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Y LA REVOLUCIÓN DE MÉXICO
BIBLIOTECA CONSTITUCION ALISTA
TOMOS PUBLICADOS
L—Carranza t la revolución de México, por Edmun
do González-Blanoo. Segunda edición corregida y aumen
tada considerablemente.
n.-ÜN déspota y un libertador (El Problema de
México), por Andrés González-Blanoo.
III.—Db Porfirio Díaz a Carranza. Conferencias da
das en el Ateneo de Madrid por Pedro González-Blanco.
1 EN PRENSA
IV. —Madbro, por Andrés González-Blanco.
V. —El clericalismo y la revolución oonstituoiona-
lista, por Edmundo González-Blanco.
VI. —El pretorianismo en México, por Andrés Gonzá
lez Blanco.
Vil. - Leyes oonstitucionalistas comentadas , por
Franoisoo Rivera Pastor, Profesor en la Facultad de
Derecho, de Madrid. •
VIII. —Obrbgón, por Pedro González-Blanoo.
IX. —Historias db los principalbs hechos db armas
librados por el ejército coNSTiTnqiONALisTA, por Joa
quín Alvarez.
X. —La rbaooión zapato-villista, por Andrés Gonzá-
lez-Blanoo.
XI. —La convención db Aguas Calibntbs (Dato» para ’
la Historia), por Enrique A. Salgado.
XII. —El problema económico bn México después db •
.revolución constitucionausta, por Vicente Gay,
. Profesor de Eoonomia polítioa en la Universidad de
Vallad olid.
XIII. —Pablo González, por Andrés González-Blanco.
. . XIVi—Altanado, por Pedro González-Blanco. *
XV. —Cándido Aguí lar, por Edmundo González-
Blanoo. ' ;V
XVI. —El • problema agrario bn Méxioo, por Julio
Prieto Villabrilie:
XVII. —Historia compendiada db la revolución oons-
TtTUOroNALiSTA, pór Edmundo González-Blanco.
XVIII.—Los civiles del constitucionalismo, por Pe
dro Gouzález-Blanoo.
XIX. —Los Estados Unidos y la revolución oonstitu-.
CI0NAU8TA, por Joaquín Alvarez.
XX. —Jacinto TbbviSo, por Pedro González-Blanoo.
BIBLIOTECA CONSTITUCIONALISTA.-Tomó1.
EDMUNDO GONZÁLEZ-BLANCO
CARRANZA
Y LA REVOLUCIÓN
= DE MÉXICO =
SEGUNDA EDICIÓN
IMPRENTA HELÉNICA
PASAJE DE LA ALHAMBRA, NÚM. 3, MADRID
1916
ES PROPIEDAD
PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION
CARRANZA
CAPITULO PRIMERO
§ 1. CARACTERÍSTICA DE CARRANZA
• \ ' ,
y loe Agitados sueños de la humana ambición,
se entregó a copiosa» lecturas de sociología e
historia, que le llevaron a un conocimiento exac
to de la evolución política moderna.
No es menester, ni se compadecería con <ba
realidad, encarecer aquí la tristísima y absurda
idea que tienen algunos de la revolución mexi
cana al considerarla como una algarada de pi
llastres y bandidos. Precisamente su jefe es un
hombre honrado y fuerte, de notoria individua
lidad y definida orientación. Desde que ocupó
la presidencia municipal de Cuatro Ciénagas re
veló altas dotes administrativas, espíritu em
prendedor y reformista, propensión constante
a dar a cada uno Ib que es suyo, exactitud en
el cumplimiento de los compromisos sociales
y firmeza inquebrantable frente a la dictadu
ra del general Díaz. Uno de sus primeros actos
de cívica franqueza fué negarse a redactar,
como quería e’.' Gobierno, un informe en que se
hiciera constar que la municipalidad atrave
saba por una época de inusitado esplendor, in
forme, se le decía oficiosamente, que redun
daría en aumento de su honra y en beneficio
de la República. Carranza respondió con ente
reza que no se le había dado el cargo que desem- ¡.
peñaba para engañar, Bino para servir loe inte
reses del pueblo; no para la conveniencia de
la política militante del Estado, sino para in
formar a éste de la verdadera situación del mu
nicipio, Y a loe treinta y cuatro años de edad,
CARRANZA T LA REVOLUCIÓN DE MÉJICO 65
CAPITULO II
Y CARRANZA
DEL NORTE
§ 5. LA CONVENCIÓN DE AGUASCALIENTES
GENERAL DE CARRANZA
CAPITULO III
e-
188 EDMUNDO GONZÁLEZ-BLANCO
CAPITULO IV \
Hombre*.
Hombrea
LA REVOLUCIÓN DE MÉXICO
CAPITULO PRIMERO
CAPITULO II . '
! - '
a estos grupee divetraoe han fracasado: el de
Porfirio Díaz, porque pretendió gobernar el país
con procedimientos del siglo xv; el de Made
ro, parque trató de gobernar can un sistema del
siglo xix. El ideal de México esté en llegar a
saber gobernarse con un sistema del siglo xx,
y este ideal lo ¡representa hoy la personalidad
del general revolucionario Carranza, que si
para el observador superficial de la situación
de aquel país no ee más que el sucesor de Ma
dero, para el constitucionalismo en acción es
el jefe capaz de asumir toda la responsabilidad
militar y política de su obra y conducirlo al.
triunfo. Loe mismos que confiesan que durante
el Gobierno de Porfirio Díaz México adelantó
grandemente en material civilización, incul
pen ai dictador de su atraso moral. No sutpo o
no se preocupó dé inculcar la justicia, el des
interés, el- verdadero patriotismo. Este inmensa
laguna es la que aspira a llenar ¡Carranza. '
El problema social este íntimamente nelacio.
nado con el problema político de las leyes de
México. El problema político de gobernar las
diferentes razas que habitan en México podrá
tener soluciones diferentes e igualmente ade
cuadas; pero el problema social no admite más
solución que una: la educación nacional. Ca
rranza se ha impuesto por misión precisamente
educar al pueblo, virilizarle, instruirle, des
arrollar su patriotismo, reformar su moral. Lo
esencial en esta reforma es dar al indio una
286 «DMUNDO »ONZÁLM-BLAITCO
§ 2 EL PBOBLEMA DE LA EDUCACIÓN
i DE LOS INDÍGENAS
1
sino por temor a lo que pueda sobrevenir al tiem
po de caer. República« hay, como la Argentina,
que se tumultúan con la regularidad de los mo
vimientos de un péndulo. Caminando incesante,
mente en los senderos del progreso desde el pun
to de vista evolucionarlo, vino dando vueltas en
un círculo desde el punto de vista revoluciona
rio. ¡ Quién lo dijera! ¡ En 1901 ha retrocedido
a 1810! ¡ La Argentina, en el siglo xix, fué un
planeta que recorrió su órbita política convulsio.
nándose una vea cada diez años: 1810, 1820,
1830, 1840, 1849 a 52, 1861, 1870, 1880, 1890,
1901! Si hoy, allí coano en Chile, parece haber
casado el estado anormal e irregular, es porque
la espontánea emigración extranjera,, cuyos pro.
gresos crecen de día en, día, no podía menos de
dar, tarde o temprano, este resultado, pues pe
sando mucho en la vida económica, estaba des
tinada a reemplazar con su actuación pacífica e
industrial las violencias de la revolución. En el
estado opuesto, en el estado crónico revoluciona
rio, la influencia de la raza y de las institucio
nes coloniales no ha sido el verdadero factor ni
la causa generatriz y eficiente de inestabilidad
tan lamentable. Cuando Be estudian de cerca y
sin pueril pasión los hechos, se reconoce que la
paz y la riqueza de las naciones no es obra de
superioridades ancestrales, sino de costumbres
morigeradas en todos los ramos de la administra
ción. Las revoluciones no obedecen, cuando as
las hace por sistema y no por necesidad, a otro
CARRANZA Y LA RaVOLUCIÓN DB MEJICO 325 '
CAPITULO III
YANQUIS Y MEJICANOS
■ í : .
S 2. EL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO
Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA
f
como todos loe que tozudamente se empe
ñan en que laa revolucione« mexicanas serían
imposibles de hecho sin el auxilio moral y
económico de loe yanquis, no sólo se dispen
san de dar a conocer aá público las causas
de orden interno que las han motivado, sino
que, en virtud y a consecuencia de esta pér
fida inhibición, son incapaces de señalar el
carácter y dar a conocer las fines de las mo
vimientos de insurrección que han llevado a
México (país por mucho tiempo oprimido por
la tiranía) a su situación actual. Así resul
ta que no presentan, en apoyo de sus asertos,
un solo dato positivo, un solo hecho com
probado: todo se lee va en comparaciones
históricas, afirmaciones sin pruebas y consi
deraciones vagas, ridiculamente maliciosas y
de superioridad periodística, como dle quien
está en el secreto de las grandes conspiracio
nes internacionales. El único dato, el único
hecho en que han creído salir triunfantes, es
en la famosa cuestión del petróleo, que, exa
minada con imparcialidad, se vuelve contra
ellos. Sabido es que en 1910 Be descubrieron
en México yacimientos petrolíferos reconoci
dos inmediatamente como 'los más ricos dial
mundo. Baste decir que un solo poro produce
80.000 barriles de petróleo. Las concesiones
principales fueron para la Compañía inglesa
Pearson. Pues bien: según dicen Barzini y
Marfil, la Standart Oil norteamericana, que
CARRANXA Y LA BHVOLUOIÓN DB MÉJICO 387
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CARRANZA Y LA REVOLUCIÓN DE MÉJICO 421
CAPITULO VI
ESPAÑOLES Y MEXICANOS
capitulo vn
| 1, EL PROBLEMA AGRARIO EN MÉXICO.
t
barga nuestras fuerzas, y debe embargarlas, la
solución de nuestro problema económico, único
secreto de asegurar muestra independencia na
cional e individual. Lograda su solución, lo de
más vendrá de añadidura.» Y esto lo dice Sán
chez Mármol precisamente en un capítulo con
sagrado a la literatura mexicana y a loe ade
cuadle medios de que florezcan en su país mu
chos y grandes escritores.
El movimiento constitucionalista, dirigido
por Carranza, revela, por su poder intrínseco y
par su radio de acción, ei verdadero sentir de
la nación mexicana relativamente al problema
económico, y el pensamiento fundamental que
lo anima da unidad a todos los elementos que
entran en la lucha y carácter al núcleo que lo
dirige y que constituye su representación oficial.
Los aspectos del problema económico los redu
cen los oonstitucionalistas a dos: la coloniza
ción interior y el porvenir de la población indí
gena. Claro es que el problema es de resolución
difícil y lenta; claro es también que algo hizo
Porfirio Díaz; pero ello fué tan poco, y realiza
do en forma tan desatentada e injusta., que Ma
dero pudo buscar apoyo en el descontento de
loe campesinos para TebelaTse contra el dictador,
y el coronel norteamericano Woldon, en carta
dirigida a éste y publicada en la revista La
República (números dé Febrero y Marzo de
1902), demostró que no sólo había descuidado
casi en absoluto el porvenir de la población in-
458 BDMUNDO GOJTZÁLBZ-BLANCO
Hectáreas.
§ 3. EL CARRANCI8M0
Y LA REFORMA POLÍTICO-AGRARIA
CAPITULO VI
CAUSAS POLITICAS
DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA
§ 1. VICISITUDES DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL
DE MÉXICO
§ 2. FEDERALISMO T CONSTITUCIONALISMO
i
Para consolidar su dictadura, Porfirio Díaz
tuvo que acrecentar hasta lo increíble el poder
de la Iglesia y del ejército, creando así el cle
ricalismo y el (militarisiño. Porfirio Díaz, sin
llegar al extremo de abandonar la instrucción
popular en miaño« de la Iglesia, tendió a que •
esta instrucción fuese genuinamente católica.
Así como ejercía eft poder por el poder, presi
diendo crgullosamente la vida monótona de
una nación tiranizada, puso en «i gobierno de
les almas la influencia de un elemento que im
pidiese todo lo más posible la libre manifev
tación de las convicciones individuales. El Es
tado no ejercía acción alguna sobre los esta
blecimiento» del clero, ni aun siquiera un de
recho de inspección y vigilancia. La Iglesia
CARRANZA Y LA REVOLUCIÓN DE M1ÍJICO 503
CAPITULO VII
LA CONTRARREVOLUCION DE 1913
Y SUS CONSECUENCIAS
| 3. LA DECENA TRÁGICA
I
fingido, ¿tuvo conocimiento de ello el general
Huerta? Tatas son las insidiosas preguntas que,
vencidos por la fuerza de los hechos, se ha¡n
atrevido a deslizar los enemigos de la revolu
ción mexicana. Es curioso oir lo que alegan en
este punto. Según Marfil, «la opinión más ge
neralizada (i¡¡ ) es la de que la revuelta fué
artificiosamente preparada por Mondragón,
sin conocimiento de Huerta» (¡ j j). Dice Ke-
lley en el mismo sentido: «el asesinato de Ma
dero fuó un acto vil y odioso, en verdad; pero
aún no se ha podido comprobar (¡ ¡ ¡ ) que el
general Huerta tomase parte en semejante cri
men. Huerta fué elegido, como sucesor de Ma
dero, de acuerdo con todas las formalidades
' de la ley» (¡j¡). El P. Monjas, sacando la
cuestión de quicio, como acostumbra, se expli
ca así: «¿ Fué realmente el general Huerta ins
tigador o causa del crimen que se le imputa? De
los documentos nada se deduce en pro de esta
* afirmación, que han esgrimido como arma
(¡ ¡ J ) aus enemigos, y no falta quien achaque
la desaparición de Madero a dos ministros del
Gabinete de Huerta, movidos por venganzas
políticas» (¡J¡). Pero aún falta escuchar lo
que se atreve a escribir Núñez de Prado, el
menguado historiador de la decena trágica, por
este tenor: «la perversa y tendenciosa frase
(¡ j ¡ ) de -un doble asesinato político es una in-
fame e interesada calumnia, lanzada contra el
general Huerta... La muerte de Madero, una
CARRANZA Y LA REVOLUCIÓN DB MÉJICO 525
34.»—T rao L
530 KDMITNDO aONZÁLBZ-BTJtNCO
§ 4. COMPLICACIONES
TRAÍDAS POR LA CONTRARREVOLUCIÓN
§ 5. LA CAÍDA DE HUERTA
I
, «¿Cuándo se irá ese hombreP...» «Tal era
(dice Julio Sexto) la pregunta que se hacían
unos a otros los metropolitanos, día a día.
viendo que el Gobierno se derrumbaba, vien
do que las incongruencias oficiales y los éxi
tos revolucionarios se desquiciaban sobre los
hombros de aquel hombre, viendo que el tin
glado se venía abajo, el tinglado, el andamia
je, la acumulación de sucesos antitéticos que
.formaban un verdadero tinglado, una traba-
«
CARRANZA Y LA REVOLUCIÓN DE MÉJICO 543
CAPITULO VIII
f 2. EL PARTIDO ZAPATISTA
§ 4. EL PARTIDO CONSTITUCIONALISTA
. Y 8U PORVENIR
FIN
ÍNDICE
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