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Queridas hermanas, ahora que se van a la misión, me piden un consejo.

Les puedo decir algo de “lo


que he visto y oído” y de lo que he podido aprender a cocachos desde varios años:

1. Amen la Sagrada Escritura.- Nunca quedará sin fruto el tiempo que le dediquen a la Lectio
Divina, todos los días aunque sea 20 minutos. Hay gracias que Dios solamente te dará si las
buscas en su Palabra. Hay otras gracias que Dios solo te las dará si las buscas frente al
sagrario, sobre todo cuando no tienes ningún consuelo… siempre comiencen y terminen en
el sagrario, muchas veces al día. Allí está todo.

2. Profundicen en nuestro carisma.- El carisma es el camino que Dios nos ha trazado para
santificarnos como religiosos. Si vamos por ese camino, vamos seguros siempre y con mucho
fruto. ¿Cómo vivir nuestro carisma? Está explicado en el derecho propio (Constituciones,
directorios, escritos de los superiores). Por eso, luego de la Sagrada Escritura, hay que leer
muchísimo las Constituciones y directorios. En estos lugares encontraremos claramente la
voluntad de Dios para responder a lo que él mismo nos pide en cada momento de nuestra
vida. Hay que volver siempre, porque siempre se entiende más.

3. El demonio siempre nos tentará contra la obediencia.- Contra la obediencia, el diablo se


mete a través de la murmuración y el juicio propio. Esto lleva a no tener espíritu de fe y –
naturalmente - a no tener confianza con la superiora. Por lo tanto, no le abres el corazón y
tienes hasta cierto rechazo. Aquí es justo a donde el demonio mudo quería llevarte. Porque
sabe que apenas le abres el corazón a la superiora, al demonio solo le queda huir. Con
mucha más razón, si le abres el corazón a tu director espiritual.

4. El demonio siempre nos tentará contra la caridad.- Y muy frecuentemente el demonio


atenta contra la caridad cuando no vivimos bien la vida comunitaria. Por ejemplo, cuando nos
aislamos o cuando no queremos renunciar a nuestras propias comodidades. Además, el vivir
con alegría la vida comunitaria te salvará de tener afectos desordenados, porque para vivirla
adecuadamente necesitamos tener mucha caridad sobrenatural. Es decir, quien intenta amar a
Dios con todo el corazón, normalmente estará feliz y vivirá con alegría su vida comunitaria.

5. Vivan el ofertorio de la Misa.- Es el momento preciso para ofrecerle todo en el altar. Todas
sus faltas y todas las obras buenas. Es ahí donde Cristo las espera como Esposo y les pide el
corazón para unirse a su sacrificio. Es ahí donde el Espíritu Santo quema con fuego divino
todas sus faltas y consume sus ofrendas buenas para que sean hostias agradables. Es ahí
donde Dios Padre les hace empezar la jornada siendo como “otra Encarnación del Verbo”. Si
le ofrecieron el corazón en el ofertorio, lo podrán recuperar transubstanciado en la
comunión.

6. Pórtense con la Virgencita como se portaría una hija pequeña.- Ella siempre está atenta a
quiénes más necesidad le manifiestan. Así que, mientras más les cuenten sus alegrías y
tristezas, Ella les contará las suyas. Compartirán muchísimo y serán cada vez más Una en
otra.

7. Lean mucho.- Según el caso, pregunten a su director o a su superiora que les recomienden
libros para leer. ¡Siempre estén leyendo un libro! Dios les purificará mucho así y les dará
muchas herramientas para discernir mejor en sus apostolados y vida de oración. Una monjita
que cuida su corazón, que lee y que reza, es un buen ejemplo para los sacerdotes. (Santa
Teresita, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, San Luis María, Santa Catalina…)

Espero que les puedan servir estos consejos. Hay muchos más, pero el tiempo es corto. Espero que
cada una dé todo el fruto que Cristo espera. Para eso hay que permanecer unidas a Él. Sin Él nada
podemos hacer. Ofrezco la Santa Misa por cada una de ustedes, saben que pueden escribirme
cuando necesiten. ¡Dios las bendiga! ¡Viva la Virgen y Viva la Misión!
P. Rodrigo (rodrigofernandez@ive.org)

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