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En la década de los ochenta se dieron los primeros pasos para profundizar el proceso de

descentralización en México, bajo un contexto altamente politizado. Esto tuvo lugar a mediados
de la década, coincidiendo con el momento en que en algunos estados federados, los candidatos
de partidos de la oposición (PAN, PAR) empezaron a lograr algunas victorias en las elecciones para
alcaldes y gobernadores14. En 1984, el presidente De la Madrid instituyó el “Programa de
descentralización de la administración pública federal”, con el objetivo de desconcentrar la
administración federal, con la creación de centros regionales. Sin embargo, es en el periodo
comprendido entre los años 1989 y 1993 en que el gobierno mexicano decide profundizar la
reforma del estado de manera significativa, cobrando real trascendencia y dimensión. Esto se
logró mediante el impulso de un programa de desarrollo y lucha contra la pobreza a nivel nacional.

La descentralización fiscal fue uno de los programas de la reforma que, sin embargo, no constituyó
un tema importante debido a que por un lado se iniciaba la descentralización del gasto federal en
educación hacia los estados, pero por otro, la administración del IVA (Impuesto al Valor Agregado)
se centralizaba.

Las políticas descentralizadoras en México fueron aumentando en los años noventa, con énfasis en
el campo social. Las nuevas áreas descentralizadas se financiaron en sus primeros años mediante
convenios puntuales, que reflejaban decisiones ad-hoc, lo cual generaba una fuerte inestabilidad y
dificultades de previsión. Hacia la mitad de esa década también se desarrolla en el país un
Programa Nacional de Solidaridad, con el cual se reformó el instrumento financiero de las nuevas
políticas de descentralización, y en 1998 se establecieron un conjunto de cinco fondos distintos,
orientados a diferentes sectores como: educación, salud, infraestructura social, municipios,
aportaciones múltiples), con distintas distribuciones. Los fondos más importantes en volumen son
los de educación y salud, el primero tiene como base de cálculo el gasto histórico y la valoración
de los recursos existentes. Debido al conjunto de los fondos transferidos, durante los últimos años
de los noventa el volumen de gasto descentralizado se ha elevado significativamente,
considerando que México tiene una tradición centralista (sobretodo durante la mayor parte del
siglo XX). En el siguiente cuadro se puede apreciar la evolución creciente del gasto subnacional
desde los años ochenta.

Mexico ha atravesado por muchas crisis económicas en especial en la década de los 90, por lo que
se vio reflejado un alto crecimiento inflacionario, un agotamiento de las reservas y el quiebre del
sistema financiero por lo que fueron estas causas las que dieron inicio a un marco para la adopción
de un nuevo enfoque de las funciones del Estado,

Este enfoque se basó en tres en tres principios:

El control presupuestal,

Una política social focalizada a la población en situación de pobreza.

y la descentralización de la acción gubernamental.


En este contexto, la descentralización, en este país responde a una coyuntura política, por lo que
se inicio la descentralización por medio de diversas iniciativas, iniciando por la planificación
regional y posteriormente en ámbitos administrativos del sector educativo y salud.

Luego en en año de 1997, con una reforma que hicieron a la ley Coordinación Fiscal (LCF) se se
orientaron a las aportaciones federales para entidades federativas y municipios, que buscaba
descentralizar el gasto, generar capacidades en los gobiernos locales y lograr equilibrios regionales
(Cabrero, 2004).

Esto se tomó como esa forma suficientemente para resolver problemas específicos de las distintas
entidades del país y que estaría sujeto a controles para evitar la discrecionalidad del gasto,
generando una efectiva rendición de cuentas.

Todos los esfuerzos del pis de Mexico han estado encaminados a controlar el gasto, pero poco se
ha hecho por verificar la pertinencia de los fondos o por garantizar una efectiva rendición de
cuentas.

pero a que se debe esto…

se debe a que

1) tanto las fórmulas de asignación como los criterios para su ejecución no se determinan por los
problemas públicos, sino que son bolsas de dinero que se fragmentan para financiar acciones que
cumplen con los criterios de ejecución de los fondos;

2) las acciones obtienen recursos de distintas fuentes que, a su vez, provienen de diferentes
niveles de gobierno;

3) existe una baja pertinencia de los indicadores utilizados para medir los resultados de los fondos
y una insuficiencia de información

y, finalmente, 4) la acumulación de políticas que inciden junto con cada uno de los fondos en los
problemas que se busca resolver, impiden una rendición de cuentas efectiva.

Que se entiende por descentralización en Mexico.

En el contexto de la nueva administración del gobierno federal, se ha generalizado el uso del


término “descentralización” para designar una iniciativa de dispersión de las dependencias y
entidades de la Administración Pública Federal (APF) a distintas entidades federativas.

No obstante, el concepto de descentralización se refiere a un proceso más complejo, que implica


transferencia de autoridad y/o recursos económicos de los gobiernos centrales hacia los locales
para decidir sobre asuntos económicos y sociales. (Schneider, 2003; Treisman, 2007; Rodden,
2004).

por otro lado nos llamó la atención que la descentralización está como incentivada, o sea en
algunos casos, la descentralización es utilizada por los partidos políticos como una estrategia
electoral deseable, especialmente para quienes cuentan con apoyos políticos subnacionales más
seguros que en contiendas electorales nacionales (O’Neill, 2003; Willis, Garman y Haggar, 1999).
Otro incentivo es la mejora del desempeño de los gobiernos locales en términos recaudatorios,
donde las transferencias del gobierno central están sujetas a los resultados tributarios
subnacionales.

También, el proceso de descentralización se puede derivar de las necesidades de los estados, es


decir, en el que las transferencias están dirigidas a las regiones menos favorecidas en términos de
desarrollo, permitiendo que los gobiernos locales implementen programas y proyectos públicos
enfocados en sus realidades específicas (Montecinos, 2005), considerando que éstos cuentan con
una mayor cercanía al contexto político, social y cultural.

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