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Abstract
Cultura Mexica
(1200-1521 d.C)
La mayoría de los dioses venerados por los mexicas estaban asociados con la
guerra, y por lo tanto, a la muerte. Las guerras solían verse como oportunidades
pactadas por dos culturas para poder suplirse de sacrificios humanos los cuales se
consideraban de vital importancia para poder mantener el equilibrio del universo.
Los sacrificios humanos eran llevados a cabo porque se tenía de la creencia de que
los dioses se alimentaban de sangre humana y de sus corazones, y que los seres
humanos debían saciarlos para que ellos pudieran seguir ejerciendo dominio y
orden sobre el mundo. Es por esto que la muerte desde un principio era concebida
como algo de suma importancia y a la vez era algo cotidiano a lo que la gente
estaba acostumbrada.
Incluso se categorizaban los lugares a los que las “almas” de la gente iban cuando
morían dependiendo de la forma en que perdieron la vida. Los tres planos
existenciales (supramundo, mundo e inframundo) por lo tanto, estaban
íntimamente ligados en cada aspecto de la vida humana. Más lo concerniente a
esta investigación es la representación del inframundo en las diferentes
manifestaciones artísticas, principalmente pictóricas en la cultura Mexica.
Itzcuintlán
(náhuatl: itzcuintlan, 'el lugar de los perros' 'itzcuintli, filoso (de mordida
filosa) perro; titlan, lugar' )
Lugar habitado por los perros Xoloitzcuintle, donde el cadáver del muerto tendría
que cruzar el río ancho Apanohuáyan (náhuatl:apanoayan, 'el lugar donde se tiene
que cruzar el agua' 'atl, agua; panoa, cruzar; hua, que tiene; yan, lugar' ) que para
atravesarlo, éste necesitaba la fuerza del perro Xoloitzcuintle, que en vida se criaba
sólo para tal menester y al que le ponían un hilo flojo de algodón en su pescuezo
para cuando el difunto llegase a la ribera del Apanohuáyan y si el perro le
reconocía como su verdadero amo, lo cruzaba a cuestas nadando, despojándolo de
sus vestimentas mortales, pero si en vida, el muerto no había tratado bien a algún
perro, como castigo, el cadáver del muerto permanecía ahí por toda la eternidad
sin liberar su alma, el tonalli.
Tépetl Monamicyan.
(náhuatl: tepetl monamicyan, 'el lugar de los cerros que se juntan' 'tepetl,
cerro; monamic, estrechar, apretar, presionar, colisionar, juntar, chocar; yan,
lugar' )
Lugar donde existían dos cerros que se abrían y se cerraban chocándose de entre sí
y de manera continua para que los cadáveres de los muertos debieran cruzar de
entre ellos para no ser triturados.
Itztépetl
(náhuatl: itztépetl, 'el cerro de obsidiana' 'itztli, cuchillo, navaja, obsidiana; tepetl,
cerro' )
Itzehecáyan
(náhuatl: itzehecayan, 'el lugar del viento de obsidiana' 'itztli, cuchillo, navaja,
obsidiana; ehecatl, viento; yan, lugar' )
Lugar desolado de hielo y piedra abrupta, una sierra con aristas cortantes
compuesta de ocho collados en los que siempre caía nieve llamados Cehuacáyan.
(Lugar con nieve)
Pancuecuetlacáyan
( náhuatl: pancuecuetlacayan, 'el lugar donde la gente vuela y se voltea como
banderas' 'pantli, pendón, bandera; cueptli, volar; cuepa, voltear;tlacatl,
persona; yan, lugar' )
Lugar que se ubicaba al pie del último collado o colina del Itzehecáyan, y ahí
empezaba una zona desértica de ocho páramos donde existían vientos congelantes
que cortaban los cadáveres de los muertos con múltiples puntas de pedernal al
recorrerlo.
Temiminalóyan
(náhuatl: temiminaloyan, 'el lugar donde la gente es flechada' 'te,
persona; mitl, flecha; mi, tirar, echar; mina, tirar flechas; lo, a; yan,
lugar' )
Lugar donde existía un extenso sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban
puntiagudas saetas para acribillar a los cadáveres de los muertos que lo atraviesan,
saetas perdidas durante batallas que el muerto debía evitar para no ser flechado y
desangrarse.
Teyollocualóyan
(náhuatl: teyollocualoyan, 'el lugar donde se come el corazón de la gente' 'te,
persona; yolotli, corazón; cua, el que come; yan, lugar' )
Lugar donde habitaban fieras salvajes que abrían los pechos de los muertos para
comerles el corazón, ya que sin este órgano, el difunto caía en el
río Apanuiayo (náhuatl:apanuiayo, 'él que tiene que venir desde el agua' 'alt,
agua; pam, desde; hui, que tiene; yotl, el que viene' ) fosa llena de aguas negras en
el que estaría la lagartija gigante Xochitónal, paraje del que debatiéndose por largo
rato en aguas negras, lograría al fin salir. Pero allí no acabarían su sufrimiento,
pues habría de atravesar un valle lleno de hondos ríos, que en total serían nueve,
llamados Chicunahuapan, y por fin llegar al Mictlán.
Itzmictlán Apochcalocán
(náhuatl: itzmictlan apochcalocan, 'el lugar de la muerte por obsidiana y del
templo que humea con agua' 'itztli, cuchillo, navaja, obsidiana;micqui,
muerto; titlan, lugar; alt, agua; poctli, humear, nevar; calpulli, templo; can,
lugar')
Lugar lleno de niebla grisácea que enceguecía a los muertos, y así perdiéndose
durante su traslado a través de un valle lleno de nueve hondos ríos conocido
como Chicunahuápan (náhuatl: chihunahuapan, 'desde las nueve aguas''chicu,
cinco; nahui, cuatro; alt, agua, pam, desde' ).
Mictlán
(O alternativamente Chicunahuápan),
El no era el único dios azteca representado de esta manera, ya que muchas otras
deidades tenían sólo cráneos en vez de cabezas o vestían huesos. En la visión
azteca, las representaciones pictóricas de esqueletos, eran símbolo de fertilidad,
salud y abundancia, aludiendo a los íntimos vínculos simbólicos entre la muerte y
la vida. Mictlantecuhtli también solía ser representado calzando sandalias como
signo de su alto rango como Señor de Mictlán. Sus brazos se mostraban
frecuentemente levantados en una gesto agresivo mostrando que se encontraba
dispuesto a destrozar a los muertos que entraran en su presencia, ya que al ser el
regidor del inframundo, una de sus labores era la de enviar a cada muerto a la
región del Mictlán a la que perteneciera.
Mictlantecuhtli era también el dios del signo del día o Tonali Izcuintli (perro), uno
de los 20 signos reconocidos en el calendario Azteca, y se encargaba de suplir de
almas a las personas que nacieran en ese día.
Conclusiones
La muerte no siempre era concebida por los mexicas como algo totalmente
negativo, sino que era su relación con la vida la que la dotaba de un sentido
simbólico asociado con la fertilidad y la vida misma. De esta manera se pudo llegar
a interpretar a la muerte como la separación entre dos planos existenciales del ser
humano, la posibilidad de trascendencia y la continuidad espiritual.
Son estas creencias con respecto a la muerte las que le han ido dando forma a la
concepción que actualmente se tiene en México acerca de la continuidad del ser y
la relación siempre presente entre la vida y la muerte. El concepto que se tiene del
final de la vida es tan solemne y funesto como trivial e incluso jocoso.
Los elementos escatológicos presentes en esta cosmogonía nos dan una referencia
de nuestras costumbres y maneras de entender la vida, la muerte, y la sociedad
actuales. La muerte y todo lo que esta conlleva han dado lugar a que se le siga en la
actualidad rindiendo un culto, si bien puede no siempre ser directo,
inconscientemente le brindamos un espacio en nuestras vidas.
Ejemplos de esto son los ritos ejercidos durante el día de muertos, una tradición
mexicana hibridada con las usanzas de los españoles que pese a haber sido
alterada por el cristianismo, no deja de ser esencialmente prehispánica. Así como
también el supuesto culto a la Santa Muerte al que cierto tipo de personas recurren
ya que consideran que les brinda protección y seguridad.
SAHAGÚN, Bernardino de. Historia General de las Cosas de Nueva España. Madrid,
Alianza Editorial, 1988, p. 221 (Edición preparada por Alfredo López Austin)
JENNINGS, Gary (1980). Aztec. Traducción por María de los Ángeles Correa E. Editorial
Planeta. pp. 624