Está en la página 1de 1

Una vida sin sentidos.

Los sentidos que hemos desarrollado los seres vivos son instrumentos que nos
sirven para poder tener una relación o, diríamos, una interacción con el resto del
Universo que nos rodea. El propósito fundamental de los órganos respectivos a los
sentidos es recabar información acerca del medio circundante para poder sobrevivir.
Así, por ejemplo, es necesario ver qué hay alrededor de uno para evitar cualquier
peligro. Con los ojos vemos; con los oídos, oímos; con la nariz olemos; con la
lengua, degustamos; y con la piel tocamos. Tendemos a dar por hecho que los cinco
sentidos están ahí por estar, en teoría, que estarán allí por siempre; pero casi nunca
caemos en su importancia, realmente.
Imaginar una vida sin los sentidos es sumamente complicado pues estaríamos
interponiendo una barrera muy grande de comunicación, aprendizaje, experiencias,
emociones, etc., tendríamos una vida gris de la cual no podríamos sacar provecho
de nada pues no tendríamos ni siquiera la posibilidad.
El desarrollo sensorial del bebé recién nacido se puede medir a través de la
evolución de los sentidos. Estos se van desarrollando poco a poco y marcan la
evolución de un bebé. No todos los sentidos estarán desarrollados de igual forma
en cada niño, sin embargo, si un bebé nace sin sentidos no tendrá fuentes de
aprendizaje y el proceso de desarrollo se vería frustrado en su totalidad, un bebé no
aprendería a hablar, caminar, jugar, ni mucho menos desarrollaría habilidades
motrices.
La habilidad del pensamiento sin duda existiría por ser la característica principal del
hombre, aunque no tendría la capacidad ni el nivel que hoy en día una persona
puede adquirir, seria un pensamiento sin dirección ni sentido pues no habrá
información retenida en el cerebro como para llevar un proceso lógico de
pensamiento.
Para concluir hay que hacer conciencia que son cinco mecanismos con los que
contamos desde que el mundo es mundo, cinco instrumentos para percibir los
estímulos internos y externos con los que lidiamos a todas horas para mantenernos
vivos al menos hasta la tumba, incluso mientras dormimos. Oír, tocar, oler, ver y
sentir es conocer y aprender, es experiencia y estimulación, es actividad mental e
interacción con todo y con todos los que nos rodean. Sin ellos, estamos ciegos y
sordos, mancos y cojos, insensibles al entorno, casi sumidos en un constante
estado de coma. Las personas que pierden parcial o totalmente la capacidad de ver,
hablar u oír, por ejemplo, se encuentran ante el amargo sabor de enfrentarse a
obstáculos de la vida diaria y lo aceptan convirtiendo el amargo en agridulce o, dicho
de otro modo, integrándose de igual forma a la sociedad, a base de práctica,
potencia y agudeza de las otras capacidades; en suma, a base de aprender con los
otros sentidos.

Fuente: Elaboración propia.

También podría gustarte