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TEMA 3 LA CORONA

Al hablar de la Corona debemos hacer mención al artículo 1.3 CE que establece que la
forma política del Estado Español es la monarquía parlamentaria.
El Título II de nuestra CE se rotula “ De la Corona”, ello supone el reconocimiento de un
órgano estatal complejo, cuyo titular es el Rey. El concepto corona referencia una
institución del Estado de carácter permanente, y lo hace de forma impersonal,
independientemente de la persona que la encarne en cada momento, si bien se establece
en el art. 57.1 que tiene carácter hereditario “en los sucesores de S.M Don Juan Carlos I de
Borbón...”.

Lo más significativo a este respecto es la denominada dotación de la Corona, que no se


constituye en una asignación personal al Rey, ni tampoco una retribución, sino que
propiamente es, como establece el art. 65.1 CE “una cantidad global para el sostenimiento
de su Familia y Casa”.
En definitiva, y teniendo en cuenta que esta asignación se incluye en la Ley de
Presupuestos Generales del Estado, es una asignación presupuestaria a un órgano del
Estado con objeto de desempeñar adecuadamente sus funciones.

Junto con la dotación de la Corona se establece un órgano administrativo de apoyo al Rey


en las funciones derivativas de la Jefatura del Estado y denominada La Casa de S.M el Rey.
Ya en el artículo 65.1 otorga al Rey la potestad de nombrar y relevar libremente a los
miembros civiles y militares de su casa.

Juramento y proclamación del Rey


Al igual que en oros órganos y cargos constitucionales, se establece la necesidad de prestar
juramento ante las Cortes Generales de “desempeñar fielmente sus funciones, guardar y
hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las
Comunidades Autónomas. (art. 61.1 CE). Este juramento lo realiza el Rey de forma
simultánea a su proclamación, pero también lo harán en idéntica forma el Príncipe
Heredero al alcanzar su mayoría de edad y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus
funciones, a lo que se añade el juramento de éstos la fidelidad al Rey.

Sucesión a la Corona
El orden sucesorio que recoge el art. 57.1 CE tiene su origen en las Leyes de Partidas de
Alfonso X el Sabio, y está presente a lo largo de todas las constituciones monárquicas del s.
XIX.
De esta forma se establece que “La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S.
M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica”.

El art.57.1 continua estableciendo que “La sucesión en el trono seguirá el orden regular de
primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las
posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el
varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.” Este
mecanismo sucesorio. Al ser automático, provoca que el derecho de suceder el trono sólo
lo tiene en cada momento una persona.

También tiene fundamento histórico desde 1388 el apartado 2 del art. 57 al establecer la
denominación de Príncipe o Princesa de Asturias para el sucesor de la Corona. Aunque la
figura está contemplada en nuestra norma fundamental, no se le encomiendan funciones,
si bien puede ejercerlas por delegación del Rey. El Príncipe heredero, desde su nacimiento
o desde que se produzca el hecho que origine el llamamiento, tendrá la dignidad de
Príncipe de Asturias y los demás títulos vinculados tradicionalmente al sucesor de la
Corona de España.

En el supuesto de que se extinguiesen todas las líneas llamadas a la sucesión en Derecho,


el art. 57.3 establece que “Extinguidas todas las líneas llamadas en Derecho, las Cortes
Generales proveerán a la sucesión en la Corona en la forma que más convenga a los
intereses de España.”

De forma concreta el art. 57.4 establece que “Aquellas personas que teniendo derecho a la
sucesión en el trono contrajeren matrimonio contra la expresa prohibición del Rey y de las
Cortes Generales, quedarán excluidas en la sucesión a la Corona por sí y sus
descendientes.”

En directa relación con la sucesión analizamos en este apartado los conceptos de


abdicación y renuncia. En ambos casos es necesaria la aprobación de las Cortes Generales
mediante Ley Orgánica. La diferencia entre ambos conceptos radica en que únicamente se
puede abdicar si se está en el ejercicio de la Corona. De esta forma sólo abdica el Rey, el
resto de personas incluidas en el orden sucesorio pueden renunciar a sus derechos
dinásticos. Se requiere Ley Orgánica para dilucidar cualquier duda de hecho o de derecho
que se plantee en el orden sucesorio a la Corona.

Por último, el art. 58 CE establece una discriminación que viene constituida por la
denominación de la mujer del Rey como Reina Consorte. Pero independientemente de las
denominaciones, lo relevante constitucionalmente es que ninguno de ellos puede asumir
funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia.

Debemos mencionar la Ley Orgánica 3/2014, de 18 de junio, que hace efectiva la


abdicación del Rey D. Juan Carlos I. esta norma entró en vigor al día 19 de junio y en el
mismo día fue proclamado Felipe VI Rey de España, jurando de forma solemne ante las
Cortes Generales. De forma automática Dña Leonor de Borbón se constituyó en la sucesora
de la Corona como Princesa de Asturias.

La Regencia y Tutela del Rey Menor


La Regencia

La Regencia es una forma interina de ejercer la Jefatura del Estado y nuestra Constitución
la prevé para dos supuestos: por minoría de edad del Rey menor o por inhabilitación de
éste. Para desempeñar la Regencia es preciso ser español y mayor de edad, ejerciéndose
en todo caso por mandato constitucional y en nombre del Rey.

Regencia por minoría de edad del Rey


Al no establecer la CE una mayoría de edad específica para el Rey, rige la norma general
que establece el artículo 12, es decir, los 18 años. De esta forma hasta que el Rey alcance
la mayoría de edad le suplen en la Jefatura del Estado, por ese orden, el padre o la madre,
en su defecto el pariente de mayor edad más próximo a suceder la Corona, según el orden
establecido en la CE.

Regencia por inhabilitación del Rey


En el supuesto de incapacidad física o mental sobrevenida del Rey, se requiere su
conocimiento por las Cortes Generales y entrará a ejercer la Regencia el Príncipe Heredero
de la Corona si fuera mayor de edad. En el supuesto de que no lo fuera se procede de
forma igual a la prevista para la minoría de edad del Rey.

Tanto para el supuesto de Regencia por inhabilitación del Rey, como por minoría de edad,
“si no hubiera ninguna persona a quien corresponda la Regencia, ésta será nombrada por
las Cortes Generales, y se compondrá de una, tres o cinco personas”. El ejercicio de la
Regencia es inmediato, con objeto de que no se produzca vacío en la Jefatura del Estado.

Tutela del Rey menor

La tutela es una institución de Derecho privado en virtud de la cual se otorga a una


persona la guarda y protección de la persona y bienes de un menor. Al no definir la CE las
atribuciones del tutor del Rey menor hay que deducir que son las mismas que las
establecidas de forma general en el Código Civil. Sí especifica la CE los tipos de tutela en el
art. 60.

Tutela testamentaria
Será tutor del Rey menor la persona que en su testamento hubiere nombrado el Rey
difunto, requiriendo en toda caso que sea español de nacimiento y mayor de edad.
Teniendo en cuenta que la tutela rige en al ámbito privado, y que el tutor, al contrario que
el Regente, no ejerce funciones constitucionales, hay que deducir que este acto no
requiere refrendo.

Tutela legítima
En el supuesto de no existir tutor testamentario habrá de seguirse el orden sucesorio
establecido en la CE, de tal forma que le correspondería la tutela del Rey menor al padre o
a la madre, mientras permanezcan viudos.

Tutela dativa
Si no pudiera darse el ejercicio de la tutela por ninguna de las persona previstas en los dos
casos anteriores, el art. 60.1 prevé que lo nombran las Cortes Generales, si bien no podrán
acumularse los cargos de Regente y tutor, salvo en al caso de padre, madre o ascendientes
directos del Rey.
Por último, el art. 60.2 CE hace incompatible el ejercicio de la tutela con el de todo cargo
público o de representación política, con objeto de alejar esta función de la disputa política
o de las aspiraciones de poder.

Funciones del Jefe del Estado


Las funciones del Rey vienen tasadas en la CE y éstas habrán de partir de los conceptos
descriptivos que enumera el art. 56.1, a saber:

1. El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el


funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado
español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad
histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.

2. Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la


Corona.

3. La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán
siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin
dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el artículo 65, 2.

De esta forma, la participación del Rey deviene como constitucionalmente obligada. Son
actos formalmente del Monarca, pero cuya responsabilidad, contenido y voluntad,
pertenecen al refrendante, o a otro órgano constitucional. Así ocurre con la expedición de
Decretos acordados en Consejo de Ministros, con la concesión de empleos civiles y
militares, con el nombramiento y separación de los miembros del Gobierno, por poner
algunos ejemplos.

Para realizar la clasificación constitucional de las funciones del Jefe del Estado partimos de
tres grandes grupos de funciones, simbólica, moderadora y arbitral, y en cada uno de ellas
insertamos las competencias atendiendo al criterio de la relación con otros poderes del
Estado. Entendemos como ajustada al contenido de la Constitución la siguiente
clasificación de las funciones del Jefe del Estado

Función simbólica o representativa

• Representa la unidad y permanencia del Estado

• Asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales

• Ejerce el Alto Patronazgo de las Reales Academias

• Acredita embajadores y otros representantes diplomáticos


Función moderadora

En relación con el Poder Legislativo

• Declara la guerra y hace la paz

• Declara el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente

• Sanciona y promulga las leyes

• Convoca y disuelve las Cortes

• Convoca elecciones

• Convoca a referéndum en los casos previstos en la CE

En relación con el Poder Ejecutivo

• Nombra y separa al Presidente del Gobierno y a los miembros del Gobierno

• Expide los decretos acordados en el Consejo de Ministros

• Ser informado de los asuntos de Estado y presidir a estos efectos las sesiones del
Consejo de Ministros

• El mando supremos de las Fuerzas Armadas

En relación con el Poder Judicial

• Ejerce el derecho de gracia

• La justicia se administra en su nombre

Nombramiento de altos cargos

• Miembros del Consejo General del Poder Judicial

• Presidente del Tibunal Supremo

• Fiscal General del Estado

• Magistrados del Tribunal Constitucional y a su Presidente

• Miembros del Tribunal de Cuentas

• Presidentes de las Comunidades Autónomas

Función arbitral

• Propuesta de candidato a Presidente del Gobierno


IRRESPONSABILIDAD Y REFRENDO
Para poder hablar de estos dos conceptos debemos de tener en cuenta dos artículos de
nuestra CE, estos son el 56.3 y el 64. El primero de ellos establece que “La persona del Rey
es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en
la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo
dispuesto en el artículo 65. 2.”

Mientras que el segundo dispone “Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente
del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes. La propuesta y el
nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución prevista en el artículo 99, serán
refrendados por el Presidente del Congreso.

De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden”.

En cuanto a la irresponsabilidad, en principio, entra en clara contradicción con el art. 9.3


CE que establece la responsabilidad de los poderes públicos. Pero este principio se ve
atenuado por la regulación constitucional, debido a que como hemos manifestado, ésta no
le atribuye a la Corona poderes, sino funciones de obligado cumplimiento. Como
consecuencia de la irresponsabilidad se articula la figura del refrendo.

La institución del refrendo produce la traslación de responsabilidad de un acto hacia quien


lo refrenda (refrendante) y se traslada tanto la responsabilidad formal, como material del
acto. De esta forma se acredita la legalidad y oportunidad de los actos del Rey, y como
lógica consecuencia, los actos del Rey sin refrendo son nulos de pleno derecho.

El refrendo se extiende a todos los actos que realiza el Rey como titular de la Jefatura del
Estado, pero no los que afectan a su vida privada. Por ello los primeros son refrendados
por el Presidente del Gobierno o los Ministros, o si afectan a las Cámaras los realiza el
Presidente del Congreso. Por el contrario, la administración del presupuesto para el
sostenimiento de su familia y casa y el nombramiento del personal civil y militar al servicios
de la Casa del Rey, no requieren refrendo.
ANEXO

El orden sucesorio está regulado por el artículo 57.1 de la Constitución Española:[1]

«La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de


Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el
orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea
anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más
remoto; en el mismo grado, el hombre a la mujer, y en el mismo sexo, la persona
de más edad a la de menos.»

Art. 57.1 de la Constitución española


En primer lugar, el artículo designa a Don Juan Carlos I de Borbón como el legítimo heredero
de la dinastía histórica española, la cual se rige por un conjunto de principios históricos que
incluyen las normas sucesorias. El "orden regular" establecido en la constitución, de
acuerdo a los principios históricos de la monarquía española, solo permite la sucesión de
los hijos considerados legítimos (nacidos por consanguinidad y concebidos dentro del
matrimonio, aún si nacen con posterioridad a la separación o divorcio),[3] quedando
excluidos por tanto los hijos adoptivos y los concebidos fuera de las relaciones
matrimoniales. No obstante, tienen también la consideración de legítimos los hijos
concebidos antes del matrimonio que fueran debidamente reconocidos, siempre que no
fueran de una relación extramatrimonial y se celebrara el posterior matrimonio entre los
progenitores para su legitimación.[4][5]

El primero en la línea de sucesión será el primer hijo si lo hubiere, o en ausencia de hijos lo


será la primera hija. Al primogénito o primogénita lo seguirán, de acuerdo al derecho de
representación español, sus descendientes, con preferencia del varón sobre la mujer y del de
mayor edad sobre el menor, aplicando igualmente el derecho de representación por el que
los descendientes (hijos, nietos,…) de los primogénitos o de los anteriores en el orden de
sucesión, tienen preferencia sobre el resto de sucesores (hermanos, tíos,…).

A los descendientes del primogénito le seguirán el resto de hijos o hijas del Rey, con
preferencia de los hombres sobre las mujeres y de los mayores sobre los menores,
respetando igualmente el derecho de representación de sus descendientes con
preferencia sobre el resto de los descendientes del Rey (los descendientes del hijo de
mayor edad, tendrán preferencia sobre el resto de hijos y sus descendientes).

En caso de ausencia de descendientes del Rey, serán herederos los hermanos y hermanas
del Rey y los demás parientes según el grado de proximidad, siempre en orden de edad y
con preferencia de los hombres sobre las mujeres entre las personas con igual grado de
parentesco, respetando igualmente los derechos de representación de los descendientes
de cada sucesor en el orden de preferencia.
La línea de sucesión al trono de España está dispuesta, tras la proclamación de Felipe VI, en el
siguiente orden:[12]
Juan Carlos I (n. 1938).
Felipe VI (n. 1968).
1. Leonor de Borbón y Ortiz, princesa de Asturias (n. 2005).
2. Sofía de Borbón y Ortiz, infanta de España (n. 2007).
3. Elena de Borbón y Grecia, infanta de España y duquesa de Lugo (n. 1963).
4. Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, grande de España (n. 1998).
5. Victoria Federica de Marichalar y Borbón, grande de España (n. 2000).
6. Cristina de Borbón y Grecia, infanta de España (n. 1965).
7. Juan Valentín Urdangarin y Borbón, grande de España (n. 1999).
8. Pablo Nicolás Sebastián Urdangarin y Borbón, grande de España (n. 2000).
9. Miguel Urdangarin y Borbón, grande de España (n. 2002).
10. Irene Urdangarin y Borbón, grande de España (n. 2005).

De acuerdo al artículo 57.2 de la Constitución, el heredero, una vez realizado el llamamiento y


designado príncipe de Asturias, mantendrá esa condición aún en el supuesto de nacimiento de
nuevos sucesores.

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