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En este modelo se nos ha enseñado siempre a saber y memorizar cosas, cuando el desafío real
es aprender a resolver situaciones personales en la vida profesional, entre otros.
El rol del profesor, y ha quedado claro durante la pandemia, puede resultar muy agobiante,
porque, además, de desgastarse en muchas tareas repetitivas, no se logran los Objetivos de
Aprendizaje (OA). En lugar de elaborar y corregir tareas, preparar material para las clases,
debería, y puede, ejercer un rol más de coach, de mentor, animador, motivando a sus
estudiantes a aprender de forma entretenida.
Por la falta de análisis de los procesos ligados a la obtención de aprendizajes, se nos hace natural
que las calificaciones sean entregadas dos semanas después, cuando ya dejaron de ser parte del
proceso de aprendizaje. Esto, que resulta obvio, debería ser un proceso instantáneo, para que
el estudiante reciba la retroalimentación y pueda seguir aprendiendo.
Otro paradigma obsoleto que está instalado es "hay que partir por los más pequeños". Es verdad
que por muchos motivos hay que hacer foco en los primeros años, pero ese paradigma
generalmente nos lleva al error de considerar al resto como generaciones perdidas. Un ejemplo
es el casi nulo esfuerzo que se focaliza en los 5 millones de adultos chilenos que no han
terminado su enseñanza media.
El cambio de rol del docente o maestro es imperativo, pues es necesario que éste se convierta
más en un guía, que en un profesional que vive siempre presionado por tareas que, no
necesariamente son las esenciales para la continuidad académica bajo un modelo personalizado
e híbrido.
Y finalmente, una reflexión sobre cómo está cambiando el mundo donde los estudiantes
actuales tendrán que desempeñarse.
La oportunidad en esta crisis sería aprovecharla para generar los cambios en educación que
aparecen como evidentes, producto de las brechas que ocasionó la pandemia, el agobio de las
comunidades escolares y, la frustración por todo el esfuerzo realizado para resultados tan
pobres.
Cada OA, dependiendo de su profundidad, se transforma en dos o tres temas Pixarron, en que
cada tema incluye los tres momentos de la clase. Están los contenidos interactivos necesarios,
un espacio ilimitado de ejercitación, ya que cada pregunta de un cuestionario tiene entre 50 y
200 versiones equivalentes pero distintas, lo que permite contar con retroalimentación
inmediata debido a que el próximo set de preguntas será diferente. Esta retroalimentación
inmediata permite un proceso de aprendizaje muy rápido y, eficiente. El tema contiene también
un espacio de evaluación confiable, dadas estas preguntas aleatorias que impiden la copia o
plagio.
Para cerrar cada OA se considera un foro donde al estudiante se le sugiere un desafío para que
desarrolle habilidades superiores, aplicando el conocimiento de ese OA con un paso a paso
sugerido.
La suite escolar cuenta también con una poderosa comunidad de aprendizaje donde los
docentes pueden compartir material propio o de terceros, interactuar con otras plataformas y
poder animar el trabajo colaborativo entre sus estudiantes, ya sea con estos foros, con
proyectos integrados o ABP (aprendizaje basado en proyectos).
Como se puede apreciar, esta suite resuelve de punta a punta los procesos asociados a lograr
los aprendizajes del currículum, desde la detección y nivelación de las brechas, la cobertura de
los OA, y el desarrollo de habilidades superiores.
Desde el punto de vista de apoyar una educación de calidad y mejorar los resultados, la
metodología de Pixarron, desde hace casi una década ya mostraba resultados significativos.
Si bien la suite hizo su parte, la clave de estos resultados fue el rol entusiasta y motivador de su
profesora que aplicó una metodología conocida y adoptada por todos y, que consideraba
incentivos explícitos a los estudiantes
En una modalidad remota, el profesor puede asignar trabajos para la casa, trabajar con
metodologías activas de forma sincrónica o asíncrona a través de la comunidad con su
videoconferencia. En un modelo híbrido el docente puede tener un grupo en la casa y otro grupo
presencial sin el desgaste de tener a ambos grupos en la misma actividad, evitando ser un
verdadero “productor de eventos”. En cualquier modalidad, el estudiante desarrolla
autoaprendizaje, una característica relevante para la educación continua. Los padres por su
parte, pueden amigablemente seguir de cerca en tiempo real, el avance de sus hijos y no, como
es lo usual, recibir una guía sin saber qué hacer con ella.
Se proyecta que el 50% de los trabajos serán remotos o híbridos. La tecnología va a ser una
necesidad, pero también un tremendo competidor a los puestos de trabajo, al igual que la
inteligencia artificial que está crecientemente personalizando funciones, de manera mucho más
eficiente que los humanos.
Habrá una necesidad imperiosa de mayores calificaciones, y algo que es preocupante que no
está suficientemente dicho, es que para el trabajo remoto se van a contratar a los mejores,
donde estén, al salario más conveniente posible. Cuando un joven salga al mercado laboral, ya
no competirá con profesionales de su país o región, sino que competirá con los profesionales
que califiquen para esa posición, y se encuentren en cualquier lugar del planeta.
Si consideramos además que habrá muchas personas que, debido al trabajo remoto, buscaran
vivir en lugares más alejados de los centros urbanos, estos colegios virtuales comienzan a ser un
competidor serio a los colegios privados y subvencionados tradicionales e, incluso a los sistemas
de educación pública de los países, dado que sus egresados tendrán una mirada distinta, más
natural para el mundo que les tocará vivir.
Desde el punto de vista de los docentes, hay un desafío quizás mayor al que están viviendo
muchas otras profesiones, ya que ellos han sufrido más que nadie el agobio de lidiar con
múltiples tecnologías y, la frustración de ver pocos resultados. Ya no hay espacio para el modelo
de profesor “pasando materia” ya que tras casi dos años de educación online resulta intolerable
para los profesores y sus estudiantes, que el docente se limite a ese rol, además de la sobrecarga
de buscar o generar material, hacer y corregir tareas.
La figura del profesor que conocemos nosotros no ha cambiado en décadas, lo que es impensado
en otras áreas de la actividad humana. Debe mudar a un rol donde pueda ejercer su vocación
docente de guías y mentores de estudiantes que enfrentaran desafíos profesionales y de
empleabilidad mucho más complejos que los actuales, donde el que resulte analfabeto funcional
estará condenado a la marginalidad cognitiva y social.
Ni las facultades de educación ni las autoridades del área han avanzado en preparar a los
profesores para este cambio de rol, crítico para que, al igual que casi todas las profesiones, los
docentes también puedan mantenerse vigentes en el creciente mundo de la educación híbrida
y virtual.
Además de los desafíos mencionados que enfrentan los establecimientos de educación escolar
tradicional, desde un punto de vista de las instituciones de educación superior están
apareciendo desde distintos países, alternativas que son muy atractivas, en español e incluso
bilingües, en que se ofrecen carreras de seis meses con un trabajo asegurado, ganando mil
dólares al egresar.
¿Por qué entonces esa pregunta que parece obvia no resuena en las autoridades, en los
políticos, en las campañas presidenciales? Dado el gran tamaño del ecosistema educacional
chileno que captura casi 15 mil millones de dólares al año, es razonable deducir que el sueño de
una educación de calidad compite con los intereses de quienes se niegan a cualquier innovación
que excluya aquello que no agrega valor.
A nivel de educación escolar puede ser que no se avance hacia un nuevo modelo educativo con
la velocidad y determinación necesaria, dado que proyectos interdisciplinares con aspectos
tecnológicos, de procesos, algoritmos tecnologías sofisticadas en la nube, etc., resultan
complejos de entender y de absorber para el mundo escolar.
La educación superior por su parte, a pesar de la pandemia, está en una posición confortable.
Las autoridades a nivel nacional, al igual que muchas de las instituciones, tienen internalizado
en su modelo operacional y financiero, que el porcentaje de estudiantes que se reciben es
cercano al 50% de los que ingresan. Hay algunas IES que, a pesar de los efectos de la pandemia,
eximen de la nivelación de competencias básicas para enfrentar la carrera a un gran porcentaje
de los nuevos estudiantes, como si las competencias básicas pudieran ser eximidas.