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PREMILENIALISMO DISPENSACIONALISTA
Por
Dr. Víctor Pérez D.
De más está decir que el análisis que sigue no será exhaustivo. Durante los
últimos cuarenta años ha aparecido un número considerable de libros que
contienen críticas mucho más exhaustivas de la teología y escatología
dispensacionalistas de la que se ofrecerá aquí. Lo que sigue es una crítica que se
limita a ocho puntos principales del dispensacionalismo.
"Un período durante el cual los seres humanos son puestos a prueba con
referencia a cierta revelación específica de la voluntad de Dios". Apreciamos la
insistencia de los editores de la Biblia anotada de Scofield en que en cada
dispensación existe una sola base para la salvación: la gracia de Dios por medio
de la obra de Cristo cumplida en la cruz y vindicada en su resurrección. También
nos es grato su afirmación de que las diferencias que hay entre las dispensaciones
no afectan el camino de salvación.
Sin embargo, si es cierto que la raza humana necesita en cada dispensación ser
salvo por la gracia, ¿no significa esto que el hombre es en cada dispensación
totalmente incapaz de obedecer perfectamente la voluntad de Dios y por lo tanto
de salvarse a sí mismo por sus propios esfuerzos? ¿Por qué entonces es necesario
que las personas sean puestas a prueba nuevamente en cada dispensación (según
la definición de dispensación citada arriba)? ¿No fue probada la humanidad por
Dios ya al principio, en el huerto de Edén? ¿No falló en esa prueba? ¿Y no es
precisamente por esa razón que la salvación por la gracia de Dios es ahora su
única esperanza? En vez de necesitar ser repetidamente probado, como lo dice la
teología dispensacionalista, ¿no es acaso los humanos necesitan que se le muestre
en cada era de su existencia cómo puede ser librados de su impotencia espiritual y
salvado por la gracia?
Hay muchas otras maneras en las que el Nuevo Testamento aclara el punto recién
mencionado. Considérese, por ejemplo, lo que Pablo dijo a los judíos reunidos en
la sinagoga de Antioquia de Pisidia: "Y nosotros también os anunciamos el
evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido
a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús ... Y en cuanto a que le
levantó de los muertos para nunca más volver a la corrupción, lo dijo así: 'Os
daré las misericordias fieles de David' ....Sabed, pues, esto, varones hermanos:
que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de
que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo
aquel que cree" (Hch. 13:32-34, 38-39).
Nótese que, según estas palabras, las promesas de Dios hechas a los padres han
sido cumplidas en la resurrección de Jesús, y que en esa resurrección Dios ha
dado a su pueblo del Nuevo Testamento "las misericordias fieles de David". Estas
promesas y bendiciones, además, se interpretan de tal modo que significan, no un
futuro reino judío en el milenio, sino perdón de pecados y salvación, Las
promesas hechas a Israel, por lo tanto, se cumplen en la iglesia del Nuevo
Testamento.
Otro modo adicional en que podemos ver que la iglesia del Nuevo Testamento es
el cumplimiento de Israel del Antiguo Testamento es observar 1 Pedro 2:9: "Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios (margen: un pueblo para posesión suya), para que anunciéis las
virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable". Pedro dirige
su epístola "a los expatriados en la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia,
Asia y Bitinia" (1:1). Aunque la palabra dispersión es frecuentemente aplicada a
los judíos, es evidente a través del contenido de esta epístola que Pedro estaba
escribiendo a cristianos que residían en estas provincias, muchos de los cuales, si
no la mayoría, eran gentiles. Pedro, por lo tanto, está dirigiéndose a los miembros
de la iglesia del Nuevo Testamento.
Si miramos ahora con cuidado 1 Pedro 2:9, notamos que Pedro está aquí
aplicando a la iglesia del Nuevo Testamento expresiones que en el Antiguo
Testamento se usan para describir a Israel. Las palabras "linaje escogido" se
aplican en Isaías 43:20 al pueblo de Israel. Las expresiones "real sacerdocio,
nación santa" se usan en Éxodo 19:6 para describir a Israel. Las palabras "pueblo
adquirido por Dios", o "un pueblo para posesión suya" le son aplicadas al pueblo
de Israel en Éxodo 19:5.10
Pedro, por lo tanto, está diciendo aquí en palabras muy claras que lo que el
Antiguo Testamento decía respecto a Israel se puede decir ahora de la iglesia. Ya
no se piensa en que el pueblo de Israel constituye exclusivamente la raza
escogida-la iglesia judeo-gentil es ahora el pueblo elegido de Dios. Los judíos del
Antiguo Testamento no son ya más la nación santa de Dios-ahora se debe llamar
de este modo a toda la iglesia. Israel ya no es sólo "un pueblo adquirido por
Dios"-estas palabras se le deben aplicar ahora a toda la iglesia del Nuevo
Testamento. ¿No es entonces abundantemente claro, vistos los pasajes que
acabamos de analizar, que la iglesia del Nuevo Testamento es ahora el verdadero
Israel, en el cual y a través del cual se están cumpliendo las promesas hechas al
Israel del Antiguo Testamento?
Queda todavía un punto más por destacar. Desde el principio mismo, el propósito
de Dios para con Israel no fue que éste sería en el futuro el recipiente de
privilegios especiales que serían negados a los gentiles, sino más bien que Israel
habría de ser una bendición para todos los pueblos del mundo, dado que de Israel
nacería el Salvador de la humanidad. Cuando Dios por primera vez llamó a
Abraham a salir de Ur de los Caldeos, le dijo: "Haré de ti una nación grande y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre... y serán benditas en ti todas las familias de
la tierra" (Gén. 12:2-3). En Génesis 22:18 se añade el pensamiento de la simiente:
"En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra". Este gran propósito
de Dais para con Israel se ve cumplido en el libro de Apocalipsis, que en el
capítulo 5 describe al Cordero del siguiente modo: "Digno eres de tomar el libro y
de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido
para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación" (v. 9). El Cordero, un
descendiente de Abraham, ha rescatado a una vasta multitud, comprada con
sangre, de cada tribu y nación de la tierra-este era el propósito de Dios para con
Israel. En Apocalipsis 21 Juan describe la santa ciudad, la nueva Jerusalén, que ha
descendido del cielo a la tierra. Sobre sus doce puertas aparecen escritos los
nombres de las doce tribus de Israel en tanto que sobre sus doce cimientos están
escritos los nombres de los doce apóstoles (vv. 12-14). Esta postrera comunidad
de los redimidos representa tanto al pueblo de Dios del Antiguo Testamento (las
doce tribus) como a la iglesia del Nuevo Testamento (los doce apóstoles). Es así
que el propósito de Dios para con Israel ha sido final y totalmente logrado.
Sugerir que Dios tiene en mente un futuro aparte para Israel, a diferencia del
futuro que ha planeado para los gentiles, en realidad va en contra del propósito de
Dios. Es como volver a poner el andamiaje después de haber terminado el
edificio. Es como volver hacia atrás el reloj de la historia, hacia los tiempos del
Antiguo Testamento. Es imponer la separación del Antiguo Testamento sobre el
Nuevo, y no tomar en cuenta el progreso de la revelación. El presente propósito
de Dios para con Israel es que Israel crea en Cristo como su Mesías, y que se haga
así parte de esa comunidad del pueblo redimido de Dios que es la iglesia.
¿Es que no hay entonces futuro para Israel? Claro que lo hay, pero el futuro de los
creyentes israelitas no debe ser separado del futuro de los creyentes gentiles. La
esperanza de Israel para el futuro es exactamente la misma que la de los creyentes
gentiles: salvación y glorificación final por medio de la fe en Cristo. El futuro de
Israel no debe ser visto en términos de un reino político en Palestina que dure mil
años, sino en términos de una bienaventuranza eterna compartida con todo el
pueblo de Dios sobre una nueva tierra glorificada.
(3) El Antiguo Testamento no enseña que habrá un futuro reino terrenal de mil
años. Los dispensacionalistas encuentran evidencia a favor del futuro reino del
milenio de Cristo en una gran cantidad de pasajes del Antiguo Testamento.
Cuando uno hojea los títulos de capítulos y secciones de la Biblia anotada de
Scofield, uno encuentra que muchas secciones del Antiguo Testamento son
interpretadas como descripciones del milenio. Sin embargo, lo cierto es que el
Antiguo Testamento no dice nada respecto a tal reino del milenio. Los pasajes que
comúnmente se interpretan como descripciones del milenio en realidad describen
la nueva tierra que es la culminación de la obra redentora de Dios. Veamos
algunos de estos pasajes. Comenzamos con Isaías 65:17-25.
Es obvio que estos capítulos describen un glorioso futuro para los israelitas que
están en el cautiverio durante el tiempo en que Ezequiel escribe. Este futuro es
descrito en términos de un ritual religioso que los israelitas conocían, a saber, el
del templo y sus sacrificios. Pero la pregunta es: ¿deben entenderse todos estos
detalles literalmente y ser aplicados literalmente a la era del milenio?
La mayor dificultad con tornar estos detalles literalmente es ocasionada por los
sacrificios de animales. ¿Habrá alguna necesidad de seguir ofreciendo sangrientos
sacrificios de animales después de haber hecho Cristo su sacrificio final, al cual
apuntaban todos los sacrificios del Antiguo Testamento? La respuesta habitual de
los dispensacionalistas a esta objeción es que durante el milenio estos serán
sacrificios memoriales, sin valor expiatorio, ¿Pero cuál sería el valor de volver a
los sacrificios de animales como memorial de la muerte de Cristo después de que
el Señor mismo nos diera la Santa Cena como memorial de su muerte?
De profundo significado es la nota que aparece en la página 888 de la New
Scofield Bible que sugiere como posible interpretación de los sacrificios
mencionados en estos capítulos de la profecía de Ezequiel lo siguiente: "La
referencia a los sacrificios no debe ser tomada literalmente, visto que tales
sacrificios han sido puestos de lado, sino más bien deben ser considerados como
una presentación del culto del Israel redimido, en su propia tierra y en el templo
del milenio, utilizando una terminología que le fuese conocida a los judíos de los
días de Ezequiel". Estas palabras transmiten una concesión de gran alcance por
parte de los dispensacionalistas. Si los sacrificios no deben ser entendidos
literalmente, ¿por qué hemos de tomar literalmente el templo? ¡Parecería que el
principio dispensacionalista de la interpretación literal de la profecía del Antiguo
Testamento es aquí abandonado, y que una piedra fundamental, crucial para todo
el sistema dispensacionalista, ha sido dejada de lado!
Una interpretación de estos capítulos que concuerde con la enseñanza del Nuevo
Testamento, y que evite lo absurdo de proponer la necesidad de sacrificios
animales memoriales en el milenio, da por sentado que Ezequiel está aquí
describiendo el glorioso futuro del pueblo de Dios en la era por venir en términos
que los judíos de ese tiempo entenderían. Si se tiene en cuenta que su culto previo
al cautiverio se había centrado en el templo de Jerusalén, es comprensible que
Ezequiel describa su futura bendición con cuadros de un templo y sus sacrificios.
Los detalles respecto al templo y a los sacrificios deben ser entendidos de un
modo no literal sino figurativo. De hecho, los capítulos finales del libro del
Apocalipsis hacen eco de la visión de Ezequiel. En Apocalipsis 22 leemos de la
contrafigura del río que Ezequiel vio salir del templo, cuyas hojas eran para
curación (47:12): "Después me mostró un río limpio de agua de vida,
resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio
de la calle de la ciudad, y a uno y a otro lado del río, estaba el árbol de la vida,
que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para
la sanidad de las naciones". Lo que tenemos en Ezequiel 40 al 48, por lo tanto, no
es una descripción del milenio, sino un retrato del estado final sobre la nueva
tierra, expresado en términos del simbolismo religioso que conocían Ezequiel y
sus lectores.
Consideremos un pasaje más del Antiguo Testamento, Isaías 2:1-4 (cf. Miq. 4:1-
3). El encabezamiento que la Biblia anotada de Scofield tiene para Isaías 2:1 dice:
"Una visión del reino venidero". Por lo tanto, este pasaje es visto como una
descripción del milenio. En el versículo 4, sin embargo, leemos lo siguiente: "Y
volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada
nación contra nación, ni se adiestrará más para la guerra". Esta predicción, sin
embargo, no cuadra con el milenio de los dispensacionalistas. La guerra no ha
quedado totalmente desterrada de dicha dispensación, dado que habrá todavía un
ataque final contra el campo de los santos. Solamente en la nueva tierra será
cumplida totalmente esta parte de la profecía de Isaías. Los versículos 2 y 3
describen la participación gozosa de todas las naciones en el culto al único y
verdadero Dios. Llegamos a la conclusión que esta es una descripción inspirada,
no del reino del milenio, sino de las condiciones que regirán sobre la nueva
tierra.
Los dispensacionalistas afirman que las palabras "otra vez" del versículo 11 se
refieren al regreso de Israel a su tierra justamente antes de o al comienzo de la era
del milenio futuro. Este versículo dice así: “Asimismo acontecerá en aquel
tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su
pueblo que aún quede en Asiría, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y
en las costas del mar”. Si uno va al versículo 16 de este capítulo, sin embargo, se
dará cuenta claramente que el "otra vez" del versículo 11 significa "otra vez"
después del regreso de los israelitas de Egipto en el tiempo del éxodo: "Y habrá
camino para el remanente de su pueblo, el que quedó en la Siria, de la manera que
lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto". Lo que Isaías esta
prediciendo en estos versículos, en otras palabras, es el regreso de un remanente
del pueblo de Dios en un futuro previsible desde las tierras a las que había sido
llevado cautivo. Asiría es mencionada en primer lugar porque es muy posible que
Isaías escribiera estas palabras después que el Reino del Norte fuera deportado a
Asiría en el año 721 a.C Esta profecía, por lo tanto, tuvo un cumplimiento literal
cuando los israelitas regresaron del cautiverio en el sexto siglo a.C.
Consideremos a continuación Jeremías 23:3, 7, 8: "Y yo mismo recogeré el
remanente de mis ovejas de todas las tierras donde las eché, y las haré volver a
sus moradas; y crecerán y se multiplicarán (v. 3). Por tanto, he aquí que vienen
días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de
Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la
descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras a
donde yo los había echado, y habitarán en su tierra" (vv. 7, 8).
La nota que la New Scofield Bible tiene al versículo 3 dice lo siguiente: "Esta
restauración final se llevará a cabo después de un período de tribulación que no
tiene igual Jer. 30:3-10), y en relación con la manifestación del Renuevo justo de
David (v. 5)... Esta restauración no debe confundirse con el regreso del remanente
de Judá bajo Esdras, Nehemías y Zorobabel al final de los setenta años de
cautiverio Jer. 29:10)". Pero, preguntamos, ¿por qué no podemos entender que
esta profecía se cumplió en el regreso de los israelitas dispersos en el sexto siglo
a.C? ¿No dijo Jeremías estas palabras justamente antes de la deportación del reino
de Judá a Babilonia? ¿No es el contraste entre el regreso de Egipto y el regreso
del "país del norte", mencionado en los versículos 7 y 8, semejante al contraste
hecho por Isaías en 11:16? El hecho de que Jeremías mismo específicamente
mencione el regreso del cautiverio de Babilonia en un capítulo posterior
fundamenta la afirmación que este es el regreso que él está prediciendo en el
capítulo 23:
"Porque así dijo Jehová: cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os
visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a éste
lugar" Jer. 29:10).20
Otro pasaje que con frecuencia aducen los dispensacionalistas en relación con
este tema es Ezequiel 34:12-13: "Como reconoce su rebaño al pastor el día en que
está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de
todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y
yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia
tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los
lugares habitados del país". Una vez más los encabezamientos de la Biblia
anotada de Scofield aplican esta profecía a la restauración de Israel a su tierra
durante el milenio. Sin embargo, visto que Ezequiel profetizó a los cautivos en
Babilonia, ¿no parece más probable que la referencia inmediata de esta predicción
sea al regreso del cautiverio babilónico? Podemos muy bien estar de acuerdo con
los dispensacionalistas en que la visión gloriosa que aparece en el resto de este
capítulo apunta a un futuro que va mucho más allá del regreso de Babilonia. Pero,
¿hay algo en el capítulo que nos obligue a pensar en esa distante y gloriosa era
futura solamente en términos de un milenio? ¿No es mucho más probable que
tengamos aquí otra descripción del futuro que espera a todo el pueblo de Dios en
la nueva tierra?
Todas las predicciones de una restauración de los israelitas a su tierra que hemos
examinado hasta ahora se han cumplido literalmente. No hay necesidad, por lo
tanto, de que nadie diga que debemos aún esperar un cumplimiento literal de estas
predicciones en el futuro distante.
Otro pasaje profético que la Biblia anotada de Scofield aplica también a la
restauración de Israel durante el milenio es Amós 9:14-15: "Y traeré del
cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las
habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán
el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados
de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo". Lo que aquí tenemos es una
predicción de que Israel, después de haber sido plantada sobre su tierra, nunca
más será arrancada de la misma. ¿Por qué limitar el significado de estas palabras
al milenio? El pasaje habla de una residencia de Israel en la tierra que durará no
sólo mil años, sino para siempre.
Pero ciertamente, aun tomando como base esta interpretación, el énfasis primario
de Amós 9:14-15 no es el de describir la reunión del milenio de Israel, sino el de
describir una residencia eterna del pueblo de Dios en su tierra. Si uno cree en un
milenio terrenal, bien puede encontrar aquí, en este pasaje, una referencia a
condiciones que reinarán en el milenio. Pero debemos insistir nuevamente en que
este pasaje no aporta prueba alguna de que el pueblo de Israel vaya a ser reunido
en su tierra durante el milenio.
Las profecías de este tipo pueden cumplirse literalmente. Como acabamos de ver,
todas las profecías citadas sobre la restauración de Israel a su tierra se han
cumplido literalmente, ya sea en el regreso del cautiverio babilónico bajo
Zorobabel y Josué (en 536 a.C), o en un regreso posterior bajo Esdras (en 458
a.C).
Las profecías de este tipo, sin embargo, pueden también cumplirse
figurativamente. La Biblia da un ejemplo claro de este tipo de cumplimiento. Me
refiero a la cita de Amós 9:11-12 en Hechos 15:14-18. En el concilio de
Jerusalén, según se narra en Hechos 15, Pedro en primer lugar y luego Pablo y
Bernabé narran cómo Dios ha traído a muchos gentiles a la fe a través de sus
respectivos ministerios. Santiago, quien aparentemente presidía sobre el concilio,
dice entonces: "Varones hermanos, oídme. Simón [Pedro] ha contado cómo Dios
visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre.
Y concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 'Después de esto
volveré y reedificaré el tabernáculo (o tienda, BJer) de David, que está caído; y
repararé sus ruinas, y le volveré a levantar, para que el resto de los hombres
busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos' " (Hch. 15:14
al 18). Santiago está citando aquí las palabras de Amós 9:11-12. El hecho de que
lo haga indica que, a su juicio, la predicción de Amós respecto a la reedificación
de la tienda o tabernáculo caído de David ("En aquel día yo levantaré el
tabernáculo caído de David ... ") se está cumpliendo en ese mismo momento al
irse uniendo los gentiles a la comunidad del pueblo de Dios. Aquí, por lo tanto,
tenemos un claro ejemplo en la Biblia misma de una interpretación figurativa, no
literal, de un pasaje del Antiguo Testamento que trata de la restauración de Israel.
Para aquellos israelitas el término Israel era simplemente una manera de decir "el
pueblo de Dios". Para ellos la tierra de Canaán era la tierra que Dios había dado a
su pueblo como morada y posesión propia. Pero el Antiguo Testamento es un
libro de sombras y de prefiguraciones. El Nuevo Testamento amplía estos
conceptos. En los tiempos del Nuevo Testamento el pueblo de Dios ya no
consiste solamente de israelitas a los que se añaden unos pocos no israelitas, sino
que se expande hasta llegar a ser una comunión que incluye tanto a gentiles como
a judíos. En los tiempos del Nuevo Testamento la tierra que será heredada por el
pueblo de Dios se expande hasta incluir toda la tierra. Como ilustración de este
punto, observemos cómo Cristo mismo amplía el significado del Salmo 37:11:
"Pero los mansos heredarán la tierra". En el Sermón del Monte Cristo parafrasea
este pasaje de la siguiente manera: "Bienaventurados los mansos, porque ellos
recibirán la tierra por heredad" (Mt. 5:5). Nótese como la tierra del Salmo 37, que
tiene un sentido localista, pasa a ser la tierra en Mateo 5, con un sentido
universal.
Hay una consideración adicional que debe ser presentada ahora. La sugerencia
dispensacionalista de que la aceptación por parte de los judíos del reino que Jesús
les ofrecía podría haber sido seguida por la crucifixión de Cristo, hubiese
significado una inversión total del orden de acontecimientos predichos en las
Escrituras. Es que la secuencia propuesta habría incluido, para Jesús, el siguiente
orden: primero la gloria (gobierno real) y después el sufrimiento (culminando en
la crucifixión). Cristo mismo, sin embargo, explicó a los discípulos de Emaús, en
Lucas 24:26, que sus sufrimientos debían preceder a su gloria: ¿No era menester
que el Cristo padeciera eso para entrar en su gloria?" (NVI). A lo mismo apuntan
las siguientes palabras de 1 Pedro 1:10-11: "Los profetas que profetizaron de la
gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta
salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el espíritu de Cristo
que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y
las glorias que vendrían tras ellos".
Además, cuando los escritores del Nuevo Testamento aplican el término templo
de Dios a la iglesia, ellos también indican continuidad entre el pueblo de Dios del
Antiguo y del Nuevo Testamento. Esto se hace, por ejemplo, en 1 Corintios 3:16-
17, "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él porque el
templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es" (cf. 2 Co. 6:16). Esta misma
imagen es también utilizada en Efesios 2:21-22: "En quien [Cristo] todo el
edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en
quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el
espíritu". Dado que en los tiempos del Antiguo Testamento el templo era el lugar
donde Dios moraba de un modo especial, llamar a la iglesia del Nuevo
Testamento templo en el cual el Espíritu de Dios hace su morada es indicar
continuidad.
Y una vez más, cuando los escritores del Nuevo Testamento llaman a la iglesia
del Nuevo Testamento Jerusalén, ellos están indicando esta continuidad. Como
hemos visto, la expresión “la Jerusalén celestial” en Hebreos 12:22 representa a
un grupo de santos redimíos que incluye tanto a judíos como a gentiles. La "nueva
Jerusalén" que Juan ve "descender del cielo de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido" (Ap. 21:2) representa a la totalidad de la iglesia
redimida de Dios, incluyendo a los santos del Nuevo Testamento tanto como
aquellos del Antiguo Testamento. El hecho que esta multitud de redimidos sea
llamada Jerusalén subraya la continuidad básica entre el pueblo de Dios del
Antiguo y del Nuevo Testamento.
Mateo 24:31 dice lo siguiente: "Y enviará [el Hijo del Hombre cuya venida sobre
las nubes del cielo fuera mencionada en el versículo precedente] sus ángeles con
gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un
extremo del cielo hasta el otro". Los dispensacionalistas generalmente interpretan
este pasaje como referencia sólo a la reunión de los escogidos judíos al fin del
período de la tribulación. Pero, como hemos visto no hay razón para limitar así a
los escogidos aquí. Si aquí se habla de todos los escogidos, ¿qué lugar queda para
la reunión de todavía más escogidos después de la segunda venida de Cristo?
También Pedro tiene algo que decir respecto al problema que estamos, tratando.
En 2 Pedro 3:4 él afirma que vendrán burladores en los días finales, diciendo:
"¿Dónde está la promesa de su advenimiento?" En el versículo 9 Pedro responde
a esta objeción con estas palabras: "El Señor no retarda su promesa, si bien
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". El
Señor retrasa su venido, dice Pedro, para que más gente pueda llegar al
arrepentimiento. El sentido claro de estas palabras es que después que haya
ocurrido la Segunda Venida no habrá más oportunidad para volverse a Dios en
arrepentimiento.
La esperanza de cada santo del Antiguo Testamento respecto a una ciudad eterna
se cumplirá a través de su resurrección en la Jerusalén celestial, donde, sin perder
distinción o identidad, Israel se reunirá con los resucitados y transformados de la
era de la iglesia para compartir en la gloria de su reino para siempre. La
naturaleza del milenio, como período de prueba de la humanidad caída bajo el
justo reinado del Rey, excluye la participación de individuos resucitados en dicha
prueba. Es así que la era del milenio tendrá que ver solamente con hombres que
han sido salvos pero que están viviendo en sus cuerpos naturales.
Estos dos autores, que representan el punto de vista dispensacionalista, dicen que
la era del milenio tendrá que ver solamente con personas quo todavía estén
viviendo en sus cuerpos naturales. Además, según la posición dispensacionalista,
los santos resucitados tendrán sólo un papel incidental en el milenio. Ellos
participarán con Cristo en ciertos juicios, y descenderán de la Nueva Jerusalén
(que durante el milenio penderá en el aire sobre la tierra) hasta la tierra a fines de
participar en estos juicios. Estas actividades judiciales, sin embargo, estarán
limitadas a ciertas funciones específicas, ya que "la actividad primaria de los
santos resucitados estará en la ciudad nueva y celestial".