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TEMA 29.

- EL TEXTO DIALÓGICO: ESTRUCTURAS Y


CARACTERÍSTICAS.

1.- DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS......................................................................1


2.- Estrategias principales..................................................................................................1
2.1.- Estrategias propias de la forma.............................................................................1
2.2.- Estrategias propias del contenido..........................................................................2
3.- Estructuras textuales.....................................................................................................2
4.- Estructuras gramaticales. Cohesión y coherencia textuales.........................................2
5.- Rasgos pragmáticos......................................................................................................4

1.- DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS.


La función del diálogo se identifica con lo que Vigotsky señaló para el lenguaje:
el diálogo se define, funcionalmente, como una estrategia de comunicación entre dos
personas que comparten la misma situación comunicativa, es decir, estén presentes en
las mismas coordenadas espacio-temporales.
Además, en el monólogo, donde emisor y receptor coinciden, el diálogo nos sirve
para conceptualizar el mundo e interiorizar nuestras actuaciones sobre él. También es
necesario para demandar información y contactar con otros interlocutores. De este
modo, el lenguaje, según Vigotsky, se hizo esencialmente a partir del diálogo no sólo en
la filógenesis sino también en la ontogénesis.
El diálogo, por tanto, es un bucle del sistema de comunicación, por el que un
emisor cifra un mensaje que descifra el receptor, que, a su vez, pasa a ser nuevo emisor
que se dirige al antiguo emisor, ahora receptor suyo. Es, así, una sucesión de
intercambios verbales cuyos significados se valen de los anteriores.

2.- Estrategias principales.


Tannen agrupa las características de los textos dialogados en los siguientes
apartados: las que trabajan con la forma y las que lo hacen con el significado.

2.1.- Estrategias propias de la forma.


 El ritmo conversacional se marca de un modo más rico que en el código
escrito mediante las entonaciones y el modo de recalcar la modalidad del
hablante. O actitud respecto de lo que enuncia.
 Así, la repetición reitera elementos variados con fines expresivos, por
ejemplo morfemas: Es superinteligente y superlisto; u oraciones: Te
equivocas, te equivocas,...
 Las figuras de estilo se valen fundamentalmente también de la repetición,
por ejemplo, de tipo anafórica: –¡Ven ahora mismo! –Ahora no me viene
bien, ahora tengo trabajo; epifórica –¿Cómo se lo puedo decir? –Pues
pronto, díselo pronto. La repetición, según Tannen, facilita la producción
y la planificación del discurso en todo su ámbito pragmático y cohesivo,
como luego veremos.
2.2.- Estrategias propias del contenido.
 La indirectividad sirve para afirmar las cosas de un modo indirecto,
demandando del receptor una mayor colaboración comunicativa, como en
la lítote, No es inexistente la felicidad, o en la antífrasis, ¡No es listo!
También se puede comunicar por alusión.
 En el diálogo reportado el emisor cita las palabras de otras personas o de
sí mismo como si fuera otra, ya sea de modo directo: –Allí estaba yo en
esa situación: “¿qué hago, qué hago?”; o indirecto –Y me dice que si la
he visto. En la oralidad la ausencia de signos de puntuación se señalan con
pausas, cambios de entonación,...

3.- Estructuras textuales.


Atkinson y Heritage afirman que, cuando queremos analizar las conversaciones,
tendremos que preferir las secuencias completas de emisiones de habla por turnos antes
que las oraciones o frases aisladas. Ello se debe a que un diálogo es también una
estructura: una emisión recibe un valor significativo dependiendo de las emisiones que
le precedan y de las que le sigan, además de la suya propia.
El intercambio es la unidad mínima dialógica, en él suele haber unas secuencias
de apertura y cierre, con una función generalmente fática, muy marcadas por la norma:
–Perdone, ¿sabe dónde queda el teatro? –Claro: siga todo recto. Siempre recto. ¿De
acuerdo?
A su vez el intercambio se puede descomponer en intervenciones, que no pueden
aparecer solas en cuanto no formarían un intercambio. El intercambio del ejemplo
anterior se compondría, así, de dos intervenciones.
Del mismo modo, cada intervención puede bifurcarse en dos elementos: el
constituyente director y uno o más subordinados. Aquél es el acto de habla que da
sentido a la intervención, por tanto, no se puede suprimir; mientras, el constituyente
subordinado apoya, justifica, explica y/o argumenta al director: ¿No quieres venir al
cine esta noche? [constituyente director] Ya sé que llevas dos meses sin salir;
[constituyente subordinado1] y eso no es bueno [constituyente subordinado2]. La
intervención que marca la intención básica se llama intervención-iniciativa y es ella la
que suele marcar el constituyente director: petición de información, excusa, oferta,
invitación,... Si la intervención-iniciativa no está al principio estaremos ante un rodeo:
–Has cobrado ¿no? –Sí. –No me negarás que has cobrado mucho. –No. –Déjame mil
pesetas, anda.
Nos es útil, por otra parte, la caracterización de los diálogos cotidianos realizado
por Van Dijk. Todo diálogo, según él, tiene los siguientes términos: apertura y
preparación, orientación, objeto de la conversación, conclusión y final. En la apertura y
el final incluye los saludos y las despedidas. La orientación apunta el tema de la
conversación, preparando a los interlocutores para que tomen posiciones. El núcleo lo
marca el objeto de la conversación. Finalmente la conclusión cierra el tema y permite la
transición hacia otra cuestión.

4.- Estructuras gramaticales. Cohesión y coherencia


textuales.
En los diálogos podemos encontrar, ciertamente, todo tipo de estructuras, sin
embargo es verdad que la conversación más arquetípica intercala predominantemente
petición y satisfacción de información. En este sentido, abundan las oraciones
interrogativas.
En cuanto en la mayoría de las ocasiones la conversación se transmite mediante
el canal oral, ésta tiene muchas características propias de la oralidad:
 Predominio de la parataxis y la elipsis: –Ella, nada. Aquí la estoy
convenciendo.
 Frases inacabadas y anacolúticas: –Es que a mí no me... es una persona
muy arisca.
 Expresiones en función fática que refuerzan la petición de información o
su corroboración: ¿verdad?, ¿no?, ¿a que sí?,...
 Marcadores conversacionales: Quiero decir, es decir,...
 Hay elementos, como las conjunciones, que no son meros enlaces con
funcionalidad sintáctica, sino que expresan transiciones y conexiones
mentales relacionando la oración en que se hallan con el sentido general de
lo que se viene diciendo: No me hacen caso. Y no es que yo no se lo haya
advertido. Otras veces hacen referencia al contexto extralingüístico: así,
por cierto, señala una intención comunicativa pragmática de, por así decir,
romper el hielo: Por cierto, he perdido los cupones premiados. A ellos se
les ha llamado enlaces oracionales, o partículas, que nosotros llamaremos
marcadores de función transoracional. El hecho de que su funcionalidad
sintáctica sea mínima en comparación con su rendimiento pragmático y
retórico queda de manifiesto en que en ocasiones se puedan elidir: No me
hacen caso. No es que yo no se lo haya advertido o He perdido los
cupones premiados. En el diálogo marcan de modo importante el
desarrollo argumentativo del discurso. Algunas de ellos pueden ser:
1. Asentimiento y corroboración: En efecto, Juan es mi hermano.
2. Causalidad: Entonces, ¿no vienes?
3. Cierre discursivo: En fin, iré.
4. Conclusión: A fin de cuentas, Juan es así.
5. Intensificación: Iré. Más aún, encabezaré la operación.
6. Transición: Por otra parte, Juan es mi amigo.
7. Aclaración: O sea, que es una persona agradable ¿no?

 Si entendemos que todo acto de habla, y, por tanto, todo diálogo se


sustenta en un marco contextual, convendremos en que siempre se realizan
en una situación comunicativa que comparten emisor y receptor. La deixis
es por tanto la relación de indicación que mantienen los elementos
lingüísticos con en el entorno espacio-temporal que, en última instancia,
remite al del emisor. Tal deixis puede ser espacial, temporal y personal.
1. Los deícticos espaciales marcan el tiempo en relación con el aquí
del emisor: los adverbios, ahí, allí,...; los demostrativos: este, ese,
aquel,...;
2. Los temporales indica el tiempo respecto del ahora del emisor: los
adverbios: mañana,...; los tiempos verbales: diré,...;
3. La deixis personal se refiere, fundamentalmente, a los pronombres
personales, cuyos referentes dependen del emisor, incluyéndose
aquí la deixis social, es decir, la referida al tratamiento, que marca
la posición del emisor respecto a los otros: Yo, tú, usted,...
En cuanto a la coherencia de un texto dialógico, ésta viene dada por la
progresión temática, que en la cotidianidad se marca a través de lo que llamábamos
constituyente director. El hilo temático de la conversación puede reestructurarse de
varias maneras, todas ellas presididas por el carácter espontáneo de la misma. Es este
rasgo, el de la espontaneidad, el que hace que no podamos marcar unas estructuras de
progresión temática para el texto; ahora bien, podemos decir que el paso de un tema a
otro lo marca lo que hemos señalado como conclusión en la terminología de Van Dijk.

5.- Rasgos pragmáticos.


Para Roulet, los textos dialógicos cumplen una función primordial, la de poner
en contacto a personas por diferentes motivos: por eso denomina función interactiva a la
que determina pragmáticamente le acto dialógico. Esta función, a su vez, puede ser de
dos tipos:
 La función interactiva ritual es lo que situaba Van Dick como de aperturas y
cierre, muy fosilizadas por la norma: Una cosa...; Mira,... A mayor diferencia
social o menor conocimiento mutuo de los interlocutores mayor será la
necesidad de introducir elementos introductores marcados socialmente. Lo
mismo ocurrirá cuanto mayor sea el rodeo que se tenga que realizar antes de
emitir el constituyente directivo, o la verdadera intención comunicativa del
emisor.
 La función interactiva argumentativa es la que se asocia con los
constituyentes subordinados, es decir, la que se orienta a la justificación,
explicación e incluso refuta el tema del diálogo. De ahí que el texto dialógico
haya sido primordial en la historia del pensamiento: desde los diálogos
platónicos hasta los debates actuales. De hecho, Austin, definió al diálogo
como una serie de secuencias donde existe un acto ilocutivo del emisor que
produce un acto perlocutivo en el receptor, que es, como mínimo, hacerlo
hablar y, como máximo, hacer que renueve su concepción del mundo.

En este sentido, Grice otorga al texto un principio cooperativo por el que los
interlocutores, si desean que sus intervenciones tengan éxito, han de actuar siguiendo
cuatro máximas:
 Cantidad: cada emisor ofrece toda la información referente a un tema.
 Calidad: hace que se emita la verdad o lo que se tiene por tal.
 Pertinencia: un emisor interviene de acuerdo con la pertinencia del contexto.
 Manera: la emisión ha de ser clara, breve y ordenada.

Evidentemente, estas máximas pueden vulnerarse si la intención comunicativa


pretende que el emisor conozca no el tema del todo, o lo conozca mal, como en las
exageraciones, las mentiras,... Según Sperber, las cuatro máximas de Grice pueden
reducirse a la de pertinencia: el receptor del mensaje parte, para su interpretación, de un
a priori: todo enunciado es pertinente, aporta algo que modifica los esquemas mentales
anteriores del receptor. Cualquier mensaje tiene que ser relevante en la ocasión que se
emite y tiene que ser pertinente respecto al propósito y el tema del diálogo. La
pertinencia viene dada por el conocimiento del mundo de los interlocutores: si pregunto
en una estación por el tren para El Puerto el taquillero me responderá, por ejemplo: –A
las 10:48, un cercanías; en cuanto el conocimiento que tiene de su oficio le dicta que es
ésa la información demandada.

Por otro lado, si entendemos que todo diálogo se sustenta en una situación
comunicativa, convendremos en que siempre se realizan en un marco contextual que
comparten emisor y receptor. Con todo, hemos de advertir que las barreras temporales
pueden romperse a veces sin que se anule la comunicación, como en la correspondencia
epistolar, y que lo mismo puede ocurrir con las espaciales, como en las
videoconferencias, por ejemplo; en estos casos la comunicación no lingüística, los
gestos especialmente, se sustituyen por los signos de puntuación y las entonaciones, por
lo que la riqueza de la oralidad se ve algo mermada. Así, algunas emisiones sólo son
posibles en la oralidad: una antífrasis como ¡Qué listo es! tiene un índice de frecuencia
menor en lo escrito por su íntima relación con la entonación.

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