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HOMICIDIOS

Clasificaciones generales
El homicidio tiene cinco clasificaciones generales atendiendo el elemento subjetivo del agente:

Homicidio doloso: Cuando exista la intención positiva de inferir la muerte a la víctima. Es decir, que
el sujeto activo tiene la capacidad de querer y entender las consecuencias de su conducta y producir el
resultado de muerte.

Homicidio involuntario, También llamado homicidio culposo o negligente: cuando se conoce el


posible resultado de muerte y sin embargo se cree poder evitarlo, pero falla y esta se produce.
También se presenta cuando definitivamente se ignora dicho resultado, pero de igual forma se mata.
La punibilidad en este caso surge amparada por el deber que toda persona tiene de abstenerse de
causar daño a otra, y las acciones carentes de intención y omisiones que conlleven a la muerte serán
susceptibles de juzgarse conforme a las leyes penales.

Homicidio preterintencional: Hace mención al desbordamiento de las intenciones del causante, en


las que primitivamente se quiso dañar, pero que desafortunadamente resultó matándola. Por ejemplo,
si se desea simplemente golpear a alguien para causarle unas magulladuras, y se termina matándolo.
Se ha afirmado que el homicidio preterintencional es un punto medio entre el dolo y la culpa; dolo
frente a la acción y culpa frente al resultado.

Homicidio simple: Aquel que se comete a falta de las cuatro agravantes, que son premeditación,
alevosía, ventaja y traición.

Homicidio calificado: Es un delito cuya acción está constituida por la muerte que una persona causa
a otra de manera intencional, realizado bajo ciertas circunstancias específicas, relacionadas con el
medio empleado o el modo de perpetración.

Hay diversos agravantes para el homicidio según la relación que guarden el homicida y su víctima; por
ejemplo, dándole muerte al cónyuge, se convierte en uxoricidio (si se mata a la esposa o novia) o
en mariticidio (si se mata al esposo o novio); a los parientes consanguíneos en línea recta ascendente o
descendente, es parricidio; magnicidio si la víctima era la máxima representación del
Estado; genocidio si intermediaron cuestiones de carácter étnico, racial o religioso para realizar el
acto. Cabe anotar que todas estas clases de homicidios pueden acarrear consecuencias jurídicas
diferentes.

Homicidios calificados
A su vez, la calificación de los homicidios se subdivide en:

Calificación por agravación o agravado en aquellas circunstancias que harán más extensa la sanción
penal:

En razón del vínculo entre el autor y la víctima: parricidio.

En razón del modo elegido por el autor para cometerlo: alevosía, ensañamiento, sevicias graves


o veneno.

En razón de la causa:
Por pago o promesa remuneratoria.

Homicidio criminis causa.

Cometido con un medio idóneo para crear un peligro común: (incendio, inundación, descarrilamiento,
etc.)

En razón de la cantidad de personas.

Calificado por atenuación o atenuado:

Homicidio cometido bajo emoción violenta u homicidio emocional.

Homicidio preterintencional.

Aumento de las penas por medio de agravantes:

1. Premeditación: Consiste en realizar con anterioridad a la comisión del homicidio, ciertas conductas
tendentes a prepararlo; por ejemplo, estudiar a la víctima, sus movimientos, temores, estado de salud,
causando un incendio, causando una inundación.

2. Alevosía: Se es aleve cuando se emplea algún medio tendente a disminuir o acabar con la defensa
que la víctima pueda ofrecer, por ejemplo, emboscándolo, cegándolo.

3. Ventaja: Se califica así cuando el agresor no corre el riesgo de ser dañado por su víctima, debido a la
calidad de sus armas, el adiestramiento que tenga con ellas, su tamaño o constitución física o hallarse
de pie (y la víctima esté inerme o caído). No es lo mismo una pistola calibre 22 que un rifle de asalto
AK-47, ni un karateca contra una persona armada con una navaja de mano, por ejemplo. Cabe señalar
que no hay ventaja si es la víctima quien está de pie, tiene mejores armas, mejor adiestramiento o
posee una mejor condición física.

4. Traición: Ocurre cuando, además de la alevosía, se emplea la confianza que la víctima tiene
depositada en su agresor; por ejemplo, el novio o novia de una persona, un familiar o un amigo.

Homicidio y asesinato

Cuando el homicidio consiste en matar a una persona incurriendo en ciertas circunstancias específicas,
dependientes del legislador, tales como la alevosía, el precio, la recompensa, la promesa,
el ensañamiento o la premeditación,2 aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del
ofendido, es también llamado asesinato. Es un tipo de homicidio calificado. Se considera asesinato
cuando una persona causa la muerte de otra y lo lleva a cabo con alguno de los tres supuestos (o los
tres juntos) de ‘alevosía’ (se realiza a traición y/o cuando se sabe que la víctima no va a poder
defenderse), ‘ensañamiento’ (aumentando deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la víctima) o
‘concurrencia de precio’ (cometiendo el crimen a cambio de una retribución económica o material).

Mientras que el homicidio es el delito que alguien comete por acabar con la vida de una persona, el
asesinato requiere de un mayor número de requisitos.

Si bien el tema se ha discutido mucho, el asesinato no se trata de un simple homicidio agravado, sino


de un delito distinto (de acuerdo con la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia), en el que las
circunstancias señaladas son elementos constitutivos del mismo. En el asesinato existe una mayor
intensidad del propósito criminal que en el homicidio, habiendo siempre un sujeto y por los medios
perjudiciales utilizados de un modo especial o por la inconfundible malicia y peligrosidad que se revela,
y los planes y estrategias para lograr consumar posteriormente los asesinatos de las víctimas.

Existe, sin embargo, materia jurisprudencial y doctrinal en contrario, lo que refleja las discusiones que
aún hoy día este tema suscita. Entre las razones para considerarlo un homicidio agravado, destacan
dos:

Su regulación separada del homicidio.

Se considera homicidio cuando una persona causa la muerte a otra, pero en el crimen no se contempla
ninguno de los tres supuestos citados en el apartado referente al asesinato. Se puede tener la
intención de matar a alguien pero no ensañarse, ni realizarlo alevosamente o bajo recompensa, por lo
que se diría que se ha cometido un ‘homicidio doloso’, aunque habitualmente no solemos verlo
acompañado del término ‘doloso’.

Considerarlo homicidio agravado no rompería la unidad de título de imputación en el caso de que


existiera participación en el delito y los partícipes no conociesen que el autor actuó por una de las
causas o requisitos exigidos para esta figura. Podría castigarse, así, al autor como tal de un delito de
asesinato y a los partícipes como autores de un delito de homicidio.

Por todo ello, no existe el asesinato imprudente, sino que lleva siempre aparejada la intencionalidad.

Homicidio involuntario[editar]
El homicidio culposo puede ser excluyente de responsabilidad penal si se realizó en legítima
defensa, prevención de un delito más grave (estado de necesidad), cumplimiento de una orden de
un mando superior, o por un deber legal.

Homicidio por emoción violenta[editar]


La existencia de la emoción es el paso hacia la excusa, debido a que es considerada en sí misma por el
Derecho como un estado en la cual el sujeto actúa con disminución del poder de los frenos inhibitorios
de la voluntad. El paso de la exención a la atenuación de la pena del homicidio cometido por emoción
violenta, respecto del homicidio simple implica por un lado el reconocimiento de la prohibición de
matar. El principio cultural de “no matar” se ve disculpado con el argumento social de matar preso de
intensa emoción y así mismo se juzga, toda vez que la ley es benigna ante las cabezas acaloradas y los
corazones emocionados.

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