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70 El arre del motor

Cuando Foucault -;e interroga sobre la crisis de las di- UN ARTE TERMINAL
memio11e.1 en acción en la arqu itectura del lenguaje, uno se
pregunta qué podrían ser verdaderamente, al margen de toda
aberración epi temológica, ese ojo afocal que sólo vería y
e e oído igualmente ignorante, a menos que pensemos en las
próte<;is y los órganos sin cuerpo de nuestras herramientas de
transmisión o investi gación -radio, teléfono, videovigi lancia,
hasta el lenguaje fragmen tado de las computadoras-: todo lo
que debía fundar desde el s iglo XIX la mediatización indus-
trial y, con ella, someter a la literatura, las ciencias humanas,
"Si se queda inmóvil, la gente se acer-
el pensamiento cientffico mismo, al esquema interpersonal
cará a mirarlo."
de un intercambio lin güístico mínimo que durante mucho
Ü OISNEAU
tiempo funcionará según el dudoso concepto de "causa a
efecto" ... siempre que la cuestión se planteara de manera
pertinente.
A falta de una necesaria cultura de la desinformación, al
menos deberíamos seguir el consejo del estoico antiguo que
recomendaba a un amigo no referir todo a los ojos y lo ponía
en guardia contra el exceso de plenitud de la mirada. "Esas
formas y esas imágenes innumerables de las cosas visibles,
presentadas una por una, que se juntan y se acumulan en el
fondo del alma [ ... ]. La entorpecen, la perturban a ella que
no está hecha para eso y no podría contener tantos objetos
deformes. Ello explica esa plaga de los fantasmas que di-
sipan nuestros pensamientos y cuya perniciosa variedad obs-
truye el camino a la contemplación luminosa." 1 Esos es-
pectros que no morirán de hambre, mientras que nosotros,
nosotros sí pereceremos.
La situación de confusión de nuestras herramientas de co-

l. Petrarca, Mon secret, París, Rivages, 1991.


72 El arte del motor Un arte terminal 73

municación no está protegida de cierta ob ervación trau- ti mo. drogas ... lnve,tigaciones que coincidirán con las de los
matológica, y esto, aun cuando e epa que incl uso en este organismos federales estadounidenses cuyo objetl\ O es estu-
dominio los campo de acción comerciales y militar-indus- diar la. cau as de la. diferentes enfermedade,, y que no vaci-
triales, más indisociable que nunca, mantienen una relación lan en 111cluir el ases111ato en la categon a de la, epidemias, en
perversa entre la reparación y el daño infligido. A. í, en el si- particular en lo, medios escolare,. con ve1111ic111co mil a,esi-
glo x1x se desarrolló la psicología de masas con los progre- natol> registrados en 1991 en lo, Estados Unido,.
sos de la proletarización militar-industrial y la necesaria :ipe- En mayo de 1992, una cncuc:-.ta de l larris. 1ealm1da en
lación al método experimental, a las estadí ticas y a los Francia y publicada por a111é 111t1g<1:i111•. r,:, ela a ,u , e, un
modelos matemáticos. Pero en 1892 nacía igualmente la in, estado de dependencia inqu ietante ,:n1 re qt11en,:, , ufren la in-
pección laboral, encargada de velar por la protección de lm fluencia de lo:-.. medio,: el 43<'fi de la, pcrMrna, interrogada,
trabajadores, en particular la de las mujeres, los ni iirn, y la, no tolerarían que ~e lal- pri vara tic 1elcvi,ion . no oh, tantc lo
jóvenes menores de edad. Hacia I900 e datan los inicio, de lUal el M t:r declara e,perimcntar un verdndl!lll mak , tar 11'1-
la sociedad de consumo en Europa y e l nacimiento de un c1 co dc,plu.::-.. tic haberla mirndo Victnr S S11 a, hu1 gl'r o
ne industrial que el general Ludendorff. maestro de la e,11a Brandon Cantcrwall. luego de uno, , e111te :u,o, de 1nH·,11g,1
tegia alemana en 19 17, con idera, mucho ante, que l litk1 ) c1011c, ,obre l.i patologia 11!1,:, 1, 1vi1 en lm 1 , 1,,do, l 111do,,
Mussolini, "como una verdadera arma·· ... Y de,pué, de 1918 con,t,1t,1n " 1 bien e, d1f1c il 11'}iltc11 ('/ 1111¡,m 111 de 1,, ll' IC\1 -
es normal la existencia de trabajos sobre los 1rauma11, mo, ,u>n no ,e ,abe l.omo actlia y para co111p1 ,:ntleilo 11.1) t¡uc r<.'·
mentales y físicos de la víctima de esta primera guerra lll curnr 111dudablemen1c a 111éloc/o.1 n1a/i1<111 1111" '
dustrial mundial y el desarrollo de las investigac1one, ,ohr,: L na , e, m:b. e,ta fra,culogfu 11,1tlut.:c /a mtH 111 111 ,Ir,/, .
los accidentes laborale y de trán ito como con,ecu,:ncia tk fell\a fn-111t· ti la fl•c111ca , ,cnaladu pu, K,1rl Kr,111,., ., pr111-
la revolución de los transportes. Por últ imo. la era de la di- c1p10, de \lglo. r~n efecto. ¿,no 1mpl11;,1 el 111,pm '" <.lt· rta
suasión nuclear llevará a su con umación la n•1•ol11cicin el,• energía. aun cuando é,ta no ,ca la tic la nia,,1'1 1 Por 4u, J1,1•
las transmisiones con el auge de la televisión indu,m al. mular tra, pretexto, cult urale, tlcC1'l HI\ , por utr, pane Ju
En los Estados Unidos y Canadá, los responsables de la que no dcJa n111guna duda, por eJcmplo en un au 1drrfü• uuto-
salud, en especial los epidemiólogos y los pediatras, estable- mov11í,11co'! S111 embargo, 1a111b1én e,h: 11pu dt· d1uqu<.· trau-
cerán entonces la existencia de una patología tele,úiw, que má11co compete, la, má, de la, H'cc,. ,, una p tolngu, 111 -
sufrirán una vez más los niños y lo sectores no favorecidm formac1onal, a cierto d,:tenoru de la re<.·epc1011 Je sc"11le
de la sociedad, llamados "de riesgo", y según la cual el abu,o aud1ovl\uale, debido a la fallgu. el abu?tu de ukuht1l u Je
de televisión, unido al del trabajo forzado, provocará di verso,
fenómenos patológicos: obesidad o anorex ia nerviosa. ~1ala
actividad cerebral, de órdenes profundo. del lenguaJe, 111ca- 2. ··t:.\po,ur( to Tclt\ "'°" 1a a 1(1\ ~ l actor íor 1olc-~" . ,1,..,.
riw11 Juumt1l 1if f.¡11tlt'm1t1/1Jg1 , 12~ C4J, abnl ~ IV 9
pacidad de orientarSe en el espacio real. agresividad. alcoho-
74 El arre del morar Un arre terminal 75

tranquilizante ... , lo que no excluye la con 1derac1ón de la el Salón Aeronáutico de Le Bourget en 199 l , e te temible
velocidad de l vehículo, un exce o de velocidad ancionado bombardero, con su silueta caótica pintarrajeada con una
como un delito. e inclu o como un crimen. sustancia opaca, parece apenas capaz de volar. Sin embargo,
¿Quién pen aria, como sí ucedía hace uno cien años, en mientras en el ám bito "civil" la moda se aferra todavía a la
dar a un automóvil de erie la forma de un faetón o de un ca- icónica electrónica y el derroche de la imaginería de síntesis,
rruaje de caballo cualquiera? ¿A quién e le ocurriría toda- el Furtivo nos introduce en una última iconoclasia completa-
vía di eñar un cohete con un perfil que no fuera aerodinámi- mente purificada de las contingencias de la comunicación,
co y comprometiera su poder de penetración? ¡Sin embargo, participa de un ARTE TERMíNAL donde el objeto mismo resti-
es lo que e hace cuando se pretende imponer de manera ab- tuye la opacidad de la lejanía, la ceguera de la velocidad de
soluta la dicotomía entre los efectos secundarios de nuestros las que la liberación de los medios había pretendido desem-
vehículos audiovisuales (su estética, su ética, su calidad ... ) y barazar a nuestra visión del mundo. Los estadounidenses es-
los trenes de ondas que los propulsan a la velocidad de la tán convencidos a tal punto de ello que no exhibieron en el
luz, y esto porque los últimos, propiamente hablando, no tie- últi mo Salón de Le Bourget (1993) sus nuevos prototipos,
nen "corporeidad" ! Pero volvamos a los especialistas de la sucesores del Furtivo. Pero, a decir verdad, ¿se trata todavía
patología televisiva. El caso del avión furtivo, el F 117 esta- de aeronáutica?
dounidense, ese prototipo que sufrió recientemente varios ac-
cidentes graves luego de los servicios prestados en el espec-
tral conflicto del golfo Pérsico, debería ilustrarlos, parece, Llegamos al fin de un ciclo de la percepción. Como yo
sobre la evolución cualitativa y la plasticidad de nuestro fu- mismo escribía en otra parte: "La ceguera está en el centro
turo medio ambiente audiovisual : como en la nueva guerra del dispositivo de las próximas «máquinas de visión», y la
óptico-e lectrónica lo que es visto ya está destruido, má! v~Le producc ión de una visión sin mirada no es en sí misma más
ser destruido antes que ser visto. Es por eso que los d1sena- que la reproducción de un intenso enceguecimiento , ence-
dores del Fl 17 decidieron abandonar la primacía de las anti- guecimiento que se convertirá en una última forma de indus-
guas leyes físicas de la aerodinámica, en provecho de un po- trialización: la industrialización de la no mirada". 3 No olvi-
der de penetració n capaz de desafiar los haces de ondas demos, sin embargo, que antes de la invención de esta última
radioeléctricas de los radares y de enceguecer las pantallas "visión sintética" que pretende liberarnos del "acto de ver" ,
de control. Así, pues, este avión fantasma ya no se conte~ta las de la instantánea fotográfica, el revólver astronómico de
con lanzar señuelos para modificar el campo de perc~pc1ó_n Jules Janssen en 1832, luego la del fusil cronofotográfico del
del adversario, sino que es en sí mismo un objeto de sintes,s
que anticipa la desaparición de su propia imagen, la destruc-
3. Paul Virilio, La Machine de vision , París, Galilée, 1988 [La
ción de su representación. .
Visto en un campo de observac ión directa, por eJemplo en máquina de visión, Madrid, Cátedra, 1989).
76 El arre del motor
Un arte 1ermi11al 77
fi iólogo. Jule -Etienne M arey que permitía ver e 1 mov1m1
• .
en
to d e o b~eto que e de plazaban a o-ran veloc 'd d · do de espeJOS, los famosos espejos que. señalémo~lo, vuel-
. , . . ~ 1 a en el e pa-
c10 y por ulllmo la del motor c inemático de la ca' · ven a cobrar importancia en la investigación óptico-electró-
. mara c1entí- nica militar de última generación-. Por otra parte. en 1865 es
fi1ca, todo este conJunto de nueva técnica d .,
, . · e percepc1on un militar quien, inspirándose en Houdini. logra hacerse par-
te nd1an en lo e enc1al a poner en lo inl'isible ('i s,·111 I · '
, . . · •· p e vista) cialmente in visible sobre un escenario ... H. G. Wells publi-
la mascara de lo v1S1ble. Con ellas, nues tra incapacidad vi-
caría su novela El hombre invisible treinta años más tarde, y
su a l, nue tra.,ceguera relativa e colocaban en el centro de 1a
el director James Whale, con la ayuda de John Fulton en los
re pre ~ntac1on, de la comunicación. Es por e o que entre la efectos especiales, realizaría en 1933, poco antes de la muer-
arte v1 ua le más tradicionales, e l ilusionismo debía encon- te de Melics, su obra maestra cinematográfica: "Esa especie
trar e o bl igatoriamen te en el origen d e la alucinación retinia- de misterio vestido. de viaje a través de lo imposible -escri-
na d e l moto r cinemático pero, del mi m o modo, en e l de su be Paul Gilson-, en que las gotas de lluvia on la únicas que
amplificación fanta mática por la pue ta en acción de los tru- denuncian la silueta del hombre y hacen de é l un e pectro
c os, de los efectos e peciales más recientes y por último de con los colores del pri ma, un fantasma atrapado en la tram-
la imag inería de síntesis. pa de un arco iri . La bruma delimitaba aún su perfil y la nie-
Po r lo dem á , la filiación e s clara: d e Daguerre al relojero ve delataba inexplicablemente la huella de sus pasos ... hasta
Robe rt Ho udini, q ue utilizó la idea del diorama de aquél pa- el ge to del policía que di para a la altura del corazón, hasta
ra crear espectáculos e n lo q ue la ilusión se ba aría directa- el fin del hombre invisible que vuelve a hacerse espléndida-
mente visible para morir.. .''.
mente e n la persistencia retiniana y de c ubrió lo que llamará
En tanto lo antiguos magos ate taban el escenario con
"los tiempos particulares de la visión" ... a Georges Melies,
una multitud de objeto. heteróclito-, Robert Houdini inaugu-
inventor d e los trucos c inematográficos, pero también último
ró la era moderna del ilusionismo al afirmar que "el principio
director de l Te atro d e las Ve lad as Fantásticas de Houdini, de fundamental de la pre tidigitación e producir grandes efectos
1888 a 1924. El ilusionism o es u n arte completamente consa- con pequeña cau as" ... como en mecánica. Dio origen así a
grado a sacar partido de los límites visu ale del testigo, que una especie de anti fenomenología insidio a de las técnicas de
. · · entre
acomete contra la capacidad innata de éste de d 1st1nguir repre entación, una cierta derrota de la fe perceptiva. El gran
10
lo real y lo que cree real y verdadero, y le hace creer en John Maskelyne perfeccionó aún má la actuación de Stoda-
que nunca existió, creer en la nada. d re. El mismo era heredero de una antigua familia en la que se
Contrariamente aJ mago de Plató n que recreaba el .t-¿un ° contaban astrónomos, fí ico y otro inve tigadores " matemá-
a voluntad, el ilusionis ta del sig lo xcx ya es capaz de m ven- gicos". Como Houdini, había concebido androides, un "juga-
tar no sólo obietos sintéticos bimo rfos o trimorfos que con- dor de whist", una "máquina de escribir" ... Fue uno de sus
J • b' é d estable- descendientes, Jasper Maskelyne, quien, trasladando el arte
ducen al espectador a no verlo todo, s mo tam 1 11 e
. 1o bservador a de la ilusión a la realidad del campo de batalla, contribuyó a
cer un ámbito de síntesis que e sta ve z o bl1ga a
. . d rtas y sobre to-
no ver nada -esto, gracias a los Juegos e pue
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ta victoria de El Alamein ( 1942), al crear e ta vez, en el mis- turalmente sus lentidudes que sus aceleraciones, y lo que se-
mo desierto. una ecología de síntesis destinada a confundir ría la realidad del tiempo mismo en que se desarrolla el mo-
tos medios de percepción del enemigo y favorecer los "falsos vimiento. El movimiento es la ceguera .
movimientos·• del ejército británjco. Así, cuando el motor/cámara deja de producir la imitación
Aún hoy numerosas invenciones de Jasper Ma kelyne si- del movimiento real a veinticuatro imágenes por segundo y
guen estando clasificadas, e decir reservadas a un núme ro experimenta velocidades anormales, lo que Ray Harryhau-
restringido de iniciados; entre otros di positivos, había in- sen llama "dinamación" en oposición a la " ani mación" del
ventado un sistema de comunicación por rayos infrarrojos y dibujo animado, el espectador manjfiesta c ierto malestar. De
un método para hacer que los aviones fueran invisibles a los hecho, se e ncuentra brutalmente colocado en los límites de
proyectores de la defensa antiaérea a baja altitud; también sus capacidades de identificación visual por esta recreación
mejoró el camuflaje de las posiciones de artillería mediante del " miste rio del movimiento" que es la dime nsión primitiva
la utilización de superficies reflectantes y, además, muy pró- de nuestra percepc ión del mundo.
ximo al Furtivo, bregó por la aplicación del gris omega, co- Lo mismo ocurre con e l cineasta Micbael Powell cuando
piado del color del petrel, para el camuflaje de los objetos en declara: " Para mí, la danza forma parte del cine, siempre ha
el mar...4 sido así... En The Red Shoes [las zapatillas rojas], cambia-
ba constantemente de velocidad en una misma escena. Vein-
ticuatro imágenes por segundo es monótono, entonce pasa-
Para Maske lyne, la disimulación estaba, sin paráfrasis, en ba de cuare nta y ocho a seis imágenes por segundo, lo que
el centro de la representación, puesto que cuanto mayor fue- me permitía efectuar todos los trucos en directo, en el
ra el rendimiento de las técnicas de percepción, más debía plató".
extenderse la reducción a la nada de lo real, desde las perso- "Hay má en lo inmóvi l", decía Bergson. Lo que explica
nas hasta los objetos de gran tamaño y, por último, hasta re- e l pensamiento del que va a depend~r en Occidente la esen-
giones enteras. cia de la representación, hasta la innovación del motor: lo in-
Abandonemos el fárrago de explicaciones de las que los móvil hace visible y las artes plásticas serían una inmoviliza-
occidentales son ávidos cuando se trata de arte y representa- ción del movimiento que daría la ilusión de ver, de tener el
ción, recordemos por un momento las palabras de Pablo de tiempo de ver.
Tarso: "El mundo que vemos está pasando" y digamos: "No No hay duda de que el arte más acabado era el paisaje fijo
vemos el mundo que está pasando" ... no percibimos más na- de la naturaleza muerta. Tal vez porque su mundo inmóvil
hace pensar en el descanso en el que el difunto se convierte
en un objeto expuesto al que se puede contemplar a gusto,
4. David Fischer, Le Magicien de la guerre, París, Presses de la tomándose tiempo, puesto que ya no se mueve. Y también
Cit6, 1986. con la impresión muy intensa de que quien ha dejado de vi-
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,·,r existe más que cuando existía de verdad, cuando se mo- Hoy sabemos que se puede agotar el ser del mundo; ¿por
,ía frente a nosotros provocando un exceso de plenitud de qué no prever que se pueda agotar rápidamente la frágil esfe-
1mágene¡, de sí mi mo. Como en la película de James Whale: ra de nuestros sueños, de nuestros fantasmas, de nuestros
invisible en vida, al morir el ho mbre se vuelve magnífica- asombros, que algunos presentan como la meta última de
mente visible. una civilización que lograría experimentar con ellos?
En Vermeer, el más consumado de los pintore. , el mundo Las obras de los surrealista y sobre todo su "banco de
viviente es como una naturaleza muerta, la disposición bajo sueños··, sin embargo, nos mostraron la indigencia del sueño
la mirada del espectador de una serie de objetos enemi gos trivial. Este último carece notablemente de variedad y fanta-
del movimiento. Si durante su trabajo el pintor despl aza sía, y la representación de nuestros deseos chochea con faci-
uno. aunque sea un milímetro, sabe que no sólo e te objeto lidad: le gusta principalmente repetir sus escasos tema . Esto
sino todos los demás, al perder su placidez, habrán cambia- e igualmente evidente en la imaginería de síntesis, que no
do de identidad. ílustrando las palabras del estoico, Scho- hace sino imitar los efectos especiales y los trucos del anti-
penhauer escribe con respecto al holandés: "El espectador guo cine en 3D o el dibujo animado y tropieza, ostensible-
no puede considerar sus cuadros sin conmoverse, sin repre- mente, con los límites plásticos de lo imaginario.
sentarse el estado mental del artista, tranquilo, apacible, lle- De hecho. reencontramos aquí la continuación y la con-
no de serenidad, como le era necesario para fijar su atenc ión clusión de la antigua disputa que a principios de siglo oponía
en objetos insignificantes, indiferentes, y reproducirlos con a los documentalistas y los pictorialistas: ¿la imagen de sí11-
tanta solicitud. Y la impresión es tanto más fuerte porque, tesis debe imitar al cine, o bien puede tener un modo de exis-
cuando pensamos en nosotros mismos, nos sorprende el tencia que le sea propio, a la manera de la fotografía científi-
contraste de esas pinturas tan calmas con nuestros senti- ca que e separa de la representación pictórica? No hay duda
mientos siempre sombríos, siempre agitados por deseos e de que aquí nos encontramos en un punto sin retomo, en un
inquietudes". 5 interrogante fundamental sobre lo que hoy se manifiesta co-
Desde los comienzos de la revolución del motor, la pues- mo un exceso del lenguaje. Por más que se esfuerce encarni-
ta en marcha de las imágenes destruyó esta organización es- zadamente por querer probar lo contrario, el hombre creativo
tacionaria y, con ella, el descanso de la visión, la demora en no e empero un creador, la creación no corresponde a su
la contemplación luminosa, "ese campo de presencia en sen- dominio y la palabra creador, empleada con tanta frecuencia,
tido amplio", y creó esa desinformación visual que muy es inadecuada ... ; en cierto sentido, con toda seguridad es más
pronto iba a reducir los procedimientos de la representación ingeniero que creador. Luego de los futuristas, Duchamp, los
y la comunicación a su expresión más simple. cinetistas y otros partidarios de la motorización generalizada
lo demostraron: en el siglo xx, el arte no tenía más futuro del
que tendrán las tecnociencias en el siglo XXI. La ruina de su
5. Schopcnhauer, Douleurs du monde, París, Rivages, 1990. organización estacionaria no hacía sino revelar esa tendencia
El artt dd motor
Un arte terminal 83
al cao.\ que. ,cgun chlegel. H' d/.\111111/a detnÍ\ de toda e t('(l-
c 1(m ord1 nada.
Desde la invención de la instantánea y la puesta en mar-
cha del motor cinemático, nuestra época se encaminó por
etapas hacia el fin de un ciclo de la apariencia, no sólo el de
Cieno-.; e-.tudio, reahiado.., recientemente en Canadá y lo
la observación directa sino. hoy. el de la percepción indirec-
E-.tado.., Umdo-, pueden dar una idea de e ta patología y de
ta, y esto sin que nos inquietáramos desmesuradamente por
las afeccione., bien reales cau<,ada a sujeto<, con tendencia a
su<, destrucciones sucesivas: fin del antiguo motor de imáge-
la di,le>.ia por el paso de imágenes a gran velocidad o a ve- nes en cuanto testigo indiscutido del movimiento del mundo
loc1dade-, vanable<,: en general, no verán má que una ima- y -,uperación de nuestros límites visuales, en beneficio de ese
gen de la dos propuesta normalmente a la e. tereo copia de poder de penetración enceguecedor de las ondas electromag-
la ,·1s1ón natural Las dimensione., el relieve, el volumen, la néuca!> que no haría sino "traer al mundo" la esencia misma
percepció n del espacio salen perj udicado en provecho de de la violencia mediática -esa estética terrorista del impacto
la interpretación de lo colores y lo contornos. Como estas óptico que de aquí en adelante aparece cada vez con mayor
úlumas 1dent1ficaciones desfil an y desaparecen a una veloci- insi tencia tanto en las pantalla de control como en las de la
dad mu~ grande, y el espectador ya no ve nada... e abando- televisión popular, con el objetivo confe o de transformar al
naría la tesis que ostiene que la di lexia no e más que una ob ervador o al espectador, como en la guerra, en agente o
deficiencia del centro del lenguaje, es decir, del relieve so- víctima potencial.
cial de la comunicación. Al parecer, afectaría también la El e tadouniden e Brad unk, especialista en imágenes
constitución inteligible de la apariencia, nue tra capacidad de sínte i del Angel Studio. lo declaraba hace poco: "Como
innata para distinguir entre lo real y las imágenes que nos ha- el sexo y la sangre, los efectos especiales se convirtieron en
cemos de ello. un ingrediente indi pensable de las películas de éxito".
Recientemente, un conocido modisto podía declarar: " Hoy Con referencia a las herramientas de comunicación, se ve-
en día, el luJo se ha convertido en un derecho a la mezcla, a la rificará por lo tanto la vieja ley: cuanto más rápido es el
profusión, al rechaza a elegir". Una mirada que ya no elige impacto del anuncio, más accidental se vuelve el anuncio y
dónde detenerse porque, en lo sucesivo, puede detenerse en mayor e su pérdida de sustancia.
cualquier parte, en todas y en ninguna, y porque para consti- Como el espectáculo antiguo, la radio, el cine o la televi-
tuir sus propias imágenes, carece cruelmente de los volúme- sión aspiraban a provocar emociones naturales, como la ira,
nes, los valores, las distancias. Señalemos además que los la sorpresa, la aflicción, la anticipación (el deseo) ... pero sólo
modelos creados por ese modisto con sus eones discordantes hasta la llegada de los efectos artificiales de la aceleración
y de colores violentos, reproducen con bastante fidelidad la paroxística de las técnicas de representación. Tetanización,
última fase de identificación disléxica de lo real. vértigo, sobrexcitación, e tado de shock eliminarán todo jui-
cio, todo istema de evaluación razonable o de selección del
I
l./ arr<' d< / mntn, Un arte terminal 85

carJcter po,Hi, o ncgati,·o o <.1mplementc nocivo de los men- día. que prohibía todo control objetivo. toda capaci tación se-
,a_1c, ) la, 1magene, Con vertido en contingente, el impacto na. y descalificaba repentinamente a los representantes de un
del anuncio , e reducirá mu) pronto a una mera señal de fre- complejo informacional que se había vuelto téc nicamente
c uencia. un impu)<;o que podrá prescindir de toda vero imili- obsoleto.
tud. El ad1e,tram1ento de la jóvene generaciones ya está Mientras se aguardaba el conflicto del golfo Pérsico, que
a!->egurado por el éxito de videojuegos exclusivamente funda- algunos compararán a un videojuego, un wargame ... Y el
do.., en la virtualidad de la desaparición y la eliminación gran apagón ordenado por el Pe ntágono, que impondrá silen-
-juegos-reflejos capaces de provocar e n los sujetos fotosen- cio a los fotógrafos, cronistas, periodistas y otros comenta-
sibles la pérdida total de conciencia de la ausencia epiléptica. ristas habituales de la prensa escrita y la televisión, porque
D e bido a la s ucesión de las generaciones técnicas, e l los militares estadounidenses habían decidido hacer " ha-
ho mbre d el escrito (libro, pren a ... ) no reconocía a su hijo blar", en su lugar, al nuevo arsenal de las annas de comuni-
que er a d e la generació n de la pantalla (cine, televisión), lo cación como ultima ratio, último argumento ex plosivo de la
mis mo que este último no reconoce al suyo, víctima de la ti- información.
ranía videográfic a .6 M uc ho tiempo después de los Lakanal, Carnot o Bonapar-
Los a sombrosos acontecimie ntos que reciente mente tras- te , allí se trataba, a no dudarlo, de una reapropiación de los
tornaron la geopo lítica mundial acla raron aú n más esta pro- medios por un complejo rnilitar-informacional sie mpre a la
blemática. En el es te, por ejemplo , ¿se trata ba a fi nes de los cabeza de l progreso técnico. Con un atraso de una guerra y
años ochenta de Libertad o de libe ración de los medios masi- muy pronto perjudicado por la recesión económica, el "cuar-
to poder", a su vez, estaba en trance de ser MEDIATIZADO. En
vos?¿ Libertad? N o, o en todo caso baj o una inte ns~ vig!lan -
1994 , en efecto, nacerá en los Estados Unidos el Military
cia, ya que ocultos padrinos y d irectores se manteman siem-
Channel, un nuevo canal de te levisión que difundirá las
pre detrás de micrófonos y cá maras. ¿ Liberación? S í, porque
veinticuatro horas de l día documentales sobre las armas y la
lo que se desbocaba no eran tanto los aco~tecimie ntos, c_o~ o
guerra , así como series y películas de inspiración militar.
se pretendía, sino indudablemente las técn_ic~s de transm1s1ón
de los hechos, su carácter inte nsivo las veintic uatro horas del

6. Se verifica además la observación platónica: cada régimen p~lí-


tico engendra un nuevo tipo por filiación; el demócrata engendra al JO-
. ·1 ·
ven tirano que permanece solitario, lejos del mundo v1g1 , mcap
az de
amistad. "Aun sometido en la vigilia a las leyes y a sus padres, en:!
estado vigil pronto se convertirá en el hombre en que_se _trans.forma de
a veces en el sueño... Entonces, no se abstendrá de mngun cnmen,
ningún alimento malsano, de ninguna fechoría." (República, 1x.)
VICTIMAS DEL D ECORADO

" Bajo el sol que caín a pico, veía có-


mo se esbozaba una socied ad tenebrosa
y falaz.''
PAUL M ORAND

Durante el primer conflicto mundial, el gran marchand


René Gimpel había aprovechado el pre tigio de una Francia
en guerra para hacer conocer mejor el arte europeo a una
buena cantidad de riquísimos industriales estadounidenses
deseosos de crear colecciones o fundaciones.
En el cur o de ese primer periplo, tuvo así la oportunidad
de descubrir un pueblo de inmigrantes cuyo principal punto
de referencia cultural era un arte por el arte de la eficacia
técnica, prácticamente desconocido en Europa, "un materia--
lismo que asumía la forma de un culto de la máquina que,
propiamente hablando, era espantoso". en esas ciudades
inestables ya no fundadas alrededor de una iglesia o un tem-
plo, sino de una fábrica, el socavón de una mina, una esta-
ción, y a menudo abandonadas de la noche a la mai\ana. 1

1. Rcné Gimpel, Le Joumal d'1111 colltttiOM,w, Parf1, Calmann-


Lévy, 1963.
88 El arre del motor Víctimas del decorado 89

Sin tale precedente , Hollywood, la capital mundial del timento Je parece súbitamente el equivalente de "esos famo-
motor cinemático. quizá nunca habría exi tido tal como la sos decorados móviles que el príncipe PotemJún hacía levan-
de cribió Cendrar en 1936, en una serie de artículos desti- tar en el horizonte, a lo largo de todo el itinerario de su sobe-
nado al diario Paris-Soir: ciudad prohibida en un estado ca- rana, para ilusionarla sobre el estado de civilización y
liforniano en estado de sitio, vigilado por tres divisiones de prosperidad de su inmenso imperio".
la policía encargadas de reprimir in piedad a los inde ea- " ¡Qué buena broma! ¿Pero a quién quisieron engañar
bles: enfermos o portadores de gérmene deseosos de apro- aquí, en esta democracia, si no al pueblo soberano?"
vechar la dulzura del clima pero, sobre todo, desocupados, Todo un pueblo móvil víctima del decorado, una democra-
mujeres solas, niños abandonados que iban a calentarse los cia pervertida por la ilusión óptica del ever-changing skyline ...
pies y a arrojarse a la puerta de inmensos estudios-fábrica, la dinámica del paisaje entrevisto no es más que una superche-
cerrados como fortalezas, antes de ser devueltos finalmente ría, una superchería bien concertada. Todos los medios no son
al Estado del que eran originarios o internados en campos de más que uno, desde la telega en las estepas de Ucrania hasta el
concentración en pleno desierto.2 tren intercontinental y la ciudad del motor cinemático donde
"Salvo tal vez Montecarlo, no hay ciudad en el mundo ya hay más automóviles que habitantes y en la que cualquier
donde haya tantos suicidios como en Hollywood [señala hombre que vagabundee y se pasee a pie es un sospechoso.
Cendrars], Hollywood que tiene a la vez cosas de Cannes, el "¡No te quedes aquí! ¡Huye, derrámate por todo el país,
Luna Park y Montparnasse, maravillosa improvisación, es- dirígete hacia el gran oeste!", los oráculos del siglo pasado
pectáculo espontáneo, continuo, permanente, celebrado de se callaron, el trompe-l'oeil del viaje se acaba cerca del Pací-
día y de noche en la calle delante de un decorado ~merica_no fico, Hollywood y sus estudios-fábrica son la terminal, la úl-
que le sirve de telón de fondo._" De ~echo, el esc~1tor peno- tima estación donde ya se prepara la etapa siguiente, la in-
dista no se engaña. Durante la mtermmable travesta de este a dustrialización de la percepción, el último golpe de Estado.
oeste del continente americano, tuvo una iluminación repen-
tina; ese viaje en tren le recordaba otro: "¿Dónde estaba?
En Europa, mientras los primeros socialistas sueñan con
¿No ... ? ¡Imposible! ¿Estaba verdadera~ente en el tren, en abolir las antiguas clases sociales, las compañías ferroviarias
América, en el siglo xx, y no en pleno siglo xvm, en una te- inauguran nuevas, las clases de velocidad. El viajero afortu-
lega atravesando las estepas de Ucrania, durante el memora- nado podrá tomar un tren de "primera clase" que le ofrecerá
. II a Cnmea...
ble viaje de Catalina . ?"
. . . el lujo del confort pero, sobre todo, el totalmente inédito de
Lo que Cendrars entrevé por las ventanillas de su compar- viajar velozmente. Por ejemplo, hará el trayecto París-Fé-
camp (estación balnearia reputada en ese entonces) en tres
horas y cuarenta y ocho minutos. El pasajero del tren de se-
2. Blaise Cendrars, Hollywood, la Mecque du ciném~, París, Gras- gunda clase tardará cuatro horas y cuarenta y cuatro minutos.
set, 1936 [Hollywood, la meca del cine, Barcelona, Parstfal, 1989l
90 El orle dcf m()fnr Víctimas del decorado 91

El de tercera cJa.,e. entre '-CI'> y <.1ete hornc;, e incluso más. pellejo, como en una "piel de zapa", un traje demasiado es-
Hacia 1900. el tren Parf.,.Man,ella de tercera clase llegará a trecho que tira en sus costuras (masa, volumen, envergadu-
la ciudad toe 1a en vernuocho horas o má , mientras que el ra ... ), un traje demasiado pesado para quien está condenado a
rap,dn de primera efectuará el mismo recorrido en dieciséi usarlo, a moverlo. Como si existiera una incompatibilidad
hora,. La rapidez del traslado por ferrocarril se considerará radical entre las dimensiones de la envoltura de carne que
entonce, como una terapia eficaz para unos seres ociosos, viste al sujeto y el espacio/tiempo sin comienzo ni fin cono-
habitado<, por el odio hacia el mundo presente y cercano cidos de su ser en el mundo - nacimiento y muerte, objetos
- Welr.,chmer: de un romanticismo en agonía-, para los cua- de creencia que escapan a la conciencia inmediata-, entre
le~. como lo indica la palabra alemana Langweile, el tiempo horizantes interiores fáci lmente calificados de vacíos (un-
parecía casi detenido, un tiempo que para ellos se desenvol- ding, pri vados de sentido) y el horizonte real de este mundo
\ Ía con una desesperante lentitud, afectándolos con un entor- hacia el cual, nos dice Merleau-Ponty, vamos en primer lu-
pecimiento psicomotor que les impedía moverse por sí mis- gar por la mirada.
mos. La buena broma de la aceleración ferroviaria del vapor ya
Pasajero asiduo del ferrocarril , Flaubert escribe: "El mo- implicaba muchos medios de "destrozar la carne" y la ilusión
vimiento me repugna" ... , pero en otra parte señala: "Tengo óptica del transporte, al sacar a luz el horizonte externo, te-
ganas de conocer a los lapones, la India, Australia. ¡Ah, la nía el poder de transformarlo en abismos y luego en profun-
Tierra es hermosa! ¡Y mori r sin haber conocido la mitad!". didades abisales, muy pronto tan vacías como las de nuestros
No es contradictorio, puesto que según él la vida sólo es to- horizontes interiores. A partir de eilo, podría hablarse de la
lerable si nunca se está en ella, como durante las graves au- aceleración como una tentación del ser pesado, con el hundi-
sencias epilépticas que le dieron "la convicción de haber miento abisal del universo percibido; un fin del mundo en
muerto varias veces", pero también la de haber vuelto del que, como el santo de Flaubert, todos podrían exclamar ante
más allá. En La tentación de san A ntonio, escribe una vez la progresiva dilatación de la nada del universo: "¡Un abismo
más: "¿No estás cansado del cuerpo que pesa sobre tu alma y detrás de mí, un abismo por delante, a la derecha, a la iz-
la dobla como una celda demasiado estrecha? Destroza en- quierda, arriba, abajo, por doquier las tinieblas!".
tonces tu carne ... la carne de la que huimos y a la que execra-
mos". Derramarse, disolverse, aligerarse, estallar, abandonar
el cuerpo pesado, todo nuestro destino podría leerse en lo su- La rapidez de una especie siempre es para ésta un signo de
cesivo en términos de evasión, huida. Estar incómodo en su muerte precoz. La sobrecarga mecánica que acompaña al es-
fuerzo muscular violento está, tanto en el hombre como en los
demás vertebrados que demuestran celeridad en la caza o al
• De Fócida, región de la anúgua Grecia de donde provenían los escapar de los predadores, en el origen de numerosos trauma-
fundadores de la ciudad (n. del t.). tismos físicos, pero también es un importante factor de enveje-
Víctimas del decorado 93
El arte dd mowr
que la filosofía apa rece local y casi naturalmente. no sólo co-
cimjento. Al comienzo de la era indu.,tnal , 10', trabaJ3dorcs
mo "una interrogación fundamental sobre el tiempo" (Bache-
morían jóvene . agotados por la cadencia de to-. trabajo de
lard) sino. más prácticamente, sobre la nueva libertad de dar
fuerza cotidiano'> y por lo esfuerzo<, físico<, ncce arios para
cuerpo a un tiempo que se alarga. 3
sus de ptazamientos - los ejército de las guerra ma iva de
Ya se sabe: e l relato legendario concede gustoso una larga
fine del siglo xvm y pnncip10 del XIX perdían más hombre
ex istencia al sabio antiguo. Este muere como las especies
durante tas interminable!. marchas forzadas que en los campo
lenta a avanzada edad. incluso mác; que centenario, a menos
de batalla-. A ta inver a, con la mecanización de la produc-
que decida abandonar voluntariamente c;us propios de pojos.
ción y del transporte. ta duración media de la vida humana irá
La filosofía tal vez no sea más que una interrogación
en aumento, en parte gracias a cierta ili minución del impul o
ociosa (a menudo improducti va) originada en la de aparición
motor de los individuos. a un menor esfuerzo físico. de un esfuerzo físico que se ha vuelto inúti l.
El advenimiento del motor, al permitir a la mayor canti-
La ana razón (logos) no es sólo el arte de darse una ra-
dad de personas tener una vida más larga, creó un~ nueva zón; má allá, es para el estoico un bien para siempre, un re-
aprehensión del tiempo, la de un exceso de tiempo ligado a medio a la exigüidad del ropaje dimensional. El aspirante a
una menor cantidad de movimientos del cuerpo pe ado y a la la sabiduría no teme, dice Séneca, agregar a su siglo todos
naturaleza diferente de sus rendimientos motores, cierta los demás, pasado y futuro ; mediante su obras tiene acce-
ociosidad que al relativizar nuestras acciones relativizaba so a todos, ninguno le e tá vedado: "Al ensanchar nue tra al-
también nuestros pensarruentos. ma, disponemo de una va ta duración a travé de la cual ex-
Cuando en el ciclo de su civilización los antiguos griegos
tenderno ".4
desplazan la sede del alma, situada prirrutivamente en ~I _co- En cambio, cuando la gran Ciudad romana se vuelva es-
razón, ese órgano tan solicitado durante el esfuerzo f1s1co, clava de sus e clavo y u mercenario , el e toico advertirá
para llevarla al cerebro, se trata sin duda de aportar una nue- peligro que agobian al pen amiento y su tranquilidad, una
va solución a la oscilación dimensional de la que el cuerpo !ncoherencia motriz que en definitiva no sería más que una
es el sujeto involuntario desde la noche ~e los tie~pos. _En lo 111temperancia, una incontinencia de aquel que va al mundo
sucesivo, el ser "consciente" pretende ejercer su 1mp~no so- por la vi ta y refiere todo a los ojos, víctima de un exceso de
bre su ropaje dimensional , como se complac~ en ejercerlo gratuidad del movimiento humano: "Hay movimientos que,
sobre los territorios circundantes, en una sociedad a la ve_z
industriosa y esclavista donde la esperanza de vida de las eh-
tes se hizo más grande y, por lo tanto, más fuertes sus expec-
3. En el Gorgias, se muestra a un Sócrates que se arrastra descal-
tativas. . . zo por la ciudad, llega siempre tarde a todos lados y es declarado
Estas expectativas originadas en el menor mov1m1ento o aropos por Calicles.
en su relativización se consideran entonces como un fenóme- 4. Séneca, De la brevedad de la vida.
no digno de atención, y es posible entretenerse imaginando
94 El arre del motor Víctimas del decorado 95

aun con cierto dolor, alivian nuestro cuerpo, como dar e Los progresos actuales en materia de transportes y trans-
vuelta en el lecho, cambiar de lado antes de estar cansado y misiones no hic ieron más que exasperar la patología inad-
reposar en di versa po turas. [ ... ]Del mismo modo esos via- vertida del desplazamiento que ya no es de aquí hacia allá,
jes sin acompañante , eso pa eos errantes por las riberas, sino del ser ahí al ya no ser ahí. De la supresión del esfuer-
esa movilidad que se desenvuelve unas veces en el mar, zo físico de la marcha a la pérdida sensoriomotriz de los pri-
otras en la tierra, pero siempre enemiga del presente [ ... ]. meros transportes veloces, se pasó por último a estados pró-
Un viaje sucede al otro, un e pectáculo reemplaza a otro es- ximos a la privación sensorial. Hay mucho trecho desde los
pectáculo ... Y es aquí -agrega Séneca- donde comienza el primeros vagones de ferrocarril a cielo abierto, incómodos
asco por la vida y el mundo mismo, ese delirio furioso en como vehículos de feria, con sus sacudidas, la dureza de sus
que el gozador exclama «¿ Hasta cuándo una y otra vez la asientos de madera, el frío y el viento que golpeaban, las nu-
misma cosa?»".5 bes de humo que nos enceguecían y nos cubrían de hollín ...
Como en el oscuro relato bíblico en que J acob se mide hasta el tren de gran velocidad y la estructura del avión su-
basta el alba con alguien inconmensurable, sin que ninguno persónico, cerrado al mundo exterior al que, sin embargo,
de los dos suelte al otro. Ese alguien a quien Jacob no logra atraviesa con un ruido infernal.
hacer retroceder no es, tal vez, ni ángel ni Dios, sino él mis- La pérdida de las sensaciones del viaje de antaño se com-
mo presa de la irrisión de sus dimensiones y forz~d?, al cabo pensa entonces mediante la proyección de una película en
pantalla grande. E l viajero sigue yendo al mundo por la mi-
de una noche de lucha furiosa, a reconocer los lu~u_tes de su
rada, pero esta vez el motor cinemático renueva para él el
propio cuerpo, "ese insoportable compañero de viaJe que no
desfile de un paisaje que desaparece y se fija en el distancia-
se puede abandonar". , miento de la altitud.
Ya el mundo recorrido en vano no es mas que un~ angosta
reposera, los desplazamientos más distantes una s~n_e de pe-
queños movimientos que en Jugar de fatigarlo alivian a un En el siglo xix, en plena revolución de los transportes, Ju-
cuerpo adormecido a medias, a menos que el poder d~ la les Michelet predijo: "Cada clima es un remedio, la medici-
inercia transforme finalmente al gozador en muerto vivo, na futura será una emigración previsora ... " . Así, pues, reco-
empujándolo a no acordarse más de sí mismo~~asta el punto mendaba a las damas de la sociedad abandonar su lugar de
de necesitar a algún otro que le indique la pos1c1ó~ y el lugar residencia habitual e "imitar a las aves migratorias, saliendo
en que se encuentra. Como ese romano que se hacia sacar del al encuentro de la temporada propicia". No obstante, preve-
. d que preguntaba a sus nía a sus "queridas enfermas de tedio" contra la velocidad
baño y depositar en su silla e manos, Y
esclavos: "¿Ahora estoy sentado•?" • del tren expreso: "Ir en veinte horas de París al Mediterráneo
atravesando de hora en hora climas diferentes, es la cosa más
imprudente para una persona nerviosa". La emigración sani-
5. Séneca, De la tranquilidad moral.
f

96
El arte del motor Víctimas del decorado 97

t an
·a del siglo pa ado uponía ya un nuevo calendario , exigi- un tiempo de recorrido que agotara el tiempo de la estadía
~ , d 1
do esta vez por una carrera geotrópica que provenia e a re- terrestre.
volución orbital. • . Apodada "la Emperatriz Locomotora", Isabel de Austria-
Maestro de lo Pereire o los Lesseps, el conde de Samt- Hungría [Sissi) se eclipsaba casi trescientos días por año,
Simon señala: "El planeta depende del universo. Es co~ o un yendo de Corfú a Venecia, a los Cárpatos, a la Ri viera ... Y sin
reloj de pared encerrado en un reloj de pie del que re~1be el embargo, este perpetuo tras lado ferroviario no bastaba para
movimiento. El hombre depende del planeta_ que habita, es curarla de su asco fisio lógico al cuerpo pesado. Por lo tanto,
como un reloj de bolsillo encerrado en un reloJ de pared ence- había decidido de una vez por todas que, como medía 1,72 m,
en un reloi de pie". La aceleración de los transportes Y no pesaría nunca más de cincuenta kilos y se impondría un
rrado J • d. , 1 d
las transmisiones posibil itada por los prop10s 1s~1pu os _e régimen de leche y naranjas. e incluso un ayu no absoluto,
Saint-Simon no va a tardar en descomponer los rel?Jes de pie, creando a í una moda que más adelante se generalizaría.
d y los de bolsillo; las enfermas de M1chelet elu- En 1843, Heinrich Reine señalaba: "Por los ferrocarriles
1os de pare .
1
-
den las estaciones del viejo cale ndar10 y todas as ~ ananas, el espacio se anonada, no nos queda más que el tiempo. ¡Si
en el Transiberiano, Cendrars vuelve a poner su reloJ pulsera tu viéramos dinero suficiente para matarlo de una manera
rque el tren avanza y el sol atrasa. Creadora de conveniente!". Ese dinero se encontrará, y en abundancia.
en b ora, Po . - d 1
.d d . e' d1·ta de movimientos la mnovac1 6 n e1 mo- Será en primer lugar cosa de las estac iones turísticas y bal-
una canu a m ' , d
tor que da de una sola vez lo que el tiempo ~olo conce e po- nearias y de la deslocalizaci6n de lo local que consistirá en
acostumbraría a sus habitantes a volver a disipar las apariencias del mundo real en una serie de deco-
co a poco (Morand) . f' ·
visitar el planeta, ya no com~ se~es so~et1do_s a las 1eyes is1: rados pasajeros. Al lado de la puesta en obra de la naturale-
cas y prisioneros del reloj samts_1moruano, sino como sus re za por el materialismo científico e industrial, estará su puesta
en escena por una elite cosmopolita. De estas dos utopías, la
beldes, sus marginales, sus evadidos. . , .
En el siglo XIX se disponía de pocos med10s t~cnico_s para segunda será la más tenaz y la que, finalmente, dará origen a
esca ar a las condiciones materiales de una ex1stenc1~ que la sociedad actual, tal como nosotros la conocemos - forma
aún ~e desarrollaba a baja velocidad, y conservar el luJO de última del agotamiento colonial, endocolonialismo sobrevi-
viente a la descolonización misma.
En las orillas y cerca de las cumbres, los primeros lugares
• E iJ ( 1800- 1875) e Isaac Pereire ( 1806- 1880), finan- de elección de esta civilización final se parecen bastante al
Jacques m e h resas en la estableci~iento nihilista de los guerreros de Julien Gracq,
cistas franceses, participaron,_ e~tre otras mue as e~p Ferdinand
construcción de la red ferrov1ana del ~orte de _Espa~a.d concibió esa especie de merodeadores de los confines, de paseantes
Lesseps (1805- 1894), ingeniero de la misma nac1on~hd~ '1 nal de del apocalipsis, que viven libres de preocupaciones materia-
y llevó a la práctica (1869) el proyecto de constr~cc16nl ;e ~:namá. les al borde de sus abismos domesticados y sacan sus medios
Suez, y luego fracasó en el intento de apertura de cana (n del t.). de subsistencia del trabajo de los nativos, lastimando sus
Los tres terminaron sus vidas acosados por los acreedores .
I

98 El arte del motor Víctimas del decorado 99

costumbres y sus creencias. El actual turismo internacional grandes dominios de la mecánica clásica -cinemática y diná-
renueva una vez más esa violencia colonial, con la implanta- mica-, por los que el océano puede dar a los cuerpos una
ción de clubes de vacaciones o palacios que en lo sucesivo se apariencia de ingravidez, y transportar y desplazar pesadas
parecen a puestos avanzados, en regiones la mayoría de las máquinas ... Y la oblicuidad de las montañas, su "a pico",
veces miserables y hostiles. que provoca la gran velocidad de la caída libre, del desliza-
Sin embargo, no lo olvidemos, sin naves veloces no hay miento. Es en la mo tric idad misma del paisaje geológico
factorías coloniales, sin ferrocarriles no hay estacione turís- donde íbamos a recuperar, no tanto la salud como la hi-
ticas importantes, sin el auto móvil y el avión no hay turismo potética liberación del cuerpo propio. "En el mar - decía el
industrial y planetario. A primera vista, pese a todo es para- actor Klaus Kinski- no se nota muy bien la diferenc ia entre
dójico que la La.ngweile, la sensación repetitiva de un tiempo nacer y morir."
que no corre, pueda encontrar su liberació_n en un mo~or, una Allí se trataba claramente de un nuevo materialismo, ori-
máquina, que por definición no produce sino _lo semeJante, y ginado en una concepción dro mológica (o dromoscópica) del
se repite invariablemente. A menos que ~se dilema ~e ~~suel- uni verso: desde el Siglo de las Luces, los fuegos de la artille-
va, j ustamente, mediante la única capacidad de ~anac1on de ría y de los motores de vapor habían invadido la historia,
que el motor es capaz: la aceleración. Esta cuestión de _la v~- transformando la física y muy pronto la " filosofía natural".
locidad motriz, no obstante, lleva en su seno sus propios li- Hijo del gran Lazare Carnal, e l fís ico Sadi Carna l publicó en
mites y por lo tanto una Langweile específic~ que, co~o lo 1824 sus reflexiones sobre la potencia motriz del fuego, que
indicaba Heine, se debería al agotamiento final del llempo anunciaban la termodinámica, esa teoría que debía trastornar
por la velocidad. la totalidad de las ciencias de la materia, el espacio y el tiem-
Esta aprehensión explica, parece, que los _lugares de elec- po para llevar, en el siglo xx, a una visión dinámica global
ción de esta civilización final sean desde el siglo XIX u~o~ lu- de la Tierra y de su biosfera, un ecosistema glo bal...
gares de eyección y, en el caso de la_s es_tacio nes tun_sucas, Se ha dicho q ue el espíritu pio nero norteamericano con-
cumbres y riberas en equilibrio telúnco rn~stable, suJetas a sistía en ·'cons umir e l espacio dispo nible con una voracidad
metamorfosis perpetuas. Hacia los años veinte, durante un_a única en la historia de las mig raciones humanas''. Sin embar-
tempestad, una joven sirvienta, que veía el océano po_r pn~ go, la ~lite cosmopolita había previsto esta devoración que
mera vez, se extasiaba ante el poder de la marea creciente. cualqmera experimenta hoy en día, con su interrogante fun-
"Señora - le decía a su patrona- ¡qué motor enorme debe de damental sobre la utilidad de una humanidad que perdió toda
haber ahí adentro para hacer que todo eso se mueva.I" • relación producti va con su medio de vida, con un planeta que
Despojado de un romanticismo que no era cosa s uya, el muy pronto no será más que un lugar de paso, un o brador
elemento marino se le aparecía a la j oven en la forma de un_a abandonado. En el siglo del proletariado, las estaciones turís-
gigantesca máquina en pleno trabaj o . En lo cual no se eqm- ticas celebraban de antemano la incoherencia motriz y, con
vocaba, pues el mar (y la montaña) revela al natural los ella, la fatal gratuidad de los actos.
100 El arte del motor Víctimas del decorado 101

Lo juego. de playa tendrán un funcionamiento simbólico, bozaron las no rmas de la sociedad permisiva que habrían de
la mayoría de la vece introvertido - regatas, polo, golf, te- popularizar los distintos medios masivos ... una sociedad te-
ni ... multitud de deporte. de origen colonial o indígena que nebrosa y falaz bajo el sol que cae a pico, comprueba Mo-
van a de arrollarse de manera exponencial porque no irven rand al final de su vida. La fam ilia burguesa estalla, se tolera
para nada, como no sea para matar el tiempo que e alarga- . el cambio de pareja, se admite más fácilmente el adulterio,
Se advertirá ademá la polivalencia de la palabra estación. No los cuerpos se exponen desembarazados del peso de la ropa
se trata de pueblo que e extienden, nueva ciudades donde y muy pronto de los corsés, las diferencias físicas entre los
la gente iría a radicar e, ino de parada provi oria en el cur- sexos se atenúan, hay agitación y jazz las veinticuatro horas
so de un desplazamiento generalizado.• Se empieza por per- del día, uno está febril, se excita y se mueve a tontas y a lo-
manecer en ellas uno o do año , luego una temporada (baja o cas ... En los años ochenta, el catalán Pere Durán Farell
alta) y por último, con la aceleración de los transportes, un miembro del Club de Roma, podrá declarar durante una en~
mes, unos días, un fin de semana, unas pocas horas para "dar trevista: "El hombre ha dejado de ser e l habitante del plane-
un vistazo al lugar" ... ta. ~ un ser nuevo en el seno del uni ver o ... Todo lo que es
Al final de su vida, Flaubert comprueba con indig nación racional e n el ho mbre puede transferirse a la máq uina ... La
que los parisinos llevaron consigo a Trouville "chalé al es- parte racional se convirtió en la menos noble del hombre.
tilo de los de Enghien, rocas artificiales para los jardines ... ". ¿Qué queda, entonces? Nos quedan nuestros sentimientos
Esta especie de paliativo al desarraigo, de conservación del nuestras libertade , nuestras contradicciones, nuestras anar~
medio s uburbano que encontraremos tanto e n las colonias quías, nuestras necesidades de amor, las necesidades de lo
como en los Estados Unidos, será de corta duració n. Muy que creíamo ab urdo".
pronto, edificar [batir] será además partir, a 1~ man~r~ de ¿Qué ~tr~ cosa puede quedar que el absurdo y la irrisión
esos dioramas cuyo realismo cinemático sornetia al v1aJero en una ocio 1dad atestada de ocupaciones inútnes pero, sobre
del siglo XIX a una dura prueba: "Yo no podía imaginarme todo, qué queda de la razón sana que era el arte de darse una
-escribe Chateaubriand- que trasladarían Jerusalén Y Atenas razón Y do minar la e pera de lo que ha de suceder, mientras
a París" ... ni, más adelante, casinos moriscos a Arcachon, que hacer velocidad es justamente suprimir la espera y la du-
palacios babilónicos a la Costa Azul o j ardines tropicales a r~ció n? Al trasladar esta vez el alma del cerebro al motor, se
la isla de Batz. Numerosas obras se consagraron a estos lu- l'.berará al hombre de una aprensión por el futuro que ya no
gares de ocio [loisir] (licere: estar permitido), donde se es- llene razón de er, puesto que todo ya está ahí, aquí y ahora. a
la vez presen~e y desaparecido, en el apocalipsis instantáneo
de los meo aJes, de las imágenes, en la buena broma del fin
de un mundo. Tras la desaparición de los horizontes cambian-
• Esta observación es lo que motivó que en el presente capítulo tes, _p~r~an_e~e la energía natural de los lugares de eyecci6n y
. "estación"
se utilizara el ténmno . , · y no "cen tro" , de uso más
tunsuca la C1V1hzac1on de los confines podrá proponer, como último
corriente en la Argentina (n. del t.).
102 El a rte del motor
Víctimas del decorado 103
remedio a la Langweile. uno "deportes extremos" que. en
realidad. erían lo de la última extremidad. Pero escuchemos male , la de los hombre y los niños, con el comienzo anun-
al doctor Touzeau: "Mediante comportamientos eq ui valentes ciado de la guerra civil mundial y la e tandarización de l te-
a intentos de uicidio, tale como la anorexia. la tox icomanía, rrorismo privado.
pero también la conducta de rie go (exce o de velocidad, ir Estas diversas maneras de de conectarse indican sobre to-
en moto in ca co, windspeed , ele.), e l indi viduo cree poder do la progre ión espectacular de un modo de vida en que a
dominar la idea de que e débil. E ta conf rontación con los lí- partir de ahora, tras una elite cosmopolita ex travagante, cada
mites tiene como telón de fondo el fanta ma clál)ico de querer uno se ejerci ta en la partida; la potencia de liberación de los
dominar totalmente el propio destino. La pedagogía, en este medios desemboca, a fin de cuenta , en frecuente y brulale
ca o, consiste en remitir al individuo a las palabras y no a lo~ intentos de interrupción de la vida con ciente. Así, pue , po-
actos". Difíc il retorno a la comunicación y al logos. en una drá confrontar e el di cur o de Didier Vincent con e l de Mi-
cultura depresiva en la que, con la acelerac ión tecno lógica, la chel lm bert, de la Uni ver idad Pierre-et-Marie-Curie. que
partida y la llegada -el nacimiento y la muerte- se confunden comprueba la existenc ia de una plasticidad del cerebro, una
hasta el punto de hacer e una . La expresión inglesa break- acti vidad neuronal capaz de reconstruir e o autode truir e,
según la naturaleza y el número de las experiencias sens ibles
down (interrupció n-descenso) muestra clarame nte la interac-
de l ujelo, corrompiendo o da ndo abrigo a la reflexión que
ción de la falla y la caída brutal, la depresión.
conduce a la acción diferida , a la an ticipac ión, e pecialmen-
A partir de ahora, ya no se sube, se cae. En una reg ió n
te en los dominios de la innovación, de la invención.
normanda antaño desierta, decenas de mile de turistas de to-
Si entre los diver o tipos de actividad disyuntiva e legi-
das las edades renuevan cada verano la maldic ió n de la caídll
do por Yincent e toma el deporte de alta competición, se
de los ángeles al precipitarse al vacío de de lo alto de lo pi- observa que la meta del entrenamiento es la sincronización
lares del viaducto de la Souleuvre frente al objetivo de la cá- de lo movimientos en detrimento de su diacronía. En efecto,
mara de vídeo, que aJlí como en otras parte e ha hecho in- e trata de limitar al máximo el tiempo de intervención cons-
dispensable. Bungee jumping ,• s imulacione repelida<,. de la ciente del sujeto, a punto tal que e l cuerpo parecerá actuar
eyección final, en la expectativa de la near d~ath experie~.ce. por sí olo, in el auxilio de la re flexió n, en un olvido del
El neurólogo Didier Vincent señalaba recientemente: Al mundo presente que lo libera de la duda y la vac ilación.
cerebro no le gusta el tedio, e nto nces usa el depo_rte, el,s~xo. El deporti ta de alto nivel no debe perder tiempo escu-
el ocio, las drogas, como disyuntores". A esta lts~a pu_d 1ca- chándose pensar, ya no consulta consigo mismo s ino con su
mente exhaustiva podría añadirse la búsqueda de s1tuac1on~s monitor de vídeo, esperando el pilotaje automático en las ca-
límite y, además, el placer de ver correr sangre , la de lo ant- rrera de auto y la actuaciones del campeón de ciclismo te-
leguiado. El doctor Michael Prüfer, héroe de una nueva dis-
ciplina llamada "e quí lanzado", alcanzó los 229 kiló metros
• Salto al vacío atado a una cuerda o elástico (n. del t.). por hora en los Juego Olímpicos de invierno de 1992. Para
El ar1c del m Mo r Víctimas del decorado
llegar a e,e re,u ltado. e,te nue, o , upcrho mhrc pu..,o a prueba todcstrurrc;c según la cantidad y la calidad de las experiencias
,u r<'pa ~ ,u, ac:utude, en el túnel de prueha.., de la e mpresa <.Cn'ítbles del suJeto), ¡el mundo posindustrial no se decons-
Renauh. c:om<' un auw Aparece en 1.i.., P"ta.., c:on la cabern trur ría por <,Í -.olo y la multiplicación de las prácticas su cita-
encerrada en un ca,co en fom1a de carlinga. el cuerpo ceñido da, por la temible Weltschmerz pronto podría hacer de una
por un re, e,t1n111.!nto plá t1co tra..,luc1do, una c,pec,e de -.e- cuestió n de neuronas un asunto de E tado!
gunda piel. de piel-, eloc1dad. en la que para meterse tarda A pnnc1p10-, de siglo, Paul Morand se jacta de pertenecer
, ana" hora,. a tal punto debe adben n,e. " M" actuacio nes de- ··a la gran ..,oc redad secreta de los holgazane que gozan del
ben un 50'1- a la técmca -no dice- . po r otra parte, hoy en desprecio de un mundo que trabaja demasiado" ; no será por
d1a los entrenamientos en lo túnele . de automó, tics están mucho tiempo. Inmediatamente después del establecimiento
!.Uperado-.. ahora hay que orientar e a los túne les aeronáuti- de las primeras vacaciones pagas, deberá escribir un peque-
co. :· Y agrega: .. o hago depone, hago velocidad ... ¡No se ño manual Para uso de los nuevos desocupados, y pronto lo
piema en nada, 110 se piensa en otra cosa que en ir rcípido!". inquietará, como antes que a él a Schopenhauer, el porvenir
Henri de Montherlant, que había practicado intensamente de un mundo en que el orden y e l Estado tendrán que temer
depones cuando era joven, recordaba: ''En el fú tbol me pres- de las guerras civiles fo mentadas más por el tedio que por la
taba. en las carreras me entregaba ... me había e pecializado miseria.
en los cien metro . E una carrera para idiota. , ¡por eso me La reivindicació n de las tres ocho, cara a los revoluciona-
iba bie n !". El fútbol no exige una pérdida de conciencia rio de 1848, había aparecido poco despué del estableci-
comparable a la del corredor de cien ~~tro , o~ligadu a par- mie11to de las primera conexiones ferroviarias en dirección
tir como una bomba para llegar ca I rn. tantaneamente, no a las costas cercana de la Mancha. Má tarde, André Fran-
obstante el ho mbre de teatro Marce! Maréchal e tima que "el ~oi Poncet eñalará. a propósito de este programa de las
fútbol es un hermoso deporte. bá ico y completamente idiota ocho hora (ocho hora de trabajo, ocho hora de sueño,
porque, al revé que el_ rugby, sólo e j u?a con lo pies. i Y ocho hora de tiempo libre): 'Tiene todas las ventajas de una
los pies son menos sabws que las manos. •. rei vindicación revolucionaria sin sus inconvenientes, y el
Podemos comprobarl o en los atletas aubo~rado d~ ana- mérito ingular de provocar la unidad entre todos los parti-
bólicos: a la larga, la repetición de ta les prácticas arru'.~ª ~u dos, de los moderado a los extremistas".
salud física, pero también puede conducir a un desequ1hbno De hecho, ¿quién, entre los hombres del poder, políticos
o gente de prensa, habría podido estar verdaderamente en
cerebral profundo; a una ausencia de juicio comparab_le a 1~
desacuerdo con la leg itimación de un derecho a desconectar-
del muerto vivo de Séneca, que ya no se acue rda m de si
se dieciséi hora de veinticuatro, lo que conduciría fatal-
mismo ni de los lugares donde se encuentra. .
mente a una legalización discreta de la desinformación, a
Ya se habrá comprendido que desconectarse es desmfo r- una mediatización total?
marse. Si se cree lo que sostiene Michel Imbert _ac~rca d:~~ Hace uno cuarenta años, la comercialización a ultranza
plasticidad del cerebro (su capacidad de reconstituir e 0
106 El arte del motor Víctimas del decorado 107

de la televisión. al democratizar el acceso a la velocidad lí- da en el Stadio della Victoria, antes de su repatriación. Para
mite de las ondas electromagnéticas, tendría como conse- apaciguar los espíritus y hacer que esa gente subiera a los
cuencia La desaparición de las antiguas clases de velocidad. óm nibus que debían conduc irla al aeropuerto, había bastado
En las democracias modernas, la revolución de las trans- con hacerles creer que su avión iba a llevarlos a los Estados
misiones renueva la de los transportes industriales del siglo Unidos ...
precedente. La sociedad disfuncional de los guetos pronto re- Según un informe reciente de la UNESCO, en 1993 vivían
flejará la de los centros termales, la de las ciudades obsoletas en el mundo ciento veinte millones de personas fuera de las
originadas en el viaje por ferrocarri l. Los modernos turistas fronteras de sus países de origen.
de La desolación sucederán a los turistas del spleen, la tuber-
culosis, la neurastenia, que frecuentaban las estaciones bal-
nearias del siglo XIX, víctimas del odio hacia el mundo ac-
tual. La desocupación, la anomia, la miseria más negra,
conducirán a una ociosidad comparable a la de la riqueza o
la enfermedad, a la huida lejos de un mundo familiar que se
ha vuelto verdaderamente invivible y malsano.
Turistas de la desolación como esos albaneses que de-
sembarcaban semidesnudos y sin equipaje en las costas hos-
tiles del Mezzogiorno, la región más desfavorecida de la Co-
munidad Europea, para advertir que habían sido timados y
que el país de Cucaña exhibido por las televisiones occiden-
tales nunca existió. Uno de esos engañados, interrogado so-
bre los motivos de su emigración, declararía que había visto
en televisión, en un canal italiano, una publicidad de un ali-
mento para gatos. El hecho de que al pequeño ~nimal ~e le
sirviera su comida en un plato de plata lo babia empujado
irresistiblemente a partir: si se trataba así a los animales,
¿qué no se haría entonces con los hombres? ,.
La respuesta a esta nueva desviación de la geopohtt~a por
la publicidad debía ser proporcionada por el ex presidente
Andreotti: "Italia no está en condiciones de acoger a es~s
millares de albaneses que asedian nuestras costas". La multi-
tud de los candidatos al viaje sería impiadosamente encerra-

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