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Todo Lenguaje
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La comprensión del lenguaje oral es un proceso complejo que comienza con el análisis
de los estímulos físicos que llegan a nuestros sistemas sensoriales con el fin de identificar
las unidades lingüísticas básicas (fonemas). En este análisis participan distintos órganos
sensoriales, pero también están incluidos distintos procesos psicológicos que permiten
comprender el mensaje hablado (atención, memoria, etc.) (Peña, 2012).
No es objetivo de esta revisión bibliográfica incluir todos los elementos biológicos y
psicológicos que participan en la comprensión oral, pero se comentarán brevemente los
más relevantes antes de analizar en detalle los módulos que participan en ella.
La percepción de los sonidos es posible gracias a todo nuestro sistema auditivo que
consigue transformar las ondas sonoras que viajan por el aire en ondas mecánicas y,
finalmente, en un estímulo eléctrico que desencadena un impulso nervioso en la cóclea, la
cual envía la información hacia el cerebro (Cuetos, 2004). La percepción del habla es un
proceso más complejo que la percepción de los sonidos pues implica, además de
otros procesos, la categorización de los sonidos del habla para identificar qué fonema
produjo el hablante, trabajo no menor considerando la gran variabilidad articulatoria que
existe en la producción de los fonemas (Bermeosolo, 2001; Cuetos, 2004); y con base en
lo que describe (Cuetos, 2004), se habla de que el número de fonemas existentes no es
algo que esté programado en nuestro sistema biológico, sino que es arbitrario y específico
para cada idioma; la falta de segmentación del habla espontánea, puesto que el habla es
continua y no segmentada en unidades discretas; y, finalmente, las diferencias que
existen entre los hablantes de un idioma en la pronunciación exacta de los fonemas
debido a su dialecto particular, su timbre de voz o simplemente al descuido en la
articulación.
Una vez identificadas estas unidades (o mejor dicho, al mismo tiempo que se van
identificando), comienzan a funcionar los procesos de reconocimiento de las palabras,
para lo cual es preciso consultar en algún almacén de memoria en el que se encuentren
las representaciones de las palabras (léxico mental). Reconocidas las palabras, es
necesario averiguar la relación que mantienen con las otras palabras que componen la
oración, pues es en la oración donde radica el mensaje, ya que las palabras aisladas no
proporcionan mayor información. Finalmente viene el proceso de extracción del mensaje
de la oración y su integración en los conocimientos previos (De Vega, 1999).
Los factores antes mencionados, a simple vista harían pensar que la recepción del
lenguaje y su posterior comprensión son procesos que importan gran carga cognitiva al
sistema lingüístico, y harían que su procesamiento sea lento y engorroso. Sin embargo,
la alta especialización de cada uno de los módulos permite que estos obstáculos se
sorteen eficientemente en fracciones de segundos, logrando satisfacer las necesidades
de comprensión del lenguaje oral con bastante facilidad y rapidez.
El modelo propuesto en la figura 1 presenta cuatro etapas o módulos que participan en la
comprensión léxica del lenguaje oral: Análisis Acústico, Léxico Acústico o Auditivo,
Sistema Semántico, y Conversión Acústico-Fonológica, los cuales se describen a
continuación.
(Módulo de comprensión) Análisis acústico
Como ya se comentó, la percepción del habla comienza con la recepción del sonido y
todos los procesos biológicos que en ella ocurren. Este es un proceso común para todos
los sonidos, verbales y no verbales. Sin embargo, el módulo de análisis acústico está
especializado solamente en los sonidos verbales, los cuales corresponden al lenguaje.
Este componente es el encargado de individualizar los sonidos dentro de la señal del
habla, con independencia del acento, de la velocidad de la emisión o de la voz que
pronuncie la palabra, así como el ruido de fondo con el que se presente. De esta forma se
llevan a cabo tres análisis según Studdert-Kennedy (1976): a) análisis acústico, b) análisis
fonético y c) análisis fonológico.
a) En el nivel acústico se hace un análisis del estímulo en términos de frecuencia,
intensidad y duración.
b) En el nivel fonético se hace un análisis de los rasgos fonéticos con que ha sido
articulado el sonido, es decir, se detecta si el sonido es bilabial, sonoro, nasal, oclusivo,
etc. Sin llegar, aún a decidir qué fonema es.
c) Es en el nivel fonológico donde clasificamos el segmento fonético, identificado en
el nivel anterior como un fonema determinado de los existentes en nuestra lengua.
Este último estadio es distinto para cada idioma.
Por lo tanto, cuando un sujeto escucha una palabra el módulo análisis acústico coloca en
funcionamiento el análisis acústico, detectando entre otros aspectos, la prosodia con que
se articula la palabra, la sílaba tónica, etc. Luego se realiza el análisis fonético, por medio
de la activación de los detectores de rasgos fonéticos correspondientes a los sonidos que
esa palabra tiene y esos detectores activan a los detectores de los fonemas que poseen
esos rasgos (análisis fonológico). A su vez, los detectores de fonemas transmiten la
activación a las representaciones de las palabras que contienen esos fonemas (Cuetos,
2004).
Lo anteriormente expuesto se basa en el supuesto de que el análisis fonológico que se
lleva a cabo es del tipo “fonema a fonema”, hasta completar el análisis de la palabra
completa. Sin embargo, también existe la posibilidad de que la unidad activada no sea el
fonema, sino la sílaba, tal como defiende el investigador francés Mehler en su
experimento con el que demuestra que en el francés se realiza un análisis silábico en la
segmentación del habla (Mehler, 1981). También existe evidencia en el español, pues,
Bradley y colegas, encontraron que los hablantes de español son sensibles a la sílaba en
la percepción del habla, mientras que los hablantes de inglés lo son al fonema (Bradley,
1993). “En definitiva, al menos en los idiomas silábicos, como el francés o el castellano,
tenemos que tener en cuenta a la sílaba, ya que parece jugar un papel importante, bien
como estadio inicial en vez del fonema, bien como paso intermedio entre el fonema y la
sílaba” (Cuetos, 2004).
(Modulo ce comprensión) Léxico acústico
Luego de que se identificaran los fonemas o las sílabas en el estadio anterior, será
necesario identificar a qué palabra corresponde una secuencia determinada de sonidos.
El módulo léxico acústico cumple esa función, pues es un almacén que guarda las
representaciones de todas las palabras que conocemos en su forma oral. Este almacén
es el que nos permite saber, independientemente del significado, si conocemos o no una
determinada palabra en tareas como la de decisión léxica.
El proceso llevado a cabo para reconocer una palabra ha sido estudiado por diversos
autores, los cuales han generado distintas teorías explicativas de este proceso.
(Sebastián, Bosch y Costa, 1999) las dividen en dos tipos: Hipótesis Pre-léxicas e
Hipótesis del Acceso Directo. En el caso de las hipótesis pre-léxicas, la mayoría de los
modelos han propuesto que la estabilización de la señal acústica se lleva a cabo en un
formato canónico antes de que se produzca el acceso a la palabra o reconocimiento de la
misma. Los mayores exponentes de estas teorías son Liberman y cols, 1967 con su
teoría motora de la percepción del habla, y McClelland y Elman, 1986 con el modelo
TRACE.
En el caso de las hipótesis del acceso directo, las teorías existentes proponen que la
señal del habla se proyecta de forma continua en el léxico mental y no requiere un paso
previo como en las hipótesis anteriores.
El funcionamiento del módulo léxico acústico se ha descrito en función de este tipo de
hipótesis (del acceso directo) y la teoría que ha sido mayormente utilizada para explicar el
procesamiento llevado a cabo en él, es el Modelo de Cohorte II de Marslen-Wilson
(Marslen-Wilson y Tyler, 1980). En él, el proceso de reconocimiento de las palabras se
lleva a cabo de manera rápida, pues no es necesario escuchar toda la palabra para
reconocer si la hemos escuchado antes o no. Marslen-Wilson y Tyler demostraron que los
procesos de reconocimiento de palabras comienzan a funcionar en el mismo instante en
que se comienzan a percibir los primeros sonidos sin tener que esperar a escuchar la
palabra completa. Los resultados encontrados demostraron que el tiempo medio de
pronunciación de la palabra fue de 400ms, mientras que el tiempo medio de
reconocimiento fue de 275 ms. Esto es posible gracias al “punto de unicidad” de la
palabra, es decir, el fonema a partir del cual la palabra es única. O dicho de otro modo, no
hay dos palabras que comience con la misma secuencia de fonemas.
No sólo el punto de unicidad influye en el reconocimiento de palabras; también influyen el
contexto, la frecuencia de uso (Taft y Humbley, 1986), el patrón de acentuación, la
categoría gramatical, la complejidad morfológica y la composición silábica.
De la presencia de alguna de estas variables dependerá la rapidez con que se reconozca
una palabra en el módulo léxico auditivo.
(Modulo comprensión) Sistema semántico
El estadio anterior no implica aún el acceso al significado, pues a veces escuchamos una
palabra que estamos seguros que hemos oído anteriormente y de la que, sin embargo, no
recordamos su significado. Esto demuestra que el reconocimiento de una palabra es
distinto del acceso al significado.
El sistema semántico es un almacén donde se alojan los significados de los conceptos
que conocemos desde nuestra niñez. En la actualidad, es bien conocido que este
sistema sea común para todas las modalidades perceptivas, es decir, para la modalidad
auditiva, visual, táctil, etc.
Según menciona (Cuetos, 2004), la organización del sistema semántico y su
funcionamiento es distinta a la del léxico auditivo. Las representaciones del sistema
semántico o conceptos se organizan por categorías. Por ejemplo, se conoce que una de
las distinciones más generales de los conceptos en nuestro sistema semántico es la de
seres vivos vs. artefactos (Caramazza y Mahon, 2003, 2009).
Hay diferentes propuestas sobre cómo está almacenada la información, esto quiere decir
que, si los conceptos están representados en forma de nodos, tal como sostiene la teoría
de redes propuesta por (Collins y Quillian, 1969), o a través de sus rasgos, como lo
proponen (Smith, Shoben, y Rips, 1974). Según la teoría de redes, los conceptos están
representados en la memoria como unidades independientes conectadas entre sí por
medio de una red de relaciones y es en estas relaciones con otros conceptos donde
reside su significado (Collins y Quillian, 1969). En cambio, la teoría de rasgos defiende
que lo que está representado en la memoria no son los conceptos, sino los rasgos que
definen a esos conceptos (Smith et al., 1974).
(Modulo) Conversión acústico-fonológica
Este módulo del lenguaje cumple su principal función en la repetición de pseudopalabras
o logotomas. La repetición de este tipo de palabras implica manipular información que no
se tiene almacenada en el léxico auditivo, y que por lo mismo, se carece del significado de
aquella.
Este módulo logra explicar cómo los hablantes logran repetir palabras que escuchan por
primera vez y que no han sido almacenadas en el léxico, así como la repetición de
palabras pertenecientes a otro idioma. Esta capacidad hace necesario contar con otro
estadio de procesamiento, distinto al realizado en otros módulos, uno que tenga como
función identificar cada fonema y activar los programas encargados de pronunciar esos
fonemas de forma directa sin pasar por los módulos léxicos (Cuetos, 2004).
Procesamiento de la Producción del lenguaje oral
En la producción oral del lenguaje el camino a recorrer es inverso al que se describe en la
comprensión, puesto que se comienza con la activación de una serie de conceptos que
componen el significado en el sistema semántico, proceso conocido como
conceptualización (Hagoort, 2009). Luego se activa la forma fonológica de la palabra que
corresponde a esos conceptos activados, es decir, se accede al léxico. Finalmente, se
seleccionan en el almacén de fonemas, los fonemas que componen esa palabra y se
activan y programan los movimientos articulatorios necesarios para producir verbalmente
la palabra pretendida.
Para comprender mejor este procesamiento, es necesario conocer cuál es la función de
cada uno de los módulos que participan en él, dentro de los cuales se encuentran el
módulo semántico, módulo léxico fonológico y almacén de fonemas.
(Modulo producción) Sistema semántico
El primer paso de la producción oral comienza con la activación del concepto en el
sistema semántico motivada por una intención del hablante, tal como la denominación de
un objeto, la contestación a una pregunta o el simple comentario de un suceso
determinado. Esa activación se expande en dos direcciones: horizontalmente hacia otros
conceptos relacionados semánticamente y verticalmente hacia el léxico fonológico
donde se encuentran las representaciones léxicas correspondientes
(Cuetos, 2004).
A pesar de que los procesos semánticos comprensivos y expresivos se describen en
distintos momentos en esta revisión, no se deben interpretar como módulos diferentes
sino como distintos procesos que realiza el mismo módulo (Ellis, 1990).
(Modulo producción) Léxico fonológico
En este módulo se encuentra representada la forma verbal de los conceptos. La
organización y funcionamiento del léxico fonológico es muy similar a la del léxico auditivo.
Sin embargo, son físicamente diferentes y se utilizan en actividades diferentes.
El léxico fonológico es un módulo común para la denominación de imágenes, lectura en
voz alta y repetición de palabras. Su alteración debería resultar en patrones cualitativos
similares de alteración a través de las tres tareas. Estos patrones se han encontrado en
muchas personas con déficit fonológicos en la producción del habla (Cuetos, 2004).
Este módulo se activa cuando en el sistema semántico se generan conceptos que
posteriormente se desean lexicalizar. Un concepto activa una serie de formas fonológicas,
las cuales compiten por ser elegidas. A medida que se agregan más conceptos o rasgos
semánticos, la lista de formas fonológicas activadas se reduce hasta quedar sólo aquellas
que cumplen con las características enviadas por el sistema semántico. Sin embargo, el
simple hecho de que el sistema semántico envíe toda la información necesaria no
asegura que sea sólo una palabra la activada, como ocurre con los sinónimos. La forma
en que este conflicto se soluciona es por medio de la influencia que ejerce una variable
lingüística conocida como frecuencia de uso. Se plantea que las palabras frecuentes
tienen umbrales bajos y son más fáciles de activar; mientras que las poco frecuentes,
poseen umbrales altos y, por lo tanto, su activación se hace más compleja (De Vega,
1999; Cuetos, 2004). Cuando esto ocurre, estamos en presencia del fenómeno de “punta
de la lengua”.
Sin embargo, en la recuperación léxica también influyen otras variables como la categoría
gramatical, la imaginabilidad o la complejidad morfológica.
La forma en la cual se codifican las palabras seleccionadas es materia de discusión, pues
existen teorías que abogan por una selección léxica dependiente de los fonemas,
mientras que otros modelos teóricos lo hacen por una activación silábica de las palabras
(Levelt, 1994). Sin embargo, no es objetivo de esta revisión bibliográfica ahondar en
estos modelos teóricos de la selección léxica.
(Modulo) Almacén de fonemas
Es el módulo donde se encuentran almacenados los sonidos del lenguaje, es decir, los
fonemas (Manning, 1992). En él se genera una cadena específica de fonemas, según la
activación que envía el módulo léxico fonológico una vez que ha sido seleccionada la
palabra que se desea nombrar.
Activación de la palabra y ensamblaje de los fonemas son procesos distintos. Esto se ha
evidenciado en la disociación que se ha encontrado en sujetos que logran activar
adecuadamente la palabra pero producen errores fonológicos (parafasias fonológicas)
versus aquellos que activan erróneamente la palabra pero sin errores fonológicos, dando
como resultado otras palabras no relacionadas fonológicamente con la palabra objetivo.
De acuerdo con (Whitworth et al., 2005) cuando se afecta este módulo, suelen ocurrir
errores fonológicos.
Luego de la activación de los fonemas, se completa el proceso denominado lexicalización
(Cuetos, 2004) y se activan los patrones articulatorios necesarios para producir finalmente
la palabra.
Reconocimiento de objetos
Existe otro módulo que no es absolutamente lingüístico, pero que influye en el
procesamiento léxico, específicamente en la denominación de objetos. Para realizar dicha
habilidad se requiere analizar visualmente un objeto o imagen, por lo que un déficit en
este nivel impediría la correcta denominación.
Este reconocimiento incluye cuatro estadios antes de llegar al sistema semántico
(Whitworth et al., 2005):
1) Análisis viso-perceptivo: Se extraen las características perceptuales concernientes a
la forma, color, movimiento y profundidad de la información visual.
2) Enlace segmentación-vista normalizada: Une las características perceptivas en
objetos, separa las características de diferentes objetos dentro de un estímulo, y
normaliza la imagen para hacerla independiente.
3) Descripción estructural: El sistema de descripción estructural se utiliza para reconocer
objetos familiares.
4) Conceptualización de objetos: Significado de las representaciones conceptuales no
verbales.
En este módulo lo que se busca conocer es la capacidad del paciente para reconocer
palabras, debido a que en el módulo léxico acústico se almacenan todas las palabras
oídas que una persona ha aprendido durante su vida. Se deben seleccionar palabras de
alta y baja frecuencia.
A diferencia del módulo anterior, no existen tantas tareas que evalúan exclusivamente
este módulo. Las tareas identificadas para este fin son (Cuetos, 2004; Whitworth et al.,
2005):
• Decisión léxica auditiva. Se le nombran al paciente palabras reales e inventadas y
él debe decidir si la palabra nombrada es real o inventada.
• Identificar palabras habladas usando distractores fonológicos. Se le presentan al
paciente dibujos o palabras escritas. Dentro de ellas se incluyen distractores fonológicos.
Una vez presentados los estímulos, se le solicita al paciente que muestre la palabra que
el terapeuta le nombra.
• Verificación de palabras a través de imágenes. Se le presenta al paciente una
imagen y luego se le nombra una palabra. Lo que debe hacer éste es decir si la palabra
nombrada corresponde al dibujo presentado.
Este módulo almacena las formas de las palabras que conocemos oralmente. Es aquí
donde se produce el acceso al léxico y la variable que más influye en éste accedo es la
frecuencia de uso. Por lo tanto, su evaluación debe considerar tareas que requieran
evocar la forma fonológica de las palabras y palabras de alta y baja frecuencia.
Las tareas que evalúan el módulo léxico fonológico son (Cuetos, 2004; Whitworth et al.,
2005):
Denominación de objetos. Se presenta al paciente imágenes y éste debe decir el
nombre de la imagen.
Denominación por características. Se le entregan definiciones al paciente y éste
debe nombrar la palabra a la que corresponde esa definición o características.
Evaluación del módulo Almacén de Fonemas
En la evaluación de este módulo se aplican tareas que impliquen la selección de fonemas
dentro de una palabra. Debido a esto la variable longitud de palabra se debe considerar al
momento de crear tareas de evaluación.
Las tareas más frecuentes son (Cuetos, 2004; Whitworth et al., 2005):
Repetición de palabras. Se le nombran al paciente palabras de distinta longitud y
éste debe repetirlas.