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Cuidar al cuidador: el final de una vida

Hacer frente a la noticia de que un familiar sufre de una enfermedad que no tiene
cura, será el inicio de un proceso de duelo que puede llevar de semanas a meses.
El primer paso siempre es el más difícil: aceptar que tarde o temprano dejaremos
de ver a este miembro tan importante de la familia.
La enfermedad será siempre dura para el que la padece, aún más, si esta viene
acompañada de dolor y pérdida de capacidades físicas y/o mentales. Después del
afectado, el cuidador primario es el que más carga lleva consigo debido a que es
quien más tiempo pasa con el enfermo, quien más cuida de él y asume
responsabilidades como ser el principal receptor de la información respecto al
progreso de la enfermedad y emisor de este a los demás miembros de la familia.
La etapa final de la vida del enfermo será, probablemente, la que más desgaste
ocasione al cuidador primario. Sin importar que tanta voluntad y cariño ponga a
sus acciones, el riesgo de verse perjudicado siempre existe. Su salud, tanto a nivel
físico como mental, puede verse afectada principalmente si pasa largos periodos
de tiempo sin recibir ayuda de otros familiares para el cuidado del enfermo. Es por
ello que es muy importante atender las necesidades del cuidador para que este
pueda hacer frente a la situación sin tener muchas repercusiones en su bienestar
personal.
Algunos síntomas que puede presentar el cuidador principal son agotamiento,
actitud negativa hacia los demás, depresión, irritabilidad, aislamiento social, bajo
rendimiento laboral o escolar, trastornos en los patrones del sueño, ansiedad,
culpa, dolores musculares y cefaleas.
La familia puede realizar diversos tipos de acciones para disminuir el desgaste en
el cuidador primario. Lo más importante será siempre mantener una buena
comunicación y buscar el tiempo para hablar sobre sus emociones ante la
enfermedad y como están afrontando su propio duelo. Mantener a la familia cerca
y presente en el proceso, disminuirá la carga del cuidador y aumentará su
seguridad al sentirse acompañado.
El papel del cuidador primario es mayormente ocupado por los miembros directos
del enfermo, como lo pueden ser sus hijos, cónyuges, hermanos e incluso padres.
Entre más cercanos sean los cuidadores del afectado por la enfermedad, este
podría verse más perjudicado por los efectos negativos del desgaste que
representa el proceso del final de una vida. Un tanatólogo siempre será un buen
aliado para que tanto el enfermo como el cuidador puedan sobrellevar su propio
duelo y así garantizar su bienestar físico y mental. Es importante que los
miembros de la familia conozcan la enfermedad, los cambios que trae consigo y
su desenlace. Si la familia se mantiene unida e involucrada en la etapa final del
enfermo, el duelo será menos doloroso para el cuidador primario y los demás
miembros afectados por la pérdida del ser amado.

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