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Otra economía es posible, experiencias antisistémicas de economía solidaria en

Latinoamérica.
Cristhian Gavilán Domínguez.
Politólogo.
Estudiante de la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos.
Universidad Nacional de Colombia.

A partir del estudio de los regímenes de comunidad política de Latinoamérica es posible


identificar la evolución del Estado-nación, las formas de organización económica que ha tenido
la región, las tendencias de transformación, y las disputas entre diversas concepciones de
entender la participación del Estado en la economía, del mercado como. En este sentido, la clase
Seminario de Investigación II se ha concentrado en el análisis de las formas hegemónicas de
organización económica de la región desde un enfoque estatal y transestatal; por ende el presente
ensayo tiene como propósito presentar visiones alternativas a estos regímenes de acumulación en
respuesta a las consecuencias que el capitalismo en sus diferentes manifestaciones ha generado
en los pueblos de Nuestra América a través de la profundización de las desigualdades y la
precarización de sus condiciones de vida.

En varios países de Latinoamérica se han adelantado alternativas asociadas a la economía


solidaria gestionadas desde diferentes culturas, estructuras políticas, realidades y fenómenos
económicos específicos; sin embargo, solo algunas de ellas se caracterizan como alternativas al
modelo neoliberal implementado en la región y adicionalmente manifiestan como objetivo
transformar el orden económico, político y social, centrado en principios que se apartan del
mercado como ordenador de la economía, de la fetichización de la mercancía y la precarización
del trabajo, expresiones antisistémicas que nos concentramos en abordar en el presente artículo.

Según lo anterior, se busca conceptualizar y caracterizar la economía solidaria a partir de su


desarrollo teórico. En segundo lugar,exponer las experiencias encontradas en Latinoamérica con
el fin de resaltar sus avances y oportunidades para otras comunidades. En tercer lugar, se realiza
una aproximación al caso colombiano de las Economías sociales del Común -Ecomun- como
producto del acuerdo de paz entre las antiguas FARC EP y el gobierno nacional, y posible
apuesta antisistémica de organización de la vida económica en colectivo. Para finalmente,
presentar algunas conclusiones preliminares al respecto. Todo lo anterior bajo la idea central de
que las economías solidarias se presentan en la actualidad como una alternativa desde lo local al
capitalismo neoliberal globalizante.

La economía solidaria como alternativa al capitalismo neoliberal.

Siguiendo el desarrollo del Seminario de Investigación II podemos sintetizar que en América


Latina han existido por lo menos 4 regímenes de acumulación capitalista hegemónicos, la
acumulación agroexportadora de inicios de siglo, la industrialización dirigida por el Estado hasta
mediados de siglo, el neoliberalismo de primera ola tras las dictaduras y crisis de la deuda; y el
llamado Post-Consenso de Washington con la profundización de las reformas neoliberales por un
lado o las reformas neo estructuralistas o neoliberalismo soft o social por el otro.

Si bien a escala del Estado nación se han presentado propuestas de organización de la vida
económica en común antisistémicas -teoría de la dependencia- estudiadas a lo largo del curso, es
pertinente enfocar nuestra mirada a la escala local como serie de experiencias que pueden
enriquecer los debates, perspectivas y opciones para superar el capitalismo. En este sentido, este
texto se enfoca en una de estas: las economías solidarias.

La economía solidaria, socioeconomía solidaria o economía popular solidaria se ubica


teóricamente en contraposición al capitalismo, concretamente a su fase neoliberal, planteándose
como una alternativa a la idea de desarrollo atado al crecimiento económico. Dentro de esta
teoría crítica algunos autores como Guerra (2012) se sitúan en oposición a la globalización en
tanto la caracterizan como un fenómeno principalmente económico que ha permitido la extensión
a nivel mundial de las lógicas neoliberales, acentuando desigualdades ya existentes y creando
nuevas formas de exclusión y precarización de la vida sobre todo en los territorios del Sur global.

En este sentido, se critica tajantemente el proceso de concentración que ha traído de la mano la


globalización económica y financiera, donde solo algunas de las empresas multinacionales y
bancos más importantes a nivel mundial se quedan con la mayoría de las ganancias. Este proceso
se ha valido de estrategias de apertura de mercado y desregulación económica, expresado por
ejemplo, en América Latina con el Consenso de Washington y los múltiples Tratados de Libre
Comercio que se han suscrito en los últimos años.

Para introducirse en la complejidad del tema el mismo autor nos plantea:

“La economía solidaria puede ser vista como un fenómeno socioeconómico complejo
donde se articulan tres dimensiones distintas de análisis: el movimiento social, con un
fuerte discurso ideológico, proclive a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo;
el paradigma científico con una particular vocación por generar teoría pertinente para
dar cuenta de los fenómenos económicos alternativos; y el sector específico de nuestras
economías donde convergen las distintas experiencias de base solidaria”. (Guerra, 2010,
p. 67)

En este orden de ideas, ya en el terreno práctico, las experiencias de economía solidaria a nivel
global, y particularmente en América Latina son muy diversas en tanto consideran
sistémicamente el proceso económico, por lo cual pueden ubicarse en cualquiera de las etapas
del mismo, sea en la producción, la comercialización, el consumo, el crédito, la circulación de la
moneda, la propiedad y la gestión de los recursos. (Guerra, 2012) El surgimiento de estas
propuestas alternativas de economía también ha sido heterogéneo, no obstante, es posible
identificar un foco importante de emergencia en las localidades populares de América Latina,
actuando como formas de enfrentar la exclusión social y la pobreza, que ataca principalmente a
cierto tipo de población como los jóvenes, la mujeres y personas de la tercera edad, al ser
considerados improductivos o insuficientemente productivos por el modelo hegemónico.

Traer a colación lo anterior permite no romantizar las economías solidarias, ya que son
propuestas que –en su mayoría- surgen de contextos hostiles donde el capitalismo (salvaje) ha
dificultado la reproducción de la vida. En este sentido, Guerra (2010) nos menciona que “(…) no
deberíamos caer en cierto romanticismo. El origen en ambientes populares de estas
experiencias y el difícil punto de partida en lo cultural y social, hacen que esta solidaridad sea
empleada en algunos casos más por necesidad que por convicción”. Igualmente es relevante
mencionar que estas formas no son nuevas, ni emergen posterior al surgimiento de la economía
solidaria como campo de estudios. Por el contrario, son parte constitutiva de la praxis
latinoamericana desde épocas prehispánicas, manteniendo vigente las otras formas de pensar y
actuar económica, social y políticamente alejados de las lógicas predominantes del capital y la
acumulación, tanto en el campo como en la ciudad.

Es importante resaltar que en el pensamiento de economía solidaria cobra un importante rol el


consumo como parte constitutiva del proceso económico dotándolo de potencialidad para el
cambio. Esto teniendo en cuenta la mercantilización de la vida a la que asistimos hoy día, donde
gracias a la globalización se han extendido unos modelos de consumo insostenibles tanto social
como ambientalmente. Por lo anterior, este punto toma relevancia tanto en la práctica como en la
teoría: en la práctica porque es un proceso del que todos hacemos parte y por tanto desde el cual
se pueden incentivar cambios; y en la teoría debido a que “(…) la economía debe apuntar
siempre a sus fines, en este caso el consumo”. (Guerra, 2014, p. 195)

Para otros autores, la economía solidaria continúa teniendo una orientación crítica y
transformadora respecto a las formas de organización hegemónicas de la economía
contemporánea, pero para autores como Razeto, un aspecto fundamental de esta nueva propuesta
es la importancia del trabajo sobre el capital durante el proceso productivo. Siendo así, propone
el Factor C que refiere a los principios de comunidad, cooperación, comensalidad y
conocimientos compartidos que rigen el trabajo y que lo separan de las características alienantes
del capitalismo. Adicionalmente, para Razeto también deben cambiarse los modelos de consumo
y las formas de satisfacción de las necesidades, allí se incluye la importancia de adquirir
productos que garanticen la sustentabilidad ambiental (Hernández, 2013, p. 34).

La inclusión del factor ambiental en la propuesta de la economía solidaria, plantea que es posible
plantearse relaciones económicas libres de explotación no solamente entre seres humanos sino
con el medio ambiente. En esta misma línea Coraggio define que la economía solidaria no tiene
como objetivo el enriquecimiento de los trabajadores sino la satisfacción de sus necesidades y
finalmente en la humanización de las relaciones sociales, incluyendo por supuesto la naturaleza.
Ahora bien, para actores como Singer la economía solidaria aparece como respuesta al
desempleo masivo y la marginalización de los desempleados y coincide en entender esta
iniciativa como contraposición a la organización capitalista indicando en consecuencia un nuevo
modo de producción basado en principios de solidaridad y autogestión (Hernández, 2013, p. 36).
Estas conceptualizaciones coinciden en caracterizar la economía solidaria como una alternativa
al capitalismo y sus consecuencias, por medio de principios asociados a la solidaridad, la
cooperación y la autogestión, sin embargo, las vías para llevar este objetivo a cabo varían.

Guerra entiende la economía solidaria como un tercer sector que no está en el marco capitalista
ni estatal y más bien reúne expresiones económicas basadas en el asociacionismo y la
cooperación; lo anterior fruto de las respuestas populares al aumento del desempleo y la pobreza
de la región. Es necesario, sin embargo, matizar esta concepción, puesto que, si bien existe un
número importante de iniciativas de economía solidaria que se han dado en sectores populares
debido a las condiciones socioeconómicas que impulsan alternativas por medio de la ayuda
mutua, no todas las economías populares se rigen bajo principios éticos como la solidaridad
(Guerra, 2010, pp. 70-71).

A diferencia, Singer expresa que es necesario que las acciones en el marco de la economía
solidaria sean emancipadoras y por ende es fundamental no depender de instancias estatales o de
cooperación para su desarrollo, es importante para el autor mantenerse al margen de las
condiciones impuestas por el modelo capitalista. Lo anterior, implica una visión más radical de la
construcción de estas iniciativas y anula la posibilidad de depender de instancias estatales para su
desarrollo. En conclusión, la propuesta de economía solidaria se mantiene como una alternativa
al modelo capitalista hegemónico, y es la reacción de las comunidades a las condiciones de
precariedad que ha impuesto el mismo en la región; esto regido por principios de solidaridad,
cooperación y autogestión que proponen renunciar a la explotación del trabajo y humanizar las
relaciones sociales en procesos de producción, distribución y consumo.

Experiencias de economía solidaria en Latinoamérica.

Las experiencias de economía solidaria en Latinoamérica han sido valiosas para el desarrollo
teórico y práctico de las mismas, y cada experiencia manifiesta características específicas de
acuerdo a las condiciones socioeconómicas y culturales que enfrentan las comunidades a razón
de los diferentes modelos de capitalismo y sus transformaciones en la región. En este apartado se
expondrán las experiencias con el propósito de evidenciar su diversidad y analizar sus
potencialidades.

El desarrollo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, México.

El EZLN ha logrado avanzar en la lucha por la tierra y el trabajo no solamente a través de sus
prácticas sino en el ordenamiento jurídico de México logrando el control de sus territorios. Esta
experiencia tiene una especificidad propia del origen indígena de este movimiento y su fuerte
conexión con el territorio. Por ende, el control que han logrado sobre el territorio constituye un
factor clave para el desarrollo de una alternativa al capitalismo, ya que, les permite a los
trabajadores agenciar su propia subsistencia a través del trabajo, apartándose de la
monetarización de las relaciones sociales.

Lo anterior a la luz de lo planteado teóricamente dentro del neomarxismo como la acumulación


originaria como las múltiples formas de despojo de los bienes comunes, como el punto siempre
presente de la alienación del trabajo, la vida y la constitución de la propiedad privada y la
acumulación constante; obligando así a los trabajadores a vender su fuerza de trabajo para lograr
su subsistencia, y apropiándose, financiarizado, sacando provecho cada vez más a cada uno de
los aspectos de la vida en un sentido amplio -humana, animal, medio ambiental-.

En el caso de México, se logró establecer desde la Constitución de 1917 la figura del ejido como
propiedad colectiva inalienable fruto de la Revolución Mexicana, sin embargo, el proceso del
EZLN por el control territorial comenzó a partir de la integración de las comunidades indígenas
al movimiento y la construcción de un poder popular indígena con sus propias instituciones
políticas, educación, salud y cultura contra hegemónica (Vergara-Camus, 2016, p. 133).

El proyecto del EZLN de Chiapas tiene como objetivo garantizar la subsistencia de las familias,
esta es, la razón por la cual, la producción de los campesinos es destinada al autoconsumo y no
para el mercado capitalista, cuando existen excedentes de la producción estos se venden para
usar ese ingreso monetario en la subsistencia de las familias. Los intercambios que se dan dentro
de la comunidad no son mediados por el dinero y en cambio se implementa el trueque de
productos manteniendo con los principios de solidaridad y compadrazgo (Vergara-Camus, 2016,
p. 137). Una característica importante para resaltar es la cohesión política colectiva que ha
dotado de fuerza al movimiento social con un importante componente cultural que además le ha
permitido ampliar su propuesta al cuidado de la naturaleza y los animales; desde el lenguaje
tojobal: no existe una dicotomía de sujeto y objeto, así los objetos también poseen vida y poseen
un corazón. Lo que implica plantearse una mutua correspondencia alrededor de la tierra, no
existe una superioridad de los seres humanos sobre la naturaleza y los animales, ni de estos
últimos sobre este, es una relación dialéctica en el más amplio sentido de la palabra.

En general el EZLN ha luchado por la predominancia del valor de uso sobre el valor de cambio
en sus formas de producción y consumo lo cual implica una contraposición radical con el modelo
capitalista. Es debido reconocer en este movimiento los siguientes factores: la fuerte
organización política y social que han desarrollado a través de la constitución de instancias de
toma de decisión basadas en la democracia participativa; la persistencia en la lucha por la tierra;
la práctica de la solidaridad y el compadrazgo como alternativas al intercambio monetario entre
las familias y adicionalmente integrar a las economías solidarias el cuidado de los recursos
naturales. Una característica identitaria del EZLN comprende desarrollar sus proyectos de forma
paralela al Estado y su institucionalidad.
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil.

La propuesta del MST en Brasil gira en torno a la autosuficiencia como el objetivo general de
sus prácticas que materializan con el acceso a la tierra permitiéndoles diversificar su producción.
El acceso a la tierra del MST ha sido la lucha por la apropiación del territorio puesto que las
reformas y el modelo de agrobusiness en Brasil no han permitido figuras legales para su
posesión. Siendo así, una primera fase del proceso para los sin tierra, es el acampamento donde
las familias ocupan un territorio y el asentamiento donde el Estado reconoce tal apropiación del
territorio.

La subsistencia de estas familias dependió inicialmente de la solidaridad de diferentes entidades


como la iglesia, los sindicatos, los movimientos sociales y las ONGs; pero posteriormente se
esperó que se garantizará por medio del gobierno municipal un mínimo para estas. Lo anterior,
plantea una estrategia de crecimiento que plantea disyuntivas al modelo capitalista, por ejemplo,
exigiendo títulos de posesión y no de propiedad privada para conservar el estatus colectivo de los
territorios.

Sin embargo, maneja una estrategia de relacionamiento con las instituciones del Estado
dependiendo del reconocimiento de sus posesiones, la garantía de la subsistencia para sus
familias o incluso el acceso a créditos para la inversión en la producción agropecuaria. Podría
reconocerse un carácter alternativo en las luchas del MST pero no en contraposición del sistema
capitalista. Es necesario señalar que, ante la diversidad de su base social, la integración al
movimiento se ha dado más a fuerza de la necesidad de condiciones dignas de producción y el
anhelo de la viabilidad de las economías familiares que a través de una cohesión cultural e
identitaria.

En Brasil, los sin tierra han orientado su lucha también en torno al territorio con matices
diferenciados; en primera instancia el MST tiene una base social heterogénea puesto que se
compone trabajadores rurales o trabajadores informales de diferentes orígenes que han buscan en
este proyecto formas más dignas de existencia; en segunda instancia, las familias han
implementado como estrategia para la continuación de su proyecto esquemas plurifuncionales
como el trabajo en otras ciudades o regiones del país para aportar ingresos a la economía familiar
(Vergara-Camus, 2016, p. 137).

Una conclusión importante del MST es que el funcionamiento dentro de las cooperativas plantea
un valor preponderante al trabajo y al valor de uso de los bienes, lo cual ha potenciado el
intercambio de productos con el principio de la reciprocidad. Sin embargo, una dificultad que se
ha presentado es la carencia de redes de intercambio que puedan relacionarse bajo esta misma
lógica puesto que las redes que han interactuado con MST se relacionan imponiéndose con la
lógica de mercado capitalista. Adicionalmente se puede resaltar los acercamientos estratégicos
del MST a las instituciones estatales ya que han logrado oponerse a políticas estructurales y
grandes reformas a través de la movilización y se han beneficiado de las expropiaciones y
créditos propuestos por el Estado.

Economía solidaria en Uruguay con las acciones de la Coordinadora Nacional de Economía


Solidaria (CNES).

Uruguay ha tenido una larga trayectoria durante los últimos años y se han generado muchas
experiencias de economía solidaria en varias regiones del país. Este desarrollo inició con la
iniciativa de Cáritas en representación de la Iglesia Católica que conformaron en el año 2000 el
Espacio de Economía Solidaria y la Feria de la Esperanza; en el año 2005 se creó la Ecotienda
como un espacio de coordinación de productores. A partir de estos hitos se han generado varios
proyectos de ferias de producción y distribución que han construido redes departamentales de
economías solidarias como Canelones, Artigas, Maldonado, Montevideo, Paysandú, Colonia y
Rivera.

Finalmente se creó la Coordinadora Nacional de Economía Solidaria que ha integrado estas


redes, y ha definido la economía solidaria como una construcción colectiva y transformadora de
hacer economía incluyendo con esto los procesos de producción distribución, consumo y
acumulación compuesta por diferentes emprendimientos que a su vez se han conformado de
manera colectiva, tienen una gestión democrática y están cercanas a las asociaciones colectivas
(Hernández, 2013, pp. 37-39).

Durante su desarrollo estas asociaciones han presentado algunas dificultades; primero han
enfrentado dificultades económicas en cuanto a la comercialización de los productos y ante ello
las comunidades han tenido que compartir el tiempo con otros trabajos debido a la ausencia de
difusión de sus producto y el relacionamiento con otras organizaciones a nivel externo; segundo,
las instancias democráticas de decisiones han funcionado a partir de representaciones de cada
asociación sin embargo existe el cuestionamiento de incluir a todos los integrantes a la toma de
decisiones, lo anterior, refiere la disyuntiva entre la democracia representativa o radical
(Hernández, 2013, pp. 67 -71).

Es posible resaltar que las experiencias de economía solidaria en Uruguay confluyen en orientar
sus procesos económicos orientados a través de valores del cooperativismo y se opone en esta
vertiente al modelo de acumulación capitalista y adicionalmente se valora de manera
preponderante el trabajo humano y la capacidad de trabajo colectivo.

Ahora bien, las experiencias latinoamericanas ha sido diversas y sus resultados también, sin
embargo es posible establecer cercanías entre ellas. Todas ellas han mantenido una posición
ideológica crítica hacia el modelo capitalista y las grandes consecuencias que ha tenido en las
relaciones sociales establecidas y las especificidades del contexto latinoamericano como lo
pueden ser el desempleo, y la marginalización de los desempleados.
Si bien mantienen que es necesario una transformación de la economía el alcance de cada caso es
diferenciado; para el caso de México se propone una contraposición completa con el capital y la
propuesta incluye aspectos fundamentales de la misma como la evasión de intercambios
mediados por el dinero, o el control territorial ejercido de manera colectiva y no individual. Para
el caso de Brasil, el alcance se ha orientado a encontrar alternativas posibles de empleo y de
subsistencia que le permitan a los sin tierra viabilidad económica, no obstante lo anterior no se
ha expandido a todas los procesos económicos como la distribución y el consumo; de esta
manera es una experiencia que se mantiene transformadora para las comunidades en sí mismas..
El caso uruguayo, gracias a su amplio desarrollo, ha integrado redes más amplias de
emprendimiento pero el alcance de los mismos se mantiene como un sector emergente de la
economía y en consecuencia en competencia con otros modelos que no valoran el componente
social de este tipo de propuestas.

Por otro lado, una dimensión importante del análisis corresponde a la relación de estas
experiencias con las instituciones estatales. Los sin tierra en Brasil han logrado estar en constante
diálogo con el gobierno y las políticas brasileñas así como el caso uruguayo ha logrado
establecer conexiones con la institucionalidad, por ejemplo, para el establecimiento de una ley
para el cooperativismo pero su papel en este proceso se ha mantenido como un actor menor, ya
que no han logrado la realización de sus demandas ni se han constituido como una fuerza política
fuerte; mientras tanto, el EZLN se ha mantenido al margen del Estado y uno de los principios
que más abanderan ha sido su autonomía y las posibilidades de conducir su propia forma de vida;
constituyéndose como un movimiento social e indígena fuerte.

La naciente experiencia de Ecomún.

El de julio de 2017 se llevó a cabo en Bogotá el lanzamiento de Ecomun, creada con el objetivo
de “(…) promover, conforme a sus estatutos, el proceso de reincorporación económica y social
de los integrantes de las FARC EP y cumplir las funciones que se le asignan en el Acuerdo Final
(…)” (Estatuto, 2018, p. 1). Respecto al Acuerdo de Paz, la conformación de la cooperativa
responde al “Punto 3: Fin del conflicto”, en su apartado de “Reincorporación de las Farc-EP a la
vida civil -en lo económico, lo social y lo político- de acuerdo con sus intereses”, donde se
establece un apoyo económico por una sola vez para emprender un proyecto individual o
colectivo.

Para este fin fueron capacitados alrededor de 40 hombres y mujeres de la Farc en economía
solidaria, quienes comenzaron a liderar los diversos proyectos productivos y sociales, tanto a
nivel nacional como en los territorios más golpeados por el conflicto por medio de la figura de
los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación-ETCR-.

La cooperativa incluyó inicialmente algunos proyectos concentrados en el cumplimiento de los


deberes contraídos por el otrora grupo armado insurgente resultado del Acuerdo, tales como el
desminado humanitario y la sustitución de cultivos de uso ilícito; y por el otro lado diferentes
proyectos donde destacan aquellos de vocación agropecuaria, construcción, confecciones,
preservación ecológica y turismo participativo (Mimbre, 2018). Actualmente, Ecomun reúne
alrededor de 4.960 asociados en 135 cooperativas incluyendo 17 proyectos productivos en
actividades ganaderas, agrícolas, artesanales, de apicultura, entre otros, de los 25 que tienen
como objetivo implementar. (Colombia2020, 2019)

Es importante resaltar los elementos mencionados por Ciriec (2000) y retomados por Guerra
(2012) acerca de los principios éticos de la Economía social ejercidas por las sociedades, sean
estas cooperativas, mutualidades o asociaciones:

“1. Finalidad de servicio a los miembros o a la colectividad antes que al beneficio. 2.


Autonomía en la gestión. 3. Procesos de decisión democrática. 4. Primacía de las
personas y de trabajo sobre el capital en el reparto de los beneficios” (p. 20)

Asimismo es clave hacer mención de los puntos anteriores debido a que tanto la estructura como
el funcionamiento de Ecomun se acerca a dichos planteamientos. Respecto al primer punto, la
Cooperativa es una persona jurídica de derecho privado, de carácter asociativo sin ánimo de
lucro, por lo cual su objeto principal es implementar lo pactado en la Habana y lograr el proceso
de reincorporación integral de los excombatientes, más allá de las ganancias que de esto pueda
resultar. Sin embargo, lo anterior no significa que las actividades desempeñadas por los
diferentes asociados no generen rentas, sino que esto no es el fin fundamental.

Lo previo, se conecta con el segundo punto en tanto Ecomun funciona como una cooperativa
normal, por lo cual tiene autonomía en su financiación, gestión y decisiones. Así, las rentas que
reciben son esenciales para el mantenimiento en el tiempo de la Entidad, la cual también se
financia de proyectos de cooperación internacional. Este punto es importante debido a que como
se mencionó más arriba las economías solidarias se caracterizan por desligarse tanto del marco
capitalista como del estatal, no obstante, estos proyectos reciben financiación estatal por medio
de Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) al enmarcarse en un proceso de
paz y teniendo como fin la reincorporación de los excombatientes, lo cual en principio no afecta
la independencia y autonomía de la misma, en tanto son los miembros los que deciden los
proyectos que presentan a dicha Agencia para su posterior financiación.

Respecto al tercer punto, la estructura organizativa de Ecomun está basada en principios


democráticos para la elección de los cargos existentes a su interior, como la Asamblea General,
el Consejo de Administración y el Gerente, contando a su vez con rotación periódica de dichos
cargos cada dos años. En relación al cuarto y último punto, la organización está pensada bajo los
criterios de igualdad y justicia en el reparto de beneficios, estos pensados no únicamente en clave
económica sino de satisfacción de necesidades y crecimiento personal y colectivo. Por ejemplo,
dentro de la Entidad existe un Comité de Educación encargado de orientar y coordinar las
actividades de educación solidaria dentro de la organización, atendiendo a las necesidades en
materia de formación, capacitación, promoción, asistencia técnica e investigación relacionados
con el plan de desarrollo de la cooperativa. En este mismo sentido, existe de un Fondo de
Solidaridad en evento de calamidades graves de los asociados, donde se percibe una
colaboración económica y/o en especie de los asociados. (ECOMUN, 2018)

Sin embargo, Ecomun no ha estado exento de todos los problemas y demoras que ha tenido la
implementación del Acuerdo de Paz: a un año de su fundación, Germán Moreno Casallas,
representante legal de la cooperativa, ya denunciaba la falta de voluntad política por parte de
diversas entidades relacionadas con el proceso de reincorporación y aprobación de proyectos
productivos como el Consejo Nacional de Reincorporación, la Cámara de Comercio, DIAN, de
la Súper Solidaria y principalmente en el Banco Agrario, que ha retrasado la apertura de cuentas.
(Hacemos memoria, 2018)

Pese a estas demoras y obstáculos en los diferentes ETCR y en los Nuevos Puntos de
Reagrupamiento -NPR- los excombatientes han emprendido por su cuenta muchas iniciativas
productivas que están siendo apoyadas técnica o financieramente por organismos públicos,
universidades, autoridades locales y organismos internacionales. (Ibíd) Las cuales no se salvan
de la preocupación reiterada del acceso a tierras, materia pendiente del punto 1 del acuerdo:
“Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”.

Algunas conclusiones preliminares.

Es evidente que el modelo de acumulación capitalista y en particular su expresión neoliberal, ha


tenido gran calada en América Latina, por cuenta de las alianzas que se han establecido entre
poderes económicos locales y extranjeros y de estos con élites políticas de los respectivos países.
El resultado ha sido totalmente destructivo social, económica y ambientalmente, dejando un
ambiente de precarización laboral; desempleo; mercantilización de la vida y los recursos
naturales; crisis climática y energética, entre otros. En este sentido la reproducción de la vida
cada vez se torna más difícil por lo cual se hace necesario virar la mirada hacia formas
alternativas de producir, consumir y comercializar, formas más humanas que no atenten contra la
vida en todas sus expresiones.

En concordancia, el presente escrito tenía como intención evidenciar una de las alternativas que
viene tomando fuerza hace ya bastantes años en América Latina: la economía solidaria,
fundamentada en los valores de la cooperación, la solidaridad y la autogestión. No obstante, la
recopilación de experiencias demuestra que es un universo heterogéneo de formas económicas
alejadas de los modelos hegemónicos, lo cual dificulta su caracterización. Sin embargo, es de
gran riqueza contar con estas diversas formas de entender la problemática actual y actuar frente a
ella, en tanto, permite denotar que cada contexto requiere de propuestas distintas para que estas
sean efectivas y produzcan cambios sustanciales.

También es necesario resaltar que las economías solidarias son un fenómeno complejo, con
expresiones académicas, de movimientos sociales y como sector económico, lo cual ha generado
que se extienda el concepto y que procesos que se autodenominan como tal acudan a prácticas
alejadas de todo el potencial revolucionario de la propuesta dejándose cooptar por lógicas de
mercado y/o estatales. Adicionalmente, muchas de las propuestas de economía solidaria surgen
espontáneamente como respuesta a las dinámicas de exclusión, marginalización y explotación en
las que se ven sumidas las poblaciones, por lo cual se hace necesaria una alianza entre los
diversos actores de la economía solidaria incluyendo la academia para que estas propuestas sean
fomentadas, mantenidas y reproducidas, por medio del reconocimiento del valor emancipador
del que gozan.

Por último, se considera importante el esfuerzo que se está llevando a cabo por parte de Ecomun
para construir su propuesta de economía solidaria en el país a pesar de todas las trabas que han
sido puestas por parte de la institucionalidad a la misma. Es potente en tanto dicha propuesta
integra varios proyectos a nivel territorial, priorizando proyectos que promueven la soberanía
alimentaria en el país, poniendo en discusión el problema histórico de la mercantilización del
campo y la concentración de la tierra.

Bibliografía

● ECOMUN. (2018) Estatuto de la organización especial de economía solidaria


“Economías Sociales del Común sigla “ECOMUN”.
● Colombia2020. (2019) Ecomun, uno de los primeros frutos de la paz. Bogotá. El
Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/ecomun-
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● Guerra, P. (2010). La economía solidaria en América Latina. Papeles de relaciones
ecosociales y cambios sociales, 110, 67-76.
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Cooperativa de Colombia.
● Guerra, P. (2012). Miradas globales para otra economía. Barcelona : Edición SETEM.
● Hacemos Memoria. (2018) ¿En qué va Ecomún y la reincorporación socioeconómica de
los excombatientes de las Farc? Recuperado de:
http://hacemosmemoria.org/2018/07/07/ecomun-farc/
● Hernández, O. F. (2013). Economía solidaria en Uruguay: Un abordaje desde sus
prácticas colectivas. Universidad de la República.
● Mimbre. (2018, septiembre 12) Así funciona 'Ecomun', la empresa de economía solidaria
fundada por excombatientes. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?
v=mf9Il0LzZ_k
● Vergara-Camus, L. (2016). Tomando el control: Autonomía, subsistencia y
desmercantilización. Gérmenes de otra economía en las luchas de los zapatistas en
Chiapas y los sin tierra en Brasil. En Economía social y solidaria en movimiento (1.a ed.,
pp. 129-143). Universidad Nacional de General Sarmiento.

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