturbado se alejó de ella. Ella cayó al suelo.

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El Toque Más Oscuro

Él estaba temblando.

Ella temblaba más fuerte, y jadeaba. Se enderezó.

Se quedó allí por un largo rato, mirándola con los ojos entrecerrados, luchando por aire. —No
deberías haber hecho eso. No debí dejarte. —

—El daño está hecho, si hay algún daño en absoluto. —

—Contacto prolongado…—

—No me importa—, dijo, —Quiero más—.

Sus puños, hechos y deshechos, mientras sopesaba sus palabras. Finalmente, dijo: — ¿Quieres
más, princesa? Muy bien. En contra de mi mejor juicio, lo tendrás. Sólo espero que estés
lista—

***

Torin agarró a Keeley por la parte posterior del cuello, de la forma en que le gustaba, y la
arrastró contra él. El hambre le había arañando las entrañas desde que terminó la pelea con
las arañas, infierno mucho antes.

Él debería estar bien familiarizado. Siempre había conocido el hambre. Desde su posesión, no
había habido ninguna otra cosa para él. Nunca realmente había aprendió a ir poco a poco, a
tomar sólo un poco a la vez. Para hacer que una comida dure. Como había demostrado. Y
ahora lo único que quería hacer era engullir y engullir y engullir hasta que no quedara nada.
Cuando ella se había atrevido a cerrar la brecha entre ellos, el aroma de la canela que emana
de ella, llenando su nariz, nebulizando su cerebro, su boca se había hecho agua y sus manos
habían picado y resistir había sido inútil.

Entonces ella lo había besado, y se había sentido como un hombre que acababa de saltar de un
avión sin paracaídas. Él había amado el viaje hacia abajo, la caída libre, pero odiaba el
aterrizaje. O lo haría si hubiera sobrevivido. El viejo Torin había sido quemado, bañado en
llamas. Pero un nuevo Torin se había levantado, más fuerte, más débil, y todo lo del medio, y
Keeley se había convertido en su única fuente de agua. Un hombre necesitaba agua para
sobrevivir.

Él metió la lengua en su boca. Sus dientes chocaron entre sí, provocando una aguda lanza de
dolor. Luchó por el control y se moderó. Su lengua rodó contra la de ella, dando en lugar de
tomar. Ella unió a su caricia acariciándolo deliciosamente, dando de vuelta. Sus manos
revolotearon alrededor de su cintura, aferrándose a él como si temiera que fuera a flotarse
lejos de ella en cualquier momento.

Él la saboreó, este buen vino que no merecía, y la trabajó correctamente; se obligó a ser
amable con ella. Bien, bien. Así. Tomándose su tiempo, permitiéndose memorizar cada
exquisito detalle. La seda de su cabello rozando su rostro. La suavidad de sus labios. La caricia
de terciopelo de su piel. La miel de su aroma. El azúcar en su sabor.

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El Toque Más Oscuro

—Torin, — jadeó, luego levantó la cabeza y llevándose todo lo bueno con ella. —Quiero…—

—No, — dijo, sabiendo que lo peor había pasado. Ella había decidido poner fin a las cosas. —
Voy a hacerlo mejor. —Él lo haría. Debido a que no había terminado. No creía que lo haría
nunca. Ella se había convertido en cada fantasía que había tenido. No, ella era mayor que
todas las fantasías que jamás había tenido.

—Imposible, — dijo con una dulce sonrisa suave.

Se relajó y tiró de ella hacia atrás contra él. —Quiero más—.

—Sí, — dijo ella contra sus labios. —Lo prometiste. Me encantan. Sólo deseo... —

Todo, menos el furioso latido de su corazón, se calmó. —¿Qué? ¿Qué deseas? Dime, y te lo
daré—.

—Te voy a enseñar. — Ella lo empujó al suelo y se sentó a horcajadas. —Mantén tus manos a
los lados. —

¿No tocarla? La sola idea resultó peor que cualquiera de las amenazas que alguna vez ella
había emitido, preferiría quitar su piel con un rallador de queso, sus órganos convertidos en un
batido.

— ¿Por qué? — Graznó. —¿Soy demasiado rudo contigo? —

— ¿Demasiado rudo?— Ella frotó su nariz contra la suya. —Guerrero, no hay tal cosa como
demasiado duro conmigo. Pero esta es la primera vez que he tenido mis manos sobre ti...
probablemente la primera vez que has tenido esto. Tengo la intención de saborear cada
segundo y asegurarme de que lo amas, también. —

Saborear... sí. —No puedo no tocarte. — Él tomó la plenitud de sus pechos, disfrutó de la
sensación de su suavidad regordeta, el peso liviano. Las puntas hinchadas bajo su palma, sintió
la transformación. Magnífico.

Ella agarró el cuello de su camisa y arrancó el material por el centro. Luego sus manos estaban
sobre él, sus uñas en su carne recién sanada. —Tócame, entonces, pero hagas lo que hagas, no
dejes de besarme, Encantador. —

—Nada me detendrá. — Él empuñó su pelo y tiró de ella hacia atrás para otra probada. Una
cuidadosa.

Pero ella gimió su aprobación y después de un tiempo, las advertencias dentro de su cabeza
dejaron de importar. No hay tal cosa como demasiado áspero, había dicho, y ella nunca
mentía. Su lengua se reunió ansiosamente con la suya, empujando con fuerza, provocando un
salvaje, y carnal placer dentro de él. Cuanto más ella exigía de el... más ella le respondía, más
consumía, un banquete.

Ha estado muriendo de hambre, y ella es un banquete.

—Más—, ordenó.

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El Toque Más Oscuro

Ella enredó los dedos en su pelo y tiró de las hebras. ¿Para detenerlo? —Te voy a dar más si
dejas de contenerte—, dijo ella. —No voy a romperme. —

Bueno, él podría. ya estaba jadeando. Pero mi mujer está jadeando más. Tenía la boca roja,
húmeda e hinchada. Reclamada.

—No sabes lo que estás pidiendo, — le dijo.

—¿Pedir? No, Encanto. Lo estoy demandando. Dame más duro— dijo ella y apretó su boca
contra la suya, firme y determinada mientras lamía el interior.

La correa en mi control se está desgastando...

Su lengua rodó contra la de ella con más fuerza, y aunque él se odiaba a sí mismo, sabía que la
presión era demasiado; a pesar de que ella había exigido que tomara, tomara, tomara, no
podía parar. Debido a que le dolía. Terriblemente. Sus músculos se apretaron sobre el hueso.
El más feroz deseo que jamás había experimentado hacía estragos por sus venas, un fuego
inextinguible.

Él no sólo quería tocar a Keeley. Él quería ser dueño de ella y obligarla a sentir tan
violentamente como él sentía.

Correa... rota.

Suave joder. Él la traería al clímax y entonces él perseguiría el suyo propio.

La tomó con más fuerza y más rápido, pero ella no parecía importarle. Gimiendo, ella se
retorció contra él. Sus uñas rasparon su espalda, y si no fuera por lo que quedaba de su
camisa, el material apenas colgando, ella le habría sacado sangre.

A él le encantó.

Él palmeó sus pechos de nuevo, esos pechos llenos y pesados, y tanteó sus pulgares sobre sus
pezones. Los guantes le molestaba, y él dejó de besarla sólo el tiempo suficiente para quitarse
uno con los dientes. Esa mano volvió a ella de inmediato, su pulgar una vez acariciando ese
pequeño brote dulce. Todavía con una barrera. Tiró de su camisa sobre su cabeza, la ahuecó y
se estremeció. Ella era tan suave como el satén. Cálida. Quizás la cosa más dulce que había
tocado alguna vez.

Bajó la cabeza. Ella dio otro gemido, arqueándose hacia él, y su eje se sacudió contra su
bragueta. Maldita Sea. Estaba cerca de lanzarla sobre su espalda, rasgar sus bragas y hundirse
dentro de ella, la presión dentro de él construyéndose a un grado casi insoportable.

Ella había sido hecha para él. Estaba seguro de ello.

Le tomó el culo y la obligó a una dura marcha castigadora contra él, pero a ella no parecía
importarle eso, tampoco. Sus pezones quemaban su pecho, y ella parecía amar la fricción
tanto como él lo hacía, jadeando su nombre una y otra vez.

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El Toque Más Oscuro

Ve más despacio! En cualquier momento, iba a estallar. Esta necesidad...

Era demasiada. Demasiada intensa, pensó de nuevo. Corriendo a través de él, disparando su
sangre, ella lo encendía, haciéndole arder en lo más caliente. Haciéndolo adicto.

Nunca podría renunciar a ella. El demonio no importaba, no volvería a importar hasta más
tarde.

Una lluvia de hielo en su interior.

El demonio. Más tarde.

Las palabras resonaron en su mente, liberando el hielo a través del resto de su cuerpo. Keeley
se va a enfermar.

Una vez más. Con sus acciones, se habían asegurado de ello. Por lo que sabía, mientras más le
besaba y le tocaba, más enferma estaría.

Solo había tocado brevemente a alguien. Nunca había tenido este tipo de contacto
prolongado. Este era un territorio nuevo para él, y él no podía estar seguro de lo que iba a
pasar.

¿Y si ella muria esta vez?

Con un rugido, él tiró alejándose de ella. Ella se dejó caer al suelo mientras él se levantaba.
Maldita sea! ¿Qué había hecho? —Lo siento. Lo siento tanto, princesa. Debería haberte
forzado a esperar—.

Ella avanzó pesadamente con las piernas temblorosas. —Sólo lamento que te detuvieras. —
Con los ojos aturdidos, llegó a él.

Él la esquivó. Matándome! Pero mejor su muerte que la de ella. —No. No podemos. —

—Podemos. — Una vez más, ella lo alcanzó.

De nuevo, él la esquivó. —No, Keys, no podemos.— Él dio otro paso lejos de ella. En mi punto
de ruptura.

Si ella venía a él de nuevo, podría dejarla atraparlo. —Debemos prepararnos. Te vas a


enfermar— .

Ella se detuvo, el recordatorio cambiando toda su actitud. Desde flexible y dispuesto a tensa y
en guardia.

—Lo siento—, repitió, pero las palabras nunca serían lo suficientemente buenas.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Once
Keeley sacó dos camisetas de la mochila. En una se leía "Strider puede pelear conmigo en
cualquier momento", y la otra "Dejé mi corazón en París." No podía ocultar su
estremecimiento. Después de que ella y Torin se vistieran, hurgó en la casa por un par de
tijeras, aguja e hilo.

-Tus camisas tienen las frases más extrañas —murmuró. -Mis amigos las hacen para mí.

No es de extrañar por qué amaba a los hombres tan profundamente.

Ella se sentó frente a la chimenea ardiente y se puso a trabajar, cortar y coser los retazos de
sus camisas viejas, aunque su mente no estaba en la tarea. ¿Qué he hecho? ¿Cómo había
logrado convencerse de que no iba a enfermarse... y que, si lo hacía, soportar otra enfermedad
estaría bien?...Enfermo es igual a débil y débil es igual a vulnerable. En el exterior, la nieve
bramó, sus emociones cambiando el tiempo de otoño a invierno.

-¿Cómo te sientes?—preguntó Torin, rompiendo el silencio mientras se paseaba delante de


ella.

-Estoy bien — y era verdad. Ella lo estaba. Pero se había sentido muy bien la última vez,
también.

-Bien. Eso es bueno.

Pero… ¿cuánto tiempo durararía?

Sostuvo la camisa hacia a la luz. ¡Genial! Ella lo había hecho mal. Deshizo sus puntos de costura
y haciendo todo lo posible para mantener la calma, comenzó de nuevo.

-Distráeme —dijo.

-Bien. ¿Quién robó la caja de Pandora después de que esta fuera abierta?—preguntó — Nunca
me dijiste

-No lo hice— Ella había oído los rumores, sabía que Torin fue amigo del hombre. Él no le
creería, incluso podría tomar partido en contra de ella.

-No quiero hablar de la caja.

-Bien. Juguemos el juego de preguntas. Yo te pediré diez fáciles o una difícil. Elige.

-Difícil — por supuesto.

-Si ver es creer, entonces, ¿cómo engañan las miradas?

-Ver para no creer. Pensé que habías dicho que sería difícil.

-Sí, pero ¿cómo sabes que ver no es creer?

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El Toque Más Oscuro

-Lo siento, Torin, pero solo dijiste que harías una pregunta difícil. Yo ya te respondí.

Él se rió y encogió los hombros.

Me quede sin ideas.

-Dime cómo eras antes de tu posesión por el demonio.

-Fiero. Sanguinario.

-En otras palabras — dijo ella —igual.

-No seas absurda. Soy agradable ahora.

-¿Qué clase de loco te dijo eso? Eres tan agradable como yo.

-Como yo creo que estás hecha de azúcar, me lo tomaré como un cumplido — Se pasó la mano
por el pelo — Pero no es el momento de burlarse de mí, Keys. Estoy muy cerca de sacudir muy
fuerte tu cerebro y que este se golpee contra tu cráneo. Quizás eso finalmente te mete algo de
sentido común.

-Muy agradable— bromeó.

Él la miró.

-¿Alguna vez perdonaste a un enemigo cuyas acciones fueron un accidente, como la tuya a
menudo lo son? — ella preguntó.

-No.

-Y ¿eso no te dice algo?

-¡Muy bien! Soy malo. ¿Qué más da?

-La realización personal es sólo uno de los muchos servicios que ofrezco.

-Prefiero que mis mujeres sean silenciosas. ¿Soy su mujer?

Estúpido corazón que se saltó un latido.

-Tal vez un vínculo contigo evitaría otra enfermedad— dijo ella en voz baja. No hagas esto. No
vaya ahí….Demasiado tarde.

¿Qué pasa si el vínculo la ayudó? Dejó de caminar para mirarla y maldijo.

-O tal vez te enfermaría más. ¿Una línea directa con el demonio? Definitivamente no.- La
esperanza se desvaneció rápidamente. ¿Sería cierto? ¿Sufriría más en esta ocasión? Terminó
su proyecto y se lo lanzó.

-Lo sé, lo sé. Soy súper talentoso, más allá del pensamiento. No sabes qué harías sin mí… De
nada. El sostuvo la prenda hacia la luz.

-¿Qué es esto?

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-Sólo lo mejor para un hombre con su dolencia particular. Una camisa con una capucha
retráctil. De esa manera te puedes cubrir la cara durante las peleas y no tienes la preocupación
de que tus oponentes rocen accidentalmente tu piel.

-Yo no me preocupo por eso de cualquier manera. Si mis oponentes no son asesinados por
Enfermedad, los mato yo.

Sí, ella había visto el trabajo de su daga. -Bueno, yo fui tu oponente y todavía estoy aquí.

Él le ofreció una media sonrisa.

-Tienes razón. -Siempre. -No sé qué decir.

¿Acaso nadie le había dado regalado nada antes?

-Di gracias y póntelo.

-Gracias.

Con un movimiento rápido, se quitó la camisa y se puso la nueva sobre su cabeza, luego
colocó la capucha en su lugar.

-¿Y bien? — Ella solicitó— ¿Qué piensas?

-No te lo tomes a mal, princesa, pero me siento como Batman.

-Bueno, ¿eres Batman? ¿Alguien los vio a los dos juntos en una habitación para probar que
esto— ella hizo un gesto con la mano sobre él —no es su identidad secreta?

Levantó la capucha para mirarla, y ella se echó a reír. Un rayo de sol atravesó la ventana como
si fuera el fin de su búsqueda. Su expresión se suavizó con una emociónes que no estaba
segura de que había visto en él. Ternura, tal vez.

-Tus ojos están brillando de nuevo—dijo él.

-¿Lo están?— La risa se desvaneció en una risilla sin aliento.

-Lo están. Y son preciosos.

Su diversión se perdió, ella presionó su mano sobre su estómago, que ahora estaba tan agitado
como si la III Guerra Mundial se llevase a cabo en su interior. -Me... duele — dijo casi sin
aliento. Ella puso una mano sobre su boca, pero no había nada que hacer. Ella se encorvó y
vomitó.

***

Torin corrió por el bosque, sus botas dejando unas profundas huellas en la tierra. Cualquier
persona con un mínimo de habilidad sería capaz de seguirle la pista. Encuéntrame y muere.
Incluso la persona más poderosa del mundo, eso era precisamente lo que Keeley era, y cayó
ante Enfermedad.

¿Cómo pudo permitir que esto sucediera? ¡Una vez más!

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Ella no iba a durar mucho más tiempo. necesitaba un médico, medicamentos.

Torin sabía qué plantas la ayudarían. Milenrama, flores de saúco y menta ayudarían con la
fiebre. El jengibre, manzanilla, olmo, hojas de frambuesa, papaya y la raíz de regaliz. Todos
usados para dejar de vomitar. Tantas opciones y aun así él no podía usar ninguno de ellos.
Había estudiado las plantas en su territorio, no en este. ¿Serían las mismas? O ¿Diferentes?
Posiblemente ¿Venenosas? Tenía que encontrar ayuda.

Localizó varios conjuntos de huellas enormes que se dirigían a una ciudad con múltiples
edificios hechos de barro y paja, cada una a una altura y anchura que hacían ver la cabina
como el corral de castigo para un niño pequeño. Ahí había un bar, una tienda de comestibles,
otro bar, una —no estaba seguro de lo que era. Una ¿tienda de piel? Las "pieles finas" que
parecían haber venido de seres humanos.

Un hombre con piercings en todo su rostro entró en el edificio más alejado de la derecha. En el
letrero de afuera se leía Heelin Tonacs & Xotic Elicksirs („Exóticos elixires‟). Ahí estaba. Ahí es
donde tenía que estar. Las faltas de ortografía le infundían cero confianza, pero ¿qué otra
opción tenía?

Torin colocó su nueva capucha en su lugar — su pecho se encogió al recordar cuán


diligentemente Keeley trabajó en esta— y se puso en movimiento, la urgencia lo conducía.
Permaneció en las sombras cuando una horda de gigantes cruzó a grandes zancadas la calle.
Se las arregló para llegar al porche sin ser detectado. O haciéndose una hernia cuando abrió la
enorme puerta de entrada.

-…consigue las verrugas— decía Piercings — pagaré veinte libras de diamantes—dejó caer una
bolsa de terciopelo negro en el mostrador frente a él— Y tendrás veinte más si nunca dice
ninguna palabra de esto.

-Tengo sólo una— respondió un hombre, sin duda el farmacéutico que estaba cubierto de
tatuajes. — Pero te costará cuarenta libras de diamantes.

Um, eso es lo que el chico le había ofrecido.

-Treinta— dijo Piercings.

-¡Hecho!— Respondió Tatuajes.

¿En serio? ¿Aquí es donde buscaría ayuda?

Torin no estaba de humor para perder el tiempo o negociar. Tan silenciosamente como le fue
posible, giró la cerradura de la puerta principal y cambió el cartel a Cerrado. Sabía de sus
propias limitaciones, sabía que no podía luchar contra dos gigantes a la vez sin graves
consecuencias, y teniendo en cuenta el almacén de piel calle abajo. Había una buena
posibilidad que este par de finos chicos quisieran desollarlo; así que tenía que sacar a uno del
juego.

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Avanzó, y se detuvo justo detrás de Piercings. La parte superior de su cabeza llegaba a la mitad
de la la espalda del gigante. Él palmeó la hoja que había tomado en la cabina, se agachó y le
corto los tendones de Aquiles.

Un aullido de dolor hizo eco de las paredes. Piercings cayó de rodillas, y todo el edificio se
estremeció. Torin lo alcanzó y lo degolló. El cadáver sangrante se desplomó en el suelo. Torin
se quedó mirando a Tatuajes.

-No me gustó hacer esto, y me disculpo si él era tu amigo, pero como puedes ver, estoy
dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiero.

Tatuajes entrecerró los ojos.

-¿Y qué es lo que quieres, humano?

-Yo no soy un humano. Y quiero un medicamento para una amiga que tiene fiebre y no deja de
vomitar sangre.

Él siguió hablando como si el chico fuese a hacer todo lo que él le exigía, porque él
definitivamente lo iba a hacer.

-Si me das algo venenoso para castigarme por lo que le hice al otro chico y mi amiga sufre o
muere, volveré por ti. Y no te mataré de inmediato. Voy a jugar contigo primero... hasta que
me supliques el dulce beso de la muerte.

Lejos de estar impresionado, Tatuajes se inclinó hacia delante y se agarró del borde del
mostrador que los separaba.

-Asumes que dejarás esta tienda vivo.

Sonriendo con frialdad, Torin enfundó el arma. Entonces, comenzó a tirar los guantes de sus
dedos.

-Quiero que sepas, que tú elegiste este camino. Yo no. Entonces. Esto es lo que va a ocurrir a
continuación. Voy a tocarte, y tú te infectarás con la misma enfermedad que la está matando.
Déjame mencionar que yo soy Torin, el guardián del demonio Enfermedad. Una vez que se
desarrollen tus síntomas, tú, podrás hacer para ti un tratamiento, con la esperanza de
salvarte. Y estarás demasiado débil para detenerme cuando te la quite.

Tatuajes palideció bajo la tinta y dio un paso hacia atrás. Las paredes de la estantería lo
detuvieron de retirarse más lejos. -Mientes.

-Lo vas a averiguar, ¿no?— Torin metió el guante en el bolsillo y se sacó el otro— Una vez que
tenga lo que quiero, saldré y gritaré que necesitas ayuda. Tus amigos vendrán. Ellos te van a
tocar y, también, se infectarán. Una plaga barrerá a través de tu mundo y miles van a morir.
Todo esto debido a que te negaste ayudar a la Reina Roja.

Los ojos del macho casi se salen de su cabeza.

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-¿Eres un emisario de la Reina Roja?—De repente él tuvo problemas para respirar —Escuché
un rumor que ella había regresado... No quise creerlo... Sí, sí, por supuesto que voy a hacer
cualquier cosa para ayudar a su exaltada majestad. Por favor, dile lo ansioso que estaba por
ofrecer mi servicio.

Él corrió alrededor de la tienda, recopilando varios viales.¿Qué, exactamente hizo, el huracán


Keeley, en este reino?.Cinco minutos más tarde, Tatuajes le ofreció a Torin un gran frasco lleno
de un líquido de color acre oscuro.

-Este la calmará.

-Yo no estaba bromeando. Si le hace daño, regresaré. Y si corres, te voy a encontrar.

-No le hará daño. ¡Te lo juro! Dígale que tome una sola dosis tres veces al día. No es una cura
mágica — Tatuajes se apresuró a añadir—pero realmente la ayudará. Si ella muere, no será mi
culpa. Asegúrese que ella sepa que hice todo lo que pude.

Si ella muere...

Esas malditas palabras. Torin volvió sobre sus pasos a través del bosque. Si ella moría, no
sería realmente la culpa del gigante. Bueno, ella no podía morir. Ella simplemente no podía. No
porque él había quedado preso una vez más por una amistad que debería haber evitado. Y no
porque lo divertía, lo encantaba y lo aceleraba de una manera como ninguna otra mujer pudo
hacer. Pero debido a que el mundo sería oscuro… un oscuro lugar sin ella.

Ella francamente era una luz.

No iba a ser el único quien se apagaría sin ella moria. Sus puños se apretaron, y casi hizo
estallar el envase. Cuidado.

En la cabina, el olor de la sangre aún no se había disipado. No estaba seguro de si esta


procedía de las arañas o de Keeley, quien permanecía tumbada en el sofá. El sudor corría por
su rostro, causando que hebras de su cabello se pegasen a su cara. Tenía las mejillas
encendidas por la fiebre, los labios agrietados de tanto ser masticados.

Yo hice esto. Yo.

Dejándola en esta condición, sola, incapaz de valerse por sí misma, la había hecho sufrir. El
tónico tenía que valer la pena. Tenía los ojos cerrados, su paliza cabeza se movia de lado a
lado.

-Papá, por favor. No quiero quedarme con el rey. — Una procesión de arcadas. — Me
entregaste a él. Ahora ayúdame a dejarlo. ¡Por favor! Yo no puedo... Simplemente no puedo
aguantar más.... –

¿Su propio padre la había entregado a un hombre que ella despreciaba? Un hombre que
claramente la había herido. ¡Bastardo! Torin hizo una pausa cuando la culpa, la rabia y la
tristeza se enredo en su interior, un cóctel especial que bebía todos los días.

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El Toque Más Oscuro

Qué hipócrita era. Él la había dañado más que nadie podría alguna vez. El reviso dos veces para
asegurarse que tenía los guantes en su lugar antes de retirar el cabello de la cara de Keeley.

-Ya regresé, princesa— dijo —Te protegeré con mi vida, incluso de tus recuerdos.

Su pecho subía y bajaba rápidamente mientras se retorcía contra los cojines. — No he hablado
con nadie hoy día, lo juro. Por favor, no la mates, Majestad. Por Favor. Ella tiene una familia.
Ella… Noooo! —sollozó. Más arcadas. -Shh, princesa. Guarda tus fuerzas. — Torin cubrió su
frente con un trapo frío antes de acariciar con sus pulgares las comisuras de su boca, salpicada
de sangre. —Todo va a estar bien.

Sus labios se separaron, de la manera que él quería, y él vertio un trago del tónico en su
garganta. Un ataque de nauseas causó que parte del líquido se derramara, así que Torin la
obligó a tragar aplicando presión en la mandíbula y masajeando su garganta. A veces, había
que ser cruel para ser amable. Una de las cosas más difíciles que había hecho alguna vez.

Cedió ante sus manos, sus esfuerzos fueron en vano. Tan débil como estaba, ella no podría ni
haber espantado una mosca. Tanto poder dentro de ella, pensó, y aún así tan frágil. Esperó por
cualquier signo de mejoría. Sin embargo, ella se puso peor. Sangre gorgoteó de su boca,
ahogándola, lo que la llevó a otra tanda de vómitos. No estaba seguro de cuánto medicamento
mantuvo en ella.

¡Maldición!

El demonio río, alegre por el giro de los acontecimientos.

Impotente... lo odió. Desearía estuvieras muerto. La risa sólo se hizo más fuerte.

-Hades— Keeley de repente gritó. —¡Ayúdame!.

Torin le presionó su lengua contra su paladar. -Torin está aquí, princesa.

-Torin...—Por último Keeley se calmó y cayó, en lo que parecía ser, un sueño tranquilo. Torin
sacó las arañas muertas fuera de la cabina. La nieve había dejado de caer, y el sol había dejado
de brillar. El cielo solo estaba... gris. ¿Un signo de la muerte inminente? ¡No!

Cuando tuvo los ocho cuerpos y sus diversas cercenadas partes en una pila, encendió un
fósforo y lo lanzó en el centro de la carnicería. No pasó mucho tiempo antes de que las llamas
se extendieran, y el humo oscuro se mezclara con el aire, llevandose el olor de la carne
quemada. Las criaturas lo habían acuchillado a través de su piel, e incluso a pesar que ya
estaban muertos. No quería que Keeley tuviera algún contacto con estos cuando se
despertara. Y ella lo haría. Tenía que creerlo. Debido a que la idea de estar un solo día sin ella
era, repentinamente, intolerable.

***

Traicionada por Hades, ¿El único hombre que siempre dijo amarla? No. Imposible.

-Torin está aquí, princesa. Torin... su nuevo hombre.

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Pero... él no puede estar aquí. Estoy atrapada. Sola. Keeley se debatía entre los recuerdos y la
realidad... no estaba segura de cual ganó... sólo sabía que era imposible crear orden a partir
del caos y si ella fallaba en despejar sus mente...

... Ella se paseaba por los límites de una habitación, con el corazón completamente
destrozado. Los hombres de Hades habían llegado por ella hace una hora, encerrándola dentro
del más pequeño y vacío dormitorio generalmente reservado para los más humildes sirvientes.
Su prometido no podía saber que ella estaba aquí. A pesar de que sus soldados no hacían nada
sin su permiso expreso.

Ella debió de haber sido capaz de luchar para liberarse de sus captores, pero sus nuevos
guardias le impidieron no hacerlo. ¿Cómo había sucedido esto?

Recordó como Hades le había dado un vino especial para ponerla a dormir para que no
experimentara ningún dolor cuando el azufre la tocara. Como uno de sus subordinados la
apoyó, listo para darle a Keeley ese particular golpe, para mitigar lo peor de su poder, de modo
que Hades y su gente estarían a salvos a su alrededor.

Pero Keeley había despertado sola, con cientos de guardias, debilitada, no pudiendo hacer
nada, más que respirar. Hades mataría al siervo cuando se enterará de lo que había hecho con
ella. Por supuesto que él no había ordenado esto. Él la amaba y nunca le haría daño
intencionalmente.

-Hades— gritó por milésima vez. Si ella seguía haciéndolo, perdería su voz. — ¡Te necesito!

Finalmente él apareció con un destello en el centro de la habitación. Él era un hombre


hermoso, con el pelo oscuro y con ojos…ojos que pulsaban entre un color rojo en el momento
que él consideraba matar. Él medía unas 6’ 7 pies. Pero lo llevaba bien. tenía la fuerza para
respaldar esa actitud. Las mujeres de todo el mundo lo deseaban. Pero él me eligió a mí.

-Confío en que tu nueva habitación sea acogedora— dijo.

Él estaba tan casual.... Él lo sabía.

Una herida profunda cortó su corazón en diversas partes. -¿Por qué? ¿Por qué has hecho esto?
.

-Eres demasiado poderosa. Si alguna dia te vuelves en mí…-

-¡Nunca me volveria en tu..!-

Él siguió adelante, diciendo:

-…yo podría perder todo lo que he tratado de construir.

-Keeley.-Ella frunció el ceño. La voz más reciente pertenecia a un hombre, pero no a Hades. -Es
la hora de más medicina, princesa.-

La imagen de Torin llenó su mente, eclipsando los confines de la odiada sala... la odiada
memoria. Ella vio su largo pelo blanco que le llegaba hasta los hombros. Sus felinos ojos

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verdes. La sensualidad ardiente que siempre le hacía agua la boca. Como ahora. ¡Uf! Eso fue
una gran cantidad de agua. Una cantidad embarazosa. Se ahogaba... No puedo respirar, tenía
que respirar...

-Tómalo.-El líquido fresco bajó rudamente, por la garganta destrozada y termino en su


estomago igual de rudo.-Buena chica—dijo él.

Algo caliente pasó por su calurosa frente, ofreciendo comodidad. No su mano. Seguramente
no. Él se negaba a tocarla.

Tocarla. Las palabras resonaron en su mente, estimulándola. Él no la había tocado, no al


principio, pero ella lo tocó. Entonces él la había agarrado y le dio el beso más caliente de toda
su vida. Y se enfermó. Horriblemente. Todo por culpa de su demonio. Correcto. El demonio.
Odio a ese demonio.

La ira ardía a través de ella, caliente, tan caliente, y el cojín debajo de ella comenzó a
sacudirse. Asesinaré a ese demonio.

-No otra vez— Torin murmuró. Un segundo después, ella estaba flotando. ¿Cómo? ¿Por qué?
Pero las sacudidas continuaban. Registró el ruido de los platos. El golpeteo. Oh, sí, pensó
fríamente. Enfermedad sufriría por todo lo que le había hecho.... Torin maldijo y fue cayendo.
Ella... ¿en redondo hacia abajo? La hierba y la suciedad llenaron su boca. Tuvo un mareo.

Cuando ella se quedó inmóvil, se esforzó para abrir los ojos. Tenía… ¿barro en los ojos?
Parpadeó, Torin apareció a la vista. El Torin real, se cernió sobre ella. Su sonrisa era sombría.

-Bienvenida de nuevo, princesa.

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Capítulo Doce
Torin se tambaleo. Keeley había sobrevivido a otra enfermedad, y tan rápidamente como se
había enfermado, se había recuperado. Después de una hora de haber destruido la cueva, de
hecho, ella estaba estable en sus pies totalmente lista para correr, sin ningún efecto
secundario.

La primera vez, lo había entendido. Otros se habían recuperado, también, aunque se habían
convertido en portadores. Pero esta segunda vez… ¿Cómo había sobrevivido? El preguntó por
su opinión, y su respuesta fue lo usual, -Hola. Reina Roja. Súper poderosa. –

Tal vez. Probablemente. ¿Sobrevivirá una tercera vez? ¿Una cuarta? Considerando el trato que
habían hecho, ella está dispuesta a arriesgarse. Pero el no. Ya no más. He escuchado eso
antes. Sí, pero lo digo enserio esta vez. Con movimientos cortos, la guió a través del bosque. Se
mantuvo en la búsqueda de gigantes vengativos. Polvo de la arruinada cueva les arrastró.
Keeley se quedó detrás de él, quieta, y el silencio lo perturbaba.

-¿Me odias? - preguntó.

-¿Odiarte? ¿Por qué te odiaría? –

-¿En serio tienes que preguntar? –

-Obviamente. Porque lo hice. –

-El demonio, -dijo con un suspiro. -El vomitar. –

-Um, tal vez te estás olvidando que yo te toqué. –

No. No lo había olvidado, nunca lo haría. Su toque había probado cuan fundamental su
necesidad por ella se había vuelto, cuan consumadora…cuan, cuando finalmente tuvo sus
manos en ella, nada importaba solo el placer.

-No vamos a hablar de eso. - buscó por un lugar seguro para hacer el campamento, y cuando
pensó que había recogido el sonido de pasos, dio marcha atrás, buscando huellas que nunca
encontró. El deseo debía estar pudriendo su cerebro. Y, maldita sea, el aire caliente y
pegajoso tenía que estar horneando sus entrañas. El tiempo había pasado de otoño, al
invierno, al simple infierno, pero no creía que tenía algo que ver con Keeley. Su estado de
ánimo no combinaba con millones de grados de la temperatura.

-Voy a quitarme la camisa. No vengas ni a tres metros de mí hasta que me la ponga de nuevo.-
Él arrancó el material por encima de su cabeza, y luego la envolvió alrededor de su cuello para
coger el sudor que le corría por las sienes. -Lo digo en serio. -

Keeley pasó su mirada por encima de su torso desnudo, y maldita sea si no se sentía como una
caricia. –Apestas- se quejó. Tal vez su estado de ánimo si coincidía. -Estoy sobrecalentada,

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El Toque Más Oscuro

también, sabes. Creo que mis órganos internos se han convertido en una especie de guiso. —
Arrancó las mangas de la camisa y se las arrojó a él.

El estado de sus mangas le hizo pensar en la forma en que ella había estudiado sus brazos y
piernas la primera vez que había despertado. Lo que ella había visto, o no había visto, la había
relajado. Cuando él le había preguntado por qué lo había hecho, había dicho: - Como si te
fuera a realmente dar alguna idea. —

¿Qué demonios se supone que significa eso?-Estúpida doble moral,- dijo ella. -Si yo fuera a
quitar mi camiseta para refrescarme, seria molestada, simplemente rogando ser violada-.

-Calma tu mierda Princesa. Yo nunca te haría rogar. -¿Pero no es eso exactamente lo que he
hecho?

-¿Estás diciendo que me lo darás libremente? -, Preguntó.

-No estoy diciendo nada. - Si esto continuaba, acabarían donde habían empezado. En
problemas.

-Pero, ¿Por qué arriesgarse a picaduras de insectos? Vamos a encontrar un abrigo. Tal vez uno
de piel. –

-Como si cualquier insecto se atrevería a acercarse a mí. –

-Aun así. No está de más tener cuidado. - Él cavó dentro de la mochila. -Yo sé que tenemos una
camisa extra en alguna parte. —

-Trata de hacerme llevarla y te ataré, te cortaré y dejaré que los animales utilicen tus órganos
como paquete de merienda! –

-Todo el mundo tiene que comer-. Sacó las manos vacías de la mochila. -Desafortunadamente,
estamos sin ropa limpia. —

-¿Por qué no pelar la piel de tu cuerpo? Puedes ser mi abrigo. –

-Inteligente. Permanecerás caliente durante la próxima nevada. –

Ella pisoteó. -Mi incapacidad para sacarte de quicio es desesperante. –

-Voy a gritarte si eso te hace sentir mejor. - Infierno, podría hacer que él se sintiera mejor,
también.

Ella se animó, diciendo: -Eso sería de gran ayuda, gracias.-

Pensó por un momento, le gritó: —¿Cómo te atreves a desnudar tu brazos en público?! Tienes
toda la razón en que serás molestada. Le da a un hombre ideas. Le hace pensar que eres buena
llevando cajas pesadas, que sólo pasa a ser su trabajo! Es humillante es lo que es. –

Ella se echó a reír, y sus pechos subieron y bajaron. Los pechos que había sostenido en sus
manos. Sus pezones estaban duros, probablemente adoloridos, necesitando ser aplastados y

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succionados. Aléjate! Ahora! Él no lo hizo. No pudo. La risa de Keeley murió, y la tranquilidad


se apoderó de ellos.

-Torin, -susurró.

-No, - dijo, y cuando ella se lamió los labios, se obligó a decirlo de nuevo. -NO. –

Una rama crujió, señalización el fin a su soledad. Gracias A Dios. Torin palmeó una de las hojas
que había logrado excavar entre los escombros de la cueva.-Ocúltate detrás de esa roca. —
Echó un vistazo a la selva, tratando de descubrir cualquier pista sobre su invitado no deseado.
O invitados. ¿Humano, animal, o gigante? ¿O una combinación de los tres?

Keeley echó un vistazo a la roca en cuestión y frunció el ceño. -La Reina Roja no se esconde-

-Ella lo hace cuando no llevaba guantes. No lo olvides, eres un portador. Además, has estado
enferma. Es necesario conservar tu energía. ¿Y si tus emociones obtienen lo mejor de ti?
Probablemente será mejor si no destruimos todo el reino mientras todavía estamos en él. - Su
ceño se oscureció.

Desde que el suelo no estaba vibrando al compás de los pasos que venían, dudaba de que el
visitante fuera un gigante. Mientras la criatura significara ningún daño para Keeley, podría
alejarse. Un movimiento en falso, una palabra o un hecho, lo que sea, y eso iba a cambiar.

Keeley suspiró y caminó hacia la zona de seguridad. -Bien. Lo Que Sea. Estoy en demasiado
buen humor para discutir —.

¿En serio? -¿Este es un buen estado de ánimo? — El sol no estaba precisamente brillante.
Tropezó con una vid, no, no una vid. Una trampa explosiva. Muy parecida a la que Torin había
amañado en el otro reino. El clic y el zas siguiente lo revelaron. Ella aterrizó sobre sus rodillas,
una lanza salió disparada desde un agujero en un árbol. Destino: su corazón.

-¡No! — Torin se zambulló en su dirección.

Ella cogió el arma por la empuñadura antes de que pudiera hundirse dentro de su pecho, o el
de él. Se dio la vuelta con el impacto y saltó a sus pies, su alivio de corta duración. Dos
humanos irrumpieron desde el follaje. Su mente disparó hechos como balas. Machos.
Primitivos. Cada uno llevaba un taparrabos y sostenía una de esas lanzas hechas por el
hombre. Probablemente los seres humanos que a los gigantes les gustaban cazar. El de la
derecha vio a Keeley y levantó su lanza, preparándose para lanzarla. Enemigo.

Una vez más, Torin no perdió el tiempo con negociaciones. Él simplemente arrojó su cuchilla;
le cortó la garganta al macho, la sangre brotaba mientras caía de rodillas, y luego a su rostro,
su arma inútil.

El otro hombre, llamémosle Tarzán, frunció el ceño y levantó su propia lanza. Torin palmeó
otra cuchilla. -No lo haría, si yo fuera tú. –

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El Toque Más Oscuro

-Oh, bien. - Keeley se levantó y aplaudió, un rayo de sol de repente alumbrándola. -Dos
guerreros sexys luchando hasta la muerte. Esto es mucho mejor que la lucha de araña. Tienes
mi sello de aprobación, Torin. Continua. –

Los ojos oscuros de Tarzán se abrieron con un poco de shock y mucho odio. –Tu-, alcanzó a
murmurar. -Habíamos oído que habías vuelto, pero me pareció que los rumores eran
infundados, que nunca te atreverías a volver. –

-¿Yo? - Ella miró hacia atrás antes de tocar su pecho. -Creo que tienes a la chica equivocada. –

-Como si pudiera olvidarlo. Casi destruiste todo mi pueblo, arrancando todos nuestros árboles
sagrados por la raíz en un solo parpadeo y golpeando a todo el clan con ellos. —

-¿Lo hice? Bueno, estoy segura de que tenía una buena razón. -Ella tocó su barbilla, pensativa.
- Pero estoy teniendo problemas para localizar el recuerdo. Tal vez esta es otra de las víctimas
de la caja del tiempo fuera-.

Torin mantuvo su atención en Tarzán y su cuchilla en la mano.-Ah, ya sé! -, Dijo Keeley. -Tu
pueblo habitualmente tiraban a los niños en fosas de fuego como un sacrificio a sus dioses.-Sus
ojos se estrecharon mientras el árbol de al lado salió disparado fuera de la tierra y se cernían
en el aire. -Tengo un gran problema con eso. –

-Y yo tengo un problema contigo. - Tarzán corrido hacia ella, un misil letal. A mitad de camino,
ella lo golpeó con el árbol. Estaba listo para el ataque y se agachó, pasando por debajo del
tronco y entonces él seguía avanzando.

Torin tiró el cuchillo, clavándoselo al chico en el pecho, no, en la espalda. El guerrero se movió
más rápido de lo que había esperado... y se estrelló contra Keeley, tirándola al suelo,
sujetándola al suelo y envolviendo sus manos alrededor de su cuello, piel a piel.

Una neblina oscura cayó sobre Torin, un rugido salvaje estalló desde el fondo de su garganta.
Se arrojó al hombre, le arrastró lejos de Keeley. Ellos golpearon el suelo y rodaron, Tarzán
obteniendo la peor parte del impacto. En el momento en que dejaron de moverse, Torin sentó
y golpeó. La nariz del chico se rompió. Su labio destrozado, y sus dientes saltaron fuera. Su
mandíbula se salió de su lugar.

-No se toca a la reina, nunca. –

Los ojos de Tarzán cerrados, el resto de su cuerpo laxo. Su cabeza cayó hacia un lado.

Torin no le dió una tregua. La Reina Roja era suya. Solo suya. Las manos de nadie más alguna
vez harían contacto con ella. Él moriría primero.

-Suficiente-, Keeley llamó. -Vivo, será un excelente experimento de laboratorio. Es la razón por
la que no le destelle lejos antes de que atacara -.

¿Para saber qué tipo de enfermedad que extendería? Inteligente. Torin fulminó a Tarzán. -
Felicitaciones. He decidido parar, solo para verte sufrir. -Se enderezó, su mirada parpadeó
hacia Keeley. Ella permaneció en el suelo, y la preocupación lo llevó a su lado.

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El Toque Más Oscuro

-¿Qué pasa, princesa? –

Ella apoyó su peso sobre sus codos, un enredo de pelo rojo brillante enmarcando sus mejillas
demasiado brillantes. Moretones ya estropeaban la elegante línea de su garganta. Después
mordisqueando su labio inferior, dijo, -Puede que me haya torcido el tobillo. –

-Déjame ver. - Él levantó suavemente el borde de su sudadera. Una leve inflamación, un


enrojecimiento menor. La rabia le bombardeo. Hizo ademán de levantarse y volver a Tarzan, le
arrancare la garganta... con mis dientes. Pero Keeley envolvió sus dedos alrededor de su
muñeca, deteniéndolo.

-Tienes sangre en la cara, - dijo ella, una inflexión suave, femenina en su tono... uno que hizo a
su pecho apretarse dolorosamente.

-No es mía. -Él quería reemplazar el recuerdo de haber sido estrangulada con una memoria de
placer. Que él no pudiera... otra bomba de rabia detonó. -Vamos a salir de aquí antes de que
más chicos con lanzas aparezcan. - Él usó las vides para atar a Tarzán a él, el plan era arrastrar
al guerrero detrás de él, luego levantó a Keeley en sus brazos, con cuidado de no exponer nada
de su piel. Se acurrucó contra él, feliz, un rayo de sol permaneció brillando en ellos mientras
caminaba hacia adelante.

-Torin... ¿sabes lo que dije de que me torcí el tobillo? Bueno, lo hice. Pero también me curé -.

-¿Quieres que te baje? -.

-Lo contrario. Quiero que me abraces más cerca. - Ella empezó a mordisquearse el labio
inferior de nuevo. —Tal vez no debería admitir esto, pero lo que hicimos en la cueva sólo ha
hecho mi deseo por ti peor. –

Las fuertes corrientes de la lujuria le alcanzaron. -No hables así. –

-¿Que no te diga la verdad? –

-Sólo haces las cosas más difíciles para mí. –

-Ese es el punto! -, Dijo. -Los dos queremos un final feliz. Pero tal vez yo también quiero un
poco más en el medio.... –

Resiste.

Hacia el norte, se encontró con múltiples trampas explosivas. Se imaginó que lo que quedaba
de la aldea de Tarzán era en ese camino y cambió de dirección. Después de una hora de
caminata, se encontró con una cueva desierta.

Dejo a Keeley en lo alto de una roca, y aunque odiaba hacerlo, la soltó. Cuando ella miró a sus
labios y se lamió los de ella, se obligó a alejarse. Tan rudamente cómo fue posible, amarró a un
todavía inconsciente Tarzán a una pared rocosa. -Tengo que asegurar el perímetro. –

-Vas a tener cuidado. –

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El Toque Más Oscuro

-Siempre lo hago. -Excepto contigo. Y eso tenía que cambiar. Antes de que fuera demasiado
tarde.

Torin trabajó como un loco, convirtiendo ramas en lanzas, estableciendo vides como alambres
para hacer tropezar, excavando pozos y ocultándolos con follaje. En algún momento, cada
pedacito de calor fue succionado fuera del aire, dejando una fina capa de hielo. La punta de su
nariz se heló, y sus pulmones quemaron. Terminó y se lavó sus guantes en un río cercano. El
agua helada, también, y maldijo.

Corrió de vuelta a la cueva antes de que fuera criogénicamente congelado. Lo primero que
notó cuando entró: Tarzán seguía inconsciente. Segundo: Keeley había creado una cortina de
ramas y hojas y la colgó del techo de la cueva, creando dos compartimentos. El lado de Tarzán,
y el de ella. Un cálido fuego crepitaba en la de ella... cerca de donde ella se apoyaba contra la
pared rocosa, con las rodillas levantadas y abiertas.

Estaba desnuda, lista para él. -Quería darte la bienvenida correctamente, - dijo con una sonrisa
lenta, casi tímida. Luz y sombras entrelazadas sobre ella, como si hubiera llegado a la vida
desde una pintura. - También quería tentarte... ¿lo he hecho? –

Torin dejó de respirar. Vete lejos. No, corre lejos. Pero ya podía olerla... todo esa canela ahora
mezclada con vainilla... y ya estaba demasiado cerca de ella, ni siquiera podía recordar haber
cerrado la distancia. Pero lo había hecho, y de repente, ella estaba a su alcance y estaba
cayendo de rodillas.
-Tendremos cuidado esta vez-, dijo. - Todo lo que necesito es una oportunidad para demostrar
que hay una manera. –

- Sí. Una probabilidad. - Temblaba mientras agarraba sus rodillas, eléctrica, incluso con los
guantes, y la obligó a abrirlas más... Nunca había visto algo más hermoso. Pasó un dedo a
través del calor húmedo que ofrecía.

Quiero que todo esto sea mío. La quiero a ella.

Debió haber pronunciado las palabras en voz alta, porque ella gimió, arqueó la espalda, y le
dijo:

-Yo soy tuya. –

-Yo me encargo de lo que es mío. - Mantendría el control absoluto.

No estaba seguro de qué milagro la había convencido para que haga esto, para hacerla tan
impaciente por tenerlo a pesar de todo lo que le había hecho a ella, pero estaría eternamente
agradecido. O eternamente arrepentido. El tiempo lo dirá. Pero él no lo dejaría. No pararía. No
otra vez. Él rodó los pezones entre sus dedos, luego los pellizcó suavemente, deseando poder
chupar uno, luego el otro. Resistió el impulso, debía resistir, y volvió a concentrarse en su
núcleo. No podía permanecer lejos. Él la abrió, encontró el lugar que la haría rogar, y presionó.

-Torin-, exclamó. -¡Sí! –mApretó con más fuerza. Nunca había llegado tan lejos con una mujer,
pero con Keeley, quiso ir más allá. -Dentro de mí-, le suplicó.

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El Toque Más Oscuro

Deslizó un dedo dentro, agradable y profundo y se maravilló. -Estas tan mojada para mí. –

-Me estas poniendo más húmeda, -dijo ella con voz áspera.

Dentro. Fuera. Él le trabajó, saboreando cada sensación. La estrechez de ella. El resbaladizo


deslizamiento. Sabía que iba a sentirse bien. Pero ¿esto? Exquisito. Al principio, él se movió
lentamente, siempre saboreando. Pero pronto, eso no fue suficiente para cualquiera de ellos y
él tomó velocidad. Su apretón nunca aflojó, sólo se intensificó, sus paredes interiores
apretándolo, tratando de retenerlo dentro. Su erección latía al compás de sus movimientos,
exigiendo el mismo tipo de atención. Se mordió el lado de su lengua, saboreo la sangre, e
insertó un segundo dedo. Un grito de alegría se le escapó. Mientras más duro él la trabajaba,
más parecía gustarle. Nunca había estado tan contento. Ella incluso levantó sus caderas para
satisfacer sus embestidas, y fue la más dulce agonía. El apretón se intensificó. Dentro y fuera.
Dentro y fuera. Apretó el ritmo. Empujando y empujando, más rápido y más rápido, utilizando
más y más fuerza con cada deslizamiento hacia arriba hasta que ella sólo podía balancearse
hacia adelante y hacia atrás.

-A mi reina le gusta esto. - Él estaba asombrado, humillado.

-¡Sí! Oh, sí, - ella gimió, apretando sus pechos. -Pero quiero más. Más Rápido. –

-No quiero hacerte daño. –

-¡Más Fuerte! –

Tan mandona. Incapaz de negarse, él se lo dio más fuerte. Los sonidos que hacía después de
eso... ronroneaban directo desde la parte posterior de su garganta, como si no pudiera creer lo
que estaba sucediendo. Más jadeos. Ruidos crudos electrizaron el aire.

-Voy a darte aún más. Tómalo... yo sé que puedes. - Le alimentó con un tercer dedo, y eso fue
todo lo que necesitó. Ella llegó a su clímax al instante, gritando su nombre, dibujando un
gemido con él. Siguió empujando sus dedos dentro de ella mientras ella se estremecía, hasta
que no pudo aguantar más y se desplomó en el suelo, consumida.

Impulsado más allá de todo sentido, rasgó en la cintura de sus pantalones y utilizó su deseo
para lubricar su eje. Se bombeó arriba y abajo con una violencia que no debería haberle
sorprendido. Ella se sentó para hacerle qué el… él no lo sabía. No podía atreverse a arriesgarse
a averiguarlo. Tendría que dejar que lo hiciera, lo que fuera, no importa lo peligroso. La
empujó hacia abajo y se elevó por encima de ella, cada vez más sin sentido con cada segundo
que pasaba. Apoyó una mano en su sien, la otra acariciando... acariciando.

-Un día, te quiero en mi boca-, dijo, y corrió su labio inferior con los dientes apretados. —
Quiero llevarte hasta el final, a la parte posterior de mi garganta y tragarte. ¿Te acuerdas lo
que me gusta tragar, ¿verdad? –

Lo que describió... él nunca podría dárselo, pero ¡oh!, podía imaginarlo. Esos labios rojos
alrededor de él, montándolo. Una caliente aspiración húmeda. Una quemadura intensa
comenzó en la base de su longitud. Él apretó con más fuerza.

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El Toque Más Oscuro

Sí... sí... a punto de romperse. La quemadura se elevó hasta llegar a la punta, y rugió tan fuerte
que el sonido hizo eco en la pared. Su semilla un chorro sobre su vientre. El placer... algo tan
sublime que podría sólo…

En su vientre.

Las palabras lo golpearon. Al igual que la realidad. Al igual que lo hizo el horror. Él se echó
hacia atrás. No era contacto de piel a piel, pero era contacto. Posiblemente aún más peligroso.
Regresó a ella y a toda prisa trató de limpiarla antes de empujarse a sus piernas temblorosas,
se ajustó la ropa. Cualquier vestigio de placer se desvaneció.

-¿Torin? -, Dijo ella, sin saber. Que perfecta lucia. Pelo revuelto, la piel enrojecida con
satisfacción. Cualquier otro hombre se habría reunido con ella y la habría abrazado durante
horas, simplemente tomando el sol en toda esa deliciosa feminidad.

Pero mientras él la había satisfecho de una manera que nunca había satisfecho a otra, y que le
había gustado, tal vez incluso le encantó, él podría haberla infectado. Una vez más.-Cuando
regrese, -graznó, -vas a estar vestida. Te alojarás en un lado de la cueva, y yo me quedaré en el
otro. No vamos a hablar entre nosotros. No vamos a mirarnos el uno al otro. Si te enfermas,
nos ocuparemos de ello. Hasta entonces... -Él salió de la cueva.

***

KEELEY no estaba segura... no podía procesar... demasiado. El placer había sido, …¡fue!
abrumador. Una hora más tarde, ella todavía tenía que calmarse. Puede que no pudiera
calmarse.

Y Torin, su dulce Torin, que se había convertido en una bestia gruñendo, todavía no había
regresado. ¿Evitándome? ¿Dónde estaba? ¿Y dónde había aprendido? A utilizar sólo los dedos,
había conseguido su despegue y algo más, saciándola por completo.

¿Ahora espera que evite mirarlo? ¿Que evite hablar con él? Rasgar la luna del cielo habría sido
más fácil. Ella lo ansiaba más que nunca. Ella debería haber sido capaz de decidir lógicamente
cómo proceder. Cómo lidiar con sus cada vez mayores sentimientos por un hombre que la
dejaría en el momento en que se enterara de su vínculo con él, un vínculo que se había hecho
más fuerte con cada toque decadente. En cambio, ella parloteó.

Tengo que decirle. No quiero decirle. La omisión es tan mala como una mentira. La omisión es
un acto de bondad.

Para el resto de su vida, ella estaría invertida en él. En su futuro. A menos que cometiera una
traición tan fiera que el vínculo se marchitaría, como Hades había hecho, ella querría lo mejor
para él, incluso a costa de su propia vida. Sus emociones siempre responderían a la suya, su
bienestar mucho más importante que el suyo.

Ella se rió sin humor. Él nunca invertiría en mí. Temía los efectos de su demonio demasiado.
Tenía que encontrar la Estrella de la Mañana. Y rápido. Mientras tanto, ella tendría que ser
proactiva. Ella haría todo en su poder para cambiar la mente de Torin sobre el enlace. Iba a
ganar su corazón. Entonces el diría.

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El Toque Más Oscuro

Un plan sin imperfectos si ella no cavaba demasiado por debajo de su superficie. Pero si
alguien podría tener éxito, era ella. Era una luchadora. Y eso es lo que hacían los luchadores.
Ellos se comprometen en las batallas, y ganan. Ella haría que la deseara, todo de ella, con la
misma intensidad con que ella lo deseaba. Fácil.

Quizás fácil.

Bueno, probablemente difícil. ¡Pero estaba preparada para el reto! En el momento en que
Torin se deshiciera del primate, ella atacaría.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Trece
Un día pasó. Dos. Tres. Cuatro. En su mayor parte, Tarzán sanó de sus heridas físicas, lo cual no
era una sorpresa. Pero, ¿qué lo era? El tipo nunca enfermo. No hizo más que estornudar. No
tuvo arcadas ni siquiera una vez.

Torin se tambaleó con el conocimiento embriagador de que Keeley no era portadora de la


enfermedad del demonio. De cualquiera de sus enfermedades. Más que eso, la semilla de
Torin no la había enfermado. No estaba seguro de qué pensar acerca de eso. ¿Debería
atreverse a disfrutar en excitación? ¿O debería aferrarse a su miedo? ¿Podría tocarla de
nuevo? ¿Piel a piel, sin consecuencias? No hay necesidad de considerar: aún era demasiado
arriesgado.

Pero no podía dejar de pensar en lo que le había hecho a ella, el interludio erótico en
constante repetición. Él había tenido sus dedos dentro de ella. Y a ella le gustó. Gustar era
probablemente una palabra muy suave. Ella lo habría matado si hubiera quitado un sólo dedo
antes de que estuviera bien y lista.

Sonrió ante la idea. Desde su orgasmo, soles gemelos habían continuado brillando fuera de la
cueva. Esto había volado su mente cuando los había divisado por primera vez. Un hermoso
ramo de flores silvestres rojas, rosas y purpuras había florecido por toda una milla. Su
asombrosa reacción no tenía ninguna influencia con su decisión de permanecer manos-fuera.
Yo estoy hecho de cosas más duras.

Pero esas cosas más duras habían ennegrecido su humor mientras le preparaba el desayuno a
Keeley. Las ramitas habituales, hojas y hongos. Ella se sentó de piernas cruzadas sobre un
colchón de suave follaje, su brillante pelo rojo colgando por su espalda en lustrosas ondas. Un
hombre normal podría haber empuñado las hebras e inclinado su cabeza sin embargo el
deseaba, clamaba por un violento, y duro beso.

Torin colocó el alimento a su lado con más fuerza de la que pretendía. Ella lo ignoró, tal como
había ignorado a todo lo demás. Él incluido. Ella había tomado sus palabras de corazón,
negándose a mirarlo o incluso a hablar con él. La extraño, aunque está justo aquí.

Él había esperado hacer las cosas más fáciles para ambos. -Come. Cuando hayas terminado-,
dijo preocupado acerca de su falta de nutrientes y descanso, -mataremos a Tarzán y
seguiremos adelante.- Un cambio de escenario podría mejorar su estado de ánimo.

-¿Qué? ¿En serio? ¡He terminado!- Ella prácticamente brinco sobre su pie. Un segundo
después, Tarzán se desvaneció. -Lo he destellado a su villa…sin piel.- Esa facilidad. A veces
Torin olvidaba cuán poderosa ella era. -Ahora podemos irnos.- Ella salió disparada fuera de la
cueva, dejando el desayuno detrás. ¿Por qué estaba tan apurada? Ceñudo, él volcó los trozos
dentro de un trapo limpio. Se fue tras ella, y porque sus zancadas eran más largas, más
rápidas, pronto paso a su lado, empujo el bulto en su mano.

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El Toque Más Oscuro

-Come,- repitió. -De verdad.- -Seguro, seguro.- A medida que caminaban por el bosque, ella
dejó caer los pedazos en el suelo.

-Deja eso.-

-¿Dejar qué?-

-Tú sabes qué.-

Dobló el trapo, diciendo. -¿Sí?-

Algo que había aprendido. Cuando ella esperaba evitar una mentira, porque no quería decir la
verdad, ella respondía con preguntas. -¿Porque tú nunca comes o duermes?- pregunto.

Ella lo miro como si la hubiese acusado de matar gatitos. -¿Realmente piensas que yo o
cualquier puede ir sin comida ni descanso?-

-Tú puedes. Lo has hecho. ¿Por qué?- Abrió su boca- No me respondas con una pregunta.-

Sus ojos se estrecharon. -Bien. Yo no como porque la comida podría estar envenenada. No
duermo porque no quiero lidiar con pesadillas o vulnerabilidades. Pero a quién le preocupa
nada de eso. Hablemos de lo que pasó entre nosotros mientras estaba desnuda.-

El sofocante calor comenzó a llegar a él…en más de un sentido…. y él tiró del cuello de su
camisa. -Nunca te envenenaría.-

-Ambos hemos tenido momentos divertidos,- ella continuó. -Estoy dispuesta a programar una
repetición, a pesar de tu final pésimo.- La declaración surgió vacilante, goteando con las
vulnerabilidades que ella clamaba despreciar.

Le dolía el pecho. Odiaba ese estúpido dolor. ¡Bueno, suficiente! Era hora de poner un final a
esto. A todo esto. -¿Por qué todavía me quieres?- Aparentemente, no es suficiente. -¿No te he
demostrado que nunca puedo darte lo que quieres, lo que necesitas? No por mucho tiempo, y
no por completo.-

-Esas son excelentes preguntas,- dijo, incapaz de encontrar su mirada. Su respuesta le enojo.
Lo mato un poco, también. ¿Qué? ¿Él había esperado que ella le dijera que podía darle todo lo
que necesitaba? -Cualesquiera que sean mis razones, todavía podemos disfrutar del otro por
un tiempo,- ella dijo, esperanzada. -¿Podemos?-

¿Hasta que alguien mejor apareciera? Su ira se intensificó, un fuego profano en sus venas. La
conversación es opcional. Solo tengo que encontrar el borde del reino y abrir la puerta hacia el
siguiente, todo mientras mantenía mis malditas manos lejos de ella. Imposible. El conocía la
estrechez de su vaina, y tenía que experimentarlo de nuevo. Experimentarla. Ella se había
convertido en una enfermedad en su sangre. Él soltó una risa afilada ante la ironía. Al igual que
el demonio, no tenía cura.

No puedo vivir de esta manera. Solo podría quebrarme. Por Cameo y Viola. Por Baden. Espera,
mantente unido. -Estuve de acuerdo en pagar por tu ayuda,- dijo. -Y lo haré. Pero no te daré
nada más.-

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El Toque Más Oscuro

***

Auch. Debido al vínculo, la actitud de Torin la corto cuando antes esto simplemente la había
retado. Y porque ninguna raza se vinculaba tanto como la suya, el nunca sabría cuánto la
lastimaba a menos que se lo dijera, lo cual nunca haría. La culpa no era lo que quería de él. Él
ya sentía suficiente de ésta.

-Si no quieres hablar acerca de sexo...- ella comenzó. Él inhalo con aspereza. Con tono gutural,
dijo,

-No lo hago.-

-Entonces, ¿qué tal si discutimos acerca de tu pronto…a ser tu nueva asignación favorita? Yo! -
Podría haber perdido la primera batalla, pero yo aun ganaría la guerra. Su corazón es tan
bueno como el mío.

-Estoy escuchando,- dijo él.

-He estado casada una vez. A los dieciséis, mis padres me forzaron a desposarme con el rey de
los Curadores. La unión duró cuatro miserables años, y me aseguré de que no hubiera bebes.
Él fue un terrible padre para sus otros hijos.-

-Hombre. Me siento como un idiota. Sabía que fuiste dada a un rey, pero no que te habías
casado con él. Tu título debería haber sido mi primera pista.-

-Bueno, Detective Torin, fuero sólo unos pocos meses después de la muerte del rey que yo me
comprometí con Hades. El peor embustero que jamás caminara por la tierra. Fue el error más
grande que he cometido-Empezó negativamente, terminó positivamente- Mi color favorito es
el arcoíris, y firmemente creo que las pasas son el mejor dulce natural. ¡No me importa lo que
los odiosos digan! Sé todo acerca de todo, y la única vez que estuve equivocada fue cuando
pensé que estaba equivocada.-

Sus labios podrían haberse arqueado en las esquinas. -La novia de Hades. Debería estar
acostumbrado a eso, pero todavía tengo problemas para envolver mi cabeza alrededor de la
idea. ¿Cómo fue eso?-

-Emocionante. Al principio. Fue magnético.-

-Y homicida.-

-Sí, pero en su momento eso era parte de su encanto. El me enseño a defenderme.-

-La lección te costó, sin embargo.-

¿Qué quiso decir? Demasiada asustada como para preguntar. Sonrio irónicamente, él dijo, -Así
que... ¿cuál dirías que es tu mayor defecto?- -¿Por qué? ¿Es esta una entrevista de trabajo?-

-Podría ser.-

¿Para qué posición? -Bueno... mi mayor defecto es que soy demasiado altruista... en la cama.-

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El Toque Más Oscuro

Él se atragantó con una carcajada. Cuando se calmó, dijo, -Tú estuviste encerrada durante
siglos, ¿correcto?-

-Correcto.-

-¿Entonces cómo eres tan... moderna?-

-Fácil. Una vez tuve a una vidente a mi servicio. Ella poseía la encantadora habilidad de
permitir que otros viesen dentro de su cabeza al futuro desplegarse, y lo hice. A menudo.-

-Divertido, pero no exactamente útil. Tú sabías el futuro, y sin embargo terminaste en prisión.-

-Es cierto. Sospecho que ella obstinadamente retuvo ese aspecto de mi vida. ¿Qué mejor
manera de escapar de mis siniestras garras?- Suficiente acerca de ella. -¿Qué hay acerca de ti?
Dame tus bajos y sucios detalles.-

Mala elección de palabras. O tal vez las más adecuadas. Ambos se estremecieron. Ella se
estremeció con su el recuerdo…y aún palpitante deseo. ¿Por qué lo hacia él?

-Si quieres respuestas,- dijo, - tienes que comer. Lo digo en serio.-

Oh, muy bien. Él había sido honesto en cada paso de su viaje. Dijo que no la envenenaría, y le
creyó. Ella hizo una gran drama de comer un sólo bocado, exagerando cada movimiento. -
Más.- ¡Muy bien! Agarro un puñado y atiborro todo dentro de su boca. Había tanto que apenas
podía masticar.

Sus ojos brillaban alegremente, dándole una juvenil, incluso pícara, apariencia. -Nunca he
estado casado,- dijo después de que ella hubiera tragado.

Cuando él no dijo nada más, ella puso los ojos en blanco. -Guau. Ve más despacio. No estoy
segura de poder manejar toda esta nueva información.-

-Mi mayor defecto es mi total falta de defectos. ¿Sabes la carga que es, el ser perfecto todo el
tiempo?-

Ella ahueco su cabello. -Sí, de hecho, lo hago.-

Él sonrió y le dio un empujón con su hombro. Luego, dándose cuenta de lo que había hecho,
frunció el ceño y se aclaró la garganta. -¿Qué quieres saber de mí?-

Ella odiaba su descontento más que al toque espontáneo pero realmente le gusto que lo haya
hecho. Hablando acerca del dulce progreso. -¿Por qué tienes una mariposa tatuada?- Una de
sus cejas se arqueó hacia arriba. -Pensé que sabías todo acerca de todo.-

-Yo sabía acerca de los Señores del Inframundo antes…bueno, mucho antes. Mis espías me
dijeron diferentes versiones acerca del tatuaje.-

-¿Espías? Como súper secretos.-

-Aprendí del mejor. Hades,- agregó, en caso de que él no hubiera unido las piezas. Hizo señas
hacia su cintura. -El significado.-

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-Diferentes cosas para diferentes personas. Lo obtuve el día de la posesión del demonio.-

-Así que... es una marca del mal.-

-Para mí, sí.-

-Bueno, si me preguntas,- ella dijo, -una mariposa es un símbolo extraño para eso.-

-Yo no creo que sea un símbolo. Creo que es un recordatorio de que el mal puede ocultarse
incluso debajo de la fachada más bonita.-

-¿Tú necesitas el recordatorio a menudo?-

-Sólo cada vez que me miro en el espejo.-

Ella resopló. -¿Acabas de halagar a tu bonita fachada? Tu ego realmente debe necesitar
algunos golpes.-

-Muy bien algo necesita algunos golpes,- murmuró, su intensa mirada rastrillando sobre ella,
haciéndola tiritar.

Necesitaba una brillante y sexy respuesta. -¿Oh, sí?-

Muy buena esa, Su Majestad.

Se puso rígido y apartó su atención lejos de ella. -En cuanto a los hechos al azar sobre mí. Mi
nombre porno es Mr. Miles Long. Preferiría comer a los Nefilims antes que comer pasas. Lo
siento, Keys, pero las pasas son el resultado de la naturaleza capturando una mierda.-

¡Ja! -Mi nombre porno es Ivana Longone. Y si no tienes cuidado, voy a levantar un ejército de
pasas y vamos a comerte.-

-Eso podría ser divertido, para mí.- Su sonrisa regresó, iluminando su cara entera. -Soy bueno
con las computadoras, puedo piratear cualquier cosa y durante siglos he matado más gente de
la que puedo contar. Una vez,- admitió, vacilante, -viví para eso. Lo amé.-

-Todavía lo amas.- Recordó cómo había manejado con pericia a las arañas. -Pero sólo en el
campo de batalla.- -Y cuando se trata de la protección de mis amigos.-

Unos celos familiares surgieron, más fuertes que antes. Por estar en el extremo receptor de
esa protección... no sólo por una vez o dos, sino por siempre, su futuro tan importante como el
suyo propio, ¿podría haber algo más dulce?

-¿Ellos sienten lo mismo por ti?-, preguntó.

-Sí.-

-Debe ser agradable.-

-Mejor que eso.-

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-¿Existe la posibilidad de que les caiga bien?- ¡Gah! La necesidad prácticamente goteando en
su tono fue humillante. Ella habría recogido de vuelta las palabras, pero él le hecho una
mirada, su expresión afligida, incluso dolorida.

-Princesa, ellos van a estar locos como la mierda por ti.-

***

Ellos viajaron a través de tres reinos más, y Keeley comenzó a sospechar que estaban siendo
seguidos. Ella no le dijo nada a Torin. No había necesidad de volverlo loco hasta que tuviera
pruebas. Y él se enfurecería. Su estado de ánimo se había oscurecido más con cada día que
pasaba. Él incluso había recurrido a hacer lo que había prometido en la cueva: nunca mirar
hacia ella y nunca hablarle.

El primer reino había sido una tierra de total privación sensorial. Pura oscuridad y silencio.
Conseguir atravesarlo había sido doloroso, tanto física como mentalmente. El segundo había
sido nada más que una montaña de hielo que habían tenido que escalar, y desde que Torin se
había negado a abrazarla, el frío había sido tan malo como la oscuridad. En el que estaban
actualmente alardeaba acerca de tener múltiples campos de ambrosía y amapola -narcóticos
para los inmortales- y en todo momento ellos tuvieron que evitar a los inmortales capos de la
droga determinados a proteger su reserva.

La vena protectora de Torin había regresado al fin, un cambio agradable a su indiferencia y


silencio. Le gustaba pensar que él usaba la tranquilidad para combatir la intensidad de sus
sentimientos por ella, así como su desesperada necesidad de reclamarla y que, al final, su
deseo ganaría. Pero la fantasía no la llevo muy lejos, y una leve llovizna comenzó a inquietarla
a cada paso.

Esta mañana, él deambulo lejos por desayuno. Para el mismo. Sólo para a sí mismo. Él había
dejado eso muy claro. El nunca más arreglaría su comida o haría su colchón de paja, esperando
que ella dejara de tratar de seducirlo. Bueno, ¡estaba funcionando!

Una rama crujió. Un guerrero que ella nunca antes había visto entro dentro del campp, con la
cabeza en alto, sus hombros hacia atrás. Podría no haberlo visto, pero lo conocía. Él era uno
de los prisioneros del Reino de las Lágrimas y los Lamentos. Su esencia a piruleta proclamaba
su identidad incluso antes de que dijera una palabra.

-Galen,- ella dijo con una sonrisa de bienvenida.

Él era tan alto como Torin y casi tan musculoso. Tenía un pálido y rizado cabello y ojos tan
azules como el cielo de la mañana. Una apariencia tan angelical. Sus alas habían sido
removidas y estaban en proceso de volver a crecer, pequeñas protuberancias cubiertas de
suave plumón blanco que se extienden sobre de sus hombros.

Un recuerdo la pinchó. Después de que los Tácitos se habían apoderado del Reino de las
Lágrimas y los Lamentos, habían hecho todo lo posible por coger a Galen. La idea de perderlo
había irritado a Keeley; a quien le había llegado a gustar su arrogancia y vigor. Así que se había
burlado de los Tácitos a través de los barrotes de su celda hasta que uno había ido directo

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hacia ella con toda la intención de silenciarla. Sólo que, ella había silenciado a la criatura,
usando una navaja para abrirlo desde la nariz hasta el ombligo, tripas derramadas por todas
partes.

Eso estuvo bien. Es por eso que había matado a su primer Tácito, atrayendo la ira del hermano.
-¿Cómo llegaste hasta aquí?-, le preguntó. Sabía un poco sobre su historia. Mejor amigo de
Torin y los otros Señores... hasta que él le reveló su plan de robar y abrir la caja de Pandora a
Zeus. Cuando todos los guerreros fueron arrojados a la tierra, una larga y sangrienta guerra
erupción entre Galen y los Señores. Una que todavía se mantenía fuerte.

Bueno, él puede ser enemigo de Torin, pero no mío. ¡Toma eso, guerrero!

-Te he estado siguiendo,- Galen admitió. -Y no soy el único. Hay cuatro locos endemoniados
detrás de tu sangre. La de Torin, también. Pero ellos no lograron atravesar la última puerta. De
nada.-

-¿Tú los detuviste?-

-Violentamente. No podía dejarlos cerca de mi chica.-

Le sonrió abiertamente. -Eso es tan dulce. Gracias.- Él asintió con la cabeza en


reconocimiento.

-¿Hambriento?- Ella le ofreció un puñado de semillas de amapolas secas. El duro trabajo


necesario para robarlas debería haber hecho que subieran más dulce, pero la falta de atención
de Torin había dejado una capa amarga en su lengua.

Galen negó con la cabeza. -No tengo mucho tiempo. Torin pilló mis huellas y está cerca de mi
rastro. Yo sólo quería decirte gracias por distraer a los Tácitos cuando vinieron a mi celda.-

-El gusto es mío. Honestamente.- ¿Por qué no podía estar atraída por él? Era hermoso, feroz y
un mal chico al máximo. Pero él no era Torin. Terco, altivo, venenoso Torin.

-Por cierto,- el dijo. -Lo que sea que le estés haciendo al guerrero, sigue así. Nunca lo había
visto tan irritado.- Por favor. -Él no está irritado. Él es tan calmado y frío como, bueno, algo que
es calmo y frío.-

-No. Él te mira. Una tormenta se está gestando dentro de ese chico, y un día, romperá libre.
Tengo el presentimiento de que ambos estarán más felices por ello.-

La leve llovizna finalmente cesó, el Sol brillaba. -¿Lo quieres feliz?- ella le preguntó.

-Yo nunca dije eso,- resopló.

Otra rama crujió. -Vete,- ella dijo, espantándolo con las manos. Pero Galen no se movió lo
suficientemente rápido, y ella tuvo que destellarlo unas pocas yardas lejos mientras Torin
emergía dentro de su campo de visión. Tal acto podría parecer una traición para Torin, y ella
sabía que no le gustaría. Pero eso no era una traición, era una medida de seguridad. Sin lucha
significaba que no habría heridos. Sin heridos significaba no tener que tomar partido.

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El Toque Más Oscuro

-Alguien estaba aquí,- su voz azotando como un látigo. Miró a la izquierda, a la derecha. -¿Él te
amenazó? ¿Te atacó?-

Había una posibilidad de que este hombre me estuviese observando. Una probabilidad de que
una tormenta se estuviera gestando dentro de él. Satisfacción la llenó. Ignorando sus
preguntas, le dijo, -¿Dónde está tu desayuno?-

Silencio, él buscó por el perímetro del campamento al culpable, y mientras lo hacía, el sol brilló
mil veces más fuerte. -Vámonos,- dijo él. -El borde del reino está a sólo una hora de distancia.-

¿Ya lo encontró? ¿Sin ella? El pánico surgió, sólo para desvanecerse. Él podría haberla dejado
atrás, pero no lo hizo. Galen tenía que estar en lo cierto. La satisfacción se intensificó mientras
se ponía de pie e hizo señas hacia Torin. -Estoy lista.-

Con el ceño fruncido, él tomó la delantera. Llegaron al borde del reino una hora después, justo
como lo predijo, y porque ella había mantenido un ojo en Galen, fue capaz de asegurar que no
se quedara muy atrás. Y, bueno, sí, eso no era exactamente una medida de seguridad. Pero a
ella le gustaba Galen y se lo debía por cuidarla de esos tres locos endemoniados. Seguramente
Torin lo entendería. Algún día. Después de que le hubiera lanzado un ataque masivo.

La miró por encima del hombro y le frunció el ceño. ¿Por qué? ¿Qué estaba pensando? Ella
abrió la puerta y, después de que él la destrabo, la atravesaron. Ella se mantuvo cerca de sus
talones.

Un bocinazo!

Una ocupada interacción de autos de repente los rodeaba, un vehículo viro bruscamente para
evitar golpearlos, luego viro otra vez para evitar un choque con otro vehículo. Terminó
estrellándose contra un poste.

El reino de los humanos. El reino de Torin, se dio cuenta, donde sus amigos lo esperaban. El
temor rápidamente reemplazó su satisfacción. Todo estaba a punto de cambiar. Demasiado
pronto, Torin se reencontraría con los otros Señores. Los hombres y mujeres que amaba.
Keeley haría como había prometido, encontrando a las chicas desaparecidas, al espíritu y a la
caja. Torin haría como había prometido, complaciéndola, y luego ambos tomarían caminos
diferentes. Él ya no la necesitaría. Pero yo todavía lo necesito.

Estúpidos pensamientos, empapados del miedo al fracaso. Solo acondicionándome para


renunciar. ¡Nunca! La lucha por su corazón no ha terminado todavía. Hay tiempo. Más bocinas.
Torin tiró de ella hacia la acera, lejos del tráfico. Alguien chocó con ella. Una hembra. La
mirada que le dio a Keeley, como si Keeley hubiera sido raspada de la suela de su zapato, solo
para desplazar su atención hacia Torin y jadear, causando que una gotita de ira salpicara a
través de Keeley.

-Yo soy de la realeza,- le espetó mientras el suelo temblaba. Firmes dedos se movieron a través
de su cabello, y ella se dio la vuelta para hacerle frente a Torin.

-Sí,- él dijo. -Por supuesto que lo eres.-

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El Toque Más Oscuro

Él no había notado a la hembra; sólo tenía ojos para Keeley… y la estaba tocando, por propia
voluntad, felizmente.

-Las hebras son como la miel,- dijo el, su admiración inconfundible. Su corazón bailoteo junto a
sus costillas. El color de su cabello había vuelto a cambiar, las trenzas ahora eran de un
brillante rubio dorado. - verano,- respondió ella, a sabiendas de que sus ojos brillaban de un
puro azul bebé.

-Preciosa.-

-¿En serio?- Manchada por la suciedad, usando una camiseta y unos pantalones hechos
jirones, sin zapatos, tenía que estar asquerosamente demacrada. O peor… corriente. La mujer
humana ciertamente parecía haber pensado que sí.

-En serio. Yo…- Él se puso rígido, miró su mano enguantada como si fuera un niño pequeño que
había desobedecido a su padre, y lo dejó caer. -Estamos en mi territorio, princesa. Tendré
reglas para ti.-

¿Reglas? -Estas bromeando, ¿verdad? No obedezco a nadie más que a mí misma, y hasta eso
es discutible.- Alguien más choco contra ella. Un macho esta vez.

Torin frunció el ceño y lo empujó. -Pide disculpas o muere.-

-L…Lo siento, señora. Lo siento tanto.- El tipo se precipito lejos.

-¿Señora?- ella gritó, con la esperanza de ocultar la fusión interna que la feroz reacción de
Torin había causado. -¿Estoy usando pantalones de mamá? ¡No lo creo!-

Torin le dio a su palma otra mirada dura. Entonces, volviendo el ceño, él entrelazó sus dedos
con los de Keeley y la tiró abajo por la acera. ¡Shock! Él está sosteniendo mi mano ahora. De
hecho, estamos cogidos de la mano. Como que, nuestros dedos están entrelazados y todo.

-Las reglas,- Torin dijo. -Tú no miras a otros hombres. No les hablas. No los deseas.-

Hecho. Hecho. Hecho. No debería parecer demasiado ansiosa. -¿Por qué?-

-Yo no quiero tener que lidiar con otra plaga.-

¿Una plaga estallaría porque... el pondría sus manos en cualquiera que ella deseara... y les
haría daño por eso? Él está celoso. Un comienzo prometedor. -Será como tú digas.-

-Maldición que así será.- Sonreír habría sido una respuesta inapropiada, ¿sí? -Entonces, ¿a
dónde vamos?-

-A algún lugar en donde pueda cargar mi teléfono celular y llamar a mi amigo Lucien. Él podrá
destellarme a casa.-

Un destello de pánico... -¿Qué hay acerca de mi?-

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El Toque Más Oscuro

-Tú no deberías tener ningún problema en seguirnos.- ... apagado por un aplastante alivio.

-Por supuesto que no. Soy la Reina Roja.-

-Sí, sí. Súper poderosa. Vas a comportarte de la mejor manera.-

-¿No lo hago siempre?-

-Lo digo en serio, Keys.-

-Sí, tú estás seriamente insultándome, y podrías querer reconsiderarlo.-

-Tú no lastimaras a mis amigos.-

-Juré que no lo haría.-

-Lo sé, pero…-

-No termines esa oración,- le espetó. -Yo podría decidir que tus tareas no son dignas de mi
valioso tiempo.-

Una pausa. Una precipitada declaración suya: -Lo siento.-

-No suenas apenado.-

Suspiró, la ira pareció escurrirse de él. -Lo estoy. Realmente lo estoy.-

Demasiado fácil. Hubiera sido mejor que él peleara contra ella en esto. Al menos un poco.
Debido a que con aquellas cinco palabras, acababa de dejar en claro que sus habilidades eran
lo que más quería de ella, tal vez la única razón por la cual la toleraba. ¿Ganar su corazón?
¿Realmente tenía posibilidades? -Sólo... no importa cómo esto se vaya al diablo,- dijo, -por
favor no destruyas mi casa.-

¿Tenía algo de fe en ella? El suelo tembló. -¿Quieres que te deje?-

-No.- Él se volvió hacia ella, con los ojos brillando con amenaza. -Princesa, estoy tratando de
protegerte de una guerra con mis amigos. Eso es todo.-

No, él estaba tratando de salvarse de tener que tomar partido. ¿Cómo hice yo? Apenas lo
mismo. -Pensé que dijiste que ellos enloquecerían por mí.-

Se pasó una mano por el pelo. -Ellos lo harán. Ellos deberían. Pero...-

Pero. Siempre pero.

-Olvídate de los Señores. Yo quiero más que protección de ti.- Una vez, ella había dado la
bienvenida a su disposición para actuar como su escudo, incluso lo había visto como un signo
de su afecto. ¿Hoy en día? Ella lo vio como lo que podría ser en realidad. Una manera de
proteger su inversión.

Él se suavizó, pero sólo ligeramente. -Créeme. Lo sé. Lo has dejado bien en claro.-

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El Toque Más Oscuro

Oh, no, no lo hizo. -¿Acabas de reprenderme por hacer en secreto lo que en secreto querías
pero no tenías el valor de preguntar por ello? Si es así, te destripare.-

Sus hombros se cayeron con la derrota. -No fue una reprimenda. Es la razón por la que he
tenido una erección por cuatro malditos días.-

Oh. Oh! ¿Oh? ¿En serio? ¿Eso es todo lo que he conseguido?

-Contrariamente a lo que podrías pensar,- continuó, la amenaza regresando, -no disfruto


haciéndote enfermar y preocuparme de si vas o no a salir adelante.-

-¿Crees que me gusta arder de fiebre, toser mis pulmones y vomitar fuera mis entrañas?- Su
cólera regresó con la misma rapidez, corriendo a niveles más altos. Una vez más, el suelo
comenzó a temblar. En calma. Firme. Inocentes alrededor. -A diferencia de ti, yo considero que
la oportunidad de estar contigo vale el precio.-

-No, tú consideras tu placer más importante que mi culpa.-

Palabras duras. Pero también justas. Debido a que eran verdad. Ella nunca había pensado en
esos términos antes- sus deseos versus sus emociones. Pero quizás debería. Trató de decirse a
sí misma: al menos él se preocupa por mi bienestar. Pero no era un gran premio de
consolación.

-Bien,- dijo. -Tú no puedes manejar esto. anotado. Nuestro trato está retirado.-

-Ahora espera,- él ladró.

-Todavía te voy a ayudar,- escupió y su alivio era palpable. ¿Preocupado por su bienestar? Por
favor. La verdad estaba repentinamente muy clara. Para él, ella era…y siempre sería… una
grandísima carga. Nada más. -Tú me debes favores. No sexuales. Para ser nombrados en una
fecha posterior.-

Sus inhalaciones llegaron más rápido, menos profundas. -Bien,- espetó.

-Bien,- le espetó de vuelta. -Ahora ve a llamar a tu amigo antes de que me olvide de que somos
socios y pierda mi temperamento.-

-Nosotros no querríamos eso, ¿o sí?- Una burla en su tono. -La Princesa tiene que salirse con la
suya o todo el mundo sufre.-

Antes ella se había quejado acerca su calma en cara de su temperamento. Qué tonta. -Tú
sabes que yo lucho con problemas de control. Ser temperamental es mi defecto.-

-Lo que yo sé es que utilizas tus emociones como una excusa. Podrías controlarte a ti misma,
simplemente optas por no hacerlo. ¿Y cómo diablos puedes estar allí y reprenderme por
retarte acerca de tu temperamento cuando actualmente está alcanzando niveles peligrosos?-

Los hombres estúpidos con excelentes puntos eran una molestia. -Bueno, yo también elijo no
estar cerca de ti un segundo más. ¿Qué te parece eso?-

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El Toque Más Oscuro

Antes de hacer algo que no pudiera deshacer, ella se destelló a un hogar subterráneo que
había conseguido después de mudarse con Hades. Cada chica necesita un santuario. Y necesito
uno ahora más que nunca. A pesar de todo lo que había dicho Torin acerca de todavía tener
ganas de trabajar con ella, todo el argumento se sintió como un rechazo, y ella ya había vivido
a través de más de uno.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Catorce
Cameo maldijo, golpeó la pared, pateó una mesa de noche, volcó un aparador, arrojó los
cajones al otro lado de la habitación... pero no, su temperamento no disminuyó. Ella y Lazarus
habían luchado por liberarse de los híbridos cocodrilo-zombis, o lo que sea que eran, y llegaron
a un portal sin sufrir ninguna lesión, solo para terminar en otra estúpida dimensión. O reino.
¡Lo que sea!

Era un lugar donde la compra y venta de esclavas sexuales era la principal forma de vida. Ellos
fueron rodeados por un ejército de guerreros armados hasta los dientes, dos pasos en falso y
serían sometidos antes de que una batalla pudiera librarse. Mientras estaba inconsciente,
fueron desarmados, bañados, vestidos con la más ridícula ropa o la falta de ella y encerrados
aquí... una habitación lujosa con muebles tan bien hechos que no había forma de que hubiesen
sido elaborados por manos humanas.

Lujosa y encantadora, sí, pero una cárcel de todos modos. Por desgracia, la puerta era
impenetrable y no había ventanas. Lazarus se recostó en la cama como si fuera un sultán en
espera de las atenciones de su concubina favorita. Estaba vestido como un sultán, también.
Sin camisa, aunque con una túnica de terciopelo oscuro que cubría la amplia extensión de sus
hombros. Vestía pantalones ceñidos y blancos, con diamantes cosidos en la costuras. Un plato
de fruta estaba situado al lado de él. Se metió una uva en la boca y le sonrió perezosamente

-¿Por qué no puedes simplemente disfrutar nuestra reciente situación, Rayo de Sol?- Cómo
odiaba cuando él usaba ese estúpido apodo. Él se hacía más condescendiente con cada día
que pasaban juntos. -Nuestros captores nos subastaran. ¿No lo entiendes?

Él cogió otra uva -¿Tienes miedo de que nadie te quiera? Tienes una trágica voz, después de
todo. – acaba de ir allí, ¿no? Siempre tenía que ir allí. ¿Por qué? No era como si necesitara un
recordatorio.
-Nos separaremos- señaló.

Aburrido, estiró sus brazos atrás de su cabeza. Me lanzó una mirada perezosa. Lánguida.
Sexual.

-¿Y?

-Y yo te necesito. Eres mi único boleto para regresar a casa Sabía cómo encontrar los portales
entre reinos. Ella no. Podía ver a todos los monstruos en cada mundo, sus ojos se abrían a un
plano espiritual que ella sólo no podía percibir. Y cuando se esforzaba, podía abrirse camino
sobre cualquier situación; ella no siempre era tan afortunada. En este momento él era muy
valioso para ella.

-Aquí está la cosa, Rayo de sol.-Puso el plato de fruta en la única mesa intacta. -Yo no te
necesito. -Su mirada oscura se deslizó a lo largo de ella con un calculado propósito. —No
todavía.

Ella se puso rígida ¿Qué insinúas?— dijo ella

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El Toque Más Oscuro

Él arqueó una ceja, divertido. Siempre locamente divertido. -¿Qué crees que estoy
insinuando?

-Si yo no tengo relaciones sexuales contigo, estarás más que feliz de estar separado de mí.-

-Oh, bueno. Pensé que te había confundido-. Ella cerró la distancia y se balanceo hacia él, pero
él la esquivo. Una risa suave, ronca se le escapó.- ¿Fueron tus otros hombres tan malos que te
niegas a darles a otros una oportunidad?

-Le daré a alguien una oportunidad, pero tengo tiene que gustarme primero.-

Se encogió de hombros. -Tú te lo pierdes.

-¿Por qué quieres esto? No te gusto- dijo.

Pensó por un momento y se encogió de hombros. -Tal vez me gusta que estés disponible.

Oh, que romántico. -¿Cómo es que no me he tirado sobre ti en este preciso instante?-Ella dijo
con su voz tan seca como la suciedad.

-Eso es definitivamente un misterio.-Argh! Él tenía una respuesta para todo.

-
mujeres estarán disponibles para ti. Tal vez incluso unos pocos hombres, también.

-Ella le sonrió.-Diviértete con eso.

La amenaza no lo perturbó. -Eso es exactamente el punto al que quiero llegar. Ya que yo estoy
bien con ese giro de los acontecimientos, ambos sabemos que tu no lo estas. Voy a sobrevivir.
Tu no.

¡Ella no podía hacer nada! No importa lo que había pensado hace solo un momento. -Tú me
has visto pelear. Sabes que soy buena haciéndolo. -Sí, pero no eres lo suficientemente buena
—, respondió fácilmente.-¿Los hombres con los que nos encontramos? Ellos son asesinos.
Claramente entrenados por el mejor de los mejores. Así pues, aquí están mis condiciones.
Desnúdate, sube a la cama y entrégate a mí, y no permitiré que nadie te venda.

Un escalofrío bailó a través de ella. La idea de besarlo... tocarlo... estar con él, deleitarse de su
cuerpo en la forma más primitiva. Él era fuerza y belleza. Él era poder en estado puro, y a ella
le encantaría más que nada probarlo. Y, en el fondo, no importaba cuan desesperadamente
trataba de negarlo, ella lo quería. Ella quería mantenerlo, y consolarlo, y sí, complacerlo. Un
intento de hacerlo, por lo menos. Había pasado tanto tiempo.... Pero ella levantó la barbilla.

-Así que, básicamente, quieres prostituirme. —dijo ella con sorna.

Por último, una reacción distinta de diversión. Sus ojos se estrecharon en pequeñas rendijas. -
¿Estás diciendo que no me deseas?

Ella podría haber mentido. Quería desesperadamente mentirle. Era difícil para ella confiar en
el sexo opuesto. Tan pronto como Alejandro había conocido sobre el demonio dentro de ella,

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El Toque Más Oscuro

él se volvió su enemigo. Las cosas terribles que le habían hecho a ella... Y sin embargo, ella no
había culpado a Alex por sus acciones. Había culpado al miedo. Cuando escapó, lo buscó,
pensando que la amaría de nuevo si ella solo le explicaba su situación. El se limitó a confinarla
en otra trampa. Mientras ella se liberaba, la gente que trabajaba para los Cazadores había
estado dispuesta a matarlo para llegar a ella.

Ven con nosotros a las buenas o lo verás morir. Ella lo vio morir. Lazarus no era Alex. Él sabía
sobre el demonio. Y si ella era mala, él era diez veces peor. ¡Menuda pareja ellos hacían!
Además, ella no era una cobarde, solo tenía demasiado miedo de las consecuencias de decir lo
que pensaba.

-No –admitió -Eso no es lo que estoy diciendo. Pero obligar es obligar. Además, a diferencia
del treinta y ocho por ciento de la población, yo me niego a estar con un hombre que piensa
en mí solamente para su conveniencia.

-Esa es una cifra muy específica.

-Me gustan las estadísticas. —Ella tendía a decirlas cuando se ponía nerviosa. Torin solía
burlarse de ella por eso. Oh, Torin. Te extraño tanto. Él nunca la habría tratado de esta
manera. Lazarus se levantó y dobló su dedo.

-Ven acá

El corazón le dio un vuelco traicionero. -¿Por qué?-dijo ella, tragando saliva.

-Demasiado sospechoso-Él chasqueó la lengua.-¿Tienes miedo de lo que voy a hacer, o de lo


que tú sentirás?-

-Yo no le tengo miedo a nada.

Ella apretó su lengua al paladar y, aunque arrastro sus pies, situándose entre sus muslos. Su
piel se puso de gallina. Mirándole, pelo oscuro cayéndole sobre la frente, rozando sus
pestañas. Sus ojos eran tan negros como la noche, y ella no podía distinguir alumno de iris,
pero entonces, no importaba. Brillaba tanto con un calor que le quemaba hasta los huesos. Él
apoyó las palmas de las manos en su cintura, y ella se quedó sin aliento.

-Muy bonita-, alabó, rastrillando su mirada sobre ella. Llevaba un sujetador rosa de encaje y un
par de bragas a juego, lo que le permitía ver como sus pezones se estremecían.-Tan sensibles

Ella tragó saliva, luchó contra un escalofrío. -¿Qué estás haciendo?

Su agarre se apretó. -Tu disponibilidad es sólo una de las razones por las que te quiero.
Pregúnteme acerca de las otras- Una áspera orden. Una vez, se negó a obedecer. Ella negó
con la cabeza. No quería saberlo. Él se lo dijo de todos modos.-Desde el momento en que abrí
los ojos y me encontré atrapado en un reino contigo, he querido reemplazar tu tristeza con
placer. Y, ¿Cameo?-Preguntó con voz ronca.-Voy a hacerlo -.

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El Toque Más Oscuro

La levantó y giró, lanzándola encima del colchón. Su peso musculoso la inmovilizó antes de
que ella terminara rebotando, y se quedó sin aliento de nuevo.- No compraré tu ayuda-, se
obligó a decir.

Por una vez, sus ojos eran sombríos, sin ningún atisbo de diversión o desdén. -Tal vez, yo esté
tratando de comprar la tuya.

-Pero dijiste que no me necesi…,-

Sus labios se estrellaron contra los de ella, su lengua empujando profundamente, cortando sus
palabras, la dulzura de su sabor invadiendo sus sentidos. Se sentía… bien. Y estaba bien. Muy
bien. Bien, bien, bien. La palabra resonó en su mente. Nunca se había sentido tan bien. Todas
las razones por las que debía resistirse dejaron de importar. Él la estaba usando... bien, ella lo
usaría, también. Él probablemente la echaría a un lado segundos después de que terminaran.
No, si yo lo echo fuera primero. Él no la respetaba.

-Oh, yo te respeto—dijo él, y algo acerca de esa respuesta la molestó, pero atrapada en el
placer como estaba ella, no pudo descifrarlo. Le arrancó su broche del pelo.-Nunca he
conocido a una mujer igual que tu. Tengo que tenerte. Moriré si no lo hago. Y me gustas más
con cada segundo que pasa... valoro la exquisita sensación de ti-.

La resistencia derrapó cuando se lanzó hacia abajo para otro beso ardiente, esta vez más
fuerte, más duro. A ella le encantó, le encantó el placer despojado de su fachada tranquila y lo
dejó balbuceando, aunque sus palabras continuaban pinchando bruscamente en el fondo de
su mente. En caso de ser molestada por lo que dijo y no embelesada. Pero ¿por qué? En
realidad, ¿a quién le importaba? Arrancó su sostén del centro, el material enorme se abrió.
Entonces su manos sobre sus pechos, amasando la carne dolorida, rozando sus pulgares sobre
sus pezones palpitantes.

Más y más miseria se filtraba fuera de ella y ella... estaba... gloriosa.

-¿Te gusta esto? Mi boca te va a gustar a un mas -Él reemplazó sus pulgares con su boca, su
lengua giró, creando una fricción vertiginosa. Entonces empezó a chupar, duro, haciendo que
su espalda se arqueara hasta fuera de la cama, el placer se disparó a través de ella, y su
nombre se desprendió de sus labios.

-Te tomaré duro y rápido esta vez— dijo, dándole el mismo tratamiento a las bragas que el
sujetador había recibido. Se incorporó el tiempo suficiente para poner su túnica a un lado y
arrancar sus pantalones. Dejándolo desnudo. Glorioso e increíblemente desnudo. -La segunda
vez será lento y dulce.-

Ella se estremeció. Después de haber pasado su vida con guerreros, ella estaba acostumbrada
a hombres que habían sido perfeccionados en el campo de batalla, y Lazarus era algo
completamente distinto. Empuñó su erección dura como el hierro mientras ella lo estudiaba. -
Esto es para ti. Todo para ti. Nunca lo olvides - Su rodillas enjaulo sus muslos, manteniendo sus
piernas bloqueada firmemente juntas mientras él una vez más pasó la mirada por ella.

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El Toque Más Oscuro

A diferencia de antes, cuando él la había mirado de arriba abajo con tal propósito calculado, la
acción la hizo temblar de dolor. Irradiaba salvaje intensidad, sin esconder nada, como si
hubiera perdido su humanidad y encontró el animal brutal acechando dentro. Como si él
mataría por tenerla. Como si él realmente no pudiese vivir si no se hundía en su interior. -
Déjame enseñarte que soy para ti,- dijo ella en voz baja.

-Sí.- Él deslizó sus manos bajo sus rodillas y abrió las piernas fuera de la suya. Él la miró
fijamente, sus ojos brillando con vehemencia.

-Muy bonita.-Poco a poco se inclinó hacia abajo, cada segundo sin su peso era una agonía.
Pero entonces, finalmente, él estaba encima de ella, y ella enredo sus piernas alrededor de su
cintura, lista, tan dispuesta. Cuando se posiciono para la penetración, le pareció oír un golpe
en la puerta.

-Lazarus,- ella dijo con un gemido, tratando de advertirle. Pero lo único que podía hacer era
rogar por más. —Por Favor. Es tan bueno -.

El sudor le corría por la sien. -Sea quien sea va a desaparecer.- Sin embargo, pasó un segundo y
luego pasó otro, y él no entró en ella. Esperó, y el golpeteo se hizo más fuerte y más rápido,
hasta que Lazarus se irguió y maldijo.

-¡Qué-

El interludio le dio la oportunidad de pensar. -Nuestros captores,- jadeó, su deseo se dreno de


ella cuando se dio cuenta que una pelea estaba a punto de estallar. Estaban en la habitación
para llevársela a la subasta. Bueno, no había manera de que ella permitiese que alguien la
vendiera. Ella prefería morir.

La puerta se abrió y dos guardias entraron. Un ceñudo Lazarus tiró una manta sobre ella,
cubriendo su desnudez. Ella agarró la tela hasta su pecho y se revolvió por su ropa.

-Su grande y temible Alteza -, uno de los guardias dijo. Ambos hombres se inclinaron. Espera.
Cameo se quedó inmóvil, con el ceño fruncido de confusión. Lazarus estaba tan rígido como
una tabla, en silencio.

-Tienes dos segundos, y luego morirás.- Ambos palidecieron. -Yo sé que usted nos dijo que no
interrumpiéramos, pero tiene un invitado. Un siervo que dice que la Reina Roja entro en el
juego. Sabemos que ha estado buscándola, señor -.Uno de ellos dijo Ella se desconcertó por la
mención de la Reina Roja hasta que el entendimiento se estrelló contra ella, haciéndola jadear.
Pero su descubrimiento no tenía nada que ver con la Reina. Lazarus era... era... Mirándola con
algo parecido a remordimiento. El mando a los hombres lejos. Ellos obedecieron. Debido a que
eran sus hombres.

Sus. Él no era un prisionero, después de todo. Se puso de pie y tiró de sus pantalones.
Entonces él la miró de nuevo, y esta vez el humor estaba de vuelta en él.

-Bienvenida a mí reino, Rayo de Sol.-

***

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El Toque Más Oscuro

Baden cogió a pandora por el cuello, con las piernas colgando por encima del suelo y
pateándolo. Se limitó a apretar su abrazo, ahogándola con tanta fuerza que sus ojos se
desorbitaron y sus labios se volvieron azules. Él lo hizo todo con calma. Tenía sus emociones a
flor de piel, su pelo ya se había prendido fuego. Era una habilidad que había tenido desde
antes de su posesión, y que había mantenido después. No estaba seguro de por qué, cuando
ninguno de los otros Señores reaccionaban a las oscuras emociones de esa manera, Pandora
se había atrevido a acercarse sigilosamente a él mientras dormía y plantarle un puñal en el
corazón. Y en su estómago. Y en su muslo. Un golpe rápido, golpe, golpe duro. Si hubieran
vivido en otro reino, la acción lo habría matado. Una vez más. Pero no lo hizo. Ellos vivían aquí,
lejos de otras almas, no lo suficientemente buenos para algún nivel en los cielos, pero todavía
no listos para el infierno. Él había experimentado el dolor de los cortes, pero no la última
consecuencia. Había sanado, y luego había ido tras ella.

-¿Tienes algo que decirme?-Le preguntó, con igual calma. Ella se disculparía, o seguiría
sufriendo. Cuando intentó asentir con la cabeza, él aflojó su agarre.

-Sabía que... reaccionarias... de esta manera,-se quedó sin aliento. —esperaba... que estarías.
Listo para ello -.

Frunció el ceño y luego la soltó. Una espada cortó su espalda y salió de su pecho. Miró hacia
abajo, confundido, antes de que sus rodillas cedieran. Pandora golpeó el suelo, con un jadeo
de dolor mezclado con el de él. Instintivamente, se arrojó delante de ella, protegiéndola de
cualquier enemigo que acechaba detrás él. Era o Cronos o Rhea, y a juzgar por el olor de los
lirios en el aire, él adivinaba que era Rhea.

Pandora era su enemiga, de nadie más. Sólo que Pandora lo pateó lejos y, con la ayuda de
Rhea, lo arrastraron a sus pies. La ex reina de los Titanes le sonrió, tan petulante como era. Ella
era una hermosa mujer, con el pelo tan negro como Pandora y la piel cremosamente blanca.
Pero mientras que la ex-reina tenía ojos azules, los de Pandora eran tan oscuros como su
malvado corazón. Las dos estaban trabajando juntas, ¿no? Un sentimiento de traición lo
golpeó. Quizás Pandora lo sintió. Ya que escupió…

-¿Qué esperabas? Me ibas a dejar atrás cuando fueras rescatado-.

-No— dijo Rhea, sonando segura. —Él no nos dejara a ninguno de nosotros detrás. Y ¿quieres
saber por qué, Baden? –

Mirándola, él agarró la espada por la cuchilla, la cortó todo el camino hasta el hueso de metal.
Gotas de energía goteaba en lugar de sangre mientras tiraba el arma fuera de su pecho, la
empuñadura arrastrando a través de él, rompiendo sus costillas y emergentes con pedazos de
su corazón apenas cicatrizado. Se quedó en el suelo, jadeando, pero en silencio. Irritada por su
indiferencia, Rhea plantó las manos en las caderas.

-Yo te voy a decir por qué. Porque sabes que la Reina Roja utilizará la Estrella de la mañana
para su propio beneficio. Ella no te dará un segundo pensamiento. O, si lo hace, va a hacer que
pagues por su ayuda. Y ¿qué es lo que tienes para darle? Nada.

-No voy a pagar.-Torin lo haría, y todo el mundo lo sabía.

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El Toque Más Oscuro

-Has visto las mismas brumas que nosotros. Sabes que ella y Torin se han separado, y ella
parece no estar dispuesta a ayudarlo más. Puede actuar por su cuenta. Sólo podemos confiar
en nosotros mismos para encontrar la estrella de la mañana, y tenemos que hacerlo antes de
que ella lo haga. Puedes actuar por tu cuenta, sí, pero contra un ser tan poderoso, tendrás una
mejor oportunidad de éxito si alguien está cubriéndote las espaldas. Alguien como yo. Pero no
te voy a ayudar hasta que tenga tu voto para que me concedas lo que deseo cuando consigas
la estrella-.

-¡Hey! Eso no es lo que acordamos—Pandora le gritó a la reina. Rhea sacudió su pelo sobre su
hombro, haciendo caso omiso de ella,

- Hasta luego— le dijo a Baden. Y se alejó.

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Capítulo Quince
La casa que Keeley recordaba haber dejado atrás, no era la casa que volvía a encontrar. Ella
debería de estar en medio de una cueva primitiva…aunque palaciega… llena con los más bellos
sedimentos y todos sus tesoros. Esta era una maravilla moderna con ninguno de sus muebles,
joyas ni vestidos. Las nuevas piezas parecían haber llegado del harem de un sultán.

¿Cómo había pasado esto?

Había una fuente termal con una cascada a la espalda. Lujosos sillones, alfombras de colores
en todas partes. Una hermosa mesa de café tallado en palo de rosa y rodeada de almohadas
de cuentas. Un armario hecho de cristal, lleno de una gran variedad de ropa. Pantalones de
talle bajo. Camisetas sin mangas. Faldas súper cortas.

El responsable de esto no había dejado ni rastro de identidad. Y aunque los cambios estaban
muy bien, estaba furiosa. Su santuario había sido invadido sin permiso. El techo, las paredes y
el suelo comenzaron a sacudirse. -la princesa tiene que salirse con la suya o todo el mundo
sufre. Tu decides no controlarlo-.

Las palabras de Torin la perseguían. Respiró dentro…fuera…forzó su mente a concentrarse en


cosas positivas. Podría tomar una larga y estimulante ducha. Podría vestirse para matar.
Entonces podría volver con Torin y hacérselo pasar mal por otros cuatro días. Y no importa
cuánto él le rogase, ¡ella no le tocaría!. Ella se lo negaría igual que el disfruta negándoselo a
ella. Y así de sencillo el ruido cesó. A lo mejor podía controlar la reacción después de todo.

Keeley atravesó la cueva buscando problemas de seguridad sin encontrar nada. Eso significaba
que su benefactor podía destellar, lo cual reducía la lista de sospechosos a…cero. No tenía ni
familia ni amigos. ¿Un enemigo tal vez? Pero ¿Por qué un enemigo la ayudaba? Lo pensaría
más tarde.

Se duchó como había imaginado, usando sus jabones y aceites favoritos. Cada fragancia con
flores silvestres y almendras. Aunque le hubiera gustado echarse una siesta, la primera en
mucho tiempo, su misterioso proveedor había vetado esa posibilidad. No podía correr el riesgo
de que alguien la pillara sigilosamente mientras estaba indefensa.

Se vistió con un top azul celeste haciendo juego con sus ojos, las correas sólo dejaban adivinar
un deseo, así como unos pantalones cortos completando el conjunto con una chaqueta
vaquera y unas botas estilo cowgirl. No estaba mal. Muy sexy y divertida. ¡Espero que te
ahogues en tu deseo Torin!. -Me alegro de que estés aquí y tan guapa-

Esa voz…como si te golpeara con un bate en la cabeza. Poco a poco se volvió para mirar al
intruso. Hades. Claro. Porque era la guinda del pastel del día. Él era tan guapo como
recordaba, no aún más. Parecía más alto, más musculoso, oscuro y elegante. Vestido con un
traje negro combinado con una camisa blanca y corbata roja. Un objeto de clase y
sofisticación, como si nunca hubiera conocido un momento de dolor o sufrimiento. Tal vez él
no lo había hecho.

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El Toque Más Oscuro

Pero pronto lo haría.

La urgencia de atacar fue inmediata y fuerte pero resistió. En la guerra había momentos para la
batalla y momentos para la estrategia. Sí, concia el resultado final que deseaba, pero el camino
hacia ello había que trabajarlo. No había espacio para el error con este hombre. Sobre todo
porque podía sentir el calor de las múltiples cicatrices que emanaban de él.

-¿Por qué has redecorado mi casa?- preguntó ella.

-Para hacerla más bonita para cuando regresaras-

Al igual que él nunca había esperado que regresara. -Estaba bien como estaba. Quiero mis
vestidos de vuelta-.

La sonrisa de él fue lenta pero tan brillante como el sol. -Ahí esta mi Keeley Cael. La mujer que
me pedía helados, solo para gritarme que la permitiese comérselos-

-Yo no soy tu Keeley- gruñó.

-¿Estas segura? Se escucha fastidioso -

-Yo no soy un fastidio. Soy un orador motivacional. Pero puedo adivinar porque lo hiciste.
Usaste mi espacio como choza del amor. Admítelo.-

-No tengo la necesidad de tener más chozas del amor, mascota. Las tengo por todo el mundo-.

-No soy una mascota- el impulso de pegarle se intensificó. -Pero que valiente por tu parte el
venir tú mismo y no mandar a alguno de tus secuaces- ella se burló.

Él no hizo caso del insulto implícito y poco a poco esbozo esa sonrisa que una vez le derritió el
corazón…y las bragas…

-Eres exquisita mascota. No ha pasado ni un día en que no haya pensado en ti… echado de
menos… tú en mis brazos-

¡Cómo se atreve!

Con toda la calma del mundo dijo Keeley -no ha pasado ni un solo día en el que no haya
pensado en ti, también. En el suelo, con el pecho abierto y tus órganos esparcidos alrededor
tuyo-.

Con una sonrisa sarcástica Hades dijo -¿Es eso lo que se necesita para hacerte volver?-

¿Volver? Como si fuera a hacerlo. -Me mentiste, envenenaste, engañaste y aseguraste mi


encarcelamiento. Estamos muy lejos de las segundas oportunidades-

-Nunca te envenené- dijo con el ceño fruncido.

-¿Entonces porque parecía que estaba siempre en una niebla?-

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El Toque Más Oscuro

La respuesta le llegó como un rayo. El vínculo…su oscuridad. Ella se había alimentado de el


diariamente, el no se había dado cuenta de la niebla. El vínculo con Torin no le causó ningún
tipo de neblina, solo un aumento en su excitación.

-No importa- dijo ella -No importa. Soy más vieja. Más sabía. No hay nada que puedas hacer
para que cambie mi opinión respecto a ti-.

Además él ni siquiera la quería. Valía lo mismo que un barril de whiskey para él. Como Torin. Él
solo quería una cosa de ella.

-Keeley Cael..-

-¡NO!- gritó. -No me llames así. Ya no soy esa chica tonta nunca más-. Forzándose a calmarse
dijo -¿Esto es una continuidad de tu plan para debilitarme? ¿Para evitar que volviera a ser más
poderosa que tu?-

Hades caminó, pasando el dedo por la encimera de la cocina …el estómago de Keeley gruño…y
levantando una de las baratijas que la había regalado dijo: -lo que te hice fue un error-. Erro.
Bonita palabra para los horrores que sufrió.

-Que triste por tu parte-

-Uno que no volveré a cometer-

-Porque pronto estarás muy ocupado estando muerto- Él suspiró. -A propósito. Deberías de
dar un aumento a tus secuaces. Todas sus burlas, escupitajos y más recientemente ¿tratar de
matarme? Se merecen una estrella de oro por el esfuerzo, realmente.

-¿Burlas? ¿Escupir…matar? Keeley Cael, tienes mi palabra de que no sabía tales cosas. Les
envié con herramientas para ayudarte a escapar.

-claro. Eso tiene sentido. Podrías haberme ayudado personalmente y sin embargo, no
recuerdo tu visita en la prisión. Además tu palabra no significa nada.-

-No podía darle la oportunidad a Cronus para que me encarcelara-

-Oh, señor. Tienes razón. Pero ¿lo llamarías egoísta por tu parte o simplemente frío?.-

La voz de Hades sonó amenazadora cuando añadió -Los secuaces fallaron en obedecerme y
serán castigados-

¡Mentiroso!

De repente no podía estar alrededor de otro hombre tan decidido a utilizarla. -Vete-

En un segundo estaba en un lado de la habitación y al siguiente estaba delante de ella jugando


con las puntas de su pelo. Él rezumaba seducción…. Ella solo quería arrancarle los ojos.

-Solo me llevo un par de años de distancia contigo para darme cuenta de mi error- dijo él.

-Un par de años- respondió secamente -¿mi atractivo es tan potente? Qué bien-.

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El Toque Más Oscuro

-He pasado tiempo con otras mujeres, por supuesto, pero ninguna es comparable contigo. Te
deseo. Más poderosa que yo o no-.

-Oh, lo soy. Soy más poderosa que tú-.

Los ojos de él se estrecharon -formaríamos un equipo invencible-

Y ahí estaba. La verdadera razón por la que la deseaba. Él podría haber echado la cabeza hacia
atrás y soltar una risa de esas tipo mal supremo WAHAHA.

-No creo que la muerte sea demasiado buena para mis enemigos- dijo Keeley.

-¿Ves? Pensamos igual-

-Eres mi enemigo te odio-

-Muy bien. Necesitas tiempo. Espacio. Lo capto. Pero pronto volveré a por ti, mascota. Serás
mía otra vez-

¡La arrogancia! ¡La audacia! -Perdona pero ya tengo un hombre- Uno que no le gustaba por el
momento pero que seguía siendo de ella. -en realidad no. No lo siento. Me hace reír. Apenas
me toca salgo disparada como un cohete- La rabia explotó en los ojos de Hades.

-¿Quién es?-

Esa rabia era otra pequeña mentira para ganar su corazón, para hacerla creer que ella le
importaba y así sería más fácil hacerle daño. -No te importa. Pero…Hades?

-Si mascota? Respondió no tan feliz.

Ella le clavó una daga en el estómago. No podía usar su poder a causa de las estúpidas
cicatrices pero podía usar un arma. Él silbo entre dientes con la mano llena de sangre. Ella
esperó y planificó y no pudo resistir el ataque. Keeley creyó que él atacaría pero se limitó a
sonreír de nuevo y la besó fuertemente en los labios. -Tendrás tus vestidos mañana por la
noche. Hasta la próxima, mascota-.

Desapareció.

***

Torin barrió con el brazo la lámpara que había en la mesa de noche. ¿Dónde estaba Keeley?
Desde su desaparición había ido a un ciber café, trabajado en el ordenador, ido a un banco, y
sacado dinero. Había alquilado una habitación en un hotel de lujo y había llamado y dejado un
mensaje de voz en el contestador de Lucien. Todo eso en dos horas.

Keeley se había ido hace seis. Él sabía que ella no tendría problema en encontrarle. Con los
destellos se podrían ir a lugares específico y localizar a personas con algún tipo de relación. Y si
―algo‖ podía hacer la súper Reina Roja era eso. Solo era que ella quisiera buscarle.

Enfermedad se rió encantado con su continua ausencia.

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El Toque Más Oscuro

Torin lanzó la lámpara a través de la habitación y la base de porcelana se rompió. En el


momento que la viera la azotaría. Duramente. Le haría ampollas ¡y no le daría bálsamo
después!. Si no regresaba pronto el haría… ¿Qué? La cazaría y la arrastraría. Eso es. Podrían
haber luchado pero no habían terminado. Si ella necesitaba que le recordasen quien era
él…despiadado, implacable guerrero… se lo recordaría. Y no iba a ser agradable al respecto.

-Keeley- gritó -Esta no es la hora de Keeley, es la hora de Torin. Regresa- Cuando no hubo
respuesta, lanzó la propia mesa de noche. Los cajones se cayeron al suelo rompiéndose.

-Bueno, bueno. ¿Quién es la princesa mimada ahora?- Ella apareció delante de él mostrando
más piel bronceada que tapada, su pelo cayendo alrededor de su cara en exuberantes ondas
doradas. Sus ojos brillaban con restos de ira. Sus labios más hinchados y rosas que de
costumbre.

-¿temperamental? pregunto ella.

Su alivio era palpable. ¡Ella no lo había olvidado! Pero el alivio fue rápidamente sustituido por
la preocupación. -¿Estas bien? ¿Alguien te ha golpeado?

Ella parpadeo con confusión -No. ¿Por qué?-

-Tus labios están hinchados- Ella se los tocó y le subieron los colores a las mejillas.

-Nadie me golpeó. Pero alguien si me dio fuerte-

Darle. Al igual que un beso. Ya en el borde, Torin explotó. Se olvidó de todo lo que tenía
planeado hacer y dando la cara a Keeley le preguntó gruñendo -¿Quién fue?-

Sus ojos se abrieron -Hades ¿Por qué?-

-¿Te atreves a preguntarme? Me perteneces. Nos pusimos de acuerdo Keeley. No beses a


ningún hombre. Nunca. ¿Olvidaste mis reglas?-

Su boca se abrió y se quedó sin aliento, sin saber que decir. Él se quedó de pie respirando muy
deprisa, demasiado. La garganta y los pulmones le quedaban. Quiso alcanzarla pero como
tantas veces antes, apretó los puños y los dejó caer antes de tocarla. Era una locura. Estaba
loco. Tenía que irse.

-¿Estás pensando en tocarme?- preguntó ella abriendo mucho los ojos.

No, ella tenía que irse. Él no podía estar con nadie ahora mismo. -Vete de compras. Cómprate
algo bonito. Te lo regalo-. Él le lanzó su tarjeta de crédito. Estaría más tranquilo para cuando
ella volviera. -Vuelve en una hora o quizás dos. En realidad mejor mañana-.

-Estás… estás pensando… incluso se te antoja ¿no te gusta pensar que otro me ha puesto las
manos encima y tú quieres reemplazar esas manos por las tuyas?-

Eso es. Hades moriría, y él nunca pararía de tocar a esta mujer. Rechinó los dientes. -Última
oportunidad Keeley. Te sugiero que cojas la tarjeta y que te marches- Pronto desaparecería el
poco control que tenía.

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El Toque Más Oscuro

-De ningún modo. Eres el gran guerrero, y he tenido que regresar a ti una y otra vez. He tenido
una batalla en mi interior, no sé si vale la pena o no. Es tu turno-.

-No te atrevas a sugerir que yo no he hecho lo mismo. He luchado. ¿Cuándo te has salvado sin
preguntar por mí? Te me has resistido fácilmente, siempre alejándote. Claro, gruñes cada vez
que tienes que caminar, pero sigues dejándome atrás. Así que ¿dime cuando has….-

-¿Fácilmente-? gritó ella

¿Acababa de decir fácilmente? Ella no tenía ni idea de la necesidad de él, pero se lo mostraría.

Torin la tomó de la nuca y la trajo hacia sí mismo aplastando su boca contra la suya. El beso fue
tan brutal que significaba callar, dominar y poseer. La mantuvo inmóvil haciéndola aceptar
todo. Pero en el momento en que ella se relajó contra él, le dio la bienvenida a su boca y la
oscuridad se agitó dentro de él cambiando la necesidad de dominar a la de seducir.

Ella era su Keeley. Su princesa. Y se merecía lo mejor de él.

Torin suavizó la presión, rodando su lengua dentro de su boca, aprendiendo de ella,


saboreándola. Sabía a bayas de verano y miel. Tan dulce. Y suya. Toda suya. Enmarcando sus
mejillas hizo más profundo el beso. Ella lo siguió. Fue su perdición.

El chupaba y mordía. Ella hizo lo mismo y sus dedos se enredaban en su pelo tirando de él y
ladeándole la cabeza a su antojo. Era embriagador sabiendo que se deseaban mutuamente.
Maldición, él se estaba emborrachándose de ella, la necesidad de desnudarla y tomar todo de
ella. Estaba más tieso que la cuerda de un arco.

Él la cogió de las caderas y la levanto y ella le abrazó con las piernas aferrándose a él. La sangre
parecía fuego. Él caminó hacia la cama. Puso una rodilla en el colchón y se inclinó con ella
dejándola de espaladas en la cama. -Sí- se quedó sin aliento, arqueándose y frotándose contra
él. Su suavidad femenina contra la dureza palpitante de él.

-Dime si te hago daño-

-No me lo haces. Sabes que me gusta duro.

Mi mujer es todo lo que soñé - pensó Torin – Se quitó los guantes y le quitó la falda. No llevaba
sujetador. Bien. Le amasó los pechos y le pasó los pulgares por los erectos pezones. Su calor se
burlaba de él. Su carne era tan suave como la seda.

Le basto solo una vez para hacerse adicto para siempre.

Tenía que probarlos. Pasó su lengua de un pezón a otro repitiéndolo hasta que ambos estaban
rojos, hinchados y húmedos. Sus gemidos salían uno detrás de otro. Eran música para sus
oídos. Su cabeza se movía de un lado a otro, la visión de su pasión descontrolada le empujaba
al borde cada vez más rápido.

-Torin-

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El Toque Más Oscuro

Entrelazó los mechones de su cabello entre sus dedos y tiró hasta que quedó quieta
imponiendo su voluntad. Sus gemidos se convirtieron más dulces al rendirse. Con la otra
mano, trazó un camino entre sus piernas. Él temblaba mientras metía un dedo entre las
bragas. Él empujo profundo…y gruñó de aprobación. El calor y la miel, el cierre hermético sin
ningún tipo de barrera. Cerró los ojos cuando el éxtasis le barrió.

-La princesa está mojada- Él subió para darle un beso mientras que seguía tocándola con un
dedo. Keeley ondeaba sus caderas enviando más profundo el dedo de Torin.

-Torin….necesito- estaba sin aliento -Mmm... Dame más fuerte….más… duro…-.

Él le daría todo lo que necesitara, todo lo que deseara Torin presionó la palma de su mano
contra el pequeño capullo hinchado, y ella se hizo añicos, arqueándose, arañándole la espalda
con las uñas, gritando cuando los espasmos la atravesaban. Era una vista oscura y carnal que
casi lo envía a través del borde. Casi.

Cuando ella se dejó caer contra el colchón, él retiro los dedos para lamerlos mientras ella
miraba. Su erección palpitaba con cada lamida de su lengua.

-Delicioso- dijo con voz áspera

Con ojos luminosos Keeley empujó a Torin de espaldas sobre la cama. -Mi chico malo se
merece un premio- dijo ella.

¡Sí por favor!

A horcajadas sobre la cintura de Torin, le desabrochó los pantalones. El apéndice que le estaba
dando tantos problemas últimamente, salió libre. Gotitas de humedad brillaban en la punta.
¿Qué es lo que iba a usar? ¿Sus manos… o su boca? Las caderas de Torin se movían solas hacia
arriba -Hazlo- Ella bajó la cabeza y su cabello dorado quedo como una cortina sobre su cintura.
Se tensó cuando su caliente y hambrienta boca le probo dándole placer. -Por favor princesa- él
le rogaría si fuera necesario. Enredó su pelo en su mano y empujó más profundo un poco
inseguro. -No pares. Lo quiero. Lo necesito-

Nunca había sentido algo así. Lo que siempre había soñado…siempre deseado. Keeley era pura
tentación. Ella le tomó hasta llegar a la garganta. Sí, sí, eso era….era lo mejor que…. No podía
pensar. Empujó sus caderas instintivamente otra vez a lo largo de su garganta. Una y otra vez,
ella le succionó arriba y abajo moviéndose cada vez más rápido. Su sangre que ya era fuego, se
volvía cada vez más caliente. Su cuerpo estaba dolorido y angustiado lleno de pura tensión.
Todo era demasiado… pero no suficiente. -Keeley, por favor-

Mi querida niña. Ella no le dio tregua. Le tomó los testículos mientras pasaba su lengua por la
punta de arriba abajo. Y eso fue todo lo que necesitó. Con un solo pensamiento racional se
salió de su boca para derramar su clímax sobre la cama.

Cuando se vacío, se dejó caer a su lado con el corazón galopando fuera de control. Estaba
cubierto de sudor de cabeza a pies. No podía recuperar el aliento. -Esto…fue… grandioso.
Gracias-.

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El Toque Más Oscuro

Debieron ser las palabras equivocadas porque su rostro perdió sus facciones dulces y
delicadas. Una manta oscura cayó sobre ella, ocultando sus emociones. -Claro- dijo ella
secamente mientras se levantaba de la cama para recoger su ropa. -Lo que sea-.

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Capítulo Dieciséis
Gracias

Después de todo lo que Keeley había arriesgado, todo lo que había se habia forzado a
soportar, ¿esas eran las primeras palabras que Torin le decía? Ningún… estar contigo vale
todo, princesa. O un… eres una parte necesaria de mi vida, Keys. Nunca me dejes Noooo. Ella
recibió un gracias Como si fuera una mesera solo entregando su orden.

Unió las tiras de su playera asegurándolas. En su prisa, Torin había roto el material. Y ella en
su estupor, no había empacado nada de la ropa que Hades le había dado. Tuvo que caminar
alrededor viéndose como una puta sin hogar. No era exactamente una prueba de su realeza
Sin embargo, tal vez estoy exagerando. Estoy un poco emocional. Simplemente buscando una
razón para pelear… una manera de guardar mi…

¡No!

Me rehusó a voltear esto en mí contra Torin se sentó, jalando de sus guantes y su playera,
después se acomodó el pantalón. La camisa era nueva. En ella se leía ―Lucien viene
golpeando, pero yo todavía rockeando.‖ Su cabello estaba sexymente despeinado y sus
mejillas aún estaban rojas de satisfacción. Sus ojos estaban brillantes, y sus labios hinchados
como los de ella. Cada pulgada de él era satisfacción masculina. Hermoso. Lascivo. Perverso. El
pecho de ella ardía, el vínculo entre ellos se agrietaba con tensión Odiaba que él no pudiera
sentirlo

Momento de decirle Ahora no. Pero pronto Él la miro por largo tiempo antes de romper el
silencio que se había establecido entre ellos

-¿Te lastime?

-¿En qué sentido?

Él pensó antes de contestar -Físicamente

-No- ella adoraba la fuerza áspera que él esgrimía. ¿Por qué le era tan difícil creerlo?

-¿Emocionalmente?

¡Si! – No quiero hablar de eso- sus sentimientos estaban en carne viva. Ella le dio acceso a su
cuerpo… tal vez incluso a su corazón. Ahí estaba. Lo admitía. Luchaba por los sentimientos de
él, pero tal vez había renunciado a los de ella. No había otra explicación para el salvaje efecto
que él tenía sobre ella, nublando su sentido común, llevándola a ser imprudente una y otra vez

Gracias

Nunca pensó que podría odiar esa palabra Él es nuevo en esto, esa era una buena razón. Tal
vez no sabe que decir o cómo actuar. Y tal vez ella estaba inventando escusas para él

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El Toque Más Oscuro

Conclusión: ella estaba cansada de ser señorita Ahora Mismo, disponible pero descartable,
Dispuesta pero meramente conveniente. Si Torin tuviera su selección de chicas sin tener que
preocuparse por enfermedad, ¿hubiera elegido a Keeley?

¿Después de su pelea… después de esto? Ella no lo creía ¿Que esta tan mal conmigo que
ningún hombre me valora? Valía menos que un barril de whiskey

Así que. Sí. Ella renunciaba. Podría estar con Torin pero no seguiría intentando ganar su
cariño. Jamás volvería a arrojarse sobre él. Jamás le permitiría agarrarla, besarla y llevarla al
orgasmo de nuevo. Esa parte de su relación había terminado. El descanso sus codos sobre sus
muslos y se inclinó hacia delante

-¿Ya te sientes mal?

Su estómago se revolvió recordando lo que estaba por venir

-No.

¿Que he hecho?

-Keeley- dijo el. Suspirando se puso de pie

De ninguna manera ella iba a soportar otro rechazo

-Hey no necesitas intentar venderme agua cuando ya estoy en la alberca. Estuve de acuerdo.
Nunca lo haremos nuevo. El frunció el ceño y avanzo hacia ella

-Eso no era…- ¡No! Ella se removió lejos, si él estaba cerca de ella, caería en sus brazos y le
rogaría. De la misma forma que le había rogado a Hades ¡Nunca más! -Keeley…

Un hombre desconocido apareció en el centro de la habitación, silenciando a Torin, llena de


hostilidad, ella se enfrentó al recién llegado. Tenía el cabello enmarañado y negro enmarcando
una cara trágicamente marcada con cicatrices hechas con espadas y fuego, supuso. Sus ojos
eran disparejos, uno azul, otro café. Vestía una playera de esmoquin y unos pantalones
rasgados. Sobretodo tenía un aura áspera y ruda que no podía evitar admirar. Pero eso no
significaba que ella lo perdonaría

-Apareciste sobre la chica equivocada, Cara de cicatriz- dijo ella apareciendo una
semiautomática en su mano. Una bala en su cabeza no lo mataría, pero le enseñaría una
lección. Una lección que su dañado cerebro probablemente no olvidaría. Todo a su alrededor
en el cuarto se sacudió. Torin se movió rápidamente frente de ella, extendiendo los brazos y
diciendo

-Tranquilízate princesa. Este chico no es un enemigo. Él es Lucien, mi amigo

El nombre hizo eco en su mente hasta que hubo una conexión. Lucien, Señor Del Inframundo.
Guardián de la Muerte. Un por.las.reglas.del.libro inmortal, con un temperamento feroz, que
tal vez rivalizaba con el de ella. Cuando Galen le había contado sobre sus experiencias
personales con cada uno de los guerreros, ella había estado más interesada en conocer a este.

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El Toque Más Oscuro

Pero ya no. Lucien, solo había marcado el comienzo en el temido cambio, donde Torin ya no
era de ella, suyo nada más. Si es que alguna vez había sido suyo.

-Bien no lo matare- desapareció la pistola dentro de la mesita de noche, mientras el temblor se


detenía- ¿ves? Recuerdo mi promesa como una niña buena. Torin le ofreció una media
sonrisa… ¿tranquilizadora? O de ¿disculpa?... antes de voltearse a ver la cara de su amigo.
Lucien estrecho la mirada hacia él y sonrió, su alegría era inconfundible - Eres tú. Realmente
estas aquí

-Soy yo- la voz de Torin tenían la misma nota de alegría

Keeley de repente se sintió como una mirona.

Con sus largas y poderosas piernas, consumieron rápidamente el espacio entre ellos. Torin se
estiro intentando tomar la mano del otro hombre, pero Lucien reacciono primero y se detuvo,
permaneciendo fuera del alcance, girando para dar a los dos, Lucien y Keeley su perfil. Torin
dejó caer su brazo en su lugar. Cerró los ojos por un momento, respirando profundamente.

-Lo siento- murmuro, la siguiente vez que hablo, estaba pálido pero determinado- necesito
reentrenarme.

Traducción. Que el culpaba a Keeley por su falta de restricción Debo esconder mi dolor

-Siento haberme perdido tu llamada- dijo Lucien- me avergüenza admitir que estaba ayudando
a Anya a esconder un cadáver

¿Anya? Conocía ese nombre… ¿por Galen? O ¿por sus espías? Torin rio disimuladamente

-Tu definitivamente sacaste el palillo más corto en el departamento de bom.chicka.wah. wah

-Hablando del bom chicka wah wah – Lucien la señalo mirando hacia ella, su cabeza se inclinó
de lado. Irradiaba curiosidad

-Lucien- dijo Torin repentinamente nervioso – esta es Keeley

Lucien cabeceo un saludo -Gusto en conocerte.

-No lo dudo- pero ¡oh! ¿Porque tenían que hacer el conoce. saluda justo ahora? No estaba en
su mejor momento. Y ella necesitaba estar en su mejor momento. Si no les gustaba a los
amigos de Torin, no le dirían que había encontrado a la indicada, tal vez incluso le dijeran que
se deshiciera de ella.

Las cosas han terminado entre vosotros, ¿recuerdas? Cierto pero siempre era bueno ser
aceptada.

-Ella nos va a ayudar a encontrar a Cameo, Viola y Baden, y luego a destruir la caja de
pandora- dijo Torin, no menciono la Estrella de la Mañana, ¿no quería que las esperanzas de
sus amigos crecieran? ¿No podía hacerme ni la cortesía de introducirme como su amiga? O
incluso ¿cómo su compañera formal de placeres?. Búsqueda y rescate es todo lo que soy para
él.

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Baila, pequeño monito baila

La irritación broto y el dolor se deslizo rodeando su cuello, casi ahogándola. Lucien no pudo
ocultar su desconfianza mientras preguntaba

-¿Y cómo es que vas a hacer todo esto? -¿Esto es un interrogatorio?- un extraño crepitar en
su sangre la hizo cambiar de un pie a otro…y quien es Anya?- camino hacia el escritorio y se
sentó, después levanto un pie, bastante consiente de que ella estaba enseñando sus bragas.
Dejando a Torin ver lo que nunca volvería a tener.

Él cruzando voló la distancia que los separaba y cubrió con una manta su regazo,
perfectamente cubierta de la cintura a los pies. La acción de un amante celoso Una mentira.

Lucien observo el intercambio y frunció el ceño El crepitar llevo a Keeley a ponerse de pie, la
manta cayo volando a sus pies.

-Disfruten su reunión chicos- su mirada busco a Torin antes de pasarlo rozando. Él estaba
rígido, enojado ¿Por qué? No importaba - los veré cuando sea… después.

Su mano salió disparada, sus dedos convirtiéndose en cadenas alrededor de su cintura Lucien
hizo un sonido estrangulado, y se estiro para alcanzarla. ¿Para alejarla de Torin? Ella levanto su
mano, liberando una corriente de poder para regresar al guerrero a su lugar, o mejor dicho ella
intento liberarlo. Las marcas de Torin la detuvieron. El miro a su amigo, y por un momento su
expresión era todas las clases de sufrimiento.

-Esto es entre Keeley y yo -Torin- dijo Lucien -déjala ir

- No le hables así- espeto, ¿defendiéndolo? ¿Después de todo lo que había pasado? Solo por
esta vez. Porque… porque ella se compadecía de él, ¿cuantas veces sus amigos habían hecho
algo justo como esto para proteger a alguien de él?

Ella podía adivinar: incontables

Debía desgarrar a alguien por dentro, ser visto con tanto terror por la gente que lo amaba Él se
enfocó en ella, y si los ojos son las ventanas del alma, él estaba lleno de amenazas

-Tú te quedas aquí, ¿qué tal que te enfermas?- Ella trago saliva. Sí. Eso era. La única cosa peor
que estar enferma era estar enferma sola. Torin la libero para frotar el lugar sobre su
corazón, un claro signo de culpa Nunca debí empujarlo para estar conmigo El aclaro su
garganta, después dijo a Lucien

-¿Cómo están los otros? -Quitando la atención de Keeley

-No le dije a nadie que llamaste- el guerrero de las cicatrices admitió- Aun no, primero quería
estar seguro de que realmente eras tú.

-Entendible.

- Te fuiste por tanto tiempo. Ha pasado tanto desde tu desaparición- Lucien masajeo su nuca

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-Tanto tiempo? solo me fui por unas cuantas semanas- dijo Torin

-No. Unos cuantos meses.

-El tiempo pasa diferente, en reinos diferentes- Explico Keeley

-Oh demonios- dijo Torin

- Un guerrero fénix mato a Blanca, la hija de William- dijo Lucien-Exploto en miles de pequeños
gusanos, que se diseminaron por el mundo, infectando a la gente con maldad, no hace falta
decir que el crimen ha aumentado.

Torin apretó la mandíbula -¿Qué más me he perdido?

-Kane se casó con Josephina, la reina de los Fae, y está embarazada. Kane… guardián de
Desastre Josephina no le sonaba de nada. Lo último que Keeley había escuchado era que un
hombre fanfarrón gobernaba a los Fae. -¿Kane va a ser padre? Hablando de cosas irreales-
Torin frunció el ceño- ¿Cómo hará para no matar a su hijo? La última vez que vi al hombre
había yeso cayendo sobre su cabeza y una bombilla lo estaba electrocutando. Y eso era en un
día bueno.

-Ya no está poseído- anuncio Lucien

Torin hizo una lenta sacudida de incredulidad con su cabeza

-¿Sobrevivió al removimiento del demonio?

-Lo hizo- Lucien asintió

-¿Cómo?

-Josephina. Jalo al demonio de su cuerpo y curo su espíritu dañado con amor, lo que
aparentemente es algo de medicina espiritual.

Torin volteo a verla ¿Preguntándose si ella podía hacer lo mismo por él? Solo si te enamoras de
mí, encanto O cuando ella encontrara la Estrella de la Mañana.

-¿Qué más?- pregunto Torin a su amigo.

-Talyah se adueñó de nuestra fortaleza en el Reino de Sangre y Sombras, por un acuerdo que
hizo con Kane, nos tuvimos que hacer a un lado. Atlas y Nike, el titán y rey griego y la diosa de
la fuerza se mudaron a la ciudad. Cameo y Viola siguen desaparecidas, y nadie ha escuchado
incluso algún susurro con respecto a su paradero. Anya aún está planeando nuestra boda.
Como Kane y Josephina, Gideon y Scarlet están esperando su primer hijo. Amun y Haidee
están planeando abrir un refugio para chicos problema. Gilly está planeando una fiesta para
celebrar su entrada a la madurez y cuando William no está haciendo un violento alboroto por
su hija muerta. Él está viendo a Gilly con un hambre tan intensa que todos quieren sacarse los
ojos y después sacárselos a él.

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Las actualizaciones parecían golpear a Torin como balas, una tras otra Keeley había reconocido
algunos nombres. William el brutal y salvaje inmortal de misteriosos orígenes que Hades había
adoptado como uno de sus hijos.

Él había vivido en el inframundo durante el tiempo que Hades y Keeley habían salido. Él había
sido un pícaro impertinente. Seduciendo a todas las mujeres de la población que cruzaban su
camino. Incluso la población casada. A él no le importaba nada más que el placer…el suyo… y
su sentido del humor era oscuro como un hoyo negro… se reía cada vez que mataba a un
enemigo y sonreía cada que apuñalaba a un amigo.

A Keeley siempre le gusto. Pero nunca pensó que una mujer fuera capaz de capturar su
atención. Especialmente no una humana. Ella había escuchado que Gilly era una
emocionalmente frágil adolecente con quien Danika la esposa de Dolor había hecho amistad.
Ni siquiera se acercada al tipo de mujeres de que le gustaban a William.

-Bueno ¿Por qué seguimos aquí?- pregunto- vayamos a ver a todos.

Torin la vio y alarmado, la volvió a ver de nuevo, tropezó lejos de ella, palideciendo

-¿Qué? ella se volteo a verse y jadeo. Granos habían brotado por toda su piel.

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Capítulo Diecisiete
Hubo una vez en la que Torin pensó que había tocado las dimensiones más profundas de su
culpa, que la había tratado como a una amante, avivando y satisfaciendo sus deseos más
oscuros. Se había equivocado.

Esto era culpa

Yo podría ser el niño más tonto de la clase. Al parecer tenia aprendía cada lección con golpes
de un martillo en mi cabeza. No tocar a una mujer piel a piel es la ruta de acceso a una vida
libre de arrepentimiento, era tan simple y sencillo como eso. Pero una y otra vez había perdido
la prueba. Ahora lo único que podía hacer era velar por cada necesidad de Keeley. Y, sin
embargo, al igual que las veces anteriores, de ninguna manera compensaba lo que había
permitido que sucediera. ¡Idiota!

Él sabía exactamente cómo había llegado a este punto. Había estado furioso con Hades, celoso
de que aquel macho la hubiera besado, y las emociones habían embestido a través de sus
defensas en cuestión de segundos. Apenas una excusa. Definitivamente no es lo
suficientemente buena. Pero entonces, nada lo hubiera sido.

La necesidad de poner su marca en Keeley le había consumido. Había querido marcarla con
tanta seguridad como un guardián. Había querido unirla a él de la manera más vil para que
otros supieran a quién, exactamente, pertenecía. Él había querido que ella lo anhelara por
encima de todos los demás. Y a lo mejor lo hizo. Pero ciertamente no había durado. Su
arrepentimiento había llegado incluso antes que la enfermedad.

No haremos esto de nuevo. Las palabras lo perseguían.

Aplicó los ungüentos a base de hierbas que Lucien trajo para Keeley, la piel sudaba y vertió la
medicina por su garganta, luego se aseguró de que ella estuviera empapada en baños de
avena. Ella permaneció en un estado constante de delirio. Hoy él había entrado en un nuevo
nivel del infierno cuando ella había comenzado a golpearse encima de la cama, dejando
manchas de sangre en las sábanas.

-Ayúdame a entender-, dijo Lucien, paseando en el otro lado de la habitación. -¿Tú la has
tocado antes? Y luego, después de que ella sanara, la tocaste de nuevo, voluntariamente, ¿a
sabiendas de que esto pasaría? ¿Qué su vida se arruinaría para siempre?-

Enfermedad río dentro de su cabeza. Nada más que un perro rabioso, ¿recuerdas? Su tiempo
está llegando.

Pero la culpa hundió a Torin más y más abajo en el pozo de la desesperación.

-Ella no es portadora. Ella sufre, y se cura. Pero ella no es portadora.-

-Torin…

-Te amo, hombre, pero mi relación con Keeley no es tu problema.-

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-Lo es,- Lucien insistió. –Te conozco. Te he conocido durante siglos. He visto este espiral. Cada
vez que has tocado a alguien has tenido que ver como ellos y otros mueren.-

-¡Ella no va a morir!- Él dio un puñetazo en el colchón. Rebotó y Keeley gimió. -Lo siento,
princesa-. Él pasó una mano enguantada por su cabello, con cuidado de no engancharse en los
enredos. -Lo siento mucho-.

Sus párpados se abrieron, revelando ojos sin brillo y febriles, con la mirada perdida. -¿Cuándo
van a crecer de nuevo? Necesito que vuelvan a crecer de nuevo.-

-¿Qué, princesa?, ¿Qué necesitas que vuelva a crecer?-

Le molestaba, verla así. En el pasado, ella se había negado a dormir en su presencia, ya que la
habría hecho vulnerable. ¿Ahora? Ella era tan vulnerable como un bebé recién nacido. Por mi
culpa. Él nunca se lo perdonaría.

-Mis manos. Necesito mis manos-. Lágrimas en cascada por sus mejillas. La Hice llorar.

-Tienes tus manos, princesa. Lo Prometo- . -Tienen que quitar mis pies después. Tengo que
escapar de los grilletes. Mis manos-. Ella terminó, acurrucándose en su lado y sollozando.

Su mirada se alzó a Lucien, pero rápidamente desvió la mirada; no quería ver el reflejo de
horror en los ojos de su amigo. Keeley había sido confinada dentro de esa prisión y había
encontrado de alguna manera la fuerza para romper sus manos, y luego sus pies, para
liberarse. Pero aun así había sido atrapada.

Su corazón había vuelto a crecer y lloró dentro de su pecho. Enfermedad se revolvió en su


estómago. Tenía que dejarla ir, ¿no es así? No permanecer más con ella,…‖protegerla‖... Basta
de jugar con la tentación… de jugar con ella. Hay vidas en juego, sí. Cameo. Viola. Baden.
Todas las personas que realmente ama. Pero en la otra cara de la moneda, la vida de Keeley
estaba en juego. Si tuviera que voltear la moneda, ella ganaría. No hay duda. No hay
probabilidades de un cincuenta…cincuenta.

Fue una gran revelación, pero una que no podía permitirse sondear demasiado profundo. ¿O
por qué incluso la idea de perderla le hizo sentir como si estuviera hundiéndose más
profundamente en un océano de ácido y lo único que le espera en el fondo es la muerte?
¿Porque honestamente? Sus sentimientos no importaban. Tenía que hacer lo que era mejor
para ella. Por una vez. Su pasado estaba lleno de dolor y pesar. Él no podía llenar su futuro con
lo mismo.

Se apretó contra el frío de la pared, sus rodillas amenazando con doblarse. Con su mirada en
llamas, se centró en Lucien.

-Vete a casa. Llámame todos los días. Yo te haré saber cuándo ella este bien. Entonces... la
dejaré aquí-. Había más que comprobado que no podía confiarse alrededor de ella. Ella lo miró
y la quería. Ella pidió por su toque... su beso... y él se lo dio. Demonios, ni siquiera tenía que
pedirlo. Si ella se acercaba, él iba a alargar la mano hacia ella. Se olvidaría de las
consecuencias. O estas dejaron de importar. O las dos cosas. Era egoísta de su parte, y era
cruel.

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No más.

Él sería frío, y seria metódico. Pero iba a terminar las cosas. -Me aseguraré de que ella no me
sigua-. Siempre hubo una cuenta hacia atrás para su relación con Keeley. Y finalmente, había
llegado a cero. Él sólo tenía que lidiar con ello.

Lucien frunció el ceño. -La necesitamos. Cameo….-

-¡No me importa!-, Gruñó. Él había cometido el error de explicarle el alcance del poder de
Keeley, y su amigo estaba empeñado en usarla. -Encontraremos otra manera-.

Silencio.

Torin se deslizó por la pared. Nunca más presenciaría sus cambios de colores. Nunca más la
vería transformarse de dulce Hada a Barbie candente. Nunca más hablaría con ella o reiría con
ella. Nunca más la abrazaría. Quiero abrazarla.

¿Qué tal si se encontraran con la estrella de la mañana el mismo día en que ella sane? ¿Qué tal
si no pudieran encontrarla? ¿Qué tal si la encontraran dentro de veinte años? ¿Qué tal si
pudiera encontrarla por su cuenta y luego regresar a ella como un hombre sano?

No más se acabó. Su relación tenía que terminar. Hoy.

Miró esta decisión desde todos los ángulos, y no encontró defectos. Su vida era más
importante que su felicidad, y eso es todo lo que había. Un día ella podría incluso darle las
gracias por esto. -Torin-, dijo Lucien, su gentileza mucho más de la que Torin merecía.

Él levantó la mano. -No. Sólo... llama. Te veré cuando ella haya sanado-.

Al principio, Lucien no reacciono. Luego, asintió a regañadientes. -Hasta entonces-.

***

Keeley percibió la tensión en la habitación antes de que abriera los ojos. Se sacudió en posición
vertical, lista para la batalla. El hecho de que nadie se cernía sobre ella, a punto de atacarla, la
asombró. Por costumbre, ella comprobó sus brazos y piernas para asegurarse de que nadie la
hubiera amordazado mientras dormía.

¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando?

¡Torin!. Él Había acercado una silla al lado de la cama. Su pelo rubio casi blanco sobresalía en
picos, como si hubiera pasado sus dedos a través de las hebras una y otra vez. Las severas
líneas ramificadas de sus ojos duros como el granito, mirándola fijamente. Lleva una camiseta
que decía “Ella es perfecta para ti. A por ella” Decía el alcohol… y un nuevo par de pantalones
de cuero negro.

Él encontró su mirada y lanzó un largo suspiro de… ¿alivio? El Color volvió a su tez pálida, y un
peso parecía levantarse de sus hombros. Se enderezó. Comenzó a acercarse a ella, pero se
contuvo. -Has sobrevivido-, dijo con una brusquedad que ella nunca había oído en él. -Una

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vez más-. ¿Lo hice? Sí. Así es. Ella había estado terriblemente, terriblemente enferma. -No
estoy seguro de cómo-, añadió.

Su inmenso poder era un factor, por supuesto, pero tenía que haber algo más que eso.
Como... él. Torin. Las Corrientes de fuerzas habían pulsado a lo largo del enlace, y ellas las
habían impulsado.

Dile. Todavía no.

Se quitó los guantes y los colgó a través de sus muslos. En sus dos manos tenia anillos. Casi en
cada dedo tenía uno, de hecho. La mayoría eran bandas de plata. Unos pocos con grandes
piedras azules. Incluso llevaba tres collares diferentes, cada uno con un dije diferente.

-¿Por qué tan enjoyado?-, Preguntó.

-Lucien ha traído mis cosas-. Entonces, Este era el verdadero Torin, Me gusta. Mucho.
Deliciosos Escalofríos la atravesaron.

-Así que... ¿qué te tiene tan molesto?-

-Estuviste enferma durante ocho días. Tu corazón se de -. Su


risa sonó amarga y vacía al salir. -Me estoy volviendo bueno en eso. Sólo se rompió una de tus
costillas-.

Sujeto peligroso. Proceder con cautela.

-Bueno, como puedes ver, estoy bien-.

-Eso es bueno-. Puso su atención en la ventana justo detrás de la cama.

-Nuestra relación siempre ha sido acerca opciones, Keeley. Luchar o perdonar. Tocar o no
tocar. Permanecer juntos, con el riesgo de todo, o se separarse. Nuestra relación siempre será
acerca de las opciones-.

-YO…-

-No he terminado-.

Aunque su corazón latía con fuerza, ella permaneció en silencio.

-No es justo para ti-, dijo. -No deberías tener que hipotecar tu salud para estar conmigo... Es
Por eso que estoy terminando nuestra relación-.

Él Quería... ¿apartarse de ella? -No-. Ella negó con la cabeza.

-Está pasando así estés a de acuerdo o no. Su Majestad-.

Tan serio, tan frío. Como si su futura felicidad no estuviera en juego. Tal vez la de él no. Pero la
suya lo estaba. -No hagas esto, Torin-, dijo ella.

-Como te dije, está sucediendo. Con efecto inmediato-, anunció, sus nudillos blancos en el
borde de la silla. -Tú no sabes la tortura que fue estar tanto tiempo sin la cosa que más

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ansiaba ... y cuando por fin lo conseguí, tuve que ver a la persona que me importa sufrir a
causa de ello-.Él se preocupa por mí. ¡Él se preocupa! -Hemos terminado-, dijo. -Tenemos que
terminar-.

-¿Tu solo vas a renunciar? ¿Arrojarme lejos como si yo no fuera más importante que basura?
¿Después de todo lo que hemos compartido?-

-Tú no eres basura-, gritó, y ella sabía que lo había ofendido. -Tú eres...-La mirada que le dio, la
sostuvo con una posesión, un salvajismo, que nunca antes había mostrado. Pero él negó con la
cabeza y sus facciones fueron borradas. -Esto es lo mejor-.

-¿Mejor para quién? No para mí-. -Definitivamente para ti-. Entonces, -Voy a encontrar a mis
amigos sin ti. Rescatar el espíritu de Baden sin ti. Localizar la caja sin ti-, añadió, como si
necesitara la aclaración. -No Te deberé ningún favor-.

-¿Qué pasa con la estrella de la mañana?- Él no puede hacer esto. Yo no lo puedo dejar.

-Si cuando la tenga, bueno...- Agitó su brazo a través del aire, un gesto de impaciencia. Bueno,
¿qué? -Hasta entonces, me pondrás en tu caja de tiempo fuera-, dijo. -Consideremos que es un
regalo de despedida-.

¿Olvidarlo? ¿Tal vez para siempre? Él no podía... No había manera... ¿cómo podría? ...

¡Estúpido!

Él se preocupaba más por ella, se dio cuenta. Su bienestar le importaba más que la búsqueda
de sus amigos y la caja. Cálidos rayos de sol envolvieron su alma, y en momentos incluso se
transmitieron a través de las ventanas de la sala. La razón por la que se había quitado los
guantes de pronto se hizo evidente. No podía confiar en sí mismo con ella. Él pensaba que, sin
la barrera de cuero en su lugar, él no sería víctima de la tentación y no pondría sus manos
sobre ella.

-¿Entiendes?-, Exigió.

No se puede bailar. No se puede cantar. -Sí-, dijo ella, incapaz de detener su sonrisa. -Lo hago-
. Recordándole a un oso cuya jaula había sido sacudida, le espetó: -¿Estás seguro?-.

-Totalmente-.

-No te ves como tú-.

-¿Cómo me veo?-.

-El cielo-, dijo y frunció el ceño. -Infierno. No importa-. Sacó un teléfono del bolsillo y marcó un
número. -Estoy listo-.

Lucien apareció unos segundos más tarde. Torin se levantó, se acercó a su amigo. -Márchense,
muchachos-. Ella hizo un gesto de disparar. -Me reuniré con ustedes en breve-.

Torin se volvió hacia ella. -Dijiste que entendías que estábamos despidiéndonos-.

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-Eso no es lo que dije, ni lo que he entendido-.

-Entonces, ¿qué?-.

Eres mío y yo soy tuya. Vamos a estar juntos. Lo había hecho. Había ganado su corazón, justo
como lo pretendía. No totalmente, todavía no, pero casi. Por ahora, eso era lo suficientemente
bueno.

-Te lo diré más tarde-, dijo con una mirada afilada a Lucien. -Cuando estemos solos-.

-Keeley-, Torin fue firme.

-Encanto-, cantó. -Confía en mí. No quieres que yo revele mis pensamientos a tu amigo-. Tal
vez no te guste escucharlo ni a ti mismo. Yo soy importante para ti. Irremplazable. Necesaria.

Lucien se río. -Me recuerdas a Anya-

Lanzó sus piernas sobre el lado de la cama. Torin la había vestido con una andrajosa camiseta
que decía “Sólo Una de estas declaraciones es verdadera Gedeón nunca miente”… El dobladillo
le llegó a la mitad del muslo por lo menos.

-Tú Nunca me dijiste. ¿Quién es Anya?-

-Mi...- Sus ojos desiguales se arrugaron en las esquinas. -No estoy seguro de cómo explicar mi
relación con ella. Ella es mi chica. Mi ángel-. -Ella es un ángel-. Torin miró Keeley. -Hasta que
la comparas con alguien que conozco-.

Keeley arregló su el pelo. -los cumplidos te llevarán donde quieras-.

Sus ojos entornados miraron lejos. -Anya es una loca que ha pasado toda su relación con
Lucien planificando una boda que nunca va a pasar. Ella es su prometida no prometida. Pero
no es importante. Tú no la conocerás. Tú te quedas aquí-.

Ella le lanzó un beso. -Hasta pronto-.

-Hasta nunca.-

-Así que... ¿Cinco minutos? ¿O prefieres diez?-

-Nunca.- Él estaba frunciendo el ceño cuando se destello lejos con Lucien. ¡Que increíble día!

Ella se precipitó al cuarto de baño, se cepilló los dientes y el pelo, luego estudió la camiseta y
los pantalones de chándal limpios que Torin le había dejado. No esta vez.

Ella se destello a su cueva y descubrió que Hades efectivamente había regresado sus trajes.
Keeley selecciono uno con mangas cota de malla con un corsé compuesto de cuero laminado y
crines de caballo, ajustado en su cintura. Pantalones de cuero negros abrazaron sus piernas, un
tren de larga duración quemaba en sus caderas y fluía todo el camino hasta el suelo.

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Ella trenzó la parte superior de su cabello, permitiendo que el resto callera en ondas de oro
antes de ponerse su corona de acero con púas y los diamantes en su lugar. Cabeza alta, ella
destello a Torin -y se encontró dentro de una fortaleza.

Las paredes del vestíbulo eran de mármol blanco brillante interrumpidas por pequeños ríos de
oro. Colgando habían hermosos candelabros entremezclados con retratos
de…seguramente…los Señores y sus mujeres. Candelabros brillantes sobrevolaban la zona, y el
piso de ónix negro salpicado con motas de diamante brillo a continuación. Era un exquisito
espacio. Del tipo que siempre había querido para ella misma. Opulento, pero hogareño.
Lujoso, pero acogedor. Torin estaba junto a Lucien, frunciendo el ceño a un retrato de un
soldado vestido de negro, con su brazo cubierto en torno a una mujer que llevaba un vestido
de terciopelo fino y encaje, un tocado de plumas que enmarca su delicada cara. No tan bonita
como la mía.

-Hola, Torin-, dijo Keeley.

Él le dio una mirada deslumbrado, luego pasó su mirada sobre ella una vez, dos veces, tres
veces, sus pupilas ampliándose más y más ... su atención persistente en todos los lugares
correctos. Ella giró lentamente, dejando que viera todo de ella desde todos los ángulos. -Tú
me mostraste el verdadero tú. Ahora te estoy mostrando la verdadera yo-.

-Tú eres... No hay palabras...-. Él se acercó más, pero su amigo Lucien puso una mano en su
hombro, deteniéndolo. Keeley se tragó su irritación.

-No te atreves a tratar de echarme. Me voy a quedar-, dijo. -Fin de la historia-. ***

Torin había pretendido estudiar el retrato de Kane y Josefina mientras rugidos de negación
amenazaron con liberarse…simplemente había abandonado a Keeley, pronto no podría ser
incluso recordado por ella. Tengo que superarlo. Yo soy un hombre, no un bebé sin un
chupete.

Cuando Keeley se había destellado a su lado, él había olido el aroma de bayas sumergidas en
miel antes de que se volviera hacia ella... y experimentara un golpe de lujuria tan fuerte que le
sorprendió permanecer de pie. Mírala. Tan condenadamente hermosa en su vestido.

Enfermedad dio un gruñido gutural, recordándole a Torin sus crímenes.

-Tienes que salir, Keeley. Lo digo en serio-.

-Lo que significa que no cambia nada-, dijo.

-Si te quedas, no te voy a dar nada más que dolor y pena-.

-No seas tan melodramático. Ya me has traído más que dolor y pena-.

-¿Te refieres a el cólera? ¿La viruela?-

Su mirada se dirigió a Lucien por una fracción de segundo, y ella levantó la barbilla. -El placer-.
Otro golpe de lujuria. Él le había dado placer, la había saciando de una manera que nunca
había saciado a otra. Ella no había dejado su cama decepcionada.

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-Es cierto-. Se quejó.

Como si no estuvieran discutiendo la vida y la muerte de su relación, ella hizo un gesto a un


retrato de dos personas que él no reconoció. Un hombre de pelo oscuro y una mujer con una
mata corta de pelo tan negro que parecía ser azul.

-Esos son Atlas y Nike. Lo conocí cuando él era una…puta furiosa…. Nunca la conocí a ella, pero
de acuerdo a mis espías, ella es más mala que... ¿Qué es la cosa más mala en el mundo?-.

-¿Tú?- Dijo Torin amablemente.

Ella asintió con la cabeza. -Más mala que yo-.

Suspiró. Había esperado que su comentario la hiciera enojar, para que ella llevara su
tempestad fuera. Ella realmente se iba a quedar, a pesar de su advertencia. No debería haber
acogido la fuerte ola de alivio que lo recorrió.

-Atlas y Nike nos encontraron hace unas semanas-, dijo Lucien. -Anya conocía a Nike, y los dos
han estado aquí. De ahí la razón por la que tuve que esconder un cadáver de nuevo hoy-.

Lo había Echado mucho de menos.

La risa retumbó desde la cocina, y el corazón de Torin se apretó en su pecho. Música derivada
de la sala de estar, acompañada por el golpeteo de pequeños pies corriendo hacia abajo.

-Entrando-, dijo Lucien. Los pasos aumentaron su volumen y velocidad, y muy pronto un niño
y una niña aparecieron a la vista. Se detuvieron y lo miraron.

-¿Alguien trajo niños pequeños a la fortaleza?-, Preguntó Torin.

-Yo no soy un niño-. Espeto el chico.

-Claro, claro-. Torin levantó las palmas de las manos en un gesto de rendición.

-¿Te acuerdas de Urban y Ever?, estoy seguro-, dijo Lucien. -Ellos han, uh, crecido-.

De ninguna manera. Simplemente no hay manera. -Sólo he estado fuera un par de meses-.
Cuando él se fue, Urban y Ever había sido unos bebés.

-Maddox y Ashlyn cometieron el error de pedirle a Anya que los cuidara-, dijo Lucien. -Mi
Querida mujer coloco a los niños en la Jaula de Coacción y les ordenó crecer un poco-.

-Amigo-. Cualquier persona atrapada en la jaula tenía que obedecer a su dueño, no importa lo
que se le ordene. Anya era la dueña actual.

-¿Qué tan mala fue la crisis de Maddox?-.

--¿Él? No está mal. Ashlyn, por otro lado...-. Lucien se estremeció. Urban tenía el mismo pelo
negro y graves ojos violetas que Torin recordaba. Ever ha tenido siempre el mismo pelo
rizado rubio miel y parpadeantes ojos marrones. Y aunque los dos se veían como niños

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normales, vestidos con camisetas manchadas de suciedad y pantalones cortos, ellos emanaban
una energía natural que pinchaba en la piel de Torin.

-Hola-, dijo. -Yo soy tu tío Torin-.

-No-. Urban cruzó los brazos sobre su pecho. -Tú eres un intruso-.

Ouch.

-Esa es una palabra grande para un niño tan pequeño-, dijo Keeley, y su tono era puro goo-
goo. ga-ga -Eres tan lindo, me voy a permitir que me llames tía Reina Doctora Keeley. Puedes
expresa tus agradecimientos-.

-¿Doctora?- le preguntó Torin.

-Tengo un doctorado en etiqueta, el sarcasmo y formas divertidas para cometer asesinato-.

Hielo de verdad se cristalizaba sobre la piel de Urban mientras miraba de Torin a Keeley, luego
de vuelta otra vez.

-No te estoy pidiendo nada, señora. No me agradas-. Púas de fuego ardieron sobre Ever.

-Sí. Son extraños y los extraños son el enemigo. Tenemos que dañar al enemigo-.

-Niños-, una voz amonestándolos. -¿A quién están retando esta vez?-- Maddox, guardián de
Violencia, descendió la escalera, con una expresión tan suave como malditas nubes. Luego su
mirada se posó en Torin, y se detuvo abruptamente.

-¿Torin?- Él asintió con la cabeza, su pecho se contrajo.

-El único-.

-Pero, paaapáaa.- Ever hizo un puchero, una habilidad con la que debió haber
nacido…demasiada experta para alguien tan joven. -Nunca conseguimos hacer daño a nadie, y
William prometió que tendríamos la oportunidad de hacer un daño grave muy pronto, siempre
y cuando no le dijéramos mamá. Bueno, es finalmente muy pronto y no le hemos dicho a
mamá. De verdad-.

Maddox empujó un suspiro cansado y murmuró: -Voy a desollar a William vivo-.

-¡Torin!-. Una voz familiar llamo.

-¡Estas aquí!- pasos golpearon, y luego Anya, diosa menor de la anarquía, venía volando
alrededor de la esquina, prácticamente saltando sobre los niños... sólo patinando al final,
cuando su mirada se posó en Keeley. Ella parecía ahogarse con su propia lengua mientras
retrocedía.

-¡La Reina Roja! No, no, no. ¡Lucien! Tú dijiste, y cito, Torin está fumando con una rubia. ¿Por
qué no mencionar el hecho de que ella es mi enemiga jurada?-.

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-¿Quién, yo-. Keeley se golpeó el pecho. Es evidente que era otra víctima de la caja de tiempo
fuera.

-Como si pudieras olvidar. Mi amiga te llamo Pitufina-, dijo Anya, anclando sus manos sobre
sus caderas. -La obligaste a arrodillarse delante de ti y cortar su propia carne. Ah, y llamarse a
sí misma María la sangrienta -.

-Bueno, entonces, ella consiguió ligereza-, dijo Keeley, la barbilla alta. - voy a escuchar tus
gracias-.

-Luego de unos años más tarde obligaste a Zeus a darte todo el interior de la hacienda real. Un
impuesto, Dijiste, debido a que no habías matado a todos los que él amaba, sólo la mitad de
ellos-.

-De eso, me acuerdo. Acababa de atacar a mi novio-.

-Sí, ¡el Rey de las tinieblas!-

Maddox se colocó delante de los niños, actuando como su escudo.

-Así que ella es realmente el enemigo-. Preguntó Ever emocionada.

-Sí-, Anya gritó al mismo tiempo que Torin espetó: -¡No!- Anya continuó: -Tenemos que sacar
a los niños de la fortaleza antes de que ella se coma sus corazones para la cena y su médula
espinal para el ¡postre!-.

-¡Hey!-. Keeley le frunció el ceño. -Sólo ocho veces me he comido los órganos que he quitado,
y era sólo para demostrar un punto-.

Torin se pellizcó el puente de la nariz. -¡Nadie pone en peligro mis órganos!-. Ever estiró una
mano, una bola de fuego formándose justo encima de su palma. La niña tiró las llamas con
todas sus fuerzas. Torin se puso delante de

Keeley. Nadie, ni siquiera un niño, tiene permitido hacer daño a mi mujer. Su princesa
simplemente llegó a su alrededor y le arrebató la cosa antes de que pudiera siquiera
chamuscarlo.

No es mi mujer. No puedo pensar así.

-¿Un juego de trucos? Claro. Estoy dispuesta-. Keeley dio un paso al lado de él y arrojó las
llamas crepitantes de vuelta a la niña, que la cogió con una expresión de estupefacción.

Urban extendió su mano, una bola de hielo apareció formándose justo por encima de su
palma. Él la lanzo, y Keeley la atrapo con la misma facilidad que antes. Sólo, que esta se
derritió en su agarre antes de que pudiera devolverla.

-Oops. Mi culpa. Estoy en verano Hoy, no en invierno-.

-Quién-, Maddox comenzó oscuramente, -es la Reina Roja-

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-Soy yo-. Keeley ejecuto una reverencia impecable. -Lo sé, lo sé. Estás honrado de ser mi
conocido, y casi no puedes contener tu emoción, pero haz lo mejor para mantener la calma.
Encuentro los episodios de adoración servil embarazosos para …otro….

Maddox parpadeó. Torin trató de no sonreír.

Más pasos resonaron. Entonces el pelo oro de Ashlyn, el azul de Gideon y una Scarlet
notablemente embarazada corrieron alrededor de una esquina. A partir de diferentes áreas de
la casa, otros vinieron corriendo, también. El silencioso Amón y la amorosa Haidee. El oscuro
Reyes y su bomba rubia, Danika. Un Decidido Sabin y su valiente Gwen. Un hinchado Strider y
su terror pelirrojo, Kaia. El recién tatuado Aeron, y su encantadora esposa, Olivia, y su hija
adoptada un poco adulta, Legión.

La última vez que Torin había visto a Legión…un antiguo demonio convertido en una chica de
verdad, a lo Pinocho-; había sido una ruina, que acababa de ser rescatada de su cautiverio y
tortura.

El tiempo que había estado lejos debe haber sido bueno para ella. El rosa había vuelto a sus
mejillas y el brillo a sus ojos oscuros. Lucien se trasladó al lado de Anya, le dirigió unas palabras
en voz baja. Mientras lo hacía, París y Sienna se materializaron. A La reunión sólo le faltaba
Kane, Cameo y Viola.

Diferentes emociones llegaron a Torin. Jubilo, confusión, sorpresa, y por supuesto, la inquietud
de Anya. Esa inquietud comenzó a molestarlo. Keeley debería haber sido bien recibida, no
importa qué, la forma en que había dado la bienvenida a cada otra nueva adición a la familia.

-Es bueno tenerte de vuelta, amigo mio -, dijo Sabin, el guardián del demonio de Dudas.

-¿Quién es la chica?-, Preguntó Strider, el guardián de derrota. -Ella es …humph--Kaia le dio un


codazo en el estómago.

Aunque miles de cosas habían cambiado en el corto tiempo de separación, esto no, eso relajo
a Torin. Deseaba tanto cerrar la distancia y abrazar a cada uno de sus amigos. Pero ni uno
solo de ellos le darían la bienvenida a su contacto, aunque sea protegido. Keeley era la única
persona que había estado alguna vez dispuesta a arriesgarlo todo por su bien.

Extendió y aplanó su mano enguantada en su espalda, no podía detenerse. Una demostración


de apoyo, agradecimiento, y sí, de deseo. Ella le lanzó una mirada confusa. Se encogió de
hombros. No sabía qué decir.

-¿Qué está pasando?- Aeron exigió. -¿Qué es eso de una Reina Roja?-.

-¡vamos, patada giratoria en la cara!- Anya elevó la voz. - a ver a alguien más que lo haga.
¿Cualquier persona? ¿Cualquiera?-.

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-¡Basta! O no seré responsable de mis acciones-. Aunque Keeley se mantuvo neutral, incluso
con una expresión aburrida, una suave lluvia comenzó a golpear contra las ventanas. Había
sido lastimada.

-Ella tiene un nombre, y lo van a usar. va a ser tratada con respeto en todo momento. El que la
ofenda contestará ante mí, y lo prometo, las preguntas harán daño-.

-Bueno, ya me cae bien-, dijo Kaia. -Cualquiera que haga a Anya hacerse pis en sus pantalones
del miedo tiene que ser ¡increíble!-.

-¡No me he hecho pis!-. Anya hizo una pausa y añadió con tristeza, -Más que un poco-.

-Torin-, dijo Lucien, en tono cortante -Si Keeley ha hecho las cosas que Anya ha mencionado…

-Oh, lo hice-, Keeley intervino, impenitente. -Aquello, y más. Y peor…-.

-Entonces ella no puede quedarse aquí. Los niños...-.

-Por Favor. ¿De verdad crees que yo quiero permanecer en un cuchitril?- Keeley se acercó a la
ventana más cercana y se asomó. -Pregúntame si alguna vez he oído nada tan ridículo-. Le
dolía el corazón por ella. Tan defensiva. Rechazada por sus padres. Rechazada por Hades por
un barril de whisky. Ella ansiaba aceptación. Y Torin la tenía. Probablemente era mejor que le
hubiera gustado.

A causa de Enfermedad, él había sido dejado para cada batalla, cada celebración. Él era una
parte de las vidas de sus amigos, pero era una parte a un lado, para ser considerado, pero
nunca manipulado, si eso tiene sentido.

La rabia se encendió. -Voy a donde ella va. No hay excepciones-.

Su grito resonó en el repentino silencio de la habitación. Hace menos de una hora, que había
tratado de deshacerse de ella; Pero allí estaba, comprometiéndose a permanecer a su lado.
Ella podría preguntarle por su razonamiento, y él no tenía una verdadera respuesta para ella.

Sabin y Lucien compartieron una larga comunicación, en silencio, antes de dar un paso
adelante.

-Quédate-, dijo Sabin con un movimiento de cabeza.

-Acabamos de recuperarte-, dijo Aeron. -No podemos perderte ahora-.

-Entonces nadie amenaza a Keeley-. Torin cubrió a Anya con una mirada. -Lo digo en serio-.

-Bien-, la diosa resopló. -Me aseguraré de que nunca escuches lo que tengo que decir-. ¿Oh
enserio?

-Es posible que hayas sido testigo de los estribos de la Reina Roja en acción, pero ¿Lucien te
dijo que ella es capaz de mucho más? Ella puede encontrar a Cameo y Viola. Ella puede traer a
Baden a casa-. Hizo una pausa, asegurándose de que tenía toda la atención de todos. -Ella
puede encontrar la caja de Pandora-. También la Estrella de la mañana. Pero una vez más,

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El Toque Más Oscuro

mantuvo ese pedacito de noticia para sí mismo. Él pensaba hacer un poco de investigación
primero. -Sin embargo, no voy a pedirle que haga ninguna de esas cosas si se le dice una
palabra poco amable. En mi presencia o no-. Se hizo el silencio, asombro casi palpable.

¡Boom! Toda la base de la fortaleza se sacudió. El polvo cayó de las vigas.

¡Boom! ¡Boom!

Se centró en Keeley. ¿Cuestiones de mal genio? Pero ella no le estaba mirando a él ni a sus
amigos… cero atención, sólo estaba mirando fuera.

-¿Qué está pasando?-. Ashlyn preguntó con un temblor. Ella aseguró a su hija en su cadera y
tiró de su hijo a su lado.

Keeley llevó su mano a la ventana y dijo: -Creo que... estamos bajo ataque-.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Dieciocho

Chispas de ira arrasaron en el pecho de Keely. Ser la Reina Roja tenía solo una desventaja.
Enemigos. Había hecho enemigos donde sea que ella hubiera ido, y a menudo, y como los

¿Los rivales del día? Los Tácitos.

Ellos amenazaban su nueva vida. Tenían que morir. La lluvia se detuvo y sonó un trueno tan
fuerte como una bomba. Ella envió ondas de su poder alrededor de los Tácitos, lista para
transpórtalos lejos… y seguir con una motosierra… solo para darse cuenta que se habían
cubierto a sí mismos con azufre.

Las ondas de poder se desvanecieron en la nada. ¿Quién se los había dicho? No era difícil de
adivinar. Los tres locos poseídos por demonios. Se encargarían de ellos. Más tarde.

Tiempo de idear un plan para pulverizar a los Tácitos. No podría destruir aquellas bestias de la
forma que ella quería –haciéndolos explotar. Y no solo por el azufre. Habría otras víctimas.
Probablemente muchas de ellas. Todos los amigos de Torin, explotarían también, y la fortaleza
colapsaría. Por supuesto, ella podría trazar a todos lejos antes del gran evento, salvándolos a
todos a la vez – excepto por Torin. Pero Lucien podría encargarse de él. Como sea, eso aún
dejaba un problema: La fortaleza. -No la destruyas- Había dicho Torin. Incluso se lo había
pedido como un favor. Ahora ella entendía porque. Si ella destruía la Fortaleza, sus amigos
nunca la aceptarían. Ella quería gustarles.

¡Boom!

La Fortaleza tembló, el polvo cubrió el aire. Los Tácitos habían destruido la puerta de hierro
que rodeaba la fortaleza, y, a su vez, eliminado algunas de las trampas explosivas alrededor del
perímetro de las que Galen les había advertido.

-¿Porqué no solo se trazan dentro? –Preguntó. Ya habían perdido el elemento sorpresa.

-No son mis mayores fans –Dijo la mujer llamada Sienna- Tomé algunas medidas contra ellos.

Asi que, esta era la nueva reina de los Titanes. Quien había usurpado el lugar de Cronos. No es
la descomunal mujer-bestia que esperaba.

-¿Los Tácitos son extraños, papi? –Preguntó Ever dulce como un caramelo.

Subordinado. Es la persona que vive para servir a su amo o maestro. Forman parte de los
personajes principales en la película Mi Villano Favorito.

-Sí, corazón.

-¿Entonces puedo hacerles daño?

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El Toque Más Oscuro

-Sí. –Dijo el guerrero, su tono tan duro como el acero. – Puedes hacerles mucho daño.

-¡Oh, genial! –Sonrió y abrazó a su hermano.

La expresión de Urban permaneció estoica incluso cuando le devolvió el abrazo.

-En realidad, no. –Anunció Keeley. –Ella no puede. -Ella enfrentó a los guerreros cuando una de
las vigas del centro se agrieto.

-Lo siento gran y poderosa majestad de lo que sea, pero no tienes voto en esto. Los chicos
grandes vamos a encargarnos–Dijo el llamado Strider – Vamos a hacer las cosas a nuestra
manera. La manera correcta.

-Está es la manera correcta y es la mejor. –Ella destello a los niños, las mujeres y a Strider a un
lejano lugar. El resto de los guerreros entro en pánico.

-¿Qué fue lo que hiciste con ellos? –El padre de los gemelos rugió.- ¿Dónde están?

-A salvo. –Dijo Keeley.- Culpa a la chica nueva. Pero ok, está bien, tu suposición es correcta. ¡Y
deberías estar agradecido! Están a salvo. Los traeré de vuelta luego de la batalla. –Dijo
frotándose las manos.-entonces. Vamos a empezar, ¿de acuerdo?

¡Boom!

-Torin. –Uno de cabello oscuro exigió.

-Están bien. –Dijo Torin.- Tienes mi palabra. Ellos están a salvo, y serán devueltos.

El confía en mí. Más de esos deliciosos rayos de sol vinieron a ella. Miró el reloj en su muñeca
que no estaba usando y dijo: -Los Tácitos pronto partirán los muros.

Los transportó dentro del bunker con arsenal del cual sus espías le habían informado. Armas.
Rifles. Granadas. Lanzallamas. Espadas.

-Hagan su elección, niños, con mis buenos deseos.

-Puedo transportarte a tu habitación, Torin. –Dijo Lucien- No dejaremos que las criaturas se te
acerquen ¿Perdona? ¿Esperaban que el feroz y poderoso Torin se quedara en el banco de
suplentes? ¿Dejar en el banco a su mejor jugador? ¿Querían perder acaso?

-Él no está pasando por dolores de menstruación, así que deja de tratarlo de esa manera.-Dijo.
Luego, para Torin, ordenó.- Ni pienses en un descanso. Escoge un arma.

Después de un momento de vacilación él respondió: -Señora, si señora. Eligió dos espadas y un


rifle poniéndose la capucha sobre su rostro.

-Y no, no creo que estés llevando -los pantalones-. Cualquier pantalón que uses
automáticamente se convierte en pantalones de chic

Y ahí va parte de mi corazón…

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El Toque Más Oscuro

-¿Por qué no puedes transportar a los tácitos lejos? –Le preguntó Lucien.-Como hiciste con las
mujeres y los niños.

Torin podría… No, seguramente él no pudo… pero si él había contado sobre el azufre, eso iba a
doler. Eligiendo su seguridad sobre la mía. Pero entonces, ella no dijo una palabra.

-Tengo mis razones.

Una ceñuda Sienna se materializó detrás de Paris. -Todos están en la playa. –Dijo. Miró a
Keeley.- No hagas eso otra vez.

No ruedes los ojos.

-¿O qué? ¿Me harás arrepentirme de ello? Por favor. No puedes hacer nada. Tienes una
hemorragia de poder, cariño, y hace un buen tiempo al parecer. –Probablemente era la razón
de que ella no pudiese transportar a los tácitos lejos.- No trates de negarlo. Puedo sentir el
poder filtrarse fuera de ti.

El tono aceitunado de la piel de Sienna se volvió un blanco tiza enfermizo.

-¿de qué está hablando, bebe? –Preguntó Paris.

-está abandonando el barco. –Continuó Keeley.-Y yo sé porque. No es tuyo. Es de Cronos. Lo


que significa que no está unido a ti. Vas a tener que arreglarlo si esperas sobrevivir.

-¿Es eso una amenaza? –Paris apuntó una semiautomática al pecho de Keeley. -Porque no
reacciono bien ante las amenazas a mi chica.

Torin se interpuso frente a Keeley y apartó el arma a un lado.

-No hay tiempo para esto. Y no debería proferir otra advertencia pero lo haré. No amenaces a
mi chica o voy a poner una bala en tu cabeza.

Soy suya. Soy de Torin.

-Y mientras te recuperas –dijo Keeley- vamos a afeitar todo tu cabello.

Paris retrocedió horrorizado y acarició su cabello multicolor. Sintiéndose magnánima, Keeley


agregó:-Voy a permitir que preguntes sobre tu mujer una vez que los Tácitos estén muertos. Si
te disculpas con Torin por amenazar a su chica. Yo. Esa soy yo.

-Y si preguntas respetuosamente. –Añadió Torin.

Paris hizo un rígido gesto. -Lo… siento.

Keeley pasó la mano por la espalda de Torin. Él se tensó al principio pero pronto se relajó ante
el gesto. Luego se dio la vuelta para mirarla intensamente, acaloradamente. -mantente a salvo.
– Ordenó.

¿Por ti? Siempre.

-Lo mismo para ti.

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El Toque Más Oscuro

Quiero besarlo. No puedo besarlo. No ahora. Pero después… espero que valga la pena el
riesgo.

Los guerreros corrieron en diferentes direcciones, unos arriba por las escaleras, otros por
debajo de ellas, todos tomando su lugar en las ventanas y apuntando al enemigo. Demasiado
tarde. La puerta principal se abrió de golpe, pedazos de madera y metal salieron disparados a
través del vestíbulo como misiles, chocando contra varios blancos vivos.

Una mujer se precipitó en el interior del vestíbulo. Y, oh. Oh, wow. La palabra -Feo- tenía un
nuevo significado. En lugar de una boca y nariz, ella tenía un pico. Como una rabiosa ave.
Llevaba una camisa de cuero, pero Keeley no estaba segura porque la criatura se había
molestado en ponérsela. La tela encargada de cubrir sus pechos se desgarró. Sus pezones
estaban perforados con diamantes. Una falda de cuero estaba envuelta alrededor de su
cintura y musculosos muslos.

Los tácitos giraron a la izquierda, luego a la derecha, estudiando la nueva presencia a su


alrededor. Pequeños cuernos sobresalían desde su espina, un líquido claro manaba de ellos.
¿Veneno? Los guerreros que habían estado en la sala abrieron fuego contra ella, pero las balas
no tuvieron ningún efecto.

Incluso atrapó en su mano una granada disparada en su dirección, aplastándola hasta


detonarla. El lugar estaba al rojo vivo y los residuos cortantes arruinando toda la habitación.
Keeley transportó a todos los guerreros excepto a Torin hacia otra parte de la fortaleza, fuera
del peligro.

¡Azufre estúpido! ¿Cómo se suponía que iba a mantenerlo siempre a salvo?

Él cayó sobre el suelo para luego ponerse rápidamente sobre sus pies relativamente ilesos. Se
escuchaba una fuerte pelea escaleras arriba. Definitivamente violenta. ¿Debería ella
interferir? En un movimiento rápido, el Tácito femenino tomó uno de sus propios cuernos de la
espalda y lo lanzó en dirección a Keeley. Torin la empujó por el costado, dejándola fuera del
camino. El cuerno pasó volando por encima de sus hombros.

¡Mi héroe!

Pero la ira de Keeley volvió …y con mayor fuerza. Cara de pico casi había herido a su hombre.
La fortaleza dejó caer otra capa intensa de polvo ante una sacudida tan intensa que separó los
cimientos de su base. Como Keeley estaba sumida en su ira, Cara de pico se transportó frente
a ella, agarrándola por los hombros y lanzándola a través del cuarto. No para matarla, si no
para sacarla del camino. Tomó a Torin por la nuca, sin entender lo que esa acción iba a
costarle, y le dedicó una sonrisa, de veme, mira lo que lo voy a hacerle al que defiendes.

Sacudida, sacudida. Trueno. Keeley se propulsó sobre sus pies hacia delante, convocando dos
puñales en el camino mientras iba hacia ella. ¡Voy a destriparla!

-Torin –Dijo ella.

Él dejó que el Tácito absorbiera la mayor parte de su peso para luego cerrar sus piernas
alrededor de su cintura. Ambos cayeron y el absorbió el impacto incluso mientras intentaba

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El Toque Más Oscuro

alcanzarla, rompiéndole una muñeca y liberándose de su agarre. Golpeó con la palma de su


mano el pico de su cara. Con un chillido, ella gateó lejos de él. La sangre le corría por el rostro.
Su victoria no hizo nada para frenar las emociones de Keeley. Ya estaban comprometidos, su
poder en plena ebullición, desesperado por liberarse.

-Keeley –Torin gritó por encima del ruido.

-Mantenla ocupada –Ordenó, para luego transportarse junto al cuerno que había lanzado. Mío.
Mi premio. Tomándolo se transportó a una isla remota, una inhabitada isla en el Atlántico
Sur. El poder explotó de ella en una familiar ráfaga, levantándola sobre sus pies, haciendo
temblar la isla entera.

Un volcán estalló, la lava sin tener lugar a donde ir excepto… a todas partes. Grandes grietas
aparecieron en el suelo, una red de destrucción. Inhaló el humo y tosió. Cuando se calmó, lo
peor de su furia dejada en aquella destrucción, volvió a la fortaleza.

Si algo malo había pasado mientras ella se había ido…

Torin y el tácito femenino no estaban donde los había dejado. Se transportó escaleras arriba.
Otro demonio captó su atención. Este tenía su pecho cubierto de cicatrices y sus piernas
cubiertas por un color de piel carmín. Radiaba una oscura amenaza cuando rugió y arremetió
contra Lucien, quien destelló una espada antes de transportarse detrás de él y mover la
espada desde un ángulo diferente. Mientras tanto, Sabin roció al Tácito con un lanzallamas al
igual que Gideon vaciaba su semi automática en el.

-¡Mi turno! –Gritó Keeley. Iba a disfrutar esto.

Para su sorpresa, los amigos de Torin se detuvieron a mitad de su ataque, dándole el espacio
que ella necesitaba. Se transportó sobre los hombros de la criatura y envolvió las piernas
alrededor de su cuello. Cuando el tácito logró agarrarla y lanzarla al suelo –buena suerte,
bastardo- ella tomó el cuerno venenoso que aún conservaba y lo clavó en uno de sus ojos. El
tácito gritó de dolor, sus músculos agarrotándose. Se dejó caer, aplastándola contra el suelo,
inmóvil. Keeley se arrastró por debajo de él hasta ponerse de pie, y escupió sobre él.
Termínalo. Arranca su cabeza y su corazón y luego quema las partes. No había necesidad de
correr riesgos. Uno menos. Faltan tres. Se transportó por toda la casa, buscando a las tres
bestias restantes en la habitación trabajando juntos.

Los dos tácitos masculinos eran tan altos y anchos como montañas vivientes. Uno era calvo,
con sombras bailando en su cráneo. Sombras que eran gruesas, negras y pútridas. El otro tenía
cuchillas en lugar de cabello. Pequeñas pero letales, se dispararon desde su cuero cabelludo,
cada una de ellas reluciente de sangre.

Uno de los amigos de Torin estaba inmóvil y tranquilo sobre el suelo. Aeron, el que estaba
llenos de tatuajes. Keeley no se permitió estudiarlo muy de cerca. Aún no. Sus emociones… Los
muros de la fortaleza comenzaron a temblar otra vez. Calma. Mantente firme.

Torin se paró frente a su amigo, luchando con la espada contra Cara de pico. Keeley se detuvo
por un momento, atrapada por la vista. Que inquietamente macabra imagen eran. El picudo

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El Toque Más Oscuro

villano cuyos movimientos eran tan fluidos como el agua, y el héroe angelical quien tenía cada
movimiento calculado metódicamente. La mujer se transportó detrás de él, pero él esperaba
esa acción y giró, recibiéndola con la punta de su espada.

Antes de que pudiera asestarle un golpe mortal, la mujer se desvaneció, apareciendo a su


izquierda. Keeley se transportó hacia ella, con la intención de un ataque furtivo al igual que
hizo otro de los amigos de Torin, que se deslizó por la habitación sobre sus rodillas, golpeando
los pies de Keeley y los del tácito haciéndolos caer por error,

-Lo siento, lo siento. –Corrió lejos.

-No te preocupes. –Respondió Keeley.

Torin levantó su espada para apuñalar a Cara de pico, pero hizo una pausa cuando vio a
Keeley. Aquella pausa le costó. Cara de pico aprovechó la oportunidad para patearlo en el
estómago, lanzándolo hacia atrás, a través de la pared hacia la otra habitación. El temblor de
los muros se intensificó.

Keeley transportó la espada de Torin a su propia mano y luego se transportó, y volvió a


transportarse, yendo de un lugar a otro hasta que el tácito no pudo bloquearla. Y cuando
finalmente la criatura estaba moviéndose en círculos, batiéndose en el aire, Keeley apareció
como un susurro y la apuñaló en el cuello, luego bajó la afilada hoja hacia abajo… abajo… hasta
dividir el estómago y la pelvis de Cara de pico en dos, liberando la hoja por entre sus muslos.
La sangre brotó tanto como la hembra gritaba en agonía hasta dejarse caer. Keeley sonrió.

-¿Disfrutaste eso? Porque yo sí.

El guerrero poseído por un demonio que había noqueado a Keeley estaba lo suficiente cerca
del Tácito caído para remover la cabeza de su cuerpo. Dos abajo. Faltan dos. Torin giró y miró a
Keeley.

-¿Estás bien?

-Mejor que ella.

-Gideon está en peligro- Alguien grito desde abajo.

Keeley se transportó, no tuvo problema en adivinar quién era Gideon. El guerrero de cabello
azul estaba medio arrastrándose y de espaldas. El tácito con las sombras que manaban de su
cabeza tenía el brazo levantado, garras alargadas, y listo para atacar.

-¡No!

Se transportó al otro lado de la fortaleza junto a Gideon al mismo tiempo que el tácito se
transportó hacia ella, balanceando su brazo hacia abajo… abajo… había sido su plan desde el
principio. El ácido en sus garras atravesaron su garganta, cortando su grito de agonía antes de
que siquiera pudiera formarlo. El grito de negación de Torin sonó en sus oídos mientras caía
contra el suelo. Nunca se había quemado… tan… mal. Pensamientos, rompiéndose.

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El Toque Más Oscuro

Aunque su visión se nubló con manchas negras, ella fue testigo del enfoque de Torin hacia el
sonriente Tácito para luego perderlo de vista entre las sombras que manaban de la herida en
su cabeza, cerrándose alrededor de ellos. No. ¡No! Pero las sombras comenzaron a
desvanecerse tan rápido como habían aparecido, revelando a un Torin con un corazón latiendo
sobre su palma. Mientras el Tácito caía de rodillas, jadeando de dolor, Torin metió el corazón
en su boca. Su guerrero sacó su espada y golpeó. La cabeza de la criatura cayó en el suelo y
rodó lejos. El resto del cuerpo se desplomó hacia delante y cayó por las escaleras.

-Princesa- Dijo Torin, agachándose a su lado. Sus manos ahuecaron sus mejillas. Él contuvo el
aliento-Lo siento. Lo siento. Manché el lado izquierdo de tu cara con sangre.

No te preocupes por eso, intentó decir, pero tuvo problemas al querer mover su boca. El vacío

negro consumió el resto de su visión. Alrededor de ella, ruidos de batallas. Gruñidos. Metal
cortando a través de huesos. Estallidos. Maldiciones. Otro golpe. Entonces algo suave se
deslizó sobre su rostro.

-Quédate conmigo. -La masculina esencia de Torin la envolvía – Aeron está vivo. Todos
sobrevivieron. Espero lo mismo de ti. ¿Me escuchaste?

Sangre cayendo por las comisuras de su boca. ¡Genial! ¿Cuán poco atractivo era eso?

-Vincúlate a mí–el continuó- Hazlo. Toma mi fuerza. Todo lo que necesites. -Hubo un susurro
de ropas.

¿Él quiere unirse a mí? Felicidad…

Torin debió haberse arrancado la camisa porque lo siguiente que supo, era que él estaba
presionando la suave tela de algodón en la herida de su cuello.

-No tienes nada más que hacer que mejorar. Y lo harás. He estado allí. He tenido mi garganta
cortada y lo supere. Tú también lo harás Eres más fuerte que cualquier persona que conozco.
Sanarás. Es una orden princesa.

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Capítulo Diecinueve
Torin observó a Keeley, quién yacía es su cama. Quieta, tan quieta. Él durmió en este cuarto
por cientos de años, soñando que un día una mujer podría descansar al lado suyo. Pero esto
estaba tan lejos de un posible sueño… esto era una pesadilla. Las sábanas estaban empapadas
en su sangre. Su Hada de Azúcar estaba muriendo.

-No. ¡No! Me niego a perderte. ¿Me oyes? – Le gritó las palabras a una inconsciente Keeley.

Ella lo tocó, una y otra vez, enfrentando las consecuencias. Así no sería como ella muriera. Ella
nunca morirá…La necesito demasiado.

El día en que Torin fue a la prisión con Mari, Danika le dio un retrato. Como sus Ojos Todo lo
ven, Danika a menudo tenía visiones del futuro, y más lejos, ella nunca estuvo equivocada. En
este particular retrato, Torin estaba reclinado en una silla de cuero negro, con una copa…o
algo…en una mano, y un cigarro en la otra. Él estaba rodeado de personas, disfrutando la vida.
La suya y la de ellos. La sonrisa en su cara lo sugiere, él estaba sublimemente feliz sin
preocupaciones o necesidades insatisfechas. Si ese iba a ser su futuro, Keeley tenía que
sobrevivir. Tan simple como eso.

Él aplicó presión a sus heridas… y ellas dejaron de sangrar. Pero mientras miraba, su pecho se
quedó quieto, ya no subiendo y bajando. Ya no respiraba.

Golpeó su esternón, un minuto…tic tac… dos y tres. La herida en su cuello se volvió a abrir. La
sangre que ella necesitaba desesperadamente era derramada. Él retrocedió, mientras gritaba –
¡Vamos Keys! ¡Saná! – el silencio que le siguió fue cortado por él. – ¡Por favor! Tienes idea de
lo importante que eres para mí? – Una vez más silencio. Pero… ella no podría saberlo. Nunca
se lo había dicho.

Con un grito surgido de lo más profundo de su alma, hizo un agujero en la pared, dando la
bienvenida al dolor en sus nudillos. Él nunca debió permitirle a Keeley quedarse aquí. Él debió
haber encontrado la fuerza para alejarse de ella por segunda vez. Y para siempre. Su debilidad
le había costado. Le había costado a ella.

No era la manera en la que lo había previsto. – ¡Keeley! ¿Me estás escuchando?— Tiró la
cómoda, los cajones se desparramaron por el suelo. Se echó sobre la mesita de noche y
pisoteó los restos. – Estás en mi cama. Dijiste que podía ser el jefe aquí. Te he dicho que hacer,
¡hazlo!— Pero ella no lo hizo.

Cada inhalación ardía en su pecho, arrancó la instalación de luz de la pared y la lanzó a través
de la habitación, añadiendo un nuevo hoyo a su colección. Él se preocupaba por esa mujer. Se
preocupaba, tan condenadamente, demasiado. Viéndola así, tan indefensa en contra de una
herida que no había causado pero no la había protegido de… algo se rompió en su interior. Los
últimos fragmentos de su humanidad, quizás. Cayó sobre sus rodillas. Se sentía como un
animal, hambriento y desesperado. Absolutamente salvaje. Inconsolable.

-Cálmate-le dijo Lucien, apareciendo a su lado.

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El Toque Más Oscuro

-¿Calmarme? Por qué no te callas demonios-La puerta se abrió de golpe antes de que pudiera
terminar de insultar a su amigo, y Danika corrió dentro de su habitación, llevando un frasco
de… ¿tierra?.

-Sienna me, me trajo de vuelta- dijo ella, parando a un lado de la cama para volcar la …sí…
tierra. El olor de la tierra llenó el aire mientras los granos cubrieron la herida de Keeley.

Torin estaba de pie y al lado de Danika antes de que pudiera terminar, agarrando su rostro,
casi frotando su nariz contra la de ella. Al darse cuenta de lo cerca que estaba, retrocedió unos
centímetros.

-Es mejor que tengas una buena razón para hacer eso. Sino... - Los ojos de Danika se
ampliaron con un repentino miedo.

-La tiene- dijo una voz desde la entrada. Le pertenecía a su hombre. - Ella tuvo una visión, y
ésta le mostró como ayudar a tu chica- El guardián del Dolor estaba de pie con los brazos
cruzados en el pecho, mirando expectante a Torin. – Aléjate de Danika, o nosotros tendremos
un problema, mi amigo-.

Incluso no puedo desafiar a mis amigos sin poner sus vidas en riesgo. Apretando sus dientes,
se irguió y apartó. Danika dio un suspiro de alivio y continuó. -Voy a agacharme y asegurarme
que la tierra entre en el corte, ¿okay?-.

-¿Por qué?-ladró.

Ella se estremeció ante su vehemencia y le dijo – ¿Conoces el dicho de sólo frotar un poco de
tierra en ella?. Aparentemente, eso vino de su especie. Los Curadores. Keeley está unida a la
tierra y sus temporadas, significa que ella está unida a sus elementos. Ellos pueden ayudarla-
Se dio cuenta que… tenía sentido. Arrastro a Danika fuera de su camino sin llegar a tocarla y se
agachó al lado de Keeley. Él gentilmente trabajó la tierra dentro de su herida. Por primera vez
desde que la vio caer bajo el ataque de Los Tácitos, tuvo esperanza.

-Torin-lo llamo Danika -¿Estás seguro que deberías estar haciendo esto?. Eres… –

-Tengo guantes – le gruñó. El no pondría en riesgo a Keeley, no de nuevo. Él sólo… él tenía que
tocarla de alguna manera.

-Lo sé, pero… – Danika lamió sus labios mientras él la inmovilizó con la mirada. – olvídalo.-

Los próximos minutos de un silencio antinatural fueron una tortura. Esperó, pero la condición
de Keeley nunca mejoró. Frotó la tierra con más fuerza, incluso manipulando las lágrimas en su
piel para que la tierra penetrara más hondo. Algo ardió detrás de sus ojos.

-No lo entiendo—dijo Danika. – Se supone que funcionaría.—

Torin se levantó, le quitó el frasco de las manos a Danika y lo llenó con agua. Si un elemento
puede ayudar, seguramente dos ayudarían más. Con sumo cuidado puso agua sobre la herida.
Ella siguió en silencio, quieta. Todavía quieta. La esperanza murió; fue un rápido y brutal
asesinato.

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Enfermedad dio una muy familiar y odiada risa.

Gritando en negación después de la negación dentro de su cabeza, presionó su frente contra el


colchón. La perdía. No. No. Pero lo hacía. Perdería a su hermosa Hada de Azúcar. ¡No! Los
monstruos deberían morir, no los ángeles. No era justo. ¿Cuándo la vida… o la muerte… había
sido justa? Este era el fin. El precio del mal… oscuridad. No la de ella, pero si la suya. Los
Tácitos. Malas cosas pasaron porque criaturas como esas estaban libres. Ahora, al reloj de
Keeley no le quedaba más segundos de vida.

¿Cómo se supone que voy a seguir?

-¿Torin?—lo llamo Danika.

-Sal.-Keeley no hubiera querido que nadie la viera de esta manera. – En los próximos segundos,
no voy a hacerme responsable por mis acciones.-

-Pero…–

-¡Ahora!. – lágrimas caían por su barbilla, se juntaron con el líquido que aún tenía que
absorber su herida.

El entumecimiento estaba por dejarlo – ¿A quién estaba engañando? Lo había dejado hace
mucho tiempo atrás. Él iba a destrozar este cuarto, su fortaleza, y entonces el mundo entero.

Nadie estaría a salvo de su ira.

-Espera. Creo que está respirando. – insistió Danika.

Levantó su cabeza de golpe. Keeley seguía con los ojos cerrados, pero ella estaba -¡Sí!- ella
estaba respirando, su pecho subía… bajaba… y subía otra vez. ¡Estaba viva!

-Keeley, Cariño.- Su cabeza cayó hacia él mientras ella gemía. -Estoy aquí, princesa. Estoy aquí.
No voy a dejar que nadie vuelva a lastimarte, jamás.-ni siquiera yo. ***

Keeley se estiro y parpadeó para despertarse por completo. Cuando registró su alrededor,

Frunció el ceño y se sentó. Estaba en una habitación desconocida, y había hoyos por todas las
paredes. Cada uno de los muebles…menos la cama…estaba volcado y en ruinas. Interesante
elección de decorado. La luz del sol se filtraba por el gran ventanal, iluminando la monstruosa
cama tamaño King que ella ocupaba… sola. La cama estaba hundida del otro lado, haciéndole
pensar que alguien había dormido con ella. ¿Torin?.

Ese pensamiento la emociono. Pero, ¿Dónde estaba él?. Una voz desde las sombras respondió
su pregunta no formulada. – Está con sus amigos. Ellos quieren hacerte preguntas cuando
despiertes, pero él se está negando. –

Una voz que ella reconoció. Sonriendo, dijo, –Galen. –

-Nadie más. –

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El Toque Más Oscuro

Su mirada viajo por todo el cuarto por segunda vez mientras buscaba su ubicación. Él se sentó
en una esquina en el medio de los pedazos de madera rota. Fuerte y robusto, con sus alas
varios centímetros más largas.

-Te arriesgas un montón, viniendo aquí. – Él asintió con la cabeza mientras se levantaba. Se
aproximó a ella.

-Eso hice. –

-¿Para dañar a Torin? – por mucho que a ella le gustara el guerrero, su convivencia con él
estaba empezando a molestarla. Torin era su hombre, y la había apoyado, eligiéndola a ella
por sobre sus amigos. ¿Qué clase de novia sería si ella confraternizaba con su enemigo?

-No. Torin no tiene nada que ver con esto.- Galen se sentó a su lado, apretado junto a ella. – O
incluso la venganza. –

Interesante. Todavía estoy privada del tacto, seguramente. La cercanía debería afectarme a
pesar de mi falta de atracción por él. Pero no había cosquilleo. Ningún estremecimiento.
¿Torin la había jodido para todos los demás?

-¿Ya no lo odias?—le preguntó ella.

-Oh, lo odio. –sonrió con frialdad. – Siempre lo odiaré. Él fue uno de mis más cercanos amigos
sino es que el más cercano. Pero el no confió en mí, sigue creyendo que soy el único que
reveló nuestro plan para robar la caja de Pandora de Zeus. –

-¿No lo hiciste?. –

-Por supuesto. ¿Pero no me escuchaste? Él debió confiar en mí. –

Ella rodó los ojos. – Entonces, la parte culpable, se enojó con la parte inocente por atreverse a
reaccionar ante una traición con dolor y enojo. Típico. – Sin vergüenza, el asintió con la
cabeza.

- Eso lo resume todo, sí. –

-Y tú, él culpable, guardas rencor. –

Su sonrisa volvió, pero esta vez, hubo un poco de calidez en ella. – Me gusta lo que me
atribuyes. –

Otra rodada de ojos. – ¿Por qué estás aquí? y si me dices que estás enamorado de mí y me
quieres tener, en serio voy a tener que destriparte. Le pertenezco a Torin. Él lo dijo.-y es mejor
que no haya cambiado de parecer. ¡Habría un infierno para pagar!

-Eso está bien, porque no eres mi tipo. –

-¡Hey! ¿No te gustan las chicas valientes con problemas de temperamento? –

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El Toque Más Oscuro

Juguetonamente le movió la punta de su nariz. – no eres Legion, entonces, no. – él pensó por
un minuto, frunciendo el ceño. – Supongo que debería llamarla Honey. Así es como los señores
están llamándola. Aparentemente, ella se reinventó. Parte de su recuperación. –

Fragmentos de sus conversaciones pasadas flotaron por la mente de Keeley, ella suspiró. –
Esta Legion parece una dulce chica-Un enemigo al que le daría su virginidad…y luego trató de
matarlo. No sólo en broma, realmente lo envenenó. Entonces ella había huido de él. Él había
ido tras ella, con la intención de impartir su venganza, sólo para ser frenado por la guerra con
los Señores. Durante ese tiempo, Legion…Honey… de alguna manera terminó en el infierno,
donde fue torturada sin piedad. – ¿Tú estás aquí para robarla lejos?—

Él se encogió de hombros.– No lo sé. Tal vez. Primero, sólo quiero hablar con ella.–

-Bueno, hazme un favor, no. Todavía no. Esta gente sólo acaba de tener a Torin de vuelta y
conocerme. Por no mencionar la batalla con Los Tácitos. Ellos están un poco abrumados, estoy
segura, y no reaccionaran bien con otra perturbación. – Además, ahora ella no tenía ganas de
explicar su asociación con Galen. Ella y Torin estaban haciendo, finalmente, un progreso. No
hay razón para meter la pata.

-No quiera herirla.-le dijo Galen. – Ella ya ha sido herida lo suficiente. Y nadie debe saber que
estoy aquí, tienes mi palabra. Pero necesito tu ayuda. Hay algún tipo de bloqueo en su
habitación y no puedo entrar. –

Una cosa era que lo ayudara a llegar a un lugar seguro, pero otra muy diferente, era que le
permitiera andar libremente por la casa de Torin. – Dame algo de tiempo. Pronto Torin me
deberá unos favores, y podré hacer que los Señores del Inframundo aprueben una reunión
contigo y Honey. –

Galen estrechó sus ojos, sombras hacían que el azul pareciese negro. – Hay un pequeño
problema con tu plan. Yo no quiero esperar. –

Le palmeó la parte de atrás de la cabeza. – Pobre cerebro masculino dañado. ¿Piensas que te
estoy dando una opción? – El abrió la boca para responder, pero ella le puso un dedo
demandando silencio. Sus orejas estaban temblando… Pasos, ¡se dio cuenta! Alguien se estaba
aproximando a la puerta de la habitación.

-Después. – le dijo ella. Y, destello a Galen al otro lado del mundo. Ella pudo haberlo destellado
a otro reino, atrapándolo, pero ella tenía algunos escrúpulos. Estaban manchados, pero
seguían ahí. Tal vez.

Ella se apresuró y peinó su pelo con los dedos y alisó la nueva remera de Torin, que tenía
impreso “Reyes es el mayor Dolor” preparándose para su próxima visita. Que ella esperaba
fuera su encantador. Ellos tenían un par de cosas que discutir. Galen, sí. Pero también está su
relación. Las cosas habían cambiado. Ambos lo sabían. Pronto la decisión más fuerte tendría
que ser hecha.

¿Qué estaba haciendo él para que las cosas entre ellos funcionaran? ¿Qué querían el uno del
otro? ¿Cómo deberían de proceder?

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El Toque Más Oscuro

Estaba tan emocionada sobre las posibles respuestas, pero también recelosa. Como se temía,
que él pudiera haber cambiado de opinión… de nuevo. Bueno, ¡ella le mostraría!

Keeley, de un destello, alejó los muebles rotos y reemplazó cada pedazo con algo propio. Me
estoy mudando, y eso es todo. Intenta deshacerte de mí, encantador. Te reto.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Veinte
Torin se golpeó subiendo por las escaleras, todos sus nervios en carne viva. Varios de sus
amigos venían arrastrándose detrás de él, y se preguntó por qué demonios había estado tan
ansioso por volver a la fortaleza.

-Sólo quiero hablar con ella, –dijo Sabin. – Seré amable, lo prometo.

Tal vez lo sería. Pero la versión de Sabin de -amable- significaba dejar a su oponente con vida
…al borde de la muerte…,pero vivo. El hombre no se había dado cuenta que el -agradable- de
Keeley se parecía al suyo como un día en el spa.

-Olvídalo.

-Permíteme darle las gracias por salvar a Gideon –dijo Scarlet.

-Más tarde.

-Déjame hablar con ella acerca de la búsqueda de Cameo y Viola, –dijo Aeron. – Sé que no
podíamos hablarle mientras estuviera sanándose, pero ella está mejor. ¿Cierto?

-Cierto. Pero yo me encargare de eso.

-¿Qué pasa con el poder de Sienna?, –Preguntó París. – Keeley prometió respuestas.

-Y ella las dará. Solamente no hoy. Entonces, ¿qué pasó con Taliyah? –Preguntó, cambiando de
tema antes de que nadie pudiera protestar. – ¿Alguien averiguo por qué quería la fortaleza
que teníamos en el Reino de Sangre y Sombras?

Taliyah era la hermana mayor de Gwen y Kaia y, francamente, era más fría que el hielo. Estaba
bastante seguro que sufriría de congelación sólo por tener una conversación con ella. Era el
por qué ella era la única mujer en la tierra por la que había solicitado a William hacer aquella
cosa de fusión. Ella era también la única mujer en la tierra a la que William se había negado a
tocar.

-Todavía no lo sabemos, –Strider respondió. –Taliyah la necesita más pronto de lo que


esperábamos, y no podemos dar con ella. Ella ni siquiera vendrá a nosotros. ¿Por su decisión?

-¿Qué hay de William? ¿Sabe el de mi regreso? –Torin se asombró por lo mucho que había
echado de menos al tipo.

Strider negó con la cabeza. –Todavía no, pero no te preocupes. Él va a aparecer más temprano
que tarde. No dejara a Gilly y a su planificación de fiesta de cumpleaños por mucho tiempo.

-Querido diario, –Anya murmuró. – Han pasado tres horas desde que maté a alguien. De más
está decir, la vida apesta. Mi hermoso prometido se niega a dejar que mate a la criatura más
repugnante que haya existido. Ni siquiera me deja darle unas cuantas puñaladitas
superficiales. Estoy pensando en romper con él.

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El Toque Más Oscuro

-Yo no lo recomendaría, –respondió Reyes. –Él tal vez no vuelva a pedirte matrimonio.

Ella abrió la boca con indignación. – Lucien. ¡Dile!

-Lo haría –Lucien le dijo.

Bien, quizás era algo agradable estar de vuelta en medio de la rareza.

-De todos modos, –dijo Anya. –Torin, ¿recuerdas a esos niños que salvamos de Galen y su
gente hace un tiempo? ¿Los que tenían habilidades sobrenaturales? Bueno, aún después de
que les encontramos nuevos hogares, me mantuve en contacto, cuidando de ellos. Soy así de
buena. Y lo están haciendo bien, por cierto. Excepto por uno. Se escapó. Necesito que le digas
a la Reina Roja que lo encuentre.

-Le preguntaré. –Una pequeña sonrisa apareció en la boca de Torin al llegar a la puerta de su
dormitorio. –Bueno, todo el mundo. Aquí es donde nos separamos. –En medio de abucheos y
silbidos, se abrió paso en el interior. Sosteniendo la bandeja con una gran pila de desayuno,
pateó la puerta para cerrarla.

Él perdió la sonrisa al percatarse de la condición de su habitación. Qué. Demonios? Había


montañas de joyas y oro en cada esquina. Tantas que no estaba seguro de cómo el suelo
estaba soportando el peso. Había plantas en macetas colgando del techo. Una gran cantidad
de ropa femenina desbordaba su armario. Vestidos como el que Keeley había llevado durante
la pelea, viéndose como una versión estrella-porno de un reina malvada, volviéndolo
completamente loco. Había un chaise longue animal print con un manto de negro terciopelo
cubriéndolo sobre el borde. Una mesa de porcelana cobalto y flores de bronce. Un gran espejo
oval con querubines bailando alrededor de los lados. Y grabada sobre sus muchas pantallas de
ordenador había recordatorios para mutilar o matar a ciertas personas.

-¡Sorpresa!, –Dijo. –Te he ahorrado la molestia de tener que pedirme que me mude. De nada.
– Su Hada de Azúcar se reclinó en el centro de la cama, las cubiertas esponjosas alrededor de
ella. El entusiasmo brilló en su mirada azul bebé. Su Pelo de oro cayendo desordenado sobre el
colchón.

Como cada vez antes, fue golpeado por la repentina urgencia de llegar a ella y tomarla, su
sangre hirviendo al rojo vivo. Él se dio ánimos a sí mismo. «Mi voluntad es de hierro. Soy lo
suficientemente fuerte para resistir a la tentación, incluso al Huracán de sensualidad Keeley»

-¿Estas segura que vivir juntos es inteligente? –Puso la bandeja sobre la nueva mesa de noche,
un pedazo de madera con la frase -rollo de una noche- grabado en la parte superior, luego
descendiendo a su lado.

-Encontraremos una forma –dijo. Sería mejor que la encontraran rápido. – ¿Cómo te sientes?

-Al cien por ciento.

-¿Pero...?

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El Toque Más Oscuro

Ella estudió su cara, inhalando profundamente, sostuvo el aliento... entonces se puso de pie y
se acercó al cuarto de baño, sin molestarse en cerrar la puerta detrás de ella. Jugueteó con las
perillas de la ducha, calculando, y pronto el agua salió en chorros. Se desnudó, casi matándolo,
y dio un paso en el interior, para luego lavarse con los productos favoritos de Torin, el aroma a
sándalo suavemente cubriendo el aire.

El cristal que separaba la ducha del resto de la habitación no se empaño, lo que le permitió ver
a sus pezones endurecerse... el temblor de su vientre. ¿Estaba pensando en él? ¿Deseando que
sus manos estuvieran sobre ella? ¿Su cuerpo apretado detrás del suyo? Tan apretado como un
arco. En trance, se dirigió al cuarto de baño y se sentó en la tapa del inodoro. Su erección
estaba tan dura como un tubo de acero, pero tuvo que ignorarla.

-Pero, –insistió.

-Puedo adivinar lo que vas a hacer ahora, y no me gusta.

-¿Y qué es eso?

-Algo cruel para tratar de deshacerte de mí.

-No lo haría.

Ella continuó como si no hubiera hablado. – Soy más que la inmortal más poderosa de la tierra,
sabes. Soy una persona. ¡Con sentimientos y todo! Yo valgo más que un barril de whisky.

-Tú vales más que nada –dijo en voz baja.

-Tengo un corazón y es muy capaz de ser rot- Espera. ¿Qué? –Preguntó.

La única fantasía que él jamás había tenido salió de la ducha, las gotitas de agua deslizándose
por su forma deliciosa. «No mires». Se quedó mirando, su sangre quemando más y más
caliente. Oh, él quería lamer cada gotita fuera.

-No quiero separarme de ti. –Se puso de pie, ignorando el tirón de ir hasta ella, tocarle y
rogarle. Se movió por la habitación, creando distancia. –Pero no puedo seguir lastimándote.
Vivir en la misma habitación aumenta nuestras posibilidades de contacto.

-Cuando fuimos cuidadosos, tú no me lastimaste.

-Qué pasa si no tengo cuidado la próxima vez?

--Qué pasa si…- una mierda. Es mi vida, mi decisión. -La culpa...

Ella levantó la barbilla. – Que se joda la culpa. Puedes hacer eso por mí... ¿no? –Su
incertidumbre corto a través de su corazón como un cuchillo.

-Es un milagro que hayas sobrevivido a mis toques en el pasado. Muy pocos logran tal hazaña
ni una sola vez, pero tú lo has hecho tres veces. ¿Qué pasará la cuarta vez? ¿La quinta? Un día,
si las cosas siguen a toda velocidad por el mismo camino, no vas a recuperarte. Preferiría morir
antes que dejar que eso suceda, Keys.

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El Toque Más Oscuro

Sus labios se abrieron mientras ella luchaba por formular una respuesta. ¿Por qué no decirle el
resto? Sólo ponerlo todo ahí fuera – Tú eres especial para mí. Me preocupo por ti. Pudiste
haberme asesinado una y otra vez, y no lo hiciste. Deberías tenerme miedo, pero nunca lo
tuviste. Tú deberías odiarme, pero pareces no ser capaz de hacerlo. Deberías evitarme, sin
embargo, no haces más que acercarme. Quiero lo mejor para ti. Pero lo mejor no soy yo.

-Oh, Torin. –Poco a poco se acercó a él, sus movimientos tan fluidos como el agua que seguía
goteando de ella. – Eres el mejor.Él se apartó de ella. Sus piernas golpearon el borde de la
cama y cayó sobre el colchón, rebotando. Ella solamente siguió viniendo hasta que estuvo de
pie directamente en frente de él. Desnuda. Tan gloriosamente desnuda.-Tú eres especial para
mí, – dijo. – Ya te lo he dicho. Pero lo que no sabes es que me preocupo por ti también, y
quiero lo mejor para ti. ¿Y Torin? Soy lo mejor. ¿Me has visto luchar, sí? ¿Y el grado de mi
poder? Yo podría hacer más, mostrarte más, si no fuera por el azufre. Estarías tan
impresionado.

Su desesperación por hacerle creer sus afirmaciones era otro cuchillo en el corazón. Él quiso
prometerle quitarse el azufre inmediatamente. Pero habría sido una mentira. Olvidar la
necesidad de tener un arma contra ella. Ya no tenía nada que ver con eso. Tan salvaje como su
temperamento podría ser, alguien tenía que ser capaz de negar sus habilidades al instante en
el momento necesario. Y como no podía tolerar el pensamiento de alguien más poniendo sus
manos sobre ella, la carga caía sobre él.

-Quiero tanto pertenecerte, –continuó. – No sólo de palabra sino de hecho. Me duele no estar
contigo, todo el tiempo.

-Keys – ¿Podía oír su desesperación?

-No. La princesa sigue hablando. Me dijiste que me uniera a ti, y lo hice. Pero, Torin, tengo que
admitir la verdad. Lo hice mucho antes de que incluso me lo pidieras. ¡Y no me arrepiento! Ya
no. No quise que ocurriera y trate de detenerlo, pero tú, mi dulce guerrero, eres irresistible.
Pero no te preocupes, sin embargo. No soy un parásito. Yo no tomo nada más, también doy.
¿Te has dado cuenta que eres más fuerte ahora, y yo también? Un día dejaré de enfermarme.

Seguramente. Tu demonio se quedará sin enfermedades. Durare más que él. Sólo espera y
observa.

Miles de emociones golpearon a través de él. ¿Delante de todas? La excitación. Ellos se


unieron. Ella y él. Conectados de una forma que él nunca se había imaginado posible, no para
él. Unos pasos detrás de la excitación estaba la esperanza, el miedo, la alegría. La posesividad-
«ella es verdaderamente mía».Y temor. Entonces aún más excitación. Tanta excitación... Ella le
estaba rogando por una oportunidad de estar juntos. Rogándole con la mirada encapuchada,
pesada de sus ojos. Con la suavidad de su voz. Con los temblores barriendo a través de su
pequeña figura encantadora. Su Hada de Azúcar no debería tener que pedir nada.

«Estoy perdido».

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El Toque Más Oscuro

Y ella... ella era la seducción cruda, el pecado en carne y hueso. Y que carne tan exquisita era,
espolvoreada con rosa y tan deliciosamente humedad. Se había dicho a sí mismo que era
fuerte, pero en realidad era débil. Con ella, siempre había sido débil.

-Y si…

-¿Y si disfrutamos de nosotros mismos y nada malo pasa?, –Terminó por él. No era lo que
había querido decir, pero las palabras fueron acompañadas por una esperanza que nunca
había sido capaz de resistir. ¿Y si ella estaba en lo cierto?

-Si hacemos esto, –dijo, – lo haremos sin contacto de piel contra piel. De acuerdo. –No era una
pregunta, sino una demanda, una que él había pronunciado involuntariamente con toda la
necesidad desigual encerrada dentro de él.

-No. Si la única manera de hacerme totalmente inmune a tu demonio es aguantando cada una
de sus enfermedades, entonces tengo…

-No, –La interrumpió. – No después de todo lo que has pasado. No habrá más enfermedades
para ti. Y, ¿Keys? No estaba buscando tener una conversación sobre esto. De acuerdo.

Se lamió los labios. Esperando a que ella asintiera, aun a regañadientes, estaba demostrando
ser una de las torturas más grandes de su vida. Pero cuando lo hizo, él no perdió el tiempo. La
cogió en brazos y la colocó encima de su regazo. Ella jadeó ante el contacto. Él siseó,
electrificado, y se giró para presionarla contra el colchón. Sus exuberantes pechos se
balancearon, y sus pezones, tan rosas como las frambuesas, lo hipnotizaron.

Ella hizo rodar sus caderas hacia arriba, buscando, tanto de él como pudo. La visión de ella... su
olor... lo mejor del verano -flores recién florecidas, álamo y el almizcle de su excitación- todo
mezclado con las notas más oscuras de su propio olor. Los sonidos que ella hacia... quejidos y
gemidos y pequeños dulces ronroneos. No podía tener suficiente. Atrapado en un desierto la
mayor parte de su vida, finalmente había encontrado un oasis. – Las cosas que quiero hacer
contigo...

Su mirada cielo le suplicó. – Hazlas. –Una demanda tan desigual como la suya. – Todas ellas.

Él curvo los dedos debajo de sus rodillas, y ella contuvo el aliento. Al igual que antes, podía
sentir el calor de su piel a través de la tela de los guantes mientras colocaba sus piernas fuera
de sus caderas, abriéndolas bajo su mirada. Bonita, rosada y mojada por una miel para él. Sólo
para él. Quería probarla tan desesperadamente, maldijo a su demonio.

La risa sonó en el fondo de su mente. Tal vez había una manera. Sólo tenía que pensar. Pero su
mente y su cuerpo se preocupaban por una sola cosa: estar dentro de ella. Dejó a sus manos
vagar arriba y arriba, rozándole entre sus piernas, acariciándole, burlándose de ella. Su jadeo
era una caricia para sus oídos. Continuó su deslizamiento hacia arriba finalmente ahuecando
sus pechos, sus pezones amoldándose justo frente a sus ojos. Delicioso.

La risa se detuvo.

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El Toque Más Oscuro

O tal vez estaba tan enfocado sobre la mujer extendida para su placer, que no podía oírla más.
Mientras acariciaba con la yema de su pulgar sobre la cresta de color rosa, ella se arqueó
arriba y abajo, persiguiendo la sensación, como si sus burlas fueran demasiado. Poco dispuesto
a ceder su control sobre ella, rastreo todo el camino a la cama, trabajado sus muslos debajo de
su culo, atrayéndola más cerca, presionando su más íntima necesidad contra el frente de sus
pantalones, donde su erección se tensaba por la libertad. Rotando sus caderas una y otra vez,
se permitió moverse contra ella, con ella, atormentándolos a los dos.

-Torin, –ella gimió con voz áspera. – Estoy tan cerca…

Él la quería más cerca todavía. La levantó, sosteniendo sus piernas contra sus lados de modo
que sólo la cabeza y los hombros permanecieron en el colchón, aumentando la intensidad y la
velocidad de sus empujes dando vueltas. Presión construyéndose en la base de su columna, tal
deliciosa presión.

-Ojalá estuviera dentro de ti –graznó. Nunca había experimentado tanta prisa como ahora,
pero sabía instintivamente que el siguiente paso lo sobrepasaría lejos.

-Sí. –Ella tembló salvajemente. – Sí. Dentro de mí. Por Favor.

Era la primera vez que había oído la palabra -por favor- de sus labios, sin ser soltada como una
amenaza o una burla, y oh, le afectó. Su control se resistió contra las riendas. «No puedo. No
voy a...» Pero él empujaba. Empujando. Y empujando contra ella. Duro. Más Fuerte. Tan fuerte
que su cabeza golpeaba contra el cabecero de la cama.

Ella puso su peso sobre sus codos y levantó sus caderas aún más alto. La fricción... la felicidad...
De alguna manera ella se las arregló para tomar el control, subiendo y bajando. Aún más
fuerte. Aún más rápido. El control, casi desapareciendo. Los labios tiraron apretándose sobre
sus dientes, él liberó sus piernas y agarró sus caderas para ayudarle más fácilmente a
deslizarse. Sus miradas se encontraron. ¿Sus ojos brillaban tan salvajemente como los de ella?

-Beso –dijo ella .

Sí. Su boca era exuberante y húmeda, implorando por la suya. - No.

-Por favor –dijo de nuevo.

Él sabía que ella había llegado al punto en que nada importaba excepto la próxima ola de
placer. El futuro había dejado de existir para ella. -No –dijo de nuevo. Vio como ella succiono
su labio inferior, apretando sus dientes sobre este, y él casi se corrió. – No... no podemos... Lo
acordamos. –Esto tendría que ser suficiente.

-Podemos. Debemos. Perdóname –dijo ella, sentándose.

Él se inclinó hacia atrás, impidiendo a sus pechos chocarse, sus labios encontrando los suyos.
Muy en el fondo él quería que ella siguiera viniendo, y así lo hizo- y entonces sucedió. Sus
pechos... Sus labios... Un grito de negación mezclado con un gemido de rendición. Lo hizo. El
contacto se había hecho. Odiándose a sí mismo y a su debilidad, empujó su lengua más allá de
los dientes y la reclamó con un beso tan caliente como para marcarla. Su sabor dulce llevaba

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El Toque Más Oscuro

un toque de uvas apenas sacadas de la vid, y el contraste, dulce contra malvado, atacó lo que
quedaba de su control... hasta que no tuvo ninguno.

Él enredó sus manos en su pelo y tiró, inclinándola de la manera que quería. Tomó su boca
profundamente, áspero, un sentido interminable de posesión en el beso, como si intentara
robar su alma. «Mía. Toda mía». Él poseería cada centímetro de ella. Ahora. Siempre.

Empujó su erección entre el vértice de sus piernas, deseando poder empujar dentro de ella. Y
lo habría hecho si él hubiera tenido un condón. Pero él nunca había necesitado uno antes, por
lo tanto no los guardaba alrededor. No se podían arriesgar a un embarazo. Él empujó otra vez,
más fuerte, tan condenadamente fuerte, que si ella hubiera sido humana, él probablemente la
habría partido a la mitad. Así como estaba, ella dio un grito sublime e incoherente, un placer
entusiasta. «Calma». Él suavizó sus movimientos.

-¿Qué estás haciendo? No. –Ella se mordió el labio hasta que probó la sangre.

La acción lo envió a un frenesí enfurecido de lujuria, y él empujó, empujó, y empujó otra vez.
Con un último deslizamiento, ella se convulsionó contra él, gritando, – ¡Sí!

«Mi mujer se está viniendo. Amando lo que le estoy haciendo». El conocimiento lo rompió. El
placer rugió a través de él, separando sus labios, su bramido ronco hizo eco a través de la
habitación. Sus músculos se cerraron sobre los huesos, apretando mientras se hundía contra
ella una y otra vez antes de venirse en sus malditos pantalones... viniéndose... y viniéndose...
hasta que él no tuvo nada más para dar y se derrumbó.

-No te enojes, –ella soltó rápidamente. – Por favor, no te enojes. No pude evitarlo.

Y no podía culparla. Había querido esto, también. Estaba jadeando y no podía recuperar el
aliento, su corazón corriendo algún tipo de carrera dentro de su pecho. – No creo que pueda
manejar un buen enojo en este momento. –Eso vendría más tarde, estaba seguro, cuando él
estuviera maldiciéndolos a ambos. – ¿Estaría mal si golpeara mi pecho como un gorila?

-¿Mal? No. ¿Entretenido? Sí.

La besó en la frente. – Tengo que limpiarme.

Ella se aferró a él. – Pero yo no quiero que te vayas. ¿Decidida a tener un feliz después coito?
«Lo que mi princesa desea…» Él se acomodó a su lado, a pesar de la condición humillante de
sus pantalones, diciendo: – Háblame acerca del enlace.

Ella trazó sus dedos sobre su pecho. – Realmente, realmente no soy un parásito.

-Sé que no eres un parásito, princesa. –Él había pensado que lo haría más débil, lo agotaría,
pero ella tenía razón; en realidad se sentía más fuerte. Más feroz. – ¿Qué desencadena la
unión?

Poco a poco ella se relajó contra él, sus cuerpos prácticamente fusionándose. - Muchas cosas.
Continúa proximidad. Necesidad. Amor. Incluso odio.

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Su mente se enganchó en la palabra amor. ¿Quería que ella lo amara? Él no lo sabía. El amor
lo complicaba todo. Pero una cosa estaba clara: él la quería en su vida para siempre. Si llegara
el día en que su toque no la enfermara, sus dos mundos cambiarían. Ella sería suya.
Absolutamente. Completamente. Sin reservas, sin frenos. Su pecho se contrajo con anhelo. Si
no, ellos sólo tendrían que lidiar con ello. Él era un mal, mal hombre. Ella se merecía algo
mejor, al igual que le había dicho, pero ella no iba a conseguirlo.

-Ve, –susurró ella, dándole un pequeño empujón. – Ve a limpiarte.

Él se levantó tieso, y sabía que ella había confundido la razón. Pero él caminó hacia el cuarto
de baño de todos modos, pensando que necesitaba un momento para procesar todo lo que
había pasado. Se lavó, cambió sus guantes y pantalones y luego se arrastró de nuevo a la cama
con ella sin pensarlo. No había necesidad, él decidió. Estarían juntos. Ellos harían que funcione.

Rodo a su lado, manteniéndola encerrada entre sus brazos. – No sé qué pensamientos estaban
rondando en tu mente hace unos momentos, pero estoy justo donde quiero estar. –
Disfrutando de ella mientras podía. – Contigo.

Ella le dio un beso justo por encima de su corazón y luego le mordisqueó un pezón,
provocando un siseo de él. – ¿Quieres oír uno de mis secretos? –preguntó.

-Más que nada. Pero dímelo mientras me muerdes.

Mordisco, mordisco. – A veces, cuando la soledad en mi vida era demasiada, imaginaba que
estaba saliendo con un hombre agradable, normal, que nunca me hacía enojar. –Mordisco.

-Eso no es lo que obtuviste –dijo, y giró sobre su espalda, colocándola encima de él. Su cabello
se derramó a su alrededor, creando una cortina. Donde solo ellos dos existían.

– Lo sé. Desde entonces, me he dado cuenta que me gusta ser desafiada. Me da una
posibilidad para ser... yo.

-bien, porque me pasa lo mismo –A él le gustaba estar con ella, también. Ella podría ser su
mayor tormento, pero también era su mayor fuente de alegría. Ella le divertía, lo desafiaba,
jugaba con él. Le dejaba ser el niño que él nunca había tenido la oportunidad de ser.

-¿Te gusta lo qué te hago? –Preguntó ella con un ronroneo gutural. -Sabes que sí.

-Bueno, –dijo ella, imitándolo a él, mordisqueando, y mordisqueando lejos – Porque estoy a
punto de hacer mucho más...

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Capítulo Veintiuno
Un hecho de la vida futura de Baden: alianzas era un péndulo que se balanceaba un lado y
luego al otro. Un hombre tenía que hacerlo mantener la cabeza unida o un llamado amigo
podría apuñalarlo por la espalda.

Primero Baden había estado solo. Luego se había aventurado a lado de Pandora. Entonces
Pandora había decidido inscribirse para el equipo Rhea, contra él Y ahora... ahora Baden había
acordado trabajar con Cronos, un macho que despreciaba.

Poco después de que las chicas se fueran en contra de Baden, había reclutado el ex rey a su
lado. Y, considerando que Baden estaba con Torin, y por lo tanto la Reina Roja, Cronos había
sido más que feliz con la alianza.

Mientras trabajaban al lado del otro, Baden intentó no recordar cuántas veces Cronos había
Amenazado a sus amigos, y cuando las amenazas no había sido suficiente, se trasladó a
torturar a sus amigos. ¿Cómo habia la Reina Roja, una vez llamado al hijo de puta? Un
Nephilim, descendientes de los ángeles caídos. Baden había visto a este Nephilim derrotar a
los gobernantes griegos que una vez lo habían derrotado, reclamando como suyo El nivel más
bajo de los cielos, entonces lo vio perder la cabeza por una niña poseída por el demonio.

Y ahora él es mi único aliado.

No era el futuro prometedor

-Deberíamos tener sirvientes para esto-, Cronos se quejó mientras pala otra palada de tierra a
un lado. El sudor rodó por la espalda de Baden cuando el dolor que había estado lidiando todo
el día se amplifico. Vale la pena. -Bueno, no los tenemos. Tratar con ello -.

-Tratar con ello? Tu trata con ello! Nací para dar órdenes, no obedecerlas. Por demás, yo Nací
para dirigir, no para hacer el trabajo manual -.

-Su estatus no importa después de la muerte, así que cállate y pala más rápido-, Baden mandó,
Rompiendo una rama de un árbol grueso en el agujero que Cronos había creado. Habían
estado en esto por horas... tal vez días. El tiempo no era realmente tiempo aquí. El pasado y el
futuro tenían Coalicionaban mezclándose con el presente. Uno por uno, habían afilado
innumerables ramas en lanzas, envolviendo cada una con una parte de vid de sangre. Baden
había muerto ocho putas veces y se colocan las armas en todo el perímetro de la Niebla.

Se estremeció con el recuerdo de sus muertes. Las viñas de sangre crecieron a lo largo del
borde más lejano del reino, protegidas por el follaje venenoso nadie en su sano juicio se
atrevería a aproximarse. Él y Pandora lo había cometido ese error sólo una vez, y había sido
accidental. El dolor del veneno era tal... como nada que había tenido, en esta vida o en la otra.
Y había durado. Un latido constante que lo había atormentado durante años.

Volver había sido estúpido y sabio. Había tenido que soportar otro envenenamiento... todavía
estaba soportando el mismo.

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El Toque Más Oscuro

Merece la pena, se recordó.

Él tenía un plan. El…

El aumento del dolor causando sudor como inicio del vértigo y sus músculos se apretaron en
los huesos, incluso rompiéndose algunos. Sus pulmones constreñidos, cortando sus vías
respiratorias. Su visión se ennegrecido. Pero con la misma rapidez de un latido que había
empezado, se desvaneció.

Otros vendrían, y pronto.

-De prisa-, espetó. Estaba casi terminado, pero casi no era lo suficientemente bueno.

-Tú date prisa,- Cronos espetó.

-Las chicas estarán aquí en cualquier momento.- Temprano esta mañana, se las habían
arreglado para empujarlos a ambos en esta fosa. Pero le gustaría acabarlo lo antes posible.
Siempre lo hacían. Y después que habían llegado aquí. Querrían saber dónde estaba Baden
para vengarse. - Y ya que eres un pedazo de luchador, necesito toda la ayuda que pueda
conseguir -.

Crono sacudió una lanza en su dirección. -Háblame así de nuevo y perderás tu lengua.-

-Oh, no. Eso no. Cualquier cosa menos eso. -Baden puso los ojos en blanco. –sabes queme
crecería otra, ¿no? Y eso suponiendo que te las arreglaras para subyugarme. ¿Qué no lo harías.
Mientras que estuviste encerrado en la cárcel, he visto mejores guerreros en el mundo vivir y
morir. Aprendí de sus errores. Entonces, después de que escapaste, te vi. Conozco tus
fortalezas y debilidades mejor de lo que tú lo haces. –

-No tengo ninguna debilidad-, el ex rey ladro, saliendo del camino para que Baden pudiera
colocar la penúltima lanza en uno de los agujeros.

Baden metió el arma en la cavidad torácica de Cronos en su lugar. El macho lo miró


boquiabierta, su boca abriéndose y cerrándose mientras trataba de hablar. Que se joda la
alianza. Él haría esto por su cuenta.

-¿Sabes en qué te equivocaste?-, Preguntó Baden casualmente. Colocó el otro extremo de la


lanza en el suelo, levantando a Cronos de sus pies y dejándolo colgar. –Te dejaste distraer -.

-Podría decir lo mismo de ti.-

La voz venía de detrás de él. Y el orador no había sido consciente del hecho de que Baden
Estaba sosteniendo otra lanza todo el tiempo que se había burló de Cronos. Baden se giró y
lanzó la lanza a la mujer, interrumpiéndola a mitad de la frase.

Él no se había distraído por un solo segundo.

El impacto la echó hacia atrás... atrás... hasta que la lanza se incrusto en el tronco de un árbol,
sujetándola en su lugar. Al igual que Cronos, Rhea tuvo problemas para articular su

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conmoción. Baden estaba sonriendo fríamente cuando Pandora salió de las sombras para estar
al lado de la antigua reina.

-Impresionante-, dijo.

Sabía que cumplido era genuino e inclinó la cabeza en respuesta. Tratando de no dejar que el
pecho se le hinchara con orgullo.

-Todavía tengo que hacerte daño para hacerlo-, agregó ella.

-Por supuesto. Puedes intentarlo. No esperaba menos -.

Con pasos estables, y seguros, ella se acercó a él. Dagas que había tallado de piedras y ramas
de árboles estaban apretadas en sus dos manos. -Tú no eres la misma persona que conocí en
los cielos. El que pertenecía a sus amigos. Has cambiado. ¿Crees que les gustará el hombre en
que te has convertido? –

Era una pregunta que se había preguntado a sí mismo todos los días desde que se había
encontrado la Reina Roja. Le gustaba pensar que lo harían. Tan duro, duro y cansado como él
se había convertido, así que tendrían que. Pero había sido una vez el pacifista. Al que todos
iban en busca de ayuda con un problema. Una rama crujió, y parpadeó con atención atención.
Sus ojos se estrecharon. Pandora estaba más cerca de lo que debería haber sido y se dio
cuenta de que había hecho con él lo que él había hecho con Cronos distrayéndolo.

Él retiró una de sus dagas hechas a mano y se cortó en su palma. La sangre brotó sangre que
Entonces goteó sobre cada una de las vides. Llegaron a la vida al instante, levantándose como
serpientes o vampiros- que sólo habían encontrado una presa. El Suelo alrededor de Pandora
se levanto, ella miraba con los ojos desorbitados.

-Tráiganla hacia mí-, le ordenó.

Las vides, borrachas en su sangre, se convirtieron en una extensión de sus brazos que se
tiraron hacia adelante. Pandora volvió sobre sus talones para regresar, pero las vides la
cogieron después de que ella había dado sólo tres pasos. Hiriéndola alrededor de los tobillos y
tirando. Ella realizó una pequeña cara cómica, luego arañó el suelo mientras era arrastrado
hacia atrás, hacia Baden.

Cuando ella estuvo a su alcance, las vides la liberaron y se cerraron alrededor de sus brazos a
la espera de su próxima orden. Esta. Esta era la razón por la intoxicación había valido la pena.
Él plantó su bota en la parte baja de Espalda de Pandora. Abrió la boca para regodearse, pero
se calló cuando vio una niebla negra rodando desde el bosque. Era la niebla más negra que
había visto nunca. No había manera de que fuera natural. No podía ser.

Cuerpos parecían retorcerse en su interior. Los gritos se hicieron eco.

-¿Qué es eso?- Pandora abrió la boca. Ella no lo estaba peleando, se dio cuenta. Ella todavía
estaba en el suelo, viendo la niebla como él. ¿Debo correr? ¿O debo luchar contra ella?
Podrían luchar contra ella?

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Latido, latido, latido. Cuando el dolor se desvaneció, se dio cuenta de su siguiente movimiento
se había decidido por él. era demasiado tarde para correr. Tenía que luchar.

Excepto, que cuando la niebla le llegó... lo envolvía... se apoderó de él con tanta seguridad
como mil puños, ahogándolo, manteniéndolo inmóvil... lo arrastró lejos.

***

Como Un niño caprichoso, Cameo empujó su plato de deliciosa comida en el suelo. A la cabeza
de la mesa, Lázaro dejó su tenedor y arqueó una ceja. -No tienes hambre, sol? –

-No de comida-, ladró. Ella quería venganza.

Él se limpió las comisuras de los labios con la servilleta antes de colocarla al lado del tenedor. -
de lo que yo te puede dar, entonces. Tal niña traviesa. Lo apruebo -.

-De tu sangre!- Ella se puso de pie, plantó sus palmas sobre la mesa, y se inclinó hacia él. -Me
mentiste. Dejaste que yo creyera que iba a ser vendida como esclava sexual. Me engañaste
para trepar en la cama contigo -.

Él chasqueó la lengua. -No pretendas que no lo disfrutaste.-

Ella tomó un puñado de lo que parecía ser puré de patatas y se lo lanzó. La pasta y blanca
Salpico sobre su pecho, y unas cuantas pizcas incluso hasta su rostro.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo estoy aquí? --preguntó Ella.

No se molestó en limpiarse a sí mismo, solo dejo la suciedad en su lugar. -Érase una vez, la
mitad de mi espíritu fue arrancado de mi cuerpo y aspirado dentro de la Vara. Quien era
dueño de la Vara me controlada. Como ya sabes, esa era Juliette. Entonces Strider me
decapito, y la otra mitad de mi espíritu, así como mi cuerpo, también fue aspirado en dentro.
Las dos mitades de mi espíritu pudieron unirse de nuevo y volver a mi cuerpo, sanarlo. No, la
decapitación no significa el final, no para una criatura como yo. Yo también fui lanzado a este
reino, y aunque yo soy más fuerte que nunca, todavía soy incapaz de viajar fuera de ciertas
rejillas de reinos. Así que cogí mi favorito y se hizo cargo. Todo eso para contártelo... He
nombrado este lugar el Reino de Lázaro. –

-Original-, dijo, mientras que en el interior, su mente giraba. Así que eso era parte de lo que la
Vara hacia? Abrió una puerta entre un ámbito y otro. -¿Cómo me has encontrado? ¿Qué pasa
con todos los otros reinos que hemos recorrido? –

-Siento cada vez que una nueva alma utiliza la vara y entra en mi campo, y me voy de caza.
Cuando te vi me acorde de ti. Un amigo de Strider, el macho que me mató -.

-Así que buscaste venganza?- Bastardo!

Él negó con la cabeza oscura. -¿Por qué habría de hacerlo? Él me liberó del agarre de Juliette.
Era dueña de la vara de Paring y la utilizaba en mi contra. Le debo una deuda de gratitud -.

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El Toque Más Oscuro

Bueno. Espera. -No entiendo.- Su tono se suavizó. -¿Por qué engañarme, entonces? ¿Por qué
no me trajiste directamente aquí? –

Su expresión se tornó infinitamente tierna, y ella no entendía eso, tampoco. -Porque no fuiste
enviada aquí. Fuiste enviada a otra parte, al interior de la pintura que estuviste sosteniendo
cuando tocaste la vara. Para llegar a ti, tuve que salir de aquí. Para regresar, tuve que ir a
través de otros reinos. Y engañarte? Cariño, no debes saber lo entretenida que eres -.

Nunca nadie la había acusado de eso antes. -¿Dónde está viola? Ella usó la vara delante de mí -

-La encontré de la misma manera que te encontré, pero la dejé ir. Ella no era tan interesante -.

Interesante? ¿Yo? Concéntrate! -Así que tú no sabes en donde ella terminó?-

-No. Aquí no, si eso es lo que estás pidiendo. Yo no la tengo escondida en una de las
habitaciones, hay quienes me sirven cada vez que el deseo me llama. Tengo un montón de
otras personas para esa tarea -.

Latido de celos.

Cosa que me desagrada. No hay razón para estar celosa, él no tendría a alguna de esas mujeres
nunca más porque no estaría viviendo mucho más tiempo. Ella iba a matarlo! Ella le dio la
espalda al guerrero, como si no pudiera soportar la visión de él un momento más, mientras
que sigilosamente palmeaba un cuchillo. Ella mantuvo la cuchilla presionada contra su
antebrazo. Listo. -Si esta es la manera de pagar tus deudas... –

-Estás viva, ¿no es así?- No había la más mínima irritación en su tono.

Por último. Un despliegue de emoción sincera. -Sí. Y voy a salir -, dijo.

-No,- dijo en voz baja, amenazadoramente. -Tu no. Te quedas -.

-¿Por qué?-

Silencio. Tal silencio opresivo. -Trata de detenerme y te pelearemos-, dijo ella tan suavemente,
tan amenazadoramente.

-Sólo estás despertándome el apetito, Rayo del sol.-

¡Mentiroso! Él no se sentía atraído por ella. No podía ser. Ella era una diversión, como él había
dicho, pero nada más.

Bueno, ella estaba a punto de cometer un error!

Ella se dio la vuelta. Se puso de pie, y antes de que pudiera hacer un movimiento él se movió a
la velocidad del rayo. La agarró por los hombros y la tiró contra él. Su gran erección contra el
vértice de sus muslos. Cualquier mujer lo haría, pensó, incluso calor invadió sus venas.

-Te quiero, y me quieres. Liberemos de nuestras miserias -, dijo, su mirada oscura y feroz.

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-¿Qué tal si me libero de mi?- Ella sacudió su brazo y empujó la hoja profundamente en su
Cuello.

Un jadeo de dolor lo dejó, pero su control sobre ella nunca vaciló. -Bien jugado, sol. Bien
jugado. –

Con el arma todavía incrustada en su cuello, él la levantó y la puso sobre la mesa, sin
preocuparse de la comida o los platos. Extendió a la fuerza sus piernas y se movió entre ellas,
su mirada nunca dejo la de ella. El calor en sus venas se intensificó, y se estremeció. Él plantó
sus manos al lado de sus muslos y se inclinó hacia ella, su nariz rozando contra la de ella.

-Así es como el resto de este juego va a ser jugado-, dijo, sólo para mirar más allá de ella y
fruncir el ceño.

Cuando él no dijo nada más, se humedeció los labios. -Dime.- Estoy emocionada? ¡Oh, qué
tonta, tonta chica. Él no dijo nada.

Se enderezó, aunque su cabeza estaba inclinada hacia un lado. -Algo está mal -.

La última palabra apenas había salido de su boca cuando oyó a alguien gritar. Lázaro tiró el
cuchillo de su cuello, la cicatrización de la herida al instante, al igual que las puertas de la
cocina Se abrieron de golpe y una niebla negra rodo en la habitación.

-¿Qué demonios es eso?-, Preguntó ella, poniéndose de pie. Los gritos se intensificó, pero ella
no estaba segura de si se trataba de su pueblo, o la niebla. O las dos cosas.

-No sé.- Lázaro tiró de ella, actuando el como un escudo.

La acción la desconcertaba... le encantaba. La primera vez que algo así había pasado. Ella lo
agarro de la muñeca y lo tiró hacia la puerta de atrás, lo que llevó a la sala de estar. La niebla
les persiguió... y rápidamente los alcanzó.

De repente Cameo estaba rodeado, incapaz de ver... y sólo era capaz de escuchar más de esos
gritos. Ella no podía respirar, no podía siquiera moverse.

-Lázaro-, ella trató de llamar. Y entonces su mente se quedó en blanco.

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Capítulo Veintidós
No te enfermes, no te enfermes. Por favor, por favor, no te enfermes.

El mantra se repetía en la mente de Keeley, un disco rayado, tan pronto como Torin se levantó
de la cama. Ella sabía que él temía lo que iba a venir. Sabía que él esperaba que ella cayera
presa de la infección de su demonio. En el fondo, ella lo esperaba también.

A su espalda, agarró una lámpara de la mesita de noche, la apretó hasta hacer añicos la base y
la destelló lejos antes de que las piezas pudieran caer. Él volvió la vista hacia ella y ella
parpadeó inocentemente. Si ella no se ponía enferma, tardaría mucho tiempo en convencerlo
de quedarse con ella. Él podría estar tranquilo, pero no había duda en su mente que había
llegado al final de su tolerancia.

-Me gustaría poder decirte que lo siento,- dijo ella, -pero no lo hago. Me gusta lo que nos
hacemos el uno al otro. –

-Me gusta, también, pero debería ser lo suficientemente hombre como para negarnos a
ambos.-

-¿Puedes culparte a ti mismo? Soy irresistible -.

Él no dio ninguna respuesta. Ella silenciosamente se vistió con un vestido limpio hecho
totalmente de tiras de cuero negro. A pesar de que había pasado una hora desde que tuvo sus
dedos dentro de ella, todavía persistían los temblores de satisfacción. El olor dulce de flores
recién florecidas no estaba ayudando. Sus plantas en macetas habían brotado en el momento
que ella había alcanzado el clímax y sirvió como un recordatorio constante de lo que Torin le
había hecho a ella... y lo que había hecho con él, cómo la había mirado, como se había sentido
y lo que había probado. Cómo la había hecho sentir tan dichosa sin siquiera hacer el amor con
ella.

¿Qué pasaría cuando finalmente estuviera dentro de ella?

-No sé si debo darte las gracias o maldecirte -, dijo. No creas que me molestaría un
agradecimiento en este momento.

-Tal vez ambas cosas?- Ella se ofreció amablemente.

-Cómo te sientes?-

-Bien. De verdad.

Un golpe en la puerta.

-Yo, Tor Tor,- Strider llama. -Tu chica tiene un visitante. También, alguien le envió prezzies -.

-Prezzies?- Un zumbido de felicidad. -Para mí? Pero nadie sabe que estoy aquí -.

Torin frunció el ceño. -¿Quién es el visitante?-,

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- Se llama…William... y los tres de sus muchachos.-

-¿William está aquí?- Ella gritó, aplaudiendo con abandono.

Torin puso los ojos como si algo oliera mal. -Le conoces?-

Él lo hizo sonar como si fuera un crimen horrible. –Lo hago?- Ella frunció los labios. Lo que
había pensado como una declaración había surgido como una pregunta.

-¿De qué lo conoces?-

-Hades-.

-Ya veo.- Él inclinó la cabeza como si acabara de tomar una decisión.

-Estaremos abajo-, informó Strider.

Sin apartar la mirada de ella, le preguntó en un tono más templado, -¿Cómo de cercanos erais
vosotros dos?-

- Está mi Encantador... celoso? … Éramos amigos, nada más.-

-El William que yo conozco no hace amistad con mujeres. Él les hace entrar en su guarida y a la
siguiente mañana se despiertan en su cama, seducidas a fondo. -Él caminó hacia la puerta y la
abrió, indicándole para que saliera. -Vamos a ir a tener una charla sobre sus intenciones
contigo.-

Ella permaneció en su lugar. -Si me pongo enferma…-

Su maldición asaltó sus oídos y ella se estremeció.

-Si me enfermo-, repitió, -voy a sanar. Lo he hecho cada vez antes. No tiene que dañar lo
bueno que hay entre nosotros.-

-Lo bueno es que?- Escupió, incrédulo. -Keeley, tú podrías ser lo peor que me ha pasado
nunca. Has hecho que esto me preocupe y hay una muy buena oportunidad de que te mate
por ello. -Él se alejó sin mirar atrás.

Las lágrimas brotaron con fuerza sorprendente, escociendo como una repentina lluvia que
tamborileaba contra la ventana. Él estaba preocupado. Ella lo sabía. Y él se estaba ahogando
en la culpa. Ella también lo sabía. Él se había preguntado Un millón de veces cómo podía
seguir haciéndole esto a ella, pero tal vez la verdadera pregunta era: ¿Cómo podría ella
Continuar haciéndole esto a él? Todas las parejas tienen problemas. Tenían que pasar a
través de ellos.

Somos más fuertes que la mayoría.

Con la cabeza en alto, iba caminando por el pasillo, donde una serie de cajas se apilan contra
las paredes, cada una hecha de algo diferente. Ebony. Marfil. Mármol. Oro. Plata. Jade. Los
prezzies?

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Con manos temblorosas, abrió la de arriba-y encontró el corazón negro de un siervo enclavado
dentro de una cama de terciopelo rojo. También una nota. De Hades.

Como ya he dicho. Nunca más. Hasta pronto. Tuyo, H

Uno de los mejores regalos de nunca, claro, pero la ira floreció como las flores en las macetas,
brotando espinas en lugar de pétalos, y la fortaleza la estrechó. Respiración profunda dentro...
fuera... ella arrugó la nota y la dejó flotar hasta el suelo. Otra respiración profunda... fuera... La
agitación se detuvo.

Torin regresó. -¿Eso es un corazón?- Se inclinó, recogió el papel y se puso rígido mientras leía.

-Nunca más, ¿qué?-

Keeley se dirigió hacia un gran barril de whisky en la sala, retiró la tapa, y comenzó a volcar las
cajas con los corazones en el interior.

-¿Qué estás haciendo?-, Preguntó Torin.

-¿No puedes adivinar?- devolución.

-¿Qué está él haciendo?-

-Tratando de enamorarme- Una tarea imposible.

Como el más experto de los depredadores, Torin dijo, -Él quiere empezar una guerra ¿verdad?-
Con ella, sí. Pero a ella no le gustaba la idea de Torin frente a frente con Hades.

-Él es el que me dio este cuerpo, ya sabes. El dueño anterior era Perséfone, hija de Zeus, pero
ella había muerto, y su espíritu siguió adelante. Hades conservo su cuerpo porque le gustaba el
aspecto que tenía. Y debido a mi capacidad de vincularme, yo era la candidata perfecta para
apoderarse de ella, pero luego me volví más fuerte de lo que podía manejar, y lo utilizó para
destruirme. –se rió sin humor. -Y él piensa que voy a darle otra oportunidad? – El whiskey
estaba salpicando sobre sus brazos, mojando su vestido. Metió otro corazón. -Ya Está…Hay
sólo unos cuantos errores que una persona puede perdonar, y él llegó a su límite hace mucho
tiempo -.

Ella se dirigió hacia dos barriles más para deshacerse de todos los requisitos. Cuando terminó,

imagen en una de las tapas de barril.

-Devuelto a su remitente- murmuró, destellando cada uno de los barriles al reino donde vivía
Hades. Al deslizar sus manos en un gesto de un trabajo bien hecho, se enfrentó a Torin. Se
había puesto pálido, y su ojos atormentados.

-No estoy enferma-, le aseguró.

-Ese no es el tema - Él se pasó una mano por la cara. -No importa.- Temía algo más? Ella
suspiró. ¿Alguna vez lo entenderé? –William está esperando, ¿no?-

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Decidida, siguió adelante, sin saber a dónde iba. Torin acechaba en frente de ella, cambió de
dirección, y la llevó a una sala de estar. Mientras ella estudiaba el nuevo entorno, él se dirigió a
la zona de bar y se sirvió una copa. Otros cuatro hombres, cada uno más bello que el anterior,
se colocaron delante de ella. Reconoció a William el Siempre Caliente, también conocido como
el desintegra Bragas?, también conocido como el Oscuro, pero no a los otros.

William se sentó en una silla de felpa roja, sosteniendo un vaso de líquido de color ámbar, con
el pelo negro despeinado y sus ojos azules eléctrico brillante. ¿Acababa de venir de la cama de
una mujer casada? Probablemente. A pesar de los siglos que habían pasado desde que lo había
visto por última vez, no había cambiado. Sexo andante… O sentado.

Los otros hombres de pie detrás de él, flanqueando su silla. Uno era calvo. Uno era un rubio, y
el otro era moreno. Todos eran guerreros. Claramente. Sus cuerpos habían sido cincelados en
el campo de batalla, y en sus ojos se arremolinaban horrores que ninguna persona debería
tener que ver. Varios de los Señores y sus mujeres también estaban presentes. Fueron
esparcidos por toda la habitación.

-Keeleycael,- William, reconoció su voz suave y rica. Aún más decadente que antes. Su mirada
malvada viajó sobre ella, desnudándola, estaba segura. Era un seductor nato, Simplemente no
podía evitarlo.

-Te ves muy deliciosa esta tarde.-

-Como cada tarde, noche y mañana.- La confianza era tanto un arma como una espada. No es
Que necesitara un arma en contra de William, pero una chica tenía que mantener su arsenal
recién pulido.

-Me gusta ella más y más-, dijo la pelirroja Arpía llamado Kaia.

Su hombre, Strider, la arrastró lejos, murmurando, -Te lo dije, una sola palabra y nos echarán
de aquí.

-Pero bebé...- Sus voces se desvanecieron. -Ha sido mucho tiempo-, William continuó. -Yo
estaba muy apesadumbrado de oír lo que Hades te había hecho... sobre todo porque yo no
había tenido la oportunidad de probarte todavía….-

Torin se movió a su lado, con la mano en la empuñadura de una daga. -Sí,- dijo secamente. -
Esa fue mi única pena.-William le ofreció la más mínima insinuación de una sonrisa, una
pantalla de dientes que ella había visto desgarrar un sinnúmero de gargantas enemigas. -Yo te
llevaría a mi habitación en este mismo segundo, te daría una nueva razón para vivir, pero te
convertirías en una seguidora -fiel-, como todo el mundo, y estoy actualmente un poco
demasiado ocupado para hacerte frente -.

-No tiene nada que ver con el hecho de que tu buen amigo Torin ya está imaginando tu cabeza
en una pica?-, bromeó.

Su sonrisa se hizo más amplia. -Querida, él me está dando una mirada insinuante. Las consigo
donde quiera que vaya -.

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Ella hizo rodo sus ojos. -¿Quiénes son los brutos detrás de ti?-

-Yo te haría jugar al juego de las adivinanzas, pero su belleza siempre revela sus orígenes. Ellos
son mis niños-. Los -niños- en cuestión permanecieron estoicos, mirándola como si ella fuera lo
siguiente en la tabla de cortar.

-Guau. Ninguno de mis espías recogió ese poco de inteligencia -.

-Estaría encantado de describir cómo fueron concebidos estos malhechores, y en gran detalle-,
dijo William.-Estoy bastante seguro de que tu cerebro estaría sangrando en el momento en
que termine y que te gustaría sacarte los ojos, pero estoy dispuesto a correr el riesgo si tú lo
estás. Sólo di la palabra.

-La palabra-.

-Una vez, en el campamento de la banda, yo…- Alguien lanzó un puñado de palomitas de maíz
hacia él.

-Boo! Abucheos! -Anya dijo -Ya he escuchado esto. Alerta de Spoiler: la única manera de
obtener dos jugadores de flautín que te mantengan en perfecta armonía es disparar a uno -.

A Keeley no le gustaba tener a la mujer a su espalda, pero aparte de su rigidez, no dio ninguna
otra indicación de que le molestaba. -¿Por qué estás aquí, William? ¿Por qué me convocas? –

Él señaló con el pulgar por encima del hombro, indicando los tres hombres. –Mis robustos y
jóvenes muchachos solicitan el honor de tus servicios. Un soldado Phoenix mató a su hermana.
- Su voz se tensó, los músculos de su mandíbula se apretaron. -El culpable ha sido tratado
adecuadamente. Por supuesto. Pero su clan afirma que mis chicos fueron -demasiado lejos- -
utilizando comillas en el aire -con su venganza y con sus represalias diarias. Mis hijos están
ganando esta guerra, naturalmente, pero las continuas escaramuzas me… molestan. Tus
habilidades particulares serían la sangrienta guinda perfecta del pastel que haremos con sus
órganos -. Ella había participado en muchas guerras, y ni una vez su equipo perdió. Las victorias
constantes eran utilizadas para divertir a Hades. Y ella supuso que era una de las razones por
las que había empezado a temer su poder; que él había tenido que preguntarse ¿qué pasaría
si alguna vez ella se volviera contra él.?

Había actuado en consecuencia, y eso solo había traído sus miedos a la vida. - Lo voy a
considerar,- dijo ella, y Torin se puso rígido. -Y si, en última instancia, estoy de acuerdo, tus
robustos y jóvenes muchachos tendrán que prometerme su lealtad eterna. Pronto voy a poner
en marcha un nuevo reino, y estoy buscando una guardia real -.Su anuncio recibió varias
reacciones diferentes. Alarma de Torin. Diversión de William. Afrenta de cada uno de sus hijos.
-Esas son mis condiciones-, dijo con un encogimiento de hombros. -Tomalas o dejalas.-

-¿Alguien quiere oír mi opinión?- Dijo Anya.

-Preferiría tragarme una batería,- murmuró Keeley e intentó destellara la chica a una jaula en
el zoológico. O más bien lo intentó. Anya se mantuvo en su lugar, con aire satisfecho. Bueno,
bueno. Ella se había marcado a sí misma con azufre.

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Keeley miró a Torin. Él había compartido su debilidad con sus amigos y, la elección de su
seguridad sobre la de ella. Y la única vez que podía haber hecho eso era mientras Keeley se
estaba retorciendo en la cama, recuperándose de una lesión que habría matado a Gedeón, a
quien ella había más o menos salvado.

Y sí, está bien, hubo una ligera posibilidad de que los otros Señores hubieran sabido acerca de
los curadores como Torin lo sabía, pero dudaba de que fuera el caso. Especialmente cuando él
levantó la barbilla, sus dientes rechinando juntos, su aspecto diciendo ¿qué esperabas?

La fortaleza comenzó a temblar. Respira… profundamente. Ella había estado trabajando en


esta relación, dando todo lo que tenía, confiando en él, arriesgando su vida por él, y sin
embargo, él la había estado perjudicando. ¿Cuánto más podré tolerar? Keeley apartó la
mirada de Torin. Trataría con él más tarde.

Siempre más tarde. La historia de su vida.

-Así que ... ¿por qué la multitud?-, Preguntó una voz que Keeley no pudo ubicar.

William dejó la copa a un lado y se levantó. Ya no era el cuadro de la depravación relajado,


sino que se transformó en un auténtico saqueador listo para saltar y atacar... para devorar.

Keeley nunca, nunca, fue testigo de tal respuesta en él.

Una chica de aspecto delicado dio un paso a través de los Señores y señoras, su cabello oscuro
brillante y su piel aceitunada formaban una combinación encantadora. Tenía unos ojos
sensuales del más profundo y rico marrón, y estaban enmarcados por pestañas tan largas y
gruesas que crearon un abanico alrededor de sus párpados. Pero tan guapa como ella era, era
joven y humana. Demasiado joven y demasiado humana para un varón de fieros apetitos como
William.

Ella tenía que ser la famosa Gilly. Su cumpleaños se acercaba, Keeley lo recordaba. Pobre
querida. ¿Tenía ella alguna idea de que William estaba preparado para abalanzarse? A la
espera de que el tiempo en el reloj se agote? La chica saludó a Keeley, un aura de dulzura y luz
envolviéndola.

–Soy Gillian. Todo el mundo aquí me llama Gilly, aunque les supliqué que no lo hicieran. Tú
debes ser la Reina Roja, he escuchado hablar mucho sobre ti -.

-Puedes llamarme Dr. Keeley…Vamos a ser muy amigas, y yo te voy a enseñar cómo
atormentar a William El Oscuro en los años venideros.

-¿No merezco un saludo, muñeca?- William ronroneó.

Gilly…Gillian se volvió con una gracia que rivaliza con una bailarina de ballet y colocó las manos
en sus caderas. –Fuiste tú la persona que quemó todas mis decoraciones de la fiesta
reduciéndolas a cenizas? –

-fui yo-. Y él no sonaba arrepentido.

-Entonces no. Tú no te mereces un saludo -.

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Keeley cruzó los brazos sobre su pecho, molesta por la chica. -¿Tú quemaste sus decoraciones
a cenizas? –Una pequeña humana que no había tenido ninguna manera de detenerlo. Sus ojos
se estrecharon en ella.

-Ella no necesita una fiesta. Tengo una sorpresa para ella -.

Sí, y Keeley apostaría la sorpresa estaba en sus pantalones.

-Tu sorpresa no es lo que ella quiere, Willy, si no, no habría comprado las decoraciones -.
William levantó la barbilla, un parpadeo de color rojo apareciendo en sus ojos. -Te has
enojado, Majestad? Adelante. Trata de hacerme daño. Verás lo que sucede -.

Oh, ella sabía lo que pasaría. Nada. Como Torin y Anya, tenía marcas de azufre. Por desgracia
para él, tenía un arma que no se vería afectadas por esas marcas. Información. Ella esbozó una
sonrisa brillante a Torin.

-Adivina qué? Querías saber quién robó la caja de Pandora después de que se abrió. Bueno,
yo estoy dispuesta a decírtelo -.

Torin dio un paso más cerca de ella. Un extraño, y agudo zumbido de repente llenó sus oídos.
En segundos, cantidades masivas de fuerza se filtraron de sus poros, sus rodillas amenazando
con derrumbarse. No entendía lo que estaba pasando. Algo caliente y espeso goteaba de su
nariz, y después se secó, vio rayas de color carmesí en sus dedos.

-Hay que ir a tu habitación y descansar-, dijo William. -Es evidente que estás mal.-

- Tengo que decirle a Torin... -William...- dijo ella, obligándose a seguir. -William es el que
robó...dimOuniak... él es... el traidor -….Todo su mundo se volvió oscuro.

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Capítulo Veintitrés
Torin masajeó la parte posterior de su cuello. Once días. El tiempo suficiente para superar su
rabia contra William, que había admitido su crimen.

El guerrero había visto a los señores y esperado. Él había robado la caja de Pandora segundos
después de que se abrió, pero antes de que llegara muy lejos, Lucifer la había robado de él.
Según Will no había visto ninguna razón para decirles lo que había hecho, había reclamado,
por…esto… No había querido decirles. Él no sentía que había hecho algo mal, solo lamentaba
que había sido descubiertos. Típico.

Según William, Lucifer no podía tocar la estrella de la mañana. Su oscuridad sería aplastada por
La luz, y se enfrentaría a la derrota final. Era por eso que nunca había querido que nadie la
tuviera. Algo que trataría más adelante.

No había nada más importante que Keeley. Y once días también pasaron a ser la permanencia
de Su más reciente enfermedad. La sangre se había filtrado continuamente de su nariz, e
incluso sus ojos y oídos. Torin no había sabido lo que iba mal hasta que la parte posterior de su
cráneo básicamente había estallado, dejando al descubierto el tumor que crecía fuera de su
cerebro. La horripilante visión casi había deshecho a Torin... mi Hada de Azúcar en pedazos.
Había sido el peor momento en una vida llena de momentos malos.

Ayer, la hemorragia se había detenido finalmente y esta mañana su cráneo había sanado. Ella
iba a vivir.

-Ella va a despertar pronto-, le dijo a Lucien. Estaban solos en la habitación suite del guerrero,
sentado uno frente al otro. Esta era la primera vez que Torin se había sentido lo
suficientemente cómodo para dejar su lado.

-Eso es bueno. ¿Por qué te ves tan miserable? –

-Tengo que darle el discurso de…solo ser amigos…por lo que parece la milésima vez. -Si ellos
continuaban por su actual camino, llegaría a odiarlo de la misma manera que odiaba Hades.

Hades había hecho demasiado para perdonarlo, había dicho ella. Torin no podía permitirse
llegar a ese punto. En realidad, podría haber llegado ya. No por el demonio, sino porque le
había dicho a sus amigos sobre el azufre. Ellos lo habrían recordado por su cuenta, pero se
habían asustado sobre la inmensidad de su poder y lo que significaba para sus familias, bueno,
y él había esperado calmarlos a ellos antes de que pudieran pedirle que eligiera entre ellos y
Keeley.

Pero no era eso exactamente lo que había hecho? Ella ciertamente lo creía así.

-No puedo creer que vaya a decir esto, pero... el continuar saliendo con ella sería una cosa tan
mala?- Preguntó Lucien. -Nunca te he visto tan contento.-

Contenido... enojado... frustrado. Con Keeley, se sentía más que de costumbre. -malo? Trata
con terrible. No soy bueno para ella -.

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-Creo que ella no estaría de acuerdo.-

¿Cuál era la parte más importante del problema. -No puedo seguir haciéndole esto a ella.- Él
halo su pelo, dio la bienvenida al dolor. -He tratado de dejarla. Lo has visto. Fallé. Creo que
quería fallar. Caray, yo sé que lo hacía -.

Lucien se frotó la mandíbula llena de cicatrices con dos dedos. -Tengo una teoría acerca de
todo esto. Creo que podrías tocar a la Reina Roja sin consecuencias -.

-he hecho polvo tu teoría,- Torin murmuró. -Yo ya he demostrado lo contrario.-

-Puede... un día,- Lucien rectifico. -Si ella se une con…- -si ella se une a mí.-

-Déjame terminar. Si ella se une contigo... y muchos otros. Como curadora, entre más vínculos
ella tenga… más fuerte se hará-.

¿Otros? Probablemente no era una buena señal que quisiera asesinar a sangre fría a quien
terminase atado a ella. Mi mujer. Sólo mía. Pero por ella, él trataría. Sólo había un problema.

-¿Qué pasa si, a través del enlace, ella encuentra las enfermedades del demonio? Ella sería lo
suficientemente fuerte como para luchar contra ellas, pero otros podrían no serlo -.

Lucien suspiró. -Sí. Eso es cierto. –

Maldiciendo, Torin estrecho fuertemente su mano sobre la mesa auxiliar, lanzando un vaso
lleno de hielo al suelo. La Vida no debe ser así. No debería ser tan difícil. No importa cuál sea
la decisión que hiciera, alejarse, el tacto, no tocar, probar algo, sólo amigos, era una mala.

-Tengo que hacer esto-, dijo. -Ella significa mucho para mí.

Lucien le dio una sonrisa compasiva. -No me parece que sea el tipo que permite a un hombre
tomar decisiones por ella. –

-No me importa. Voy a ser firme -.

-fuiste firme la última vez, también.-

-Eres como un dolor en el culo. Me voy antes de que te pegue un puñetazo en la cara -.

Lucien parpadeó inocentemente. -¿yo dije eso?-

Con el ceño fruncido, Torin se levantó y se acercó a la puerta. Al llegar a la perilla, la puerta se
abrió y Anya se precipitó dentro de la habitación, casi chocando contra él. Se detuvo
abruptamente, sacudió sus manos detrás de su espalda y miró hacia él. O eso creo, pensó que
ella le estaba mirando fijamente. Llevaba un sombrero, y las sombras proyectadas por el borde
oscurecían sus ojos.

-De salida?-, Preguntó. -Bueno, quiero decir, booo, estoy súper cabreada. Tan triste no vamos
a llegar a hablar. ¿Le preguntaste a la Reina Roja sobre el muchacho? Bueno, adiós. –Ella se
hizo a un lado, haciendo un gesto en la sala con la barbilla. -La hora para Lucy darle a Annie
un tiempo a solas.-

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Esto no augura nada bueno…para Lucien. Mi…Hada de Azúcar…Detente!

-¿Qué hiciste, Anya?- Lucien exigió, acercándose al lado de Torin.

Ella pasó de un pie al otro. -No me hagas decirlo delante de Torin. Por favor, bebe! –

-Dilo,- Lucien insistió. -Ahora-.

-¿Qué está pasando?-, Preguntó Torin.

-Bueno... podría haber un pequeño problema con la diablesa en tu habitación-, admitió.

Qué! Un demonio rojo brilló en sus ojos. -¿Le has hecho daño?-

-Qué? La dulce yo? -Ella negó con la cabeza, toda inocencia. -Pero puede o no que haya hecho
un poco de investigación y consiguiera un poco de información pirata que decía que si cortabas
todo su pelo la debilitarías gravemente. Entonces puede o no que haya logrado colarme en su
habitación con un par de tijeras y tomado esto. –Levantó sus manos y enrodado en sus dos
manos gruesas hebras de cabello dorado. -Por cierto, puede o No, sé a ciencia cierta que los
rumores no son definitivamente cierto -

Voy. A. Matarla

-La Reina Roja puede o no haberse despertado a medio de cambio de estilo,- Anya continuó
alegremente -, y podría o no haber tomado las tijeras lejos de mí y me ha dado un nuevo estilo
en la mía. –

Con un movimiento de su brazo, Lucien derribo su sombrero. La Ultra fashionista Anya lucía un
flequillo desigual y capas que colgaban desordenadamente alrededor de su cara. -tu puedes o
no puede lucir ridícula. Y adorable -, agregó con un gruñido.

-No es adorable,- Torin rugió. Le había costado semanas para convencer a Keeley de descansar
en su casa. Semanas de demostrar que estaba a salvo con él, que podía confiar en él para
protegerla de los demás, mientras que ella era vulnerable. Todos sus esfuerzos se habían
arruinado en un parpadeo.

Anya no le hizo caso, diciéndole a Lucien, -Vamos a tener que posponer la boda hasta que mi
pelo crezca de nuevo -.

-¿Por qué no me sorprende?-, Respondió el guerrero.

-Si no le das algunas nalgadas, lo haré yo. Y no voy a usar guantes. -Torin salió de la habitación
antes de que palabras más duras fueron dichas y las amistades se arruinaran.

-Hey, Tor Tor,- Strider llamo, corriendo para ponerse a su lado en el pasillo, y luego mantener
el ritmo. -Kaia me ha estado molestando… ósea, pidiendo dulcemente. Ella quiere hacer una
cita para jugar con Keeley. Una noche de chicas con asesinato, mutilación y mierda como esa -.

-Voy a hablar con ella-, dijo, el rodeando de la esquina.

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-Eres un salvavidas-, respondió Strider. -Pero, eh, has lo pronto. Kaia me está
molestando…..digo pidiéndomelo dulcemente…puede llegar a ser doloroso-.

Torin llegó a su habitación. Él fortificó su voluntad…tomé una decisión, y me estoy apegando a


ella antes de entrar.

Keeley estaba en el borde de la cama, las manos juntas perfectamente delante de ella.
Esperándolo? Demonios, era preciosa. Su cabello de hecho había conseguido un ajuste mayor,
las olas terminaban justo entre sus hombros. Aun con el largo suficiente para empuñarlo. Al
igual que Anya, tenía flequillo. Sólo que el de ella había sido echado a un lado. La hacía
parecer más joven... como una muñeca que había conseguido un retoque en el Salón del niño.
Adorable era correcto. Llevaba un vestido nuevo. Uno de seda escarlata que se aferraba a sus
magníficas curvas y formaba una alborotada piscina alrededor de sus pies. Elegante, con
excepción de la V profunda entre sus pechos, mostrando su escote. Eso era más allá de
caliente.

Dio un paso atrás, lo que aumento la distancia entre ellos. Pero no sirvió de nada. El deseo de
tocarla estaba siempre con él, montándolo, pero ahora estaba totalmente consumiéndolo.
Resiste! Pero... ella estaba bien y frente a él, y una cama estaba detrás de ella. Qué fácil sería
arrojarla al colchón y sujetarla con su peso.

-Tenemos que romper-, bramó. Maldita sea. Se aclaró la garganta, añadiendo en voz baja: -Nos
quedaremos como amigos, por supuesto -.

Sus ojos se estrecharon en pequeñas rendijas. -No vamos a ser amigos. Yo inventé ese
discurso-.

-Keeley…-

-¡No! Sabía que ibas a intentar algo como esto. ¡Lo sabía! -Al menos la fortaleza no estaba
temblando. -Bueno, me niego a tu oferta de amistad y de ruptura. Nos vamos a quedar juntos,
y eso es definitivo -.

El demonio maulló con decepción.

-No se puede rechazar una ruptura,- Torin tronó.

-Siento disentir. Que acabo de hacerlo -. Él tenía cero experiencias para terminar y ni idea de
cómo responderle. Se fue con la honestidad.

-Romper es lo mejor, princesa.-

-Tú pensabas que dejarme, también era lo mejor, pero no pasó mucho tiempo antes de que
me estuvieras sosteniendo en tus brazos como si no pudieses soportar la idea de dejarme ir. ¿Y
sabes por qué lo hiciste? Porque podrías enloquecer si me dejas ir! –

-Un error-. Él se pasó una mano por la cara. -Obviamente.-

-Tú no crees eso.-

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El Toque Más Oscuro

-Lo hago. Yo realmente, realmente lo creo -.

El color desapareció de sus mejillas. -No. ¡No! -Ella pisoteo fuerte, el ruedo de su ondulado
vestido. –No me puedes seguir haciendo esto a mí, guerrero. O estás en esta relación o no lo
estás. Te daré que una oportunidad más -.

No, dijo él. -Yo no necesito otra oportunidad. Ya termine. Eres la que aún se está resistiendo-.

Ella tomó aire pesado y enderezó los hombros. -Tienes razón. Se acabó entonces. Terminamos
-. Ninguna emoción en ella, ya sea en sus palabras o acciones -Te quedarás aquí, y yo me
mudare.-

¿Dónde está mi alivio? -Hay una habitación al lado de ésta.-

-Voy a estar mudándome a una casa propia. En la ciudad -.

-Ahora solo espera un minuto.- Él la quería aquí, así siempre sabría dónde estaba y con quién
estaba. Para poder entrar y ver cómo estaba cada vez que él lo deseaba, y cerrar la puerta de
entrada Ante cualquier hombre tan estúpido como para visitarla.

Ella arqueó una ceja, arrogante, desdeñosa, cada centímetro de reina. -Lamentas tu decisión
Ya, Torin? Bueno, mala suerte. Ya es demasiado tarde. -Se acercó al armario, diciendo:- Esta
vez me he decidido -.

¿Cómo se iba tan lejos su resolución con tan pocas palabras? -Estás actuando como si
estuviera haciendo esto simplemente para lastimarte. ¿Por qué no ves que estoy eligiendo tu
vida por encima de mi felicidad? Que siempre voy a elegir tu vida -.

Era la verdad, y la certeza casi lo derrumba en la alfombra. Él escogerla sobre cualquier


persona o cosa, siempre. Keeley era para él. La que él había esperado siglos para poseer, no
sabía realmente que era lo que estaba haciendo, pero viéndolo ahora. No habría nadie más
para él. Y Aunque Keeley estaría mejor si él tomara la ruta de “acabado”, él no podía hacerlo,
no otra vez. Escogiendo su vida sobre su felicidad destruyendo su felicidad, y él no podía, no lo
haría. Nunca. Había sido rechazada toda su vida. En primer lugar por sus padres. Luego por su
marido. Entonces por Hades. Un barril de whisky? Torin habría pagado el precio más alto: su
propia vida.

Todavía había un millar de razones por las que debían romper, y sólo una para permanecer
juntos. Pero esa razón triunfó sobre todas las demás:

Ella es mía. La amo. Lo hago. La amo. No podía rechazarla de nuevo. Había cometido un error.
Uno que iba a rectificar.

Él se colocó delante de ella y apretó sus manos. Mirando hacia ella, serio y luchando
Desesperadamente, dijo, -Lo siento he intentado romper contigo. Lo siento, le dije a los otros
acerca de la azufre. Lo siento por cada vez que enfermaste. Pero si tú me puedes perdonar, y
yo te ruego que me perdones, si me das la oportunidad que me prometiste, y te estoy
pidiendo que me des la oportunidad, voy a quedarme y hacer mi mejor esfuerzo para hacerte

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feliz. No porque puedas encontrar a mis amigos perdidos, o la caja, sino porque estoy perdido
sin ti -. Al principio ella no reaccionó. -Por favor, Keeley.-

Las lágrimas brotaron de sus ojos, corrían por sus mejillas. Su pecho se apretó mientras él las
limpió con un dedo tembloroso. -No hagas eso, princesa. Quiero hacerte feliz, no triste -.

-Estoy feliz-, dijo. -Me rompes, pero luego me vuelves a unir.-

Una admisión peligrosa, revelando el gran poder que tenía sobre ella. Pero entonces, ella lo
poseía. Todo lo que él tenía era a ella. -Sé que soy un proyecto con necesidad de un mayor
trabajo -, dijo.

-Sí, pero me gustas de todos modos.-

-Y estás dispuesta?-

-Lo estoy.-

Gracias A Dios. Él la atrajo contra su pecho, la dejó sentir el ritmo desenfrenado de su corazón.
- ¿me perdonas? –

Ella lanzó un suspiro tembloroso. -Sí. Lo hago. Pero no me hagas daño de nuevo, Torin. Por
Favor. –

Otro favor.

La apretó con más fuerza. Él sabía que ella había querido decir no me hagas daño...
emocionalmente, pero él era quien era y parte de lo que escuchó fue no me hagas daño ...
físicamente. La única respuesta honesta que podía darle? -Tu corazón está a salvo conmigo.-

Ahora ella lo apretó con más fuerza. -Cuéntame un secreto, entonces. Algo que nadie más
sepa. Demuestra que eres serio. Acerca de mí. Ojo por ojo, después de todo. Tú les dijiste a tus
amigos un secreto acerca de mí -.

Un secreto... Sus amigos lo habían visto en su mejor momento y en su peor momento y sabían
todo sobre él... excepto una cosa. Algo que lo hacía avergonzarse y sentirse culpable, su
confiable compañero enfermedad, lo pinchaba. Decirle a Keeley no era prudente. Pero
negárselo a ella cuando se vio obligado a negarle tanto que ya ni siquiera era una opción.

Cerró un brazo alrededor de su cuello, con la camisa y el gran cuello de su vestido protegiendo
su piel, luego envolvió el otro alrededor de su cintura. Era un apretón insoluble. Tendría que
escucharle plenamente antes de que él la dejara escapar. No es que alguna vez volviera a
dejarla escapar. Se decidió. Estaban en esta cosa, para bien o para mal.

-Había una chica-, dijo. Ella se puso rígida en su contra. El oculto una sonrisa. Me quiere para
ella….de la misma manera que yo la quiero, Mia. -Hice toda la cosa de dulces y flores con ella -.

-Me gustan los dulces y flores-, admitió en voz baja. Dulces y flores, por venir. -aunque,- dijo
ella, tamborileando sus dedos contra mí pecho. - Me diste un zoo en piezas de ajedrez, y esos
son mis mejores regalos -.

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Técnicamente ella había robado las piezas de ajedrez. Pero esa era mala suya, no de ella. Él
debía tener la mano en ellos más a menudo. Dejando que ella siempre vea lo mejor de mí.

-Todo el mundo piensa que fui tras ella a causa de mi atracción por ella. A veces me convenzo
a mí mismo de ello. Hace que sea más fácil lidiar con el hecho de yo tocando su piel a piel, y
unos días más tarde, una plaga matara a miles -. Se frotó la mano sobre el corazón acelerado.

-Pero la verdad es que...-

-Lo hice porque estaba enojado. Todos los días vi a mis hermanos tocar a alguien y a todo el
mundo que querían. Luchar con todo el mundo que querían. Siempre me quedé atrás. Este día
en particular, que habían acabado de llegar a casa después de una batalla con los
cazadores…sabes quiénes son? –

Un temblor se movió a través de ella. -Sí. Un ejército de seres humanos una vez liderados por
Rhea y Galen, sus enemigos -.

-Exactamente. Mis amigos estaban cubiertos de sangre y en lo alto de la victoria. Yo estaba


resentido. Y allí estaba ella, de pie fuera de la ventana de mi choza. Esta hermosa chica.
Mediados de los años veinte. Viuda. Una vida plena por delante. Ella me quería. Sabía que cada
vez que me atreví a ir a la ciudad, nuestros caminos se cruzaban. Y esa noche Pensé, ¿por qué
no? Me merecía algo bueno en mi vida y también lo hacia ella, y con ella, yo era algo bueno

Keeley le besó la mano que había frotado. -Te mereces lo bueno. Tú eres bueno -.

Tal vez no lo crea asi, cuando escuchara el resto. -Yo iba a dormir con ella. Planeaba hacerlo.
Pensado formar toda una explosión de toques. Correrme, luego matarla antes de que la
enfermedad se propagara. Sí. Soy un verdadero ―ganador‖ -.

-Así que hay algunos defectos-, dijo. -Todo el mundo los tiene.-

-Pero mi historia con las mujeres era pobre-, continuó. -Antes de la posesión demoníaca, yo
era demasiado áspero con ellas. Nunca pude obtener el paso a la segunda base. Y esta vez,
poco después de poner mis manos en la cara de esta chica, me arrepentí de lo que había
hecho, lo que iba a hacer, y la dejé. La deje morir. Y lo hizo. Todos los miembros de su familia
se unieron a ella. – Él esperó, el veredicto de Keeley tenso e impaciente,-Di algo-, graznó.

-Lo que hiciste fue terrible, sí. No hay manera de evitar eso. Pero todos hemos hecho algo
Terrible guerrero. ¿Quién soy yo para tirar la primera piedra? Y tú has vivido con la culpa todos
los días desde entonces, no lo has hecho? –

Una afirmación, no una pregunta, pero él contestó de todos modos. -Sí.-

-¿No crees que ya has hecho suficiente penitencia, entonces?-, Preguntó. –estuviste siglos sin
Tocar a cualquier otra persona, a la vez que llevabas la culpa, la tristeza y la angustia. Tu no
eres el hombre que solías ser -.

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Esa no eran las palabras o reacción que había esperado de ella. Pero entonces, se trataba de
Keeley. Su más dulce sorpresa. -Tal vez-, fue lo único que se atrevió a decir. -¿Por qué no
duermes un poco. Nada malo sucederá esta vez, tienes mi palabra -.

-No estoy cansada.-

-Tenemos un gran día mañana.-

-¿Por qué? Qué pasara? –

-Encontramos a mis amigos.-

-Hurra-, dijo. -Pero todavía no estoy cansada.-

Tenía que estarlo, teniendo en cuenta que Anya había interrumpido su descanso muy
necesario. – Cansada o no, yo quiero que duermas. Somos una pareja, ¿no? -Él no le dio la
oportunidad de negarlo, pero la levantó y la arrojó sobre la cama. - hacemos mierda juntos….-

-Mierda? ¿En serio? Así es como lo expresas? …–

-Como dormir.-

-Prefiero organizar nuestro armario-, dijo. - limpiar el suelo.-

-suficiente. Una vez me dijiste que me obedecerías en la cama. Bueno, estás en la cama -.

-Bien. Voy a dormir -, se quejó,- pero no me gustara. –

Su sonrisa fue lenta mientras apretaba sus guantes. -Vamos a ver si puedo hacerte cambiar de
opinión....-

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Capítulo Veinticuatro
Que me contraten para otra siesta cuanto antes. Keeley se había convertido en una fan de las
siestas de por vida. Dormir con la esencia de Torin en su nariz, su calor envolviéndola, y sus
brazos ceñidos alrededor de ella... no había nada mejor. Bueno, excepto por cómo se las iba a
arreglar con él.

Ella se despertó fresca y revitalizada, lista para conquistar el mundo... y se dio cuenta de que la
necesidad que sentía por Torin era un dolor sin fin. Si Hades había sido una llama, Torin era un
incendio. Cuanto más le daba él, más quería ella. Y ahora que habían decidido sacar hacia
delante las cosas de verdad... ¡Tengo que tenerlo todo de él.

Torin, sin embargo, no se despertó fresco y revitalizado, estaba dolorido por ella, y no parecía
querer cualquier parte de ella. Se levantó, se aseó y se vistió, emocionalmente distante, su
dulce amante de la noche había sido sustituido por alguien frío como el hielo al que le gustaba
ladrarle órdenes.

Vístete. De prisa. No. No más vestidos. Usa pantalones de chándal. Cómete el desayuno. Y, por
cierto, necesito que utilices los artefactos para buscar a una persona más. Un chico.

¿Se arrepentía de su decisión de quedarse con ella? No, no, por supuesto que no. Ella era una
presa increíble. Una captura increíble con secretos. Su estómago se retorció en mil dolorosos
nudos. Hemos empezado de nuevo. Tengo que contarle lo de Galen. Y lo haré, tan pronto
como el momento adecuado llegue. Pero a medida que los siguientes minutos pasaron, todos
sus momentos consistieron en miradas anhelantes, emparejados con miradas de ojos
entrecerrados, y enguantadas caricias acompañadas con maldiciones, a continuación, una
pequeña charla, y era difícil de encajar algo como…: Por cierto, me gusta realmente tu mayor
enemigo y quiero invitarlo a la fiesta de Navidad familiar -entre- Dime lo que está mal -, y -
¿Qué quieres decir, no tiene nada de malo?-

Confío en él. Si él dice que está bien, está bien. Su actitud, y lo que lo trajo, no tenía nada que
ver con su romance en flor.

-Nos vamos-, dijo.

Keeley tuvo que correr por el pasillo para poder mantener su ritmo. El tiempo para encontrar
a sus amigos había llegado por fin. Y tal vez ese era el problema, pensó ella. ¿Pensaba que iba
a arruinar esto?

Él ladró órdenes a algunos de los guerreros. Haga esto. Haz eso. Su tono era mucho más duro
con ellos de lo que había sido con ella, y eso la hizo sentirse con una extraña clase de consuelo.

La tensión se vio atenuada por la esperanza, ya que tanto los hombres como las mujeres
hicieron lo que se les dijo. París apareció a su lado y siguió el ritmo caminando a su lado.

-¿Cuándo podremos tener esa charla?-

-Un poco más tarde-, dijo Keeley.

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-Genial. Entiendo que eso significa que tendremos la charla en el momento en que finalice la
búsqueda y rescate -Él se marchó lejos.

Al pasar junto a Anya, la mujer pasó un dedo por su cuello. Amenaza de muerte? Keeley
bostezó. Torin dio marcha atrás para mirar a la diosa. …Nunca más… La furia ardía bajo la
superficie de su piel. Keeley siempre había temido su propio temperamento, pero tal vez
habría sido mejor temer el temperamento de Torin. Justo en ese momento, se veía capaz de la
peor clase de violencia. ¿Qué iba a hacer?

Tal vez una pregunta mejor: ¿qué no iba a hacer? ¿Era malo que ella se estremeciera con
anticipación?

-Ella es mía,- gruñó, -y mataría para proteger cada uno de los cabellos de su cabeza.
¿Entendido? –

Un rayo de conciencia. Una chispa de alegría.

-Ella podría estar mintiendo sobre la necesidad de los artefactos, ya sabes,- dijo Anya,
cruzando los brazos.-Creo que sólo está tratando de robarlos.-

-Ella no lo está.- Miró a Keeley, con los ojos ardientes con un hambre feroz, carnal, y no estaba
dispuesto a que su cuerpo la proyectara.

-Yo confío en ella. Más que eso, la pongo a ella primero. Por encima de todas las cosas -.

Un temblor más intenso que el anterior. -Gracias-, dijo Keeley suavemente, su corazón parecía
latir por él y sólo para él. Se volvió a la diosa.

-Y gracias por el corte que tanto necesitaba. Como puedes ver, nunca he estado mejor.

-Te he hecho un buen corte de pelo.- Anya se puso rígida cuando Lucien se materializó a su
lado.

-Ah, y porque he dicho que hagamos esto o lo otro... la Jaula de Compulsión es tuya.
Majestad. Yo te paso mi propiedad a ti -.

-Considéralo un regalo por honrarte con mi presencia.-

Como Torin la apartó a un lado, ella susurró: -¿Puedo lastimarla un poco?-

-Por favor, no lo hagas. Por alguna razón, a Lucien le gusta. –

Él dobló una esquina, se detuvo frente a una puerta abierta, y le indicó a Keeley que pasara.
Ella entró haciendo aspavientos dentro de la habitación, rozando a propósito el hombro contra
su pecho. Él contuvo el aliento. Si juegas con fuego, siempre te quemas; si juegas con Torin,
siempre obtienes resultados.

La habitación era de tamaño medio y estaba desnuda excepto por una jaula oxidada
suficientemente grande para contener a un adulto agachado, una caja de cristal que contenía
la Vara, y Reyes y Danika. Keeley caminó alrededor de la jaula, pasando la punta de los dedos

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sobre el borde superior. Era fría y sólida, hecha de un metal que nunca se doblaría, no importa
cuánta presión se aplique. Un hormigueo le recorrió los brazos. Ella volvió su atención a la
Vara. Tenía un largo eje semi-grueso, con una cabeza bulbosa hecha de vidrio, y en su interior
un mar de colores que se arremolinaban, brillando intensamente. Probablemente el mejor
símbolo fálico del mundo. Reyes se puso delante de Danika antes de que Keeley pudiera
estudiarla, ya que ella era el Ojo que todo lo ve.

-Mi mujer ha visto tu pasado. Un mal como el tuyo nunca puede ser redimido –

-Bueno, tú deberías saberlo, o ¿no?-, Dijo ella, recordándole sus propios crímenes y
pretendiendo no herirlo. -Por cierto, puedo echarte a un lado sin ningún esfuerzo real.- -
Inténtalo-, dijo simplemente. -Tengo ésta.- Agitó un brazo marcado por azufre.

-Y yo tengo esto. Una chula…bofetada de realidad. ¡Sal fuera de mi camino o no voy a


encontrar a tus amigos! -.

Él se agachó, poniéndose nariz con nariz. Abrió la boca para insultarla con algo probablemente
feroz. Torin se movió poniéndose en el camino del guerrero, lo que le obligó a retroceder.

-Ella es mi invitada de honor y está aquí para ayudarnos, Reyes. Recuerda que ella no va a
perjudicar a Danika. Pero yo te haré daño si vuelves a amenazarla de nuevo-.

-Y tú sabes que eso me gustaría.- Reyes lo miró por un momento de tensión antes de que él
levantara las manos en señal de rendición.

-De acuerdo. Haz lo que tengas que hacer -.

Planeado. -¿Dónde está la capa de invisibilidad?-

-Aquí-. Reyes sacó un pequeño cuadrado gris del bolsillo. Keeley la reclamó, y miró a Danika,
excesivamente pequeña, frágil, y le señaló a la jaula.

–Tienes que entrar dentro -.

Ella perdió la compostura, un temblor recorriéndole los pies. -Pero por qué?-

-Suficiente! -Si quieres encontrar a tus amigos, tienes que hacer lo que yo digo, cuando yo lo
digo. Sin argumentaciones -.

-Pero...-

-Eso suena como un argumento.- Keeley dio una fuerte palmada con sus manos. -¿Queremos
hacer un poco de rescate hoy o simplemente vamos a charlar? De cualquier manera, mi
tiempo es oro -. Danika miró a Reyes, quien asintió con rigidez. Ella se acercó, pero antes de
que ella se metiera dentro, miró hacia Keeley y dijo: -Gracias. Por todo lo que estás haciendo
para ayudarnos -.

Un nudo creció en la garganta de Keeley, ¿qué era eso? Emoción? Por un elogio merecido? Mi
deliciosa carcasa exterior, tan arrogante, se ha deteriorado tanto? Ella cerró la puerta con más
fuerza de lo que pretendía, y con el ruido metálico y siniestro, Danika gritó.

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-Unas advertencias para mi audiencia-, dijo Keeley. -Yo soy la dueña de la jaula. Mientras
Danika esté atrapada en su interior, nadie va a ser capaz de sacarla excepto yo. Bla, bla. –

-Si le haces daño...- comenzó Reyes.

-¿No hemos cubierto eso ya? No lo haré. -Pero el proceso seguro lo haría. Keeley regresó al
caso y retiró la Vara.

-Cuidado con eso-, dijo Torin. Ella le dio una mirada completa que decía: me estás tomando el
pelo? -Las últimas dos mujeres que tocaron la Vara desaparecieron sin dejar rastro-, explicó.

-Eso es porque no sabían cómo usarla correctamente.-

Ella llevó el artefacto a la jaula y ajustó el extremo sobre el agujero en el centro de la tapa. -
Muévete a un lado,- le ordenó a Danika y, después de que la chica obedeció, empujó el eje de
la Vara hasta el fondo de la parte inferior, anclándola como una bandera.

-¿Sabías que eso se podía hacer? - Torin murmuró para Reyes.

-No.-

-Obviamente somos idiotas.-

Querido si solo supieran la mitad de lo que yo -Encantador, ¿cómo te sentirías si yo fuera a


por la Estrella de la Mañana primero? Con ella, podríamos salvar a todos los demás en un abrir
y cerrar de ojos.

-Sí. Hazlo. - -Estrella de la mañana?-, Preguntó Reyes.

Ella no le hizo caso, diciéndole a Danika -Encaja tus manos alrededor de la Vara. Y no la sueltes
hasta que vuelva y te dé permiso para hacerlo.

No hacía falta que ella acabara con ―Si no me obedeces, quedarás abandonada y atrapada
dentro de otro reino, enfadada, porque una vez que se da una orden, el ocupante de la jaula
está obligado a cumplirla. Poco a poco la chica se acercó.

-Por cierto-, añadió Keeley. -Esta vez no va a ser una experiencia muy agradable para ti. Mis
disculpas.-

Danika cerró los dedos alrededor del eje y gritó. Reyes dio un paso hacia ella, pero una vez más
Torin se interpuso en su trayectoria. El guerrero le esquivó, pero Torin siguió, manteniéndose
como un bloque constante.

-Ahora-, dijo Keeley a la chica. -Cierra los ojos e imagina la Estrella de la Mañana.-

La chica cerró los ojos, pero dijo: -No sé lo que es eso.-

-Sólo piensa las palabras. Estrella de la Mañana. Estrella de la Mañana -.

Varios minutos pasaron en silencio, y no pasó nada. La tensión creció. ¿Estaban rotos los
artefactos?

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-No lo entiendo-, dijo Keeley. –Piensa una imagen de Cameo.-

En el segundo en que Danika cumplió la orden, la parte superior de la Vara se encendió,


burlándose de su brillo anterior. Los colores brillantes salieron disparados en todas
direcciones, llenando toda la habitación. Definitivamente no estaban rotos. Justo en frente de
la jaula, esos colores fueron absorbidos entre sí, formando la imagen de un ser femenino de
cabello oscuro, exquisita, siendo arrastrada por un tramo de escaleras por... seres humanos?
Ella no estaba luchando contra ellos, pero claro, ella no podía porque estaba inconsciente, con
la cabeza chocando a cada nuevo paso y dejando una mancha de sangre tras de si.

-Cameo- Torin se quedó sin aliento.

-¿Cómo podemos llegar a ella?- Reyes exigió. Fácil. -Te paso a través del portal. Tú serás
transportado en medio de la misma escena que estás viendo -.

Mientras hablaba, ella desplegó la Capa de Invisibilidad, y lo que había comenzado como una
pequeña pieza cuadrada, había crecido de tamaño y se había convertido en una carpa de circo.

-Voy a ir-, dijo Torin.

Reyes dio una sacudida con la cabeza. -No puedes. No puedes tocarla -.

Su guerrero escupió una maldición abrasadora. –Olvidado otra vez?¡No! –

-Sabes que esto es por el …

Torin habló sobre él, agobiado, -Lo que sé es que no me gusta que Keeley haga esto. Sé que yo
la he empujado a hacer esto, pero estoy preocupado por ella. Yo no quiero que ella pase por
eso. No quiero que nadie más que yo lo haga. Si alguien termina herido...-

Equivocado, pero dulce. Ella había prometido rescatar a Cameo, así que ella sería la única que
haría esto. A la mierda, bebé. A medida que continuaron la discusión, Keeley se ajustó a la
capa sobre los hombros y se movió hacia el portal. Torin, de alguna manera consciente de
todos sus movimientos, sin parecer que estaba centrado en ella, espetó: -¿Qué estás haciendo,
princesa? No te atrevas…

-Vuelvo pronto!- Con un movimiento de su muñeca, ella se envolvió el material por encima de
su cabeza y desapareció de su vista.

-¡Vuelve aquí ahora mismo!—

Ella dio un paso a través del portal, cortando su diatriba. Debido a que la Capa era el único
billete con el que podía pasar, él sería incapaz de seguirla. Él me lo agradecería más tarde.

El olor a azufre y a podredumbre inmediatamente asaltó su nariz, y ella amordazada. Bueno.


Tenía que estar en uno de los reinos en el mundo terrenal, pero eran demasiados para elegir.
uno gobernado por Lucifer. uno gobernado por Hades. Oh, y ella no podía olvidar los miles
gobernados por los ángeles caídos, así como los Nephilim. Al menos la Capa la enmascaraba en
todos los sentidos, y los seres humanos que arrastraban a Cameo serían incapaces de detectar
el aroma de Keeley o incluso oírla.

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El Toque Más Oscuro

A medida que el grupo caminaba hacia arriba, murmuraban acerca de las cosas que querían
hacer con la chica... cosas que su líder, quien quiera que fuera, les había prohibido hacer.
Cosas terribles, oscuras. Una avalancha de ira cayó a través de Keeley.

El grupo llegó a la cima de la escalera, dobló una esquina y caminó por un pasillo. Había seis
puertas cerradas, y ellos eligieron la tercera de la izquierda. Estaba vacía, salvo por los grilletes
colgando del techo. Se las arreglaron para poner a Cameo sobre sus pies y estrechar sus
muñecas en las restricciones. Tres de ellos salieron de la habitación. El cuarto se quedó atrás.
Uno de los otros se detuvo en la puerta, diciendo: -Tócala y te matará.-

-Si se entera. Él no lo va a saber -.

-Yo no estaría tan seguro de eso. Quería a ésta solo para él. Es por eso que ella no está con los
otros-.

-Te lo vuelvo a decir. Él no se va a enterar -.

La puerta se cerró, sellando al gandul dentro con Cameo. Extendió la mano para apretar su
pecho. Él iba a pagar un alto precio por ello. Keeley dejó caer la capa, y se destelló detrás de él
y ajustó sus manos alrededor de su cuello. Definitivamente humano, aunque un gran mal se
retorcía dentro de él. Poseído por un demonio, entonces. ¿Cómo había llegado a vivir en un
reino generalmente reservado para los malos espíritus? No importa. Ella le dio un puñetazo en
la base del cráneo, agarró su columna vertebral, y la arrancó. Como filetear un pescado.

Estaba demasiado sorprendido para luchar contra ella... y luego demasiado muerto para
reaccionar. Como él golpeó el suelo, se sacudió las manos juntas en otro trabajo bien hecho.
¿Qué debería hacer, una repetición? Destellar en toda la casa, hasta que encontrara y
capturara al responsable? Ella podría presentar al macho-hembra como un regalo para Torin.
Pero... no. Cameo necesitaba atención médica, como, ayer. Ella podría ser inmortal, pero no
era indestructible.

Oh bien. Un rescate directo tendría que bastar. Keeley utilizó las llaves del guardia para
desencadenar a Cameo, envolvió a la chica en corrientes de su poder para que ella flotara
detrás mientras estuvieran cubiertas por la capa. Volvió sobre sus pasos al portal que Danika
había dejado abierto, manteniendo las manos en la Vara. Un segundo después, ella tenía a
Cameo dentro de la habitación con los artefactos. Una habitación más llena que cuando la
había dejado. Todos los Señores estaban allí, más Anya murmurando cosas despectivas sobre
Keeley y sus intenciones. Vamos a tener un ajuste de cuentas algún día, diosa.

Keeley instaló a Cameo en el suelo y se quitó la capa, luego la dobló y se la metió en el bolsillo.
-Estamos aquí-, anunció, materializándose, obteniendo la atención de todos.

-Cameo- Torin estalló.

-Ella está viva. Y tú, -le dijo a Danika,- puedes quitar las manos de la Vara. Tú, -le dijo a Reyes, -
puedes abrir la jaula.-

Torin apenas le dio a Keeley un vistazo mientras se agachaba junto a la mujer lesionada; de
hecho, en realidad le dio a Keeley un codazo y la apartó fuera del camino. Los demás se

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El Toque Más Oscuro

reunieron alrededor de la chica, así, empujando a Keeley más lejos... olvidándose pronto de
ella y de la buena acción que acababa de hacer. Ella entendió que la joven estaba herida y
necesitaba que la atendieran. Ella sólo deseaba que al grupo le importara un poco el bienestar
de ella. Va a tomar tiempo. Eso es todo. Un día ella sería una parte aceptada del grupo.
Decidida, se trasladó a la jaula y abrió la puerta, permitiendo a Danika salir fuera. Incluso ella
Corrió al lado de Cameo. Tiempo.

Aeron, el tatuado, levantó suavemente a Cameo en sus brazos y movió sus pies fuera de la
habitación. Los demás le siguieron en masa. Quiero ser amada así. Para pertenecer.

Anya regresó sólo para decir: -¿Encontraste al niño o qué?

- ¿El que Torin había mencionado? -No tuve la oportunidad de mirar.-

La diosa levantó su puño. -Si estás mintiendo sólo para vengarte de mí...-

Tal vez si Keeley hubiera aprendido a respetar a aquellos a su alrededor en lugar de arremeter
contra ellos, éstos aprenderían a respetarla a su vez. Siembra... y cosecha.

-Mentir?-, Dijo. -Yo nunca miento. Cuando sea posible, lo encontraré-.

-Bien. Y... gracias. Supongo. -Anya respiró profundo antes de salir.

Keeley se movió por la sala donde permaneció casi media hora, tic tac, tic tac, sin saber
realmente qué hacer o dónde ir. Encontrar a la otra chica, Viola, tendría que esperar hasta que
Danika estuviera recargada.

Unas manos se asentaron en sus hombros, haciéndola girar. Ella se encontró cara a cara con
Torin, y, como siempre, la visión de él la envió a un estado de euforia.

-¿Estás bien?-, Preguntó ella.

Sus ojos estaban vidriosos, líneas de tensión salían de las esquinas. -¿Puedes ayudar a Cameo?
Ella está empeorando -.

Él estaba cerca de las lágrimas. Por Cameo. Tentáculos de celos se enrollaban a través de ella. -
Supongo que lo averiguaremos. Muéstrame el camino-.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Veinticinco
Torin se paseaba nerviosamente, loco de preocupación. Cameo apenas tenía fuerzas para
respirar. Sus latidos eran peligrosamente lentos, sus reflejos no respondían. Nada de lo que
habían hecho sus amigos la había ayudado.

Keeley había apartado a todo el mundo a un lado para mirar sobre Cameo. La fuerte, y capaz
Keeley. Ella salvaría a su mejor amiga. No, no es su mejor amiga. Ya no. Keeley había
reclamado el primer lugar, sacando a Cameo del pedestal, y eso nunca iba a cambiar. Pero él
había hecho claramente algo para molestarla. ¿Y por qué no? Él era un imbécil con trastorno
de personalidad la mayor parte del tiempo. ¿La mayor parte del tiempo? Por Favor. Intenta
con todo el tiempo.

Pero a este imbécil no le gustaban las heridas en los ojos de su mujer, oscureciendo el precioso
azul bebé de sus ojos hasta convertirlo en un azul marino emotivo. Tenía que hacer las cosas
bien. Y también tendría que, tan pronto como pudiera, desenredar el problema.

-Alguien puso un ―septa‖ en el interior de su alma,- anunció Keeley -Y debido a que su alma
está anclada a su cuerpo, se está envenenando físicamente, siendo incapaz de responder a los
estímulos -.

Preguntas y demandas sonaron. -¿Qué es un ―septa‖?-

-¿Cómo se pudo poner algo en su alma?-

Pero una retumbó por encima de todos las demás. -Elimínalo. Ahora.

Las manos de Sabin estaban apretadas a los costados, sus nudillos ya blancos.

-Tú realmente no quieres usar ese tono conmigo, guerrero,- Keeley respondió de manera
uniforme. Si alguien aparte de Torin escuchó su respuesta, él no lo podría decir, porque todo
el mundo seguía hablando.

-Fuera- finalmente les gritó a todos ellos. -Ahora.- Ellos no hicieron nada de eso. En un tono
más tranquilo. -Fuera-, repitió.

-Dejadla trabajar. Sólo la estáis distrayendo -.

Hubo protestas. Por supuesto que hubo protestas. Estos chicos y chicas alfa no estaban
acostumbrados a recibir órdenes de nadie. Pero al final salieron de la habitación, con ganas de
que Cameo mejorara más de lo que querían el control de la situación.

Él se quedó dónde estaba. No iba a dejar a su mujer, y los demás simplemente tendrían que
lidiar con eso. -Todo el asunto- dijo Keeley, - propongo que la levantemos.-

-Sabes que no puedo tocarla.-

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El Toque Más Oscuro

-Ya veo.- La herida en los ojos de Keeley parecía sangrar. Qué demonios? -Princesa-, dijo.

Ella lo detuvo con un seco: -No vas a enfermarla. Tu camisa y tus guantes la protegerán -.

Era cierto, pero no iba a correr el riesgo, especialmente mientras la condición de Cameo era
tan inestable. Queriendo terminar con esto para que él y Keys pudieran hablar, abrió la puerta
y se encontró a todos reunidos en la sala, tal y como él había esperado. -Sabin-, llamó. -Te
necesitamos.-

Las conversaciones se afilaron hasta silenciarse a medida que el guerrero se abrió paso entre la
multitud. Torin permitió al tosco guerrero entrar en la habitación, pero cuando trató de cerrar
la puerta, William entró también. Bien. Lo Que Sea.

-levanta a Cameo-, le dijo a Sabin.

Sabin no hizo ninguna pregunta, sólo se adelantó y suavemente se colocó a si mismo detrás de
la chica, con la espalda presionando contra la cabecera. Keeley se agazapó entre las piernas de
Cameo, aplanando su mano contra el corazón de Cameo. La chica se sacudió, pero eso fue
todo, su única reacción. -¿Qué estás haciendo?-, Preguntó Sabin.

-¿Estás siempre tan parlanchín?- William se inclinó un hombro contra la pared. -Y sí, con esto
quiero decir si eres siempre tan irritante. –

Keeley los ignoró a ambos. Movió su mano arriba y abajo en el pecho de la chica, de lado a
lado, lentamente, poco a poco, hasta que la espalda de Cameo se arqueó, su grito de agonía
haciéndose eco en las paredes.

Sabin gruñó: -Sea lo que sea lo que estás haciendo, para.-

-Confía en mí-, dijo William. -O no. Probablemente no. Pero tú realmente no quieres que se
detenga. Si te va a hacer sentir mejor, finge que lo van a conseguir. Yo lo hago. –

El color abandonó las mejillas de Keeley, y su respiración empezó a ser superficial. Lo que sea
que ella estuviera haciendo, la hería tanto como a Cameo, y a Torin no le gustaba eso. No le
gustaba en absoluto. Él estaba acercándose a ella, decidido a apartarla, cuando se cayó hacia
atrás, jadeando.

-¿Estás bien?-, Exigió.

-Lo ... estaré... pronto.- Keeley abrió la mano, revelando …- ¿Qué demonios es eso? Era de la
misma longitud y anchura que una pluma de tinta y tan negro como la noche más oscura.
Espirales de niebla como tinta salían de ella.

-No queremos que tengas que lidiar con esa cosa vieja y fea.- El deleite se filtró por el tono de
William cuando él cogió el ―septa‖, lo envolvió en un pañuelo y se lo guardó en el bolsillo -
Déjame hacerte un enorme favor, voy a hacerme cargo, y cuidar de esto por ti. –

-Hades los hace-, dijo Keeley, y Torin se aceleró.

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El Toque Más Oscuro

Había visto al macho sólo una vez, pero eso había sido suficiente. Hades viajaba dentro de una
nube negra, los gritos de sus víctimas haciéndose eco dentro. Cuando te miraba, te hacía sentir
como si estuvieras ya atrapado en los más profundos y calientes pozos del infierno. No hacía
nada sin garantizar que recibiría algo a cambio, y estaba bastante claro que traicionaría a su
propia madre para lo que quisiera a cambio. Planeado para llevarlo a cabo de todos modos.
Esto es pan comido.

Los párpados de Cameo se abrieron, y ella murmuró, -Vinieron... nube oscura...-

Torin se agachó a su lado y se encontró con su mirada frenética. -Shhh. Estás a salvo -.

-Me llevaron... intentado coger a Lazarus ... fracasando.- Él y Sabin compartieron una mirada
confusa. ¿Lazarus? El guerrero que Strider había decapitado? -Debemos... salvarlo ...- Dijo ella
dirigiéndose a Torin.

Se irguió hacia atrás al mismo tiempo que Sabin tiró de ella a un lado, apenas un gesto para
evitar su contacto. Ella se dejó caer en la cama como si el pequeño movimiento hubiera
gastado la poca energía que le quedaba.

-De los que ella hablaba eran los secuaces de Hades..-dijo William.

Torin se enderezó. -¿Por qué Hades quiere a Cameo y a un guerrero no muerto?-

-Vamos a tener que preguntárselo-, dijo Sabin con una sonrisa fría. Se centró en Keeley.

-Él está protegido, de acuerdo, y tú no puedes destellarte hacia él? –

-Correcto-, respondió ella con frialdad.

-¿Puede Danika abrir un portal directamente a él?-

Ella frunció el ceño. -Sí, pero la apertura de un portal la drena. Pasarán días antes de que ella
sea lo suficientemente fuerte para hacerlo. Y tú realmente quieres que Hades sepa lo que ella
puede hacer? Lo que estamos tratando de hacer? –

-Tienes razón Keeley. Olvídate de él. -Torin se pasó una mano por el pelo.

-El rescate de Viola y Baden, primero, luego encontrar la caja, son nuestras principales
prioridades -.

-Sí,- dijo ella. -Baden será complicado, sin embargo. Él es un espíritu. Yo no lo soy. Yo no lo
puedo tocar y tirar de él a través del portal a menos que uno de nosotros esté llevando
coronas serpentina -.

-Nunca he oído hablar de eso, pero yo voy a hacer lo que sea necesario para obtener un par.-
Sabin bajó de la cama y se dirigió a la puerta.

Mientras dejaba a los demás guerreros dentro de la habitación para cuidar a Cameo, Torin
perdió de vista Keeley.

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El Toque Más Oscuro

-Fuera de mi camino -, dijo, y la multitud se apartó como el Mar Rojo... justo a tiempo para
echar un vistazo y ver a su mujer caminando por el pasillo. Él la persiguió, alcanzándola
mientras serpenteaba alrededor de una esquina. -¿Qué está pasando en esa dulce cabeza
tuya, princesa? - Silencio. Intolerable! Pero contuvo su lengua hasta que llegó a la puerta de su
dormitorio y se dirigió a su interior. –No me dejes fuera -, dijo. -Háblame.-

-¿Al igual que querías hablar esta mañana, antes del rescate de Cameo?- Ella se echó el pelo
sobre su hombro y lo miró a los ojos el tiempo suficiente para transmitir desdén. -O debería
ladrarte respuestas de una sola palabra? –

Había sido un imbécil. Lo tengo. -Estaba preocupado por ti y no lo manejé bien.-

-Bueno, seguro que parecías preocupado por Cameo. Parecía que lo manejabas muy bien -.

-Escucha, ella y yo salimos por un tiempo, pero…- Se detuvo cuando escuchó que contenía la
respiración.

-Te pregunté si ella era tu novia.- Keeley empujó cada palabra con los dientes apretados. –
Mentiste. Me mentiste incluso después de que te dije que prefiero salvar a un enemigo que
me dice la verdad que un amigo que me miente -.

-No lo hice. Te dije que no, porque no lo es. Ya no, no otra vez -.

- -. Keeley agarró una bolsa y comenzó a rellenarla con la ropa de él.

-Semántica no ¿Qué demonios estás haciendo? –

-Ayudarte a mudarte a otra habitación. He decidido mantener ésta, y ya que soy la invitada de
honor, elijo primero-.

Enfermedad se puso a vitorear. Cállate.

-No voy a encontrar otra habitación, Keys-.

-Tú lo harás, porque estoy rompiendo contigo.-

-De ninguna manera. Nos pusimos de acuerdo para tratar de hacer que esto funcione. La
pareja que mata unida permanece unida.

-Con una salvedad. No ibas a hacerme daño otra vez. -Ella tiró la bolsa a sus pies. -En caso de
que no te hayas dado cuenta de mi golpe sutil, lo has hecho.

-Y lo siento por ello.- Él agarró la bolsa y comenzó a desempacar. -Pero también me quedo.-

-Oh en serio?-

Un segundo después, la bolsa estaba llena de nuevo. Apretó los dientes. Había destellado la
ropa. -No es divertido-, dijo.

-¿Quieres saber lo que no es divertido? Tú y Cameo! –

-No es más que una amiga.-

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El Toque Más Oscuro

-Como el infierno. Estabas siendo empalagoso con ella -.

-Yo no estaba siendo empalagoso, y lo nuestro pasó hace alrededor de un año.-

-Lo que es peor!-

-No funcionó. Nunca hubiera funcionado porque ella no eres tú.-

Su rostro se suavizó lo más mínimo cuando ella dijo, -¿Quién rompió? ¿Tú o ella? –

-¿Mutuamente?-

-¿Ni siquiera lo sabes? ¡Oh! –El fuego brilló en sus ojos.

-Bueno, ¿adivina qué? Me gusta Galen. Eso es! -, dijo con el cejo fruncido. -Me gusta. Mucho.
Él estaba prisionero en la mazmorra de Cronos, y nosotros hablamos. Viajó con nosotros a
través de los reinos. Le ayudé. Ahora, ¿quieres quedarte conmigo? –

Shock. Sí, él lo experimentó. Cólera. Eso, también.

La mente de Torin giraba, las preguntas que una vez se había hecho para luego olvidarlas, de
repente habían encontrado respuestas. El macho que había liberado de la cárcel, el que había
pensado que le era familiar, pero que no había podido ubicar... había sido Galen. Las mejillas
del chico se habían hundido, su pelo oscuro, por lo general pálido porque lo tenía cubierto de
suciedad. Su piel era como de papel y blanco, sus alas quitadas. -Tú lo liberaste-, dijo Keeley.

-Sí, y voy a tener que perdonarme a mi mismo por eso-, espetó. Debería haberlo dejado allí
para que se pudriera!

Galen había sido el mejor amigo de Torin, pero se había convertido en su traidor. El asesino de
Baden. Los pescados del guerrero eran enormes y deplorables. No había nadie a quien Torin
quisiera matar más. Ni siquiera a Hades. Pero incluso tan sorprendido y enfadado como
estaba, se las arregló para decir: -Me preguntaste si todavía quería quedarme contigo. La
respuesta es sí. Tú podrías hacer cualquier cosa y todavía me gustaría quedarme -.

Su mandíbula cayó, y chasqueó al cerrarse. -¿Cómo puedes decir eso?- Dijo sin aliento. -¿Cómo
puedo creerte? Tú no quisiste tocar a la preciosa Cameo, pero siempre estás más que feliz por
tocarme – . Ahora espera un segundo. -Tú insistes en que lo haga.-

-Y como he dicho, estás más que feliz de hacerlo-, le gritó.

-Por supuesto que estoy más que feliz-, le gritó. Esperaba que las paredes empezaran a
temblar, pero no lo hicieron. -Estoy obligado a tocarte. La necesidad es constante y más a
menudo, irresistible. Si puedo poner mis manos sobre ti, voy a hacerlo. Tú eres una tentación
que no puedo resistir. Ella no lo es -.

Keeley parpadeó, sus hombros parecían girar en ella. Tragó saliva y dijo: -Oh.- Luego meneó La
cabeza, con los ojos entrecerrados. -Si eso es cierto, ¿por qué te olvidaste de mí, en el
momento en que llegó ella?-

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El Toque Más Oscuro

Ahora mi Hada de Azúcar está siendo ridícula. -Princesa, nunca te he olvidado. Siempre soy
consciente de ti. El hecho de que esté mirando y hablando a otra persona no cambia eso. Sabía
que te habías quedado atrás cuando llevamos a Cameo a su habitación, y yo pensaba que era
porque no querías hacer frente a Anya. Planeaba llevar a Cameo, instalarla y volver contigo -.

-Oh,- dijo de nuevo.

Cayó en la cama, rebotando. Desesperadamente él quería tomarla en sus brazos. No podía


hacerlo, pero podía cuidar de ella de otras maneras.

-Ha pasado mucho tiempo desde que has comido-, dijo. -Quédate aquí.- Hizo una pausa, y
añadió: -Por favor. Por favor, no me dejes, y por favor no me pongas en la caja de Tiempo
muerto. Ponte cómoda. Vuelvo en seguida y me pondré mi sudadera favorita y vamos a
acurrucarnos juntos. –

Ella le dirigió una inclinación de cabeza aturdida. Se apresuró a la cocina, donde rápidamente
preparó un banquete de frutas, pasas,¡ bruto! -nueces y panes. Lo único que faltaba eran los
bichos. Se negó a cazar espeluznantes rastreadores... a menos que ella se lo pidiera. Él tenía la
sensación de que iba a hacer todo lo que ella le pidiera.

¿Qué me está haciendo esta mujer? Añadió dulces y flores a la bandeja y regresó a la
habitación, como había prometido. Ella no se había ido, no se había movido ni un centímetro.

-Gracias-, dijo en voz baja, olfateando una de las flores.

Se sentó a su lado. -Así que... Galen, ¿eh?-, Preguntó, alisándole un mechón de pelo de la
frente. Ella mordió una pasa, asintiendo con la cabeza. ¡Qué cambio en su relación! Ya no
evitaba la comida que él le proporcionaba, confiaba en él lo suficiente para comer. Dulces
momentos como este hacían que todos los momentos oscuros valieran la pena.

-Él es un mentiroso, un traidor. Lo sabes, ¿verdad? –

-Error. Él lo era. La gente cambia -. En raras ocasiones. -Si él te está usando para llegar a
nosotros…

Arrojó una pasa hacia él, y él la hizo reír cuando actuó como si hubiera lanzado una bomba. -
Soy graciosa, ya sabes,- dijo ella. -Mi asociación con Galen no tiene nada que ver contigo.-

-Eres graciosa, eso es seguro.- Y ―chupable‖. Y, claramente, su boca necesitaba una


distracción; él se metió una uva en la boca. El zumo era dulce pero no tan dulce como su
Keeley. -Sólo... ten cuidado con él, ¿de acuerdo? Yo confiaba en él, también, y él…-

Torin parpadeó. Keeley y el dormitorio se habían desvanecido, una gran cantidad de oscuridad
lo rodeó repentinamente. La confusión lo golpeó. Parpadeó una segunda vez y un nuevo
entorno apareció. Uno con barras de metal. Montones y montones de barras. Ellas estaban por
encima de él y junto a él. Detrás de él y bajo él. Estaba atrapado en el interior de una celda. Era
diferente a la que había compartido con Mari, más pequeña, y no estaba dentro de un
calabozo. Fuera, a la intemperie, en el centro de kilómetros y kilómetros de tierra. Bajo tierra?
Qué Infiernos?

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El Toque Más Oscuro

***

Keeley se levantó de un salto.

-Torin?- Podía no destellar y, sin embargo, él había estado con ella un segundo, y se había ido
al siguiente. -Torin!-

-Yo no envenené a la chica, a Cameo.-

Al sonido de la voz de Hades, una rabia oscura la abrumó, y los muros de la fortaleza se
sacudieron. Él le había quitado a Torin…tendría que pagar! -Fue Lucifer-, continuó. -Estamos en
guerra. Conociéndolo, seguro que planeaba venir a ti, te hubiera dicho que rescataría a Cameo
de mis garras sólo si te hubieras unido a él en la lucha contra mí -.

-Por supuesto que fue Lucifer,- ella se burló. -Siempre culpando al otro chico malo.-

Hades se apoyó en la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. -¿Qué hiciste con Torin?-
, Preguntó.

Él chasqueó los dientes hacia ella. -Deberías ser más amable conmigo, mascota. Sostengo su
destino en mis manos -.

-Devuélvelo. Ileso -.

Haciendo caso omiso de ella, le dijo: -Te he traído un regalo.-

Las paredes temblaron más intensamente. Constantemente.

-Oh, chuchería,- contestó ella secamente. -Otra cosa para que yo lo devuelva al remitente -.

-Esto lo vas a querer, te lo prometo.-

-Todo lo que quiero es a Torin. Y si te atreves a decirme que el regalo es tu pene, te meteré
otra daga entre las costillas -.

Sus dientes blancos brillaron en una sonrisa impenitente. -¿Quieres mi pene? Porque todo lo
que tienes que hacer es preguntar, y yo te lo daré. Una y otra vez -.

Hombres! -Torin. Ahora -.

Su sonrisa no se debilitó. -Un día cambiaras de opinión sobre mí.-

No es probable. –Que vuelva Torin!.-

-¿Regreso a la competición? No lo sabía. Y yo soy un hombre muy sabio. –

-Tu presencia aquí demuestra lo equivocada que es esa declaración. Me mentiste, me


utilizaste, me engañaste, me humillaste, me destruiste y robaste siglos de mi vida. Nunca voy a
quererte otra vez. –

-Dame una razón para liberarlo, entonces.-

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El Toque Más Oscuro

-Te acabo de dar seis. Pero aquí hay algunas más. Debido a que me lo debes. Debido a que no
te ha hecho nada. Porque él me hace feliz, y yo merecía un poco de felicidad. Sólo por eso.
Elije la razón que quieras-. Un destello de dolor en sus ojos, una oscura emoción que nunca
antes había visto de él. Un truco, seguramente. No se puede suavizar.

-Keeley-, dijo en un suspiro. Él se pasó una mano por la cara. -Yo realmente lamento lo que te
hice.-

-¿Crees que es lo suficientemente bueno? Que borra siglos de agonía? Que borra tu libro de
contabilidad de crímenes? –

Ella voló hacia él y le dio una bofetada. Duro. Entonces, debido a que se había sentido tan bien,
ella lo abofeteó de nuevo.

-Devuelve a Torin.- Hades podría haberla detenido, pero no lo hizo. Él lo aceptó. Ella lo
abofeteó de nuevo. -Devuelve a Torin!- Una vez más. -Lo digo en serio.-

Cuando levantó la mano para ofrecer un quinto golpe, Hades se destelló a la mesa junto a la
cama y colocó dos brazaletes de metal en la parte superior. Ambos eran de oro, la cabeza de
una serpiente en un extremo, con la cola en el otro. Un par de coronas serpentina.

-Para que lo utilices como mejor te parezca.-

-Y que pago esperas a cambio?-

-Ninguno-.

¡Ja! Este macho nunca había dado nada sin exigir algún tipo de pago.

-Te doy mi palabra-, agregó.

-No es lo suficientemente bueno.-

-Mi juramento de sangre, entonces.- Él destelló una daga en una mano y cortó en la otra.
Como gotas de sangre carmesí caía al suelo, él dijo: -No espero ningún pago por las coronas.-

Él... realmente iba en serio. Qué impactante. Ella levantó la barbilla y espetó: -No voy a darte
las gracias.-

Él asintió con la cabeza, como si no hubiera esperado menos. -¿Qué tal si te doy esto?-

Un agotado pero ileso Torin apareció en el centro de la habitación. Vio a Hades y un cambio
radical se produjo en él. Sus músculos se ampliaron visiblemente, parecía que se duplicaban en
tamaño cuando se disponía a atacar. Hades le fijó con una mirada dura.

-Puedo eliminar a tu demonio y garantizar que vivirás. Y lo haré -. Torin dio un paso hacia él,
sólo para detenerse. Keeley casi podía oír el crujido de las ruedas rodando en su cabeza. No le
hagas caso, ella anhelaba gritar. Sus gangas nunca terminan bien para la otra parte. Entonces,
como ella había esperado, Hades expuso la condición. -Voy a hacerlo en el momento en que...

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El Toque Más Oscuro

te alejes de Keeleycael, para nunca volver a verla o hablar con ella de nuevo. -Con una amplia
sonrisa de suficiencia, el rey de las tinieblas se desvaneció.

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Veintiséis

Bastardo. Todo lo que Torin había pensado que siempre quiso acababa de ser ofrecido a él.
Liberarse de su demonio, ser capaz de tocar a alguien en cualquier momento, pelear contra
quien quisiera siempre que quisiera, tener sexo, sin tener que preocuparse.

Nunca volver a herir a otros a menos que fuera deliberadamente. No volver a experimentar la
culpa o el dolor o el pesar por algo que él no podía controlar. Pero, por supuesto, todo lo que
tenía que hacer era renunciar a la mujer que amaba y ansiaba más que respirar. No volver a
tocarla, cuando finalmente él sería capaz de hacerlo sin dañarla. No iba a suceder.

Él no tuvo que pensarlo. Keeley era suya, y no iba a renunciar a ella. Ni siquiera por un sueño.
Keeley se apartó de él. – No puedo creer que esté diciendo esto, pero... puedes tomar la oferta
de Hades, y no tienes que preocuparte por herir mis sentimientos. Me aseguraré de que él
mantenga el trato hasta el final antes de que te ponga en La Caja del Descanso, al igual que
una vez exigiste.

-No. –Él no sería olvidado. Nunca. Se acercó a ella, el fuego en su corazón extendiéndose por
cada pulgada de él. – No voy a dejarte ir. Nunca te dejaría ir. Me quedare contigo.

-No. Esto es lo que siempre quisiste. Lo que necesitas.

-Tú eres lo que necesito.

-¡No!

Perderla. – Él es malo. No confío en él. – ¿Cuándo iba a hacer Hades la separación? ¿En unos
pocos siglos? ¿Cómo iba a hacerla? ¿En qué estado de vida quedaría Torin? Como entrar en la
Jaula de la Coacción y ser obligado a separarse del demonio y vivir. Sí, él viviría, pero no bien.
Él permanecería en un estado vegetativo. Al menos en teoría.

No valía la pena arriesgarse.

Tampoco lo hacía Hades. Con el rey de los malditos, había demasiadas variables. No es que le
importaran ninguna de ellas.

-Ya te lo he dicho, –dijo ella. –Me asegurare de que mantenga su parte del trato.

-¡Al infierno con su trato!

-No, Torin, escúchame…

-No. Tu escúchame, Keys. –Ella estaba decidida a terminar las cosas, por él. Él consiguió eso.
Había estado allí, había hecho eso. Tan obstinada como ella era, nada de lo que le dijera haría
cambiar su opinión. Ella haría lo que pensaba que sería lo mejor para el a la larga, con o sin su
aprobación.

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El Toque Más Oscuro

No podía dejarla.

La desesperación se apoderó de él al darse cuenta de que sólo había una manera de proceder.
Las palabras no iban a funcionar, pero las acciones lo harían. Tenía que demostrar que podían
tener todo lo que siempre habían deseado.

-¿Sabes qué?, –Dijo. –No más escuchar, no más hablar. Te deseo. Totalmente. Y voy a tenerte.
- Él le demostraría cuánto la necesitaba. La satisfaría tan completamente que ella nunca
dejaría su lado. - Después de eso, no te enfermaras.

Sus ojos se abrieron, y él sabía que la había atrapado. – ¿Cómo? –Preguntó ella, sin aliento.

-Te mostraré. –Si él metía la pata y accidentalmente tocaba su piel, ella lo haría como había
amenazado. Él lo sabía. No podía arruinar esto. La tensión se rompió.

Tráela. – ¿Estas dispuesta? –Preguntó.

-Yo... yo...

Atrápala. – Eres fuerte, no hay nadie más fuerte que tú. Puedes soportar cualquier cosa. ¿Y
cuántas veces me dijiste que el premio valía las consecuencias?

-Incontables. –Ella presionó sus labios juntos y sacudió su cabeza. –Pensemos esto
detenidamente primero.

-Princesa, Hades no es mi única opción para la libertad, y ciertamente no es el más confiable.


Te olvidas de la Estrella de la Mañana.

-No la olvido. Simplemente no la cuento más. Traté de encontrarla, y fallé. La estaba perdiendo
de nuevo...-Además, –añadió –Estabas dispuesto a dejarme antes, aun cuando la Estrella de la
Mañana era una posibilidad. ¿Qué pasa si lo intento de nuevo y no puedo encontrarla?

-¿Qué pasa si lo logras?

Ella cambió de un pie al otro. Abrió la boca y volvió a cerrarla. Estaba vacilando... no perdió
más tiempo. Se abalanzó, tomándola por la cintura y lanzándola sobre la cama. Cuando
terminó de rebotar, él estuvo contento al notar que ella se quedó dónde estaba, su respiración
viniendo rápida y superficial. Él se movió a los pies del colchón. Su cabello dorado estaba
extendido sobre las almohadas, y su mirada vidriosa por la pasión permaneció bloqueada con
la suya. «Mía». Su sangre se precipitó a través de él, un río recién despertado, la presa que lo
contenía completamente destrozada.

-Estamos haciendo esto, –dijo. Sacó una chaqueta del armario, delgada, el material capaz de
repeler el agua, y la extendió hacia ella. –Quítate el sujetador, déjate la camisa, y luego ponte
esto. Se lamió los labios mientras obedecía. – ¿Tengo que usarla durante todo el tiempo? –
Preguntó suavemente, pero no menos poderosa.

Él le dio una inclinación lenta con la cabeza. – Todo el tiempo.

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El Toque Más Oscuro

Lentamente se recostó en la cama. A través de su camisa y la parte abierta de la chaqueta,


podía ver sus pezones duros y listos para ser devorados.

-Los vaqueros, –dijo. –Deshazte de ellos. De las bragas, también.

Ella salió de ambos y tiró el material a un lado. Piernas tan largas, parando en el nuevo centro
de su universo. Rosa... húmedo. Su corazón casi se detuvo. Se alejó por segunda vez, sin duda,
la tarea más difícil de su vida.

-¿Torin?

Él había pensado en esto. Muchísimo. Pensó que había encontrado una manera de tener todo
lo que anhelaba, todo lo que ella anhelaba. Tomó un par de pantalones de algodón y un par de
guantes y se los dio. Sus temblores se intensificaron mientras se ponía ambos.

Mientras ella miraba, sus ojos prácticamente crepitaban en llamas, él abrió la bragueta de su
pantalón, eliminando algo de presión en su erección palpitante; pero no descartó ni una sola
pieza de su ropa. Y él no lo haría.

Se puso un condón antes de subirse a la cama. Keeley contuvo el aliento. Tomándose su


tiempo, él se acercó a ella. Cuando finalmente se situó entre sus piernas, él cerró los dedos
alrededor de sus tobillos, el brillante calor de su piel ardiendo a través de las capas entre ellos.
Ella gimió mientras trazaba sus pulgares contra los arcos de los pies, y luego subiendo... y
subiendo... deteniéndose cuando alcanzó sus rodillas.

-¿Te gusta tener mis manos sobre ti? –Preguntó.

-Más que nada –dijo sin aliento.

Continuó... arriba y arriba... y cuando llegó al centro del algodón, se inclinó hacia delante
colocando el borde de la chaqueta entre sus piernas y presionando con su lengua, su cuerpo
totalmente protegido del suyo. Incluso de su saliva. Lamió por encima de su núcleo oculto. Ella
se retorció, arqueando sus caderas, buscando más de él, y él trabajó su lengua en círculos más
duros y más rápidos.

-¡Torin! –Lloriqueo, clavó los pies en el colchón y extendió sus dedos enguantados por su pelo.
– Se siente tan bien.

Los hombres a menudo gastaban sus vidas enteras buscando a una mujer como ella. Pero él la
tenía. Él. Sólo él. El que no tenía experiencia. El que podía dañarla irrevocablemente. Y aun así
ella parecía no poder conseguir bastante de él.

-Ojalá tuviera tu miel goteando por mi garganta. –Él continuó trabajando su lengua contra ella,
humedeciendo más el material resistente incluso aunque ella ya lo hubiera humedecido. No
pasó mucho tiempo antes de que imaginara que en realidad podía saborearla. Tan dulce, tan
condenadamente bueno.

Ella se movió contra él, con él, y él trajo a sus dientes al juego, mordisqueándola...
chupándola... y luego mordiendo otra vez... ella aceleró la velocidad de sus movimientos,

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El Toque Más Oscuro

arqueándose más y más contra él, y a continuación, gritando su nombre, su voz un gemido
roto mientras se corría rápida y con fuerza.

Pero él no había terminado con ella.

Viajó hacia arriba. A través de la chaqueta, le lamió el ombligo. Él nunca había dado ningún
pensamiento a esta área particular. En sus fantasías, él había ido a por sus pechos y su centr
...lo que había considerado las buenas cosas…nada más. Pero cada centímetro de esta mujer
era precioso para él. Un festín para ser devorado.

-¿Qué quieres que te haga? –Preguntó ella y jadeó cuando le mordisqueó el pezón. –Por favor,
déjame…

-Sólo quiero que disfrutes. Nunca he tenido esto antes, y quiero dártelo todo, todo. –Él amasó
sus pechos, sus suaves y exuberantes pechos, encajando sus labios en uno de sus pezones,
chupando, luego haciendo lo mismo con el otro.

Ella abrió la boca para decir algo más, no es que el escuchara de todas formas.-Sí, Torin, lo que
sea que desees, Torin –Pero las palabras fueron reemplazados por un gemido de rendición
como su placer hirviendo al rojo vivo.

Chupó, duro, y el gemido se convirtió en un grito. Ella tomó la parte posterior de su cuello,
sosteniéndolo en lugar. Sus rodillas recorrían sus costados mientras el deslizaba una mano
enguantada por su estómago, cavando bajo la cintura de sus pantalones... Ella se calmó,
aunque su agarre se apretó contra él. Él se equilibrio sobre el borde de un acantilado afilado
mientras apretaba sus dedos contra su calor húmedo.

Temblores la sacudieron contra su cuerpo. Ella gimió y luego pidió más, más fuerte. Se frotó en
círculos... arriba y abajo... círculos otra vez... hasta que estuvo jadeando, murmurando
incoherencias, sus piernas extendiéndose amplias, más amplias.

-Lléname, –suplicó. –Por favor, lléname.

Incapaz de resistirse, la llenó con un solo dedo. Sus paredes interiores sujetándose como
abrazaderas sobre él, tan maravillosamente apretada; tuvo que morderse la lengua para evitar
derramarse en ese momento. Apoyó la frente en su pecho, los músculos flexionándose con un
torrente de deseo embriagador, sus venas expandiéndose con una nueva oleada de sangre
caliente, bombeando placer ardiente a cada centímetro de él. El sudor le corría por las sienes,
entre sus omóplatos.

-Tan bueno, Torin. Es tan bueno. Me está volviendo loca... no estoy segura de que pueda...
sobrevivir. ¿Quién diría que... así es cómo... voy a morir? ¿Qué me estás... haciendo?

«Dándote todo lo que soy». Él la llenó con otro dedo, moviéndolo dentro y fuera, lentamente
al principio, luego empujando más rápido... incluso más duro... como quería hacerlo
desesperadamente con su eje. «Todavía no».

-¿Puedes tomar otro, princesa?- No esperó su respuesta, estaba trabajando en el tercero.

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El Toque Más Oscuro

***

Keeley estaba en llamas con la realización y la necesidad. Torin la había elegido por encima de
todos los demás, por encima de todo, y ahora su cuerpo le dolía por el ardor de su atención, su
piel se estremeció debajo de su ropa, y sus miembros temblaban. Magnífico. Él era magnífico.

Ella debería haber llevado a cabo y haber terminado las cosas, no debería haberle empujado a
este punto. Y tal vez lo lamentaría... mañana. Con Torin extendiéndose sobre ella, su peso
fijándola debajo, su calor y aroma rodeándola, estaba consumida completamente por el
placer. Esto saturó sus huesos, sumergió su mente, le cosquilleó cada célula. Ella estaba viva
con la decadente sensación.

Y Torin estaba... ¡Oh, sí! Moviendo los dedos dentro y fuera de ella, llevándola a un nuevo
nivel, porque él era el que le estaba dando placer. Y, oh, ella tenía que asegurarse de que el
recibiera placer de la misma manera. No, mucho mejor. Él era nuevo en esto, tenía que ser…
Sus dedos rozaron un lugar dentro de ella que la hicieron gritar y suplicar por más, sus
pensamientos totalmente consumidos por él. Llegando al punto de no retorno.

Al igual que el guerrero consumado que era, él se dispuso a sacar el máximo provecho de esta
grieta en su armadura, frotando y frotando... ¡tan bueno!... y frotando... Ella se extendió entre
ellos, queriendo encerrar sus dedos alrededor de su eje. Pero él le sujetó los brazos por encima
de la cabeza con una mano y siguió torturándola tan exquisitamente con la otra, siempre
moviéndose dentro y fuera de ella, dentro y fuera.

-Torin.

-Estas tan húmeda, princesa.

-Sí, –jadeó. –Te deseo. Quiero todo. Dámelo. Ha pasado tanto tiempo, y nunca he anhelado a
nadie como te anhelo a ti.

***

Torin retiró sus dedos de la caliente y deliciosamente apretada húmeda de Keeley para
pellizcar su barbilla y forzar su mirada a posarse en él. Su grito de decepción fue música para
sus oídos. Sus ojos estaban vidriosos pero brillantes, con las mejillas encendidas de un rosa
profundo. Nunca había estado más encantadora. Pronto ella pertenecería a él de verdad.

-No voy a renunciar a ti, –dijo. –Eso nunca va a cambiar.

Sus pestañas se cerraron mientras se arqueaba para frotar sus pechos contra el suyo. Aquellos
duros, deliciosos pezones crearon una fricción embriagadora.

- Por Favor. Por Favor. Torin, me duele.

-No quiero hacerte daño. –Un temblor se extendió por él, deshaciéndolo. Keeley sería su
primera amante... y la última. Él nunca querría a otra de la manera que la deseaba a ella. Otros
hombres podrían haber entrado en pánico, pensando sólo en ellos, pero Torin estaba

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El Toque Más Oscuro

regocijado. Nunca tendría que conformarse con una pálida sustitución, en la memoria o en el
acto.

-¿Lista para mí, princesa? –Su longitud dura como el acero se extendía a través de la bragueta,
y se aseguró que el látex se mantuviera en su lugar. Su sangre quemó más caliente y su
corazón se aceleró más rápido mientras decía con voz áspera, –Agárrate de la cabecera.

Cuando ella obedeció, le arrancó un pedazo de tela del centro de sus pantalones y se
estableció entre la cuna que sus piernas proveían. Se colocó en su entrada, sólo la punta
rozando sus paredes interiores, y oh, infiernos, ya podía sentir su calor fundido, la estrechez de
ella, y tuvo que morderse la lengua contra el instantáneo torrente de placer sofocante.

Temblaba, luchando a través de las olas interminables de éxtasis, mientras empujaba


lentamente, centímetro a centímetro, dándole tiempo para adaptarse a su tamaño. Dándose
tiempo para adaptarse a su primer gusto de pura euforia. Había querido esto por tanto
tiempo. Esperado por esto. Soñado con esto. Siglos pasados maldiciendo su falta de esto. Y
aquí estaba, siendo dado a él por una mujer que eclipsó todas las demás.

-¡Torin! –Ella plantó los pies en el colchón y levantó las caderas, conduciéndolo más
profundo... tan malditamente profundo que estuvo enterrado en ella hasta la empuñadura en
menos de un segundo.

Los temblores se intensificaron. Era... era... no había palabras. No, no es cierto. Había una.
Para siempre. Tendría esto para siempre. La tendría a ella para siempre.

Era ajustada a su alrededor, más apretada que cualquier puño. Caliente, deliciosa y suave. No
estaba seguro de cómo había vivido sin ella, y sabía que nunca sería capaz de hacerlo de
nuevo.

-Muévete, –dijo sin aliento. –Tienes que moverte en mí.

Sí. Oh, sí. Cuando él se echó hacia atrás, sintió la caliente fricción en el deslizamiento, la
sensación de euforia se intensificó y dejo de respirar; ella envolvió sus piernas alrededor de su
cintura, aplicando presión, tratando de obligarlo a que se deslizara de nuevo dentro. Pero no lo
hizo. Se resistió, sin dejar de tirar hacia atrás... hasta que estuvo casi completamente fuera de
ella. Él se cernió allí durante un momento, burlándose de los bordes destrozados de su control,
sabiendo lo que le esperaba cuando se sumergiera dentro, tan hambriento por ello. Se estaba
muriendo de hambre.

-¡Torin! –Ella lloriqueo. Queriendo incrementar su hambre, él esperó solamente un poco más...
solo un segundo más... antes de empujar de nuevo con toda su fuerza. Toda la cama se meció,
la cabecera golpeando contra la pared. Un retrato cayó, rompiéndose.- Sí. Sí, sí, sí. –Ella echó la
cabeza hacia atrás, gritando: –Una vez más.

Nada podría detenerlo. Él se retiró y otra vez se cernió en su entrada antes de empujarse
dentro de ella. Después de eso, una presa se rompió. No más revoloteo, nada que le detuviera.
Él empujó, más y más rápido, más y más duro, golpeando contra la pared. Ella estaba muy

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El Toque Más Oscuro

mojada, el deslizamiento fácil a pesar de la estrechez de su caliente, vaina interior. Persiguió a


su placer…ya no un deseo…, sino una necesidad. Iba a destrozarlo.

Por primera vez, él se vendría en su interior. Dentro de su mujer. Él experimentaría con ella lo
que él nunca había experimentado con ninguna otra. Él la conocería, toda ella. La tendría
completamente. Le daría todo lo que él era.

Ella le clavó los dientes en el pecho, e incluso a través de su camisa sintió la picadura,
amándola. Su mujer lo rodeaba. Ella estaba en todas partes, por todos lados. Su sabor
ardiendo en su boca. Sus gritos resonaron en sus oídos. Ella estaba gritando su nombre,
viniéndose otra vez, ordeñando su longitud, arqueándose contra él, arañando su espalda. Y...
y... sus pensamientos se astillaron.

El placer estalló dentro de él, llenándolo, consumiéndolo. Se estremeció contra ella, su clímax
quemando a través de él, rugió como el animal en el que se había convertido.
Resplandeciente. Completo. Satisfecho. Marcado.

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Capítulo Veintisiete

Después de que Keeley se cambió con ropa limpia, un par de boxers y una camiseta de Torin
que audazmente proclamaba “Maddox golpeo aquí” con manchas sangre falsa salpicada por
todas partes, se arrastró para volver a la cama, murmurando, -te debo un agradecimiento en
este momento- , y se hundió en un sueño profundo y pacífico.

Sin ningún tipo de persuasión de él. Él la miró, completamente impresionado por ella. Acarició
las olas doradas esparcidas sobre la almohada, bebió de la pureza de sus rasgos. Tenía los
labios entreabiertos, húmedos, incluso hinchados de donde le había estado mordiendo, y él
deseaba tanto degustarlos. Nadie era más hermoso que su mujer.

Las cosas que ella había hecho que sintiera... Que le dejo hacer. A los hombres les gusta decir
que un leopardo no puede cambiar sus manchas y un perro viejo no podía aprender maroma
nueva. Pues bien, él había demostrado que estaban equivocados. Ella lo había cambiado,
dándole lo que una vez había considerado inalcanzable. No sólo el sexo, pero la aceptación sin
reservas. Él ya no era Torin, sino el hombre de Keeley.

Él besó la corona de su cabeza. Nunca había pensado que con la pérdida de su propia
virginidad obtendría algo más que alivio, y sin embargo estaba completamente insatisfecho. Su
primera vez había sido con la más bella, más ingeniosa, la más atractiva, Más inteligente y más
poderosa chica del planeta. Aquella que le había enseñado el verdadero significado del placer,
arruinándolo para cualquier otra. Aunque su hambre era enorme, venía con un único deseo:
Keeley. Desayuno, comida y cena, y cada bocado entre medio.

Y puedo tenerla. Puedo ser cuidadoso con ella. Puedo saciarla.

Una conmoción en el pasillo interrumpió sus pensamientos. Golpeándolo. Zarandeándolo.


Voces. Keeley murmuró en voz baja. Si alguien la despertaba, pagaría con el infierno. Esperó
hasta que ella volvió al sueño antes de que él suavemente se levantara de la cama, enderezó
sus pantalones y salió a la puerta. Lucien y Anya de pie en el pasillo, pasando lo que parecía ser
una cesta de fruta de ida y vuelta sucesivamente.

-discúlpate-, Lucien mando.

-¡nunca!-, ella gritó.

-¡cállate!-, gritó en un susurro Torin. Ambos se centraron en él. -ni una palabra más. Ni otro
ruido. Keeley está durmiendo, y voy a mutilar a la persona que le despierte -.

Los ojos de Anya se estrecharon, pero en lugar de gritar como Torin esperaba, ella le empujo la
canasta a él y en silencio le dijo: -para tu amiga. Debido a que Lucien lamenta que cortara su
cabello -.

Lucien se aclaró la garganta.

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El Toque Más Oscuro

-y yo también lo siento,- dijo ella. Sólo para añadir, -lo siento por no cortar más. Pero no voy a
hacerlo de nuevo. ¿Bien? ¿De acuerdo? Así que puedes decirle que recibí una paliza
correctamente.- su mirada pasó por encima de él, deteniéndose en su pelo revuelto, y ella
sonrió. -veo que la reina roja consiguió una paliza, también.-

Torin cerró la puerta en sus narices. Incluso la risita suave le molestaba; Keeley tendría
absoluta tranquilidad, y eso era todo. Puso la canasta a un lado, no una cesta de frutas,
después de todo. En ella había pasadores brillantes, cepillos dorados, peines color plata,
bandas de goma cubiertos de encaje y una nota que decía, ―Mi error. Una Mujer.‖ . Él
camino por un lado de la cama. El disturbio no había despertado a Keeley, gracias a dios. Pasó
las próximas horas haciendo patrullajes anti-ruido. Reyes llegó a la puerta para pedir disculpas
a Keeley por algo que había dicho, pero Torin lo despidió. Y cualquier golpe, crujido o
murmullo que oía, salía a grandes zancadas de la habitación para susurrar un grito al
delincuente. Sus amigos le dieron miradas extrañas, y él sabía que ellos pensaban que el
tiempo lejos le había podrido el cerebro, pero no le importaba.

Al final, William esperó en la puerta por él. El macho se apoyó contra la pared, las manos
ancladas a la espalda.

-He oído que has estado un poco loco hoy.- la sonrisa de William era sardónica. Como
siempre.- esperando que tus amigos jueguen al silencio o muere -.

-No esperando. Exigiendo -.

-Bueno, yo estoy jugando al magnífico mensajero. Probablemente el más magnifico mensajero


que alguna vez nació, no finjas que no lo habías notado -.

Torin arqueó una ceja. -¿estas flirteando conmigo, Willy?-

-ya quisieras. Al igual que todos los demás que alguna vez se cruzaron en mi camino. Has visto
mi trasero, ¿verdad? –

-Con necesidad de acariciarte el ego, ya veo.-

-Yo no creo en la arrogancia. Pero creo en mí... Y mi genialidad. –

Esto podría continuar para siempre. -sólo dime lo que has venido a decir y piérdete.-

William hizo una mueca, mostrando su preferencia por comer rocas antes que hablar, pero
aun así, dijo, -dile a tu placa de Petri, que mis muchachos se enlistaran como su guardia real a
cambio de sus servicios durante nuestra guerra con los Phoenix. –

Su puño estaba conectando con la nariz de William antes de darse cuenta de que incluso se
había movido. Cartílago aplastado. Sangre derramada. Willy llamando a Keeley una placa de
petri? Diablos, no. No fue divertido. Ni remotamente. Pero era cierto. Porque eso es
exactamente lo que Torin le haría a ella si él no era siempre cuidadoso, ¿no?

William sonrió de nuevo, y había sangre en sus dientes. -espero que no se te haya partido un
uña con el golpecito -.

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El Toque Más Oscuro

Torin estaba a punto de responder cuando se quedó atrapado en otra cosa. William había
dicho, guardia real. Recordándole del reino que Keeley planeaba –dar un empujón-, maldijo.
¿Estaba planeando alejarse? No sin mí, ella no.

-¿quieres ser parte de la guerra?-, preguntó. Debido a que Torin parecía como que lo sería. Él
ayudaría a Keeley de cualquier forma que pudiera. Tal vez incluso luchando de nuevo, pensó,
empezando a emocionarse.

-Estoy dentro y fuera de ella. Hay un enviado, Axel, que está decidido a charlar conmigo, y él
ha estado siguiéndome. Estoy decidido a no hablar con él, lo que significa que no puedo
permanecer en un solo lugar por largo tiempo

Los enviados. Guerreros alados que vivían en los cielos. Matadores de demonios y de alguna
manera los aliados de los señores. -he aquí una idea. ¿Por qué no solo matas a axel? –

-Tengo mis razones.- William agitó su mano en el aire, quitándole importancia al tema.

-Hades quiere a Keeleycael de vuelta. Lo sabes, ¿verdad? –

Un músculo tembló bajo el ojo de Torin. -lo sé. Él puede chuparse un par de bolas peludas. Ella
es mía -.

William entorno los ojos. -¿estás avergonzado? Porque estoy avergonzado de ti. Ella es mía, -
él se burló. -es triste ver que mandilón eres. Como todos ustedes lo son. ¿Por qué ustedes los
guerreros no retiran suavemente sus tampones y pretenden ser hombres?-.

Torin se golpeó el pecho como un gorila. -Ey, detenme si tú has escuchado esto… Gilly.-

Humor asesino instantáneo. Una tensión tan fuerte y cargada, incluso Torin podía sentirlo,
irradiaba desde el hombre. -No sé de lo que estás hablando-, dijo William. -soy su generoso
benefactor y ella es mi ingrata dependiente. Soy una figura... Paterna.- su voz se enganchó en
las dos últimas palabras, convirtiéndose nada más que un gruñido.

Torin le sonrió. -negar, negar, negar, ¿es eso?-

-Cállate.-

-Amigo, espero ser padrino de tu boda.-

***
Keeley despertó con un sobresalto, jadeando y sentándose, parecía que miles de
pensamientos la bombardeaban a la vez. ¿El precursor? Estoy enamorada de Torin. El
estómago le tocó fondo. ¿Ella lo amaba?Oh... Mierda. Ella lo hacía. A pesar del hecho de que
cualquier contacto de piel a piel la ponía enferma. A pesar de que había tratado de dejarla más
de una vez. Ella no estaba simplemente unida a él, tomando de su fuerza.

Ella estaba totalmente cautivada por él. Bajo su hechizo. Su cautiva voluntaria.

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El Toque Más Oscuro

Recorrió su entorno, descubrió que estaba todavía en su dormitorio. Él había estirado una silla
a un lado de la cama. Al darse cuenta del estado de vigilia de ella, él levantó una bandeja de
comida en la mesa de noche y la puso a su lado.

Había círculos oscuros bajo los ojos de él, y se había colocado un gorro de lana sobre su
cabello. ¿Para ocultar los enredos que ella había causado? Parecía cansado, pero sexy.
Estresado pero aliviado.

-¿Me enferme?-, ella preguntó, desplegando el miedo.

-No,- dijo. Ella soltó un suspiro de alivio. -He estado corriendo de adentro hacia fuera
gritándole a mis amigos. Come -, dijo. –Recupera tus fuerzas.-

Todavía cuidando de mí. Lo amo tanto. -¿Por qué le gritabas a tus amigos?-, preguntó.

-Debido a que me molestan.-

-Criptica respuesta.- ¿qué era lo qué no quería que ella supiera? -y sin embargo, precisa.- Se
metió una uva en la boca, tragando. El jugo era fresco y dulce, delicioso. -Me gustaría que
Danika estuviera dispuesta a ayudarme a encontrar a la otra chica.- cuanto antes tuvieran a
viola en medio de ellos, y luego a badén, y luego el chico misterioso, más pronto Keeley podría
ir de caza a por la caja... y La estrella de la mañana. -Pero ella no lo está ¿verdad?-

-Todavía no. Hablé con reyes hace un ratito. Danika está dormida, y ha despertado sólo cuando
él la forzó para poder alimentarla -.

Bueno, genial. Keeley se envolvió con la sabana del cuello a los pies y se sentó en el regazo de
Torin, pasando sus brazos alrededor él, con cuidado de no rozar su piel.

-Te voy a contar un secreto-, ella dijo. -tan feliz como me hace el pensamiento de que estés
libre del demonio, también tengo miedo. ¿Qué pasa si decides que quieres a otra mujer? –

¿Querría él la juerga sexual que nunca antes había experimentado? ¿Podría Keeley ser incluso
un pensamiento pasajero? ¡Odio la baja autoestima! ¡Odio las inseguridades! ¡Odio las dudas!

Sus brazos la rodearon a ella, también. -Eso nunca pasará- le susurro a ella y su vehemencia la
hizo feliz.

-Dices eso ahora, pero...-

-Decirlo. Demostrarlo con cada fibra de mi ser. Estoy perdido por ti, Keys, y no quiero ser
encontrado. No puedo imaginar un momento sin ti- no quería hacerlo.- tú eres mi tesoro, mi
adicción, sin tocar. Tú eres mi enfermedad, y no quiero tener nada que ver con una cura -.

Las inseguridades se consumieron a cenizas. Se aclaró la garganta, de repente incómoda. Pero


su abrazo se reafirmó en ella cuando él dijo: -Por cierto. Los niños de William están a bordo
para ser tu guardia personal -.

-¿En serio?- ¡qué maravilla!

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El Toque Más Oscuro

-¿Dónde estás esperando gobernar este reino tuyo?-

-Bueno, aquí mismo. Obviamente. Voy a ser la reina roja de los señores del inframundo y de
todos sus compañeros. Es posible que me den las gracias- ella no podía dejar de burlarse de
él... Pero también un poco seria.

Una lenta sonrisa asomó más allá de las nubes oscuras que se habían apoderado de su
expresión. -No creo que hayas tenido alguna vez, mejor idea-.

-Lo sé, ¿verdad? Pero primero lo primero.- su propia sonrisa se escabullo. -necesito un cepillo
de dientes y una ducha, en ese orden. Haz que suceda.-

Acarició un dedo enguantado sobre su mejilla. – ¿mandándome tan pronto?-

-yo soy tu reina. Se supone que eso debo hacer -.

Lanzándole otra sonrisa, una tan brillante que ilumino hasta el final en su corazón, él dijo, -¿y
se supone que yo solo debo obedecer? ¿Sin resistencia? –

-Oh, guerrero. Espero que te resistas.- un borde ronco invadió su voz. De necesidad. -ganarás
un castigo -.

-¿Oh sí? ¿Qué tipo de castigo? –

-te verás obligado a servirme. En repetidas ocasiones -.

Su mirada se posó en sus labios, se quedó ahí. -¿Te ha gustado tener sexo conmigo?-

Temblando, ella dijo: -Gustar es una palabra demasiado suave, me ha ENCANTADO.-

-¿A pesar de que no teníamos contacto piel a piel?-

-a pesar de eso.-

-¿Va a ser suficiente para ti?-

La deseaba, la atesoraba tal como él había dicho, y eso siempre sería suficiente. -cepillo de
dientes. Ducha. Entonces voy a demostrarte cuán suficiente puede ser.- Vestida con un aire
majestuoso, aplaudió con sus manos. -Haz que suceda, guerrero, y la reina roja te hará feliz de
haberlo hecho.-

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Capítulo Veintiocho

Baden recordó la niebla negra... y los esbirros infernales que lo habían arrastrado fuera de ella.
Le habían arrastrado hasta aquí, en alguna celda de una prisión, mientras que él estaba
demasiado jadeante para luchar. Él habría pensado que esto era un reino espiritual en vez de
uno natural porque uno había demonios que pasaban constantemente, y dos ellos habían sido
capaces de poder tocarlo.

Pero había bandas de oro cerradas alrededor de sus muñecas, pulsando, palpitando, y él podía
tocar cosas que no debería haber sido capaz de tocar. Si tuviera que adivinar quién era el
responsable de su captura, hubiera dicho Lucifer. El chisme que él había oído de los
demonios... Lucifer, deteniendo a todo lo que los Señores del Inframundo apreciaban. Lucifer,
aliándose con una especie de reina de las sombras, un hombre que había forzado a un
poderoso Enviado a casarse con ella. Los Enviados se asustarían cuando descubrieran la
verdad. Ellos eran guerreros alados que tenían la tarea de matar demonios, no ayudarlos.

Y, por último, Lucifer, preparándose para arrebatar el trono de Hades, - para matar al hombre
que una vez había considerado un padre.

Baden solo podía adivinar que él mismo iba a ser una moneda de cambio. Algo para forzar a los
Señores a luchar con Lucifer en lugar de en su contra. Lo que Baden no entendía, sin embargo,
era el hecho de que Cronos y Rea quedaron atrapados en la celda con él. Los señores no harían
nada por el par.

Pero lo más importante, ¿dónde estaba Pandora?

-Esto es un ultraje!- gritó Cronos. -¿Cómo se atreven a trasladarme de esta manera. Yo soy el
rey de los Titanes -.

-Ya no,-Rhea le escupió. -Tú eres el rey de la nada.-

-Cállate, mujer. Nadie ha pedido tu opinión.-.

Ella se encogió de hombros, y luego comprobó sus cutículas. -No estaba dando mi opinión.
Estaba indicando un hecho -. Los dos continuaron discutiendo.

Baden quería una daga. Infiernos, incluso una cuchara funcionaría. Él sólo quería abrir sus
gargantas y cortar sus laringes. El crujido de una puerta sonó por el camino. Baden se
apresuró a los barrotes de su celda. Dos demonios estaban caminando por el pasillo en su
dirección. Ambos eran de alrededor de cinco con diez pies de altura y con músculos bien
formados. Unos cuernos sobresalían de su cuero cabelludo, y unas alas se extendían desde su
espalda.

Él extendió la mano para llamar su atención, y dos pares de ojos rojos brillantes aterrizaron en
él y se entrecerraron.

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El Toque Más Oscuro

-La chica. Pandora. ¿La habéis traído a este reino? –

Ambos desnudaron sus colmillos amarillentos y se rieron alegremente. El temor se retorció en


el estómago de Baden. Tomaría eso como un sí, sí que la tenían. Y ella no estaba siendo bien
tratada.

La idea lo enfureció. Odiaba a Pandora. Había lamentado el día que se había encontrado a sí
mismo atrapado con ella. Pero durante siglos, ella era todo lo que había tenido. Su única
compañía. No podía soportar la idea de ella siendo torturada. No lo permitiría.

Agarró al demonio de la derecha, estampando a la criatura contra los barrotes de la prisión. El


otro acudió al rescate de su compañero y le dio un puñetazo a Baden en la cara. Él se mantuvo
firme. Cronos y Rea finalmente cerraron la boca, se dieron cuenta de todo lo que pretendía
Baden, y se apresuraron a ayudarlo, palmeando sigilosamente a los demonios, con la
esperanza de descubrir la llave de la celda. Baden no encontró ninguna.

Cuando sus majestades finalmente retrocedieron, lanzó a la criatura y se apartó fuera de su


alcance. Su ojo estaba hinchado, incluso tenía sangre en la boca.

-Tienes suerte de que hemos sido convocados. De lo contrario, -dijo el que había agarrado,- yo
te hubiera enseñado una lección que nunca olvidarías -.

No había escuchado la convocatoria, pensó secamente. La pareja se alejó.

-Dime que has encontrado una llave,- exigió Baden.

-Yo no lo hice.- dijo Cronos.

-Yo tampoco-Rhea. Baden pateó una de las barras. El dolor empezó irradiando por la pierna,
entonces latía a través del resto de su cuerpo, recordándole que el veneno no había
disminuido su control sobre él, y él no estaba en su mejor momento. Aun así, sólo había una
manera de salir de la celda.

Los demonios tenían que abrir la puerta. Lo que significaba que tenía que desafiarlos.

-Hey-, gritó. Por favor. Escúchame. -Tienes suerte de que hayas sido convocado. Podrías tratar
de enseñarme todas las lecciones que desees, pero ambos sabemos que tendrías tu espalda
sobre el suelo y estarías muerto en cuestión de segundos. Cobardes!-

Nada. Sin respuesta.

Se desesperó. Hasta que escuchó una ráfaga de pasos y los dos demonios volvieron a la vista.
Tenían los ojos entrecerrados, más brillantes. Sus colmillos estaban desnudos, goteando saliva.

-Preparaos-, dijo a sus compañeros. No podía confiar en ellos. Sabía que lo dejarían atrás sin
pensarlo un momento si se les daba la oportunidad.

-Si deseáis que los Señores usen los cuatro artefactos para encontraros y salvaros, tenéis que
ayudarme a escapar de esta jaula -.

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El Toque Más Oscuro

Las bisagras chirriaron cuando los demonios entraron en la celda.

-Vamos a ver lo que puedes hacer-, dijo uno de ellos. -Sí. Vamos a verlo.

***

Cameo estaba apoyada en la cabecera de su cama. Sus amigos habían estado entrando y
saliendo de su habitación durante varios días, dándole la bienvenida a casa, controlándola.

Torin se sentó en una silla que había puesto cerca, pero tratando de poner distancia. Ella
deseaba tanto acurrucarse en su regazo, para sentir sus brazos envolverse alrededor de ella y
ofrecerle confort, pero no se atrevió. Nunca se atrevería, por ninguna razón. Tan miserable
como su vida fue, el tacto y la conexión con los demás era todo lo que tenía. Ella no podía
renunciar a ellos, convirtiéndose en una portadora de la enfermedad. No por cualquier
hombre, ni siquiera por éste. Además, había una extraña en su habitación. Una hermosa rubia
que se apoyó contra la puerta cerrada, con los brazos cruzados, mirándolo todo a través de
unos ojos inteligentes del color del cielo de la mañana.

Llevaba un vestido negro con mangas cortas y cordones que colgaban sobre los hombros. La
parte superior se ceñía conformando sus curvas y se hundía en el centro, la cintura pura y
completamente transparente. Los volantes en la falda caían al nivel de la rodilla antes de volar
en capas de tul. Ella parecía poderosa y simplemente malvada.

Había una extraña tensión entre Torin y la mujer. Una que crujía. Una que hacía picar la piel de
Cameo… por algo…

No. Por alguien.

¿Por qué no puedo olvidar a Lazarus? Es un mentiroso. Un tramposo. Pero también es


cautivador. Seductor. Al parecer, yo no soy más que miseria. Estoy loca.

-Me gustaría tener un tiempo a solas con mi amigo,- le dijo Cameo a la chica. Si siglos de
guerra no le habían enseñado a ser recelosa con los extraños, el varón magnífico que se había
burlado de ella con la esclavitud ciertamente lo hizo.

Torin negó con la cabeza. -Lo siento, Cam, pero Keeley se queda conmigo. Siempre -.

Un tono de propiedad. Uno que ella nunca antes había oído usar a Torin. La comprensión la
golpeó y golpeó duro, se quedó sin aliento. -Ustedes dos están juntos.-

Él asintió con la cabeza duramente. Sus hombros cuadrados como si se preparara para un
golpe. Como si Cameo fuera a gritarle, a decirle lo mala que era esa relación.

La chica - Keeley-dejó su lugar y se instaló en el regazo de Torin con la gracia de una bailarina,
exactamente como Cameo había querido hacer. Él no la apartó como lo habría hecho con
Cameo, pero se aseguró de que su piel estaba cubierta adecuadamente antes de abrazarla más
cerca.

Si Cameo hubiera estado de pie, el shock habría hecho que cayera de rodillas - Pero... eso es...-

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El Toque Más Oscuro

-Somos la pareja más bella que has visto nunca. Lo sabemos. Puedes continuar. – Keeley agitó
la mano, un gesto que apestaba a realeza. Cameo casi se rompió, él fue mi primer novio,
hembra. Pero de alguna manera se contuvo. Torin y Cameo se habían amado el uno al otro
profundamente... no exactamente en la manera en que se suponía que los amantes se
querían. No así.

-¿Es ella inmune a ti?-, Preguntó Cameo, esperando tan mal sentirse feliz por él. Odio mi
demonio.

Torin negó con la cabeza, una culpa familiar extendiéndose sobre sus rasgos. -No.-

-Pero todavía me da el mayor placer que el género femenino jamás haya conocido-, dijo
Keeley, su orgullo inconfundible.

Los ojos de Cameo se agrandaron. -¿Tú la tocas piel con piel de todos modos?-

-Lo hago.- Se movió en la silla, claramente incómodo con la dirección de la conversación. –Pero
También he encontrado... otras maneras. –

-Te recomiendo encarecidamente esas maneras-, dijo Keeley. -Pero también te recomiendo
encarecidamente que no lo intentes con mi hombre. –

Torin reaccionó al tono de voz cada vez más ronco de la chica, sorprendentemente, sonriendo
por primera vez desde que Cameo había despertado. Fue un puñetazo en el estómago. Yo
podría haber tenido esto con él, la diversión y los celos, la posesividad y la obsesión, pero
mantuve la distancia. Di la bienvenida a la distancia. Y así él también lo hizo.

Ahora estaba atrapada anhelando al hombre que se había entretenido a sí mismo con su vida,
la habría engañado y, probablemente, la habría pateado fuera una vez que ella le hubiera dado
lo que él quería. Hablando de las miserables elecciones de la vida. Mi especialidad.

-¿Te acuerdas de lo que te pasó antes de que Keeley te trajera?- le preguntó Torin. ¿Keeley la
había rescatado? Genial! No puede no gustarme ella no? ¿o sí?

Cameo recordó. La niebla la había ahogado. Los demonios habían salido de la niebla y la
arrastraron lejos. Finalmente, ella había sido capaz de respirar. Pero entonces se había
encontrado destellando a un salón del trono. Los incendios crepitaban alrededor. Los
demonios vagaban de aquí para allá. Los gritos llenaban el aire recalentado.

Un hombre hermoso se cernía sobre ella. Cabello claro, negros y mágicos ojos. Características
tan perfectas que habían hecho doler su pecho.

-Tú me vas a ayudar con una pequeña tarea-, le había dicho, su voz nada más que un seductor
susurro.

Aun así, ella se había estremecido, repelida por él, pero también atrapada por él. Había algo en
él... Tal vez el hecho de que la miseria lo adoraba, y había ronroneado como un gatito dentro
de su cabeza. Había tratado de escabullirse de él, pero una horda de demonios la habían
mantenido abajo. Él la había apuñalado con algo afilado y negro-y lo dejó en su interior.

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El Toque Más Oscuro

-¿Creías que tenías alguna oportunidad?, Le había preguntado y sonrió con frialdad. -Bueno,
pensaste mal.- A continuación, había mirado a los demonios. - Llevadla a su habitación.- La
habían arrastrado lejos.

Ella transmitió todo esto a Torin, avergonzada por su debilidad y por ser incapaz de luchar por
su libertad. Ella era un guerrero, pero una y otra vez se había comportado como una damisela
en apuros. Odiaba eso!

-Lucifer-, dijo Keeley, y ella sonaba molesta. -Hades dijo la verdad. Por una vez -.

-A menos que los dos estén trabajando juntos-, dijo Torin.

-No es probable. No sé lo mucho que has oído hablar de Lucifer, pero antes de su caída, dividió
su tiempo entre el cielo y el inframundo. Dado que ningún hombre puede servir
verdaderamente a dos señores, finalmente tuvo que hacer una elección: Hades o el Altísimo.
Eligió a Hades, pensando que recibiría un mayor poder y una posición superior -.

-Un error-, dijo Torin.

-Exactamente. Hades lo reclamó como un hijo solamente para traicionarlo, atándolo al


inframundo, mientras se dejaba vagar a si mismo libremente. Y en los siglos desde entonces,
se han hecho daño el uno al otro, demasiadas veces para convertirse en aliados. Sobre todo
porque ninguno de los dos parece tener la capacidad de perdonar cualquier cosa .

La mirada de Cameo zumbaba entre la pareja. Ellos estaban en sintonía. Alimentándose el uno
del otro. ¿Y Torin siquiera se dio cuenta de que a medida que hablaba, su mano se movió
arriba y abajo por el brazo de Keeley en un gesto de adoración y cariño, como si no pudiera
creer el tesoro que tenía en sus brazos?

Una punzada arrasó desde la garganta hasta el estómago de Cameo. Él nunca había sido capaz
de mirar más allá de su miedo y su culpa para estar verdaderamente con Cameo, pero
ciertamente lo había hecho por Keeley. Es evidente que sus sentimientos eran profundos.

¿Podría Cameo alguna vez tener algo como eso?

Sintiendo lástima por mí misma. Nada nuevo. Bueno, tengo que parar.

-Me pregunto si él encontró a Viola, también-, dijo Torin.

-Yo no la vi-, dijo Cameo.

Pero entonces, el mundo subterráneo había sido enorme, y un montón de demonios habían
venido y se fueron, distrayéndola, y ella había estado muy alta, como una cometa, negándole
el aire durante tanto tiempo. Oh, y ella no podía olvidar el golpe que se había llevado en la
cabeza cuando los demonios la habían arrastrado al piso de arriba. Ella sin duda podría haber
perdido a la chica.

-Si ella está ahí-, dijo Keeley, -y Lucifer se ha dado cuenta de que Cameo se ha ido, habrá
intensificado la seguridad con Viola. Conseguirla a ella será más difícil-

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El Toque Más Oscuro

-No importa. Voy a ir por ella. -Torin escudriñó a Keeley con los ojos entrecerrados, irradiando
determinación. -¿Estás escuchando? ¿Tengo tu atención?-

Nunca había hablado con Cameo de esa manera. ¿Problemas en el paraíso ya? -Tengo oídos,
¿no?-, Dijo Keeley, inclinándose más firmemente contra su pecho.

-Lo haces, y eres preciosa-, respondió. -Pero lo que necesitas es usarnos a ambos. Esta vez, no
vas a salir a través del portal sin mí. Repito. No lo harás. Lo entiendes?-

Keeley se estremeció como si él acabara de retransmitir una especie de cuento travieso para ir
a dormir. -¿Qué vas a hacer si desobedezco? –

Su mano se detuvo en la cadera de la chica y se la apretó, el guante tirando tenso. El calor


irradiaba de él y con tanto ardor que en realidad acarició a Cameo, haciéndola estremecerse. -
Voy a tener que mostrártelo. - Él se puso de pie, usando a Keeley como escudo para ocultar
una erección?

-Vas a tener que disculparnos-, dijo, y parecía como un niño que acababa de encontrarse que
Santa lo había visitado. –Nosotros tenemos que discutir un acuerdo-.

-Adiós.- Keeley saludó a Cameo mientras él la arrastraba fuera de la habitación. No hay


problemas en el paraíso. Había hablado con tanta fuerza porque se había sentido con fuerza,
con ganas... necesitando.

Cameo se hundió contra su montaña de almohadas. Siempre en el fondo de su mente se había


preguntado si había cometido un error al separarse de él. Pero no, no lo había hecho. Nunca
iba a ser la mujer adecuada para él.

Lazarus, por otro lado...

Era una buena cosa que ella hubiera sido apartada de él. De otro modo, ella podría haberse
quedado con él, y finalmente la habría descartado. Nadie podía hacer frente a sus emociones
oscuras por mucho tiempo.

Así que... ¿por qué ella todavía quería volver a por él?

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Capítulo Veintinueve
Gloria

Keeley y Torin pasaron el día en la cama, la práctica de sexo sin piel, los maestros tenían que
estar dedicados a su oficio, sólo interrumpido por el golpe ocasional en la puerta. París y
Sienna habían estados dispuestos a charlar, y Keeley había sabido que sería inútil y cruel
negarlos.

Ella les había explicado lo esencial de la unión, cómo Sienna tenía que accionar un interruptor
mental y dejar de pensar que en los poderes que tenía como pertenecientes a Cronos; que
tenía que verlos como de ella. Por ejemplo, el cuerpo que Keeley habitada habría decaído si
ella no lo hubiera reclamado como propio. Keeley pasó algún tiempo con esmero delineando
los otros pasos en el proceso necesario para Sienna conservase e incluso fortaleciese sus
poderes, y la chica y París escuchaba embelesados. Cuando parecía que habían comprendido
todo lo que tenían que hacer, Torin los echó.

Había tenido un poco más de diversión con Keeley, pero no había sido durante mucho tiempo
antes de que Gideon y Scarlet hubieran llegado para agradecer a Keeley por destellar a Gideon
lejos del Tácito antes de que el golpe mortal hubiese sido dado.

Mientras que las interrupciones irritaban a Torin, a Keeley la deleitaban. Este equipo de
inmortales finalmente la había aceptado. Ellos anhelaban su aporte y su aprobación. Todos mis
sueños, por fin hechos realidad. El único giro en su día fue cuando, después de otra contienda
de juego travieso, Torin se había quedado en silencio, pensativo. ¿Pensando en la oferta de
Hades? El miedo apareció, trayendo pensamientos no deseados. ¿Era sólo cuestión de tiempo
antes de Torin decidiese que no era lo suficientemente bueno para él, o ella? Ella negó con la
cabeza. Ella era el tesoro de Torin. Eso no iba a cambiar. Ya era hora de que tuviese fe en él.

Reyes llamó a la puerta tarde en la noche. Danika se había recuperado, dijo, y estaba dispuesta
a utilizar los artefactos de nuevo. Keeley vestida con ropa casual, le dijoa Torin,

-Tal vez debería tratar de encontrar la caja de nuevo. Con la estrella de la mañana, no vamos a
necesitar un portal para llegar a Viola y Baden-. Pensó en ello un momento.

-Si Danika se drena, y no tenemos éxito, estaremos fuera por unos días.-

-Vale la pena el riesgo-, dijo. Excepto, cuando se congregaron en la sala de juntas, a pesar de
que Danika hizo todo lo correcto, el portal no se abrió. ¿Podría haber algún tipo de bloqueo
místico en la caja? ¿Quién tenía el poder de hacer una cosa así? Muy pocos inmortales.

-No lo entiendo-, dijo Keeley, dándole a Torin una mirada de disculpa. -Pero no me voy a
preocupar por ello.-A la chica, ella ordenó, -Imagina a viola.-

Danika, que parecía un poco ya fatigada, cerró los ojos. La luz inmediatamente salió de la
punta de la Vara, llenando la habitación. Torin se mudó al lado de Keeley, anillando su brazo
alrededor de su cintura. En el paseo a la habitación, sus amigos habían tratado de disuadirlo de

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El Toque Más Oscuro

ir con ella, enviando a otra persona en su lugar. Alguien que no causaría una plaga si las cosas
iban mal. Como Anya o Kaia o incluso Strider. Pero Torin se negó rotundamente. Donde Keeley
fuera, había dicho, él iría. Fin. Recordarlo la hizo temblar. Hacia eso mucho últimamente.

Me encanta.

Lo amo.

Entonces la luz se atenuó, la separación de aire revelando otro reino, una puerta, y quedó
claro que Viola había ido donde había estado Cameo. Había una sala de trono, tal como la
hembra había descrito. Las llamas arrasaron, y los demonios se enfrentaban por todo el lugar.
Lucifer estaba sentado encima del trono de cráneos que habían pertenecido a Hades,
tamborileando con los dedos en los brazos, esperando algo. ¿Alguien? ¿Dónde estaba... Ya
está. El estómago de Keeley se retorció. La chica en una pared tenía que ser Viola, porque ella
era tal como Torin la había descrito, con los brazos y las piernas abiertas, la ropa arrancada.
Había una mordaza en su boca. ¿Qué crímenes se cometieron en su contra? Al menos cuando
Keeley había sido encarcelada, ella había estado sola.

Voy a matar a sus verdugos antes de salvarla. Incluso podría hacerla mi nueva mejor amiga.
Todo el mundo necesita un compañero. La sujeción de Torin sobre Keeley se apretó. -¿Lista?-

Ella asintió con la cabeza, desdobló la capa y los cubrió a ambos. Ella podría haberse destellado
cerca de la chica ya que sabía a dónde ir ... tal vez. El submundo era un lugar difícil y podría
destellarse en un laberinto de túneles. Si ella llegase a ella, sin embargo, podría haber
destellarse de regreso... otra vez tal vez. ¿Qué pasa si Viola fue marcada con azufre? Pero lo
que Keeley no podía hacer era destellar a Torin, ya que todavía tenía sus propias cicatrices.

Tenía que pasar por el portal abierto de la Vara, lo que significaba que salía a través del portal.
Por supuesto, eso significaba que ambos tendrían que salir a través del portal, también; una
vez que lo atravesaran, estarían obligados a lo mismo, si se mantenía abierta o no, hasta que
una vez más salieran a través de él, rompiendo el enlace.

Juntos caminaron a través de él, entrando en la sala del trono. El humo espesó el aire,
oscureciéndolo. El olor a azufre y podredumbre picaba en su nariz. Gritos de dolor y graznidos
asaltaron sus oídos. El lugar era más grande de lo que recordaba, el humo espeso. Los gritos
más fuertes y más numerosos a con cada minuto que pasaba. Al lado de Viola había una mujer
con el pelo corto y oscuro y la masa muscular magra de un guerrero también encadenado.
¿Quién era ella? Torin se fijó en ella y se puso rígido.

-Pandora-. Bajo el manto, nadie podía oír su conversación, por lo que ninguno de los dos tenía
que estar en silencio.

-Si Pandora está aquí, tu chico Baden esta probablemente cerca, también. Pero si no le pongo
las coronas de serpentina, no voy a ser capaz de tocarlos. Tendremos que volver por el más
tarde.-

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El Toque Más Oscuro

Cuando la seguridad sería aún más fuerte. Fabuloso. -No hay necesidad. Tengo las coronas
debajo de mi sudadera con capucha-, dijo Torin. Hombre de recursos. -Pero parece que no
serán necesarias-, agregó. -Pandora está llevando un par.-

Keeley miró, y, efectivamente, había bandas de metal envueltas alrededor de las muñecas de
la chica, que asomaba por debajo de las cadenas. -Bueno. Vamos a seguir con esta misión de
rescate en marcha. Fácilmente hacia adelante, tus pasos alineados con los míos... bien ... bien.

A medida que se acercaban a las hembras, Keeley estudió a las dos con más atención,
comprobando las lesiones que podría haber pasado por alto anteriormente. No había heridas
visibles en ambas chicas, pero había manchas de hollín en sus estómagos y muslos para sugerir
que habían sido maltratadas. Alguien tiene que pagar.

Las manos de Keeley en puños, y las paredes del palacio comenzaron a temblar. Aún posado
sobre su trono, Lucifer miró a su alrededor, frunció el ceño. Hola, Alguien. El cálido aliento de
Torin abanicó la oreja. -¿Sabías que el estómago humano tiene que producir una nueva capa
de moco cada dos semanas, de lo contrario se digeriría a sí mismo? También, busqué y
descubrí que los escarabajos saben a manzana, las avispas como piñones, y los gusanos como
el tocino frito-.

-Sabes las cosas más extrañas,- dijo ella, y el temblor se detuvo. -Pero en realidad los
escarabajos saben cómo cacahuetes.-

-Lo tendré en cuenta.-

-Vamos a tener que crear una distracción si vamos a sacar a las chicas de aquí sin colocarnos
en medio de una batalla-, dijo. Y sólo había una manera de hacer eso.

-Yo me encargaré de Lucifer. Tú lleva a las chicas a través del portal, entonces vienes a por mí.-

Mientras que ella pudiera destellar a través de todo este reino, ella no sería capaz de volver a
entrar en el portal y dejarlo sin la Capa.

-Mañana vamos a tener una discusión seria acerca de eliminar sus cicatrices de azufre. ¿Y si
necesito destellarte fuera del peligro cuando vayas a por mí?-

-Considéralas fueras-, dijo, sorprendiéndola. -Pero no me gusta tu plan de juego. No me gusta


la idea de que hagas nada con Lucifer-.

-Torin...-

-Aun así, sé cómo de inteligente y poderosa eres,-continuó, -así que voy a esperar que tengas
cuidado. Un rasguño minúsculo, y estaré enojado-.

Los golpes de impresión seguían llegando. -Me gustaría poder besarte-, dijo. Más tarde, pensó
con un escalofrío. Un premio para los dos, al diablo las consecuencias. -Ten cuidado, también,
o voy a estar enojada.-

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El Toque Más Oscuro

Luego se dirigió a las afueras de la sala del trono, dejando la Capa con Torin. Los demonios la
vieron y se lanzaron hacia adelante. Lo siento, muchachos, pero no estoy merodeando
alrededor para una asamblea con ustedes. Abrió las puertas y entró en el interior, como solía
hacer cuando Hades la trajo con él a visitar a su "hijo".

Lucifer se puso de pie, con una sonrisa triunfante levantando las comisuras de la boca.

-Keeleycael. ¡Qué extraordinario. Había oído que eras libre y esperaba que vendrías a verme.-
Su mirada pasó sobre ella. -Pero yo no esperaba que te vieras tan ... horrible.-

Ella levantó la barbilla. Así que ella no estaba en uno de sus vestidos. Y que. -Escuché que
tenías planes para arruinar a Hades.- Inclinó la cabeza, ni siquiera tratando de negarlo. -
¿Quieres mi ayuda?-, Terminó, y él se echó a reír. No dudó.

-Podría.- Dejó que su mirada escaneara la habitación. Ni siquiera podía ver a Torin ahora que
estaba por debajo de la Capa. ¿Qué estaba haciendo? -Ven a mí-, dijo Lucifer, ondeando sobre
ella. -Vamos a reencontrarnos."-Tal formal y cortesía; un mentiroso.

-Estoy impresionada-, dijo ella, sin dejar su lugar. -Si quieres charlar conmigo aquí, eso significa
que has hecho algo que Hades nunca podría; que has llegado a los demonios para que te sigan
absolutamente y sabes que nunca te traicionarían. Nunca revelaran públicamente las palabras
que escuchan de ti en privado-.

Apretó la mandíbula. Impacto directo. Ella sólo le había recordado que no podían hablar
abiertamente delante de sus soldados. Que los demonios podían, y era más que probable, que
se dirigieran a chismorrear donde Hades. Ahora, cuando Lucifer la condujese fuera de la sala
del trono, sería porque era su idea, no de ella.

-Tienes razón-, dijo. -Tengo que hacerlo. Pero sólo me he dado cuenta de que no hay lugar
para sentarse cómodamente-.

No puedes sonreír. – Eso es cierto.-

A medida que se acercaba a ella, ella notó el brillo duro en sus oscuros ojos, uno que no podía
ocultar. ¡Maldad! Un pozo de desesperación sin fondo. Le ofreció usar su brazo. A pesar de
que más bien le habría sacado los ojos, ella lo tomó. Él se la llevó, a través de un laberinto de
pasillos elaborados donde los demonios fornicaban en los más viles modos, y en la habitación
principal.

La habitación era un estudio del hedonismo. Satén negro, terciopelo negro, cuero negro.
Juguetes y armas que colgaban en las paredes. Espejos por todos lados. Las velas que brillaban
en la oscuridad. Los demonios corrieron detrás de ellos, llevando bandejas de comida. En
minutos, una experiencia de cinco estrellas se creó, en una mesa que ocupa el centro de la
habitación.

Siempre había sido grande en las apariencias. A la gente le gustaba pensar que era solícito,
amaba repartir interacciones con gallardía, jugando el papel de ayudante o lo que pensaba que

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El Toque Más Oscuro

era su objetivo deseado, y luego, cuando la persona estaba bien y verdaderamente


enganchada, presionaba el interruptor de psicópata. Ese era el juego que jugaba. Él extendió
su silla, y ella se sentó.

-¿No estas lleno de atenciones?,- murmuró ella. Tratando de poner un cimiento que planea
arrancar de debajo de mí. Le sirvió un vaso de lo que parecía ser vino, pero era probablemente
sangre y le volvió un plato, pero ella no pudo identificar la mitad de lo que había allí. Como si
fuera a tomar un bocado de todos modos. Al verla, se recostó en su silla.

-Mis fuentes me dicen que te has unido a los Señores del Inframundo-. Había rastro de odio en
su voz, y ella podía adivinar por qué. Pensaba que los Señores le debían seguir, lo que
permitiría a sus demonios gobernar sus vidas. Que los guerreros continuaran resistiendo el mal
dentro de ellos era una espina en su pezuña.

-Lo hacía, sí-, admitió. ¿Por qué negarlo? -¿tus fuentes también dicen que el Guardián de
Enfermedad me infectó una y otra vez? ¿Que él me abandonó en múltiples ocasiones?- ¿Era
eso resentimiento en su voz?. Definitivamente. Mientras que ella odiaba haber hablado mal de
Torin, y nada menos que con el enemigo, la verdad era la verdad, y no había manera de
evitarlo. Por lo menos le dio credibilidad a su historia de tapadera. Ella jugueteó con su
comida, fingiendo interés. -¿Por qué te preocupas por esto de todos modos?...¿Preocupado?-

Se rió. -Me gusta mantener mis opciones abiertas, cariño. Eso es todo.-

-¿Y realmente crees que los Señores son una opción?- Ella no pudo evitar la incredulidad de su
tono. Él la miró, y ella mentalmente se reprendió a sí misma. Tenía que ir con cuidado y no
hostigarle por colgarle una zanahoria que nunca podría alcanzar. Estaba marcado. Si él decidió
que ya no la necesitaba, ella sería incapaz de usar su poder en contra de él. La puerta de su
habitación de repente se abrió de golpe, y un demonio gorila corrió a dentro.

-Tres prisioneros intentaron escapar, mi señor, pero no llegaron muy lejos. Ellos esperan su
castigo-. Keeley se puso rígida. ¿Torin, Viola y Pandora? Probablemente. ¡Misión fallida!
Tiempo para el control de daños.

-¿Dónde están?-, Preguntó Lucifer, tan tranquilo como antes.

-La sala del trono, mi rey.-

-Tráelos aquí.- El demonio salió corriendo sin perder el ritmo.

Con la garganta seca, Keeley preguntó: -¿Qué vas a hacer con ellos? Y ¿por qué tienes dos
hembras encadenadas junto a tu trono?-

Sus ojos oscuros brillaron en ella. -¿Qué te gustaría que hiciera? Y porque me agradaría
hacerlo.-

-¿Dejar que se vayan?- Él sonrió y sacudió la cabeza.

-Siempre has tenido un corazón blando. Tenía la esperanza de que lo que Hades te había
hecho te hubiera endurecido-. Tendría que haberlo hecho, de forma permanente, si no fuera

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El Toque Más Oscuro

por Mari... y luego Torin. -sabes, el momento me parece extraño-, dijo, con un tono
meramente observacional.

-¿Es verdad? Llegas, y de repente hay un intento de fuga-.

-Lo que me parece extraño es el hecho de que tus presos no trataron de escapar antes.-

-Hmm,- fue todo lo que dijo antes de que los tres detenidos fueran arrastrados dentro. Keeley
contuvo un suspiro de alivio. No eran Torin, Viola y Pandora, después de todo, sino un
guerrero pelirrojo, Baden, sin duda, al igual que los espíritus de Cronos y Rea. Los tres llevaban
coronas serpentinas. Bueno, bueno. Su mirada se estrechó en Cronos. El macho le había
encarcelado durante siglos y había desempeñado un papel siniestro en la muerte de Mari.
Aunque la venganza contra su cuerpo le había sido robada de ella, había un montón de cosas
que podía hacer a su espíritu.... Las paredes comenzaron a temblar. Cronos debía haber
sospechado la dirección de sus pensamientos. Luchó contra sus captores.

-He cambiado de opinión-, ella anunció. -Definitivamente no los dejes ir. Jugaremos a clava la
daga en los muertos-. Pensamientos racionales asomaban por encima de la oscuridad de sus
deseos, luces brillantes que no podía ignorar. ¿Torin sabe que Baden estaba aquí? ¿Alguien se
ha dado cuenta de su fuga con Viola y Pandora? Esperaba que lo hubiera conseguido. Si lo
cogieron... hirieron... Voy a quemar este reino y todos en él hasta los cimientos.

-Excelente idea.- Lucifer limpió las comisuras de sus labios con la servilleta, a pesar de que
nunca había tomado un bocado de la comida.

-¿Dónde está Pandora?- Baden gruñó. -¿Qué has hecho con ella? ¡Dime!-Su mirada salvaje se
movió a Keeley, se trasladó de nuevo a Lucifer, sólo para volver a Keeley y ampliarse. -La Reina
Roja. Estás aquí. ¿Por qué estás aquí?-

¿La conocía? ¿Víctima de la caja de Tiempo fuera?

-Sería un placer mostrarte exactamente lo que he hecho a tu preciosa mujer.-Lucifer se


levantó.

Ayudó a Keeley a ponerse en pie, y no podía pensar en ninguna razón para protestar por la
visita a la sala del trono. Seguramente Torin había desaparecido. Pero entonces, ¿por qué no
había sonado una alarma? Lucifer abrió el camino, nunca soltándola. Primer problema: si no
podía liberarse de su agarre, no podía destellarse a cualquier otro lugar en el mundo
subterráneo. ¡Esas estúpidas marcas! No hay tiempo para el pánico. Las puertas se abrieron
ante Lucifer para que nunca tuviera que hacer una pausa en su paso. Cuando entraron en la
habitación, casualmente, dijo:

-Esta noche, Keeleycael, calentarás mi cama, y yo te marcaré como mi concubina-. Uh,


segundo problema.

-¿Qué tal ... no?.-

-¿Te he hecho creer que tendrías una opción en la materia? Mis disculpas.-

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El Toque Más Oscuro

-¿Crees que tendrás la fuerza para obligarme?- Se echó a reír. -Recientemente he capturado
dos hembras queridas por los Señores del Inframundo. Puedes recordarlas de mi habitación
del trono. Las que están en las cadenas. ¿Sí? Planeé lastimarlas y culpar a Hades. Los Señores
habrían ido tras él, le distraerían, permitiéndome lanzarme en picado. Si yo hubiera sabido que
te presentarías en mi puerta, no me habría molestado. Vas a crear una mejor distracción-.

Mientras la ira ardía a través de ella, tratando de usarme, a la Reina Roja, ¡nunca!, se Detuvo
en seco. Viola y Pandora se habían ido. Y ninguno de los demonios se había dado cuenta.
Impresionante. Magistral. ¿Cómo Torin había logrado eso? Lucifer niveló la rabia sin diluir en
ella.

-Parece que te subestimé. Mi propia distracción. Bravo. Pero no importa- dijo con otra
revelación de su fría sonrisa.

-¿Qué puedes hacer al respecto?-, Preguntó, y luego le golpeó con tanta fuerza en el pecho
que le rompió el esternón. Aunque trató de dar una respiración, ella le dio un puñetazo en la
cara. Jab, jab, jab. Se dio la vuelta, cayendo en picado, y agarró a un siervo más pequeño por el
cuello, se volvió de nuevo, volviendo por donde había venido, y giró. Los cuernos de la criatura
cortaban a través de la piel de Lucifer y rompiendo a través del muslo, rompiendo el fémur, el
hueso más grande en el cuerpo.

Él gruñó y se desvaneció. Se dio la vuelta, esperando que se materializar detrás de ella. Ella
lanzó una daga en su mano, lista para apuñalarlo. Pero él la había engañado. Había regresado
al lugar que había desocupado, con un pedazo de azufre en la mano. Él lo puso en la parte
superior de su médula espinal, chamuscándole el pelo, la carne y la ropa. Un grito brotó de ella
mientras el dolor y debilidad se derrama a través de ella. "Esto, Keeleycael, es sólo el principio
de lo que puedo y haré."

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El Toque Más Oscuro

Capítulo Treinta
Torin se apresuró por el portal, gritando: -¡mantenlo abierto!- Dejó caer a las dos chicas que
había tenido que sacar fuera del inframundo bajo sus brazos como sacos de patatas, y se
volvió. Tenía que llegar a Keeley.

Pero a medida que se lanzaba de vuelta a través el portal, se cerró, y se deslizó en la jaula. -
¡No! Ábrelo, Danika.-

Ella se desplomó contra la Vara, jadeando, con gotitas de sudor, sus rasgos pálidos. -lo
intento... no puedo... lo siento mucho.-

-Apenas lo sostuvo abierto tanto tiempo como pudo.- Reyes trató de arrancar de sus goznes,
la puerta de la jaula pero el metal se mantuvo estable. -Se ha atascado. ¿Por qué se ha
atascado?-

Debido a que Keeley era la dueña de la jaula, y sólo respondería a ella. O... tal vez a Torin,
también, el poseedor de la llave que todo lo abría. Pero si él liberaba a Danika, iba a perder el
control de la Vara, ¿las órdenes de Keeley se anularían?

No podía correr el riesgo.

Le explicó a Reyes, el pánico y la urgencia lo montaban duro. -Tenemos que conseguir que
Keeley vuelva.-

-Dani está demasiado agotada.- Reyes sacó un puñal y hurgo sin éxito en la cerradura. Torin
salió corriendo de la habitación. Todos sus amigos se habían congregaron en la sala, esperando
el veredicto.

-Lucien-, gritó, y el guerrero se apresuró, empujando a todos fuera del camino. -destéllame al
inframundo. Puedes hacerlo sin un portal.-

-Sí, pero ¿dónde en el inframundo? Es enorme, puedo saltar de una milla a otra durante días y
no cubrir todo el lugar.-

-A alguno de los palacios de Lucifer.-

-Vas a tener que ser más específico. Él tiene tantos palacios, hay miles.-

Llegando a ninguna parte. -William-, Torin gritó.

-¿Me han llamado?- El guerrero se situó junto a Lucien. -ve con Hades.- Nunca pensó que diría
esas palabras, y que no significaran una maldición o una amenaza. El macho podría salvar a
Keeley; Torin no podía. La sola idea le enfermaba. Pero su supervivencia era más importante
que su orgullo. -Pregúntale si sabe dónde está Lucifer y dile que lo necesito para mantener a
Keeley lejos del tipo.-

Hades podía llevarla a cualquier lugar dentro del inframundo, pero no fuera de él. Ella había
entrado a través del Portal de la vara, entonces tendría que salir a través de él. Destellarla no

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El Toque Más Oscuro

funcionaría. Pero sin la Capa, ella no podía ir a través del portal. Torin tendría que darle el
artefacto a Hades, a menos que Torin fuera con él, lo cual insistiría absolutamente en hacer.
Pero al final del día, tenía muy poco poder de negociación aquí. Haría cualquier cosa para
mantener a Keeley segura. Lo que Hades quisiera. Ella podría odiar a Torin por tramar esto,
pero él prefería tratar con el odio de ella que con su tortura y muerte.

Sí, ella era fuerte, y podía cuidar de sí misma, pero Hades sabía de las salas. Lucifer lo hacía,
también. Y tan pronto como Lucifer descubriera que sus prisioneros habían desaparecido, el
conectaría los puntos y Keeley sería culpada. Él trataría de castigarla.

William se rascó el pecho. -Puedo decir que estás molesto por esto, y mi corazón sangra por ti.
Probablemente. También probablemente no. Pero voy a declinar amablemente y culpar a la
necesidad de la negativa en ti. Tú deberías conocerme mejor. Yo no hago nada de forma
gratuita-

Torin lo agarró por el cuello y lo sacudió. -No te lo estaba pidiendo.- William no se inmutó. -¿Es
este un reto? se siente como un reto.- ¿Él Quería un pago? bien. -¿Tu precio?-

-Keeley debe robarle mi libro a Anya.-

El libro. Su precioso. Dentro de sus páginas había profecías que revelaban cómo salvar su
vida... o algo. La diosa lo había robado hace años y lo escondía de la guerrera. Como…tiras
cómicas.-

-Hecho.-

-Entonces voy a volver con Hades-, dijo William y desapareciendo.

-No voy a renunciar a el-, dijo Anya. -tú no sabes lo que es el cuándo esa cosa está en su
posesión.-

Y no le importaba. Torin le dijo lo que podía hacer con ella misma, y se trataba de varias cosas
que no eran anatómicamente posibles en realidad.

-Torin está acabado, finito-, murmuró Kaia.

Resolver el problema. Estar preparado. No diciendo cuan rápidamente debería William de


regresar… sería mejor que volviera rápido. -Maddox, lleva a viola a un dormitorio. Ella necesita
atención médica. Lucien, Pandora está allí, también. En las Mismas condiciones que Viola. Ella
lleva las coronas, así que cualquier persona debe ser capaz de tocarla.-

Una ráfaga de actividad estalló cuando se obedecían sus órdenes.

-¿Baden?-, Preguntó Sabin.

-No lo vi…

William se materializó, con Hades a su lado. -Fuera-, Torin gruñó a la multitud, limpiando la
habitación de todos los artefactos, excepto Reyes y Danika.

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El Toque Más Oscuro

William y Hades entraron detrás de él, William pateo la puerta cerrándola. Suficiente
Testosterona en este espacio para ahogar a un rinoceronte. -¿Puedes salvar a Keeley o no?-,
Le preguntó mirando a Hades.

Hades miró directo hacia él, pero se mantuvo en silencio hasta que su atención se trasladó a
Reyes.

-Tu Mujer debe descansar durante dos días. Al final del segundo, debe abrir un portal para
Keeleycael. Estaré muy disgustado si fracasa.-

Reyes, ya al borde por el giro de los acontecimientos, se apoderó de sus puñales por las
cuchillas. La sangre se derramaba sobre el piso. -¿Cómo puede descansar mientras está
atrapada dentro de la jaula?-

-Ella va a tener que encontrar una manera. Y tú-, dijo Hades, al fin dignándose a hablar con
Torin. -Vas a venir conmigo. Volverás con la Reina Roja a través del portal.-

Significaba eso que Hades no podía pasar, ¿incluso con la capa? -¿Qué quieres a cambio?-

El macho entrecerró los ojos. -Los dos sabemos que voy a hacer esto sin exigir nada a cambio.
Por ella. No por ti.-

¿Hades... la amaba? ¿En verdad? ¡Es mía! ¡Mi mujer!

-Pero cuando volvamos-, Hades continuó, -He terminado de espera en el banquillo. Voy a ir
tras ella. Y voy a ganarla. Yo le puedo dar lo que no puedes.-

Cada emoción oscura se manifestó, pero se contuvo. Ahora no era el momento para disfrutar.
Un segundo después, las paredes de la habitación desaparecieron. Otro mundo tomó forma a
su alrededor. El sofocante calor del inframundo. Los gritos y el humo y la desesperación. Fuera
del palacio de Lucifer, los incendios eran más numerosos, erupciones en todas partes sin
ninguna razón aparente. Los demonios de todas las formas y tamaños se arrastraban sobre las
paredes rocosas y vigilaban la entrada descomunal que tenía la forma de un cráneo.

Hasta el momento, nadie los había notado. -Ella no estaría en esta posición si hubieras
tomado mi oferta-, Hades comentó.

Por Favor. -Los dos sabemos que habrías arrancado a Enfermedad de mí sólo para darme otro
demonio.-

Hades no lo negó.

-una disfunción eréctil. O auto-mutilación. Probablemente ambas cosas. En su lugar, voy a


hacerte desear que de esa forma se hubiera llevado a cabo el juego.-

Dos espadas cortas de repente aparecieron en manos de Torin. Un regalo de Hades, un


movimiento estúpido de parte del macho. -No si yo te mato primero.-

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El Toque Más Oscuro

Haciendo caso omiso de la amenaza, Hades dijo, -La peor parte es, que ni siquiera tenías que
hacerle daño. Tuviste la respuesta desde el principio, solo que estabas demasiado envuelto en
tu miedo para verlo.-

¿De qué demonios estaba hablando? ¿La respuesta desde el principio? ¿Qué respuesta…la
manera de estar con Keeley sin hacerla enfermar?

-¡Dime!-, Exigió. ¿La única respuesta que recibió? Una sonrisa fría que proclamaba Nunca. No
había tiempo para tratar de sacar la respuesta de él. Por fin los demonios se dieron cuenta que
ya no estaban solos y dejaron lo que estaban haciendo para lamer sus labios con avidez.
Murmullos de alegría estallaron.

-¿Estás listo para la luchar tu camino adentro?-, Preguntó Hades.

-¿Y perder más tiempo?, Estoy listo para que me destelles dentro.-

-Lo siento, cachorro. No va a suceder. Voy a destellarme a mí mismo, pero tú... tú estás por tu
cuenta desde este punto.-

Hades desapareció en un abrir y cerrar de ojo.

Bien. Torin marchó hacia adelante. Una vez, él había vivido para las batallas. Siempre las había
ansiado. Hoy tendría una. Los demonios lo atacaron, mostrando los colmillos. Sacó las espadas
en un amplio arco. Una cabeza, eliminada. Otra cabeza, eliminada. Una mano con garras lo
alcanzo. De nuevo balanceó su espada. La mano golpeo el suelo sin el brazo. Más y más
demonios corrieron hacia él, arropándolo. Él permaneció en un estado constante de
movimiento, adrenalina corriendo a través de él. Una pausa e iba a perder una de sus
extremidades. El desafío lo lleno de energía.

Con un rugido, Torin retiro otra cabeza. Luego otra. Un brazo. Una mano. Otra cabeza. Partes
de cuerpos se amontonaron a su alrededor. Sangre Negra brotó y salpicó, quemándolo.

Finalmente se abrió paso entre la puerta doble y entró en el vestíbulo. Tenía arañazos por
todas partes y formol en el muslo. Fuego en las venas. Probablemente algún tipo de toxina
demoniaca. No le importaba.

Dos demonios doblaron la esquina, se dirigieron directamente hacia él. Pasos resonaron detrás
de él. Acercándose... Movió las espadas hacia atrás, sintió la resistencia de carne y hueso, y
supo que había apuñalado al que estaba detrás de él. Luego giró la espada hacia adelante y
elimino las cabezas de los otros dos. Las cabezas rodaron, ojos rojos... fuera... dentro... él
continuo, decidido a llegar a su mujer.

***

humillante! Pero al menos Keeley llevaba una camiseta y pantalones en lugar de un bikini. Un
pequeño consuelo, sin embargo, teniendo en cuenta que estaba cubierta por estúpidos
guardas.

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El Toque Más Oscuro

El primero de ellos la había debilitado tanto que Lucifer ni siquiera había tenido que
subyugarla mientras que él se la pasaba a otro. Ahora ni siquiera podía destellarse a unas
cuantas pulgadas de distancia de la zona de peligro.

Lucifer le había puesto más guardas, cubriéndola de la cabeza a los pies, igual a como lo había
hecho su padre, y habría cumplido su amenaza de obligarla a calentar su cama, donde ella
tendría que luchar con toda la fuerza que aún poseía, si una conmoción no hubiera explotado
fuera.

Él Había mirado por la ventana, y había visto a cientos de sus secuaces siendo sacrificados, y la
arrastró a la habitación del trono para esperar a su enemigo.

Todo era apariencia, después de todo. Al menos para él.

¡Torin estaba aquí! Su corazón galopaba con anticipación y emoción. ¿Lo único malo? Hades
estaba aquí, también. Incontables secuaces se apostaron contra las paredes cuando su
antiguo rey apareció al borde de la tarima real de Lucifer.

-Querías mi atención.- Su calma envió un escalofrío a través de los esbirros. -la tienes.-

Los dos podrían haberse caído bien... una vez. Pero el mal no podía ser fiel a la maldad. Y
Lucifer sólo pasó a ser tan malo como cuando llegaron. Tenía una necesidad insaciable de más.
Más poder. Más elogios. Más territorio. Más control. Los daños colaterales no significaban
nada para él.

Robó. Mintió. Mató.

Y lo disfrutó.

Quería que su poder se extendiera más allá de los bajos mundos. Acerca de eso era toda esta
guerra. Una vez que hubo derribado a Hades, supuso que no habría amenaza de competencia.
Pero se había olvidado del Altísimo. Por no hablar de William, que una vez había gobernado la
otra mitad de este reino, unido a ella firmemente como Lucifer. Sólo que, William había
encontrado una manera de escapar, igual que Hades.

-Lo que quiero-, dijo Lucifer, -es que te inclines ante mí. Hazlo y podrás irte con la chica.-

Un giro irónico en la boca de Hades, que ella conocía muy bien. Lucy estaba a punto de ser
azotado.

-Tú asumes que estoy bajo la errónea impresión de que puedes ganar una guerra contra mí.
Asumes que no había tomado precauciones antes de entregar las llaves de mi reino.- Lucifer
palideció, porque él sabía que era verdad.

Las puertas se abrieron, y los cuerpos de innumerables demonios y diversas partes cercenadas
cayeron dentro. Torin emergió de la montaña sin vida, marchando directamente hacia el lado
de Hades, con la cabeza alta. Hades no podía ocultar su irritación.

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El Toque Más Oscuro

Keeley se tragó un gemido de alivio. Torin podría estar empapado en baba negra, pero nunca
se había visto más feroz. Ella se puso de pie, pero Lucifer apretó la cadena envuelta alrededor
de su cuello, manteniéndola abajo.

-Entrégamela-, Torin gruñó. -Ahora.- Él subió las escaleras, sus espadas ensangrentada ya
listas, pero Hades le retuvo del brazo, lo que le obligó a permanecer en su lugar. Sabía lo que
estaba pensando Hades. Que Lucifer podría agarrarla y, bien cortarle la garganta o destellarse
lejos con ella.

O las dos cosas. Estaba en lo cierto.

Pero luego cada esbirro supuestamente sirviendo bajo el gobierno de Lucifer se volvió hacia él,
dejando al descubierto los colmillos y garras en desafío. Varios incluso se dejaron caer desde el
techo, poniendo sus cuerpos entre Keeley y su captor.

-Te lo dije-, Hades dijo con una voz que rallaba la petulancia.

Las palabras proclamaban una verdad en toda confianza, que la lealtad de los secuaces había
sido fingida. Lucifer enfureció, y trató de acuchillarla de todos modos. Pero los secuaces
tomaron los golpes por ella, protegiéndola de recibir siquiera un rasguño.

Hades libero a Torin, que rápidamente escaló las escaleras.

De manera típicamente grandiosa, Lucifer anunció: -Esto no ha terminado-, antes de


destellarse lejos. Al darse cuenta de que había perdido esta ronda, y bastante mal.

Los esbirros se apartaron de ella, cuando Torin mello a través de la longitud de las cadenas,
liberándola del trono. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó, su corazón galopando
contra su sien.

-Has vuelto por mí-, dijo. No es que alguna vez lo hubiera dudado.

-¿Por ti? Siempre.-

Mi dulce príncipe azul. No. Mi rey. Mi otra mitad.

-Tan conmovedor como esta reunión es- Hades burló, -Tenemos otras cosas que hacer.- Estaba
en lo cierto. Y él había venido por ella, lo que la desconcertaba demasiado. Él nunca se había
puesto a si mismo el lugar de otro. Ni siquiera por pago.

Tal vez había cambiado. ¿Significaba eso que estaba dispuesta a olvidar el pasado y empezar a
salir con él? No. Sólo que ella podría no hacer su asesinato tan doloroso como había planeado
originalmente.

-Baden está aquí-, dijo.

Torin se puso rígido mientras las largas piernas de Hades reducían el espacio entre ellos.
Hades se agachó frente a ella, atento, diciendo: -¿Quieres a este Baden de regresó con los
Señores?-

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El Toque Más Oscuro

-Sí-, dijo ella.

-Entonces voy a ver que se hace. Él estara esperando en la fortaleza en Budapest.-

Fue difícil, pero lo hizo, ella dijo las palabras Gracias. El inclinó la cabeza.

-Vas a pasar los próximos dos días en este palacio. Como mi invitada de honor, por supuesto.
Voy a ver por todas tus necesidades, me asegurare de que estás protegida por completo,
mientras esperamos a que el ojo que todo lo ve abra el portal para ti.-

Al no ver otra opción, dijo, -Torin se quedará, también.-

Hades apretaba su mandíbula con irritación. -No hay necesidad. Lo puedo devolver ahora.-

-Torin se quedará-, insistió. -Vamos a dormir juntos.-

-Hay más que suficientes…

-Vamos a estar en la misma habitación o nos iremos-, dijo Torin. -No me importa a lo que
tengamos que hacerle frente allá afuera.-

Hades no apartó la mirada de Keeley mientras asentía con rigidez. Ella le sonrió.

-Nos puedes mostrar nuestro alojamiento.-

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Capítulo Treinta y Uno


Desde lo más alto de lo alto a lo más bajo de lo bajo. Veinticuatro horas han pasado sin señal
de enfermedad. Pero, como Torin había descubierto hace algunos días, había estado
equivocado. Librarse de las cicatrices no había ayudado. Simplemente había retrasado lo
inevitable.

Una enfermedad degenerativa había golpeado a Keeley, y golpeado duro. Dormía, incapaz de
ser despertada, no podía comer o beber, muriendo por falta de alimento hasta que Hades vino
a ver cómo estaba y volvió con los mejores médicos inmortales. Keeley estaba conectada a una
vía intravenosa y bombeaba llena de medicamentos que sólo se encuentran en otros reinos,
pero aún así, sus mejillas estaban ahuecadas, su piel pálida y Torin... Torin perdió toda
esperanza.

Había pensado que había resuelto todo, pensó que había tenido la respuesta para pasar un
siempre felices en el tiempo. Pero él sólo había estado engañándose a sí mismo. Además, no
podían encontrar la caja de Pandora, no había olvidado el bloqueo que Keeley encontró
cuando ella lo había intentado... dos veces, lo que significaba que no podían encontrar la
Estrella de la Mañana. Él estaba sin opciones.

Él y Keeley podían continuar como antes, su corazón se encogió, si ella sobrevivía incluso a
esta reciente enfermedad. Podrían seguir teniendo sexo con la ropa puesta, sin atreverse a
besarse, midiendo cada caricia, limitados, por si acaso la ropa se levantaba, pero eso no sería
suficiente. Ya nunca sería lo suficientemente bueno. Él la había tenido. Toda ella. Nada estuvo
contenido. Eso es lo que quería para el resto de la eternidad; eso es lo que necesitaba.

Lo que ella necesitaba. Aun ella lo admitiera o no.

Pero ninguno de ellos podía tenerlo. Y él estaba tan malditamente cansado de cometer
errores. de la esperanza, de tratar, y luego de estar sentado en primera fila de su sufrimiento,
sabiendo que él era el culpable. Que si él sólo se hubiera resistido, no habría sucedido.

Se había dicho a sí mismo que nunca volvería a rechazarla, nunca la haría pasar por un
sufrimiento tal, pero él sólo había estado engañándose a sí mismo acerca de eso, también. Él
tenía que dejarla, y esta vez, tenía que hacerla aceptarlo.

Hacer a ambos aceptarlo.

Las palabras no serían lo suficientemente buenas. Tenía que hacer algo permanente, algo que
no se pudiera deshacer. Algo que despreciaría. Él la estudió, mientras todavía estaba acostada
en la cama, respiraba sólo por una máquina. El suave zumbido de su motor llenó sus oídos,
obsceno para él. Odiándose a sí mismo, se cuadró de hombros, levantó la barbilla. Sabía lo que
tenía que hacer.

***
—Tenemos que hablar —, dijo Torin.

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El Toque Más Oscuro

La expresión de su rostro hizo que el estómago de Keeley se agitara. El hombre que tenía
delante parecía cruel, indiferente, y no era el amante de sus sueños. Ella acababa de
recuperarse de otra enfermedad. Había dejado su lecho de enferma esta mañana para
ducharse y comer. Este debía ser un momento de celebración, no... Lo que estaba por venir.
Podía adivinarlo.

—Está bien. — Ella tragó saliva. —Habla. — Ellos estaban en la habitación de ambos, a solas.
Se apoyó en la puerta, con la mano en el pomo, como si el deseo de salir fuera más fuerte que
el de quedarse.

—Terminamos—, dijo.

¡Lo sabía!

—No me vas a hacer cambiar de opinión, Keeley. No esta vez —.

Sus palabras, expresadas de manera lisa y llanamente, sostenían un aire de finalidad, pero ella
negó con la cabeza. —No. —

—Me voy y no voy a regresar. No me vas a destellar de regreso, y no te destellaras a mí —. Un


guerrero hasta la médula, plantó sus pies y se preparó para la batalla.

—No te gusta que yo enferme de nuevo. Lo entiendo. Pero hemos forjado algo dulce, raro y
precioso. No renuncies porque tienes miedo. —

—Miedo—, se hizo eco, luego se rió sin humor. —Trata con aterrorizado. —

—Torin…—

—Podría mentir y decirte que yo no te quiero o que me siento atraído por otra persona, como
Cameo, o que tengo la intención de tomar la oferta de Hades. Odias las mentiras y a los
mentirosos, y tú odio haría esto más fácil. Pero la verdad es que estoy cansado de hacer que te
enfermes. Estoy cansado de ser la razón por la que sufres. —

— ¿Me… amas? —

—Lo hago. —

—Torin…—

—Pero no es suficiente—, dijo, y una vez más, el carácter definitivo de su tono de voz la
asustó.

— ¡Es suficiente! Juntos podemos superar cualquier cosa. —

—No podemos. Como hemos demostrado. —

—Encontraremos la caja—, dijo ella, la desesperación haciendo erupción.

— ¿Lo haremos? — Él negó con la cabeza. —No, no lo creo. —

La humedad en su boca se secó. —Estás cometiendo un error. —

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El Toque Más Oscuro

—No. — Su pequeña sonrisa sostenía sólo tristeza. —Por primera vez, estoy haciendo lo
correcto. Querías ser lo primero en la vida de un hombre, ser un tesoro digno de ser salvado.
Bueno, lo eres. Te lo dije. Pero es hora de que te enseñé, porque las acciones son mejores que
las palabras. Te voy a salvar, de mí —. Ella dio un paso hacia él. No era tan estoico como
parecía porque él rápidamente se retiró, golpeando la puerta. —No. —

Tiene razón. No ruegues. Nunca ruegues. —Por favor, no hagas esto, — susurró ella de todos
modos. No había nada que detuviera las palabras. —Pertenecemos juntos. Te amo. Te amo
tanto y quiero un para siempre contigo. No me importa lo que ese para siempre conlleve. —

Él palideció. —No lo entiendes, Keeley. Ya está hecho. —

—No. Me niego a creer eso. — Fuera, la lluvia comenzó a apedrear los muros de la fortaleza. El
estallido de los truenos. Una caída de nieve. Respondiendo a mí. Porque su vínculo a Torin
estaba en proceso de romperse.

—Lo siento.— Él giró el pomo.

¡No! —Si sales de esta habitación, no voy a tomarte de regreso. Habré terminado. Al igual que
tu, estoy cansada. Estoy cansado de las idas y venidas—

—Bien—, dijo con un asentimiento corto.

La lluvia redobló. Los truenos se hicieron más fuerte, la nieve más feroz. —Un día me vas a
rogar para que te tome de regreso. Te darás cuenta del enorme error que has cometido, que
podríamos haber hecho esto funcionar. —

—No lo haré. —

Como Hades antes que él, se negó a dar marcha atrás en su intento de destruirla, insatisfecho
hasta que todo lazo con ella había sido cortado. —Torin. Por Favor. — Llegó a su espalda y se
agarró al cuello de la camisa, tirando el material por encima de su cabeza revelando un pecho
lleno de cicatrices de azufre. Ella preferiría haber recibido un puñetazo. Ella se tambaleó hacia
atrás, con las rodillas golpeando el borde de la cama.

Se hundió, rebotando en el colchón. Fue una traición a su confianza en él. Un símbolo de todo
lo que ella despreciaba. Una señal de que él había dado la espalda a todo lo que habían
construido. En un instante, el vínculo se marchitó convirtiéndose en cenizas, dejándola herida,
hueca. El dolor, oh, el dolor. Más de lo que nunca se había visto obligada a soportar. Sin su
fuerza, el clima empeoró por diez.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —, Susurró.

—Lo que es triste es que hay una mejor pregunta que hacer. ¿Por qué no lo hice antes? —

Las lágrimas corrían por su rostro, su boca, abriéndose y cerrándose mientras luchaba por
formar una respuesta. Pero él no había terminado de cortar su corazón en pedazos. —Haznos
un favor a ambos y finalmente ponme en la caja de tiempo fuera. Es donde pertenezco. — Él
abrió la puerta y salió de su habitación, y pronto, de la fortaleza.

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El Toque Más Oscuro

Torin se sentó en la parte de atrás de un club oscuro que atendía a inmortales, arrojando su
octavo whisky mezclado con ambrosia. Se encontraba en un estado de ánimo terrible. Lo había
estado desde que se había alejado de Keeley y se despidió de sus amigos... tanto tiempo como
eso fuera. ¿Una semana? ¿Cuatro? ¿Una eternidad?

Algunas de las reacciones jugaron a través de su mente. Strider: Amigo. No seas un pinchazo.
Quédate. Vamos a resolver esto. ¿Crees que fue fácil para mí emparejarme con una mujer que
puede patearme el culo en cualquier momento, asegurando que el demonio de Derrota me
haga sufrir por día? No. Pero no me levante en torno a ella y la dejé. Por Ella valía la pena
luchar. ¿No lo vale la tuya?

Sabin: Necesitas un rodillazo en las pelotas.

Baden: Te he echado de menos, justo te he encontrado de nuevo, y ¿me vas a dejar?


¿Intercambiaste tu corazón por un bloque de hielo mientras yo estaba lejos?

Lucien: Ve a donde quieras ir, pero voy a encontrarte y voy a mantenerte actualizado... no, no
sacudas tu cabeza hacia mí. La curiosidad te volverá loco. Un día incluso me lo agradecerás.

Un día.

Odiaba un día. Un día Keeley le olvidaría, si no lo había hecho ya. Un día ella seguiría adelante.
Encentraría a otro hombre. Tomaría otro amante. ¡Lo odiaba! Quienquiera que fuese, él no la
merecía.

Torin lo mataría. No, no puedo matarlo.

Él sólo... maldita sea, la echaba de menos. Todo de ella. Su sonrisa. La forma en que sus ojos
brillaban con sus emociones. La forma en que su cabello cambiaba de color. El encanto del
viejo mundo mezclado con brío del moderno. La fiereza de ella. La fuerza que muestra
constantemente, incluso cuando estaba vulnerable. La dulzura en ella. Las cosas tontas que
decía. Las cosas brillantes que decía. Las amenazas que hacía. La forma en que ella le
respondía. La forma en que lo puso en primer lugar, por encima de todas las cosas. Las
longitudes que recorrió para protegerlo.

El reino que quería construir. Su temperamento. Su habilidad para calmarla en su enojo. Era
preciosa. Podía ser él mismo con ella, no tenía que preocuparse de ser agradable, herir
sentimientos, provocar lágrimas. Ella era alegría. Ella era la paz. ¿Alguien más alguna vez ha
tenido un corazón tan puro?

Puro... y roto. Por mi culpa.

Se mantuvo imaginando sus pálidos rasgos, como de cera mientras él había declarado
tranquilamente su intención de dejarla. Había dañado algo profundo dentro de ella. Algo que
podría nunca ser arreglado. Ella no sabía que él se había cortado las marcas de azufre el día
después de que la dejó, no podía saberlo. Había estado demasiado disgustado consigo mismo
al mirarlas.

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El Toque Más Oscuro

Pero demasiado poco y demasiado tarde.

Le herí de nuevo, cuando yo sólo quería hacerla feliz. ¿Cómo podría hacer eso?

Debería estar colgado por mi clavícula, azotado y castrado.

Hoy había llegado a un bar que atendía a los inmortales, con la esperanza de ahogar sus
emociones en whisky. Pero todo lo que estaba haciendo era trabajar una buena locura. Keeley
le había hecho creer en las posibilidades. Le había hecho querer un futuro con ella, a pesar de
todo. Qué cruel de ella. ¡Sobre todo porque ella debería haberlo sabido mejor!

La locura saltó directamente a rabia. Ella era más vieja que él, más sabia, también. Si alguien
debería haber sido capaz de mantener la cabeza clara, mientras estaba en una relación, era
ella. Pero nooo. Ella tenía que ir y revolotear las cosas, hacerle pensar que podía tener más de
lo que él estaba acostumbrado. ¿Y ahora tenía que vivir sin eso? ¿Sin ella?

¡Maldita sea! ¿Estaba Hades enamorándola?

Los dedos de Torin apretaron su vaso con tanta fuerza que se hizo añicos. Aguijones afilados,
pozos de sangre. Pero apenas se dio cuenta de las lesiones. Una mujer se paseó por delante de
él y trató de acariciar su mejilla con la yema del dedo. Gruñendo, él la golpeó lejos con una
mano enguantada, y no porque temía empezar una plaga. El mundo podría joderse. ¿Estar con
alguien además de Keeley? ¡No! Nunca. Nadie más era comparación con ella, nadie más lo
sería. Tienes que olvidarla.

Alguien se sentó en la silla junto a la suya.

—Vete. O sufre—, espetó.

—Tener el presentimiento de que voy a sufrir de cualquier manera.—

La voz familiar fue registrada, y su cabeza se sacudió hacia arriba. Seguramente no lo fuera,
pero lo era. Galen estaba aquí. Merecía esto. Realmente lo hacía.

—Bonita camisa—, dijo Galen.

Torin miró hacia abajo. La camisa decía, ―Propiedad de William.‖ Se encogió de hombros. A él
no le había importado exactamente lo que se había puesto hoy, ¿o fue ayer? Amigo. Él
probablemente necesitaba una ducha.

Dedos chasquearon frente a su cara, y él volteó su mirada hacia Galen. Su antiguo amigo tenía
el mismo pelo rubio, mismas características robustas. Alas blancas, una vez más se arqueaban
sobre sus anchos hombros. Pero las alas eran más pequeñas de lo que Torin recordaba, apenas
acababan de crecer.

El odio debería haber florecido en su pecho, pero no lo hizo. Su culpa y miseria tomaban
demasiado espacio. Galen pasó una mano por las plumas de una de sus alas. —Cronos las
corto antes de encarcelarme. —

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El Toque Más Oscuro

—Pobre de ti. ¿Qué estás haciendo aquí?— Torin se echó otro whisky, dio la bienvenida a la
quemadura. — ¿Viniste a matarme? Bien. Hazlo. — Cualquier cosa era mejor que vivir de esta
manera.

Como si en realidad estuviera viviendo.

—No estoy aquí para pelear contigo. Me dirigía de regreso a la fortaleza cuando capté palabras
de que estabas visitando los barrios bajos. Tuve que verlo por mí mismo. —

Torin se encogió de hombros. Lo que sea. Una vez, este hombre había estado a su lado para
todo. Cada guerra, cada batalla, casi todos los momentos de su tiempo de inactividad.
Inseparable, eso es lo que eran. Y Torin podría haber sido capaz de perdonar la traición de la
caja, pero no la de los siglos, que el hombre había pasado tratando de asesinarlo.

—Te puedes ir ahora. —

La mirada de Galen se quedó en él, estudiándolo, intencionalmente. —Nunca te había visto


así. Así de malhumorado. ¿Cuándo adquiriste una vagina? —

Iban a ir allí. Está bien. —Yo no sabía que eras un cerdo misógino. Y no me conoces. Ya no. No
finjas que lo haces. — Cogió otra copa. Él las había alineado en la mesa.

Galen golpeó el cristal con su mano. Torin frunció los labios.

—No—, dijo Galen. —No te conozco. Pero tú no me conoce, tampoco. —

—No me interesa hacerlo. —

—Bueno, vas a hacerlo. Durante todo este tiempo, tú y los demás pensaron que yo hice lo que
hice por celos o rencor, y tal vez lo hice, en parte, pero nunca ni una vez consideraron el hecho
de que yo podría haber sentido algo por Pandora, o que pensé que estábamos cometiendo un
gran error—

—Por Favor. Si eso fuera cierto, pudiste haber hablado con nosotros. —

—¡Lo hice! — Galen se golpeó el puño contra la mesa. —Más de una vez. Pero nadie quiso
escuchar. —

Él… sí, recordó a Galen expresando algunas preocupaciones. Pandora es uno de nosotros, y
aun así, ¿vamos a hacerle daño? ¿Y qué sabemos realmente de esta caja? ¿Qué hay en su
interior? He oído rumores... algo oscuro, retorcido...

—Bien. Eres inocente. De eso. Pero más tarde tomaste la cabeza de Baden. —

—Todo el mundo comete errores—, Galen murmuró.

Un día te darás cuenta de que has cometido un error. La voz de Keeley flotaba en su mente
una vez más.

—Un día— de nuevo.

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El Toque Más Oscuro

No podía hacer frente a esto. Es un punto de ruptura. —Voy a preguntarte una vez más, y si no
me respondes, sólo voy a empezar a cortar. ¿Qué estás haciendo aquí realmente? —

Galen se quedó en silencio por un largo rato. Otra mujer pasó por delante de su mesa,
deteniéndose para enredar sus dedos por el cabello del guerrero.

—¿No eres bonito?—, dijo. Cuando él frunció el ceño y la empujó, centró su mirada
depredadora en Torin. Su expresión oscura la envió correteando.

—Quiero ver a Legión. Honey, — Galen se corrigió. —No me puedo concentrar sin ella. No
puedo pensar en nada más que en ella. No puedo comer, no puedo dormir. Nada importa,
pero llegar a ella, hablar con ella, abrazarla, aliviarle su dolor. —

En los cielos, Galen había sido un jugador de primera. Nunca con la misma mujer dos veces.
Habían sido tan intercambiables como calcetines. Ahora la desesperación del hombre se
acercaba a la propia de Torin. Iguales.

—Tú la amas—, dijo.

—No lo sé. —

—A ella no le fue bien después de que los Tácitos atacaran la fortaleza, por lo que Aeron y
Olivia la llevaron a otro lugar, pero no sé dónde. —

Galen se pasó una mano por la cara. — Gracias por decirme. —

—Guarda tus gracias. — Torin pidió otra ronda de bebidas. —Esto no quiere decir que somos
amigos. —

—No te alagues a ti mismo. Eres mi enemigo hoy, y vas a ser mi enemigo mañana.—

—Bien. —

—Bien.—

Las bebidas llegaron. Pero Galen no se paró y se fue. Torin empujó una de las copas en su
dirección. El guerrero la tomo. Se tragaron el alcohol en perfecta sincronía. Probablemente
habrían continuado durante horas más, pero su mesa estaba repentinamente rodeada por los
esbirros de araña que Torin tanto amaba. Más de lo que posiblemente podía contar. Garras
revoloteaban a su alrededor, a la espera de coltar. Torin dio un movimiento espantándolos con
sus dedos. —Vete o sufre. —

—Hades quiere hablar contigo—, una de las criaturas anunció. —No cuidó de su mujer. —

— ¡Su mujer!— Torin golpeó un puño contra la mesa, y las bebidas se vinieron abajo. —¡Ella es
mía! —

Galen se rió, ocultándose, —Están en problemas ahora, señores. —

Torin se puso de pie, balanceándose. —Quieres pelear conmigo, está bien. Pero no estarán
felices con los resultados. —

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El Toque Más Oscuro

Capitulo Treinta y Dos


A lo largo del palacio los secuaces estaban haciendo cosas que hicieron que Torin quisiera
restregar sus córneas con lejía. También había un sin número de pequeñas y brillantes,
miradas rojas persistentes en su bragueta como si hubiera escondido un paquete de aperitivos
debajo de ella.

Hades abrió una puerta y les hizo señas dentro de una recámara espaciosa. -Todo tuyo. Grita
mi nombre si necesitas algo, y apareceré.- Él le habló a Keeley y sólo a Keeley. Pero su mirada
amenazante hacia Torin lo decía todo. -Grita su nombre y no estoy seguro de cómo voy a
reaccionar.-

Torin le cerró la puerta en la cara.

Keeley se apresuró a través de la habitación, tapando las mirillas y cubriendo lo que tenían que
ser espejos de doble sentido.

-Sé que esto va a sonar estúpido viniendo de mí,- dijo el , -pero me siento como si fuera
comida para cada enfermedad de transmisión sexual en el inframundo.- El lugar
probablemente había visto más acción que los pantalones de Paris.

Keeley no dijo nada, sólo se acercó a él con intención de acero y reclamó una de sus espadas.
La limpió en el cuarto de baño, luego se quitó la camisa y reveló sus cicatrices reciente. Furia
detonó dentro de él.

-Córtalas de mí,- ella exigió.

Primer instinto: el rechazo. De ninguna manera le haría daño. Pero las cicatrices eran el
equivalente a las cadenas, dejándola vulnerable. Y sabía lo mucho que ella despreciaba la
vulnerabilidad. Alguien tenía que hacer esto y él estaría condenado si permitía que alguien más
la tocase.

-Acuéstate en la cama,- le instruyó.

Ella obedeció sin vacilar. Tales curvas hermosas. Piel como el satén. Columna elegante. Él le dio
a su sien un duro golpe, golpe. Esto no era un recreo sexy. Enfermedad estaba extrañamente
silencioso. ¿Feliz de estar en casa?

-Lo siento,- susurró Torin y se puso a trabajar.

Ni una sola vez ella lloró, pero no era la bendición que debería haber sido. No era porque su
umbral del dolor estuviese alto. Lo estaba. O que esto apenas se notaba. Lo hacía. Era porque
ella había tenido que hacer esto antes. Por años. Décadas. Siglos. Ese era el tiempo que había
vivido con tanto dolor sola. Ella sabía qué esperar y se había preparado a sí misma en contra
de eso.

Después de todo lo que había soportado, todo lo que había sufrido, ella todavía había elegido
a Torin para ser parte de su futuro.

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El Toque Más Oscuro

No soy digno.

Pero lo sería. Él se haría a sí mismo. La amaba con todo su corazón, con todo lo que era… y con
cada fibra de su ser. Él sería lo que ella necesitaba. Le daría todo lo que quisiera. Estaba
temblando mientras terminaba de cortar la marca. Lo más cuidadosamente posible él empapó
la enorme herida en agua, luego la vendó usando tiras de su camisa, lo único disponible en
este momento. Deseaba que hubiera una planta en maceta o… ¡Un golpe en la cabeza! Ella no
estaba sólo unida a la tierra. Estaba también unida a Torin.

Sin embargo, a pesar de su vínculo, ella aún se había enfermado cada vez que la tocaba. Pero
no había reaccionado negativamente a su semen cuando él se había venido en su vientre. Eso
tenía que significar algo. Tal vez ella no reaccionaría negativamente a su sangre, tampoco. En
realidad podría funcionar.

¿Podía basar sus acciones en el …podría..? Su sangre goteaba desde los lados de su vendaje. Sí.
Sí, él podía.

Él blandió la espada contra sí mismo. -¿Qué estás haciendo?,- ella preguntó con voz débil.

Siseando, presionó la espada por debajo de las capas de sus cicatrices del infierno y cortó. Él le
había prometido eliminarlas, y no había mejor momento. La sangrienta piel se dejó caer en el
piso, recordándole a un trozo fileteado de jamón. Despegó el vendaje de Keeley y extendió el
brazo sobre su herida, dejando que las gotas carmesí gotearan en su interior. Después de que
toda la zona había sido saturada, él regresó el vendaje a su lugar y aplicó presión- finalmente,
afortunadamente, ella se desmayó.

-Torin,- jadeó unas pocas horas más tarde, empujándose erguida sobre sus manos.

-Estoy aquí, princesa. Estoy aquí.- Con mucha ternura, acarició su mejilla con una mano
enguantada. Él no había dejado su lado. -¿Cómo te sientes?-

-Mejor. ¿Tú?-

-Bien, solo bien. Acuéstate de nuevo para que pueda revisar tu herida.- Ella obedeció, y él
suavemente le quitó el vendaje. Para su sorpresa, estaba casi curada. El músculo y la piel ya se
habían entretejido de nuevo juntos, dejando finas líneas rosadas que pronto se desvanecerían.
Su sangre la había ayudado sin enfermarla. ¿O la eliminación de las cicatrices de azufre había
hecho el truco?

La burla de Hades le picaba en el fondo de su mente. Había tenido la respuesta todo este
tiempo.

Pero estaba demasiado envuelto en el miedo como para darse cuenta. La cicatriz la había
debilitado. Podría haber debilitado su sistema inmunológico. ¿Podía Torin finalmente tocarla
sin consecuencias? ¿Se atrevería a esperar que fuera así de simple? ¿Así de fácil? Sólo había
una manera de averiguarlo...

-Gracias,- dijo ella, sentándose. -Por todo.- La sábana cayó, dejando al descubierto sus pechos
regordetes y sus pezones rosados.

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El Toque Más Oscuro

Una explosión de ardiente deseo, rápida y afilada, lo sobrepasó. Se agarró a la colcha para
detenerse de llegar a ella. Pronto...

-No,- él dijo. -Gracias a ti.-

***
Dos días después, justo como estaba planeado, Danika abrió un portal en el medio de la
habitación que compartían. Keeley, sanada de sus heridas, pasó a través del portal Torin a su
lado, la Capa de la Invisibilidad cubriéndolos a ambos.

Algo había cambiado. Los pasos de Torin eran más ligeros, sus sonrisas aparecían más rápido,
más a menudo. A ella le encantaba, pero porque él no hablaría sobre su origen, ella no
confiaba en esto. No, confianza no era la palabra correcta. Ella no sabía si esto iba a durar. Él
se quitó la capa, permitiéndoles a los otros verlos.

-Libera a Dani,- Reyes dijo en el momento en que vio a Keeley.

Ella saltó y abrió la jaula. Reyes alzó en brazos a la débil, desordenada rubia y la llevó fuera de
la habitación. Torin fue rápido detrás del guerrero, arrastrando a Keeley con él. Había algunas
personas merodeando en el pasillo, y trataron de llamar su atención.

-Tío. Baden está con Strider y están jugando Call of Duty. ¿Sabías que Baden es un perdedor
resentido?-

-Lo único que falta es esa caja maldita y el niño que Anya quiere encontrar. ¿Puedes creerlo?-

Torin no dio respuesta en absoluto. Se apresuró con Keeley a su habitación, y en su prisa cerró
de un golpe la puerta. Pero su expresión era suave, tierna.

-Finalmente.- Mantuvo su mano entrelazada con la suya. -Hay una posibilidad de que pueda
tocarte libremente ahora. Una posibilidad de que pueda estar equivocado. Pero mi sangre
ayudó a sanar tus heridas, no te enfermó, y he removido las cicatrices de azufre, las cuales te
estaban debilitando. Debería haberme dado cuenta... no pensé. Pero si tú estás dispuesta a
correr el riesgo...-

¿Le estaba pidiendo estar con ella totalmente? ¿Sin contenciones? ¿Sin ropa entre ellos? Como
si necesitara pensar en ello. Ella ahuecó su mejilla. Él se apoyó en su toque, saboreando la
sensación y el calor de ella. -Te quiero, Torin. Todo de ti.-

Alivio brillaba sobre sus rasgos mientras le besaba la palma. -Desvístete, acuéstate boca arriba
y cierra los ojos.-

***

Sin sus ojos azules mirándolo, rompiéndolo lentamente, Torin espero liberación de la tensión
creciendo dentro de él, incluso en el más mínimo grado. No lo entendía. Estar cerca de ella era
como enchufarse a un toma de corriente. El poder fluía y la conciencia crepitaba. Eso nunca
iba a cambiar.

-Voy a tocarte de la manera que siempre he soñado.- Sin ninguna contención.

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El Toque Más Oscuro

-Mmm. Sí.-

Desechó sus guantes. Ella ofrecía un lienzo tan encantador, su forma femenina relucia a través
de su cama, le gustaría empezar con todo de una vez. Apretando su mandíbula mientras se
endurecía contra el asalto, él paso la punta de sus dedos sobre su frente, bajo su nariz. La
calidez de su aliento acarició su piel. Un milagro de sensación, de conexión. Trazó sus
regordetes labios, disfrutando de su suavidad. Su barbilla, su cuello, sus hombros. Bajo sus
brazos y la membrana entre sus dedos. Piel de gallina apareció en la suya y él disfrutó la
sensación de ello.

Ella lo alcanzó, con la esperanza de tocarlo a su vez. La tomó de las muñecas y levanto sus
brazos por encima de su cabeza. -Agárrate a la cabecera.- Si ella ponía sus manos sobre él,
perdería el enfoque.

Esperó hasta que ella lo hizo, y luego trazó cada una de sus articulaciones sensibles. Había
muchas, y él las adorabas todas. Adoro cada centímetro de ella. Con sus manos... con su boca.
Ella parecía disolverse en su boca como algodón de azúcar e infundió cada una de sus células.

-Torin.-

Él tomó sus pechos, observó cómo sus pezones se endurecían. Tales pequeñas y dulces joyas.
Su boca se hizo agua por ellos, pero él corrió un solo dedo por el centro de su estómago y le
rodeó el ombligo. Su vientre se estremeció, su respiración viniendo en cortas inhalaciones. Ella
no se había quitado sus bragas, y él trazó sus dedos a lo largo del centro de su humedad. Su
espalda se arqueó mientras ella gemía.

Sin piedad, él se burlaba de ella, delineando los bordes del material. Sus caderas rodaron,
tratando de obligarlo a estar donde ella más lo necesitaba. Pero él siempre se mantuvo a un
susurro de distancia, y lo… húmedo… pronto se volvió… empapado… Él la recompensó
desplazando sus bragas a un lado y hundió un dedo en su profundidad, sintiendo no sólo la
opresión y el calor, sino también su aceptación a él.

Ella gritó, y luego volvió a gritar mientras él lo sacaba. Sus ojos se abrieron rápido, brillando
con salvaje, furia de necesidad. -Torin.-

La dejó mirar mientras chupaba el dedo húmedo dentro de su boca. Dejó que presenciara su
disfrute mientras probaba su sabor. El vaivén de sus caderas se hizo más frenético. -No seas
egoísta. Dame una probada de tus labios.-

-Hasta que haya terminado de tocar todo de ti, voy a ser tan egoísta como me dé la gana... y te
va a gustar.- Trazó la longitud de sus piernas, lentamente, deteniéndose para jugar en sus
rodillas y después en sus tobillos antes de tocar el final de cada uno de los dedos de sus pies.
Su cuerpo era un mapa del tesoro, y cada lugar debería haber sido marcado con una X. No
importa a dónde se aventurara, cada una de sus terminaciones nerviosas reaccionaba,
encendiéndose. -Torin.- Su aliento lo excitó hasta el alma. -Por favor.-

Se quitó su camisa, y ella ronroneó su aprobación. Él se subió arriba, presionando su boca en la


de ella. Su lengua se encontró con la suya con un empujón duro, y fue como combustible para

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El Toque Más Oscuro

un ya intenso infierno. Él amasó sus hermosos pechos, ni siquiera tratando de moderar su


fuerza. Pero entonces, él sabía lo mucho que ella se deleitaba con su ferocidad.

Sus dientes le mordieron la lengua, los labios. Él le pellizcó un pezón, duro, y ella gritó: -¡Sí, oh,
sí, sí!-, mientras se retorcía contra él, su suavidad le proporcionaba el morder perfecto para su
dureza.

Él siseó en una exhalación, pensando que esto tenía que ser la agonía más dulce que había
conocido. El olor de su excitación impregnaba sus sentidos, le hacía agua la boca.

-Te he tocado y te he besado, tienes razón sobre eso,- dijo él. –Pero para la próxima te voy a
probar de la forma en que he soñado.-

Un ronroneo desigual. -No estoy segura de sobrevivir.-

-Inténtalo.- Se rió entre dientes con una promesa oscura y lamió su camino hacia abajo... abajo
de sus curvas. Comenzando con sus pechos, chupando esos magníficos pezones, parando en su
ombligo para jugar. -Mantén tus manos por encima de tu cabeza,- le ordenó. -Lo digo en serio.
No las bajes.-

-No me atrevería.- Un temblor la sacudió. Tal visión embriagadora. -Lo que quiere mi guerrero,
lo consigue.-

Él abrió sus piernas, hasta que sus rodillas descansaban contra el colchón- completamente
indefensa a mis caprichos. O más bien, él estaba completamente indefenso a los de ella. Sus
bragas estaban completamente empapadas.

Con un gruñido de satisfacción, arrancó el material de ella y la desnudó, desnudo su


perfección. Hecha para mí. Él dio un buen, y largo lametazo, cerrando sus ojos mientras
saboreaba su dulzura y calor.

Una desigual súplica de más escapó de ella. Él estaba obligado, no podía negarle nada, incluso
mientras su propio deseo se propagaba. Otro largo lametazo antes de internarse dentro de
ella, imitando con sus dedos lo que pronto le haría con su eje. Cuando ella estaba moviéndose
salvajemente, murmurando incoherencias, su miel una droga que no podía resistir, él chupo el
sensible capullo de su excitación. Su grito de satisfacción resonó en las paredes.

El dolor no había logrado sacar ese sonido fuera de ella, pero sí el placer. Él estaba sonriendo
mientras chupaba más fuerte. Sus dedos se enredaron en su cabello, animándolo.

-Pequeña princesa exigente.- A él le encantaba. Pero se obligó a parar.

Ella gimió, trató de empujar su cabeza hacia abajo.-¡Torin! ¡No has terminado!-

-Manos.- Una palabra. Una orden. Pero ella entendió, y obedeció. Y en el momento en que
estaba agarrada a la cabecera de nuevo, volvió a trabajar, lamiendo y chupando, e incluso
mordiendo.

-Es bueno. Tan bueno.-

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El Toque Más Oscuro

Sus muslos le apretaron las sienes, la presión un testamento de su deseo creciente. Pero sabía
lo que estaba haciendo. Intentando una vez más obtener el control. Pero él conocía a su chica
y sabía que no quería el control, no realmente, no aquí, por lo que obligó a sus piernas a
separarse de nuevo, manteniéndola bien abierta. Ella temblaba de vibrante deseo y le rogó por
más, para llevarla más lejos, más profundo, y él lo hizo... más profundamente dentro de un
reino donde la sensación prevalecía.

Él alimentó su empapado núcleo con un dedo, y ella llego a su clímax, gritando su nombre una
y otra vez. Insertó otro dedo, empujando profundo, extrayendo su orgasmo, haciéndolo durar.
Lamiéndola, chupándola, todavía moviéndose dentro y fuera de ella... hasta que ella se dejó
caer contra el colchón, jadeando.

Se retiró de ella y se sentó, mirándola durante unos segundos, bebiendo de la vista de su


satisfacción. Su mujer, satisfecha. Era una idea embriagadora y sólo aumentó su necesidad de
llegar hasta el fin. Era la hora.

-Desabrocha mis pantalones.-

Ansiosa, se incorporó. Su cabello era un desorden enmarañado, su piel sonrojada de un oscuro


rosa. Su pecho se oprimió. Mía, toda mía. Con dedos temblorosos Keeley liberó su erección
palpitante. Y mientras lo hacía, ella lo vio lamer la miel de sus dedos una vez más.

-Yo podría vivir en ti, princesa.-

-¿Podrías?- Ella tomó su mano, sacó sus dedos de su boca y los chupó por su cuenta. -Yo
podría vivir en nosotros.-

La presión, caliente y húmeda, le hizo estremecerse con deliciosa necesidad. Necesidad de ella.
Tengo que tenerla.

Ella protestó cuando él se apartó. Pero aun así lo hizo, de pie junto a la cama, sacándose sus
botas y pateando fuera sus pantalones. Sacó un condón del bolsillo y se envainó a sí mismo.
Aunque él quería tomarla al descubierto, para sentirla de esa manera, un niño nunca sería una
opción. Sus movimientos eran desesperados… si no estaba dentro de ella en los próximos
segundos, bien podría enroscarse y morir.

Por fin era libre de tocarla de la manera en que ella deseaba, ella pasó sus manos sobre sus
hombros, su pecho... bajo su estómago. La gloria de esto era casi demasiado, como había
sabido que sería. Demasiado pero también perfecto. Otro sueño hecho realidad.

-Toda esta fuerza,- lo elogió.

-¿Te gusta?- Cerró la mano alrededor de su gruesa longitud y bombeo una vez, dos veces a
través del látex, luego tiró de sus testiculos. En el pasado, él siempre había estado insatisfecho
con tener a una mujer mirándolo, pero eso era porque ninguna otra mujer era Keeley. Cuando
ella lo miraba, el placer en su cara sólo se añadía a lo que él ya sentía.

-Me gusta y se me antoja.-

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El Toque Más Oscuro

-Vamos a dártelo, entonces.- Él la agarró por los tobillos y tiró.

Al caer, se quedó sin aliento con deleite. Luego, dándose cuenta de que su mitad inferior
estaba colgando sobre el borde de su cama, ella gimió. -Tan travieso.-

Se situó entre sus piernas, anclando sus tobillos sobre sus hombros. La presión allí no resultó
más allá que sublime. Las vista... mucho más, su desnudez expuesta frente a él. Los pechos
regordetes y perfectos, sus pechos hinchados y rojos. El vientre tembloroso. La mata de rizos
rubios brillantes por su excitación.

-Tú vas a sentirme en todas las células de tu dulce cuerpo,- le prometió. Y yo voy a sentirte.

-Sí. ¡Hazlo!-

Él se empujó dentro de ella, no le dio tiempo para adaptarse. Él fue todo hasta el final. Y oh,
maldición, la seda de sus paredes interiores... el calor... la humedad... cada sensación
intensificada, y gloriosa, y sin embargo casi insoportable. Demasiado bueno. Su espalda se
arqueó mientras ella gritaba, ya viniéndose de nuevo. Tan apretada. Lo sujetaba de tal manera,
estrujándolo. El martilleó dentro de ella, duro y brutal, una y otra vez, perdido en cada
exorbitante golpe, ansiando más de cada sensación.

Esto era el placer. Esto era la satisfacción. Esto era... vida.

Pero a medida que se acercaba al final, salió de ella. Ella no entendía el propósito y gimió. Él
bajó sus piernas y le dio la vuelta sobre su estómago, luego una vez más se empujó dentro de
ella. Mientras ella lo elogió, le rogó, lo instó por más duro, más rápido, ella extendió la mano y
agarró puñados del edredón. Pronto sus gritos por otro clímax estaban mezclándose con sus
gruñidos, llenando la habitación. Si alguna vez ella se olvidaba de él... no, no... Este momento
estaría por siempre marcado en su mente… por siempre impreso en su alma.

-Estoy tan cerca, princesa.- Se inclinó y mordió el camino sensible que va desde su cuello a su
hombro. Ella gritó, enroscándose a su alrededor, sus paredes interiores, ordeñando todo de él
de nuevo. Esta vez esto no era sólo demasiad… era más que suficiente. Él no podía aguantar
mucho más. Se hizo añicos, vertiéndose dentro de ella, dándole cada gota hasta que ella se
retorció hasta dejarlo seco. *** Ellos se rieron y abrazaron por horas… y por supuesto,
hicieron el amor de nuevo... y la felicidad de Torin sólo se magnificó hasta que él
prácticamente se quemó por ella. Hasta ahora no había signos de enfermedad. La segunda vez
que hicieron el amor, ella se tomó su tiempo para explorarlo, de la misma manera en que él la
había memorizado. Ella había masajeado la rigidez de sus hombros antes de arrastrar sus
dedos a lo largo de las protuberancias de su espina. Los duros montículos de su trasero habían
recibido un apreciativo apretón. Ella se había trasladado al frente y deslizó sus manos bajo su
pecho, entre sus cuerpos y empuño la base de su erección. Ella había trazado su pulgar sobre
su húmeda hendidura, y cuando había gruñido su aprobación, había lamido una pequeña gota.

Ella le había dado cada toque que siempre había anhelado, y el nunca sería el mismo.

-Voy a hacer algunas mejoras en la fortaleza,- dijo ella, acurrucándose a su lado, corriendo su
rodilla por su pierna. -Actualmente carecemos de un salón de trono.-

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-Y ningún hogar está completo sin uno. Solo recuerda, como mi reina tu trono necesita ser más
pequeño que el mío.-

-Lo siento, Encanto, pero a pesar de que me siento muy contenta de que hayas admitido el
eminente estatus de mi regla, tú estarás sentado a mis pies. Vamos a tener lo que se llama un
matriarcado.-

-Tan vieja como tú eres, me sorprende que no hayas aprendido a pronunciar la palabra
correctamente. Es patriarcado. Repite conmigo. Pa-triar-ca-do.-

Ella torció su pezón. -Tortura. Repite conmigo.- Su risa resonó por toda la habitación. -Voy a
ser una jefa suprema tan benevolente,- ella dijo. -Sólo voy a demandar que todos hagan
exactamente lo que yo digo, cuando lo digo. Y que hagan una reverencia cuando sea que yo
entre a una habitación. Y que me traigan obsequios al menos una vez al día. Y que arrojen
pétalos de rosas a mis pies cuando pase.-

-¿Eso es todo?-

-Probablemente no.-

-Suena justo para mí,- dijo él.

-Tú serás el capitán de mi guardia, por supuesto.-

-Y voy a atacar tu castillo al menos tres veces al día.- Él le dio la vuelta de espalda y
mordisqueó juguetonamente su cuello. -¿A quién estoy engañando? Seis veces al día.-

Ella chilló de risa y trató de moverse lejos de él. -¡Eso hace cosquillas! ¡Detente
inmediatamente!-

-¡Nunca! Hay un tesoro para ser saqueado.-

Después de que sus carcajadas habían pasado a ser risitas, ella se quedó en silencio. -¿Torin?-

-¿Sí, princesa?- Él lamió el pulso latiendo en su cuello.

-¿Estás satisfecho con el honor de servir por debajo de mí?-

Tal tono serio. -¿Yo... debajo de ti? ¿Esa es la manera en que quieres esto?- Él le dio la vuelta,
abrazándola sobre su regazo. -Estoy más que satisfecho con este honor.-

Ella se sentó a horcajadas sobre él, las puntas de su cabello rozando su pecho. -Oh, me gusta
esto.-

Impresionante. Alzó la mano, empuño el pelo en su nuca. -Espera hasta ver lo que viene
después.-

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Capítulo Treinta y Tres


Después del ataque de tristeza inicial de Keeley… una palabra suave para lo que ella había
sentido… un sentido de entumecimiento se había apoderado de ella. Lo que era una buena
cosa. Ella no había destruido nada. Aunque había casi inundado la fortaleza con la lluvia. Pero
casi no conto.

Desde el abandono de Torin, ella había tenido que defenderse de Hades, al menos, una vez al
día. Él la había visitado donde quiera que estuviera, siendo romántico con ella como había
prometido, ofreciéndole regalos. Artefactos antiguos, armas, sus comidas favoritas, historias
de todas las formas en que le encantaría mimarla. La noche anterior le había dicho finalmente
que se detuviera, simplemente parara. Ella había tenido suficiente. Nada iba a pasar entre
ellos. Él había tenido su oportunidad, y como Torin, la había echado a perder.

Los hombres apestaban.

A excepción de todos los demás Señores. No se habían alejado de ella porque Torin lo había
hecho. Ellos le llevaban el desayuno a la cama, se sentaron a su lado mientras ella lloraba,
distrayéndola, contándole historias sobre sus vidas.

En su estado de desesperación, se había unido a ellos instintivamente. Le habían ayudado en


formas que no podían entender, fortaleciéndola en formas que nunca había conocido.
Animada por ellos, había sido capaz de localizar al chico por el que Anya se había preocupado.
Había estado viviendo en las calles de Los Aangeles, utilizando su habilidad para ser invisible a
su favor. Pero él se había negado a venir y quedarse en la fortaleza, y Anya no había querido
forzarlo, por lo que la diosa lo cuido mejor que pudo.

Varias veces Keeley había tratado de localizar la caja de Pandora sin éxito. Había esperado
contra toda esperanza que ella pudiera obtener la estrella de la mañana y hacer que Torin se
comiera sus palabras. Pero ahora... ahora ella había terminado.

Terminado con todo.

Su nuevo plan de vida: sobrevivir cada día sin llorar. Ella estaba empacando una bolsa, lista
para atacar por su cuenta a pesar de su nuevo cautiverio, dejando detrás las piezas de ajedrez
y flores de origami. Las lágrimas ardían en sus ojos mientras metía uno de sus vestidos con más
fuerza de la necesaria. Estúpido Torin.

-¿Así que estás pensando en irte? ¿Así como así? Apuesto a que ni siquiera ibas a decir adiós -.
Anya. ¡Genial! No se puede tener un respiro. Keeley no se molestó en dar la vuelta.

-¿No es eso lo que quería? William me dice que se supone que tengo que robarte su libro, y si
me quedo, lo haré. Bueno, probablemente voy hacerlo, teniendo en cuenta que en realidad
nunca accedí a nada -.

-¿Qué tal si te doy una página del libro, y lo dejamos así?- -Bien. Lo Que Sea. Mándalo por
correo.

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El Toque Más Oscuro

-Seguro. Te mandaré la mitad de una página en el correo de mañana -.

-Pero acabas de decirme…-

-No te preocupes. La oficina de correos es totalmente fiable. Tendrás tu cuarto de página no


hay problema. Así que volvamos a esta cosa del no adiós. No es un comportamiento muy digno
de una reina, ¿verdad? –

-No me importa.-

-Debería. Eres un guerrero, no un corredor... Incluso los guerreros se lesionaban y necesitan


tiempo para sanar.

-Estas a dos segundos de una extirpación de columna vertebral, por la boca -.

-Mejor.- Anya se retiró de la discusión y se arrojó sobre la cama, empujando la bolsa al suelo.
Los contenidos que Keeley había pasado una hora organizado, se derramaron.

-Tú lo amas, ¿no?-

Él, como Keeley realmente tenía que adivinar la identidad del individuo. -Sí, pero me sigue
gustando la idea de sacarle su negro corazón y comerlo en frente de él. –

-se lo hice a un chico una vez-, dijo la chica. -Te recomiendo primero saltearlo en mantequilla.
Pero ¿adivina qué? Todos queremos matar a nuestros hombres. Es un efecto secundario de la
vida con un alfa -.

Keeley devolvió la bolsa a la cama, se agachó y recogió la ropa y las armas y artefactos. Anya
pateó la bolsa por segunda vez. Respira profundo dentro... fuera. -Yo no tengo miedo de
cortarte ambas piernas y golpearte hasta la muerte con ellas, diosa -.

-Tan divertido como suena, voy a declinar. Pero no por mí. Por ti. Vas a necesitar mis piernas. –

Anya se levantó. -Empacar puede esperar. Vamos a salir y haremos cosas sucias y asquerosas.
Que tendrán tu mente fuera de Torin y sus formas de irse. Él aprenderá una lección que nunca
olvidará -.

-Yo no quiero darle una lección.- Su detector de mentiras zumbó. Quiero enseñarle. De la peor
forma. -Pero OK, está bien. Estoy dentro -.

-Genial. Tienes cinco minutos para vestirte como una puta de dos dólares mientras yo recojo
mis animales de fiesta favoritas. Kaia y Nike. Ah, y ¡Viola! Olvide que está de vuelta. Te veo en
el vestíbulo y no llegues tarde o estaremos ya borrachas y probablemente se nos olvidará todo
acerca de ti.- Sonriendo, ella floto a la salida.

Keeley pasó un minuto completo en shock. ¿La diosa lo decía en serio? Ella pasó el siguiente
minuto cambiándose a un sujetador de diamantes y unos pantalones cortos que se arqueaba
por encima de la curva de su trasero. Ella combinaba él ..Look.. con tacones de aguja de quince
centímetros. Entonces, porque tenía tiempo de sobra, se unto loción brillante por toda la piel.
Pero... no había nadie en el vestíbulo cuando ella apareció allí, y como los segundos pasaban,

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ella tenía que preguntarse si Anya le había engañado. Si este iba a ser el primero clavo en el
ataúd de la maltratada autoestima de Keeley.

Cuchillos dando puñaladas en mi pecho ya herido.

Pero entonces Anya vino volando por las escaleras con tres mujeres: Kaia, Nike y la rubia
magníficamente Viola. Estaban vestidos aún más ligeras que Keeley – en cubre pezones, bragas
y ligueros.

Anya levanto un puño y gritó, -¡Arriba equipo... júntense!-

Fue en ese momento Keeley se unió a las hembras. Más y más poder fluyó a través de ella,
más de lo que nunca había conocido. Era intoxicante y maravilloso. ¿Cómo voy a vivir sin esta
gente?

Maddox salió caminando alrededor de una esquina, pero se detuvo cuando las vio. Su boca se
abrió, sus ojos brillando con alegría . -¿Saben sus hombres que esto está sucediendo?-

Kaia ahuecó su pelo rojo brillante. -Por supuesto. Strider acepto mi Look -.

-el mío es tan impresionante que debí coserlo con mis propias manos-, dijo Viola, ella no
parecía como una mujer que había sido torturada recientemente. Ella se veía feliz y sin
preocupaciones. -La costura es una de mis muchos talentos, estoy segura de ello -.

¿Ella no sabía? Huh. Tal vez tenía una caja de Tiempo Fuera por su cuenta. Se dirigieron a un
club cercano, un clandestino parque de diversiones para los inmortales traviesos. Era tenue, la
oscuridad rota sólo por el flash colorido de las luces estroboscópicas. Había múltiples de
espejos en las paredes. Sofás de cuero negro donde las parejas estaban besándose
acaloradamente o simplemente tenido sexo.

Echo de menos Torin. ¡No! No vayas allí.

A medida que se pavoneaban al bar, Nike lanzó su brazo alrededor del hombro de Keeley y
gritó por encima del fuerte pulso errático de música. -Si no ves a un hombre que te guste, voy
a fingir que soy bi…curiosa y podemos ir a eso como pequeños monos. A Atlas no le
importaría… el simplemente insistirá en los detalles -.

-¡Qué amable! Gracias. -Por extraño que parezca, su respuesta no era burlona. -Pero yo no
estoy interesada en el placer. Solo... en olvidar -.

Si eso es cierto, ¿por qué no he utilizado la caja de Tiempo fuera ¡Solo porque si, por eso! Kaia
le ofreció una sonrisa simpática. -Yo he estado allí.-

En el bar, Anya pidió una ronda de algo llamado Legspreader…separador de piernas, y después
de un brindis, cada una de ellas Bebieron el contenido de sus vasos al mismo tiempo. Quemó
al bajar pero se instaló en su estómago como arco iris líquido con una olla de oro en cada
extremo.

-¡Más!- Ella exigió. Y todavía lo seguían demandando once tragos más tarde. Las nubes se
habían establecido en su mente, y el frío se habían derretido de los huesos. El entumecimiento

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comenzaba a desaparecer, pero en vez de más arco iris y oro, comenzó a experimentar
destellos de dolor, su tristeza dándose a conocer.

Ella lo ignoró.

-Estoy increíble,- Viola gritó al mundo, lanzando los brazos y girando. -¡Bébanme!-

A través de los hilos de la unión, Keeley sentía el amor propio extremo de la chica, pero por
debajo de eso... Oh, wow, Keeley había pensado en su propio inmenso dolor. Esta chica sufria.

-Yo soy tan impresionante que probablemente es ilegal-, Keeley dijo con un asentimiento de
cabeza. -Y Torin es un bastardo. –

-Whooo hooo,- las chicas cantaban.

Keeley bebió dos tragos más. Un grupo de inmortales cambiante se acercó, sonriendo como si
acabara de ganar la lotería. El de en medio, el más alto, sólo tenía ojos para Keeley.

-La luna no está llena esta noche, pero apuesto a que podrías hacerme aullar-, dijo él.

-Probablemente podría hacerte aullar dos veces-, le dijo Viola.

Pero su mirada no se apartaba de Keeley. -¿Y tú, dulzura?-

-Yo podría hacerla aullar dos veces, también-, le dijo Keeley. -En cuanto a ti, me alejo de los
hombres.-

Él extendió sus manos a través de la cintura de ella y la apretó. -Dame la oportunidad de


cambiar tu opinión.-

-Yo podría cambiar tu opinión-, dijo Viola.

-No toques sin permiso-, Keeley espetó al macho. Ella se alejó de él, pensando demasiado, muy
rápido. Y mal. Torin la había mirado con adoración mezclada con deseo, como si estuviera
memorizando cada detalle de ella. Este hombre la deseaba, sí, pero no había más que lujuria
en sus ojos. Él la olvidaría en el segundo que hubiera conseguido lo que quería.

Voy a ser tan miserable.

-Deberías totalmente darle permiso-, dijo Kaia, dándole palmaditas en el hombro. Lástima
recorrió el vínculo. -No es como que Torin ha estado solo.-

Keeley perdió la capacidad de respirar. -¿Qué?- ¿Él ya la había superado? ¿No estaba perdido
en su propia miseria, lamentando su estupidez? ¿No estaba extrañándola tan
desesperadamente como ella lo echaba de menos?

Anya abofeteó a Kaia en la parte posterior de la cabeza. –Él solo fue a un club-, le dijo a Keeley.
-Eso es lo que Lucien me dijo de todos modos. Mi amor le vio ayer por la mañana. También
mencionó el hecho de que Torin es un desastre. Que se ve horrible y tiene un humor furioso
que nadie puede calmar -.

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Torin en un club. Tiene miedo de tocar a Keeley, ¿pero no a otros? ¿En una juerga que le haría
imprudente, indiferente? Las paredes de este club empezaron a temblar.

Cuando el cambiador puso las manos sobre ella por segunda vez, ella lo empujó con una
corriente de energía tan intensa que lo tiró al otro lado del edificio.

-Eres una chica muy útil para tener alrededor-, dijo Nike cuando las personas fueron saliendo
del camino entre ellos mismos, derribando cuerpos y muebles. Varias peleas estallaron.

-¿Estás pensando lo que estoy pensando?-, Preguntó Nike.

-Absolutamente. ¡Esta es nuestra señal para mandar aquí!-, Dijo Kaia, levantando sus puños.

Keeley se paró en su lugar mientras las chicas se lanzaron a la acción. Viola golpeo a un
hombre hada en la cabeza con una silla. Anya apuñalo a un vampiro en el estómago con un
vidrio roto. Kaia alcanzo dentro del fuego de la boca de un Fénix y le arrancó la lengua. Una y
otra vez la violencia continuó, hasta que, finalmente, las chicas fueron las únicas que quedaban
en pie. Sangrientas y magulladas, pero de pie. Ellas chocaron las palmas.

-¿Podemos irnos?-, Preguntó Keeley.

Miles de conversaciones jugaban entre las chicas mientras se abrían camino a la puerta, cada
una comenzando por -¿Viste cuando yo...?-

En el exterior, el aire frío acariciaba la piel recalentada de Keeley.

-¿Majestad?- Una voz femenina proclamó.

Keeley buscó en el área. La luz dorada de la luna se mezclaba con la luz blanca de las farolas,
iluminando una preciosa hada hembra con el pelo claro y grandes ojos azules. Los rasgos
comunes de la raza.

La chica corrió hacia adelante y ejecutó una reverencia formal reservada para los más
venerados de la realeza. –El guerrero Galen me pidió que le hiciera llegar un mensaje a usted.
Me dijo que usted me pagaría con creces -.

¿Un mensaje? -Dime.- Temblando, dijo la hada -Hades lo ha capturado. A Él y Torin. Los han
encerrado -.

-¿Qué?- Las otras chicas proclamaron al unísono, sus buenos humores cayendo en picado.

Al igual que las paredes del club, hizo temblar el suelo. Hades tenía a Torin? ¿Pensaba usarlo
en su contra? No importa lo mal que Torin le había hecho daño, no lo quería torturado. El
pensamiento de él soportando un solo rasguño todavía tenía el poder para enfurecerla.

-Denle a la chica uno de los montones de oro de mi habitación. Volveré-, anunció. Se


desmaterializo directamente a Hades.

Él estaba en su dormitorio, el de la fortaleza que había construido en el interior del Reino de


sangre y sombra, no el que había robado de Lucifer. Las cortinas estaban corridas alrededor de

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su cama, pero Keeley sabía que él estaba ahí. Él estaba hablando en voz baja y seductora. Una
mujer gimió con placer.

Qué lindo. Keeley había sido olvidada por él, también. Las paredes del palacio temblaron con
fuerza mientras ella gritaba, -Hades. Tenemos que hablar -. Un jadeo femenino de shock. Una
maldición de una voz masculina. El roce de los cuerpos en movimiento.

-Eso es suficiente, Tally,- dijo Hades, y entonces él estaba empujando la cortina a un lado y de
pie junto a la cama. Dejó caer la cortina en su lugar antes de que pudiera echar un vistazo a su
compañera.

Su cabello sobresalía en mechones. Estaba sin camisa, sus músculos en exhibición. Sus
pantalones estaban pero sin abrochar. Sus mejillas estaban rojas, su piel llena de marcas de
mordiscos y arañazos. Él inclinó la cabeza hacia un lado mientras se encontró con la mirada de
Keeley.

-¿Qué está pasando?- la mujer –Tally- espetó claramente irritada.

Él la ignoró, diciendo a Keeley, -Estoy Ingresando una solicitud oficial de que jamás uses otra
cosa diferente que ese tipo ropa nunca más-.

-Tienes a Torin y Galen encerrados.-

No trató de negarlo, ni siquiera se veía avergonzado de haber sido descubierto. -Lo hago. La
conducta de Torin me desagradó. Galen sólo estaba en mi camino -.

-Libérame-, esta persona Tally exigió. -¡Inmediatamente!- Cadenas se sacudieron.

Hades golpeó la cortina. -Dije suficiente. Recuerda lo que sucede cuando mis órdenes no son
obedecidas -.

Un puñado de maldiciones resonó. -Déjalos ir-, Keeley demando.

-No. Y ahora que la discusión ha terminado... ¿te gustaría unirte? -Él señalo la cama. Un Siseo
indignado salió de la mujer.

-No, gracias-, dijo Keeley. –Libera a Torin y Galen.-

-¿Por qué habría de hacerlo? Torin llenó tus ojos con dolor -.

No podía estar hablando en serio. -¿Esa es tu excusa? ¡Tú hiciste lo mismo! –

-Sí, pero estoy tratando de hacer las paces.-

-¿Tú quieres hacer las paces? Bien. Deja que Torin y Galen se vayan -.

Él frunció el ceño. -¿Es esto parte de su discurso de motivación? ¿O podemos llamar a esto
regaño? –

Ella agitó su puño contra él. -Hazlo-.

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Terco, cruzó los brazos sobre la amplia extensión de su pecho. -Torin sólo te hará daño de
nuevo. Física y emocionalmente -.

-La última oportunidad-, dijo ella, sacudiendo las paredes más fuerza... más fuerte. -Libéralos.-

-Si lo hago,- respondió, su voz imperturbable: - siento que me lo deberás.-

Ella apretó los dientes. Una vez había temido su poder, lo había considerado mayor que el
suyo. Tal vez era el momento de probar si era realmente el caso. –Te lo has ganado.- Ella
golpeó.

***
Torin despertó con cientos de diminutos hombres usando martillos neumáticos dentro de su
cabeza. Trato de ponerse en vertical con cautela, se frotó los ojos. Galen se sentó frente a él,
cubierto de sangre seca y moretones. Su cabello era un desastre, que sobresalía en ángulos
extraños.

Los dedos de Torin engancharon en un nido de enredos cuando trató de peinar el suyo.
Recuerdos rodaron por su mente... los secuaces... garras chasqueando, whisky derramándose
por su cuerpo, pellizcos en los brazos y las piernas, algo golpeando en la cabeza una y otra vez.
Después... la oscuridad.

-Hades-, dijo Galen. –El bastardo nos encerró.-

Las paredes del palacio temblaban, y Torin frunció el ceño. ¿Estaba Keeley aquí? ¿Con Hades?
Diablos, no. Se levantó de un salto y corrió hacia la puerta de la celda, y luego apoyó las manos
en la cerradura. Hiso clic al abrir en un instante. Gracias, Llave Absoluta. Corrió por un pasillo
largo y estrecho.

-¿Cómo diablos hiciste eso?-, Preguntó Galen.

-No importa. Necesitamos encontrar a Keeley. Creo que está aquí -.

-Estoy seguro de que ella está aquí. Envié a uno de los criados a encontrarla -.

-¡Idiota!- Gritó Torin. –No debiste…-

La pared frente a él explotó completamente, enormes trozos de escombros volaron en todas


direcciones. Hades era lanzado a través de la abertura, y Torin dudaba de que fuera por su
propia voluntad. Alguien rodó por el mar de piedra rota, cabeceando y bamboleándose en el
camino.

Keeley flotaba detrás del hombre, y oh, qué espectáculo majestuoso el que ella era Su piel, -
mucha de ella desnuda… era tan pálida como una rosa blanca y literalmente brillaba,
corrientes de luz brillante iluminando su alrededor. Una melena de pelo rosa claro con trozos
de verde enmarcaba su rostro. Ella era hermosa, sí, pero también gloriosa. Como un caballo de
guerra. Y sí, está bien, si hablaba en voz alta de la comparación podría moler sus huesos a
polvo. Pero el aspecto no tenía nada que ver con eso.

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Había habido una vez un tiempo en que los hombres entrenaban a sus caballos para la batalla.
No sólo para cargar en una refriega, pero les gustaba. Lo pedían. Aquellos animales no habían
sentido miedo. No habían rehuido de ninguna espada o lanza o daga habían ensanchado sus
fosas nasales y pisoteando sus pezuñas, retando al enemigo para hacer algún movimiento,
esperando por él. No les había importado si vivían o si morían, siempre y cuando hubieran
saboreado la acción. Así era Keeley.

En realidad no había estado viviendo sin ella, sólo existiendo.

Hades se desmoronaba a sus pies, la sangre goteando de la nariz y las orejas. Uno de sus ojos
estaba cerrado por lo hinchado. Su condición sólo parecía reforzar el temple de Keeley.

-Piensa con cuidado acerca de tu próximo movimiento-, dijo Hades. -Podría ser el último.-

-¿Se supone que debería acobardarme?-, Preguntó ella con calma. -Yo sé que te alimentas del
miedo, que te hace más fuerte. Demasiado malo para ti que no tenga nada que ofrecer -.

El macho la fulminó con la mirada.

-Incluso si pudieras matarme-, ella continuó, -Yo no moriría acurrucada en una bola, llorando.
No, cuando quede fuera de combate, voy a ir disparando mis armas... pero no puedo decir lo
mismo de ti.- Un rayo espeso salió de su palma y estocó a Hades en el pecho, tirándolo hacia
atrás.

El macho estaba sujeto, y sin embargo, tan poderoso como actualmente era Keeley, esas
sujeciones no hicieron nada para detenerlo.

Torin se puso entre los dos, la mirada en el hombre ahora empujándose de nuevo a sus pies.
Había visto al hombre luchar. Supo que se estaba conteniendo… las sombras no estaban
volando fuera de él, rodeando a Keeley, ahogando la vida de ella, mientras se comía su carne.
Pero eso podría cambiar en cualquier momento.

Hades lo fulminó con la mirada, sus manos en puños. -No es inteligente, Enfermedad.-

-No te voy a dejar acercarte a ella-, dijo Torin.

-No vas a ser capaz de detenerme,- respondió el Hades.

-Adelante, entonces.-

-¡Basta!- Gritó Keeley. Ella se adelantó, la luz ya no era tan brillante. Ella atravesó a Torin con
sus furiosos ojos azul bebe. -Esto no tiene nada que ver contigo. Vete a casa -.

Sin ella, no tenía casa. -No te voy a dejar.-

-No es la primera vez que he oído esas palabras-, ella le espetó. -Ahora vete.-

Él se estremeció. Se merecía eso. -Bueno. ¿Qué tal esto? No quiero irme sin ti -.

Vio dolor en los ojos de ella, aunque ella lo despidió con un gesto. -Ya no soy tu preocupación,
tal como tú ya no eres la mía-.

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-Juntos o separados, siempre serás mi preocupación.-

-¡Qué dulce!- Hades se burló.

-Dije, basta!- Ella se centró en el otro hombre. -Hades, no encajamos y lo sabes. Siempre me
guardaras rencor por ser más fuerte. Simplemente odias que te digan que no -.

Él la miró. -Y tú eres demasiado terca, Keeleycael. Yo no te guardo rencor. Estoy orgulloso de


ti. Pero a pesar de tus valientes palabras sobre morir, piensas que tienes todo el tiempo del
mundo, que el fin nunca vendrá por ti. Bueno, puede venir. Y un día, lo hará. Para todos
nosotros. Hay que dejar de lado el pasado y agarrarse al futuro con las dos manos antes de que
te lo arrebaten. Estoy aquí. Agárrate a mí -.

Como el infierno. Las palabras de Hades eran como una flecha a través del corazón de Torin.
Ellos no tienen todo el tiempo del mundo. El fin llegaría. Él tenía que agarrarse al futuro y
nunca dejarlo ir. Keeley era su futuro. Siempre lo había sido, siempre lo sería.

Sin ella, no tenía nada.

Ella le había dicho que vendría…un día… en el que lamentaría lo que había hecho, y oh, ella
estaba en lo correcto. Ella simplemente no sabía que ese día había llegado el mismo día en que
la había dejado. Había tenido algo bueno con ella, lo mejor de lo mejor, y él se había rendido.
Debido al miedo. Porque él había dejado que sus pensamientos controlaran una vez y otra vez,
sus acciones. Viendo la verdad al fin. No volvería a correr asustado.

-Agárrate a mí-, Torin salió corriendo. -Cometí el error de alejarme de ti, pero no me dejes tú a
mí. Por favor, Keys -. Ella lo miró, agitando los labios. -¿Hablas en serio? Me dijiste que te
quedarías conmigo… mentira. Me dijiste que te importaba … ¡mentira¡. Bueno, te dije que no
me gustan los mentirosos, y lo dije en serio -.

No. No, él no iba a rendirse. Nunca más. -Lo siento, te he hecho daño, lo siento, mentí. Nunca
sabrás cuánto lo siento. Pero si me importas. He aprendido lo que es estar sin ti, y es horrible.
Lo peor que he experimentado -.

-Sí,- dijo ella, con los ojos entrecerrados. -Estoy segura de que tú tiempo en los clubes de
striptease eran horrible.-

-Lo fue. Y sé que dijiste que nunca me aceptarías de nuevo y, a diferencia de mí, que nunca
mientes. Pero estoy rogándote que lo hagas. Sólo por esta vez. Sólo por mí. Aunque yo no lo
merezco. Así que, eres una mejor persona que yo. Eres más dulce y más fuerte y más
inteligente. Mucho más inteligente. Por Favor. Por Favor. Yo soy nada sin ti, princesa. Dejarte
fue el mayor error de mi vida -.

Ella sacudió la cabeza, terca hasta la médula. -No.-

Él insistió. -Yo no permití que nadie me tocara, ni toque a nadie. Todo lo que podía pensar era
acerca de ti-.

Aun así, ella se mantuvo firme, diciendo sucintamente: -No.-

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-Ella no te quiere, Enfermedad- Hades espetó.

-Todo lo que quería era…- Torin continuó, sólo para detenerse al sentir el dolor agudo, intenso
que lo atravesó. Horror bañado el rostro de Keeley y ella gritó. Torin bajo la mirada hacia su
pecho. Una lanza le había cortado por la espalda y salió por enfrente.

-Disfruta del veneno-, una voz familiar proclamó. -Sabía que no dañaría Hades o Keeley, pero
tú... tú, te destruirá desde adentro y sufrirá tu pérdida -. Lucifer. -Diviértete-, dijo el chico y se
desmaterializo. La visión de Torin se empaño, sus rodillas dejaron de funcionar. Oyó sonidos de
risa... una lucha, creciendo en la distancia... Y después... nada.

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Capítulo Treinta y Cuatro


Keeley gritó tan fuerte que incluso sus tímpanos inmortales probablemente estallaron. Ella se
destello al lado de Torin. No llevaba guantes, pero presionó sus dedos en el cuello de todos
modos. Piel contra piel. Al principio, no había nada. Ningún latido para ella. Pero entonces lo
sintió. Un golpe suave.

Demasiado suave.

Su corazón dañado se estremeció, sangre saliendo de su herida. La lanza estaba ayudando a


frenar parte del flujo, pero si había sido envenenado como Lucifer dijo, y a juzgar por la
reacción de Torin, ella estaba segura de que así era, había que extirpárselo.

Ella lo sacudió fuera y lo corrió hacia un lado.- ¿Qué puedo hacer?

¡Galen! Se había olvidado que estaba aquí. – ¡Tu camisa!

Sacó el material por encima de su cabeza y se la dio. Ella la apretó contra el pecho de Torin. El
ni siquiera gimió. Miró a Hades, desesperada. – ¿Qué veneno habrá usado Lucifer? Silencioso,
estudió sus cutículas.-Hades, por favor. Haré cualquier cosa que quieras. Solamente ayúdame a
curarlo.

Hades la miró entonces y asintió con la cabeza. –Será justo como dijiste. Cualquier cosa que
quiera.

Un segundo más tarde, tanto Hades como Torin se desmaterializaron.

Keeley empujó sus piernas temblorosas, y era una lucha porque la culpa apretaba
pesadamente sobre sus hombros. Si no hubiera sido por ella, Hades no habría sacado a Torin
lejos y Lucifer no habría sido capaz de lanzar la lanza hacia él. Todo es mi culpa.

¿Era esta la culpa que Torin se había visto forzado a vivir durante su vinculación? No era de
extrañar que la dejara. Tengo que perdonarle, limpiar su libro. Por todo. Porque necesito que
me perdone, para limpiar mí libro. Ella sabía que no podían estar el uno sin el otro.

Mientras estaba allí, preguntándose si él viviría o moriría, el daño, el dolor, el rechazo, la


amargura y la ira que había estado albergando todo este tiempo, aún ante sus hermosas
súplicas, se drenaron de ella. El amor por él la llenó.

-Keeley –dijo Galen, atrayendo su mirada. Su expresión agonizante. – ¿Qué más puedo hacer?

-Dile a los otros Señores lo que ha pasado, que Torin será devuelto tan pronto como se
encuentre mejor. –Si él no se recuperaba... Se aclaró la garganta para desalojar el nudo que
crecía allí. Ante la incómoda expresión de Galen, ella dijo: –Diles que la Reina Roja te envió, y
que ella va a estar muy disgustada si eres perjudicado. Él asintió con la cabeza, y ella lo destello
a la fortaleza.

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Luego se destello hacia Hades. Él había llevado a Torin a un laboratorio de clases. Calderas
hirviendo y echando vapor, estanterías llenas de ampollas con cosas que no podía identificar, y
arbustos demasiado crecidos, avanzando lentamente por las paredes.

Torin estaba atado a una mesa, su boca sostenida abierta por un gancho metálico. A su lado,
un hombre mayor con una joroba mezclaba líquidos de distinto tipo. Ella corrió al lado de su
guerrero, agarrado sus manos entre las suyas. El hombre frunció el ceño hacia ella. –Soy Hey
Tú. Esta ser mi área. ¿Quién ser? ¿Qué hacer aquí?

-Soy la Reina Roja, y voy donde quiero.

-Es verdad –Hades apareció a su lado. –Ella lo hace. –Él quitó el gancho de la boca de Torin, no
un gancho, después de todo, pero un tubo que había ido directamente a su estómago. Hey Tú
cojeó y, mientras Hades sostenía la boca de Torin abierta, vertió la mezcla que había creado
por la garganta del guerrero.

Observó a Torin, esperando alguna reacción. Su piel permaneció pálida, casi azul. Sus ojos
cerrados. La herida en su pecho, todavía abierta y goteando. – ¿Cuánto tiempo necesita para
funcionar?

-Toda la noche –Hey Tú dijo, ahora cojeando lejos.

Había vivido tanto tiempo, el tiempo significaba poco para ella, pero una noche entera de
repente pareció una eternidad. Echó un vistazo a Hades, que estaba observándola
atentamente. –Tú lo tocaste. Piel a piel.

-Cualquier persona puede, siempre y cuando sean inmunes.

-¿Eres inmune?

Un asentimiento. –Por un tiempo.

-¿Qué quieres decir, por un tiempo?

-Ingerí su sangre.

-¿Su sangre? ¿Su sangre infectada?

Hades extendido la mano, acariciado su mejilla, y porque ella le debía todo lo que él quisiera,
tuvo que quedarse de pie allí y tolerarlo. Pero su expresión debió haber reflejado su disgusto,
porque él frunció el ceño, dejando caer su mano.

- Si él comparte su sangre contigo, –Hades dijo, –Tú no enfermaras cuando él te toque. Al


menos por un corto tiempo. Sólo el tiempo suficiente para que su sangre fluya por tus venas.
Se tarda un día, tal vez dos, entonces necesitarás otra dosis.

- Pero... no puedes tener razón. Él compartió su sangre conmigo antes, y sin embargo me
enferme.

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Profundizando su ceño, Hades pinchó el extremo de uno de los dedos de Torin y se lo ofreció a
ella. Ella chupó el dedo, y la sangre, en la boca, dispuesta a intentar cualquier cosa, por más
descabellada que fuera. Como inmortal, este tipo de cosas no era ajena a ella.

-¿Cuándo compartió su sangre antes de esto? –Preguntó Hades. – ¿Por qué?

-La última vez que estuvimos aquí, antes de que yo contrajera la enfermedad degenerativa.

-Ah. La sangre habría funcionado si no hubieras estado debilitada por el retiro de tus cicatrices
de azufre.

-Pero mi poder vuelve con la eliminación de las cicatrices.

-El poder, sí, porque es de naturaleza espiritual. Pero tu cuerpo había sido cortado en gran
medida y agotado. Incluso Torin tiene problemas para luchar contra las enfermedades de su
demonio cuando ha sido lastimado físicamente.

-Pero... ¿cómo es eso posible?

-El demonio es un espíritu, infectando a su espíritu. Pero el mal está alojado dentro de su
cuerpo. Un cuerpo que creó inmunidades. Esas inmunidades se encuentran en la sangre y el
semen.

¿Semen mágico? ¿Torin podría venirse dentro de ella y salvarla de la enfermedad? ¿O ella
podría tragarlo?

-He... Bueno, yo he probado el último –admitió, sus mejillas ardiendo, –Y de todos modos me
enferme.

-Una probada podría evitar la enfermedad por un tiempo, pero no erradicarla. Necesitarías
una dosis completa. De una forma u otra.

-Pero... ¿por qué su piel infecta, aun cuando el resto de su cuerpo no lo hace?

-Sabes mejor que nadie que la piel irradia lo que está en el espíritu. Tú eres un espíritu dentro
de un cuerpo que no te pertenece, y tal como tu piel cambia con las estaciones, lo mismo hace
tu espíritu.

Él estaba en… lo correcto. La piel irradiaba el espíritu, pero los fluidos nacían del cuerpo. Lo
que significaba...

¡Por fin! Una manera de tener todo lo que siempre había querido. Torin, salud. Una familia.
Ella sólo tenía que ingerir su sangre una vez al día. O dejarlo alimentarla con otra cosa...
Escalofríos de emoción recorrieron a través de ella. Esto era cada uno de los sueños de Torin
cumplidos, también. Pero la realidad volvió, aplastándola. Ella todavía le debía a Hades
cualquier cosa que quisiese, y podía adivinar que era.

-Tú lo amas –dijo Hades.

-Lo hago.

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-Pero te quedarás conmigo si así lo decreto.

Ella cerró sus ojos, asintiendo. Un trato era un trato cuando ella lo hacía libremente. – ¿Ese es
tu decreto? ¿Qué me quede contigo? Silencio opresivo. Respiró profundamente mientras ella
lo enfrentaba. Su barbilla se levantó, una pose de profundo orgullo masculino, pero su
expresión estaba en blanco. –Hades... por favor, no me hagas hacer esto.

-No lo haré. –Añadió con tono brusco –Te sentirías atrapada, y ya lo hice una vez.

La esperanza desplegó sus alas suavemente. –Entonces, ¿qué quieres?

- Obviamente estoy en guerra con Lucifer.

- ¿Y? –ella incitó cuando él se quedó callado.

- Y tú estarás de mi lado, ayudándome en todo momento.

Era más de lo que podía haber esperado. Y en ese momento, vio la verdad. Él se preocupaba
por ella. Él quería hacer las paces con ella. Estaba verdaderamente arrepentido de lo que había
hecho.

-Te perdono. –Ella liberó a Torin y caminó alrededor de la camilla, envolviendo sus brazos
alrededor de Hades. –Gracias.

Él le devolvió el abrazo, abrazándola con tanta fuerza, como si no quisiera dejarla ir, pero luego
la soltó y se alejó de ella. Se aclaró la garganta. –Toma a tu hombre y sal de aquí antes de que
cambie de idea.

-No puedo. Está herido.

-No lo está.

Habían... sanado las nuevas, ¿también? Keeley retrocedió para levantar el dobladillo de la
camisa de Torin. Bronceada piel... sin cicatrices. Alegría eléctrica chisporroteó en ella. Sin
perder más tiempo, ella destello a Torin dentro de su dormitorio en Budapest. Se aseguró de
su comodidad antes de destellarse hacia Anya para contarle lo que había sucedido, y
mencionar que ella personalmente asesinaría a cualquiera lo bastante tonto como para entrar
antes de que ella diera luz verde.

Luego esperó. Paseándose. Y esperó un poco más. Se preguntó si así era como Torin había
pasado su tiempo mientras ella había estado recuperándose de las enfermedades del demonio
y asintió. Sí. Probablemente. Finalmente, aunque después de tantas horas que ella había
perdido la cuenta, él jadeó en un aliento y se sacudió hacia un lado. Keeley corrió a su lado.

-Estoy aquí. Estás bien. Estás curado.

Él sacudió su cabeza como si no pudiera creer que en realidad era ella – ¡Keeley! Estás aquí. –
Tiró de ella a sus brazos, sosteniéndola con cada onza de su considerable fuerza. –Estás aquí. –
Entonces él la empujó hacia atrás para poder mirarla a los ojos. –No me dejes. Por favor, no
me dejes. Pero si lo haces, lo entenderé. También te acecharé hasta los fines de la tierra. En el

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cielo o en el infierno. No habrá ningún lugar donde puedas ir que no te encuentre. Eres mía, te
deje escapar una vez, y no voy a hacerlo de nuevo. Nunca. Así que, trata de mantenerte lejos
de mí, te desafío, y hare una guerra contigo.

-Wow, guerrero, –dijo con una risa. La risa pareció ponerlo nervioso. Él la miró con cautela.-Yo
no voy a ninguna parte –dijo. –Me sentía miserable sin ti. Odié cada minuto que pasamos
separados. No quiero pasar el resto de la eternidad deseando estar contigo solo para probar
un punto y lastimarte por hacerme daño.

Sus brazos se congregaron a su alrededor una vez más, sosteniéndola incluso más apretada.
Tan apretada que ella perdió el aliento. ¡Valía la pena!

-Lo siento por todo.

-Lo siento. Y no tienes que preocuparte de que me enferme. Yo…

-No estaba preocupado. –Besó el escote de su camisa. –Te dejaría soportar cualquier cosa por
mí. Me rindo.

Esto. Esto era lo que más había echado de menos. Sus burlas. Bueno, quizás no tanto. Ella
había echado de menos su conexión con él, también, la intensidad de él, la forma en que la
miraba y la tocaba.

-Pero en serio, –dijo, un cálido hormigueo cosquilleando en su pecho. Creciendo más y más
caliente. –Siempre que ingiero tu sangre o tú... casi odio admitir esto porque sé que las bromas
van a seguir, pero… tú semen por lo menos una vez al día, voy a ser inmune a las
enfermedades de tu demonio. Todas ellas. Por supuesto, esto quiere decir que necesitaremos
otro medio de control de natalidad, porque te quiero todo para mí por un tiempo, pero
encontraremos algo. Él levantó la cabeza, mirándola fijamente.

–Esta cosa de la sangre y el semen, ¿están comprobadas?

-Sí. Toqué tu cara después de que te desmayaras, ingerí tu sangre y más de veinticuatro horas
han pasado y no me he enfermado.

Sus ojos se abrieron. –Tuve la respuesta todo este tiempo. –Él la besó en la cara,
mordisqueando sus labios. –Gracias. Gracias, princesa. Muchas gracias.

-Es a Hades a quien se lo debemos.

-Él no es quien me trajo de vuelta y me dio otra oportunidad. Y me aseguraré de que nunca te
arrepientas de esa decisión –dijo. –Por el resto de mis días voy a hacer todo lo posible para
compensarte por mi mal comportamiento. –Él la soltó, sólo para ahuecar sus mejillas. –Te
amo. Tú eres mi tesoro, y lo vales todo. Completamente. Incluso comería pasas para ti.

-¿Me amas tanto? –Preguntó en voz baja.

-Con todo lo que soy, todo lo que alguna vez seré.

Gena Showalter Página 297


El Toque Más Oscuro

-Bien, porque te amo, también. –Ella destello una de sus sillas de cuero favoritas en la esquina
de la habitación, luego destello a Torin a ella. Junto con las cosas que a los hombres les gusta.
Un vaso de whisky y un puro.

Él miró a ambos y se echó a reír. –Todo lo que necesito son súbditos –dijo.

-Y los tendrás. Este es tu trono, y será trasladado a nuestra nueva sala de tronos tan pronto
como este lista. –Ella se paró a unos metros de distancia, bebiendo de la vista de su hombre.
Su hombre para siempre.-Ahora, para tu castigo. Me darás un orgasmo por cada día que
estuvimos separados, y tal vez, sólo tal vez, estaremos a mano –dijo.

Una sonrisa maliciosa curvó su boca. –Duplica eso y tendremos un trato. –Él vació su copa y
apagó el puro, dejándolos a un lado. Movió su dedo hacia ella. –Y, ¿princesa? No hay mejor
momento para comenzar.

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El Toque Más Oscuro

EPÍLOGO
Unos días después, Keleey se detuvo en la entrada del comedor, observando, tratando de no
sentirse abrumada. Era su primera cena en familia. Todos los señores y sus familias estaban
ahí. Y ellos eran su familia. A pesar de estar vinculada a ellos, no habían enfermado. El
demonio de Torin no era parte del vínculo, él la había traicionado tantas veces que no se tenía
que preocupar porque se formara un lazo, así que el demonio no les podía hacer nada

Lo que era mejor los vínculos le habían dado el poder para derrotar a Hades. Él estaba en sus
manos antes de que Torin fuera herido, los vínculos la alimentaban con fuerza, y en
agradecimiento ella haría que cada sueño de los Señores se hiciera realidad, encontraría y
destruiría la caja de pandora, reclamaría la estrella de la mañana

Pero ese era un plan para otro día.

Solo Pandora estaba ausente de sus festividades, se había ido, sin decir una palabra tan pronto
como se había despertado. Incluso William y sus hijos estaban aquí, parecía que William no
podía apartar la vista de Gillian. Era casi embarazoso

El ¿ex? Mujeriego doblo un tenedor ahorcando su dedo como si imaginara ahorcar algo
más.Ok. Era definitivamente embarazoso. Había un calor tan intenso en sus ojos, que incluso al
verlo se sentía quemada por el sol

-¿Puedes creer esto? -Galen le pregunto a Keeley

Se paró al lado de ella, viendo a todos con la misma sorpresa y temor que ella sentía, solo
Torin lo había perdonado, nadie estaba intentando matarlo así que ella lo consideraba un
triunfo, a Galen no parecía importarle su poco entusiasta recepción

-Casi no, es como si cada sueño que he tenido decidiera dar frutos en un solo día- bueno no
todos los sueños, la estrella de la mañana estaba todavía desaparecida, pero la encontrare,
nunca descansare, la encontrare, la usare y hare a estos Señores tan felices como ellos me han
hecho a mi

-No mis sueños, aun no- su mirada regreso a Honey , ella era su única preocupación

Ella había regresado esta mañana, pero se reusaba a hablarle, se reusaba a estar a sola con él,
él no la estaba presionando, por lo que aún estaba ahí, además Torin lo había invitado a la
celebración, a pesar de que hubo protestas al inicio, todos habían estado de acuerdo cuando
su hombre calmadamente anuncio -La Reina Roja lo desea-

No es que ellos le tuvieran miedo, era que sabían que Torin quería hacerla feliz

Su corazón se hincho mientras lo veía pasar un bowl con chicharos a Urban quien hizo una
mueca y se estremeció con repulsión y después a Ever quien tuvo la misma reacción. Torin solo
se rio, ya no era tan firme sobre mantener la distancia, ni con sus amigos, era algo maravilloso
para ver.

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El Toque Más Oscuro

Kane y Josephina habían venido a pasar la noche, gracias al poder de transportar de Keeley.
Ellos estaban atrapados en una conversación con Gideon y Scarlet las mujeres intercambiaban
historias sobre sus embarazos. Pero como siempre la atención de Keeley regreso a Torin.
Temprano ese día ella le había hecho un estriptís mientras estaba sentado en su silla, cuando
termino, se subió en su regazo e hicieron el amor. Después tomaron un baño juntos. El
primero. El primero de muchos. Sospechaba, las manos de ambos habían estado recorriéndose
por completo.

Ella tembló recordando cuando él le había susurrado -¿necesitas tu inyección de vitamina P1


princesa? O ¿prefieres llamarlo tu medicina?

Hombre gracioso. Estaba tan orgulloso de su semen mágico. Sentía que el haría bromas sobre
eso el resto de sus vidas. Algo más para esperar a futuro. Pensó con una sonrisa

Una carcajada sonó. Haciendo viscos para enfocar, Keeley vio mientras Torin enganchaba a
Cameo bajo su brazo y presionaba su mano enguantada en su cabello. Obteniendo lo más
parecido a una sonrisa de ella. A pesar de que la mujer se había recuperado físicamente del
tiempo que paso dentro de la Vara de Partir. Su humor era más oscuro que nunca. O eso había
dicho Torin

Torin debió sentir su mirada sobre él, porque el volteo a verla y le guiño un ojo. Ella le lanzo un
beso

El detuvo lo que hacía y cerro la distancia y ella paso la mirada cariñosamente sobre su
playera. En esta se leía …Me enrede con la reina roja y todo lo que perdí fue el corazón... La
mejor playera hasta el momento

El la llevo dentro de la protección de sus brazos diciendo -¿Porque no estas comiendo? Sé que
no piensas que te envenenamos la comida

-Como si alguien se atreviera. Solo estoy disfrutando la escena El beso su sien. Sus labios fijos
contra su piel

-¿Te he agradecido por darme otra oportunidad?

-Miles de veces

-¿te he dicho que estoy perdido sin ti?

-Eso también

-¿Que eres todo para mí?

-Sip

-Bueno. De verdad soy un buen novio

Una risa broto de ella-Definitivamente lo eres y modesto también

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El Toque Más Oscuro

Él la soltó, y ella gimió en protesta por la perdida. Pero no estuvo sin el por mucho. El cayó
sobre una rodilla y tomo una de sus manos. Sus ojos esmeraldas voltearon hacia ella y se puso
serio

- Te amo con todo lo que soy, soy nada sin ti, quiero pasar el resto de mi vida contigo. Y no
solo por un tiempo. Si hogar es donde está tu corazón, Tú eres mi hogar. Así que Keeleycael,
Keeley, Keys, Reina Roja, Princesa, espero que me hagas el honor de convertirte la Señora
Torin

El sostuvo un anillo en alto y la respiración de ella quedo atascada en su garganta, la joya tenía
una pequeña bola de nieve en lugar de un diamante, solo lo suficientemente grande para que
ella pudiera ver la pareja abrazándose dentro. Una pequeña pareja tallada en madera. Él había
hecho esto. Para ella

Lagrimas cayeron por sus mejillas mientras brincaba -Si seré la Señora Torin y tú serás el Señor
Doctor Keleey y planearemos una boda que pateara la de Anya y Lucien

-Hey –grito anya – te estas preparando solo para fracasar.

Torin se puso de pie y Keeley se arrojó a sus brazos que estaban esperando por ella. Una vez
ella había deseado solo ser adorada y mimada. Pensó en establecerse con un buen hombre y
gobernar su reino. Ahora era adorada. Era mimada. Pero no tenía a un buen hombre. Tenía a
un fiero guerrero. Exactamente lo que ella necesitaba

-Voy a hacerte feliz- ella prometió

-Ya lo haces princesa.

FIN

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