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Crear Sostenibilidad
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CREER
EN LA
EN LA SOSTENIBILIDAD
SOSTENIBILIDAD
Las religiones
Las religiones ante
ante el
el reto
reto
medioambiental
medioambiental
212
212 JaimeTatay
Jaime Tatay
CREER EN LA SOSTENIBILIDAD
LAS RELIGIONES ANTE EL RETO MEDIOAMBIENTAL
Jaime Tatay
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1 LAS RELIGIONES ANTE EL RETO
DE LA SOSTENIBILIDAD
Resulta evidente que científicos, eco- tífica– son razones más que suficientes
nomistas, ingenieros, políticos, soció- para movilizar a los principales actores
logos y hasta militares tienen sobrados que conforman la sociedad.1
motivos para interesarse por los ODS. Cuestiones vitales para el futuro de
La contaminación, la disrupción de nuestra civilización y en apariencia
los patrones climáticos, la destrucción tan dispares como la disponibilidad de
de la capa de ozono, la degradación del agua, la protección frente a las radiacio-
suelo, la erosión, la acidificación de los nes ultravioletas, la seguridad alimen-
océanos, la pérdida de la biodiversidad, taria, la propagación de enfermedades,
el agotamiento de los recursos renova- la productividad agrícola, la salud pú-
bles y no renovables o el desequilibrio blica, el riesgo financiero, la estabilidad
de los ciclos del nitrógeno y el fósforo política, la seguridad nacional o los flu-
–por nombrar solo algunos de los prin- jos migratorios están –directa o indirec-
cipales problemas y “límites planeta- tamente– relacionadas y son el objeto
rios” señalados por la comunidad cien- de estudio de los múltiples análisis es-
3
pecializados e interdisciplinares que preguntarnos: ¿Qué motiva su interés
han conducido a formular los ODS. por dicha cuestión? ¿Qué legitima su
No obstante, entre los interlocu- intervención? Y, sobre todo, ¿en qué
tores que convoca la Agenda 2030, consiste su potencial contribución?
llama la atención que no aparezcan En esta reflexión proponemos diez
actores globales tan influyentes como motivos que justifican la implicación
las grandes tradiciones religiosas. Para confesional. Son motivos que ofrecen
unos, este silencio es lógico, ya que las tanto claves de lectura de las declaracio-
religiones no deberían involucrarse en nes religiosas de los últimos años como
un debate técnico, ajeno a cuestiones estrategias para la transformación per-
de fe. Para otros, sin embargo, la ex- sonal, institucional y social. Todos ellos
clusión de la religión en los debates coinciden además con dimensiones es-
sobre el desarrollo y la sostenibilidad tructurales de la experiencia espiritual o,
resulta injustificada no solo por las como ha afirmado Larry Rasmussen, con
graves implicaciones morales de estas “tradiciones profundas” compartidas por
cuestiones, sino también porque, en las diversas confesiones religiosas.2 Se
un mundo donde la inmensa mayoría trata de la dimensión profética, ascética,
de la población encuentra su visión de penitencial, apocalíptica, sacramental,
la realidad, su fuente de sentido y su soteriológica, mística, sapiencial, comu-
guía ética en una tradición espiritual, nitaria y escatológica que atraviesa la
resulta evidente que el actor confesio- experiencia espiritual de la humanidad.
nal no puede quedar al margen. Ahora La articulación de estos diez elementos
bien, para justificar la entrada de las permite esbozar los contornos de un
religiones en el foro interdisciplinar ethos medioambiental de cuño interre-
de la sostenibilidad, primero debemos ligioso.3
4
2 LA RELEVANCIA DEL ACTOR RELIGIOSO
EN EL DEBATE DE LA SOSTENIBILIDAD
6
3 CLAVES INTERRELIGIOSAS PARA CUIDAR
LA CASA COMÚN
13
Dios, hasta en el último grano de polvo vantes al debate medioambiental con-
de nuestro planeta. (LS 235) temporáneo.
En consonancia con la visión pansa-
Cada tradición espiritual expresa de cramental cristiana, Francisco –usando
modo diverso su visión sacramental del un lenguaje propio de la filosofía– ha
mundo. En el hinduismo, por ejemplo, afirmado «que los demás seres vivos
el Śrīmad Bhāgavatam (11.2.41) afir- tienen un valor propio» (LS 69), y
ma: «El éter, el aire, el fuego, el agua, que los ecosistemas «no los tenemos
la tierra, los planetas, todas las criatu- en cuenta solo para determinar cuál es
ras, las direcciones, los árboles y las su uso racional, sino porque poseen un
plantas, los ríos y los mares, son todos valor intrínseco independiente de ese
órganos del cuerpo de Dios». Al recor- uso» (LS 140).42 Frente a los argumen-
darlo, afirman los líderes hindúes, «un tos esgrimidos contra la religión por su
devoto respeta todas las especies».40 énfasis exclusivo en la dignidad de lo
En el cristianismo, un sacramento humano, se contrapone una corrección
se define como un «signo visible de teocéntrica al “antropocentrismo des-
la Gracia invisible», aunque la visión viado” de la modernidad. Una visión
sacramental de la existencia desborda del ser humano y del mundo que ha
el estrecho marco de los siete sacra- fragmentado el conocimiento e igno-
mentos tradicionales y reconoce en la rado la sacralidad de la naturaleza, re-
creación entera un protosacramento, conociendo en ella únicamente un uso
un signo visible de la presencia divi- instrumental que «debilita el valor que
na en todo lo creado. No es casual, por tiene el mundo en sí mismo» (LS 115).
tanto, que en la declaración interreli- La comprensión cristiana de la crea-
giosa previa a la firma del Acuerdo del ción no puede conciliarse ni con el
Clima de París (2015), los signatarios antropocentrismo moderno ni con una
afirmasen: visión materialista de la naturaleza. El
ser humano posee una dignidad inne-
Debemos reflexionar sobre la verdade- gociable, sí, pero no es la sede exclu-
ra naturaleza de nuestra interrelación siva ni excluyente del valor. Por eso,
con la Tierra. No es un recurso que po- para un creyente, «el mundo es algo
damos explotar a nuestra voluntad. Es más que un problema a resolver, es
una herencia sagrada y un hogar pre- un misterio gozoso que contempla-
cioso que debemos proteger.41 mos con jubilosa alabanza» (LS 12).
La creación no es simple naturaleza,
La dimensión sacramental del mun- es obra de Dios dotada de dignidad. Y
do que caracteriza a la mayoría de cos- esa dignidad remite a una dimensión
movisiones religiosas se contrapone a sacramental:
la visión unidimensional –utilitarista y
materialista– que a menudo permea el Esto provoca la convicción de que,
discurso técnico de los organismos in- siendo creados por el mismo Padre,
ternacionales. Se trata de un elemento todos los seres del universo estamos
distintivo del ethos religioso y también unidos por lazos invisibles y conforma-
de una de sus contribuciones más rele- mos una especie de familia universal,
14
una sublime comunión que nos mueve A esta quinta contribución religiosa
a un respeto sagrado, cariñoso y humil- –y en estrecha relación con su capaci-
de. (LS 89) dad para inspirar, motivar y sostener el
compromiso con el cuidado de la crea-
Destruir la naturaleza supone, por ción– se suma la experiencia de sana-
tanto, destruir mediaciones privilegia- ción que el contacto con la naturaleza
das de la vida sobrenatural.43 En este vehicula: su dimensión soteriológica.
sentido, la práctica de la oración con-
templativa puede entenderse como un
ejercicio de restauración, religación o Dimensión soteriológica
reconciliación, una ayuda para descu-
brir las mediaciones que sostienen la Si la crisis ecológica es una eclosión o
vida, poniendo de relieve la sacramen- una manifestación externa de la crisis
talidad de la naturaleza: ética, cultural y espiritual de la mo-
dernidad, no podemos pretender sanar
La contemplación es inútil; parte de una nuestra relación con la naturaleza y el
dimensión de la vida a la que no puede ambiente sin sanar todas las relaciones
darse un valor utilitario preciso. De he- básicas del ser humano. (LS 119)
cho, en su nivel más profundo, se resiste
a ser forzada en esas categorías. Al mis- En una de sus muchas acepciones, el
mo tiempo, es necesaria e importante término “religión” significa ‘re-ligar’,
(es decir, útil) para la tarea de renovar la ‘restaurar’ o ‘restablecer’ relaciones
cultura humana y sanar un mundo natu- rotas. La dimensión soteriológica –del
ral fragmentado y degradado.44 griego σωτηρία (sōtēria, ‘salvación’) y
λογος (logos, ‘estudio de’)– de la expe-
En síntesis, frente al panteísmo que riencia espiritual resulta central para la
diviniza la naturaleza, el materialismo mayoría de las tradiciones religiosas,
que reduce todo valor del mundo natu- ya que permite sanar el desorden per-
ral a su uso instrumental o el raciona- sonal y comunitario en la relación con
lismo que idolatra la razón científico- Dios, con el otro, con la creación y con
técnica, la visión sacramental reconoce uno mismo. Laudato si’ y la mayoría
una dimensión sagrada en la creación, de las declaraciones confesionales so-
pero sin llegar a divinizarla. Esta posi- bre ecología remiten a esta dimensión
ción se ubica en lo que algunos autores soteriológica, de sanación radical de
han denominado “pan-en-teísmo”. Sin nuestras relaciones, y a la centralidad
necesidad de profundizar en el com- que el contacto directo con la naturale-
plejo debate teológico en torno a este za juega en este proceso.
concepto, basta concluir que –junto a El movimiento medioambiental,
la dimensión profética, ascética, pe- desde sus orígenes hasta nuestros días,
nitencial y apocalíptica y en estrecha también ha hecho hincapié en la impor-
conexión con todas ellas– la visión sa- tancia del contacto directo con la natu-
cramental del mundo supone una puer- raleza. Los paisajes “salvajes”, o poco
ta de entrada privilegiada a la cuestión transformados, se percibieron de forma
ecológica. creciente como espacios restauradores
15
y sanadores, como nuevos lugares de Necesitamos despertarnos y darnos
peregrinación donde la estresada pobla- cuenta de que la Tierra es nuestra ma-
ción urbana pudiese encontrar descanso dre, así como nuestro hogar, y en este
y restablecer su salud física y su equili- caso el cordón umbilical que nos une
brio psicológico. La creación de diver- a ella no puede ser cortado. Cuando la
sas figuras jurídicas de protección de Tierra se enferma, nosotros nos enfer-
estos espacios y, en especial, la declara- mamos, porque somos parte de ella.49
ción de los primeros Parques Naciona-
les al inicio del siglo xx (en contraposi- La declaración budista señala vela-
ción al resto del territorio, humanizado damente que el énfasis exclusivo en el
y transformado), muestra la función bienestar humano esconde presupues-
terapéutica que la nueva sensibilidad tos elitistas, dualistas y maniqueos.
ecologista otorga a la naturaleza.45 Son presupuestos que la crítica religio-
Durante este largo proceso históri- sa está llamada a desvelar. De hecho,
co, la relación humana con el mundo la corrección más importante que las
natural se expresó de forma creciente religiones hacen a algunas corrientes
en clave estética y terapéutica,46 despo- del ecologismo contemporáneo se cen-
jándose del lenguaje religioso y omi- tra en la denuncia de una visión inma-
tiendo el carácter ambivalente que la nente, individualista (y elitista) de la
naturaleza había tenido desde la anti- naturaleza.
güedad: como espacio de purificación En efecto, varios líderes espiritua-
espiritual y encuentro con la trascen- les han subrayado, por un lado, que la
dencia, pero también como lugar de- sanación de nuestras relaciones inclu-
moníaco y amenazador.47 ye una dimensión trascendente –con
Sin embargo, a pesar de la deriva Dios, en el caso de las religiones teís-
“terapéutica” y el uso creciente de un tas– y han denunciado, al mismo tiem-
lenguaje secular, la creencia en el po- po, que ciertas distinciones –entre
der redentor de la naturaleza permeó el naturaleza y cultura, entre espacios na-
discurso y la praxis ecologista desde turales y espacios humanizados, entre
sus orígenes. Como advierte Evan Be- sagrado y profano– introducen falsas
rry, bajo la defensa del «estatus moral dicotomías, escondiendo históricas
positivo del mundo natural» o la «ca- injusticias sociales. Respecto a esta
pacidad para desarrollar rituales sote- segunda cuestión, Michael Northcott,
riológicos enraizados en prácticas físi- al analizar la emergencia de la moder-
cas mundanas» como el excursionismo na conciencia ambiental, observa que
y el recreo, se percibe el influjo de la «incluso los románticos protestaron
tradición bíblica.48 Ahora bien, junto principalmente por los efectos ecoló-
a las religiones monoteístas, también gicamente destructivos del desarrollo
otras tradiciones religiosas, como la industrial en las zonas rurales, más que
budista, insisten en la importancia de por las vidas tóxicas y cortas que se
superar el planteamiento meramente imponen a los pobres en las ciudades
terapéutico y concebir la salud de la industriales».50
naturaleza y del ser humano de forma Por último, hay un tercer aspec-
conjunta: to en relación con la dimensión sote-
16
riológica que resulta especialmente co” que permite esbozar los elementos
importante para las tradiciones reli- de una “mística ecológica” de inspira-
giosas: su carácter comunitario. Este ción cristiana. Concediendo un lugar
es un elemento relevante en el debate preeminente a la tradición franciscana
medioambiental contemporáneo. Lo y benedictina, propone –como mode-
señala Francisco al reflexionar sobre los inspiradores de una vida reconcilia-
la “ecología urbana”, cuando afirma da con Dios, con la humanidad y con la
que la «experiencia de salvación co- creación– a san Francisco de Asís, San
munitaria es lo que suele provocar Buenaventura, San Benito de Nursia,
reacciones creativas para mejorar un Santa Teresa de Lisieux, san Juan de
edificio o un barrio» (LS 149). Frente a la Cruz y al beato Carlos de Foucauld.
los planteamientos individualistas, las Sin embargo, el poverello ocupa
religiones señalan que la salvación es entre todos ellos un lugar central como
una tarea colectiva que conduce a una modelo de una mística ecológica:
visión relacional de la sociedad, en la «[Francisco] era un místico y un pere-
que el creyente vive como miembro de grino que vivía con simplicidad y en
una «sublime fraternidad con todo lo una maravillosa armonía con Dios, con
creado» (LS 221). Dicho de otro modo, los otros, con la naturaleza y consigo
solo nos salvaremos si nos salvamos mismo» (LS 10). El término se utiliza
juntos, y solo salvaremos a la creación también en referencia a san Juan de la
de su destrucción si la salvamos juntos. Cruz, insistiendo en que «el místico ex-
perimenta la íntima conexión que hay
entre Dios y todos los seres» (LS 234).
Dimensión mística Si nos fijamos en otras tradicio-
nes religiosas, en la biografía de los
El universo se desarrolla en Dios, que lo grandes fundadores religiosos también
llena todo. Entonces hay mística en una descubrimos experiencias místicas de
hoja, en un camino, en el rocío, en el encuentro con lo sagrado o con la di-
rostro del pobre. El ideal no es solo pa- vinidad en medio de la naturaleza. A
sar de lo exterior a lo interior para des- Moisés le son entregadas las tablas de
cubrir la acción de Dios en el alma, sino la ley en lo alto del Sinaí, junto a la
también llegar a encontrarlo en todas las zarza ardiente; la iluminación del Buda
cosas. (LS 233) acontece en un lugar retirado, bajo un
ficus; el arcángel Gabriel dicta el Co-
No resulta nada sencillo definir qué es rán a Mahoma en la soledad de una
la “mística”. Resulta más fácil acercar- cueva.
se a los escritos y a la vida de los mís- En la mayoría de los casos, la ex-
ticos para esbozar los rasgos de un tipo periencia mística conduce a percibir
de experiencia espiritual que no debe- la interconexión y la armonía entre el
ría ser patrimonio exclusivo de unos Creador y la creación –su carácter fas-
pocos privilegiados, sino una posibili- cinante– así como su dimensión sobre-
dad real para toda persona. Esa parece cogedora y amenazante –su carácter
ser también la estrategia de Francisco tremendo–, poniendo de manifiesto el
al confeccionar un “santoral ecológi- carácter limitado de nuestra existencia
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y la necesidad de aceptar un código éti- sa y res cogitans– han dificultado la
co (la Torá, el mandamiento del amor emergencia de visiones holísticas de
o el Corán) o un proceso de transfor- la realidad, así como el diálogo entre
mación personal (el camino óctuple ciencia y religión. Ante las múltiples
budista). escisiones culturales, la tradición mo-
Estas intuiciones –la conciencia de nástica resulta de gran actualidad, al
interdependencia y finitud, el descubri- ofrecer una propuesta que armoniza
miento de una moral heterónoma o la vida activa y contemplación, estudio y
invitación a emprender un camino de oración, inmanencia y trascendencia.
transformación espiritual– resultan vi- En este sentido, una figura como San
tales en una cultura globalizada y pro- Benito de Nursia nos puede enseñar a:
meteica marcada por el desprecio de
lo frágil, la exaltación de la autonomía Buscar la maduración y la santificación
individual, el sobreconsumo compulsi- en la compenetración entre el recogi-
vo y la degradación de la naturaleza. miento y el trabajo. Esa manera de vivir
La experiencia mística, en resumen, es el trabajo nos vuelve más cuidadosos y
una puerta de acceso a la transforma- respetuosos del ambiente, impregna de
ción ética. sana sobriedad nuestra relación con el
Un rasgo común a la experiencia mundo. (LS 126)
mística es la conciencia de interrela-
ción e interdependencia. La ciencia El monje vietnamita Thich Nhat
ecológica formuló desde sus orígenes Hanh se ha referido también a la nece-
el principio de interconexión como sidad de vivir de modo más consciente,
uno de sus pilares fundamentales. El compasivo y comprometido. Poniendo
Informe Meadows (1972) planteó la en diálogo la espiritualidad monásti-
existencia de unos límites biofísicos ca budista con las urgentes cuestiones
del planeta dentro de los cuales debe- socioambientales contemporáneas, su-
ríamos diseñar la actividad económica. giere una serie de «prácticas para una
Posteriormente, la comunidad cientí- vida consciente» que podrían ayudar a
fica ha descrito y cuantificado los “lí- vivir de modo más equilibrado y respe-
mites planetarios” que no deberíamos tuoso con la naturaleza.51
transgredir, así como su estrecha inte- Los líderes religiosos de nuestra
rrelación. época nos están invitando a tomar con-
Asimilar las conclusiones y las ciencia de las consecuencias de nues-
llamadas a la acción de la comunidad tras decisiones –es decir, de la profun-
científica requerirá sin duda de una da interrelación entre nuestros hábitos
alfabetización ecológica, pero tam- cotidianos y sus efectos diferidos en
bién de una espiritualidad profunda, el tiempo y en el espacio– mediante la
capaz de integrar y sostener el com- práctica de pequeños ejercicios espiri-
promiso sociopolítico. Los dualismos tuales. El constante ejercitarse puede
introducidos en nuestra cultura duran- conducir a un tipo particular de ilu-
te la modernidad –entre espiritualidad minación: la lucidez para aceptar que
y trabajo, estudio y acción, ciencia y vivimos en un mundo con recursos
religión, secular y religioso, res exten- finitos donde nuestras pulsiones narci-
18
sistas de consumo, prestigio y acumu- buscan empoderar al consumidor,
lación entran en colisión con un mundo educar al ciudadano y transformar el
finito y con las necesidades de nuestros orden político mediante el voto indivi-
hermanos y hermanas más pobres. dual, las tradiciones religiosas insisten
La tradición mística, en definitiva, en que no podemos minusvalorar la
no es una reliquia histórica objeto de acción comunitaria a la hora de arti-
investigaciones especializadas ni una cular respuestas operativas a los retos
fuente de inspiración para los más de- que enfrentamos. Las razones que lle-
votos; es también un repositorio de in- van a subrayar, e incluso priorizar, la
tuiciones culturales para afrontar algu- comunidad como unidad de análisis y
nos de los retos planteados por la crisis de transformación social son de varios
contemporánea de la sostenibilidad, tipos.
que no puede permitirse prescindir de La primera es de orden práctico: el
ninguna forma de sabiduría. Como se- individuo moderno queda desbordado
ñala Francisco: por la complejidad y el número de de-
cisiones que debe tomar y, por muy in-
No será posible comprometerse en co- formado que esté y por muy bieninten-
sas grandes solo con doctrinas sin una cionado que sea, necesita apoyarse y
mística que nos anime, sin «unos mó- sostener su compromiso en redes más
viles interiores que impulsan, motivan, grandes: «No basta que cada uno sea
alientan y dan sentido a la acción per- mejor para resolver una situación tan
sonal y comunitaria». (LS 216) compleja como la que afronta el mun-
do actual» (LS 219).
La experiencia mística, por muy La segunda es espiritual: la con-
personal que parezca, se inspira, apoya vicción de conformar –junto al resto
y nutre en grupo. La comunidad reli- de formas de vida– una comunidad:
giosa es la matriz donde se configura la «Creados por el mismo Padre, todos
fe del creyente y el ámbito en el que se los seres del universo estamos unidos
articulan respuestas transformadoras. por lazos invisibles y conformamos
A la dimensión comunitaria de la ex- una especie de familia universal, una
periencia espiritual prestamos atención sublime comunión» (LS 89).52 Para
a continuación. los líderes islámicos: «Dios –a quien
conocemos como Alá– ha creado el
universo en toda su diversidad, rique-
Dimensión comunitaria za y vitalidad: las estrellas, el sol y la
luna, la tierra y todas sus comunidades
A problemas sociales se responde con de seres vivos».53 La experiencia de
redes comunitarias, no con la mera comunión e interdependencia, «esa su-
suma de bienes individuales. (LS 219) blime fraternidad con todo lo creado»
(LS 221), configura el modo de ver el
La centralidad otorgada a la dimensión mundo del creyente.
comunitaria es otra de las contribucio- En tercer lugar, saberse y sentirse
nes confesionales al debate y la acción parte (y no “a-parte”) de una red de re-
ecológica. Frente a las propuestas que laciones –que van más allá del ámbito
19
local, el tiempo presente y la especie todos y para todos» (LS 23), está seña-
humana– requiere de un esfuerzo peda- lando que no podemos limitarnos a un
gógico para poder anclar en esta expe- análisis meramente físico o económico
riencia fundante un ethos de la respon- de esa realidad denominada “clima”.
sabilidad. Aunque la ciencia ecológica Precisamos ampliar nuestra compren-
y la biología evolutiva nos han mostra- sión tradicional de bien común –defi-
do sobradamente que somos «interde- nido como «el conjunto de condiciones
pendientes y ecodependientes»,54 ese de la vida social que hacen posible a
conocimiento no se traduce siempre las asociaciones y a cada uno de sus
en un cambio de conciencia ni en una miembros el logro más pleno y más fá-
transformación ética. Necesitamos in- cil de la propia perfección» (LS 156)–
teriorizar qué implica ser parte de una para incluir a toda la naturaleza como
compleja red de interdependencias. condición de posibilidad de cualquier
Aquí es donde la experiencia religiosa otro bien, como bien común primor-
puede ayudar, porque sentirse parte de dial o «bien común cósmico».56
una «fraternidad universal» (LS 228) Sin necesidad de entrar en los por-
es una actitud espiritual que se puede menores de un debate –el del bien
cultivar: común– que se remonta a la filosofía
griega, conviene concluir que la viven-
Una ecología integral implica dedicar cia comunitaria de la fe no es solo un
algo de tiempo para recuperar la serena elemento estructural de la experiencia
armonía con la creación, para reflexio- religiosa, adquiere también una gran
nar acerca de nuestro estilo de vida y relevancia en relación con la promo-
nuestros ideales, para contemplar al ción del bien común y la búsqueda de
Creador, que vive entre nosotros y en la sostenibilidad.
lo que nos rodea, cuya presencia no
debe ser fabricada sino descubierta.
(LS 225) Dimensión sapiencial
24
4 CONCLUSIÓN
26
NOTAS
1. Cf. Steffen, William et al. (2015). «Planetary 12. Cf. Tatay, Jaime; Devitt, Catherine (2017).
Boundaries: Guiding Human Development on «Sustainability and Interreligious Dialogue»,
a Changing Planet», Science 347, págs. 736- Islamochristiana, 43, págs. 123-139.
747; Rockström, Johan et al. (2009). «Plane- 13. Cf. Martínez de Anguita, Pablo (2012).
tary Boundaries: Exploring the Safe Operating Environmental Solidarity. How Religions can
Space for Humanity», Ecology and Society Sustain Sustainability, Routledge, Nueva York.
14/2, pág. 32. 14. Cf. Tucker, Mary E. (2003). Worldly Wonder:
2. Cf. Rasmussen, Larry (2013). Earth-Honoring Religions Enter Their Ecological Phase, Chi-
Faith. Religious Ethics in a New Key. Oxford cago: Open Court.
University Press, Nueva York. 15. Álvarez Cantalapiedra, Santiago (2018).
3. Algunas de estas dimensiones han sido des- Religiones proféticas y crisis ecosocial. Apun-
critas en Tatay, Jaime (2016). «Experiencia tes a propósito de Laudato si’, Madrid: Fu-
religiosa y Laudato si’», Corintios XIII 159, hem, pág. 22.
págs. 48-65. 16. Para un trabajo que subraya la relevancia de
4. Cf. White, Lynn (1967). «The Historical la tradición profética para abordar la moderna
Roots of our Ecological Crisis», Science cuestión ambiental, véase: Marlow, Hillary
155/3767, págs. 1203-1207. (2009). Biblical Prophets: Contemporary En-
5. Cf. Deneulin, Séverine; Rakodi, Carole vironmental Ethics, Nueva York: Oxford Uni-
(2011). «Revisiting Religion: Development versity Press.
Studies Thirty Years On», World Development 17. El término «antropoceno» se utilizó por pri-
39/1, págs. 45-54. mera vez en Crutzen, Paul J. (2002). «Geolo-
6. Cf. Wilson, Edward O. (2006). The Creation: gy of Mankind», Nature, 415, pág. 23.
An Appeal to Save Life on Earth, Norton, Nue- 18. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis (29 de
va York. octubre de 2015).
7. Parte de esta distorsión se debe a la introduc- 19. Como señala lúcidamente el sociólogo de la
ción de falsas dicotomías como sociedad- Sorbona Razmig Keucheyan, «las desigual-
cultura, mente-cuerpo, capital natural-capital dades ambientales constituyen un dato estruc-
humano. turante de las relaciones de fuerza políticas
8. Cf. Callicott, Baird J. (1994). Earths’s In- en la época moderna. Ellas implican que las
sights: A Multicultural Survey of Ecological consecuencias nefastas del desarrollo capita-
Ethics from the Mediterranean Basin to the lista no son padecidas de la misma manera, en
Australian Outback, University of California el mismo grado, por todos los sectores de la
Press, Berkeley. población»: Keucheyan, Razmig (2016). La
9. Cf. Wolf, Aaron T. (2017). The Spirit of naturaleza es un campo de batalla. Ensayo de
Dialogue: Lessons from Faith Traditions in ecología política, Madrid: Clave intelectual,
Transforming Conflict, Island Press, Washing- pág. 74.
ton D. C. 20. Algo similar ha sucedido, por ejemplo, con
10. Assadourian, Erik (2013). «Building an En- la menos conocida Declaración Islámica so-
during Environmental Movement». En: WWI, bre Cambio Climático, apoyada por algunos
State of the World 2013, Worldwatch Institute, líderes musulmanes y rechazada por otros
Washington D. C., pág. 297. (provenientes, en su gran mayoría, de países
11. Cf. Gardner, Gary (2006). Inspiring Pro- exportadores de hidrocarburos): Cf. Howard,
gress: Religions Contributions to Sustainable Damian (2015). «Una dichiarazione islamica
Development, Worldwatch Institute, Washing- sul cambiamento climatico». La Civiltà Catto-
ton D. C., págs. 41-53. lica, 3967, págs. 44-53.
27
21. Para una argumentación filosófica de la sim- Riechmann, Jorge (2015). Autoconstrucción.
plicidad voluntaria, véase: Read, Rupert; La transformación cultural que necesitamos.
Alexander, Samuel; Garrett, Jacob (2018). Madrid: Catarata, págs. 207-238.
«Voluntary Simplicity Strongly Backed by All 32. Así parece indicarlo Francisco cuando recuer-
Three Main Normative-Ethical Traditions», da: «Pasadas siete semanas de años, es decir,
Ethical Perspectives 25/1, págs. 87-116. cuarenta y nueve años, se celebraba el Jubileo,
22. Para una relectura de la solidaridad en cla- año de perdón universal y “de liberación para
ve ecológica, véase: Martínez de Anguita, todos los habitantes” (Lv 25,10). El desarrollo
Pablo (2012). Environmental Solidarity. How de esta legislación trató de asegurar el equili-
Religions can Sustain Sustainability, Nueva brio y la equidad en las relaciones del ser hu-
York: Routledge. mano con los demás y con la tierra donde vivía
23. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on y trabajaba» (LS 71).
Climate Change (23 de noviembre de 2015). 33. Películas como The Road (2009) o The Book
24. En este sentido, como ha señalado lúcidamen- of Eli (2010) son buenas muestras del género.
te Michael Sandel, resulta urgente reconocer Este es también uno de los hilos argumentati-
que el mercado no es moralmente neutro y que vos de películas tan taquilleras como Avatar
hay cosas que el dinero no puede ni debe com- (2009) o The Lord of the Rings (2001-2003).
prar: Cf. Sandel, Michael (2012). What Mo- El carácter “revelador”, apocalíptico, de la cri-
ney Can’t Buy. The Moral Limits of Markets. sis medioambiental ha sido puesto de relieve
Nueva York: Farrar, Straus and Giroux. por Godin, Christian (2012). La haine de la
25. Para esta cuestión: Cf. Scheid, David P. nature. Ceyzérieu: Champ Vallon.
(2016). The Cosmic Common Good: Reli- 34. Cf. Schellengerger, Michael; Nordhaus,
gious Grounds for Ecological Ethics, Oxford: Ted (2011). Love Your Monsters: Postenviron-
Oxford University Press. mentalism and the Anthropocene. Oakland:
26. Bartolomé I, Discurso en Santa Bárbara, Breakthrough Institute.
California (8 de noviembre de 1997). Ver tam- 35. Cf. Jonas, Hans (1995). El Principio de Res-
bién: Habel, Norman (1996). «The Crucified ponsabilidad: ensayo de una ética para la
Land: Towards Our Reconciliation with the civilización tecnológica. Barcelona: Herder.
Earth», Colloquium 28/2, págs. 3-18; Theo- 36. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis,
kritoff, Elizabeth (2017), «Green Patriarch, Op. Cit.
Green Patristics: Reclaiming the Deep Eco- 37. Moon, Jonathan (2015). «Climate Change
logy of Christian Tradition», Religions, 8(7), and the Apocalyptic Imagination: Science,
pág. 116. Faith and Ecological responsibility», Zygon,
27. Islamic Declaration on Global Climate Chan- 50/4, pág. 938.
ge (18 de agosto de 2015). 38. Ibid., pág. 944.
28. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on 39. Nicholsen, S. Weber (2001). The Love of Na-
Climate Change, Op. Cit. ture and the End of the World. The Unspoken
29. Cf. Fredericks, Sarah E. (2014). «Onli- Dimensions of Environmental Concern, Cam-
ne Confessions of Eco-Guilt», JSRNC, 8/1, bridge: MIT Press.
págs. 64-84. 40. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on
30. Christie, Douglas E. (2013). The Blue Climate Change, Op. Cit.
Sapphire of the Mind. Notes for a Contempla- 41. Interfaith Climate Change Statement to World
tive Ecology, Nueva York: Oxford University Leaders, Nueva York (18 de abril de 2016).
Press, págs. 93 y 98. 42. Para un desarrollo teológico del potencial
31. Para esta cuestión resulta valioso el artículo sacramental del cristianismo para abordar la
de Ormerod, Neil; Vanin, Cristina (2016). crisis ecológica, véase: Hart, John (2006).
«Ecological Conversion: What Does it Sacramental Commons. Christian Ecological
Mean?», Theological Studies, 77/2, págs. 328- Ethics, Oxford: Rowman & Littlefield.
352. También Jorge Riechmann ha recurrido al 43. En el caso del cristianismo, la visión sacra-
término “conversión” para referirse al proce- mental fundamenta la fraternidad cósmica y
so de transformación que precisamos: Véase la ética del cuidado que permea la propuesta
28
espiritual de Laudato si’, resonando con otras Institutions for Collective Action, Cambridge:
tradiciones espirituales. Véase para esta cues- Cambridge University Press.
tión, por ejemplo: Chryssavgis, John (1997). 56. Así se ha formulado recientemente en Scheid,
«The World as Sacrament: Insights into an Or- David P. (2016). The Cosmic Common Good:
thodox Worldview», Pacifica, 10, págs. 1-24. Religious Grounds for Ecological Ethics,
44. Christie, The Blue Sapphire of the Mind, Nueva York: Oxford University Press. Scheid
Op. Cit., pág. 325. sostiene que una relectura “ecológica”, actua-
45. En este sentido, véase: Clinebell, Howard lizada, del bien común es una de las principa-
(1996). Ecotherapy: Healing Ourselves, Hea- les contribuciones de la tradición católica a la
ling the Earth, Minneapolis: Fortress Press. ética ecológica contemporánea.
46. Resulta oportuno hacer referencia en este pun- 57. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis,
to a la reflexión de Charles Taylor sobre “el Op. Cit.
triunfo de lo terapéutico” en la posmodernidad 58. Cf. Swimme, Brian T.; Tucker, Mary E.
y su ruptura respecto de los registros espiritua- (2011). Journey of the Universe, New Haven:
les y morales previos: Taylor, Charles (2007). Yale University Press.
A Secular Age. Cambridge: Harvard Universi- 59. Así lo ha constatado Aaron Wolf en su larga
ty Press, págs. 618-623. experiencia como mediador en conflictos de
47. Adler, Judith (2006). «Cultivating Wilder- gestión de los recursos naturales: Cf. Wolf,
ness: Environmentalism and Legacies of The Spirit of Dialogue, Op. Cit.
Early Christian Ascetism», Society for the 60. Cf. Funk, Cary; Alper, Beck A. (2015).
Comparative Study of Society and History, «Religion and Views on Climate and Energy
págs. 4-37. Issues». Disponible en: http://www.pewinter.
48. Berry, Evan (2014). Devoted to Nature: The net.org/2015/10/22/religion-and-views-on-
Religious Roots of American Environmenta- climate-and-energy-issues/ [Última consulta:
lism. University of California Press, Berkeley, 18/11/2018].
pág. 28. 61. Christie, The Blue Sapphire of the Mind.
49. The Time to Act is Now: A Buddhist Declara- Op. Cit., pág. 315.
tion on Climate Change (14 de mayo de 2015). 62. Un buen reflejo de la centralidad de la dimen-
50. Northcott, Michael (2015). Place, Ecology sión escatológica para las religiones es el tí-
and the Sacred: The Moral Geography of Sus- tulo del documento de carácter interreligioso
tainable Communities. Londres: Bloomsbury, «Alliance of Religions and Conservation –Uni-
pág. 139. ted Nations Development Program (2015)».
51. Cf. Nhat Hanh, Thich (2009). The World Faith in the Future, Bath: ARC-UNDP.
We Have: A Buddhist Approach to Peace and 63. Bhumi Devi Ki Jai!, Op. Cit.
Ecology, Berkeley: Parallax Press. Veáse tam- 64. Jenkins, Willis (2013). The Future of Ethics:
bién: The Time to Act is Now, Op. Cit. Sustainability, Social Justice, and Religious
52. Este punto es desarrollado por Edwards, Creativity, Washington D. C.: Georgetown
Dennis (2016). «“Sublime Communion”: The University Press, págs. 47-48.
Theology of the Natural World in Laudato 65. Tucker, M. E. (1996). «The Role of Religions
Si’», Theological Studies, 77, págs. 377-391. in Forming an Environmental Ethics». En:
53. Islamic Declaration, Op. Cit. Hessel D. T. (ed.), Theology for Earth Com-
54. Cf. Riechmann, Jorge (2012). Interdependien- munity: A Field Guide, Nueva York: Orbis
tes y ecodependientes. Ensayos desde la ética Books, págs. 143-152.
ecológica (y hacia ella), Barcelona: Proteus. 66. Tucker, Worldly Wonder, Op. Cit., págs. 36-54.
55. Cf. Hollenbach, David (2002). The Com- 67. Gottlieb, Roger S. (2006). «Introduction.
mon Good and Christian Ethics, Cambridge: Religion and Ecology –What is the Connec-
Cambridge University Press. Ver también en tion and Why Does It Matter». En: Id. (ed.),
este sentido el importante trabajo de la Premio The Oxford Handbook of Religion and Eco-
Nobel de economía: Ostrom, Elinor (1990). logy, Nueva York: Oxford University Press,
Goberning the Commons. The Evolution of pág. 18.
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PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
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tudios creado en 1981, promovido por la Compañía de Jesús de Cataluña.
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