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Maracaibo, 29 / 06 / 2020
Sin propiedad privada las personas están a merced del poder político, pierden su
independencia moral, no pueden desarrollar sus propios proyectos de vida, no
existe prensa libre ni libertad de expresión, desaparece la solidaridad y la
posibilidad de compartir y trabajar en conjunto. Cuesta creer que haya que
defender cuestiones tan básicas, pero no se puede guardar silencio cuando lo que
está en juego es la libertad y el desarrollo de un país.
Se afirma que la propiedad es legítima porque toda persona tiene derecho a los
frutos de su trabajo. Es el respeto al esfuerzo y a las oportunidades generadas por
un individuo o la familia.
Lo que un hombre es, lo que desarrolla y lo que posee constituyen una unidad,
una suma social, de modo que una agresión contra sus pertenencias, es una
agresión contra su condición humana y su derecho a la vida en plena libertad.
A partir del año 2006 Chávez inicio una campaña para adueñarse de sectores
estratégicos del país, expropiando cementeras, petroleras, siderúrgicas, acereras,
empresas de electricidad, empresas arroceras, lácteas, cadenas de
supermercados, hoteles, empresas agropecuarias y millones de hectáreas de
tierra productiva.
¿De quién es ese edificio? ¡Pues exprópiese, exprópiese! Esta frase casi que de
terror origino en Venezuela, desabastecimiento, pobreza, pérdidas millonarias,
miseria y atraso, estas son algunas de las consecuencias que ha dejado el
gobierno bolivariano, luego de expropiar más de 1.500 empresas y provocar el
cierre de más de 300 mil industrias en el país.
En estos últimos días el gobierno a través de PDVSA ha iniciado una nueva ola de
expropiaciones de estaciones de servicio privadas en Venezuela, en medio de una
mega crisis por falta de combustible derivada de la quiebra y destrucción de las
refinerías de petróleo en el país.
Si analizamos las últimas dos décadas en Venezuela, las expropiaciones han sido
una práctica característica del gobierno bolivariano mismo, durante los 22 años
que tiene en el poder, empresas, tierras, medios de comunicación y ahora
estaciones de servicio de combustible.
Estas políticas por parte del gobierno han provocado una enorme inseguridad
jurídica y que los derechos de propiedad se encuentren seriamente amenazados.
El estatismo se ha desbordado. Las empresas productoras de alimentos, por
ejemplo, pueden ser declaradas “ESTRATÉGICAS” y de utilidad pública en
cualquier momento, y, por lo tanto, confiscadas sin que se cumplan los
mecanismos legales. Estas empresas no pueden producir ni distribuir sus
productos de acuerdo con sus propios planes operativos, sino según las órdenes
que les dicta el gobierno central de forma unilateral.
Por todo lo antes mencionado Venezuela se ubicó en 2019 en el puesto 127 entre
129 países del mundo en el Índice Internacional de Derechos de Propiedad (IPRI
por sus siglas en inglés) de la organización estadounidense Alianza de Derechos
de Propiedad. Esta medición se basa en la calificación del entorno legal y político,
los derechos de propiedad física y los derechos de propiedad intelectual.
CONCLUSIÓN
El respeto a la propiedad privada debe ser visto como uno de los pilares más
importantes para el desarrollo económico de una nación.