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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO

José Maria ROSA.


Historia Argentina.
Buenos Aires, Oriente, Tomo IV, 1965, pp. 76-83.
Ver fuentes y bibliografía consultadas por el autor en su obra original.

Sigue la Guerra con el Brasil


Alvear no esperaba ganar en Ituzaingó y le faltaron los elementos para perseguir a
los derrotados. Su comportamiento fue defensivo, no ofensivo. El 25 de marzo
pidió recursos al gobierno, inclusive para alimentar a la tropa, y expuso su plan
de guerra (en caso de llegarle esos recursos) para aniquilar a los brasileños antes
que pudieran reforzarse: una ofensiva al este con el grueso de las tropas,
mientras otras obrarían por el Chuy. El gobierno todavía Rivadavia no le mandó
nada, y Alvear el 13 de abril se limitó a tomar Bagé, donde acampó. Quedaron
frente a frente los dos ejércitos: el imperial acampado en San Lorenzo, el
republicano amagando desde Bagé sin los medios como presentar batalla. El 1 de
junio, desengañado al no recibir los refuerzos días antes se había firmado la paz
de García, Alvear descendió a Melo (departamento Cerro Largo, hoy República
Oriental). Cerca de allí estableció sus cuarteles de invierno (...).

En julio se sabe que la paz García ha sido rechazada con estrépito y ha caído
Rivadavia. El mariscal Brown está en buenas condiciones para una ofensiva
porque sus tropas, aumentadas con nuevos cuerpos de Río de Janeiro, suman
9.000 hombres; en Montevideo y Colonia las guarniciones tienen 5.000 en total;
son 14.000 combatientes perfectamente pertrechados. Las huestes de Alvear en
el momento de ser relevado 13 de julio no pasaban de 7.000 macilentos y
olvidados (...).

Al hacerse cargo Dorrego, Ponsonby lo presiona para aceptar el tratado de García


con algunas modificaciones: Martín García podría darse a los argentinos, y no
indemnizarían por el corso. Dorrego no quiso oírlas. “Es la jactancia republicana
en todo su vigor”, escribe Ponsonby a lord Dudley el 27 de diciembre (1827).
Dorrego despacha comisionados a las provincias (Alejandro Heredia al norte, Juan
Cruz Vargas a Cuyo, José Antonio Medina a Tucumán y Santiago del Estero, el
canónigo Pedro Pablo Vidal a las del litoral) a fin de reanudar la unión y pedir
contingentes a los gobiernos. Pensaba tener en breve 12.000 hombres en la Banda
Oriental (...).

El corso
Dorrego incita al armamento de corsarios, que además de cumplir una tarea
patriótica daban buen rendimiento a sus armadores (las firmas de Vicente Casares
y José Julián Arriola fueron las principales). Los corsarios tenían bases en Carmen
de Patagones o en la costa sur, debido al riguroso bloqueo de Buenos Aires. Los
mercantes brasileños debieron navegar en convoy y protegidos, menos,
comprensiblemente, los que hacían el ilegal tráfico negrero, a cuya caza se
dedicaban con preferencia los corsarios argentinos, tanto en las costas
americanas como en las de África. Se destacaron el ítalo-francés César Fournier y
los norteamericanos Juan Halstead Coe y Jorge de Kay, que fueron, por sus
méritos, incorporados a la marina de guerra. Brown con sus bravos pero
diezmados buques defendía el fondeadero de los Pozos frente a Buenos Aires (que
obligaba a mantener una costosa escuadra bloqueadora) sin perjuicio de llevar
ataques relámpagos a Colonia. La pérdida de los Pozos hubiese significado la
posibilidad que los brasileños bombardeasen Buenos Aires (...).

Convenio preliminar de paz (agosto)


(...) Ponsonby reanuda las negociaciones y ahora encuentra asequibles a Dorrego
y a los representantes: “Esta forzado (Dorrego) a hacer la paz escribe a
Londres por la negativa de la Junta a facilitarle recursos salvo para pagos
mensuales de pequeñas sumas”. Pero la paz que quiere Ponsonby no es la de
Dorrego: aquél habla de una independencia “nacional” de la Banda Oriental y
éste que los orientales obrasen independientemente de presiones exteriores para
decidir su destino. “¿Usted habla de una paz bajo la base de que los beligerantes
desocupen la Banda Oriental y la dejen libre para elegir su destino, sea
independencia o unión con algunos de los beligerantes?”, pregunta extrañado
Ponsonby a Dorrego según su informe a Londres del 28 de enero. El gobernador le
contesta simplemente: “Si” (...)

Las cosas se le han dado vuelta a Dorrego. Agentes ingleses, como Trápani,
ofertan a Lavalleja la presidencia del futuro Estado Oriental; Lecor le ofrece la
“federación” del nuevo Estado Oriental con una república “independiente” a
crearse en Río Grande. No es ajeno a este propósito Fructuoso Rivera, desde su
gobernación de Misiones donde cuenta con el asesoramiento de Lucas Obes. Es un
plan vasto, que veremos reproducirse con apoyo inglés en 1841 en la
Federación del Uruguay. Es posible que Ponsonby lo agitase, y está probado que
lo sabía (...).

Gordon propone el 24 de febrero al gabinete brasileño un armisticio


“prometiendo S. M. Imperial con la ayuda de la Asamblea Legislativa del Imperio,
erigir la Provincia Cisplatina en un Estado libre, separado e independiente”. Don
Pedro quería ganar la guerra y todavía se resistió, pero los ministros entendieron
que era la manera más honorable de salir del conflicto. Aparentemente Brasil
habría triunfado, y después, por un acto de desprendimiento erigiría en Estado
libre a la Cisplatina.

Convenida la solución en Río de Janeiro, Ponsonby quiso hacerla aceptar en


Buenos Aires. Propuso a Dorrego que mandase comisionados a Brasil para un
“convenio preliminar”, que éste resistió hasta abril. Pero no encontraba más
dinero para seguir la guerra. El 27 de junio nombró a Juan Ramón Balcarce 
ministro de guerra y relaciones exteriores que asociado al general Guido fuese a
Río de Janeiro a discutir el convenio preliminar. A principios de agosto está en
Río, donde el gobierno inglés traslada a Ponsonby (...).
En Brasil, Ponsonby se encontró con Balcarce y Guido que no podían entenderse
con los delegados brasileños marqués de Aracaty, José Clemente Pereyra y
Joaquín d' Oliveira Álvarez (...) (pero) llegó el 22 de agosto para arreglar el
asunto con su celeridad acostumbrada: el 29 informa al conde de Aberdeen 
canciller en reemplazo de Dudley “las dificultades no pequeñas” que debió
vencer y lo obligaron a “formular protestas muy enérgicas a los que apoyaban
dificultades que en mi opinión merecían tratarse con desdén” (...).

La Convención preliminar establecía:


1) La renuncia de Brasil y la Argentina a la “provincia de Montevideo llamada hoy
Cisplatina” que se constituirá en Estado libre e independiente.

2) Ambas naciones se obligaban a defender la independencia e integridad del


nuevo Estado.

3) Un congreso oriental redactaría su constitución, que sería examinada por


comisarios de la Argentina y Brasil “con el único fin de ver si en ella se contiene
algún artículo que se oponga a la seguridad de sus respectivos Estados”.

4) Las tropas argentinas y brasileñas evacuarían el territorio oriental dentro de


los dos meses.

5) Canjeado el Convenio Preliminar, se nombrarían plenipotenciarios para el


tratado definitivo: “Si lo que no es de esperarse decía el art. 18 las altas
partes contratantes no llegasen a ajustarse, no podrán reanudar las hostilidades
sin previa notificación hecha recíprocamente seis meses antes con conocimiento
de la potencia mediadora (Inglaterra)”.

6) Por un artículo adicional Argentina y Brasil se reservaban por quince años la


navegación del río de la Plata y sus afluentes (...).

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