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3.7.

La guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la pérdida de la hegemonía española en

Europa.

Desde inicios del SXVII los príncipes protestantes alemanes se habían rebelado ante las
aspiraciones políticas y religiosas del emperador Fernando II. Las cuestiones religiosas sirvieron
como un mero pretexto para iniciar la guerra, ya que lo que realmente se planteaba era el
mantenimiento o modificación del orden internacional, hasta entonces basado en la
hegemonía de los Habsburgo. Todos los conflictos militares europeos se fueron integrando en
esta guerra general y entre ellos la renovación de las hostilidades hispano-holandesas a partir
de 1621, (finaliza la Tregua de los Doce Años). Cada nación se alineó en uno de los dos grandes
bandos en lucha; Los Habsburgo, que pretendían mantener su hegemonía. O las potencias
rivales (reino de Suecia, Reino de Dinamarca y Noruega, Países Bajos, etc), lideradas
finalmente por Francia, que, a pesar de ser una monarquía católica, no tuvo escrúpulos en
aliarse con los protestantes. La Guerra de los Treinta Años acabó con la Paz de Westfalia
(1648), provocando la independencia definitiva de las Provincias Unidas ( Holanda), y la
pérdida de la hegemonía en Europa. A su vez Francia se erigió como la nueva gran potencia
europea. La monarquía hispánica continuó su guerra en solitario contra Francia hasta la Paz de
los Pirineos en 1659, la cual supuso la cesión a Francia del Rosellón y la Cerdaña, la región de
Artois y algunas otras plazas flamencas.

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