Está en la página 1de 2

POLÍTICA, ECONOMIA Y SOCIEDAD ACTUAL Sara Rendón

PRÁCTICA 1

GUERRA FRÍA EN AMÉRICA LATINA


La naturaleza del nuevo imperialismo después de la II Guerra Mundial:
fracasos y confrontaciones

Al finalizar la II Guerra Mundial, las potencias europeas (España, Francia y


Gran Bretaña, entre otras) regresaron a un punto cero respecto a sus
imperios. La gran mayoría ya no conservaba colonias americanas que,
durante los años veinte del siglo XIX, se independizaron de su metrópolis.
A esto, debemos sumarle los duros estragos que dejó la guerra que,
efectivamente, acabó por debilitar estos imperios. Sin embargo, esto no
frenó el apetito de las potencias europeas en la conquista de nuevas
colonias hasta el punto de desencadenar guerras, muchas con
consecuencias irreversibles.

Durante el escenario de Guerra Fría, inició un período de dominación


imperial europea bajo el pretexto de “civilizar” los pueblos que, en ese
entonces, se consideraban salvajes. Este imperialismo europeo perseguía
controlar territorios para la obtención de materias primas, adquirir puntos
de apoyo estratégicos sin necesidad de poblarlos (Cuba, como base
militar de los EE. UU) y, por lo tanto, representar como potencia comercial.

De modo que, las ansias de dominar el mundo por parte de Europa,


iniciaron un expansionismo sin límites. “Venceréis, pero no convenceréis.
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis,
porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo
que os falta: razón y derecho en la lucha”, Miguel de Unamuno, escritor
y filósofo español. Y, así, acabaron repartiéndose Asia y África mediante
una “división amigable” que tuvo lugar en la ‘Conferencia de Berlín’. La
República del Congo, por ejemplo, fue cedida al rey de Bélgico bajo el
título de “propiedad privada”.
POLÍTICA, ECONOMIA Y SOCIEDAD ACTUAL Sara Rendón

Sin embargo, esta dominación imperial no pudo mantenerse. Entre 1947


y 1962, comienza un proceso de descolonización que concluirá en el
nacimiento de más de sesenta estados independientes. Este proceso
descolonizador se produce, principalmente, por el desarrollo de
movimientos nacionalistas y el impacto de las guerras que le sucedieron,
pero, sobre todo, los dos grandes conflictos mundiales que pusieron en
evidencia la legitimidad de las potencias europeas.

Seguimos en un escenario de Guerra Fría donde, evidentemente, los EE.


UU y la URSS tienen influencia. Así, la descolonización de Asia y África fue
apoyada por estas grandes superpotencias, aunque ambos se
comportaban como imperios en la práctica. Por un lado, Estados Unidos
deseaba la independencia de estos estados con el fin de poder acceder
a sus mercados. La URSS, por lo contrario, se oponía a la opresión de un
pueblo sobre otro debido a su ideología socialista.

Entonces, ¿podríamos hablar de un final feliz? Aunque muchas de las


colonias, hoy en día constituyen estados independientes, esto no las
exime de lidiar con una cargante herencia. Entre estos problemas
podríamos destacar: la multietnicidad, la imposición de ciertas culturas
sobre otras y la reconfiguración de los territorios colonizados como, por
ejemplo, Corea del Sur y Corea del Norte; dos estados independientes
divididos por fronteras arbitrarias que, actualmente, conviven en
conflicto.

En cuanto a las potencias europeas, su sentimiento de superioridad, las


condujo a un fracaso similar al de América, pero con un resultado más
desolador: la imposición de regímenes autoritarios más tiranos que
durante el imperialismo. Como citó Mario Vargas Llosa, escritor peruano:
“El nacionalismo tiene un valor positivo. Pero lo peligroso es cuando se
convierte en una ideología”.

También podría gustarte