En Portada
Juez y acusado Toda ambición tiene su precio
Baltasar Garzón ha iniciado una nueva
etapa en la Corte Penal Internacional.
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Baltasar Garzón
“Parece ser que hay
que demostrar
la inocencia, aunque
debiera ser lo contrario”
E
l pasado 12 de mayo, una ré-
plica del Guernica de Picasso
salía de la Audiencia Nacio-
nal. Un asesor la descolgaba
del despacho del magistrado y se la lle-
vaba con el resto de sus objetos perso-
nales. El símbolo más famoso contra la
guerra se desprendía de las paredes del
Juzgado de Instrucción nº5 de Madrid y
ponía rumbo a la Haya.
Baltasar Garzón inicia nueva etapa en
la Corte Penal Internacional. Atrás que-
dan los errores y los aciertos del pasado.
Suspendido cautelarmente de su cargo
por supuesto delito de prevaricación en
las investigaciones sobre las víctimas del
franquismo, el ‘juez estrella’ abandona
la Audiencia Nacional después de casi
22 años de servicio. Con la polémica en
los bolsillos, el Guernica bajo el brazo y
la sombra de las tres causas en las que
figura como imputado, se marcha a Ho-
landa para continuar investigando críme-
nes contra la humanidad. La vida sigue,
pero los errores del pasado aún no están
enterrados.
En 1983, un empresario llamado
Segundo Marey era secuestrado al ser
confundido con un cabecilla de ETA.
Diez días más tarde era liberado al nor-
te de España. Así comenzaban las ac-
tividades delictivas de los que después
se llamarían Grupos Antiterroristas de
Liberación (GAL).
Cinco años más tarde, en 1988, el
mismo año en que Garzón entraba en
la Audiencia Nacional, una multitud de
profesionales, abogados e intelectuales
por Amel Fernández
presentaban una querella contra el sub-
comisario José Amedo y el inspector
Michel Domínguez, según destacaba El
Mundo. “Cuando solicité el Juzgado de
Instrucción nº 5 me cercioré de que el
asunto no estaba ya en el juzgado, lo que
me tranquilizó”, recordaba Garzón años
después. Lo que el magistrado no espe-
raba era que la Sección Tercera de la Au-
diencia Nacional revocara poco después
la conclusión de las diligencias sobre la
Guerra Sucia contra ETA. El caso GAL
caía en sus manos.
Daba comienzo así una de las ba-
tallas judiciales con más trascendencia
mediática y política de la historia de
nuestro país. Se trataba de un proceso
sobre una “organización formada o im-
pulsada desde las mismas estructuras
del Ministerio del Interior, dirigida por
algunos responsables políticos, públi-
cos y sociales de España y compuesta
por hampones, delincuentes comunes,
antiguos miembros de las OAS y de la
extrema derecha, que funcionaban en
células autónomas, sin relación aparen-
te entre ellas y conectadas por arriba, en
función del responsable que se trataba”,
como describió el propio Garzón en su
biografía ‘Un mundo sin miedo’. Esta
organización, pagada con los fondos
reservados del Ministerio del Interior,
asesinó a una treintena de personas entre
1983 y 1987 por supuesta vinculación
con la banda terrorista ETA.
Los dos primeros procesados eran
Amedo y Domínguez, cuya orden de
prisión era firmada por Garzón el 13 de
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 julio de 1988. “Los policías Amedo y declaraba que “la imparcialidad del juez mo diario. La desarticulación de la ban-
Domínguez, procesados por primera vez de Instrucción nº 5 podría estar en entre- da se pudo realizar gracias a las decla-
por un asesinato consumado”, titulaba dicho” debido las “relaciones personales raciones de los “arrepentidos” Ricardo
El País poco tiempo después. Años más conflictivas” y la “enemistad manifiesta” Portabales y Manuel Fernández Padín,
tarde, en 1994, Amedo y Domínguez “se entre el demandante (Rafael Vera) y el que a día de hoy aún viven con miedo,
arrepentían” e implicaban a varios ex magistrado. La imparcialidad de Garzón alejados de sus familias y en el punto
mandos policiales y cargos del Ministe- quedaba en tela de juicio. de mira de la mafia. Según informaba
rio del Interior, según publicó El Mundo. Antes de dar carpetazo al asunto de recientemente La opinión de Coruña,
A finales de ese mismo año eran deteni- los GAL, Garzón se hacía de nuevo con “hace años que perdieron la protección
dos el director general de la Seguridad la maza para desarticular las redes del policial que les llevó a moverse siempre
del Estado, Julián Sancristóbal; el ex jefe narcotráfico gallego, en lo que se vino con escoltas y tienen que trabajar para
del Mando Unico de la Lucha Contrate- a llamar Operación Nécora. Corría el mantenerse, pues el Estado dejó de co-
rrorista, Francisco Alvarez y el ex res- año 1990 cuando el juez “aterrizaba en rrer con sus gastos”. En abril de 2010 los
ponsable de la Brigada de Información helicóptero en los pazos de los capos de dos testigos clave denunciaban en ABC
de Bilbao Miguel Planchuelo. Parecía la droga en Galicia” como señalaba La la falta de protección policial. “Nos di-
que todo se quedaría ahí, hasta que en Razón. Más de 350 policías desplazados jeron que no podíamos estar así toda la
1995 Amedo entregaba al juez una cinta apresaban de madrugada, en sus casas y vida y eso lo entiendo, pero no pueden
en la que Sancristóbal implicaba al en- en pijama, a los principales jefes del con- dejarnos tirados en la calle de la noche
tonces presidente Felipe González. trabando de tabaco, reconvertidos a nar- a la mañana” añadía Fernández Padín en
Planchuelo, Alvarez y Sancristóbal cotraficantes. “Desde ese día le acompa- declaraciones a EFE.
asumían su implicación en los hechos ña el apelativo de «juez estrella», del que En 2004 el caso Nécora concluía
y acusaban también a Felipe González, tiene el copyright” según declara el mis- con la lectura pública de la sentencia
al ex ministro del Interior José Barrio-
nuevo y a varios diputados socialistas.
En el verano de 1998 el Supremo con- La imparcialidad de Garzón quedó en tela de juicio en el Caso GAL.
denaba por el secuestro de Segundo
Marey a Barrionuevo, Vera y Sancris-
tóbal a diez años de cárcel; a Francis-
co Alvarez, Miguel Planchuelo y José
Amedo a nueve años y seis meses; a
Ricardo García Damborenea a siete
años y a Michel Domínguez a dos años
y cuatro meses. El 9 de Septiembre de
1998, eran encarcelados el entonces
Secretario de Estado para la Seguridad,
Rafael Vera y el Ministro del Interior,
José Barrionuevo. La responsabilidad
de Felipe González en la trama no lle-
gó a probarse. A partir de 2001 todos
los cargos condenados por el secuestro
de Marey eran indultados y pasarían el
tiempo que les quedaba de condena sin
dormir en prisión, y sólo tendrían que ir
a firmar dos veces por semana.
Recientemente, Rafael Vera inter-
ponía una demanda ante el Tribunal de
Estrasburgo por supuesta violación del
Convenio Europeo de Derechos Huma-
nos y por la presunta parcialidad del juez
Baltasar Garzón en el juicio de Segun-
do Marey. El 6 de enero de 2010 el tri-
bunal sentenciaba que no había habido
violación del convenio, pero reconocía
la falta de imparcialidad del magistrado.
Como señalaba el propio texto, Garzón
“no respondió a la exigencia de impar-
cialidad impuesta por el artículo 6 de la
Convención”, puesto que el juez había
dejado de ser diputado socialista poco
antes de reabrir el caso en 1994 al volver
a la Audiencia Nacional. La sentencia

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que inculpaba a gran parte de la banda
de “Los Charlines”. Aunque los pri-
meros condenados fueron lancheros y
mediadores, gracias a las declaracio-
nes de Padín, se conseguía encarcelar
en operaciones posteriores a la cúpula
de la banda (que inicialmente se había
“librado” de las tenazas de la Opera-
ción Nécora). De esta forma, eran de-
tenidos después el patriarca del clan,
Manuel Charlín Gama; sus hijos y su
hermano, José Luis Charlín. A día de
hoy, los principales inculpados conti-
núan en prisión y el principal acusado,
Laureano Oubiña, que no fue condena-
do por tráfico de drogas, fue finalmen-
te encarcelado, como ocurriera con Al
Capone, por delito fiscal.
Laureano Oubiña también era rela-
cionado tiempo después con el traficante
sirio Monzer al Kassar, cuya detención
era ordenada por Garzón en el año 1992.
Aunque algunos medios informaban que
su detención no tenía nada que ver con la
operación Nécora, Kassar si era relacio-
nado finalmente con actividades de te-
rrorismo internacional, como el atentado
contra un Avión de la Pan American en
1988 (según aseguraba la revista norte-
americana Time), con una red de comer-
cialización de coches de lujo robados y
con varias organizaciones de tráfico de
drogas y venta de armas.
Otro importante golpe de Garzón
en su lucha contra la droga se llevaba
a cabo también en 1992 en la llamada
Operación Pitón. Según informaba EFE,
la Audiencia Nacional condenaba a 19
procesados por haber intervenido en la
introducción en España de hachís para
su posterior distribución en Holanda e
Italia. La desarticulación de las redes,
implantadas en Andalucia y Ceuta e in-
tegradas por delincuentes italianos vin-
culados a la Camorra y la N´draghettá,
se saldaba también con la detención de
la familia Di Govanne.
Y no había terminado el caso Pitón
cuando ya estaba investigando la UCI-
FA, Unidad Central de Investigación
Fiscal y Antidroga de la Guardia Civil,
en la que, según se pudo demostrar,
algunos miembros pagaban con droga
a confidentes. “Jamás autoricé pagos
con droga en la UCIFA” destacaba
el comandante José Ramón Pindado,
detenido en diciembre de 1992 por el
juez Garzón por la provocación de en-
trada de alijos en España, según infor-
maba El País en 1995.
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El magistrado ‘luchó’ contra el narcotráfico gallego en la Operación Nécora.
¿Autorizó usted los pagos con droga
a confidentes que llevaron al desmante-
lamiento de la Unidad Antidroga de la
Guardia Civil en 1992? Preguntaba el
escritor y periodista Daniel Montero Be-
jerano al entonces Director General de
la Guardia Civil, José Luis Roldan, en
presencia de un polígrafo para la revista
Interviú en 2007. “Nunca autoricé esas
prácticas; pero la instrucción de Garzón
no se basaba sólo en eso. Tenía más re-
lación con los pedidos de droga encar-
gados por agentes encubiertos y pagados
con fondos reservados. El objetivo era
conocer la ruta de entrada y detener a los
narcos, pero a veces caían en una induc-
ción al delito. Además, el pago con dro-
ga a confidentes es una práctica habitual
de muchas policías del mundo”. El polí-
grafo determinaba que decía la verdad.
Aunque resulta difícil creer que el direc-
tor de la guardia civil en aquel momento
conociera las trampas montadas por la
citada unidad para hacer llegar a Espa-
ña a narcotraficantes y detenerlos con
la droga y desconociera las actividades
vinculadas a distraer una cantidad para
pagar a los “chivatos”.
Sobre estas actividades, el ex minis-
1
tro del Interior José Luis Corcuera y el
ex secretario de Estado para la Seguri-
dad Rafael Vera declaraban que Garzón
y Roldán pactaron la autoinculpación
de algunos agentes, fueran o no culpa-
bles, para evitar “detenciones masivas
de cientos de agentes y el consiguiente
escándalo”, según señalaba El País. En
total, la Audiencia Nacional condena-
ba a quince acusados, entre confidentes
y guardias civiles y declaraba que los
guardias civiles de la Unidad Antidro-
ga integraban una “organización de
narcotraficantes”. El coronel Francisco
Quintero, el comandante José Ramón
Pindado y el teniente Gonzalo Méndez
eran condenados por Tribunal Supremo
por un delito continuado contra la salud
pública e ingresaban en prisión a princi-
pios de 1999.
Un año después de concluir el caso
Ucifa, en 1993, Garzón dejaba la ma-
gistratura para presentarse a la lista del
PSOE y era elegido diputado. “Garzón
entrega a la política el prestigio logrado
con toda una vida de esfuerzo” titula-
ba La Vanguardia. Poco después, el ex
juez aceptaba la proposición de Felipe
González para ser delegado del Gobier-
no en el Plan Nacional sobre la Droga,
pese a las reticencias de Corcuera, y ob-
tenía el rango de Secretario de Estado,
que le permitía mantener su escaño de
diputado por Madrid. En diciembre de
ese mismo año, el Consejo de Ministros
traspasaba a Garzón y su equipo anti-
droga del Ministerio de Asuntos Socia-
les al Ministerio de Interior, aumentan-
do así sus competencias.
Su paso por el ministerio dio poco
que hablar comparado con su regreso al
poder judicial en 1994. Lo que algunos
tacharon de “pataleta”, tras “ver frustra-
das sus aspiraciones a ministro”, acabó
con su regreso a la judicatura, contando
incluso con las críticas de el diario El
País, el cual recordaba que la Ley Orgá-
nica del Poder Judicial del año 1985, que
establecía la “reserva de plaza” y que
permitía a los magistrados una exceden-
cia especial para dar el salto a la política,
fue “creada por el franquismo para que
los jueces pudiesen ser designados go-
bernadores civiles, jefes provinciales del
Movimiento o delegados provinciales de
los ministerios”. Parecía que la vuelta de
Garzón no agradaba a nadie.
Como no siempre llueve a gusto de
todos, el juez insignia volvía para dar
carpetazo al tema de los GAL, antes de
que prescribiera, y para emprender la
lucha legal contra el terrorismo. En esta
ocasión, desde la lejanía de la suciedad
de las batallas libradas años antes por el
partido en el que temporalmente militó
y desde la lógica judicial que siempre
ha tratado de defender, pese a los sedi-
mentos que inevitablemente pudieran
haber dejado sus experiencias dentro de
las entrañas de la política. De esta forma,
en 1997 conseguía arrastrar hasta el ban-
quillo y condenar a 23 miembros de la
cúpula de HB por delito de colaboración
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En 1993, Garzón dejaba la magistratura para presentarse a la lista del PSOE y era elegido diputado.

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con banda armada después de haber ce-
dido sus espacios electorales gratuitos a
E.T.A. Aunque posteriormente la senten-
cia era decretada nula y el Constitucional
excarcelaba a la Mesa de HB en 1999,
la demanda interpuesta en 2002 por el
Fiscal General del Estado solicitando la
ilegalidad de los partidos políticos HB y
EH, afirmaba sobre la sentencia del año
97 que “ni sus hechos probados ni sus
fundamentos jurídicos fueron puestos en
tela de juicio por el supremo intérprete
de la Constitución.”
Escasos meses después del auto de
Garzón que ordenaba el cierre del diario
Egin y la detención de 15 de sus respon-
sables en 1998, salía a la palestra otro de
los casos más controvertidos de Garzón.
La Audiencia Nacional establecía que
España tenía “plena competencia para
juzgar los crímenes de genocidio, terro-
rismo, torturas y desaparición de perso-
nas cometidos por las dictaduras milita-
res de Argentina y Chile.
Augusto Pinochet era detenido en
Londres en 1998, después de la orden
dictada por Garzón. En marzo del si-
guiente año, los siete jueces lores del
Reino Unido retiraban la inmunidad y
anunciaban, por mayoría de seis votos
contra uno, que el ex dictador debía so-
meterse al procedimiento de extradición,
pero solamente por delitos aislados co-
metidos a partir del 8 de diciembre de
1988, fecha en la que Gran Bretaña in-
corporó a su legislación la Convención
de las Naciones Unidas sobre la tortura.
Mientras el ministro de Interior británi-
co, Jack Straw, daba luz verde al proceso
de extradición en abril, el Gobierno chi-
leno anunciaba su intención de acudir a
un arbitraje internacional para solucionar
el caso. Finalmente, en enero de 2000, el
ministerio del Interior británico declara-
ba que Pinochet no estaba en condicio-
nes para ser juzgado y Jack Straw recha-
zaba la solicitud de extradición.
A los pocos días de fallecer el ex
dictador en 2006, Carlos Castresana,
fiscal del Tribunal Supremo español y
uno de los impulsores del proceso contra
Pinochet, afirmaba que los principales
responsables de haber frenado el caso
fueron Aznar, Blair y y el ex presidente
chileno Eduardo Frei. “Ellos sabían que
Chile no estaba en condiciones de juzgar
a Pinochet y, aún así, le permitieron mar-
charse de Londres. Al final, no estaba tan
enfermo como decía”, señalaba en una
entrevista para El Correo.
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Mientras seguían librándose los
debates de las siempre controvertidas
aguas del derecho internacional en sus
afluencias con los cauces del ordena-
miento jurídico español, diferentes pro-
cesos algo menos sujetos a interpretacio-
nes desembocaban en casos algo menos
mediáticos. El magistrado detenía en
2001 a miembros de Al Qaeda supues-
tamente implicados en los atentados del
11S y 11M, suspendía las actividades
de Batasuna en 2002 y se concedía des-
pués la que sería su segunda pausa en la
tormenta, solicitando una excedencia en
2005 para impartir clases en EEUU.
Un año y medio duró la calma que
precedió a la tempestad. A su vuelta,
una investigación sobre blanqueo en
paraísos fiscales le conducía, como ase-
guraban La Razón y El Confidencial, al
origen de lo que después se denominó
Caso Pretoria. Un escándalo urbanís-
tico que se destaparía en Cataluña en
2009 y que a día de hoy continúa sal-
picando a las altas esferas del partido
socialista. Al tiempo que el río de co-
rrupción comenzaba a inundar varías
alcaldías catalanas, se aprobaba una ley
que daría mucho que hablar y que su-
mergiría indirectamente a Garzón en un
proceso en el que no sólo se vería como
juez, sino también como acusado.
La Ley de Memoria Histórica veía
la luz en 2007, pese a la oposición de
PP y ERC. Y un año más tarde, el juez
emprendía “la mayor investigación so-
bre los desaparecidos del régimen de 2
Franco”, como destacaba El País. La
«Ley por la que se reconocen y amplían
derechos y se establecen medidas en fa-
vor de quienes padecieron persecución
o violencia durante la Guerra Civil y
la Dictadura», según su denominación
oficial, obliga (entre otras cosas) a las
Administraciones a elaborar y poner a
disposición de las familias de los fusila-
dos y desaparecidos “mapas en los que
consten los terrenos en que se localicen
los restos” y, al Gobierno, a realizar uno
de todo el país.
El problema subyace en que esta ley
entra en conflicto con la Ley de Amnistía
de 1977. Y todo se complica, aún más,
al contemplar que el derecho interna-
cional impide amnistiar crímenes contra
la humanidad, debido a que los concibe
como delitos imprescriptibles. Por tanto,
como diversos tratados internacionales
y la Ley de Memoria histórica contradi-
cen las bases del texto del 77, el único
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 El regreso de Garzón a la magistratura tras su paso por la
política desagradó a muchos de sus compañeros.

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camino lógico hacia el consenso sería la
derogación de la más antigua, tal y como
han hecho la mayoría de los países que
estaban en parecida situación.
En líneas generales, podemos sim-
plificar diciendo que la investigación
de Garzón se apoya en el derecho in-
ternacional y en la Ley de Memoria
Histórica española, mientras que la te-
sis del juez Luciano Varela para seguir
adelante con las querellas presentadas
contra Garzón, por la asociación Ma-
nos Limpias y Falange, se sustenta en
la Ley de Amnistía que, al haber sido
aprobada en 1977, es anterior a la nor-
ma suprema del derecho español, la
propia Constitución Española. Mien-
tras tanto, la Organización de Nacio-
nes Unidas (ONU) ya se ha encargado
de llamar la atención repetidas veces
a España por resguardarse en esta ley
para evitar investigar a fondo los crí-
menes del franquismo y no atender el
ruego de las víctimas.
La amplitud de tonalidades que apor-
tan las diferentes interpretaciones del
derecho difuminan una solución. Las
consideraciones claras dependerán del
lado del que se miren. Porque siempre
variarán dependiendo de donde provenga
la luz que las ilumine. Y lo mismo ocurri-
rá con las oscuras. Luces y sombras que
pueden tornarse en negro sobre blanco en

Garzón ha sido uno de los

magistrados que más ha colaborado
en la lucha antiterrorista.

Las tres causas contra Garzón

1
LA INVESTIGACIÓN DE LAS VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO
Se le acusa de prevaricación por haber iniciado unas diligencias sobre las desapariciones
del franquismo que no eran competencia de la Audiencia Nacional. (Prevaricación es el
delito de juzgar una cuestión a sabiendas que es injusta.

2
LOS CURSOS QUE IMPARTIÓ EN EEUU
Está acusado de prevaricación y cohecho por el dinero que recibió del entonces BSCH
para financiar las clases que dio en la Univerisdad de Nueva York. (Cohecho es el delito
consistenteen sobornar a un juez o funcionario en el ejercicio de sus funciones o en la
aceptación de soborno por parte de aquellos.

3
LAS ESCUCHAS DEL CASO GÜRTEL
Se encuentra bajo la acusación de prevaricación y de interceptación ilegal de comunica-
ciones por autorizar escuchas telefónicas en las conversaciones que mantuvieron desde
prisión los imputados en el caso con sus abogados defensores.

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 cualquier momento, según la situación
del que las observe. Laberinto de matices.
Desierto de esperanzas o mar de dudas.
Subjetividad después de todo. Leyes que
se sobreponen o se mezclan, como tex-
turas de un lienzo sin colores. Derecho y
justicia tratan de pintar lo nítido. Mientras
el negro y el blanco pelean por cada pin-
celada, haciéndose cada día más grises.
El recuerdo de las lágrimas y las ga-
nas de secarlas se debaten en el lienzo de
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la historia. Como en ese cuadro contra
el sufrimiento humano que ahora se
agarra al nuevo despacho de Baltasar
Garzón. Como en ese cuadro que un
hombre pintó un día. Ese en el que la
gama de grises se extiende por el terri-
torio de una nación. Ese en el que nada
es lo que parece. Ese que describe la
sangre derramada con la ausencia de
colores y con la furia del dolor.
2 El ‘juez estrella’ ha abandonado la Audiencia
Nacional después de casi 22 años de servicio.
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