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Mitos sobre la Hipnosis

Pese a todos los estudios realizados sobre la hipnosis, sigue sin haber acuerdo sobre qué es la
hipnosis, a pesar de los esfuerzos de la American Psychological Association para establecer un
consenso. (APA, 1999; 2003).

Parece existir una tendencia hacia la superación de la clásica controversia entre teóricos del
estado (aquellos que afirman que la hipnosis se da en un estado especial de conciencia) y teóricos
del no estado (que afirman todo se reduce al fenómeno de la sugestión), aproximando estas
posturas bajo la concepción de la hipnosis como un conjunto de procedimientos que potencian
ciertas capacidades preexistentes en los individuos (Tortosa y otros, 1999).

Actualmente existe un consenso en que las personas toman el rol social de persona hipnotizada
siguiendo las conductas que creen que hacen las personas hipnotizadas. No lo hacen
voluntariamente, sino que siguen el rol que creen que debe ser (Lynn y Kirsh, 2004).

Podemos citar la definición de la British Psychological Society (2001) como punto de partida y para
tener una idea general de en qué consiste:

“El término hipnosis denota una interacción entre una persona, el hipnotizador, y otra persona o
personas, el sujeto o los sujetos. En esta interacción el hipnotizador intenta influir en las
percepciones, sentimientos, pensamientos y conductas de los sujetos pidiéndoles que se
concentren en ideas e imágenes que evoquen los efectos deseados. Las comunicaciones verbales
que el hipnotizador utiliza para alcanzar estos efectos se llaman sugestiones. Las sugestiones se
diferencian de otras clases de instrucciones cotidianas en que implican que el sujeto experimenta
la respuesta que sigue la sugestión con éxito como involuntaria y sin esfuerzo. Los sujetos pueden
aprender a utilizar la hipnosis por sí mismos en la autohipnosis”.

La hipnosis se da en una interacción entre dos personas con la característica de que una de las
personas, el hipnotizado, deja el control de sus procesos cognitivos, afectivos y conductuales a
otra persona, el hipnotizador. El abandono del control es totalmente voluntario y puede ser
retomado por el hipnotizado en cualquier momento.

Entre los procesos de los que se abandona el control están:

La atención. El hipnotizador dirige la atención del hipnotizado, quien deja de preocuparse por
otros estímulos que no sean los que le indica el hipnotizador, sean estos estímulos reales o
imaginarios; hasta tal punto que el hipnotizador llega a ser el único vínculo del sujeto con el
mundo exterior.

El control de la conducta voluntaria. De acuerdo con el grado en el que cooperan, los sujetos
abandonan el control dejándolo al hipnotizador, en el sentido de que hacen cualquier cosa que el
hipnotizador le diga que haga y que se encuentra incapaz de hacer lo que el hipnotizador le diga
que no puede hacer (siempre con la decisión libre de cooperar).
Quizás el efecto más profundo de la hipnosis es el sentimiento de que tus acciones te están
ocurriendo, más que las estás haciendo (Lynn, Rhue, y Weekes, 1990).

El hipnotismo no es un procedimiento que sea aplicado por un operador externo, sino que es una
respuesta interna que un sujeto da. Esta respuesta depende del grado de estimulación que se haya
dado a la imaginación del sujeto Yeates (2002).

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