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CREER

CREER
EN LA
EN LA SOSTENIBILIDAD
SOSTENIBILIDAD
Las religiones
Las religiones ante
ante el
el reto
reto
medioambiental
medioambiental

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212 JaimeTatay
Jaime Tatay
CREER EN LA SOSTENIBILIDAD
LAS RELIGIONES ANTE EL RETO MEDIOAMBIENTAL
Jaime Tatay

1  Las religiones ante el reto de la sostenibilidad  ...............................  3


2  La relevancia del actor religioso en el debate
de la sostenibilidad  ...............................................................................  5
3  Claves interreligiosas para cuidar la casa común
Profética  .......................................................................................................  7
Ascética  ........................................................................................................  9
Penitencial  ....................................................................................................  10
Apocalíptica  .................................................................................................  12
Sacramental  ..................................................................................................  13
Soteriológica  ................................................................................................  15
Mística  .........................................................................................................  17
Comunitaria  .................................................................................................  19
Sapiencial  .....................................................................................................  20
Escatológica  .................................................................................................  22
4  Conclusión  .......................................................................................................  25
Notas  ..........................................................................................................................  27
Preguntas para la reflexión  ............................................................................  30
Jaime Tatay. Jesuita. Ingeniero de Montes (ETSIM-Universitat de Lleida); licenciado en Teología
por el Boston College y doctor en Teología por la Universidad Pontificia Comillas, donde es ac-
tualmente profesor. Es también director de la revista Razón y Fe.

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Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Enero 2019

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1  LAS RELIGIONES ANTE EL RETO
DE LA SOSTENIBILIDAD

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos el año


2015 en la Agenda 2030 son el resultado de un largo proceso de de-
liberación y reflejan un amplio consenso internacional respecto de los
grandes retos –económicos, sociales y ambientales– que enfrenta la
humanidad en el siglo  xxi. Para poder alcanzar los 17 ODS identifi-
cados, se han definido multitud de indicadores específicos, diversas
herramientas de implementación y varios mecanismos de financiación.

Resulta evidente que científicos, eco- tífica– son razones más que suficientes
nomistas, ingenieros, políticos, soció- para movilizar a los principales actores
logos y hasta militares tienen sobrados que conforman la sociedad.1
motivos para interesarse por los ODS. Cuestiones vitales para el futuro de
La contaminación, la disrupción de nuestra civilización y en apariencia
los patrones climáticos, la destrucción tan dispares como la disponibilidad de
de la capa de ozono, la degradación del agua, la protección frente a las radiacio-
suelo, la erosión, la acidificación de los nes ultravioletas, la seguridad alimen-
océanos, la pérdida de la biodiversidad, taria, la propagación de enfermedades,
el agotamiento de los recursos renova- la productividad agrícola, la salud pú-
bles y no renovables o el desequilibrio blica, el riesgo financiero, la estabilidad
de los ciclos del nitrógeno y el fósforo política, la seguridad nacional o los flu-
–por nombrar solo algunos de los prin- jos migratorios están –directa o indirec-
cipales problemas y “límites planeta- tamente– relacionadas y son el objeto
rios” señalados por la comunidad cien- de estudio de los múltiples análisis es-
3
pecializados e interdisciplinares que preguntarnos: ¿Qué motiva su interés
han conducido a formular los ODS. por dicha cuestión? ¿Qué legitima su
No obstante, entre los interlocu- intervención? Y, sobre todo, ¿en qué
tores que convoca la Agenda 2030, consiste su potencial contribución?
llama la atención que no aparezcan En esta reflexión proponemos diez
actores globales tan influyentes como motivos que justifican la implicación
las grandes tradiciones religiosas. Para confesional. Son motivos que ofrecen
unos, este silencio es lógico, ya que las tanto claves de lectura de las declaracio-
religiones no deberían involucrarse en nes religiosas de los últimos años como
un debate técnico, ajeno a cuestiones estrategias para la transformación per-
de fe. Para otros, sin embargo, la ex- sonal, institucional y social. Todos ellos
clusión de la religión en los debates coinciden además con dimensiones es-
sobre el desarrollo y la sostenibilidad tructurales de la experiencia espiritual o,
resulta injustificada no solo por las como ha afirmado Larry Rasmussen, con
graves implicaciones morales de estas “tradiciones profundas” compartidas por
cuestiones, sino también porque, en las diversas confesiones religiosas.2 Se
un mundo donde la inmensa mayoría trata de la dimensión profética, ascética,
de la población encuentra su visión de penitencial, apocalíptica, sacramental,
la realidad, su fuente de sentido y su soteriológica, mística, sapiencial, comu-
guía ética en una tradición espiritual, nitaria y escatológica que atraviesa la
resulta evidente que el actor confesio- experiencia espiritual de la humanidad.
nal no puede quedar al margen. Ahora La articulación de estos diez elementos
bien, para justificar la entrada de las permite esbozar los contornos de un
religiones en el foro interdisciplinar ethos medioambiental de cuño interre-
de la sostenibilidad, primero debemos ligioso.3

4
2  LA RELEVANCIA DEL ACTOR RELIGIOSO
EN EL DEBATE DE LA SOSTENIBILIDAD

Antes de plantear las contribuciones específicamente religiosas, con-


viene dar un paso atrás y recordar los argumentos que se han esgri-
mido a favor de la implicación confesional en el debate de la sosteni-
bilidad. A pesar de la crítica formulada en 1967 por el historiador Lynn
White Jr. contra las religiones bíblicas por haber legitimado teológica-
mente el dominio humano de la tierra, acelerando su degradación,4
otros muchos autores sostienen que el potencial de las tradiciones
espirituales de la humanidad para restablecer una relación respetuosa
con la naturaleza es significativo.

Séverin Deneulin y Carole Rakodi ligadas de forma compleja, sino que


han mostrado recientemente que en las religiones son actores globales con
los estudios del desarrollo –un ámbito una fuerte implantación local. De he-
académico tradicionalmente secular y cho, las organizaciones religiosas son
especialmente reacio al diálogo con el algunas de las organizaciones sociales
actor confesional– en las últimas déca- más importantes en muchas socieda-
das se ha constatado un creciente in- des, habiendo mantenido –o incluso
terés por el papel que desempeñan las aumentando– su influjo.5
religiones y las organizaciones de ins- El conocido biólogo de Harvard,
piración religiosa. La necesidad de re- Edward O. Wilson, ha reconocido tam-
visar los presupuestos en que se basan bién la importancia del diálogo entre
los estudios sobre desarrollo refleja no las dos fuerzas globales más influyen-
solo que la política y la religión están tes –la tecnociencia y la religión–, pro-
5
poniendo una alianza entre ellas para épocas y geografías radicalmente dis-
“salvar la vida” y frenar la acelerada tintas».10
extinción biológica de nuestro tiem- En definitiva, como sostiene el ve-
po.6 Pero hay voces que van más allá, terano investigador del Worldwatch
afirmando que el discurso del progre- Institute Gary Gardner, las religiones
so científico-técnico está agotado y no representan un recurso imprescindi-
tiene ya la capacidad para cambiar la ble para alcanzar la sostenibilidad por
dirección de nuestra civilización; son cinco razones: ofrecen sentido y orien-
ahora las grandes tradiciones religiosas tación, tienen la capacidad de inspirar
quienes pueden ofrecer una alternativa proyectos con autoridad moral, poseen
al planteamiento racionalista y utilita- un elevado número de seguidores, son
rista que ha distorsionado la relación dueñas de una cantidad significativa
entre el ser humano y la naturaleza.7 de propiedades y recursos financieros,
Al fin y al cabo, las religiones com- construyen y fortalecen el «capital so-
parten una narrativa de la responsabili- cial».11
dad hacia la tierra que en nuestra época Un ejemplo reciente del influjo cul-
es preciso redescubrir urgentemente.8 tural y político, así como del capital
Y lo que es quizás más valioso: las social y moral de las instituciones re-
religiones han desarrollado metodo- ligiosas, fue la convergencia narrativa
logías y herramientas para resolver de las diversas declaraciones confesio-
conflictos ambientales que la ciencia nales sobre cambio climático y la labor
y la política convencional tienen di- del lobby (inter)religioso que tuvo lu-
ficultades para llevar a cabo.9 Incluso gar en los meses previos a la firma del
el carácter proselitista o “misional” de Acuerdo de París y a la aprobación de
algunas religiones resulta aleccionador la Agenda 2030.12
para poder desarrollar estrategias para Con todo, la contribución religiosa
poner en funcionamiento los ODS ca- va más allá de los argumentos socioló-
paces de involucrar al mayor número gicos, económicos y políticos esgrimi-
posible de actores sociales: «para que dos por estos autores, quienes deman-
el movimiento medioambiental tenga dan investigar en mayor profundidad
éxito –afirma Erik Assadourian–, ten- cuáles son las raíces –éticas, teológicas
drá que aprender de algo que a menudo y espirituales– que la fundamentan.
ignora o incluso mantiene a distancia Las religiones no solo pueden ayudar
–la religión, y especialmente las re- a clarificar el sentido del desarrollo
ligiones misioneras, que se han mos- sostenible, haciendo una contribución
trado increíblemente exitosas para inteligible y operativa, sino que inclu-
ayudar a interpretar el mundo durante so –lo que es mucho más importante–
milenios, navegando de forma efectiva pueden “sostener la sostenibilidad”.13

6
3  CLAVES INTERRELIGIOSAS PARA CUIDAR
LA CASA COMÚN

«Un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo


social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el am-
biente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los
pobres» (Laudato Si’ 49).

Dimensión profética comunes y desmitifiquen los ídolos


de opresión y muerte es algo que una
La denuncia de la injusticia social que sociedad profundamente secularizada
generan los procesos de degradación (esto es, tolerante y plural), como la
de la naturaleza ha sido la puerta de nuestra, no puede permitirse el lujo de
entrada al debate ecológico contem- desaprovechar.15
poráneo para las grandes tradiciones
religiosas y una de sus contribuciones En el caso de las religiones bíblicas,
más relevantes.14 Como ha señalado la denuncia de las injusticias sociales
Santiago Álvarez Cantalapiedra: ligadas a la degradación ambiental
resuena fuertemente con la tradición
El potencial de las religiones en la cons- profética.16 Si los profetas de Israel
trucción de visiones contrahegemóni- mostraron la mentira y la iniquidad de
cas de la dignidad humana que religuen las dinámicas que subyacen a las rela-
lo humano en la naturaleza, promuevan ciones sociales, económicas, políticas
la fraternidad entre una humanidad es- y religiosas de su época, hoy día esta
cindida, defiendan los recursos que son denuncia se extiende también a nuestra
7
relación con la naturaleza y –de forma del planeta» (LS 16). A esta misma
indirecta y diferida en el tiempo– a conclusión han llegado también los lí-
nuestra relación con las futuras gene- deres religiosos de la comunidad judía:
raciones, y con el prójimo lejano que «Instamos a quienes se han centrado en
está sufriendo ya (o sufrirá en el futu- la justicia social a que aborden la crisis
ro) las consecuencias del uso indiscri- climática, y a quienes se han centrado
minado de los recursos naturales. en la crisis climática a que aborden la
Tras la revolución tecnológica y la justicia social».18
acelerada globalización económica y A diferencia de quienes esquivan
cultural de las últimas décadas, el cír- cuestiones como la «deuda ecológica»
culo de consideración moral no puede (LS 51) de los países industrializados
restringirse ya al tiempo presente ni a o rebajan la importancia del sobrecon-
nuestra pequeña comunidad local. El sumo de las minorías más opulentas
limitado marco espaciotemporal de la como vector principal de la degrada-
ética ha quedado desbordado de forma ción ambiental, las declaraciones reli-
irreversible. La proliferación de armas giosas afirman que no se puede hablar
de destrucción masiva y el peligro de de ecología sin hablar de justicia social
un holocausto nuclear en la segunda (ni viceversa). Esta convicción, que no
mitad del siglo xx pusieron sobre la brota de un interés académico, sino del
mesa con toda su crudeza –como seña- acompañamiento pastoral de las comu-
ló lúcidamente Hans Jonas– la radical nidades marginales que sufren las peo-
novedad que la era tecnológica intro- res consecuencias de la degradación
ducía en la ética y la política conven- ambiental, es nuclear también para la
cionales. ecología política.19
A la necesaria revisión de los con- Las tradiciones religiosas propo-
ceptos de justicia, deber o respon- nen un ejercicio de “doble escucha”
sabilidad –que hoy deben incluir los –de la tierra y de los pobres, del mo-
efectos agregados (e inesperados) de mento presente y de la historia pasa-
las acciones que generan problemas da, del contexto local y de la dinámica
globales como la contaminación, el global, de los signos externos y de las
cambio climático o la pérdida de bio- pulsiones internas– que complementa
diversidad–, se añade una visión crí- los análisis meramente técnicos. Estos
tica del paradigma tecnocrático y del análisis resultan a menudo insuficien-
antropocentrismo desviado que nos ha tes para explicar la complejidad de
conducido al antropoceno, la era geo- una problemática que exige un acerca-
lógica en la que el ser humano se ha miento interdisciplinar para poder ser
convertido en la principal fuerza de abordada con precisión. Así lo expresa
transformación a escala planetaria.17 Francisco: «Es fundamental buscar so-
En la era del antropoceno, la de- luciones integrales que consideren las
nuncia de cuño profético resulta cru- interacciones de los sistemas naturales
cial porque pone de relieve, tal y como entre sí y con los sistemas sociales. No
se afirma de modo programático en el hay dos crisis separadas, una ambien-
prólogo de Laudato si’ (LS), «la íntima tal y otra social, sino una sola y com-
relación entre los pobres y la fragilidad pleja crisis socioambiental» (LS 139).
8
Si la tradición profética ha sido signos de una vida espiritual integrada.
siempre un revulsivo imprescindible Estas prácticas tradicionales adquieren
para el creyente y un incómodo aguijón gran relevancia a la luz de un planeta
para los poderes establecidos, en nues- sobreexplotado, con recursos finitos y
tro actual contexto cultural –marcado una creciente desigualdad socioeconó-
por la desigualdad económica, la injus- mica.
ticia social y la acelerada degradación En la lucha contra el consumis-
de los sistemas de soporte de la bios- mo compulsivo, el “descarte” y la
fera– resulta más necesaria que nunca. cultura del “usar y tirar” –uno de los
Una buena prueba de la relevancia de principales motores de degradación
la denuncia religiosa de cuño profético medioambiental en las sociedades in-
y de su capacidad para remover con- dustrializadas–, las tradiciones religio-
ciencias y poner el dedo en la llaga ha sas pueden y deben realizar una de sus
sido la sorpresa, la expectación –y, en contribuciones más valiosas llamando
no pocos casos, la incomodidad– gene- a la sobriedad y a la autocontención,
rada por la promulgación de LS y otras dado que esta es una cuestión que la
declaraciones religiosas análogas.20 comunidad científica, el mundo em-
presarial o la clase política difícilmen-
te plantean.
Dimensión ascética Francisco, junto a otros muchos lí-
deres religiosos, ha puesto el énfasis en
Es importante incorporar una vieja en- la cuestión del sobreconsumo. Citando
señanza, presente en diversas tradicio- a Benedicto XVI, afirma que «tenemos
nes religiosas, y también en la Biblia. un superdesarrollo derrochador y con-
Se trata de la convicción de que «me- sumista, que contrasta de modo inacep-
nos es más». La constante acumulación table con situaciones persistentes de
de posibilidades para consumir distrae miseria deshumanizadora» (LS 109).
el corazón e impide valorar cada cosa y La pulsión de acumulación de las so-
cada momento. (LS 222) ciedades más opulentas no solo resulta
escandalosa ante la pobreza persistente
Junto a la imprescindible contribución de una parte significativa de la huma-
profética, la experiencia espiritual de nidad. Es también el principal vector
la humanidad posee recursos enor- cultural de degradación ambiental.
memente valiosos que otros actores Frente a esta situación, las religio-
no son capaces de proponer o desa- nes articulan un discurso alternativo
rrollar. Se trata de las prácticas ascé- que resuena con una tradición multi-
ticas que articulan la praxis histórica secular que considera la simplicidad
de las grandes tradiciones religiosas y de vida, la solidaridad y la renuncia a
filosóficas;21 prácticas –como el ayu- los excesos como elementos estructu-
no, la abstinencia, la peregrinación o rales de la experiencia espiritual.22 La
la limosna– orientadas a purificar la tradición ascética –de raigambre mo-
relación con Dios y con el prójimo, y nástica, pero vehiculada a través de
en las que la austeridad, el despren- prácticas “laicales” como la Cuaresma
dimiento y la simplicidad de vida son o el Ramadán– posee un gran potencial
9
para catalizar transformaciones comu- de consumo y nuestros modelos de
nitarias. El caso de la comunidad hindú producción, las comunidades religio-
es quizá el más radical, dado que llega sas no proponen una mera renuncia vo-
a recomendar la renuncia al consumo luntarista, sino que invitan a descubrir
de carne como modo de prevenir el el carácter sacramental de la realidad y
cambio climático: permanecer abiertos a la posibilidad de
una experiencia mística en el encuen-
A nivel personal, podemos reducir este tro con la naturaleza.
sufrimiento comenzando a transformar En definitiva, la motivación princi-
nuestros hábitos, simplificando nues- pal que sostiene la ascesis que los re-
tras vidas y deseos materiales, y no tos ambientales plantean brota, para el
tomando más que nuestra parte razona- creyente, de una búsqueda espiritual.
ble de los recursos. Adoptar una dieta Porque en el fondo, renunciar «a con-
vegetariana es uno de los actos más po- vertir la realidad en mero objeto de uso
derosos que una persona puede tomar y de dominio» consiste en oponerse a
para reducir el impacto ambiental.23 la mercantilización de todos los ámbi-
tos de la vida y negarse a instrumen-
En la búsqueda de la sostenibili- talizar las relaciones con las personas
dad, la imprescindible transformación y con la naturaleza.24 Este ejercicio de
sociopolítica debe ir de la mano de una resistencia espiritual implica, por un
simplicidad de vida voluntariamente lado, abrirse a la dimensión sacramen-
elegida y comunitariamente sostenida. tal de la existencia y, por otro, tomar
Ahora bien, cabe advertir también del conciencia lúcida de nuestra contribu-
peligro de una “instrumentalización ción personal y colectiva a las múlti-
ecológica” de prácticas que, en último ples rupturas que desgarran nuestro
término, buscan liberar al creyente de mundo.
sus propios desórdenes y facilitar su
relación con Dios y con el prójimo.
Por ello, proponiendo como modelo Dimensión penitencial
antropológico al santo de Asís –el pa-
trón de la ecología– Francisco advierte El objetivo no es recoger información
del sentido último de la ascesis religio- o saciar nuestra curiosidad, sino tomar
sa: «La pobreza y la austeridad de san dolorosa conciencia, atrevernos a con-
Francisco no eran un ascetismo mera- vertir en sufrimiento personal lo que
mente exterior, sino algo más radical: le pasa al mundo, y así reconocer cuál
una renuncia a convertir la realidad es la contribución que cada uno puede
en mero objeto de uso y de dominio» aportar. (LS 19)
(LS 11).
Aquí encontramos una de las con- Los profetas bíblicos predicaron el
tribuciones más originales y valiosas arrepentimiento y llamaron a la con-
de la espiritualidad al debate contem- versión de los corazones y la transfor-
poráneo de la sostenibilidad: ante la mación de los hábitos. Sin embargo,
injusticia social y la degradación am- esta llamada no es patrimonio exclu-
biental que subyace a nuestros hábitos sivo de las religiones monoteístas. A
10
lo largo del tiempo, otras muchas tra- incluso, hacia el conjunto de especies
diciones espirituales también han pro- y ecosistemas. De este modo, la ética
movido prácticas penitenciales para teológica experimenta una triple ex-
“gestionar la culpa” y “redimir el peca- pansión: espacial, temporal y cósmi-
do” cometido contra el prójimo, contra ca.25 Conviene recordar que fue el pa-
uno mismo o contra Dios. Ahora bien, triarca ortodoxo Bartolomé I el primer
¿tiene sentido en nuestra época incluir líder espiritual que utilizó este duro
también a la naturaleza en la lista de lenguaje teológico en relación con la
las víctimas del pecado humano? degradación medioambiental:
La sabiduría de los procesos expia-
torios, articulados a menudo mediante Que los seres humanos destruyan la di-
complejos ritos de purificación en las versidad biológica en la creación divi-
diversas tradiciones religiosas, puede na; que los seres humanos degraden la
resultar de gran ayuda en un momen- integridad de la tierra y contribuyan al
to histórico en el que el ser humano cambio climático, desnudando la tierra
ha tomado conciencia progresiva de de sus bosques naturales o destruyendo
las consecuencias socioambientales de sus zonas húmedas; que los seres hu-
sus decisiones cotidianas. La denos- manos contaminen las aguas, el suelo,
tada categoría teológica de “pecado” el aire. Todos estos son pecados.26
(mysterium iniquitatis) adquiere, a la
luz de la crisis ecológica, una inespera- Pero no son solo las confesio-
da actualidad que demanda una triple nes cristianas las que han llamado la
ampliación de su horizonte. La reinter- atención respecto a esta cuestión; los
pretación que encontramos en LS del líderes islámicos han afirmado: «Re-
relato paradigmático de la experiencia conocemos la corrupción (fasād) que
del pecado refleja el tipo de reinterpre- los seres humanos han causado en la
tación que nuestra época demanda: Tierra debido a nuestra implacable
búsqueda del crecimiento económico
Las tres relaciones vitales se han roto, y el consumo».27 Con un lenguaje aná-
no solo externamente, sino también logo, la comunidad hindú ha llegado a
dentro de nosotros. Esta ruptura es el una conclusión similar: «A menos que
pecado. La armonía entre el Creador, la cambiemos la forma en que usamos la
humanidad y todo lo creado fue destrui- energía, la forma en que usamos la tie-
da por haber pretendido ocupar el lugar rra, cómo cultivamos, cómo tratamos a
de Dios, negándonos a reconocernos otros animales y cómo usamos los re-
como criaturas limitadas. (LS 66) cursos naturales, no haremos más que
aumentar el dolor, el sufrimiento y la
La ruptura de relaciones a la que violencia».28
remite la experiencia del pecado ya no Al ampliarse el horizonte del peca-
se restringe al marco estrecho de las do, las religiones deberían, en conse-
relaciones interpersonales; se extien- cuencia, revisar el sentido tradicional
de ahora hacia el futuro, incorporan- de las prácticas penitenciales. En este
do a las próximas generaciones, pero proceso, la espiritualidad y la ética
también hacia el “prójimo lejano” e, teológica pueden entablar un nuevo e
11
inesperado diálogo.29 El teólogo Dou- Dimensión apocalíptica
glas E. Christie, en una interesante
reflexión sobre la importancia de ex- La tierra, nuestra casa, parece conver-
perimentar personalmente la degrada- tirse cada vez más en un inmenso depó-
ción de la naturaleza y de “afectarnos” sito de porquería. (LS 21)
por la desaparición de sus especies y
ecosistemas como prerrequisito para la No resulta infrecuente percibir un tono
transformación personal, ha expresado catastrófico en el tratamiento que los
la necesidad de modificar o adaptar las medios de comunicación, la literatura
devociones y ejercicios espirituales y el cine hacen de las problemáticas
tradicionales: ecológicas contemporáneas. Ambien-
tadas en escenarios posapocalípticos,
Nombrar y describir esta pérdida, y to- muchas novelas y películas han abor-
mar conciencia de su impacto sobre no- dado en las últimas décadas la posi-
sotros, es quizá una de las prácticas espi- bilidad de un colapso global de los
rituales más importantes en la que pode- ecosistemas terrestres, imaginando la
mos implicarnos en este momento. […] degradación económica, social y po-
Estas prácticas de penthos [don de lágri- lítica que acarrearía.33 El uso (y abu-
mas] y memento mori [recuerdo de los so) del género apocalíptico –de clara
muertos] precisarán ser reinventadas, raigambre religiosa, aunque revestido
como lo son aquí, para incluir no solo la casi siempre por un lenguaje técni-
conciencia de la propia fragilidad, sino co– por parte de los partidos y grupos
también la de todos los seres vivos.30 ecologistas ha suscitado controversias
tanto dentro como fuera de ellos.
Tomando como inspiración el sa- Por un lado, hay quienes alertan de
cramento de la reconciliación, cabría los peligros de una estrategia que a me-
preguntarse si los cuatro elementos es- nudo crea un alarmismo injustificado,
tructurales que lo configuran –examen vaciando el discurso y desmovilizando
de conciencia, contrición, confesión y la opinión pública. El pesimismo sobre
satisfacción– podrían inducir hoy mo- el progreso humano y las posibilida-
dos de vida más conscientes de las con- des redentoras de la tecnología que a
secuencias socioambientales de nues- menudo permea el discurso ecologista
tras acciones y conducir a la conversión habría conducido a la “muerte del am-
personal y colectiva que precisamos.31 bientalismo”, tal y como se refleja en
También la tradición del Jubileo –en- su incapacidad para estimular cambios
tendida como una institucionalización culturales profundos.34
colectiva de la praxis penitencial– ad- Por otro lado, hay quienes plantean,
mitiría una relectura ecológica relevan- en continuidad con la “heurística del
te en nuestra época.32 miedo” sugerida por Hans Jonas en su
La dimensión penitencial nos con- influyente ensayo El principio de res-
duce a otro aspecto de la experiencia re- ponsabilidad, la conveniencia de este
ligiosa que es relevante también como tipo de discurso como revulsivo capaz
revulsivo en el actual contexto cultural: de cambiar la percepción, transformar el
la apocalíptica. imaginario y catalizar la acción.35 Esta es
12
la opción que se trasluce en la declara- Pero, en cualquier caso, conviene
ción rabínica sobre el cambio climático: no olvidar que en la mayoría de los
apocalipsis (judíos y cristianos), la
En Levítico 26, la Torá nos advierte esperanza a la que invitan no promue-
que, si nos negamos a dejar descansar ve el escapismo o la desinhibición; al
a la Tierra, esta «descansará» de todos contrario, se centra en una propuesta
modos, a pesar de nosotros y sobre no- de vida transformada, en la importan-
sotros –a través de la sequía, el ham- cia de otorgar un nuevo valor y sig-
bre y el exilio que convierten a todo nificado a la existencia. Y es en este
un pueblo en refugiados. Esta antigua sentido –subrayado especialmente por
advertencia escuchada por un pueblo la tradición cristiana– que la dimen-
indígena en una estrecha franja de tie- sión apocalíptica adelanta al presente
rra se ha convertido ahora en una crisis una visión sacramental del cosmos,
de nuestro planeta en su conjunto y de reconociendo un valor intrínseco en la
toda la especie humana.36 realidad, invitando a configurar hábi-
tos acordes con la creencia en un mun-
Las visiones apocalípticas poseen do creado, permeado y sostenido por
el potencial de servir como «dramas Dios. En un sentido distinto, la teolo-
que nos invitan a considerar de nuevo gía budista e hindú también alerta de
quiénes somos, dónde estamos y qué las consecuencias “kármicas” de nues-
valoramos».37 Al mismo tiempo, el tras acciones, ayudando al creyente a
carácter deliberadamente enigmático “adelantar el futuro”, tomar conciencia
y simbólico de estas narraciones «en- de las implicaciones de sus decisiones
gendran una necesaria humildad en los presentes y actuar en consecuencia.
lectores y oyentes».38 Y esta humildad En definitiva, el potencial de la
resulta imprescindible para desmitifi- creatividad religiosa para plantear es-
car nuestra pretensión de conocimien- cenarios futuros, adelantando las con-
to y control absoluto. secuencias de las decisiones humanas,
Desde la psicología y la filosofía, es un rasgo característico de muchas
se advierte también de las oportunida- tradiciones espirituales que –bien plan-
des y peligros del impacto emocional teado– puede convertirse en un recurso
que provoca una mayor conciencia imprescindible para ampliar la ima-
del deterioro medioambiental. Shie- ginación moral, tomar conciencia  de
rry Weber Nicholsen ha analizado las nuestros actos y motivar el cuidado
respuestas a la degradación del mundo de la creación ayudando a redescubrir
natural, mostrando que varían desde el su valor sacramental.
cuidado intenso a la compasión, pasan-
do por la pena, la rabia o la depresión
difusa. La sensación de pérdida, culpa Dimensión sacramental
o luto que deja como secuela ser tes-
tigo de la degradación ambiental es Es nuestra humilde convicción que lo
ambigua. Puede conducir tanto a la divino y lo humano se encuentran en el
transformación e implicación personal más pequeño detalle contenido en los
como al desánimo y el abandono.39 vestidos sin costuras de la creación de

13
Dios, hasta en el último grano de polvo vantes al debate medioambiental con-
de nuestro planeta. (LS 235) temporáneo.
En consonancia con la visión pansa-
Cada tradición espiritual expresa de cramental cristiana, Francisco –usando
modo diverso su visión sacramental del un lenguaje propio de la filosofía– ha
mundo. En el hinduismo, por ejemplo, afirmado «que los demás seres vivos
el Śrīmad Bhāgavatam (11.2.41) afir- tienen un valor propio» (LS  69), y
ma: «El éter, el aire, el fuego, el agua, que los ecosistemas «no los tenemos
la tierra, los planetas, todas las criatu- en cuenta solo para determinar cuál es
ras, las direcciones, los árboles y las su uso racional, sino porque poseen un
plantas, los ríos y los mares, son todos valor intrínseco independiente de ese
órganos del cuerpo de Dios». Al recor- uso» (LS 140).42 Frente a los argumen-
darlo, afirman los líderes hindúes, «un tos esgrimidos contra la religión por su
devoto respeta todas las especies».40 énfasis exclusivo en la dignidad de lo
En el cristianismo, un sacramento humano, se contrapone una corrección
se define como un «signo visible de teocéntrica al “antropocentrismo des-
la Gracia invisible», aunque la visión viado” de la modernidad. Una visión
sacramental de la existencia desborda del ser humano y del mundo que ha
el estrecho marco de los siete sacra- fragmentado el conocimiento e igno-
mentos tradicionales y reconoce en la rado la sacralidad de la naturaleza, re-
creación entera un protosacramento, conociendo en ella únicamente un uso
un signo visible de la presencia divi- instrumental que «debilita el valor que
na en todo lo creado. No es casual, por tiene el mundo en sí mismo» (LS 115).
tanto, que en la declaración interreli- La comprensión cristiana de la crea-
giosa previa a la firma del Acuerdo del ción no puede conciliarse ni con el
Clima de París (2015), los signatarios antropocentrismo moderno ni con una
afirmasen: visión materialista de la naturaleza. El
ser humano posee una dignidad inne-
Debemos reflexionar sobre la verdade- gociable, sí, pero no es la sede exclu-
ra naturaleza de nuestra interrelación siva ni excluyente del valor. Por eso,
con la Tierra. No es un recurso que po- para un creyente, «el mundo es algo
damos explotar a nuestra voluntad. Es más que un problema a resolver, es
una herencia sagrada y un hogar pre- un misterio gozoso que contempla-
cioso que debemos proteger.41 mos con jubilosa alabanza» (LS 12).
La creación no es simple naturaleza,
La dimensión sacramental del mun- es obra de Dios dotada de dignidad. Y
do que caracteriza a la mayoría de cos- esa dignidad remite a una dimensión
movisiones religiosas se contrapone a sacramental:
la visión unidimensional –utilitarista y
materialista– que a menudo permea el Esto provoca la convicción de que,
discurso técnico de los organismos in- siendo creados por el mismo Padre,
ternacionales. Se trata de un elemento todos los seres del universo estamos
distintivo del ethos religioso y también unidos por lazos invisibles y conforma-
de una de sus contribuciones más rele- mos una especie de familia universal,

14
una sublime comunión que nos mueve A esta quinta contribución religiosa
a un respeto sagrado, cariñoso y humil- –y en estrecha relación con su capaci-
de. (LS 89) dad para inspirar, motivar y sostener el
compromiso con el cuidado de la crea-
Destruir la naturaleza supone, por ción– se suma la experiencia de sana-
tanto, destruir mediaciones privilegia- ción que el contacto con la naturaleza
das de la vida sobrenatural.43 En este vehicula: su dimensión soteriológica.
sentido, la práctica de la oración con-
templativa puede entenderse como un
ejercicio de restauración, religación o Dimensión soteriológica
reconciliación, una ayuda para descu-
brir las mediaciones que sostienen la Si la crisis ecológica es una eclosión o
vida, poniendo de relieve la sacramen- una manifestación externa de la crisis
talidad de la naturaleza: ética, cultural y espiritual de la mo-
dernidad, no podemos pretender sanar
La contemplación es inútil; parte de una nuestra relación con la naturaleza y el
dimensión de la vida a la que no puede ambiente sin sanar todas las relaciones
darse un valor utilitario preciso. De he- básicas del ser humano. (LS 119)
cho, en su nivel más profundo, se resiste
a ser forzada en esas categorías. Al mis- En una de sus muchas acepciones, el
mo tiempo, es necesaria e importante término “religión” significa ‘re-ligar’,
(es decir, útil) para la tarea de renovar la ‘restaurar’ o ‘restablecer’ relaciones
cultura humana y sanar un mundo natu- rotas. La dimensión soteriológica –del
ral fragmentado y degradado.44 griego σωτηρία (sōtēria, ‘salvación’) y
λογος (logos, ‘estudio de’)– de la expe-
En síntesis, frente al panteísmo que riencia espiritual resulta central para la
diviniza la naturaleza, el materialismo mayoría de las tradiciones religiosas,
que reduce todo valor del mundo natu- ya que permite sanar el desorden per-
ral a su uso instrumental o el raciona- sonal y comunitario en la relación con
lismo que idolatra la razón científico- Dios, con el otro, con la creación y con
técnica, la visión sacramental reconoce uno mismo. Laudato si’ y la mayoría
una dimensión sagrada en la creación, de las declaraciones confesionales so-
pero sin llegar a divinizarla. Esta posi- bre ecología remiten a esta dimensión
ción se ubica en lo que algunos autores soteriológica, de sanación radical de
han denominado “pan-en-teísmo”. Sin nuestras relaciones, y a la centralidad
necesidad de profundizar en el com- que el contacto directo con la naturale-
plejo debate teológico en torno a este za juega en este proceso.
concepto, basta concluir que –junto a El movimiento medioambiental,
la dimensión profética, ascética, pe- desde sus orígenes hasta nuestros días,
nitencial y apocalíptica y en estrecha también ha hecho hincapié en la impor-
conexión con todas ellas– la visión sa- tancia del contacto directo con la natu-
cramental del mundo supone una puer- raleza. Los paisajes “salvajes”, o poco
ta de entrada privilegiada a la cuestión transformados, se percibieron de forma
ecológica. creciente como espacios restauradores
15
y sanadores, como nuevos lugares de Necesitamos despertarnos y darnos
peregrinación donde la estresada pobla- cuenta de que la Tierra es nuestra ma-
ción urbana pudiese encontrar descanso dre, así como nuestro hogar, y en este
y restablecer su salud física y su equili- caso el cordón umbilical que nos une
brio psicológico. La creación de diver- a ella no puede ser cortado. Cuando la
sas figuras jurídicas de protección de Tierra se enferma, nosotros nos enfer-
estos espacios y, en especial, la declara- mamos, porque somos parte de ella.49
ción de los primeros Parques Naciona-
les al inicio del siglo xx (en contraposi- La declaración budista señala vela-
ción al resto del territorio, humanizado damente que el énfasis exclusivo en el
y transformado), muestra la función bienestar humano esconde presupues-
terapéutica que la nueva sensibilidad tos elitistas, dualistas y maniqueos.
ecologista otorga a la naturaleza.45 Son presupuestos que la crítica religio-
Durante este largo proceso históri- sa está llamada a desvelar. De hecho,
co, la relación humana con el mundo la corrección más importante que las
natural se expresó de forma creciente religiones hacen a algunas corrientes
en clave estética y terapéutica,46 despo- del ecologismo contemporáneo se cen-
jándose del lenguaje religioso y omi- tra en la denuncia de una visión inma-
tiendo el carácter ambivalente que la nente, individualista (y elitista) de la
naturaleza había tenido desde la anti- naturaleza.
güedad: como espacio de purificación En efecto, varios líderes espiritua-
espiritual y encuentro con la trascen- les han subrayado, por un lado, que la
dencia, pero también como lugar de- sanación de nuestras relaciones inclu-
moníaco y amenazador.47 ye una dimensión trascendente –con
Sin embargo, a pesar de la deriva Dios, en el caso de las religiones teís-
“terapéutica” y el uso creciente de un tas– y han denunciado, al mismo tiem-
lenguaje secular, la creencia en el po- po, que ciertas distinciones –entre
der redentor de la naturaleza permeó el naturaleza y cultura, entre espacios na-
discurso y la praxis ecologista desde turales y espacios humanizados, entre
sus orígenes. Como advierte Evan Be- sagrado y profano– introducen falsas
rry, bajo la defensa del «estatus moral dicotomías, escondiendo históricas
positivo del mundo natural» o la «ca- injusticias sociales. Respecto a esta
pacidad para desarrollar rituales sote- segunda cuestión, Michael Northcott,
riológicos enraizados en prácticas físi- al analizar la emergencia de la moder-
cas mundanas» como el excursionismo na conciencia ambiental, observa que
y el recreo, se percibe el influjo de la «incluso los románticos protestaron
tradición bíblica.48 Ahora bien, junto principalmente por los efectos ecoló-
a las religiones monoteístas, también gicamente destructivos del desarrollo
otras tradiciones religiosas, como la industrial en las zonas rurales, más que
budista, insisten en la importancia de por las vidas tóxicas y cortas que se
superar el planteamiento meramente imponen a los pobres en las ciudades
terapéutico y concebir la salud de la industriales».50
naturaleza y del ser humano de forma Por último, hay un tercer aspec-
conjunta: to en relación con la dimensión sote-
16
riológica que resulta especialmente co” que permite esbozar los elementos
importante para las tradiciones reli- de una “mística ecológica” de inspira-
giosas: su carácter comunitario. Este ción cristiana. Concediendo un lugar
es un elemento relevante en el debate preeminente a la tradición franciscana
medioambiental contemporáneo. Lo y benedictina, propone –como mode-
señala Francisco al reflexionar sobre los inspiradores de una vida reconcilia-
la “ecología urbana”, cuando afirma da con Dios, con la humanidad y con la
que la «experiencia de salvación co- creación– a san Francisco de Asís, San
munitaria es lo que suele provocar Buenaventura, San Benito de Nursia,
reacciones creativas para mejorar un Santa Teresa de Lisieux, san Juan de
edificio o un barrio» (LS 149). Frente a la Cruz y al beato Carlos de Foucauld.
los planteamientos individualistas, las Sin embargo, el poverello ocupa
religiones señalan que la salvación es entre todos ellos un lugar central como
una tarea colectiva que conduce a una modelo de una mística ecológica:
visión relacional de la sociedad, en la «[Francisco] era un místico y un pere-
que el creyente vive como miembro de grino que vivía con simplicidad y en
una «sublime fraternidad con todo lo una maravillosa armonía con Dios, con
creado» (LS 221). Dicho de otro modo, los otros, con la naturaleza y consigo
solo nos salvaremos si nos salvamos mismo» (LS 10). El término se utiliza
juntos, y solo salvaremos a la creación también en referencia a san Juan de la
de su destrucción si la salvamos juntos. Cruz, insistiendo en que «el místico ex-
perimenta la íntima conexión que hay
entre Dios y todos los seres» (LS 234).
Dimensión mística Si nos fijamos en otras tradicio-
nes religiosas, en la biografía de los
El universo se desarrolla en Dios, que lo grandes fundadores religiosos también
llena todo. Entonces hay mística en una descubrimos experiencias místicas de
hoja, en un camino, en el rocío, en el encuentro con lo sagrado o con la di-
rostro del pobre. El ideal no es solo pa- vinidad en medio de la naturaleza. A
sar de lo exterior a lo interior para des- Moisés le son entregadas las tablas de
cubrir la acción de Dios en el alma, sino la ley en lo alto del Sinaí, junto a la
también llegar a encontrarlo en todas las zarza ardiente; la iluminación del Buda
cosas. (LS 233) acontece en un lugar retirado, bajo un
ficus; el arcángel Gabriel dicta el Co-
No resulta nada sencillo definir qué es rán a Mahoma en la soledad de una
la “mística”. Resulta más fácil acercar- cueva.
se a los escritos y a la vida de los mís- En la mayoría de los casos, la ex-
ticos para esbozar los rasgos de un tipo periencia mística conduce a percibir
de experiencia espiritual que no debe- la interconexión y la armonía entre el
ría ser patrimonio exclusivo de unos Creador y la creación –su carácter fas-
pocos privilegiados, sino una posibili- cinante– así como su dimensión sobre-
dad real para toda persona. Esa parece cogedora y amenazante –su carácter
ser también la estrategia de Francisco tremendo–, poniendo de manifiesto el
al confeccionar un “santoral ecológi- carácter limitado de nuestra existencia
17
y la necesidad de aceptar un código éti- sa y res cogitans– han dificultado la
co (la Torá, el mandamiento del amor emergencia de visiones holísticas de
o el Corán) o un proceso de transfor- la realidad, así como el diálogo entre
mación personal (el camino óctuple ciencia y religión. Ante las múltiples
budista). escisiones culturales, la tradición mo-
Estas intuiciones –la conciencia de nástica resulta de gran actualidad, al
interdependencia y finitud, el descubri- ofrecer una propuesta que armoniza
miento de una moral heterónoma o la vida activa y contemplación, estudio y
invitación a emprender un camino de oración, inmanencia y trascendencia.
transformación espiritual– resultan vi- En este sentido, una figura como San
tales en una cultura globalizada y pro- Benito de Nursia nos puede enseñar a:
meteica marcada por el desprecio de
lo frágil, la exaltación de la autonomía Buscar la maduración y la santificación
individual, el sobreconsumo compulsi- en la compenetración entre el recogi-
vo y la degradación de la naturaleza. miento y el trabajo. Esa manera de vivir
La experiencia mística, en resumen, es el trabajo nos vuelve más cuidadosos y
una puerta de acceso a la transforma- respetuosos del ambiente, impregna de
ción ética. sana sobriedad nuestra relación con el
Un rasgo común a la experiencia mundo. (LS 126)
mística es la conciencia de interrela-
ción e interdependencia. La ciencia El monje vietnamita Thich Nhat
ecológica formuló desde sus orígenes Hanh se ha referido también a la nece-
el principio de interconexión como sidad de vivir de modo más consciente,
uno de sus pilares fundamentales. El compasivo y comprometido. Poniendo
Informe Meadows (1972) planteó la en diálogo la espiritualidad monásti-
existencia de unos límites biofísicos ca budista con las urgentes cuestiones
del planeta dentro de los cuales debe- socioambientales contemporáneas, su-
ríamos diseñar la actividad económica. giere una serie de «prácticas para una
Posteriormente, la comunidad cientí- vida consciente» que podrían ayudar a
fica ha descrito y cuantificado los “lí- vivir de modo más equilibrado y respe-
mites planetarios” que no deberíamos tuoso con la naturaleza.51
transgredir, así como su estrecha inte- Los líderes religiosos de nuestra
rrelación. época nos están invitando a tomar con-
Asimilar las conclusiones y las ciencia de las consecuencias de nues-
llamadas a la acción de la comunidad tras decisiones –es decir, de la profun-
científica requerirá sin duda de una da interrelación entre nuestros hábitos
alfabetización ecológica, pero tam- cotidianos y sus efectos diferidos en
bién  de una espiritualidad profunda, el tiempo y en el espacio– mediante la
capaz de integrar y sostener el com- práctica de pequeños ejercicios espiri-
promiso sociopolítico. Los dualismos tuales. El constante ejercitarse puede
introducidos en nuestra cultura duran- conducir a un tipo particular de ilu-
te la modernidad –entre espiritualidad minación: la lucidez para aceptar que
y trabajo, estudio y acción, ciencia y vivimos en un mundo con recursos
religión, secular y religioso, res exten- finitos donde nuestras pulsiones narci-
18
sistas de consumo, prestigio y acumu- buscan empoderar al consumidor,
lación entran en colisión con un mundo educar al ciudadano y transformar el
finito y con las necesidades de nuestros orden político mediante el voto indivi-
hermanos y hermanas más pobres. dual, las tradiciones religiosas insisten
La tradición mística, en definitiva, en que no podemos minusvalorar la
no es una reliquia histórica objeto de acción comunitaria a la hora de arti-
investigaciones especializadas ni una cular respuestas operativas a los retos
fuente de inspiración para los más de- que enfrentamos. Las razones que lle-
votos; es también un repositorio de in- van a subrayar, e incluso priorizar, la
tuiciones culturales para afrontar algu- comunidad como unidad de análisis y
nos de los retos planteados por la crisis de transformación social son de varios
contemporánea de la sostenibilidad, tipos.
que no puede permitirse prescindir de La primera es de orden práctico: el
ninguna forma de sabiduría. Como se- individuo moderno queda desbordado
ñala Francisco: por la complejidad y el número de de-
cisiones que debe tomar y, por muy in-
No será posible comprometerse en co- formado que esté y por muy bieninten-
sas grandes solo con doctrinas sin una cionado que sea, necesita apoyarse y
mística que nos anime, sin «unos mó- sostener su compromiso en redes más
viles interiores que impulsan, motivan, grandes: «No basta que cada uno sea
alientan y dan sentido a la acción per- mejor para resolver una situación tan
sonal y comunitaria». (LS 216) compleja como la que afronta el mun-
do actual» (LS 219).
La experiencia mística, por muy La segunda es espiritual: la con-
personal que parezca, se inspira, apoya vicción de conformar –junto al resto
y nutre en grupo. La comunidad reli- de formas de vida– una comunidad:
giosa es la matriz donde se configura la «Creados por el mismo Padre, todos
fe del creyente y el ámbito en el que se los seres del universo estamos unidos
articulan respuestas transformadoras. por lazos invisibles y conformamos
A la dimensión comunitaria de la ex- una especie de familia universal, una
periencia espiritual prestamos atención sublime comunión» (LS 89).52 Para
a continuación. los líderes islámicos: «Dios –a quien
conocemos como Alá– ha creado el
universo en toda su diversidad, rique-
Dimensión comunitaria za y vitalidad: las estrellas, el sol y la
luna, la tierra y todas sus comunidades
A problemas sociales se responde con de seres vivos».53 La experiencia de
redes comunitarias, no con la mera comunión e interdependencia, «esa su-
suma de bienes individuales. (LS 219) blime fraternidad con todo lo creado»
(LS 221), configura el modo de ver el
La centralidad otorgada a la dimensión mundo del creyente.
comunitaria es otra de las contribucio- En tercer lugar, saberse y sentirse
nes confesionales al debate y la acción parte (y no “a-parte”) de una red de re-
ecológica. Frente a las propuestas que laciones –que van más allá del ámbito
19
local, el tiempo presente y la especie todos y para todos» (LS 23), está seña-
humana– requiere de un esfuerzo peda- lando que no podemos limitarnos a un
gógico para poder anclar en esta expe- análisis meramente físico o económico
riencia fundante un ethos de la respon- de esa realidad denominada “clima”.
sabilidad. Aunque la ciencia ecológica Precisamos ampliar nuestra compren-
y la biología evolutiva nos han mostra- sión tradicional de bien común –defi-
do sobradamente que somos «interde- nido como «el conjunto de condiciones
pendientes y ecodependientes»,54 ese de la vida social que hacen posible a
conocimiento no se traduce siempre las asociaciones y a cada uno de sus
en un cambio de conciencia ni en una miembros el logro más pleno y más fá-
transformación ética. Necesitamos in- cil de la propia perfección» (LS 156)–
teriorizar qué implica ser parte de una para incluir a toda la naturaleza como
compleja red de interdependencias. condición de posibilidad de cualquier
Aquí es donde la experiencia religiosa otro bien, como bien común primor-
puede ayudar, porque sentirse parte de dial o «bien común cósmico».56
una «fraternidad universal» (LS 228) Sin necesidad de entrar en los por-
es una actitud espiritual que se puede menores de un debate –el del bien
cultivar: común– que se remonta a la filosofía
griega, conviene concluir que la viven-
Una ecología integral implica dedicar cia comunitaria de la fe no es solo un
algo de tiempo para recuperar la serena elemento estructural de la experiencia
armonía con la creación, para reflexio- religiosa, adquiere también una gran
nar acerca de nuestro estilo de vida y relevancia en relación con la promo-
nuestros ideales, para contemplar al ción del bien común y la búsqueda de
Creador, que vive entre nosotros y en la sostenibilidad.
lo que nos rodea, cuya presencia no
debe ser fabricada sino descubierta.
(LS 225) Dimensión sapiencial

Por último, la centralidad de la di- Si de verdad queremos construir una


mensión comunitaria de la sostenibili- ecología que nos permita sanar todo lo
dad resuena también con una tradición que hemos destruido, entonces ninguna
central en la historia del pensamiento rama de las ciencias y ninguna forma
social cristiano cercana a otras religio- de sabiduría puede ser dejada de lado,
nes y filosofías: la del bien común. Se tampoco la religiosa con su propio len-
trata de una visión económica y so- guaje. (LS 63)
ciopolítica, que, frente a la tradición
del liberalismo político, y a la luz del Los científicos, ingenieros y econo-
desgobierno y la acelerada degrada- mistas nos han ofrecido en las últimas
ción de los «bienes comunes globales» décadas un conocimiento cada vez más
(LS 174), está recibiendo una creciente preciso y una tecnología cada vez más
atención.55 sofisticada para poder abordar las cues-
Por ejemplo, cuando Francisco afir- tiones ambientales. Sus análisis son
ma que «el clima es un bien común, de imprescindibles para entender lo que
20
sucede en nuestro planeta y para po- el mundo académico, el movimiento
der plantear las alternativas de las que ecologista y la clase política puedan
disponemos. Al mismo tiempo, las re- sensibilizar y movilizar a la sociedad
ligiones nos han instado a no olvidar la en la búsqueda de la sostenibilidad,
sabiduría que emana de las milenarias estos actores también deberían asumir
tradiciones espirituales, ya que puede el alcance parcial de sus análisis, reco-
resultar vital para complementar el sa- nocer la relevancia del actor religioso
ber técnico y reorientar nuestras deci- y tomar en consideración la sabiduría
siones personales hacia el bien común, religiosa de la humanidad:
el bienestar de las futuras generaciones
y el cuidado de la naturaleza. La fragmentación de los saberes cum-
La filosofía griega distinguió di- ple su función a la hora de lograr apli-
versos tipos de conocimiento: technê caciones concretas, pero suele llevar a
(‘conocimiento técnico’), phronêsis perder el sentido de la totalidad, de las
(‘sabiduría práctica’), epistêmê (‘cien- relaciones que existen entre las cosas,
cia’), sophia (‘sabiduría’), etc. Arti- del horizonte amplio, que se vuelve
cular estas dimensiones del conoci- irrelevante. Esto mismo impide encon-
miento humano –en especial el saber trar caminos adecuados para resolver
técnico, la prudencia y la sabiduría– se los problemas más complejos del mun-
ha convertido en algo fundamental en do actual, sobre todo del ambiente y de
nuestra época ante la fragmentación los pobres, que no se pueden abordar
y especialización académica, la satu- desde una sola mirada o desde un solo
ración informativa, la dificultad para tipo de intereses. Una ciencia que pre-
alcanzar acuerdos políticos y las iner- tenda ofrecer soluciones a los grandes
cias culturales que impiden desarrollar asuntos, necesariamente debería su-
nuevos hábitos. mar todo lo que ha generado el cono-
Ahora bien, ¿podrían las religio- cimiento en las demás áreas del saber,
nes convertirse en agentes de trans- incluyendo la filosofía y la ética social.
formación cultural, cauces de diálogo (LS 110)
e instancias generadoras de espacios
interdisciplinares en los que resolver La urgente tarea pedagógica a la
conflictos, alcanzar consensos y cata- que nos conducen las cuestiones so-
lizar la acción colectiva? La respuesta cioambientales puede encontrar un
no es evidente porque antes requiere de aliado estratégico en la sabiduría es-
un ejercicio de reconocimiento mutuo. piritual de la humanidad. Como han
Por un lado, para que las religiones propuesto los líderes judíos a su propia
puedan entablar un diálogo fructífero comunidad, «pasamos de la sabiduría
con las diversas racionalidades, debe- heredada a la acción en nuestro presen-
rían renunciar a su pretensión de ver- te y nuestro futuro».57
dad absoluta asumiendo humildemente Al fin y al cabo, tradicionalmente
sus límites epistemológicos, aceptando han sido las tradiciones religiosas las
las conclusiones de la mejor ciencia que han ofrecido una cosmovisión
disponible y delimitando el ámbito de capaz de cohesionar la sociedad, esta-
su autoridad. Por otro lado, para que blecer la organización política y confi-
21
gurar las tradiciones, las costumbres y vidar que pueden convertirse también
los códigos éticos. Hoy día, esa tarea la en foros híbridos de escucha profunda
realizan otras instancias, apoyadas en y diálogo sincero, ámbitos sapiencia-
las ciencias positivas y en la técnica, les en los que un ethos medioambien-
esbozando visiones (parciales) de la tal, interreligioso e intercultural puede
realidad –del ser humano, de la natu- germinar.59
raleza y del cosmos–, pero sin llegar Dos buenos ejemplos de la impor-
a ofrecer una síntesis que armonice el tancia de la dimensión interdisciplinar
orden social y articule la acción colec- y sapiencial a la que nos referimos han
tiva. En este sentido, algunos autores sido las sucesivas “Semanas de Estu-
han propuesto elaborar una nueva cos- dio” auspiciadas en el Vaticano por la
mología, fundamentada en la ciencia Pontificia Academia de las Ciencias y
contemporánea, pero abierta también la Pontificia Academia de las Ciencias
a una interpretación religiosa (el caso Sociales o la intensa labor de lobby in-
del Journey of the Universe).58 terreligioso realizada antes, durante y
En las últimas décadas, uno de los después de la Cumbre del Clima del
desarrollos más esperanzadores del de- París y la Cumbre de los Objetivos de
bate ambiental es que la mayoría de las Desarrollo Sostenible de Nueva York
tradiciones religiosas han aceptado las del año 2015.
conclusiones ofrecidas por las moder- Por último, junto a la dimensión
nas ciencias naturales como punto de sapiencial, hay otro importante ele-
partida de su reflexión, mostrando la mento de la experiencia espiritual de la
posibilidad real de un diálogo entre dos humanidad que resulta relevante para
ámbitos de conocimiento –el científico abordar los sacrificios y dificultades
y el teológico– con metodologías y ob- que el reto de la sostenibilidad plantea:
jetos de estudio muy diferentes. Entre su visión escatológica.
los distintos modelos explicativos de
la relación ciencia-religión –conflicto,
interdependencia, diálogo, integración, Dimensión escatológica
cooperación–, Francisco ha expresado,
por ejemplo, la convicción de que «la La esperanza nos invita a reconocer
ciencia y la religión, que aportan dife- que siempre hay una salida, que siem-
rentes aproximaciones a la realidad, pre podemos reorientar el rumbo, que
pueden entrar en un diálogo intenso y siempre podemos hacer algo para re-
productivo para ambas» (LS 62). solver los problemas. (LS 61)
En el siglo xxi, al abordar los cre-
cientes conflictos socioambientales, las Una de las principales críticas que el
comunidades religiosas están llama- movimiento ecologista ha vertido con-
das a releer sus textos sagrados y sus tra las religiones bíblicas ha sido por
fuentes teológicas para encontrar ins- su excesiva confianza en una salvación
piración y consuelo, concienciar a sus futura, celestial, en el “más allá”, en
seguidores sobre su responsabilidad detrimento de un compromiso con el
ecológica y promover prácticas trans- presente, la tierra y el “más acá”. En
formadoras. Sin embargo, no deben ol- el caso del cristianismo, por ejemplo,
22
la visión de un mundo futuro recon- más allá del paraíso) que nos impiden
ciliado y la esperanza en la irrupción abrirnos a la sencilla y franca relación
definitiva del escathon –el fin de la his- de amor con Dios y con todos los seres
toria– orienta la existencia del creyen- (humanos y no humanos).61
te, alimenta su esperanza y sostiene su
lucha ante las dificultades. Esta práctica espiritual –purgada, eso
Sin embargo, al mismo tiempo, de- sí, de la ingenuidad y el peligro de
positar la esperanza en el futuro puede escapismo milenarista que a menudo
desactivar el compromiso por los asun- conlleva– puede servir, frente al miedo
tos temporales y rebajar la importancia paralizante del discurso más catastro-
de lo que sucede aquí y ahora. No es fista, de estímulo para soñar, proyectar
casual que algunas iglesias evangélicas y sostener el «trabajo de renovación
y grupos ultraortodoxos de otras reli- ecológico espiritual» que nuestra épo-
giones destaquen por su escepticismo, ca requiere.62
o abierto negacionismo, de los proble- La esperanza, para la mayoría de
mas medioambientales.60 las religiones, es un elemento cons-
El peligro de escapismo religioso titutivo de su fe y un asidero ante las
es real; por ello quizá Francisco re- inevitables dificultades de la vida. Es
cuerda que, «mientras tanto, nos uni- también una de las motivaciones más
mos para hacernos cargo de esta casa profundas y el fundamento de su com-
que se nos confió, sabiendo que todo lo promiso ético. En la declaración previa
bueno que hay en ella será asumido en a la COP21, los líderes hindúes expre-
la casa celestial» (LS 244). El creyente saron una llamada a la responsabilidad
está llamado a un “mientras tanto”, a con el futuro y a la coherencia con la
vivir la tensión entre la esperanza fu- propia tradición recibida:
tura y la tarea presente; a “hacerse car-
go” de la casa común sabiendo que, en A través de esta combinación de acción
último término, el futuro del mundo no significativa, transformación personal y
está en sus manos. Es decir, según re- servicio desinteresado, realizado como
pite el adagio jesuita, a vivir y trabajar un acto de adoración, seremos capaces
como si todo dependiese de uno mis- de hacer el tipo de transiciones internas
mo sabiendo que, en último término, y externas que requiere el abordaje del
depende de Dios. cambio climático. Al hacer esto esta-
Reflejando el carácter tensional de mos actuando de una manera profun-
la fe, Christie ha sugerido rehabilitar la damente dhármica, fiel a nuestro ethos,
escatología –el telos u horizonte de la vi- filosofía y tradición hindú.63
da creyente– como un modo de “practi-
car el paraíso” en el presente. En este sentido, rehabilitar el po-
tencial de la liturgia religiosa para
La idea del paraíso expresa la convicción “dramatizar” el amor hacia los pobres
de que uno puede aprender, por medio y la reverencia hacia la creación puede
de la práctica espiritual asidua y la aper- resultar valioso. Para el teólogo Willis
tura a la gracia, a superar las ansiedades Jenkins, el “futuro de la ética” pasa
y los miedos (nuestra condición fuera o por hacerse cargo de las futuras ge-
23
neraciones y del futuro del planeta en de la situación ni diluir nuestra respon-
su conjunto. De este modo, la liturgia sabilidad. Al contrario, la esperanza
–de forma quizás sorprendente para el que brota de la fe conduce a encontrar
mundo secular– no solo se transforma caminos nuevos de salvación. Una de
en una práctica que simbólicamente las frases más conmovedoras de la en-
“adelanta el futuro”, sino también en cíclica subraya una convicción básica
«una práctica que puede desenmasca- del creyente: «Que nuestras luchas y
rar una mala lógica de la sostenibili- nuestra preocupación por este planeta
dad: el sacrificio que promete asegurar no nos quiten el gozo de la esperanza»
el futuro por medio del fuego consu- (LS 244).
mista del presente. Una acción que Esta es la última contribución que
silencia al pobre y hace desaparecer la espiritualidad puede realizar al de-
a otras criaturas –ambas en el nombre bate ecológico contemporáneo: ali-
de un crecimiento futuro garantizado– mentar el sentido de responsabilidad
es un falso sacrificio».64 con una alegría lúcida, esperanzada y
Conscientes de la acelerada degra- comprometida con el futuro. Y este es
dación de la biosfera y de los riesgos –o debería ser– también el sello distin-
que hemos generado, no podemos des- tivo de «una ecología integral, vivida
viar la atención ni ignorar la gravedad con alegría y autenticidad» (LS 10).

24
4 CONCLUSIÓN

A mediados de la década de 1990, la teóloga estadounidense Mary


Evelyn Tucker identificó cuatro tareas que la cuestión ecológica plan-
teaba al diálogo interreligioso.65

Así las planteó: • La reinterpretación de los textos


sagrados.
• La necesidad, por parte de cada tra- • La reconstrucción sistemática de la
dición, de hacer una revisión crítica teología.
de sus actitudes hacia la creación. • La renovación de liturgias y sím-
• La apertura a las visiones de otras bolos.
religiones sobre la interacción entre • La reconsideración del paradigma
el ser humano y la naturaleza. ético.
• La disposición a un “dialogo vul- • La rehabilitación del sentido de
nerable” capaz de transformar la celebración y de sorpresa ante la
propia percepción. vida.
• La reapropiación constructiva de la
propia tradición en respuesta a los Después de más de medio siglo de
retos contemporáneos de la soste- pensamiento ecológico, podemos afir-
nibilidad. mar que las religiones han acometido
las tres tareas señaladas por Tucker,
Años más tarde, Tucker identificó las aunque de modo desigual. Si bien la
tres tareas que la crisis ecológica plantea cantidad y calidad de la reflexión teo-
como un ejercicio de recuperación, ree- lógica y el número de declaraciones
valuación y reconstrucción teológica, y generadas durante este periodo no ha
acotó cinco áreas prioritarias:66 dejado de aumentar, su capacidad para
25
transformar las comunidades e influir diálogo fecundo con la sociedad civil,
en los hábitos de los fieles sigue siendo la comunidad científica y el mundo
una tarea pendiente en la mayoría de empresarial. Un diálogo de marcado
confesiones. carácter ecuménico e interreligioso en
Iniciamos esta reflexión preguntán- el que su voz está siendo escuchada
donos por el papel de las religiones en con creciente interés.
el urgente debate socioambiental. Esta Sin haberlo esperado, la cuestión
pregunta nos ha conducido a repensar ecológica ha posibilitado uno de los
las tareas planteadas por Tucker, identi- mayores ejercicios de teología públi-
ficando diez dimensiones estructurales ca de la historia reciente: interpelando
de la experiencia religiosa que resultan a la clase política, dialogando con la
relevantes en el foro contemporáneo academia y rehabilitando la credibili-
de la sostenibilidad: profética, ascé- dad de las instituciones religiosas. Por
tica, penitencial, apocalíptica, sacra- ello, conviene concluir esta reflexión
mental, soteriológica, mística, sapien- señalando que las grandes tradiciones
cial, comunitaria y escatológica. Al espirituales no solo resultarán determi-
final de este recorrido, esperamos que nantes para abordar la complejidad de
las claves analizadas iluminen con luz los retos socioambientales; estos retos
propia el debate medioambiental, rea- condicionarán también la propia evo-
lizando una contribución operativa e lución espiritual de la humanidad:
inteligible en ámbitos no confesiona-
les. Es cierto que las religiones solas La respuesta de la religión a la crisis
no van a resolver el complejo reto de la ambiental, así como a las fuerzas socia-
sostenibilidad. Ahora bien, sin tomar les de la industrialización, la globaliza-
en cuenta la contribución religiosa, su ción, la militarización y el consumismo
resolución tampoco será posible. que han causado esta crisis, es el factor
Las tradiciones religiosas han en- más importante para determinar si la
trado a lo largo de los últimos 50 años religión será una parte vital del futuro
en un ámbito relativamente nuevo –el de la humanidad o si se sumergirá en
de la sostenibilidad– entablando un una creciente irrelevancia.67

26
NOTAS

1. Cf. Steffen, William et al. (2015). «Planetary 12. Cf. Tatay, Jaime; Devitt, Catherine (2017).
Boundaries: Guiding Human Development on «Sustainability and Interreligious Dialogue»,
a Changing Planet», Science 347, págs.  736- Islamochristiana, 43, págs. 123-139.
747; Rockström, Johan et al. (2009). «Plane- 13. Cf. Martínez de Anguita, Pablo (2012).
tary Boundaries: Exploring the Safe Operating Environmental Solidarity. How Religions can
Space for Humanity», Ecology and Society Sustain Sustainability, Routledge, Nueva York.
14/2, pág. 32. 14. Cf. Tucker, Mary E. (2003). Worldly Wonder:
2. Cf. Rasmussen, Larry (2013). Earth-Honoring Religions Enter Their Ecological Phase, Chi-
Faith. Religious Ethics in a New Key. Oxford cago: Open Court.
University Press, Nueva York. 15. Álvarez Cantalapiedra, Santiago (2018).
3. Algunas de estas dimensiones han sido des- Religiones proféticas y crisis ecosocial. Apun-
critas en Tatay, Jaime (2016). «Experiencia tes a propósito de Laudato si’, Madrid: Fu-
religiosa y Laudato si’», Corintios XIII 159, hem, pág. 22.
págs. 48-65. 16. Para un trabajo que subraya la relevancia de
4. Cf. White, Lynn (1967). «The Historical la tradición profética para abordar la moderna
Roots of our Ecological Crisis», Science cuestión ambiental, véase: Marlow, Hillary
155/3767, págs. 1203-1207. (2009). Biblical Prophets: Contemporary En-
5. Cf. Deneulin, Séverine; Rakodi, Carole vironmental Ethics, Nueva York: Oxford Uni-
(2011). «Revisiting Religion: Development versity Press.
Studies Thirty Years On», World Development 17. El término «antropoceno» se utilizó por pri-
39/1, págs. 45-54. mera vez en Crutzen, Paul J. (2002). «Geolo-
6. Cf. Wilson, Edward O. (2006). The Creation: gy of Mankind», Nature, 415, pág. 23.
An Appeal to Save Life on Earth, Norton, Nue- 18. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis (29 de
va York. octubre de 2015).
7. Parte de esta distorsión se debe a la introduc- 19. Como señala lúcidamente el sociólogo de la
ción de falsas dicotomías como sociedad- Sorbona Razmig Keucheyan, «las desigual-
cultura, mente-cuerpo, capital natural-capital dades ambientales constituyen un dato estruc-
humano. turante de las relaciones de fuerza políticas
8. Cf. Callicott, Baird J. (1994). Earths’s In- en la época moderna. Ellas implican que las
sights: A Multicultural Survey of Ecological consecuencias nefastas del desarrollo capita-
Ethics from the Mediterranean Basin to the lista no son padecidas de la misma manera, en
Australian Outback, University of California el mismo grado, por todos los sectores de la
Press, Berkeley. población»: Keucheyan, Razmig (2016). La
9. Cf. Wolf, Aaron T. (2017). The Spirit of naturaleza es un campo de batalla. Ensayo de
Dialogue: Lessons from Faith Traditions in ecología política, Madrid: Clave intelectual,
Transforming Conflict, Island Press, Washing- pág. 74.
ton D. C. 20. Algo similar ha sucedido, por ejemplo, con
10. Assadourian, Erik (2013). «Building an En- la menos conocida Declaración Islámica so-
during Environmental Movement». En: WWI, bre Cambio Climático, apoyada por algunos
State of the World 2013, Worldwatch Institute, líderes musulmanes y rechazada por otros
Washington D. C., pág. 297. (provenientes, en su gran mayoría, de países
11. Cf. Gardner, Gary (2006). Inspiring Pro- exportadores de hidrocarburos): Cf. Howard,
gress: Religions Contributions to Sustainable Damian (2015). «Una dichiarazione islamica
Development, Worldwatch Institute, Washing- sul cambiamento climatico». La Civiltà Catto-
ton D. C., págs. 41-53. lica, 3967, págs. 44-53.

27
21. Para una argumentación filosófica de la sim- Riechmann, Jorge (2015). Autoconstrucción.
plicidad voluntaria, véase: Read, Rupert; La transformación cultural que necesitamos.
Alexander, Samuel; Garrett, Jacob (2018). Madrid: Catarata, págs. 207-238.
«Voluntary Simplicity Strongly Backed by All 32. Así parece indicarlo Francisco cuando recuer-
Three Main Normative-Ethical Traditions», da: «Pasadas siete semanas de años, es decir,
Ethical Perspectives 25/1, págs. 87-116. cuarenta y nueve años, se celebraba el Jubileo,
22. Para una relectura de la solidaridad en cla- año de perdón universal y “de liberación para
ve ecológica, véase: Martínez de Anguita, todos los habitantes” (Lv 25,10). El desarrollo
Pablo (2012). Environmental Solidarity. How de esta legislación trató de asegurar el equili-
Religions can Sustain Sustainability, Nueva brio y la equidad en las relaciones del ser hu-
York: Routledge. mano con los demás y con la tierra donde vivía
23. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on y trabajaba» (LS 71).
Climate Change (23 de noviembre de 2015). 33. Películas como The Road (2009) o The Book
24. En este sentido, como ha señalado lúcidamen- of Eli (2010) son buenas muestras del género.
te Michael Sandel, resulta urgente reconocer Este es también uno de los hilos argumentati-
que el mercado no es moralmente neutro y que vos de películas tan taquilleras como Avatar
hay cosas que el dinero no puede ni debe com- (2009) o The Lord of the Rings (2001-2003).
prar: Cf. Sandel, Michael (2012). What Mo- El carácter “revelador”, apocalíptico, de la cri-
ney Can’t Buy. The Moral Limits of Markets. sis medioambiental ha sido puesto de relieve
Nueva York: Farrar, Straus and Giroux. por Godin, Christian (2012). La haine de la
25. Para esta cuestión: Cf. Scheid, David P. nature. Ceyzérieu: Champ Vallon.
(2016). The Cosmic Common Good: Reli- 34. Cf. Schellengerger, Michael; Nordhaus,
gious Grounds for Ecological Ethics, Oxford: Ted (2011). Love Your Monsters: Postenviron-
Oxford University Press. mentalism and the Anthropocene. Oakland:
26. Bartolomé I, Discurso en Santa Bárbara, Breakthrough Institute.
California (8 de noviembre de 1997). Ver tam- 35. Cf. Jonas, Hans (1995). El Principio de Res-
bién: Habel, Norman (1996). «The Crucified ponsabilidad: ensayo de una ética para la
Land: Towards Our Reconciliation with the civilización tecnológica. Barcelona: Herder.
Earth», Colloquium 28/2, págs.  3-18; Theo- 36. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis,
kritoff, Elizabeth (2017), «Green Patriarch, Op. Cit.
Green Patristics: Reclaiming the Deep Eco- 37. Moon, Jonathan (2015). «Climate Change
logy of Christian Tradition», Religions, 8(7), and the Apocalyptic Imagination: Science,
pág. 116. Faith and Ecological responsibility», Zygon,
27. Islamic Declaration on Global Climate Chan- 50/4, pág. 938.
ge (18 de agosto de 2015). 38. Ibid., pág. 944.
28. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on 39. Nicholsen, S. Weber (2001). The Love of Na-
Climate Change, Op. Cit. ture and the End of the World. The Unspoken
29. Cf. Fredericks, Sarah E. (2014). «Onli- Dimensions of Environmental Concern, Cam-
ne Confessions of Eco-Guilt», JSRNC, 8/1, bridge: MIT Press.
págs. 64-84. 40. Bhumi Devi Ki Jai! A Hindu Declaration on
30. Christie, Douglas E. (2013). The Blue Climate Change, Op. Cit.
Sapphire of the Mind. Notes for a Contempla- 41. Interfaith Climate Change Statement to World
tive Ecology, Nueva York: Oxford University Leaders, Nueva York (18 de abril de 2016).
Press, págs. 93 y 98. 42. Para un desarrollo teológico del potencial
31. Para esta cuestión resulta valioso el artículo sacramental del cristianismo para abordar la
de Ormerod, Neil; Vanin, Cristina (2016). crisis ecológica, véase: Hart, John (2006).
«Ecological Conversion: What Does it Sacramental Commons. Christian Ecological
Mean?», Theological Studies, 77/2, págs. 328- Ethics, Oxford: Rowman & Littlefield.
352. También Jorge Riechmann ha recurrido al 43. En el caso del cristianismo, la visión sacra-
término “conversión” para referirse al proce- mental fundamenta la fraternidad cósmica y
so de transformación que precisamos: Véase la ética del cuidado que permea la propuesta

28
espiritual de Laudato si’, resonando con otras Institutions for Collective Action, Cambridge:
tradiciones espirituales. Véase para esta cues- Cambridge University Press.
tión, por ejemplo: Chryssavgis, John (1997). 56. Así se ha formulado recientemente en Scheid,
«The World as Sacrament: Insights into an Or- David P. (2016). The Cosmic Common Good:
thodox Worldview», Pacifica, 10, págs. 1-24. Religious Grounds for Ecological Ethics,
44. Christie, The Blue Sapphire of the Mind, Nueva York: Oxford University Press. Scheid
Op. Cit., pág. 325. sostiene que una relectura “ecológica”, actua-
45. En este sentido, véase: Clinebell, Howard lizada, del bien común es una de las principa-
(1996). Ecotherapy: Healing Ourselves, Hea- les contribuciones de la tradición católica a la
ling the Earth, Minneapolis: Fortress Press. ética ecológica contemporánea.
46. Resulta oportuno hacer referencia en este pun- 57. A Rabbinic Letter on the Climate Crisis,
to a la reflexión de Charles Taylor sobre “el Op. Cit.
triunfo de lo terapéutico” en la posmodernidad 58. Cf. Swimme, Brian T.; Tucker, Mary E.
y su ruptura respecto de los registros espiritua- (2011). Journey of the Universe, New Haven:
les y morales previos: Taylor, Charles (2007). Yale University Press.
A Secular Age. Cambridge: Harvard Universi- 59. Así lo ha constatado Aaron Wolf en su larga
ty Press, págs. 618-623. experiencia como mediador en conflictos de
47. Adler, Judith (2006). «Cultivating Wilder- gestión de los recursos naturales: Cf. Wolf,
ness: Environmentalism and Legacies of The Spirit of Dialogue, Op. Cit.
Early Christian Ascetism», Society for the 60. Cf. Funk, Cary; Alper, Beck A. (2015).
Comparative Study of Society and History, «Religion and Views on Climate and Energy
págs. 4-37. Issues». Disponible en: http://www.pewinter.
48. Berry, Evan (2014). Devoted to Nature: The net.org/2015/10/22/religion-and-views-on-
Religious Roots of American Environmenta- climate-and-energy-issues/ [Última consulta:
lism. University of California Press, Berkeley, 18/11/2018].
pág. 28. 61. Christie, The Blue Sapphire of the Mind.
49. The Time to Act is Now: A Buddhist Declara- Op. Cit., pág. 315.
tion on Climate Change (14 de mayo de 2015). 62. Un buen reflejo de la centralidad de la dimen-
50. Northcott, Michael (2015). Place, Ecology sión escatológica para las religiones es el tí-
and the Sacred: The Moral Geography of Sus- tulo del documento de carácter interreligioso
tainable Communities. Londres: Bloomsbury, «Alliance of Religions and Conservation –Uni-
pág. 139. ted Nations Development Program (2015)».
51. Cf. Nhat Hanh, Thich (2009). The World Faith in the Future, Bath: ARC-UNDP.
We Have: A Buddhist Approach to Peace and 63. Bhumi Devi Ki Jai!, Op. Cit.
Ecology, Berkeley: Parallax Press. Veáse tam- 64. Jenkins, Willis (2013). The Future of Ethics:
bién: The Time to Act is Now, Op. Cit. Sustainability, Social Justice, and Religious
52. Este punto es desarrollado por Edwards, Creativity, Washington D. C.: Georgetown
Dennis (2016). «“Sublime Communion”: The University Press, págs. 47-48.
Theology of the Natural World in Laudato 65. Tucker, M. E. (1996). «The Role of Religions
Si’», Theological Studies, 77, págs. 377-391. in Forming an Environmental Ethics». En:
53. Islamic Declaration, Op. Cit. Hessel D. T. (ed.), Theology for Earth Com-
54. Cf. Riechmann, Jorge (2012). Interdependien- munity: A Field Guide, Nueva York: Orbis
tes y ecodependientes. Ensayos desde la ética Books, págs. 143-152.
ecológica (y hacia ella), Barcelona: Proteus. 66. Tucker, Worldly Wonder, Op. Cit., págs. 36-54.
55. Cf. Hollenbach, David (2002). The Com- 67. Gottlieb, Roger S. (2006). «Introduction.
mon Good and Christian Ethics, Cambridge: Religion and Ecology –What is the Connec-
Cambridge University Press. Ver también en tion and Why Does It Matter». En: Id. (ed.),
este sentido el importante trabajo de la Premio The Oxford Handbook of Religion and Eco-
Nobel de economía: Ostrom, Elinor (1990). logy, Nueva York: Oxford University Press,
Goberning the Commons. The Evolution of pág. 18.

29
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

1. ¿Me resulta evidente relacionar las problemáticas ambientales con mi ex-


periencia religiosa?

2. ¿Qué obstáculos impiden que consideremos la crisis ecológica como un


problema religioso, moral y espiritual?

3. De las diez contribuciones interreligiosas recogidas en el cuaderno,


¿cuáles son las que más resuenan en mi vida espiritual?

4. ¿Qué espacios interreligiosos cabría cuidar para poder abordar, junto a


otros creyentes, los problemas ambientales que compartimos?

5. ¿En qué medida otras tradiciones religiosas iluminan mi fe, impulsándola


a un mayor compromiso con el cuidado de la creación?

6. ¿Identifico alguna otra dimensión o estrategia religiosa que ayudaría a


alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la comu-
nidad internacional en la Agenda 2030?

30
Cristianisme i Justícia (Fundación Lluís Espinal) es un Centro de Es-

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tudios creado en 1981, promovido por la Compañía de Jesús de Cataluña.
Agrupa un equipo de profesores universitarios y especialistas en teología
y en diversas ciencias sociales y humanas interesados por el cada vez
más indispensable diálogo fe-cultura-justicia.

Los Cuadernos Cristianisme i Justícia (CJ) presentan reflexiones de los


seminarios del equipo del centro y trabajos de sus miembros y colaboradores.
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y futuro; 199. C. M. T EMPORELLI, Amigas de Dios, profetas del pueblo;
200. VARIOS AUTORES, Nuevas fronteras, un mismo compromiso; 201. J.
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Hacia una ecología integral; 203. J. SANZ, Cómo pensar el cambio hoy;
204. J. BOTEY, A 500 años de la Reforma protestante; 205. X. CASANOVAS,
Fiscalidad justa, una lucha global; 206. A. ARES, Hijos e hijas de un
peregrino; 207. J. MoRERA, Desarmar los infiernos; 208. J. I. GONZÁLEZ
FAUS, El Silencio y el Grito; 209. VARIOS AUTORES, ¡Despertemos!; 210.
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Reflexiones para un año electoral; 11. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Romeros de
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