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Anarquistas y Socialistas Ante Las Guerr
Anarquistas y Socialistas Ante Las Guerr
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hacia personalidades políticas implicadas o convoyes de militares que se dirigían a Cuba;
sobre todo teniendo en cuenta que “el 24 de septiembre de 1893, durante el desfile militar con
motivos de la Fiesta de la Mercè, un anarquista arrojó dos bombas en la Gran Vía barcelonesa
contra el General Arsenio Martínez Campos” (Avilés y Herrerín, 174), el general que a inicios
de la Guerra de Cuba fue nombrado Capitán General de la isla y que no fue atacado de nuevo
tras su destitución y regreso a España por parte de los anarquistas. Por otro lado, tras lo
atentado de 1896 en Barcelona en el día del Corpus Cristi, se iniciarían el mismo año los
Procesos de Montjüic en los que el movimiento anarquista fijará sus ojos y prácticamente toda
su atención; así como la denuncia que hacen del mimo proceso.
El mundo obrero encuentra en esta época más adeptos hacia el movimiento republicano, y el
anarquismo cuenta con un apoyo débil y discontinuo en todo momento; y el movimiento
anarquista se centra en casos de espontaneidad a la hora de actuar. Aun así, el movimiento
anarquista será “un colectivo muy ideologizado y militante que en algunas breves etapas llegó
a ser relativamente nutrido (…), lideró amplios segmentos del societarismo obrero y consiguió
impulsar la formación de centrales sindicales que ampliaron su incidencia social.” (López
Estudillo, 73). A pesar de su fuerte impacto, actividad e implicación, también cabe destacar que
es un movimiento con connotaciones de espontaneidad a la hora de actuar y de acciones muy
concretas en el tiempo en momentos de tensión alta y conflicto social inminente. Sean quizás
estos planteamientos prácticos, y seguramente que se viese “debilitado durante la mayor parte
del período (último tercio del s. XIX) tanto por sus conflictos internos y las defecciones que
castigan a las fuerzas muy ocupadas en debates introspectivos, como por la represión
recurrente a que se enfrentan los acto ilegalistas de parte de los suyos y la respuesta casi
indiscriminada de las autoridades y las clases dominantes al combate sin tregua, pero pacífico,
que impulsan muchos otros.” (López Estudillo, 74); lo que no les lleve a una acción concreta
frente a la situación del país con el conflicto del Cuba y Filipinas. Pues como bien he dicho, no
fue más allá de un puñado de declaraciones en contra que no le siguieron manifestaciones o
actos por su parte.
Con todo lo descrito antes, se puede concluir que ambos movimientos obreros están en una
etapa de madurez y expansión social. Y que esta situación, sus posiciones ideológicas y la
absorción de la masa obrera por los republicanos, hacen que los discursos de socialistas en
contra de la Guerra colonial no tengan una fuerte repercusión. Por otro lado, la posición de
socialistas y anarquistas no difiere mucho; pues en ambos casos se reduce a estar en contra
de la guerra y en el caso de los socialistas a favor de la independencia de Cuba, ya sea por
favorecer la paz o por entender que la independencia de la isla supone la emancipación de un
pueblo. Aunque entienden que el conflicto es una guerra en defensa de la burguesía y la clase
opresora, al igual que los anarquistas. A final de cuentas encontramos una oposición a un
conflicto inevitable y abocado al fracaso por parte española, en la que unos por un lado no se
interesan (los anarquistas) y los otros no tienen la repercusión social necesaria (todavía) como
para ser un grupo de presión importante y una alternativa junto a los republicanos.
Grau en Història