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SEMÁNTICA

La semántica es el estudio del significado en la comunicación. Las palabras pueden


significar diferentes cosas para diferentes personas, o pueden no significar nada para
alguien. Al hablar de semántica como barrera a la comunicación efectiva no debe pasarse
por alto la jerga, que se define como el lenguaje especializado utilizado por un grupo con
características comunes o profesión. La mayor parte de la jerga consiste en términos
desconocidos, palabras abstractas, palabras inexistentes, acrónimos y abreviaturas, con un
eufemismo ocasional incluido en buena medida. Cada profesión, comercio y organización
tiene sus propios términos especializados y, aunque a primera vista parece una forma más
rápida de enviar una comunicación efectiva, no siempre es así. De hecho, la jerga puede ser
un obstáculo para la comunicación efectiva, ya que provoca que algunos oyentes
desconecten y puede llegar a fomentar el malestar entre compañeros en una conversación.

Sobrecarga de información: Esta limitación se da cuando el procesamiento de información


exige el tiempo de un individuo para realizar interacciones y los cálculos internos exceden
el suministro o la capacidad de tiempo disponible para dicho procesamiento. Se trata de
algo habitual en un momento en que los datos nos llegan de todas partes de forma continua,
provocando un efecto negativo importante en la eficiencia, la creatividad y la agudeza
mental, no sólo en la comunicación.
Desconexiones emocionales. Éstas ocurren cuando el emisor o el receptor están molestos,
ya sea sobre el tema en cuestión o sobre algún incidente no relacionado que pueda haber
ocurrido antes. Una comunicación efectiva requiere de participantes abiertos a hablar y
escucharse, a pesar de las posibles diferencias de opinión o personalidad.

Falta de credibilidad de la fuente: La falta de familiaridad o credibilidad de la fuente puede


afectar negativamente a la comunicación, especialmente cuando se trata de humor. El
sarcasmo y la ironía deberían quedar fuera del lugar de trabajo ya que sus beneficios son
limitados y sus peligros potenciales son grandes. La falta de familiaridad con el remitente
puede llevar a malinterpretar el humor. Del mismo modo, si el remitente carece de
credibilidad o no es de confianza, el mensaje no se transmitirá, por desconfianza del
receptor hacia las motivaciones del emisor.

Además de estas barreras a la comunicación efectiva, la actitud del receptor del mensaje
influirá en su comprensión y en el resultado de la interacción, por ejemplo, no es lo mismo
que la persona adopte una actitud de escucha activa a que se encuentre desconectada. Del
mismo modo, las características personales del individuo, tanto del emisor, como del
receptor del mensaje pueden influir en la comunicación: género, edad, formación, nivel
académico e incluso origen geográfico, pudiendo llegar incluso a complicar una
comunicación efectiva entre dos personas.

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