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Medidas y conceptos básicos.
Mirando la embarcación desde la
parte trasera (popa) hacia la
delantera (proa), el costado
derecho es el costado de estribor,
y el izquierdo, el costado de
babor.
Desde mediados del pasado siglo hasta final de los años sesenta del presente, en que
decayó considerablemente esta actividad, se han construído las siguientes
embarcaciones de pesca:
La lancha llevaba hasta cinco velas de distinto tamaño, que se colocaban en función del viento y
las condiciones climatológicas. A más viento, menos vela.
Se gobernaba con un largo timón de codaste, y podía alcanzar velocidades de hasta 15 nudos.
Las lanchas más grandes tenían cubiertas, con bodegas y sollado debajo.
El casco solía ir pintado de negro, con el nombre tallado y pintado en blanco en la amura.
Los remos se usaban poco: para entrar y salir del puerto, o en momentos de calma.
La lanchona era la embarcación utilizada en la costera o temporada de pesca más importante:
la del bonito, capturado con el arte de la cacea, con la embarcación en marcha.
Sus medidas oscilaban alrededor de los 12m. de eslora, los 2m. de manga, y unos
0,70 m. de puntal. Iba propulsada fundamentalmente a remo, aunque podía aparejar
hasta dos mástiles con velas al tercio. Se gobernaba con un remo largo llamado
espaldilla, colocado a popa, en el costado de babor.
En las imágenes de abajo, dos momentos del Campeonato de España de traineras, celebrado
en Luanco en 1.998, con la victoria de la tripulación de Orio.
Los talleres
Cuando la propulsión de los barcos eran la vela y el remo, la madera era el material con que
se hacían. La llegada del vapor y de los cascos de hierro y acero relegó a la madera a las
embarcaciones pequeñas de pesca y cabotaje, de un porte no superior a las 200 toneladas.
Pero el resto de los talleres, más pequeños y de carácter más artesanal, estuvieron dedicados a construir
barcos de pesca de mayor o menor tamaño. Incluso algunos de ellos estaban especializados en botes de
remo y otras pequeñas embarcaciones.
En la actualidad todavía subsisten algunos talleres de carpintería de ribera construyendo y
reparando embarcaciones. Los nuevos materiales como el poliéster y el nuevo marco de la
actividad pesquera, que en Luanco ha decaído considerablemente, casi han condenado a los
calafates a la desaparición.
Como ejemplo del antiguo auge de esta actividad, se incluye el croquis de los astilleros
Artime en el Dique, en la época de su mayor expansión.
1. Selección de la madera.
2. Quilla, branque y codaste.
3. Cuaderna maestra y tercios.
4. Cuadernas y varengas.
5. Forrado del casco.
6. Baos y cubierta.
7. Calafateado.
8. Aparejos, motor y acabado.
1. Selección de la madera.
A la hora de seleccionar la madera, los
artesanos se guían por la forma natural de
los troncos, teniendo en cuenta la dirección
de la veta, con el fin de aprovechar mejor
la resistencia de las fibras.
Una vez costruída, se coloca sobre unos calzos o maderos bien fijos al suelo. Estos tacos se
llaman picaderos.
En los extremos de la quilla se ensanblan el branque o
roda, y el codaste, que determinan la proa y la popa
de la embarcación.
Existen dos tipos de forro. El llamado a tingladillo, en el que los cantos de las tracas se
superponen; y el llamado a tope, en el que las tablas se unen unas a otras sin superponerse. Este
tipo de forro es el que utilizan los carpinteros de Luanco.
Normalmente se empieza a forrar desde la parte superior hacia la línea de flotación, y una
vez llegado allí se empieza desde la quilla hacia arriba, hasta completar todo el casco.
La cubierta se arma sobre un conjunto transversal de piezas llamadas baos, que a su vez se
apoyan en los durmientes, piezas longitudinales dispuestas todo a lo largo de los costados.
Los durmientes tienen una doble finalidad: reforzar la resistencia longitudinal del casco y
sostener la cubierta, porque en ellos van ensamblados los baos, como se puede ver a
continuación. El ensamble se hace a media cola de milano.
Para no debilitar la galeota o marco de la escotilla, el ensamble del bao lleva un rebaje (ver
detalle de bao de escotilla).
Los baos no son rectos. Tienen una curvatura con un arqueo de borda a borda, que aumenta la
resistencia de la cubierta y permite un pronto desagüe del agua embarcada con los golpes de
mar. El agua es expulsada por unos orificios llamados imbornales.
El casco se refuerza con otras piezas longitudinales interiores, las vagras y los palmejares, y
con otras exteriores llamadas cintones, que lo protegen contra embestidas y roces.
Seguidamente, se cepilla y lija toda la superficie del casco para pasar a la siguiente fase.
7. Calafateado.
El siguiente paso será colocar, sgún el tipo de embarcación, los palos y vergas, el
motor, y el acabado de los mamparos y compartimentos interiores, en el caso de
que los haya, instalando también los catres, nevera y demás pertrechos.
Se puede decir que aquí acaba el trabajo del artesano carpintero, ya que sólo los
grandes astilleros tienen personal especializado en el montaje de motores, aunque
el carpintero también colabora en esta operación.
La embarcación está ya
lista para su botadura.
Sólamente volverá al
taller en el caso de
reparación o
calafateado, aunque casi
todas las operaciones de
reparación y puesta a
punto se realizan en
Luanco en el mismo
puerto o en la playa de
La Ribera con marea
baja.
• De trazado.
• De corte y perforación.
• De unión y ensamblaje.
• De calafateado.
Herramientas de trazado: