Está en la página 1de 74

2

Henrik Ibsen

CASA DE MUÑECAS
DRAMA EN TRES ACTOS
(1879)

Scan: Risardo
Corrección : Fiosue
Biblioteca_irc . MMIV

3
4
han interpretado las actrices mejores del
mundo entonces, entre ellas la danesa Betty
NOTA PRELIMINAR Hennings, la alemana Niemann-Raabe, la
italiana Eleonora Duse, la francesa Réjane y
la española Catalina Barcena.
Ha suscitado innumerables críticas de
Prensa a raíz de sus estrenos, y estudios en
los libros consagrados a Ibsen. En distintos
Casa de muñecas se publicó por primera países, además de Noruega, se han hecho
vez en Copenhague, el 4 de diciembre de parodias de este drama.
1879, apareciendo sucesivamente otras Varios traductores han osado añadir un
ediciones hasta llegar a la definitiva, donde cuarto acto a la obra, y en Alemania se
no dejaría de incluirse, por supuesto. Fue alteró alguna vez el desenlace, por
traducida desde luego al inglés para exigencias de cierta artista, con permiso del
Inglaterra y Norteamérica, al francés, al autor, como ya se ha dicho.
holandés, al italiano, al portugués, al ruso, al
servio, al español, al alemán, al sueco, al
finlandés y al polaco, vertiéndose después a
los demás idiomas.
Comienzan sus representaciones con el
estreno oficial en el Teatro Real, de
Copenhague, el 21 de diciembre de 1879; en
el Teatro de Crístianía, el 20 de enero de
1880; en el Teatro Noruego, de Bergen, el 30
del mismo mes, y aquel año, de febrero a
mayo, la divulgaron por toda la nación
compañías danesas y noruegas; las de
Rasmussen y Petersen hicieron otro tanto por
toda Dinamarca; el 8 de enero de 1880 la
estrenó el Teatro Real, de Estocolmo; el
Teatro Finlandés, de Helsingfors, el 25 de
enero, y el Teatro Sueco, de la misma capital
y de Aabo, dentro del año, difundiéndola más
tarde por toda Suecia; el Teatro de
Goteborg, el 13 de marzo. En Munich la dio a
conocer el Residenztheater el 3 del citado
mes, con asistencia de Ibsen, y tiempo
adelante se pondría en los principales teatros
de Alemania, Austria, Bohemia, Rusia, Italia,
Polonia, Servia, Holanda, Inglaterra,
España, Francia, Australia, Egipto y
América del Norte y del Sur. Ha alcanzado
millares y millares de representaciones, y la

5
6
PERSONAJES

HELMER, abogado.
NORA, su esposa.
El DOCTOR RANK.
KROGSTAD, procurador.
SEÑORA LINDE, amiga de Nora.
ANA MARÍA, su niñera.
ELENA, doncella de los Helmer.
Los Tres Niños del matrimonio
Helmer.
Un Mozo de cuerda.

La acción, en Noruega, en casa de los


Helmer.

7
8
ACTO PRIMERO Cincuenta ore (2)..1
NORA.
Tenga: una corona. No, no; quédese con la
vuelta. (El Mozo da las gracias y se va. NORA
cierra la puerta. Continúa sonriendo
Sala acogedora, amueblada con gusto,
mientras se quita el abrigo y el sombrero.
pero sin lujo. En el fondo, a la derecha, una
Luego saca del bolsillo un cucurucho de
puerta conduce a la antesala, y a la
almendras y come un par de ellas. Después
izquierda, otra al despacho de Helmer. Entre
se acerca cautelosamente a la puerta del
ambas, un piano. En el centro del lateral
despacho de su marido.) Sí, está en casa. (Se
izquierdo, otra puerta, y más allá, una
pone a tararear otra vez según se dirige a la
ventana. Cerca de la ventana, mesa redonda,
mesita de la derecha.)
con un sofá y varias sillas alrededor. En el
lateral derecho, junto al foro, otra puerta, y HELMER. (Desde su despacho.)
en primer término, una estufa de azulejos (1), ¿Es mi alondra la que está gorjeando ahí
con un par de sillones y una mecedora fuera?
enfrente. Entre la estufa y la puerta lateral, NORA. (A tiempo que abre unos paquetes.)
una mesita. Grabados en las paredes. Repisa Sí, es ella.
con figuritas de porcelana y otros menudos
HELMER.
objetos de arte. Una pequeña librería con
libros encuadernados primorosamente. ¿Es mi ardilla la que está enredando?
Alfombra. La estufa está encendida. Día de NORA. ¡Sí!
invierno.
HELMER.
En la antesala suena una campanilla; ¿Hace mucho que ha llegado mi ardilla?
momentos más tarde, se oye abrir la puerta.
NORA.
NORA entra en la sala tarareando
alegremente, vestida de calle y cargada de Ahora mismo. (Guarda el cucurucho en el
paquetes, que deja sobre la mesita de la bolsillo y se limpia la boca.)
derecha. Por la puerta abierta de la antesala, Ven aquí, mira lo que he comprado.
se ve un Mozo con un árbol de Navidad y un HELMER.
cesto, todo lo cual entrega a la doncella que
ha abierto. ¡No me interrumpas por el momento! (Al
poco rato abre la puerta y se asoma con la
pluma en la mano.) ¿Has dicho comprado?
NORA. ¿Todo eso? ¿Aún se ha atrevido el pajarito
Esconde bien el árbol, Elena. No deben cantor a tirar el dinero?
verlo los niños de ninguna manera hasta esta NORA.
noche, cuando esté arreglado. (Dirigiéndose
al Mozo, mientras saca el portamonedas.)
1
¿Cuánto es? (1) En Noruega está bastante extendido el uso de
estas estufas, llamadas suecas, con un metro de diámetro
EL Mozo. y dos de altura.
(2) Cincuenta céntimos.

9
Torvaldo, este año podemos excedernos un ¡Nora, Nora! Eres una verdadera mujer. En
poco. Es la primera Navidad que no tenemos serio, Nora, ya sabes lo que pienso de todo
que andar con apuros. esto. Nada de deudas, nada de préstamos. En
HELMER. e] hogar fundado sobre préstamos y deudas se
respira una atmósfera de esclavitud, un no sé
Sí, sí, aunque tampoco podemos derrochar,
qué de inquietante y fatídico que no puede
¿sabes?
presagiar sino males. Hasta hoy nos hemos
NORA. sostenido con suficiente entereza. Y así
Un poquito sí que podremos, ¿verdad? Un seguiremos el poco tiempo que nos queda de
poquitín, nada más. Ahora que vas a tener un lucha.
buen sueldo, y a ganar muchísimo dinero...
HELMER. NORA.
Sí, a partir de Año Nuevo. Pero habrá de En fin, como gustes, Torvaldo.
pasar un trimestre antes que cobre nada.
HELMER. (Que va tras ella.)
NORA.
Bien, bien; no quiero ver a mi alondra con
¿Y qué importa eso? Entre tanto, podemos las alas caídas. ¿Qué, acaba por enfurruñarse
pedir prestado. mi ardilla? (Saca su billetero.) Nora, adivina
HELMER. lo que tengo aquí.
¡Nora! (Se acerca a ella, y bromeando, le NORA. (Volviéndose rápidamente.)
tira de una oreja.) ¿Reincides en tu ligereza ¡Dinero!
de siempre?... Suponte que hoy pido HELMER.
prestadas mil coronas, que tú te las gastas
Toma, mira. (Entregándole algunos
durante la semana de Navidad, que la Noche
billetes.) ¡Vaya, si sabré yo lo que hay que
Vieja me cae una teja en la cabeza, y me
gastar en una casa cuando se acercan las
quedo en el sitio...
Navidades!
NORA.
NORA. (Contando.)
¡Qué horror! No digas esas cosas.
Diez, veinte, treinta, cuarenta... ¡Muchas
HELMER. gracias, Torvaldo! Con esto tengo para
Bueno; pero suponte que ocurriera. bastante tiempo.
Entonces, ¿qué? HELMER.
NORA. Así lo espero.
Si sucediera semejante cosa, me sería de NORA.
todo punto igual tener deudas que no tenerlas.
Sí, sí; ya verás. Pero ven ya, porque voy a
HELMER. enseñarte todo lo que he comprado. Y
¿Y a los que me hubiesen prestado el además, baratísimo. Fíjate... aquí hay un sable
dinero? y un traje nuevo, para Ivar; aquí, un caballo y
NORA. una trompeta, para Bob, y aquí, una muñeca
con su camita, para Emmy. Es de lo más
¡Quién piensa en ellos! Son personas
ordinario: como en seguida lo rompe... Mira:
extrañas.
aquí, unos cortes de vestidos y pañuelos, para
HELMER.
10
las muchachas. La vieja Ana María se Ya, ya; el estornino; lo sé. Pero vamos a
merecía mucho más... hacer lo que te he dicho, ¿eh, Torvaldo? Así
HELMER. Y en ese paquete, ¿qué hay? tendré tiempo de pensar lo que necesite antes.
¿No crees que es lo más acertado?
NORA. (Gritando.)
HELMER. (Sonriendo)
¡No, eso no, Torvaldo! ¡No lo verás hasta
esta noche! Por supuesto, si verdaderamente guardaras
el dinero que te doy y compraras algo para ti.
HELMER.
Pero luego resulta que vas a gastártelo en la
Conforme. Pero ahora dime, manirrota: casa o en cualquier cosa inútil, y después
¿has deseado algo para ti? tendré que desembolsar otra vez...
NORA. HELMER.
¿Para mí? ¡Qué importa! Yo no quiero ¡Qué idea, Torvaldo!...
nada.
HELMER.
HELMER.
Querida Nora: no puedes negarlo.
¡No faltaba más! Anda, dime algo que te (Rodeándole la cintura.) El estornino es
apetezca, algo razonable. encantador, pero gasta tanto... ¡Es increíble lo
NORA. que cuesta a un hombre mantener un
No sé... francamente. Aunque sí... estornino!
HELMER. ¿Qué? NORA.

NORA. (Juguetea con los botones de la ¡Qué exageración! ¿Por qué dices eso? Si
chaqueta de su marido, sin mirarle.) yo ahorro todo lo que puedo.
Si insistes en regalarme algo, podrías... HELMER. (Riendo.)
Podrías... Eso sí es verdad. Todo lo que puedes; pero
HELMER. Vamos, dilo. lo que pasa es que no puedes nada.
NORA. (De un tirón.) NORA. (Canturrea y sonríe alegremente.)

Podrías darme dinero, Torvaldo. Nada, lo ¡Si tú supieras lo que tenemos que gastar
que buenamente quieras, y un día de éstos las alondras y las ardillas, Torvaldo!
compraré una cosa. HELMER.
HELMER. Eres una criatura original. Idéntica a tu
Pero, Nora... padre. Haces verdaderos milagros por
conseguir dinero, y en cuanto lo obtienes,
NORA.
desaparece de tus manos, sin saber nunca
Sí, Torvaldo; oye, vas a hacerme ese favor. adonde ha ido a parar. En fin, habrá que
Colgaré del árbol dinero envuelto en un papel tomarte tal como eres. Lo llevas en la sangre.
dorado, ¿te parece bien? Sí, sí, Nora; no cabe la menor duda de que
HELMER. esas cosas son hereditarias.
¿Cómo se llama ese pájaro que siempre NORA.
está despilfarrando? ¡Bien me hubiera gustado heredar ciertas
NORA. cualidades de papá!
HELMER.

11
Pero si yo te quiero conforme eres, mi noche, cuando se encienda el árbol, supongo
querida alondra. Aunque... Oye, ahora que me que nos enteraremos de todo.
fijo..., noto que tienes una cara..., vamos..., NORA.
una cara de azoramiento hoy...
¿Te has acordado de invitar al doctor
NORA. ¿Yo? Rank?
HELMER. HELMER.
Ya lo creo. ¡Mírame al fondo de los ojos! No, ni es necesario. De sobra sabe que
NORA. (Mirándole.) ¿Qué? cenará con nosotros; está descontado. De
HELMER. (La amenaza con el dedo.) todos modos, le invitaré ahora por la mañana
cuando venga. He encargado buen vino.
¿Qué diablura habrá cometido esta golosa
Nora, no puedes formarte idea de la ilusión
en la ciudad?
que tengo por esta noche.
NORA.
NORA.
¡Bah, qué ocurrencia!
Yo también. ¡Cómo se van a divertir los
HELMER. niños, Torvaldo!
¿No habrá hecho una escapadita a la HELMER.
confitería?
¡Ah, qué alegría pensar que estamos en
NORA. una posición sólida con un buen sueldo...!
No; te lo aseguro, Torvaldo. ¿No es ya una dicha el mero hecho de pensar
HELMER. en ello?
¿No habrá chupeteado algún caramelo? NORA.

NORA. ¡Oh, sí! ¡Parece un sueño!


No, no; ni por asomo. HELMER.

HELMER. ¿Te acuerdas de la última Navidad?


Durante tres semanas te encerrabas todas las
¿Ni siquiera habrá roído un par de
noches hasta después de las doce, haciendo
almendras?
flores y otros mil prodigios para el árbol. ¡Uf!
NORA. fue la temporada más aburrida que he pasado.
Que no, Torvaldo, que no; puedes creerme. NORA.
HELMER. ¡Entonces sí que no me aburría yo!
Pero, mujer, si te lo digo en broma. HELMER. (Sonriente.)
NORA. (Aproximándose a la mesa de la Pero el resultado fue bastante lamentable,
derecha.) Nora.
Comprenderás que no iba a arriesgarme a NORA.
hacer nada que te disgustara.
¡Oh! no dejas de hacerme burla con lo
HELMER. mismo. ¿Qué culpa tengo yo de que el gato
No, ya lo sé. Además, ¿no me lo has entrase y destrozara todo?
prometido?... (Acercándose a ella.) Puedes HELMER.
guardarte tus secretos de Navidad. Esta

12
No, claro que no, querida Nora. Ponías el No..., no sé... ¡Ah!, sí, me parece... (De
mayor empeño en alegrarnos a todos, que es pronto, exclama:) ¡Cristina! ¿Eres tú?
lo principal. Pero, en suma, más vale que SEÑORA LINDE. Sí, yo soy.
hayan pasado los malos tiempos.
NORA.
NORA.
¡Cristina! ¡Y yo que no te he reconocido!
Es verdad; casi me parece una pesadilla. Pero ¡quién diría que...! (Más bajo.) ¡Cómo
HELMER. has cambiado!
Ahora ya no hace falta que me quede aquí SEÑORA LINDE. Sí, seguramente. Hace
solo y aburrido, y tú no tendrás que nueve años largos...
atormentar más tus queridos ojos y tus lindas NORA.
manilas.
¿Es posible que haga tanto tiempo que no
NORA. (Palmoteo.) nos vemos? Sí, en efecto. ¡Ah! no puedes
¿Verdad que no, Torvaldo? Ya no hace figurarte qué felices han sido estos ocho años
falta. ¡Qué alegría me da oírtelo! últimos. ¿Conque ya estás aquí, en la ciudad?
(Cogiéndole del brazo.) Te voy a decir ¿Como has emprendido un viaje tan largo en
cómo he pensado que vamos a arreglarnos en pleno invierno? Has sido muy valiente.
cuanto pasen las Navidades... (Suena la SEÑORA LINDE.
campanilla en la antesala.) ¡Ah! llaman. Ya ves; acabo de llegar esta mañana en el
(Ordena un poco los muebles.) Ya viene vapor.
alguien. ¡Qué contrariedad!
NORA.
HELMER.
Para festejar las Navidades, naturalmente.
Acuérdate de que no estoy para las visitas. ¡Qué bien! ¡Cuánto vamos a divertirnos! Pero
ELENA. (Desde la puerta de la quítate el abrigo. ¡Ajajá! Ahora nos
antesala.) Señora, es una señora sentaremos aquí, con comodidad, al lado de la
desconocida... estufa. No; mejor es que te sientes en el
NORA. Que pase. sillón. Yo me siento en la mecedora.
(Cogiéndole las manos.) ¿Ves? Ya tienes tu
ELENA. (A HELMER.)
cara de antes; era sólo en el primer
También acaba de llegar el señor doctor. momento... De todos modos, estás algo más
HELMER. pálida, Cristina... y quizá un poco más
¿Ha pasado directamente al despacho? delgada.
ELENA. Sí, señor. SEÑORA LINDE. Y muchísimo más vieja,
Nora.
(HELMER entra en su despacho. La
doncella introduce a la SEÑORA LINDE, en NORA.
traje de viaje, y cierra la puerta tras ella.) Acaso un poco más madura..., un poquito,
SEÑORA LINDE. Buenos días, Nora. no mucho. (Se para, repentinamente seria.)
¡Qué distraída soy! ¡Sentada aquí,
NORA. (Indecisa.) Buenos días.
cotorreando! Mi buena Cristina, ¿puedes
SEÑORA LINDE. Por lo visto, no me perdonarme?
reconoces.
SEÑORA LINDE.
NORA.
13
¿Qué quieres decir, Nora? NORA.
NORA. (Bajando la voz.) No; te toca empezar a ti. Hoy no quiero ser
¡Pobre Cristina! Te has quedado viuda, egoísta; sólo quiero pensar en tus asuntos.
¿no? Únicamente voy a decirte una cosa. ¿Te has
enterado de la fortuna que nos ha sobrevenido
SEÑORA LINDE.
estos días?
Sí, hace ya tres años.
SEÑORA LINDE. No. ¿Qué es?
NORA.
NORA.
Lo sabía; lo leí en los periódicos. ¡Ay,
¡Imagínate! ¡A mi marido le han nombrado
Cristina! tienes que creerme: pensé muchas
director del Banco de Acciones!
veces escribirte; pero lo fui dejando de un día
para otro, y por añadidura, siempre había algo SEÑORA LINDE.
que lo impedía. ¿A tu marido? ¡Qué suerte!
SEÑORA LINDE. Lo comprendo NORA.
perfectamente. ¡Sí, grandísima! ¡Es tan insegura la
NORA. posición de un abogado!... Sobre todo cuando
Sí, Cristina, me he portado muy mal. no quiere ocuparse más que de asuntos
¡Pobrecita! ¡Cuánto habrás sufrido!... ¿No te lícitos... Y como es lógico, así ha hecho
ha dejado nada para vivir? Torvaldo, en lo cual me hallo de completo
acuerdo. No puedes figurarte lo contentos que
SEÑORA LINDE. No.
estamos. Para Año Nuevo tomará posesión, y
NORA. percibirá un buen sueldo, con muchos
¿Y no tienes hijos? beneficios. Por fin podremos cambiar del
SEÑORA LINDE. No. todo esta manera de vivir... enteramente a
nuestro gusto. ¡Oh, Cristina, cuan feliz me
NORA.
siento! Es algo maravilloso eso de poseer
Así, pues, ¿nada? mucho dinero y verse libre de
SEÑORA LINDE. preocupaciones, ¿verdad?
Ni siquiera una pena..., ni una nostalgia. SEÑORA LINDE.
NORA. (Mirándola, incrédula.) Pero Sí; al menos, debe de ser una tranquilidad
Cristina, ¿cómo es posible? poseer lo necesario.
SEÑORA LINDE. (Sonríe tristemente NORA.
mientras le acaricia el cabello.) Son cosas No, no sólo lo necesario, sino dinero en
que ocurren a veces, Nora. abundancia.
NORA. SEÑORA LINDE. (Sonríe.)
¡Tan sola! Debe de ser horriblemente triste ¡Nora, Nora! ¿Todavía no tienes sentido
para ti. Yo tengo tres niños encantadores. Por común? En el colegio eras una malgastadora.
el momento no puedes verlos; han salido con
NORA. (Sonríe a su vez.)
la niñera. Vamos, cuéntamelo todo.
Sí, eso dice aún Torvaldo. (Amenazando
SEÑORA LINDE.
con el dedo.) Pero "Nora, Nora" no es tan
No, no; primero, tú. loca como suponéis. Además, no hemos
14
tenido mucho que derrochar, realmente. Los también debía preocuparme de mi pobre
dos nos hemos visto obligados a .trabajar. Torvaldo moribundo. ¡Padre querido! No
SEÑORA LINDE. ¿También tú'? volví a verle, Cristina. Es lo más penoso que
hube de pasar desde que me casé.
NORA.
SEÑORA LINDE.
Sí; nada, pequeñeces: bordar, hacer
ganchillo... (Sin darle importancia.) ¡Qué sé Ya sé que le tenías mucho cariño. ¿De
yo!... No ignorarás que Torvaldo salió del modo que os marchasteis a Italia?
ministerio cuando nos casamos. Tenía pocas NORA.
esperanzas de ascenso, y como había de ganar Sí; contábamos con el dinero, y los
más que antes... Pero el primer año se abrumó médicos nos apremiaban. Nos marchamos un
de trabajo. Debía buscarse toda clase de mes después.
quehaceres, según comprenderás, y trabajaba
SEÑORA LINDE.
día y noche. Pero no pudo resistirlo y cayó
gravemente enfermo. Los médicos declararon ¿Y volvió tu marido radicalmente curado?
indispensable que se marchara al Mediodía. NORA.
SEÑORA LINDE. Radicalmente.
Es cierto. Estuvisteis un año en Italia... SEÑORA LINDE. Luego ¿ese médico...?
NORA. NORA.
Sí, y no creas que fue nada fácil ¿Cómo dices?
marcharnos. Justamente acababa de nacer SEÑORA LINDE.
Ivar... Pero había que partir. Fue un viaje
Me ha parecido oír a la doncella que ese
encantador, y gracias a él, Torvaldo salvó la
señor que entraba conmigo era un doctor...
vida. Eso sí, costó dinero en grande.
NORA.
SEÑORA LINDE. Ya lo presumo.
¡Ah, sí! Es el doctor Rank; pero no viene
NORA.
como médico. Es nuestro mejor amigo, y nos
Unas cuatro mil ochocientas coronas. hace, cuando menos, una visita al día. No.,
Bastante, ¿eh? Torvaldo no se ha sentido enfermo desde
SEÑORA LINDE. entonces. Los niños también están muy sanos,
Sí; pero, en casos como ése, es toda una igual que yo. (Se levanta de repente,
chiripa poseerlo. palmeteando.) ¡Dios mío! ¡Cristina, es una
delicia vivir y ser feliz!... Pero ¡qué torpeza!...
NORA.
No hago más que hablar de mis cosas. (Se
Porque nos lo dio papá. sienta en un taburete junto a CRISTINA,
SEÑORA LINDE. acodándose en sus propias rodillas.) ¡No te
¡Ah!, sí. Fue poco antes de morir, si mal enfades conmigo!... Dime, ¿es verdad que no
no recuerdo. querías a tu esposo? Pues ¿por qué te casaste
con él?
NORA.
SEÑORA LINDE.
Sí, Cristina, exactamente. ¡Y pensar que se
me hizo imposible ir a cuidarle! Estaba En aquel tiempo aún vivía mi madre; pero
esperando de un día a otro que naciera Ivar, y estaba enferma e inválida. Para colmo, debía

15
yo sostener a mis dos hermanitos. Por tanto, SEÑORA LINDE. (Vuelve hacia ella.)
no juzgué oportuno rechazar la oferta. No, Nora, todo lo contrario. Eres tú la que
NORA. no debe enfadarse conmigo. Lo peor de una
Puede que tuvieses razón. ¿Luego era rico? situación como la mía es que se torna una tan
"agria... No se tiene a nadie por quien
SEÑORA LINDE.
trabajar, y sin embargo, se ve una obligada a
Sí, creo que gozaba de buena posición. valerse de todos. Hay que vivir, y eso nos
Pero sus negocios eran inseguros, ¿sabes? hace egoístas... No querrás creerme, pero
Cuando murió, se vino todo abajo y no quedó cuando me has contado vuestro cambio de
nada. posición, me alegraba más por mí que por ti.
NORA. NORA.
¿Y qué hiciste? ¡Cómo!... ¡Ah!, sí... comprendo; querrás
SEÑORA LINDE. decir que quizá Torvaldo pueda hacer algo
Hube de ingeniarme con una tiendecita, por ti.
con un modesto colegio y con lo que pude SEÑORA LINDE.
encontrar. Los tres últimos años han sido para Sí, eso he pensado.
mí como un largo día de trabajo sin tregua.
NORA.
Pero se acabó todo, Nora. Mi pobre madre no
me necesita ya, y los chicos, tampoco; tienen Y lo hará. Déjalo en mis manos. ¡Ya verás
sus empleos y pueden mantenerse por sí qué bien voy a prepararlo! Buscaré algo
mismos muy bien. agradable para predisponerle. ¡Tengo tantas
ganas de serte útil!
NORA.
SEÑORA LINDE.
¡Qué alivio debes de sentir!
Eres muy buena al tomarte ese interés por
SEÑORA LINDE.
mí, Nora. Doblemente buena, pues
No, Nora; lo que siento es un vacío desconoces los sinsabores y las amarguras de
inmenso. ¡No tener nadie a quien la vida.
consagrarse!... (Se levanta, intranquila.) Por
NORA.
eso no podía aguantar al cabo en aquel
rincón. Aquí debe de ser más fácil encontrar ¿Yo?... ¿Que no conozco...?
en qué ocuparse y distraer los pensamientos. SEÑORA LINDE. (Sonriendo.)
Si me cupiera la fortuna de conseguir un Sí, mujer... Bordar un poco y labores por el
empleo; en una oficina, por ejemplo... estilo... Eres una niña, Nora.
NORA. NORA. (Con un gesto de orgullo
Pero, Cristina, ¡es tan fatigoso., y. tú lastimado.)
pareces ya tan cansada! Sería mejor para ti No debías decirlo en ese tono de
que fueses a un balneario. superioridad.
SEÑORA LINDE. (Acercándose a la SEÑORA LINDE. ¿Por qué?
ventana.) Yo no tengo ningún padre que me
NORA.
pague los gastos, Nora.
NORA. (Se levanta.)
¡Mujer, no lo tomes a mal!
16
Eres lo mismo que los demás. Todos estáis Habla más bajo, no te vaya a oír Torvaldo.
convencidos de que no valgo para nada Por nada del mundo conviene que él... No
serio... debe saberlo nadie más que tú.
SEÑORA LINDE. ¡Vamos, mujer! SEÑORA LINDE.
NORA. Pero, criatura, ¿qué es ello?
...de que no he pasado por dificultades en NORA.
este mundo. Acércate aquí. (Le hace sentarse a su lado,
SEÑORA LINDE. en el sofá.) Pues verás... También tengo de
Querida Nora, acabas de contarme todos qué estar orgullosa y satisfecha. Fui yo quien
tus contratiempos... salvé la vida a Torvaldo.
NORA. SEÑORA LINDE.

¡Bah!..., eso son pequeñeces. (Baja la ¿Tú?... ¿Que tú le salvaste...?


voz.) No te he contado lo principal. NORA.
SEÑORA LINDE. Ya te he contado lo del viaje a Italia.
¿Lo principal?... ¿Qué quieres decir? Torvaldo no viviría si no hubiera ido allá...
NORA. SEÑORA LINDE.

Me crees demasiado insignificante, Sí, porque tu padre te dio el dinero


Cristina, y no debieras hacerlo. Te sientes necesario...
orgullosa de haber trabajado tanto por tu NORA. (Sonriendo.)
madre. Sí, eso es lo que creen Torvaldo y todo el
SEÑORA LINDE. mundo; pero...
Yo no creo insignificante a nadie. Pero, SEÑORA LINDE. Pero... ¿qué?
eso sí, lo confieso..., me siento orgullosa y NORA.
satisfecha de haber conseguido que fuesen
Papá no nos dio nada. Fui yo la que busqué
tranquilos, hasta cierto punto, los últimos días
el dinero.
de mi madre.
SEÑORA LINDE.
NORA.
¿Tú? ¿Una suma tan grande?
Y también te sientes orgullosa pensando en
lo que has hecho por tus hermanos. NORA.

SEÑORA LINDE. Creo que estoy en mi Cuatro mil ochocientas coronas. ¿Qué te
derecho. parece?
NORA. SEÑORA LINDE.

Lo mismo creo yo. Pues ahora, Cristina, ¿Y cómo te las arreglaste? ¿Te tocó la
voy a decirte algo. Yo también tengo de qué lotería?
sentirme orgullosa y satisfecha. NORA. (Desdeñosamente.)
SEÑORA LINDE. No lo dudo. Pero ¿de qué ¡La lotería! (Hace un gesto despectivo.) De
se trata? ser así, ¿qué mérito habría tenido?
NORA. SEÑORA LINDE. En ese caso, ¿de dónde las
sacaste?
17
NORA. (Canturrea y sonríe Pero si lo que importaba era que no
enigmáticamente.) ¡Ah!... ¡Trala... lalá! supiese nada. ¡Vamos!, ¿no comprendes?...
SEÑORA LINDE. No debía enterarse de la gravedad de su
estado. Fue a mí a quien vinieron los
No1 creo que lo consiguieras prestado.
médicos diciéndome que peligraba su vida, y
NORA. que solamente una estancia en el Mediodía
¡Ah! ¿No?... ¿Y por qué no? podría salvarle. ¡No creas que al principio no
SEÑORA LINDE. intenté hablarle con diplomacia! Le hice ver
lo delicioso que sería para mí viajar por el
Porque una mujer casada no puede pedir
extranjero, ni más ni menos que tantas otras
prestado sin el consentimiento de su marido.
mujeres; con súplicas y lloros, le dije que
NORA. (Con un ademán de orgullo.) debía tener en cuenta las circunstancias en
¡Ah! ¿Y cuando se es una mujer casada que me encontraba, que había de ser
que tiene algún sentido de los negocios..., una comprensivo y ceder... Entonces fue cuando
mujer que sabe administrarse con un poco de insinué que podía pedir un préstamo. Pero al
inteligencia?... oírme casi se enfadó, Cristina. Me replicó que
SEÑORA LINDE. era una insensata, y que su deber de esposo le
dictaba no someterse a mis caprichos, como
Nora, no me explico lo que quieres decir... él los llamaba. "Bueno, bueno—pensé—; de
NORA. todos modos, hay que salvarte." Y a la postre
Ni es menester. Nadie afirma que haya busqué otra salida...
pedido el dinero prestado. Lo he podido SEÑORA LINDE.
adquirir de otra manera. (Dejándose caer en ¿Y por tu padre no se enteró tu marido de
el sofá.) He podido recibirlo de algún que el dinero no procedía de él?
admirador. Teniendo un aspecto tan atractivo
como el mío... NORA.

SEÑORA LINDE. ¡Eres una loca! No, nunca. Papá murió por aquellas
mismas fechas. Yo había pensado hacerle
NORA.
cómplice en el asunto y rogarle que no
Ya no puedes negar que sientes una revelara nada. Pero ¡estaba tan enfermo!...
curiosidad enorme, Cristina. Por desgracia, no hubo necesidad.
SEÑORA LINDE. SEÑORA LINDE.
Óyeme, Nora: ¿no habrás obrado ¿Y después?... ¿Nunca te has confiado a tu
irreflexivamente? marido?
NORA. (Irguiéndose.) NORA.
¿Es irreflexivo salvar una la vida de su ¡No lo quiera Dios! ¿Cómo se te ocurre tal
marido? idea? ¡A él, tan severo para estas cosas! Por
SEÑORA LINDE. lo demás, a Torvaldo, con su amor propio de
Lo que estimo irreflexivo es hacerlo sin hombre, se le haría muy penoso y humillante
que lo supiera él... saber que me debía algo. Se habrían echado a
perder todas nuestras relaciones, y la felicidad
NORA.
de nuestro hogar terminaría para siempre.
SEÑORA LINDE.

18
¿No piensas decírselo jamás? SEÑORA LINDE. ¡Y tanto!
NORA. (Pensativa, inicia una sonrisa.) NORA.
Sí, acaso alguna vez..., después de muchos Asimismo he tenido otras fuentes de
años, cuando no sea yo tan bonita como ingresos. El invierno pasado pude encontrar
ahora. ¡No te rías! Quiero decir que cuando un trabajo de copias. Me encerraba y escribía
ya no guste tanto a Torvaldo, cuando ya no se todas las noches hasta muy tarde. ¡Oh!, con
divierta viéndome bailar y disfrazarme y frecuencia me sentía muy cansada. A pesar de
declamar... Entonces sería bueno tener un todo, era un placer trabajar y ganar dinero.
cable al que asirme... (Interrumpiéndose.) Parecía casi como si fuese un hombre.
¡Bah, qué tonterías! Ese día no llegará nunca. SEÑORA LINDE.
Vamos a ver, Cristina, ¿qué opinas de mi
¿Y cuánto has podido devolver así?
gran secreto? ¿No entiendes que yo también
sirvo para algo?... Puedes creer que el asunto NORA.
me ha ocasionado serias preocupaciones. No No sabría decírtelo al detalle. Es muy
ha sido nada fácil para mí cumplir mi difícil llevar cuentas en esta clase de
compromiso a tiempo. Porque te advierto que negocios. Sólo sé que he pagado cuanto me
en este mundo de los negocios hay lo que se ha sido posible reunir. Muchas veces no se
llaman vencimientos y lo que se llama me ocurría ya qué hacer. (Sonríe.) Entonces
amortización. ¡Y todo eso es tan difícil de me quedaba aquí sentada, ideando que un
solucionar! De manera que he tenido que señor viejo y rico se había enamorado de mí...
ahorrar un poco de aquí y otro poco de allí..., SEÑORA LINDE.
de donde he podido, ¿sabes? Del dinero de la
¡Cómo!... ¿Quién?
casa no podía economizar mucho, porque
Torvaldo tenía que comer bien. Tampoco NORA.
podía dejar que los niños fuesen mal vestidos, ...que se había muerto, y que, al abrir su
porque todo lo que me daba para ellos me testamento, se leía en letras muy grandes:
parecía intangible, como cosa suya. "Todo mi dinero será pagado al contado
¡Angelitos míos! inmediatamente a la encantadora señora Nora
SEÑORA LINDE. Helmer."
¡Pobre Nora! Por ende, tus necesidades SEÑORA LINDE.
personales han debido de pagar las Pero, Nora, ¿qué dices?... ¿De quién estás
consecuencias. hablando?
NORA. NORA.
Efectivamente. Era algo que me ¿No te das cuenta?... No existe tal señor;
correspondía. Cada vez que Torvaldo me es una cosa que me imaginaba siempre
daba dinero para mi adorno, sólo gastaba la cuando no sabía qué hacer para encontrar
mitad. Siempre compraba de lo más barato y dinero. Pero ¡qué más da! Por mí, ese dichoso
corriente. Era una ventaja que todo me señor viejo puede estar donde le plazca.: no
sentara a maravilla; de modo que Torvaldo no me importan nada él ni su testamento; ya se
ha notado nada. Pero muchas veces se me acabaron las preocupaciones. (Irguiéndose de
hacía demasiado cuesta arriba, Cristina. ¡Es repente.) ¡Dios mío! ¡Qué gusto poder
tan agradable ir bien vestida! ¿Verdad? pensarlo, Cristina! ¡Sin preocupaciones!
¡Poder sentirse tranquila, absolutamente
19
tranquila; jugar y alborotar con los niños; NORA.
tener la casa preciosa, todo como le gusta a Pues haga el favor de entrar por la puerta
Torvaldo! ¡Y calcular que ya se acerca la del despacho. (Saluda con indiferencia y
primavera con su cielo azul! Para entonces cierra la puerta de la antesala; luego se
quizá podamos viajar un poco, volver a ver el acerca a ver el fuego de la estufa.)
mar. ¡De veras es magnífico vivir y ser feliz!
SEÑORA LINDE. Nora... ¿quién es ese
(Se oye la campanilla en la antesala.) hombre?
SEÑORA LINDE. (Levantándose.) Llaman; NORA. Es un tal Krogstad..., procurador.
será mejor que me vaya.
SEÑORA LINDE. ¡Ah!, ¿es él?
NORA.
NORA.
No, quédate. No aguardo a nadie; de fijo,
¿Le conoces?
es para Torvaldo...
SEÑORA LINDE.
ELENA. (Desde la. puerta.)
Le conocí... hace años. Fue pasante de
Perdón, señora; hay un caballero que desea
procurador de nuestro distrito.
hablar con el señor abogado...
NORA.
NORA.
¡Ah, sí! Ya recuerdo.
Con el señor director, querrás decir...
SEÑORA LINDE.
ELENA.
¡Qué cambiado está!
Sí, señora, con el señor director. Pero
como el señor doctor está ahí dentro... no NORA.
sabía si... Creo que ha sido desdichado en su
NORA. matrimonio.
¿Quién es ese caballero? SEÑORA LINDE. Y ahora es viudo, ¿no?

KROGSTAD. (En la antesala.) Soy yo, NORA.


señora. Sí, con una caterva de hijos. ¡Ya se anima
(La SEÑORA LINDE, turbada, se vuelve, el fuego! (Cierra la portezuela de la estufa y
estremeciéndose, hacia la ventana.) retira un poco la mecedora.)
NORA. (Avanza un paso hacia él, intrigada SEÑORA LINDE.
y dice a media voz:) ¿Usted? ¿Qué hay? ¿Qué Dicen que se dedica a toda clase de
quiere hablar con mi marido? negocios.
KROGSTAD. NORA.
Nada; asuntos bancarios... Tengo un ¡Ah! ¿Sí?... Puede ser; no sé... Pero no
modesto empleo en el Banco, y he oído decir pensemos en negocios; es una cosa tan
que su esposo ha sido nombrado director... aburrida...
NORA. (El DOCTOR RANK sale- del despacho de
Pero ¿es que...? HELMER.)

KROGSTAD. DOCTOR RANK. (Todavía desde la puerta


del despacho.)
Negocios a secas, señora, y nada más.

20
No, no; no quiero estorbar. Prefiero charlar otro tanto. Y lo mismo pasa con los que
un rato con tu mujer. (Cierra la puerta y padecen achaques morales. En este momento
repara en la. SEÑORA LINDE.) ¡Ah! perdón. acabo de dejar a uno de esos enfermos
Por las trazas, también estorbo aquí. morales en el despacho de Helmer...
NORA. SEÑORA LINDE. (Con voz apagada.) ¡Ah!
No, no, de ninguna manera. NORA.
(Presentando.) El doctor Rank. La señora ¿A quién se refiere usted?
Linde.
DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK.
¡Oh!, es un tal Krogstad, procurador; usted
¡Ah! sí. Es un nombre que se oye mucho no le conoce. Tiene el carácter podrido hasta
en esta casa. Creo que he pasado delante de las raíces... Pues a su vez ha osado decir que
usted al subir la escalera. hay que vivir, como si supusiera una cosa de
SEÑORA LINDE. máxima importancia.
Sí; yo subo muy despacio, porque me NORA.
canso. ¿Sí? Entonces, ¿de qué quería hablar con
DOCTOR RANK. Torvaldo?
Algo de debilidad, al parecer. DOCTOR RANK.
SEÑORA LINDE. Sólo fatiga. No lo sé a ciencia cierta. Sólo he oído que
DOCTOR RANK. se trataba del Banco.
¿Nada más? Y, probablemente, viene usted NORA.
a descansar acá yendo de festejo en festejo... Yo ignoraba que Krogs... que el
SEÑORA LINDE. procurador tuviera que ver con el Banco.
He venido a buscar trabajo. DOCTOR RANK.

DOCTOR RANK. Sí; le han dado una especie de empleo. (A


la SEÑORA LINDE.) No estoy al tanto de si por
¿Será ése un remedio eficaz contra el
allá, entre ustedes, hay esa clase de hombres
exceso de fatiga?
que se debaten afanosos por descubrir
SEÑORA LINDE. podredumbres morales, y en cuanto tropiezan
¡Una tiene que vivir, doctor! con un individuo enfermo, le adjudican una
DOCTOR RANK. buena plaza para tenerle en observación.
Mientras, que se queden fuera los sanos.
Sí, eso opina todo el mundo: que es
necesario vivir. SEÑORA LINDE.

NORA. No obstante, los enfermos son, en realidad,


los más necesitados.
¡Vamos, vamos, doctor! También tendrá
usted ganas de vivir. DOCTOR RANK. (Encogiéndose de
hombros.)
DOCTOR RANK,
Es ese punto de vista el que convierte la
¡Ya lo creo! A pesar de lo mal que estoy,
sociedad en un hospital.
prefiero seguir sufriendo durante el mayor
tiempo posible. Todos mis pacientes piensan

21
NORA. (Como abstraída en sus ¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué es?
pensamientos y palmeteando.) ¡Ja, ja, ja! NORA.
DOCTOR RANK. Es algo que siento unos deseos irresistibles
¿De qué se ríe usted? ¿Sabe acaso qué es de decir delante de Torvaldo.
la sociedad? DOCTOR RANK.
NORA. ¿Y por qué no lo dice?
¡Qué me importa la dichosa sociedad!... NORA.
Me reía de algo muy distinto... algo
No me atrevo... Es una cosa muy fea.
verdaderamente gracioso... Dígame, doctor...
Todos los que están empleados en el Banco SEÑORA LINDE. ¿Fea?
dependerán desde ahora de Torvaldo, ¿no es DOCTOR RANK.
así? En ese caso, no le aconsejo que lo diga.
DOCTOR RANK. Aunque, a nosotros, bien podía... ¿Qué es lo
¿Y eso la divierte a usted tanto? que tiene usted tantas ganas de decir delante
de Helmer?
NORA. (Sonríe y canturrea.)
NORA.
No me haga caso. (Paseándose.) Sí que es
verdaderamente gracioso pensar que Tengo unas ganas enormes de gritar:
nosotros... que Torvaldo haya ganado tanto ¡Demonios coronados!
autoridad sobre tanta gente... (Saca del DOCTOR RANK.
bolsillo un cucurucho de almendras.) ¿Una Pero ¿está usted loca?
almendrita, doctor?
SEÑORA LINDE. ¡Por Dios, Nora!
DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK. Ya puede usted decirlo.
¡Cómo! ¿Almendritas? Tenía entendido Aquí viene.
que eso era mercancía prohibida aquí.
NORA. (Que esconde el cucurucho.)
NORA.
¡Chis! (HELMER sale del despacho con el
Sí; pero éstas me las ha dado Cristina. sombrero en la mano y el abrigo colgando
SEÑORA LINDE. ¿Qué? ¿Yo?... del brazo. NORA va hacia él.) ¿Qué, por fin
NORA. has podido quitártele de encima?
¡Vaya, vaya, no te asustes! ¿Qué sabías tú HELMER.
de si Torvaldo me había prohibido comer Sí; acaba de irse.
almendras? Es porque le da miedo que se me NORA.
estropeen los dientes, ¿comprendes? Pero por
Te voy a presentar; es Cristina, que ha
una vez, no hay cuidado. ¿Verdad, doctor?
llegado de fuera.
Tenga. (Le mete una almendra en la boca.) Y
tú, otra, Cristina. Yo también tomaré una, HELMER.
sólo una pequeñita... lo más, dos. ¿Cristina?... Perdón; pero no sé...
(Paseándose.) Ahora sí que me siento feliz. NORA.
AJ presente hay una sola cosa que tengo unas
ganas vivísimas de hacer. La señora Linde, Torvaldo; Cristina
Linde...
DOCTOR RANK.

22
HELMER. SEÑORA LINDE.
¡Ah, sí! una amiga de la infancia, supongo. ¡Oh! ¿Cómo podría agradecérselo?...
SEÑORA LINDE. HELMER.
Sí; nos conocimos en otro tiempo. No se preocupe por eso. (Poniéndose el
NORA. gabán.) Pero hoy tendrá usted que
disculparme...
Y fíjate: ha hecho este viaje para poder
hablar contigo. DOCTOR RANK.

HELMER. ¿Qué oigo? Aguarda; voy contigo. (Busca su abrigo de


pieles y lo calienta ante la estufa.)
SEÑORA LINDE. Vamos... es decir...
NORA.
NORA.
No tardes mucho, Torvaldo.
¿Sabes? Cristina entiende bastante de
trabajos de oficina, y ahora tiene mucho HELMER.
interés en ponerse a las órdenes de un hombre Una hora, nada más.
competente, para adquirir más NORA.
conocimientos...
¿Te vas tú también, Cristina?
HELMER.
SEÑORA LINDE. (Mientras se pone el
Lo estimo muy acertado, señora. abrigo.)
NORA. Sí; ahora tengo que buscar habitación.
Cuando se enteró de que te habían HELMER.
nombrado director del Banco...—llegó un
Pues bajaremos a la calle juntos.
telegrama, ¿comprendes?—, se apresuró a
venir aquí. ¿Verdad, Torvaldo, que harás algo NORA. (Ayudándola.)
por Cristina para complacerme, eh? ¡Qué lástima que vivamos tan estrechos!
HELMER. Pero nos es completamente imposible...
No parece del todo imposible. ¿Es usted SEÑORA LINDE.
viuda quizá?... ¿En qué estás pensando, mujer? Adiós,
SEÑORA LINDE. Sí. Nora, y gracias por todo.
HELMER. NORA.

¿Y conoce usted estos trabajos de oficina? Adiós, o hasta luego. Porque vendrás esta
noche, por de contado. Y usted también,
SEÑORA LINDE. Bastante.
doctor. ¡Cómo! ¿Si se siente usted con
HELMER. bríos?... ¡No faltaba más! Abríguese. (Pasan,
¡Ah! entonces es muy probable que pueda charlando, a la antesala. Se oyen voces de
encontrarle una colocación... niños fuera, en la escalera.) ¡Ya están aquí,
NORA. (Batiendo palmas.) ¿Lo ves, lo ya están aquí! (Corre a abrir. La niñera ANA
ves?... MARÍA viene con los niños.) ¡Entrad, entrad!
(Se agacha para besarlos.) ¡Angelitos
HELMER.
míos!... ¿Ves, Cristina? ¿Verdad que son
Llega usted en un momento oportuno, preciosos?
señora.
23
DOCTOR RANK. (Se ponen a jugar todos, riendo y
Nos os quedéis ahí hablando., que hay alborotando, en el salón y en la biblioteca de
corriente. la derecha. Por fin, NORA se esconde debajo
de la mesa. Los niños irrumpen
HELMER.
precipitadamente, sin encontrarla; pero, al
Venga, señora Linde. Permanecer aquí oír su risita contenida, se lanzan todos hacia
ahora es algo que sólo puede resistirlo una la mesa, levantando el tapete, y la descubren.
madre. Ruidosa alegría. NORA sale a gatas como
(El DOCTOR RANK, HELMER y la SEÑORA para asustarlos. Mientras, ha llamado
LINDE bajan la escalera. ANA MARÍA entra alguien a la puerta, sin que nadie lo note. Se
con los niños en el salón, seguida de NORA, abre la puerta un poco, y aparece KROGS-
que cierra la puerta.) TAD. Se detiene un momento en tanto que el
NORA. juego continúa.)
¡Tenéis un aspecto estupendo! ¡Vaya unos KROGSTAD.
colores que traéis! Parecéis manzanas y rosas. Usted perdone, señora...
(Los niños le hablan todos a la vez hasta el NORA. (Emite un grito ahogado,
final del parlamento.) ¿Os habéis divertido levantándose a medias.) ¡Ah! ¿Qué desea
mucho? Así me gusta. ¡Ah! ¿Sí?... ¿Conque usted?...
has llevado a Emmy y a Bob en el trineo?...
KROGSTAD.
¡Qué enormidad! ¿A los dos juntos? ¡Sí que
eres valiente, Ivar!... ¡Oh! déjame tenerla un Dispénseme. Como la puerta estaba
poquito, Ana María. ¡Muñequita mía! (Toma abierta... Se habrán olvidado de cerrarla.
a la pequeña en brazos y baila con ella.) Sí, NORA. (Levantándose.)
sí, Bob; mamá bailará contigo también. No está en casa mi marido, señor
¡Cómo! ¿Os habéis tirado bolas de nieve? Krogstad.
¡Qué pena no haber estado con vosotros! No,
KROGSTAD. Ya lo sé.
deja, Ana María; yo misma les quitaré los
abrigos. Sí, mujer, me encanta hacerlo. Entre NORA.
tanto, pasa ahí; tienes cara de frío. Hay café ¿A qué viene usted aquí, pues?
caliente esperándote. (ANA MARÍA pasa a la KROGSTAD.
habitación de la izquierda. NORA quita los
A hablar dos palabras con usted.
abrigos a los niños, desperdigándolos por la
escena. Los niños siguen hablando todos a la NORA.
vez.) ¿Sí?... ¿Decís que os ha seguido un ¿Conmigo?... (A los niños, en voz baja.)
perro grande, corriendo detrás de vosotros? Marchaos con Ana María. ¿Cómo? No, no, el
Pero no os mordería, ¿en?... No; los perros no hombre no va hacer nada malo a mamá. En
muerden a los muñequitos encantadores como cuanto se haya ido, volveremos a jugar.
vosotros, ¡Ivar, no toques los paquetes! ¡Si tú (Conduce a los niños a la habitación de la
supieras lo que hay dentro!... Una cosa izquierda y cierra la puerta tras ellos. Con
horrenda... ¡Anda, vamos a jugar! Al inquietud, intrigada.) ¿Quería usted
escondite... ¿queréis?... Bob se esconderá el hablarme?...
primero... ¿O preferís que me esconda yo?... KROGSTAD.
Sí, eso quiero.
24
NORA. Yo también la conocía.
¿Hoy?... Pero si aún no estamos a primeros NORA. Lo sé.
de mes... KROGSTAD.
KROGSTAD. ¿De veras? Así, estará usted enterada. Me
No, hoy es Nochebuena; y de usted lo suponía. Entonces podré preguntarle con
depende cómo va a pasar estas Navidades... toda franqueza: ¿es verdad que la señora
NORA. Linde va a tener un empleo en el Banco?
Habrá de hacerse cargo. Hoy no puede de NORA.
ninguna manera... Señor Krogstad, ¿cómo se permite
KROGSTAD. preguntarme eso usted, que es un subordinado
de mi marido? Pero, ya que me lo pregunta,
Por ahora no vamos a hablar de eso. Se
voy a responderle. Es verdad; la señora Linde
trata de otra cosa. Me figuro que podrá
tendrá una colocación, y además, soy yo
dedicarme un momento.
quien ha influido para ello. Ya lo sabe usted,
NORA. señor Krogstad.
¡Oh! sí, claro, por supuesto... aunque... KROGSTAD. He acertado.
KROGSTAD. NORA. (Paseándose.)
Muy bien. Estaba yo sentado en el Como puede suponer, una tiene algo de
restaurante Olsen, cuando he visto pasar a su influencia. No crea que ser mujer no quiere
marido... decir que... Cuando se es un subordinado,
NORA. Sí, sí. señor Krogstad, hay que obrar con un poco de
KROGSTAD. tacto para no mortificar a una persona que...
...con una señora. KROGSTAD.

NORA. ¿...que tiene influencia?


¿Y qué...? NORA. Eso es.

KROGSTAD. KROGSTAD. (Cambiando de actitud.)

¿Puedo hacerle una pregunta? ¿No era la Señora, ¿sería usted tan amable que
señora Linde? empleara su influencia en mi favor?
NORA. Sí. NORA.

KROGSTAD. ¡Cómo! ¿Qué se propone?


¿Acaba de llegar a la ciudad? KROGSTAD.

NORA. ¿Sería usted tan amable que se preocupara


de que pueda yo conservar mi empleo en el
Sí, ha llegado hoy.
Banco?
KROGSTAD.
NORA.
¿Y es amiga íntima de usted?
¿Qué significa esto?... ¿Quién ha pensado
NORA. en quitarle su empleo?
Sí; pero no veo qué relación... KROGSTAD.
KROGSTAD.

25
¡Oh! no hay para qué fingir. Comprendo Es de presumir.
muy bien que a su amiga no le guste KROGSTAD.
tropezarse conmigo, y ahora, además,
No sólo por los ingresos, que son lo que
comprendo a quién debo agradecer mi
menos me importa. Por otra cosa que... Bien;
cesantía.
se lo diré. Usted sabrá, indudablemente, como
NORA. todo el mundo, que hace unos cuantos años
Le aseguro que... cometí cierta imprudencia...
KROGSTAD. NORA.
Bueno, bueno. En una palabra, todavía está Sí; creo que he oído hablar algo de eso.
usted a tiempo de impedirlo. KROGSTAD.
NORA. El asunto no llegó a los tribunales, aunque
Pero, señor Krogstad, si no tengo ninguna en seguida se me cerraron todos los caminos.
influencia... Y entonces emprendí esa clase de negocios
KROGSTAD. que usted no ignora. A algo tenía que
agarrarme, y me atrevo a decir que no he sido
¡Ah! ¿No? Pues me parece que acaba usted
peor que otros. Pero hoy necesito salir de
de afirmar...
todo eso. Mis hijos ya van siendo mayores, y
NORA. se impone que recobre mi reputación. El
Sin duda, no he querido decir que... empleo del Banco representaba para mí el
¿Cómo puede usted creer que yo tenga tanta primer escalón, y ahora resulta que su esposo
influencia con mi marido? quiere arrojarme de él para hacerme caer
KROGSTAD. nuevamente en el fango.
¡Oh! conozco a su esposo desde que NORA.
éramos estudiantes. Y dudo mucho de que el Pero, por amor de Dios, señor Krogstad;
señor director sea más enérgico que otros no está en mis manos ayudarle.
maridos. KROGSTAD.
NORA. Porque no quiere usted; pero cuento con
Si habla usted despectivamente de mi medios para obligarla.
esposo, puede ir tomando la puerta. NORA.
KROGSTAD. ¿Será usted capaz de decir a mi marido que
Es usted valiente, señora. le debo dinero?
NORA. KROGSTAD.
Ya no le tengo miedo. Después de Año ¿Y si lo hiciera?
Nuevo me veré libre en absoluto. NORA.
KROGSTAD. (Reprimiéndose.) Sería una infamia por su parte. (Con voz
Óigame, señora. Si hay que hacerlo, rota.) ¡Ese secreto que es mi alegría y mi
lucharé con todas las armas por mantener mi orgullo... saberlo él de una manera tan
puesto en el Banco. indigna y vergonzosa... saberlo por usted! Me
NORA. expondría a los mayores disgustos...
KROGSTAD.

26
¿Sólo a disgustos?... KROGSTAD.
NORA. (Con vehemencia.) De acuerdo. Pero a continuación, había yo
Pero hágalo, si quiere; será para usted agregado algunas líneas, por las cuales su
peor... Así, se dará cuenta mi marido de lo padre se hacía responsable de la deuda. Esas
despreciable que es usted, y entonces sí que líneas debía firmarlas él mismo.
se quedará sin su empleo. NORA.
KROGSTAD. ¿Qué debía...? Las firmó.
Acabo de preguntar si no son más que KROGSTAD.
disgustos familiares lo que usted teme. Dejé la fecha en blanco, para que su padre
NORA. la pusiera cuando firmase el documento. ¿Se
No cabe duda de que, si mi marido se acuerda usted?
entera, pagará en el acto el resto de la deuda; NORA.
y así acabaremos con usted definitivamente. Sí, creo que sí.
KROGSTAD. (Avanza un paso hacia ella.) KROGSTAD.
Oiga, señora... ¿es que no tiene usted
Y después le di a usted el recibo para que
memoria, o es que no entiende de negocios?
lo enviase por correo a su padre. ¿No fue así?
Por lo que veo habré de ponerla al corriente
sobre este particular. NORA. Así fue.

NORA. ¡Cómo! KROGSTAD.

KROGSTAD. Como es natural, lo hizo usted en seguida,


porque, pasados unos cinco o seis días, me
Cuando estaba enfermo su esposo vino
devolvió el mismo documento con la firma de
usted a pedirme prestadas cuatro mil
su padre. Y entonces cobró usted el dinero.
ochocientas coronas...
NORA.
NORA.
Sí, bien. ¿Y no he ido pagando con
No conocía a nadie más...
regularidad?
KROGSTAD.
KROGSTAD.
Yo prometí procurarle ese dinero.
Poco más o menos. Pero, volviendo a lo de
NORA. Y me lo procuró. antes... Aquéllos eran tiempos bastante
KROGSTAD. difíciles para usted, señora...
Pero en ciertas condiciones. Estaba usted NORA. Lo eran, sí.
entonces tan preocupada con la enfermedad KROGSTAD. Y su padre estaba muy
de su esposo, y tan ansiosa de encontrar enfermo, creo,
dinero para el viaje, que creo que no pensó
NORA.
bien en los detalles. Y no me parece
inoportuno recordárselos. Le prometí Muriéndose.
proporcionarle el dinero, contra un recibo que KROGSTAD.
yo mismo había redactado. ¿Y murió poco después?
NORA. NORA. Sí.
Sí, y lo firmé. KROGSTAD.

27
Dígame, señora, ¿recuerda usted, por Era imposible: ¡estaba papá tan enfermo!
casualidad, la fecha de la muerte de su padre? Si le hubiese pedido la firma, también habría
NORA. tenido que concretarle en qué se invertiría el
dinero. ¿Y cómo iba a decirle, tan enfermo
Papá murió el veintinueve de septiembre.
como estaba, que peligraba la vida de mi
KROGSTAD. marido? Era imposible.
Exactamente. Lo sabía. Por eso mismo KROGSTAD.
(Saca un papel), no acabo de explicarme
En tal caso, lo mejor para usted habría sido
cierta particularidad...
prescindir de ese viaje al extranjero.
NORA,
NORA.
¿Qué particularidad? No caigo...
Era no menos imposible. Ese viaje iba a
KROGSTAD. traer la salvación de mi marido, y no podía yo
Es sorprendente, señora, que su padre desistir de él.
firmara el documento tres días después de su KROGSTAD.
muerte. (NORA guarda silencio) ¿Puede
¿Y no se le ocurrió a usted que estaba
explicármelo usted? (NORA. permanece
cometiendo una estafa en contra mía?
callada.) También es singular que la fecha
dos de octubre y el año, no estén escritos por NORA.
la mano de su padre, sino por otra mano que No podía pararme a pensar en esas cosas.
creo reconocer... Bueno; eso es explicable. Para nada me cuidaba de usted. Se me hacía
Puede que su padre se olvidara de fechar la odioso por la frialdad de los razonamientos
firma, y que lo haya hecho cualquiera antes que oponía a mis deseos, aun sabiendo el
de saber su muerte. En eso no hay nada malo. peligro en que estaba mi marido.
Lo que importa es la firma. Me figuro que KROGSTAD.
será auténtica, ¿verdad? Porque supongo que
Señora, con toda evidencia desconoce
sería su propio padre quien puso su nombre...
usted la gravedad de lo que ha hecho. Sólo le
NORA. (Tras de una corta pausa, levanta diré que lo que hice yo cuando perdí toda mi
desdeñosamente la cabeza y le mira con posición social no fue ni más ni menos que
resolución.) No, no fue él. Fui yo misma eso.
quien escribió el nombre de papá.
NORA.
KROGSTAD.
¿Usted? ¿Quiere convencerme de que ha
Oiga, señora, ¿se percata usted de lo grave hecho algún sacrificio por salvar la vida de su
que es esa confesión? mujer?
NORA. KROGSTAD.
¿Por qué, si pronto va usted a percibir su A las leyes no les importan los motivos.
dinero?...
NORA.
KROGSTAD.
Pues son unas leyes muy malas.
¿Me permite otra pregunta? ¿Por qué razón
KROGSTAD.
no envió usted el papel a su padre?
NORA.

28
Malas o no... si yo presento este Sí; pero ahora no puedo: tengo mucho que
documento a las autoridades, será usted hacer. Andad, marchaos3 hijos míos.
condenada por esas leyes. (Empujándolos cariñosamente, cierra la
NORA. puerta tras ellos. Se sienta en el sofá, toma su
labor y da algunas puntadas,
Me resisto a creerlo. ¿Acaso una hija no
interrumpiéndose luego.) ¡No! (Deja caer su
tiene derecho a evitar a su anciano padre
labor, va a la puerta de la antesala y llama.)
moribundo inquietudes y disgustos? ¿Acaso
¡Elena! ¡Tráeme el árbol! (Se acerca a la
una esposa no tiene derecho a salvar la vida
mesa de la izquierda, abre el cajón y se
de su esposo? Yo no conozco las leyes a
queda suspensa.) ¡No; es de todo punto
fondo; pero estoy segura de que en algún sitio
imposible!
se dice que esas cosas están permitidas. ¿Y
usted, procurador, no se ha enterado de ello? ELENA. (Con el árbol.) ¿Dónde lo dejo,
Debe de ser bastante mal jurista, señor señora?
Krogstad. NORA.
KROGSTAD. Aquí en medio.
Posiblemente. Pero en negocios como los ELENA.
que median entre usted y yo, espero que ¿Hay que traer algo más?
concederá que soy bastante entendido. Bien.
NORA.
Haga lo que quiera, aunque conste que, si me
hundo por segunda vez, irá usted a hacerme No, gracias; tengo lo que necesito.
compañía. (Saluda y vase.) (ELENA sale después de dejar el árbol.
NORA empieza a arreglarlo.) Hacen falta
NORA. (Se queda largo rato pensativa.
velas y flores... ¡Qué persona tan
Levantando la cabeza.) repugnante!... ¡Es absurdo, absurdo! No
¡Bah, querrá asustarme! Pero no soy tan pasará nada. El árbol va a quedar precioso...
cándida. (Empieza a ordenar la ropa de los Haré todo lo que quieras, Torvaldo... cantaré
niños, que abandona pronto.) Aunque... ¡No, para ti, bailaré para ti... (Entra HELMER con
no es posible! Si lo hice por amor... un rollo de papeles bajo el brazo.) ¡Ah! ¿Ya
Los NIÑOS. (A la puerta de la izquierda.) estás aquí?
¡Mamá, se ha ido el hombre! HELMER.
NORA. Sí. ¿Ha venido alguien?
Sí, sí; ya lo sé. Pero no habléis más de él, NORA.
¿habéis oído? ¡Ni a papá! ¿Aquí? No.
Los NIÑOS. HELMER.
No, mamá. ¿Jugamos ya? ¡Qué extraño! He visto a Krogstad salir del
NORA. portal.
No, no; ahora no. NORA.
Los NIÑOS. ¡Ah! sí, es verdad. Krogstad ha estado un
¡Oh, mamá! nos lo habías prometido. momento.
NORA. HELMER.

29
Nora, te lo conozco en la cara; ¿a que ha NORA.
venido a pedirte que me hablaras en su favor? No se me ocurre ningún disfraz que valga
NORA. Sí. la pena; todo resulta soso y disparatado.
HELMER. HELMER.
Y debías hacerlo como si fuese por tu ¿Ahora sales con ésas?
propia iniciativa, ocultándome que había NORA. (Detrás del sillón, con los brazos
estado aquí. ¿No te lo ha pedido también? apoyados en el respaldo.) ¿Estás muy
NORA. atareado, Torvaldo?
Sí, Torvaldo; pero... HELMER. Regular.
HELMER. NORA.
¡Nora, Nora! ¿Y tú has sido capaz de eso? ¿Qué papeles son ésos?
¡Mantener una conversación con semejante HELMER.
individuo, haciéndole una promesa inclusive!
Cosas del Banco.
¡Y encima, decirme una mentira!...
NORA. ¿Ya?
NORA.
HELMER.
¿Una mentira?...
El director saliente me ha dado plenos
HELMER.
poderes para introducir los cambios
¿Pues no me has dicho que no había necesarios en el personal y en la organización
venido nadie? (Amenazando con el dedo.) No de los negocios. Dedicaré la semana de
volverá a hacer eso mi pajarito cantor. Un Navidad a hacerlo. Quiero que para Año
pajarito cantor debe tener el pico limpio para Nuevo esté en regla todo.
gorjear sin desafinaciones. (Cogiéndola por
NORA.
la cintura.) Así ha de ser, ¿no? (Soltándola.)
Y ahora, no hablemos más de ello. (Se sienta Entonces, ¿por eso el pobre Krogstad...?
delante de la estufa.) ¡Qué bien se está aquí! HELMER. ¡Ejem!...
(Hojea sus papeles.) NORA. (Sigue apoyada en el respaldo,
NORA. (Ocupada en arreglar el árbol, mientras le acaricia el cabello.) Si no
después de una pausa.) \ Torvaldo! estuvieras tan atareado, querría pedirte un
HELMER. ¿Qué? favor muy grande.
NORA. HELMER.

Estoy muy ilusionada con el baile de Vamos a ver: ¿en qué consiste?
máscaras de pasado mañana en casa de los NORA.
Stenborg. No hay nadie con un gusto tan exquisito
HELMER. como tú. ¡Tengo tantos deseos de aparecer
Y yo estoy intrigadísimo pensando en la bonita en el baile de máscaras!... Torvaldo,
sorpresa que me preparas. ¿no podrías ocuparte un poco de mí, y
elegirme el disfraz?
NORA.
HELMER.
¡Oh, qué pesadez!
HELMER. ¿Cuál?

30
¡Vaya, vaya! ¿Conque la testarudita se HELMER.
decide a pedir ayuda, eh? Piensa que un hombre así, con la
NORA. conciencia de su falta, tiene que mentir,
Sí, Torvaldo; si no me ayudas, no se me disimular y fingir en todas partes; tiene que
ocurrirá nada. enmascararse hasta en familia, delante de su
mujer y de sus propios hijos. Y lo de que
HELMER.
mezcle en ello a sus hijos es lo peor de todo,
Bien, bien; lo pensaré. Ya buscaremos Nora.
algo.
NORA.
NORA.
¿Por qué?
¡Qué bueno eres! (Se dirige de nuevo al
HELMER.
árbol.) ¡Cómo lucen las flores encarnadas en
el árbol!... Pero oye, di: ¿es realmente tan Porque una atmósfera semejante de
grave lo que ha hecho Krogstad?.., falsedad contamina irremisiblemente el
hogar. Cada vez que respiran, los hijos se
HELMER.
contagian de gérmenes malsanos.
Ha falsificado firmas. ¿Te percatas de lo
NORA. (Acercándose.) ¿Estás seguro de
que representa eso?
eso?
NORA.
HELMER.
¿No puede haberlo hecho movido por la
¡Claro! Como abogado, lo he comprobado
necesidad?
en numerosas ocasiones. Casi todas las
HELMER. personas depravadas en su juventud han
Sin duda, si no movido por la irreflexión, tenido madres embusteras.
igual que muchos otros. Pero yo no tengo tan NORA.
poco corazón como para condenar sin piedad
¿Por qué madres... precisamente?
a un hombre sólo por un acto de esa índole.
HELMER.
NORA.
De ordinario son las madres; aunque,
¿Verdad que no, Torvaldo?
como es lógico, también los padres influyen
HELMER. en este sentido. Bien lo saben todos los
Muchos pueden rehabilitarse, si confiesan abogados. Sin embargo, Krogstad ha estado
de plano su delito y sufren el correspondiente envenenando a sus hijos año tras año en su
castigo. propio hogar, con mentiras y simulaciones.
NORA. Por eso le considero moralmente arruinado.
(Tendiéndole las manos.) Y por eso, mi
¿Castigo...?
querida Nora, vas a prometerme no hablar
HELMER. más en su favor. ¡Dame tu mano! Pero,
Sí; pero Krogstad no ha seguido ese mujer, ¿a qué aguardas... qué es eso?...
camino. Se ha valido de trampas y artimañas, ¡Dámela! Así. Entonces, convenido. Te
y eso es lo que le ha arruinado moralmente. aseguro que me hubiera sido absolutamente
NORA, imposible trabajar con él. Siento un verdadero
malestar físico junto a tales personas.
¿Crees que...?

31
NORA. (Retira su mano, y se dirige al otro
lado del árbol.)
¡Qué calor se nota aquí! ¡Y yo que tengo
tanto que hacer...!
HELMER. (Se levanta y recoge sus
papeles.)
Voy a echar una ojeada a esto antes de
sentarnos a la mesa. Luego me ocuparé de tu
disfraz. ¡Quién sabe si, a lo mejor, tengo algo
dispuesto para colgarlo del árbol, envuelto en
un papel dorado! (Poniéndole una mano
sobre la cabeza.) ¡Querido pajarito cantor!
(Entra en su despacho cerrando la puerta.)
NORA. (En voz baja, luego de un silencio.)
¡No, no es verdad!... ¡Es imposible!
¡Tiene que ser imposible!...
ANA MARÍA. (A la puerta de la izquierda.)
Los niños piden que su mamá les permita
entrar,
NORA.
¡No, no; no les dejes venir conmigo!
Quédate tú con ellos, Ana María.
ANA MARÍA.
Está bien, señora. (Cierra la puerta.)
NORA. (Pálida de terror.)
¡Pervertir a mis hijos!... ¡Envenenar el
hogar! (Pausa. Levanta la cabeza.) ¡No, no es
verdad!... ¡No puede serlo!

32
Sí; iré a pedir a la señora Linde que me
ACTO SEGUNDO ayude.
ANA MARÍA.
¿Salir otra vez? ¿Con el tiempo que
hace?... Va usted a atrapar frío y a ponerse
enferma.
La misma decoración. Junto al piano está
NORA.
el árbol de Navidad, despojado y con las
velas consumidas. Sobre el sofá yace el ¡Bah! no es eso lo peor que puede
abrigo de Nora. pasarme... ¿Qué hacen los niños?
ANA MARÍA.

Ésta, sola en el salón, se pasea, Los pobrecitos juegan con sus regalos;
intranquila, de un lado a otro. Al cabo se pero...
detiene frente al sofá y coge el abrigo. NORA.
¿Preguntan a menudo por mí?
NORA. (Dejando el abrigo nuevamente.) ANA MARÍA.
¡Alguien viene!... (Se acerca a la puerta y Como están tan acostumbrados a jugar con
escucha.) No, no hay nadie. ¡Quién iba a su mamá...
venir el día de Navidad... ni mañana
NORA.
tampoco! Peto cuando menos se piense...
(Abre la puerta y mira.) Pues no hay nada en Sí, Ana María; pero ya no podré
el buzón; está vacío. (Paseándose.) ¡Qué permanecer con ellos tanto como antes.
necedad! ¡Claro que no lo hará!... No es ANA MARÍA.
posible que suceda una cosa así. No puede Menos mal que los niños se habitúan a
ser. ¡Tengo tres hijos pequeños! todo.
(ANA MARÍA entra por la puerta de la NORA.
izquierda, con una caja grande de cartón.)
¿Crees que olvidarán a su mamá si se fuera
ANA MARÍA. Por fin encontré la caja del para siempre?...
disfraz.
ANA MARÍA.
NORA.
¡Qué idea!... ¿Para siempre?
Gracias; déjala sobre la mesa.
NORA.
ANA MARÍA. (Saliendo.) El disfraz necesita
Dime, Ana María... Muchas veces me he
bastante arreglo.
preguntado cómo fuiste capaz de dejar a tu
NORA. hija en manos extrañas.
¡Oh, lo haría trizas! ANA MARÍA.
ANA MARÍA. ¡Qué remedio quedaba, si había que criar a
¡Vamos, señora! Con un poco de Norita!...
paciencia, puede arreglarse. NORA.
NORA. Bueno; pero ¿cómo pudiste hacerlo?

33
ANA MARÍA. Cristina... No ha venido nadie más, ¿verdad?
¡Me ofrecían una colocación tan buena...! ¡Cuánto me alegro de que hayas llegado!
Si una muchacha pobre ha tenido un desliz, SEÑORA LINDE.
por fuerza ha de amoldarse. Porque el infame Me han dicho que habías estado en casa
no quiso hacer nada por mí. preguntando por mí.
NORA. NORA.
Pero, de seguro, te habrá olvidado tu hija. Sí, pasaba por allí casualmente. Quería
ANA MARÍA. pedirte que me ayudases a algo. Vamos a
¡No, eso sí que no! Me escribió cuando la sentarnos aquí, en el sofá. Oye: mañana por la
confirmaron, y también después, cuando se noche hay un baile de máscaras en el piso de
casó. arriba, en casa del cónsul Stenborg, y
Torvaldo quiere que me disfrace de pescadera
NORA. (Abrazándola.)
napolitana y baile la tarantela que aprendí en
¡Ana María, fuiste muy buena madre para Capri.
mí, cuando yo era pequeña!...
SEÑORA LINDE.
ANA MARÍA.
¡Hola! ¿Conque vas a dar una función?
La pobre Norita no tenía otra madre que
NORA.
yo...
Sí, eso quiere Torvaldo. Mira, aquí tengo
NORA.
el traje que él encargó confeccionarme allá;
Si los niños llegaran a no tenerla pero está tan estropeado, que francamente, no
tampoco... estoy convencida de que tú... sé qué hacer...
(Abre la caja.) Ve con ellos. Ahora tengo
SEÑORA LINDE.
que... Ya verás qué guapa voy a ponerme
mañana. No te apures; lo arreglaremos en seguida.
Es sólo el adorno, que se ha descosido por
ANA MARÍA.
algunos sitios. ¿Tienes hilo y aguja? ¡Ah!
No me cabe duda de que en todo el baile pero si aquí hay todo lo que necesitamos.
no habrá otra tan guapa como la señora. (Sale
NORA.
por la puerta de la izquierda.)
¡Qué buena eres!
NORA. (Empieza a sacar las cosas de la
caja; pero luego deja todo a un lado.) SEÑORA LINDE. (Cosiendo.)

Si me atreviese a ir... Sí estuviera segura ¿De manera que te disfrazas mañana?...


de que no venía nadie... Si no ocurriese nada Entonces vendré un momento a verte. Por
en casa entre tanto... ¡Qué tontería! No cierto que se me había olvidado darte las
vendrá nadie. ¡Más vale no pensar! Cepillaré gracias por la velada tan deliciosa que pasé
el manguito... ¡Qué bonitos son estos ayer.
guantes!... Uno, dos, tres... cuatro, cinco... NORA. (Se levanta y pasea.)
seis... (Da un grito.) Alguien viene... (Intenta ¡Oh! Pues a mí me pareció que ayer no lo
ir hacia la puerta; pero se para, indecisa. La pasamos tan bien como otros años. Debías
SEÑORA LINDE entra por la antesala, donde haber venido a la ciudad antes, Cristina.
ha dejado su abrigo.) ¡Ah!... eres tú, Torvaldo se ingenia muy bien para hacer
amable y acogedora la casa.
34
SEÑORA LINDE. era yo. Dime, ¿cómo podía, entonces, el
Y tú lo mismo... Por algo eres hija de tu doctor Rank...?
padre. Pero dime: ¿está el doctor Rank NORA.
siempre tan decaído como ayer? Pues es muy sencillo, Cristina. Torvaldo
NORA. siente tal adoración por mí, que quiere que
No; ayer lo estaba más que de ordinario. El sea sólo para él, como dice. Figúrate que al
pobre se encuentra gravemente enfermo. principio se ponía medio celoso sin más que
Padece una tuberculosis de la medula, oírme hablar de los seres queridos de mi
¿sabes?... Su padre era un hombre detestable familia. Desde entonces, como es natural.,
que tenía queridas, y otras cosas peores,.. dejé de hacerlo. Pero con el doctor Rank
Debido a eso, el hijo fue enfermizo desde su hablo a menudo de estas cosas; a él le gusta
niñez. oírme.
SEÑORA LINDE. (Dejando la labor.) SEÑORA LINDE.

Pero, Nora, criatura, ¿cómo te enteras de Escucha, Nora: en muchos aspectos eres
semejantes cosas? todavía una niña, y como yo soy bastante
mayor que tú y tengo un poco más de
NORA. (Paseándose.)
experiencia, entiendo que puedo darte un
¡Oh!... Cuando una ha tenido tres niños, consejo: deberías cortar con el doctor Rank.
recibe a veces la visita de ciertas señoras...
NORA.
que son casi médicos y dan determinados
detalles. ¿Cortar? ¿Qué?
SEÑORA LINDE. (Vuelve a su labor. Breve SEÑORA LINDE.
silencio.) Esas relaciones. Por ejemplo, ayer me
¿Viene aquí el doctor Rank a diario? hablaste de un admirador rico, que iba a
proporcionarte dinero...
NORA.
NORA.
Todos los días. Es el mejor amigo de la
infancia de Torvaldo, y también muy buen Sí, te hablé de uno; pero no existe, por
amigo mío. Le consideramos como de la desgracia... ¿Qué más?
familia. SEÑORA LINDE.
SEÑORA LINDE. ¿Tiene fortuna el doctor?
Pero ¿es un hombre verdaderamente NORA. Si.
sincero?... Vamos, quiero decir que si le gusta SEÑORA LINDE. ¿Y familia?
adular.
NORA. No, familia no; pero...
NORA.
SEÑORA LINDE.
No; todo lo contrario. ¿Cómo has pensado
¿Y viene aquí todos los días?
eso?
NORA.
SEÑORA LINDE.
Sí, ya te lo he dicho.
Ayer, cuando me lo presentaste, me afirmó
que había oído aquí frecuentemente mi SEÑORA LINDE.
nombre, y luego me di cuenta de que tu ¿Y cómo es posible que un hombre tan
marido no tenía ni la menor noción de quién correcto llegue a ese extremo?
35
NORA. No te comprendo. Un hombre puede arreglar esos asuntos
SEÑORA LINDE. mucho mejor que una mujer...
¡Vamos, Nora! Es inútil disimular. ¿Crees SEÑORA LINDE.
que yo no he deducido quién te prestó las Si aludes al marido, sí.
cuatro mil ochocientas coronas? NORA.
NORA. ¡Niñerías! (Se detiene.) Cuando se han
Pero ¿has perdido el juicio? ¿Eres capaz de pagado todas las deudas, devuelven el recibo,
creer tal cosa? ¡Un amigo que viene aquí ¿no es verdad?
todos los días! ¡Figúrate qué situación tan SEÑORA LINDE. Por de contado.
violenta!
NORA.
SEÑORA LINDE.
Y ya se puede romper en cien mil pedazos
¿Conque de veras no es él? el maldito papel... arrojándolo al fuego.
NORA. SEÑORA LINDE. (La mira con fijeza, deja la
No, te aseguro que no. Ni siquiera se me labor y se levanta lentamente.) Nora, tú me
ha pasado por la imaginación... Por otra parte, ocultas algo.
en aquella época, él no tenía dinero para NORA.
prestar a nadie; heredó después.
¿En qué lo notas?
SEÑORA LINDE.
SEÑORA LINDE.
Ha sido una suerte para ti, querida Nora.
Desde ayer por la mañana ha sobrevenido
NORA. alguna novedad. Nora, ¿qué te ha pasado?
No, jamás se me habría ocurrido... y eso NORA. (Volviéndose hacia ella.)
que estoy segura en absoluto de que si se lo
¡Cristina! (Escuchando.) ¡Chis! Ha llegado
pidiera...
Torvaldo. Anda, ve con los niños por el
SEÑORA LINDE. Pero no lo harás, por momento. Torvaldo no puede ver coser... Di a
supuesto. Ana María que te ayude.
NORA. SEÑORA LINDE. (Mientras recoge algunas
Por supuesto que no. Además, no creo que de las prendas.) Está bien; pero no pienso
sea necesario. Sin embargo, estoy bien marcharme de aquí hasta que hayamos
persuadida de que si yo hablara con el doctor hablado sin rodeos. (Vase por la puerta de la
Rank... izquierda, al mismo tiempo que HELMER
SEÑORA LINDE. entra por la de la antesala.)
¿A espaldas de tu marido?... NORA. (Yendo hacia él.)

NORA. ¡Con qué impaciencia te esperaba,


Torvaldo!
Tengo que salir de esta situación, aunque
sea a espaldas suyas. Es indispensable. HELMER.

SEÑORA LINDE. ¿Era la costurera?


Eso te decía yo ayer; pero... NORA.

NORA. (Paseándose.)

36
No; era Cristina. Está ayudándome a Tu alondra cantaría por toda la casa...
arreglar el traje. Ya verás qué bien voy a HELMES.
quedar.
¡Oh! eso ya lo hace mi alondra de
HELMER. continuo.
Sí; ¿no he tenido una buena idea? NORA.
NORA. Haría la sílfide y bailaría para ti a la luz de
¡Magnífica! Pero yo a mi vez tengo el la luna, Torvaldo.
mérito de procurar complacerte. HELMER.
HELMER. (Acariciándole el mentón.) Nora, espero que no insistirás en lo que
¿Mérito... por complacer a tu marido?... pretendías esta mañana.
Bueno, bueno, locuela; ya sé que no es eso lo NORA. (Aproximándose.)
que querías decir. Pero no deseo estorbarte
Sí, Torvaldo... ¡Te lo pido por favor!
más, porque irás a probarte, supongo.
HELMER.
NORA.
¿Y te atreves a volver a hablarme de ese
¿Y tú irás a trabajar?
asunto?
HELMER.
NORA.
Sí. (Le enseña un rollo de papeles.) Mira:
Anda, sé complaciente. Deja que continúe
he estado en el Banco... (Se dirige a. su
Krogstad en el Banco.
despacho.)
HELMER.
NORA.
Pero, querida Nora, si ya he destinado ese
¡Torvaldo!
puesto a la señora Linde.
HELMER. (Deteniéndose.) ¿Qué?
NORA.
NORA.
Sí, has sido muy amable; pero puedes
Si tu ardillita te pidiera encarecidamente despedir a otro empleado en lugar de
una cosa... Krogstad.
HELMER. ¿Qué cosa? HELMER.
NORA. ¡Eres de lo más testaruda! ¿Crees que yo,
¿La harías? porque le hayas prometido irreflexivamente
HELMER. interceder en favor suyo...?
Primero necesito saber de qué se trata, NORA.
como es natural. Si no es por eso, Torvaldo. Es por ti. Tú
NORA. mismo me has dicho que ese hombre escribe
en los peores periódicos. Puede hacerte
Si quisieras ser tan bueno y complacerme,
muchísimo daño. Le tengo miedo...
la ardillita brincaría de gozo...
HELMER.
HELMER.
Sí, ya comprendo. Te acuerdas de lo que
¡Vaya! Dime qué es.
pasó en otra época, ¿no?
NORA.
NORA.

37
¿Qué quieres decir? HELMER.
HELMER. Hasta cierto punto, habría podido pasar por
Me figuro que piensas en tu padre. alto su tara moral...
NORA. NORA.

Sí, ciertamente; no olvides lo que Sí, ¿eh, Torvaldo?


escribieron en los periódicos personas viles, HELMER.
diciendo verdaderas atrocidades de él. Si no Máxime habiendo oído que es un
llega a enviarte el ministerio para hacer empleado bastante apto. Pero le conozco
indagaciones, y si no hubieras sido tan desde que éramos jóvenes. Nos liga una de
benévolo con él, estoy convencida de que esas amistades hechas a la ligera y que
habrían acabado por destituirle. después resultan muy molestas en la vida.
HELMER. Para decírtelo con franqueza, nos tuteamos. Y
Querida Nora, hay una gran diferencia el descarado tiene la desfachatez de no
entre tu padre y yo. Tu padre no era disimularlo delante de otras personas. Por el
realmente un funcionario inatacable. Yo, sí, y contrario, cree que eso le da derecho a
espero seguir siéndolo en tanto que conserve emplear un tono familiar conmigo, y a cada
mi puesto. momento se recrea diciéndome: "Oye,
Helmer..." Te aseguro que eso me molesta en
NORA.
alto grado. Consigue hacerme insoportable mi
¡Oh! nadie sabe lo que son capaces de situación en el Banco.
inventar las malas lenguas. Y ahora que
NORA.
podríamos vivir tan tranquilos y tan felices en
nuestro apacible hogar... tú, yo y los niños... No sientes nada de lo que estás hablando.
Por eso te pido con tanto ahínco... HELMER.
HELMER. ¡Ah! ¿No?... ¿Por qué no?
Pues justamente porque eres tú la que NORA.
intercedes por él, me es imposible acceder. Porque ésas son razones mezquinas.
Ya saben en el Banco que voy a despedirle; si
HELMER.
llegara a hacerse público que el nuevo
director se había dejado influir por su mujer... ¿Qué dices?... ¿Mezquinas? ¿Me crees
mezquino?
NORA. ¿Y qué?
NORA.
HELMER.
No; todo lo contrario, Torvaldo, y por eso
Te veo venir; lo importante es que la
precisamente...
tozudilla se salga con la suya... ¿Debería
ponerme en ridículo delante de todo el HELMER.
personal... permitir pensar a la gente que me Da lo mismo. Dices que mis razones son
dejo llevar de cualquiera? Créeme: muy mezquinas; luego debo de serlo yo.
pronto habría de tocar las consecuencias. Por ¿Mezquino? ¡Ah! ¿Sí?... Pues ha llegado el
añadidura, existe otra razón que no hace momento de poner fin a todo esto.
posible la permanencia de Krogstad en el (Dirigiéndose a la puerta de la antesala.)
Banco mientras yo sea director. ¡Elena!
NORA. ¿Cuál?
38
NORA. ¿Qué intentas decir con eso?
Pero ¿qué vas a hacer? HELMER.
HELMER. (Buscando entre SUS papeles.) Todo, he dicho todo...
Adoptar una resolución. (Entra la doncella.) NORA. (Firmemente.) No puedo
Toma esta carta y entrégala en seguida a un consentirlo.
mozo para que la lleve, ¡deprisa! Las señas
HELMER.
están en el sobre. Aquí tienes dinero.
Bien; pues compartiremos la carga... como
ELENA.
marido y mujer. Es lo que se impone.
Bien, señor. (Se marcha con la carta.) (Acariciándola.) ¿Estás contenta ahora?
HELMER. (Conforme recoge los papeles.) Vamos, vamos, no pongas esos ojos de
Ahora verás; señora terca. paloma asustada. Si no son más que
NORA. (Sin aliento.) figuraciones sin fundamento. Ahora debías
dedicarte a tocar la tarantela y ensayar con la
Torvaldo... ¿Qué contiene esa carta?
pandereta. Yo me confinaré en el despacho
HELMER. del fondo y cerraré la otra puerta para no oír
La cesantía de Krogstad. nada: así puedes mover todo el ruido que
NORA. quieras. (Volviéndose desde el umbral.) Y
cuando venga Rank le dices dónde puede
¡Recupérala, Torvaldo! Todavía estás a
encontrarme. (Le hace un saludo con la
tiempo. ¡Hazlo por mí, por ti, por los niños!
cabeza, entra en su despacho y cierra tras
Óyeme, Torvaldo... ¡hazlo! Tú no sabes lo
sí.)
que puede esto acarrearnos.
NORA. (Loca de angustia, se queda como
HELMER.
clavada en el sitio, y murmura.) ¡Sería capaz
Ya es tarde. de hacerlo! ¡Sí, lo hará!... Lo hará, a pesar de
NORA. todo... ¡No! ¡Eso, jamás, todo antes que
Sí, demasiado tarde. eso!... ¡Serenidad...! ¡Un recurso!...
(Campanillazo.) El doctor Rank... ¡Antes
HELMER.
cualquier cosa! ¡Sea lo que sea! (Se pasa la
Nora, te perdono esa angustia que mano por la cara, recobrándose, y va a abrir
experimentas, aunque, en el fondo, constituye la puerta de la antesala. Se ve al DOCTOR
para mí un insulto. ¡Sí, lo es! ¿Acaso no RANK colgando su abrigo de pieles. Empieza
constituye un insulto pensar que yo podía a oscurecer.) Buenas tardes, doctor. Le he
temer la venganza de un pobre abogaducho reconocido por la manera de llamar. No entre
sin escrúpulos? Pero te perdono, a pesar de ahora a ver a Torvaldo; creo que está muy
todo, porque eso demuestra el gran cariño que ocupado.
sientes por mí. (Abrazándola.) Así tiene que DOCTOR RANK. ¿Y usted?
ser, querida Nora, pase lo que pase. Créeme
que, cuando verdaderamente hace falta, me NORA. (A la vez que el doctor entra en la
asisten fuerzas y valor. Ya verás cómo soy lo sala y ella cierra la puerta.) Ya sabe que para
bastante hombre para llevar todo sobre mis usted siempre tengo un momento.
hombros. DOCTOR RANK.
NORA. (Alarmada.) Muy agradecido. Pienso aprovecharme de
ello todo el tiempo que pueda.
39
NORA. NORA. Pero, doctor...
¿Cómo todo el tiempo que pueda? DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK. No quiero que venga. Le cerraría mi
Sí. ¿Le asusta eso? puerta. Tan pronto como esté seguro del
desastre, enviaré a usted mi tarjeta, marcada
NORA.
con una cruz negra, y así se enterará de que
Es un modo de expresarse bastante ha empezado la catástrofe.
extraño. ¿Aguarda algún acontecimiento?
NORA.
DOCTOR RANK.
¡Hoy está usted tremendo! ¡Y yo que tenía
El acontecimiento previsto desde larga tanta necesidad de verle de buen humor!...
fecha. Pero no creía que viniera tan pronto.
DOCTOR RANK.
NORA. (Cogiéndole del brazo.)
¿Con la muerte a dos pasos?... ¿Y
¿Qué ha llegado a saber? No puede debiendo pagar así por otro? ¿Es eso justo?...
negarse a decírmelo, doctor. Y en casi todas la familias se da esa represalia
DOCTOR RANK. (Se sienta al lado de la inexorable...
estufa.) NORA. (Se tapa los oídos.)
La cosa va de mal en peor. No tiene Está usted diciendo bobadas... ¡Vamos,
remedio. anímese!
NORA. (Con un suspiro de alivio.) ¿Se DOCTOR RANK.
refiere a usted?...
Sí, a fe mía, es algo como para animarse,
DOCTOR RANK. ¡Mi inocente espina dorsal teniendo que
¿A quién iba a referirme? Ya es inútil que purgar las culpas de los alegres días que pasó
me engañe a mí mismo. Soy el más mi padre cuando era teniente!...
desdichado de mis pacientes, señora Helmer. NORA. (Junto a la mesa de la izquierda.)
Estos últimos días he hecho un balance
Así, pues, ¿le gustaban mucho los
general de mi estado interior. Es una efectiva
espárragos y el foie gras?
bancarrota. Dentro de un mes,
probablemente, estaré pudriéndome en el DOCTOR RANK.
cementerio. Sí, y las trufas.
NORA. NORA.
¡Oh, qué manera de hablar!... Las trufas eran de rigor. Y también las
DOCTOR RANK. ostras, ¿no?
No es para menos. Aun así, lo peor serán DOCTOR RANK.
los horrores que habré de pasar antes. Sólo Sí, las ostras, indudablemente.
me resta por hacer un examen; en cuanto lo NORA.
haya hecho, sabré, poco más o menos, cuándo
Y para colmo, aquellas cantidades de
empezará la descomposición. Quiero decirle
oporto y champaña... Es una lástima que
una cosa: Helmer, con su carácter delicado,
todas esas cosas tan buenas perjudiquen a la
tiene una verdadera aversión a todo lo que es
espina dorsal.
repugnante. No quiero verle a mi cabecera...
DOCTOR RANK.
40
Sobre todo cuando perjudican a una espina ¡Hombre, no irá usted a tener celos de la
dorsal que jamás las disfrutó. pobre Cristina!...
NORA. DOCTOR RANK.
En efecto, eso es lo más triste. Sí, los tengo. Va a ser mi sucesora en esta
DOCTOR RANK. (Mirándola fijamente.) casa. Cuando yo falte, esa mujer...
¿Eh?... NORA.
NORA. (Después de una pausa.) ¿Por qué ¡Chis!... No hable tan alto, está ahí dentro.
sonríe usted? DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK. ¿Hoy también?... ¿Lo ve usted?
No; es usted la que ha sonreído. NORA.
NORA. Sólo ha venido a arreglar mi traje. ¡Dios
No; ha sido usted, doctor. mío, qué desatinado está usted!...
DOCTOR RANK. (Se levanta.) (Sentándose en el sofá.) Sea bueno, doctor; ya
verá mañana lo bien que voy a bailar.
La encuentro más bromista de lo que
Entonces podrá figurarse que no lo hago sino
sospechaba.
por usted... y por Torvaldo, naturalmente.
NORA. (Saca varios objetos de la caja.) Siéntese
Es que hoy estoy dispuesta a hacer locuras. aquí, doctor; le voy a enseñar una cosa.
DOCTOR RANK. Así parece. DOCTOR RANK. (Sentándose.) ¿Qué es?
NORA. (Poniéndole las manos sobre los NORA. Mire.
hombros.) Querido doctor, no me avengo a DOCTOR RANK. Medias de seda.
que se muera usted, abandonándonos a
NORA.
Torvaldo y a mí.
Color carne. ¿No son bonitas? Ahora está
DOCTOR RANK.
demasiado oscuro; pero mañana... No, no; no
Es una ausencia que olvidará usted sin le dejaré ver más que el pie. Aunque, al fin y
tardanza. al cabo... vea toda la media.
NORA. (Le mira con angustia.) ¿Usted DOCTOR RANK. ¡Hum!
cree?...
NORA.
DOCTOR RANK.
¿Por qué pone usted esa cara de
Se contraen nuevas amistades, y después... incertidumbre? ¿Acaso cree que no me van a
NORA. sentar bien?
¿Que se contraen nuevas amistades? DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK. No tengo ninguna razón fundada para
Eso harán usted y Helmer no bien haya opinar sobre ese particular...
desaparecido yo. Usted, por su parte, advierto NORA. (Mirándole un momento.)
que ya está empezando. ¿A qué venía aquí ¿No le da vergüenza?... (Le golpea
anoche la señora Linde? ligeramente en una oreja con una de las
NORA. medias.) ¡Tome, por malo! (Envuelve las
medias de nuevo.)
41
DOCTOR RANK. DOCTOR RANK.
¿Y qué más maravillas iba usted a Pues bien: dígamelo.
enseñarme? NORA.
NORA. No puedo, doctor; es demasiado
Ya no le enseño nada más, por atrevido. ¿comprende? Un consejo, una ayuda y un
(Revuelve en la caja canturreando.) servicio...
DOCTOR RANK. (Luego de un breve DOCTOR RANK.
silencio.) Mejor que mejor. No acierto a comprender
Cuando estoy aquí sentado con usted, no en qué consiste. Pero, por Dios, ¡hable!... ¿No
puedo comprender... no, no me cabe en la merezco su confianza?
cabeza... lo que habría sido de mí si no NORA.
hubiera venido a esta casa.
Usted, más que nadie. Sé de sobra que es
NORA. (Sonríe.) mi mejor y más fiel amigo. Por eso voy a
Por lo visto, lo pasa usted agradablemente decírselo. Verá usted, doctor; tiene que
entre nosotros. ayudarme a evitar una cosa. Le consta lo
DOCTOR RANK. (Bajando la voz, con la mucho que me quiere Torvaldo quien no
mirada fija en el vacío.) ¡Y tener que dudaría un momento en dar su vida por mí...
abandonarlo todo!... DOCTOR RANK. (Inclinándose hacia ella.)
NORA. Nora, ¿cree usted tal vez que él es el único...?
¡Tonterías! ¡Qué ha de abandonar usted! NORA. (Ligeramente agitada.) ¡Cómo!

DOCTOR RANK. DOCTOR RANK.

¡Y no dejar siquiera la más leve señal de ¿...el único que con gusto daría por usted
gratitud!... A lo sumo, un vacío pasajero... un la vida?
sitio vacante que podrá ocupar el primero que NORA. (Tristemente.) Pero ¿usted...?
llegue. DOCTOR RANK.
NORA. Me he jurado a mí mismo que lo sabría
¿Y si ahora le pidiera yo algo?... usted antes de desaparecer yo. Y nunca
DOCTOR RANK. ¿Qué? hubiera hallado mejor ocasión que ésta... Sí,
Nora, ya lo sabe. Y también sabe que puede
NORA. Una gran prueba de amistad...
confiar en mí como en nadie.
DOCTOR RANK. ¿Nada menos?
NORA. (Levantándose, con toda
NORA. tranquilidad.) Déjeme pasar.
Quiero decir que si yo le pidiera un favor DOCTOR RANK. (Dejándole paso, pero
inmenso... sin levantarse.) Nora...
DOCTOR RANK. NORA. (Desde la puerta de la
¿Me proporcionará usted por una vez esa antesala.)
gran alegría? ¡Elena, trae una lámpara! (Acercándose a
NORA. la estufa.) ¡Ah! querido doctor, eso está muy
Pero si no se imagina lo que es. mal por su parte...

42
DOCTOR RANK. (Se levanta.) No; sinceramente, no. Pero ¿será cuestión
¿Está mal haberla querido más que a de que me marche... para siempre?
nadie? NORA.
NORA. Ni por asomo. Tiene que seguir viniendo
No, sino habérmelo dicho. No había como antes. Sabe muy bien que Torvaldo no
ninguna necesidad... puede pasarse sin usted.
DOCTOR RANK. DOCTOR RANK.

¿Qué insinúa usted?... ¿Lo sabía? (Entra la Bueno; pero... ¿y usted?


doncella con la lámpara, la deja encima de NORA.
la mesa y vase.) Nora, señora, permítame ¿Yo?... Se me antoja todo tan agradable
preguntarle si lo sabía. cuando usted viene...
NORA. DOCTOR RANK.
Ignoro si lo sabía o no... No puedo Eso mismo me ha inducido a caer en el
decírselo... ¿Cómo ha sido usted tan torpe, error. Es usted un enigma para mí. Muchas
doctor? ¡Con lo bien que iba todo! veces he tenido la impresión de que estaba
DOCTOR RANK. usted tan a gusto en mi compañía como en la
En fin, por lo menos al presente tiene usted de Helmer.
la seguridad de que estoy a su disposición en NORA.
cuerpo y alma. ¿Quiere hablar sin ambages? Sí, porque verá, a ciertas personas se les
NORA. (Mirándole.) tiene más cariño, y no obstante, se prefiere la
¿Después de lo que ha pasado? compañía de otras.
DOCTOR RANK. DOCTOR RANK.

Se lo ruego, dígame qué hay. Sí, hay algo de verdad en lo que dice.
NORA. NORA.

Ya no puedo decirle nada. Cuando estaba yo en casa a quien más


quería era a papá, evidentemente. Pero mi
DOCTOR RANK.
mayor diversión era poder hacer una
Sí, sí; no me castigue de ese modo. escapadilla al cuarto de las muchachas; no me
Déjeme hacer por usted cuanto sea amonestaban nunca, y además, siempre
humanamente posible. hablaban entre sí de cosas muy divertidas.
NORA. DOCTOR RANK.
Ya no puede usted hacer nada por mí... Por ¡Ah! ¿De suerte que he sustituido a las
lo demás, presiento que no necesitaré ayuda muchachas ?...
al cabo. Verá cómo todo han sido
NORA. (Se levanta repentinamente y va
alucinaciones mías. (Se sienta en la
hacia él.) ¡Oh, doctor! No es eso lo que
mecedora, afrontándole, sonriente.) ¡Pues sí
quería decir... Pero debe comprender que me
que es usted un caballero, doctor! ¿No se
pasa con Torvaldo lo mismo que con papá.
abochorna ahora, con la luz encendida?
ELENA. (Que entra por la antesala.)
DOCTOR RANK.

43
Señora... (Secretea con ella un momento y No; dice que no se irá hasta haber hablado
le entrega una tarjeta.) con la señora.
NORA. (Mirando la tarjeta.) NORA.
¡Ah! (Se la guarda en el bolsillo.) Bueno; hazle que pase, pero con cautela...
DOCTOR RANK. No se lo digas a nadie, Elena; es una sorpresa
para el señor.
¿Algún contratiempo?
ELENA.
NORA.
Sí, sí, comprendo. (Base.)
No, no, nada; es solamente... mi vestido
nuevo... NORA.

DOCTOR RANK. Ya ha llegado el momento fatal. Tenía que


ser... No, no; no puede ser. (Echa el pestillo a
¡Cómo! Pero si está ahí.
la. puerta del despacho. ELENA, que vuelve,
NORA. abre la de la antesala, dando paso a
¡Ah! sí, ése; pero es otro que he KROGSTAD, y la cierra. KROGSTAD viste
encargado... No quiero que lo sepa abrigo y gorro de pieles. NORA avanza hacia
Torvaldo... él.) Hable bajo; mi marido está en casa.
DOCTOR RANK. KROGSTAD.
¡Ya!... ¿Conque era ése el gran secreto? ¡Oh!... Es igual.
NORA. NORA,
Pues claro. Pase usted a ver a Torvaldo; ¿Qué desea usted de mí?
está en el despacho del fondo. Y procure KROGSTAD. Un pormenor.
distraerle mientras tanto...
NORA.
DOCTOR RANK.
Dése prisa. ¿Qué es?
Esté usted tranquila, que no se me
KROGSTAD.
escapará. (Entra en el despacho.)
Sabrá usted que he recibido la cesantía.
NORA. (A la doncella.)
NORA.
¿Y está esperando en la cocina?
No pude evitarlo, señor Krogstad. He
ELENA.
defendido con el mayor empeño su causa,
Sí, señora; ha venido por la escalera de pero en vano.
servicio...
KROGSTAD.
NORA.
¿Tan poco la quiere a usted su esposo?
¿No le has dicho que tenía visita? Conoce a lo que puedo exponerla, y con todo,
ELENA. se atreve...
Sí; pero ha sido en balde. NORA.
NORA. ¿Cómo supone usted que él está al
¿No ha querido marcharse? corriente?
ELENA. KROGSTAD.

44
La verdad es que no lo supongo. No creo No conviene que se entere nunca mi
que mi buen Torvaldo Helmer tenga valor... marido.
NORA. KROGSTAD.
Señor Krogstad, le exijo respeto para mi ¿Cómo va usted a impedirlo? ¿Puede pagar
marido. acaso el resto de la deuda?
KROGSTAD. NORA.
Eso es... todo el respeto que se merece. No; ahora mismo, no.
Pero., en vista de que oculta usted ese asunto KROGSTAD.
con tanto interés, me tomo la libertad de
¿O quizá ha encontrado medio de
presumir que está mejor informada que ayer
conseguir el dinero uno de estos días?
de la importancia de lo que hizo.
NORA.
NORA.
No; medio que quiera emplear, ninguno.
Mejor que hubiera podido ser por usted.
KROGSTAD.
KROGSTAD.
Tampoco le hubiera servido de nada. Ni
Sin duda; un jurista tan malo como yo...
por todo el dinero del mundo le devolvería el
NORA. papel.
¿Qué desea usted de mí? NORA.
KROGSTAD. Entonces, explíqueme cómo quiere
Nada; sólo ver cómo se encontraba, señora utilizarlo.
Helmer. He estado todo el día pensando en KROGSTAD.
usted. También un hombre indeseable como
No quiero más que conservarlo, tenerlo
yo tiene un poco de eso que llaman corazón.
como garantía para protegerme. A ningún
NORA. extraño llegará el menor rumor de ello. De
Demuéstrelo, pues, y piense en mis hijos. modo que si ha adoptado usted alguna
KROGSTAD. resolución desesperada...
¿Es que usted y su marido han pensado en NORA.
los míos?... Pero ya no importa. Simplemente, Sí, la he adoptado.
quería decirle que no tome este asunto KROGSTAD.
demasiado en serio. Por ahora no pienso
...si ha pensado abandonar su hogar...
presentar ninguna denuncia contra usted.
NORA.
NORA.
Lo he pensado.
No, ¿verdad? Lo sabía.
KROGSTAD.
KROGSTAD.
...o algo peor todavía...
Todo puede arreglarse amistosamente, sin
tener que mezclar a otras personas; todo NORA.
puede quedar entre nosotros. Pero ¿cómo puede usted saberlo?
NORA. KROGSTAD.
...deseche esas ideas.

45
NORA. poco a poco. Ahora me han despedido, y no
¿Y por qué sabe usted que las tengo? me conformo sólo con que me admitan otra
vez por misericordia. Le re-repito que deseo
KROGSTAD.
prosperar. Quiero volver al Banco... tener un
Casi todos las tenemos al principio. Yo cargo más importante. Quiero que su marido
mismo las tuve; pero confieso que me faltó cree un empleo para mí...
valor...
NORA.
NORA. (Con voz ahogada.) A mí también.
¡Eso no lo hará en la vida!
KROGSTAD. (Tranquilizado.)
KROGSTAD.
Sí, ¿eh? ¿A usted también le falta valor?...
Lo hará; le conozco... No se atreverá a
NORA. Sí. protestar. Y cuando yo lo haya logrado, ya
KROGSTAD. verá usted... Antes de un año seré la mano
En suma3 sería una verdadera estupidez. derecha del director. Quien dirigirá el Banco
Pasada la primera tempestad conyugal... Aquí será Nils Krogstad, y no Torvaldo Helmer.
en el bolsillo llevo una carta para su esposo... NORA.
NORA. ¡Eso no sucederá jamás!
¿Y le cuenta usted todo? KROGSTAD.
KROGSTAD. ¿Tal vez intenta usted...?
En los términos más suaves. NORA.
NORA. (Precipitadamente.) Ahora sí que tengo valor para ello.
No quiero que vea esa carta. Rómpala. Ya KROGSTAD.
daré con un medio de pagarle. ¡Oh! no crea que me asusta. Una mujer tan
KROGSTAD. mimada como usted...
Perdone usted, señora; pero me parece que NORA.
acabo de decirle... ¡Ya lo verá, ya lo verá!
NORA. KROGSTAD.
Si no hablo del dinero que le debo. ¿Debajo del hielo quizá? ¿En el fondo frío
Dígame la cantidad que va a exigir a mi y sombrío?... Y más tarde, por la primavera,
marido, y yo la buscaré. volver a la superficie, desfigurada.,
KROGSTAD. desconocida, sin cabello...
No exijo ningún dinero a su esposo. NORA.
NORA. Pues ¿qué se propone usted? No me asusta usted tampoco.
KROGSTAD. KROGSTAD.
Se lo diré. Deseo rehabilitarme, señora; Ni usted a mí. Esas cosas no se hacen,
deseo prosperar, y su esposo va a ayudarme. señora Helmer. Además, ¿para qué?... De
Hace año y medio que no he cometido ningún todos modos, la tengo en mi bolsillo.
acto deshonroso. Durante todo este tiempo he NORA.
luchado contra las circunstancias más
¿Después, cuando yo ya no...?
adversas. Me contentaría con volver a subir
46
KROGSTAD. SEÑORA LINDE.
Olvida usted que su memoria estará Créeme, Nora; es lo mejor para vosotros
entonces en mis manos. (NORA le mira, dos.
atónita.) Oiga; ya se lo he advertido. ¡Nada NORA.
de tonterías! En cuanto Helmer reciba mi
Pero hay más aún: he falsificado una
carta, espero tener noticias de él. Y recuerde
firma...
que es su propio esposo quien me ha obligado
a dar este paso. No se lo perdonaré nunca. SEÑORA LINDE.
Adiós, señora. (Vase por la puerta de la ¡Por amor de Dios!... ¿Qué dices?
antesala.) NORA.
NORA. (Que entreabre la puerta y Ahora sólo voy a decirte una cosa,
escucha.) Se va. No ha dejado la carta. No, Cristina: quiero que me sirvas de testigo.
no sería posible... (Abriendo la puerta poco
SEÑORA LINDE.
a poco.) ¿Qué es eso? Se ha detenido. No se
va. ¿Será que se arrepiente? ¿O será...? (Se ¿De testigo? ¿Qué es lo que...?
oye caer una carta en el buzón, y luego, los NORA.
pasos de KROGSTAD que se pierden por la Si me volviera loca... lo cual muy bien
escalera. NORA, tras de ahogar un grito, puede acontecer...
vuelve corriendo al soja. Pausa corla.) En el
SEÑORA LINDE. ¡Nora!
buzón. (Se acerca sigilosamente a la puerta
de la sala.) ¡Ahí está!... ¡Torvaldo, NORA.
Torvaldo... no hay salvación para nosotros! O si sobreviniese alguna desgracia que me
SEÑORA LINDE. (Entrando con el vestido impidiera estar presente...
por la puerta de la izquierda.) No se puede SEÑORA LINDE. Nora, Nora, ¿has perdido
arreglar más. ¿Quieres probártelo? la razón?
NORA. (Con voz ronca.) Cristina, ven aquí. NORA.
SEÑORA LINDE. (Dejando el vestido en el Si hubiese alguien que quisiera cargar con
soja.) ¿Qué te pasa? Pareces trastornada... toda la culpa, ¿comprendes?...
NORA. SEÑORA LINDE.
Ven aquí. ¿Ves esa carta?... Ahí; Sí; pero ¿cómo se te puede ocurrir...?
mira por la abertura del buzón. NORA.
SEÑORA LINDE. Sí, ya la veo.
Entonces actúa de testigo de que no es
NORA. verdad, Cristina. No he perdido la razón;
Esa carta es de Krogstad. estoy en mi pleno juicio. Te digo que nadie
SEÑORA LINDE.
ha sabido nada. Yo sola lo hice todo.
Acuérdate bien.
¡Nora!... ¿Fue Krogstad quien te prestó
SEÑORA LINDE. Descuida. Pero no
el dinero?
comprendo...
NORA.
NORA.
Sí. Y a la postre Torvaldo va a enterarse de
todo. ¿Cómo has de comprenderlo? Va a
realizarse un milagro.
47
SEÑORA LINDE. ¿Un milagro? SEÑORA LINDE.
NORA. Krogstad ha de buscar un pretexto
Sí, un milagro. Pero es tan terrible... No cualquiera para reclamar la carta antes que
debe suceder eso por nada del mundo. sea leída...
SEÑORA LINDE. NORA.

Voy a hablar con Krogstad sin demora. Pero da la casualidad de que a esta hora es
cuando Torvaldo acostumbra...
NORA.
SEÑORA LINDE.
No vayas; es capaz de hacerte cualquier
canallada. Entretenle mientras voy. Volveré lo antes
que pueda. (Sale a toda prisa por la
SEÑORA LINDE.
antesala.)
Hubo un tiempo en que habría hecho por
NORA. (Abriendo la puerta de HELMER y
mí lo que fuese.
mirando.) \ Torvaldo!
NORA. ¿Eh?
HELMER. (Desde dentro.)
SEÑORA LINDE. ¿Dónde vive?
¡Ya era tiempo de que pudiese uno entrar
NORA. en su propio salón!.., Ven, Rank, vamos a
¡Oh, yo qué sé!... ¡Ah, sí! (Buscando en el ver... (A la puerta.) Pero ¿qué es esto?
bolsillo.) Aquí tengo su tarjeta. Pero la NORA.
carta... ¡la carta!
¿Qué, Torvaldo?
HELMER. (Llama a la puerta de su
HELMER.
despacho.) ¡Nora!
Rank me había anunciado una magnífica
NORA. (Con un grito de espanto.) ¿Qué
exhibición del disfraz...
pasa? ¿Qué quieres?
DOCTOR RANK. (A la puerta también.) Así
HELMER.
lo había entendido; pero, al parecer, me he
Bien, bien; no te asustes. Si no vamos a equivocado.
entrar; has cerrado la puerta... ¿Estás
NORA.
probándote?
Hasta mañana nadie me verá en todo mi
NORA.
esplendor.
Sí... sí, estoy probándome. Ya verás qué
HELMER.
bien voy a resultar, Torvaldo.
Querida Nora, ¡qué mala cara tienes! ¿Es
SEÑORA LINDE. (Después de leer la
que has estado ensayando demasiado el baile?
tarjeta.) Vive aquí al lado, en la esquina.
NORA.
NORA.
No, no he ensayado todavía.
Sí; pero es inútil. No hay escape. La carta
está en el buzón. HELMER.

SEÑORA LINDE. Pues no habrá más remedio...


¿Y tiene la llave tu marido? NORA.

NORA.
Sí, siempre.
48
Sí, Torvaldo, efectivamente. Pero no ponernos a la mesa. Siéntate al piano y toca,
puedo hacer nada sin tu ayuda: lo he olvidado Torvaldo. Corrígeme y aconséjame como de
todo. costumbre.
HELMER. HELMER.
Pronto lo recordaremos. Con sumo gusto, ya que es tu voluntad.
NORA. (Se sienta al piano.)
Oye, Torvaldo: vas a ocuparte de mí. ¿Me NORA. (Saca de la caja una pandereta y un
lo prometes? Estoy tan inquieta... Esta noche mantón multicolor. Se lo pone nerviosamente
tienes que dedicármela por completo. Nada y de un salto se planta en medio de la
de negocios, ni siquiera una letra. ¿Eh, habitación, gritando:) ¡Ahora toca ya! Voy a
Torvaldo? bailar.
HELMER. (HELMER toca y NORA baila; el DOCTOR
RANK permanece al lado de HELMER,
Te lo prometo. Esta noche estoy a tu
mirándola.)
disposición... duendecillo. ¡Hum! el caso es
que... antes voy a... (Se dirige hacia la puerta HELMER. (Tocando.)
de la antesala.) ¡Más despacio, más despacio!
NORA. NORA.
¿Qué vas a hacer? No puedo.
HELMER. HELMER.
Sólo a mirar si han llegado cartas. No bailes tan de prisa, Nora.
NORA. NORA.
No, no, Torvaldo, no vayas. Así tiene que ser exactamente.
HELMER. ¿Por qué? HELMER. (Para.) No, no; así no.
NORA. NORA. (Ríe y agita la pandereta.) ¿No te lo
Por favor, Torvaldo... No hay nada. había dicho?
HELMER. DOCTOR RANK.

Déjame mirar. (Intenta salir. NORA se Déjame tocar a mí.


sienta al piano y toca los primeros acordes HELMER. (Levantándose.)
de la tarantela. HELMER se detiene a la Sí, hazlo. Así podré enseñarla mejor. (El
puerta.) ¡Ah!... DOCTOR RANK se sienta al piano y empieza a
NORA. tocar. NORA baila con creciente excitación.
No podré bailar mañana si no quieres HELMER, junto a la estufa, la corrige a
ensayar conmigo. menudo durante el baile; pero ella parece no
oír. Se le suelta el cabello, cayéndole por los
HELMER. (Acercándose a ella.)
hombros, mientras sigue bailando sin hacer
¿Tanto miedo tienes, querida Nora? caso. Entra la SEÑORA LINDE.)
NORA. SEÑORA LINDE. (Se queda atónita a la
Sí, un miedo atroz. Déjame ensayar al puerta.) ¡Ah!
instante; todavía hay tiempo antes de NORA. (Sin cesar de bailar.)

49
¡Nos sorprendes en pleno holgorio, interponerse entre nosotros hasta que todo
Cristina! haya acabado.
HELMER. DOCTOR RANK. (En voz baja, a HELMER.)
Pero, querida Nora, bailas como si te fuese No debes contrariarla.
en ello la vida... HELMER. (.Abrazando a NORA por la
NORA. cintura.)
Y así es, ni más ni menos. Se hará lo que quiere la niña... Pero
mañana por la noche, en cuanto hayas
HELMER.
bailado...
Para, Rank; esto es un frenesí. ¡Para, te
NORA.
digo! (El DOCTOR RANK deja de tocar y NORA
se detiene al punto. HELMER le dice:) Jamás Quedarás en libertad.
lo hubiera creído. Has olvidado todo lo que te ELENA. (Desde la puerta de la derecha.)
enseñé. La señora está servida.
NORA. (Tirando la pandereta.) Pues ya NORA.
ves. Tráenos champaña, Elena.
HELMER. ELENA.
¡Vaya si necesitas ensayarlo! Bien, señora. (Sale.)
NORA. HELMER.
¡Claro! Ya has visto si lo necesito. Me ¡Anda, anda! ¿Conque tenemos gran fiesta,
enseñarás hasta el último momento. ¿Me lo eh?
prometes, Torvaldo?
NORA.
HELMER. Puedes contar con ello, de fijo.
Fiesta y champaña hasta que llegue la
NORA. aurora. (Llamando a la doncella.) Y unas
Hoy y mañana no vas a pensar más que en cuantas almendras, Elena... mejor dicho,
mí. No quiero que abras una carta siquiera... muchas... ¡por una vez!
ni aun el buzón. HELMER. (Cogiéndole las manos.)
HELMER. ¡Basta ya de inquietudes! Sé mi alondrita
¡Vamos! todavía tienes miedo a ese de siempre...
individuo... NORA.
NORA. Sí, Torvaldo, sí. Pero sal un momento, y
Sí; también es algo de eso. usted también, doctor. Cristina, ¿quieres
HELMER. ayudarme a que me arregle el pelo?
Nora, lo estoy viendo en tu cara: hay una DOCTOR RANK. (Por lo bajo, mientras
carta suya. salen.) ¿No será que esperáis... algo?
NORA. HELMER.

No lo sé; me lo figuro... Pero no vas a leer No, no; nada de eso. No es más que el
una cosa así ahora... Nada desagradable ha de miedo infantil de que te he hablado.
(Vanse los dos por la derecha.)

50
NORA. ¿Qué?
SEÑORA LINDE. Se ha marchado al campo.
NORA.
Lo he adivinado en tu cara.
SEÑORA LINDE.
Vuelve mañana por la noche; le he puesto
unas líneas.
NORA.
Mejor habría sido que no lo hicieses. No
hay que evitar nada. En el fondo, es una
verdadera alegría esto de estar esperando algo
maravilloso.
SEÑORA LINDE. ¿Qué esperas?
NORA.
¡Oh! tú no puedes comprenderlo. Ve con
ellos. En seguida iré yo. (La SEÑORA LINDE
pasa al comedor. NORA hace un esfuerzo
para dominarse y mira su reloj.) Las cinco.
De aquí a medianoche quedan siete horas. Y
luego, veinticuatro horas hasta la próxima
medianoche. Entonces habré terminado de
bailar la tarantela... Veinticuatro y siete,
treinta y una. Tengo treinta y una horas de
vida.
HELMER. (A la puerta de la derecha.) Pero
¿no viene la alondra?
NORA. (Precipitándose hacia él con los
brazos abiertos.) ¡Aquí la tienes!

51
52
SEÑORA LINDE. ¿Por qué no?
KROGSTAD. Es cierto.
ACTO TERCERO SEÑORA LINDE.
Bueno, Krogstad; vamos a hablar.
KROGSTAD.
¿Tenemos algo de qué hablar nosotros?
La misma decoración. La mesa, con el SEÑORA LINDE. Mucho.
sofá y las sillas ha sido trasladada al centro. KROGSTAD.
Sobre ella, una lámpara encendida. La
No lo hubiera creído.
puerta de la antesala está abierta. Se oye
música de baile procedente del piso superior. SEÑORA LINDE.

La SEÑORA LINDE, sentada junto a la mesa, Es que usted jamás me ha comprendido


hojea distraídamente un libro. Hace un bien.
esfuerzo para leer; pero parece que no puede KROGSTAD.
concentrarse. De cuando en cuando escucha No había nada que comprender; esas cosas
con atención hacia la puerta. son muy corrientes en la vida; una mujer sin
SEÑORA LINDE. (Mirando su reloj.) corazón se quita de encima a un hombre,
Aún no... y ya ha pasado la hora. Con tal cuando se le depara algo más ventajoso.
que... (Escucha de nuevo.) ¡Aquí está! (Sale a SEÑORA LINDE.
la antesala y abre con cuidado la puerta del ¿Cree usted que no tengo corazón? ¿Cree
piso. Se oyen pasos por la escalera. En voz que rompí nuestras relaciones sin pensar?
baja.) Pase. No, no hay nadie.
KROGSTAD. ¡Ah! ¿No?
KROGSTAD. (A la puerta.)
SEÑORA LINDE.
He encontrado una carta suya en casa.
Krogstad, ¿ha creído usted eso, en efecto?
¿Qué quiere decir eso?
KROGSTAD.
SEÑORA LINDE.
Si no es así, ¿por qué me escribió usted
Es indispensable que hable con usted.
como lo hizo?
KROGSTAD.
SEÑORA LINDE.
¿Sí? ¿Y tiene que ser en esta casa
No podía hacer otra cosa. Resuelta a
precisamente?
romper con usted, estimé deber mío arrancar
SEÑORA LINDE. de su corazón todos sus sentimientos hacia
Donde vivo es imposible: mi habitación no mí.
tiene entrada independiente. Pase usted; KROGSTAD. (Apretando los puños.)
estamos los dos solos: las muchachas
¿De manera que fue así? ¡Y todo... por
duermen y los Helmer asisten a un baile en el
dinero!
piso de arriba.
SEÑORA LINDE.
KROGSTAD.
No debe olvidar que yo tenía una madre
¿Conque los Helmer están de baile esta
inválida y dos hermanos pequeños. No
noche? ¿De veras?
53
podíamos aguardarle a usted, Krogstad; sus Y le ha enseñado la vida una cosa muy
esperanzas eran tan lejanas... sensata. Pero en hechos creerá usted, ¿no?
KROGSTAD. KROGSTAD.
Puede ser; pero, aun así, no tenía usted ¿Qué quiere usted insinuar?
derecho a rechazarme por otro. SEÑORA LINDE.
SEÑORA LINDE. Me ha dicho que se encontraba como un
No sé. Muchas veces me lo he preguntado. náufrago agarrado a una tabla.
KROGSTAD. (Más bajo.) KROGSTAD.
Cuando la perdí, fue como si desapareciera Tenía mis razones para hablar así.
bajo mis pies la tierra firme. Míreme ahora: SEÑORA LINDE.
soy un náufrago agarrado a una tabla.
Yo también soy un náufrago agarrado a
SEÑORA LINDE. Puede estar cerca su una tabla. No cuento con nadie por quien
salvación. sufrir, con nadie a quien consagrarme.
KROGSTAD. KROGSTAD.
Cerca estaba; pero vino usted a ponerse Usted misma lo ha querido.
por medio.
SEÑORA LINDE. No podía elegir.
SEÑORA LINDE.
KROGSTAD.
Yo no sabía nada, Krogstad. Hasta hoy no
En fin, ¿qué más?
me he enterado de que es a usted a quien voy
a sustituir en el Banco. SEÑORA LINDE.

KROGSTAD. Krogstad: ¿y si estos dos náufragos se


unieran en la misma tabla?
Lo creo, puesto que usted lo dice. Pero
ahora que lo sabe, ¿no piensa retirarse? KROGSTAD.

SEÑORA LINDE. ¿Qué dice usted?


No, porque no sería de ningún provecho SEÑORA LINDE.
para usted. Dos náufragos en la misma tabla están
KROGSTAD. mejor que cada uno en la suya.
¿Provecho?... Yo que usted, lo haría, de KROGSTAD. ¡Cristina!
todos modos. SEÑORA LINDE.
SEÑORA LINDE. ¿Por qué cree usted que he venido a la
He aprendido a proceder con sensatez. La ciudad?
vida y la amarga necesidad me lo han KROGSTAD.
enseñado. ¿Habrá pensado usted en mí?
KROGSTAD. SEÑORA LINDE.
Pues a mí me ha enseñado la vida a no He de trabajar para soportar la vida. He
creer en frases. trabajado siempre desde que tengo uso de
SEÑORA LINDE. razón, y ésta ha sido mi mayor y única
alegría. Pero ahora me encuentro sola en el

54
mundo, sola en absoluto y abandonada. Gracias, gracias., Cristina... Ahora sabré
Trabajar para una misma no produce alegría. rehabilitarme... ¡Ah! pero me olvidaba...
Krogstad, búsqueme alguien por quien poder SEÑORA LINDE. (Escuchando.)
trabajar...
¡Chis!... ¡La tarantela!... ¡Váyase, váyase!
KROGSTAD.
KROGSTAD.
No la creo a usted. Eso no es sino
¿Por qué?... ¿Qué pasa?...
generosidad exaltada de mujer que quiere
sacrificarse. SEÑORA LINDE.

SEÑORA LINDE. ¿Oye esa música? Cuando haya acabado,


volverán...
¿Me ha visto usted exaltada alguna vez?
KROGSTAD.
KROGSTAD.
Sí, ya me voy. Todo es inútil. Usted
¿Sería usted verdaderamente capaz de
desconoce, naturalmente, el paso que he dado
hacer lo que dice?
contra los Helmer.
SEÑORA LINDE. Sí.
SEÑORA LINDE.
KROGSTAD.
No, Krogstad; estoy enterada.
Dígame: ¿conoce usted bien mi pasado?
KROGSTAD.
SEÑORA LINDE. Sí.
Y a pesar de eso, ¿tiene usted valor para...?
KROGSTAD.
SEÑORA LINDE.
¿Y sabe cómo me consideran aquí?
Comprendo perfectamente hasta qué
SEÑORA LINDE. extremos lleva la desesperación a un hombre
Me parece haberle entendido hace poco como usted.
que presume que conmigo habría sido otro KROGSTAD.
hombre.
¡Ah! si pudiera deshacer lo que he hecho...
KROGSTAD.
SEÑORA LINDE.
De eso estoy bien seguro.
Puede deshacerlo; su carta sigue aún en el
SEÑORA LINDE. buzón.
¿Y no podrá serlo todavía?... KROGSTAD.
KROGSTAD. ¿Está usted segura?
¡Cristina!... ¿Ha reflexionado despacio lo SEÑORA. LINDE.
que dice?... ¡Sí, lo veo en su cara!... ¿Tendrá
Por completo; pero...
usted valor...?
KROGSTAD. (Con una mirada inquisitiva.)
SEÑORA LINDE.
¿Será eso la explicación de todo?... Usted
Necesito alguien a quien servir de madre.
quiere salvar a su amiga, no importa cómo.
Sus hijos están tan necesitados de una...
Haría mejor en decírmelo francamente. ¿Es
Nosotros también nos necesitamos el uno al
así?
otro. Krogstad, creo en su buen fondo... Con
usted me atrevo a afrontarlo todo. SEÑORA LINDE.

KROGSTAD. (Cogiéndole las manos.)

55
Krogstad, cuando una persona se ha ¡Jamás en mi vida he sido tan
vendido una vez por salvar a alguien, no indeciblemente feliz! (Vase, dejando abierta
reincide. la puerta de la antesala.)
KROGSTAD. SEÑORA LINDE. (Arregla un poco la
Le pediré que me devuelva la carta. habitación, y prepara su abrigo y su
sombrero.)
SEÑORA LINDE. ¡No, no!
¡Qué giro han tomado las cosas! Ya tengo
KROGSTAD.
por quién trabajar... por quién vivir... un
¡Pues no faltaba más! Aguardaré a que hogar al que llevar un poco de calor... ¡Claro
baje Helmer y le diré que tiene que que lo haré!... Pero ¿no bajan todavía?...
devolverme la carta... que sólo trata de mi (Escuchando.) ¡Ah! ya vienen. Me pondré el
cesantía... y que no debe leerla... abrigo. (Se pone el abrigo y el sombrero.)
SEÑORA LINDE. (Óyense las voces de los HELMER y el ruido
No, Krogstad; no pida usted esa carta. de la llave en la cerradura. Entra HELMER
trayendo casi a la fuerza a NORA. Esta
KROGSTAD.
aparece vestida con el traje italiano y un
Vamos, dígame: ¿no fue en realidad ésa la gran mantón negro sobre los hombros.
razón por la cual me citó aquí? HELMER viste de frac y va cubierto con
SEÑORA LINDE. un dominó negro también.)
Sí, con el sobresalto del primer momento... NORA. (Desde la puerta, resistiéndose.)
Pero han pasado veinticuatro horas, y durante No, no, no; aquí no. Quiero subir otra vez.
ese tiempo he sido testigo de cosas increíbles No quiero marcharme tan temprano.
en esta casa. Helmer debe enterarse de todo. HELMER.
Es indispensable una explicación entre los
Pero, mi querida Nora...
dos; tantos pretextos y ocultaciones tienen
que desaparecer de una vez. NORA.

KROGSTAD. Te lo pido por favor, Torvaldo. ¡Te lo


suplico!... ¡Solamente una hora!
¡Ea! si usted se atreve a tomarlo por su
cuenta... Pero se puede hacer una cosa, y HELMER.
ahora mismo... Ni un minuto, Norita. Ya sabes lo
SEÑORA LINDE. convenido. Vamos adentro; estás enfriándote
aquí. (A despecho de la resistencia de NORA,
¡Dése prisa! ¡Váyase, váyase!... Ha
la conduce suavemente al salón.)
terminado la música; ya no estamos seguros
ni un momento más... SEÑORA LINDE. Buenas noches.

KROGSTAD. NORA.

La espero abajo. ¡Cristina!


SEÑORA LINDE. HELMER.

Conforme; puede acompañarme hasta la ¡Cómo, señora Linde! ¿Usted aquí, tan
puerta de mi casa. tarde?
KROGSTAD. SEÑORA LINDE.

56
Sí, perdón; ¡tenía tantas ganas de ver a ¡Cómo! ¿No hay luz?... ¡Ah! sí, claro.
Nora disfrazada! Usted dispense. (Entra y enciende dos
NORA. bujías.)
¿Has estado aquí aguardándome? NORA. (Sofocada, cuchicheando.) ¿Qué
hay?
SEÑORA LINDE.
SEÑORA LINDE. (En voz baja.) He hablado
Sí. Desgraciadamente, no pude venir a
con él.
tiempo; cuando llegué, ya habías subido, y
por mi parte, no quería irme sin verte. NORA. ¿Y qué?

HELMER. (Quitando a NORA el chal.) SEÑORA LINDE.

Mírela bien. Creo que vale la pena. ¿No Nora... debes decírselo todo a tu
está maravillosa, señora Linde? marido.
SEÑORA LINDE. Sí que está muy guapa. NORA. (Con acento desmayado.) Lo
sabía...
HELMER.
SEÑORA LINDE.
Encantadora de bonita, ¿verdad? Esa ha
sido también la opinión de todo el mundo en No tienes que temer nada de Krogstad;
la fiesta. Pero es terriblemente testaruda. pero debes hablar.
¿Cómo remediarlo? Figúrese que he tenido NORA.
que emplear la fuerza para traerla conmigo. No hablaré.
NORA. SEÑORA LINDE.
¡Ah! Torvaldo, vas a arrepentirte de no En ese caso, hablará la carta por ti.
haberme concedido media hora siquiera.
NORA.
HELMER.
Gracias, Cristina; ahora ya sé lo que tengo
Ya lo oye usted, señora. Ha bailado su que hacer. ¡Chis!... ¡Cállate!
tarantela con un éxito loco... por cierto, bien
HELMER. (De vuelta.)
merecido, a pesar de que en la interpretación
ha hecho demasiados alardes de naturalidad; ¿Qué, señora: la ha admirado usted a su
vamos, algunos más de los estrictamente sabor?
necesarios, según las exigencias del arte. SEÑORA LINDE.
Pero, en suma, lo principal es que ha tenido Sí, y ahora voy a despedirme.
éxito, un éxito rotundo. ¿Cómo iba yo a
HELMER.
consentirle que permaneciese allí más
tiempo? Hubiera echado a perder todo el ¿Ya?... ¿Es suya esta labor?
efecto, ¡y eso sí que no!... Cogí del brazo a la SEÑORA LINDE. (Recogiéndola.) Gracias;
encantadora chiquilla de Capri: una vuelta por poco la olvido.
por la sala, una inclinación a cada lado, y HELMER.
como dicen las novelas, se desvaneció la
bella aparición. En los desenlaces siempre ¿De modo que hace usted punto?
conviene el efecto, señora; pero no puedo SEÑORA LINDE. Un poco.
inculcar esto a Nora. ¡Uf, qué calor hace HELMER.
aquí! (Tira el dominó sobre una silla y abre
la puerta de su despacho.)
57
Debería usted bordar en vez de hacer Nada. Al contrario, me siento muy
punto. animado. ¿Y tú?... Tú sí que tienes cara de
SEÑORA LINDE. ¿Sí? ¿Por qué? sueño.
HELMER. NORA.

Es mucho más bonito. Mire: se tiene la Sí, estoy muy cansada. En seguida me
labor en la mano izquierda y luego, con la dormiré.
mano derecha, se lleva la aguja, haciendo una HELMER.
ligera curva. ¿No es así?... ¿No ves cómo tenía razón para no querer
SEÑORA LINDE. Sí, tal vez... que nos quedásemos más tiempo en el baile?
HELMER. NORA.
Mientras que hacer punto resulta siempre ¡Oh! Tú siempre tienes razón en todo.
antiestético. Mire: los brazos pegados al HELMER. (Le da un beso en la frente.)
cuerpo, las agujas subiendo y bajando...
Ya empieza a hablar la alondra como una
parece un trabajo de chinos... ¡Oh, qué
persona. Dime: ¿Te fijaste en lo animado que
estupendo champaña nos han servido!
estaba Rank esta noche?
SEÑORA LINDE.
NORA.
¡Vaya! Nora, buenas noches: y no seas tan
¡Ah! ¿Sí?... No he llegado a hablar con él.
terca.
HELMER.
HELMER.
Yo apenas le he hablado tampoco. Pero
¡Bien dicho, señora Linde!
hace mucho tiempo que no le veía de tan
SEÑORA LINDE. Buenas noches, señor buen humor. (La mira un rato y se acerca.)
director. ¡Qué alegría estar de regreso en casa, solo
HELMER (Acompañándola a la puerta.) contigo!... ¡Oh, qué mujercita tan linda y tan
Buenas noches, buenas noches; espero que deliciosa!
llegará bien a su casa. Yo, por supuesto, con NORA.
mucho gusto... Pero como está tan cerca... ¡No me mires así, Torvaldo!
Buenas noches, buenas noches. (La SEÑORA
HELMER.
LINDE sale. HELMER cierra la puerta y vuelve
a entrar.) ¡Por fin nos la hemos quitado de ¿Es que no puedo mirar mi más caro
encima! ¡Qué mujer más fastidiosa! tesoro, toda esta hermosura que es mía y
nada más que mía?
NORA.
NORA. (Corriéndose al otro lado de la
¿No estás muy cansado, Torvaldo?
mesa.) No me hables así esta noche...
HELMER.
HELMER. (Mientras la sigue.)
No, ni por asomo.
¡Cómo se nota que aún te bulle la tarantela
NORA. en la sangre! ¡Y eso te hace más seductora...!
¿No tienes sueño tampoco? ¡Escucha! Ya se van los invitados. (Bajando
HELMER. la voz.) Nora... pronto quedará toda la casa en
silencio.
NORA.

58
Sí, eso espero. ¡A quién se le ocurre...! ¿Qué querrá
HELMER. ahora? (Sube la voz.) Aguarda un momento.
(Abre la puerta.) Es una atención eso de que
¿Verdad, querida Nora?... ¡Oh! cuando
no pases ante nuestra puerta sin llamar.
estamos en una fiesta... ¿sabes por qué te
hablo tan poco, por qué permanezco lejos de DOCTOR RANK.
ti, lanzándote sólo alguna que otra mirada a Me ha parecido oír tu voz y se me ha
hurtadillas? ¿Sabes por qué?... Porque antojado entrar a haceros una visita. (Pasea
entonces me imagino que eres mi amor una ojeada en torno suyo.) ¡Ah, éste es el
secreto, mi joven y hermosa prometida, y que hogar familiar y querido! ¡Qué agradable y
nadie sospecha lo que hay entre nosotros dos. qué acogedor! ¡Sois felices!
NORA. HELMER.
Sí, ya sé que todos tus pensamientos son Pues a tu vez parecías pasarlo muy a gusto
para mí. ahí arriba.
HELMER. DOCTOR RANK.
Y al marcharnos, cuando echo el chal ¡Magníficamente! ¿Y por qué no
sobre tus delicados hombros juveniles, divertirme? ¿Por qué no disfrutarlo todo en
alrededor de esta nuca divina... me imagino este mundo? Por lo menos, todo lo que se
que eres mi joven desposada, que volvemos pueda, y mientras se pueda. El vino era
de la boda, que por vez primera te traigo a mi excelente...
hogar... que al cabo estoy solo contigo, HELMER.
enteramente solo contigo, mi tierna
En particular, el champaña.
hermosura temblorosa. Durante toda esta
noche no he tenido otro deseo que tú. Cuando DOCTOR RANK.
te vi hacer como que perseguías, seducías y ¿Tú también lo has notado? Es asombrosa
provocabas bailando la tarantela, empezó a la cantidad que he ingerido.
hervirme la sangre, no pude resistir más, y NORA.
por eso te hice salir tan de prisa.
Torvaldo no ha bebido menos champaña
NORA. Vete, Torvaldo. Déjame. No seas esta noche.
así.
DOCTOR RANK. ¿Sí?
HELMER.
NORA.
¿A qué viene esa actitud? ¿Estás
Sí, y después se pone tan alegre...
bromeando conmigo, Norita? Conque no
quieres, ¿eh? ¿Acaso no soy tu marido? DOCTOR RANK.

(Se oye llamar a la puerta exterior.) ¡Diantre! ¿Por qué no va uno a pasar una
velada agradable tras de un día bien
NORA. (Se estremece.) ¿Has oído?
empleado?
HELMER. (Pasando a la antesala.) ¿Quién
HELMER.
es?
Hoy, por desgracia, no me atrevo a
DOCTOR RANK. (Desde fuera.)
ufanarme de que haya sido bien empleado el
Soy yo. ¿Puedo entrar un instante? día.
HELMER. (Molesto, en voz baja.) DOCTOR RANK. Yo sí, ¿sabes?

59
NORA. ¡Qué caprichosa! ¿Ya estás pensando en el
Doctor, hoy, de seguro, ha estado usted próximo baile?
haciendo alguna investigación científica... DOCTOR RANK.
DOCTOR RANK. Sí, justamente. ¿Usted y yo?... Pues verá: usted irá de
HELMER. mascota...
¡Hombre! ¡Norita, hablando de HELMER.
investigaciones científicas! Ahora falta ver cómo concibes un disfraz
NORA. de mascota.
¿Y puedo felicitarle por el resultado? DOCTOR RANK.

DOCTOR RANK. Ya lo creo. Deja a tu mujer presentarse tal como va


todos los días...
NORA.
HELMER.
Entonces, ¿fue bueno?
¡Bravo! Pero ¿y tú, no has pensado cómo
DOCTOR RANK.
vas a ir?
El mejor posible, tanto para el médico
DOCTOR RANK.
como para el paciente: la certidumbre.
Sí, amigo mío; ya lo tengo pensado.
NORA. (Precipitadamente, en tono
escrutador.) ¿La certidumbre? HELMER. ¿Cómo?

DOCTOR RANK. DOCTOR RANK.

Una certidumbre absoluta. Después de En el próximo baile de máscaras yo seré


todo, ¿por qué no iba a permitirme pasar una invisible.
noche alegre? HELMER.
NORA. ¡Qué idea tan cómica!
Ha hecho usted muy bien, doctor. DOCTOR RANK.
HELMER. Existe un sombrerazo negro... ¿No has
Lo mismo digo, siempre que no pagues las oído hablar del sombrero que hace invisible?
consecuencias el día de mañana. (1). Cuando te lo pones no hay quien te vea.

DOCTOR RANK. HELMER. (Disimulando una sonrisa.) Eso


sí, no cabe duda.
Todo se paga en esta vida.
DOCTOR RANK.
NORA.
Pero olvidaba enteramente a qué he
Doctor... ¿le gustan a usted mucho los
venido. Helmer, dame un puro, uno de tus
bailes de máscaras?
habanos negros.
DOCTOR RANK.
HELMER. (Le ofrece la cigarrera.) Con
Sí, cuando abundan los trajes divertidos,.. mucho gusto.
NORA. DOCTOR RANK. (Tomando un cigarro y
Oiga: ¿de qué vamos a disfrazarnos usted cortándole la punta.) Gracias.
y yo para el próximo baile? NORA. (Prende una cerilla.) Permítame
HELMER. que se lo encienda.

60
.
DOCTOR RANK. ¿Qué podrá ser? No paso a creer que las
Muchas gracias. (NORA acerca la cerilla muchachas... Aquí hay un trozo de
para darle lumbre.) Y ahora... ¡adiós! horquilla... ¡Nora, es tuya!
HELMER. NORA. (Azorada.)

Adiós, adiós, amigo mío. Habrán sido los niños...


NORA. HELMER.

Descanse bien, doctor Rank. Tienes que quitarles esa costumbre. ¡Hum!
Ya he conseguido abrirlo. (Saca el contenido,
DOCTOR RANK.
y llama hacia la cocina.) ¡Elena... Elena!
Agradezco sus buenos deseos. Apaga esta lámpara del vestíbulo. (Vuelve a
NORA. entrar en el salón, cerrando la puerta de la
Deséeme usted otro tanto. antesala, con las cartas en la mano.) Mira, ya
ves qué montón... (Examinando los sobres.)
DOCTOR RANK.
¿Qué hay aquí?
¿A usted? Puesto que lo quiere... descanse
NORA. (Junto a la ventana.)
bien. Y gracias por la lumbre. (Saluda y
vase.) ¡La carta! ¡No, Torvaldo, no!
HELMER. (Con voz templada.) Ha bebido HELMER.
bastante. Dos tarjetas de... Rank.
NORA. NORA.
Es posible. (HELMER saca sus llaves del ¿De Rank?
bolsillo y se dirige a la antesala.) Torvaldo... HELMER. (Leyéndolas.)
¿qué vas a hacer?
"Rank, doctor en medicina." Estaban
HELMER. encima de todo. Las habrá echado al
Quiero vaciar el buzón, está muy lleno; no marcharse.
va a haber sitio para los periódicos mañana NORA.
por la mañana...
¿Tienen algo escrito?
NORA.
HELMER.
¿Vas a trabajar esta noche?
Hay una cruz encima del nombre. Míralo.
HELMER. ¡Qué ocurrencia! Es como si anunciara su
Ya sabes que no... Pero ¿qué es esto? propia muerte.
Alguien ha andado en la cerradura. NORA.
Es lo que hace exactamente.
NORA. HELMER.
¿En la cerradura? ¿Qué? ¿Sabes algo? ¿Te ha dicho algo?...
HELMER. NORA.
Sí. Esas tarjetas indican que se ha
despedido de nosotros. Quiere encerrarse para
.(1) Recuérdese, de obras anteriores, la nota relativa al sombrero que hace invisible, según morir.
creencia popular en Noruega..

61
HELMER. ¡Buenas noches, pajarito cantor! Que
¡Pobre amigo mío! Sospechaba que iba a descanses, Nora. Voy a leer las cartas. (Pasa
faltarme dentro de muy poco tiempo. Pero a su despacho con la correspondencia,
¡tan pronto!... Y va a esconderse como un cerrando la puerta.)
animal herido. NORA. (Tantea en torno suyo con ojos
NORA. extraviados, coge el dominó de HELMER y se
envuelve en él, mientras murmura, con voz
Si ha de suceder, más vale que sea sin
ronca y entrecortada.)
palabras. ¿Verdad, Torvaldo?
¡No volver a verle jamás! ¡Jamás, jamás,
HELMER. (Pensando.)
jamás! (Echándose el chal por la cabeza.) ¡Y
¡Estaba tan unido a nosotros!... Me cuesta a los niños... no volveré a verlos nunca
trabajo creer que vayamos a perderle. Con sus tampoco!... ¡Oh! el agua helada... y negra...
achaques y su retraimiento constituía como el ¡Ah! ¡Si todo hubiera pasado ya!... Ahora la
fondo sombrío de nuestra resplandeciente abre, la estará leyendo... No, no, todavía no.
felicidad... Al fin y al cabo, quizá sea lo ¡Adiós, Torvaldo!... ¡Adiós, hijos míos!
mejor... Para él, al menos. (Se detiene.) Y
(Se lanza hacia la antesala; pero en el
puede que asimismo para nosotros, Nora.
mismo instante, HELMER abre violentamente
Ahora nos debemos exclusivamente el uno al
la puerta de su despacho, y aparece con una.
otro. (La abraza.) ¡Oh, adorada mujercita!
carta desplegada en la mano.)
Parece que nunca te estrecharé bastante.
Figúrate, Nora... muchas veces desearía que HELMER. ¡Nora!
te amenazase un peligro inminente para poder NORA. (Profiriendo un grito agudo.) ¡Ah!
arriesgar mi vida, mi sangre y todo por ti... HELMER.
NORA. (Desasiéndose, con voz firme, ¿Qué significa esto?... ¿Sabes lo que dice
decidida.) Lee las cartas, Torvaldo. esta carta?
HELMER. NORA.
No, no; esta noche, no. Quiero estar Sí, lo sé. ¡Deja que me marche! ¡Déjame
contigo, mi adorada mujercita. salir!
NORA. HELMER.
¿Con la idea de la muerte de tu amigo?... ¿Adonde vas? (Reteniéndola.)
HELMER. NORA. (Intentando desprenderse.) No
Tienes razón. Nos ha afectado a los dos. Se debes salvarme, Torvaldo.
ha interpuesto entre nosotros una cosa HELMER (Retrocede, tambaleándose.)
aborrecible: la imagen de la muerte y de la
¡Luego es verdad lo que dice! ¡Dios mío!
disolución. Hemos de deshacernos de ella.
¡No es posible!...
Hasta entonces... nos retiraremos cada cual
por su lado. NORA.

NORA. (Abrazándose a su cuello.) Es verdad. Te he amado sobre todas las


cosas.
¡Buenas noches, Torvaldo... buenas
noches! HELMER.

HELMER. (Besándola en la {rente.) ¡No más ridiculeces!

62
NORA. (Dando un paso hacia él.) ¡ NORA.
Torvaldo!... Cuando yo desaparezca del mundo, serás
HELMER. libre.
¡Desgraciada!... ¿Qué has hecho? HELMER.
NORA. Déjate de frases huecas. Tu padre tenía
Déjame marchar. Tú no vas a llevar el también una provisión de frases parecidas a
peso de mi falta. No debes hacerte mano. ¿De qué me serviría que abandonaras
responsable de mi culpa. el mundo? De nada. En todo caso, puede
hacerse público el asunto, y entonces
HELMER.
sospecharán que yo estaba enterado de tu
¡Basta de comedias! (Cierra con llave la delito. Hasta pueden creer que te apoyé... que
puerta de la antesala.) Te quedarás aquí a te induje a cometerlo. ¡Y pensar que esto te lo
rendirme cuentas. ¿Comprendes lo que has debo agradecer a ti! ¡A ti, a quien he mimado
hecho? ¡Respóndeme! ¿Lo comprendes ?... hasta la exageración durante toda nuestra vida
NORA. (Mirándole fija, con una expresión matrimonial! ¿Comprendes ya el daño que
creciente de rigidez.) Sí; ahora es cuando me has hecho?
realmente empiezo a comprender... NORA. (Con fría tranquilidad.) Sí.
HELMER. (Paseándose.) HELMER.
¡Qué horrible despertar1! ¡Durante ocho Es algo tan increíble, que no me cabe en la
años... ella, que era mi alegría, mi orgullo... cabeza. Hemos de adoptar una resolución.
una hipócrita... una impostora... peor aún, una ¡Quítate ese dominó!... ¡Que te lo quites,
criminal!... ¡Oh, Dios! ¡Qué abismo de digo!... Tengo que satisfacerle en una forma u
monstruosidad hay en todo esto! ¡Qué bajeza! otra. Hay que ahogar el asunto, sea como
(NORA continúa mirándole fija, sin hablar. sea... En cuanto a ti y a mí, haremos como si
Deteniéndose ante ella.) Debía haber nada hubiese cambiado. Sólo a los ojos de los
presentido lo que iba a ocurrir. Con la demás, por supuesto. Seguirás aquí, en casa,
ligereza de principios de tu padre... Tú los has como es lógico. Pero no te será permitido
heredado. Falta de religión, falta de moral, educar a los niños; no me atrevo a
falta de sentido del deber... ¡Oh! bien confiártelos... ¡Ah, tener que decírselo a
castigado estoy por mi indulgencia para su quien tanto he amado y a quien todavía...!
conducta. Por ti lo hice, y así me ¡Vaya! esto debe acabar. Desde hoy no se
correspondes. trata ya de nuestra felicidad; se trata
NORA. Sí, así. exclusivamente de salvar los restos, los
HELMER. despojos, las apariencias... (Suena la
campanilla, y HELMER se estremece.) ¿Qué
Has destruido toda mi felicidad. Has
será? ¡Tan tarde!... Sólo faltaría que... ¿Acaso
arruinado todo mi porvenir... ¡Oh! da espanto
habrá ese hombre...? ¡Escóndete, Nora! Diré
pensarlo. Estoy en manos de un hombre sin
que estás enferma.
conciencia que puede hacer de mí cuanto
quiera, exigirme lo que sea, sin que yo me (NORA no se mueve. HELMER se dirige a
atreva a rechistar. ¡Y tener que hundirme tan abrir la puerta.)
miserablemente por culpa de una mujer ELENA. (A medio vestir, en la antesala.) Ha
indigna! llegado una carta para la señora.

63
HELMER. ¡pobrecita! No puedes creer que te haya
Dámela. (Coge la cana, y cierra la perdonado. Créelo, Nora; te lo juro: estás de
puerta.) Sí, es de él. Pero no te la entregaré; todo punto perdonada. Bien sé que lo has
quiero leerla yo mismo. hecho por amor a mí.
NORA. Léela. NORA. Así es.

HELMER. (Acercándose a la lámpara.) HELMER.

Casi no tengo valor para ello. Quizá Me has amado como una esposa debe amar
estemos perdidos tú y yo... No; he de saberlo. a su marido. Únicamente te faltó
(Rompe precipitadamente el sobre, lee discernimiento en la elección de medios.
algunas líneas, examina un papel adjunto, y ¿Crees que te quiero menos por eso, porque
lanza un grito de alegría.) ¡Nora! (NORA le no sabes conducirte a ti misma?... No tienes
mira, interrogante.) ¡Nora!... No; voy a más que apoyarte en mí, y te guiaré. Dejaría
volver a leerlo... Sí, eso es. ¡Estoy salvado! yo de ser un hombre si tu incapacidad de
¡Nora, estoy salvado! mujer no te hiciera el doble de atractiva a mis
ojos. Olvida las duras palabras que te he
NORA. ¿Y yo?
dirigido en el primer arrebato, cuando creía
HELMER. que todo iba a derrumbarse sobre mí. Te he
Tú igual, naturalmente; los dos estamos perdonado, Nora; te juro que te he perdonado.
salvados, tú y yo. Te devuelve el recibo. Dice NORA.
que se arrepiente... Un cambio feliz en su
Agradezco tu perdón. (Vase por la
vida... Bueno; ¡qué importa lo que diga!
derecha.)
¡Estamos salvados, Nora! Ya nadie puede
hacerte nada... ¡Ah! Nora... primero hay que HELMER.
desentenderse de todas estas abominaciones. No; quédate. (Siguiéndola con la mirada.)
Vamos a ver... (Echa una ojeada al recibo.) ¿Qué haces en la alcoba?
No, no quiero verlo; supondré que todo ha NORA. (Desde dentro.) Quitándome el
sido una pesadilla. (Rompe las dos cartas y el disfraz.
recibo, arrojándolo lodo a la estufa, y
HELMER. (A la puerta.)
contempla cómo arden los pedazos.) ¡Ea! se
acabó todo... ¡Oh, qué tres días más horribles Sí, está bien; procura tranquilizarte, y
has debido de pasar, Nora! reponerte, pajarito asustado. Descansa
tranquila; yo tengo alas lo bastante grandes
NORA.
para cobijarte. (Paseándose, sin alejarse de
Sí; durante estos tres días he sostenido una la puerta.) ¡Oh, que hogar tan tranquilo y
lucha atroz, acogedor! Aquí estás segura; te guardaré
HELMER. como a una paloma perseguida a quien
¡Lo que habrás sufrido, sin ver otra salida hubiese sacado sana y salva de las garras del
que...! ¡No! olvidemos todos estos sinsabores. gavilán. Lograré tranquilizar tu pobre corazón
Sólo debemos alegrarnos y repetir de palpitante. Poco a poco lo conseguiré, Nora,
continuo: "Ya pasó, ya pasó"... Pero, mujer, créeme. Mañana lo verás todo de otra manera.
Nora, óyeme; parece que no has Pronto tornará todo a ser como antes, y no
comprendido... ¡Vamos! ¿Qué es eso... esa habrá necesidad de repetirte que te he
cara tan compungida?... ¡Oh! ya comprendo perdonado, porque, sin duda, lo advertirás por
ti misma. ¿Cómo puedes pensar que se me
64
pasara por la imaginación repudiarte ni diga... Vamos a ajustar nuestras cuentas,
recriminarte por nada? ¡Ah! Nora, no conoces Torvaldo.
la bondad de un verdadero hombre. ¡Le es tan HELMER.
dulce perdonar a su propia mujer cuando lo
¿Qué entiendes por eso?
hace de corazón! Es como si fuese dos veces
suya, como si hubiera vuelto a traerla al NORA. (Después de un corto intervalo.)
mundo, y ya no ve en ella sólo su mujer, sino Estamos aquí sentados uno frente a otro. ¿No
también su hija. Eso es lo que vas a ser para te extraña una anomalía?
mí desde hoy, criatura inexperta. No temas HELMER. ¿Qué?
nada, Nora; sé franca conmigo; y yo supliré NORA.
tu voluntad y tu conciencia... Pero ¿qué es
Llevamos ocho años casados. ¿No te
eso? ¿No te acuestas? ¿Te has cambiado de
percatas de que hoy es la primera vez que tú y
ropa?
yo, marido y mujer, hablamos con seriedad?
NORA. (Que entra vestida de diario.)
HELMER.
Sí, Torvaldo, me he cambiado de
¿Qué quieres decir?
ropa.
NORA.
HELMER.
¡Ocho años... más todavía! Desde que nos
¿Por qué? ¿A esta hora, tan tarde?
conocimos no hemos tenido una sola
NORA. conversación seria.
Esta noche no pienso dormir. HELMER.
HELMER. ¿Es que debía yo hacerte confidente de mis
Pero, querida Nora... preocupaciones; que tú, a pesar de todo, no
NORA. (Mirando su reloj.) podías ayudarme a resolver?
Aún no es muy tarde. Siéntate, Torvaldo. NORA.
Vamos a hablar. (Se sienta a un lado de la No me refiero a preocupaciones. Estoy
mesa.) diciéndote que nunca hemos hablado en serio,
HELMER. que nunca hemos intentado llegar juntos al
fondo de las cosas.
Nora... ¿qué pasa? Esa cara tan grave...
HELMER.
NORA.
Pero, querida Nora, ¿te habría interesado
Siéntate; va a ser largo. Tengo mucho que
hacerlo?
decirte.
NORA.
HELMER. (Sentándose frente a ella.)
De eso mismo se trata. Tú no me has
Me inquietas, Nora. No acabo de
comprendido jamás. Se han cometido muchos
comprenderte.
errores conmigo, Torvaldo. Primeramente,
NORA. por parte de papá, y luego, por parte tuya.
No; eso es realmente lo que pasa: no me HELMER.
comprendes. Y yo nunca te he comprendido
¡Cómo! ¿Por parte de nosotros dos... que te
tampoco... hasta esta noche. No, no me
hemos querido más que nadie?
interrumpas. Vas a escuchar todo lo que yo te

65
NORA. (Haciendo un gesto negativo con No; sólo estaba alegre, y eso es todo. Eras
la cabeza.) tan bueno conmigo... Pero nuestro hogar no
Nunca me quisisteis. Os resultaba ha sido más que un cuarto de recreo. He sido
divertido encapricharos por mí, nada más. muñeca grande en esta casa, como fui
muñeca pequeña en casa de papá. Y a su vez
HELMER.
los niños han sido mis muñecos. Me divertía
Pero, Nora, ¿qué palabras son ésas? que jugaras conmigo, como a los niños verme
NORA. jugar con ellos. He aquí lo que ha sido
La pura verdad, Torvaldo. Cuando vivía nuestro matrimonio, Torvaldo.
con papá, él me manifestaba todas sus ideas y HELMER.
yo las seguía. Si tenía otras diferentes, me Hay algo de verdad en lo que dices...
guardaba muy bien de decirlo, porque no le aunque muy exagerado. Pero desde hoy todo
habría gustado. Me llamaba su muñequita, y cambiará; ya han pasado los tiempos de jugar
jugaba conmigo ni más ni menos que yo con y ha llegado la hora de la educación.
mis muñecas. Después vine a esta casa
NORA.
contigo...
¿La educación de quién? ¿La mía o la de
HELMER.
los niños?
¡Qué términos empleas para hablar de
HELMER.
nuestro matrimonio!...
La tuya y la de los niños, Nora.
NORA. (Sin inmutarse.)
NORA.
Quiero decir que pasé de manos de papá a
las tuyas. Tú me formaste a tu gusto, y yo ¡Ay! Torvaldo, tú no eres capaz de
participaba de él... o lo fingía... no lo sé con educarme, de hacer de mí la esposa que
exactitud; creo que más bien lo uno y lo otro. necesitas.
Cuando ahora miro hacia atrás, me parece HELMER.
que he vivido aquí como una pobre... al día. ¿Y me lo dices tú?
Vivía de hacer piruetas para divertirte,
NORA.
Torvaldo. Como tú querías. Tú y papá habéis
cometido un gran error conmigo: sois ¿Y yo... qué preparación tengo para educar
culpables de que no haya llegado a ser nunca a los niños?
nada. HELMER. ¡Nora!
HELMER. NORA.
¡Qué injusta y desagradecida eres, Nora! ¿No has dicho tú mismo hace un momento
¿No has sido feliz aquí? que es una misión que no te atreves a
NORA. confiarme?...
No, nunca. Creí serlo; pero no lo he sido HELMER.
jamás. Estaba excitado... ¿Cómo puedes reparar
HELMER. en eso?
¿No... que no has sido feliz?... NORA.

NORA. ...Y tenías razón sobrada. Es una labor


superior a mis fuerzas. Hay otra de la que

66
debo ocuparme antes. Debo procurar No puedo pensar en esos detalles. Sólo sé
educarme a mí misma. Tú no eres capaz de que es indispensable para mí.
ayudarme en esta tarea. Para ello necesito HELMER.
estar sola. Y por esa razón voy a dejarte.
¡Oh, es odioso! ¡Traicionar así los deberes
HELMER. (Se levanta de un brinco.) ¿Qué más sagrados!
dices?
NORA.
NORA.
¿A qué llamas tú los deberes más
Necesito estar completamente sola para sagrados?
orientarme sobre mí misma y sobre lo que me
HELMER.
rodea. No puedo quedarme más contigo.
¿Habrá que decírtelo? ¿No son tus deberes
HELMER.
con tu marido y tus hijos?
¡Nora, Nora!
NORA.
NORA.
Tengo otros deberes no menos sagrados.
Quiero marcharme en el acto. Supongo
HELMER.
que Cristina me dejará pasar la noche en su
casa... No los tienes. ¿Qué deberes son ésos?
HELMER. NORA. Mis deberes conmigo misma.

¿Has perdido el juicio?... ¡No te lo HELMER.


permito! ¡Te lo prohíbo!... Ante todo eres esposa y madre.
NORA. NORA.
Después de lo que ha pasado, es inútil que Ya no creo en eso. Creo que ante todo soy
me prohíbas algo. Me llevo todo lo mío. De ti un ser humano, igual que tú... o, al menos,
no quiero nada, ni ahora ni nunca. debo intentar serlo. Sé que la mayoría de los
HELMER. hombres te darán la razón, y que algo así está
escrito en los libros. Pero ahora no puedo
¿Qué locura es ésa?
conformarme con lo que dicen los hombres y
NORA. con lo que está escrito en los libros. Tengo
Mañana salgo para mi casa... es decir, para que pensar por mi cuenta en todo esto y tratar
mi tierra. Allí me será más fácil encontrar un de comprenderlo.
empleo. HELMER.
HELMER. Pero ¿no se te alcanza cuál es tu puesto en
¡Qué ciega estás, criatura sin experiencia! tu propio hogar? ¿No tienes un guía infalible
NORA. para estos dilemas? ¿No tienes la religión?
Ya procuraré adquirir experiencia, NORA.
Torvaldo. ¡Ay, Torvaldo! No sé lo que es la religión.
HELMER. HELMER.
¡Abandonar tu hogar, tu marido, tus ¿Cómo que no?
hijos!... ¿Y no piensas en el qué dirán? NORA.
NORA.

67
Sólo sé lo que me dijo el pastor Hansen NORA. Sí.
cuando me preparaba para la confirmación. HELMER.
Dijo que la religión era esto, aquello y lo de
Entonces no hay más que una explicación
más allá. Cuando esté sola y libre, examinaré
posible.
también ese asunto. Y veré si era cierto lo que
decía el pastor, o cuando menos, si era cierto NORA. ¿Cuál?
para mí. HELMER.
HELMER. Que ya no me amas.
¡Oh, es inaudito en una mujer tan joven!... NORA.
Pero, si la religión no puede guiarte, déjame No, en efecto.
explorar tu conciencia. Porque supongo que
HELMER.
tendrás algún sentido moral. ¿Os es que
tampoco lo tienes? ¡Responde!.. ¡Nora!... ¿Y me lo dices así?
NORA. NORA.

No sé qué responder, Torvaldo. Lo ignoro. Lo lamento, Torvaldo, porque has sido


Estoy desorientada por completo en estas siempre bueno conmigo... Pero no lo puedo
cuestiones. Lo único que sé es que tengo una remediar; ya no te amo.
opinión distinta del todo a la tuya. También HELMER. (Haciendo esfuerzos por
he llegado a saber que las leyes no son como dominarse.) Por lo visto, también de eso
yo pensaba; pero no atino a colegir que estas estás perfectamente convencida...
leyes sean justas, ¡Cómo no va a tener una NORA.
mujer derecho a evitar una molestia a su
anciano padre moribundo, ni a salvar la vida Sí, perfectamente, y por eso no quiero
de su marido! ¡No puedo creerlo! quedarme aquí ni un instante más.
HELMER.
HELMER.
Hablas como una niña. No comprendes ¿Y puedes razonarme cómo he perdido tu
nada de la sociedad en que vivimos. amor?
NORA.
NORA.
No, de fijo. Pero ahora quiero tratar de Con toda sencillez. Ha sido esta noche, al
comprenderlo y averiguar a quién asiste la ver que no se realizaba el milagro esperado.
razón, si a la sociedad o a mí. Entonces comprendí que no eras el hombre
que yo me imaginaba.
HELMER.
HELMER.
Estás enferma, Nora; tienes fiebre, y casi
temo que no te rija la cabeza. Precisa algo más.
NORA.
NORA.
Jamás me he sentido tan despejada y He esperado durante ocho años con
segura como esta noche. paciencia. De sobra sabía, Dios mío, que los
milagros no se realizan tan a menudo. Por fin
HELMER. llegó el momento angustioso, y me dije con
¿Y con esa lucidez y esa seguridad toda certeza: "Ahora va a venir el milagro."
abandonas a tu marido y a tus hijos? Cuando la carta de Krogstad estaba en el

68
buzón, no supe ni aun figurarme que pudieras aún, ya que había demostrado ser tan frágil y
doblegarte a las exigencias de ese hombre. endeble... (Levantándose.) Torvaldo, en ese
Estaba firmemente persuadida de que le mismo instante me he dado cuenta de que
dirías: "Vaya usted a contárselo a todo el había vivido ocho años con un extraño. Y de
mundo." Y cuando hubiera sucedido eso... que había tenido tres hijos con él... ¡Oh, no
HELMER. puedo pensar en ello siquiera! Me dan
tentaciones de despedazarme...
¡Como!... ¿Cuándo yo hubiera entregado a
mi propia esposa a la vergüenza y a la HELMER. (Sordamente.)
deshonra...? Lo veo... lo veo. En realidad, se ha abierto
NORA. entre nosotros un abismo... Pero ¿no esperas,
Nora, que pueda colmarse?
...Cuando hubiera sucedido eso, tenía la
absoluta seguridad de que te habrías NORA.
presentado a hacerte responsable de todo, Tal como soy ahora, no puedo ser una
diciendo: "Yo soy el culpable." esposa para ti.
HELMER. ¡Nora! HELMER.
NORA. Puedo transformarme yo...
¿Vas a añadir que yo jamás habría NORA.
aceptado un sacrificio semejante? Claro que Quizá... si te quitan tu muñeca.
no. ¿Pero de qué habrían valido mis
HELMER.
afirmaciones al lado de las tuyas?... Era ése el
milagro que esperaba con tanta angustia. Y ¡Separarme..., separarme de ti! No, no,
para evitarlo quería acabar con mi vida. Nora; no acierto a formularme esa idea.
HELMER. NORA. (Saliendo por la puerta de la
derecha.)
Nora, por ti hubiese trabajado con alegría
día y noche, hubiese soportado penalidades y Razón de más para que así sea. (Vuelve
privaciones. Pero no hay nadie que sacrifique con el abrigo puesto y un maletín, que deja
su honor por el ser amado. sobre una silla, cerca de la mesa.)
NORA. HELMER.

Lo han hecho millares de mujeres. ¡Nora, Nora; todavía no! Aguarda a


mañana.
HELMER.
NORA. (Poniéndose el abrigo.)
¡Oh! Hablas y piensas como una chiquilla.
No debo pasar la noche en casa de un
NORA.
extraño.
Puede ser. Pero tú no piensas ni hablas
HELMER.
como el hombre a quien yo pueda unirme.
Cuando te has repuesto del primer sobresalto, Pero ¿no podemos vivir juntos como
no por el peligro que me amenazaba, sino por hermanos?...
el riesgo que corrías tú; cuando ha pasado NORA. (Atándose el sombrero.)
todo, era para ti como si no hubiese ocurrido Demasiado sabes que eso no duraría
nada. Volví a ser tu alondra, tu muñequita a la mucho... (Se envuelve en el chal.) Adiós,
que tenías que llevar con mano más suave Torvaldo. No quiero ver a los niños. Sé que
69
están en manos mejores que las mías. Dada ¿Puedo escribirte, Nora?
mi situación, no puedo ser una madre para NORA.
ellos.
¡No, jamás! Te lo prohíbo.
HELMER.
HELMER.
Pero ¿algún día, Nora... algún día...?
O por lo menos, enviarte...
NORA.
NORA.
¿Cómo voy a saberlo? Si hasta ignoro lo
Nada, nada.
que va a ser de mí...
HELMER.
HELMER.
...ayudarte, en caso de que lo necesites.
Pero eres mi esposa, sea de ti lo que sea.
NORA.
NORA.
He dicho que no, pues no aceptaría nada
Escucha, Torvaldo. He oído decir que,
de un extraño.
según las leyes, cuando una mujer abandona
la casa de su marido, como yo lo hago, está él HELMER.
exento de toda obligación con ella. De Nora... ¿no seré ya más que un extraño
cualquier modo, te eximo yo. No debes para ti?
quedar ligado por nada., como tampoco NORA. (Recogiendo su maletín.)
quiero quedarlo yo. Ha de existir plena
¡Ah, Torvaldo! Tendría que realizarse el
libertad por ambas partes. Toma, aquí tienes
mayor de los milagros.
tu anillo. Dame el mío.
HELMER. Dime cuál.
HELMER.
NORA.
¿También eso?
Tendríamos que transformarnos los dos
NORA. Sí.
hasta el extremo de... ¡Ay, Torvaldo! ¡No
HELMER. creo ya en los milagros!
Aquí lo tienes. HELMER.
NORA. Pero yo sí quiero creer en ellos. Di:
Bien. Ahora todo ha acabado. Toma las ¿transformarnos hasta el extremo de...?
llaves. Las muchachas están al corriente de NORA.
cuanto respecta a la casa... mejor que yo.
...hasta el extremo de que nuestra unión
Mañana, cuando me haya marchado, vendrá
llegara a convertirse en un verdadero
Cristina a recoger lo que traje de mi casa.
matrimonio. Adiós. (Vase por la. antesala.)
Quiero que me lo envíen.
HELMER. (Desplomándose en una silla,
HELMER.
cerca de la puerta, oculta el rostro entre las
¡Todo ha terminado! Nora, ¿no pensarás manos.)
en mí nunca más?
¡Nora, Nora! (Mira en tomo suyo, y se
NORA. levanta.) Nada. Ha desaparecido para
Seguramente, pensaré a menudo en ti, en siempre. (Con un rayo de esperanza.) ¡Él
los niños, en la casa. mayor de los milagros!... (Se oye abajo la
HELMER. puerta del portal al cerrarse.)

70
FIN de "CASA DE MUÑECAS"

71
cuatro obras: La noche de San Juan (1853), una nueva
versión de La tumba del guerrero(1854), La señora Inga
de Ostraad (1855) y La fiesta en Solhaug (1856). En
Henrik Johan Ibsen /ˈhɛnɾɪk ˈjoːhɑn ˈɪpsən/
Bergen conoce a Susannah Thoresen, la hija de un
(Skien, 20 de marzo de 1828-Cristianía, 23 de
clérigo protestante, con la que contraerá matrimonio el
mayo de 1906) fue un dramaturgo y poeta noruego. Es
18 de junio de 1858. En 1857 realiza viajes de estudios a
considerado el más importante dramaturgo noruego y
Dresde y Copenhague.
uno de los autores que más han influido en la
dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno En septiembre de 1857 regresa a Cristianía para
y antecedente del teatro simbólico. hacerse cargo de la dirección artística del Cristianía
Norske Theater hasta su quiebra en 1862. En 1858
En su época, sus obras fueron consideradas
estrena Los vikingos de Helgeland. Ese mismo año nace
escandalosas por una sociedad dominada por los valores
su hijo Sigurd y en años siguientes publica sus
victorianos, al cuestionar el modelo de familia y de
poemas Paa Viddeme (En las planicies) y I
sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia
billedgalleriet (En la galería de arte) y escribe el
y es uno de los autores no contemporáneos más
drama La comedia del amor. A la quiebra del teatro le
representados en la actualidad.
siguen meses de penuria económica; solicita a la
Biografía[editar] Universidad una beca para viaje de estudios, le es
Su padre, un próspero comerciante, se arruina cuando concedida y viaja al oeste de Noruega recopilando datos
Henrik tiene ocho años, por lo que la familia debe sobre sus expresiones folclóricas. Escribe y publica el
trasladarse a una granja en las afueras de Gjerpen, única drama Los pretendientes de la corona(1863, según un
propiedad que logra salvarse de la quiebra. Allí el tema concebido en 1858).
pequeño Henrik deberá recorrer cinco kilómetros para En 1864 abandona Noruega y se dirige a Roma donde
asistir a la escuela y se convierte en un niño introvertido un año después se reunirá con su familia. Ibsen consideró
y solitario. no vivir en el ambiente luterano y conservador de
En 1842 regresan a Skien y Henrik, con 14 años, Cristianía e inició un exilio voluntario de 27 años. En
ingresa en un colegio religioso, sin embargo, años Roma residirá 4 años.
después, y en su edad madura, se declaraba ateo. En 1868 se traslada a Alemania donde residirá
Permanecerá en él hasta los 16 años, cuando las primero en Dresde (1868-75) y más tarde
necesidades económicas le obligan a desplazarse a la en Múnich (1875-78). Ibsen es ya un dramaturgo con
pequeña ciudad de Grimstad para trabajar durante seis reconocimiento internacional y sus obras se representan
años como aprendiz de farmacia. Durante su estancia en en diversos países de Europa. En 1869 viaja a Egipto
Grimstad apenas se relaciona, acentuándose su carácter invitado como representante noruego a la inauguración
introvertido. Termina los estudios de secundaria y del Canal de Suez. En 1873 es elegido miembro del
comienza estudios de medicina (que nunca terminará), se jurado de arte internacional en la Exposición Universal
interesa por la literatura y escribe sus primeros poemas y de Viena. En 1878 vuelve a Roma, esta vez para residir
obras dramáticas. De esta época son los durante siete años. Es en todo este tiempo de exilio
poemas Resignación y En otoño y los dramas de carácter voluntario cuando escribe su principal obra dramática,
romántico Catilina y La tumba del guerrero (o El túmulo sus dramas realistas y simbolistas.
del héroe). En 1891, a los 63 años de edad, regresa
En 1850 se traslada a Cristianía, donde, después de definitivamente a Noruega y en 1895 fija su residencia en
intentar retomar los estudios, a pesar de llevar una Cristianía. En 1898 Cristianía, Copenhague y Estocolmo
existencia de penurias económicas decide vivir de sus (las tres capitales escandinavas) celebran solemnemente
obras. Publica Catilina bajo el seudónimo de «Brynjolf el septuagésimo aniversario de Ibsen. Sigue escribiendo,
Bjarme» que es mal acogida por la crítica y no consigue de esta época es su drama Juan Gabriel Borkman (1896)
que sea representada. Colabora con el periódico de la entre otras. En 1900 sufre un primer ataque
Sociedad de Estudiantes Samfundsbladet y con la revista de apoplejía al que le sucederán otros y que irán minando
satírica de literatura y política Andhrimner. El 26 de su salud hasta dejarlo postrado en cama totalmente
septiembre de 1851 se representa por primera vez una de paralítico. Muere el 23 de mayo de 1906 a los 78 años de
sus obras, La tumba del guerrero, en el Cristianía edad.
Theater. Principales obras[editar]
En 1852 consigue trabajo en el recientemente
establecido Det norske Theater de Bergen, con el
compromiso de estrenar una de sus obras al año. Estrena

72
siendo inevitable posicionarse a favor o en contra de su
protagonista Nora, su portazo final fue motivo de
escándalo (Ibsen cambió este final para su estreno en
Alemania), sectores opinaron que era un ataque a los
fundamentos de la familia.
Espectros (1881). Su protagonista la señora Alving,
siguiendo el consejo del pastor Manders, vive junto a su
marido simulando ser feliz, siguiéndole en sus vicios e
intentando ocultarlos, preservando la imagen respetable
que la sociedad mantiene sobre él. Estrenada en Berlín
fue prohibida el día de su estreno, fue igualmente
prohibida durante quince años en Noruega al considerarla
disoluta y revolucionaria.
Henrik Ibsen fotografiado por Gustav Borgen Un enemigo del pueblo (1882). Quizá esta obra surja
La obra dramática de Henrik Ibsen puede dividirse en como contestación a los ataques que Ibsen sufrió por su
tres etapas. Una primera etapa romántica que recoge la obra Espectros. Es el drama de un hombre de
tradición y el folclore noruego. En estas obras retrata lo convicciones frente al pragmatismo de la sociedad. Su
que él consideraba defectos del carácter noruego. Obras protagonista, el Doctor Stockmann, denuncia que las
significativas de este periodo son: aguas del balneario, principal fuente de ingresos del
pueblo, están contaminadas y son un peligro para la
Brand (1866). Simbólicamente retrata la falta de salud. Las fuerzas sociales del pueblo tratan de ocultarlo
solidaridad escandinava frente a la invasión prusiana de y queda solo en su denuncia. En un momento dado el
Dinamarca; su protagonista el sacerdote Brand sacrifica a Doctor Stockmann se expresa así: «He descubierto que
su mujer y a su hijo por mantener sus principios. las raíces de nuestra vida moral están completamente
Peer Gynt (1868). Mediante su protagonista Peer, un podridas, que la base de nuestra sociedad está
soñador inconsecuente sin fuertes convicciones que deja corrompida por la mentira». Y cuando al fin queda solo y
todo a cargo de su fantasía, caricaturiza el genio noruego. debe abandonar el pueblo con su familia la obra termina
Una segunda etapa sería la que se ha llamado con su juicio, tal vez el sentimiento de Ibsen después del
realismo socio-crítico. En esta segunda etapa Ibsen se estreno de Espectros: «El hombre más fuerte del mundo
interesa por los problemas sociales de su tiempo y los es el que está más solo».
convierte en tema de debate. Los estrenos de sus obras se
convirtieron en grandes polémicas cuando no en grandes
escándalos. Ibsen en estas obras cuestiona los
fundamentos de la sociedad burguesa. De esta etapa son
sus obras de tesis:
Casa de muñecas (1879). Desde sus primeros
estrenos el 21 de diciembre de 1879 en el Teatro Real de
Copenhague y el 20 de enero de 1880 en el Teatro
Nacional de Cristianía, Nora, su protagonista, y su
portazo final, se convirtieron en bandera del feminismo y
su autor en abanderado. Ibsen plantea en esta obra, con el
matrimonio Helmer, la relación entre sexos. Según sus
propias palabras:
Hogar familiar en Skienentre 1836-1843
Existen dos códigos de moral, dos conciencias
El pato silvestre (1884). En esta obra aun siendo
diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la
realista da un paso hacia la tercera etapa del autor, el
mujer se la juzga según el código de los hombres. [...]
simbolismo. Este drama, aparentemente, ya no sería
Una mujer no puede ser auténticamente ella en la
social sino íntimo, en el que nos habla sobre si es posible
sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina,
al hombre regenerarse; pero extendiendo el simbolismo,
con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y
ese pato silvestre herido que se aferra al fango del fondo
fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino.
del lago para morir, bien podría ser una sociedad que se
(Notas para la tragedia actual. Ibsen.) niega a oír la verdad, que sería su salvación, y se aferra a
Casa de muñecas se estrenó en gran parte de los su mentira. Su personaje el Dr. Redling dirá a modo de
países de Europa generando una enorme polémica, conclusión: «La vida podría ser bastante agradable si no

73
llamasen a la puerta esos acreedores reclamando el  La casa de Rosmer (1886)
cumplimiento de los ideales a pobres hombres como
nosotros».  La dama del mar (1888)
La tercera etapa de Ibsen es la simbolista, en esta  Hedda Gabler (1890)
etapa predomina un sentido metafórico. Son obras
significativas de esta etapa: La dama del  El maestro constructor (1892)
mar (1888), Hedda Gabler (1890) y El maestro
constructor (1892).  El niño Eyolf (1894)
Uno de los máximos defensores del teatro de Ibsen  John Gabriel Borkman (1896)
sería el premio Nobel Bernard Shaw. De su teatro diría
que es el máximo representante de «la obra bien hecha»,  Al despertar de nuestra muerte (1899)
refiriéndose a la obra bien construida, donde personajes y
trama son verosímiles, perfectamente creíbles, por lo que
al espectador le es fácil identificarse con ellos.
El teatro de Ibsen influyó en otros autores de su
tiempo, en los entonces jóvenes Strindberg y Chejov. El
teatro del siglo XX es su deudor y aún hoy sus obras no
han perdido vigencia siendo muy representadas en todo
occidente.
Obras dramáticas[editar]
 Catilina (1848-1850)
 La tumba del guerrero (1851)
 La noche de San Juan (1852)
 La señora Inger de Ostraat (1855)
 La fiesta de Solhaug (1856)
 Olaf Liliekrans (1857)
 Los guerreros de Helgeland (1858)
 La comedia del amor (1862)
 Los pretendientes de la corona (1863)
 Brand (1865)
 Peer Gynt (1867; como poema dramático)
 La unión de los jóvenes (1869)
 Emperador y Galileo (1873)
 Brand (1879)
 Peer Gynt (1876; versión teatral)
 Las columnas de la sociedad (1877)
 Casa de muñecas (1879)
 Espectros (1881)
 Un enemigo del pueblo (1882)
 El pato silvestre (1884)

74

También podría gustarte