La pandemia de COVID-19 está pasando una enseñanza para todos nosotros,
bien o mal nos ha llevado a valorar lo verdaderamente importante y que para
muchos lo dejábamos en segundo plano, para nosotros jóvenes, ya antes de la pandemia, más de uno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años en el mundo padecía algún trastorno mental y cifras alarmantes se suicidaban anualmente, y hoy por hoy esta situación se ha agravado con la emergencia sanitaria. De manera recurrente dos de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años expresan que a menudo se sienten deprimidos o tienen poco interés en hacer las cosas, mientras que otros han sufrido alguna pérdida en materia de educación, sin contar la cantidad desmedida de jóvenes que ha abandonado sus estudios, por falta de tecnología para poder seguir en el método online. La interrupción de las rutinas, la educación, la recreación, así como la preocupación por los ingresos familiares y la salud, hace que muchos de nosotros nos sintamos temerosos, enojados o preocupados por el futuro. Hasta ahora, los trastornos mentales juegan un papel crítico en nuestras vidas. Todos estos padecimientos pueden dañar la salud, la educación y la capacidad de generar ingresos de los niños y jóvenes. recordemos que la salud mental es parte de la salud física. No podemos permitirnos seguir viéndola de otra manera. Y debido al impacto de las redes sociales en nuestros tiempos, la desinformación pasa los límites y agrava todo lo mencionado anteriormente. Debemos tomar consciencia y pedir a los gobiernos, Padres, familiares, educadores, y a los socios del sector público y privado que actúen para promover la salud mental de todos los niños, adolescentes y sus cuidadores, además de brindar cuidados a los más vulnerables.